"Extincion" Abel G. Gagundo (Poesía)

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EXTINCIร N Abel G. Fagundo Ediciรณn Digital : Ediciones Esteban Matanzas. Cuba Agosto del 2002

Portada de la Ediciรณn Impresa -Ediciones Matanzas. Dic.2001 ISBN: 959-7021-77-3


Cada Minuto somos Otro Prólogo de la Edición Impresa Desde que leí, hace poco más de una década, el cuaderno El Sitio de las memorias (Ediciones Matanzas, 1990), de la autoría del, entonces más joven que ahora, poeta jagüeyense, quedé sorprendido ante la madurez espiritual de quien, con apenas 17 años se trazaba un derrotero poético-metafísico con un aliento confesional que - con las lógicas impurezas que solamente con el oficio desaparecen- merecía particular atención. Afortunadamente he podido conocer otros textos de Abel, los que, en especial el cuaderno Golpes de Dios (Ediciones Vigía 1999), han reafirmado mis apreciaciones iniciales en torno a su discurso poético.

Ahora, también por fortuna, pongo en manos del lector 34 poemas los cuales, bajo el título Extinción, reafirman que la existencia alimenta al lenguaje del artista.

Este cuaderno merece una lectura intensa, porque solamente así se le develará al lector ese cuestionamiento revelador de extrañeza e inconformidad, esas reflexiones existenciales alrededor de una realidad matizada de claroscuros e imperfecciones (las citas a manera de exergos ambientan al lector en esa dirección), porque Abel G. Fagundo, en su sostenido derrotero poético-metafísico, a través de imágenes múltiples (cargadas de tensión, tragicidad, de un acento mordaz y agresivo) redescubre, con una visión exenta de prejuicios, paisajes humanos macabros, en los que los sufrimientos, tribulaciones y soledades del poeta se revalidan cuando se trasforman en el discurso en diálogo plural, por lo que juntos redescubrimos nuestras soledades, tribulaciones y asfixias, en esos discernimientos psicológicos

que

desdibujan, redimensionan, decodifican, no aceptan y cuestionan cánones y valores:

Ya no vivo, me hastío. Las paredes de la casa me recorren. Extinción – Abel G. Fagundo - Poesía

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Paredes blancas, el mismo cuarto y su jardín. ¿Quién era yo ante tantos rostros? Vivo

Deja también tu risa en el altar para los santos que partieron, cansados del comején, descreídos.

Por hoy ha sido suficiente, mañana, tal vez, podemos intentar alguna muerte nueva. Cuerpos Reencarnados

Yo sólo navego lentamente en las brutales aguas, aguardo entre murmullos bajo las risas del sabio navegante el viento que destruya mi barca, la tormenta. El aprendiz en los recodos de su espera

Precisión de las imágenes, singular poder de síntesis, potencia y vigor surrealista }, son elementos signalantes de una experiencia que en nada se divorcia de la experiencia vital del hombre , sino que más bien se alimenta de ella y donde los símbolos asumen la ordenación del caos: Somos deudores del vientre, la sangre negra que retorna a los vivos, la misma sangre que extingue la locura. Extinción – Abel G. Fagundo - Poesía

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Somos deudores del dolor, más saldaremos cuentas con la muerte. Deudas

Yo sé que espera a que se pudran estas carnes y el gusano desmienta mi equilibrio para exhibir mis huesos como un centro de mesa donde los muertos echan agua a la flor ósea. La flor ósea “ Cada minuto somos otro”, afirmó cierta vez Octavio Paz en un dialogo con estudiantes universitarios de su país. Y en ese otro a cada minuto, se suceden desgarramientos del ser, extinciones, violentos choques entre lo que somos y queremos ser, que se manifiestan descarnadamente en la dualidad del hombre en tanto amante y doliente a la vez: “Escápate, niñez,/ de aquel retrato que se extingue,/ retorna...”)

