I104 B - La Identidad Ausente

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UNIVERSIDAD PÚBLICA DE EL ALTO CARRERA DE ARQUITECTURA INSTITUTO DE INVESTIGACIONES

LA IDENTIDAD AUSENTE El Alto: Un espacio escindido, conformado por fragmentos, sin centro

Humberto Candia Goytia

2016


INDICE Resumen ejecutivo Abstract Introducción I. REFLEXIONES CONCEPTUALES I.1. Un mundo urbanizado I.2. Ciudad y espacio público I.2.1. Entorno a lo público y su importancia I.2.2. El espacio público como protagonista de la ciudad I.2.3. Identidad y espacio público I.2.4. Del espacio público al…No Lugar II. EL ALTO II.1. La construcción de una urbe desde la marginalidad II.2. El “lugar alteño” II.3. Nuevos nodos urbanos II.4. Problemáticas comunes a estos espacios II.5. Respecto a su relación con el diseño urbano II.6. Respecto a su impacto en el ámbito social II.7. Respecto a las características económicas II.8. Respecto al impacto ambiental II.9. Respecto a la regulación jurídica III. FORMULACIÓN DE LINEAMIENTOS CONCEPTUALES DE REVITALIZACIÓN III.1. Puesta en valor del suelo urbano III.2. Re-conceptualización en el tratamiento de vialidad y transporte III.3. La informalidad y la invasión de los espacios públicos III.4. El tratamiento de los servicios III.5. La implementación de un equipamiento urbano adecuado III.6. El rescate del espacio público III.7. Mejoramiento de los espacios sociales IV. A MANERA DE CONCLUSIONES BIBLIOGRAFÍA


LA IDENTIDAD AUSENTE El Alto1: Un espacio escindido, conformado por fragmentos, sin centro Humberto Candia Goytia qhana2001@yahoo.com

RESÚMEN EJECUTIVO

El Alto, hoy por hoy se constituye en un escenario de rápido crecimiento demográfico materializado en una novel ciudad que se va extendiendo en un proceso de ocupación urbana de baja densidad y crecimiento extensivo. Este fenómeno ha originado que tanto la expansión de la urbe hacia jurisdicciones de municipios vecinos, como la densificación paulatina de la misma en la mancha urbana ya conformada, devele un sin número de complejas e indefinidas áreas, con múltiples necesidades y otras tantas demandas. En este escenario escindido en dos fracciones claramente separadas por el aeropuerto internacional de El Alto, devela una ausencia de un espacio público articulador a la vez de exponer la emergencia de “nuevos espacios públicos” fragmentados, prácticamente independientes que van creando nuevas centralidades, emulando al único nodo articulador-distribuidor como es La Ceja y que van surgiendo en función a la necesidad y al crecimiento de la mancha urbana constituyéndose en No-Lugares y que en conjunto van revelando una ciudad ausente de identidad.

Palabras clave: Espacio público, No-lugares, Identidad, El Alto, Nuevos nodos urbanos.

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La ciudad de El Alto, hoy por hoy se manifiesta como un centro urbano producto de un país “en desarrollo”, plagado de contradicciones y complejas dinámicas socio-económicas-espaciales; que se está construyendo como aquellas urbes carentes de un genius loci, destinada a albergar ingentes masas poblacionales que en la medida que van creciendo, lo van haciendo caóticamente, sin planificación alguna y aparentemente sin un horizonte cultural; develando de cuando en cuando todas sus inconformidades a través de intensos conflictos sociales.


ABSTRACT

El Alto2, today constitutes a scenario of rapid population growth materialized in a new city that is spreading in a process of urban occupation of low density and extensive growth. This phenomenon has caused that the expansion of the city towards jurisdictions of neighboring municipalities, as well as the gradual densification of the same in the urban spot already conformed, owes to a number of complex and indefinite areas, with multiple needs and many other demands. In this scenario divided into two fractions clearly separated by the international airport of El Alto, it reveals an absence of an articulating public space at the same time as exposing the emergence of fragmented "new public spaces", practically independent that are creating new centralities, emulating the The only articulator-distributor node, such as La Ceja, which is emerging as a function of the need and the growth of the urban spot, constituting itself in Non-Places and which, as a whole, reveal a city that lacks identity. Keywords: Public space, Non-places, Identity, El Alto, New urban nodes.

INTRODUCCIĂ“N

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The city of El Alto, today is manifested as an urban center product of a "developing" country, plagued by contradictions and complex socio-economic-spatial dynamics; Which is being constructed as those cities lacking a genius loci, destined to house huge population masses that, as they grow, are doing it chaotically, without any planning and apparently without a cultural horizon; Revealing from time to time all their nonconformities through intense social conflicts.


La ciudad de El Alto, hoy por hoy se constituye en un escenario de rápido crecimiento demográfico materializado en una novel urbe que se va extendiendo en un proceso de ocupación urbana de baja densidad y crecimiento extensivo. Este fenómeno ha originado que tanto la expansión de la urbe hacia jurisdicciones de municipios vecinos, como la densificación paulatina de la misma en la mancha urbana ya conformada, devele un sin número de complejas e indefinidas áreas, con múltiples necesidades y otras tantas demandas. Como toda urbe, ha ido sufriendo transformaciones importantes a través del tiempo y en distintos ámbitos, no obstante, de ser relativamente joven y reconocida como tal hace poco más de tres décadas; hoy por hoy solo refleja la desigualdad de la sociedad boliviana a través de expresiones sociales materializadas en el espacio. No solo el incremento poblacional y la expansión ilimitada de su mancha urbana, han sido los factores que han determinado las circunstancias actuales de la ciudad, que, si bien se constituyen en los factores visibles y mensurables, subrepticiamente se manifiestan una serie de problemas y demandas que surgen como consecuencia de estas transformaciones y que no necesariamente se reflejan de manera tangible. La situación socioeconómica de gran parte de sus ciudadanos de condición migrante y/o empobrecida, se materializa en el aspecto urbano, lo que significa que en este ámbito es donde se exterioriza el sentir y las necesidades de la comunidad. Esta ciudad morfológicamente se materializa en una estructura urbana particular, que inicialmente se revela como escindida (por el aeropuerto internacional de El Alto), en dos grandes fracciones: Alto norte y Alto sur. Adicionalmente, se muestra como una ciudad que carece de un centro representativo donde se manifiesten las instituciones políticas-administrativas-religiosas, como en las urbes tradicionales a tiempo de revelar concomitantemente la conformación de un conglomerado


poblacional a partir de nuevos puntos de concentración y conectividad a manera de fragmentos espaciales. Dichas fracciones, van surgiendo como una variedad de nodos urbanos que se van generando en esta ciudad, a similitud de “La Ceja” 3, y que se han ido manifestando de una manera peculiar, conflictiva y caótica, donde los fenómenos urbanos que se empezaron a generar en estos espacios que albergan actividades múltiples, se van constituyendo en puntos estratégicos de conectividad y prestación de servicios; dando por resultado la conformación de una serie de “artefactos urbanos”4. La identidad ausente (El Alto: Un espacio escindido, conformado por fragmentos y sin centro), analíticamente bosqueja una percepción urbana de espacios “públicos” emergentes, cuya manifestación deja traslucir una atomización particular, caracterizada por el caos vehicular, la invasión informal, la inseguridad ciudadana y la aglomeración anárquica de

actividades y personas en ciertos nodos

“estratégicos” de la ciudad de El Alto; señalados por la conectividad y transferencia de pasajeros hacia su destino, en las rutas del transporte de puntos clave que sirven de origen y destino para aquella práctica especulativa del gremio de los choferes conocida como “trameaje”5. Adicionalmente estos puntos estratégicos develan la concentración de múltiples actividades relacionadas con la prestación de servicios en general y bancarios en particular, además de la emergencia de una cantidad importante de establecimientos relacionados con el comercio de todo tipo

3 La Ceja, es el mayor y principal punto de conectividad entre las ciudades de La Paz y El Alto, y paso “obligado” desde y hacia la sede de gobierno; punto de encuentro y confluencia de múltiples actividades (formativas, comerciales, de gestión, administrativas, recreativas, etc.); así como de las principales vías adscritas a la red vial fundamental; constituyendo un microcosmos espacial confuso y enmarañado, pero pletórico de manifestaciones múltiples.

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Flores (2011). Concepto acuñado por esta investigadora mexicana, en relación a la intrincada y compleja espacialidad urbana que se genera en los nodos citadinos, que deja entrever un sistema cuasi mecánico constituido por varios elementos, que configuran un tejido social y urbano muy complejo.

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Práctica común entre los choferes del transporte público sindicalizado, especialmente de los denominados “minibuses”, que en lugar de prestar el servicio de parada a parada como estipula la ley, arbitrariamente realizan su trabajo por tramos, sometiendo de manera abusiva al usuario a tomar varios minibuses entre origen y destino.


de productos en general y en algunos nodos el expendió de algunos productos en específico destinados a algún rubro como el caso de la construcción. En consecuencia, la presente investigación, reflexivamente, intenta aproximarse a una compleja e intricada realidad urbana, de una urbe en ciernes, tratando captar diversos puntos de vista del ámbito social, académico, municipal y vecinal, en procura de construir una mirada concertada respecto al tratamiento de este tipo de espacios, que han perdido su carácter original y donde la ilegalidad, clandestinidad y avasallamiento de los espacios públicos se ha llegado a constituir en un hecho normal. Para finalmente y de manera propositiva, pretende perfilar unos lineamientos básicos conceptuales sobre la consideración e implementación adecuada de este tipo de espacios públicos constituidos por nodos emergentes, en los procesos de planificación y resiliencia urbana, susceptibles a constituirse en políticas públicas, buscando establecer opciones alternas de re-interpretación, re-conceptualización y re-configuración del carácter público de estos espacios particulares, armonizando actividades, devolviendo el carácter de uso público a la apropiación de este tipo de espacios, destinados a la práctica ciudadana del hacer y obrar “politeai” y de imprimirle un carácter identitario propio conforme al medio y sus ocupantes.


I.

I.

