Bad romeo

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Mery St. Clair

Mery St. Clair Annie D Sandry Nikky Alessandra Wilde Pachi Reed15 Laura Delilah Dannygonzal Daniela Agrafojo Val_17 Vane hearts Julieyrr

Geraluh Fany Stgo. Beatrix NnancyC MaJo Villa Beluu Mae Jeyly Carstairs *~ Vero ~* Nana Maddox Juli Mary Warner

Pachi Reed15 Melii Miry GPE Daniela Agrafojo Ana Avila Mary Warner Sandry Lyh Matos

Jadasa Miry Ivana Hansel Paola07 becky_abc2 Cate Beluu CrisCras Geraluh Pau

Mery St. Clair Fany Nikky Daliam Laurita PI Sahara SammyD

Mery St. Clair

Yessy

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Sinopsis

Capítulo 11

Capítulo 1

Capítulo 12

Capítulo 2

Capítulo 13

Capítulo 3

Capítulo 14

Capítulo 4

Capítulo 15

Capítulo 5

Capítulo 16

Capítulo 6

Capítulo 17

Capítulo 7

Capítulo 18

Capítulo 8

Capítulo 19

Capítulo 9

Capítulo 20

Capítulo 10

Capítulo 21

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Cuando Cassie Taylor conoce a Ethan Holt en la escuela de actuación, las chispas vuelan. Ella era la buena chica que quería actuar. Él era el chico malo del campus. Pero una destinada elección para ser Romeo y Julieta lo cambia todo. Como los personajes que están interpretando, el romance entre Cassie y Ethan parece destinado. Hasta que él rompe su corazón y traiciona su confianza. Ahora, el chico rompecorazones está de vuelta en su vida y sacudiendo su mundo. Un toque a la vez. Elegidos nuevamente como los enamorados protagonistas principales, son forzados a enfrentarse a los desgarradores recuerdos y grandes problemas en su secreta relación universitaria. Pero también descubren que las personas que se frotan entre sí, sin evitarlo crean las mejores chispas. Starcrossed, #1

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“¡Oh, naturaleza! ¿Para qué reservabas el infierno cuando albergaste el espíritu de un demonio en el paraíso mortal de un cuerpo tan encantador? ¿Volumen contentivo de tan vil materia fue jamás tan bellamente encuadernado?” —Julieta describiendo a Romeo Romeo y Julieta, por William Shakespeare

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Juntos de nuevo, demasiado pronto Traducido por Annie D Corregido por Pachi Reed15

7 Me apresuro por la acera llena de gente, y un sudor nervioso ha estallado en todos mis lugares pocos glamorosos. Oigo la voz de mi madre en mi cabeza: “Una dama no‖suda,‖Cassie.‖Ella‖brilla”. En ese caso, mamá, estoy brillando como un cerdo. De todos modos, nunca he dicho que fuera una dama. Me‖ digo‖ a‖ mí‖ misma‖ que‖ estoy‖ “brillando”,‖ porque‖ voy‖ retrasada.‖ No‖ a‖ causa de él. Tristan, mi compañero de piso/entrenador vida, está convencido de que nunca lo he superado, pero eso es una mierda. Lo he más que superado. Lo he superado desde hace mucho tiempo. Me escabullo a través del camino, esquivando el imparable tráfico de Nueva York. Algunos taxistas me maldicen en varios idiomas. Alegremente les muestro mi dedo medio, porque estoy bastante segura de que mostrar el dedo significa “vete‖a‖la‖mierda”‖por‖todo‖el‖mundo.


Echo un vistazo a mi reloj cuando entro al teatro y me dirijo a la sala de ensayo. Maldita sea. Cinco minutos tarde. Casi puedo ver la mirada de diversión en su estúpido rostro, y estoy horrorizada de que antes de que haya incluso puesto un pie en la sala, tengo la imperiosa necesidad de darle una bofetada. Me detengo en la puerta. Puedo hacerlo. Puedo verlo y no desmoronarme. Sí puedo. Suspiro y presiono mi frente contra la pared. ¿A quién diablos estoy engañando? Sí, claro, puedo hacer una obra apasionada con mi ex-amante, quien me rompió el corazón, no una vez, sino dos veces. No hay problema. Golpeo mi cabeza contra la pared. Si hubiera una Nación de Gente Estúpida, yo sería su reina. Respiro hondo y exhalo lentamente. Cuando mi agente llamó con la noticia de mi gran oportunidad en Broadway, debería haber sabido que habría condiciones. Ella habló maravillas conmigo sobre el actor masculino que también fue elegido. Ethan Holt —el actual “Chico‖del‖Momento"‖del‖mundo‖del‖teatro.‖Muy‖talentoso.‖Ganador‖de‖premios.‖ Adorado por fanáticas gritando. Hermoso como el infierno. Por supuesto, ella no sabía nada de nuestra historia. ¿Por qué iba a hacerlo? Nunca hablo de él. De hecho, me alejo cuando otras personas mencionan su nombre. Era más fácil hacerle frente cuando él se encontraba en el otro lado del mundo, pero ahora está de vuelta y manchando mi trabajo de ensueño con su presencia. Típico. Bastardo. Poner mi cara de póquer no va a ser fácil, pero tengo que hacerlo. Saco mi polvo compacto y reviso mi reflejo. Maldita sea, estoy más brillante que el Edificio Chrysler.

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Me coloco un poco de polvo y retoco mi brillo de labios mientras me pregunto si le pareceré diferente después de todos estos años. Mi cabello castaño, el cual solía llegar hasta la mitad de mi espalda en la universidad, ahora se encuentra justo debajo de mi cuello, desordenado en capas y más moderno. Mi cara es un poco más delgada, pero supongo que soy básicamente la misma. Labios decentes. Buena estructura ósea. Ojos que no son ni de color marrón o verde, sino una extraña combinación de ambos. Más oliva que avellana. Cierro el compacto y lo arrojo de nuevo a mi bolso, molesta de que incluso estoy contemplando verme bien para él. ¿No he aprendido nada? Cierro mis ojos y pienso en todas las formas en que él me hirió. Sus estúpidas razones. Sus excusas de mierda. La amargura me inunda, y suspiro de alivio. Ese es el aislamiento que necesito. Trae mi enojo a la superficie. Lo envuelvo a mí alrededor como hierro y tomo consuelo en el agresivo fuego lento. Puedo hacerlo. Abro la puerta y entro. Antes de siquiera verlo, puedo sentirlo observándome. Me resisto a buscarlo porque eso es lo que quiero hacer, y una cosa que he aprendido con Ethan Holt, es apartar mis instintos naturales. Seguir mi instinto es cómo las cosas se arruinaron entre nosotros. Me dijo que podía tener algo de él, cuando en realidad él no me ofreció nada. Me dirijo a la recepción de producción donde nuestro director, Marco Fiori, está teniendo una discusión con nuestros productores, Ava y Saul Weinstein. De pie junto a ellos está un rostro familiar —nuestra directora de escena, la hermana de Ethan, Elissa. Ethan y Elissa son un paquete. Él tiene escrito en su contrato que ella maneja todos los espectáculos en que trabaja, lo que me desconcierta, considerando que pelean como perros y gatos. Yo diría que Elissa es su manta de seguridad, pero, por supuesto, ¿por qué necesitaría uno? Él no necesita a nadie ni nada, ¿verdad? Él es intocable. Es jodidamente irrompible. Elissa señala un modelo a escala del set que utilizaremos, a medida que habla sobre la mecánica del escenario. Los productores escuchan y asienten. No tengo ningún problema con Elissa. Ella es una fantástica directora de escena, y hemos trabajado juntas antes. De hecho, hace un millón de años solíamos

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ser buenas amigas. Antes, cuando todavía pensaba que su hermano nació de una madre humana y no fue engendrado directamente del culo de Satanás. Ella eleva su mirada cuando me acerco. —Lo sé, lo sé —digo mientras dejo caer mi bolso en una silla—. Lo siento. —Está bien, cara —dice Marco—. Todavía estamos hablando detalles de la producción. Cálmate, toma un café. Empezaremos pronto. —Genial. —Busco en mi bolso por mis suministros de ensayo. —Hola, tú —dice Elissa y me sonríe cálidamente. —Hola, Elissa. Por un momento, mi cólera es atenuada por una oleada de nostalgia, y me doy cuenta de lo mucho que la he echado de menos. Ella es tan diferente de su hermano. Bajita a su altura. Redondeada a su angular. Incluso su color es diferente. Rubio y liso contra oscuro y caótico. Y, sin embargo, volverla a ver me recuerda por qué no hemos hablado por años. Siempre la asociaré con él. Demasiados malos recuerdos. Cuando saco mi botella de agua, mi bolso se resbala del asiento y cae ruidosamente sobre el piso. Todo el mundo se detiene para mirar. Rechino mis dientes cuando escucho una risita. Jódete, Ethan. Ni siquiera voy a mirarte. Levanto el bolso y lo lanzo de vuelta a la silla. La risita sucede de nuevo, y juro por el Dios Todopoderoso del Homicidio Justificable, que voy a matarlo con mis propias manos. A pesar de que se encuentra al otro lado de la habitación, él bien podría estar justo a mi lado, porque su voz vibra a través de mis huesos. Necesito un cigarrillo. Echo un vistazo a Marco, resplandeciente en su corbata mientras ostentosamente describe la obra. Esto es todo culpa suya. Él es el que quería que Holt y yo hiciéramos este proyecto. Me convencí de que sería un gran paso en mi carrera, pero en realidad va a ser el último show que haga, porque si el idiota riendo en la esquina no se calla, tendré una ataque de ira asesina en cualquier segundo y seré encerrada de por vida. Afortunadamente, la risa se detiene, pero todavía puedo sentir su mirada intensa en mi piel.

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Lo ignoro y busco en mi bolso. Tengo mis cigarrillos, pero mi encendedor no está en ninguna parte. En serio tengo que limpiar este bolso. Jesús, ¿hay algo que no tenga aquí? Goma de mascar, pañuelos, maquillaje, analgésicos, entradas de cine viejas, una pequeña botella de perfume, tampones, llaves, una figura de acción‖de‖una‖sola‖pierna…‖¿qué demonios? —¿Perdone, Srta. Taylor? Subo la mirada para ver a un lindo muchacho afroamericano sosteniendo lo que huele sospechosamente como mi favorito café macchiato de judías verde. —Vaya, se ve estresada —dice con la cantidad justa de preocupación para impedir que arranque sus oídos con mis dientes—. Soy Cody. El pasante de producción. ¿Café? —Hola, Cody —digo mientras miro el vaso de cartón—. ¿Qué tienes ahí, chico? —Un doble expreso de macchiato de judías verdes con moka y crema extra. Asiento, impresionada. —Eso es lo que me imaginé. Es mi favorito. —Lo sé. Me aseguré de familiarizarme con los gustos y disgustos de usted y del señor Holt, para poder anticiparme a sus necesidades y facilitar un entorno de ensayo agradable. ¿Un entorno de ensayo agradable? ¿Conmigo y Holt? Oh, pobre niño iluso. Tomo el café de él y lo olfateo mientras sigo cavando en el Tardis de Basura. —¿De verdad? ¿Dónde carajos está mi encendedor? —Sí, señora. —Saca un encendedor de su bolsillo y me lo da con una sonrisa locamente linda. Suspiro y dejo caer mi cabeza hacia atrás. Dulce Jesús, el chico ha sido enviado por Dios mismo. Tomo el encendedor y resisto las ganas de abrazarlo. Tristan dice que puedo ser un poco demasiada sentimental. En realidad, su término es jodidamente sentimental, pero lo modifico para sentirme mejor. Le sonrío al chico en su lugar. —Cody, espero que no lo tomes a mal, porque‖sé‖que‖apenas‖nos‖conocimos,‖pero…‖creo‖que‖te‖amo. Se ríe y baja su cabeza. —Si quiere salir para fumar, la buscaré cuando estén listos para comenzar.

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Si él no pareciera como de dieciséis años, probablemente lo besaría. Con lengua. —Eres es una estrella de rock, Cody. Veo una forma oscura en mi visión periférica, encorvándose en una silla en el lado opuesto de la habitación, así que echo mis hombros hacia atrás y me pavoneo como si no me importara. El calor de su mirada me sigue hasta que llego a la escalera, luego me entumezco. Me digo a mí misma que no extraño la quemadura. Las escaleras son empinadas y oscuras, y conducen a un callejón detrás del teatro. Incluso antes de que la puerta se cierre detrás de mí, tengo un cigarrillo encendido en mi boca. Cuando me recuesto contra los fríos ladrillos, inhalo y elevo mi mirada a la fina capa de cielo visible entre los edificios. La nicotina hace poco para calmar mis nervios. Estoy bastante segura de que nada menos que sedantes de grado hospitalario van a ayudar hoy. Termino mi cigarrillo y me dirijo de nuevo a la puerta del escenario, pero antes de que pueda agarrar el mango, se abre, y el detonante de todos mis problemas de ira sale. Sus vaqueros oscuros lo abrazan de una manera que realmente no debería estar notando. Sus ojos son los mismos que recuerdo. Azules pálido, fascinantes. Espesas pestañas oscuras. Intensidad para quemar. Sin‖embargo,‖todo‖lo‖dem{s… Oh, Señor, lo olvidé. Me obligué a mí misma a recobrar el control. Incluso ahora, él es el hombre más apuesto que he visto en mi vida. No, eso no es correcto. Apuesto no le hace justicia. Los actores de novelas son apuestos, pero de una manera completamente predecible, aburrido.‖ Holt‖ es…‖ cautivante.‖ Como una rara pantera exótica; igual parte de belleza y poder. Enigmático sin siquiera intentarlo. Odio cuán bien se ve. Fuertes cejas fruncidas. Mandíbula afilada. Labios que son lo suficientemente llenos como para ser lindos, pero en el contexto de sus otras características parecen poderosamente masculinos. Su cabello oscuro es más corto de lo que estaba la última vez que lo vi, y lo hace parecer más maduro. Y más alto, si eso es posible.

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Él siempre se alzaba sobre mí. Su metro noventa contra mi metro sesenta. Y yendo por el ancho de sus hombros, se ha estado ejercitando desde la universidad. No una cantidad enorme, pero lo suficiente como para que pueda ver la clara definición muscular por debajo de su camiseta oscura. La sangre se apresura a mis mejillas, y quiero darme una bofetada por la reacción. Confía en él para aparecer luciendo más atractivo que nunca. Imbécil. —Hola —dice, como si no hubiera pasado los últimos tres años soñando con darle un puñetazo en su hermoso, bastardo rostro. —Hola, Ethan. Me mira, y como de costumbre, siento la vibración de él en la médula de mis huesos. —Luces bien, Cassie. —También tú. —Tu cabello está más corto. —También el tuyo. Da un paso hacia adelante y no me gusta la forma en que me mira. Evaluando y aprobando. Hambriento. Me atrae en contra de mi voluntad, como si él fuera papel matamoscas, y todo dentro de mí está zumbando y tratando de liberarse. —Ha pasado mucho tiempo. —¿En serio? No me di cuenta. —Estoy tratando de sonar aburrida a más no poder. No quiero que sepa lo que me está haciendo. No se merece esta reacción. Más importante aún, yo tampoco. —¿Cómo has estado? —pregunta. —He estado bien. —Respuesta automática. No significa nada. He estado todo menos bien. Su mirada se queda en mí, y tengo muchas ganas de estar en otro lugar, porque en este momento se ve como lo hacía antes, y me duele recordar. —¿Y tú? —pregunto con cortesía, mis nudillos blancos—. ¿Cómo has estado? —Estoy…‖bien.

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Hay algo en su tono. Algo enterrado. Ha dejado lo suficiente asomarse como para ponerme curiosa, pero no quiero cavar para encontrar más, porque sé que es lo que quiere. —Vaya, eso es increíble, Ethan —digo con la cantidad justa de alegría para molestarlo—. Es bueno saberlo. Mira al suelo y se pasa una mano por su cabello. Su postura se tensa en la forma familiar del idiota que conozco tan bien. —Bueno, allí está —dice—. Tres años, y eso es todo lo que tienes que decirme. Por supuesto. Mi estómago rueda. No, idiota, eso no es todo lo que tengo que decir, pero, ¿cuál es el punto? Todo se ha dicho antes, y hablar en círculos no es mi idea de un buen rato. —Sip, eso es todo —digo con alegría, y paso más allá de él. Abro la puerta y bajo por las escaleras, ignorando el cosquilleo en mi piel donde nos tocamos. Hay un ahogado‖ “Joder”‖ antes‖ de‖ que‖ lo‖ escuche‖ apresurarse‖ tras‖ de‖ mí.‖ Trato de escapar, pero agarra mi brazo antes de que llegue a la parte inferior. —Cassie, espera. Me da vuelta para enfrentarlo, y espero que se presione contra mí. Para arruinarme con su piel y olor como ha hecho tantas veces antes. Pero no lo hace. Solo se queda ahí, y todo el aire de la estrecha y oscura escalera es tan grueso como el algodón. Me siento claustrofóbica, pero no se lo dejaré ver. Sin debilidad. Él me enseñó eso. —Escucha, Cassie —dice, y no me gusta admitir que he extrañado oírlo decir mi nombre tan jodidamente mucho—. ¿Crees que podríamos dejar toda nuestra mierda atrás y empezar de nuevo? Realmente quiero hacerlo. Pensé que también tú. Su expresión está llena de sinceridad, pero la he visto antes. Cada vez que confiaba, terminaba con mi corazón arrancado. —¿Quieres empezar de nuevo? —digo—. Oh, por supuesto. No hay problema. ¿Por qué no pensé en eso? —No tiene por qué ser así.

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La implicación es que estoy siendo irrazonable. Si no estuviera tan enojada, me reiría. —Entonces, ¿cómo debería ser, eh? —pregunto, mis palabras como ácido—. Por favor, dime. Después de todo, eres el que siempre toma las decisiones acerca de nuestra relación. ¿Cómo quieres ponerlo esta vez? ¿Amigos? ¿Amigos que follan? ¿Enemigos? Oh, espera, ya lo sé. ¿Por qué no tomas el papel del pedazo de mierda que me rompió el corazón, y yo seré la mujer que no quiere tener nada que ver con él fuera de la sala de ensayo? ¿Cómo sería? Su mandíbula se tensa. Está enojado. Bien. Puedo lidiar con el enojo. Se frota sus ojos y exhala. Espero que grite, pero no lo hace. En cambio, dice en voz baja—: Nada de lo que dije en mis correos electrónicos significó nada para ti, ¿verdad? Pensé que tal vez podríamos al menos ser capaces de hablar sobre lo que pasó. ¿Acaso los leíste? —Por supuesto que los leí —digo—. Simplemente no me los creí. Quiero decir, solo hay una cantidad de veces que puedo tragar mierda antes de que desprecie el sabor. ¿Cuál es la frase? Si me engañas una vez, la culpa es tuya. Si me engañas‖dos‖veces… —No te estoy engañando esta vez. O a mí mismo. En el pasado, hice lo que tenía que hacer, por los dos. —¿Estas bromeando? ¿Realmente esperas que te agradezca por lo que hiciste? —No —dice, su voz llena de frustración—. Por supuesto que no. Solo quiero… —¿Quieres otra oportunidad para arruinarme? ¿Cuán estúpida crees que soy? Niega. —Quiero que las cosas sean diferentes. Si quieres que me disculpe, lo haré hasta que pierda mi maldita voz. Solo quiero que las cosas estén bien entre nosotros. Háblame. Ayúdame a solucionar esto. —No puedes. —Cassie… —¡No, Ethan! No esta vez. Nunca más.

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Se inclina hacia delante. Está cerca. Demasiado cerca. Huele como solía hacerlo, y no puedo pensar. Quiero alejarlo para poder aclarar mi mente. O golpearlo con mis puños hasta que comprenda que no he sido verdaderamente feliz en años, y es todo culpa suya. Quiero hacer tantas cosas, pero lo único que hago es estar allí, odiando lo impotente que todavía puede hacerme sentir. Su respiración es tan desigual como la mía. Su cuerpo igual de tenso. Incluso después de todo lo que hemos pasado, nuestra atracción todavía nos tortura. Como en los viejos tiempos. Gracias a Dios la puerta en la parte inferior de la escalera se abre. Observo para ver a Cody mirándonos con una expresión confusa. —¿Sr. Holt? ¿Srta. Taylor? ¿Está todo bien? Holt se aleja de mí y se pasa los dedos por su cabello. Exhalo una respiración entrecortada y superficial. —Todo está bien, Cody. Todo bien. —De acuerdo, entonces —dice alegremente—. Solo quiero hacerles saber que estamos a punto de comenzar. Desaparece, y somos solo Ethan y yo de nuevo. Ah, y la mierdosa carga de equipaje que llevamos. —Estamos aquí para hacer un trabajo —digo, mi voz dura—. Simplemente hagámoslo. Su ceño se frunce y su mandíbula se tensa, y por un segundo pienso que no va a dejarlo así, pero dice—: Si eso es lo que realmente quieres. Empujo una vaga sensación de decepción. —Lo es. Asiente, y sin decir una palabra más, se dirige a las escaleras y sale por la puerta. Me tomo un momento para componerme. Mi cara está caliente, mi corazón late con fuerza, y casi me río cuando pienso que ya me ha alterado, y ni siquiera hemos comenzado los ensayos. Las próximas cuatro semanas van a apestar más que un agujero negro. Me enderezo y me dirijo de nuevo a la sala de ensayo. Para el momento en que agarro mi guión y agua, solo hay una silla en la mesa de producción, y, por supuesto, es junto a Holt. La arrastro tan lejos de él como puedo y me hundo en el incómodo plástico. —¿Todo bien? —Marco levanta sus cejas.

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—Sip. Bien —digo con una sonrisa, y es como si estuviera de vuelta en el primer año de la escuela de arte dramático, diciendo lo que otros quieren escuchar para que estén felices, incluso si yo no lo estoy. Actúo mi papel. —Entonces, vamos a empezar por el principio, ¿de acuerdo? —dice Marco. Hay ruido de papel cuando todo el mundo abre sus guiones. Qué buena idea. Todas las buenas historias tienen que empezar en alguna parte. ¿Por qué esta debería ser diferente?

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En el comienzo Traducido por Sandry & Nikky Corregido por Luna West

Querido Diario, Tristan ha sugerido que te use para facilitar las crónicas de los acontecimientos en mi vida que me han llevado a ser el individuo inadaptado que soy ahora. Él quiere que me fije en algunas relaciones nada sanas que me hacen ponerme deprimida y emocionalmente no disponible, para que pueda empezar con lo gordo de mis arrepentimientos: Ethan Holt. La primera vez que lo vi, estuve simulando sexo anal con alguien que acababa de conocer. Guau. Eso suena mal. Déjame explicarlo. Me encontraba realizando una audición por un lugar en la universidad The Grove de Artes Creativas, una universidad privada que ofrecía cursos de danza, música y artes visuales, y también alojaba una de las más prestigiosas escuelas de drama en el país. Construido sobre los huesos de un antiguo huerto de árboles frutales, se hallaba localizado en Westchester, Nueva York, y en la historia reciente, había entrenado a algunas de las mayores prodigiosas estrellas del teatro y de la pantalla de América.

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Yo había estado soñando con estudiar allí desde siempre, así que en mi último año cuando todos mis amigos se encontraban solicitando puestos en universidades para ser doctores, abogados, ingenieros y periodistas, yo envié una solicitud para ser actriz. The Grove fue mi primera opción por muchas razones, en particular, porque se encontraba en el otro lado del país lejos mis padres. No es que no quisiera a mis padres, porque lo hacía. Pero Judy y Leo tenían ideas muy específicas acerca de cómo debo vivir mi vida. Debido a que yo era hija única y, por tanto, programada para hacer cualquier cosa y todo para ganar su aprobación, básicamente vivía a la altura de todas sus ideales poco realistas. En el momento en que llegué a mi último año, nunca había bebido alcohol, fumado cigarrillos, comido nada que no fuera la basura vegetariana saludable, pero sin sabor, de Judy, ni dormí con un chico. Siempre estaba en casa cuando se suponía que debía estarlo, incluso si era para que pudieran ignorarme los dos por completo, o criticarse el uno al otro, o no estar allí en absoluto. Mi madre era mecánica. Ella siempre se sintió como si debiera mejorarse a sí misma, o a mí. Yo era torpe, así que me inscribí en clases de ballet. Yo era gordita, por lo que ella veía cada bocado que comía. Yo era tímida, así que me hizo ir a clases de teatro. Odiaba todo lo que me obligaba a hacer, salvo el teatro. Eso se quedó. Resulta que yo era bastante buena en eso, también. ¿El fingir que era otra persona durante unas horas? Sí, sacudió mi mundo. La principal contribución de Leo a mi educación consistió en establecer normas estrictas acerca de dónde podría ir, lo que podía ver y lo que podía hacer. Aparte de eso, no me hacía caso a menos que yo estuviera haciendo algo muy bien o muy mal. Aprendí rápidamente que había menos gritos y menos encerramientos cuando hacía las cosas bien. Obtener buenas calificaciones le hacía feliz. Lo mismo que ganar premios por el teatro y oratoria. Por lo tanto, he trabajado duro. Más duro de lo que una hija debería hacer para llamar la atención de su padre. Es seguro decir que todos mis comportamientos obsesivos perfeccionistas procedían de él. Mis padres no estaban contentos con mi plan de ir a la escuela de teatro, por supuesto. Creo que las palabras exactas de Leo fueron: "Y una mierda." A él y a mamá les parecía bien que actuara como un pasatiempo, pero con mis notas, podría haber tenido mi elección de profesiones muy bien pagados. No entendían por qué desperdiciaría una vocación en la que el noventa por ciento de los graduados universitarios eran siempre desempleados.

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Los convencí para que me hicieran una prueba negociando que también solicitara para el programa de Derecho en el Estado de Washington. Eso me compró un billete de avión de ida y vuelta a Nueva York y la débil esperanza de dejar de buscar la aprobación detrás. Sabía cuando empecé el proceso de solicitud que mis posibilidades eran escasas, pero tenía que intentarlo. Había otras escuelas a las que me hubiera encantado asistir. Pero quería lo mejor, y The Grove lo era todo.

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Mi pierna está temblando. No temblando. No estremeciéndose. Sacudiéndose. Incontrolablemente. Mi estómago se está atando en nudos, y quiero vomitar. De nuevo. Estoy sentada en el suelo con la espalda contra la pared. Invisible. No pertenezco a este lugar. No soy como ellos. Son atrevidos, escandalosos y parecen cómodos usando la palabra mierda. Fuman un cigarrillo detrás de otro y tocan las partes íntimas de cada uno, aunque la mayoría de ellos se acaban de conocer. Se jactan de los espectáculos que han hecho, las películas en las que han estado y los actores famosos que han visto, y me siento aquí cada vez más pequeña, cada segundo, a sabiendas de que lo único que voy a lograr hoy es demostrar lo inadecuada que soy. —Entonces, el director dice: " Zoe, el público necesita ver tus pechos. Tú dices que te dedicas a tu oficio, y sin embargo, tu sentido equivocado de la modestia‖dicta‖tus‖opciones.” Una rubia alegre es el centro de atención, contando historias de guerra teatrales. Las personas reunidas alrededor parecen cautivados. Realmente no quiero oírlo, pero ella habla tan alto que no puedo evitarlo. —Oh, Dios mío, Zoe, ¡¿qué hiciste?! —pregunta una bonita pelirroja, su cara retorciéndose de emoción exagerada. —¿Qué podía hacer? —le pregunta Zoe con un suspiro—. Le chupé la polla y le dije que no me iba quitar la camisa. Era la única manera de proteger mi integridad. Hay risas y algunos aplausos. Incluso antes de que hayamos entramos dentro, las actuaciones han comenzado.

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Inclino la cabeza hacia atrás y cierro los ojos, tratando de calmar mis nervios. Corro a través de mis monólogos en la cabeza. Los conozco. Cada palabra. He diseccionado cada sílaba, analicé los personajes, subtexto y capas de sutileza emocional, pero aun no me siento preparada. —¿Así que, de dónde eres? Zoe está hablando de nuevo. Trato de ignorarla. —Oye. Tú. Chica de la pared. Abro los ojos. Ella me está mirando. Así como todos los demás. —Eh…‖¿Qué? Me aclaro la garganta y trato de no parecer aterrorizada. —¿De dónde eres? —pregunta de nuevo, como si tuviera problemas mentales—. Me doy cuenta de que no eres de Nueva York. Sé que su sonrisa sarcástica se dirige a los vaqueros de los grandes almacenes, y al suéter gris liso, así como a mi pelo castaño aburrido y a mi falta de maquillaje. Yo no soy como la mayoría de las chicas aquí, con colores vibrantes, grandes joyas, y las caras pintadas. Se parecen a las aves exóticas, y me parecen una mancha de grasa. —Eh…‖‖Soy‖de‖Aberdeen. Su cara se arruga con disgusto. —¿Dónde diablos se encuentra eso? —Está en Washington. Es algo pequeña. —Nunca he oído hablar de ella —dice con un gesto desdeñoso de sus uñas lacadas—. ¿Por lo menos tienes allí un teatro allí? —No. —¿Así que no tienes ninguna experiencia actuando? —Hice algunas obras de teatro de aficionados en Seattle. Sus ojos son brillantes. Ella huele una presa fácil. —¿Amateur? Oh... ya veo. —Ahoga una risa. Mi instinto de conservación entra en acción. —Por supuesto, no he hecho todas las cosas maravillosas que tú has hecho. Quiero decir, una película. Guau. Eso de debe haber sido seriamente impresionante. Los ojos de Zoe se apagan un poco. El olor de la sangre se diluye por hacerle la pelota.

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—En serio, fue increíble —dice mientras sonríe como una barracuda con lápiz labial—. Quiero decir, probablemente esté perdiendo el tiempo por tomar este curso, porque no voy a llegar a la final antes de llegar a un acuerdo de gran presupuesto, pero es algo para mantenerme ocupada hasta entonces. Sonrío y estoy de acuerdo con ella. Acariciarle el ego. Es fácil. Soy buena en eso. Las conversaciones bullen a mí alrededor, y yo añado un comentario aquí o allá. Cada media verdad que se derrama de mi boca me hace más como ellos. Más probabilidades de encajar. En poco tiempo, estoy riéndome a carcajadas y rebuznando como el resto de los asnos, y uno de los chicos gays me levanta y finge que estamos en una rave. Se pone de pie detrás de mí mientras se empuja contra mi trasero. Le sigo el juego, a pesar de que estoy horrorizada. Hago ruidos vulgares y meneo mi cabeza. Todo el mundo piensa que soy graciosa, así que ignoro mi vergüenza y sigo adelante. Aquí, puedo elegir ser desinhibida y popular. Su aprobación es como una droga, y quiero más. Todavía estoy fingiendo ser bombeada a tope cuando levanto la mirada y lo veo. Se encuentra a unas yardas de distancia, todo alto y ancho de hombros. Su pelo oscuro es ondulado y rebelde, y aunque su expresión es impasible, sus ojos muestran desprecio claro. Penetrante y sin perdón. Mi risa falsa se tambalea. Se ve como un ángel vengador con su intensa mirada y características etéreas. Piel suave y ropa oscura. Él tiene una de esas caras que en las que te detienes cuando estás hojeando una revista. No un guapo de manual, pero fascinante. Al igual que una cubierta de un libro que te lleva a darle la vuelta y perderte en la historia. Mi nueva falsa valentía se siente pesada bajo su mirada. Se desliza fuera de mí toda sucia y espesa, y dejo de reír. El chico gay me empuja lejos y se vuelve hacia otra persona. He perdido mi vulgar encanto de bombeo de trasero. El chico alto también se da la vuelta y se sienta con la espalda contra la pared. Saca un libro hecho jirones de su bolsillo. Atrapo el título: Los Rebeldes. Uno de mis favoritos. Me vuelvo hacia el grupo ruidoso, pero han continuado.

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Estoy dividida entre tratar de recuperar mi posición y saber más acerca del chico del libro. La elección se queda sin valor cuando se abre la puerta cercana y una mujer sale. Es escultural, con el pelo corto y negro y los labios de color rojo brillante, y nos evalúa con el foco de un rayo láser. Me recuerda a Betty Boop, si Betty Boop fuera intimidando con hazte-pis-en-los-pantalones y tuviera un sujetapapeles de charol. —Muy bien, escuchen. El gallinero se queda en silencio. —Si digo menciono su nombre, entran Ella dispara nombres, su voz clara y segura. Cuando grita, "Holt, Ethan," el chico alto se levanta de la pared. Me mira brevemente a su paso, y me dan ganas de seguirlo. Me siento falsa e incómoda sin él. Nombres siguen llegando. Estimo más de sesenta personas caminando por la puerta, incluyendo "Stevens, Zoe," que chilla antes de entrar pavoneándose en el interior.‖Me‖estremezco‖cuando‖escucho,‖“¡Taylor,‖Cassandra!” Mientras agarro mi mochila, la mujer intimidante dice—: Eso es todo por este grupo. Todo el mundo espera aquí. Serán llamados por otros instructores. Ella me sigue por la puerta y la cierra tras ella. Estamos en una habitación negra y grande. Un espacio teatral polivalente. En la pared del fondo hay un largo banco de gradas plegables. La mayoría del grupo está sentado sobre ellas, charlando en voz baja. El recuento final es de ochenta y ocho. Sesenta chicas y veintiocho chicos. Ninguno de ellos se ve tan nervioso como me siento yo. Tomo asiento, sintiéndome como una despistada chapuceando en un mar con los chicos más experimentados de la ciudad. Mi pierna empieza a temblar de nuevo. La instructora se pone delante de nosotros. —Mi nombre es Erika Eden, y soy la jefa del departamento de actuación. Esta mañana vamos a hacer un trabajo de carácter y de improvisación. Al final de cada escena, haré saber quién se quedará. Sé lo que estoy buscando, y si no lo tienen, se van. No estoy tratando de ser una dura de roer, es solo la forma en la que es. No necesito decirles que en Grove sólo aceptan los treinta primeros candidatos

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de teatro de los dos mil que estarán haciendo las pruebas en los próximos días, por lo que hay que dar lo mejor de ustedes. No estoy interesada en ver teatro estereotipado y emoción falsa. Quiero algo autentico o volverán a casa. Mi miedo a fallar me susurra que debo dejarlo, pero no puedo. Necesito esto. Pasamos la siguiente media hora haciendo ejercicios de enfoque. Todo el mundo está tratando desesperadamente de no parecer desesperado. Algunas personas tienen más éxito que otras. Zoe es fuerte y confiada, como si tuviera la aceptación en el bolsillo. Es probablemente que sea así. Holt, Ethan es intenso. Increíblemente. Sus interacciones brillan con energía contenida, como si fuera una planta de energía nuclear que se utiliza para encender una bombilla. Trato de mantener todo real y natural, y en su mayor parte, tengo éxito. Después de cada escena, la gente se reduce. Algunos lo toman bien y algunos caen rendidos. Es como una zona de guerra. Los números del grupo disminuyen rápidamente. Erika es rápida y eficiente, y cada vez que se me acerca, creo que estoy fuera. De alguna manera, me las arreglo para sobrevivir. Cuando descansamos para el almuerzo, todos estamos en silencio. Incluso Zoe. Nos sentamos en un círculo, nuestra mente tropezando con nuestros monólogos mientras tratamos de ignorar que la mayoría de nosotros no va a llegar a las audiciones de mañana. Algunas veces siento que me quema la cara y levanto la mirada para ver a Holt, Ethan mirándome. De inmediato mira hacia otro lado y frunce el ceño. Me pregunto por qué parece tan enojado. De vuelta en la habitación, estamos emparejados. Me emparejan con un chico llamado Jordan que tiene acné y un ceceo. A cada dúo nos dan un escenario, y el resto de nosotros observamos. Es como un deporte sangriento. Todos estamos esperando a que los otros lo arruinen para tener una oportunidad mejor. Zoe y Holt, Ethan se emparejan juntos. Se supone que son unos desconocidos en una estación de tren. Hablan y coquetean mientras Zoe sacude su pelo. No puedo decir si tiene más ganas de impresionar a Erika o a Ethan. Jordan y yo actuamos como hermano y hermana. No tengo hermanos, así que es un poco agradable. Bromeamos y reímos, y tengo que admitir, que estamos bastante bien. Erika nos complementa, y el resto del grupo aplaude a regañadientes.

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Al final de la ronda, la gente se reduce y se derraman lágrimas. Suspiro de alivio cuando me doy cuenta de que sólo quedamos unos treinta. Las probabilidades son cada vez mejores. Las parejas cambian. Me toca con Holt, Ethan. Él parece feliz por ello. Se sienta a mi lado mientras su mandíbula se tensa y se libera. No creo que jamás haya notado antes la mandíbula de un hombre, pero la suya es impresionante. Se vuelve y me atrapa mirándole fijamente, y su expresión es una mezcla perfecta de un ceño fruncido y de voy-a-matarte-y-a-arrancarte-la-piel Guau. Vamos a ir fatal como compañeros. Erika se pasea delante del grupo. —Para esta última sesión, todo el mundo tendrá la misma tarea. El‖escenario‖es‖“Reflejo.” Suena fácil. —No va a ser fácil. Maldita sea. —Este ejercicio es una cuestión de confianza, apertura y de hacer una conexión con la otra persona. Nada de cohibirse. Nada de artificios. Sólo cruda y pura energía. Ninguno de los dos conduce o sigue. Tienes que sentir el movimiento del otro. ¿Lo entienden? Realizamos todos un movimientos de cabeza, pero no tengo ni idea de lo que está hablando. Holt se frota los ojos y hace un sonido como gimiendo. Me imagino que él tampoco tiene ni idea. —Bien, vamos. El primer par toma su posición. Son Zoe y Jordan. Toman unos minutos para planificar, y a continuación, se empiezan a mover. Es obvio que Zoe está liderando y Jordan le está siguiendo. Son todo manos y nada más. En un momento dado, Jordan se ríe. Erika garabatea en su portapapeles. Me imagino que acaba de cagarla. Sonrío. También lo hace Holt. Otro que muerde el polvo. Los otros grupos realizan su turno, y Erika los rodea como un halcón, escudriñando cada movimiento. Ella decidirá quien se va al final para regresar mañana. La mayoría de las personas están bajo presión. Yo estoy emocionada más allá de las palabras. Por fin es nuestro turno, y nos ponemos de pie delante del grupo. Holt tintinea su pierna. Sus manos están en los bolsillos y los hombros están

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encorvados. No me llena de confianza. Realmente me gustaría hacer pis y / o vomitar. Ya que tampoco puedo hacerlo, cambio mi peso de un pie a otro y pido a mi vejiga que retroceda. Erika nos estudia unos momentos. Me doy cuenta de que Holt y yo hemos dejado de respirar. —Muy bien, ustedes dos impresionarme.

—dice ella—. La última oportunidad para

Holt me mira, y veo mi desesperación reflejada en él. Quiere esto. Quizás tanto como yo. Erika se inclina hacia mí y baja la voz. —Él se mueve, tú te mueves, señorita Taylor. ¿Comprendes? Respira el aire. Encuentra una conexión. —Mira a Holt—. Tienes que dejarla entrar, Ethan. No pienses en ello, sólo hazlo. Tres intentos y estás fuera, ¿recuerdas? Él asiente y traga. —Tienen tres minutos para prepararse. Se va, y Holt y yo nos vamos al fondo de la sala. Se queda cerca y huele bien. No es que debería estar notando algo así, pero mi cerebro se encuentra en busca de una distracción a mis nervios, y su buen aroma lo es. —Mira —dice mientras se inclina—. Necesito esto, ¿de acuerdo? No lo arruines para mí. Me sonrojo de ira. —¿Disculpa? Tienes las mismas posibilidades de arruinarlo como yo. ¿Y qué quiso decir Erika cuando dijo "Tres strikes y estás fuera"? Se inclina más cerca pero no me mira. —Éste es el tercer año que lo intento. Si no entro esta vez, terminé. No me dejaran volver a hacer la audición. Entonces mi padre me diría un gran y gordo "te lo dije" y esperará que entre a la escuela de medicina. He trabajado duro para esto. Lo necesito, ¿bien? Estoy confundida. Lo he estado observando todo el día. ¿Estas personas están ciegas? —¿Por qué no has entrado antes? Eres muy bueno. —De una forma intensamente inquietante. Su expresión se suaviza por un momento.

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—Me es difícil... encajar… con otros artistas. Al parecer, Erika cree que ese es un atributo importante que deben tener sus actores. —No parecía que tenías algún problema con Zoe. Se burla. —No había conexión allí. No sentí nada, como siempre. Erika puede decirlo. Echo un vistazo a la dama de cabellos oscuros que nos está estudiando. —¿Te ha audicionado antes? Asiente. —Cada año. Quiere ofrecerme un lugar, pero no me dará un pase libre. Si no demuestro que puedo hacer este ejercicio en particular, en el cual he apestado por completo siempre que lo he hecho, entonces se acabó. —¡Un minuto! —grita Erika. Mi ritmo cardiaco se acelera. —Escucha, simplemente has lo que sea necesario para "conectar" conmigo, ¿está bien? Porque si no consigo esto, tendré que regresar con mis padres sobreprotectores, y de verdad que no puedo calentar haciéndole frente a eso. Sé que puede ser una sorpresa, pero no eres el único que tiene algo que perder aquí. Frunce el ceño. —¿Aca...acabas de decir "calentar"? Siento un rubor feroz engullir mi garganta. Se está riendo de mí, simplemente porque me niego a maldecir como loca al igual que todos los otros calentadores en este lugar. —Cállate. Su sonrisa se agranda. —¿En serio? ¿Pifiar? —¡Detente! Estás perdiendo tiempo. Para de reír y suspira. Luce más relajado, pero supongo que es porque toda su ansiedad se ha transferido a mí. —Mira, Taylor... —Mi nombre es Cassie. —Lo que sea. Solo relájate, ¿de acuerdo? Podemos hacer esto. Mírame a los ojos y... Jesús, no sé... hazme sentir algo. No pierdas la concentración. Eso es lo que

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ha traicionado a todos los demás hasta ahora. Solo céntrate en mí, y me centraré en ti. ¿Bien? —Está bien. —Y ya no digas más "calentar", porque esa mierda me hace reír. Sabes que es un término del porno, ¿no? No, no sabía que calentar era un término del porno. ¿Me veo como una pervertida adicta al porno? Exhalo e intento enfocarme. Mis pensamientos son caóticos. Tengo que estar tranquila. —Oye —dice mientras toca mi brazo. Eso no ayuda a mi concentración—. Podemos hacer esto. Mírame. Lo miro a los ojos. Sus pestañas son ridículas. Mientras me mira, algo se sacude directamente en la boca de mi estómago. Debe sentirlo, también, porque su boca se abre e inhala con fuerza. —Mierda. —Parpadea pero no aparta la mirada. La energía chisporroteando entre nosotros es demasiado intensa. Cierro los ojos y exhalo. —¿Taylor? —Cassie. —Cassie —susurra, su voz suave y muy desesperada—. Quédate conmigo. Por favor. No puedo hacer esto sin ti. Trago y asiento. Luego Erika nos grita, y caminamos hasta el centro de la sala. Nos giramos para quedar frente a frente, a treinta centímetros de distancia. Es mucho más alto que yo, así que miro su pecho, viéndolo subir y bajar mientras intenta calmarse. —¿Lista? —susurra. Quiero gritar: "No, Dios, por favor, ¡no estoy lista!" pero en su lugar digo—: Sí. Claro —como si esto no fuera de vida o muerta, o por lo menos, muy importante. Tomo una respiración profunda antes de levantar la mirada. Su expresión es menos desesperada ahora, y se siente como si lo estuviera viéndolo, de verdad viéndolo, por primera vez. Siento su energía. Es como una ola de calor a su

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alrededor. Nos quedamos allí por unos segundos, simplemente respirando, y mientras nos miramos a los ojos, el aire entre nosotros se solidifica, conectándonos como dos partes de una misma persona. Levanta la mano, y lo sigo, como si tuviéramos miles de diminutos hilos entre nuestros brazos, alineándolos. Igualo su velocidad de manera exacta, moviéndome cuando se mueve, respirando cuando respira. Nos movemos de nuevo, y nuestros cuerpos se encuentran alineados a la perfección. Se siente tan natural. Más natural de lo que he sentido en mucho tiempo. Quizás nunca. Damos un paso más cerca. Se inclina hacia adelante, y yo hacia atrás. Me ladeo hacia un lado, y él me sigue. Los hilos invisibles se aprietan entre nosotros. Nuestros movimientos son más rápidos, pero cada uno perfecto y preciso. Una coreográfica complicada que nunca hemos aprendido, pero nuestros músculos de alguna manera recuerdan. Es emocionante. Estamos en la zona. Ese estado mágico que los actores a veces logran cuando todo es fluido y abierto. Corazón, mente, cuerpo. Lo he sentido antes, pero nunca con otra persona. Es asombroso. Sonrisas se extienden por nuestros rostros. Me doy cuenta que Holt se ve un poco hermoso cuando sonríe. Nuestros brazos están por encima de nuestras cabezas, y cuando las bajamos, nuestras palmas se juntas. Sus manos son grandes y cálidas. Mi piel hormiguea donde nos tocamos. Entonces, lo estoy mirando a los ojos, y ambos no respiramos, y no sé por qué. En un segundo, la expresión de Holt se llena de pánico, y se tensa. Parpadea y deja caer su mirada, y de repente es como si todo el optimismo se ha evaporado. Nuestras energía golpea el suelo y se drena. Holt se aleja y exhala antes de mirar a Erika. —¿Terminamos? Nadie más ha durado tanto. Ya terminamos, ¿verdad? Erika inclina la cabeza y lo estudia. Su postura es tensa y desafiante. Bajo mis manos. Se encuentran frías ahora, y las presiono a mis costados mientras mi corazón late rápido e inestable.

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—¿Terminamos o no? —dice Holt, y todo lo bueno que sentí por él se desvanece en la sombra de su rudeza. —Sí, señor Holt —dice Erika con calma, mientras me mira—. Usted y la señorita Taylor completaron el ejercicio. Bien hecho. Ambos tienen una química interesante, ¿no? Él mira. Le da una cálida sonrisa. —Pueden sentarse. Todos, denles un aplauso. Todo el grupo rompe en aplausos. Oigo murmullos de sorpresa diciendo que lo hicimos bien. Nadie se encuentra más sorprendida que yo. Holt avanza hacia las gradas y se sienta. Zoe habla efusivamente a su lado mientras toca sus bíceps. Sería más sutil si se desgarrara la camiseta y le rogara que la toqueteara. La ignora y apoya los codos en las rodillas. Hago un esfuerzo para dejar de mirarlo. El resto de la tarde transcurre en un borrón. Algunos son eliminados, y las parejas se alternan mientras más escenas son desarrolladas. Al final del día, Erika nos despide, y salimos para esperar a que publique la lista de los que pasan a la siguiente ronda. Todos nos encontramos nerviosos. Ninguno sabe si hemos hecho lo suficiente para pasar a la siguiente. Incluso Zoe se halla insegura. Se muerde el interior de la mejilla y camina. Me muerdo las uñas y canto en voz baja: "Oh, por favor, oh, por favor, oh, por favor" una y otra vez, como si rogarle al universo me ayudaría ahora. Al final del pasillo, Holt se sienta con su espalda contra la pared y las piernas contra su pecho. Luce como si estuviera sufriendo. A pesar de su comportamiento de hoy, siento pena por él. Todos están nerviosos, pero él parece realmente enfermo. Me acerco. Tiene su cabeza inclinada contra la pared, con los ojos cerrados. Cuando le toco el hombro, se sacude como si lo hubiera electrocutado. —¿Qué demonios? —Me mira, pero es difícil encontrarlo intimidante cuando está tan verde que podría conseguir un trabajo con los Muppets. —¿Estás bien?

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Deja caer la cabeza sobre sus rodillas y suspira. —Estoy bien. Vete. No sé por qué incluso me molesto. —Eres un idiota, ¿lo sabes? —Soy consciente. —Simplemente me aseguraba. Me giro para irme, pero estira un brazo para detenerme. —Taylor, mira... yo... —Mi nombre es Cassie. —Cassie... La forma en que dice mi nombre es... bueno, me hace cosas extrañas. Puede que sea mejor si sigue llamándome Taylor. Hace un gesto para que me siente, y lo hago. —La cosa es... no vamos a ser amigos, así que me imagino que no hay necesidad de derrochar energía, ¿no? Parpadeo un par de veces. —Eh... está bien. —¿Eso es? ¿De acuerdo? —Parece decepcionado, pero no sé por qué. —Bueno, en realidad nunca antes había tenido la charla "tú y yo no vamos a ser amigos", así que no estoy segura del protocolo. ¿Te agradezco por señalar lo obvio, o...? Se frota las manos en la cara y gime. —¿Qué? —pregunto—. No sé qué es lo que esperas que diga. No planeaba ser tu amiga. —Bien —dice, aun frotándose el rostro. Inhalo e intento no perder los estribos. —¿Cuál es tu problema? Casi salvo tu trasero allí hoy, ¿y me tratas como una mierda? —Sí —dice, con los hombros tensos y altos—. Porque eres tan... —¿Qué? —digo—. ¿Molesta? ¿Irritante? —Bipolar.

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Eso me detiene en seco. —Ah. Yo... ¿eh? Suspira y sacude la cabeza. —Te vi antes, jugando al juego de popularidad. Dándoles a los chicos geniales lo que querían, lo cual es ridículo porque la mayoría son odiosos chupamedias que son casi tan genuinos como un billete de tres dólares. Pero conmigo, eres toda impaciente y honesta hasta el cansancio. ¿Qué, no te gusto lo suficiente como para fingir? No me había dado cuenta, pero tiene razón. Nunca, y quiero decir nunca, le he hablado a alguien de la forma en que le he hablado a él. Dejar que la gente sepa que estoy molesta o impaciente, no es lo que hago. Me llevo bien con las personas. Lo he hecho toda mi vida. Si no le gusto a alguien, hago que sea así. Pero con él, todo es diferente. —Bueno, ¿y tú? —digo—. ¿Cuál es tu historia? Se encoge de hombros. —Es fácil adivinarla. Soy un idiota. —Lo sé. —No, no lo haces. —Eh, sí, lo hago. Te has pasado la tarde tratándome como si fuera a pegarte la lepra. Así que sé que lo eres. Asiente. —Bien. Entonces sabrás que tienes que mantenerte lejos de mí. —Estoy segura de que no tendré muchas opciones acerca de eso, porque después de que Erika publique la lista, nunca nos volveremos a ver. Problema resuelto. —¿Por qué piensas eso? —Porque es probable que consigas quedar para la segunda ronda, y yo no, así que.... sí. Baja la mirada y juega con sus cordones. —No estés tan segura. Lo hiciste bien hoy. Más que bien. Me toma un momento darme cuenta que acaba de hacerme un cumplido. —Bueno, caramba, gracias. Estuviste bien, también.

