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Riesgo del inmovilismo en personas mayores
Profesionales de Savia el Puig / D. Héctor Martínez Fernández (fisioterapeuta Savia El Puig)
Llamamos Síndrome de Inmovilidad al descenso de la capacidad para desempeñar las actividades de la vida diaria por deterioro de las funciones motoras.
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En pocos días, una persona mayor que se encuentra sin actividad o encamada le puede empezar a costar moverse, enderezarse, ponerse en pie, caminar, asearse o vestirse. Por ello es importante evitar la inmovilidad en la medida de lo posible.
Entre las principales causas que provocan este síndrome podemos destacar:
• Las enfermedades del sistema músculo esquelético que cursan con dolor y rigidez articular como son: la osteoartrosis, osteoporosis, artritis, traumatismos o caídas, siendo estas las que más predisponen a la inmovilidad.
• Otras enfermedades que pueden afectar son las neurológicas: el parkinson, el ictus, las demencias; o las enfermedades cardiovasculares y respiratorias: cardiopatías, insuficiencias respiratorias o arteriopatías.
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• También influyen las afecciones cognitivas o afectivas: la depresión o la ansiedad y los factores ambientales: las barreras arquitectónicas, el aislamiento social o la falta de ayudas técnicas para la deambulación.
Cuando una persona mayor deja de moverse aparecen una serie complicaciones secundarias al Síndrome de Inmovilidad:
• Musculoesqueléticas: disminución de la fuerza y masa muscular, pérdida de densidad ósea o disminución del rango de movimiento articular.
• Cardiovasculares y respiratorias: hipotensión postural, disminución del gasto cardíaco, disminución de la capacidad ventilatoria o infecciones respiratorias.
• Gastrointestinales: anorexia o estreñimiento.
• Genitourinarias: vaciado incompleto, incontinencia, cálculos vesicales y predisposición a infecciones del tracto urinario.
• De la piel: úlceras por presión y complicaciones derivadas de las mimas.
• Psicológicas: alteraciones en la percepción, deterioro cognitivo, ansiedad y depresión.
Para prevenir y tratar este síndrome desde el servicio de fisioterapia y en colaboración con el resto de profesionales, se establecen las siguientes pautas: En personas que conservan un buen grado de autonomía es muy conveniente establecer programas preventivos trabajando la estimulación de marcha o paseos dentro de sus posibilidades (si es necesario con ayudas técnicas como andadores o bastones), programar la realización de diversas Actividades de la Vida Cotidiana y sesiones periódicas de ejercicio físico activo como la gerontogimnasia o juegos.
- Cuando exista un mayor grado de inmovilidad se debe incidir en actividades más específicas según las complicaciones que presenta. A grandes rasgos, evitaremos que la persona pase gran parte del día sentado o en la misma posición. Es conveniente realizar movilizaciones de las grandes articulaciones priorizando el trabajo activo y funcional, es decir, repetir gestos de la vida diaria. Si no es capaz de andar es importante realizar y mantener las bipedestaciones. Sin olvidar un programa de ejercicios respiratorios adaptados al paciente.
- Si la persona se ve obligada a permanecer encamada o mucho tiempo en la misma posición, se establecerán una serie de cambios posturales con el fin de evitar deformidades articulares y la aparición de úlceras por presión.
Es importante que la familia en todo momento refuerce conductas de “independencia” del paciente, es decir, que sea él quien realice las actividades dentro de sus posibilidades siempre que sea posible.