REFLEXIONES CONCEPTUALES I.1. Un mundo urbanizado

Entre las muchas investigaciones acerca del fenómeno urbano, llama la atención un estudio realizado por las Naciones Unidas en 1975, donde se expone que aproximadamente más de un tercio de la población mundial para ese momento residía en contextos urbanos, y en una proyección al 2010 se afirmaba que el 70% de la población mundial debía estar concentrada en mega centros urbanos. En el caso de América Latina, esta región ha experimentado un fenómeno sin precedentes, tanto por su magnitud como por su ritmo de crecimiento. Territorio considerado como una región urbanizada, para fines de la década de los 70 más del 50% de la población ya radicaba en contextos urbanos. Si se parte de la premisa de que: el crecimiento urbano en los países desarrollados se debió a los procesos de Industrialización, contrariamente es posible y hasta cierto punto afirmar que esto no sucedió en los países en desarrollo, donde el crecimiento de la población urbana es más acelerada que en los de mayor desarrollo, visualizando para el 2030 un grado de concentración cuatro veces mayor al de los países desarrollados, desde la mirada de Antequera (2007). Esta explosión demográfica urbana en estos países ha continuado de manera ascendente y sostenida, independientemente de los problemas como la falta de empleo que tienen que enfrentar los migrantes en el proceso de inserción a la ciudad. Independientemente de esta tendencia generalizada, surge como en el caso de Bolivia una manifestación particular en su proceso de urbanización. Para Torrico (2010) este Estado Plurinacional manifiesta un proceso de urbanización particular, al no seguir el patrón regular de conversión progresivo de una economía agraria a una economía industrial de la mayoría de los países, sino al exponer un proceso migratorio campo-ciudad debido al retraso en el desarrollo de las fuerzas productivas traducidas en niveles de insostenibilidad en la relación hombre/tierra, en la creciente pérdida de productividad, en los bajos niveles de ingresos y en la


pobreza generalizada en el contexto rural. Este escenario que deja traslucir un proceso de urbanización tardía que hasta fines de la década del setenta del siglo anterior lo situaba como un país eminentemente rural (68.5% de población rural) hasta ese momento y un grado de concentración relativamente bajo respecto al resto de los países latinoamericanos. En este contexto, la particularidad de la conformación y aglomeración poblacional en la ciudad de El Alto, registra particularidades interesantes respecto a su crecimiento acelerado y con un índice que en el momento más alto registro un 9.23% anual entre 1976 y 1992, convirtiéndose en una ciudad de evolución urbana alarmante; para 2014 registro un índice de crecimiento del 2.8%(PDTAM-GAMEA: 2014), que no deja de ser importante, por el crecimiento sostenido que mantiene la urbe. Según Laruta (2006), en base a datos del INE 2001 y Mezza 2005; el proceso de urbanización de El Alto, manifiesta una clara explosión demográfica; registrando para 1960 una población de 30.000 hab., para 1976: 95.434 hab., para 1988: 307.403 hab., para el año de 1992: 405.492 hab., para el 2001: 649.958 hab. y para el 2005; 800.273 hab.; exponiendo finalmente para el 2012, año del último Censo de Población y Vivienda, una población de 848.452 hab. (846.880 hab. urbanos y 1.572 hab. rurales). Siguiendo a Laruta, el escenario de conformación de la urbe alteña, distingue dos etapas claramente diferentes. Inicialmente, un espacio temporal que llega hasta 1980 aproximadamente, exponiendo un periodo de “movilidad social ascendente”, cuya concentración poblacional deviene del auge de la construcción, las manufacturas y los servicios públicos y privados; fundamental en el proceso de inserción de los migrantes a los centros urbanos. Posteriormente, de 1980 en adelante, se pueden distinguir dos fases, la primera señalada por la crisis económica y la hiperinflación entre 1982 y 1985; y la segunda que expuso a un


grupo considerable de ex mineros relocalizados que llegaron a instalarse en esta ciudad. La urbanización en el Tercer Mundo ha continuado su carrera, pese a un contexto adverso, pues tanto la calidad del empleo como los salarios se ha deteriorado y las tasas de desempleo se han incrementado permanentemente. Este hecho, en teoría, debió significar un freno a la migración rural; pero contrariando toda previsión, los índices de urbanización continuaron siendo elevados. Davis, plantea que el secreto de este fenómeno se encuentra en los cambios económicos que se dieron en el mundo a partir de la crisis de los 70 y que fue origen de la aplicación del “ajuste” estructural en los países más pobres (Davis: 28) En este contexto el proceso de urbanización que experimenta Bolivia no obedece a una transición gradual de una economía agraria a una economía industrial, más al contrario por el retraso en el desarrollo de las fuerzas productivas expresadas en: los niveles insostenibles en la relación hombre/tierra, en la pérdida de productividad, en los bajos niveles de ingresos y la pobreza en el contexto rural. Entonces el proceso de urbanización que experimenta Bolivia es tardío y de bajo nivel, en comparación al resto de los países latinoamericanos, hasta 1979 la población rural era de 68.5 % lo que lo ubicaba como uno de los países más campesinos del continente, para entonces sólo tenía una ciudad con más de 500.000 habitantes, La Paz -que incluía la actual ciudad de El Alto - (Schoop: 1981: 9-11). La realidad en otros países de Latinoamérica era diferente; ya para 1930 la ciudad de México y Rio de Janeiro superaban el millón y Buenos Aires tenía dos. (Romero: 2001: 251). Para la década del 60,

América Latina era

considerada una de las regiones más urbanizadas del mundo pues alrededor del 32% de su población vivía en ciudades. Son las ciudades del Tercer Mundo las que recogerían los frutos del modelo económico. Al éxodo de los pequeños productores campesinos, se sumó el desmantelamiento de las industrias nacionales, la contracción de los sectores públicos y el empobrecimiento de sus clases medias. La urbanización actual está sólidamente ligada a procesos de empobrecimiento.


Bolivia no fue ajena a este escenario, en 1988 se convirtió en un país predominantemente urbano, hecho que se explicaría, “…por una creciente desruralización y por la migración de centros urbanos menores” (Pereira: 2009: 108). Por tanto este proceso de crecimiento acelerado se explica por el fenómeno migratorio con una secuela de serios problemas económicos y sociales que los gobiernos: nacional, departamental y local son incapaces de enfrentar. Es en esta coyuntura que emerge la ciudad de El Alto, como la expresión y muestra más contradictoria de la conformación de aquellas urbes del tercer milenio de los países en desarrollo, como un escenario que expone por un lado una cruda realidad de migración, pobreza y marginalidad; y por otro una emergente burguesía aymara que se expone a través de una arquitectura de características sui géneris. Pero, todas estas contradicciones también se manifiestan espacialmente, develando una ciudad caótica desde la mirada occidental, sin un centro articulador, dividida físicamente en dos fracciones y “estructurada” en base a puntos de encuentro de confluencia de líneas de transporte público, de actividades comerciales, servicios varios y seres humanos; en un universo por demás abigarrado. I.2.

Ciudad y espacio público

La ciudad en su esencia, remite probablemente a la democracia, pues se funda en la posibilidad de que las personas que conforman la sociedad urbana en su total alteridad se relacionen entre sí en base a determinadas reglas y convenciones que posibiliten su convivencia pacífica y en un contenedor físico que es el espacio público; siendo la principal función de este el educar en la urbanidad. Pero, al mismo tiempo este es un escenario de confrontación, de conflicto, de fiesta, de manifestación, de tránsito y de construcción de identidad. Entonces, la libertad de


ocupar la ciudad sólo puede conseguirse si existe educación urbana, que a su vez sólo se alcanza, si el espacio urbano lo posibilita. La actual tendencia a socializar en lugares de equipamiento privado donde no se produce la interacción entre diferentes, sino exclusivamente entre iguales, invalida automáticamente esta posibilidad de construcción de ciudadanía de manera democrática, participativa, equitativa y aglutinante. I.2.1. Entorno a lo público y su importancia Históricamente, el concepto de lo público ha estado vinculado a la participación de la gente, los ciudadanos y ciudadanas, en los asuntos de interés común. Lo público se constituye en una figura colectiva fundada en teorías de la democracia liberal y vinculada a los ideales de libertad; en un contexto de orden y progreso definidos por las sociedades del siglo XVIII. Referirse a lo público, implica considerar el interés o utilidad común, aquello que está relacionado a lo colectivo, a la comunidad, al pueblo en general y al acceso universal; en consecuencia es un asunto de Estado, pues interpela a través de su necesidad social a sus autoridades, confrontando así a lo privado de utilidad e interés individual. Lo público, al estar relacionado a lo político y a lo estatal, queda articulado a lo abierto, disponible y distribuido, en relación a nociones como inclusión-exclusión; es la que debería orientar la conceptualización de espacios como vías y plazas, abiertas y de uso público; en contraposición a las delimitaciones de la propiedad privada y materializadas en cercas y muros, que se manifiestan como signos de exclusión. (Rabotnikof, 1997). Entonces, lo público remite a esa dimensión que se presenta como un algo consumible antes de ser consumido e inteligible previo a ser entendido. Asociado a una perspectiva política, el público como grupo humano que ejerce su derecho a hacer uso de su razón, es el que ocupa el espacio público controlado por la autoridad, a tiempo de transformarlo en espacio en el cual se manifiesta la crítica


contra el poder del Estado, a través de discusiones y debates, generando una opinión pública. Entonces, el espacio público como escenario donde se genera la opinión y la acción colectiva cobra relevancia. I.2.2. El espacio público como protagonista de la ciudad La aproximación al concepto de espacio público, remite a una conceptualización compleja y multidimensional a decir de Amado (2013) 6 en tanto constantes físicas como constantes simbólicas; lo cual supone en relación a las primeras por sus características tangibles y materialidad expresada en el espacio, la manifestación de unas dimensiones morfológicas, urbanísticas, arquitectónicas y funcionales; en tanto que las segundas por su carácter intangible de representaciones vigentes en la historia, su grado de abstracción y su fijación en la memoria colectiva; se manifiestan a través de las dimensiones sociales, culturales, históricas, económicas y políticas. Concomitantemente, el espacio público tanto física como simbólicamente, queda permeado por una noción compuesta por el concepto dicotómico público-privado, que además expone rebasando el ámbito físico un complejo teórico que manifiesta funciones y relaciones diversas, fundado en la reproducción social en un momento y lugar específico; además de estar signado por las ideas propias del contexto y la idiosincrasia del medio. Si bien el espacio privado, ha sido vinculado generalmente a los procesos de producción y reproducción de la vida, en relación a las necesidades básicas y primarias de la reproducción material; el espacio público ha sido vinculado a la vida política, donde se desarrolla la vida en común, aquella que remite al bien común. Un espacio vinculado a la vida política como también un ámbito en el cual la vida pública se desarrolla mediada por el mercado.

6 Conceptos acuñados por Jorge Omar Amado; arquitecto urbanista argentino, en su tesis de licenciatura en Urbanismo. El espacio público en perspectiva: Constantes físicas, constantes simbólicas. http://www.academia.edu/28991507/07TESIS_Jorge_Amado_ENTREGA_FINAL.pdf. Leído en línea el 18/11/2016.


