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DOCTRINA Y CIENCIA POLICIAL
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Presentación
En la antigua Roma consideraban que lo que escribe un ser humano es la única indicación segura de sus creencias e intenciones.
Dentro de la lógica rigurosa del Imperio Romano, los escritos eran más importantes que los actos.
No he querido dejar pasar esta oportunidad que nos brinda la cuarentena por la amenaza del COVID-19 para revisar, actualizar y reeditar el libro “La Doctrina y Ciencia Policial” que se publicó en el año 2003; libro que contiene mis reflexiones sobre este tema que lo empecé cuando estuve una temporada como Jefe de la División de Doctrina Policial de la Dirección de Instrucción y Doctrina (DINSDOCT) en el 2002; oficina que se crea con la dación de la Ley N° 27238 1 (Ley Orgánica de la Policía Nacional) en donde se mencionaba que la DINSDOCT, ente rector del Sistema de Instrucción Policial, le corresponde desarrollar la doctrina policial y otorgar títulos profesionales y grados académico relacionado a las ciencias policiales.
Con la reedición de este libro pretendo rescatar del olvido, darle vida y actualizar muchas ideas, deliberaciones, artículos que en aquel entonces se leían en las escuelas de la policía y que se conocían como “Discursos de los lunes “, evitando así que se diluyan y pierdan en el tiempo.
Durante mi gestión como jefe de la División de Doctrina Policial puede comprobar que el terreno de la doctrina policial es bastante fértil e inhóspito donde existían eternos dueños o “Guardianes del Pasado” que impedían su cambio y desarrollo.
De eso han pasado dieciocho años y me parece que esto no ha sido superado y que, actualmente, se requiere grandes dosis de astucia, audacia y valor para ingresar subrepticiamente en los dominios donde imperaban los “Guardianes del Pasado” quienes están atentos para impedir cualquier idea renovadora o reflexiva sobre este campo nuevo del conocimiento como es la doctrina y la ciencia policial. Felizmente, el contexto ha cambiado.
Hoy se manejan vocablos que antes eran prohibidos como: Orden interno democrático, policía y democracia, el voto policial 2 , etc.
Doctrina y Ciencia Policial sale a la luz con la intención de contribuir en la comprensión de este conocimiento con la secreta esperanza que la Escuela Nacional de Formación Profesional Policiales (órgano de apoyo policial de gestión educativa, responsable de organizar, impartir, evaluar y certificar la formación profesional del personal de la Policía Nacional del Perú) alcance una de sus funciones básicas que es velar por el desarrollo de la ciencia policial y la difusión y consolidación de la doctrina que la sustenta como elemento integrador para la pertenencia institucional a la Policía Nacional del Perú, en el marco de la Constitución y las leyes.
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Hago hincapié de que esta obra no tiene el carácter definitivo, estará sujeto a revisiones y actualizaciones, periódica y permanente, según los aportes que se vayan recibiendo a lo largo del desarrollo de la asignatura de doctrina y ciencia policial, tanto por parte de los catedráticos como de los participantes de los Diplomados, cursos de Magister y Doctorados a quienes dedico este libro.
Haciendo una visión retrospectiva, la doctrina y la ciencia policial adquiere mayor relevancia cuando el Congreso de la República, el 21 de diciembre de 1999, promulgó la Ley Orgánica de la Policía Nacional del Perú; ley que era esperada por todos los policías debido a las enormes posibilidades que brindaría a la institución policial en el Siglo XXI.
En dicha ley orgánica- derogada por el Decreto Legislativo N° 1148 del 10 de diciembre 2012 (Ley de la PNP), derogada por el Decreto Legislativo N° 1167 del 16 de diciembre 2016, a los que egresaban de las Escuelas Técnicas de Suboficiales se les otorgaba el título profesional de Técnico en Ciencias Administrativas y Policiales; a los alfereces, después de cinco años de escuela, el grado académico de Bachiller en Administración y Ciencias Policiales y el título de Licenciado en Administración y Ciencias Policiales en un plazo no menos de un año, previa sustentación de un trabajo de investigación que sea original, objetivo y creativo.