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Levanta la mirada con una media sonrisa. —¿Sí? Ruedo los ojos. —Oh, por favor. Ya sabes que estuviste increíble. —Sí, lo estuve —dice con un asentimiento. —Tan humilde. —Y guapo. Realmente debe apestar no ser yo. Niego con la cabeza. —Por lo tanto, si has intentado entrar por tres años, ¿qué has estado haciendo en medio de las audiciones? Observa el pasillo. —En su mayoría trabajaba para una compañía de construcción en Hoboken. Construían escenarios para espectáculos de Broadway. Pensé que si no podía estar en el escenario, podía trabajar detrás de escena. —¿Por eso tus manos están ásperas? —Frunce el ceño—. Durante el ejercicio del espejo —digo—, cuando nos tocamos, tus manos se encontraban callosas. Se mira las manos. —Prefiero pensar que son fuertes. Cargando toneladas de decoraciones no es un trabajo delicado. Un infierno de ejercicio. —Entonces, es por ello es que tienes todo —señalo a sus hombros y brazos—, ¿eso? Sonríe y niega con la cabeza. —Sí. Por eso tengo todo esto. Y el dinero suficiente para pagar por al menos dos años si quedo. —Cuando quedes —aclaro. Me mira por un segundo, como si alguien teniéndolo fe sea algo incomprensible. —Si tú lo dices, Taylor. Renuncio a pedirle que use mi nombre. Es probable que sea mejor si nos llamamos por el apellido, teniendo en cuenta que no seremos amigos ni nada parecido. Excepto que se siente como si ya lo fuéramos.

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Nos sentamos en silencio por un rato. Luego la puerta se abre y todo el mundo se levanta mientras Erika emerge con un papel. Todos nos quedamos en silencio, y esperanza se mueve alrededor de nosotros. —Para aquellos que se encuentran en la lista, felicitaciones. Regresarán mañana para la segunda ronda de audiciones. Los que no, me temo que no han tenido éxito. Pueden volver a audicionar el próximo año. Gracias por su tiempo. Pega el papel en la puerta antes de desaparecer de nuevo dentro. Hay una enorme masa de cuerpos mientras todos intentamos ver la lista. Me empujo hacia delante, mi corazón latiendo con fuerza, preparándose para la decepción. Cuando por fin llego adelante, contengo la respiración. Sólo hay tres nombres. Ethan Holt. Zoe Stevens. Y…‖Cassandra Taylor. El resto de nuestro grupo es eliminado. Me encuentro conmocionada. Lo hice. ¡Sí! Holt lee por encima de mi hombro y suspira con alivio. —Bien. Me giro mientras baja su cabeza y exhala. Luce como un prisionero condenado a muerte a quien se le ha concedido un indulto. —Oh, es dulce que estés tan feliz por mí —digo—. ¿De verdad tenías alguna duda? —¿De ti? Ninguna en absoluto. Felicidades. —Felicidades a ti también. Supongo que el mundo de la medicina está a salvo de tu deslumbrante tacto, por otro día por lo menos. —Supongo que sí. —Cuando me mira, la boca de mi estómago hormiguea y se revuelve.

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Me siento como si tuviera que decir algo más, pero mi cerebro se encuentra nublado y raro, así que simplemente me quedo ahí. Tampoco habla. Solo mira. Su rostro es fascinante de una manera irritantemente guapo. —Bueno —digo después de una larga y vergonzosa pausa—, supongo que te veré mañana. Asiente. —Sí. Claro. Hasta mañana, Taylor. Agarra su bolso y se aleja, pero sé que nos veremos mañana en la mañana. Estoy ansiándolo y temiéndolo al mismo tiempo. Nunca he tenido este tipo de reacción ante un chico antes. Me encuentro bastante segura de que no es una buena cosa.

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Regresando al pasado Traducido por Mery St. Clair & Mae Corregido por Melii

Querido Diario: Las rondas finales para Grove fueron agotadoras. Las entrevistas fueron de lo peor. Un panel de directores de Grove se sentó en una alargada mesa y acribillaron a todo el mundo sobre preguntas de su vida, familia y lo que les gustaba o disgustaba. El panel esperaba que yo fuera simplemente yo misma. Eso fue difícil. Al final, Erika se giró hacia mí y dijo—: Cassandra, eres una chica lista. Podrías elegir entre otras carreras. ¿Por qué quieres ser actriz? Sabía que debería decir algo sobre mi pasión por el teatro, o la importancia de una vibrante y envolvente cultura en un mundo de ideales desechables y reality shows. Pero mientras ella me miraba fijamente, no fui capaz de pensar en algo lo suficiente inteligente como para engañarla, así que hablé sin pensar. —Quiero actuar porque no sé muy bien quien realmente soy. Me parece un alivio ser otras personas. Ella sostuvo mi mirada por un momento, luego asintió antes de escribir algo en sus notas. Probablemente: loca adolescente con problemas emocionales de autoestima. No hacer ningún movimiento brusco. Salí sintiéndome como si dejara piezas de mí misma por todo el suelo.

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Sin embargo, debí haber hecho algo bien, porque dos meses más tarde recibí mi carta de aceptación. El día que la conseguí, grité tan fuerte que asusté al perro del vecino. Sabía que mamá y papá no estaban nada emocionados con la idea de mudarme al otro lado del país, pero también sabían que actuar era mi pasión, y ser aceptada en Grove era algo bastante importante. También ayudó que me concedieran una beca parcial que cubría la mitad de mi colegiatura, mi alojamiento y mudanza en el campus. Considerando que nosotros no éramos una familia rica, ese fue un gran bonus. En el fondo de mi mente tuve la vaga esperanza de que Holt hubiera conseguido entrar. Pensé que si lo logró, al menos conocería a una persona en el lugar. Una molesta y extrañamente intrigante persona.

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Camino por el apartamento con una enorme sonrisa en mi rostro. Hay dos dormitorios separados por un diminuto baño, un área que combina la sala/comedor y una pequeña cocina. El mobiliario es viejo y anticuado, la alfombra es horrible y tiene manchas de cosas que ni siquiera quiero descifrar, y creo que el vecino de arriba baila desnudo a la luz de la luna mientras sacrifica animales, pero en serio, ese chico es raro. A pesar de todo esto, es perfecto y es mío. Bueno, estoy compartiéndolo con una chica Ruby que estudia artes visuales, pero‖aun‖así… Puedo hacer lo que yo quiera. Comer lo que yo quiera. Ir a la cama cuando yo quiera. Sin padres vigilando cada uno de mis movimientos. Estoy casi vertiginosa con todas mis posibilidades. —Me debes treinta dólares por las provisiones —dice Ruby mientras estudia el recibo—. Oh, espera, son treinta y cuatro. Los tapones son tuyos. Es extraño mudarse con una desconocida, pero Ruby y yo hemos estado llevándonos bien, considerando que ella es mi polo opuesto. Yo soy un débil tono marrón, ella un rojo fuego. Soy de apariencia pasable, ella es espectacular. Soy una persona complaciente, ella es brutalmente honesta. Se deja caer en nuestro feo sofá marrón y enciende un cigarrillo. Extiende el paquete hacia mí, y tomo uno. Oh, sí, soy una fumadora ahora. Bueno, no lo soy, pero cuando Ruby dijo que ella lo era, decidí serlo también. Era algo que podría unirnos más. Además, sabía que la mayoría de la gente en las audiciones fumaba, así que parecía que yo también debería hacerlo. Además, mi madre lo odiaría. Muchas buenas razones para aceptar uno. Ella lo enciende para mí, e inhalo profundamente, luego toso. Ruby sacude su cabeza. Soy la peor principiante del mundo.

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—Así que —dice mientras sopla una corriente de humo—, por desgracia es tu turno de cocinar. —Oye, pensé que lo que preparé la otra noche fue bueno, considerando que nunca cociné antes. —Mujer —dice con un suspiro—, hiciste un desastre de macarrones con queso. En serio, si fallas cocinando esa mierda, nunca vamos a sobrevivir a la universidad. —Entonces, gracias a Dios que estás aquí para enseñarme. —Me alejo de ella, caminando penosamente a la cocina y saco un poco de carne y verdura del refrigerador. La cosa es que, Ruby tampoco es exactamente una chef gourmet, así que terminamos con la carne dura como una roca, un grumoso puré de papas y judías verdes que están tan dobladas que podrías usarlas para tejer una bufanda. —Voy a escribirle una queja al canal de cocina —dice Ruby mientras aparta la comida a un lado de su plato—, esas perras hacen que cocinar parezca fácil. Voy a demandarlas por publicidad engañosa. Esa noche hacemos un pacto para solamente comprar comida congelada. Es la forma más segura de evitar el hambre. Al día siguiente es el primer día de clases, y Ruby y yo caminamos la corta distancia de nuestro departamento hacia el campus principal. En los tres días desde que llegamos, hemos pasado algo de tiempo explorando nuestra nueva escuela. El campus no es enorme, pero está bien diseñado, y los edificios son una buena mezcla entre lo tradicional y lo contemporáneo. En medio del campus está el edificio principal —un gran edificio de cuatro pisos que alberga la biblioteca, cafetería, sala de estudiantes y varias salas de conferencias de gran tamaño. Alrededor del edificio principal, como los pétalos de una flor, están los diferentes edificios de artes, uno para cada disciplina: danza, teatro, música y artes visuales. Esa mañana Ruby y yo nos dirigimos al edificio principal para escuchar el discurso de bienvenida del decano. Entramos en la gran sala de conferencias, donde hay cerca de doscientos estudiantes de primer año dando vueltas. Todo el mundo está presentándose a sí mismo y analizando a los demás. Odio esto.

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Son muchas caras nuevas. Más expectativas que cumplir. Es abrumador. Puedo diferenciar los estudios de cada quien por la forma en que se visten. Los bailarines están usando lycra, los músicos tienen un aire vago y retro rodeándolos, y los artistas visuales parecen que estaban robando cosas de una tienda de segunda mano cuando una bomba de pintura explotó. Los chicos ruidosos son los de arte dramático. Siento mi pecho apretarse tan pronto me pregunto si voy a encargar aquí mejor que en mi escuela secundaria. No es que yo no tuviera amigos en el instituto. Los tuve. Pero siempre tuve cuidado de ser la Cassie que creí que ellos esperaban. Feliz, tranquila, fácil de tratar. Lista, pero no intimidante. Bonita, pero no deseada. La chica que actuaba de intermediario cuando a una amiga le gustaba un chico, pero que nunca un chico le correspondió. Tomo una respiración profunda y la dejo salir lentamente. Esta es una escuela nueva, personas nuevas, reglas nuevas. Quizás alguien aquí pueda ver detrás de mis muchas caras falsas. —Vamos —dice Ruby—. Consigamos asientos para no tener que hablar con ninguno de esos hijos de puta. En ese momento, la amo. Caminamos hasta la mitad del auditorio y tomamos nuestros asientos. Unos minutos más tarde, veo una cara familiar dirigiéndose hacia nosotros. —Hola, Cassie. —¡Connor! Hola. Conocí a Connor en las audiciones. Nos habían emparejado para realizar algunas escenas, y aunque no tuvimos la misma loca intensidad que compartí con Holt, aun teníamos una decente química. También era muy lindo, y hasta donde yo podía decir, era un buen chico, lo cual es extraño entre los chicos de teatro. Él señala el asiento a mi lado. —¿Puedo? —Claro —Le presento a Ruby, quien ya parece aburrida. Connor se sienta a mi lado, y le doy una sonrisa. Con su cabello color arena, ojos marrones y expresión amable, aun me provoca que frunza el ceño. Definitivamente es lindo.

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—Me alegro que lograrás entrar —dice—. Al menos hay una persona que conozco en clases. —Sí, no he visto a otro conocido aún. —Vi un par de rostros familiares —Miro alrededor—. Pero soy malo con los nombres.‖Vi‖a‖esa‖chica‖rubia‖que‖habla‖un‖montón… —¿Zoe? —Sí. Y ese chico alto con el cabello guay. —¿Holt? —Sí. Él está justo allí. Señala al otro lado del auditorio, donde veo a Holt recostado en un asiento. Tiene los pies sobre la silla frente a él y su cabeza dentro del mismo libro que leía en las audiciones. Debe ser gran fan de Los Rebeldes. Siento un extraño cosquilleo en el estómago cuando lo miro. Me alegra que él lo lograra. Entrar en este lugar significaba mucho para él, y a pesar de sus evidentes trastornos de personalidad, es muy talentoso. —Parece gustarle la soledad —dice Connor. No me pierdo el hecho de que su brazo está estirado sobre el respaldo de mi silla—. Pero, joder, sabe cómo actuar. Lo vi siendo Marcutio el año pasado en el festival de Tribeca Shakespeare. Fue asombroso. —Te creo. —A mi mente llega una imagen nítida de Holt como una versión moderna de Mercucio. Todo en cuero y mezclilla y oscuro, con su mirada ceñuda. Mientras lo estoy mirando fijamente, él levanta la mirada y me pilla. La esquina de su boca se curva y una de sus manos se aleja de su libro como si fuera a sonreír y a saludar. Luego nota a Connor, y en menos de un segundo regresa a su libro como si no me hubiera visto en absoluto. Connor arquea sus cejas. —¿Hice algo para molestarlo? Parece como si quisiera matarme. —No te preocupes por ello —digo con un suspiro—. Es así con todo el mundo. No pasa mucho tiempo para que el decano suba a la tribuna y nos dé la bienvenida. Da un discurso sobre lo orgullosos que debemos estar por haber entrado a la universidad más prestigiosa de artes en el país, e incluso cuando probablemente da el mismo discurso cada año, sus palabras me hacen hincharme

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como pavo real. Por primera vez en mi vida, siento como si estuviera logrando algo para mí y no para mis padres. Se siente bien. Cuando el decano termina, la sala de conferencias se vacía rápidamente y todos nos escabullimos hacia nuestro primer día de clases. Ruby se despide de mí y Connor, y se dirige a su clase de dirección de escenas. Cuando se ha ido, Connor pasa su brazo alrededor de mis hombros y me dirige hacia nuestra primera clase de actuación. Aunque se siente raro que él se sienta cómodo invadiendo mi espacio personal, cuando apenas nos conocemos, también se siente bien. No estoy acostumbrada a chicos colocando sus brazos musculosos alrededor de mis hombros, pero podría acostumbrarme. Entramos a una enorme habitación vacía con paredes de ladrillo y una alfombra áspera. Siguiendo el ejemplo de esos quienes ya están allí, dejamos caer nuestras mochilas en el perímetro de la habitación y nos sentamos en el suelo. Miro alrededor del resto de la clase. Tanta gente nueva para conocer y complacer. Mi patética necesidad de ser lo que ellos esperan de mí crea una capa de sudor en mi frente. —¿Estás bien? —pregunta Connor, su mano en mi espalda. —Sí. Solo un poco nerviosa. —Aquí —dice, mientras se mueve detrás de mí—. Voy a ayudarte a relajarte. Cuando masajea los músculos tensos de mis hombros, casi gimo. A pesar de sus talentosas manos, entiendo la razón detrás de Connor. Quiere ser el chico cariñoso y solidario. Bien por mí. Quiero tener apoyo. Es ganar y ganar. El resto de la clase charla y ríe, pero solo veo un par de rostros conocidos. A poca distancia se encuentra Zoe y la chica rubia que vi el primer día de las audiciones. Creo que su nombre es Phoebe. Fiel a su estilo, están platicando en voz alta‖y‖diciendo‖“Oh,‖por‖Dios”‖a‖cada‖rato.‖En‖la‖esquina‖est{n‖Troy‖y‖Mariska,‖el‖ hermano y hermana que parecen escalofriantes y silenciosos. Está la chica con el cabello puntiagudo llamada Miranda, que estoy bastante segura que no le agradé en las audiciones, y el chico con chaqueta oscura llamado Lucas. Él está sentando al lado del chico bromista y de cabello rizado llamado Jack, quien tenía a todos malhumorados en las audiciones. Está molestando a Lucas, fingiendo la voz de los personajes de Disney.

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Mientras escaneo la habitación, Holt entra. Cuando ve a Connor masajeando mi espalda, rueda sus ojos y toma asiento lo más lejos de mí como es posible. Como sea. No entiendo a Holt. Por lo general, sé lo que las personas esperan de mí en cuestión de minutos de conocerlas. ¿Quieres que me ría de tus chistes? Bueno. Oh, por favor, cuéntame tus esperanzas y sueños! ¡Eso sería genial! ¿Un hombro donde llorar? No hay problema. Pero con Holt... es como si quisiera que yo no existiera. Eso es algo que no sé cómo hacer. Debería estar herida por su comportamiento, pero no lo estoy. Simplemente lo hace un enorme, malhumorado, rompecabezas de buen olor que estoy decidida a resolver. En poco tiempo, Erika entra a la habitación y todo el mundo se queda en silencio. —Bueno. Esto es Interpretación Avanzada, también conocida como la clase “dejen‖su‖mierda‖en‖la‖puerta‖o‖los‖sacaré‖a‖patadas”.‖Aquí,‖no‖me‖importa‖si‖est{n‖ cansados o asustados, con resaca o drogados. Espero el cien por ciento de su esfuerzo el cien por ciento de las veces. Si no son incapaces de eso, entonces no aparezcan. No quiero lidiar con ustedes. Algunas personas miran a su alrededor con nerviosismo, incluyéndome. —Están aquí porque vimos algo en ustedes que merecía ser desarrollado, no mimado y consentido. Si piensan que porque pueden decir algunas líneas con una pizca de emoción esta clase va a ser fácil, se equivocan. Es aquí donde encontrarán exactamente dónde están sus debilidades. Voy a desnudarlos hasta los huesos, luego reconstruirlos, capa por capa. Si eso suena doloroso, es porque lo será. Pero al final, conocerán a cada persona en esta habitación mejor que su propia familia. Y, sobre todo, realmente va a conocerse a sí mismos. Me mira cuando dice esto, y tengo un repentino impulso irracional de huir de la habitación y no volver nunca más. —Correcto. Todo el mundo de pies. Es el momento de llegar a conocerse. Nos ordena en dos líneas. —Las reglas son simples. La línea más cercana de las ventanas le hace a su pareja una pregunta, y la pareja debe responder con honestidad. Luego cambian.

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Tendrá que continuar el patrón hasta que se acabe el tiempo y siguen adelante. El reto aquí es llegar a saber tanto sobre la otra persona como les sea posible en el tiempo dado, y no estoy hablando de nombre, edad y color favorito. Al final de este ejercicio, deberían ser capaces de decirme un hecho personal interesante de todos en esta sala. Su tiempo comienza ahora. Me dirijo a la persona frente a mí. Es Mariska. Tiene el pelo recto, de tono negro que rodea su cara. Sus ojos son tan oscuros. Me mira expectante. Correcto. Se supone que debo hacer una pregunta. Es difícil pensar en algo. Es algo desagradable. —Uh... ¿qué haces para divertirte? —Me corto. ¿Y tú? Parpadeo durante cinco segundos mientras proceso eso. —Uh... leo. ¿Por qué te cortas? —Me gusta el dolor. ¿Por qué lees? —Yo... bueno... disfruto de las palabras. Durante los siguientes dos minutos y medio hablamos de libros y películas, pero‖todavía‖estoy‖perdida‖en‖el‖argumento‖“me‖corto‖por‖diversión”.‖Cuando‖se‖ acaba el tiempo, con gratitud paso a la siguiente persona. El ciclo continúa, y aprendo un montón de cosas interesantes acerca de mis nuevos compañeros de clase. Miranda ha sabido que es lesbiana desde que tenía ocho años y cree que tengo hermosos pechos. Lucas fue arrestado por robo a mano armada cuando tenía dieciséis años porque era adicto al crack, pero ahora que está lejos de las drogas duras y sólo fuma marihuana. Una chica alta, de piel de ébano llamada Aiyah emigró a los Estados Unidos con su familia cuando tenía doce años después de que sus abuelos y dos tíos fueran masacrados en su pueblo en Argelia. Zoe conoció a Robert De Niro en una tienda hace dos años, y está segura de que le tiró los tejos. Y Connor tiene dos hermanos mayores en el ejército, que creen que es gay por querer actuar. Le daban una paliza en cada reunión familiar. Me siento como una idiota. Un desperdicio inútil, con sabor a vainilla del espacio. Antes de hoy, nunca había conocido a una lesbiana. O un adicto a las drogas. O alguien que había perdido a la mitad de su familia. Estuve demasiado ocupado estando segura y cómoda en mi pequeña ciudad natal, pensando que lo tenía difícil porque mis padres esperaban mucho de mí. Dios, soy patética.

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Para el momento en que me detengo frente a Holt, mi mente late por mi nuevo y mejorado complejo de inferioridad. Levanto la mirada. Tiene el ceño fruncido. Tal vez le duele la cabeza, también. —¿Te duele la cabeza? —pregunto con un suspiro. —No. ¿Y a ti? —Sí. ¿Por qué parezco no tener filtro verbal a tu alrededor? —No tengo ni idea, pero no dudes en arreglar eso. ¿Te estás volviendo loca porque en comparación con la mayoría de esta gente, te sientes como una quejica malcriada? —Uh... sí. Eso es exactamente lo que siento, y gracias por decirlo tan elocuentemente. ¿Es tan obvio? Me da una pequeña sonrisa. —No. Pero es lo que siento. Sólo esperaba que alguien más lo sintiera, también. Por un momento, estamos unidos en nuestra monstruosa normalidad. Nuestra notable normalidad. —Por lo tanto, ¿no hay profundos secretos oscuros que desees compartir conmigo? —pregunta. —No. Además de robar accidentalmente un sacapuntas del oso Pooh cuando tenía cinco años, soy completamente normal en todos los sentidos. ¿No te has dado cuenta? —No, no lo he hecho. —Sus ojos están haciendo esa molesta cosa intensa de nuevo—. Me di cuenta de una cosa notable acerca de ti. Elevo una ceja. —¿En serio? ¿Y qué podría ser? Toma mi mano, luego junta nuestras palmas mientras alinea nuestros dedos. El mismo calor que compartimos en las audiciones se enciende, y por un momento creo que va a decir algo acerca de nuestra increíble conexión. En cambio, dice: —Tienes monstruosamente grandes manos de hombre. ¡¿Discúlpame?! —¡No tengo las manos de hombre! —Sí, las tienes. Lo advertí cuando hicimos el ejercicio del espejo. Míralas. Examino nuestras manos apretadas una contra otra. Sus dedos son sólo más delgados que los míos, y eso es decir algo, porque si picara su nariz con esas cosas, podía darse a sí mismo una lobotomía. —Tal vez tus manos son sólo femeninas —le digo.

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—Taylor, tengo un metro noventa y zapatos talla doce, y tu mano es casi tan grande como la mía. No me puedes decir que no encuentras eso extraño. Aparto mi mano y lo miro de mala manera. —Bueno, gracias por señalarlo. Ahora voy a ser súper consciente de mis manos mutantes. —No lo hagas. Algunos chicos podría encontrarlo atractivo. Parcialmente chicos‖gay,‖por‖supuesto,‖porque‖esas‖manos‖son‖como… —¡Cállate! —Bien. No voy a mencionarlas nunca más. Y voy a tratar de no mirar. Sin promesas. Son como gigantes satélites atrayentes de atención. Se cree gracioso. No lo es. —¿Por qué me odias tanto? —pregunto. Me mira por un momento, y parpadea con sus ojos bonitos. —No te odio, Taylor. ¿Por qué piensas eso? —Oh, no lo sé. Tal vez porque cuando no estás molestándome, o estás ignorándome o frunciéndome el ceño. Y en las audiciones me dijiste que no íbamos a ser amigos. ¿Por qué dirías eso? Suspira y se frota los ojos. —Debido a que no lo somos. ¿Por qué? ¿Quieres que seamos amigos? —No especialmente, lo que es realmente extraño, porque normalmente estoy desesperada por ser amiga de todo el mundo. —Lo he notado. —¿Que se supone que significa eso? Él agita su mano con desdén, lo que, concluyo, me debería dar rienda suelta para golpearlo en el estómago. —Nada. Olvídalo. ¿A quién le toca hacer una pregunta? —No, no lo olvidaré. ¿Qué quieres decir con eso? —Creo que es mi turno —dice, ignorándome—. Entonces, ¿estás saliendo con ese Connor? La pregunta me toma por sorpresa. —¿Qué? —¿Tartamudeo? ¿Estás saliendo con él? —¿Salir con él como en...? —Oh, Jesús, Taylor... como tener citas. Verlo desnudo. Follarlo.

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—¡¿Qué ?! —Estoy tan enojada, que apenas puedo respirar. —El objetivo del ejercicio es responder a la pregunta —dice con calma—. Honestidad, por favor. —¡No te incumbe! Se inclina y baja la voz a un susurro. —¿Tengo que traer a Erika aquí y decirle que no estás completando el ejercicio que asignó? Quiere que nosotros compartamos, ¿recuerdas? Pensar en Erika pensando mal de mí me da ganas de vomitar. En él. —Eres un imbécil. —Y estás siendo evasiva. Responde la pregunta. —¿Por qué te importa si estoy —quiero ahorcarlo por decir la palabra con f, pero simplemente no puede sacarla de mi labios—, saliendo con él? —No lo hago. Sólo tengo curiosidad. Se veían bastante amigables antes. De hecho, parecía que iba a toquetearte en frente de toda la clase. —Dios, eres repugnante. —Sólo tienes que responder a la pregunta. —¡No! —No, no estás saliendo con él, o no, no responderás a la pregunta. —Ambos. —Bueno,‖eso‖es‖imposible.‖Si‖es‖“no” a la primera estás diciendo de forma autom{tica‖“sí” a la segunda. —Deja. De. Hablar. —Mi cara está al rojo vivo. —¿Así que tu respuesta a mi pregunta original es no o no? —No,‖mi‖respuesta‖no‖es‖“no”. —¿No? —¡No! —Maldita sea, ahora estoy confundida en cuanto a qué exactamente estoy diciendo que no. Por ahora, puedo sentir un rubor arrastrándose sobre mi cuello. Casi me dan ganas‖de‖reír‖por‖su‖suposición‖de‖que‖pudiera‖tener‖“citas”,‖y‖mucho‖menos‖con‖ alguien tan encantador y guapo como Connor. He besado a unos chicos en varias fiestas de la secundaria, pero eso era lo más lejos que mi experiencia llegaba. Sus bocas descuidadas y lenguas dando

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vueltas nunca me dieron las ganas de llevarlo más lejos. Si el sexo fuera béisbol, todavía me encontraba en el banquillo. La única acción que mis bases vieron fue cortesía de mis propias manos curiosas, e incluso entonces, nunca logré un home run. Por supuesto, Holt no lo sabe. Abro la boca para decirle que monto a Connor como un caballo salvaje del rodeo, pero la mirada en sus ojos me detiene. En medio de todos sus bordes duros y dura mirada, hay algo frágil en él, y no puedo hacerlo. Miro a mis pies y suspiro. —No, no estoy saliendo con él. El ceño de Holt disminuye. —Bien. Sólo mantente alejada de él. No me gusta la forma en que te mira. Destellos de mi padre diciendo exactamente lo mismo acerca de todos los chicos que se molestaron en mirarme de reojo saltan en mi cerebro, y de pronto, mi nueva libertad no parece tan libre más. —Tal vez me gusta la forma en que me mira —le digo, y saco mi barbilla—. Y si alguna vez decido salir con él, te aseguro que no necesitaré tu permiso. No eres mi hermano mayor, no eres mi padre y ya has dejado muy claro que no eres mi amigo, así que discúlpame si no baso mis opciones de citas en tu opinión. Connor es un buen tipo. Podría hacer algo peor que salir con él. La ira aparece en su expresión, pero compone su cara rápidamente. —Bien. Sal con toda la escuela por lo que me importa. —Quizá lo haga. Antes de que pueda decir algo más, Erika grita para que nos movamos a la siguiente persona, y se ha ido. Me quedo parada allí con ganas de despotricar un poco más, pero Phoebe está delante de mí, y de lo único que quiere hablar es de Holt. Lo guapo que es. Qué tan alto que es. Qué tan intenso es. Cuanto quiere salir con él. La odio inmediatamente. Después de la clase, todo el mundo está charlando, y aunque Holt está al otro lado de la habitación, puedo sentir que me observa. No creo que alguna vez realmente supiera el significado de la palabra “antagonizar”‖ antes‖ de‖ conocerlo,‖ pero‖ estoy‖ segura‖ que‖ lo sé ahora. Nunca he tenido alguien que me irritara tan intensamente antes. Si estoy siendo completamente honesta, me gusta provocar.

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Doy un vistazo hacia él para asegurarme de que está mirando antes de agarrar el brazo de Connor y hacer mi mejor imitación coqueta de Zoe mientras le pido que me acompañe hasta la próxima clase. Holt no habla conmigo por el resto de la semana.

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Hacer el primer movimiento Traducido por Alessandra Wilde & Pachi Reed15 Corregido por Miry GPE

Querido Diario, Cuanto más tiempo paso con él, más invade mis sueños. No quiero recordar, pero se abre paso en mi mente. Está aquí, bajo mis manos. Sus labios sobre mi piel. Es perfecto y cálido, y me digo que no va a huir esta vez. Lo sostengo junto a mí, alejando el miedo, deseando que se pierda en mí. Que se quede. Y a pesar de que ya ha escrito una tragedia, quiero que cambie de opinión. Entonces él está dentro de mí, y es la perfección. Le doy la parte de mí que no puedo imaginar darle a nadie más. Me dice que es preciosa. Que no se la merece. Después, me abraza como si nunca quisiera dejarme ir. Creo que se quedará de esta manera. Que no cambiará las cosas. Por supuesto que lo hace. Se cubre de nuevo, tan disfrazado por capas que ni siquiera lo veo ya, sólo el dolor que deja tras de sí. Le echo la culpa, pero es mi culpa. Estúpida, romántica, crédula. Vi lo que quería ver. Sentí lo que quería sentir. Él sólo interpretó su parte.

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A veces estรก detrรกs de mis ojos, llorando y expuesto, y es la cosa mรกs hermosa que he visto en mi vida. Pero era un acto. Es un actor. Y es muy, muy bueno.

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Salgo de mi clase de Historia del Teatro, mi cerebro revuelto con información sobre anfiteatros romanos, cuando me doy un golpazo contra el pecho de alguien alto y me tenso. Por supuesto, mis notas salen volando. —¡Rayos! Ese alguien alto se ríe, y mis pelos se erizan. Levanto la mirada hacia la cara sonriente de Holt. Mi expresión debe gritar violencia inminente, porque su sonrisa cae más rápido que las bragas de Zoe Stevens en una noche de sábado. Cuando me agacho a recoger mis notas, está a mi lado. Quiero darle una palmada en las manos para que se aleje, ya que desde el ejercicio de llegar-aconocerte en nuestro primer día, no me ha dicho ni una palabra. No estoy bien con eso. —Déjalas —le digo mientras recoge mis notas. Sostiene las notas, y se las arrebato sin levantar la vista. Contengo el instinto de decir "gracias", porque después de la forma en que me ha tratado, no se lo merece. —Gracias —murmuro involuntariamente. ¡Maldita seas, cortesía automatizada! —De nada —dice con su estúpida voz suave. Me abro paso más allá de él y doy zancadas por las escaleras hacia el edificio central. A los pocos segundos, camina a mi lado como si fuera la cosa más natural del mundo. —Gran semana, ¿eh? —dice—. Pensé que Erika iba a expulsar a Lucas cuando apareció todo drogado, pero creo que se dio cuenta de que es un mejor actor cuando está medio-pasado.

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Me detengo y me vuelvo para mirarlo. —Holt, no puedes ignorarme durante una semana y luego empezar a charlar como si nada. —No te he ignorado. —Oh, sí, lo has hecho. —No, ignorarte sería hacer caso omiso de tu presencia. Te he notado. Sólo he elegido a no hablarte. —¿Eso es mejor o peor que ser ignorada por completo? —Ligeramente mejor. Alzo mis manos. —Bueno, gracias a Dios. Entonces, no voy a tomarlo como una ofensa. —Bien por ti. —Estaba siendo sarcástica, idiota. —Taylor, ¿siempre eres así de malhumorada o estás con tu periodo? —¡¿Qué?!¡¿Estoy... qué?! ¡¿Con mi periodo?! ¡Eres tan...Dios! ¡Cállate! Me alejo, pero mantiene el ritmo, y mi periodo me vuelve locamente furiosa y chillona, todo al mismo tiempo. —¡¿Por qué me sigues?! —No te sigo. Camino a tu lado. ¡Santo Jesús, dame fuerzas! —¿Qué quieres? —pregunto, sintiéndome como un pequeño perro chillón a su lado. Suspira y baja la vista a sus ridículos pies gigantes. —Nada. ¿Irás a la fiesta de Jack esta noche? —¿Por qué quieres saber? Se frota los ojos. —No tengo ni puta idea. —¿Vas a ir? —Probablemente no. —Entonces, seguro, voy a estar allí. Me mira por unos cuantos segundos antes de fruncir el ceño como si tratara de calcular cuántas sandías cabrían en un remolque. Luego, sin decir una palabra, se da vuelta y se aleja.

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—Oh, está bien, ¿así que hemos terminado aquí? —digo a su espalda—. Bueno, gracias por hacer el esfuerzo. ¡Tus habilidades de conversación son verdaderamente estimulantes! Gracias a Dios que es fin de semana. No voy a tener que verlo por dos días enteros. Para cuando llego pisoteando a mi apartamento, cualquier deseo de ir a la fiesta se ha desintegrado. Todo lo que quiero hacer es sumergirme en la bañera por un‖par‖de‖horas,‖comer‖mi‖propio‖peso‖en‖helado‖Ben‖&Jerry’s,‖e ir a la cama. Ruby tiene otras ideas. —Levántate. —No quiero —digo, sonando como un niño de dos años de edad. —Irás. —Ruby... —No empieces conmigo, Cassie. Es nuestra primera fiesta de universidad, y vas así tenga que arrastrarte hasta allí del cabello. A juzgar por tu cara cuando entraste por la puerta, necesitas seriamente echar un polvo. Pongo los ojos en blanco. Me gustaría ser el tipo de chica que podría resolver sus problemas con apasionado sexo salvaje. Pero teniendo en cuenta que mi tarjeta V sigue intacta, verdaderamente válida y que el coqueteo no es precisamente mi fuerte, lo mejor que puedo esperar es no pasar un mal rato. —Creo que la única persona que tendrá sexo esta noche serás tú, Ruby. Lanza sus manos al aire, exasperada. —Cassie, eres hermosa. Podrías tener a cualquier chico que quisieras si tan sólo mostrarás un poco de confianza. —Sí, claro. —Prométeme que harás un movimiento esta noche. Me río. —No creo que lo entiendas. No tengo movimientos. Ninguno. Existo en un vacío de movimientos. Cuadra su boca de tal manera que sé que no ganaré una discusión con ella en corto plazo. —¿Tengo que recordarte que eres una actriz? Actúa como si supieras qué carajo haces. Ahora, ponte algo sexy y vámonos. Realmente no poseo nada sexy, así que me conformo con mis pantalones más ajustados y un suéter de corte bajo que hace que mis senos se vean muy bien. Incluso me pongo algo de maquillaje y hago algo con mi cabello. Ruby se encoge de hombros a modo de aprobación.

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Media hora más tarde, nos estacionamos en una enorme casa, en una calle ancha. —Vaya, ¿quién vive aquí? —pregunta Ruby cuando cierra la puerta del taxi. —Jack Avery la comparte con otros dos chicos de mi clase. Lucas y Connor. —¿Connor? —dice, levantando una ceja—. ¿Ese es el tipo que conocí el primer día? —Sí. —Es lindo. ¿Algo de química allí? Sonrío cuando pienso en lo atento que Connor ha sido. —Me abraza mucho. —Bueno, ahí lo tienes —dice ella, como si se resolvieran todos mis problemas—. Haz un movimiento hacia él. Me encojo de hombros, porque a pesar de que me gusta Connor, no sé si me gusta Connor. —Escucha —dice—, no te pido que camines al altar con él y tengas bebés regordetes y ruidosos. Sólo pasa un buen rato. Tontea un poco. No te va a matar. —¿No se supone que el chico haga el primer movimiento? —Maldita sea, Cass, deja de ser cobarde. Mira, incluso te endulzaré las cosas. Si encuentras las bolas para hacerlo con un chico esta noche, lavaré tu ropa por un mes. Tiene mi atención. Nuestro edificio cuenta con una antigua máquina de lavar que se demora más de una hora para ir a través de su ciclo, así que lavar la ropa de verdad apesta. —Bien. No puedo prometerte que no estaré incómoda y avergonzada, pero voy a intentarlo, ¿de acuerdo? Sonríe y tira de mí hacia la casa ruidosa. —Suficientemente bueno. Hay gente hablando y riendo en el jardín delantero. Parece que la mayor parte de la clase de primer año ha venido. Me preparo para conjurar una personalidad. —Vamos —dice Ruby mientras me tira en el lío de gente—. Tienes que tomar una copa. —No bebo.

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—Lo haces ahora. —Agarra dos tubos de ensayo de color verde brillante de una chica con una bandeja—. Dos o tres de estos, y abordarás chicos y les arrancarás sus camisas. A pesar de dudar de su predicción, cuarenta y cinco minutos y tres tubos de ensayo más tarde, me inclino contra una pared sintiéndome juguetona. Balanceo la cabeza al ritmo mientras Ruby baila con un grupo de chicos, todos desesperados por impresionarla. Ella coquetea con algunos de ellos, pero uno —un tipo alto, de buen cuerpo que también asiste a su clase de artes visuales—, recibe atención especial. Él se inclina para susurrarle algo. Ella me mira y levanta las cejas antes de tomar su mano y salir a la terraza. Hace que parezca tan fácil. Bien, vale. Puedo hacer esto. Encontrar chico lindo. Charlar con chico lindo. Ser encantadora. Chupar su rostro. El pánico me hace estremecerme. Maldita sea. Voy por el pasillo en busca del cuarto de baño, el refugio de las fiestas donde es aceptable estar solo. Antes de que lo encuentre, veo a Holt de pie en la puerta de la cocina. ¿Qué diablos hace aquí? Se inclina y habla con la pequeña y linda chica a su lado. ¿Él tiene novia? Por supuesto que sí. Alguien tan atractivo como él probablemente tiene decenas de mujeres arrojándose a sus grandes y estúpidos pies de payaso. Siento que me sonrojo, rápido y caliente, no me gusta. El alcohol me ha vuelto lenta, y antes de que pueda fingir que no lo veo, camina hacia mí con la mano en la espalda de la chica. Ella me sonríe como si me conociera. —Hola, Cassie —dice ella. Tiene un aspecto familiar, pero mi cerebro se encuentra brumoso—. Soy Elissa. Estoy en artes visuales con Ruby. —Oh, correcto. Hola, Elissa. —Ella estuvo hablando con Ruby el otro día en nuestra clase de semiótica. Cara bonita. Ojos de ciervo. Echo un vistazo a Holt, y mi cara arde cuando veo que mira hacia mis tetas. Rápidamente vuelve la vista mi cara y se aclara la garganta.

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—Taylor —dice y asiente. —Holt. —Trato de no dejar que mi cerebro reconozca cuan molestamente guapo se ve en sus oscuros pantalones vaqueros y camisa azul abotonada con las mangas arremangadas. Antebrazos. Lindo. —Pensé que no ibas a venir —le digo. —Bueno, escuché que todos los chicos populares estarían aquí, así que no podía permanecer lejos. Elissa mira entre nosotros, me pregunto si se da cuenta de lo mucho que su novio me pone de nervios. —Así que, Cassie, ¿Ethan y tú asisten al curso de actuación juntos? —Sí, pero no hemos hecho mucha actuación todavía. —Bueno, sólo ha pasado una semana —dice, sonriendo—. Las audiciones para el proyecto de teatro final se acercan. He oído rumores de que harán Romeo y Julieta. Nunca se sabe. Ustedes dos podrían terminar interpretando a los desventurados amantes. Holt y yo nos echamos a reír como si fuera la cosa más divertida que hemos escuchado. Elissa nos mira como si ambos estuviéramos locos. —Está bien —dice mientras aplaude—. Tengo que emborracharme tan pronto como sea posible. Nos vemos más tarde. Pasa a mi lado y camina por el pasillo. —Me voy en dos horas —le grita Holt—. Si quieres un viaje a casa, encuéntrame antes de esa hora, o bien puedes jodidamente caminar. Guau. Si sólo tuviera un novio tan encantador. Meneo la cabeza con disgusto. —¿Qué? —pregunta. —Tú. —¿Qué hay de mí? —¿Siempre hablas con ella de esa manera? —Sí. —¿Por qué?

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—¿Por qué no? —Debido a que es de mala educación. Me lanza una sonrisa de medio lado y niega. —Ese era yo siendo cortés. Digo cosas mucho peores en casa. —¿En casa? —Sí. —¿Vives con ella? —Bueno, preferiría no hacerlo, pero me parece que no puedo deshacerme de ella. Una vez la dejé afuera, pero es muy ingeniosa y logró forzar la cerradura con una brizna de hierba y un clip. —Dios, Holt, no eres más que... tan... ¡uf! ¿Por qué te aguanta? Oficialmente eres el peor novio del mundo. Sus ojos se abren ampliamente. Luego, se ríe. —Elissa no es mi novia. Jesús, eso es asqueroso. Es mi hermana. Es mi turno de estar sorprendida. —¿Tu hermana? —Sí. El alivio nunca se ha sentido más odioso. —No te preocupes, Taylor —susurra—.Estoy soltero. No es necesario que te pongas celosa. Me río. —No estoy celosa. Me alegro de que no estés infligiendo tu personalidad tóxica en algún pobre miembro del sexo opuesto. Algo oscuro destella en sus ojos cuando baja la mirada, y me da la impresión de que he dicho algo realmente malo. Estoy a punto de tratar y averiguarlo cuando Connor aparece y pasa su brazo alrededor de mis hombros. —Oye, Cassie, he estado buscándote. Me alegro de que hayas podido venir. Me abraza y puedo sentir a Holt mirándonos. —No me lo perdería —le digo, y lo abrazo de regreso. —Oye, Ethan —dice y palmea a Holt en el hombro—. Gracias por venir, hombre. Holt sonríe, pero es tensa y forzada. —No me lo perdería. —Entonces —dice Connor—.Varios de nuestra clase se encuentran en los juegos de beber en el sótano. ¿Quieren unirse?

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Sonrío. —Claro. Holt se encoge de hombros. Connor dirige el camino. Cuando llegamos a la planta baja, cerca de veinte personas de nuestra clase se hallan sentadas en un círculo con una colección de botellas, latas de cerveza y vasos de chupito esparcidos por el suelo. —Encontré dos más —dice Connor mientras nos guía en el círculo. El grupo suelta lo que sólo puede ser descrito como un rugido de ebriedad. Zoe tira inmediatamente de Holt a su lado y le entrega una copa. Connor se sienta a mi lado. Jack nos pone al día con un vaso de líquido marrón. Holt se lo toma de golpe y niega a que lo vuelvan a llenar, murmurando algo acerca de tener que conducir. Es irónico que él sea una de las pocas personas en nuestra clase que tiene veintiún años y, sin embargo, es el único que no bebe. Me bebo mi chupito, a continuación toso como si hubiera tragado ácido. Todo el mundo se ríe, y los juegos comienzan. Trato de concentrarme, pero no me sé muy bien las reglas. Termino bebiendo mucho. Demasiado. Después de un tiempo, todo es divertido. Todo el mundo es lindo. Quiero abrazar y besar a todos porque son tan agradables, bonitos y divertidos. Luego está la música. Fuerte y vibrando. Alguien me pone de pie. Connor. Pone sus brazos alrededor de mí, así que pongo los míos en torno a él, trato de bailar, pero lo único que puedo hacer es balancearme. A Connor no le importa. Es cálido y frota su nariz en mi garganta. —Hueles tan bien, Cassie. Sonrío, porque su nariz me hace cosquillas. Porque es dulce. Porque me gusta la forma en que me sostiene. Me cuelgo de él y sonrío, pero mi cuerpo se siente pesado. Entonces sus labios están donde estaba su nariz, y me siento entumecida. Pero algo está mal. La sala se inclina. Me alejo. Me digo que no busco a Holt, pero lo hago. En todas partes la gente baila y ríe. Besuqueándose.

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Veo a Holt al otro lado de la habitación, sentado en un sofá bebiendo una Coca Cola. Zoe habla con él y tocándolo‖de‖una‖manera‖que‖dice:‖“Te‖dejaré‖hacer‖ lo‖ que‖ quieras‖ conmigo”.‖ Pero‖ no‖ la‖ escucha. Me mira a mí, y ahora me siento mucho más entumecida. No quiero que me haga sentir estas cosas, así que me vuelvo hacia Connor. Él acaricia mi espalda. Se siente muy bien. Siempre ansié que un chico me mirara así. Ahora uno lo hace, pero lo único en lo que puedo pensar es en la cara con el ceño fruncido al otro lado de la habitación. —Cassie, quiero besarte. Parece escanear mi rostro, en busca de una respuesta. Quiero ser besada, pero creo que es el alcohol hablando. La voz de Ruby se encuentra en mi cabeza diciéndome que deje de ser cobarde y que simplemente lo haga. Connor mira mi boca mientras su rostro se acerca cada vez más, y me siento demasiado caliente y demasiado borracha. Entonces Connor me besa, y una parte de mí quiere devolverle el beso, pero no puedo. Me alejo. —Connor... Sonríe y deja caer su cabeza. —Lo siento —le digo. Creo que debo estar defectuosa por no querer besarlo, porque él es muy guapo y dulce. Niega. —No te preocupes. —Lo quiero, en verdad lo hago... —le digo, arrastrando las palabras. —Sí, pero tengo la sensación de que deseas besar a alguien más. Toca mi mejilla, y no tengo la oportunidad de decirle que se equivoca antes de que desaparezca por las escaleras. La música cambia, y hace que el piso se mueva demasiado por lo que tengo que sentarme. Me tambaleo hacia los sofás. Parecen tan lejanos. Alguien me agarra del brazo y me guía. Sin mirar, sé que es Holt. Jack aparece por el otro lado y se ríe. —¡Taylor, estás taaaan ebria! Hyena se ríe.

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Manos calientes tratan de empujarme hacia el sofá, pero Jack me da la botella de nuevo, y sería grosero no beber. Abofeteo las manos que tratan de ayudarme y agarro la botella. Tomo un trago y hago una mueca. Es asqueroso pero impresionante. Todo el mundo ríe, y yo también. Muy ruidoso. Muy estridente. Mi yo borracha se ríe como idiota. —Bueno, eso es todo, ella ha tenido suficiente. La voz de Holt. Brusco. Suena como mi padre. —Amigo, nadie lo mete por su garganta. Es una chica grande. —Pásale la botella a otra persona, Avery. Ahora. Tropiezo y todo el mundo ríe. Obviamente, la Cassie borracha es hilarante. Todos se encuentran borrosos ahora. Parpadeo por demasiado tiempo. Me balanceo y manos calientes están en mí otra vez. —Cristo, Taylor, ¿te sentarás antes de caer? Voz irritable. No aprueba a Cassie Borracha. A Cassie Borracha no le importa un carajo. Risitas. Acabo de decir la palabra "C". En mi cerebro. Traviesa Cassie Borracha. Me recuesto en el sofá. Es suave, y estoy cansada. Muy cansada. Me apoyo en su cuerpo. Duro y cálido. Huele bien. Volteo mi cara para poder oler mejor. Camiseta de algodón. Hombro. Agarro e inhalo. Genial. —Jódeme. —Voz de hombre. Sexy. Agarro más de él. Estiro el cuello de su camiseta para poder estar más cerca. Bajo el mismo hay piel. Cálida. Estremeciéndose bajo mis dedos. —Jesús, Taylor... —Su voz ya no suena enojada. Es diferente. Suplicante—. Detente. —No. Est...bien. Hueles bien. Quiero más calor, así que subo a su regazo. Mis piernas a cada lado de sus caderas. La nariz en su cuello. Mis manos en su cabello. Tan bueno.

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—Por el amor de Dios. —Me empuja y hago un puchero. Miro su rostro. Tan apuesto cuando frunce el ceño. —Taylor, detente. Estás borracha. Me desplomo hacia adelante. —Por favor —le digo, amoldándome contra su cuerpo—. Solo quiero dormir por un minuto. Acaricio su cuello de nuevo. Respiro cálida piel de chico. Se encuentra tenso debajo de mí, pero estoy cómoda. Huele increíble. —¡Oigan, miren esto! —Shhh, Jack. Demasiado fuerte—. Taylor finalmente encontró una manera de poner nervioso al imperturbable Holt. ¡Creo que está sonrojado! Más risas. Susurro—: Shh. —Y mis labios tocan su cuello. Gime, y quiero hacerlo de nuevo. —Avery, tú imbécil. —Habla en voz baja, pero sigue siendo demasiado alto. Trato de cubrir su boca con mi mano, pero la aleja—. Bebió demasiado y se pondrá enferma. —Ella está bien, hombre. Mira esa sonrisa. No puede tener suficiente de ti. No me quejaría si yo estuviera en tus zapatos. Quiero que todos dejen de hablar. Sólo quiero dormir. Gimo y entierro mi cabeza aún más en el cuello de Holt. Se retuerce debajo de mí. —Consíguele un poco de agua antes de que patee tu maldito culo. —Su pecho vibra contra mis tetas cuando habla. Se siente muy bien. Muy varonil. —Está bien, está bien. Cristo, toma una maldita píldora. Me acurruco. —Djade hablar. Shh. Necesito dormir. —Taylor. —Su voz es más suave, menos irritable—. Tienes que bajarte de mí. Por favor. —No quiero. Se siente bien. —Pongo mi mano dentro de su camiseta. Buenos músculos. Tan buenos. —Joder, Taylor. Por el amor de Dios, detente, antes de que haga algo realmente estúpido.

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Sus manos se encuentran en mis caderas, tratando de alejarme. Me muevo, pero no para irme. Si no para frotarme contra él. Lo siento contra mí. Duro Dios. Muy duro. Gime de nuevo, su cara en mi cuello. —Jesús... Todo mi cuerpo quema. Duele. Desea. Me muevo contra él. Maldice, y es todo sexy. Sus labios están cerca de mi oído. —Cassie, no de esta manera. —Agarra mis caderas y me mantiene quieta—. No cuando estás borracha y no lo recordarás mañana. Detente. Me quemo, pero él no me deja frotarme. Me desplomo. Derrotada. —Cassie, mírame. Ojos abiertos. Oh, no es un buen movimiento. Todo se balanceaba. Me siento mareada. —¿Cassie? El mundo se está inclinando. Me está mirando. Preocupado. —¿Cassie? —Nomstoysintiendobien. Me levanto. Casi caigo. Manos en mí. Fuertes. Queman. —Mierda, mujer. Ve más despacio. —Stoybien. Me aparto. Me dirijo por el pasillo. El baño. Cierro la puerta. Demasiado lejos. Me arrastro hasta el mismo. Mi estómago aprieta, mi boca se abre. Líquido marrón y totopos explotan. Quema al subir así como lo hizo al bajar. El estómago vomita hasta que no queda nada, y estoy cansada. Tan cansada. Cierro mis ojos. Remolinos de negro y gris están ahí, y me encuentro en un barco en una tormenta, balanceándome e inclinándome.

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Cuando abro los ojos, estoy siendo sacada de un coche y él me carga. Tiene mis llaves, y tan pronto como la puerta se abre, dejo salir un gemido. Entonces estoy en frente del inodoro, vomitando mientras sostiene mi cabello y frota mi espalda. Lloro y me sacudo, mientras él me calla y limpia la cara con una toalla fresca. Entonces me pone en la cama. Remolinos negros se envuelven alrededor de mí, y estoy fuera.