Desde la postura de Zukin (1995), el espacio público ha sido desarrollado últimamente en relación a cuatro perspectivas teóricas: a) como el escenario en el cual se manifiesta la distinción entre los problemas de interés local y global; un campo donde los asuntos de interés común se expresan con primacía respecto a los de interés privado; b) como el escenario donde toma lugar y es reconocida la interacción social de forma legítima por las reglas de la civilidad y el anonimato; c) como el espacio en el cual la sociedad es concebida de manera homogénea a pesar de sus diferencias, bajo las premisas del orden social; d) y finalmente, como el campo donde se representa la voluntad general del pueblo. En consecuencia, referirse al espacio público es reconocer su protagonismo en tres dimensiones: primero, como un espacio dominado por la lógica de la política, materializado en la esfera pública; segundo, como un escenario regulado por la lógica económica, que asume la forma de intercambio y en la actualidad de consumo en los mercados; y tercero, como el espacio social de integración y sociabilidad. En consecuencia, el sentido de ser uno mismo, queda vinculado entre otras cosas, a la elección de los espacios que ocupamos, los que habitualmente habitamos; pues el sentido de pertenencia de habitar un lugar, cobran relevancia en las dimensiones pública y privada de los espacios que se correlacionan y constituyen mutuamente. El espacio público en tanto referente simbólico, puede adquirir diferentes connotaciones en relación al lugar de la expresión o espacio de lo público (Auge, 2001), o esfera pública (Salcedo Hansen, 2002); o simplemente el espacio de lo colectivo, lo manifiesto y lo accesible (Rabotnikof, 1997). Pero, desde la dinámica urbana actual y la importancia de la estructuración de la misma respecto a lo público, el énfasis que le otorga Borja (1998, 2003, 2005) en su aproximación a la ciudad como un espacio público global, que manifiesta la crisis de la urbanidad y la exposición de nuevas manifestaciones que desafían al espacio público; como lo relacionado con la movilidad urbana en función a las distancias o la emergencia y crecimiento de nuevas centralidades, que estructuran la ciudad de una manera diferente.


A estos espacios contemporáneos fruto de la postmodernidad, ausentes de aquel carácter humano que caracterizaban a los espacios públicos tradicionales que buscaban el diálogo, el relacionamiento social y la construcción de ciudadanía y que al momento se encuentran en plena crisis; se contraponen los actuales enclaves espaciales pseudo-públicos que marcan el territorio a través de la diferenciación económica y de poder, entre los grupos sociales que pueden acceder a los mismos, constituyéndose en aquellos no-lugares de Augé (2000, 2001). En un mundo actual donde el relacionamiento y la comunicación se establece mediante el internet, estos nuevos espacios de encuentro social como los shoppings, exponen la transformación del espacio social debido a la apropiación del espacio público a manos privadas. (Remedi, 2000), sustituyendo a los espacios públicos tradicionales (parques, plazas, etc.) que devienen en el deterioro, la degradación, la invasión informal y la inseguridad ciudadana. En este contexto de nuevos procesos globales, la necesidad de rescatar los espacios públicos tradicionales se torna imprescindible, como lugares de recuperación de la memoria colectiva, de relacionamiento social y de acceso universal, exige hacer frente a la conformación global de las telépolis o ciudades virtuales, que van ganando gradualmente el protagonismo a los espacios físicos (Javier Echeverría, 1994). A la sazón el espacio público cobra relevancia, en tanto expresión urbana, contenedor físico de la cultura de un lugar, de sus expresiones populares, de sus hechos históricos y de la identidad de sus pobladores. Si bien tradicionalmente, los espacios públicos de las ciudades has sido utilizados para socializar, participar, dialogar, intercambiar, anunciar, administrar, etc.; como también para disciplinar y controlar a la sociedad; en la ciudad contemporánea, los mecanismos de control social cobran notoriedad al concebir una sociedad vigilada (Foucault, 1982); entonces los espacios públicos se muestran como centros de expresión de las relaciones de ostentación de poder, dominación y control social, pero al mismo tiempo de reacciones antihegemónicas.


Para Amado (2013), si bien los espacios públicos se gestaron en las relaciones sociales y la especialización del trabajo, los espacios intersticiales surgidos de los espacios de circulación y los espacios privados, son apropiados para relacionarse, circular y acceder a las demás estructuras de la ciudad. Protagonismo principal adquiere la aparición del comercio, como fruto de los excedentes productivos de las ciudades; derivando en la apropiación y uso de caminos y espacios remanentes entre las edificaciones, dotando de nuevos significados relacionados al comercio, ocio y socialización. En consecuencia y de manera concomitante surge la presencia del Estado, en la necesidad de proteger al espacio público y garantizar su acceso al uso común. A través del tránsito histórico de la humanidad los espacios públicos, has sido destinados a la constitución de escenarios de expresión de ideales compartidos, donde los individuos se desarrollaban como personas, a tiempo de reivindicar su pertenencia al grupo. Pero también el destino y uso de los mismos ha sido variado, desde cuestiones religiosas, comerciales, de salubridad, de socialización o de exposición estética; hasta derivar en la actualidad en espacios privados de consumo, regidos por capitales privados que comenzaron a implementar este tipo de espacios, intentando reproducir las relaciones y estructuras de los espacios públicos. Sin embargo, el re-posicionamiento de los espacios públicos, como elementos centrales de la estructura del espacio urbano, más allá de los beneficios sociales y ambientales que esto implica, se constituyen en un instrumento vital para la renovación y recuperación del espacio urbano, la calidad de vida, la recuperación de valores culturales, la extensión de infraestructuras, el estímulo a la inversión y al mercado inmobiliario y al potenciamiento de la identidad de una comunidad. En ese sentido los espacios públicos se deben visualizar como espacios de encuentro, donde converge la alteridad, a tiempo de cuestionarnos por la forma


política más adecuada para que esta diversidad coexista, se interrelacione, se respete y reproduzca. I.2.3. Identidad y espacio público De acuerdo a Vicherat (2007), la forma en la cual damos significación y sentido al mundo que nos rodea está estrechamente relacionada con la forma en que nos posicionamos y representamos nuestro entorno en la cotidianidad; pues es a través del cuerpo que la experiencia que sucede a diario en el mundo se constituye en nosotros. Esa capacidad de ver y ser visto, permite crear un espacio común. El hecho del sentido gregario del ser humano y la convivencia con sus congéneres, requiere una organización de la vida en sociedad mediante procesos de apropiación y organización espacial. Entonces, la relación que se establece entre la forma espacial y la comunidad que la habita puede asumir diferentes expresiones a lo largo de la historia, en función a la necesidad de proximidad, continuidad, similitud de sus miembros, en tanto individuos y en tanto colectividad7. Estas necesidades, al mismo tiempo, posibilitan el asentamiento de procesos de identificación y sentimientos de pertenencia con un determinado territorio, en tanto se perciba este como una realidad material y simbólica. En este sentido, el concepto de identidad remite a la forma en la cual las personas se reconocen a sí mismas, dando forma a sus características fundamentales que las hacen diferentes y únicas a la vez dentro de su especie. Si bien por un lado se ha entendido el concepto identitario en base al ‘don’, en el sentido de regalo, ese algo que viene dado por una forma o disposición divina, afincado en la esencia de cada uno; por otro lado la mirada de la modernidad afirma que la identidad como constructo, deviene de la autodeterminación y dominio del individuo sobre sí mismo. 7

En el ámbito de la arquitectura, estas necesidades se representan en tres tipos de formas de organización espacial: grupos, filas y círculos, lo que significa que, cubren con las necesidades de estar con otros, de manifestar el paso del tiempo histórico y generar sentimientos de identificación y pertenencia. Norberg-Schulz, The Concept of Dwelling (1985).


Más allá de la adscripción de cada persona a uno u otro grupo, implica asumir un proceso a través del cual ella se forja, en tanto permite que cada individuo se presente y conecte con la comunidad a la que pertenece; pues de manera tangible, la identidad de cada uno de nosotros como sujetos individuales adquiere relevancia en la medida en que puede ser reconocida por otro sujeto. En consecuencia, desde la cotidianidad, la identidad viene a constituirse en el resultado de la mutua determinación de las formas que el tiempo y el espacio asumen en una comunidad. Es de destacar que buena parte de nuestras relaciones sociales que se producen de forma ordinaria se establecen con gente extraña, que nada tiene que ver con nuestro círculo íntimo; y, sin embargo, su reconocimiento es lo que confiere a la identidad su connotación política. En ese sentido, el relacionamiento entre identidad y el reconocimiento con el espacio, considera no sólo la esfera privada de la vida, sino también al reconocimiento y representación pública. Si efectivamente podemos asumir la posición en relación a la identidad como proceso, que se define y adquiere forma de manera relacional, estamos asumiendo que viene a ser un producto de las relaciones sociales, que se genera a través de la experiencia que cada sujeto tiene al entrar en contacto con otros; de hecho, es mediante las experiencias cotidianas del relacionamiento en comunidad que cada individuo hace presente (representa ante sí mismo y los demás) su propia identidad. Justamente porque la dinámica que se establece entre identidad y reconocimiento deviene en una cuestión relacional y su concurrencia y trascendencia en el espacio social, el cual es producido a través de esta misma dinámica y que al mismo tiempo sirve de anclaje a los sentimientos de identificación y pertenencia. Entonces toma sentido el protagonismo del espacio como condición y marco para que estas experiencias relacionales sucedan y lo que conecta al mundo que todos compartimos con cada individuo en particular.


Por tanto, si el contenedor físico deviene en el deterioro, el abandono y la degradación; el relacionamiento y concurrencia en función de la construcción del espacio social afectara profundamente el sentido de adscripción identitaria del individuo a su comunidad. I.2.4. Del espacio público al…No Lugar Desde la mirada de Castells (1999): el espacio se constituye en la expresión de la sociedad.

En un mundo donde nuestras sociedades están transformándose

estructuralmente, en esa relación van surgiendo también nuevas formas y procesos espaciales; donde el espacio es su expresión, no sólo reflejo y se constituye en la sociedad en sí misma; donde: “…Las formas y procesos espaciales están formados por las dinámicas de la estructura social general, que incluye tendencias contradictorias derivadas de los conflictos y estrategias existentes entre los actores sociales que ponen en juego sus intereses y valores opuestos. Además, los procesos sociales conforman el espacio al actuar sobre el entorno construido, heredado de las estructuras socioespaciales previas. En efecto, es espacio es tiempo cristalizado.” (Castells; 1999, capítulo 6, pp. 409-462). Últimamente, el espacio público está sufriendo una serie de transformaciones, brindándole un carácter muy distinto al de otras épocas, pues devela la reproducción de los intereses del capital en un contexto socioeconómico global donde prima el individualismo y los intereses privados, por sobre lo social y de beneficio público. Entonces la privatización del espacio, en función del acceso al uso del suelo de manera netamente mercantilista y especulativa, deviene en la segregación, la marginalidad e inaccesibilidad para algunos sectores de la comunidad. En consecuencia, ha contribuido a la disminución del espacio público en la conformación de una identidad colectiva; a tiempo de procurar su vaciamiento y el aumento en la inseguridad; en detrimento de la utilización activa y la significación social (Portiansky, 2000).


