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AARTI
EL SÍNTOMA TE HABLA
C
uando se manifiesta algún síntoma, bien sea aislado o dentro de una enfermedad, desde una tos a una depresión, nos apresuramos a buscar cómo eliminarlo. Habitualmente, desde un lugar superficial como si, al no sentirlo, hubiera desaparecido su origen. Puede que este síntoma emerja en forma de manifestación física (desde un tumor o enfermedad a un herpes), de afectación psicológica (desde disfunciones de identidad a alteraciones del sueño) o de componente somático y emocional (desde estrés a tristeza). La solución sostenible y profunda nunca llegará con la mera eliminación sintomática. El síntoma es una forma de comunicación: o de un desequilibrio en el entorno, o de una conducta propia (algo que hacemos), o de algo que no hacemos. En ocasiones, las personas se identifican con sus síntomas: soy alcohólico, soy víctima del cáncer… Así se crea una dimensión neurolingüística que ya no se trata solo de comportamiento y conducta, sino de identidad. La persona se identifica con lo que le sucede. Desde mi consulta, no trato a esa manifestación sintomática desde la eliminación, sino acompañando a la persona a que trascienda sus creencias y miedos para poder emprender un viaje de inte-
rés por descubrir el sentido que tiene la alteración. Establecer una comunicación respetuosa, desde la paz y aceptación, con su propio sistema. Acoger la sombra para poder transitarla. Reconocer lo que es y generar un estado de curiosidad sobre lo que puede llegar a ser. Es ahí cuando comienza la comunicación integral y damos la bienvenida a un entorno cooperativo para algo mayor: el equilibrio y la evolución. Sabemos que nuestro sistema está en constante proceso homeostático, buscando su regulación. Hemos de tener en cuenta que, hasta que se manifiesta un síntoma visible y doloroso, nuestro sistema habrá intentado mandarnos señales más sutiles que, si no se escuchan, acaban en el grito sintomático imposible de obviar. Y, si seguimos sin escucharlo, seguirá mandando el mensaje que tiene hasta que se funda con la persona convirtiéndose en crónico. El síntoma tiene una función, por dura que parezca o agresivo que sea. Curiosamente, cuando médicamente desaparece o se atenúa, usamos el concepto “remisión”; “re-misión”. Es esta la metáfora de que ese síntoma estaba ahí para guiarnos por una misión de conciencia, cambio o comprensión que, al ser cumplida y marcharse, crea en nosotros la necesidad de definir una nueva misión. █