***

Me despierto, y todo duele. El sol es demasiado brillante. Un dolor punzante se dispara directamente a través de mis ojos desde mi cerebro. Mi estómago está adolorido, y mi vientre se siente como si hubiera hecho mil abdominales. Gimo y pongo la almohada sobre mi cabeza, pero hay manos alejándola. Abro un ojo solo para encontrar a Holt a mi lado, sosteniendo agua y Tylenol. —Toma esto. —Habla en voz baja, pero incluso eso es demasiado ruidoso para mi cabeza pulsante. Trato de sentarme, pero me duele demasiado. Ruedo sobre mi costado y tomo las pastillas con el vaso lleno de agua. No hace nada para alejar el horrible sabor en mi boca. Me desplomo de nuevo en mi almohada. Debí quedarme dormida otra vez, porque cuando despierto puedo oler tocino y escuchar a alguien moverse en la cocina. Voy a trompicones hasta el baño y orino como nunca lo he hecho antes. El atractivo de una ducha caliente es demasiado como para resistir, así que me quito la ropa y me meto bajo el chorro hasta que me siento más o menos humana. Me lavo el cabello y friego mi cuerpo, luego me envuelvo en una toalla antes de cepillarme los dientes y la lengua. Dos veces. Para el momento en que termino, me siento un poco mejor. Mi cabeza sigue pulsando y mi estómago se encuentra inestable, pero puedo funcionar. Abro la puerta del baño para encontrar a Holt allí de pie. Observa mi cabello mojado y mi cuerpo cubierto con una toalla antes de regresar hasta mi cara. Se aclara la garganta. —Uh... hola.

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—Hola —le digo. Es tan extraño verlo en mi apartamento, me pregunto si todavía me encuentro muy borracha. —Yo... eh... te hice algo para comer —dice y se mete las manos en los bolsillos. Frunzo el ceño. —No tenemos comida. —Fui y compré algo. Deberías comer. Te hará sentir mejor. —De acuerdo. Se queda allí, elevándose en la puerta, mirándome y mordiéndose el interior de su mejilla. —¿Uh, Holt? —¿Eh? —Tienes que moverte para que pueda ir a mi habitación y ponerme algo de ropa. —Oh…‖cierto. Se voltea y camina de regreso a la cocina. Me pongo un chándal y paso un cepillo por mi cabello. A continuación estoy sentada en nuestra pequeña mesa del comedor con Holt. Ha hecho huevos, tocino y croquetas de patata. Hay una taza de café en frente de mí, junto con un vaso de jugo de naranja. Es una situación verdaderamente extraña. —Uh... guau —digo—. Esto es... guau. Tú... ¿tú hiciste croquetas de patata? ¿Desde cero? —Sí —dice y mete un poco de huevo en su boca—. No es difícil. —Tal vez no para ti. Ni siquiera puedo hervir agua sin una receta. Me mira, y aunque mi estómago se niega a entusiasmarse con la comida, como. —Hmm —murmuro, mi boca llena de croquetas de patata y tocino—. Esto es realmente bueno. —Mi mamá es chef privado. Me ha enseñado cosas. —Se encoge de hombros y sigue comiendo. De vez en cuando me mira, sus ojos oscuros e ilegibles. Cuando terminamos, limpia los platos mientras tomo mi café. No quiero hacerlo, pero me quedo mirando su culo mientras los lava.

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No debería mirar su culo. Nada bueno puede salir de eso. Aun así, es amable conmigo, así que decido ser amable con su culo y dejarme notar cuan caliente se ve en sus pantalones vaqueros. Se da la vuelta para apoyarse en el fregadero y sin planearlo, mi atención se centra ahora firmemente en su entrepierna. Me atrapa mirando. Agarro mi café y tomo un gran trago, pero se va por el camino equivocado. Me ahogo y toso. —¿Estás bien? —Sí. Genial. No es de extrañar que nunca haya tenido novio. —Así que... —dice, y señala mi teléfono en el banco de la cocina—. Tu compañera de piso llamó para ver cómo estabas y para decirte que llegará a casa más tarde. —¿Oh, si? —Dijo que te preguntara si necesitas que lave tu ropa por el resto del mes. Sonrío. Bueno, acosé sexualmente a Holt. A pesar de que no nos besamos ni nada, me pregunto si Ruby contaría eso como enrollarse. Me sonrojo cuando pienso en ello. —Mira,‖Holt,‖sobre‖anoche… —Sí, sobre eso —dice, mientras se frota sus ojos—. ¿Qué demonios pensabas, bebiendo de esa manera? Podrías haber conseguido intoxicación etílica. —Yo —trataba de ser algo que no soy—, trataba de pasar un buen rato. —¿Pasaste un buen rato vomitando estilo proyectil? ¿Fue divertido? Niego. —Durante un tiempo me sentí bien. La gente se reía. —Eso es porque estabas jodidamente borracha y frotándote contra cada hombre en la habitación. —No todos los hombres —le digo a la defensiva—. Solo Connor. Y tú. —Sí, bueno, eso es suficiente —murmura—. ¿Qué pasa contigo y Connor, de todos modos? Un minuto lo estás besando, y al siguiente te encuentras sobre mí. —No besé a Connor. Él me besó.

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—Semántica. —Y fue apenas un beso, de todos modos. —Así que, supongo que eres el tipo de borracha cachonda. —No estaba cachonda —le digo, indignada. Oh Dios, estaba tan cachonda. —Bueno, ciertamente lo parecía desde donde me encontraba sentado. —Yo estaba... bueno... tú te encontrabas allí y yo estaba... eh... —¿Cachonda? —Borracha, y es por eso que sucedió. Ninguna otra razón. Normalmente, no haría eso. Contigo, de todas las personas. —Porque me odias. —Exactamente. —Pero todavía me deseas. —¡¿Qué?! ¡No! —Sí. —Alucinas. —Oye, fuiste tú la que me olfateó, besó mi cuello y se frotó contra... bueno... mí. Si no fuera un caballero, probablemente hubiéramos follado allí mismo, delante de todos nuestros compañeros. Sus palabras son ridículas, pero mi cuerpo no sabe eso, debido a que el intenso entumecimiento que sentí anoche está de vuelta, con venganza. —Holt, dos personas que se odian no... —¿Follan? —Tienen relaciones sexuales. —Claro que lo hacen. Pasa todo el tiempo. —No conmigo, no es así. —Es una lástima. Nos quedamos en silencio. Sonrío y sacudo mi cabeza. Frunce el ceño. —¿Qué?

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—No puedo descifrarte, eso es todo. Un minuto emites esta vibra de chico malo, como si el mundo fuera a terminarse si eres amable conmigo, y al minuto siguiente eres este tipo realmente bueno que me lleva a casa, compra alimentos y me prepara el desayuno. ¿Porque hiciste eso? Se mira sus uñas. —Me he hecho la misma pregunta durante toda la noche. —¿Y qué te ocurrió? —No tengo ni la mínima puta idea. —¿Un momento de debilidad? —Obviamente. —Tal vez eres más chico bueno que chico malo, después de todo. Suelta una breve carcajada. —Taylor, soy un montón de cosas, pero puedo asegurarte que la única cosa que no soy, es un buen tipo. Pregúntales a mis ex novias. Su rostro cae. Como si acabara de decirme algo que no era su intención contarme. Antes de que pueda decir algo más, se levanta, se pasa una mano por el cabello y camina hacia la puerta. —Bueno, me voy de aquí. Probablemente tienes cosas que hacer. —No tengo nada planeado —digo. Se detiene para mirarme—. Puedes... uh... pasar el rato si quieres. Nunca esperé desear la compañía de Holt, pero parte de mí lo hace. Mucho. —Yo... uh... —Se mira los pies—. No. Me tengo que ir. No me gusta sentirme decepcionada. —Oh. Está bien. Bueno, gracias por, ya sabes, agarrarme el cabello, el desayuno y esas cosas. —Sí, no hay problema. Lo acompaño hasta la puerta. Da un paso fuera y se voltea para mirarme. — Así que, supongo que te veré el lunes. —Sí. Supongo. Cuando se da una vuelta, suelto—: Así que, ¿hablarás conmigo la próxima semana, o era esto un lapsus momentáneo en tu decisión de no ser amigos? Se voltea de nuevo, casi sonriendo. —Taylor, ser amigos sería... complicado.

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—¿Más complicado de lo que demonios somos ahora? —Sí. —¿Por qué? ¿El mundo va a terminar si pasamos tiempo juntos? Me mira con una expresión intensa. —Sí. Los mares se evaporizarían, el cielo se oscurecerá y cada volcán en el mundo haría erupción, poniendo así fin a la civilización tal como la conocemos. Así que, por el bien de la humanidad... de hecho, por el bien de todo lo que apreciamos... mantente alejada de mí. —Se encuentra tan serio que me hace pensar que no bromea. —Ethan Holt, eres la persona más extraña que conozco —le digo. Asiente. —Voy a tomar eso como un cumplido. —Por supuesto que lo harás. Me mira fijamente por un momento más antes de sacudir la cabeza y caminar hacia su coche. Lo miro hasta que sus luces traseras desaparecen en la vuelta de la esquina. Después de cerrar mi puerta, me retiro a mi habitación y me meto en la cama. Mientras me acurruco en mi almohada, me pregunto cuál Holt veré la semana que viene: al imbécil con una astilla en su hombro que hierve mi sangre, o al hombre dulce que me hizo croquetas de patata a partir de cero. Una parte de mí espera que sea ambos.

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Deseos de Cumpleaños Traducido por Laura Delilah & Dannygonzal Corregido por Daniela Agrafojo

71 Querido Diario, Hoy es mi cumpleaños. Sip. Diecinueve años de intentar ser todo para todos y terminar como nadie para mí misma. ¿Cómo diablos sucedió esto? No sé si estoy deprimida porque siento que debería haber conseguido más en mi vida para ahora, o porque soy una virgen de diecinueve años que desesperadamente quiere sexo. Estoy bastante segura de que es lo segundo. Nunca he tenido un novio. Nunca he tenido un verdadero beso que curve los dedos de mis pies. Nunca un chico ha tocado mis tetas o mi trasero, o prácticamente cualquier parte de mi cuerpo desnudo, y Señor, estoy desesperado por eso. La mayoría de las noches me toco, pretendiendo que las manos no son mías mientras busco el aplastante placer que sigo leyendo en las novelas románticas de Harlequin y Cosmo. Pero cada noche me doy por vencida, porque aunque puedo sentir algo construyéndose‖ ―algo‖ brillante,‖ explosivo‖ y‖ justo‖ fuera‖ del‖ alcance― nunca puedo alcanzarlo. Es como si estuviera flotando al borde de un estornudo, e inhalo, inhalo e inhalo, pero el exhale orgásmico nunca viene. Literalmente.


Por supuesto, no ayuda que recientemente haya descubierto el porno en Internet y me obsesionara con él. Al principio me sentía avergonzada mientras veía extremos primeros planos de órganos genitales masculinos y femeninos empujando uno contra el otro, pero la vergüenza fue rápidamente reemplazada por la fascinación. Cachonda, excitada fascinación. Sobre todo con los penes. Ah, los bonitos penes. No los flácidos por supuesto, porque son flojos, arrugados y asquerosos. ¿Pero los erectos? Guau. Hermosos. Magníficos. Increíblemente sexys. Estoy cautivada por ellos. Apuesto que se sienten increíbles. ¿Es por eso que los hombres se encuentran tan obsesionados con los suyos? Lo más cercano que he llegado a uno alguna vez, fue la noche que borrachamente me froté contra Holt, y aunque eso se sintió bien, quiero sentir uno en mi mano. Tal vez Holt me dejará tocar el suyo. Apuesto a que tiene un pene muy agradable. Apuesto que es glorioso, como su estúpido rostro perfecto, sus ojos magníficos y su cuerpo musculoso.‖ Apuesto‖ que‖ si‖ metiera‖ su‖ pene‖ en‖ una‖ competición,‖ ganaría‖ el‖ “Mejor‖ en‖ el‖ Espect{culo”,‖y‖podría‖caminar‖por‖ahí‖con‖una‖enorme‖cinta‖azul pegada a su entrepierna. Me pregunto si usaría su bonito pene para quitar mi molesta virginidad, si se lo pidiera amablemente. Estoy dispuesta a apostar que soy la única virgen en mi clase. Tenía la esperanza de que Michelle Tye todavía estuviera en la Hermandad "V", pero llegó a la clase el otro día alardeando sobre cómo finalmente se reunió con un chico con el que había estado teniendo sexo virtual y saltaron el uno sobre el otro el fin de semana pasado. Me susurró que se vino cuatro veces. ¡Cuatro! Buen Dios, sería feliz de sólo venirme una vez, ¿y ella consigue cuatro? Eso es claramente avaro. No le he hablado por varios días. Mi vagina celosa lo prohíbe. Juro que estoy tan desesperada que a veces creo que voy a agarrar al siguiente chico que venga hasta‖mí,‖rasgar‖sus‖ropas‖y‖molestarlo‖en‖el‖lugar.‖Que‖voy‖a…

―Hola,‖Taylor.‖¿Escribiendo‖una‖novela? Cierro de golpe mi diario y mis piernas con igual pánico. Cuando levanto la mirada, Holt me está mirando con una de sus características sonrisas irritantes.

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―¿Qué‖ quieres?‖ ―digo‖ mientras‖ empujo‖ mi‖ diario‖ profundamente en mi bolso. Con mucho esfuerzo, evito acariciar su entrepierna. Me ventilo porque, oh dulce Jesús, mi cara está caliente. ―¿Qué‖carajo‖pasa‖contigo,‖mujer?‖¿Est{s‖enferma? Coloca la parte posterior de sus dedos en mi frente. En todo lo que puedo pensar es en que quiero que esos dedos me toquen en lugares íntimos. Sí, estoy enferma. Extremadamente pervertida y sexualmente enferma. ―Estoy‖bien‖―digo‖y‖me‖levanto‖para‖alejarme‖de‖él.‖Me‖giro,‖saliéndome‖ un poco de balance y me inclino hacia el suelo. Luego sus brazos me rodean y mi cuerpo cachondo y privado está contra el suyo, e intento desesperadamente no saltar sobre su muslo. ―Mierda,‖ni‖siquiera‖puedes‖levantarte‖hoy‖―se‖queja―.‖¿Qué‖demonios? Tengo un momento para saborear cómo se sienten sus brazos bajo mis manos antes de que me aleje y haga esa cosa donde exhala mientras pasa sus dedos por su cabello. Tengo que apartarme de él, porque si no, juro ante el pequeño y dulce niño Jesús, que voy a lanzarlo al suelo y montarlo. Me giro y me alejo. ―¿A‖dónde‖demonios vas? ―grita‖detr{s‖de‖mí. ―A‖otra‖parte. ―Taylor,‖la‖presentación‖de‖Benzo‖Ra‖comienza‖pronto.‖En‖el‖teatro.‖Que‖se‖ encuentra en la dirección opuesta a la que actualmente estás yendo. Me detengo. En mi bruma obsesionada con el sexo casi había olvidado la presentación de la compañía de teatro mundialmente famosa que visita nuestra escuela para una actuación exclusiva. Giro‖sobre‖mis‖talones‖y‖paso‖a‖su‖lado.‖―Lo‖sabía. Toma el ritmo a mi lado. Acelero para perderlo, pero no hay manera de vencer sus piernas estúpidamente largas. ―¿Vas‖a‖hacer‖la‖audición‖para‖Julieta‖la‖semana‖que‖viene?‖―pregunta. Me‖burlo‖y‖sacudo‖la‖cabeza.‖―No. ―¿Por‖qué‖no?

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―Porque‖no‖hay‖manera‖de‖que‖consiga‖el‖papel‖principal.‖Probablemente‖ terminaré‖ interpretando‖ a‖ la‖ “tercera‖ fiestera‖ a‖ la‖ izquierda”‖ y‖ pasando‖ toda‖ la‖ producción haciendo crucigramas en el vestuario. Se‖detiene‖y‖me‖mira‖fijamente.‖―¿Por‖qué‖demonios‖no‖harías‖la‖audición? ―Porque‖podría‖apestar. ―¿Por‖qué‖apestarías? ―Porque‖―digo―,‖miro‖a‖nuestra‖clase,‖y‖todo el mundo, quiero decir todo el mundo, tiene más de una pista sobre qué demonios están haciendo. Casi todos han tenido algún tipo de experiencia profesional y formación, mientras que yo no he tenido ninguna. Siento que ustedes conducen coches deportivos mientras yo aún voy en mi bicicleta rosa de niña con las ruedas de entrenamiento. Frunce‖el‖ceño.‖―Eso‖es‖ridículo. ―¿Lo‖ es?‖ Holt,‖ ni‖ siquiera‖ tenían‖ un‖ curso‖ de‖ drama‖ en‖ mi‖ escuela‖ secundaria. Tuve un par de clases de actuación privada con un chico cuya mayor pretensión de fama fue ser un extra en The Bold and The Beautiful, y el otro día cuando entré a una conversación entre Zoe y Phoebe sobre Stanislavski, juro por Dios‖ que‖ dije―:‖ Oh,‖ vaya,‖ lo‖ amo.‖ Creo‖ que‖ lo‖ vi‖ jugar‖ en‖ la‖ final‖ del‖ abierto‖ de‖ Estados Unidos. Me mira por unos segundos, sus irritantes ojos azules sin pestañear. ―Bueno, oye, ese es un error fácil de hacer. El padre de la caracterización moderna suena como un jugador de tenis. Mantiene su compostura por un total de tres segundos antes de que su rostro se rompa mientras se dobla de risa. ―Te‖odio‖―digo‖mientras‖me‖alejo. ―Ay,‖Taylor,‖vamos‖―grita‖a‖medida‖que‖viene‖detr{s‖de‖mí. ―Te‖digo‖que‖me‖siento‖insegura‖e‖inferior,‖¿y‖así‖es‖como‖reaccionas?‖Ves,‖ por eso no somos amigos. ―No‖pude‖evitarlo. ―Lo‖sé.‖Al‖parecer‖mi‖ignorancia‖es‖hilarante. Toma mi brazo para detenerme,‖ y‖ su‖ risa‖ se‖ desvanece.‖ ―Cassie,‖ no‖ eres‖ ignorante. ¿Sinceramente crees que a un director de reparto le va a importar si sabes quién es Stanislavski cuando vayas a una audición? ―No‖ lo‖ sé.‖ Nunca‖ he‖ tenido‖ una‖ audición‖ para‖ un‖ director‖ de‖ reparto,‖ porque tengo cero experiencia.

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―Pero‖has‖hecho‖papeles… ―Estuve‖ en‖ el‖ coro‖ de‖ dos‖ musicales‖ para‖ los‖ que‖ el‖ único‖ requisito‖ de‖ audición era estar presente. Difícilmente lo acreditaría a mi técnica estelar. ―Bueno,‖entraste‖a‖este‖lugar,‖por‖el‖amor‖de‖Dios‖―dice, señalando a su alrededor―.‖ De‖ miles‖ de‖ personas, te aceptaron a ti, y eso no fue debido a la cantidad de repartos en los que has estado o en cuántos papeles lame-culos has estado. Te aceptaron porque eres jodidamente talentosa, ¿bien? Deja de ser tan malditamente insegura y acéptalo. Miro‖hacia‖él.‖―¿Crees...‖que‖soy‖talentosa? Suspira.‖―Jesús,‖Taylor,‖sí.‖Muy‖talentosa.‖Tienes‖tanta‖ oportunidad‖como‖ cualquier persona de obtener el papel principal. Tal vez más, porque tienes una especie de... intensa vulnerabilidad cuando actúas. Es... bueno, es notable. Por un momento, la forma en que me mira es casi afectuosa. Luego se aclara la‖ garganta‖ y‖ dice―:‖ Estarías‖ completamente‖ loca‖ si‖ no‖ haces‖ la‖ audición‖ para‖ Julieta. Serías perfecta. La‖frase‖“serías‖perfecta”‖resuena en mi cerebro como un eco dulce y sexy. ―Bueno,‖ tal‖ vez‖ lo‖ intente‖ ―digo,‖ pr{cticamente‖ rozando‖ el‖ pavimento―.‖ Incluso en mis peores días todavía soy mejor que Zoe. Se‖ríe.‖―Es‖cierto. ―¿Y‖ qué‖ hay‖ de‖ ti?‖ ―digo,‖ caminando‖ despacio‖ mientras‖ toma‖ el‖ ritmo junto‖a‖mí―.‖¿Vas‖a‖hacer‖la‖audición‖para‖Romeo? Él‖sacude‖la‖cabeza.‖―De‖ninguna‖manera.‖Tendrían‖que‖remover‖mis‖bolas‖ para interpretar a ese marica. ―Oye,‖ esa‖ no‖ es‖ manera‖ de‖ hablar‖ de‖ uno‖ de‖ los‖ m{s‖ grandes‖ héroes‖ románticos de todos los tiempos. ―No‖ es‖ un‖ héroe,‖ Taylor,‖ es‖ un‖ idiota‖ blando‖ y‖ voluble‖ que‖ confunde‖ la‖ lujuria con el amor y se mata por una chica que acaba de conocer. ―¡Cielos!‖―digo‖y‖río―.‖¿No‖crees‖que‖amaba‖a‖Julieta? ―Joder,‖ no.‖ Fue‖ abandonado‖ por‖ Chica‖ Caliente‖ Número‖ Uno:‖ Rosaline. Está todo sobre ella como un niño que ha perdido su perrito o su gatito, según sea el caso. Luego, a través de una cadena de acontecimientos poco probable, conoce a Chica Caliente Número Dos: Julieta. Inmediatamente olvida todo sobre Chica Caliente Número Uno y está tan patéticamente desesperado por follar a Chica Caliente Número Dos que le propone matrimonio después de horas de conocerla.

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Es decir, vamos. Su vagina podría ofrecer masajes shiatsu y silbar el himno nacional, aún así no es digno de casarse con ella para conseguir un pedazo de eso. Sacudo la cabeza por el enorme montículo de cinismo que camina junto a mí en forma humana. ―Entonces,‖ ¿no‖ crees‖ que‖ existiera‖ la‖ menor‖ posibilidad‖ de‖ que‖ se‖ enamorara a primera vista? ―El‖amor‖a‖primera‖vista‖es‖un‖mito‖inventado‖por‖los‖autores‖de‖novelas‖ románticas y de Hollywood. Es una mierda. ―Caramba,‖¿cómo‖llegaste‖a‖estar‖tan‖hastiado? ―No estoy hastiado. Simplemente soy realista. ―Seguro‖que‖lo‖eres. Se‖detiene‖y‖se‖vuelve‖hacia‖mí,‖su‖cara‖seria.‖―Piénsalo‖así.‖Imagínate‖que‖ ves a un chico caliente. Tienes una reacción inmediata y poderosa por él. ¿Lo amas? No estoy segura de sentirme totalmente cómoda con esta línea de preguntas. ―Bueno...‖yo...‖uh… ―De‖ acuerdo,‖ lo‖ voltearé.‖ Veo‖ a‖ una‖ chica.‖ Por‖ alguna‖ razón,‖ mirarla‖ es‖ como... Dios, no lo sé. Como encontrar algo precioso que nunca supe que perdí. Siento algo por ella. Algo primitivo. ¿Estás tratando de decirme que lo que siento es amor? ¿No lujuria? ―No‖sé.‖¿Es‖caliente‖esta‖chica‖hipotética? ―Joder,‖ sí.‖ Caliente‖ en‖ una‖ manera‖ que‖ nunca‖ pensé‖ que‖ podría‖ ser.‖ Solo‖ mirarla me enciende. Es molesto como el infierno. Está bien. Esta conversación ha tomado un serio giro excitante. Justo lo que necesito hoy. ―Yo…‖Bueno... ―Vamos,‖Taylor.‖¿Estoy‖enamorado? Miro‖ su‖ entrepierna.‖ ―Bueno...‖ eh,‖ no‖ sé.‖ Es‖ duro…‖ ―Dios,‖ dije‖ duro mirando‖su‖entrepierna―,‖de‖decir.‖Me‖refiero‖a...‖uh...‖guau. ―¡Por‖supuesto que no estoy enamorado! Es una extraña reacción química que pasará. No voy a pedirle que se case conmigo para poder follarla. Mi mente va a lugares muy pornográficos.

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―¡Taylor!‖―chasquea‖sus‖dedos‖frente‖a‖mi‖rostro―.‖Enfócate. ―Así‖que...‖uh...‖¿crees que una fuerte reacción a alguien del sexo opuesto es siempre puramente física? ―Sí.‖Si‖Romeo y Julieta hubieran sucedido en la vida real, menos las muertes ridículas, Julieta probablemente habría destruido a Romeo al final por follar a Mercucio. Lo dice mortalmente serio. Es divertido y trágico a la vez. ―Piénsalo,‖ Taylor‖ ―dice‖ mientras‖ se‖ inclina‖ hacia‖ adelante―.‖ Si‖ Romeo‖ pensó que amaba a Rosaline y ella rompió su corazón, ¿por qué no estaría aterrorizado de Julieta, teniendo en cuenta que su conexión con ella es cien veces más fuerte? Levanto‖ mis‖ cejas.‖ ―Tal‖ vez‖ es‖ lo‖ suficientemente‖ valiente‖ como‖ para‖ pensar que vale la pena el riesgo. ―Sí,‖y‖tal‖vez‖solo‖esté‖cachondo‖y‖sea‖estúpido. ―El‖ argumento‖ rom{ntico‖ sería‖ que‖ si‖ ellos‖ hubieran‖ negado‖ su...‖ amor... conexión... como quieras llamarlo, estarían vacíos. ¿No es ese el punto de vivir? ¿Encontrar a la persona en todo el mundo que es tu pareja perfecta? ―En‖ realidad,‖ Taylor,‖ el‖ punto‖ de‖ vivir‖ no‖ es‖ morir.‖ Romeo‖ y‖ Julieta‖ fallaron en esa parte. Sacudo la‖ cabeza‖ con‖ incredulidad.‖ ―Me‖ est{s‖ diciendo‖ que‖ si‖ fueras‖ Romeo, te habrías alejado de Julieta. ―Sí‖ ―dice‖él,‖sin‖pestañear. ―Hmm. ―¿Qué‖se‖supone‖que‖significa‖eso? ―Nada.‖Es‖un‖sonido‖contemplativo. ―¿Contemplando‖qué? ―Cu{nto‖ te‖ est{s‖ engañando.‖ ―Estrecho los ojos mientras golpeteo mi barbilla‖con‖mi‖dedo―. Hmm. Exhala‖y‖me‖mira.‖―Jodidamente‖no‖ me‖contemples,‖Taylor,‖¿de‖acuerdo?‖ No necesito tus pequeños sonidos condescendientes. ―Hmm. ―Maldita‖sea.‖―Mira‖su‖muñeca‖y‖dice―:‖Vaya,‖mira‖la‖hora.‖Tenemos que irnos. El espectáculo está empezando.

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Cierto. Benzo Ra. Se‖ aleja,‖y‖ lo‖ sigo,‖ diciendo―:‖ Eh...‖ ¿Holt?‖ Sabes‖ que‖ en‖ realidad‖ no‖ llevas‖ un reloj, ¿cierto? ―Sí,‖lo‖sé. ―Sólo‖comprobaba.

***

Cuando Holt y yo emergemos del teatro una hora más tarde, apenas atravesamos la puerta antes de resoplar todo el desprecio reprimido que se acumuló durante la presentación. ―Oh...‖hombre‖―dice‖Holt‖ mientras‖comienza‖a‖calmarse―.‖Esa‖fue‖la‖cosa‖ más divertida que he visto desde que Keanu Reeves hizo Much Ado About Nothing. Limpio las lágrimas de risa de mis ojos mientras caminamos a nuestra próxima clase. ―En‖ serio.‖ ―Suspiro―.‖ Es‖ una‖ compañía‖ de‖ teatro‖ profesional. Podría ser nuestro futuro. Se‖ ríe‖ y‖ gime‖ al‖ mismo‖ tiempo.‖ ―Sería‖ la‖ última‖ tortura.‖ Esos‖ chicos‖ no‖ podían clasificarse realmente como actores, ¿o sí? Seguramente su currículum dice “Pinche‖Pretencioso‖Profesional”. Seguimos riéndonos mientras nos dirigimos a la clase de actuación. Erika ya está allí, sentada en su escritorio. Mientras la clase se coloca a su‖alrededor,‖ella‖dice―:‖Entonces,‖esa‖fue‖una‖ de las más respetadas compañías vanguardistas de teatro en el mundo, señoras y señores. ¿Qué les pareció? La‖ clase‖ balbucea‖ emocionada.‖ Frases‖ como:‖ “¡Oh‖ Dios‖ mío,‖ fue‖ INCREÍBLE!”‖ y‖ “¡Tan‖ única!‖ ¡Realmente‖ poderosa!”‖ y‖ “¡La‖ pieza‖ de‖ teatro‖ m{s‖ impresionante‖que‖he‖visto!”‖vuelan‖por‖la‖habitación,‖coincidiendo. Mi boca cae abierta. Les encantó. A todos les encantó. Vieron la misma colección de escenas embarazosamente obtusas como yo lo hice, y todos llegaron a una conclusión completamente diferente. Dios, soy tal idiota inculta.

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―Su‖ uso‖ del‖ movimiento‖ estilizado‖ fue‖ tan‖ preciso‖ ―dice‖ Zoe‖ con‖ entusiasmo―.‖¡Fue‖increíble! Junto a mí, Holt se burla, y Erika se vuelve hacia él. ―¿Sr.‖Holt?‖¿Tiene‖algo‖que‖decir? ―Nada‖bueno‖―dice‖y‖levanta‖su‖barbilla‖con‖insolencia―.‖Pienso‖que‖fue‖ un montón de mierda. Erika‖levanta‖la‖cabeza.‖―¿De‖verdad?‖¿Y‖por‖qué‖piensa‖eso? ―Porque‖ ―dice,‖ exasperado―.‖ Se‖ supone‖ que‖ hay‖ una‖ diferencia‖ entre‖ el‖ ruido y el movimiento al azar, y el teatro. Se supone que el teatro experimental representa ideas y emociones. No que sea un grupo de idiotas caminando alrededor del escenario como si fueran la octava maravilla del mundo. ―¿No‖ crees‖ que‖ la‖ representación‖ logró‖ una‖ comunicación‖ a‖ un‖ nivel‖ emocional? Él‖ se‖ ríe.‖ ―No,‖ a‖ menos‖ que‖ estuvieran‖ tratando‖ de‖ comunicar‖ que todos eran unos idiotas enormes. Zoe rueda los ojos, y hay murmullos de desacuerdo por parte de los otros miembros de la clase. Holt‖ los‖ mira‖ con‖ desdén.‖ ―No‖ puedo‖ creer‖ que‖ ustedes‖ no‖ pensaran‖ que‖ era basura. ¿Todos vieron una presentación completamente diferente? ¿O estaban cegados‖por‖su‖“reputación”‖porque‖son‖un‖grupo‖de‖malditas‖ovejas? Oigo varios murmullos de “Jódete,‖ Holt”, hasta que Erika los calla a todos mientras se voltea hacia mí. Mi estómago convulsiona. No, no, no, no, por favor no me pregunte. ―¿Srta.‖Taylor?‖Todavía‖no‖he‖oído‖su‖opinión.‖¿Usted‖qué‖pensó? Oh, Dios. Holt está mirándome. No quiero parecer ignorante. Quiero ser aceptada y decir lo correcto. ―Bueno… ―Vamos,‖Taylor‖―dice‖Holt―.‖Diles‖lo‖que‖piensas. ―Fue… Todos me miran. Él. Ellos. Erika.

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―Pienso‖que‖fue… Demasiadas expectativas. Mi cabeza duele. ―Sí,‖¿Srta.‖Taylor? La‖mirada‖de‖Holt‖es‖penetrante.‖―No‖es‖una‖pregunta‖difícil.‖Sólo‖dales‖tu‖ opinión. No importa lo que diga, estoy jodida. ―Pienso‖ que‖ fue‖ increíble‖ ―murmuro‖ finalmente―. Realmente increíble. Me encantó. El silencio se rompe mientras todo el mundo murmura su aprobación. Todos excepto él. Casi puedo ver la furia de Holt reluciendo como electricidad en el aire. ―Bueno,‖eso‖es‖muy‖interesante‖―dice‖Erika―.‖Parece‖que‖todos‖tienen la misma‖ opinión‖ menos‖ el‖ Sr.‖ Holt,‖ y‖ tengo‖ que‖ decir‖ ―le‖ da‖ una‖ sonrisa‖ sorprendida―,‖que‖estoy‖de‖acuerdo‖con‖él. Hay un jadeo de sorpresa. Me siento como mierda. Equivocada de nuevo. Por supuesto. ―Solo‖porque‖alguien‖tiene‖una‖excelente‖reputación no significa que deban ver tácitamente bien todo lo que ellos hacen. Incluso los actores de mayor calidad del mundo han tenido actuaciones terribles. Solo miren a Robert de Niro en Analyze This. Todo el mundo se ríe. Erika cruza los brazos sobre su pecho.‖ ―He‖ visto‖ la‖ representación‖ de‖ Benzo Ra muchas veces a través de los años, y tengo que decir, que esta fue decepcionante al extremo. Se compuso de un arte dramático sin imaginación, que en mi opinión, alienó a la audiencia en vez de involucrarlos en la experiencia. Continúa hablando, pero pierdo la concentración. Me siento enferma. Después de estar sobre la garganta del otro por semanas, Holt y yo comenzábamos a llevarnos bien. Luego voy y lo sacrifico para salvarme porque quiero gustarle a las personas. Idiota. ―Así‖que,‖damas‖y‖caballeros‖―dice‖Erika―,‖su‖tarea‖de‖hoy‖es‖escribir‖mil‖ palabras analizando la representación de Benzo Ra y por qué les gusta o no,

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citando como referencias a otros practicantes del teatro experimental, incluyendo personas como Brecht, Brock, y Artaud. Espero leer sus pensamientos. Nos despide, y antes de poder tartamudear una disculpa, Holt sale a zancadas del salón, me paro rápido para seguirlo, pero es demasiado veloz y tengo que correr para alcanzarlo. ―Holt. Me ignora. ―Holt,‖espera. Sigue caminando. Me paro delante de él y pongo una mano en su pecho para detenerlo. Su‖cara‖es‖tormentosa.‖―¿Qué? ―Tú‖sabes‖qué. ―Oh,‖¿esa‖pequeña‖cosa‖de‖antes‖en‖donde‖me‖jodiste?‖Sí,‖sé‖qué.‖Quítame‖ tu maldita mano de encima. Me rodea y sigue caminando mientras tropiezo detrás de él. ―¡Lo‖siento!‖No‖sabía‖qué‖decir.‖Pensé‖que‖debía‖ser‖una‖tarada‖porque‖no‖ lo entendí. Todos pensaron que era genial. No quería parecer demasiado ignorante para tener una opinión correcta. Se‖ detiene‖ y‖ se‖ gira‖ hacia‖ mí.‖ ―¿Entonces piensas que soy demasiado ignorante para tener una opinión correcta? Su expresión es tan intensa, que casi da miedo. ―¡No!‖ Dios,‖ dijiste‖ exactamente‖ cómo‖ te‖ sentías,‖ yo‖ debí‖ haberlo‖ hecho.‖ Solo… ―Por‖el‖amor‖de‖Dios,‖Taylor‖―dice‖levantando‖las‖manos―.‖Una‖opinión‖ no es correcta o equivocada. Es tu interpretación de un tema o una situación. ¡No puedes estar jodidamente equivocada! ―Así‖que,‖si‖miro‖al‖cielo‖y‖opino‖que‖las‖nubes‖son‖rosadas,‖¿tengo‖razón? ―¡Sí!‖ Porque‖ es‖ una‖ opinión, no un hecho, y quizá para ti, las nubes son rosadas porque estás loca. Una opinión no necesita ser verdadera para nadie más en el mundo además de ti. Deja de tratar de complacer a todo el mundo, y solo di lo que piensas. Siento como si me hubiera abofeteado.

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»¿Y sabes qué me‖ pone‖ incluso‖ m{s‖ loco?‖ ―pregunta,‖ clav{ndome‖ un‖ dedo―.‖Que‖siempre‖que‖est{s‖conmigo,‖eres‖la‖persona‖m{s‖testaruda‖de‖todo‖el‖ maldito planeta, y constantemente me intimidas con tu punto de vista, así quiera oírlo o no. Pero cuando te rodeas de los idiotas de tu clase, no tienes ninguna jodida agalla. Estás tan paranoica por ser aceptada, que te vuelves una oveja, quejándote junto con el rebaño. Me hace querer golpearte, porque olvidas todo lo que‖ te‖ hace‖ genial‖ y‖ divertida‖ y…‖ Cassie,‖ y‖ te‖ conviertes‖ en una clase de robot complaciente que trata de ser lo que sea que esperan las personas en vez de solo ser tu misma. Está tan enojado, que jadea. No tengo nada que decir porque lo dijo todo. Nunca nadie me ha conocido lo suficientemente bien como para gritarme mis‖problemas,‖y‖creo‖que‖si‖se‖encuentra‖tan‖enojado‖significa‖que‖realmente…‖le‖ importa. ―Tienes‖razón‖―susurro. ―Sí,‖la‖tengo‖―dice―.‖Así‖que‖jodidamente‖para. Arrastro‖los‖pies‖mientras‖el‖patio‖comienza‖a‖despejarse.‖―Entonces,‖¿Qué‖ vas a hacer ahora? Tira‖ su‖ mochila‖ sobre‖ su‖ hombro‖ y‖ suspira.‖ ―Ir‖ a‖ casa‖ a‖ escribir‖ mil‖ palabras sobre el teatro experimental, supongo. ―Bueno,‖deberías‖venir‖a‖mi‖casa‖a‖escribir‖tu‖trabajo.‖Podría‖preguntarte‖lo‖ que piensas, así no quedo como una idiota. Lo piensa por unos segundos. Juzgando por su expresión, está sopesando si vender o no uno de sus riñones. ―Por‖Dios,‖Holt,‖no‖te‖estoy‖pidiendo‖que‖te‖cases.‖Solo‖pensé‖que‖podrías‖ ayudarme. ―Est{s‖bien‖―dice‖de‖mala‖gana―.‖Pero‖me‖debes‖los‖aperitivos. ―Puedo‖ hacer‖ eso.‖ ―Aparte‖ de‖ las‖ comidas‖ preparadas‖ que‖ llenan‖ mi‖ refrigerador, la única comida que tengo son aperitivos. Mi madre estaría avergonzada. Nos desviamos hacia la biblioteca y agarro algunos libros que podrían ser útiles. Luego regresamos a mi apartamento. Entro a mi habitación y tiro mi bolso sobre la cama antes de voltearme para verlo dudando en la entrada.

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―¿Qué‖demonios?‖―digo‖y‖me‖río―.‖¿Eres‖como‖uno‖de‖esos‖vampiros‖de‖ la televisión? ¿Necesitas ser invitado antes de poder entrar? Sacude la cabeza y entra a‖ la‖ habitación.‖ ―No,‖ solo‖ es‖ raro‖ estar‖ aquí‖ cuando no estás ni vomitando ni desmayándote. ―Tengo‖ “vomitar‖ y‖ desmayarme”‖ en‖ el‖ horario‖ para‖ las‖ nueve.‖ Quédate‖ alrededor. Debería ser divertido. Estoy desempacando mis libros cuando mi teléfono suena. Lo saco de mi bolsillo para ver el número de mi mamá. ―Regreso‖en‖un‖segundo. Me dirijo hacia la sala, porque sé la razón por la que está llamando. ―Hola,‖mam{. ―¡Cariño!‖¡Feliz‖cumpleaños! Pongo mi mano en el altavoz del teléfono y miro sobre mi hombro. ―Gracias, mamá. ―Oh,‖ cariño,‖ desearía‖ poder‖ estar‖ contigo.‖ ¿Te‖ est{s‖ divirtiendo?‖ ¿Qué‖ harás esta noche? ―Eh,‖no‖mucho.‖Estudiar. Holt‖ saca‖ su‖ cabeza‖ de‖ mi‖ habitación‖ y‖ dice―:‖ Taylor,‖ ¿dónde‖ est{n‖ los‖ libros de la biblioteca? Comenzaré con la búsqueda. Mi madre est{‖ hablando,‖ pero‖ cubro‖ el‖ teléfono‖ y‖ susurro―:‖ En‖ mi‖ bolso,‖ sobre la cama. Él asiente y desaparece. Mam{‖se‖detiene.‖―¿Quién‖era‖ese? ―Solo‖un‖chico‖de‖mi‖clase.‖Estudiamos‖juntos. Hay‖un‖momento‖de‖silencio‖antes‖de‖que‖diga―:‖¿Est{s‖sola‖con‖un‖chico‖ en tu apartamento? Oh, Señor. Aquí vamos. ―Mam{,‖no‖es‖lo‖que‖piensas.‖Estamos‖trabajando. Justo‖en‖ese‖momento,‖Holt‖grita―:‖¡Jesús,‖Taylor,‖tu‖cama‖es‖malditamente‖ incómoda! ¿Cómo demonios duermes en esa cosa? ¿O ese es el punto? ¿No quieres que los chicos traten de abrazarte cuando terminas con ellos? Siento vergüenza, y mi madre jadea.

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―Mam{… ―¡Cassie!‖Te‖eduqué‖mejor,‖no‖para‖que‖saltes‖a‖la‖cama‖con‖el‖primer‖chico‖ que conoces. ―Solo‖somos‖amigos.‖―Algo así―.‖No‖es‖así.‖De‖verdad. ―¿Por‖qué‖no‖te‖creo? ―¡Apúrate,‖ Taylor!‖ Creo‖ que‖ tu‖ cama‖ me‖ dañó‖ la‖ espalda.‖ ¡No‖ puedo‖ levantarme! ¡Voy a matarlo! Mi madre comienza a vociferar sobre cuántas violaciones ocurren en los campus de las universidades, y lo irresponsable que estoy siendo, y dice que esto es lo que pasa cuando no está alrededor para supervisarme. Normalmente dejo que se desahogue para mantener la paz, pero tengo un pequeño Holt sobre mi hombro, instándome para que me defienda. ―Mam{,‖solo‖detente.‖Si‖tengo‖un‖hombre‖aquí‖o‖no,‖no‖es‖tu‖problema.‖Ya soy una mujer adulta, y no necesito tu aprobación en cada decisión. Ahora, te amo, pero hay un hombre muy apuesto en mi cama y tengo que irme. Se queda en silencio por unos segundos, y tengo miedo de haberle dado un ataque cardíaco. ―¿Mam{? Hay más silencio. Me imagino a mi madre recostada en su sala con los ojos vidriosos, el teléfono aun en su mano. ―¡¿Mam{?! ―¿Cómo‖se‖ve?‖―pregunta‖finalmente. Suspiro.‖―No‖tienes‖idea. Ella se ríe. Es falsa, pero al menos lo intenta. ―Ten‖cuidado‖con‖los‖apuestos,‖cariño‖―dice―.‖Romper{n‖tu‖corazón. ―Mam{,‖pap{‖es‖apuesto. Hace‖una‖pausa.‖―Sí,‖bueno,‖tu‖padre‖te‖envía‖saludos,‖te‖llamar{‖m{s‖tarde‖ esta noche cuando llegue a casa del trabajo. ―Gracias,‖mam{. Me da una punzada de nostalgia. A pesar de quejarme de ellos, realmente extraño a mis padres.

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Me despido y siento un grano de orgullo por decir lo que pienso. Nunca antes me le he plantado a mi madre, y lo hice sin llorar o matarla. Tal vez Holt tiene que ver, después de todo. Sonrío mientras regreso a la habitación para encontrarlo sentado en el borde de la cama, inclinado sobre un libro, pasándose los dedos por el cabello. ―Guau,‖eso‖parece‖una‖lectura‖emocionante‖―digo. Salta,‖sorprendido.‖―Taylor…‖no‖quería‖hacerlo.‖Estaba‖en‖tu‖bolso.‖Uno‖de‖ los‖otros‖libros‖lo‖abrió,‖y‖vi‖mi‖nombre‖y‖yo… Una ola de horror nauseabundo me inunda al darme cuenta de lo que se encuentra en su mano. Me trago la vergüenza y las náuseas. Mi cara arde. ―¿Cu{nto‖leíste?‖―susurro,‖mi‖voz‖ronca‖por‖la‖humillación. ―Suficiente. ―¿Todo‖lo‖que‖escribí‖hoy? ―Sí.‖―Hace‖una‖pausa―.‖¿Es‖tu‖cumpleaños? Voy a enfermar. Lo ha leído todo. Las críticas a mi virginidad. Lo caliente que estoy. Lo mucho que lo deseo a él y a su pene premiado. Todo de él. ―Cassie… ―Holt,‖si‖me‖dices‖“Feliz‖cumpleaños”‖en‖este‖momento,‖te‖destruiré. Cubro mi cara y me niego a llorar, pero ya no puede estar aquí. No puedo estar cerca de él. Nunca más. Tal vez más tiempo. ―Maldita‖sea,‖Taylor…‖―dice―.‖¿Qué‖escribiste‖sobre‖mí?‖No‖puedo‖saber‖ eso.‖En‖serio‖no‖puedo… ―Vete. Lo oigo exhalar, pero no puedo mirarlo. ―Cassie… ―Vete.‖Ya.‖Maldita.‖Sea. Escucho un ruido sordo y levanto la mirada para ver que tiró el diario sobre la cama. Viene hacia mí y agarra su bolso del suelo detrás de mí.

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Cuando su cuerpo roza el mío, hace un ruido y retrocede. Abro los ojos para encontrarlo justo frente a mí, estudiando mi cara. Siento que si no para, mi piel realmente va a arder en llamas. ―¿Cómo‖es‖posible?‖―pregunta‖tranquilamente. ―¿Qué? Presiono mi espalda en la puerta del armario mientras se mueve hacia adelante y continúa mirándome. ―¿Cómo‖ es‖ posible‖ que‖ nunca‖ hayas…?‖ ¿Qué‖ ningún‖ hombre‖ nunca‖ haya…? Quiero que termine la oración, pero sigue mirándome con una expresión de incredulidad. ―Es‖un‖maldito‖crimen‖que‖nunca‖hayas‖sido‖besada‖apropiadamente. Observo fijamente su pecho. Sube y baja muy rápido. Como el mío. Cierro‖ los‖ ojos.‖ ―Entonces,‖ hazlo.‖ ―Sale‖ de‖ mi‖ boca‖ antes‖ de‖ detenerlo,‖ pero‖no‖quiero‖devolverlo―.‖Muéstrame‖cómo‖debería‖ser‖besada. Abro los ojos para verlo mirándome con tal intensidad, que me quita la respiración. Por un momento, no se mueve, y quiero subir la pared para escapar de mi mortificación. Pero luego se inclina hacia adelante, tan lento que apenas se ve el movimiento. Creo que dejo de respirar porque mi pecho duele. No sabía lo mucho que quería que me besara hasta este momento, pero ahora, cada célula de mi cuerpo lo ansía. Todo cosquillea con una feroz anticipación. La expresión de Holt es seria. Ojos oscuros y reflexivos. Sus manos van a mis caderas, y me recuesto contra la puerta mientras sus dedos aprietan y sueltan a un ritmo desigual. Finalmente inhalo, y ahora se encuentra tan cerca, que respiro su aliento dulce y caliente. Esto va a suceder. Oh, Dios, por favor deja que suceda. Cierro los ojos y separo los labios, casi llorando por la expectativa de tener su boca sobre mí. Pero luego, todo se detiene. Su aliento ya no inunda mi cara, y sus manos cálidas desaparecen de mi cuerpo.

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―¿De‖ verdad‖ piensas‖ que‖ después‖ de‖ leer‖ todo‖ eso,‖ hay‖ alguna‖ forma‖ de‖ que‖pueda‖jodidamente‖besarte?‖―dice‖con‖voz‖{spera―.‖Jesús,‖Taylor,‖ni‖siquiera‖ puedo lidiar con el hecho de estar en la misma habitación que tú. Cuando abro los ojos, está deslizando su bolso sobre su hombro y saliendo a zancadas por la puerta. Mortificación y vergüenza llenan el espacio en mis pulmones, me deslizo por la pared y cubro mi rostro, deseando ser invisible. Aún estoy esperando que la tierra se abra y me trague cuando oigo la puerta principal cerrarse de golpe.

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Reparto valiente Traducido por Daniela Agrafojo& Val_17 Corregido por Ana Avila

88 La cafetería es ruidosa, pero tiene Wi-Fi gratis. Un lugar perfecto para sacar mi iPad y perderme durante mi hora de almuerzo. He estado escribiendo en mi diario la mayoría de los días. Mayormente porque Tristán sigue insistiendo en que me mantendrá cuerda dentro de la locura de mi situación actual. Como siempre, tiene razón. Por supuesto, en estos días uso un diario en línea con una contraseña cifrada y más seguridad que un desfile presidencial, pero no es lo mismo que escribir en papel real. Cada día, Elissa y Ethan me piden que me una a ellos para el almuerzo, pero no hay manera de que vaya ahí. Vengo para trabajar, hacer mi trabajo, y tratar de quedarme lo más lejos posible de Ethan en el tiempo que estamos fuera del escenario. Sigue intentando emboscarme en una charla, pero he aprendido a esquivar y moverme mejor que un campeón mundial de boxeo. Hablar no resolverá nada, salvo llevarnos por un carril de los recuerdos extremadamente doloroso. Ninguno de los dos necesita eso.


Estoy en medio de tipiar la última entrada de mi diario cuando una ensalada César gigante cae pesadamente junto a mí. Estoy a punto de protestar que no ordené eso cuando levanto la mirada para ver a Elissa. —Te estás poniendo flaca —dice mientras se sienta a mi lado con su propio almuerzo—. Una mujer no puede sobrevivir solo con cafeína y nicotina, sabes. —Equivocada —digo, y le doy una sonrisa—. Soy un brillante ejemplo. —Bueno, tu director de escenario piensa que estás comenzando a verte como un muñeco, así que come. Yo invito. Mirando la ensalada, me doy cuenta de cuán hambrienta estoy. —Sí, señora. Mientras guardo mi tablet, noto a Holt en la esquina lejana del café solo en una mesa. Maldita sea. De todos los sitios de comida de todas las ciudades de todo el mundo, tenía que venir al mío. Se supone que esta debería ser una zona libre de Holt. Como si anticipara mi próxima pregunta, Elissa dice—: Estoy almorzando contigo porque estoy enferma de su compañía. Cada vez que pregunto cómo van las cosas entre ustedes, se cierra como una almeja. Me encojo de hombros y sigo comiendo. Me rendí de intentar descubrir las motivaciones de Holt hace mucho tiempo. —Apenas se hablan en los ensayos. Ni siquiera lo miras, pero él pasa todo su tiempo viéndote fijamente. ¿Quieres decirme qué sucede? Echo un vistazo hacia Holt, quien está leyendo y tomando ausentemente papas fritas de un bol. —No sucede nada —digo, y tomo un sorbo de mi bebida—. Sólo trabajamos duro. Ladea la cabeza, estudiándome por varios segundos, luego dice—: ¿Estás follando a mi hermano? Me río y toso a la vez. Un poco de refresco gotea por mi barbilla, y agarro un fajo de servilletas para limpiarme. Holt parece inconsciente de nuestra conversación. Gracias a Dios. —Por supuesto que no —susurro—. ¿Crees que no tengo instinto de auto preservación?