Cierto es que un sentido apocalíptico late en no pocos versos, en especial con esa presencia angustiante y exasperada de la muerte; pero una lectura intenta posibilitará ´desocultar´ que ocupa y preocupa al creador lo que hoy es el desafió más agravante de la especia humana : su extinción, o mejor, su autoextinción. léase nuevamente Creencias (que se me antoja a modo de introito) y el Extinciones que cierra el cuaderno y se devalará entonces el disparate de creer en el amor aunque duela y la negación ( no aceptación) de los cuerpos a que la muerte convierte la vida en un ser destino, en un no ser, en Nada, son como una invitación a reflexionar (y a reaccionar) ante la amenaza.

Extinción – Abel G. Fagundo - Poesía

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Invitación y amenaza ( o viceversa si lo prefiere) he ahí dos palabras que me acompañan cada vez que leo los poemas de Extinción, porque Abel esta convencido de que toda la desesperanza, el miedo (los miedos todos), el dolor solitarios, toda la crueldad ( y sus adyacentes) que se respiran en sus textos son VERDADES y como cree en la revelación de la palabra poética y en la fusión entre arte y vida, desenmascara esas verdades ocultas tras lo aparencial.

Lectura intensa merece Extinción, y en ese espacio a la diversidad, puede surgir un debate polémico o no, de aceptación o rechazo; pero siempre le sugiero tener en cuenta estas palabras del Apóstol "Menos mortificante es culpar de inentendible lo que se lee que confesar nuestra incapacidad para entenderlo".

Bárbaro Velasco ( Editor de la Edición Impresa)

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A mi hija Ilén A mi Padre Esteban A mi esposa Aliuska A mi hermano Alex

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Este mundo estaba sumergido en la oscuridad, imperceptible, desprovisto de todo atributo distintivo, sin poder ser descubierto por el raciocinio, ni ser revelado, parecía entregado enteramente al sueño.

Leyes de Manú

No veo más que un astro oscurecido por brumas de crepúsculo lluvioso

Julián del Casal

Escóndase en la cama, junte su polvo y duerma en el fondo ningún hombre es real.

Adría Desiderato

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CREENCIAS

Creo en el amor, ese es mi disparate... me extingo diminuto entre sus viejas trampas, duelo.

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EXTINCIONES

Respeta la opinión universal, la sucesión de los dictados que se ramifican. Púdrete felizmente bajo la espada que te nombra caballero, el collar canino, la representación de los funerarios, sucédete, mientras el tiempo da cobija a los vagos con su acordeón y su lírica del espantamuertos. El torbellino basta para encender los ojos, mirar como se apagan bajo el agua nocturna y el humo se dispersa llevándose consigo el alma dócil de los reencarnados. Los ciclos, el poeta.

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VIVO

Ya no vivo, me hastío. Las paredes de la casa me recorren. Paredes blancas, el mismo cuarto y su jardín. ¿Quién era yo ante tantos rostros? El cobarde, la maja, el santo. En cada sitio hay un otoño que se pudre, un farsante que anuncia su sonrisa mientras juega a las cartas con mi madre. La leche entre la sabanas y aquel rebaño de criaturas que aunque pudieron ser, no fueron.

Extinción – Abel G. Fagundo - Poesía

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LA PIEDRA ESTÉRIL

Sigo estéril como un puñado de rocas que no verán el mar. Apenas descifro las líneas en mis manos. Deben decir :

Morirá como quien huye silencioso en un noche fría.

He cometido un crimen, o dos, al menos quise cometer un crimen. Tuve sangre en mis manos, un mar de sangre de los otros. Los ríos no me despeñan en ningún sitio, giro en sus aguas, mi carne es la roca hundida. Nunca aprendí a tocar la transparencia, entrar, ser música.

Suelo romperme antes que la cascada, y cubro con mis restos un pedazo de mapa.

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MODOS DE MORIR Sobre la tierra negra quedó la estela roja. José. M. Poveda

En el surco el labrador acude a su existencia, es sólo un rostro tenue una felicidad imprecisa.

Todo el destino habita en sus semillas, el reino, la armonía.

Lo enterrarán al pie de la arboleda junto a la mala hierva. No iremos a su entierro, en la ensalada de las tardes hemos comido poco a poco su cadáver.

