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LIDERANDO EL FUTURO HACIA LA PROSPERIDAD
El 20 de octubre de 2022 tuvimos la oportunidad de asistir a la décima edición del Foro #InnovAcción y dado el éxito de su concurrencia y difusión durante 10 años, considero que este es un buen momento para reflexionar sobre su aporte a nuestro ecosistema empresarial. Por un lado, el Foro ha permitido dar a conocer -de primera mano- los casos de éxito de las empresas líderes del mercado nacional, con repercusión en la región latinoamericana. Por otro lado, ha tenido también una labor pedagógica: compartir herramientas y nociones que apoyan a otros a hacer realidad sus sueños innovadores. Sin embargo, en este espacio quiero destacar un aspecto, que quizás pasa desapercibido, pero que tiene un cometido muy valioso; y es el hecho de que ese día de aniversario, sus organizadores también celebraban el haber tenido una visión hace 10 años: mostrar que es posible liderar un futuro próspero en este contexto de país y, sobre esta idea, quiero compartir algunas notas. ¿Qué puede significar – e implicar -en este momento de país liderar hacia un futuro próspero?, algo que hoy luce tan incierto para tantos venezolanos.
Describir en este espacio la crisis estructural y profunda que vive Venezuela, es casi como describir un lugar común. El resumen-diagnóstico del Banco Interamericano de Desarrollo titulado “Una mirada a futuro para Venezuela”, la ha descrito como el colapso económico y social del país. Sin embargo, esta situación de crisis no es exclusiva de Venezuela; muchos países de la región enfrentan un futuro incierto y muy retador. Ante este contexto, es entendible y hasta natural que muchas personas visualicen el futuro de su país con escepticismo y con el deseo de “escapar” de un porvenir que pareciera estar condenado por las circunstancias actuales. Quizás por este mismo contexto tan contracorriente es que resalto, con particular mérito, los logros de tantos emprendedores y empresarios que con trabajo y mística han demostrado que no es imposible construir posibilidades diferentes al entorno que los rodea. Permítanme subrayar esta frase: se pueden crear nuevas posibilidades.
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¿Qué hay en estos seres humanos que logran activarse, cuando tantos otros se quedan como estancados en el pesimismo? Considero que hay varios aspectos sobre los cuales reflexionar. Pareciera que uno de esos aspectos que marca la diferencia es la concepción que estos innovadores tienen sobre el futuro. He tenido la posibilidad de entrevistar a muchos de estos hacedores y conocer de primera mano cómo perciben el futuro y la respuesta no se deja esperar: lo interpretan con optimismo y lleno de oportunidades. Sin embargo, cuando he ampliado la muestra a personas en su diario vivir –diferente a estos innovadores – las respuestas sobre su visión del mañana exponen un continuo que va desde “negro”, denotando que lo perciben como desfavorable y adverso, hasta incluso indicar que lo ven con “claridad” como una tierra de oportunidades porque todo está por hacerse. Este continuo asoma la naturaleza misma de la percepción humana: cada quien percibe y piensa sobre el futuro acorde a sus esquemas mentales y su experiencia de vida.
A simple vista se puede observar un contraste entre aquellos que manifiestan una actitud positiva y emprendedora y aquellos que apenas sobreviven a su situación actual. Lo notable de este contraste actitudinal es que al menos de partida, todos tienen las mismas circunstancias de país; es decir, que no son las circunstancias las que limitan a los constructores de futuro. Esta variable, apreciada en nuestros innovadores, coincide con el espíritu de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), institución que mediante sus investigaciones y herramientas tiene entre sus múltiples objetivos cultivar la conciencia sobre el efecto que tiene la visión del porvenir en nuestra vida presente. Riel Miller, quien hasta hace pocos meses fue el director del Proyecto de Alfabetización sobre el Futuro de dicha institución, lo definió de la siguiente forma: “el explorar posibilidades hacia el porvenir es una capacidad que se desarrolla”, que requiere disciplina, rigor y metodología y, sobre todo necesita de un ingrediente esencial de nuestra inteligencia: la imaginación”.
Esta vocación de la UNESCO y de tantas otras instituciones de prestigio como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o el Instituto de Futuro (IFTF) nos ayuda a expandir nuestra capacidad de usar la visión de futuro a nuestro favor. Y más importante aún, nos ayuda a entender lo siguiente: que ANTICIPAMOS el futuro es fundamental para construir un futuro de prosperidad». la anticipación de futuro puede ser percibido como abstracto; no obstante, se pueden aterrizar estas ideas recurriendo a la neurociencia del cerebro; territorio más cercano a mi experiencia como profesora de habilidades de pensamiento: tenemos sobre el porvenir influye en lo que vemos y en lo que hacemos en el presente». que va a llover, tomo el paraguas para protegerme de la lluvia. Exponer en este espacio todas las formas de anticipación que el devenir puede adquirir sería muy extenso y no es la intención convertir esta reflexión en un ensayo académico detallado.