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Mira a Holt antes de susurrarme—: Creo que cuando se trata de mi hermano, no puedes pensar correctamente, y si te quisiera en su cama, tendrías tus piernas en el aire en tres segundos, más o menos. —No es verdad. —¿En serio? —dice—. Porque podría encender la mitad de Nueva York con el calor que ustedes dos generan en los ensayos. Ambos parecen culpables. Si no están follando, ¿entonces qué? Esta, en verdad, no es una conversación que quiera tener hoy. Ni nunca. Suspiro y sacudo la cabeza. —Mira, estaría mintiendo si te dijera que no me siento atraída. Pero Dios, Elissa, eso es todo. No tengo intención de volver a tener algo con él. Nunca. —Pero todavía debes tener sentimientos por él. Pensé que correrías a un millón de kilómetros de distancia cuando oíste que iba a ser tu protagonista. ¿Por qué no lo hiciste? Me encojo de hombros. —No tengo idea. Eso no era completamente cierto. Tenía que verlo. Necesitaba que me dijera que había cometido un error y que lo sentía, pero comienzo a dudar que eso vaya a pasar alguna vez. Ahora únicamente creo que intento atravesar esto para probar que puedo continuar sin él. —Bueno, tienes valor, eso es seguro —dice Elissa—. Quiero decir, amo a mi hermano,‖pero‖si‖alguien‖me‖hiciera‖a‖mí‖lo‖que‖te‖hizo‖a‖ti…‖ —Se limpia la boca con su servilleta—. Sólo digamos, que entiendo por qué dejaste de tomar mis llamadas. Cuando Ethan me dijo que estarías en el reparto, pensé que era nuestra oportunidad de reparar puentes. —Lissa, tú nunca quemaste ningún puente. Tu hermano lo hizo. —Lo sé. Pero me alegra que estemos hablando de nuevo. Te he extrañado. Tomo su mano y la aprieto. —También te extrañé. —No había notado cuánto hasta ahora. —Así que, Marco está trabajando en el beso después del almuerzo, ¿eh? — dice a medida que agita una papa frita en un poco de salsa de tomate—. ¿Nerviosa? —No. No es la primera vez que he sido el papel opuesto de tu hermano cuando no puedo soportar su presencia. —Cierto. Pero la última vez había menos agua bajo el puente.

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—Y yo era mucho más joven y menos capaz de separar la realidad de la fantasía. —Tomo un bocado de ensalada, a pesar de que ya no estoy hambrienta. Elissa termina lo último de su queso a la parrilla antes de decir—: Así que, ¿no tendrás problema con besarlo? ¿No va a provocarte antiguos sentimientos? Me encojo de hombros. —No hay antiguos sentimientos que provocar. Murieron hace mucho tiempo. Me mira por unos pocos segundos, luego sacude la cabeza. —Seguro que sí. Continuamos la pequeña charla, sin mencionar a Ethan de nuevo. Nuestra amistad giraba demasiado seguido a su alrededor, cuando debería haber sido sobre nosotras. Mientras hablamos, noto que un trío de chicas se ha reunido alrededor de la mesa de Ethan. Sus fanáticas. Siempre hay algunas de ellas esperándolo afuera del teatro. Parecen tener un sexto sentido sobre en dónde va a estar. Es irritante. Chillan y le piden una foto y autógrafos. Lo miran como si fuera un regalo de Dios. Empujan sus pechos hacia afuera como si tuvieran una oportunidad con él. Si solo supieran la verdad. A pesar de tener el rostro de un ángel, es un malvado bastardo que abandonó a Cassie. Apuñalo el resto de mi ensalada con demasiado gusto a medida que un bombardeo de risitas llena la cafetería. Maldita su estúpida cara de ángel. Cuando Elissa y yo terminamos de comer, dice—: Te veo allá. No olvides el protector labial. Ethan no se ha afeitado. No quieres quedar irritada. —Me da un rápido abrazo antes de llevar la cuenta al cajero. Cuando se ha ido, dejo salir una larga respiración. Casi me olvidé del beso. Bueno, no tanto olvidado como bloqueado. Como podría dar fe Tristán, mi talento para la negación es impresionante. Estoy empacando mis cosas cuando siento a alguien a mis espaldas. No me sorprende que mi cuerpo reaccione antes de que vea quién es. —Entonces, ¿hablas con mi hermana pero no conmigo? —dice mientras me giro para enfrentarlo. —Eso es porque todavía me gusta tu hermana. Lleva su ceño de marca. —Tenemos que hablar en algún momento, Cassie.

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—En realidad, no. —Tomo mis cosas y paso a su lado dirigiéndome a la salida. Por supuesto, me sigue. —¿Crees que podemos llevar a cabo este papel de la manera en que estamos ahora? ¿Qué eso no afectará nuestras actuaciones? Salgo a la calle, y el ruido del tráfico me hace alzar la voz. —No dejaré que afecte mi actuación. Este es mi trabajo soñado. Y a pesar del universo jodiéndome al darte el papel a ti, haré que funcione. —Me giro hacia él—. Si tú no puedes, entonces haznos un favor a ambos y renuncia. Se inclina hacia abajo, invadiendo a propósito mi espacio personal para molestarme. —Cassie, no te engañes pensando que puedes hacerle justicia a este rol opuesto con alguien más, porque ambos sabemos que eso es una mierda. —Estaría dispuesta a intentarlo —digo y le doy mi sonrisa más dulce. Está a punto de protestar cuando aparecen más fanáticas. Todas me empujan fuera del camino para llegar a él. Le dan la bienvenida. He terminado de ser su admiradora. Mientras me alejo, grita mi nombre. No me detengo.

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Me está mirando. Mantengo mi enfoque en Erika y trato de concentrarme. Es difícil. Su mirada me da un cosquilleo eléctrico que comienza en mi nuca y se esparce por todo mi cuerpo. Le diría que se detuviera, pero eso involucraría reconocer su existencia, y no hay manera de que haga eso en el futuro inmediato. Desde que leyó mi diario hace casi dos semanas, lo he evitado a toda costa. Cada vez que lo veo, una enorme ola de humillación cae sobre mí, seguida rápidamente por una ira viciosa, y terminando con una fuerte urgencia de frotarme toda sobre él. Pensé que me besaría. Parecía que iba a hacerlo. Luego se fue, y ahora no tengo idea de lo que pasa por su cerebro. Sólo pensar en nuestro casi-beso tiene mis partes de chica todas excitadas. No tengo el corazón para decirles que vamos a morir sin experimentar nunca un orgasmo. Las deprimiría demasiado, y realmente no puedo permitirme tener una vagina triste. —¿Srta. Taylor? —Lo siento, ¿qué? Erika me mira. Al igual que todo el mundo. Excepto él. Oh, ironía. —Le pregunté por qué piensa que nos volvemos actores —dice Erika—. ¿Qué nos lleva a perseguir esta profesión? De acuerdo, permanece en calma. Responde la pregunta honestamente. No le des solo la respuesta que crees que quiere escuchar. —Srta. Taylor —dice Erika—. Le prometo que esta no es una pregunta capciosa. ¿Por qué cree que actuamos? —Pues…‖—Tomo una respiración profunda y trato de ignorar todos los ojos en mí—. Creo que es una manera de comunicar ideas y conceptos. Supongo que somos como médiums. Canalizando diferentes personas y personajes a fin de traer a la vida el trabajo de otras personas.

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Erika asiente. —¿No cree que sea una colaboradora en ese trabajo? ¿Qué las elecciones de su personaje le agreguen algo a la versión original? —Bueno, sí. Pero sólo si mis elecciones no apestan. Los demás se ríen. Holt tose. —¿Sr. Holt? ¿Sus ideas? Él se inclina hacia atrás en su silla. —Somos actores porque queremos atención. Nos paramos por ahí diciendo las palabras de alguien más, tratando de no arruinarlo. Erika sonríe. —Entonces, ¿no cree que haya nada artístico en lo que hace? Se encoje de hombros. —No particularmente. —¿Qué hay de un músico, interpretando la música de alguien más? ¿Los considera a ellos artísticos? —Bueno,‖sí… —¿Y un artista visual? ¿Un pintor que interpreta imágenes a través de sus pinceles? ¿Es artístico? —Por supuesto. —Pero no los actores. —En realidad, no. Somos loros, ¿o no? Aprendemos líneas y las repetimos. —Entonces —dice —, si no cree que la actuación sea un esfuerzo creativo, ¿por qué hacerlo, Sr. Holt? Si es simplemente una marioneta y no tiene una inversión personal en lo que está actuando, ¿por qué dedicarse a esto por tres años de su vida? Seguramente puede encontrar algo por lo que se encuentre más apasionado. —No dije que no fuera apasionado. Simplemente pienso que estamos engañándonos a nosotros mismos si creemos que es difícil. —Quizás no sea difícil para usted. Pero para la mayoría de las personas, subir al escenario en frente de cientos o miles de personas podría ser imposible. Se ríe. —Sr. Holt —dice Erika pacientemente—, ¿sabe que en una encuesta reciente, casi el noventa por ciento de los participantes dijeron que preferirían entrar a un edificio en llamas que subir y hablar frente a grupos grandes de personas?

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—¿Qué? Eso es ridículo. —No cuando miras el top diez de los miedos de la gente, con‖ “miedo‖ de‖ hablar‖ en‖ público”‖ en‖ el‖ número‖ dos.‖ Otros‖ ítems‖ en‖ la‖ lista‖ relacionados‖ a‖ la‖ actuación‖son:‖“miedo‖al‖fracaso”,‖“miedo‖al‖rechazo”,‖“miedo‖al‖compromiso”,‖y‖ “miedo‖a‖la‖intimidad”. —Coincidentemente —dice Jack—, todas esas son exactas razones de por qué Holt no tiene novia. Holt le lanza una mirada. —Entrar a un edificio en llamas toma mucho más valor que ser rechazado o tener intimidad. Erika lo mira como una araña estudiando a una mosca. —¿Más valor, dice? Él asiente, sin darse cuenta de que está a punto de ser devorado. —Creo que es más exacto decir que es un tipo diferente de valor, y que las elecciones que uno hace deciden la profundidad de ese valor. Holt no parece convencido. Erika lo estudia de nuevo. —Hmm. Él rueda los ojos. Odia ese sonido contemplativo. Erika camina al frente del salón y escribe unas palabras en la pizarra. —¿Sr. Holt? —dice y gesticula para que se ponga de pie junto a ella. Este se levanta del asiento y hace como se indica. —¿Podría leer amablemente las dos palabras en la pizarra? —“Lo siento”. —De acuerdo —dice Erika—. Yo soy el dramaturgo. Estas son mis palabras. ¿Cuál es mi intención? Holt se encoje de hombros. —Usted dígame. —No, Sr. Holt, ese no es mi trabajo. Como dramaturgo, es mi trabajo darle palabras. Como actor,‖es‖su‖trabajo‖interpretarlas.‖Entonces… Le gesticula para que vuelva a repetir la línea. Él coloca su mano en su oreja y pretende no haberla escuchado. — ¿Disculpe? Ella asiente. —¿Ve? Hizo una elección. Una elección bastante segura y aburrida, pero una elección no obstante. —Sin embargo, no siempre depende del actor hacer la elección —discute él.

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—Cierto —dice Erika—. Los directores a menudo empujan a los actores a tomar elecciones más audaces, más riesgosas, así que exploremos eso. —Camina al otro lado y cruza lo brazos—. Esta vez quiero que lo digas como si estuvieras hablando con alguien importante para ti. Un miembro de tu familia o un amante. Una sombra oscura para por el rostro de Holt. —¿Por qué se supone que debo disculparme? —Usted dígame —dice Erika con una sonrisa. Exhala y se frota la cara con la mano. —Únicamente dígame qué hacer, y lo haré. —No, así no es como funciona. Su trabajo es crear algo; una idea, una emoción, dentro de los parámetros que le doy. Los parámetros son esas dos palabras siendo dichas a alguien que signifique algo para ti. Tiene sus instrucciones. ¿Qué va a hacer con ellas? Él mira alrededor de la habitación, inquieto e incómodo. —¿Sr. Holt? —Estoy pensando —espeta. —¿En qué? —Con quién voy a disculparme. —¿Quién será? Mira hacia mí brevemente y dice—: Una amiga. —¿Y por qué se está disculpando? Deja de moverse. —¿Por qué tiene que saber eso? ¿Acaso importa? Niega con la cabeza y le hace un gesto para que comience. —En absoluto. Cuando esté listo. Cierra los ojos e inhala una enorme bocanada de aire antes de soltarla en una exhalación constante. Hay una sensación de expectación en la sala. Cuando abre los ojos, escoge un punto en la parte trasera de la sala y se enfoca en él. Su expresión cambia. Es más suave. Arrepentido. —Lo siento —dice, pero todavía no es sincero. —No fue lo bastante bueno —dice Erika—. Inténtalo de nuevo. Se mantiene enfocado en el mismo punto mientras su cara se arruga. —Lo siento —repite, pero está resistiendo la emoción.

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—Profundice, señor Holt —presiona Erika—. Es capaz de más. Dámelo. Parpadea y niega con la cabeza, sus ojos se poniéndose más vidriosos a cada momento. —¡Lo siento! Su voz se eleva, pero sigue protegiéndose. Una chispa sin fuego. —¡Eso no es suficiente, Ethan! —dice Erika, también elevando la voz—. Deja de luchar contra la emoción. Vamos a verlo. Todo. Sin importar lo desastroso que sea. Traga y aprieta la mandíbula. Sus manos se curvan en puños mientras se mueve de un pie al otro. Se queda en silencio. —¿Señor Holt? Parpadea un par de veces más, luego deja caer su mirada al suelo. —No —susurra—.‖Yo…‖no‖puedo. —¿Demasiado personal? Asiente. —¿Demasiado vulnerable? Asiente otra vez. —¿Demasiado…‖aterrador? La mira. No necesita responder. —Siéntese, señor Holt. Camina hacia su silla y se sienta bruscamente. —Así que, ¿le gustaría cambiar su opinión acerca de que la actuación es fácil y no requiere valentía? —pregunta Erika en voz baja. Traga con fuerza. —Obviamente. Erika mira alrededor hacia el resto de nosotros. —La actuación aborda emociones delicadas. Encontrarlas en nuestro interior y dejarlas salir para que otros las vean. Pero para hacer eso, el actor tiene que estar dispuesto a mostrar partes de sí mismo de las que se avergüenza. Tiene que tener la valentía de alumbrar cada aterradora inseguridad y arrepentimiento vergonzoso. Nada se puede ocultar. Contrario a la creencia popular, no se trata de provocar una respuesta en la audiencia. Se trata de manifestar algo dentro de sí mismo y dejar que el público sea testigo de ello.

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Hace un gesto hacia Holt, quien está mirando al suelo y masticándose la uña. »Lo que le pasó al señor Holt hoy, les pasará a todos ustedes en algún momento. Habrá ocasiones en las que pensarán que no pueden representar a un personaje o una emoción porque es demasiado aterrador o personal. Pero es su trabajo encontrar la valentía para dejar que los demás vean su vulnerabilidad. Eso es lo que hace a un buen actor. En las maravillosas palabras de Kafka, ustedes tienen‖el‖poder‖de‖“derretir‖el‖hielo‖en‖el‖interior,‖de despertar las células inactivas, de hacernos más plenamente vivos, más plenamente humanos, y a la vez más individuales‖ y‖ m{s‖ conectados‖ el‖ uno‖ al‖ otro”.‖ Es‖ por‖ eso‖ que‖ hacemos‖ lo‖ que‖ hacemos. Sus palabras resuenan conmigo. Miro a Holt. Él mira el suelo, con los hombros caídos. Sabe que tiene razón, y eso le asusta. —Ahora —dice Erika mientras camina hacia su escritorio y agarra un pedazo de papel—, todos ustedes adicionaron para nuestra producción teatral de primer año, una obra poco conocida llamada Romeo y‖Julieta… —Todos se ríen—. Y estoy feliz de decir que el elenco ya se ha completado. Todos nos enderezamos a la vez que el entusiasmo se propaga por la habitación. Pensaba que mi audición estuvo bien, y a pesar de mi falta de experiencia, quiero este papel. Mucho. Comienza la lectura de los personajes secundarios. Hay murmullos y maldiciones y algunos gritos de alegría, pero cuando llegamos a los roles principales, toda la habitación se queda en silencio. —El‖papel‖de‖Teobaldo‖es‖para…‖Lucas. Lucas celebra en voz alta y lanza su puño al aire. Puedo verlo interpretando a Teobaldo, drogado como un cometa y un poco desquiciado. —Benvolio‖ser{‖interpretado‖por…‖el‖señor‖Avery. Jack asiente y con aire de suficiencia dice—: Eso es correcto. El rudo Benvolio se encuentra aquí. Hay risas y aplausos. —La nodriza será interpretada por la señorita Sediki. Hay una ronda de aplausos, y Aiyah parece a punto de llorar.

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Anuncia que Miranda, Troy, Mariska, y Tyler interpretarán a los padres Capuleto y Montesco. Entonces es el momento de revelar a los personajes principales. Mi boca se seca y mi estómago se revuelve. Cierro los ojos mientras hago súplicas silenciosas. Erika se aclara la garganta. —Nuestra‖ Julieta‖ es…‖ —Dios, por favor, por favor, por favor, por favor—, la señorita Taylor. ¡Sí! Mi estómago se revuelve cuando se me acelera el corazón. No creo que jamás haya estado tan feliz. Todo el mundo aplaude y mi pecho se siente a punto de explotar con orgullo. Soy Julieta. Yo. La chica de ninguna parte sin experiencia. ¡Diablos, sí! Le echo un vistazo a Holt. No me está mirando, pero sonríe. Probablemente pensando‖“te‖lo‖dije”‖y‖d{ndose‖crédito‖por‖hacerme‖audicionar. —Por último —dice Erika, mirando alrededor de la habitación—, el elenco de los dos últimos papeles masculinos causaron una acalorada discusión entre el panel de la audición, pero creo que hemos tomado la decisión correcta. No es una elección obvia, pero a veces esas son los más interesantes. Holt se endereza en su silla. Sé que quiere a Mercucio. Ha interpretado a ese personaje antes, y por lo que escuché, le dio en el clavo. Connor sería perfecto para Romeo, y creo que él y yo trabajaríamos bien juntos. Me mira y levanta sus dedos cruzados. —En la producción de este año, Mercucio será interpretado por el señor Baine. El papel de Romeo es para el señor Holt. La clase aplaude, pero no me uno a ellos. Me siento como si un peso de plomo haya caído sobre mi estómago. Por la expresión en sus rostros, Holt y Connor se sienten de la misma manera.

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Los tres nos miramos el uno al otro, sin saber qué demonios acaba de pasar. Erika aplaude para indicar el final de la clase. —Eso es todo, chicos. Si no recibieron un personaje, entonces estarán en el coro. No se preocupen, todavía tienen mucho que hacer. Por favor, recojan un guión y un horario de ensayo antes de salir. La gente me felicita mientras sale, pero apenas los escucho. Connor se acerca y me da un abrazo. —Felicitaciones —dice cálidamente—. Vas a ser una Julieta increíble, no tengo ninguna duda. —Quería que tú fueras Romeo —digo, consciente de que Holt no se ha movido de su silla. —Eso habría estado bien —dice—, pero no voy a mentir, Mercucio es un papel patea-traseros.‖Quiero‖decir,‖¿“la‖peste‖sobre‖sus‖casas”?‖No‖hay‖nada‖mejor‖ que eso. Cuando se va, camino en una neblina hacia el escritorio de Erika para recoger un guión. Tiene mi nombre al lado del nombre del personaje: Julieta. Veo el único otro guión que queda allí. Romeo: Ethan Holt. No. No. No. —¿Señorita Taylor? ¿Está bien? Trato de no mostrar lo enferma que me siento. —Uh…‖sí.‖Muy‖bien. Sonríe. —Habría pensado que estarías más feliz por conseguir tu primer papel protagónico. Es uno de los clásicos. Muy pocas actrices tienen la oportunidad de interpretar a Julieta. —Oh, lo sé —digo—. Dios, estoy muy emocionada. En serio.‖Es‖sólo‖que… Erika me mira expectante. —Ella no me quiere como su Romeo —dice Holt cuando viene y se para junto a mí—. Y francamente, somos dos. Sabía que quería a Mercucio. Y sabía lo mucho que jodidamente odio a Romeo. ¿Qué es esta mierda? —En las inmortales palabras de los Rolling Stones, señor Holt, no siempre puedes conseguir lo que quieres. Querías a Mercucio porque has hecho el papel antes, y estarías cómodo haciéndolo de nuevo. Ser un actor no se trata de estar

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cómodo. Se trata de desafiarte a ti mismo. Sé que odias a Romeo, y esa es una de las razones por las que fuiste elegido. No eres el típico héroe romántico. Eres atrevido y cínico y, a veces, simplemente grosero. Tienes un borde que creo Romeo necesita. Del mismo modo, el señor Baine tiene una sensibilidad que lo hará un Mercucio simpático. Créeme, no tomé esta decisión a la ligera. Sabía que te resistirías, y considerando que tengo que dirigirte, sólo hice mucho más difícil mi trabajo. Si puedo sacar de tu interior todo el talento del que sé que eres capaz, valdrá la pena. Holt la mira y cruza los brazos. —¿Qué pasa si me niego a hacerlo? —pregunta—. Porque incluso si fuera posible que aprendiera a interpretar a ese tonto marica, lo cual no puedo, dudo mucho que a Taylor aquí le emocione mucho que yo lo haga. Erika me mira inquisitivamente. —Es cierto —digo—. Es un imbécil. Erika coloca sus manos sobre el escritorio y ladea la cabeza. —¿Y qué sugieres? ¿Interpretar a Mercucio y que el señor Baine interprete a Romeo? —¡Sí! —dice Holt—. Él haría muy bien toda esa cosa de amor adorable. Y yo podría morir estrepitosamente y terminar la noche. Todo el mundo gana. —No, no es cierto, señor Holt, porque no habrás logrado nada en tu desarrollo como actor, y me perdería la oportunidad de explotar la extraordinaria química de la que fui testigo entre la señorita Taylor y tú en las audiciones. Holt pone una expresión seria. —¿Es por eso que me diste este papel? ¿Debido a ese estúpido ejercicio del maldito espejo? ¡Jesús, Erika! —Esa no es la única razón, pero es una parte. ¿Crees que esa clase de química se ve todos los días? Porque estoy aquí para decírtelo: no es así. —Pero‖eso‖es…‖no‖fue‖algo‖que‖yo…‖no‖puedo… —Ethan —dice Erika—. Entiendo que enfrentar ese tipo de conexión es aterrador, pero es exactamente lo que necesitas para crecer. Eres tan talentoso de muchas maneras, pero cualquier cosa que requiera que te abras y seas vulnerable con otra persona es tu talón de Aquiles, y créeme cuando te digo que no llegarás muy lejos en esta industria, o en este curso, o en la vida, si eso sigue siendo un problema. Ella mira de Ethan hacia mí. —Ahora, ustedes dos han sido elegidos como los personajes principales en una de las mayores tragedias románticas de la

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historia del mundo, así que dejen de quejarse y agradézcanlo. Interpretarán los papeles como fueron asignados, o ambos tendrán una F para el semestre. No me importa cómo lo hagan, pero tienen que encontrar una manera de trabajar juntos. Vengan el lunes con sus líneas aprendidas y sus máscaras de actuación, porque voy a hacerlos lucir como si estuvieran enamorados aunque sea lo último que haga. La estupidez no será tolerada en ningún nivel. ¿Quedó claro? Holt y yo murmuramos—: Sí, Erika. —Y miramos al suelo. Erika suspira y recoge sus cosas antes de decir—: No olviden sus guiones. —Luego se va. Holt y yo nos quedamos parados ahí, sin mirarnos y sin hablar. Debería estar feliz de ser elegida, pero no lo estoy. Holt toma su guión y el horario de ensayo, y los mete en su mochila. —Esto es tan jodido —murmura en voz baja—. Todo este maldito año se va a la mierda, y todo es tu culpa. —¿¡Mi culpa!? ¿Cómo diablos es mi culpa que fueras elegido como Romeo? No siempre puedes interpretar al melancólico rebelde intocable, ya sabes. En algún momento vas a tener que interpretar el papel romántico. —Eso es una mierda. No todos los actores tienen que ser los protagonistas. Samuel L. Jackson, Steve Buscemi, John Turturro, John Goodman. Todos ellos tienen carreras increíbles y no hacen la mierda romántica. —No lo tomes de la forma equivocada, Holt, porque de verdad no quiero darte un cumplido en este momento, pero no te pareces a ninguno de esos tipos. Eres alto, guapo y tienes el cabello extrañamente genial. La gente te va a elegir para interpretar al protagonista, lo quieras o no. —Así que, ¿quieres que sea tu Romeo? ¿Es eso lo que estás diciendo? Porque la última vez que lo comprobé, ni siquiera podías soportar mirarme. —No —digo—, no serías mi primera opción para ser Romeo, ¡sobre todo porque eres un idiota todopoderoso que va por ahí leyendo los diarios de la gente! —A la mierda con esto. —Toma su mochila y da zancadas hacia la puerta, pero agarro su brazo. —Holt, ¿qué demonios te pasa? Ya han pasado dos semanas, y ni siquiera has tratado de mejorar las cosas entre nosotros. ¡Discúlpate, idiota invasor de diarios!

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Se da vuelta para mirarme y sus ojos se encuentran llenos de fuego. Retrocedo unos pasos, pero me sigue. No es hasta que estoy con la espalda contra la pared que nos detenemos. —Fue un maldito error leer tu diario, lo admito. Desearía no haberlo hecho, porque haría mi vida mucho más fácil no saber toda esa mierda sobre cómo te sientes por mí. Pero ¿qué demonios pensabas al escribirlo en primer lugar? Es evidente que la persona sobre la que escribes, de alguna manera, va a leerlo, ¡nos humilló a ambos y lo arruinó todo! —Oh, no —digo mientras la sangre se apresura a mi cara—. ¡No acabas de culparme porque tú hayas leído mi diario! —Sí, estoy bastante seguro de que lo hice. —¡Eres increíble! —Levanto mis manos en exasperación—. Eso es todo. He terminado de tratar de hacer las paces contigo. Ya ni siquiera quiero tus disculpas. Sólo mantente muy lejos de mí. Me empujo más allá de él, pero me sigue. —¿Cómo propones que me mantenga alejado de ti, cuando tenemos que realizar innumerables escenas de amor en esta estúpido obra, eh? Créeme, me encantaría no tener que pasar por esa maldita tortura, pero no tengo opción en el asunto. Camino más rápido. —Preferiría pinchar mis ojos con agujas que tener que fingir estar enamorada de ti, pero voy a hacerlo porque esta producción representa el cuarenta por ciento de nuestro curso de actuación para el semestre, ¡y no arruinarás mi promedio! —Jamás se me ocurriría, princesa. Después de todo, probablemente sólo vas a escribir sobre ello en tu diario. —¡Sí! ¡Probablemente lo haría! —Ya sabes —dice caminando con facilidad junto a mis temblorosas piernas—, millones de personas sobreviven sus malditas vidas enteras sin escribir acerca de sus fantasías sexuales y pensamientos más íntimos en un libro que cualquiera puede encontrar y leer. ¡Deberías intentarlo! —Tan pronto como viste lo que era, ¡deberías haber dejado de leer! —Oh, cierto, ¡como si fuera posible dejar de leer cuando vi que hablabas de mi polla! Me detengo y le doy un puñetazo en el brazo.

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—¡Ay! ¡Mierda! —¡Esto no es mi culpa! ¡Jódete! Agarra mis brazos y me tira hacia él. —Bueno, de acuerdo con tu diario, eso es exactamente lo que necesitas. ¿De ahí viene toda esta agresión? ¿Te molestó que no te besara el otro día y necesitas montar mi polla por un rato? —¡Dios, eres un idiota! —¡Me di cuenta que eso no fue un‖“no”! Instintivamente voy a golpearlo, pero agarra mi muñeca y la sostiene con fuerza. —Esa es la parte incorrecta para poner tus manos, cariño. ¿No quieres darle un poco de alivio a la parte de mí que ha estado dura como el infierno desde que leí tu estúpido diario? ¿No quieres sentir el infierno por el que me has hecho pasar? ¿Quieres tanto tocar una polla? Adelante. Pon tus malditas manos sobre mí y sácame de mi miseria. Libero mi mano de su agarre. —Eres repugnante —digo antes de alejarme. —¿¡Eso es un no a masturbarme!? —grita tras de mí. Me alejo de él tan rápido como puedo, y cuando doblo en la esquina, lo veo de pie donde lo dejé, con la cabeza gacha y las manos en su pelo. Camino a casa con las piernas temblorosas, y es sólo cuando estoy dentro de mi habitación y cierro la puerta que me doy cuenta de que mis ojos están acuosos.

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Punto sin retorno Traducido por Vane hearts & Julieyrr Corregido por Mary Warner

105 Me estoy mordiendo las uñas. Prácticamente las destruí todas y pasé a la áspera piel de mis cutículas. No ayuda con mis nervios, pero me detiene de caminar de un lado al otro. Marco está hablando con Holt. Llevándolo a través del lugar. Mi estómago se tambalea con una combinación de náuseas y anticipación irracional. Me dan ganas de vomitar mi almuerzo. Marco habla en voz baja, pero puedo escuchar cada palabra. —Sarah está aquí para confrontarte acerca de por qué la estás alejando. Su madre reveló que ella no es la chica de pueblo que pensabas que era, y en el proceso, te hizo sentir como si nunca fueras a ser lo suficientemente bueno para ella. En el fondo, siempre creíste que esto era demasiado bueno para ser verdad, y ahora has confirmado todas tus dudas. Ethan asiente mientras frunce el ceño en concentración. Sus brazos están cruzados sobre su pecho. Su postura defensiva. Me mira, luego de vuelta a Marco, su rostro endurecido. Me quedé sin cutículas. Necesito un cigarrillo, pero no tengo tiempo.


—Quiero sentir que piensas que ella es mejor sin ti, pero te está matando. ¿Comprendes? Él asiente y sus piernas vibran. Está nervioso. Bien. —¿Cassie? Mi turno. Marco se acerca y coloca su brazo a mí alrededor. —Estás confundida por el comportamiento de Sam. Lo amas, y no te importa lo diferentes que tus orígenes son. Él parece haber renunciado, pero quieres que luche. ¿Sí? Asiento. Me marea. Quiero sentarme. »Aquí es donde sentimos tu desesperación. No lo has visto desde hace días. Todo lo que quieres es que se quede, ¿de acuerdo? —Sí. Claro. Sueno más segura de lo que me siento. Él confía en mí para hacer mi trabajo. No quiero defraudarlo. —Tómense unos minutos para prepararse, luego comenzaremos con la entrada de Sarah. ¿Prepararse? ¿Cómo diablos me preparo para esto? ¿Para sentir estas increíblemente cosas personales y relevantes? ¿Para besarlo? Camino de un lado al otro. Quiero encontrar mi personaje, porque ella es el aislamiento entre la fantasía y la realidad. Pero todo lo que encuentro es a mí. Mi dolor. Mi confusión. Cierro los ojos y respiro. Tomo respiraciones largas y medidas a través de mi nariz, las suelto a través de mi boca. Trato de imaginar una sábana blanca en un tendedero, volando en la brisa. Es mi enfoque. Hoy no puedo conseguirlo. La imagen es borrosa e inconstante, como un canal de televisión que no puedo sintonizar. Mis ojos aún están cerrados cuando oigo pasos. Luego calor está delante de mí, y sé que él está mirando. —¿Qué? —pregunto, con los ojos todavía cerrados. Trato de aferrarme a mi enfoque. Brilla como un espejismo. »¿Quieres hablar de algo?

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—En realidad, sí. Tengo esta sensación de extraño ardor cada vez que hago pis. ¿Qué significa eso? Mantengo mi respiración constante. Suspira. —Quise decir sobre la escena. —Sé lo que quisiste decir. —Por supuesto que sí. —Vamos a acabar de una vez y ver qué pasa. —Si corro gritando de la habitación, entonces trataré con ello. —¿Estás segura de eso? Nunca he estado tan segura de algo en mi vida. Abro los ojos. —Bien. ¿Qué quieres decir? Mete las manos en los bolsillos. —¿Por dónde jodidamente empiezo? Espero. Sé que está pensando, porque parece como si tuviera dolor. Algunas cosas nunca cambian. —Cassie, ¿no crees que es una locura que no hemos hablado de nada de la basura que se vino abajo entre nosotros, y en pocos minutos voy a besarte? —No, no lo vas a hacer —digo. —Sí, lo voy a hacer. Está en el guión. —Lo que quiero decir, idiota, es que Sam va a besar a Sarah. Tú y yo estaremos en otro lugar, ¿de acuerdo? Da un paso hacia adelante, y me resisto a retirarme. Ya no hago eso. Su calor corporal quema a través de mi ropa. Por mucho que no quiero mirarlo a los ojos, él no me da muchas opciones. —Los dos sabemos que no funciona de esa manera —dice en voz tan baja que sólo yo puedo oír—. Por mucho que queramos que eso sea emociones del personaje, todavía van a ser mis brazos a tu alrededor, y mi boca en la tuya. Ahora, me siento muy raro sobre eso teniendo en cuenta que todo nuestro equipaje podría llenar un gran maldito almacén, pero ya que pareces tranquila no discutiendo nada, vamos a abrir esta maldita cosa y ver lo que cae. Su habilidad para hacerme poner brutalmente enojada dentro de treinta segundos es notable. ¿Quiere hablar ahora porque le conviene? La única cosa peor que su capacidad de tomar decisiones de relación es su sentido de la oportunidad.

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—Tuviste tres años para hablar —digo—. Pero la única vez que me contactaste fue cuando estabas borracho e ininteligible. —Eso‖no‖es‖cierto.‖Los‖correos‖electrónicos… —Estaban llenos de juegos mentales y patéticos intentos de conseguir que te persiguiera…‖ otra‖ vez.‖ Eran‖ vagos‖ y‖ autocompasivos,‖ y‖ ninguna‖ vez‖ te‖ disculpaste, bastardo arrogante. —¿Está todo bien? —nos llama Marco. Colocamos sonrisas falsas en nuestros rostros y asentimos. —Estamos bien —dice Holt, su voz apretada—. Sólo trabajando en algunas ideas. —Excelente. Vamos a empezar, entonces. Holt se gira hacia mí, pero he terminado con esta conversación. —Solo terminémoslo —digo, sin estado de ánimo para estar en la misma habitación con él, y mucho menos interpretar una escena de amor—. Agarra tu guión, y vamos. Se ríe, pero el sonido es hueco. —No necesito un guión para esta escena. —No, no imagino que lo haces. Tomamos nuestras posiciones de salida en lados opuestos del lugar. Marco aplaude para silenciar a la habitación. —Está bien, cuando estés lista, Cassie. Entro en el espacio, más enojada de lo que debería estar en este momento de la obra, pero a la mierda. Tomaré la ira y haré que funcione. Interpretamos la escena, palabras fuertes y emociones amargas bloqueados entre nosotros. Doy vuelta alrededor de él. Él mantiene su distancia. Dolido y evasivo. Está enfocándose. —¿De verdad crees que tenemos alguna oportunidad? —pregunta. Puedo sentir su intensidad a través del cuarto—. No lo hacemos. Lo sabes. Lo sé. Tu perra mamá de club de campo lo sabe, y ella es la única con suficientes agallas para decirlo en voz alta. Deja de luchar contra lo inevitable. Lo inevitable siempre gana. Mi voz es pequeña, pero a fuego lento. La ira me inunda. Está equivocado. Como de costumbre.

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Me meto en la piel de Sarah y hago sus reacciones mías. —¿Cuándo llegaste a ser tan cobarde? —Casi al mismo tiempo que me di cuenta que no sabía nada de ti. —¡Tú si me conoces! Sabes las únicas cosas que son importantes. —¡Mentiras! Conocía a la persona que pretendías ser, y señorita, eres un infierno de actriz. Me tenías completamente engañado. La habitación está zumbando por la tensión. Él está buscando una salida. No voy a dársela. Doy un paso más cerca. —Sam, sé que me amas. Lo sé cómo sé que el cielo es azul y el mundo es redondo. Si te vas ahora, te despertarás en cinco años y te preguntarás qué demonios hiciste, porque la gente busca toda su vida encontrar lo que tenemos, y lo estás tirando a la basura. ¿No te das cuenta? Mi enojo está llenando el aire, haciéndolo espeso y difícil de respirar. Ni siquiera puede mirarme. Un animal herido a punto de ir a tierra. —No puedo ser tu proyecto, Sarah. No soy algo que se puede arreglar. —Se da la vuelta para salir. —¡Espera! —El tormento de mi voz lo detiene—. Nunca fuiste un proyecto para mí. Y no te irás hasta que me digas que no me amas. Sus hombros se desploman, y murmura una maldición. —¡Dilo! Se gira. Su expresión está llena de conflictos. Llena de dolor. »Si quieres arruinarnos —digo, mi voz trémula—, entonces por lo menos haz bien el trabajo. Está luchando, pero no voy a retroceder. —Dilo. Toma una respiración. —No te amo. Prácticamente puedo oír su corazón agrietándose por el dolor en su voz. Le ordeno que lo diga otra vez. Lo hace, pero más suave. Lo estoy rompiendo, así no puede alejarse. Tiene que quedarse y romperse conmigo. Le digo que lo diga una vez más, y apenas puede respirar con el esfuerzo. — Yo…‖no…‖te‖amo. Su atención se centra en el suelo. Rompiéndose. —¿Lo crees todavía? —pregunto.

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Cuando me mira con ojos llenos de agonía y agua salada, me siento como si me estuviera ahogando. —No —dice, y antes de que tenga tiempo para pensar, o prepararme, o correr, está caminando hacia mí, y sus manos están en mi rostro. Su toque me hace jadear. Mientras que el aire entra en mis pulmones, cubre mi boca con la suya. Todo explota. Mi cuerpo y mente se sujetan. Mis sentidos se sobrecargan, y tres años desaparecen en un cegador milisegundo. Sus labios son justo como recuerdo. Cálidos y suaves. Delicioso más allá de las palabras. Él inhala fuertemente, y sus manos me aprietan, una en mi mejilla, la otra en mi nuca. Hace un pequeño sonido en su garganta, y calor me inunda. Mi cuerpo está en contra de él, y mis manos están en su cabello, y cada única razón por la que debería mantenerme alejada se derrite mientras nuestras bocas se abren la una a la otra. Es duro y desesperado y lleno de pasión que no quiero sentir. Pero esto... esto es donde todos los mejores recuerdos de él viven. Esto es lo que debería haber sido. Siempre. Bocas y manos en el otro, respirando el aire del otro. Revelando nuestra profunda conexión de alma, no huyendo de ella. Sus manos se arrastran sobre un cuerpo temblando que no ha sentido este fuego durante demasiado tiempo. Es por eso que no he tenido una relación a largo plazo por los últimos tres años. Es por eso que me acuesto con hombres una vez y nunca llamo de nuevo. Debido a que no se sienten así. Quiero desesperadamente que alguien más me arruine de la forma en que él lo hace, pero ni siquiera se acercan. Esta es la primera vez que verdaderamente me he sentido excitada desde que él se fue, y me odio por ello. Libero mi boca y logró jadear—: Ethan —antes de que él murmure—: Dios... Cassie —y me bese de nuevo. Mi cuerpo no puede conseguir bastante de él, incluso si mi cerebro sabe que está mal. Cada parte de mí lo anhela. Los ruidos que está haciendo son quejumbrosos y desesperados. Las manos me halan más cerca. Sus brazos me envuelven. No puedo creer que en el mundo del mal que hemos creado juntos, esto todavía pueda sentirse tan bien.

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—Bueno, eso es suficiente —dice Marco antes de aclararse la garganta—. Vamos a parar allí antes de tener que conseguirles una habitación. Buen trabajo. Excelente química. El hechizo está roto, y mientras me aparto, los ojos de Holt se abren. — Cassie... Lo empujo. No puede besarme así y decir mi nombre con ese tono, y completamente poseerme sin mi puto permiso. Da un paso hacia adelante, pero no puedo soportar más. Antes de que pueda tocarme de nuevo, le doy una bofetada. Da un paso atrás, su expresión tan confundida que por unos segundos, me siento mal por hacerlo. No debería. Esto es su culpa. Él sabe qué clase de poder tiene sobre mí. Contaba con él, y lo explotó. Ahora mi cuerpo late con fuerza y duele. Necesitándolo de una manera con la que no puedo tratar. Odio que aún me pueda hacer sentir así. Que con este solo beso, pueda demoler cada mecanismo de defensa que alguna vez tu ve en su contra. Lo odio por hacerlo, pero me odio más a mí misma por querer que lo haga de nuevo.

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Querido Diario, Después de toda la mierda que me ha hecho pasar en las últimas dos semanas, Holt admitió que se sentía atraído por mí. Bueno, dijo que haber leído mi diario lo puso duro, lo que supongo es la misma cosa. ¿Por qué siquiera me importa? Es un imbécil egoísta, grosero y fóbico a las disculpas, y nada bueno llegaría de nosotros enganchándonos. Excepto tal vez un poco de sexo alucinante. Oh, sexo. Me lo puedo imaginar. No puedo negarlo más. Lo quiero, a pesar de que me vuelva loca. Y ahora que me he admitido eso a mí misma (y a ti, querido diario), estoy absolutamente aterrorizada de que vaya a leer esto, porque según él, es inevitable. Tan pronto como escriba algo muy mortificante, el universo va a encontrar una manera de dejar que él lo vea. Bueno, en ese caso: ¡Oye, Holt! ¡Sí, tú idiota leedor de diarios! Quiero acariciarte. ¿Quieres tener sexo enojado y volar mi caliente mente virginal?

Dejo caer la pluma y rasgo la página de mi diario antes de arrugarlo y tirarlo a la basura. Rebota en el borde y se une a las otras siete piezas echadas a perder de papel cubriendo el suelo. —¡Esquívalo chupa pollas! —Lanzo mi diario a través de la habitación, y golpea la puerta con un ruido sordo. Me desplomo de nuevo en mi cama y arrojo mi brazo sobre mis ojos. No sirve de nada. No puedo escribir en mi diario más. Él arruinó el ritual de ello, porque no me puedo alejar del terror de que lo leerá de nuevo. La única cosa que me ayudó a dar sentido a mis ridículos sentimientos por él ya no está disponible, y apesta más allá de todas las palabras.

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—¿Cassie? —Hay un golpe en la puerta, y aparece la cabeza de Ruby—. ¿Estás bien? —No —digo antes de frotar mi rostro y gemir. —¿Holt? —Sí. —¿Qué pasó? —Interpretará a Romeo. Soy Julieta. Nos metimos en una pelea. —¿Sobre el diario? —Entre otras cosas. —¿Aún sin disculpas? —Por supuesto que no. Además, prácticamente exigió que le hiciera una paja. —Eso no es genial. Debería al menos haber dicho "por favor". —Ella se acerca y se sienta en el borde de mi cama—. Ya sabes que le gustas, ¿verdad? —No me importa. —Sí, lo haces. Te gusta también. —No quiero. —A veces que te guste alguien no tiene nada que ver con lo que quieres y tiene todo que ver con lo que necesitas. —Ruby, él es un idiota. —Eres apasionada sobre él. —Seríamos terribles juntos. —O maravillosos. Exhalo y me siento. —Entonces, ¿qué estás diciendo? —Estoy diciendo que debes hacer un movimiento. Me froto los ojos. —Dios, Ruby, no. Simplemente no encajamos. Es como si fuéramos aceite y vinagre. No importa cuánto nos afectemos el uno al otro, nunca vamos a mezclarnos. —Cassie —dice,‖ d{ndome‖ su‖ mejor‖ expresión‖ de‖ “presta‖ atención‖ a‖ las‖ perlas de la sabiduría que‖estoy‖a‖punto‖de‖impartir”—, te olvidas que a pesar de que el aceite y el vinagre no se mezclan, aún hacen un delicioso aderezo para ensaladas.

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Entrecierro mis ojos. —Bueno, eso no tiene nada de sentido. Ella suspira. —Lo sé. Lo siento. No tenía nada. Sin embargo, el aderezo de ensalada es delicioso. Mi punto es el siguiente: debes follar a Holt. Sería delicioso. La miro con conmoción. —¡¿Qué?! Debería... ¿qué? Quiero decir... no puedo ni‖siquiera‖comprender… —No te atrevas a decirme que nunca has pensado en saltar sobre los huesos de ese chico, porque sé que lo has hecho. Me desplomo y hago un puchero. —Bueno, está bien, he pensado en ello. Eso no significa que realmente lo haría. —¿Hace falta que te recuerde que te lo cogiste en seco descaradamente cuando estabas borracha? Y a partir de todos los informes, no te quejabas. —Eso no cuenta. —Frotaste tu flor de niña en su músculo del amor, Cass. Eso cuenta. Coloco mi cabello sobre mis ojos y gimo. —Ruby... Ella separa mi cabello y me mira. —Cassie, estás obviamente colgada de este chico. Vas a tener que lidiar con lo que sea que esté burbujeando entre ustedes antes de que ambos tengan un colapso completo. No pueden seguir con toda esta tensión sexual no resuelta. No es saludable. Yo voté por él follando hasta que ambos no pueden aguantar, pero bueno, eso es sólo conmigo. Gruño en frustración y me desplomo de nuevo en mi cama. Ella se levanta y se acerca a la puerta antes de girarse hacia mí. —Ya sabes, un‖hombre‖sabio‖dijo‖una‖vez:‖“El‖amor‖no‖se‖puede‖encontrar donde no existe, ni puede‖estar‖oculto‖de‖donde‖realmente‖existe”.‖Piensa‖en‖ello. —Eso es profundo, Rubes. ¿Es eso del libro de Frases de Filosofía 101? —No —dice con una sonrisa—. David Schwimmer. Kissing a fool. Película terrible. Me río. —Buenas noches, Cass. Esa noche, sueño con Holt, y gracias a Ruby, la clasificación es definitivamente X. ***

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Al día siguiente, mientras camino a nuestro primer día de ensayo, todavía no estoy segura de cómo voy a tratar con él. Cuando doy vuelta en la esquina de la cuadra del drama, él está allí, apoyado en la barandilla fuera del teatro, con sus gafas de sol puestas, un vaso de cartón en cada mano. Mientras me acerco, me ve y se pone de pie. Me detengo frente a él. —Oye —digo. —Hola. —Me mira y mastica el interior de su mejilla. Nos quedamos allí durante unos segundos antes de que él empuje hacia mí uno de los vasos de cartón y me diga—: Oh, mierda. Esto es, uh... esto es para ti. Lo tomo y lo sostengo hacia mi nariz. —¿Qué es? —Es un soy-un-idiota-achino. Trato de detener la sonrisa que se eleva en las comisuras de mi boca. —Eh. Huele a viejo y puro chocolate caliente para mí. —Sí, bueno, resulta que ya no tenían idiota-achinos. Me ofrecí para hacer un poco más, pero me dijeron que era demasiado cualificado. —Estaban en lo cierto. —Entonces —digo—. ¿Te sabes tus líneas? Él asiente. —Desafortunadamente. Shakespeare realmente podría haber utilizado un buen editor. Amigo era divagador. —¿No has encontrado ningún amor por Romeo aún? Él mira su taza y juguetea con el borde. —No. Cuanto más trabajaba en las líneas más claro era lo jodidamente estúpido que este casting es. No puedo hacer este papel, Taylor. Realmente no puedo. —Erika cree que puedes. —Sí, bueno, Erika se está engañando a sí misma. Cree que soy alguien que no soy. —O tal vez tiene fe en la persona que podrías ser. Niega con la cabeza. —Puede tener toda la fe en el mundo. Todo lo que soy capaz de darle es a un Romeo malo.

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—Tal vez eso es lo que quiere. Un Romeo perfecto es aburrido. Es más interesante verlo luchar con sus emociones. Ya sabes, triunfar sobre sus inseguridades. Estudia la taza durante unos segundos antes de decir. —¿Y si no triunfa? ¿Qué sucede entonces? Estoy sacudiendo mi cerebro por una respuesta alentadora cuando llega Erika. Pasamos junto a ella y tiramos nuestras tazas vacías en la basura al entrar en el teatro tenue. Después de descargar las maletas en el auditorio, nos unimos a Erika en el escenario. —¿Cómo se sienten hoy chicos? —pregunta. Holt y yo murmuramos algo vagamente positivo, entonces la charla está hecha. —No quiero asustarlos —dice Erika, viéndonos a los dos—, pero el éxito de toda esta producción depende de ustedes dos y la credibilidad de su relación. Holt exhala. —Jesús, Erika. Sin presión ni nada. Erika le da una sonrisa simpática. —La buena noticia es que sé que los dos son más que capaces de hacer a estos personajes venir a la vida. —Holt rueda los ojos—. Pero van a tener que confiar en mí y en ustedes, y entregarse por completo a la experiencia. ¿Entienden? Ambos asentimos. Holt luce como un caballo cimarrón, cambiando su peso y listo para atornillar. —Esta es la escena de la fiesta en la que primero ponen los ojos sobre el otro, y tan cursi como suena, tienes que convencernos de que es amor a primera vista. —Holt no cree en el amor a primera vista —le digo. —Él no tiene que creerlo —dice Erika, sonriendo—. Sólo tiene que hacer que el público lo crea. ¿Correcto, señor Holt? Mira al suelo. —Lo que digas. Ella se ríe y nos posiciona en lados opuestos del estrado. —Está bien, así que hay que imaginar que el espacio está lleno de asistentes a la fiesta. Romeo, estás demasiado aburrido. Tus amigos se han comprometido a hacer que olvides todo sobre Rosaline conociendo a otras mujeres hermosas, pero no podrías estar menos interesado. En lo que a ti se refiere, Rosaline te ha arruinado para cualquier otra mujer, y estás solo contando los minutos hasta que puedas salir.

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—Julieta, estás tratando desesperadamente de evitar a tu madre y a Paris. Cuando ves a Romeo por primera vez, es como si algo se despertara dentro de ti. Todo y todos se desvanecen a negro y todo lo que puedes ver es a él. Tienes miedo por tu extrema atracción. Asiento mientras el nerviosismo burbujea dentro de mí. Miro a Holt. Está pálido como una hoja. —¿Alguno de ustedes tiene alguna pregunta? Holt traga y sacude la cabeza. Hago lo mismo. —De acuerdo, entonces. Vamos a ir a cuando se ven el uno al otro del otro lado de la habitación. Quiero ver la pasión. El sentido de destino. Vamos a tener que ir y ver qué pasa. Ella va y se sienta en la primera fila del auditorio con su guion y cuaderno. Holt y yo estamos solos en el escenario. Se ve tan nervioso como me siento. —Está bien, cuando estén listos —dice Erika. Respiro profundo, a continuación saco el aire lentamente. Miro a Holt. Sus ojos están cerrados y tiene el ceño fruncido en concentración, como si estuviera preparándose psicológicamente para saltar de un avión o caminar sobre brasas. Toma varias respiraciones profundas y sacude sus manos. Puedo ver sus labios moviéndose pero no puedo escuchar lo que está diciendo. Por fin, abre los ojos y mira por encima en mi dirección, comenzando por mis pies. Parece satisfecho con ellos antes de que se mueva a mis rodillas. Yo llevaba una falda hoy. Mezclilla. Un poco corta. Su mirada se mueve más arriba, hasta mis muslos antes de continuar por encima de mi estómago, mis pechos, luego en mi cuello y, finalmente, mi cara. Mira‖a‖mi‖boca‖durante‖unos‖segundos‖y‖luego…‖oh‖Dios…‖me‖mira‖a‖los‖ ojos. Jadeo cuando siento nuestras energías conectarse. Es como que estoy cayendo en él y absorbiéndolo al mismo tiempo. Puedo verlo tratando de no estar asustado, pero lo está. Por un momento, creo que va a correr. Su cuerpo se pone rígido mientras que un destello de pánico ilumina sus ojos. Luego exhala y veo a Romeo emerger, intenso y desesperado. Está canalizando sus emociones al personaje. Utilizando el miedo. Transformándolo. Lo miro con ojos de Julieta y es el hombre más hermoso que he visto nunca. Ayer por la tarde estábamos gritándonos.‖Pero‖ahora… Ahora, él es todo.

