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Un viaje hacia el más allá Creación colectiva Texto: Abigail Imágenes: Alumnos de Cuento y microcuento 2013 - UST Ilustraciones: Enrico Cioffi. Russo Corrección, revisión y edición: Orfa Ferrada Abe
Amanecía en el campo, cuando Hernán despertó por primera vez en su nuevo hogar. Se habían mudado el día anterior a Villa-chica. Esa mañana enojado y pateando piedras partiría rumbo a su nueva escuela. No tenía ganas de conocer niños ni profesores nuevos. Constantemente estaban mudándose por el trabajo de su madre y le fastidiaba tener que adaptarse de nuevo a cada lugar que iba. Así sin mucho pensar, armándose de valor decidió no ir a clases ese día y hacer algo distinto. Subiéndose al primer bus que se detuvo, comenzó su hazaña.
Llegó a una pequeña ciudad donde había tiendas llamativas. Una en especial atrapó su atención y decidió entrar. La puerta se encontraba media abierta, a simple vista el local parecía estar vacío. Llamó en voz alta, pero no obtuvo respuesta. Aún así, movido por la curiosidad, siguió adelante. La tienda tenía muchas cosas que lo sedujeron, era muy exótica, parecía un laberinto con tantos estante. Encontró desde un libro antiguo hasta animales disecados. Había tomado un viejo libro de extrañas ilustraciones y quiso saber su precio. Así se dirigió hacia una puerta entreabierta, para preguntar su valor. Con un cierto temor decidió entrar ¿hay alguien aquí?
Sólo el sonido de una música oriental y el olor a incienso se podía sentir. Al caminar unos pasos, la puerta se cerró de un golpe. Hernán aterrorizado intentó forzarla para salir, gritó lo que más pudo, pero después de 20 minutos y con la puerta aún cerrada, no había señales de que alguien viniese a abrirle la puerta. Trató de tranquilizarse, tenía la esperanza que alguien vendría, es cosa de esperar. Mirando a su alrededor y se dio cuenta de que eran muchos los objetos raros, y casi misteriosos que lo rodeaban. Fijó su atención en una especie de máquina llena de números y botones ¿acaso, sería una máquina del tiempo? La curiosidad lo llevó a presionar todos los botones al mismo tiempo, desencadenando un gran ruido…
… seres espectrales se arremolinaron a su alrededor y lo arrastraron al interior de la máquina, perdió la noción del tiempo, entraba y salía de negros agujeros, era un viaje a toda velocidad, Hernán casi no sentía su cuerpo, y el tiempo parecía una eternidad.
De pronto vio una gran luz, como un sol gigante que no le permitĂa distinguir nada, entonces la velocidad fue disminuyendo, hasta ver claramente que habĂa llegado a un lugar desconocido, como un bosque.
Anonadado buscó ayuda por los alrededores, hasta encontrarse con una Elfa, que por naturaleza era de una belleza única. Se quedaron mirando fijamente. Hernán impresionado con lo que sus ojos veían, le preguntó ¿Quién eres? Ella tímidamente y con una voz armoniosa le respondió -Mi nombre es Eva, ¿estás perdido? Hernán la miró de pies a cabeza, percibiendo que no era una amenaza. Le contó lo que le había sucedido. Eva sonriendo, le pidió suavemente “¡Vamos! conozco a alguien que te podrá orientar.”
Llegaron a una pequeña ciudad muy hermosa y le presentó a Marohon un anciano muy sabio. El niño conversó con el anciano, “Hernán la curiosidad te puede llevar a lugares inesperados”, “Lo único que quiero es regresar con mi madre”, “¿Estás seguro? porque tus pensamientos transformaron tu realidad y ahora te encuentras en una dimensión paralela” “¿Qué puedo hacer ahora?”, Marohon le respondió finalmente, que él no tenía las respuestas, el sólo veía lo que ya estaba sucediendo, pero le entregó un hermoso cristal. Y le contó que no era el primero en llegar, eran varios los curiosos que aún estaban recorriendo los múltiples hemisferios de esa dimensión.
Es así como muchos caballeros andantes pasan su vida en un cósmico espacio sin inicio ni fin, peregrinando los inagotables lugares de una maravillosa dimensión, pero estas riquezas naturales y siderales no cumplen con las expectativas de estos hombres. Ellos no logran desprenderse del cuerpo y el alma, traen en su disco duro una estructura mental que no les permitirá ver ni sentir lo celestial y en el paraíso que se encuentran. El egoísmo los mantiene esperando algún día encontrar la salida para volver a ese mundo esclavizado por el mercantilismo.
Hernán despertó en el paradero de buses, con el ruido del vehículo escolar lleno de niños. Subió adormilado, y de pronto se dio cuenta que en su mano sujetaba un hermoso cristal.
Clase de Cuento y microcuento 2013 Taller Un Mundo de Historias UST