En este contexto, para Sandoval y Sostres (1980), El Alto devela un centro urbano compuesto por tres áreas distintas y particulares repartidas en su agreste geografía (norte, centro y sur); que en su proceso de expansión y crecimiento llegan a exponer la conformación de un centro urbano escindido físicamente (por la ubicación del aeropuerto), a su vez expone una composición de fragmentos a manera de “nuevos nodos emergentes” reunidos de manera circunstancial y caótica; y carentes de un genius loci8 que los aglutine y sea capaz de constituirse en el referente de la construcción de una identidad urbana aglutinante; es justamente este cúmulo de No-lugares9, resultantes de la presión demográfica expresada en una mancha urbana de crecimiento extensivo y a baja densidad, que se constituirá en motivo de la presente investigación. Espacios que se aglutinan respecto a múltiples actividades de comercio y servicios que se van constituyendo en nuevas centralidades, emulando a “La Ceja”, tanto en complejidad como en indefinición, configurando espacios ¿acaso públicos?,

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En la mitología romana un genius loci es el espíritu protector de un lugar, frecuentemente representado como una serpiente. Entre los pueblos de Europa del Este existe el Domovol o Domovik ucraniano: Домовик, Domovík), (ruso: домовoй, Domovoy) es la deidad del hogar, que cuida de la vida de toda la familia que vive en la casa. Literalmente significa el espíritu de la casa en el folclore eslavo. En la actualidad, este término se refiere generalmente a los aspectos característicos o distintivos de un lugar y no necesariamente a un espíritu guardián. En la teoría de la arquitectura moderna, el genius loci tiene profundas implicaciones en la proyectación de espacios públicos y está vinculada a la rama filosófica de la fenomenología. Este ámbito del discurso arquitectónico es desarrollado principalmente por el teórico Cristian Norberg-Schulz en su libro, Genius Loci: Towards a Phenomenology of Architecture. https://es.wikipedia.org/wiki/Genius_loci

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Un No-lugar para Augé (2001) es: un mundo donde…se multiplican…los puntos de tránsito y las ocupaciones provisionales, donde se desarrolla una apretada red de medios de transporte que son también espacios habitados… y que en conjunto van revelando una ciudad ausente de identidad.

En tanto que un No-Lugar desde la mirada de Gallardo (2011), es “… un sitio vacío de lugar. Lo define la ausencia, sitios caracterizados por la nada, cáscaras de no-tiempo, pues no hacen referencia ni al presente ni al pasado, dirigiéndose sólo hacia un futuro incierto; con lo que producen un quiebre tanto temporal como espacial pues no tienen relación ni con el tiempo, ni con el contexto físico, histórico, social. No-lugares que se distinguen de los lugares, porque el ser humano no se siente parte de, ya sea por estar pensado para las comunicaciones, los flujos o todo lo relacionado con la economía, o por ser sitios irresolutos, sin haber sido pensados, como son las zonas periféricas o intersticios...” “…Así, los no-lugares se convierten en envolvencias donde todo cabe, ofreciendo un sitio a la diversidad. No-lugares como espacios de tránsito para acceder al lugar. No-lugares que por su no-identidad implican que se puedan evocar otros lugares dándole cabida a la imaginación y ofreciendo por tanto una posibilidad de estar fuera de dónde se está; vinculado con el movimiento de mirar hacia atrás en busca del anhelo de lo prohibido, de lo que ya no puede ser ni será porque al contemplarlo se transforma en nada; llevando asociados por tanto, la búsqueda de aspiración-a, de llegar-a…del deseo de desear…”


porque no lo son, y conformando una urbe ausente de identidad…para el “ser alteño”. Por tanto, reflexionar sobre el espacio público implica concebirlo no sólo como un espacio físico, sino también simbólico. Se constituye en el producto de un contexto cultural,

socioeconómico,

político

e

histórico

particular;

presentando

en

consecuencia rasgos propios del contexto en el cual se inscribe. II.

EL ALTO II.1.

La construcción de una urbe desde la marginalidad

Para una ciudad como La Paz, ubicada en una topografía accidentada y con muy pocas áreas de crecimiento por la saturación del valle, el espacio de expansión por naturaleza se constituyó en la planicie de El Alto, llegando a albergar los espacios periurbanos de la creciente urbe paceña. En este escenario surge El Alto, como una ciudad emergente que va adquiriendo su propia dinámica en un complejo proceso de expansión de la urbe. A nivel general, la tendencia de crecimiento de las ciudades muestra dinámicas parecidas en la conformación de áreas conurbadas, que luego requieren procesos de metropolización para resolver sus problemas y demandas; sin embargo en el caso de La Paz – El Alto, el fenómeno ha sido diferente. Según Indaburu (2004) 10, la metropolización de este espacio se dio por separación, justamente por la división de una ciudad en dos unidades político-administrativas; visibilizando luego muchos problemas inherentes a las ahora dos ciudades (servicios básicos, salud, educación, tráfico, etc.). Este hecho revelo la incompatibilidad de los límites administrativos de cada ciudad y de cada municipio, visibilizando problemas que sobrepasan los límites territoriales de ambas ciudades, donde la separación y desarticulación, conflictúan más la visión integral que requiere el enfoque metropolitano para solucionar los problemas. 10 Indaburu Quintana, Rafael (2004). Evaluación de la ciudad de El Alto. USAID, La Paz.


De acuerdo al estudio realizado por Blanes (2006), el proceso de crecimiento poblacional nacional muestra que a inicios del siglo XX y en correspondencia del censo de 1900, de un registro demográfico de 1.603.417 habitantes, la población urbana apenas alcanzaba a 227.935 (14.22%). Para entonces, La Paz contaba con 54.874 habitantes. Medio siglo después, el censo de 1950 reportó un total de 3.019.031 habitantes, con una población urbana de 780.722 (25.86%), de la cual 321.073 habitantes se concentraba en La Paz. Veintiséis años después de acuerdo a cifras del censo de ese año (1976), la población total de Bolivia ascendió a 4.613.486 habitantes, de los cuales 1.921.941 se ubicaban en áreas urbanas (41,66%), revelando una concentración poblacional en La Paz de 635.283 habitantes. Entre finales del siglo XX y comienzos del XXI (CNPV 1992 y CNPV 2001), la población total pasó de 6.420.792 habitantes, con una población urbana de 3.694.846 habitantes, a 8.274.325, de la que 5.165.230 ya vivía en centros urbanos. La tasa de urbanización era de 57,55% en 1992 (alrededor de 1990, el promedio latinoamericano alcanzaba a 56,60% y a nivel

mundial del 41,00%

sube a 62,4%). En este contexto, la manifestación y posicionamiento de la urbe alteña en materia de crecimiento demográfico coadyuvo definitivamente a la expansión de la mancha urbana de La Paz – El Alto, registrando un índice de crecimiento de 5.1% INE (2005), como el más alto de Bolivia, llegando incluso a una cifra record del 9.23% anual entre 1976 y 1992; convirtiéndose en una ciudad de evolución urbana alarmante. De acuerdo a los últimos datos del INE (2012), se registra un índice de 2.8%, para una población actual de 843.934 habitantes. Esta explosión demográfica producida en la urbe alteña, no ha permitido formular procesos de planificación urbana, unido a la ineficiencia de los gobiernos municipales de turno y a la presión vecinal, en busca de satisfacer sus demandas; es que la urbe se fue desarrollando arbitrariamente, llegando a constituir espacios sumamente complejos en su dinámica espacial.


II.2.

El “lugar alteño”

Tratar de comprender o situarse en el contexto de la ciudad de El Alto, implica aproximarse al concepto de lugar “alteño”, aquel espacio que sobrepasa cualquier concepto acuñado de espacio y que supone ahondar la mirada en una dimensión de la apropiación del mismo desde una postura idiosincrática muy particular y nos lleve a comprender el porqué de cierta forma de vivir. Las relaciones que el ser humano entabla con el espacio en la postura de indagar el apego por “su” sitio tan particular, tiene que ver con la imaginación en este proceso de relacionamiento y probablemente más en el caso del habitante del ande, donde la madre tierra (Pachamama), parece ser parte de la vida misma del aymara, considerando que de una población total de 848.452 hab., (100%), 846.880 hab. (99.8%) residen en la urbe; el 19,55% (158.948 hab.) 11 hablan aymara según el Censo (INE, 2012). Entonces, el aproximarse a conceptos como la Topofilia, para comprender ese relacionamiento para ser la condición previa en el proceso de tratar de entender ese particular apego del uso y abuso del espacio alteño. La propuesta conceptual conocida como Topofilia, acuñada por Bachelard (2011) 12, que remite a la percepción sensorial en los espacios, desde el hogar y la memoria de la infancia que va atesorando recuerdos y construyendo lazos de identidad, pertenencia y afectividad del ser humano con su entorno familiar inmediato materializado en su morada; va mas allá con el aporte del geófrafo chino Yi-Fu Tuan, quién amplía el concepto en la escala de relacionamiento, pasando del hogar al lugar. 11 Cabe destacar en esta cifra, que si bien este porcentaje del 19.55% (prácticamente un 20%), manifiesta a los hablantes aymaras en 2012; la mayor parte de los habitantes de dicha urbe son descendientes de migrantes aymaras, aunque las nuevas generaciones ya no hablen el idioma como en el caso de sus progenitores. Considerando, los mismos datos del Censo 2012, un 78,12%, de la población de la ciudad de El Alto, comprendida entre 0 a 39 años, se podría considerar como hijos de migrantes aymaras en segunda y tercera generación que ya no hablan completamente el idioma, nada más que comprenden algunas palabras.

12

Bachelard, en su libro La Poética del Espacio, aborda tópicos principales en relación a la poética, al espacio y a la imaginación; que indaga por la significación de los espacios; donde se propone comprender las relaciones con el entorno desde el estudio de imágenes simples, que son adjetivadas como “imágenes del espacio feliz” y remiten a los espacios apropiados, protegidos, amados, ensalzados. El concepto sugiere revisar el valor humano de los espacios respecto a la fría planeación geométrica, remontándose a los orígenes en la infancia, donde se acuña el recuerdo y la adscripción identitaria en función a ambientes, olores, luces y rincones de añoranza.