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Nos movemos hacia el otro. Mi piel está viva con aleteo de emoción. Mi cuerpo, lleno de expectativas. Sus ojos queman en los míos, profundo e intenso. Cuando se detiene frente a mí, apenas puedo respirar. Me mira como si fuera hermosa. Como si fuera un regalo de la naturaleza que se hizo sólo para él. Necesito tocarlo, sentir que es real y que está aquí y me quiere, pero sé que Julieta no lo haría. Así que me quedo ahí y lo bebo. Su fuerte mandíbula y sus altos pómulos. Sus hermosos ojos y cabello desenfrenado. Todas sus partes tienen su propia belleza única, pero cuando se unen, es magnífico más allá de mi capacidad de describir. El miedo está aún en sus ojos, al acecho, pero empuja a través de él. Su mano se acerca a mi cara. Me toca suavemente, pero mi reacción es intensa. Sus párpados aletean mientras acaricia mi mejilla. Hay calor en mi piel y se construye con cada suave caricia de sus dedos. Su temor se asoma un poco más, vacilante detrás de su decisión. Su atención se fija en mi boca y él se aclara la garganta antes de que murmure—: Si

mi indigna mano profana con su contacto este divino relicario, he aquí la dulce expiación: ruborosos peregrinos, mis labios se hallan prontos a borrar con un tierno beso la ruda impresión causada. Las palabras son formales y arcaicas, sin embargo, la forma en que mi cuerpo reacciona a ellos es permanente.

Sus dedos están todavía en mi mejilla mientras se inclina hacia abajo, lentamente. Todo lo que puedo ver son sus labios, entreabiertos y suaves. Sé que Julieta se apartaría, pero yo no quiero. Recuerdo mi propósito y quito su mano de mi cara. La sostengo y suavemente froto sus dedos. —Buen peregrino, sois harto injusto con vuestra mano, que en lo hecho muestra respetuosa devoción; pues las santas tienen manos que tocan las del piadoso viajero y esta unión de palma con palma constituye un palmario y sacrosanto beso. Presiono nuestras manos y mi voz es aireada. Mi ritmo se apaga. No puedo pensar con claridad. Está tan cerca que puedo olerlo, jabón y colonia. El dulce aroma de chocolate en su respiración. Puedo sentirlo en cada parte de mí y mis manos tiemblan.

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El trae su otra mano para cubrir la mía, luego acaricia. El suave silencio de piel moviéndose contra su piel es lo más íntimo que he experimentado. La intensa corriente que pasa entre nuestras manos brilla en mi sangre. Debe afectarle también, porque su voz es baja y tranquila. —¿No tienen labios las santas

y los peregrinos también? Puedo sentir la vibración de su voz en contra de mi cara. —Sí, peregrino —contesto, mientras acaricia y teje sus dedos entre los míos, frotando la suave piel allí y haciéndome estremecer—, labios que deben consagrar a la oración. —Oh, entonces, santa querida —dice, centrándose en mi boca de nuevo—, permite que los labios hagan lo que las manos. Pues ruegan, otórgales gracia para que la fe no se trueque en desesperación. La intensidad de su energía me está llenando. Apenas tengo suficiente aire para hablar. —Las santas permanecen inmóviles —susurro—, cuando otorgan su merced. —Pues no os mováis —murmura, mientras se mueve más cerca—, mientras recojo el fruto de mi oración. Por la intercesión de vuestros labios, así, se ha borrado el pecado de los míos. Aguanto la respiración mientras sus labios bajan, suspendidos sobre los míos, tan lejos de donde quiero que estén. Estoy a punto de cerrar los ojos y saborear el momento cuando se detiene. Parpadea y sacude la cabeza. Su agarre se aprieta en mis manos. Ethan, no. Cierra los ojos fuertemente y hace un ruido estrangulado y frustrado. —¿Sr. Holt? —llama Erika desde el auditorio—. Esa es su señal para besarla. ¿Hay algún problema? Deja caer las manos y camina hacia atrás. El temor que estaba tratando muy duro de suprimir se ha liberado. Llena su expresión y se agrupa en sus músculos. —Te dije que no podía —dice, su voz apretada por el pánico—. Se los dije a las dos. —¿Sr. Holt? Sacude la cabeza y mete las manos en los bolsillos. Hombros encorvados. — ¿Por qué jodidamente nadie me escucha?

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Camina apagado en los bastidores, y aunque Erika lo llama, no se detiene. Comienzo a seguirlo, pero Erika señala que espere. —Cassie —dice, mientras viene al escenario para unirse a mí—, ten cuidado con él. Claramente asocia intimidad emocional con consecuencias dolorosas, y es posiblemente un factor desencadenante de problemas mucho más profundos. No tengo dudas de que puede hacer este papel, pero él tiene que estar convencido. Siendo realistas, eres la única que puede ayudarlo. —No sé sobre eso. Nuestra forma habitual de comunicación es gritarnos el uno al otro. Ella sonríe. —¿No te has dado cuenta de que eres la única persona en toda la clase que hace un esfuerzo con él? Apenas le habla a alguien más. Me siento mal de no haberme dado cuenta de lo solo que está Holt. A la hora del almuerzo desaparece cuando me siento con Connor y Miranda. Después de la clase cuando todo el mundo está yéndose y charlando, es el primero en salir por la puerta. Solo. Pensé que me evitaba, pero tal vez evitaba a todos. —Hablaré con él —le digo. Ella sonríe. —A veces la gente eleva las paredes, no sólo para mantener a la gente fuera, sino también para ver a quién le importa lo suficiente como para derribarlas. ¿Comprendes? Asiento y salgo del escenario. Mientras voy tejiendo a través de la oscuridad del escenario, oigo un ruido de raspado y me dirijo hacia este. —¿Holt? Lo encuentro en uno de los camerinos, tirado en una silla con la cabeza entre las manos. Las luces alrededor del espejo brillan detrás de él como un halo. Doy un paso dentro de la puerta. Se ve tan miserable, quiero decirle que va a estar bien pero no estoy segura de qué decir. —Sólo déjame renunciar —dice sin levantar la vista—. Necesitas a alguien más. No a mí. —No quiero a alguien más —digo, moviéndome hacia él—. Creo que si confías en ti mismo y en mí, podríamos crear algo realmente increíble. —Taylor…‖—Se levanta de la silla y se acerca a las ventanas—. Conozco mi límite y esto es todo.

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—Sólo inténtalo —digo mientras me detengo detrás de él—. Es todo lo que pido. Sé que es difícil para ti, pero no renuncies sin al menos intentar. —¿Hay alguna razón para intentar, cuando sé cómo va a salir? Voy a ahogarme y los llevaré conmigo. Es mejor cortar sus pérdidas, mientras que todavía hay tiempo para ensayar a otra persona en el papel. —Es demasiado tarde para eso —digo, viendo cómo los músculos del hombro se tensan contra su camiseta y quiero calmarlos—. Sé que el otro día dije que no quería que fueras mi Romeo, pero estaba equivocada. Se supone que seas tú. No me puedo imaginar a nadie más haciéndolo. Pone sus manos en el alfeizar de la ventana y sus hombros se hunden mientras deja caer la cabeza. —¿Por qué tienes que decir cosas como esa? —¿Cómo qué? —Cosas que hacen que me gustes. Es jodidamente molesto. No puedo detenerme más tiempo, así que pongo mi mano entre sus omoplatos y froto suavemente. Sus músculos se tensan bajo mis dedos, y cuando inhala, es fuerte y desigual. —Sólo consigue que Connor lo haga —dice mientras se vuelve hacia mí—. Probablemente moje sus pantalones cortos tan pronto como lo beses, pero hará el trabajo. —No quiero besar a Connor —le digo—. Quiero besarte a ti. Se congela y creo que ha dejado de respirar. Me estudia por un momento antes de tomar el paso más pequeño hacia adelante. Puedo mantener mi enfoque en él a pesar de todos mis instintos gritándome que corra. Podría muy bien rechazarme de nuevo, pero he llegado hasta aquí. No puedo dar marcha atrás ahora. —¿De verdad quieres que te bese? —Sí. Por favor, Ethan. —No sabes lo que estás pidiendo. —Sus cejas se surcan. —Lo hago —le digo y doy un paso adelante—. Si esto es lo que necesitas hacer para ver si puedes tener este papel, entonces hagámoslo. Es sólo un beso. Da un paso atrás, pánico construyéndose en su expresión mientras me muevo hacia adelante.

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—¿Y si no es sólo un beso? —pregunta mientras su espalda golpea la pared—. ¿Qué hacemos entonces? Pongo mis manos en su pecho y siento lo rápido que su corazón late con fuerza. Un ruido vibra en su garganta y alzo la mirada para verlo mirándome. La necesidad emanando de él vuelve a mi cerebro borroso y mis piernas débiles. —Deja de ser tan dramático —susurro, mientras corro mis dedos por su cuello y a lo largo de su mandíbula—. Si nos besamos, probablemente descubramos que nuestros cuerpos son tan groseramente incompatibles como nuestras personalidades. Dios, soy una mentirosa. Estoy más encendida de lo que nunca lo he estado en toda mi vida. Cada parte de mí está gritando porque me toque. Se siente increíble bajo mis manos. —Taylor —dice mientras teje su brazo alrededor de mi cintura y me tira más cerca—. La única cosa que definitivamente no somos es físicamente incompatibles. Me tira contra él y yo jadeo. Lo puedo sentir largo y duro en mi estómago. Saber lo que le hice me trae salvaje satisfacción. Me presiono más cerca. Cierra los ojos y gime. —Es una mala idea. En serio. Enredo una mano en su cabello. —Bésame. Toco con mis dedos sus labios y se abren. Su aliento es cálido contra mi mano. Rozo mi dedo por su labio superior, luego lo acaricio por el inferior. Tan sedoso. Suave. Me mira desconcertado. —He sido nada más que un idiota contigo desde el primer día que nos conocimos. —Lo sé. Apoya su frente contra la mía mientras sus manos se mueven a través de mi espalda. —Te he empujado lejos, una y otra vez. Sin embargo, ¿todavía quieres que te bese? —Sí. Mucho. Él roza sus manos sobre mis costillas y su voz es suave y sin aliento, cuando dice—: ¿No ves lo jodido que es esto? ¿Cuán mal sería para ti? —Lo sé —digo, no puedo dejar de mirar su boca—, ¿pero lo quieres? ¿Me quieres? Sólo dilo. Por favor.

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Traga de nuevo y susurra. —Joder, sí. Me pongo de puntillas y tiro su cabeza hacia abajo. Cuando su boca está lo suficientemente cerca, presiono suavemente mis labios contra los suyos. Oh. Dios. Ambos inhalamos en voz alta, nuestros cuerpos tensándose cuando nuestra conexión explota. Mi interior se ata y se enrosca a sí mismo en nudos, y él hace sonidos de gruñidos que es la mezcla perfecta de placer y dolor. Libero sus labios y tiro hacia atrás. Su boca está abierta y suave y lo beso de nuevo, un poco más duro. Lo siento exhalar contra mi cara, y no sé qué demonios estoy haciendo pero soy muy mala siendo suave con sus labios. Calor rezuma bajo mi piel. Fuego en mi vientre. Él hace otro sonido torturado, entonces está chupando mis labios, también. Cada pulgada de mí arde. El calor de su boca se detiene en mis pulmones y me maldigo por no haber estado besando a este hombre desde el primer día que lo conocí, porque lo que me está haciendo es más que increíble. —No puedo creer que nadie te haya hecho esto antes —dice entre besos cada vez más desesperados. Luego empuja su lengua en mi boca y todo el infierno se desata. Estoy perdida en la diapositiva sensual de él. Las vertiginosas feromonas me vuelven hambrienta. No hay nada en la habitación excepto él. Ningún sentimiento en mi cuerpo, excepto lo que me está dando. Ninguna sensación en el mundo, excepto su piel bajo mis manos. En ese momento, soy esa chica. La que es confiada y hermosa y deseable. Soy todas esas cosas por él. Por lo que está haciendo en mí. Me empujo hacia atrás para verlo, jadeando y abrumado. Sus ojos son salvajes, su pecho agitado. Luce como yo me siento. Crudo e insaciable. —Oh, Dios —digo, porque ahora siempre voy a quererlo así. No hay vuelta atrás—. Esto es malo. Malo, malo, malo, malo. —Te lo advertí —dice, respirando con dificultad y ahuecando mi cara—. ¿Por qué demonios no escuchas? Entonces me besa de nuevo, y todo lo que pensaba que sabía acerca de besar es borrado por sus labios. Su lengua. Sus pequeños gemidos. Sus manos y brazos están en todas partes y en ninguna. Arrastro mis dedos a través de su cuero cabelludo mientras gimo en su boca, tratando de obtener lo suficiente de él y fallando miserablemente. —Oh, Dios —jadeo mientras se mueve a mi cuello, su boca abierta y succiona. Volviéndome loca.

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Me lleva hacia atrás hasta que mi culo golpea el banco frente a los espejos. Me sube sobre este y empuja sus caderas entre mis piernas. Mi falda cabalga mientras su entrepierna hinchada se presiona contra mí. Nos besamos y frotamos, y nos enredamos juntos, desesperados por más. Hay demasiada tela y no suficiente aire. Su dureza está presionada contra mi suavidad, y nunca conocí a nada en el mundo que se pudiera sentir tan condenadamente bien. —Jesús —se queja, con una mano agarrando mi pelo mientras utiliza la otra para encontrar mi pecho—.‖Esto‖es‖solo…‖Maldita‖sea,‖Taylor.‖Soy‖tan‖jodidamente‖ estúpido, porque sabía que me arruinarías y lo dejé pasar de todos modos. Estoy tan jodido. —Ambos lo estamos. —Agarro su cabeza y hago que me bese más, porque soy adicta al sabor de sus labios y su lengua, pero mis manos necesitan más, así que empujan bajo su camiseta y encuentran su estómago, plano y cálido, temblando bajo mi toque. Gruñe en mi boca y me besa profundo. Luego, sus manos están bajo mi camisa y por encima de mi sujetador, acariciando y mimando. Haciendo al dolor dentro de mí tan hambriento, es doloroso. Se aprieta contra mí con más fuerza pero no es suficiente. Estoy retorciéndome más y más fuerte, y nada de lo que está haciendo es suficiente. Necesito más. Todo él. —Por favor. —Ni siquiera sé lo que estoy pidiendo. ¿Que tenga sexo conmigo? ¿Aquí? ¿Es eso lo que quiero? —No deberíamos. —Jadea mientras deja mis labios y me besa el cuello más allá de mi oído, su aliento caliente y profundo en mi piel—. Esto es jodidamente loco. Dime que pare. —No puedo. Chupa duro en donde mi hombro y cuello se unen. Sé que está dejando una marca, pero el dolor no importa tanto como él reclamándome de esa manera. Me levanta, entonces se vuelve hacia mí, presionándome contra la pared, y cuando se muele entre mis piernas, grito de placer. Dios, está tan duro. Lo quiero dentro de mí, calmando el dolor. Alimentando el hambre.

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—Jesús. —Mece sus caderas más rápido mientras acuna mi culo—. Cassie, si no me dices que pare ahora mismo, te juro por Dios que te voy a follar contra esta pared. Te sientes tan bien. Lo sabía. Sabía que lo harías. Me retuerzo contra él. No podría decirle que parara ahora mismo ni aunque tuviera un arma apuntando a mi cabeza. Se golpea contra mí y todo lo que puedo hacer es aguantar y rezar para que se mantenga en movimiento. Todo dentro de mí se está elaborando, contrayéndose, apretándose con increíble placer. Es como nada que he sentido antes y nunca quiero que termine. Siento como que estoy subiendo a la cima de una montaña. Si sólo se sigue moviendo, me voy a lanzar al espacio. —Cassie,‖ no‖ puedo…‖ no‖ debería.‖ —Jadea en ritmo con sus caderas. Tiene que seguir adelante. Tiene qué. Entierro mi cabeza en su cuello y chupo la dulce piel allí, marcándolo como él me marcó, la esencia de su colonia hormiguea en mi lengua cuando ambos gemimos y maldecimos. Aguanto la respiración, esperando para volar. —Ethan… —Jesús.‖Cassie… —¿Sr. Holt? ¿Srita. Taylor? Nos congelamos cuando escuchamos la voz de Erika. Él deja de moverse. Contiene la respiración. La tensión dentro de mí se desenrolla y se disuelve. ¡No, no, no, no, no! Oigo pasos, entonces su voz. —Ahí están. Me preguntaba si había perdido a mis actores principales, pero parece que en realidad están haciendo un trabajo de carácter. Qué dedicados son. Está justo detrás de nosotros. Dentro de la habitación. Me alejo del cuello de Holt y él me mira, pánico llenando sus ojos. Los dos estamos jadeando. Nuestros labios están hinchados y rojos. Erika se aclara la garganta cuando desenvuelvo mis piernas de la cintura de Holt, así me puede bajar al suelo. Acomodo mi camiseta y falda y veo a Holt correr su mano por su cabello antes de empujar sus manos en sus bolsillos y exhalar. Echo un vistazo a Erika. Nos está evaluando con calma. —Así‖ que,‖ parece‖ que‖ han‖ tenido‖ una‖ interesante…‖ discusión.‖ ¿Supongo‖ que ha trabajado en resolver sus problemas de besar a la Srita. Taylor, Sr. Holt?

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Holt se aclara la garganta. —Bueno,‖estaba‖llegando‖al… quid de la cuestión cuando nos encontró. Erika sonríe. —Eso he oído. Una risita nerviosa se me escapa y cubro mi boca porque creo que estoy a punto de perderlo a lo grande. Mi cuerpo todavía está latiendo y palpitando, mi corazón está latiendo fuera de mi pecho y simplemente sentir a Holt detrás de mí está haciendo nada para ayudar a mis asuntos. —Así que, ¿puedo asumir que no va a dejar el espectáculo, Sr. Holt? — pregunta Erika. Holt cambia su peso. —Luce como que no. Erika asiente y sonríe. —Excelente. En ese caso, tenemos un montón de trabajo por hacer. Nos vemos en el escenario en cinco minutos. Se da la vuelta y sale de la habitación. Estamos sólo Holt y yo otra vez, envueltos en capas de tensión sexual tan espesa que podría aislar una casa. Echo un vistazo a él. Se ve como un prisionero trazando un escape elaborado. —Escucha,‖Taylor…‖—Se frota los ojos—.‖Ese‖beso‖fue… ¿Impresionante? ¿Estupendo? ¿Sacudidor de tierra? Porque sé que no va a utilizar cualquiera de mis adjetivos, digo—: Fue estúpido, lo sé. También sé que desearías tratar y pretender que nada ocurrió, así que seguro, vamos a hacer eso. Plan sólido. No puedo creer que un beso haya vuelto mi mundo al revés. Solía pensar que lo deseaba, pero ahora lo que siento no está ni siquiera en el mismo universo que desear. Es compulsión. Potente y con hambre. Me gustaría poder volver a la vaga añoranza que sentía Él sabía que esto pasaría. Debería haberlo escuchado. Arrastra los pies nerviosamente. —Voy a hacer el show y todo lo que implica, pero fuera del escenario, somos solo… —Amigos. Sí. Lo entiendo. —Deberíamos evitar el choque de trenes que sin duda haríamos del otro Mantener nuestra distancia y tratar de no obsesionarnos. Excepto, que me temo que ya lo estoy.

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Correos electrónicos y Zen

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Traducido por Geraluh & Fany Stgo Corregido por Luna West

Cuando entro en mi apartamento, me encuentro con sonidos de la selva tropical. Maldita agua corriendo y cantos de aves con una molesta mierda melodiosa/electrónica que me dan ganas de arrancarme los cabellos. —Joder. —Escuche eso —dice una voz relajada desde la sala de estar—. Por favor, no contamines nuestro santuario con un lenguaje agresivo. Estas arruinando mi calma. Mi agotamiento emocional pesa sobre mí como una manta de plomo. Dejo caer el bolso en la entrada antes de deambular hacia la sala y colapsar en el sofá. —Por favor, apaga esa mierda. —Suspiro mientras inclino la cabeza hacia atrás y miro el techo—. Eso no es relajante. Me dan ganas de torturar cachorros. Y a ti. Mi compañero de cuarto, Tristan, está sentado en la gran alfombra delante de mí, con las piernas cruzadas, y manos sobre las rodillas. Sus ojos están cerrados, y su respiración es tranquila y moderada. Lleva unos diminutos shorts. Nada más. Me tomo un momento para pensar en cómo los años de yoga han esculpido su 1

Forma del budismo que recurre a la meditación, al control del espíritu y a técnicas dialécticas para alcanzar la iluminación

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metro noventa en el pináculo de perfección masculina. Su largo cabello negro está recogido en una coleta, y su rostro es suave y libre de tensión. Tener una madre Japonesa y un padre de Malasia le ha dado una especie de exótica apariencia que debería ser inmortalizado por un artista. Haría una gran estatua. Caliente Buda. A diferencia de mí, él es el epitome del maldito Zen. —¿Mal día? —pregunta. Pasé la mayor parte del día besuqueándome con mi muy atractivo ex a quien ni remotamente he superado. Malo no lo describe. —No tienes idea. Tristan abre los ojos y me evalúa con una mirada. —Oh, Dios, Cass. Tus chakras están por todo el lugar. ¿Qué diablos pasó? —Holt y yo nos besamos. —Mi voz está cansada y ronca. Mi cerebro esta lodoso. Estoy tan perdida, apenas puedo hablar. Tristan suspira y sacude la cabeza. —Cassie, después de todo lo que hablamos. Después de que me juraste que no saltarías de nuevo en algo con él. Después de que escribiste El Juramento de Auto Preservación. —No fue algo espontaneo, Tris. Era parte de la escena. Apaga el equipo de música. Gracias a Dios. —Ah. ¿Y? —Y… Espera por mí, pero no puedo hablar. Si abro la boca, una tormenta de amargura saldrá de mí y voy a arrancarme la piel de los huesos. —¿Cassie? Niego. Él sabe. Se sienta a mi lado y me envuelve en sus brazos gigantes. —Dulce niña. —Suspira mientras lo abrazo como si fuera lo único que me ancla a la realidad. —Tris, estoy tan jodida. —Sabias que esto iba a ser difícil. —Pero no tanto. —¿Qué hay de él? ¿Cómo está manejando las cosas? —Está siendo un imbécil.

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—¿En serio? Suspiro de nuevo. —No, no realmente. En su mayoría está siendo un poco semi-decente y preocupado, pero eso es casi peor. No sé cómo lidiar con él de esa manera. —Tal vez ha cambiado. —Lo dudo. —¿Se ha disculpado? —Por supuesto que no. —¿Qué si lo hiciera? Pienso en eso. ¿Lo aceptaría? ¿Podría alguna vez disculparse lo suficiente para que lo perdonara? —¿Cassie? —Digamos que se disculpó, lo que es tan probable como pequeños animales peludos saliendo de tu trasero. No cambiaría nada. Él sigue siendo él y yo sigo siendo yo. Somos como dos imanes que se mantienen girando una y otra vez, atrayéndose el uno al otro, luego‖empuj{ndose‖lejos,‖y‖solo… yo… Me desinflo y sigo. No puedo decirlo. No puedo admitir que la primera vez que me he sentido completa en años fue hoy cuando me estaba besando. Me pone loca darme cuenta que él es el único que puede hacerme sentir de esa manera. Froto mi cara. —No sé qué hacer. —Necesitas hablar con él. —¿Y‖ decir‖ qué?‖ “¿Caramba,‖ Ethan, a pesar de que me destruyó por completo cuando te fuiste, todavía te quiero, porque soy la masoquista más grande del‖mundo?”‖No‖puedo‖darle‖ese‖tipo‖de‖municiones. —Ustedes no están en una guerra. —Sí, lo estamos. —¿Él lo sabe? —Debería. Él lo empezó. Tristan me da una mirada. Sé que está a punto de decir algo profundo, inteligente y malditamente molesto. Lo que sea que diga estará bien. Siempre tiene la razón. Odio eso de él.

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También me encanta eso de él. Desde la noche que me esperó en la puerta del escenario para decirme lo increíble que estuve en el Off-Broadway2 con la versión de Portrait, hemos tenido una conexión. Me sentí como si estuviera destinado a estar en mi vida, y no había tenido eso desde que Ruby se mudó al extranjero en nuestro último año. Necesitaba un lugar para quedarse, así que cuando mi compañera de piso resultó ser una roba-zapatos compulsiva, y huyó en medio de la noche con toda mi colección de calzado, no lo pensé dos veces en pedirle que se mudara. Hemos sido mejores amigos desde entonces, y durante los últimos tres años, me‖ha‖visto‖en‖cada‖una‖de‖mis‖etapas‖“Odio‖a‖Holt”.‖Me‖ayudó‖mucho‖a‖superar‖ muchas de mis tendencias destructivas, pero hoy es definitivo retroceso. —Cassie, ¿Qué quieres? Parece una pregunta engañosamente fácil, pero lo conozco mejor. Tristan no hace preguntas fáciles. —No quiero que me haga sentir estas cosas nunca más. —No te pregunté lo que no quieres, pregunté qué quieres. Si pudieras tener cualquier cosa, independientemente del presente, pasado y futuro, ¿Qué sería? Pienso mucho. La respuesta es simple. E imposible. —Quiero ser feliz otra vez. —¿Y qué va a hacerte feliz? Ethan. No. Sí. Ethan sosteniéndome y besándome. No lo hagas. No puedes. Él no lo hará. Ethan. Corriendo las manos por mi cuerpo mientras me desviste. Dios, no. Ethan gimiendo mí nombre mientras se mueve dentro de mí y me declara su amor eterno. Oh, Jesús.

2

Los locales del off-Broadway suelen ser teatros con un aforo entre 100 y 500 personas y que realizan producciones de bajo coste.

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Me levanto y voy a la cocina. Mis manos tiemblan mientras agarro la botella de vino más cercana, arranco la tapa, y vierto en un enorme vaso. Tristan se apoya en el marco de la puerta. Siento tu desaprobación mientras bebo mucho, demasiado rápido. —Cassie… —No quiero escucharlo. —Voy a llevarte fuera. —No. —Sí. Necesitas relajarte y dejar de obsesionarte con el magnífico Sr. Holt. —Por‖favor,‖no‖te‖refieras‖a‖él‖como‖“magnifico”.‖O‖“Sr.‖Holt”.‖De‖hecho,‖no‖ lo menciones en absoluto. Eso sería genial. —Déjame llevarte al zoológico. Es una noche hetero. Puedes babear el contenido de tu corazón. Vacío el resto del vaso. —Tristan, lo que necesito esta noche es beberme a mí misma en un estupor semiconsciente en casa, sola. Si salgo, sé que voy a terminar follando con un extraño que me hará olvidar todo acerca del idiota-que-no-debeser-nombrado por unas pocas horas. Luego me darás un sermón en la mañana sobre lo malo que son las aventuras de una noche y de cómo los utilizo para desensibilizarme por el dolor de mis rechazos pasados por Su Real Pendejo, y como al final voy a tener que tratar la causa del enorme agujero en mi corazón y no solo los síntomas. Exhala y parpadea. —Bueno, acabas de empacar más auto-conciencia en esa mini diatriba de la que has demostrado en todo el tiempo que te conozco. Estaba empezando a creer que no escuchabas cuando hablaba. —Escucho. Y tal vez estoy aprendiendo. —Lleno mi vaso. —Gracias al siempre amante Dios del Sol —dice, y se acerca a abrazarme—. Ahora, ¿Cuándo vas a hablar con él? Suspiro y sacudo la cabeza. —No sé. ¿Cuándo pueda manejarlo sin desmoronarme? —Eso sería nunca. —Tristan… —Cass, deja de aplazarlo. Cuanto antes lo hagas, más pronto podrás empezar a planificar como purgar toda la mala energía entre ustedes dos. —Ni siquiera sé si eso es lo que quiere.

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Rueda los ojos. —Incluso yo sé lo que él quiere, y nunca he conocido al hombre. He leído sus correos, ¿recuerdas? ¿Cuándo vas a dejar de esconderte y dejarlo‖hablar?‖Si‖puedes‖encontrar‖una‖manera‖de‖perdonarlo,‖entonces‖tal‖vez…‖ solo‖tal‖vez…‖puedes‖encontrar‖como‖ser‖feliz‖de‖nuevo.‖Con‖o‖sin‖él en tu vida. Tiene razón. Como de costumbre. —Sabes que te odio, ¿no? —No, no me odias. Tomo un gran trago de vino. —Solo déjame atravesar los próximos días, entonces…‖hablaré‖con‖él. Me abraza de nuevo. —Bien. Te quiero. —También te quiero. Pasa un buen rato en el club. —Sabes que lo hare. Nos vemos mañana. Lo beso en la mejilla antes de llevar el vino a mi habitación y cerrar la puerta. Después pongo un poco de música, abro mi laptop y paso unos minutos revisando mi correo. Hay uno de Ruby que me hace reír, así como varios de empresas de ayuda que me dicen cómo mejorar el tamaño de mi pene. Elimino la basura y voy a mi escritorio. Ahí está. El pequeño icono que siempre me atormenta. Esta marcado como Correos del Idiota. Me tomo el vino y me quedo en eso, con el dedo cerniéndose sobre el botón del ratón. Los he leído todos antes. Docenas de veces. Siempre con los ojos nublados por la amargura y el dolor. Me pregunto que vería si tratara de superar todo eso. ¿Retratarían a un Holt diferente al que he pasado tantas horas maldiciendo? —Maldito… maldito idiota. Abro el archivo. Las palabras familiares llenan la pantalla, y tomo una respiración profunda. La primera es de tres meses después que me dejo.

***

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De: EthanHolt ERHolt@gmail.com Para: Cassandra Taylor CTaylor18@gmail.com Asunto: Fecha: Vie, 16 de Julio a las 9:16pm Cassie, He estado sentado aquí mirando la pantalla por dos horas tratando de conseguir el valor para enviarte el correo, y ahora que estoy escribiendo, no tengo ni puta idea de lo voy a decir. ¿Debería disculparme? Por supuesto. ¿Debería suplicar tu perdón? Absolutamente. ¿Me perdonarías? Lo dudo. Pero a pesar de que te lastime, sigo pensando que hice lo correcto marchándome. Necesitaba irme, mientras uno de nosotros todavía tenía la oportunidad de estar completo. Ahora estoy sonriendo, porque puedo imaginarte rodando los ojos y llamándome idiota. Tenías razón. Te lo advertí el primer día que nos conocimos, ¿recuerdas? Estaba tan malditamente asustado de ti, dije que no deberíamos ser amigos, pero nos hiciste amigos de todas maneras. Terminaste siendo la mejor amiga que he tenido. Extraño nuestra amistad. Te extraño. Supongo que es todo lo que quería decir. Ethan.

***

El siguiente es de un mes después. De: EthanHolt ERHolt@gmail.com Para: Cassandra Taylor CTaylor18@gmail.com Asunto: Fecha: Vie, 13 de Agosto, a las 7:46pm Cassie,

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He decidido seguir escribiéndote, incluso si nunca respondes, porque voy a fingir que lees esto y piensas en mí. Sabes lo bueno que soy fingiendo. El espectáculo va bien. El elenco es bueno, y me alegro de volver a interpretar a Mercurito en lugar de Romeo. Interpretar el papel romántico nunca fue mi fuerte, como sabes. A menudo me duele el pecho cuando pienso en ti. No es divertido. Soy demasiado joven para tener una enfermedad del corazón, pero tengo miedo de que lo revisen en caso de que me digan lo que ya sé: que es defectuoso y no puede ser reparado. A veces me pregunto qué estás haciendo y espero que estés siguiendo adelante. Eso es lo que te mereces, pero hay una parte de mí que espera que seas miserable de que me haya ido. Te extraño. Ethan.

Para: Cassandra Taylor < CTaylor18@gmail.com> Asunto: Fecha: Miércoles, Septiembre 1, a las 2:09am Cassie, Son las dos de la mañana, y estoy borracho. Taaaan jodidamente borracho. Te deseo tanto.‖Te‖quiero‖desnuda‖y‖jadeando.‖Quiero‖ver‖tu‖rostro‖mientras‖te‖corres,‖y…‖Dios…‖te‖ deseo. Por supuesto, nunca averigüé cómo follarte, ¿no? No pude separarlo y tratarlo cummu sexo, porque nunca lo fue. Nunca. Fue mucho más. Traje una chica a casa conmigo esta noche. Una chica linda. Bonita, incluso. No tan bonita como tú, pero por otra parte, nadie lo es. Quería que la follara, pero no podía hacerlo. A penas podía besarla porque sus labios no sabían cómo los tuyos, y no olía bien porque no ella no eras tú. Ahora estoy duro como una roca sentado aquí escribiendo y, sé que nunca me dejarás volver a estar dentro de ti, y es todo en lo que puedo pensar. Así que cuando termine de escribir etso, probablemente follaré mi mano mientras fantaseo contigo, y luego me odiaré solo un poco más. Soy patético. No quiero obsesionarme más contigo. Duele demasiado.

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Te extraño mucho. Ethan.

***

Y entonces se encuentra este.

De: EthanHolt <ERHolt@gmail.com> Para: CassandraTaylor< CTaylor18@gmail.com> Asunto: No hay excusa Fecha: Miércoles, Septiembre 1, a las 10:16am Cassie, Me siento tan avergonzado por el correo que te envía anoche. Tomé demasiado, y bueno, ya sabes el resto. Por favor bórralo y olvida que sucedió. Eso es lo que voy a tratar de hacer. Ethan

***

Después de eso no supe nada de él durante meses. Luego esto llegó.

De: EthanHolt <ERHolt@gmail.com> Para: CassandraTaylor< CTaylor18@gmail.com> Asunto: Fecha: Jueves, Enero 13, a las 12:52pm Cassie, Feliz Año Nuevo. Ha pasado un tiempo.

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¿Cómo estás? Claro que no espero que respondas eso. Nunca lo haces. Eso es comprensible. He estado recibiendo ayuda. Hablando con alguien de porque sigo jodiendo las cosas continuamente, Trato de mejorar. Sé que debí haber hecho esto hace mucho tiempo, pero mejor tarde que nunca, ¿cierto? Mi terapista dice que debo dejar ir mi miedo, para poder dejar entrar a las personas. Ya no sé qué mierda. Creo que no me encuentro destinado a ser feliz. Si no pude ser feliz contigo, no tengo esperanzas. Quiero arreglar las cosas entre nosotros. Tal vez volver a ser amigos. Pero no tengo idea de cómo hacerlo. E inclusive si la tuviera, dudo que te guste. ¿No? Me gustaría ser tu amigo otra vez, Cassie. Te extraño. Ethan.

***

Hay más de ellos, pero no puedo leerlos. Se acabó el vino, y mis ojos pican. Escribo un correo.

De: CassandraTaylor <CTaylor18@gmail.com> Para: EthanHolt <ERHolt@gmail.com> Asunto: Fin de semana Fecha: Viernes, Septiembre 4, a las 9:46pm Ethan, Por el bien del espectáculo, supongo que debemos tomar tiempo para hablar. ¿Qué te parecer mañana por la noche, después del ensayo? Cassie.

***

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Presiono enviar antes de acobardarme. Mis sueños me odian. Siempre me llevan de regreso a una época cuando todo lo que quiero hacer es olvidar. O recordar. Nunca pude averiguar cuál. El hombre besa mi cuello mientras aumenta su ritmo. Largas y profundas caricias. Hago todos los ruidos correctos, pero no me encuentro ni cerca. —Cassie, mírame. No puedo. Así no es como funciona. Mirarlo rompe la ilusión, y tan débil como es, la ilusión es todo lo que tengo. —Cassie, por favor. Lo empujo sobre su espalda y tomo el control. Lo monto con desesperación. Trato de hacerlo más de lo que es. Gime y agarra mis caderas, y sé que casi se acaba. Traza una mano sobre mí, reverente y amorosa. No lo merezco. ¿Cómo no lo sabe ya? —Cassie, por favor, mírame. Su voz está mal. Me muevo más rápido, haciendo que él no pueda hablar. Cuando gruñe y se pone rígido, no obtengo satisfacción. Solo alivio. Finjo correrme y colapso contra su pecho, e incluso cuando envuelve sus brazos alrededor de mí, la distancia entre nosotros se amplia. Escucho su corazón. Tan fuerte. Rápido y estable. Sin miedo de amar. El sonido me es extraño. Me bajo y recojo mi ropa. Sigue cada paso que doy con sus ojos. —¿No te puedes quedar? —No. Exhala. Se encuentra cansado de esa respuesta. Igual yo. —Solo dime una cosa —dice y se sienta. —¿Qué? —¿Alguna vez pensarás en mí cuando hacemos el amor? Hago una pausa, luego me pongo la camiseta. Odio ser tan obvia. —Cassie, él te dejó. —Lo sé. —Déjalo ir.

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—Eso trato. —Él se encuentra en el otro lado del mundo, y yo aquí. Te amo. Lo he hecho hace mucho tiempo. Pero eso no hará ninguna diferencia, ¿no? Sin importar lo mucho que lo quiera. Se pone de pie y se pone sus bóxers. Movimientos agudos y frustrados. No lo culpo. Se merece mucho más. Me siento en la cama, derrotada. Esto comenzó por despecho, pero ahora quiero que funciones. Daría cualquier cosa para ser así de disfuncional. Pero lo soy. Tratar de fingir lo contrario, no está funcionando. Y el alivio que siento en lastimar a alguien en lugar de ser lastimada me hace odiarme. Se para frente a mí, y cuando lo abrazo, me aprieta. —No puedo creer que Ethan Holt me siga arruinando las cosas, incluso cuando se encuentra aquí. La mención de su nombre hace que mi pecho se apriete. Me echo hacia atrás y paso mis dedos sobre mis líneas de expresión, tratando de disiparlas. —Lo siento —digo—. Sé que es un total cliché, pero no eres tú en lo absoluto. Soy yo. Se ríe. —Oh, eso lo sé. —Su expresión se suaviza—. Aun así, espero que algún día consigas una conclusión, Cass. Realmente lo espero. Asiento y miro su pecho. —Yo también. Entonces me besa, suave y lento, y casi lloro porque quiero sentirme diferente. Apoyando su frente contra la mía, dice—: Y espero que el bastardo se dé cuanta que dejarte ir fue la cosa más estúpida que ha hecho. Me acompaña a la puerta y me besa una vez más antes de decir—: ¿Te veo esta noche en el teatro? Asiento y me despido, y solo así, volvemos a ser amantes solamente en el escenario. Es mejor así. Mientras me voy, me comprometo a no infligirme en más inocentes. Entrar, joder, salir. Sin condiciones. El amor es debilidad.

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Esa es la única cosa que Holt me enseñó, pero es lo que más recuerdo.

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Casi me caigo de la silla mientras vuelvo a estar consciente. Mi corazón late con fuerza, impulsado con la culpa latente. Jesús, ¿qué hora es? Miro el reloj. Diez y cuarenta y cinco. He estado dormida en mi escritorio por una hora. Mi boca se encuentra seca, y cuando la habitación se inclina, recuerdo que bebí una botella completa de vino. Gruño y me alejo del escritorio, todo mi cuerpo protestando a la vez que me levanto y voy al baño. Tomo una ducha rápida y me cepilló los dientes mientras un abismo de terror bosteza en mi estómago. Le envié un correo. Le envié un correo y decía que debíamos hablar. No me encuentro lista para que eso pase. Si trata de ponerle excusas a su comportamiento, terminaré dándole un puño en la cabeza. Lo sé. Seco mi cabello con la toalla y no me molesto en cepillarlo antes de ponerme mi pijama favorito y deslizarme en la cama. Abro un libro y trato de leer, pero mis ojos se encuentran borrosos. Los froto y luego suspiro. Me tenso, excitada y borracha. Demonios, necesito tener sexo. No puedo recordar el ultimo chico que me dio placer. Sinceramente, no tengo idea de cuál era su nombre. ¿Matt? ¿Nick? ¿Blake? Sé que tenía una sola sílaba. Cualquiera que fuese su nombre, era un amante adecuado, pero no me hizo correrme. Pocos de ellos lo hacen. Alimentan mi ego y me hacen olvidar por un rato, pero nunca me hacen sentir como Holt lo hizo. Por otra parte, ellos nunca me arrancaron el corazón del pecho y tampoco lo destrozaron en mil pedazos, así que está eso. Mi teléfono suena. Sé que es Tristan queriendo contarme acerca de la última pieza deliciosa de hombre que descubrió en el club.

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Tomo el teléfono y aprieto el botón de respuesta. —Escucha, reina del baile, me encuentro borracha, excitada, y no en buen humor como para escuchar sobre los hombres bonitos que no me van a follar. Por lo que por el amor a mi descuidada vagina, ordénate otro Cosmo y jódete. Hay una pausa y luego una tos incierta. —Me encuentro más que feliz de joderme, pero si hace la diferencia, no iba a hablar de pollas. Me hallo más interesado en saber más sobre tu descuidada vagina. ¿Cómo ha estado? No hemos tenido un cara a cara desde hace mucho tiempo. El calor inunda mis mejillas. No me debe quedar algún tipo de pudor cerca de él, y todavía así parezco encontrarlo un poco más. —Holt, ¿qué quieres? —Bueno, considerando que estás borracha y caliente, de verdad me gustaría estar cerca. Fallando eso, solo quiero hablar. Recibí tu correo. Froto mis ojos. No tengo paciencia para su encanto esta noche. —Sí, de acuerdo. —Sábado por la noche sería genial. Gracias. —No me des las gracias todavía. Hay una gran posibilidad de que no terminemos la tarde sin que te arroje algo, pero supongo que las cosas no pueden empeorar mucho entre nosotros, ¿no? Se ríe. —No lo sé. Hubo momento en que fuimos menos civilizados de lo que somos ahora. Aun así, aprecio la oportunidad para aclarar las cosas. Se queda callado, al igual yo. Solíamos hablar en el teléfono por horas. Ahora, a penas logramos hacerlo durante un minuto antes de que la incomodidad de interponga. —Así que, ¿solo por eso llamaste? Porque pudiste habérmelo dicho mañana. Hay un momento de silencio. Luego dice—: Te llamé para decirte algo que no podía esperar hasta mañana. Un escalofrió recorre mi columna vertebral. —¿Y qué es eso? —Solo necesito‖decirte…‖lo‖siento,‖Cass. Dejo de respirar y aprieto los ojos a la vez que una tormenta extraña de emociones se arremolina dentro de mí. Esas palabras. Esas simples y poderosas palabras. —¿Cassie? ¿Me escuchaste?

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—No lo creo. Sonó como una disculpa, pero en tu voz. Suspira. —Sé que no me escuchaste disculparme lo suficiente durante nuestra relación, y lo siento también por eso. Pero antes de que pasemos otro día juntos, tenía que decirlo. Me mataba el no hacerlo. En mi shock, casi no noto su dificultad para hablar. —Holt, has estado bebiendo, ¿no? —Un poco —dice. —¿Un poco? —Bueno, mucho, pero eso no tiene nada que ver conmigo disculpándome. Debí hacerlo en el momento que vi tu rostro durante el primer día de ensayo, pero…‖no‖querías‖escucharlo.‖Y, bueno, eras aterrorizante. —No has visto mi cabello desde que salí de la ducha. Sigo siendo aterrorizante. —Mentira. Apuesto que luces hermosa. Realmente está borracho. Solo me halaga cuando ha perdido la sensibilidad en sus extremidades. —¿Qué bebes? —Whiskey. —¿Por qué? —Por…‖por‖ti.‖Bueno,‖tú‖y‖yo.‖Y‖besar.‖Definitivamente‖por‖los‖besos. No le digo que bebí toda una botella de vino por la misma razón. Suspira. —Jesús, Cassie. ¿Besarte? —gruñe—. He fantaseado con ello durante tres años, pero ninguna de mis fantasías se compara a lo que pasó hoy. Baja el tono de voz tanto, que no sé si siquiera sigue hablándome. —He extrañado besarte. Mucho. Maldita sea. No puedo escuchar esto. —Holt, por favor. —Sé que no debería decir nada de esto, pero estoy borracho, y te extraño, y…‖¿mencioné‖que‖estoy‖borracho? Me río, porque así, vuelve a ser mi amigo. Pero sé que no es real y no durará. —Ve a dormir, Ethan.

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—De acuerdo, linda Cassie. Buenas noches. Y no olvides cuando lo siento. Por favor. Sonrío a mi pesar. —¿Sabes que tendrás una gran resaca en la mañana, verdad? Se ríe. —¿Algo de lo que he dicho esta noche te hizo odiarme menos? —Quizá. —¿Un poco o mucho? —Un poco. —Entonces valdrá la pena.

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Fingiéndolo Traducido por Beatrix & NnancyC Corregido por Sandry

Al día siguiente, la disculpa de Holt sigue haciendo eco en mi cerebro mientras camino al ensayo. Pensé que la disculpa me daría cierta sensación de cierre, pero no. En cambio, ha dado lugar a una extraña, latente ansiedad. Soplo una bocanada y echo los hombros hacia atrás. ¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Dice que no hablaba enserio? No, mi conciencia susurra, sonando molesta como Tristán. Sería peor si dijera que lo quería decir, porque entonces realmente tienes que decidir o bien dejarlo entrar o dejarlo ir. Siendo realistas, ambas opciones te aterran profundamente. Rechino los dientes. La conciencia de Tristán es tan verdaderamente molesta como Tristán en la vida real. ¿Quién sabía? Cuando llego al teatro, contemplo el ensayo de hoy. Se supone que debemos interpretar la escena de sexo, y luego hacerla al día siguiente. Me estremezco cuando imágenes de Holt pasando sus manos sobre mi cuerpo secuestran mi mente. Señor. Sólo de pensar en él acostándose conmigo, fingiendo o no, es suficiente para hacer que mi vagina empiece a aplaudir lentamente con anticipación. Tomo una respiración profunda y abro la puerta. Cuando entro en la habitación, Cody, el extraordinario ángel de la cafeína, me entrega mi café. Descargo mi bolso y tomo el café, Holt aparece frente a mí, viéndose demasiado bien para alguien con una monstruosa resaca.

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—Hola —dice en voz baja. —Hola. Simplemente estamos allí durante unos segundos en un silencio incómodo. —Así que... —dice, mirando hacia a sus manos. —Sí, así que... te ves como la mierda esta mañana —le digo con rencor. —Gracias. Parece que no puedo beber casi una botella entera de Jack como solía hacerlo. —Es una pena. ¿No lo indicaste en tu currículum como una habilidad especial? —Sí. Sin embargo, nunca tuve que usarlo para un papel, pero he investigado mucho. —Oh sí. Muy importante, la investigación alcohólica. —Sí. —Él sonríe, la sonrisa de un solo lado del tipo lindo que es molesta y entrañable. —Escucha —dice—. ¿Cuán imbécil fui la noche anterior? Siéntete libre de mentir y decir que nada en absoluto, porque tengo la sensación de que fue malo. Estuve a punto de tirar mi café. —¿No te acuerdas? Traga y hace una pausa antes de decir—: No, me acuerdo, es que... no sé cuánto te reíste de ello después de colgar. No te culparía si lo hiciste. —No me reí de todo —le digo, tratando en la medida el ser honesta—. Me sorprendí también por ti pidiendo perdón por hacer nada más que convencerme de que no estaba soñando. Él asiente. —Sí, me doy cuenta de que tengo problemas con eso. Es una de las cosas en las que he estado trabajando. —Es una pena que no trabajaras en ello cuando estábamos juntos. Me siento mal por el dolor que atraviesa su rostro, pero, ¿qué puedo hacer? No es como si pudiera dejar de ser una perra con él para que se quedara toda la noche. Marco llega a la habitación, y hay una ráfaga de actividad mientras se mueven las piezas a su posición. Hay una cama en el medio de la sala de ensayo, y está elevada en un ángulo para que el público pueda vernos cuando estamos acostados. Mi boca se seca con sólo mirarla.

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Lanzo una mirada furtiva a Holt. Está tomando unas grandes respiraciones, ya sea calentando o resolviendo sus nervios. Yo sigo su ejemplo. Mi corazón está latiendo demasiado rápido. Cinco minutos más tarde, Marco nos ha colocado en la posición de dos ex amantes más incómoda en la que alguna vez podrían encontrarse —Ethan se encuentra entre mis piernas, sus manos enmarcando mi cara, la boca justo por encima de la mía. Me besa, suave y dulce, mientras sus caderas se mueven hacia adelante y atrás, y luego deja escapar un gemido silencioso mientras cierra los ojos. —Mírame, Sam —le susurro. Abre los ojos. Tan hermoso. Completo y complicado. Siempre. —Bésala de nuevo —dice Marco en voz alta—. Besa su boca, y luego ve hasta el cuello. Ethan me mira, dudando por un momento antes de obedecer, sus labios suaves pero cerrados. Me acuesto allí, también congelada para besarlo de nuevo, pero consciente de que debería hacerlo. Él se echa hacia atrás y me mira, confundido. Maldita sea, tengo que empezar a pensar como Sarah. Él es Sam. Él y Sarah tienen un felices para siempre. He leído el guión. Me besa de nuevo, y respondo torpemente. —Necesitas hacer algo de ruido, Cassie —dice Marco, sonando frustrado—. Nada de lo que estás haciendo se lee desde aquí. Que sea más grande. Me descongelo y trato de hacer mi trabajo. Empiezo envolviendo mis brazos alrededor de él y gimiendo en voz alta mientras levanto las caderas y arqueo la espalda. Es falso y erótico, pero en este momento no tengo ni idea de qué demonios estoy haciendo. Le agarro el trasero y lo empujo contra mí. Él susurra—: Joder, Cassie. — Antes de exhalar con fuerza contra mi hombro. —Creo que la línea‖es,‖“Oh,‖Sarah,‖te‖amo"‖—digo, antes de gemir y besarle el cuello.

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Instintivamente, me acerco sobre sus hombros y agarro su camiseta. Se la saco por encima de la cabeza y la tiro al suelo. —¿Así que estamos hablando de mi ropa ahora? —susurra—. Pensé que estábamos marcando esto. —¿Qué puedo decir? Al parecer, nada de lo que estoy haciendo está llegando a la audiencia. Supongo que conseguir desnudarte les llegará. Se siente bien ser agresiva. Me ayuda a desconectar. Más ruidos falsos se vierten de mi boca, pero a medida que los músculos se extienden bajo mis dedos, todos los pensamientos de Sam vuelan directamente por la maldita ventana. Ethan semidesnudo. Se siente increíble. Más increíble de lo que solía hacerlo, si eso es posible. Estoy tan distraída por su pecho desnudo, que de repente no tengo ni idea de qué demonios se supone que debo decir. Sarah se ha ido, adiós. Dirijo mis manos por su estómago antes de llegar alrededor de su espalda y acaricio la cintura de sus pantalones vaqueros. Él murmura algo que suena vagamente como—: Jodido Jesucristo. Él deja caer su cabeza sobre mi hombro y las sábanas a cada lado de mi cabeza se enroscan en sus puños. Todos sus músculos se tensan, y no creo que él esté respirando. —¿Hay alguna razón por la que paraste? —pregunta Marco, desconcertado. Se vuelve a Elissa—. ¿Por qué tuvieron que parar? Ethan todavía no respira. —¿Ethan? —susurro. No se mueve, pero hay una ráfaga de aire caliente cuando exhala contra mi cuello—: ¿Qué? —¿Te encuentras bien? Hace una pausa y suspira. —Sí. Bien. —¿Es esa tu línea? Se tensa. —¿Es mi línea qué? —¿Es tu turno para decir una línea? Se empuja hacia arriba en sus brazos y me mira, con la mandíbula tensa.