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CAMINATA EN LOS PREDIOS ETERNOS Levántate para que oigas aullar al perro asirio. F.G. Lorca

He malgastado estos ciclos en la incontinencia, sólo unos pocos se sostienen, me alejan del dorado, enumeran con su copa los paisajes, un resumen de estar, como un diario para otros navegantes.

Las enredaderas con sus poses de Cedro, el pan, la harina, los gorgojos, ¿Quién pretende sobrevivir intacto?. Yo he dejado mis rostros en la cuneta al borde de un camino en el que nadie se detiene, caminata en los predios de una eternidad improbable.

Mirar desde la nada cómo se agota el filo de las uñas, la redondez, el párpado, los gritos. Un perro que le ladra a sus ladridos, camino sin retornos.

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PERSECUCIÓN AZUL

A lo largo de estas calles, en sus fondos, en el bache. En la oquedad del vientre paridor. En la rodilla crucificada que nos dobla. En la pupila, sobre el ojo disperso.

Los contratistas nos persiguen, la manzana envenenada por las brujas de occidente. El viejo juego de la libertad sobre las tantas libertades ya jugadas. Los snob a la moda, poetas indefensos, hijastros de una soledad inconclusa.

Una ventisca pudiera hacer añicos la subida, los verbos desfigurados por la notoriedad de los ausentes.

La extensión de la masa nos impide pernoctar en algún sitio, lejos de los disparos, los frutos que se rompen tienen sabor a plomo.

Soy el masticador extinto, mi lengua fue extirpada en la primera mutación del niño en hombre, otra partícula que viaja a la deriva. Persecución azul del polvo.

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CALLES AL SUR ¿Será posible el sur ?, si se viese al espejo, ¿ se reconocería ? Jorge Boccanera

¿Qué calles han de conducirme a la inocencia perdido en la nostalgia de sus bordes, de sus emanaciones.? En juego mi destino, piedras, polvo, segado y deambulante quedándome de un golpe tras la puerta.

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DÁNAE, EL SAN JUAN La perfección que muere de rodillas José. Lezama .

Dánae en el San Juan. Los hilos discretos aún comienzan a tejer un rostro. Nadie puede ver tu cuerpo desnudo con el ovillo atado en la cabeza, tus hombros descosidos por la furia ir y venir sobre las noches y el hueco entre los ojos del transeúnte.

Te miro cuando rompes los fantasmas, el ajetreo sobre el puente, el orine, los sudores del manisero, el peso de quien cruza sabiendo que han matado su inocencia, que se quedo sin glorias en este azar para rufianes.

Te sigo, tras el hedor del mar y los cadáveres, entre los niños que heredaron la falsedad de nuestros muros, las calles de una ciudad desmentida.

Cuando termines de coserte la mirada, y te lances, Dánae, Extinción – Abel G. Fagundo - Poesía

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sobre las tristes aguas del San Juan, quiero sentir como se ahogan tus hilos en mi cuerpo, ser carne del poeta que no querrá, salvarse de las redes.

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JARDINERA

Ella hizo su flor de papel, no malgasta las noches en dilataciones vagas o resúmenes de ausencia. No trafica promesas, no le importan. El invierno le es tan simple como una gota fría en la ventana. Nada discute del amor, lo bebe con los ojos, con su silbar de alma suicida.

Sólo le sobreviven sus flores, frágiles, como cualquier poema.

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FÁBULA DE LOS AMIGOS

Los amigos nacen de un mismo corazón. Son la estrategia, el amuleto contra la soledad, una armadura contra la lejanía de los muertos.

Algunas tardes reaparecen fingiendo ser los mismos, yo asumo que les creo y entre todos jugamos a ser invulnerables.

Un día, descubierta la excusa, cuando se agotan los presagios y la vejez acude con sus trampas sabremos que nos queda un espejismo, la nostalgia de un verano distante, que vamos por la arena, la playa matinal, con dos piernas vacías y remotas, con el abdomen hueco y la sangre estancada en la garganta.

Los amigos, al final, casi siempre desisten.

