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ANDA!... POR EL MUNDO EL TETAWAKI

TERROR VIAJERO: ¡MI MALETA NO APARECE!

Una de las peores sensaciones que puede experimentar un viajero es cuando al arribar a tu destino te diriges a las bandas de reclamo de equipaje y ves como recogen una a una las maletas y la tuya no aparece… ¡tranquilo, respira, no es momento de entrar en pánico! Mejor sigue estos pasos para que puedas recuperarla lo más pronto posible.

En primera instancia lo que debes hacer (sin importar si la maleta se extravía o no), es guardar el ticket de tu maleta que te dan al momento de documentar. Ayudará a rastrear tu equipaje en caso de no aparecer.

Comunicar tu situación lo antes posible a la aerolínea con la que viajas y al aeropuerto, siempre hay una oficina encargada de equipaje extraviado; llena el documento que te proporcionen para dar constancia del incidente.

Resguarda los comprobantes que te den al levantar el reporte y al ticket de tu maleta que te entregan al documentar; con tener una fotografía será suficiente.

El seguimiento es importante, comunícate con frecuencia a las oficinas y pregunta por el estatus de tu situación. Consulta las políticas de pérdida de equipaje de la aerolínea, están preparadas para actuar ante estos casos y ofrecen a sus viajeros una compensación económica (sobre todo en viajes internacionales) para cubrir gastos básicos mientras aparece tu equipaje.

TIP VIAJERO: No olvides colocar a tu maleta una etiqueta de viaje y llenarla con los datos de contacto; haz que luzca distinta, agrégale algún detalle llamativo para que sea más fácil reconocerla; retira los identificadores de viajes pasados y procura tomarle una foto para que sepas describirla perfectamente.

LAS OLAS SE MECEN BAJO EL TETAKAWI

Dunas de arena, cactáceas que se erigen sobre montañas, atardeceres de tonos ocre y al fondo el azul profundo del Mar de Cortés… ¡no, no estamos hablando de las playas de la Península de Baja California Sur! Se trata de San Carlos, Sonora, un puerto que tiene como referencia mundial la bella silueta de su cerro Tetakawi.

Este pueblo que fue habitado por tribus Yaqui, Guaymas y Seris es un oasis de tranquilidad y belleza desértica que se funde con el mar; además de senderismo y las actividades acuáticas, el pueblo de San Carlos tiene un despertar turístico al revelar sus esteros perfectos para el avistamiento de aves, sus islas que son hogar de lobos marinos, un mirador que ofrece postales rankeadas por National Geographic y un estilo de vida sin preocupaciones, donde lo verdaderamente importante es disfrutar el momento, los sabores, colores y esa naturaleza que cobija a la costa sonorense.

¡Conozcamos más de San Carlos!

UNA VISTA DE TALLA MUNDIAL

Para llegar a San Carlos, si vas de Bajío o Guadalajara, tienes dos opciones: acortar distancia e irte en avión a Hermosillo o hacer una aventura por carretera. Si eliges la primera opción, una vez en Hermosillo sólo debes tomar la carretera 15 y recorrer los poco más de 130 kilómetros que separan. El asfalto en línea recta y el desierto abrasador son en sí una aventura; o bien, si amas esas historias de auto y paradas en el camino, son varias horas de camino, pero mientras haya tiempo y un buen playlist de seguro será un viaje de recuerdo.

¿Cómo saber si has llegado a San Carlos? El mejor indicio de que estás en tu destino, no será un letrero, sino la silueta del cerro Tetakawi frente a tus ojos, este monumento natural se planta en el destino desde antes que fuera fundado el puerto y es la perfecta bienvenida a esta bahía que compensará las altas temperaturas con esa brisa marina.