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—Cassie, no tengo ni puta idea de cuál es mi nombre es en este momento, por no hablar de las líneas que se supone que debo estar diciendo. Vamos a salir de esto y vamos a averiguar el diálogo más tarde, ¿de acuerdo? Suena enojado, pero sé que sólo está frustrado. Yo también estoy frustrada. —Bien. Claro. —Cuando envuelvo mis piernas alrededor de él y lo empujo más cerca, siento la fuente de su frustración, con fuerza contra mí. Él deja escapar un grito ahogado y luego se desliza por mi cuerpo, así que estoy presionada contra su estómago en lugar de su ingle. —Jesús, Cassie, estoy realmente tratando de pensar en cachorros muertos aquí, pero... —¿Es más difícil de lo que pensabas? Me mira. —¿Estás tratando de ser graciosa? —No, porque si me pongo a reír ahora, creo que no voy a ser capaz de parar. Deja caer la cabeza. —Maldita sea. —Menos charla, más actuación por favor, chicos —grita Marco—. Ethan, has dejado de moverte. ¿Tengo que explicarte cómo hacerle el amor a una mujer? Porque a pesar de que nunca he tenido el placer, estoy bastante seguro de que implica empujar. Ethan suspira y empieza a empujar falsamente de nuevo. Aunque sé que está tratando de mantener su erección lejos de mí, siento que roza el interior de mi muslo. —Mierda. Lo siento —dice, ajustando su ángulo nuevo—. La maldita cosa tiene mente propia. —No te preocupes por eso —murmuro, porque realmente, ¿qué más voy a decir? "¿Cómo te atreves a excitarte cuando estás simulando sexo conmigo? ¡Tendrá cara!” No‖importa‖que‖esté‖m{s‖húmeda‖que‖un‖Slip’NSlide 3 en mi ropa interior en este momento. Él no necesita saber eso. No es como si cualquiera de nosotros pueda evitarlo. Nuestra atracción física no era algo que podíamos controlar.

3

Slip’NSlide:‖es‖una‖especie‖de‖colchoneta‖de‖agua‖que‖se‖pone‖en‖el‖suelo‖‖y‖te‖deslizas.

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Con demasiada frecuencia, cedimos a lo que nuestros cuerpos querían sin clasificar toda nuestra otra mierda, y la mayoría de las veces, terminamos lamentándolo. Ahora todo está mal, porque estamos tratando de filtrar nuestra atracción debilitante a través de nuestros personajes. Estamos fingiendo no sentirlo. Después de unos minutos más de hacer el amor de forma mediocre, Marco suspira con frustración. —Muy bien, vamos a dejarlo ahí —dice y agita su mano mientras se acerca a nosotros—. Esto no está funcionando. Ustedes dos se ven tan incómodos como los vegetarianos en una fábrica de embutidos. ¿Qué está pasando? Ethan se levanta de encima de mí, y ambos nos sentamos. Ninguno de los dos responde. —¿Es demasiado íntimo? —pregunta Marco, mirando a uno y a otro—. ¿Están avergonzados? Porque, francamente, he visto a ambos realizar escenas mucho más controvertidas que esta. Sin embargo, aquí están, buscando a tientas cómo una pareja de vírgenes. ¿Dónde está la pasión? ¿El fuego? ¿La necesidad desgarradora del uno por el otro? Lo tenían ayer. ¿Qué ha pasado para que se esfumara? Lo que pasó es que Ethan se disculpó de forma inesperada, y ahora estamos en una especie de extraña relación limbo, porque no somos amigos, y definitivamente no estamos enamorados. Por extraño que sea, ni siquiera somos enemigos, así que... sí. Marco suspira y sacude la cabeza. —De acuerdo, entonces. Vamos a saltar la escena de sexo e ir directamente a la mañana siguiente. El alivio en la cara debe ser extremo, porque Marco ríe. —Parece como si yo acabara de donar una médula ósea para salvar sus vidas. No voy a mentir. Se siente un poco como eso. Marco nos habla a través de la escena y nos dice que sigamos nuestros instintos. Como la mayoría de los directores, le gusta ver lo que sus actores consiguieron por su cuenta antes de que empiece darle forma. Eso está todo bien y bueno, siempre y cuando su protagonista pueda controlarse y no colapsar en un montón emocional. Cuando tomamos posiciones en los lados opuestos de la cama, Holt dice—: Esto va a ser más fácil, ¿verdad?

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—Claro —digo, con confianza falsa—. Yo no fui quien se espantó después de que hiciésemos el amor, ¿recuerdas? Exhala. —Sí, bueno, eso fue entonces. Se terminó el espantarse. Nos acostamos uno junto al otro. Pone su brazo alrededor de mí y me atrae a su pecho desnudo. Puedo sentir su corazón palpitando bajo mi mano, fuerte e irregular. Se terminó el espantarse, y una mierda. A pesar de mis seguridades, yo también me estoy volviendo loca. Ahora que estoy aquí, me doy cuenta de que esta posición, mi mano sobre su corazón, sus labios en mi cabello, nuestros cuerpos apretados, es más íntima que cualquier escena de sexo que alguna vez he hecho. El sexo es sobre las hormonas y partes del cuerpo. Esto se trata de cercanía. Amor. Confianza. Todas las cosas que me aterran muchísimo. La primera vez que Ethan y yo hicimos el amor, después nos abrazamos así. Me encontraba tan feliz. Tan enamorada de él. Luego todo se fue al infierno. En esta posición, con mi cabeza en su pecho, puedo oír el corazón de Ethan golpeando, rápido y errático. Al igual que lo hizo en aquel entonces. Un dolor familiar me comienza en el pecho y teje hacia arriba en mi garganta. Aprieto la mandíbula para reprimir un gemido, pero no creo que funcione, porque Holt me aprieta el brazo y me susurra—: Oye... ¿Qué pasa? Su mano se acerca a mi mejilla. Cierro los ojos y trato de empujar hacia abajo el pánico. Esto es ridículo. —¿Cassie? Oye... —Su voz es un trago reconfortante y afecto mudo. Todo un lío de emociones e inundaciones en la superficie de mi cuerpo con demasiada adrenalina. Siento como mi cabeza comienza a girar. En cuestión de segundos, el brazo de Holt se encuentra a mí alrededor. — Parece que vas a vomitar. Ha sido un tiempo desde que te he hecho sentirte mal. Es bueno saber que no he perdido mi toque.

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Espera mi regreso, pero me quedo en silencio. Estoy en un ataque de pánico, y se siente como si mi estómago estuviera tratando de trepar por mi tráquea y estrangularme. —¿Cassie? —dice, con el ceño fruncido—. En serio, ¿estás bien? —No. —Estoy jadeando, y su expresión es de demasiada preocupación—. Deja de mirarme así. No puedes. —Lo siento —dice, como si fuera perfectamente normal que esas palabras salieran de su boca. Como si lo dijera todos los días, y yo esté acostumbrada a escucharlo. —¿Señorita Taylor? —dice Marco mientras se acerca a nosotros—. ¿Está todo bien? Exhalo y trato de empujar mi ansiedad de nuevo en su caja. —Lo siento, Marco. Ha sido una semana larga. ¿Crees que podríamos dejar esta escena hasta el lunes? Sí, porque el lunes, voy a ser capaz de hacer todas esas cosas íntimas a Ethan sin resolverse, ¿no? Idiota. —Muy bien, muy bien —dice Marco—. Ambos están cansados. Digamos que es todo por hoy. Él se dirige de nuevo a la mesa de producción, y Elissa nos mira un segundo antes de decirle al resto de la compañía que nos vamos por el resto de la semana. Siento movimiento y me giro para ver a Ethan recoger su camiseta. Se la pone y balancea sus piernas fuera de la cama antes de descansar los codos en las rodillas. —Recuerdo la primera vez que tuvimos que hacer una escena como esta — dice mientras se vuelve hacia mí—. Fuiste menos indulgente de mi... emoción. —Estabas menos arrepentido por eso. De hecho, si no recuerdo mal, explotaste tu poder sobre mí. —¿Mi poder sobre ti? —dice, dándome una mirada inocente—. No tienes ni idea de lo que me hiciste aquel día, ¿verdad? Jesús, me dolía físicamente, de verdad. —Te lo merecías. Asiente mientras levanta el borde de la sábana que tiene más cerca y juguetea con ella.

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—Escucha —dice, y tira de la costura—. Me da que nunca puedas perdonarme, pero quiero al menos tratar de hacer las cosas más fáciles para ti. Dime que decir, y lo diré. Dime a la mierda, y lo intentaré. Sólo dime, ¿de acuerdo? ¿Qué quieres que haga? Respiro hondo y soplo el aire lentamente. —Bueno, para empezar, vamos a pretender que no me acabo de asustar delante de todos, porque me has abrazado. Eso es humillante. Él sonríe. —No voy a mentir, por una vez, es bueno no ser el enloquecido. Niego con la cabeza. —Sí, no voy a mentir, nuestro cambio de roles es un chupa bolas gigantes. Se pone de pie y me ofrece su mano. —¿Sigue en pie lo de salir esta noche? Casi me había olvidado de nuestra cita para hablar. —¿Tenemos que hacerlo? —Sí, de verdad tenemos que hacerlo. —¿Puedo por lo menos beber un montón de alcohol? —Claro —dice mientras me levanta—. Yo invito. —Bien. Entonces pediré lo más caro.

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Llego al ensayo y hago unos ejercicios de calentamiento, con la intención de relajarme y pasar un buen día. Estoy haciendo algunos estiramientos de yoga cuando Holt entra. Vuelca su bolsa en un asiento en la segunda fila y se acuesta al lado de él, antes de poner los pies sobre la silla frente a él y cerrar los ojos. Puedo ver sus labios moverse, probablemente pasando sus líneas. La tensión entre los dos ha llegado a niveles incómodos desde el beso. Nos presentamos a los ensayos, decimos nuestras líneas, actuamos como si estuviéramos enamorados, besándonos apasionadamente. Entonces, cuando el ensayo acababa y tenemos la oportunidad de hablar. Nada. Es demasiado raro tener una conversación. Me está volviendo loca. No ayuda que cuando me besa, me siento tan condenadamente excitada que apenas puedo respirar. He pasado los últimos tres días en un estado de excitación totalmente debilitante, y hoy tenemos que interpretar la escena de sexo de Romeo y de Julieta. Joder. Me niego a ser una de esas chicas que hace el tonto por un hombre. Si Holt ha decidido ignorar lo que está sucediendo entre nosotros, yo también lo haré. No lo necesito. Bueno, le necesito para que me dé un orgasmo, pero aparte de eso, es sólo un hombre. Un chico con el que voy a tener que simular relaciones sexuales durante las próximas siete horas. Mi vida en una nube. Erika aparece en el escenario y hace gestos hacia nosotros para que nos reunamos con ella. A los efectos del ensayo, nuestra "cama" es simplemente una tribuna negra cubierta de una sábana. Muy romántico.

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—Está bien —dice Erika—. La escena de la noche de bodas es históricamente controvertida debido a su contenido gráfico, así que vamos a aspirar a algo realista pero de buen gusto, ¿de acuerdo? Holt y yo asentimos, pero no estoy segura de lo que quiere decir. No estoy muy familiarizada con el sexo real, y mucho menos con el del tipo falso. —Ahora, ya que somos una escuela de teatro, tenemos que ser vistos mientras tomamos ciertos riesgos. Así que por eso, me gustaría crear la ilusión de la desnudez. Estoy bastante segura de que la mirada de terror en el rostro de Holt se refleja en el míos. —No entren en pánico. —Erika ríe—. No estarán desnudos. Se verán como si lo estuvieran. —Ella mete la mano en una bolsa a sus pies y saca lo que parece ser ropa interior. —Señorita Taylor, usted llevará esto debajo de su traje. —Sostiene una malla de color carne—. Y Señor Holt, usará esto. —Sonrío mientras revela el bóxer de color carne—. Ahora, entiendo que puedan estar un poco indecisos sobre esto, pero créanme, son bastante modestas. Revelan más de sus cuerpos cuando van a la playa. —Yo suelo llevar pantalones cortos —murmura Holt. —Me pongo pantalones vaqueros y una sudadera con capucha. Erika y Holt se giran hacia mí. —Vengo del estado de Washington. Nuestras playas están congeladas. Erika saca una camiseta blanca con un par de pantalones blancos para Holt y una túnica marfil para mí. —Estos son sus trajes para esta escena. Necesito que ensayen con ellas, ya que su eliminación es parte de la escena. Oh, diablos. ¿Tengo que practicar desnudar a Holt? En mi estado actual, esto no va a terminar bien. Holt y yo tomamos nuestros trajes y ropa interior de Erika, entonces nos escabullimos a los vestuarios separados. Cuando resurgimos, juro que estamos idénticamente sonrojados. Se ve bien en su traje. Alto y delgado. El blanco hace que sus ojos se vean aún más azules de lo habitual. Él va a meter las manos en los bolsillos, pero los pantalones no tienen ninguno. Suspira por la frustración. Me detengo frente a él, y sus ojos están en la profunda V en la parte delantera de mi bata antes de dejar caer la cabeza murmurando en voz baja—: Mierda.

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—De acuerdo, vamos a hacerlo —dice Erika mientras aplaude—. Comenzaremos a discutir en detalle la secuencia de acontecimientos. Señorita Taylor, comenzará sentada en la cama. Está esperando a su nuevo marido, llena de expectación y anhelo. Señor Holt, con la ayuda de la enfermera, usted logró escabullirse en el cuarto de Julieta. Tendrá un par de horas para consumar su amor antes de que se marche de la ciudad. Ambos quieren saborear cada centímetro de piel, memorizar cada parte del cuerpo del otro. ¿Preguntas? Sacudo la cabeza y me retuerzo cuando el elástico de mi malla se eleva por mi glúteo izquierdo. Holt sacude la cabeza y hace sonar sus nudillos. —Comiencen lento. Tomen su tiempo explorándose. Romeo, esta es tu primera vez teniendo sexo con alguien a quien realmente amas. Es una experiencia profundamente diferente para ti. Y Julieta, tu miedo sobre entregarte a un hombre por primera vez es completamente anulado por tu deseo a tu nuevo marido. A medida que la pasión aumenta, sus movimientos se vuelven más frenéticos. Pero cuando se reúnen, es una revelación para ambos. No estoy buscando algo porno aquí. Solo que finjan hacer el amor de modo simple, sincero. ¿Soy clara? —Sí —decimos al unísono. Mis palmas están sudadas, y Holt se está mordiendo el interior de su mejilla. El teatro se siente muy pequeño. —Correcto. Tomen un momento para conversar sobre lo que van a hacer, entonces tomar las posiciones. Erika baja al auditorio, mientras Holt y yo nos volvemos para mirarnos y movernos nerviosamente. —Entonces…‖—digo, mirándolo. Asiente y deja salir un aliento. —Sí.‖Entonces… —Vamos a tener sexo fingido. —Sí. —Tú y yo. —Aparentemente. —Tengo que quitarte‖la‖ropa,‖y…‖bueno…‖tocarte‖y‖esas‖cosas. De nuevo intenta poner las manos en sus bolsillos inexistentes antes de colocarlas en sus caderas. —Que se joda este maldito acto. —No te preocupes por eso —digo—. Estoy segura que después de un par de minutos, estaremos aburridos.

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Me da la mirada más escéptica del mundo. —¿Estáis listos? —grita Erika. Nos miramos un segundo antes de que Holt se vaya airadamente al costado del escenario. De acuerdo, así que vamos a hacer esto en serio. Una escena de sexo entre una virgen y el hombre que odia desearla. Debería ser divertido. Me siento en el borde del estrado y hago rebotar mis piernas. —Cuando estén listos —dice Erika y abre su libreta. Tomo unas cuantas respiraciones, luego Holt camina dentro del escenario, descalzo y con un rostro hermoso, ojos llenos de miedo, necesidad y deseo. Me pongo de pie y le enfrento a medida que se aproxima, un aleteo bajo comienza en mi vientre. Se mueve más bajo mientras que él recorre con su mirada mi cuerpo de arriba abajo. De acuerdo, Cassie, concéntrate. Encuentra a tu personaje. Julieta. Es todo sobre Julieta. Querido Dios, Holt se ve bien en ese traje. Romeo, Romeo, por qué sois tú, Romeo. Se detiene frente a mí, y parece que acaba de correr un kilómetro en lugar de caminar unos pocos pasos por el escenario. Su respiración es agitada, y su pecho se eleva y desciende cuando fija sus ojos en los míos. Señor. Sus ojos. Está completamente comprometido con esta escena. Sin miedo ni ocultamientos. Solo pasión sincera y pura. Se concentra en mí, y me derrito. Esa mirada va a ser mi muerte. Su expresión grita que caminaría sobre carbón encendido para tenerme, y mi cuerpo entero reacciona. Unas ansías profundas comienzan abajo y crecen con más intensidad con cada segundo que pasa. Acuna mi rostro y suavemente pasa su pulgar sobre mi pómulo. Cada pieza de piel bajo su mano hormiguea vehementemente. Mi corazón se acelera, latiendo con fuerza y rapidez, provocando que me maree. Doy un paso adelante. Ahora nuestros cuerpos se tocan. Imito a su mano y toco su rostro. Tiene una barba tenue en su mejilla y mentón. Rozo con mis dedos

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la textura de papel de lija. Sus labios se abren y paso el pulgar sobre ellos, fascinada por su suavidad. Labios tan hermosos. Necesito probarlos. Me paro de puntillas, coloco una mano en su nuca y lo atraigo hacia abajo. Está en el medio de exhalar, pero cuando presiono mis labios contra los suyos, inhala bruscamente. Agarra la parte posterior de mi cabeza con una mano y entrelaza la otra alrededor de mi cintura. Todo de mí se derrite contra él. La forma en que reaccionamos el uno al otro es elemental. Cera y llama. Donde sea que me toca, calor abrasador estalla debajo de mi piel. Sus labios se mueven lentamente mientras me saborea, llenos con pasión contenida y expectación ansiosa. —Eso es bueno —grita Erika. Abro los ojos y retrocedo sorprendida. —No —susurra él—. Ignórala. Me besa de nuevo y atrae mi cuerpo pegado contra el suyo, y Erika deja de existir. Cuando inhalo, es como si piezas de él hicieran su hogar dentro de mí. Su sabor. Su olor. Tan debilitante como el resto de él. Paso las manos por su pecho, y al llegar a su estómago, se echa atrás y me mira. Agarro el dobladillo de su camiseta. Tiene que irse. Tengo que verlo. Me ayuda a arrancarla por su cabeza y la dejo caer al suelo. Y allí está él. Holt Sin Camisa. Respiro profundo y en verdad lo miro. Sus hombros anchos, suaves y firmes. Su amplio pecho salpicado ligeramente con vello. Su estómago plano y cintura estrecha. Musculado, pero no corpulento. Delgado. Duro. Sexy. Me observa evaluarlo, y su respiración se acelera.

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—Pon tus manos en mí —ordena en voz baja. Paso las puntas de mis dedos por la parte posterior de sus manos y rozo mis palmas por sus antebrazos, sobre sus tríceps, y hombros. Aspira una respiración temblorosa y cierra los ojos cuando trazo su clavícula, su pecho, abajo por su caja torácica y sobre sus abdominales. Respiro a través de todas las emociones que estoy sintiendo, intentando asegurarme por qué él me afecta tan poderosamente. Siempre lo he encontrado atractivo, pero es más que eso. Un sentimiento intenso‖ de‖ familiaridad‖ me‖ recorre.‖ Un‖ susurro‖ de‖ un‖ “sí”‖ pese‖ a‖ que‖ mi‖ mente‖ grita‖“no”. Abre los ojos, y su mirada viaja por mi pecho, luego baja, hasta que alcanza el listón alrededor de mi cintura. Frunce el ceño cuando tira de la tela de seda para soltarla. La bata se abre, y estoy increíblemente consciente de que lo único deteniendo a Holt de verme desnuda es una exigua malla que no hace nada para camuflar mis pezones. Inhala una respiración fuerte y me mira a los ojos antes de dar un paso adelante. Se agacha para presionar besos cálidos por mi clavícula, sobre mi pecho, después más abajo, entre mis senos. La tela fina de la malla no hace nada para aislarme del efecto de sus labios en mi cuerpo. Besa el camino de vuelta hacia arriba, volviendo a trazar el camino que tomó hasta que su boca está contra mi oreja. —¿Aburrida ya? —susurra. Bajo las manos por su pecho y rasguño a lo largo de sus abdominales, deteniéndome en la cinturilla de sus pantalones. Hundo mi dedo bajo el elástico, y me agarra más fuerte al besar su pecho. —Prácticamente comatosa —susurro en su piel. Holt suelta una especie de gruñido, y ahí es cuando se terminan los miramientos. Agarra mi cara y me besa con fervor. Toda pretensión de ser suave y paciente vuela por la ventana cuando nuestras respiraciones rápidas y gemidos bajos llenan el espacio silencioso. —Oh, bien —dice Erika—. Buen sentido de la urgencia. Sigan. —Como si fuera a detenerme, joder —dice contra mi boca. Me levanta y envuelvo las piernas en torno a su cintura. Gruñe y continúa besándome mientras me lleva a nuestra cama improvisada. Me acuesta y se sube sobre mí. Jadeo cuando se posiciona entre mis piernas.

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Está allí. Justo donde toda mi tensión ha estado construyéndose durante los últimos días. Está duro y caliente, y nada de lo que hace es suficiente. Quiero consumirlo. Arrastrarlo dentro hasta que no pueda soportar más. Agarro su trasero para acercarlo más firmemente contra mí. Gime y hace círculos con sus caderas, haciendo que mis dedos se curven en su piel mientras la tensión aumenta en mi interior. Jadeo cuando siento una mano cálida en mi seno derecho. —De acuerdo, están caminando por una línea fina ahora —llama Erika—. Fíjense donde ponen las manos. —¿Estaría bien tocar a mi nuevo marido? —pregunto—. Quiero decir, nunca he experimentado esa parte de un hombre antes. —Dentro del escenario o fuera. —Bueno —dice ella—. Supongo que eso es cierto, pero no puede ser demasiado gratuito. Toca su muslo y veré como se ve desde aquí. Extiendo la mano entre nosotros, y en el proceso, la parte posterior de mi muñeca roza la erección de Ethan. Se pone tenso. —Ese no es mi muslo. —Lo siento. Mi culpa. Tensa la mandíbula. —No dije que fuera malo, solo que no es mi muslo. —Bueno, se ve bien desde aquí —dice Erika—. Denota que lo tocas sin ser muy obvia. Bonita reacción realista, Señor Holt. —Gracias —dice en una voz estrangulada cuando vuelvo mi mano alrededor para poder agarrarlo con suavidad. Dios, se siente asombroso. Si se siente tan bien a través de la ropa, ¿qué tan bien se sentiría desnudo en mi mano? Paso mi palma a lo largo de su longitud. —Mierda —dice en voz baja—. Mejor detente. —¿Por qué? —Jesús —gime—.‖Por‖favor… Gruñe e intenta apartarse. Beso su pecho mientras lo aprieto con más firmeza. Deja escapar una respiración audible. —De acuerdo, señorita Taylor, eso es suficiente —dice Erika—. Se ve repetitivo ahora.

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—Gracias a Cristo —dice Holt cuando quito la mano. Agarro su nuca y lo hago bajar. Nos enredamos de nuevo en un beso largo y profundo que hace que el deseo dentro de mí se intensifique. Lo quiero dentro con tantas ganas, que es doloroso. —En algún punto tiene que quitarle los pantalones, señorita Taylor —dice Erika—. De otro modo consumar su matrimonio va a ser muy difícil. Holt me mira, el pánico escrito por todo su rostro. —Ella no puede verte —digo y empujo sus pantalones por sus caderas, revelando su malla masculina de color piel. Levanta la pelvis para que pueda conseguir que los pantalones bajen hasta sus rodillas antes de que los patee. —Esta es la cosa más malditamente vergonzosa que alguna vez haya hecho —refunfuña y se posa una vez más sobre mí. —Igualmente. —Bueno —dice Erika—. Ahora, necesitamos ver el momento de la consumación verdadera. Sé que esto es probablemente un reto, y lo siento. No tiene que ser exagerado, pero tiene que estar allí. Holt baja la pelvis sobre la mía, y su rostro se suaviza. —¿Estás lista para perder tu virginidad? —pregunta, y pese a que sé que está bromeando, hay algo en su tono que hace que mi vientre hormiguee. —Absolutamente. —Si esto fuera real, dolería. —Lo sé. Retira las caderas y pone las manos entre nosotros como si alineara a sí mismo conmigo. Sus dedos me rozan, e inhalo en sorpresa. —Allá vamos —dice. Embiste contra mí, y jadeo cuando una mirada de asombro pasa por su rostro. ¿Así se vería él si estuviera dentro de mí? Dulce Jesús. Actúo mi parte, haciendo una mueca por el dolor mientras se empuja duro en mí. —¿Estás bien? —pregunta con voz suave, y no sé quién quiere saber, él o Romeo.

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Le doy a ambos una pequeña sonrisa. —Estoy bien. Me devuelve la sonrisa. —Bien. Se mueve, lenta y cuidadosamente. No tengo que actuar para mostrar placer y dolor mientras se desliza contra mí, porque mi cuerpo está alternando entre gritar por más y gemir que es demasiado. Me observa la cara, y estoy segura de que puede sentir mi desesperación. —¿Todavía no has tenido un orgasmo? —pregunta y me besa el cuello hasta la marca tenue que dejó al comienzo de la semana. La lame antes de cerrar la boca sobre ella y chupar duro. —No —digo y entrelazo los dedos en su cabello y tiro. Se‖ aparta‖ y‖ me‖ mira‖ desde‖ arriba,‖ sus‖ caderas‖ haciendo‖ círculos…‖ presionando…‖chocando. —¿No te marco? ¿O no te hago correr? —Respira con tanta dificultad como yo. No contesto. No puedo. Puedo sentirla. La sensación esquiva. Ascendiendo en espiral dentro de mí, girando y enroscándose cada vez más ceñido en círculos. Odio que él pueda hacerme sentirla, y yo no pueda. Es demasiado que posea ese poder, y lo sabe. —Si no lo quieres, solo dilo y me detendré —dice, su voz volviéndose baja y tosca. No digo nada. No puedo hablar. Estoy aferrándome a él mientras embiste, y contengo el aliento al cerrar los ojos con fuerza y concentrarme en los pulsos duros y pesados que están amenazando con apoderarse de mí. —Dime que lo quieres —dice, demandando y rogando al mismo tiempo. Se mueve más rápido, embistiendo en toques firmes y largos. —Lo quiero. Oh… —Di por favor. —Por favor. Dios. Oh…‖oh… —No,‖“Por‖favor,‖Ethan”.

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Oh, Dios, sí. No te detengas ahora. No te detengas. —Por favor, Ethan. Por favor, por favor, por favor, Ethan. Está cerca. Tan, tan cerca. —Por favor —gimo—. Por favor, Ethan. Se presiona abajo, haciendo círculos y embistiendo y susurrando mi nombre. No puedo pensar, porque estoy tan llena con la persecución que está apenas fuera de mi alcance. —Suéltalo, Cassie. Permítete sentirlo. Me besa y cuando embiste una vez más, sucede. ¡Oh, querido Dios! Jadeo y arqueo la espalda mientras el orgasmo me golpea, porque ninguna de las descripciones de olas, pulsos o sacudidas desenrollándose de placer puede prepararme para la sensación absoluta de colapso que me atraviesa. Mi aliento se atasca y mis músculos se paralizan. Estoy segura que mis ojos se ven tan amplios como platillos mientras experimento lo que me ha eludido mi vida entera. —Dios, Cassie —susurra con reverencia—. Mírate. Aferrada a él mientras deja caer su cabeza en mi cuello y gruñe suavemente. Entonces gime mientras todos los músculos de su espalda se tensan y empuja contra mí una última vez. —Joder. —Hace un ruido largo y lastimero que es el perfecto acompañamiento para mis propios sonidos. El placer es espeso en mis venas mientras respira en mi contra, jadeos superficiales y gemidos largos. Oh. Ohhhh. Eso‖fue… Guau. La realidad se filtra de regreso mientras los últimos estremecimientos se desvanecen en mi interior. Holt y yo estamos jadeando, sudorosos y agotados. —De acuerdo —dice Erika con un ligero borde de molestia en su voz—. Bueno,‖ eso‖ fue‖ ciertamente‖ una…‖ actuación‖ comprometida. Pero creo que

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necesitamos trabajar en los orgasmos o que desaparezca gradualmente a oscuras antes de que sucedan. Fueron un poco cliché. La cama se sacude cuando los dos suprimimos nuestras carcajadas.

***

Dos horas después, Holt y yo salimos del teatro, y estoy riendo como una idiota cuando él hace las líneas de Romeo al estilo de Marlon Brando en El Padrino. Por una vez, no hay riñas. Los ensayos orgásmicos obviamente nos sientan bien. Cerca del final del pasillo, un grupo de estudiantes de tercer año están apiñadas,‖ practicando‖ en‖ m{scaras‖ de‖ comedia‖ dell’arte‖ y‖ partiéndose‖ de‖ la‖ risa.‖ Casi las pasamos cuando una de ellas dice—: Bueno, bueno, bueno. Ethan Holt. El grupo entero se queda en silencio cuando Holt y yo nos detenemos. Una morena bonita remueve su máscara y emerge del grupo, y no me pierdo lo tensa que se vuelve la postura de Holt. Lo fija con una mirada agresiva. —Te ves bien, Ethan. Su mandíbula se aprieta. —Tú también. —Escuché que finalmente conseguiste entrar. ¿Erika te hizo obtener una evaluación psiquiátrica para cruzar la línea? ¿O solo se cansó de verte en las audiciones año tras año? Sacude la cabeza y le da una sonrisa socarrona. —Tendrías que preguntarle a ella. —Tal vez lo haré. Escuché que te dio el papel de Romeo. Qué ridículo. Es como si no te conociera en absoluto. Empuja las manos en sus bolsillos. —No era mi preferencia, créeme. —Lo apuesto. El primer Romeo del mundo que ha sido actuado por un bastardo descorazonado. Alguien murmura—: ¡Ooh, atrapado! —Y aunque espero que Holt se enoje y pelee, solo deja caer su cabeza y suspira. —Es bueno verte de nuevo, Olivia —dice antes de girarse hacia mí—. Tengo que irme, Taylor. Te veo mañana. Se aleja en grandes zancadas, y la chica dirige su atención a mí. —Así que eres su nueva Julieta, ¿eh? ¿Ya te ha arruinado?

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—Yo…‖ah… Se acerca. —Corre mientras puedas. Confía en mí. No quieres estar cerca cuando ese chico se auto-destruya. Solo te llevará al fondo con él, y el daño que hará te arruinará para siempre. Pregúntale a mi terapeuta. Y a mí patrocinador. La convicción de su tono hace que la piel de gallina haga erupción en mis brazos. Ella y sus amigas se alejan, y me quedo preguntándome qué demonios hizo Ethan para volverla tan resentida.

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Conexión Traducido por MaJo Villa y Beluu Corregido por Lyh Matos

Empaco mi maleta mientras observo a Holt por el rabillo del ojo. Está nervioso y sigue echando un vistazo como si pensara que voy a irme y a dejarlo atrás. Eso sería agradable, pero mi cerebro me está diciendo que necesitamos ir a algún lado, para que pueda explicarme y yo pueda rabiar. Luego tal vez podamos derribarnos entre nosotros y ver si nuestros pedazos encajan. Pero mi corazón está encogido como un perro que ha sido golpeado demasiadas veces. Lo que ha estado ocurriendo entre nosotros durante los últimos días me asusta muchísimo. La conexión que he tratado de olvidar por tres años está de regreso, tan fuerte como siempre lo fue, sin apenas esfuerzo. Incluso ahora, mientras lo miro encogerse de hombros en su chaqueta y meter su libreto en su maleta, la gigantesca atracción magnética que siempre me atrajo hacia él está allí, exigiendo que me acerque más. Odio la compulsión familiar. —¿Cassandra? Me giro para ver a Marco, guion en mano, con el sombrero encaramado en su‖cabeza‖ante‖lo‖que‖solo‖puede‖ser‖descrito‖como‖un‖“{ngulo‖desenfadado”.

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—¿Todo está bien?—pregunta mientras lanza una mirada a Holt, quien ahora se encuentra rondando al otro lado de la habitación visiblemente—. Tú y Ethan parecían de mal humor hoy durante la escena de sexo. ¿Debería preocuparme? Él ha estado contando con nuestra química natural para limar los espacios y los baches de nuestro pasado. Pero a menos que Holt y yo descarguemos algo de nuestro equipaje, la química no va a ser suficiente. Todo este viaje llegará a un alto vertiginoso, y nuestro deseo imposible por el otro solo será un punto en el espejo retrovisor. —Estamos resolviendo las cosas —digo con toda la sinceridad que puedo reunir—. Es complicado. Asiente y mira de nuevo a Holt. —Puedo ver eso. Pero no nos engañemos, a pesar de sus problemas, mi primera prioridad es la obra. —Entiendo. —Cuando el señor Holt me rogó por este papel, supe que estaba arriesgándome por su pasado tórrido. Sin embargo, confié en que ustedes pudieran colocar sus diferencias a un lado por el bien del espectáculo. Si ese no es el caso, díganmelo ahora, y le buscaré un sustituto. Mi estómago cae. —Espera ¿qué? ¿Holt rogó por este espectáculo? Marco suspira. —Sí. Después de que decidí que te quería, tuve discusiones con otro actor. Un gran talento desconocido. Pero de repente, el señor Holt me llamó e hizo campaña por el papel. Por supuesto, sabía que su horda de fanáticas rabiosas, prácticamente garantizarían un éxito de taquilla, y físicamente, era perfecto, pero había escuchado rumores sobre lo que te hizo y tenía mis dudas de que pudiera funcionar. Me llamó tres veces al día, todos los días por dos semanas. Me recordó mi reacción al verlos a los dos en Romeo y Julieta en Grove. Fue bastante molesto. Pero su pasión finalmente fue lo que hizo que cediera. La forma en la que hablaba‖de‖ti…‖no‖podía‖ignorar‖eso. —Lo siento, Marco. No tenía idea. —No lo lamentes. Sé mejor. Si no puedes trabajar con él, dímelo. Aún es temprano. Podría reemplazarlo para el final de la semana, si eso es lo que deseas. Me mira con expectación. Es una oferta tentadora. Si Holt no está en el programa, no tendría que enfrentar a todos los fantasmas de nuestro pasado. Podríamos regresar a nuestras vidas separadas y jamás ver al otro de nuevo. La idea hace que se forme un nudo en mi garganta.

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—Sus admiradoras harían disturbios si lo reemplazamos —digo. Marco se encoge de hombros. —Tal vez. Pero es mejor eso que tener críticos dejándonos por los suelos por actores principales incómodos y abatidos. —¿Puedo pensar en ello?—digo, y toma mi mano. —Por supuesto. Personalmente, espero que lo solucionen. Los dos obviamente son miserables sin el otro, y es deprimente verlos. A él, en particular. Asiente hacia Holt, quien ahora está paseando lentamente, observando sus pies y mirándonos a nosotros. —Pensé que la historia era qué él rompió tú corazón —susurra Marco—. Desde donde estoy parado, parece al revés. Reprimo la risita nerviosa que burbujea en mi garganta. —Te lo aseguro, fui a‖la‖que‖terminaron,‖no‖quien‖rompió.‖Solo‖no‖sé‖si… Levanta sus cejas. —¿Si qué? Suspiro. —Si hay demasiado daño. Si alguna vez podremos seguir adelante. Sonríe y se inclina para besar mi mejilla. —Querida Cassandra, algunas veces no se trata de intentar arreglar algo que está roto. Algunas veces es acerca de empezar otra vez y construir algo nuevo. Algo mejor. —Mira a Holt, quien ha parado de pasearse y nos está observando fijamente—. Parece que la vieja construcción sigue allí. Úsala. Se va y le da una palmadita a Holt en el hombro mientras pasa a su lado. — Espero verlo el lunes, señor Holt. Ethan frunce el ceño antes de mirarme. —¿Lista para irnos? Asiento, y nos dirigimos al exterior. Caminamos en silencio mientras subimos las escaleras que nos conducen al vestíbulo. Sostiene la puerta para mí, y salimos a la calle. —Marco quiere reemplazarme ¿no? —dice mientras sus dedos cálidos se colocan en la parte baja de mi espalda, guiándome más cerca de él mientras cruzamos la calle. —No quiere hacerlo; pero si nosotros no lo conseguimos, lo hará. Mientras llegamos a la acera de enfrente, me detiene. —¿Eso es lo que quieres?

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Froto mis ojos para que no tenga que mirarlo. —No lo sé. Marco me dijo que hiciste campaña para estar en el programa. Pensé que todo esto era el destino juntándonos de nuevo, pero no lo es. Tal vez esta obra es una mala idea. Por un momento, su compostura vacila antes de que la determinación de acero se deslice en su lugar. —No quiero joder esta oportunidad para ti, Cassie. Si quieres que renuncie, lo haré. Pero si solo lo estás haciendo para no tener que lidiar conmigo, no va a funcionar, porque regresé a Nueva York por ti. El programa fue solo un extra. —Ethan… —Sé que he sido un idiota en el pasado, pero ¿esto? ¿Estar de nuevo contigo? Es todo lo que he querido por tanto tiempo que ni siquiera puedo comprender que no funcione. —Pero no está funcionando. Ése es el problema. —Lo hará. Voy a probarte que he cambiado. Luego te vas a enamorar de nuevo de mí, y tendremos el final feliz que debimos haber tenido la primera vez. Todo el aire deja mis pulmones. —¿Ése es tu plan? ¡Dios, Ethan! ¿Qué demonios? —No hagas eso —dice, su expresión muy seria—. No tengas dudas antes de que siquiera lo intentemos. —No estoy dudando. Te digo que lo que estás esperando es imposible. ¿Por qué tendrías expectativas tan poco realistas sobre nosotros? ¿Después de todo este tiempo? Suspira, y cuando habla de nuevo, su voz es más dulce pero aún firme. — Mantén tus expectativas bajas si eso es lo que necesitas hacer para protegerte, pero no me digas que baje las mías. No va a suceder. Si están demasiado altas, la única persona que va a salir herido soy yo. —Ethan,‖no… Toma mi mano y frota su pulgar en mi piel. Un gesto tan dulce y simple, pero lo siento en todas partes. —Mira Cassie, lo entiendo —dice—. Entiendo cómo te sientes, porque también solía sentirme así. Es más fácil no esperar nada, porque entonces nada puede serte arrancado. Pero no funciona de esa forma. Traté de convencerme a mí mismo de que no quería nada de ti y terminé perdiéndolo todo. roto

Me mira a los ojos, y pienso que Marco tiene razón. Por mucho que me haya el corazón, también rompí el suyo.

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—Ya no quiero nada. Si me sacas a patadas de la obra, lo entenderé, pero no voy a dejar que me saques de tu vida sin pelear. ¿Estamos claros? Puedo ver por qué Marco cedió. Su pasión es muy persuasiva. ¿Quiere pelear por nosotros? Eso hace un buen cambio.

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Querido Diario, Es la mañana después del día “O”, un día que por siempre perdurará en mi memoria con afecto y apretón de muslos. Ni siquiera puedo colocar en palabras las sensaciones que Holt sacó de mí. No puede ser natural que un hombre sea tan exasperadamente sensual. Tal vez ha hecho un pacto con el demonio. Verás, eso podría entenderlo. Ha vendido su alma a Lucifer a cambio de poderes sexuales sobre vírgenes frustradas. Eso explicaría mucho. Parece que Olivia se siente de la misma forma. Estaba bastante enojada con él. Tengo que saber más acerca de su historia. O tal vez sea mejor que tome la vieja política del avestruz para hacer frente a los chicos malos, intensos y amenazadores. No puede hacerme daño aquello que no conozco, ¿no? ¿Cierto? Mientras me aproximo al teatro, Holt está allí, esperando. Me estremezco cuando me doy cuenta de lo entusiasmada que me encuentro de verlo. Dios, Cassie. Tranquila. No dejes que use sus poderes malignos en ti. Oh Dios. Demasiado tarde. Míralo. Pantalones oscuros. Camiseta negra con cuello en V metida desordenadamente en la pretina. Cinturón de época, cuya hebilla quiero soltar con mis dientes. Levanta su mirada mientras me acerco. Tiene dos vasos de cartón en sus manos. Asumo que uno es para mí, aunque seguramente hoy no me va a ofrecer un Dickachino4. No después de su experto kilometraje sexual seco. Tal vez Starbucks hace un Orgasmalatte. Cuando me observa, se endereza un poco más. Su pecho se levanta y cae con un profundo suspiro. Dickachino, juego de palabras: dick (pene) y capuchino.

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Oh, sí. Definitivamente quiere darme un orgasmo. Quiere darme orgasmos hasta que desfallezca. Tal vez esta vez usará sus dedos. Por favor, Dios, déjalo usar sus dedos calientísimos. Le sonrío. Traga saliva pero no me sonríe en respuesta. Una alarma se dispara en mi cabeza. —Hola —digo, tratando de ser casual. —Hola. —No es mejor siendo casual que yo. Está nervioso. Sudando un poco. Me entrega un vaso, y lo tomo. Sospecho que después de todo es un Dickachino. Baja su propio vaso en la banca a su lado y se endereza. Sus cejas se fruncen mientras dice—: Escucha, Taylor,‖acerca‖de‖lo‖de‖ayer… Demonios, Holt. No lo digas. —En‖verdad‖no‖debí‖haber‖hecho…‖tú‖sabes…‖eso.‖A‖ti. Está mirando a cualquier lado menos a mí. —Fue‖jodidamente‖estúpido‖y‖estuvo‖mal…‖y…‖te‖usé. —No —digo con vehemencia—. No lo hiciste. Yo quería‖que‖tú… —Taylor —dice—, te monté como un maldito perro. Delante de nuestra maestra de actuación. ¿Qué demonios está mal conmigo? —Holt… —Olivia tiene razón. Necesito una evaluación psicológica. Cada vez que estoy a tu alrededor, pierdo la cabeza. Es jodidamente loco, sin mencionar que es totalmente incorrecto. —Pero,‖solo‖podemos… —No, en realidad no podemos. —¡Deja de interrumpirme! Estoy tratando‖de… —Sé lo que estás tratando de hacer, pero ¡esto no es negociable! Lo que estamos haciendo, se detiene ahora, ¡antes de que alguno de los dos salga herido! Quiero golpearlo con una respuesta ingeniosa, pero nada viene a mi mente. En vez de eso, considero sólo golpearlo. Su expresión se relaja mientras da un paso hacia mí. —Mira, el camino por el que nos dirigimos no va a terminar bien para ninguno de los dos. Confía en mí

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en esto. Ya puedo sentir que quieres cosas de mí que no puedo darte, ¿y si te enamoras de mí? Bueno, eso será una de las cosas más estúpidas que alguna vez harás. Hay un montón de chicas que darán fe de eso. Un destello de ira corre por mi columna vertebral. —¡Dios! ¿Puedes ser más egocéntrico? Tal vez no quiero nada de ti. —Entonces, dime que estoy equivocado —dice y extiende sus manos—. Dime que la mirada en tu rostro cuando me viste hace un minuto no era de entusiasmo‖ con‖ un‖ toque‖ de‖ “por‖ favor‖ fóllame‖ ahora”.‖ Dime‖ que‖ no‖ piensas‖ en‖ mí. Que sueñas conmigo. No digo nada, porque no puedo negarlo. Pero no entiendo por qué tener esos sentimientos es tan malo. Por la forma en la que está hablando, parece que el hecho de que nos volvamos más cercanos es equivalente a un crimen. —También me deseas —digo. —No estoy negando eso —dice mientras da un paso más cerca—. Y eso es parte del problema. Ya eres suficiente distracción. Si empezamos a ceder a la tentación,‖ entonces…‖ Jesús,‖ Taylor,‖ eso‖ es‖ todo‖ lo‖ que‖ habr{‖ para‖ nosotros.‖ Olvídate de concentrarnos en nuestra actuación. ¿Tu virginidad? Perdida. ¿Mi cordura? Perdida. Nuestro tiempo aquí se convertirá en un torbellino de follar y dejarnos llevar por las hormonas, y no quiero meterme en eso con ninguna chica, especialmente contigo. —¿Qué demonios significa eso? Se inclina, tan cerca que puedo oler su perfume. —Significa que follarte no será suficiente para ti. Querrás emociones y agarradas de mano, y mierda romántica. Y te mereces todas esas cosas, pero eso no soy yo. Ya no. —¿Por qué no? Baja su mirada y no contesta. —Dios, Holt. Alguna chica hizo un muy buen trabajo contigo, ¿no? ¿Era esa chica de ayer? Hay silencio, pero me da una mirada que me advierte que no lo presione. —¿Qué te hizo? —Nada. Lo que sucedió entre nosotros fue mi culpa, y no voy a cometer el mismo error dos veces. Estoy seguro que te dijo que te mantuvieras alejada de mí. Acepta su consejo.

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Siento como si se encontrara rompiendo conmigo, a pesar de que en realidad jamás hemos estado juntos. De repente, me encuentro muy cansada. Siento que siempre estoy peleando con él, mientras él lucha por alejarme. —De acuerdo —digo—. Tienes razón. No debería tener sentimientos por ti. Obviamente no vales la pena. Odio que luzca herido cuando dice—: Obviamente. Sintiéndome demasiado agotada para discutir, camino hacia la puerta del teatro. Justo antes de abrirla, me giro hacia él. —Holt, no hay muchas personas en el mundo que conecten como nosotros lo hicimos, por cualquier razón, y decir que no deberíamos sentirlo no va a hacer que desaparezca. Un día puede que lo descubras, pero para entonces, será demasiado tarde. Le doy la espalda y cierro la puerta detrás de mí.

*** —De acuerdo, señorita‖Taylor,‖vamos‖a‖tomarlo‖desde‖“Qué‖hay‖aquí”. Estamos ensayando la escena de muerte. Holt yace delante de mí, inmóvil. Romeo se ha envenado a sí mismo. Idiota. Como Julieta, estoy angustiada, al ver al amor de mi vida muerto en el piso. Asesinado por su propia mano porque no podía continuar sin mí. Él no sabía que sólo me encontraba durmiendo. Pensarías que habría revisado en busca de pulso, ¿cierto? Trato de levantar su cuerpo y abrazarlo, pero es demasiado pesado, así que me resigno a dejarlo acostado de lado sobre su pecho. Demasiado conmocionada para llorar, demasiado emocionada para no hacerlo. Corro mis manos por encima de él como si la fuerza de mi necesidad lo traería de vuelta a la vida. Salvarlo de sí mismo. Pero no hay nada que se pueda hacer. Su decisión precipitada nos ha matado a los dos, porque sin él en mi mundo, estoy muerta por dentro, a pesar de que aún tengo la ilusión de la vida.

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Con la aceptación de la muerte en mi corazón, sólo necesito encontrar el medio. Paso mis manos por sus brazos y descubro que sostiene un pequeño vial. —¿Qué es esto? —digo, mi voz ronca por la emoción—. ¿Una copa comprimida en la mano de mi fiel consorte? Sosteniéndola debajo de mi nariz, la huelo y luego gimo de angustia. —El veneno, lo veo, ha causado su fin prematuro. Miro dentro, necesitando tan solo un remanente, pero está vacío. Furiosa, lo arrojo lejos. Tomo la cabeza de Romeo y regaño a su bello rostro inmóvil mientras las lágrimas se desbordan. —¡¡Oh! ¡Avaro! ¡Tomárselo todo, sin dejar ni una gota amiga para ayudarme a ir tras él! Sus labios están entreabiertos, y me inclino sobre él y cierro mis ojos llorando cuando nuestras frentes se tocan. —Quiero besar tus labios; acaso exista aún en ellos un resto de veneno que me haga morir, sirviéndome de cordial. Ligeramente presiono mis labios contra los suyos. Tan suaves. ¿Cómo puede estar muerto y aún sentirse tan vivo? Los lamo suavemente, desesperada por hallar algún rastro del veneno. Holt se tensa debajo de mí. —Tus labios están cálidos —susurro contra su boca. Se pone todavía más rígido. Deslizo mi lengua por su labio inferior, y él gruñe y su cuerpo se retuerce. —¡Paren allí! —grita Erika. Holt se sienta y me fulmina con la mirada. —Bueno, Julieta —dice Erika—. Parece que tus labios tienen propiedades sanadoras milagrosas. Si tan sólo Shakespeare hubiera escrito la dramática recuperación de Romeo de la manera en que el señor Holt acaba de improvisar, habría muchísima menos tragedia al final de esta obra, y las personas podrían volver a sus casas silbando una melodía feliz. —Ella lamió mis labios —protesta Holt.

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—Eso es lo que Julieta haría, completamente —digo—. Está tratando de ingerir su veneno. Tienes suerte de que no haya metido mi lengua en tu boca y la haya agitado como un cepillo para inodoro. —Oh, porque eso es lo que Julieta haría, ¿verdad? No tú. —Sí. —Pura mierda. —¡Oh, Dios mío, podrían sólo tener sexo de una vez! —grita Jack Avery desde el auditorio. El resto del reparto ríe ruidosamente, y Holt y yo intercambiamos miradas avergonzadas. Si sólo fuera tan simple, Jack. Erika hace que el resto del reparto se tranquilice. —Señor Holt, lo que la señorita Taylor hizo me pareció perfectamente aceptable. Quizás sólo necesitas modificar tu reacción. Estás muerto. No debería importar si lame tu boca completa hasta llegar a tus amígdalas. No debes moverte. ¿Entendido? Holt sacude su cabeza y ríe amargamente antes de girarse a mirarme. Mi sonrisa no podría ser más presumida si la hubiera comprado en Presumidos McPresunción en la tienda Presunción en Ciudad Presumida. Él pone los ojos en blanco. —Ahora, señorita Taylor —dice ella, mirándome a mí—, cuando tomes el cuchillo para apuñalarte, quiero que te pongas a horcajadas de él. —Oh, por el amor de Dios —farfulla Holt. Erika lo observa. —Señor Holt, cuando la señorita Taylor colapse sobre usted, no quiero que se vean como que les dispararon en una guerra de pandillas. Tienen que morir como vivieron, como amantes. Estoy atenta a todo lo que dice, pero mi cerebro está obsesionado con ciertas palabras. A horcajadas de él. Piernas en jarras. Partes presionadas contra otras partes. Oh, chico. Holt está frotando su rostro y gimiendo. Erika nos sonríe. Creo que disfruta de nuestra incomodidad mutua.