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EL PLOMO EN LA MEMORIA

Los viejos arcabuces disparan en mi vientre, la llovizna, nubes distantes, el tiempo, caen sobre la pólvora húmeda como halcones cansados. Se vuelven erráticos los tiradores, y los viejos arcabuces esconden su letargo, la bala hueca, el plomo en la memoria.

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CUERPOS REENCARNADOS

Deja los senos debajo de la cama, en los zapatos rotos que han caminado el circo. Los ojos en mi perro, la sarna, la locura del hambre lo devora. Tu sexo en el espejo, cristal tras el cristal, Ya son tantos y tantos que cortan a tu mejor poema. Deja también tu risa en el altar para los santos que partieron, cansados del comején, descreídos.

Por hoy ha sido suficiente, mañana, tal vez, podemos intentar alguna muerte nueva.

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COMERCIANTES EN LA DISCORDIA DEL MERCADO

Aquí se venden otras cosas, papel, libros, porcelana, langostas, cerdo... Pero si quieres un corazón de hombre y pagas un precio justo, vuelve mañana, ya buscaremos a quién asesinar.

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EL APRENDIZ EN LOS RECODOS DE SU ESPERA

Hay hombres que cruzan, se afanan contra el mar y sobreviven a sus mitos. Otros que desconciertan con su manera de hacer alas, su libertad, la historia prohibida de los genios.

Yo sólo navego lentamente en las brutales aguas, aguardo entre murmullos bajo las risas del sabio navegante el viento que destruya mi barca, la tormenta.

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ESTEBAN * A mi Padre Esteban González Sosa

Esteban es un nombre de paz; pero Dios no te quiso, no te dejo morir como los viejos sabios que cuidan su fruto, no te dejo el cegador de puentes morir con la justeza que tus años le dieron a su sombra.

Junto a la gota de una lágrima antigua he renovado mi corazón de Hereje, no quiero la misericordia que desde lo ambiguo con una seña salva y con la otra espanta al hombre. No eres el padre, Dios de templos y seña negativa, a mi padre le dejaste esa emboscada entre las manecillas justo cuando la vida renovaba sus poses para el.

Si hay un lugar donde la muerte unifica su todo en la memoria eterna, a golpe minúsculo y constante, con el cincel entre mis dedos diestros voy a quebrar la masa que te esconde de mi, voy a encontrar tu vida para que con tu risa entrecortada renueves en el rojo de los últimos tomates, tu cosecha de bien, ese humo que me queda silencioso en la memoria, mientras tus labios degustan la perfección de unas hojas de tabaco.

(* Nota: Este texto no esta incluido en la edición impresa por Ediciones Matanzas)

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SIRENA AL FIN DEL PUERTO

Después de la noche sabrá que se ha aburrido de los mares, que le cansó el olor a musgo, la desembocadura entre los puertos, la lluvia impertinente, los senos, la señora, la desnudez del cazador, los perros, los andamios, y aún con el cuerpo húmedo un tripulante ebrio mutilará sus piernas. El fin de los recuerdos, la ola indetenible de la sirena ahogada.

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CAMINO TRAS CAMINO, PISADA FALSO Estos caminos fueron ecos y pasos, mujeres, hombres, agonías, resurrecciones... J.L. Borges

Esta senda, trazo de piedras pulverizada por el hombre, quien se supone universal, no dejará de ser la franja , el paso, la distancia que te conduce inevitable al mismo punto, presentimiento de llegar después que todo ha terminado. Pisada en falso.

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DEUDAS La lágrima en el cáliz, Cristo mío... Emilio Ballagas

Somos deudores del vientre, la sangre negra que retorna a los vivos, la misma sangre que extingue la locura.

Deudores de las piernas por donde Dios atesta el Cáliz para que el hombre fluya en su mar de líquidos.

Somos deudores del dolor, más saldaremos cuentas con la muerte.

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LA FLOR ÓSEA

El búcaro se muestra en el sitio inviolable, nada crece en su vientre hueco, deforme, flores, yerbas espinosas, sangre, los dedos de mi pintor asesinado, aquellos que eran seis y me mostraban la serpiente.