A los que egresaban de la Escuela Superior de Policía el grado de Magister en Administración y Ciencias Policiales, dejando la posibilidad de que los egresados del Instituto de Altos Estudios Policiales (INAEP), centro del más alto nivel de investigación humanística, científica y tecnológica, se les otorgue el grado de Doctor en Administración y Ciencias Policiales (personal de policías en armas) y el grado de Administración y Ciencias Biomédicas (al personal de sanidad policial de la jerarquía de coroneles médicos)
El Decreto Legislativo N° 1267 del 16 diciembre del 2016 (Ley de la Policía Nacional) cuando se refiere a la formación profesional policial (Artículos 32 y 33) menciona que la etapa de educación superior del sistema educativo, es el proceso que tiene como finalidad la preparación, actualización, especialización, perfeccionamiento del cuerpo policial y la a formación profesional policial se ofrece a través de las Escuelas de la Policía Nacional del Perú, especificándose mediante normatividad específica la organización y estructura de la formación profesional policial, con sujeción a la legislación vigente en la materia, en lo que le resulte aplicable.
En cuanto a la obtención y registros de grados y títulos, las Escuelas de Formación Profesional Policial están facultadas a otorgar a nombre de la Nación, los grados académicos y los títulos profesionales equivalentes a los otorgados por las universidades y las escuelas e institutos de educación superior del sistema educativo, para los oficiales y suboficiales de la Policía Nacional del Perú; según corresponda.; grados académicos y títulos correspondientes que se encuentran facultadas a otorgar las Escuelas de Formación Profesional de la Policía Nacional del Perú de acuerdo a las exigencias académicas y
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administrativas que establecen las escuelas y conforme a los créditos de estudios exigibles por la normativa vigente en el sistema educativo nacional.
Los grados y títulos profesionales obtenidos por los egresados de las Escuelas de Formación Profesional de la Policía Nacional del Perú, se inscriben en los Registros Nacionales correspondientes de acuerdo la normativa vigente del sistema educativo nacional.
A comparación de la Ley Orgánica de la PNP del 21 de diciembre de 1999, derogada por Decreto Legislativo N° 1148 del 10 de diciembre 2012 (Ley de la PNP), el Decreto Legislativo N° 1267 del 16 diciembre del 2016 (Ley de la PNP no precisa qué denominación deben tener los grados y títulos profesionales obtenidos por los egresados de las Escuelas de Formación Profesional.
Sólo se menciona que deben ser “equivalentes” a los otorgados por las universidades y las escuelas e institutos de educación superior del sistema educativo.
Está claro que la Ley de la Policía Nacional (aprobada mediante DL N° 1267 del 16/12/2016) y su Reglamento, brinda oportunidades para el posicionamiento y desarrollo de la doctrina y la ciencia policial, principalmente, la naciente ciencia policial, médula de la doctrina policial que podría generar propios recursos a la PNP en cuanto a la enseñanza y consolidar la cultura organizacional, suscribir convenios, otorgar becas con entidades de nivel superior, nacionales y extranjeras para lograr una mayor capacitación y especialización del personal policial.
Esto constituye un reto para el sistema educativo policial.
Existe muchas expectativas respecto al rol que asumirían los jefes policiales del Siglo XXI cuando tomen las riendas de la Policía Nacional, principalmente, la Escuela de Formación Profesional que constituyen la savia que nutre la institución, la médula central, donde se forma, capacita, se especializa y se perfecciona el potencial humano de la PNP.
Ante estas grandes posibilidades que se le abre al sistema, cabe la siguiente pregunta:
¿Cuál sería la visión de los centros de formación profesional?
Somos conscientes de que una visión percibida de manera clara y precisa, tiene gran poder de cambio sobre las personas y las organizaciones ya que la visión consiste en crear futuro en base a las tendencias que nos viene presentando.
Es la actividad más audaz y maravillosa del ser humano, es como diseñar un mapa de rutas posible en un territorio que nadie ha transitado ni conoce; es la búsqueda de algo que todavía no existe, ampliando horizontes mentales, desechando viejos conocimientos e incorporando nuevos conocimientos.
Para comprender la dimensión de los desafíos que se tiene adelante, una visión de las posibilidades del futuro nos permite avanzar en el tiempo y posicionarnos en donde nadie ha llegado.