Entendiendose que Topofilia, hace referencia al lazo afectivo que se establece entre las personas y el lugar o ambiente circundante. Para Tuan, los afectos y emociones que se establecen en la cotidianidad, manifiestan otros tipos de relaciones con el lugar, como la Topolatría, la Topofobia o la Toponegligencia. Por su parte Carlos Mario Yory (2001), enriquece el concepto de la Topofilia, como el espacio sobre el cual se realiza una acción inherente al ser humano, contraponiéndose a la idea del espacio preexistente, que es ocupado a través de la emoción. Esta definición implica proactividad, ya el hecho de habitar en sí mismo supone una construcción del espacio; un acto de co-apropiación entre el hombre y el mundo, y el mundo existe en la medida que de él hace el ser humano un lugar de acción, de transformación y de realización. En síntesis, algo que se construye a través de la relación del sujeto con su entorno. Concomitantemente, la percepción y construcción del espacio aymara (en proyección amerindia), nos remite a una cosmovisión particular, misma que puede aproximarse previa comprensión conceptual, al lugar “alteño”, caracterizándose probablemente como la urbe más aymara de Los Andes. Fundada en una cosmovisión espacio-céntrica, remite, a decir de Medina (1997); a un espacio entendido como pacha, o sea, spime, en concordancia al neologismo einsteiniano que implica, space y time, en una unidad indisoluble. Entonces, siguiendo a Medina, la pacha aymara, se constituye en un organismo viviente, inteligente, autoorganizador y dinámico; lo cual nos remite a un espacio


holonómico13, cuatridimensional y complejo; que nada tiene que ver con una red extensa cartesiana. Para Medina, la metáfora que representa este tipo de apropiación espacial, queda expuesta en una propuesta de esencia hidráulica que exponen Earls y Silverblatt (1985), donde se muestra el esquema de origen y la circulación de las aguas en el cosmos andino, y que topológicamente enseñan a su vez la definición del espacio local en relación al Kaypi14, simbólicamente sacralizado en el lago Titicaca. En este sentido, para las culturas amerindias de los Andes tropicales, esta cosmovisión se tradujo en la planificación de este espacio concebido como “vivo”, en un manejo administrativo de este espacio-tiempo en lo que Condarco (1970) denominó “Simbiosis Interzonal” en la economía andina y que por su parte Murra (1972a) planteó como “El control vertical de un máximo de pisos ecológicos”. En ambos casos las tesis formuladas tanto por Condarco, como por Murra, remiten a una forma particular de ocupación del espacio, cuyo objetivo era la autosuficiencia comunal como forma de organización social en los Andes, misma que consistía en que los miembros de una comunidad se distribuían eficientemente en el espacio, a través de todo su territorio; buscando tener acceso a los diferentes productos de diversos pisos ecológicos ubicados próximamente o a distancias considerables, mediante el control de islas interconectadas en red que se ampliaban o se reducían, en función a las vicisitudes que atravesaban las sociedades andinas y según patrones ecológicos que regían en su territorio y les garantizaban seguridad

13

La propuesta de María Moraes Robinson y Simon Robinson ; remite a lo que significa “pensar holonómicamente, en lugar de mecánicamente”. Estos “modos de ver” que imperan actualmente en la mayor parte de las sociedades, visualizando el mundo como un reloj, debería cambiarse con un pensamiento sistémico, que permita visibilizar las estructuras subyacentes a complejas situaciones, lo cual implica una mirada holonómica fundada en: objetos+relaciones+sentido. Es así que sistemas desorganizados o caóticos a simple vista; estudiados como un todo y en conjunto, pueden explicarse logros imperceptibles. Esta forma de pensamiento fomenta la comprensión de las relaciones en su totalidad; que permite percibir los fenómenos y principios de organización subyacentes, en lugares que se manifiestan a través de lo auténtico en función de la ‘pertenencia común’. Sin embargo, esta complejidad, también remite a tomar conciencia del medio ambiente y el cuidado que debemos tener al respecto en un proceso interactivo, en el cual la reacción impredecible de nuestras acciones y el efecto que causa en el medio puede ser desastroso. Este aporte conceptual desde sus autores, permite ayudar al lector a tener la capacidad de ver las dimensiones tanto intrínsecas, como extrínsecas de los sistemas complejos, para tener un mejor entendimiento de la realidad; donde economía y ecología van unidas y no separadas; cuya manifestación por ejemplo de los negocios, deviene de la interrelación de gente, planeta y materia. http://www.indiebound.org/book/9781782500612?aff=jenelks

14 Vocablo quechua, que significa aquí y ahora; en clara referencia al tiempo-espacio andino, concebido como Pacha.


alimentaria y autonomía y autosuficiencia posible, basada en la redistribución de la producción, fundada en la reciprocidad como principio de solidaridad. Todos estos elementos sólo exponen que desde los albores de la civilización en el Ande y a través de las distintas culturas, comenzando por Tiahuanacu, los Señoríos Aymaras y en todo el desarrollo civilizatorio del imperio incaico, el control de pisos ecológicos por parte de poblaciones transplantadas (mitimaes) tuvo una función económica, social y militar, constituyéndose en el eje fundamental que organizo estas sociedades. Durante la colonia, este paradigma fue re-funcionalizado en favor de la Corona española, visibilizándose a través de la mita 15, cuyo objetivo estaba dirigido a la extracción de la plata del Cerro Rico de Potosí. Esta dimensión histórico-cultural de los procesos migratorios producidos en Bolivia, probablemente estén develando en el fondo una forma determinada en la que se producen los movimientos poblacionales en este Estado Plurinacional; pasando de ser una estrategia de sobrevivencia a un habitus16, de prácticas asociadas a una cosmovisión diferente, materializado en un saber ancestral que pasa de generación en generación que busca un uso sostenible de los recursos naturales, dirigidas a la reproducción de la comunidad y sociedad, en función de una “forma” de vida, que busca, cuida y asegura la perpetuación del grupo social en armonía con el medio.

15

Sistema basado en la organización forzosa y por turnos del trabajo indígena comunal en los procesos de extracción minera de Potosí.

16

Concepto formulado por Pierre Bourdieu, en referencia a que los migrantes se encuentran preconformados socioculturalmente, respecto a que portan un determinado habitus relacionados con gestos, gustos, patrones de organización, relaciones de género, entre otros; mismos que son interiorizados y reproducidos, a la vez de ser transformados y tienen que producir un sentido social recreando en un nuevo escenario social las disposiciones previamente adquiridas (Wagner, 2004). Como son disposiciones adquiridas, estas poseen un sentido práctico, el cual posibilita la convivencia en los respectivos ámbitos sociales, haciéndoles aparecer como normales en la cotidianidad, basados en una lógica y una racionalidad particular que da sentido a nuestros actos. Racionalidad que permite que la identidad y la cultura se revelen en acciones, superando la mera expresión folklórica, para objetivarse en una praxis cotidiana que define la forma en que lo social es interiorizado por los individuos y la manera en que lo social es interiorizado, para luego ser reproducido y recreado.


Focalizando la mirada, se puede indicar que el habitus “como un sistema de estructuras motivantes y cognoscitivas socialmente construidas” (García Canclini, 1990:76), remite a un conjunto de disposiciones que orientan, al margen de todo cálculo consciente, las actividades y prácticas del ser humano en las diversas esferas cotidianas, otorgándole un sentido a todos nuestros actos fundados en los habitus. No obstante, el habitus y su praxis pueden ser cuestionados cuando su significatividad ya no está garantizada; es decir cuando se producen experiencias nuevas, en el caso del fenómeno migracional. Históricamente, el fenómeno migracional en Bolivia expone un movimiento que comienza a adquirir relevancia desde antes de la mitad del siglo XX, manifestando una concentración poblacional importante en el occidente del país, pues para 1950 más de uno de cada dos bolivianos fijó su residencia en esta parte de la nación. Independientemente del rumbo de las concentraciones poblacionales en esta área, y los valles y llanos que empiezan a cobrar protagonismo en la segunda mitad del siglo XX, estructurando un eje urbano oeste-este de ciudades atractoras de migrantes (La Paz, Cochabamba-Santa Cruz), el proceso de urbanización se manifiesta de manera significativa y sistemática hasta llegar a las cifras actuales que muestran que un universo urbano del 99.8% en relación a la gente que vive en el área rural, que expone un 0.2% de concentración poblacional. En todo caso, el crecimiento del espacio urbano a nivel general se dio de manera rápida, caótica y bastante conflictiva; fruto de la migración interna y no del crecimiento vegetativo de la población; un claro ejemplo se dio con el movimiento poblacional de miles de familias mineras que tuvieron que emigrar de sus lugares de origen a las distintas ciudades, gracias a la ‘relocalización’ en el año de 1985. El producto de todo esto, ha conducido a una mayor presión sobre el valor del suelo, un bien que se constituye por sí mismo en un factor de gran valoración. Un fenómeno que expone una incapacidad productiva de las ciudades para absolver las masas de migrantes, las cuales tienen que insertarse al medio urbano


a través de la economía informal, en una compleja red de relacionamiento basado en entidades de solidaridad y reciprocidad comunal, refuncionalizadas en ámbitos urbanos. Es en estas esferas que ese habitus comunal, respecto a la ocupación de un máximo de pisos ecológicos o simbiosis interzonal, pareciera reproducirse al interior de los ámbitos urbanos, como en el caso de El Alto, donde la mayor cantidad de la población se desenvuelve en espacios informales y/o unidades productivas pequeñas adaptadas en las mismas viviendas de los propietarios, en procura de insertarse laboralmente en la ciudad, buscando asegurar su supervivencia o la de su grupo familiar, mediante la ocupación del mayor número de espacios ‘estratégicos’ de expendio de sus productos.

Establecimientos económicos de la industria manufacturera


Fuent e: PDTAM 2014-DOTPE-GAMEA

II.3.

Nuevos nodos urbanos


El uso del suelo urbano en la ciudad de El Alto, expone un crecimiento extensivo y en la generalidad de baja densidad en función al alejamiento centrífugo de la misma; excepto en áreas destinadas al comercio, a la industria, o sobre algunas vías principales de mayor densificación. Uso del suelo

Fuente: PDTAM 2014-DOTPE-GAMEA


El gráfico anterior, expone con claridad a un centro urbano escindido y carente de un centro articulador de la vida ciudadana. Conformación de nuevos nodos de concentración urbana

Fuente: DOTPE – GAMEA – 2014

En la ciudad de El Alto, el nodo principal y punto de referencia de ubicación es “La Ceja”, mismo que se ha constituido en un nodo urbano central, de alta movilidad e importancia, punto neurálgico de conectividad a nivel interciudades con La Paz, punto de confluencia de múltiples actividades de servicio e intercambio comercial y también de inseguridad ciudadana.


“La Ceja”

Fuente: www.eldiario.net

Por su parte, la generación espontánea de una variedad de nodos urbanos en la ciudad de El Alto, a similitud de “La Ceja”, se ha ido manifestando de una manera peculiar, conflictiva y caótica, donde los fenómenos urbanos que se empezaron a generar en estos espacios que albergan actividades múltiples a tiempo de constituirse en puntos estratégicos de conectividad y prestación de servicios; dan por resultado la constitución de una serie de “artefactos urbanos”17. Históricamente, la ausencia de políticas urbanas desde el Gobierno Municipal, ha derivado en la conformación de estos espacios no planificados y conformados en función de la situación. Al no obedecer entonces a procesos de planificación el impacto en el contexto inmediato ha sido severo, no

sólo

en

términos

físico-espaciales,

sino

también

en

términos

socioeconómicos y medioambientales.