Tierras de cada sitio cubren su vidrio estéril, cadáveres, poemas, la corrupción del mago, los restos de un suicida.

Yo sé que espera a que se pudran estas carnes y el gusano desmienta mi equilibrio para exhibir mis huesos como un centro de mesa donde los muertos echan agua a la flor ósea.

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CUERDAS

Bajo la dura cuerda, ensordecido, destruye la inusual libertad de la demencia... la soga puede iniciar el juego, salvarse a toda costa del infortunio, hermeticidad, fuga tal vez de lo implacable.

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INCENDIO

Cómo pudo ocurrírsele en este mundo oscuro que su carne incendiada daría luz a tantas calles.

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EN LA LLANURA NARANJA

El hueco naranja, cítrico feliz. Abre tus brazos, recibe la tristeza de los enmascarados, en pie frente al reloj con la añoranza de los fantasmas tristes, aquellos que desearon sepultar su destierro. Asume tu cordura ante el prójimo o manda de una vez al diablo la elegancia rural de los ineptos.

Me desprendieron entre los dos relojes, Yo era un ciego burlón, una escaramuza, el llanto, saltamontes venido de la selva que aún se sonroja con la costumbre de aplaudir la necedad.

¿ Cuándo se detuvieron estas manecillas? hora fósil, con la sonrisa rota, la cuerda corroída por el aliento y la hojarasca de los transeúntes.

¿ Alguna ves se dobló el tiempo en esta villa, pudo temblar el campanario entre sus dedos,

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atarse a la eficacia del tic tac promisorio?. Idioma de los vivos.

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EXTINCIONES (II) Sólo el día que amanece para tu muerte es un día cualquiera, una casualidad. Abilio Estévez

¿Has matado un lagarto? quemas su cola con el aguardiente de la esquina, sus sesos saben a nuestro alpiste. Eres por un instante, el Dios minúsculo, un Dios de muerte fiel a tu semejanza.

¿Has sido alguna vez el lagarto? prepárate a morir como criatura sin colas, quemado por el aguardiente, cáscaras, infinito, sesos de hombre, esencia de esta sopa divina.

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ESPANTAPAJAROS

De quien te vas a enamorar sino es del ave que has nacido para espantar. Alguna vez fui trapo, otras la pluma. Alguna vez fui el viento despreciado por ambos.

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LA PARTIDA

Las piezas se mezclan sutilmente y los peones grises terminan desbastando el juego.

Ya nadie se asusta con la depredación del prójimo.

El ganador escoge la apertura, su primer golpe.

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FOTOGRAFÍA EXTINTA

Escápate niñez, de aquel retrato que se extingue, retorna, date prisa que el fotógrafo espera.

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FUEGO ARTIFICIAL DE CARNAVALES

El anciano me observa, se le ha perdido el mundo en esos ojos, soy cómplice de sus arrugas, me extingo. Por un instante las manos se le caen a pedazos, yo me trago su estruendo, su olor, huelo a morir.

Sonríe el diablo viejo, momifica su rostro, da la espalda como si no importaran los disparos, la posibilidad de la bala partiendo en dos su tronco.

Sabe que voy a maldecirlo, que volveré a la plaza con este mundo putrefacto en las pupilas, la sombra muerta a manos del francotirador.

Yo buscaré entre todos una sonrisa cruel, un disparo a su sombra, aún no tiene la lengua corroída, la flaccidez, el herpe, los temblores, Extinción – Abel G. Fagundo - Poesía

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y en unas pocas noches será otra llama extinta, un fuego artificial de carnavales.

La plaza, el juego. Una última mirada.

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GUIONES EN LA ESCENA He reventado una máscara y tu risa ha surgido como una boca nueva. J.P. Duprey

El dramaturgo se propone un clímax denso, quiere corderos, conejillos, madres que paren bestias, hijos que se fornican entre sí. Mata al adolescente con su historieta del amor, para el anciano ciego el pie de caucho, la multitud, la noche concurrida. Para los pájaros la bala, el navegante que se hunde silencioso como un piedra ajena entre las olas. El es su bailarín en fuga.