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El perfil profesional no es solamente una tarea que se reduce a la enumeración de características que se consideran deseables y factibles para legitimar un título profesional o ejercer una determinada labor humana, engloba, íntegramente, las exigencias académicas, y laborales que debe expresar las características pretendidas por el usuario, en este caso, la sociedad que demanda un servicio policial de excelencia, eficaz, creativo e innovador, ante las nuevas amenazas del crimen organizado.
La carencia de formalización de la Doctrina Policial origina que los policías no tengan claramente definido el rol que deben desempeñar en la sociedad peruana y no existe coincidencia en el momento de definir la razón de su quehacer, así como una visión compartida y la ausencia de precisión en cuanto a la misión institucional.
Desarrollar la Doctrina Policial implica tomar en cuenta que la función policial es eminentemente preventiva y la investigación policial un aporte sustantivo a la prevención, que la función policial es de servicio a la sociedad, la visión de la policía debe concebirse como una institución moderna, disciplinada, eficiente, al servicio de la sociedad con prestigio nacional e internacional, una institución moderna, disciplinada, eficiente, al servicio de la sociedad y con prestigio nacional e internacional; además, la policía es una institución disciplinada, encargada de garantizar la seguridad, la tranquilidad pública y la paz social, en todo el territorio nacional.
En el libro, en su momento, se incluyó las propuestas presentadas por el autor en la Subcomisión de Doctrina e Instrucción de la Comisión de Reestructuración Policial que se dio durante la presidencia de Alejandro Toledo Manrique; informe presentado al presidente el 22 de febrero del 2002 y aprobado mediante Resolución Suprema N° 0200-IN del 22 de marzo 2002.
En la actualidad la base de estas propuestas sigue en pie, pero se han ajustado a los tiempos actuales.
Creí por conveniente en esa oportunidad dejar sentada mi posición por escrito en cuanto a las ideas que expuse ante la Comisión de Reestructuración, tomando en cuenta que no estuve presente en la redacción ni aprobación del informe final por motivo de viaje para dejar clarificado que la visión del sistema de instrucción policial debía estar centrado en desarrollar un modelo de educación policial que permita posicionar a nivel nacional e internacional, la Ciencia Policial como una nueva rama del saber humano.
Pero, si queremos alcanzar este objetivo, primero debemos dejar atrás el pensamiento tradicional y proyectarnos hacia el futuro. Dejar de lado el temor a lo desconocido, al cambio, la desesperanza, el pensamiento estrecho y explotar esa inmensa gama de posibilidades que apertura la era del Internet y la revolución del conocimiento y de la información; cambios que estamos viviendo y somos testigos en la actualidad.
Debemos felicitarnos porque nos tocó vivir en una época en donde una misma generación puede vivir dos revoluciones tecnológicas, en donde las fronteras de las relaciones humanas se amplían hacia escalas de grandeza y donde los
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conocimientos de la humanidad se duplican cada cinco años; una época donde cada vez más los espacios se hacen virtuales, reducidos y las tareas con la tecnología de la información se hacen rápidas, flexibles y participan menso personas, mientras que las organizaciones se hacen horizontales y se deja el lado el enfoque funcional por el de los procesos.
Querramos o no, estamos en un nuevo siglo en donde nos toca enfrentarnos a estos nuevos retos.
En esta era de la informática e Internet, un delincuente puede encontrarse en un país y manipular el sistema de computadoras de otro país, situado a miles de kilómetros de distancia.
Internet y otras redes que extiende sus conexiones por todo el mundo, han creado en los últimos años, debido a su fácil acceso, uno de los mayores mercados potenciales del planeta al que también han acudido, por supuesto, los delincuentes.
También somos testigos de la creciente importancia de los Derechos Humanos, la Cultura de Paz, el Derecho Internacional Humanitario y el Código de Conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, cuyos principios y valores han pasado a ser el sustento de la Doctrina Policial peruana.
El hecho de hablar de educación para la paz obliga a que las personas vinculadas directamente con la educación (padres, directivos, maestros, asesores, etc.) a ser verdaderos paradigmas de respeto al prójimo y utilicen el diálogo, la concertación y la justicia, antes que la violencia, las bombas y las balas.
Los espacios, previamente programados destinados al diálogo y la reflexión, vendrían a reforzar esa vivencia auténtica de paz que debe estar presente en todo el ambiente educativo.
