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Un premio que crece
Cada año, el Ayuntamiento de Badajoz convoca unos premios muy especiales, que tienen su punto álgido en el acto público en el que se presentan los fallos de los jurados, y su eco en la publicación de las obras premiadas en literatura y en la exposición que reúne a los finalistas en artes plásticas. Escribo unas líneas previas al recorrido por las obras seleccionadas en pintura, escultura y fotografía, consciente de que el momento pide un enfoque de reflexión general, incluso por encima de la valoración de las obras seleccionadas.
En el sentir de los miembros de todos los jurados latía este año un pensamiento común: todos, en nuestros lugares y medios habituales, defendemos la necesidad de la cultura, de que se considere un bien necesario y un lugar seguro. Por eso, al ser convocados pensamos que debíamos estar porque era el modo de poner en práctica la teoría, pero también porque debíamos dar las gracias a quienes asumen el riesgo de mantener la convocatoria. La primera reflexión es, por tanto, lógica: cuando en otros lugares se opta por medidas cautas y se retrasan o anulan convocatorias culturales, el Ayuntamiento de Badajoz las mantiene, y ese detalle debe ser valorado como una muestra de apoyo convencido a la cultura.
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Si repasamos la historia de los premios, vemos que son especiales. Nacen hace 39 años, con la modalidad de poesía, es de imaginar que impulsado por un excelente grupo de poetas extremeños entonces jóvenes. Se puede decir que aquello fue una semilla activa, incluso expansiva, porque en años posteriores se fueron añadiendo premios de novela (lleva 24 ediciones), periodismo (17), escultura (14), pintura (13), fotografía (7) y música (1). No existe un caso similar, en el que un proyecto crece y se diversifica de esa manera, partiendo de la iniciativa pública pero consiguiendo el apoyo privado. El orden de la secuencia parece incluso lógico y en sintonía con la actividad cultural de Extremadura. Al jurado de fotografía le sorprende, de forma positiva, comprobar cómo, además de los nombres conocidos, existe un grupo de excelentes fotógrafos, cuya obra va creciendo con los años; a muchos, la rapidez con la que fue recibida la alusión a la conveniencia de añadir un premio de música. Eso es creer en el proyecto, alimentarlo.
Dicho lo anterior, todos sabemos la importancia que tiene mantener los actos culturales y la vida habitual en estos momentos tan duros y extraños que vivimos. Como no puede ser de otro modo, en la cultura tienen reflejo la actual situación y la zozobra que genera, pero también los cambios en el modo de mirar, en valorar actos que se convierten en citas diarias, en la reflexión de qué tipo de vida queremos. Eso se transmite perfectamente en las obras presentadas en la sección de fotografía, sin duda por ser la disciplina más permeable a ser cómplice de lo cotidiano.
Empezaba diciendo que estos premios son especiales: por cómo nacen, por la forma natural de multiplicarse, por cómo se actualizan las bases, por cómo se respaldan. Por cómo se mantienen en tiempo difíciles. Afortunadamente, cada año hay obras que merecen el reconocimiento, y empiezan a establecerse complicidades entre los fondos elegidos. Lo demás es el disfrute: visual, colectivo, individual, directo. Y eso es cultura.
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