El dramaturgo nuestro hacedor, desconoce la importancia de una lágrima leve.

Ya sé ladrar como los hombres tristes. Soñar, como los perros viejos, quita tus patas de mi rostro, cabálgame, sin que al ojo lo ciegue tu herradura.

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TEMBLORES

Pronto, sin que nos demos cuenta queda el límite frente, la sensación del infinito en estos monstruos que conviven con su soledad, destruidos en el afán de proseguir, volver al mismo punto.

Los huecos no se cierran, el parto juega a perpetuar nuestra devastación y estos cuerpos en paso tiemblan, de ningún modo harán temblar el universo.

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VOLVER

Este es el día, un día más, el verso quebrado, irrepetible, la caricatura de esta guerra en el segundo que eterniza y mata.

Mi rostro va tranquilo, sé que voy a escaparme, volver a la partícula de un sueño, volver con los labios morados a succionar el seno de la madre.

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MARIONETA FELIZ Y lo sacó Jehová del huerto del Edén para que labrase la tierra de que fue tomado. Génesis 3.23

Llevó tiempo armando los pedazos de la marioneta en busca de los colores que se mezclen con el trópico y lo agredan. Los hilos están listos, ya me agoté del títere, quiero tener pies propios.

Títere de labios negros, si eres feliz en este brazo de amo que te rige tras el destino que te imponga la diestra del dramaturgo, Si eres feliz, te pintaré una lágrima, te llevaré a los parques junto al perro, te haremos un hogar, un circo, una aventura.

Si no lo eres, poco importa, de cualquier modo olvidaré tu nombre.

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Mis brazos esperan, señor, tus movimientos, descuida, seré la marioneta, no será necesario que me cortes los hilos.

No sé qué hacer con manos propias.

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EL PARQUE, LA SOLEDAD DE LOS EXTINTOS

Cuántos borrachos han orinado en ti, a todos pertenece el mármol el temblor de las niñas, la insinuación, el primer dedo, la cama del infante que retorna desnudo sin hogar, sin huecos propios.

A cada ser le pertenece un banco; a cada banco, la soledad en mitades de los muertos.

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PROFETIZAR LA NADA

Profetas afanados en el discurso de lo eterno, díganme ahora tan cercas del gran viaje, casi podridos ¿ es esta letanía el premio, la eternidad lo mágico?

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EXTINCIONES (III)

Me derriban, pongo las manos sobre el vientre, lanza, ajetreo, metal. La mancha, voy a parir mi cadáver, me escapo. La muerte es un ombligo roto y no te lleva, entra.

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DATOS DEL AUTOR Nombre: Abel G. Fagundo (Abel González Fagundo) Cuba. Jagüey Grande. 1973

Email: jaguey@atenas.cult.cu y agfagundo@yahoo.es Ediciones Matanzas publicó en 1991 su cuaderno “El sitio de las memorias”. Ediciones Vigía publicó en 1999 el cuaderno de poemas “ Golpes de Dios” . Ediciones Matanzas Publico sus libros de poemas “Extinción” y el “Costal de los pecados” en 2002 y 2007 respectivamente. Poemas del autor aparecen en diversas revistas, antologías y publicaciones periódicas dentro y fuera de la isla de cuba.

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índice Prólogo. cada minuto somos otro Creencias Extinciones Vivo La piedra estéril Modos de morir Caminata en los predios eternos Persecución azul Calles al sur Dánae, el San Juan Jardinera Fábula de los amigos El plomo en la memoria Cuerpos reencarnados Comerciantes en la discordia del mercado El aprendiz en los recodos de su espera Esteban Sirena al fin del puerto Camino tras camino, pisada falsa Deudas La flor ósea Cuerdas Incendio En la llanura naranja Extinciones (II) Espantapájaros La partida Fotografía extinta Fuego artificial de carnavales Guiones en la escena Temblores Volver Marioneta feliz El parque, la soledad de los extintos Profetizar la nada Extinciones (III) Datos del autor

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