17

Metafóricamente esta intrincada y compleja espacialidad urbana, deja entrever un sistema cuasi mecánico constituido por varios elementos, que configuran un tejido social y urbano muy complejo.


Estos nodos emergentes, se han convertido en lugares muy transitados y de concentración de servicios y una serie de actividades de intercambio comercial, como también de inseguridad ciudadana, donde la poca calidad espacial es la constante; constituyéndose en la antítesis de los espacios públicos por excelencia, en un entorno deteriorado, donde la pérdida de condiciones de habitabilidad y la subutilización de su ubicación estratégica se constituye en la constante. “Senkata”

Fotografía: Juan Angel Tambo

Paradójicamente estos espacios, exponen la “organización” de un tejido social en torno a ellos, en función a una compensación de las carencias de las características con las que deben contar los espacios públicos, como parte primordial de la vida urbana. Para el urbanista norteamericano Kevin Lynch 18, los nodos son puntos focales del espacio, tales como los cruces de recorridos. En este sentido todos los cruces son potenciales de constituirse en nodos urbanos, pero no

18 Lynch, Kevin. La imagen de la ciudad. Ed. Gustavo Gili, Barcelona, España. 1998


todos tienen la misma importancia. El grado de énfasis dependerá básicamente de tres factores: -

El papel funcional de las calles que conforman los cruces; cuanto más importante sea éste, mayor énfasis espacial será necesario para

-

mantener la coherencia entre la legibilidad de uso y la de forma. Las actividades adyacentes: por la misma razón, cuanto más importante

-

sean para el público, mayor será el énfasis espacial requerido. Las expectativas creadas a partir de otros nodos del mismo barrio. “Ballivian”

Fotografía: Juan Angel Tambo

En el caso de la ciudad de El Alto destacan en estos nuevos nodos emergentes; la 16 de Julio, Ballivian, Ciudad Satélite, ex tranca de Rio Seco, ex tranca Senkata y ex tranca Viacha (Cruce Villa Adela), como los espacios más relevantes.


“Plaza Libertad”

Fotografía: Juan Angel Tambo

Morfológicamente, en la generalidad de los casos la traza urbana donde emergen estos nodos se ha originado de un cruce de vías o de la confluencia de varias en un punto estratégico, además de la característica de contar con bastante afluencia de vehículos, derivando en una configuración de tipo radial. Con el devenir del tiempo, adquiere mayor importancia la envolvente construida que el área destinada al espacio público central. Por lo general estos espacios, se caracterizan por la alta densidad en la ocupación del suelo. Funcionalmente, la característica de estos espacios, es la conflictividad, el congestionamiento

vehicular

y

confluencia

de

múltiples

actividades

relacionadas con la prestación de servicios e intercambio comercial. Inicialmente se manifiestan como puntos de origen y llegada; o de trasbordo del tránsito vehicular, presentando vialidades saturadas no sólo en horas pico donde el problema es crónico, sino también con menor conflictividad, pero igualmente preocupante a lo largo del día. Originalmente, las edificaciones colindantes presentaban un uso mayoritariamente habitacional lo que propiciaba cierto equilibrio en la ocupación de carácter mixto en el espacio,


sin embargo, actualmente muestran la pérdida de población residente, dando paso a un uso predominantemente comercial, oficinas y servicios, con el consecuente aumento de población flotante. Las actividades que se desarrollan en estos espacios, manifiestan ciertas funciones propias de las centralidades,

caracterizadas

por

la

saturación,

conflictividad,

congestionamiento, invasión informal de cuanto espacio libre se presente en vías, como en espacios destinados a áreas verdes e invadidos por la inseguridad ciudadana. La capacidad de carga de estos sitios en referencia a la disponibilidad y consumo de recursos de un sitio en particular; expone una capacidad de carga prácticamente saturada y rebasada en su aforo para abastecer de agua y energía en general a una población cada vez más concentrada y para procesar los residuos tanto líquidos como sólidos que ésta genera 19. Por sí mismos representan lugares de gran potencialidad, sin embargo, en la actualidad la sobresaturación, congestionamiento y conflictividad de los espacios, devalúa y deteriora el conjunto espacial. En relación a la imagen urbana, si bien inicialmente estos espacios se fueron constituyendo en cruces importantes de vías y puntos estratégicos atrayentes para la implementación de establecimientos comerciales de todo tipo, por la afluencia de gente en virtud de la conectividad desde y hacia puntos de destinos a otras zonas periurbanas, por lo cual fueron adquiriendo paulatinamente relevancia e importancia; en la actualidad, la saturación y deterioro progresivo de estos espacios, ha ido provocando en la comunidades que desarrollan sus actividades próximas a estos sitios, pierdan el sentido del valor identitario y simbólico de los mismos, al constituirse únicamente en puntos de paso y referencia de ubicación. 19

Bunge, V. (2010). “La capacidad de carga en la planeación territorial: una propuesta para su análisis”. Documento de trabajo de la Dirección General de Ordenamiento Ecológico y Conservación de Ecosistemas, Instituto Nacional de Ecología, México. Disponible en: http:/www.ine.gob.mx/descargas/ord_ecol/2010_doc_trabajo_capacidad_carga.pdf


II.4.

Problemáticas comunes a estos espacios

La situación actual de estos espacios urbanos, está relacionada con la carencia de ciertos factores de habitabilidad 20 desde la mirada de Saldarriaga (2004), aunados a un sinfín de problemas relacionados con la subutilización de su potencial y en función a cinco aspectos generales: el ámbito del diseño urbano, lo social, lo económico, lo ambiental y lo jurídico. En el primer caso, supone abordar la problemática del diseño urbano, considerando; el deterioro de inmuebles, los criterios de conservación y construcción puntuales no urbanos, la percepción de un no lugar, la desarticulación del contexto, la inhabitabilidad, la impermeabilidad peatonal visual y física, la pérdida de cuencas visuales y la subutilización de centralidad geométrica. En referencia a lo social, debe considerarse el espacio social degradado, el despoblamiento, la pérdida de la memoria histórica, la indigencia, la carencia de actividades y usos ancla, la carencia de políticas de vivienda, la inseguridad. En lo económico, se toma en cuenta la tendencia a servicios especializados, el desequilibrio en la relación vivienda-trabajo, la pérdida de la actividad residencial, la incongruencia entre la centralidad geométrica y las actividades económicas realizadas, la concentración de informalidad comercial y la subutilización y pérdida de recursos.

20 Alberto Saldarriaga, conceptualiza la habitabilidad como: “…el conjunto de condiciones físicas y no físicas que permiten la permanencia en un lugar, su supervivencia y en un grado u otro la gratificación de la existencia”. En consecuencia, el hábitat debería comprenderse en función de suelo, vialidad, infraestructura, entre otros; asociados a las dimensiones: económica, cultural, ambiental; que de manera temporal y espacialmente satisfacen sus necesidades en un contexto dado. Peláez Bedoya Pedro Pablo. La calidad físico espacial del sistema de espacios públicos y su incidencia en el hábitat. Universidad Nacional de Colombia. 2004. Pp. 33. http:/www.saldarriagaroa.com


En referencia a lo ambiental, se debe considerar el tránsito privado y su prioridad; la contaminación visual, la contaminación auditiva, la carencia de áreas verdes y la carencia de captación y autogeneración de energía. Y en lo jurídico, se debe tomar en cuenta: los nodos insertos en más de una entidad (distrito o barrio), los criterios de intervención en inmuebles catalogados, que ignoran el estado y uso social de los mismos, los nodos urbanos como objeto de contemplación y la carencia de políticas de vivienda. II.5.

Respecto a su relación con el diseño urbano

La identificación de estos espacios como nodos emergentes, aunque en el imaginario colectivo sólo representan escenas aisladas en la memoria, estos espacios pueden traducirse como fragmentos de no lugares 21 en un contexto urbano complejo, el resultado son nodos desarticulados dentro del contexto, es decir, que no existe una conexión clara entre estos sitios y otros lugares aledaños. Si bien en las ciudades se presentan múltiples transformaciones, rescatar esos vestigios es importante para conservar la identidad, siempre y cuando existan criterios equilibrados entre la preservación de los inmuebles con cierto valor arquitectónico demostrable sobre las necesidades y sinergias citadinas actuales. Por lo general en estos ámbitos podemos identificar un problema de inhabitabilidad como consecuencia del deterioro de la imagen urbana y del espacio público, ya que es hostil y transmite una idea de decadencia, lo cual, aunado a la prevalencia del automóvil, se traduce en una permeabilidad

21

Marc Augé. Los No Lugares. Espacios del anonimato. Una antología de la Sobremodernidad. Editorial Gedisa. Barcelona. 1992.


peatonal y visual, la mayoría de las veces la centralidad geométrica que presentan estos nodos se encuentra subutilizada. Por no estar constituidos y concebidos como espacios o plazas públicas podemos identificar las carencias que existen en cuanto al mobiliario urbano, ya que éste es muy escaso y de baja calidad. En términos físico espaciales no se tomó en cuenta al peatón, ya que la falta de permeabilidad es un aspecto característico de este tipo de lugares. La primacía la tiene el espacio destinado al libre tránsito vehicular, tanto privado como público, sin embargo, no existen espacios de transición entre estos modos de transporte, a pesar de que irónicamente esa sea la esencia de este tipo de lugares: conexión y transbordo intermodal. II.6.