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Estamos conscientes que se puede anticipar con la intención de planificar para cumplir con una meta o para prepararnos para una situación difícil, así como también podemos hacer el ejercicio de antever diferentes escenarios y prever cuáles son los futuros más probables y actuar en consecuencia; o incluso considerar la anticipación como parte del proceso evolutivo de adaptación y aprendizaje; pero también estemos conscientes de que la anticipación puede ser una ventana para la imaginación creativa dando paso a que emerjan nuevas posibilidades. Este punto está intrínsecamente asociado con el ejercicio del liderazgo. El liderazgo no conlleva solo resolver problemas técnicos o de gestión de recursos, generados en el marco de referencia existente, o sólo atender las necesidades inmediatas de un equipo de trabajo y de su entorno. Pertenece al ADN del liderazgo que éste sea un ejercicio que invite al equipo a generar nuevas posibilidades, de manera que los miembros de ese equipo se sientan inspirados a producir resultados cónsonos con esas posibilidades.
Entiendo que, en esta Venezuela, en donde son necesarias estrategias de sobrevivencia, resulte tan retador contemplar que sí podemos crear un futuro mejor. Considero que es necesario dejar asentado lo obvio: cuando hay una tormenta, lo esencial es atenderla y sobrevivir. Pero hemos de tener cuidado con esta “mentalidad de tormenta” y sus limitaciones psicológicas. No todos los días vivimos una tormenta. Hay días más soleados o días de un poco más de calma en los cuales tenemos la oportunidad de salir del marco de referencia de supervivencia y pensar en términos más amplios, más a largo plazo. Esos son los días para crear, para dar un paso al frente, para ir abriendo un camino nuevo; y que éste sea un camino pensado, estratégico y sobre todo alcanzable y posible. Son días para aplicar una “mentalidad de construcción”.
Y es que aun en momentos de calma, es desafiante pensar en el futuro, y es desafiante principalmente por tres razones: Primero, es más fácil -cognitivamente hablando -mirar al pasado que al futuro. Mirar al pasado sólo requiere de nuestra memoria, mientras que apuntar la vista hacia el futuro requiere de mayor esfuerzo y de imaginación. Segundo, como ya mencioné, el futuro es plural y no singular. Y son muchas posibilidades las que tenemos por delante; pero la mirada tiende a quedarse en la inmediatez de las exigencias imperiosas del presente. Sobre todo, cuando hay una crisis. Y tercero, puede estar activo el mito generalizado de que el presente, visto como fijo e inmutable, condena cualquier intento de un futuro diferente, propiciando el fatalismo y el pesimismo.
El mito de que el presente condena el futuro también hay que examinarlo con cautela. Se entiende que, si el porvenir sólo se concibe como una proyección de lo probable, basado en la percepción actual de la realidad, y todo lo que hacemos es proyectar ciertas estadísticas y actuar en consecuencia, lo que resulta es la continuación de ese presente. Sería como admitir, como dice el viejo dicho, que hacer lo mismo una y otra vez y esperar un resultado diferente es un acto de locura. Asimismo, si no pensamos en términos de reinventar el presente y crear un futuro diferente estamos condenados a tal locura. Siempre está la posibilidad de cambiar el rumbo. Cuántos países han logrado reconstruirse después de una guerra, de epidemias, apartheid político, pobreza y hasta de un holocausto.
Ante la posibilidad real de crear prosperidad y entendiendo que la anticipación del devenir sí nos presenta la oportunidad de ir construyendo un porvenir mejor, resulta imperativo cuidar cómo interpretamos ese futuro y el lenguaje que utilizamos para ello. En esta Venezuela es muy común escuchar frases como: “Aquí no hay futuro”, “la única salida es el aeropuerto”, “el último que apague la luz”, “el futuro lo veo negro”. Esas narrativas generan acciones –y omisiones -que construyen “by default” -en la práctica- precisamente esos futuros.
«Considero que es válido irse del país, así como es válido elegir vivir aquí. Siempre es una decisión muy personal. Lo que no es válido es “condenar” el futuro del país con anticipaciones falsas sobre su porvenir».
En Venezuela necesitamos crear una nueva realidad, para eso necesitamos pensar diferente y parte de ese pensar diferente consiste en poder re-escribir el futuro con anticipaciones reales y posibles de un mejor vivir. El Foro #InnovAcción es –en este sentido – un ejemplo de liderazgo hacia un porvenir que anhelamos la inmensa mayoría de los venezolanos. Gracias a sus organizadores, a sus patrocinadores e innovadores por mostrar que sí lo podemos lograr.