Dicen que la primera impresión es la que cuenta, por ello te invitamos a que una de tus primeras actividades sea ir al Mirador Escénico, es este lugar con sus vistas al Mar de Cortés, en medio de rocas que se vuelven color ocre al atardecer y que en el día contrastan súbitamente entre lo desértico y lo tropical, el que hizo que hace unos años National Geographic mencionara que aquí reside “la vista oceánica más espectacular en el mundo”. LOS NAVEGANTES DEL MAR

San Carlos tiene dos marinas: San Carlos y Marina Real, la primera es la predilecta de locales y turistas para ir a tomar un café por la mañana, mientras se ve la decena de botes llegar y partir, escuchar el trinar de las aves y ser parte de la vida de este Puerto, incluso puedes animarte a tomar un tour, como a la Isla San Pedro Nolasco, que es conocida por ser una formación rocosa que es hogar de amigables lobos marinos. Incluso esta isla es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

SILUETA DE PERTENENCIA

Ir a San Carlos y no subir el Tetakawi, es como no haber ido, no requieres una alta condición para subir su cima, hay incluso dos senderos (el sencillo y el más avanzado), aunque la entrada es libre lo recomendable es hacer la subida con guía… ¡son 200 metros así que mentalízate!

El nombre del Tetakawi proviene del Yaqui y hay quien dice que significa “montaña de roca” o “montaña partida”, pero a los locales les divierte la historia que dice significa “tetas de cabra”, por su peculiar forma; no importa cuál de los tres significados sea el real, una vez arriba las vistas que tendrás de las marinas, el mar y esa sensación de conexión con la naturaleza son invaluables.

A ESTE MUNDO SE VINO A COMER

¡Y a comer delicioso! Así que deja que tu paladar se envuelva de los sabores de San Carlos, claro está que los ingredientes marinos son protagonistas, y hay que destacar que sus conchas son fenomenales. No te pierdas los preparados de almeja y callo de hacha, con salsitas, frescas y directitas de su concha… ¡delicia pura! @edgasii

PARAJES DE ALGODÓN

Hay una decena de playas que son bañadas por el Mar de Cortés en San Carlos: El Choyudito, Piedras Pintas, San Francisco… pero, una de las más populares es Playa Algodones, si nombre se debe a que las duna que forma la arena desértica y el viento hacen parecer que estás entre motas de algodón, y aunque la arena no es del todo blanca, sino cobriza, un poco de imaginación ayuda,

En esta playa se puede pasear a caballo con perfectos atardeceres, sentir adrenalina en cuatrimotos o practicar el placentero deporte de acostarse en un camastro y no hacer absolutamente nada, más que admirar el paisaje y disfrutar de estar vivo.

Próximo destino: el Cañón de Nacapule, ubicado a sólo 20 minutos de San Carlos y dentro de la Reserva Especial de la Biósfera Cajón del Diablo… ¡que no te asuste el nombre! Pero si debemos prevenirte que el calor puede ser infernal, así que lo recomendable es ir muy temprano, llevar suficiente agua y bloqueador.

Sus senderos te invitan a admirar su vegetación y fauna fuera de lo común, con cactáceas y alguna que otra palmera perdida, los gorriones sonorenses revolotean y escucharas a sus ardillas chichimocos, las únicas de su especie que tienen cuerdas vocales y emiten un sonido que parece una risita humana.

En el verano, por el mes de agosto y después de las pocas lluvias de la zona, el cañón es un verdadero oasis pues el agua escurre entre sus piedras doradas y ocre y forman pequeñas presas. También hay tirolesas y más aventura extrema en el sitio.

LAS VENAS DE LA NATURALEZA

El ecosistema está más que vivo en el Estero del Soldado, esta es un Área Natural Protegida (ANP), conformada por una laguna y manglar, su extensión de poco más de 300 hectáreas permite avistar las cerca de 160 especies de aves que aquí habitan, su flora también es abundante y se le reconocen más de 250 especies.

Empaparte de este lugar es posible con los recorridos en kayak y lancha que ofrecen tour operadores, y lo mejor es que está a sólo cinco kilómetros de distancia de la bahía.

LA JOYA DE SAN CARLOS

Añade cultura a tu viaje al visitar la granja de perlas “Perlas del Mar de Cortez”, esta es la primera en su tipo de todo el continente americano, además de ser la única en el mundo que maneja la ostra perlera de la concha nácar. En su interior aprenderás más del proceso de extracción y los cientos de diseños en joyería y más.

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