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—Volvamos al beso, a ver si podemos llegar hasta el final, ¿está bien? Todos los demás, ¿pueden involucrarse al final de esta escena en sus lugares al lado del escenario, por favor? Hay un poco de ruido mientras los demás toman sus posiciones. Holt está frunciéndome el ceño. Le doy mi sonrisa más inocente. Me mira con una intensidad que daría miedo si no estuviera disfrutando tanto su frustración. —Acuéstate, amante —susurro de manera sexy—. Tengo que cabalgar. Él maldice por lo bajo y se recuesta. Me parece que el caballero protesta demasiado. —Está bien, aquí vamos. Gracias, señorita Taylor. Comienzo la escena de nuevo. Cuando llego al beso, lo hago tan erótico como me es posible. Puedo sentir a Holt respirando pesadamente mientras un pequeño sonido escapa de él. No, no, no. Sigue muerto, por favor, cadáver caliente. Exhala y se queda quieto. Buen chico. Hay voces entre bastidores, y miro hacia ellas. Julieta está quedándose sin tiempo. —¿Ruido? —digo, el pánico coloreando mi voz mientras observo alrededor desesperada—. Apresurémonos pues. Veo el cuchillo, y luego de arrojar una rodilla sobre su mitad, me pongo a horcajadas de la ingle de Holt mientras tomo la daga que él ha atado a su cintura. —¡Oh, dichoso puñal! —digo mientras la saco de su funda y la acerco a mi pecho—, esta es tu vaina. Empujo la cuchilla plegable al centro de mi pecho y grito, mi rostro contorsionándose por el dolor. Para la audiencia, luce como si acabara de herirme fatalmente. —Enmohece en ella. —Gimo y arrojo el cuchillo al suelo mientras aprieto mi pecho. Tomo la camiseta de Holt en mi puño y beso a Romeo tiernamente una vez más antes de susurrar—:‖Y…‖déjame…‖morir.

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Colapso encima de Holt. Mi rostro se presiona contra su cuello, una mano en su pecho, la otra en su cabello. Si alguien tomara una foto de nosotros, luciríamos como una pareja joven durmiendo en un abrazo íntimo. Los otros personajes corren al escenario y continúan la escena, lamentando nuestras muertes y recopilando la serie de eventos que llevaron a ellas. Puedo sentir a Holt tensarse debajo de mí, tratando de controlar su respiración. Su ingle está presionada contra mí, y puedo sentirla poniéndose más dura poco a poco. Trato de ignorarla. Mi vagina tiene otras ideas. Intento explicarle que está muerta, y por lo tanto ya no siente necesidad por la impresionante erección de Romeo, pero ella está encontrando difícil posponer su incredulidad. Ralentizo mi respiración y escucho la escena que toma lugar alrededor de mí. El lenguaje antiguo y su ritmo tienen un efecto sedante. Pronto estoy concentrándome en el latido de Holt debajo de mi oído. Es hipnótico, tan fuerte y estable. Mientras mis músculos se relajan y el ritmo de mi corazón se hace más lento, mi cuerpo se hunde en el de él, y por un breve momento pienso que debo ser demasiado pesada, antes de que su olor y su calidez me calmen hasta dejarme medio aturdida. Antes de que sepa lo que está sucediendo, una mano está sacudiendo mi hombro. Abro mis ojos para ver a Jack parado sobre nosotros con algunos del resto del reparto detrás de él. —Guau. Qué bueno saber que ustedes están tan entusiasmados por nuestras actuaciones —dice con una sonrisa—. Quizás la próxima vez podrían intentar no roncar. Me siento rápidamente y bajo la vista hacia Holt. Tiene la vista nublada y confundida. Sus ojos se enfocan cuando me registra encima de él. Capto la indirecta y me paro, pero mis músculos están flojos y débiles. Jesús, ¿quién iba a saber que estar a horcajadas corta tanto la circulación? Jack me sostiene por la cintura y me ayuda a pararme. Hay risas cuando mis piernas vuelven a fallar, haciéndome tropezar contra él. —¡Eh! Ponte firme, Cassie. Has estado muerta por un rato. Será mejor que lo tomes con calma. Me estabilizo mientras Holt se pone de pie. Observa los brazos de Avery a mí alrededor antes de alejar la mirada. —Señor Holt, señorita Taylor —dice Erika mientras sube los escalones del escenario—, ¿puedo asumir que sus posiciones finales eran agradables? Me alejo de Jack y me aliso el pelo, tratando de distraerme de mi sonrojo.

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—Estuvo bien. Las personas ríen en voz baja. Estoy más allá de avergonzada. He besado a Holt enfrente de estas personas. Demonios, he tenido sexo falso con él. Pero, ¿lo que acabo de hacer? ¿Acurrucarme en él? ¿Derretirme contra él y dormirme? Eso es más íntimo que cualquier cosa que haya hecho. Nos sentamos en el escenario mientras Erika nos da algunas notas, pero generalmente parece complacida con nuestro progreso. Jack está sentado al lado de Holt, susurrando y riendo disimuladamente. Holt agarra la camiseta de Jack y le espeta algo al rostro. Jack se pone pálido y se calla de inmediato. Cuando Holt lo suelta, se aleja murmurando por lo bajo. Pasa su mano por su cabello antes de mirar hacia mí. Luce furioso. Cuando Erika da por terminado el ensayo, las conversaciones llenan el aire mientras todos empacan el escenario y la utilería. Miranda y Aiyah me invitan a cenar con ellas, pero no estoy de humor. Les agradezco antes de abrazarlas y decirles adiós. El resto del teatro se vacía lentamente mientras levanto la daga y la llevo hasta Holt. Parece enojado mientras la toma. —¿Estás bien? —pregunto mientras desabrocha la vaina de su cinturón. —Bien. —¿Qué pasó entre tú y Avery? —pregunto. —Es un pendejo. —Empuja la daga en la vaina. —¿Por qué? —Estaba preguntando si estaba teniendo sexo contigo. —¿Qué le dijiste? —No respondí. —¿Y? —Y asumió que no. —Eso es verdad. —Sí, pero entonces pensó que estaba bien decirme cuánto le gustaría follarte. —¿Y qué dijiste entonces? —pregunto, acercándome. Su mirada recorre todo mi cuerpo antes de decir—: Le dije que si se acercaba a ti, le cortaría las bolas y se las daría de comer a mi Rottweiler. —¿Tienes un Rottweiler?

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—No, pero él no sabe eso. Toco la hebilla de su cinturón. Es un rectángulo con algo que luce como algún tipo de cruz. Es extraño que él vista el símbolo de Dios cuando está complotado con el diablo. —Entonces, déjame aclararlo —digo mientras paso los dedos por el metal frío—. ¿No quieres estar conmigo, pero tampoco quieres que otros chicos estén conmigo? —Él no es otros chicos. Es Avery. Si durmieras con él, tu coeficiente intelectual bajaría cuarenta puntos automáticamente. —¿Te has parado a pensar por qué estás tan celoso? —No estoy celoso. Simplemente no quiero que ese maldito imbécil te toque. Es sentido común. —¿Qué hay de Connor? ¿Puedo dormir con él? Su expresión se vuelve tormentosa. —¿Quieres dormir con él? Enrosco mis dedos en su camiseta y resisto el impulso de sacársela. —Si quisiera, ¿estarías bien con eso? Luce salvaje. —Demonios, no. Demasiado vainilla. —¿Qué hay de Lucas? —Demasiado drogado. —¿Troy? —Creo que es gay. —¿Y si no lo es? —Demasiado ambiguo. —Y dices que no estás celoso. —No lo estoy. —Entonces dame un nombre —digo—. Tú dime con quién puedo dormir. Él alza sus manos. —¿Por qué demonios estás tan obsesionada con el sexo? —¡Porque no lo he tenido! ¡Y si fuera por ti, jamás lo haría! Él traga y deja caer su cabeza. —¿Qué demonios quieres de mí, Taylor? ¿Eh? ¿Quieres que te folle? ¿O simplemente estás buscando un pene al azar que explote tu cereza? Te compraré un maldito vibrador, si eso es todo lo que quieres. —Eso no es todo lo que quiero, y lo sabes.

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—Entonces volvemos a la razón por la que necesitamos permanecer alejados el uno del otro. Quieres algo que soy incapaz de darte. ¿Por qué te es tan difícil entender eso? —Lo que no entiendo es cómo puedes sentir esto —digo mientras me acerco a él y pongo mis manos en su pecho—, y simplemente fingir que no existe. Él ni siquiera pestañea mientras paso mis manos por sus pectorales. —¿No te diste cuenta? Soy verdaderamente bueno fingiendo. Sacudo mi cabeza y suspiro. —Entonces eso es todo. Decides que no podemos estar juntos, y esa es la forma en que tiene que ser. —Prácticamente. —¿Y crees que podrás tolerar tus propias reglas? —¿Te refieres a si podré mantenerme alejado de ti? Se inclina, sus labios justo encima de los míos, tan cerca que puedo probar su aliento, todo cálido y dulce. —Sí —susurro, queriendo únicamente alzarme en los dedos de mis pies y besarlo. Su suspiro es lento y medido. —Taylor, creo que subestimas mi nivel de autocontrol. Aparte de mi desliz durante la escena de sexo, he demostrado el control del maldito Dalai Lama alrededor de ti. ¿Nuestro primer beso? Ese lo iniciaste tú. ¿Hoy en la escena de la muerte? Todo tú. ¿Justo ahora? Tú. —Entonces, tu teoría es —digo—, que si no fuera por mí abalanzándome sobre ti, entonces nunca habrías puesto un dedo sobre mí. —Exactamente. —Mentira. —Por favor, nota que tus manos están en este momento sobre mí, y las mías a mis costados. Bajo la vista mientras ausentemente acaricio sus abdominales. Me alejo inmediatamente. Dios, tiene razón. Soy yo. Todo fue iniciado por mí. —Está bien, bueno —digo, y me alejo todavía más—. No te tocaré fuera del espectáculo, a no ser que me lo pidas.

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—¿Crees que serás capaz de controlarte? —pregunta, y juro que está poniendo algún tipo de encanto sexual en su voz que me hace querer lamerlo—. ¿Qué te parece si lo hacemos más interesante? —¿Cómo, apostando? —¿Por qué no? Lo pienso por un segundo. —Está bien, entonces. El primero en tocar al otro de una manera íntima pierde y tiene que darle al ganador un orgasmo. Él ríe y pasa sus manos por su cabello, pero no me pierdo la forma en que su mirada barre mi cuerpo. —Eso como que frustra el propósito de la apuesta. —No en mi mente. Ambos saldríamos ganando. Él toma su mochila y la desliza sobre su hombro. —Ve a casa, Taylor. Toma algo. Deja de pensar en mí. —La apuesta es sobre tocar. Puedo pensar sobre ti en cien posiciones sexuales diferentes si quiero, y no hay nada que puedas hacer para detenerme. Él deja caer su cabeza y suspira, y sé que he ganado la ronda. —Te veo la próxima semana. —Sí, me verás. Para el siguiente instante, ya ha desaparecido.

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Miedo escénico Traducido por Mae, Jeyly Carstairs y *~ Vero ~* Corregido por Lyh Matos

Holt y yo vamos a un bar de vinos no muy lejos del teatro para nuestra "charla". Caminar junto a él es a la vez extraño y familiar, con un toque de inminente fatalidad, al igual que la mayor parte de nuestro tiempo juntos. La parte cautelosa de mí está susurrando que estar con él es como usar el par más cómodo de zapatos del mundo que a veces te catapulta de cabeza hacia una pared. Es como tener una alergia a los mariscos y negarse a renunciar a la langosta. Como saber que estás a punto de caer, de bruces, en un charco de hiedra venenosa, pero negarte a detener tus pasos. Su brazo se roza contra el mío mientras caminamos. Dios, cómo lo anhelo. Cuando llegamos al bar de vinos, abre la puerta para mí y pide una mesa en la parte de atrás. La anfitriona folla con los ojos cada centímetro de su ser antes de sentarse. Él no se da cuenta. Como de costumbre. Me gustaría poder decir lo mismo. No tengo ningún derecho a estar celosa. Estoy segura que en los años que estuvimos separados, ha perdido la cuenta de sus conquistas. Las mujeres siempre se han lanzado hacia él, pero su popularidad explotó cuando estuvo de gira por Europa. Su personaje pasaba la mayor parte del espectáculo sin camisa, y cuando las sexis fotos promocionales llegaron a Internet, las mujeres lo seguían de ciudad en ciudad para verlo actuar.

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No las culpo. Recuerdo cómo me sentí cuando vi las fotos en Internet. Había tratado de mirar hacia otro lado, pero fue imposible. Sólo pensar en ello hace que mi cara arda. Agarro el menú y me ventilo. Holt me mira y frunce el ceño. —¿Estás bien? —Sí. —Te ves sonrojada. —Menopausia. Sofocos. —¿No eres un poco joven para eso? —Uno pensaría que es así, ¿eh? Ser una chica es una mierda. —A excepción de todo lo de tener múltiples orgasmos —dice, y levanta una ceja—. Alguien me dijo una vez que es bastante increíble. —Bueno, sí —Si quieres decirlo en los términos más provocativos posibles—. Está eso. “Múltiple Ethan” debería ser su apodo. La noche en que descubrió que podía hacerme hacer eso, lo juro, vi la entrada a los cielos. Me ventilé otra vez. Maldita sea, no tiene permitido hablar de estas cosas. Desde luego, no cuando estoy tratando de ignorar su atractivo sexual. Todos los temas relacionados con el sexo están fuera de discusión. ¿Cómo es que no sepa las reglas que acabo de crear? —¿Por qué estás frunciéndome el ceño? —pregunta con el ceño fruncido. —¿Por qué no estamos bebiendo todavía? Vinimos aquí para beber. —Y hablar. —Y beber. —¿La menopausia te hace alcohólica, también? —Sí. Y psicótica. Ten cuidado. —Lo intento. No es fácil con un ceño fruncido, menopáusica psicópata. Le frunzo el ceño con seriedad. Él ríe.

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Añade reír a la lista de cosas de lo que se le prohíbe hacer cuando estoy tratando de ignorar lo atractivo que es. Se da cuenta de que no estoy riendo y me mira con preocupación. ¿Preocupación? En la lista. —¿Cassie? También, decir mi nombre. —Estoy bien. Necesito alcohol. —Bueno. Claro. Me mira fijamente por unos cuantos segundos, y por supuesto, mirar va a la lista. Mentalmente me rindo y acepto que la lista será actualizada constantemente. Trato de sacarlo de mi mente. Por fin una camarera llega. Se presenta como Sheree, y procede a comerse con los ojos a Ethan mientras recoge la carta de vinos. Quiero pegarle en su boca con brillo labial. Mientras Sheree recita sus recomendaciones de vinos, Ethan me mira. No está escuchándola. Está tratando de averiguar lo que quiero beber. Solía ser un juego que jugábamos, y nunca perdía. Sabía lo que quería, incluso cuando yo no lo hacía. Cuándo pedir dulce, salado o picante. Cuando la camarera termina, él mira a la lista. —La pregunta es, Sheree... ¿mi amiga quiere rojo o blanco? La camarera frunce el ceño. —Uh... ¿no debería preguntarle eso? —No hay diversión en preguntar. Necesito deducir. Al igual que lo haría Sherlock. Si me equivoco, empaño mi récord perfecto. —¿Y si lo haces bien? —le pregunta Sheree con una ceja elevada. Niego con la cabeza. Cuando solía hacer las cosas bien, lo recompensaba con mi boca. No hay posibilidad de que ocurra esta noche. —Si lo hago bien —dijo Ethan—, tal vez verá que, a pesar de todas mis meteduras de pata, todavía la conozco mejor de lo que nadie lo hará. Me mira, y cuando el calor se extiende a través de la mesa, tengo que apartar la mirada. Sheree cambia de posición mientras agarro el borde del mantel. Si buscaras la palabra “raro” en un diccionario, habría una imagen de este momento.

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Antes de que pueda ir más lejos, Ethan se aclara la garganta y ordena el Duckhorn Vineyards Merlot con absoluta confianza. Es la elección perfecta. No sé por qué estoy tan sorprendida. Cuando la camarera se va, se reclina en su silla y entrelaza los dedos sobre la mesa frente a él. —Acerté, ¿no? Me encojo de hombros. —Puede ser. Parece contento. —No estaba seguro de si todavía podía hacerlo. Ha pasado un tiempo. —Sí. Me mira fijamente durante unos segundos, antes de decir: —Demasiado tiempo, Cassie. Un silencio espeso se instala entre nosotros. Los dos sabemos que ésta es la última oportunidad para nosotros. Nuestra última oportunidad para salvar algo bueno de lo desastrosa que fue nuestra relación. La presión es asfixiante. Me aclaro la garganta. Mi boca está más seca que el Sahara. ¿Cuánto tiempo es necesario para conseguir una botella de vino y dos copas? ¿Sheree pisoteaba las malditas uvas ella misma? Los nervios se retuercen en mi vientre. Me vendría bien un cigarrillo, pero no hay aquí. Holt resuena sus nudillos, y puedo verlo elaborando frases en su cerebro. Miro sus dedos. Sus pulgares se frotan lentamente uno contra el otro, con las manos tensas e inquietas. Quiero alcanzarlos y detenerlos, y asegurarle que... ¿Qué? ¿Qué no voy a ser una perra? ¿Qué voy a escuchar con calma y con cuidado, considerar todas sus justificaciones de una manera sensata? No se lo puedo decir. No sería cierto. Hay una gran posibilidad de que esta tarde pueda terminar mal. Que, hablando de todo esto, todas mis buenas intenciones de ser amigos desapareciesen. Él lo sabe tan bien como yo. Después de lo que parecen ser varias vidas, Sheree trae nuestro vino. Holt y yo miramos con gratitud desesperada cómo lo vierte. Cuando se va, los dos bebemos profundamente; a continuación, soltamos las copas.

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Suspira por la frustración y se frota una mano por la cara. —No se suponía que fuera tan difícil. —¿No nos conocemos? —digo—. Nosotros somos fáciles. —Es verdad. Mi estómago se retuerce, y trago más vino para tratar de conseguir que se relaje. Holt frunce el ceño. —¿Estás bien? Tomo otro trago y asiento. —Sip. Excelente. Buen vino. No estoy mintiendo sobre el vino. Es delicioso. Estoy mintiendo acerca de estar bien. He bebido demasiado, demasiado pronto, y tanto como pensaba que estaba lista para enfrentar a Ethan, mi estómago me está diciendo que realmente no lo estoy. Se retuerce de nuevo, y hago una mueca de dolor. —¿Cassie? Empiezo a sudar porque sé lo que viene. La saliva inunda mi boca mientras corro al baño. Llego justo a tiempo. *** Estoy enjuagándome la boca cuando hay un golpe en la puerta. —¿Cassie? ¿Estás bien? Pausa. —En realidad, no. —¿Puedo entrar? —Si lo crees necesario. Como son los baños, este es bastante elegante. Muy limpio. Accesorios elegantes. Flores frescas. Él entra y cierra la puerta mientras termino de lavar mis manos. —Solía ser el que vomitaba de los nervios —dice. Me seco las manos con toallas de papel, y luego las tiro a la basura. —Ahora, soy yo. —¿Te sientes mejor? —Un poco.

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Extiende la mano hacia mi hombro, pero instintivamente me alejo. Ser consolada por él no es algo que pueda soportar ahora. Deja caer la cabeza y suspira. —Cuando ensayé esta noche en mi mente, y déjame decirte, ensayé un montón, estaba mucho más tranquilo. Había muy poco vómito en cuestión .Ahora, no sólo he hecho que te enfermes, sino que no puedo recordar nada de lo que tenía que decirte. Me giro para ver mi reflejo. Me veo como el infierno. No, ni siquiera tan bien. Me veo como el infierno después de atravesar un invierno atómico y el apocalipsis zombie. Estoy contemplando tratar de arreglar el daño con maquillaje cuando Ethan da un paso adelante y aparta el pelo sobre mi hombro. Hace que la piel de gallina recorra mi espalda haciéndola estremecer. —Jesús, Cassie —susurra—. Incluso cuando estás enferma del estómago, sigues siendo la mujer más hermosa que he visto jamás. Me congelo mientras él nos mira fijamente a los dos en el espejo. —Ethan, no puedes decir cosas como esa. —¿Por qué no? Míranos. Somos perfectos juntos. —Pasa brevemente los dedos sobre los míos. Cierro los ojos e inhalo—. Siempre lo fuimos. No importa qué tan jodidas se pusieran las cosas detrás de la escenas, siempre parecíamos estar hechos el uno para el otro. Y lo somos. —Ethan... Me vuelvo hacia él. Se inclina hacia delante, pero coloco mi mano sobre su pecho para detenerlo. Exhala y aprieta la mandíbula. —Tocarme en este momento no es probablemente una buena idea. No a menos que quieras hacer añicos mi calmada actitud. Quito mi mano y me recuesto contra el tocador. No hace nada para aliviar la atracción que siento hacia él. Llena cada rincón de esta pequeña habitación. —¿Cómo es que, después de todo este tiempo, todavía me afectas de esta manera? —pregunta, avanzando poco a poco hacia adelante. —¿De qué manera? —Sé exactamente lo que quiere decir, pero quiero oírlo de sus propios labios. —Nervioso y tranquilo a la vez. Loco y sereno. Feroz y civilizado. Sólo tenerte cerca de mí me hace olvidar de toda la mierda del pasado y sólo... —¿Qué?

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Su expresión se vuelve hambrienta. —Sólo enterrarme dentro de ti y olvidarme de todo. Hacer que nuestro pasado desaparezca. Si solo fuera así de fácil. —Te he extrañado tan jodidamente mucho, Cassie. No tienes ni idea. De verdad, de verdad no lo imaginas. Dudo. El lado cauteloso me susurra que estoy a punto de ponerme esos malditos zapatos y aplastar mi cabeza contra una pared. Advierte que realmente no puedo comer langosta. Es un grito de que estoy a punto de caer en un charco gigante de hiedra venenosa. Considero mi inminente caída durante unos tres segundos antes de poner mis brazos alrededor de su cuello y apretarlo en un abrazo. Él me rodea con sus brazos, y cuando empuja su cabeza en mi garganta, deja escapar un suspiro tembloroso. Fiel a su estilo, empiezo a ansiarlo.

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Querido Diario, Es la noche de apertura, y ha pasado una semana desde que Holt y yo hicimos nuestra apuesta por mantener nuestras manos fuera del otro. Desde entonces, las cosas han sido... extrañas entre nosotros. Bueno, más extrañas. Nuestra dinámica ha sido floja, incluso mientras actuamos. Debido a que los dos estamos decididos a ganar esta ridícula apuesta, nuestros besos se han restringido, nuestros abrazos son falsos. Una versión aséptica de nuestra lujuria animal. Erika lo ha sentido, también. Piensa que es porque sobre ensayamos y nos cansamos. Pero no es su culpa. Es nuestra. Y aparte de saltar sobre los huesos de Holt, realmente no sé cómo solucionarlo. Añadir eso al enfermizo revolvimiento de mis nervios, es justo decir que estoy un poco aterrorizada. (Y cuando digo “un poco” quiero decir “absolutamente”. Y cuando digo “absolutamente” quiero decir que sería un milagro si termino en el escenario sin experimentar una monstruosa locura épica que involucre gritar y/o llorar y/o aferrarme desesperadamente a las cortinas de las alas mientras el director de escena intenta arrastrarme hacia el escenario.) Por favor, Dios, déjame superar esta noche sin avergonzarme. Seré buena. Te lo ruego.

Mientras camino al teatro, inhalo un cigarrillo. Estoy mejorando en fumar. No estoy segura si esto es algo bueno, pero tiene ventaja frente a mis nervios. El espectáculo inicia a las siete y media. Son las tres de la tarde. Espero que el estar en el teatro me ayude a concentrarme y aflojar la tirantez en mi pecho. Ese es el plan, de todos modos. Cosas que hacer en las próximas horas: yoga y tai chi, caminar por el set, meterme en la cabeza de Julieta, poner mis tarjetas de apertura y regalos de la noche en los camerinos, vestirme, tratar de no vomitar, aparecer en el escenario sin ser coaccionada por una picana, estar increíble. Sencillo.

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Las cosas que no puedo hacer: obsesionarme con Holt, vomitar, salir corriendo del teatro. No es tan simple. Cuando llego al interior, voy directamente a mi camerino. La mayoría de los vestuarios están detrás del escenario, pero hay media docena en el entresuelo. Erika los ha asignado a los actores principales. Estoy en una habitación con Aiyah y Mariska, y Ethan está compartiendo una con Connor y Jack. Deshago mi maleta y saco mi maquillaje y accesorios de cabello. Entonces me pongo unas leggins y mi camiseta de la suerte de Campanita antes de caminar al escenario. Es de noche, y el tenue resplandor de las luces de trabajo arroja largas sombras ominosas en todo el escenario. Genial. Lo que necesito es aún más miedo bombeando a través de mi cuerpo, porque realmente, no estoy lo suficientemente nerviosa. Tomo una respiración profunda y camino por el set. Moviendo mis manos sobre los lienzos de piedra y madera en poliestireno mientras miro hacia las filas y filas de asientos vacíos. Tratando de ignorar la piel de gallina que se eleva en mis brazos cuando siento la intensidad de varios cientos de pares de ojos fantasmales. Quiero estar excelente esta noche. Quiero que Holt esté excelente. Toda la obra depende de que consigamos arreglar nuestros problemas. No tengo ni idea de cómo hacerlo. Estoy en medio del escenario y respiro mientras paso por varias de mis posturas de yoga. Estirando los músculos. Centrando mi mente. Después de un rato, el yoga se transforma en tai chi. Cierro los ojos para concentrarme en mi respiración. Dentro. Fuera. Moverse lentamente. Sincronizar el aire y el movimiento. Exhalar miedo. Inhalar confianza. Me concentro en imágenes que me traen placer. Inevitablemente, mis pensamientos se dirigen a Holt. A la fuerte línea de su mandíbula salpicada con una barba incipiente, masculina y sexy. Sus labios, insoportablemente sedosos y suaves. Sus ojos. Ardientes. Inquietos. Aterrorizados y terroríficos al mismo tiempo. Todo mi cuerpo se calienta cuando pienso en él. Mantenerme alejada de él esta semana ha sido una tortura. Trato de no mirarlo demasiado tiempo, incluso durante escenas, o de lo contrario el dolor llega a ser demasiado. Me enfoco en la pared detrás de él, o en una pieza del set, o en su

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cabello. En cualquier parte excepto en esos ojos mortales que me hacen querer hacer cosas sucias, muy sucias, con él por horas y horas. Mientras expulso una exhalación final, me siento tranquila. Enfocada y lista. Cuando abro los ojos, casi me orino en mis pantalones porque la cara de Holt está a solo centímetros de distancia. —¡Santa jodida mierda! —grito mientras me agito como un pulpo haciendo paracaidismo. Holt salta varios metros hacia atrás y coloca su mano sobre su pecho — ¡Joder, Taylor! ¡Me asustaste hasta la muerte! ¡Dios! —¿Yo te asusté? —Me acerco y empujo con fuerza su pecho—. ¡Casi haces que moje mis pantalones! Eso lo hace partirse de la risa. —¡No es gracioso! —digo mientras golpeo su pecho. —Sí, lo es —dice, y se aleja mientras sigo pegándole. —¡¿Qué clase de fenómeno eres que simplemente sorprendes a alguien así?! —No quería interrumpirte —dice mientras trata de atrapar mis manos golpeadoras —. Joder, deja de pegarme. Jala mis manos contra su pecho, pero tengo bastantes dificultades para controlar los latidos de mi corazón para reconocer la dureza cálida de sus pectorales bajo mis dedos. De un tirón me libero antes de caminar hacia el dormitorio del set y tirarme sobre la cama. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? Pensé que estaba sola. Se detiene frente a mí, su risa muriendo mientras mete las manos en sus bolsillos. —Pensé lo mismo. Me gusta estar en el teatro por unas horas antes la noche de apertura. Ayuda a mis nervios. Muevo las manos a través de mi cabello —¿Si? ¿Cómo te sientes ahora, señor tácticas de miedo? ¿Calmado? —Tan divertido como fue, no era mi intención asustarte. Solo quería… mirar. Mientras mi conmoción se disipa, me tomo un momento para darme cuenta de lo que está usando. Una camiseta muy apretada, pantalones largos de correr azul marino, y unas Nike color plata y negro.

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¿Qué demonios? Él no tiene permitido usar eso. Quiero decir… Eso es simplemente… Él es… Querido Dios, ¡Míralo! Hombros anchos. Hermosos brazos. Amplio pecho. Cintura estrecha. Musculosas pantorrillas. ¡Injusto! ¡Obscenamente sexy! ¡No permitido! —¿Por qué me miras así? —pregunta, y cambia su peso de un lado a otro. —¿Cómo? —Me las arreglo para preguntar a través de mi bruma de lujuria. —Como si quisieras azotarme. Mi lengua trata de ahogarme en este momento. Toso y balbuceo. —¿Por qué estas usando eso? Se da un vistazo y se encoje de hombros —Estaba trotando. Pensé que podría ayudar a despejar mi cabeza. Mi cerebro capta una imagen de él trotando: brazos bombeando, cara enrojecida, largas piernas dando zancadas, cabello volando en el viento. —¿Tú… trotabas? —Sí. —¿Vestido así? Se mira de nuevo y frunce el ceño —Sí. ¿Cuál es tu problema? Es solo una camiseta y pantalones de correr. —Solo una… ¿Crees que es… solo una…? ¡No! ¡Chico malo, Holt! —Mi cerebro se ha estancado. Me mira como si estuviera loca, pero no puedo dejar de mirar. ¿Qué genio decidió llamar a esa particular pieza de ropa una “camiseta”? Eso no es una camiseta. Es un excitador de vaginas. Un inductor de baba. Un destructor de bragas. Jodido infierno. —¿Taylor? Da unos pasos hacia mí, y todo el deseo que he estado reprimiendo inunda mi cuerpo. Salto de la cama y doy un paso atrás. No voy a perder esta maldita apuesta, sólo porque él decidió vestir su caliente cuerpo como el de un hombre comestible. No enloqueceré.

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Tengo que irme muy lejos hasta que el impulso de tirarlo al piso sobre el escenario y manosearlo desaparezca. —Me tengo que ir… a hacer cosas —digo mientras tropiezo fuera del escenario. —¿Taylor? —me llama desde atrás, pero no me detengo. No puedo mirar esos hombros de nuevo. Bíceps. Antebrazos. ¡Jodida mierda! Corro a mi camerino y cierro la puerta antes de pasar las próximas dos horas haciendo ejercicios de respiración. Todo el tiempo diciéndome a mí misma que rogarle a Holt por sexo en nuestra noche de apertura es una muy mala idea. *** A las cinco y media comienzo a prepararme. Quiero hacerlo rápidamente, así puedo colocar todas las tarjeras y regalos de la noche de apertura en los camerinos de las personas antes de que lleguen. Es una tradición darles tarjetas de buena suerte al reparto y al equipo en la noche de apertura. También les estoy dando unos chocolates en forma de corazón para representar el amor como centro de nuestro show. Sí, es soso, pero soy pobre, y los chocolates eran baratos. Termino mi maquillaje, cepillo mi cabello, aseguro mi bata de seda de la suerte, y agarro la bolsa que contiene todos mis dulces. Me muevo a través de los camerinos de forma rápida, todo el rato reflexionando en que no he terminado de escribir la tarjeta de Holt todavía. Todo lo que tengo hasta ahora es “Querido Ethan”. Después de eso, no sé qué más escribir. Buena suerte en la noche de apertura, parece aburrido e impersonal; y Por favor, ten sexo conmigo, definitivamente es malo. Tengo que encontrar algún punto intermedio, pero es más fácil decirlo que hacerlo. He entregado la mayoría de las tarjetas, cuando paso por su camerino. Asomo la cabeza. La habitación está vacía. Trabajando rápidamente, entro y coloco las tarjetas de Connor y Jack en sus lugares, diciéndome que voy a terminar la de Holt y entregársela más tarde. Mientras me giro pasa salir, él aparece en la puerta; su rostro en el lado oscuro de la sala. —¿Qué, ninguna tarjeta para mí? —pregunta, y algo en su voz está mal. —Uh, la habrá. Sólo no he terminado de escribir tu mensaje todavía.

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Voy hacia la puerta, pero él da un paso adentro, bloqueándome. Todavía lleva el destructor de bragas. Sus hombros se ven increíbles. Quiero morderlos. —Has escrito mensajes a todos los demás, Taylor. ¿Por qué no a mí? ¿No soy lo suficientemente bueno para una tarjeta tuya? Su rostro está oscuro y un poco sudoroso. —¿Holt? ¿Estás bien? —Bonita bata —dice mientras mira fijamente a mis pechos. Toca el lazo alrededor de la cintura. —¿Llevas algo debajo? —Solo mi deliciosamente moda porno —digo mientras alejo su mano —. No espiar. Lo has visto antes. —Muchas veces. —No es tan malo, ¿verdad? Toma el lazo de nuevo. —No si esperas que continúe ignorándote a ti y a tu malditamente asombroso cuerpo. —Mueve la sedosa tela entre sus dedos —. He estado intentándolo con mucho esfuerzo. Ser bueno y respetuoso. Sería tan fácil no serlo. La energía que ha estado ausente entre nosotros por una semana está de regreso, gruesa y pesada. Desesperadamente magnética. Mi respiración queda atrapada. —Tú fuiste quien estableció límites. Yo quiero que hagas exactamente lo que deseas hacerme. Exhala mientras envuelve el lazo de seda alrededor de su mano y da unos pasos hacia adelante. —No tienes permitido decir cosas como esas. Su voz es tensa. Sus manos tiemblan. La pequeña cantidad de sudor en su frente sigue ahí, pero ahora está brillando en su cuello y hombros, también. —De verdad, ¿estás bien? —pregunto mientras traga y se estremece. Las palabras apenas salen de mi boca antes de que se agarre el estómago. Tambaleándose hacia atrás y dejándose caer sobre el sofá. —Mierda. —¿Holt? Después de unas cuantas respiraciones profundas, inclina la cabeza hacia atrás y cierra los ojos —Son solo los nervios, ¿de acuerdo? Realmente malos nervios de mierda.

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—¿Por el show? —Entre otras cosas, sí. Exhala un suspiro largo y controlado. —Mi ansiedad va directo a mi estómago. Tengo calambres y náuseas. Como un cobarde. —No eres un cobarde —digo —. Entiendo cómo te sientes. Frota su cara. —A menos que tengas un padre que solamente viene a tu representación para que así pueda decirte que estás desperdiciando tu vida con esta mierda de actuar, entonces no… no lo haces. —¿Tu padre no está contento con la carrera que has elegido? —Ese sería un eufemismo enorme. —Ah. Deja caer la cabeza entre las manos y tira de su cabello. —No importa. Haré todo mal esta noche, de todos modos. Lo pasará excelente diciendo te lo dije. —No lo harás mal —digo. —Nuestra actuación ha estado malditamente terrible durante toda la semana. Lo sabes tan bien como yo. —No terrible, simplemente… fuera de forma. —Me lanza una mirada —. Bien, hemos estado atroces. Pero es porque estamos tratando tan malditamente duro de negar nuestra atracción que nuestras actuaciones están sufriendo las consecuencias. No podemos encerrarnos y esperar que nuestros personajes parezcan que no pueden vivir el uno sin el otro. Es imposible. —Entonces, ¿qué sugieres? —pregunta—. ¿Qué te lance en este repugnante sofá, así podemos actuar creíblemente como amantes? —Bueno, eso sería agradable… —Taylor… —Bueno, de acuerdo. No vamos a sucumbir a nuestros impulsos fuera del escenario. Pero, ¿dentro de él? Tenemos que dejar que nuestra conexión suceda. No más combatirlo. Porque cuando nos abrimos y nos dejamos entrar, es cuando la magia sucede. Se ve escéptico. —¿Sólo en el escenario? ¿Crees que será fácil encenderlo y apagarlo? —No, no lo será —digo mientras me arrodillo delante de él para que nuestros rostros estén alineados—. Pero tenemos un elenco lleno de gente que depende de que nosotros consigamos arreglar nuestras diferencias y hacer que este show funcione. Si caemos en llamas, arrastraremos a todos ellos con nosotros. Así

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que vamos a lograr hacerlo, y puedes volver a negar tus sentimientos por mí la semana que viene, ¿de acuerdo? Por un momento creo que va a tocar mi cara. En su lugar, pasa sus dedos por el frente de mi bata. Mi respiración se detiene. —Está bien. Tú ganas. Si puedo dejar de sentir que quiero vomitar cada cinco segundos, voy a encenderme por ti. El tono de su voz hace que el vello de mis brazos se levante en punta. —Tengo algunos métodos de enfoque que pueden ayudar —digo mientras él continúa acariciando mi bata. —Tengo que ducharme y prepararme primero. —No hay problema —digo mientras me levanto—. Volveré media hora antes de la llamada. Cuando terminemos, vamos a estar tan condenadamente enfocados que vamos a clavar estos personajes a la pared. Suspira y sacude la cabeza. —¿Qué? —pregunto. —Nada.

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—Dime. —Ahora tengo una imagen mental mía clavándote contra la pared. Será mejor que te vayas. Comienzo a reír, pero el hambre animal en sus ojos me dice que es absolutamente serio. Se levanta, y mi corazón se acelera. Dios. Va a hacerlo. Me va a clavar contra la pared. Sostengo la respiración mientras se mueve hacia adelante. Para mi consternación, camina a mí alrededor y coge la toalla en la parte de atrás de su silla antes de dirigirse al baño. —¡Fuera de aquí, Taylor! —dice sobre su hombro —, antes de que olvide por qué dejé que mantuvieras esa maldita bata. *** A las seis y quince, el teatro es un hervidero. Hay tarjetas de buena suerte y regalos esparcidos por todo mi camerino. Mis padres me enviaron un enorme


ramo de flores con una tarjeta que decía lo orgullosos que están y cómo desearían poder estar aquí. Me gustaría que estuvieran aquí, también. Mi primer gran papel, y nadie que ame está aquí para verlo. Me dirijo hacia el escenario para hacer una revisión final de mi utilería. Todos con los que me encuentro me desean suerte, y nos abrazamos, pero no estoy convencida. Siento náuseas, y mis nervios están creciendo cada vez más mientras se acerca el espectáculo. En el momento en que hago mi camino de regreso al camerino de Holt, siento cómo el sándwich de pollo que comí en la cena está organizando una revuelta al estilo del Motín del Bounty. Tomo una respiración profunda y toco su puerta. Jack me grita que entre. —Hola —digo, deteniéndome en el umbral. —Hola, dulce Julieta —dice Jack mientras termina de colocar un poco de polvo en su rostro—. El chico amante está en el baño. —¿Todavía? Escucho algunos ruidos amortiguados de arcadas. Jack se encoge. —Sí. —Se levanta y me abraza—. Diviértete besándolo esta noche. Me da un apretón de solidaridad antes de cerrar la puerta tras él. Voy a la puerta del baño y golpeo. —Vete —dice Holt débilmente. —Soy yo —digo contra la madera —. ¿Puedo entrar? —No —contesta, su voz entrecortada—. Estoy jodidamente asqueroso. —Sí, bueno, estoy acostumbrada a eso. Abro la puerta y entro al baño. El aire está invadido del olor acre de la bilis, casi haciéndome vomitar. Entonces, veo a Holt desplomado contra la pared, con su rostro pálido y resbaladizo por el sudor. —Oh, demonios. ¿Estás bien? —Me agacho frente a él —. Te ves malditamente horrible. Como un triste testimonio de mi autoestima, me sigue pareciendo increíblemente atractivo. —Pensé que se suponía que ibas a hacerme sentir mejor —dice mientras levanta sus piernas hacia su pecho—. Si solo vas a insultarme, puedo ser miserable y asqueroso sin ayuda de nadie.

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—Voy a ayudar —digo—. Pero será mejor que hagas lo que te digo. Sin hacer preguntas. —Claro, lo que sea. Sólo asegúrate de que se detenga. Ya tiene puesto su traje. Camisa blanca de botones con las mangas arremangadas. Los pocos botones superiores están abiertos, revelando una cantidad distractora de pecho. En la mitad inferior lleva unos vaqueros negros y botas. Agarro su pie izquierdo y empiezo a desatar sus cordones. Se tensa. —¿Qué demonios? —Sin preguntas, ¿recuerdas? —Está bien, pero esa regla se inicia después de que me digas lo que estás haciendo. —Tengo que quitarte el zapato. —¿Por qué? —Esa es otra cuestión. —Taylor... —Porque necesito masajear tu pie. Tira de su pierna hacia atrás y niega con la cabeza. —No. Eso rompe trato. Mis pies son asquerosos. —Estoy segura de que puedo manejarlo. —Sí, bueno, yo no puedo. —Holt —suspiro exasperada—. ¿Quieres salir y patear traseros esta noche, o quieres apestar y dar a tu papá razones para decir que estás desperdiciando tu vida? Su rostro cae. Me siento mal por no jugar limpio, pero ¿qué diablos? Tiene que aguantárselo. Gruñe de frustración y empuja el pie hacia mí. Termino rápidamente de desatarle la bota y quitársela, junto con su calcetín. Durante unos segundos, me quedo mirando. Su pie es hermoso. Perfecto. Podría ser un maldito modelo de pies. Lo miro y se encoge de hombros. —Son feos. Demasiado largos. Dedos huesudos. —Estás loco.

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Pongo su pie de modelo en mi regazo, y se estremece. —Confía en mí, ¿de acuerdo? Mi madre es una experta en todas las formas de terapia alternativa que existen, y aunque creo que la mayoría son falsas, la reflexología es algo que siempre ha funcionado para mí. Ya había aprendido todos los puntos de presión cuando cumplí doce años, así que cálmate. No te voy a lastimar. No mucho. Se estremece como hundo mis pulgares en el punto donde la bola de su pie termina y comienza el arco. —¿Duele? —pregunto. Si se inflama un órgano, el punto de presión puede ser tierno. Pregúntale a mi punto de presión del útero en la época de mi periodo. —No —dice—. Yo... eh... —¿Qué? Suspira y me sopesa con una mirada. —No te atrevas a burlarte, pero soy jodidamente cosquilludo, ¿de acuerdo? Suprimo mi risa. —¿Cosquilludo? —Sí. —¿Tú? —Sí. —¿El grande y malo con actitud de arisco? Me mira. —Vete a la mierda. —¿Ves? Exhala y sujeta su estómago. —Sólo sigue adelante con ello. Sonrío y lo masajeo de nuevo. Una parte de mi cerebro registra que él siendo delicado es adorable, mientras que la otra parte se centra en dejarlo lo suficientemente bien para que pueda caminar en el escenario en media hora. Después de unos minutos, su respiración se ralentiza. —¿Sientes alguna diferencia? —pregunto mientras masajeo por todo el arco, golpeando puntos que conectan con su intestino, colon y páncreas. —Sí —suspira—. Los calambres se están deteniendo un poco. Sigo girando mis pulgares, y su pie se hace más pesado mientras se relaja. Es un pie grande. Mi cerebro recuerda que una vez escuché sobre la relación del tamaño del pie con el del pene. Trato de concentrarme en lo que estoy haciendo. Pensar ahora en su pene podría terminar en desastre.

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Sigo por unos cuantos minutos hasta que sus expresiones de dolor se calman. Luego le pongo de nuevo su calcetín y su bota y veo cómo se la ata. —Gracias —dice, y me da una sonrisa de agradecimiento—. Me siento mejor. —¿Te sientes lo suficientemente bien como para salir de este baño apestoso? —Sí. —Se pone de pie y se dirige al fregadero donde hay un cepillo de dientes, pasta y una botella de enjuague bucal—. Eh... sólo dame un minuto, ¿de acuerdo? No quiero que beses a alguien que sabe a regurgitado de pavo. Me lavo rápidamente las manos antes de que me aleje. De vuelta en el vestuario, me desplomo en el sofá mientras escucho la limpieza bucal más completa desde que el cepillo de dientes fue inventado. Termina con unas gárgaras con récord mundial de longitud. Niego con la cabeza mientras me doy cuenta de que incluso los sonidos de gárgaras son sexis viniendo de él. Estoy claramente perturbada. Por fin emerge, con olor a menta fresca. Le hago señas para que se siente con las piernas cruzadas en el suelo. Ayudarle me ha calmado un poco, pero todavía no me siento segura de que puedo tener un buen rendimiento esta noche. Como si sintiera mi ansiedad, Holt gesticula hacia mis pies. —Eh... ¿Quieres que... ya sabes... lo haga contigo, o algo así? Se ve tan incómodo con la idea, que casi digo que sí sólo para torturarlo. —Paso —digo—. No tenemos mucho tiempo. Vamos a concentrarnos para que podamos salir y rockear este show. Asiente y se ve agradecido. Le digo que cierre los ojos y se concentre en una imagen que encuentre relajante. Trato de imaginar una sábana blanca volando en la brisa. Es algo que Meryl Streep utiliza para calmarse. Por lo general, funciona bien para mí, pero no esta noche. Soy muy consciente de Holt sentado cerca de mí. Su aroma y energía hacen que mi cuerpo tiemble y repiquetee, arruinando cualquier posibilidad de encontrar mi lugar feliz. No creo que le esté yendo mucho mejor, porque su respiración es entrecortada y desigual. Gruñe de frustración antes de decir—: Esto no está funcionando. Abro los ojos. Está mirándome. —Estás demasiado cerca y demasiado lejos.

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En ese momento, el intercomunicador sobre la puerta cruje y el director de escena dice—: Señoras y señores de la representación de Romeo y Julieta, esta es su llamada de quince minutos antes de que ocupen sus lugares. Gracias. Estoy segura de que mi cara es la definición de pánico. No estoy lista. Ni siquiera cerca. Estoy fuera de foco. Sin personalidad. ¿Dónde diablos está Julieta? No puedo encontrarla. Me pongo de pie y camino de un lado a otro. —Tendríamos que haber empezado antes. ¡Hemos estado aquí toda la tarde, por el amor de Dios! —Taylor, cálmate. Podemos hacer esto. —Su voz es muy tranquila. —No, no podemos —digo mientras sacudo mis manos y balanceo mi cabeza—. No hay tiempo suficiente. —Sólo respira. Me acerco a la puerta y apoyo mi frente en contra de ella a la vez que respiro irregularmente. Puedo imaginarme a la audiencia, acomodados en sus asientos, hojeando sus programas. Llenos de emoción y anticipando una actuación satisfactoria. Van a estar decepcionados. —Me tengo que ir —digo agarrando la manija de la puerta. —¿Dónde? —Lejos. Tengo que hacer... yoga... o algo así. Giro la manija. Cubre mi mano. —Taylor, para. Abro la puerta, pero la cierra de golpe. —¡Holt! ¡Abre la puerta! —No. Cálmate. Estás entrando en pánico. —¡Por supuesto que lo estoy! —digo mientras me giro para mirarlo—. ¡El espectáculo empieza en menos de quince minutos, y no tengo ni idea de qué demonios estoy haciendo! —Taylor… Sus manos están sobre mis hombros. Las ignoro. —Es mi primer gran papel. Erika dijo que los directores y productores de Broadway van a estar en la audiencia. —Détente. —Enmarca mi cara con sus manos. Lo ignoro.

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—¡Hay críticos ahí, por el amor a la locura! Van a decir que maté el espectáculo. Yo. Lo maté bien muerto. —Cassie… —Acaricia mis mejillas. Lo ignoro. —Ellos van a imprimir cosas sobre lo terrible que soy, y después todo el mundo va a ver el fraude que soy. Entonces me besa. No puedo ignorar eso. Empuja su peso contra mí y gime mientras chupa suavemente mis labios. Aspiro una bocanada de aire ruidosa mientras todo mi cuerpo arde dando señales de vida. Me oigo gemir, lo estoy besando también, frenética y desesperada, tratando de encontrar consuelo en su deliciosa boca. Se paraliza antes de tirarse hacia atrás y mirarme en estado de shock. —Oh... maldita sea. Los dos estamos respirando pesadamente, mirándonos el uno al otro. —Me besaste. —No era mi intención. Estabas entrando en pánico. Quería hacerte parar. —¿Poniendo tu lengua en mi boca? —No usé la lengua. —Todavía estoy flipando un poco. Tal vez un poco de lengua esté justificado. Suspira y baja la mirada. Sus manos están todavía en mi cara, su cuerpo todavía presionado contra mí. —Jesús. Acabo de perder nuestra apuesta. —Sí, lo hiciste. —Jódeme. —Si insistes. Se aleja y se pasa una mano por el pelo. —Señoras y señores, esta es su llamada de diez minutos. Diez minutos, gracias. El pánico se apodera de nosotros otra vez. Tenemos que hacer algo. Ahora. —Tengo una idea loca —dice. —¿Implica tu lengua?

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—No. —Maldición. Agarra mi brazo. —Ven aquí —dice y me tira al sofá. Se sienta y me jala hacia él. Entiendo lo que está tratando de hacer y coloco mis rodillas a cada lado de sus caderas. Me hundo en él e imito nuestra posición en la escena de la muerte. A medida que nuestros cuerpos se conectan, los dos nos relajamos gimiendo suspiros. Entierro mi cara en su cuello y apenas respiro, y, de repente, hasta la última gota de pánico se derrite. Hace un ruido y aprieta sus brazos alrededor de mí. —El mejor ejercicio para enfocarse de la historia —murmuro en su piel. Empujo mis dedos en su cabello y masajeo su cuero cabelludo. Gime y se desploma hacia abajo mientras sus caderas empujan hacia mí. —Joder, sí. La agitación en mi estómago disminuye, sustituyéndose por un hormigueo que espera algo más. Me aprieta con más fuerza, y me maravillo más de lo bien que encajamos. Sabe cómo sostenerme, y yo sé cómo calmarlo. Es instintivo. Nuestros cuerpos se comunican entre sí sin tener que decir una palabra. No tiene sentido que no estemos juntos. Me gustaría saber lo que lo sigue frenando. —¿Alguna vez me vas a decir acerca de tu ex? —pregunto. —¿Cuál? —Cualquiera de ellas. —No estaba planeando hacerlo. —¿Así que simplemente no vas a salir con una chica nunca más? —Ese es el plan. —Es un plan tonto. Sus brazos se aprietan alrededor de mí. —Mejor eso que infligirme en alguien de nuevo. —Aw, el gentil Romeo —digo, tomando prestadas unas líneas de Mercutio—, debemos ponerte a bailar.