Respecto a su impacto en el ámbito social

En cuanto al ámbito social se identifican ciertas características comunes, por tratarse de espacios transitorios se observa que el espacio social es heterogéneo. Existen varias “tribus urbanas”, que se apropian del espacio y paradójicamente excluyen a otros sectores de la población. Lo cual posiblemente responde a que tradicionalmente en estos espacios, donde se llevan a cabo mítines o reuniones de protesta, normalmente de grupos de sindicatos que reclaman algunos beneficios. Resulta evidente la carencia de espacios de recreación, en donde se permita la convivencia democrática. Existe una sinergia en términos sociales y físico espaciales. El comportamiento social en estos sitios es un reflejo del sistema, pero también son un reflejo de la cultura, son expresiones sociales, que como parte importante dentro del sistema urbano es importante atender y tomar en cuenta, ya que para ellos este tipo de “artefactos urbanos” si son referente de espacio público de la ciudad. Este tipo de sitios presentan carencia de servicios, oferta de actividades culturales y recreativas, así como


espacios para la convivencia, suficientes para los usuarios, que refuercen su sentido de identidad y pertenencia. La percepción generalizada es de dejadez y pudiéndose observar que los valores histórico-patrimoniales han sido olvidados, lo cual significa una pérdida de la memoria histórica e incluso rechazo de un gran número de personas hacia estos sitios. Tales “espacios remanentes” se convierten en blanco fácil para la indigencia y el desuso; pues no existe un ancla que identifique las actividades y usos, y que permita que el lugar se vuelva reconocible e identificable. La lucha constante por el uso de del suelo, primordialmente comercial, orientado al esparcimiento de gente joven, ha desplazado fuertemente al uso habitacional, aunado a la falta de incentivos para reactivar este uso, ya sea a escala de casa habitación o de grandes conjuntos de vivienda, convierten a estos sitios en lo opuesto a una ciudad de 24 horas, con oferta de usos y actividades para todo tipo de usuarios, sino por el contrario, el gran actor presente en este tipo de zonas es la inseguridad, pues al terminar la actividad de los locales comerciales y no haber vivienda, este tipo de lugares se convierten en sitios desolados y peligrosos, a pesar de que el horario de servicio del transporte público, la actividad peatonal baja considerablemente al cerrar los comercios. Existe pues una crisis urbana, en la cual las autoridades no han actuado de manera eficiente para resolver los problemas reales de la población, ya sea por incapacidad o por haber sido corrompidos por otro tipo de intereses. A nivel

social,

estos

espacios

inciden

de

manera

directa

en

el

comportamiento y conducta colectiva de los ciudadanos, además de marcar de manera trascendente el imaginario colectivo. Y aquí salta a la vista la necesidad que la gente tiene de espacios públicos, pues a pesar de no ser considerados como tal y ofrecer condiciones incluso de inseguridad e


indigencia, existe el uso cotidiano del espacio (permanente, temporal o sólo de tránsito, entre otras formas) que genera y condiciona la apropiación de facto de este espacio público.

II.7.

Respecto a las características económicas

La informalidad y el comercio ambulante, se constituyen en características fundamentales de la economía de este tipo de lugares, está el comercio establecido aunque existente y constante, no se encuentra propiamente regulado y lo que se observa es una tendencia a los servicios especializados, es decir, que estas actividades se encuentran concentradas y no diversificadas, no existe un equilibrio lógico entre el espacio de vivienda y el espacio de trabajo, pues el alto costo del suelo, no hace accesible para el gran número de la población que trabaja en los alrededores, poder acceder a una vivienda en la zona. La mencionada perdida de la actividad residencial se manifiesta como consecuencia de la incongruencia entre la centralidad geométrica y las actividades económicas ahí realizadas. La informalidad de las actividades comerciales conlleva un problema grave de subutilización y pérdida de recursos. No existe en estos espacios regularidad, ni certidumbre jurídica ni económica acerca de los usos de suelo, como resultado, no se invierte y por lo tanto es más redituable cambiar el uso de suelo, generalmente a comercio, por rentas elevadas, que invertir en vivienda. II.8.

Respecto al impacto ambiental

Los problemas y consecuencias ambientales resultan ser, desgraciadamente, los más evidentes e incluso mensurables. En el contexto urbano, estos “artefactos urbanos” son zonas “privilegiadas” de la ciudad, pues se ha priorizado el transporte público sobre el privado, sin embargo, el aspecto


peatonal no ha tenido la relevancia que requieren estos espacios de movilidad. La contaminación no solo atmosférica, sino visual y auditiva constituye un problema que se incrementa cada día y en estos lugares la encontramos de manera superlativa y esto sucede gracias a la carencia de áreas verdes que limpien el ambiente en el sentido amplio de la palabra y otro problema grave que encontramos, en términos generales, considerando que este tipo de lugares se caracterizan por la energía y dinamismo que irradian, es la carencia de políticas y acciones que motiven la captación y autogeneración de energía. Existe una nula relación entre las ciclopistas existentes en la ciudad y estos nodos de alta movilidad. Se observa el predominio de vialidades grises sobre las verdes y carencia de medidas de mitigación del impacto de las estaciones de metro ante el detrimento del entorno edificado. En términos ambientales, no se tenía idea clara de los beneficios que años más tarde representaría por la disminución de emisión de partículas contaminantes, sino que es hasta ahora que vemos los beneficios del uso del sistema de transporte público, favoreciendo la movilidad de la población frente al transporte privado, y generando nuevas situaciones relativas a la propia dinámica de los desplazamientos cotidianos en la ciudad y en la metrópoli (comprensión de las distancias, aceleración del tiempo de traslado), así como a problemas relativamente nuevos vinculados a la movilidad. La contaminación no solo atmosférica, sino visual y auditiva constituye un problema que se incrementa cada día y en estos lugares la encontramos de manera superlativa y esto sucede gracias a la carencia de áreas verdes que “limpien” el ambiente en el sentido amplio de la palabra y otro problema grave que encontramos es la carencia de políticas y acciones que motiven la captación y autogeneración de energía.


II.9.

Respecto a la regulación jurídica

Aunado a la falta de aplicación de los planes y programas urbanos, se puede encontrar inmuebles o equipamiento susceptible a ser re-funcionalizado y adaptado a las necesidades del lugar, que en la intervención de que son sujeto se ignoran su importancia y uso social y solamente se enfocan en su estado físico. El riesgo constante en el que se encuentran estos sitios es el de convertirse en objetos de contemplación y se encuentran estáticos y ajenos a cualquier forma de mejoramiento y progreso. Las intervenciones urbanas que se han realizado en estos nodos, generalmente han sido aisladas, sin una idea de planeación de conjunto. Falta

de

incentivos

reglamentaciones

urbanos

específicas.

que

induzcan

Discrecionalidad

la de

reglamentación en cuanto a los anuncios publicitarios.

observancia

de

características

de


III.

FORMULACIÓN

DE

LINEAMIENTOS

CONCEPTUALES

DE

REVITALIZACIÓN Las características actuales y el deterioro de la zona obligan a replantear las propuestas de revitalización, y el hecho de que puedan ser redituables, no solo en el aspecto económico sino en el aspecto urbano y social. El incremento del transporte en zonas de alta densidad, no deberían constituir un factor de deterioro y decadencia del entorno urbano inmediato, sin embargo eso es lo que ocurre en la mayor parte de los casos, por tanto, supone formular soluciones en función a la integración del sistema de transporte a los usos del suelo, considerando los nodos urbanos de carácter estratégico con infraestructura subutilizada. Los proyectos deben enmarcarse en las consideraciones establecidas por el Green Building Council en cuanto a la certificación de desarrollos urbanos “Leadership

in

Energy

and

Environmental

Design

Neighborhood

Dvelopment”, coadyuvando al planteamiento de que estos “artefactos urbanos” son altamente susceptibles de integrarse en el contexto de una manera eficiente y sustentable, siempre tomando en cuenta su esencia multimodal y sin perder de vista que la prioridad la tiene el peatón. La revitalización de los nodos centrales, cuya principal característica es la movilidad, puede tener consecuencias positivas en lo económico, social y ambiental, y para ello cuentan con un gran potencial. III.1.

Puesta en valor del suelo urbano

La re-densificación es una iniciativa de desarrollo sustentable, se tienen que recuperar y optimizar las zonas consolidadas al interior de la ciudad mediante procesos integrales de renovación y re-densificación urbana. Se debe re-


densificar la ciudad, garantizando servicios de proximidad, es decir, ofreciendo a los habitantes una opción cercana para resolver sus necesidades primordiales (compactar la ciudad). La re-densificación tiene por objetivos el detener el crecimiento expansivo de la mancha urbana y alcanzar un desarrollo intensivo en la ciudad central, devolver a la zona su capacidad habitacional, orientar el crecimiento urbano en espacios aptos y evitar asentamientos humanos en áreas vulnerables y de conservación ecológica. La re-densificación urbana contempla la repetición de un proceso en el que un barrio se abandona total o parcialmente, se vacía de gran parte de su población y pierde su papel de centralidad. Las ciudades deben crecer según las vocaciones económicas del suelo. Incidir particularmente en el menor uso del transporte público individual, la mayor utilización del transporte urbano público, los viajes a pie y la re-densificación urbana. Esto contribuiría a mitigar la dispersión urbana, que genera problemáticas como el uso masivo de autos, la confinación de corredores, la organización espacial adversa para peatones, la inversión en más distribuidores viales, el incremento del valor del uso del suelo en la ciudad central y el poco uso del transporte público. El objetivo de la propuesta es devolverle el valor del suelo a los predios ubicados en estos sitios, así como a los espacios públicos abiertos que actualmente existen pero que no son usados como tales, esto se logrará mediante la identificación y catalogación de cado uno de los predios e inmuebles ubicados dentro del área de influencia directa del polígono y con


base en dicha catalogación se estipulará una propuesta pertinente de acuerdo a sus características. Parte importante de la propuesta es aplicar el concepto de usos mixtos, mediante el diseño de edificios híbridos (comercio, vivienda y oficinas), concentrando espacialmente al comercio ambulante, el empleo y la vivienda con el fin de hacer un uso intensivo del transporte público y proporcionar un ambiente amigable para peatones. III.2.

Re-conceptualización

en

el

tratamiento

de

vialidad

y

transporte A excepción de los demás aspectos, éste es el más delicado en su tratamiento, puesto que su demanda va en aumento, y la oferta de movilidades ha saturado el servicio y por ende los espacios de conectividad. Se propone desincentivar el uso del transporte privado al pasar por esta zona, darle prioridad al peatón y al transporte público alternativo (no contaminante). Una vez identificados los predios que actualmente funcionan como estacionamiento dentro del área de influencia indirecta, usarlos como posibles paradas de este transporte, con la idea de que los empleados de la zona hagan uso de esos estacionamientos con una tarifa especial, y se transporten a sus lugares de trabajo en el transporte alternativo propuesto. Destinar parte de las manzanas aledañas al desarrollo de algún proyecto de estacionamiento, con la idea de que este centro multimodal realmente funcione como tal, con una repercusión a una mayor escala, es decir, personas de incluso otras delegaciones podrán llegar en sus autos a esta zona, estacionarse (la tarifa será parte de la estrategia económica del proyecto, para que sea conveniente tanto al usuario como para el sector público/privado), y de ahí desplazarse a su destino siguiente en otro medio de


transporte. Dicho estacionamiento también dará servicio a las viviendas, oficinas y comercio que forman parte del proyecto. III.3.