Cada órgano de ejecución de las Escuelas de Formación Profesional, en su nivel y bajo los lineamientos del ente rector, deben coadyuvar para alcanzar el gran objetivo de formular, desarrollar, consolidar y difundir la Doctrina Policial y la Ciencia Policial.
Es importante remarcar hasta la saciedad que nuestra institución policial debe contar con una filosofía y Doctrina Policial, propia y bastante clara. Sería un error intentar importar doctrinas extranjeras porque nuestra realidad institucional y nacional es diferente.
Otro reto que debe asumir las Escuelas de Formación Profesional consiste en recomponer los perfiles profesionales del personal que egresará de las escuelas de formación, capacitación, especialización, perfeccionamiento e investigación humanística, científica y tecnológica. Con los títulos y grados académico que otorgará, todos los perfiles que hasta la fecha se han elaborado, caerán como un castillo de naipes.
La Doctrina Policial en este libro se desarrolla desde el enfoque de la Ciencia Policial que constituye su médula; ciencia cuyo estudio obedece a la necesidad
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de clarificar el confusionismo que caracteriza el estado actual de los conocimientos acerca de la policía como institución y estructura, principalmente en cuanto al derecho positivo que a la misma concierne.
El estudio de la Doctrina y Ciencia Policial debe acercarnos al conocimiento ontológico de lo que es policía y de qué manera responde o no su esencia cultural, histórica y dogmática, previniendo lo que se debe saber en el futuro de acuerdo a las leyes que preside la dinámica del proceso institucional.
Sobre esta base trabajarían las distintas disciplinas que forman parte de la Ciencia Policial, aportando cada una lo que le atañe.
Otro vacío que debe llenarse en cuanto a la Ciencia Policial es la falta de construcción de su propia trama de categorías, conceptos y principios policiales fundamentales, así como el uso de criterios y métodos inadecuados, insuficientes y parcializados de las distintas disciplinas que la integran.
Debemos aceptar que la Ciencia Policial no sale aún de las construcciones y síntesis filosóficas, está en la época de las brillantes generalizaciones en que se pasa revista ya todas las cuestiones y no se abarca ninguna, de manera específica.
Los progresos de la ciencia se reconocen en cuanto a las cuestiones que aborda, no permanece estacionada, avanza cuando se descubren leyes que hasta ese momento se ignoraban o cuando los nuevos hechos que no llegan a imponer una solución definitiva, modifican el modo del plantear los problemas.
No es mediante exámenes sumarios o intuiciones rápidas cómo se puede llegar a descubrir las leyes de una realidad tan completa, sobre todo, porque las generalizaciones, tan amplias y atrevidas, no son susceptibles de prueba alguna.
El estudio de las ciencias puras, sin abordar la Ciencia Policial, es de escasa utilidad para el que se haya propuesto abordar solo las cuestiones definidas.
La mayoría de ellas no se ajustan a ningún cuadro particular de investigaciones.
Los que creen en el porvenir de nuestra Ciencia Policial deben tomar muy a pecho la tarea de poner término a este estado de cosas, aspirando convertirla en algo más que una forma original de literatura filosófica.
El policiólogo, en lugar de complacerse en meditaciones metafísicas del objeto policía, debe tener por objeto de sus investigaciones, hechos circunscritos, que e cierto modo pueden ser señalados con el dedo y ceñirse obstinadamente a interrogar con cuidado las disciplinas auxiliares de la Ciencia Policial (ciencias jurídicas, penales, humanas y sociales); ciencias que sin ellas no se desarrolla la ciencia policial.
Al restringirse así la investigación se impide el enfoque de conjunto y las apreciaciones generales.
Al policiólogo le espera grandes retos en este siglo en cuanto al desarrollo de la Doctrina y la Ciencia Policial, dependiendo de nosotros diseñar los nuevos
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perfiles educativos y profesionales, tomando en cuenta la doctrina y la ciencia policial.
Finalmente, en los anexos se agrega un conjunto de lecturas seleccionadas que apoyarán la comprensión de este tema, desarrolladas bajo la óptica de las Doctrina y Ciencia Policial y las nuevas corrientes de pensamiento globalizado, así como un glosario de términos y un proyecto de Sílabo de la Asignatura de Doctrina y Ciencia Policial.
El autor