La informalidad y la invasión de los espacios públicos

En relación a uno de los mayores problemas que deben enfrentar las autoridades ediles, supone abordar la presión de este gremio con bastante cuidado y con el involucramiento del sector en su totalidad, habida cuenta que es un grupo que invade todo lo que se encuentra libre, hasta conseguir bajo presión la inamovilidad de sus puestos de venta. La reubicación de este grupo en establecimientos apropiados para el efecto, debe ser el objetivo principal para las autoridades involucradas en el tratamiento de este sector. Acompañado de una serie de estrategias relacionadas con la concesión de los módulos de venta en calidad de propiedad susceptibles a ser heredados sería un importante avance en la negociación con este grupo. El acceso con financiamiento a tasas bajas de interés en la adquisición de los puestos de venta, también debería ser otra estrategia para su reubicación. Las campañas de concientización al público en general sobre las bondades relacionadas en adquirir los diferentes productos en establecimientos construidos ex profesamente para el efecto, también debería ser una constante. Pero, sobre todo, delinear estrategias de intervención desde un planteamiento de planificación participativa en todo el proceso debería ser la constante. III.4.

El tratamiento de los servicios

La antigüedad de las instalaciones del drenaje, así como el hundimiento del suelo en estos espacios, han disminuido las pendientes de los colectores y reducido su capacidad de evacuación, lo que ocasiona encharcamientos. Así mismo en algunos barrios aledaños existen problemas de fugas y bajas de presión en el suministro de agua potable.


Existen fugas de la red que se deben a la antigüedad de la tubería y al continuo proceso de asentamientos sufridos por el terreno ya que al ser espacios totalmente urbanizados y contener en su parte central la carga de las zonas aledañas, presentan una problemática peculiar y sobresaturada. Por lo general el drenaje en estos espacios nodales, tiene un nivel de cobertura del 100%, cuenta con un sistema de colectores que presentan un sentido de escurrimiento regular y algunos de estos colectores reciben descargas de agua residual provenientes de otros barrios. La totalidad del territorio cuenta con infraestructura de energía eléctrica; y el 100% de las viviendas particulares cuentan con este servicio. El nivel de servicio de alumbrado público es satisfactorio y en general, es mejor que en el resto de la ciudad, por lo que no se detectó ningún problema al respecto, siendo regular el servicio. III.5.

La implementación de un equipamiento urbano adecuado

Por lo general existe una ausencia de equipamiento de carácter social en la mayor parte de estos nodos emergentes, a tiempo también de verificar un alto déficit en el caso de áreas verdes. La carencia de estos espacios, demanda el rescate de los pocos espacios abiertos, que hoy en día están subutilizados o son espacios remanentes. Y no sólo se debe trabajar con el rescate, sino la conexión entre ellos para generar un parque lineal verde, el cual atraviese los nodos La zonas de influencia directa de los proyectos debe ser considerada como nodo central, pues al contar con la factibilidad de servicios y equipamientos urbanos, y con la posibilidad de optimizar la utilización de la adecuada infraestructura existente (aunque requieren de mantenimiento algunas redes hidráulicas deterioradas por la antigüedad y los reacomodos del subsuelo) que


actualmente hacen posible que en esta zona se logre el reciclamiento y máximo aprovechamiento de la inversión histórica acumulada. Además de la posibilidad que ofrece en su conjunto el deterioro central de la ciudad, para el aprovechamiento de su suelo urbanizado pero subutilizado debido al fenómeno de desarraigo de la población de los últimos años. Estos espacios tienen las condiciones suficientes para recuperar su función social y habitacional a partir de considerar como factores para ejecutar la política de reciclamiento o reconversión urbana, la existencia de servicios, infraestructura y equipamientos, el estado de mantenimiento y el grado de saturación de la infraestructura; así como tener en cuenta las variables de vulnerabilidad, condiciones físicas del suelo y características del parque habitacional, con el fin de aumentar los coeficientes de ocupación y utilización del suelo. III.6.

El rescate del espacio público

La gran importancia del equipamiento urbano reside en que determina en buena medida la organización del espacio y sus corrientes de movilidad, al atender casi la totalidad de las necesidades ciudadanas extra hogareñas. Además, adecuadamente desarrollado propicia la cohesión social y la generación de comunidades sanas, favorece la economía familiar y urbana y constituye una parte muy destacada de la imagen de la ciudad. Parte importante del equipamiento son las áreas destinadas a espacio público, que presenta gran déficit en los puntos indicados. Se considera que los espacios remanentes deben ser utilizados como espacios de esparcimiento, deportivos o áreas verdes, de esa forma, se contribuye a proporcionar equilibrio en este aspecto a la zona, en cuanto a los usos de suelo.


III.7.

Mejoramiento de los espacios sociales

Tal vez no sea el mejor concepto hablar de “espacios sociales”, ya que el primero se refiere a la relación de los elementos físicos construidos y los vacíos que existen dentro de ellos, y el segundo concepto alude a las ligas intangibles, a veces visuales o verbales, que se generan entre las personas al transitar por dichos espacios. Sin embargo, es tan real que si no funciona hace que un espacio, ya sea público o privado, sea poco frecuentado o indeseado su paso por el peatón. Hoy en día los transportes públicos son el lugar por excelencia en el que la noción de espacio público conserva un sentido. Es en el interior de los medios de transporte y en los puntos de parada y destino, donde se cambia de línea o de medio de transporte donde el espacio público afirma su existencia de manera eventualmente contradictoria. El espacio público, si se entiende como el espacio concreto en el que todo el mundo se cruza con todo el mundo, pero también como el espacio abstracto en el que se forma la opinión pública, queda identificado en gran parte con el espacio de los transportes públicos. Grandes masas de gente los utilizan cada día, y en ellos se enteran de las últimas noticias, de vez en cuando echan un vistazo a los anuncios que están fijados en sus paredes, y allí es donde viven la experiencia concreta del funcionamiento de los servicios públicos – no sólo de los transportes, sino también de los agentes de seguridad, de la policía, del ejército y, de una manera más amplia, de una política global cuyo eco tiene una resonancia particular bajo los túneles del metro. El sentimiento de inseguridad está en estado latente, y las emociones populares están prontas a manifestarse en el momento de una inspección o de un retraso. En consecuencia, estos nodos emergentes, similares a La Ceja, se van constituyendo en los fragmentos atomizados y relativamente aglutinadores del crecimiento de la mancha urbana, caracterizándose por adquirir una


connotación de No-Lugares, que si bien son capaces de brindar una atención múltiple al ciudadano a través de una variedad de bienes y servicios, son incapaces de constituirse en espacios públicos de real valía o referentes urbanos de uso y disfrute, sobre los cuales pueda construirse una identidad urbana aglutinante y en interacción con una centralidad integral de la vida ciudadana alteña.

IV.

A MANERA DE CONCLUSIONES


Los múltiples obstáculos en la implementación de programas y proyectos de mejoramiento urbano y ambiental, es común como práctica municipal. De acuerdo con las modalidades de hacer políticas urbanas (Poggiesse, 2000), existen tres sectores que intervienen en dichos modelos, que son el Estado, el mercado y la sociedad. Estos sectores han variado su papel a través de los últimos años, provocando que la planeación urbana haya cambiado el planteamiento sobre las políticas urbanas que guiara las investigaciones hasta la década de 1980 en América Latina; se definieron como las diferentes formas de acción-inacción gubernamental sobre la ciudad. La política urbana sería la forma más explícita de actuación del Estado para garantizar la adecuación del espacio urbano a las condiciones generales de la producción y responder a la generación de bienes colectivos (Naranjo, 2000). Ahora, el sector mercado con las operaciones de las compañías globales y fondos de inversión ha cambiado la conformación de la estructuración de las ciudades, reflejada por los valores inmobiliarios, haciendo que las ciudades compitan unas con otras, buscando una mayor atracción de inversión a sus territorios y un mayor grado de bienestar a su población, cambiando el papel del Estado como administrador del territorio a formulador de políticas urbanas enfocadas hacia la competitividad y a su vez a la sustentabilidad de las ciudades. Esta situación provoca que los proyectos urbanos se enfoquen a dicha competitividad, tratando de dar mayor crecimiento y desarrollo a las diferentes zonas de la ciudad, que en muchas ocasiones entran en conflicto con el sector de la sociedad, ya que cada proyecto beneficia a algunos pobladores de las zonas y puede afectar a otros. En este sentido las ciudades, deben enfocar sus esfuerzos tratando de mejorar su nivel de competitividad para estar presentes en el panorama internacional. Una forma de lograrlo es detectar la potencialidad de las zonas


urbanas, que pueden crecer con el apoyo de recursos transformados en proyectos urbanos de crecimiento o las zonas que están siendo desarrolladas espontáneamente y pueden ser beneficiadas con políticas directas que den margen para la inversión a los desarrolladores, que presenten proyectos con beneficio social y plusvalor a las áreas, que den un carácter competitivo y económico en las ciudades. Es necesario tratar de generar una mayor homogeneidad en los valores inmobiliarios de las ciudades, propiciando políticas urbanas enfocadas a mejorar los proyectos públicos urbanos y la participación privada condensada con la ciudadanía en cada zona de las ciudades, para lograr una mayor captura del plusvalor, permitiendo al gobierno reasignar esos recursos a nuevos proyectos y programas en las zonas que lo requieran, dando un proceso sustentable de gestión a la ciudad y una mayor competitividad a nivel país. Los proyectos urbanos bien planeados, sean para crecimiento o desarrollo, homogenizan la estructura de los valores inmuebles, dan una mejor jerarquía a la zona y un mayor plusvalor, haciendo que el área urbana entre en un proceso de sustentabilidad al permitir que el gobierno pueda tener una mayor captura de ese plusvalor creado, dando la posibilidad y el deber de transferirlo a zonas con mayor atraso, mejorando la distribución del beneficio para toda la sociedad e integrando a la ciudad a la competencia global. Por lo tanto, el estudio y diseño de políticas que integren y equilibren los intereses de los sectores lograrán que la ciudad maximice el beneficio de todos los actores que intervienen en la generación de la ciudad, permitiendo una gestión más eficiente y sustentable en la planeación de la ciudad 22.

22

Red Mexicana de Ciudades hacia la sustentabilidad. Seminario-Taller Internacional (10° 2008, Monterrey, México). Replanteando la metrópoli: soluciones institucionales al fenómeno metropolitano: Memorias del Seminario Taller Internacional de la Red Mexicana de Ciudades hacia la Sustentabilidad.


En consecuencia, una propuesta de revitalización debe considerar tres ejes de actuación: -

Movilidad. Tratando de buscar generar flujos continuos. Reconfiguración del espacio público, a tiempo de usar los conceptos de conexión y permeabilidad peatonal, para dotar, tanto a la población flotante como a la local de una mayor oferta de espacios abiertos públicos, entre ellos áreas verdes

-

y de recreación deportiva. Puesta en valor del suelo urbano. En este eje del proyecto se contempla el diseño de edificios híbridos, es decir, de usos mixtos: comercio, vivienda, oficinas. Así como de edificios de uso cultural (multimedia) y edificios de estacionamiento de uso público.


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