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Acaricia mi espalda. —No a mí. Créeme, tienes zapatos de baile con suelas ágiles. Yo tengo un alma de plomo por lo que me estaca a la tierra y no me puedo mover. El intercomunicador crepita nuevo. —Señoras y señores, esta es su llamada de cinco minutos. Cinco minutos, gracias. Nos quedamos envueltos alrededor del otro durante todo el tiempo que pudimos, intercambiando energía. En el momento de la próxima llamada, me siento como si fuera una parte de él. Estoy extrañamente tranquila. —Señoras y señores de la representación de Romeo y Julieta, esta es su llamada al escenario. Por favor tomen sus lugares para el Primer Acto. Gracias. Nos despegamos en silencio y nos ponemos de pie. Toma mi mano antes de abrir la puerta del camerino y me lleva abajo. Detrás de escena, todos están en sus posiciones. La tensión y la expectativa son palpables en el aire. Algunas personas nos miran al pasar, y levantan sus cejas cuando ven a Holt sosteniendo mi mano. No me importa. Me siento como un transformador eléctrico, repleta de energía. Echo un vistazo a Holt, y su cara es tranquila pero intensa. Tiene el aire de un superhéroe, con toda la fuerza contenida y el poder disfrazado. Donde sus dedos se envuelven alrededor de los míos, hay un zumbido de energía, y sé que estamos listos. Nuestros personajes están justo allí bajo la superficie, esperando para habitarnos tan pronto a medida que caminamos en el escenario. Entonces las luces cambian, y todo queda en silencio mientras escuchamos las primeras líneas del prólogo. —En la hermosa Verona, donde colocamos nuestra escena, dos familias de igual nobleza, arrastradas por antiguos odios, se entregan a nuevas turbulencias, en que la sangra patricia mancha las patricias manos. De la raza fatal de estos dos enemigos vino al mundo, con hado funesto, una pareja amante, cuya infeliz, lastimosa ruina llevara también a la tumba las disensiones de sus parientes. Mientras exhalo con entusiasmo, Holt me tira en un rincón oscuro detrás de una cortina y se gira hacia mí, cada centímetro de mi Romeo. —¿Lista? —pregunta en voz baja. —Increíblemente lista —digo con absoluta confianza. Escucho los sonidos de los chicos Montesco y Capuleto luchando, y sé que es casi la hora de su entrada. Me mira, con los ojos brillantes por las luces del escenario. —Yo también. Vamos a mostrarles un Romeo y Julieta que nunca olvidarán.

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Todo lo que puedo hacer es asentir, porque él es la cosa más hermosa que he visto en mi vida. Me deja para tomar su lugar en el escenario iluminado, y justo así, me hace creer que es real.

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Nuevos Roles Traducido por Sandry & Nana Maddox Corregido por Mery St. Clair

Para el momento en el que Holt y yo regresamos a nuestra mesa después de nuestro encuentro en el baño, hay un grupo de jazz tocando en la esquina. El quejumbroso sonido del saxofón flota sobre nosotros mientras la voz ahumada del cantante se introduce dentro del primer verso de Nature Boy. —Había‖un‖chico…‖un‖chico‖muy‖extraño‖y‖encantador…‖ Desconecto. En verdad no necesito añadir más capas emocionales a mi noche. Holt me está mirando, y por el punzón de nerviosismo que corre por mi espina, sé que está apunto de decir algo que va a ponerme incomoda. —Baila conmigo —dice calmadamente. No es una pregunta. —Eh…‖¿Por‖qué? Me sonríe y mira por encima de las pocas parejas en la pista de baile antes de volver a mirarme. —Porque tengo cosas que necesito decirte, pero no quiero que estemos separados por esta maldita mesa. —Toma un sorbo de vino y se mira los dedos—. Quiero estar cerca de ti.

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Ese pensamiento me enfada. No porque no quiera bailar con él, sino porque quiero eso tanto que duele. Tomo un sorbo de vino. Uno grande. Es inútil. No hay suficiente vino en el mundo para esto. Observo a cámara lenta con horror como él se pone de pie y me rodea por mi lado de la mesa. —No creo que debamos —digo. Sostiene su mano. —Por favor, Cassie. Miro su mano. La perfecta y cálida mano de Ethan. Después le miro a la cara. Hay una frágil esperanza en sus ojos, que encuentro imposible decir que no. Presiono mi palma contra la suya, y nuestros dedos se entrelazan unos con los otros. Vuelven a unirse más perfectamente que nunca. Me guía por la pista de baile y me pone entre sus brazos. Suspiro sin querer. —¿Recuerdas la primera vez que bailamos juntos? —pregunta, su boca cerca de mi oreja. —No —digo, porque quiero oír su versión de los hechos. —Fue la noche que grabamos el anuncio para el super club en West 46th Street, ¿recuerdas? Tú, yo, Lucas y Zoe éramos el cast. Se suponía que todos éramos‖jóvenes,‖a‖la‖última… y enamorados. —Sí, pero yo fui emparejada con Lucas, y tú con la Barbie Puta. Ella estaba encima de ti como un sarpullido. —Te pusiste jodidamente celosa. —Lo dice el hombre que pasó la noche comportándose como si quisiera arrancarle los brazos a Lucas. —Te tocó el trasero. —Él era tu amigo. Su mirada cae a nuestras manos entrelazadas. —Solía pensar que cualquiera que te tocara así no sería mi amigo. —Intentaste darle un puñetazo. Hace una pausa unos segundos antes de decir—: No estoy orgulloso de cómo actué esa noche. Me hizo darme cuenta de que tú merecías algo mucho mejor que un inseguro y celoso imbécil.

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Recuerdo bien sus celos. Al principio, pensaba que su posesividad era sexy. Pero al final, fue el último clavo en el ataúd. —Esa noche —dice—. Yo quería tanto ser diferente. Más que cualquier cosa, quería ser diferente. Pero no lo fui. Me da una vuelta y me devuelve al sitio, su brazo fuerte alrededor de mi cintura. —Así que nos destruiste. Tensó su brazo en mi cintura. —Creí que estaba cortando el cáncer que me puso fuera de tu vida. —Yo nunca te vi así. —Lo sé, y ese era el problema. No podías ver el daño que yo hacía incluso mientras estaba sucediendo. Bailamos un rato, perdidos en nuestros propios pensamientos. Después de unos pocos minutos, él retrocede y baja la mirada hacia mí. — Sabes, cuando le rogué a Marco por el papel, yo no había leído el manuscrito. No me importó el rol que tenía, siempre y cuando fuera tú y yo siempre sobre el escenario.‖Luego‖te‖vi‖por‖primera‖vez‖en‖muchos‖años,‖y… nuestro pasado entero regresó corriendo. El cómo se sentía al estar cerca de ti. Cómo podías volverme loco con una sola mirada. Esperaba que cuando me vieras, recordarías los buenos tiempos que pasamos juntos, también. Que me hubieras echado de menos tanto como yo a‖ti.‖Pero‖estabas‖tan‖enfadada…‖‖ —Tenía motivos para estarlo. —Lo sé —dice, todavía balanceándose conmigo incluso aunque la música hubiera acabado—. Lo esperaba. —Y lo merecías. —Pero‖cuando‖ensayamos‖el‖beso,‖yo…‖ Se detuvo y me quitó el pelo del cuello rozándome la piel. —Supongo que había una parte de mí que esperaba que besarte limpiara todas las mentiras por las que te hice pasar. Que pudiera decirte sin palabras como me sentía, y que me perdonaras mágicamente. —No es tan fácil. —Empuño mis dedos en su camiseta, porque quiero pegarle y alejarle, y sostenerlo cerca al mismo tiempo. —Me doy cuenta. ¿Pero sabes lo que me mata? —La frustración es afilada en su voz—. ¿Qué me mata cada día que voy a ensayar? Es que puedo estar allí, en

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la cama contigo,‖ bes{ndote‖ y‖ fingiendo‖ hacerte‖ el‖ amor….y‖ todavía‖ te‖ echo‖ de‖ menos. Porque eso no es real. Y quiero que lo sea. Jodidamente tanto. Trato de tragar y no puedo. Quiero apartar la mirada, pero es imposible. Un mosaico de arrepentimiento llena sus ojos. —Cassie, me sentí como un fantasma mientras me encontraba lejos de ti. Lo era. Ahora, quiero sentirme vivo de verdad otra vez. Me busca la cara, pero no puedo mirarle más. Toda la culpa dentro de mí está estallando a la vida. Mi garganta está demasiado llena de emociones para hablar. Él asiente comprendiendo antes de llevarme de vuelta a sus brazos. Empezamos a balancearnos de nuevo. No estamos bailando, solo moviéndonos de lado a lado. Sin movernos de adelante atrás. Solo moviéndonos. Cómo la mayor parte de nuestro tiempo juntos, estamos tratando de no hundirnos. Tratando de no ahogarnos.

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Hay veces en la vida de cada actor cuando hay un enorme desorden de posibilidades y fantasía que se condensa dentro de un objetivo prístino de claridad. Cuando la línea entre la imaginación y la invención se hace borrosa, y el talento y la creencia convergen por un breve y brillante momento. Esta noche es una de esas noches. En el momento que pisé el escenario, mi transformación fue completa. Julieta me invadió completamente. Ahora, estoy viviendo su realidad, y mientras la obra me lleva, mi voz dice sus palabras, mi cuerpo siente sus emociones, y mi cerebro se esfuerza por comprender que ese hombre al que estoy mirando es real, perfecto y mío. Se encuentra bajo mi balcón, acercándose aquí por su necesidad de estar conmigo. Estoy avergonzada de que esté por encima mío lamentándose sobre lo mucho que le amo, pero no lo tendría sin oír por todo el mundo. Se sube al enrejado, su rostro oscuro y decidido —¿Cómo has entrado aquí? —le susurro. Él está siendo tan imprudente—. ¿Con qué objeto? Responde. Los muros del jardín son altos y difíciles de escalar: considera quién eres; este lugar es tu muerte si alguno de mis parientes te halla en él. Él salta al balcón con un golpe y sonríe mientras miro a mi alrededor con nerviosismo. —Con las ligeras alas de Cupido he franqueado estos muros —dice mientras camina hacia adelante—, pues las barreras de piedra no son capaces de detener al amor: Todo lo que éste puede hacer lo osa. Tus parientes, en tal virtud, no son obstáculo para mí. Me toca la cara, luego se inclina hacia adelante para rozar sus labios contra los míos. Ligero y fino, como una pluma, pero cargado de deseo. —Si te encuentran —digo, sin aliento contra su boca—, acabarán contigo.

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—¡Ay! —dice mientras pasa el pulgar por mi mejilla—. Tus ojos son para mí más peligrosos que veinte espadas suyas. Dulcifica sólo tu mirada y estoy a prueba de su encono. Hay un rugido ebrio desde el interior de mi casa y lo empujo contra la pared, en las sombras. —¡No quisiera, por cuanto hay, que ellos te vieran aquí —susurro. Tengo las manos sobre su pecho, acariciándolo. Él las está mirando con asombro. —En mi favor está el manto de la noche, que me sustrae de su vista —dice mientras coloca su mano sobre la mía y la presiona con más firmeza sobre su corazón—, y con tal que me ames, poco me importa que me hallen en este sitito. Vale más que mi vida sea víctima de su odio que el que se retarde de la muerte sin tu amor. Él me está mirando, desgarrado y apasionado, y yo no sé cómo pensaba que estaba en verdad viva antes de conocerlo. Esto es como se siente el amor. El ya no pertenecer a ti mismo. El ser sacado de lo que conoces a lo que sientes. Con razón la gente vive y muere por este sentimiento. El tiempo pasa en un borrón, y en el transcurso de las próximas dos horas, mi mundo se altera. Completamente puesto patas arriba. Todo lo que he sabido ahora se reinscribe por mi necesidad de él. Ignoramos todo y de todos para estar juntos, y justo cuando creo que hemos burlado a nuestros padres de desaprobación y amigos, me despierto para encontrar que se ha ido. Muerto. Justo lo más rápido que le dio a mi vida un nuevo sentido, mi vida sin él asciende del instante a la nada. Así que elijo morir. Para tragar mí mal como veneno, tomo su daga, y me uno a él. Es sólo cuando me hundo en su cuerpo aún caliente que siento la paz siendo una parte de él. Cierro los ojos e inhalo. Su aroma es la última cosa que se registra mientras me quedo quieta y en silencio. Floto en semi conciencia, pero una enorme cacofonía de percusión me hace revolverme. Por un momento, estoy confundida.

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Abro los ojos y veo el cuello de Holt, su pulso latiendo fuerte y rápido. El rugido de la multitud me bombardea, y es entonces que sé con certeza que hemos estado increíbles. Me siento increíble. A prueba de balas. Alta como una cometa y mareada de todo. Cae el telón. Holt se cruza de brazos alrededor de mí y se sienta mientras me insta a ponerme de pie. —Vamos —susurra mientras me arrastra fuera del escenario—. Las reverencias. Me sostiene la mano en las alas. Mi corazón late rápido y fuerte mientras registro a nuestros compañeros de reparto en el escenario para aceptar sus aplausos. Los gritos de la audiencia y los silbidos. Cuando aparecen los personajes principales, se hacen más fuertes y más agradecidos. Holt y yo caminamos juntos. Mis pies se mueven con confianza, a pesar de la enorme alegría que nos recibe, es completamente surrealista. Presento a Holt, y se inclina, radiante. Estoy tan orgullosa de él, que siento ganas de llorar. Entonces es mi turno para la reverencia. Mi cuerpo está todo hormigueando, electrificado por la adrenalina de mi rendimiento y por estar con él. El público grita su aprobación, y estoy tan llena de felicidad, que siento que mi piel va a reventar justo al lado de mi cuerpo. Holt toma mi mano, y mientras nos inclinamos juntos, el público estalla de sus asientos. Sus vítores y silbidos son casi ensordecedores. Miro a Holt con incredulidad. Sonríe, radiante y sorprendido. El aplauso parece no terminar nunca, pero al final el director de escena baja la cortina, y todo el elenco da una enorme alegría de autocomplacencia. Todo es un borrón de abrazos, besos y parloteo emocionado, y yo no quiero que este sentimiento acabe nunca. Me doy la vuelta y veo a Holt, feliz y riendo. Se encuentra abrazando a chicos, chicas besándose y golpeando a la gente en la espalda. Así de normal y sin cuidado. Una floración de calor surge en mi pecho mientras lo observo, entonces se vuelve a mirarme a la cara. Sin dudarlo un momento, da unas zancadas y envuelve sus brazos alrededor de mí.

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—Has estado jodidamente asombrosa allí esta noche —susurra contra mi oreja—. Asombrosa. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello. —Al igual que tú. Simplemente increíble. Retrocedemos para mirarnos el uno al otro, y es como si todo el mundo a nuestro alrededor se desvaneciera en la oscuridad. Es su cara, sus ojos, el sentir nuestros cuerpos presionados juntos, el magnético empujón de sus labios, tan cerca. —¡Oigan, chicos! Han estado regular esta noche. Debe apestar ser tan talentoso. ¿Vendrán a la fiesta? Ambos recibimos palmadas en nuestras espaldas y nos volvemos para ver la cara sonriente de Jack. Holt le frunce el ceño, y la sonrisa de Jack solo se vuelve más amplía. —Estaremos allí —digo. —¿Conduces? —le pregunta Jack a Holt—. ¿O quieres ir conmigo y con Connor? Holt me mira. —Eh…‖ Taylor,‖ ¿necesitas que te llevemos? No tengo mi coche. —Porque hoy viniste corriendo. —Sí. —Lo recuerdo. —La imagen de él con su ropa de correr es quemada en una parte muy calurosa de mi cerebro—. No pasa nada. Le dije a Ruby que iría con ella y con tu hermana. —¡Genial! —dice Jack y nos palmea de nuevo en los hombros—. Vamos a tocar a todo volumen. ¡Siiii! Jack se va para a acosar a otros invitados. —¡Señorita Taylor! ¡Señor Holt! Me vuelvo para ver a Erika caminando hacia nosotros, acompañada por un hombre al que nunca he visto antes. Él lleva una oscura chaqueta de velvetón roja y una corbata púrpura. Podía haber pisado de inmediato el set de Pygmalion. —Cassie, Ethan —dice Erika mientras se detiene enfrente de nosotros—. Me gustaría presentaros a Marco Fiori. Marco es un muy querido amigo mío y uno de los mayores excelentes directores de Broadway. Su reciente producción de Muerte de un Viajante ha ganado el premio de la crítica a mejor nuevo montaje.

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El hombre sostiene su mano para mí, y yo se la estrecho con los dedos temblorosos. Un verdadero director de Broadway. Esto es surrealista. —Encantado de conocerla, señorita Taylor —dice él cálidamente mientras cubre mi mano entre las suyas—.‖ ‖ Esa‖ actuación‖ de‖ esta‖ noche‖ fue…‖ ‖ bueno,‖ déjame decir que si necesito una Julieta en un futuro cercano, sabré a quien llamar. Has estado extraordinaria, querida. De verdad. Una explosión de calor me alcanza las mejillas, y no creo que mi sonrisa pueda ser más amplia sin asistencia quirúrgica. —Muchas gracias, señor Fiori —digo, tratando de hablar por el gran bulto en mi garganta—.‖‖Estoy…‖guau…‖estoy‖halagada. —Y señor Holt —dice él mientras libera mi mano y la gira hacia Ethan—. Te las has arreglado para hacer lo imposible. Representar a un Romeo al que yo no golpearía con mi paraguas. Bravo. Eres un joven con un gran talento. Aparentemente, Holt no está ruborizándose tampoco, pero la parte de arriba de sus orejas se le ponen de un rojo brillante mientras estrecha la mano del hombre mayor. —Eh… Gracias —dice con una sonrisa cohibida—. Me alegro de que no quiera golpearme. Ahora, si usted pudiera convencer a Taylor de no hacerlo, seria genial. Marco se vuelve hacia mí y alza sus cejas. —¿Golpea a su importante hombre, señorita Taylor? Me encojo de hombros. —Solo cuando se lo merece. Marco se ríe y aplaude. —Oh, ¿ustedes dos tienen una interesante química, no? Dirigirlos debe haber sido encantador, Erika. Erika sacude la cabeza y sonríe. —Es una forma de decirlo. Desde luego, la experiencia nunca fue aburrida. Sin embargo, los resultados hablan por sí solos. Erika nos sonríe orgullosa. Siento como si mi pecho fuera a explotar de felicidad. Marco nos señala a Holt y a mí. —Sí, tengo que decir que ustedes dos sobre el escenario es un fenómeno raro y especial. Bastante extraordinario. No he sido testigo de esa química tan poderosa desde que vi a Liza Minnelli envolviendo a un tripe escocés en la noche del estreno de The Boy from Oz. Veo grandes futuros para ambos. Especialmente si continúan trabajando juntos. Desde luego, me encantaría dirigiros algún día.

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Holt y yo nos miramos el uno al otro. No puedo creer lo que estoy escuchando. Juzgando su expresión, él tampoco. —Bueno, será mejor que ustedes dos vayan a cambiarse —dice Erika mientras toma el brazo de Marco—. Creo que tienen una fiesta a la que ir, y definitivamente se han ganado una noche de celebración. Holt y yo nos despedimos antes de dirigirnos hacia nuestros camerinos. Camina a mi lado en las escaleras y su mano roza la parte baja de mi espalda. Estamos en silencio, pero puedo notar que su cabeza está dando tantas vueltas como la mía. —Ése era un director de Broadway —dice asombrado. —Síp. —Elogió nuestra actuación. —Sí, lo hizo. —De verdad insinuó que nos contrataría. Tú y yo. En un show de Broadway. —¿Así que no imaginé esa parte? —No. —Guau. —Sí. Guau. Cuando llegamos a su camerino, toma mi mano y tira de mí hacia adentro. La habitación se encuentra vacía, y él cierra la puerta detrás de nosotros. Se gira para enfrentarme, su expresión intensa mientras avanza, obligándome a retroceder contra la puerta. —Lo siento —dice mientras se inclina—, pero lo que acaba de pasar me ha dejado oficialmente impresionado. Necesito hacer esto. Se presiona contra mí y me besa. Es largo, lento y profundo, y aunque lo he besado muchas veces en el escenario esta noche, es distinto. Tal vez aún estemos usando nuestros disfraces, pero esto no tiene nada que ver con nuestros personajes. Cuando se aparta, su respiración es rápida, su cara se ve sonrojada y sus ojos brillan con lujuria. —Ven a conocer a mis padres. No puedo creer lo que estoy escuchando. —Eh…‖est{‖bien.

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—Siento que eres mi amuleto de la suerte esta noche. Tal vez estar contigo haga soportable hablar con mi padre. Sonrío. —No pretendo asustarte, pero acabas de decirme algo amable. A propósito. —Sí, lo hice —dice y hace una mueca—. Se sintió extraño. —Sonó extraño. —¿Pero amable? Me pongo de puntillas y lo beso suavemente. —Muy amable. Gracias. Él envuelve sus brazos a mí alrededor y desliza su nariz por mi cuello. Tiemblo mientras sus labios rozan mi garganta cuando susurra—: De nada.

***

Diez minutos y otro beso arrollador después, llegamos al escenario, vestidos para la fiesta. Elissa está ahí, esperando. Cuando nos ve, se detiene en seco y nos mira alternativamente. —Oh Dios mío. ¿Ustedes dos acaban de tener sexo? —Jesús, Elissa, no —dice Holt, frunciéndole el ceño a su hermana. —Bueno, pareciera que sí —dice Elissa mientras quita un poco de brillo labial del cuello de Holt y alisa mi cabello—. Ahora muévanse. Ustedes son los últimos en salir. Mamá y papá pensarán que nos hemos olvidado de ellos. —No querría eso —murmura Holt mientras caminamos hacia la puerta. Nos abrimos paso hasta el vestíbulo, que está lleno de amigos, familia y algunos estudiantes. Siento otra punzada de que mis padres no pudieron estar aquí. Hay un ligero murmullo de reconocimiento y algunos aplausos superficiales mientras Holt y yo salimos, y la gente nos dice cosas agradables mientras pasamos. Holt parece tomárselo con calma, pero tiene más experiencia con este tipo de cosas. De todas maneras, le agradezco a cuantas personas puedo y trato de sonreír. Caminamos entre la multitud hasta que Elissa grita—: ¡Mamá! ¡Papá! — antes de correr hacia una atractiva pareja de mediana edad. El hombre es casi tan alto como Holt pero con cabello marrón arenoso, y la mujer es bajita como Elissa y

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casi tan rubia. Definitivamente puedo ver rastros de Elissa en su madre, pero me cuesta ver a Ethan en cualquiera de sus padres. Elissa abraza a su madre primero, luego su padre envuelve sus brazos a su alrededor. Ethan se inclina para darle a su madre un beso. Mira a su padre y arrastra los pies nerviosamente. Pasan algunos segundos incómodos antes de que su padre estire la mano y Ethan la estreche. Elissa me empuja hacia delante. —Mamá, papá, esta es Cassie Taylor, nuestra asombrosa Julieta. Cassie, nuestros padres, Charles y Maggie Holt. —Señor y señora Holt —digo mientras nerviosamente les doy un apretón de manos—. Es un placer conocerlos. Por favor, acéptenme. Por favor, acéptenme. Por favor, acéptenme. —Cassie, fuiste una Julieta maravillosa —dice Maggie sonriendo—. Mucho mejor que la chica que la interpretó en el festival de Shakespeare el año pasado. ¿Cómo se llamaba, Ethan? —Eh…‖Olivia‖—dice, luciendo incómodo. Oh. Ahora su comentario de que soy su nueva Julieta tiene mucho más sentido. —Sí, Olivia —dice Maggie—. Buena chica, pero no se comprara para nada con tu actuación esta noche. Pero no me sorprende. Estabas actuando junto a mi increíble hijo. Tira de Holt hacia abajo para darle un beso en la mejilla. Él se sonroja. Mucho. —Bueno, Ethan hizo todo el proceso muy fácil —digo, y le lanzo una mirada. Holt se inclina y susurra—: Tan mentirosa. —Y tengo que reírme. —Amé a Ethan como Mercutio —dice Maggie—. Pero ¿esto?‖Oh…‖esto‖fue‖ algo especial. Ustedes dos tienen mucha química. Pillo a Maggie lanzándole a su hijo una mirada mordaz. Holt suspira y sacude su cabeza, y tengo la sensación de que está acostumbrado a que su madre lo moleste. Me hace sonreír. —Cassie —susurra su padre mientras se inclina hacia delante—. Creo que lo que mi esposa insinúa es que cree que Ethan debería invitarte a una cita. —¡Jesús! —dice Holt mientras pasa su mano por su cabello—. ¿Pueden todos en esta familia dejar de hablar ahora mismo?

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Todo el mundo está en silencio por un momento, luego Charles susurra un poco más bajo—: Yo también creo que debería salir contigo. Pareces agradable, y ha‖pasado‖un‖tiempo‖desde‖que‖nos‖presentó‖una‖de‖sus‖muchas… —¡Papá! —dice Holt firmemente, frustración y vergüenza deslizándose en su voz—. Detente. Por favor. Charles se ríe y levanta sus manos con resignación. Me pregunto por qué Holt tiene algún problema con el hombre. Hasta ahora, parece un poco genial. Elissa se gira hacia su padre. —Así que, papá, ¿disfrutaste el show? Charles frota la parte de atrás de su cuello y mira a su hijo. —Bueno, Shekeaspeare‖no‖ es‖realmente‖lo‖ mío,‖pero…‖Estuvo‖bien‖hecho,‖ supongo.‖Todos‖ parecían saber lo que estaban haciendo. Y Cassie, estoy de acuerdo con mi esposa, estuviste muy bien. Le da a Ethan una sonrisa apretada antes de girar para abrazar a Elissa. —Y por supuesto —susurra, y luego besa su mejilla—, la iluminación fue fantástica. Siento a Holt tensarse a mi lado, y cuando lo miro, su mandíbula está apretada. Obviamente no soy la única que piensa que es extraño que su padre no dijera nada amable acerca de su actuación. ¿Es el hombre sordo, estúpido y ciego? ¿No acaba de ver lo que todo el mundo vio? —Y Ethan también estuvo increíble, ¿cierto? —dice Elissa mientras su hermano exhala y mete sus manos en sus bolsillos—. ¿No fue esto lo mejor que alguna vez has visto en él? El señor Holt suspira. —Elissa, tu hermano siempre es muy competente en su actuación. No necesita mi aprobación para reconocerlo. Ethan deja salir una corta risa. —Funciona para mí. ¿Competente? ¿Qué demonios? Estuvo malditamente espectacular. —Pero papá —dice Elissa, tomando su mano—, ¿no puedes al menos apreciar que las actuaciones de Ethan y Cassie esta noche fueron excepcionales? Me refiero, simplemente no ves cosas como ésas todos los días. El señor Holt la mira pacientemente. —Cariño, acepto que actuar toma cierta cantidad de dedicación, pero difícilmente lo llamaría excepcional. ¿Curar el cáncer? Eso es excepcional. —Aquí vamos —murmura Holt.

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—¿Arreglar huesos rotos? Eso es excepcional. ¿Salvar la vida de alguien diariamente? Eso es excepcional. Los actores pueden pensar que lo que hacen es importante, pero realmente, ¿qué diferencia haría si no los tuviéramos? ¿De repente no hay revistas de chismes y los centros de rehabilitación están vacíos? No es una gran pérdida si me preguntas a mí. Holt frunce el ceño, y su madre pone una mano en el brazo de su esposo. —Charles, por favor. —Está bien, mamá —dice Holt—. Como si me importara lo que él piense, de todas maneras. —Ethan —dice ella reprendiéndolo. —¿Piensas que los actores no son importantes? —dice él—. ¿Qué pasa con los artistas, papá? ¿Los músicos? Podrías simplemente meternos a todos en una pila inútil, ¿eh? ¿De verdad quieres vivir en un mundo sin color? ¿Sin música? ¿Sin entretenimiento? ¿Te das cuenta de que la raza humana colapsaría si eso pasara? Cada‖ cultura‖ en‖ el‖ mundo‖ tiene‖ arte.‖ Cada…‖ una…‖ de…‖ ellas.‖ Sin‖ el‖ arte,‖ los‖ humanos serían un montón de psicópatas primitivos quienes solo tendrían como impulsos comer, follar y matar. Pero el arte no es importante, ¿verdad? El señor Holt mira a su hijo severamente, y me da la sensación de que su padre se está conteniendo porque yo estoy aquí. —Como siempre, hijo —dice Charles—, me malinterpretaste. Solamente estoy comparando la importancia de la actuación con otros roles esenciales en nuestra sociedad. Difícilmente creo que puedas poner a los actores en la misma categoría que los médicos, por ejemplo. —Está bien, ustedes dos —advierte Maggie—. Ya fue suficiente. El señor Holt la ignora. —Ethan, con tu intelecto, tienes la oportunidad de hacer algo realmente bueno con tu vida. En cambio, escoges hacer algo que tiene muy pocas posibilidades de ser nada más que un pasatiempo frívolo. Simplemente no entiendo cómo‖puedes‖no‖tener‖nada‖de‖ambición… —Sí que tengo ambición —dice Holt—. He trabajado muy duro por tres años para llegar a este lugar. Volví a intentar una y otra vez, incluso cuando me decían que no, porque quiero ser lo mejor que pueda, haciendo algo que amo hacer. Eso es ambición, papá. Solo es diferente de la tuya. Que jodido crimen, ¿eh? Oh, y gracias por hablar mierda de mi profesión elegida. Y la de Cassie también. Una gran manera de no apoyarme y ser un idiota. Antes de que su madre puede reprenderlo otra vez, se gira hacia ella. —Lo siento, mamá. No puedo lidiar con él esta noche. Hablamos más tarde.

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Se abre paso con fuerza a través de la multitud mientras todos lo miramos en un silencio incómodo. Mi rostro está caliente con rabia y vergüenza. ¿Cómo se atreve el Señor Holt a hablarle a su hijo así? Charles baja la cabeza mientras su esposa susurra—: ¿Cuándo vas a parar? Esto es lo que él ha elegido hacer. Acéptalo. Me mira y se apena. —Lamento que hayas tenido que ver eso, Cassie. Yo solo…‖ —Él sacude su cabeza—. Los últimos años, Ethan y yo no hemos visto exactamente lo mismo. Es difícil presenciar como tu hijo brillante escoge una carrera‖que‖es‖tan… —¿Frívola? —ofrezco sarcásticamente. Me mira con culpa. —Iba a decir diferente a lo que yo esperaba. Creo que cada padre quiere que su hijo cambie el mundo. No soy la excepción. No quería menospreciar tu profesión. —Pero si tu hijo encuentra algo que de verdad lo apasiona —digo—, ¿quién eres tú para decirle que se equivoca? Me estudia por un segundo. —Así que, ¿tus padres están felices de que hayas escogido el teatro como tu carrera? Eso me detiene en seco. —Bueno, no exactamente felices. Pero le puedo asegurar que si estuvieran aquí esta noche, me habrían dicho que lo hice bien y que están orgullosos de mí. De eso estoy segura. Observo la expresión del señor Holt cuidadosamente, sabiendo que probablemente lo acabo de ofender, pero no parece enojado. Tal vez, parece triste. —Supongo que vi un camino diferente para Ethan. Desde que tenía ocho años, lo único de lo que hablaba era de ser doctor. Luego en su penúltimo año de secundaria, alguien lo convenció de unirse al club de drama y de repente, la medicina quedó en segundo lugar después de obras y producciones estudiantiles. Honestamente pensé que lo superaría. —El problema es, señor Holt —digo—, la gente nunca supera su pasión. Por un lado, puedo entender completamente porqué Holt siente tanta hostilidad hacia su padre. Pero por el otro, sé que es difícil para los padres olvidarse de sus expectativas y confiar en que sus hijos encuentren su propio camino, sin importar cuánto los amen. —Deberías ir con él —dice Elissa, señalando las puertas—. No habla con ninguno de nosotros cuando se pone así, pero tal vez tú tengas una oportunidad.

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Los padres de Ethan me miran expectantes. —Bueno, fue un gusto conocerlos a los dos —digo y rápidamente salgo para encontrar a Holt. Paso a través de las puertas y corro tan rápido como mis zapatos me lo permiten, golpeando el pavimento. Suelto un suspiro de alivio cuando veo su familiar figura arrastrando los pies hacia edificio central. —¡Ethan! ¡Espera! Voltea y me mira, y por un momento me deja ver cuán cansado está. Cómo está completamente destruido por lo que sea que lo hace actuar de la manera que lo hace. —Ese bastardo —dice mientras mete las manos en sus bolsillos—. No podía decirlo ¿cierto? No podía darme una jodida palmada en la espalda y por una vez decir‖“Bien‖hecho,‖hijo,‖estoy‖orgulloso‖de‖ti”.‖Idiota. Toco su hombro. —Lo siento. —Ese teatro estaba lleno de gente que piensa que soy bueno. Que me aman. Completos extraños que tienen más fe en mí que mi supuesto padre. —No‖es‖que‖no‖tenga‖fe‖en‖ti,‖es‖sólo‖que‖él… Las palabras mueren en mi garganta cuando veo la mirada en sus ojos. — ¿De verdad lo estás defendiendo? —No, sólo‖pienso‖que…‖Dios,‖es‖un‖padre.‖La‖incertidumbre‖de‖una‖carrera‖ en el teatro es escalofriante para una persona que no entiende que es algo que estamos forzados a hacer, incluso aunque la paga sea terrible. Me mira detenidamente por un segundo antes de dejar caer su cabeza y meter sus manos en sus bolsillos. —No me ofreció una sola palabra amable acerca de mi actuación, Cassie — dice, bajando la voz a un susurro amargo—. Ninguna. Jodida. Palabra. Elogió a Elissa, e incluso a ti. ¿Pero yo? Yo recibo la charla de cómo estoy desperdiciando mi vida. El dolor en su voz hace que mi garganta se apriete. Tomo su mano, y por una vez, él no la retira. —¿Sabes cuándo fue la última vez que me dijo que me amaba? —le dice al pavimento—. Siete de septiembre, hace dos años. Lo recuerdo claramente, porque no pasa muy seguido. Estaba ebrio. Es bueno saber que necesita coraje líquido para decirle a su hijo como se siente. —Ethan…

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Me muevo hacia delante y trato de abrazarlo, pero toma una respiración profunda y retrocede. —Tengo que irme. —¿Qué? ¿Adónde? —Necesito salir de aquí por un rato. —Empieza a alejarse. —Ethan, espera. Se detiene pero no voltea. Camino alrededor de él y pongo mis manos sobre su pecho. Entonces me mira, pero sus ojos son fríos. —No hagas eso —le digo—. Solo, no lo hagas. —¿Qué? —Cerrarte. Me mira, y por un momento pienso que se deslizará en su modo usual de desviar y negar, pero la fatiga que vi antes baila detrás de sus ojos. Suspira. —Taylor,‖ no‖ lo‖ entiendes.‖ La‖ forma‖ que‖ soy…‖ —Sacude su cabeza—. No pretendo cerrarme. Sólo sucede. —Sí, bueno, no lo dejes —le digo mientras froto su pecho y siento los músculos relajarse un poco—. ¿Consideraste al menos que tal vez te beneficies de tener a alguien que esté ahí para ti? ¿Que esté dispuesto a escuchar? —Realmente no quieres ese trabajo. Suspiro con frustración. —Maldición, Ethan, ¿no puedes simplemente confiar en que me agradas? En que quiero estar ahí para ti. Apoyarte o lo que sea. Pero tienes que dejarme. Él no dice nada. Solo me mira como si le hubiera pedido que saltara de un avión sin un paracaídas. —Por favor, no te enloquezcas —le digo. —No lo haré —dice, pero su cuerpo está rígido y tenso. —Tan mentiroso. —Mira —dice—.‖ Necesitar‖ cosas…‖ ser‖ necesitado….‖ sólo‖ lleva‖ a‖ la‖ decepción. —No tiene por qué ser así. —Pero usualmente así es.

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Acaricio las líneas de su ceño. Su expresión se suaviza, pero sólo un poco. —Sólo necesito algo de tiempo para enfriarme —dice—. Te veré en la fiesta. Pasa a mí alrededor y camina lejos de mí. Justo cuando pensé que estábamos progresando.

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Sin importancia Traducido por Jules & Mary Warner & Jadasa Corregido por Fany Keaton

Querido Dios. Él está en mi apartamento. Digo, en mi apartamento. Y no solo eso, está dando vueltas, mirando mis cosas. Tenerlo en mi Santuario anteriormente libre de Holt hace que mi piel hormiguee con el calor. Este es el lugar donde Tristan y yo hemos hablado acerca de él. Donde escribo criticas angustiosas en mi diario, noche tras noche. Dónde he traído innumerables hombres que siempre terminaban teniendo su cara. Sus manos. Su cuerpo. Y ahora está aquí. Quitándose la chaqueta y colocándola en el sofá. Volviéndose para mirarme con una sonrisa nerviosa. Mostrándome que no importa cuántos hombres traiga aquí, él es el único que realmente parece pertenecer a este lugar. Maldita sea. ¿Como sucedió esto? ¿Por qué lo permití? El ensayo de hoy fue una mierda. Ethan estaba clavando su papel, mientras yo seguía metiendo la pata con líneas simples. Cuando Marco nos invitó a tomar algo después, no me pasó desapercibido cómo terminó la mitad de su vino blanco antes de dejarnos solos. Sutil.

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También podría haber contratado a un publicista aéreo que dijera—: Resuelve tu mierda con Holt y deja de arruinar mi obra. A pesar de que rechacé su invitación de reemplazar a Holt, todavía tengo problemas para abrirme completamente. Así que me prometí esforzarme más cuando me quedé con Ethan y bebí. Cuando Holt se ofreció a acompañarme a casa, pensé que podría ayudar a unirnos. Mi error fue dejar que me acompañara hasta mi apartamento. Prácticamente se sacó el cuello al tratar de mirar adentro cuando abrí la puerta, y cuando preguntó si podía pasar, fui incapaz de decirle que no. Así que ahora, aquí estamos; él merodeando en mi sala de estar, y yo mirándolo como si fuera algo expuesto en un zoológico. Examina mi colección de libros y sonríe mientras sus dedos se asientan en mi copia arruinada de The Outsiders. —No he leído este en un tiempo —dice, y lo saca, después lo hojea—. Lo he echado de menos. —Pensé que lo leías todos los años. Me da una sonrisa antes de colocarlo de nuevo en su puesto. —Sí... Bueno... Le di mi copia a una chica. Todavía no he tenido tiempo de conseguir una nueva. El día que me dio ese libro, se veía tan orgulloso. Un regalo de cumpleaños que nunca olvidaría, que fue dado por un novio perfecto. Lástima que el chico que me lo dio no existía en realidad. Oigo el clic de la cerradura de la puerta delantera al abrirse y la resonante voz de Tristan exclama desde el pasillo—: ¿Cass? ¿Estás aquí? Te llevaré a salir esta noche,‖ y‖“no”‖ es‖una‖palabra‖que‖no‖ voy‖a‖aceptar.‖Ponte‖ese‖sexy‖vestido‖ negro‖ con la espalda baja. Quiero presumirte. El armario del pasillo es cerrado de golpe luego de que guarda su colchoneta de yoga, y la expresión en‖ la‖ cara‖ de‖ Holt‖ grita:‖ “No‖ me‖ dijiste‖ que‖ vivías‖con‖alguien.‖Sobre‖todo,‖no‖con‖un‖hombre.” Tristan entra en la habitación y se congela cuando ve a Holt. Al igual que los perros en la calle, los dos hombres se miden uno al otro. —Hola —dice Tristan fríamente antes de darme una mirada oscura. Me encojo de hombros cuando se gira a evaluar a Holt con los ojos entrecerrados—.

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Por las imágenes que Cassie me mostró justo antes de quemarlas, supongo que eres Ethan Holt. Holt se tensa, pero con más gracia de la que he visto en él, compone su cara y tiende la mano. —Eso es correcto. ¿Y tú eres? Ruedo los ojos cuando Tristan da un paso adelante para enfrentarse con Ethan. No es más que dos centímetros más alto, pero la camiseta negra que siempre lleva a la clase de yoga muestra su estúpidamente musculoso físico. Ignora la mano de Holt y dice—: Soy Tristan Takei. Vivo aquí. Con ella. —Ya veo —dice Holt y deja caer su mano—. Encantado de conocerte, Tristan. Cassie no me dijo que vivía con alguien. —Tal vez pensó que no era de tu incumbencia. La testosterona se palpaba en el aire, pero antes de que pueda explicar que no tengo un amante, Tristan agarra mi brazo y sisea—: ¿Cassie? Necesito hablar contigo en la cocina. —Me arrastra fuera de la habitación. Cuando nos metemos en la cocina se vuelve hacia mí, con furia en su expresión. —¿Qué diablos crees que haces? —Tris, cálmate. —Estoy calmado. —No, no lo estás. Tus chacras vuelan alrededor como pirotecnia. —Tú no crees en las chacras. —Sí, bueno, si creyera, eso es lo que harían. Cálmate. Me mira unos segundos antes de cerrar los ojos y respirar profundamente. Luego deja escapar el aire lentamente y suspira. —Bueno. Estoy tranquilo... un poco. Ahora responde a la pregunta. —No estoy haciendo nada. Solo pasábamos el rato. —Pasar el rato no implica traerlo de vuelta aquí. Sabes muy bien que cuando traes a un hombre a casa, es por una razón, y si crees que vas a saltar de nuevo‖a‖la‖cama‖con‖él… —¡No! No lo haré. Me encontraba un poco borracha. Me acompañó a casa. —Has estado bebiendo, ¡¿y lo dejas entrar aquí?! ¡Por el amor de Krishna! ¡Es un milagro que no te haya encontrado dándole un maldito baile en el regazo! Sabes que si una se halla hasta seis metros de un hombre atractivo cuando se encuentra

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borracha, ¡es muy probable que terminen desnudos y teniendo sexo en un tiempo récord! ¡Por no hablar de tu ex guapo al que nunca has superado! —Maldición, Tris, ¡¿podrías bajar la voz, por favor?! Exhala nuevamente. Nada arruina su equilibrio más rápido que la idea de que regrese a mis viejas costumbres. Le toco el brazo. —¿De verdad crees que un par de semanas de él comportándose decente van a convencerme de que ya no es un idiota emocionalmente defectuoso? No soy tan ingenua. —No digo que lo eres, pero ese hombre es tu talón de Aquiles. Si te pidiera que te acuestes con él en este momento, ¿serías capaz de decirle que no? Se me sonroja todo el cuerpo. —Tristan, Dios... eso no es lo que quiere. —Tonterías. Veo cómo te mira. Si lo dijeras, ese chico tendría sexo contigo de diez maneras diferentes. Paso los dedos por mi pelo. —Tris... Suspira y pone sus manos sobre mis hombros. —Mira, dulce niña, sé que es difícil pasar por todo esto, pero tienes que recordar todo lo que hemos hablado. Límites. Respeto. Honestidad. Disponibilidad emocional. —¿Te refieres a él o a mí? —A los dos. No te ciegues por las hormonas. No puedo verte pasar por toda esa angustia de nuevo. Me jala para un abrazo, y yo suspiro. —Gracias, Tris. —De nada. —Se aleja—. Pero tengo que hacer una cosa más antes de que pueda dejarlos solos. Es posible que desees mirar a otro lado, porque esto será embarazoso. Antes de que pueda detenerlo, me rodea y avanza hasta la sala de estar. Holt se encuentra sentado en el borde del sofá, pero se pone de pie cuando entra Tristan. —De acuerdo —dice Tristan, apuntando a la cara de Holt—, diré esto una vez, así que escúchalo. Me paso una buena parte de mis horas de vigilia tratando de encontrar la calma en este mundo y convertirme en uno con mi serenidad, pero amo a esta mujer más que casi cualquier otra persona en el planeta, así que si le haces daño, de cualquier manera, juro por el poderoso Buda que no dudaré en acabar contigo. ¿Me entiendes?

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Holt me mira antes de asentir, y me sorprende que su rostro no muestra miedo sino férrea determinación. —Sí, te entiendo, Tristan. Pero para que lo sepas, herirla es lo más alejado de mi mente. Sé que he sido un idiota en el pasado, y tengo mucho que compensar, pero tengo la intención de ver esto hasta el final. Sea lo que sea. Así que mejor que te acostumbres a verme por aquí, porque esta vez no voy a ninguna parte. ¿Lo entiendes? Tristan se le queda mirando por un momento antes de relajar su postura, con una mirada de sorpresa en su rostro. —Bueno... De acuerdo, entonces. Tienes una cara bonita. Si la tratas bien, no voy a tener que arruinártela. Suprimo una sonrisa, porque en todo el tiempo que lo conozco, solo lo he visto ponerse así de macho alfa una vez, y fue cuando un chico con el que salía, dijo que Gandhi era un marica hipócrita. Le tomó a Tris mucho tiempo el recuperar la serenidad después de que golpeó al hombre en la cara. Le da a Holt un último mal de ojo antes de aplaudir y decir—: De acuerdo, necesito una ducha. Ustedes dos compórtense mientras no estoy. Tris se marcha, dejándonos a Holt y a mí enfrentándonos con torpeza. —Así que, sí. Ese es Tristan —digo—. Vive aquí y al parecer amenaza a mis ex novios. ¿Te gustaría algo de vino? —Joder, sí —dice Holt, y me sigue cuando me dirijo a la cocina. Agarro una botella de tinto y vierto dos copas excesivamente generosas. Le entrego una y tomo una gran bocanada de la mía antes de inclinarme contra el mostrador. —Entonces, Tristan es un poco protector contigo, lo acepto —dice Holt. —Oh, ¿te diste cuenta de eso? —Sí, un poco. No es frecuente que sea amenazado por un japonés supe atlético y que tiene una altura de miedo. No puedo decir que lo disfruté. —Es solo medio japonés. Y por lo general, no es así, pero supongo que ver el Anticristo en su casa lo alteró. Se ríe y se frota la nuca. —Bueno, prefiero Satanás en estos días, pero si tú quieres ponerte formal al respecto... —¿Puedo llamarte Lucy? —¿Eh? —Diminutivo de Lucifer.

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—Oh, sí, pero solo cuando estamos solos. No puedo dejar que me llames así delante de mis malvados secuaces. Podrían reírse y... bueno... eso solo dañaría mis sentimientos. Nos dirigimos de nuevo a la sala y nos sentamos en el sofá. —Entonces,‖ Tristan‖ y‖ tú.‖ ¿Est{n‖ ustedes…‖ —se ve mal cuando dice—: juntos? Casi me río. —No. —¿Alguna vez? —Me mira muy intensamente mientras espera mi respuesta. —No. Yo no tengo el... uh... el equipo necesario para satisfacer a Tristan. Me mira fijamente durante unos segundos mientras mis palabras se filtran en su cerebro nublado por el vino. Entonces, una bombilla virtual aparece detrás de sus ojos. —¡Oh! Bueno, gracias a Cristo por eso. Mi presión arterial acaba de bajar unos veinte puntos. Me río y tomo un sorbo de vino, y cuando miro hacia atrás, está mirándome. —Vi fotos de ustedes juntos, sabes. —¿Cuándo? —Cuando me encontraba en Europa. Durante los primeros meses después de mi partida, mi ritual nocturno era emborracharme y googlearte. Había fotos de Tristan y tú juntos cuando trabajabas en Broadway. Cuando los vi... yo... mierda, Cassie, me destruyó. Creí que era tu novio. Que seguiste adelante, mientras yo no podía dejar de suspirar por ti. Tengo una imagen mental de él, con la botella en mano en frente de su equipo, viéndome con Tristan y maldiciéndome por no sufrir. Pero sí lo hacía, a pesar de que las imágenes me mostraban sonriendo. —Sí, bueno, siempre subestimaste mis sentimientos por ti —digo, y me aparto para jugar con el tallo de mi copa—. Ese fue uno de nuestros principales problemas. —Sé que parece una excusa, pero... no podía comprender cómo podías amarme tanto como yo te amaba a ti. Simplemente no parecía posible. Por un momento, no puedo creer lo que acabo de oír. Él siempre tuvo problemas‖ para‖ decir‖ la‖ palabra‖ con‖ “A”.‖ Era‖ lo‖ único‖ que‖ hacía‖ que‖ lo‖ nuestro‖ fuera demasiado real para él.

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Cuando le echo un vistazo, se veía como alguien que sufre de aracnofobia que acababa de vencer a una habitación llena de arañas. —¿Impresionada? —pregunta—.‖ Mírame‖ diciendo‖ la‖ palabra‖ con‖ “A”‖ sin‖ siquiera titubear. —Es como un milagro, pero menos probable. Ahora es su turno de mirar el vino. —Es solo que me ha tomado tres años para darme cuenta de que no decirlo no me ayudó a negar mis sentimientos. Amarte o no, no dependía de una palabra. Era un hecho. Simple y llanamente. Te sorprenderías de cuántas veces lo digo en estos días. Vuelvo a mi vino, porque su cara se halla tan llena de emoción que no puedo verla. —¿Música? —digo, y me dirijo a mi iPod. Paso unos momentos mirando sin pensar en mis listas de reproducción, antes de que él diga—: ¿Necesitas ayuda? Porque si sacas toda la música country, me veré obligado a burlarme de ti. —Nunca vas a dejar que me olvide de eso, ¿verdad? —¿Qué, que una vez gastaste tu dinero en un álbum de Dixie Chicks? Nop. Nunca te dejaré olvidarlo. —Oye, hubo algunas canciones buenas en ese álbum. —Cassie, había unos jodidos cantos tiroleses en ese álbum. Me encuentro bastante seguro de que ese álbum mató el estéreo de mi antiguo auto. Me río. —Solías poner AC/ DC en ese auto todos los días. Esos parlantes se hallaban totalmente destrozados. No puedes culpar a los dos minutos de cantos tiroleses. Se acerca y me quita mi iPod. —Esos dos minutos dejaron una cicatriz de por vida en mis tímpanos. Solo puedo especular sobre qué le hizo a mi pobre estéreo. Ahora, un paso al costado, mujer. Permíteme encontrar la música perfecta para nosotros. Niego con la cabeza y me siento. Una vez más, me encuentro afectada por lo irreal que es tenerlo en mi apartamento. Hace seis meses, habría sido inconcebible. Ahora se esforzaba mucho para demostrarme que ha madurado y crecido. Si solo yo hubiera hecho lo mismo. Incluso ahora, puedo sentir el resentimiento burbujeando dentro de mí, esperando a que haga un movimiento en falso que haga explotarlo todo.

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—Oh, vaya —dice con una mirada nerviosa por encima del hombro—. No me odies por poner esto, pero... Dios... este álbum... Los compases del inicio de Pablo Honey de Radiohead se filtran a través de los altavoces, y me tenso de inmediato. Tomo otro sorbo de vino. —Puedo cambiarlo si quieres —dice—. Es que... no la he escuchado en mucho tiempo. Sí, yo tampoco. —Está bien —le digo, antes de volver a beber. El alcohol hace que me resulte más fácil mentir. Este álbum era la banda sonora de tantos recuerdos, y aunque son los agradables, también son las partes de él que más extraño. Se une a mí en el sofá, lo bastante lejos para que parezca como si estuviera respetando mi espacio personal, pero lo suficientemente cerca para que mi cerebro confundido por el vino lo quiera más cerca. Inclino la cabeza hacia atrás y dejo que la música me distraiga. Nos encontramos en la tercera canción para el momento en que aparece Tristan frente a nosotros, recién duchado y listo para salir. Observa la escena delante de él y frunce el ceño. —Si no lo supiera bien, juraría que ustedes dos estaban meditando. Aunque no me encuentro seguro de por qué meditarían con música sexual. Holt se retuerce un poco. —Cass, ¿segura de que no quieres salir conmigo? —pregunta Tris—. Es la noche de burbujas en Neon. Hasta podrías traer a un moreno alto y meditabundo aquí. Parece que podría venirte bien algunas burbujas. —No, gracias —digo con un suspiro—. Disfruto bastante de mi meditación. Deberías sentirte orgulloso. La boca de Tristan se aprieta en una fina línea mientras se vuelve hacia Holt. —¿Así funcionará esto? ¿Regresas a su vida y la pones a hacer algo por lo que normalmente tengo que sobornarla con chocolate para que lo haga? Holt parpadea perezosamente. —Hombre, ¿qué puedo decir? No necesito usar chocolate, porque soy dulce naturalmente. Tristan me mira confundido, como si luchara por decidirse si le gusta u odia a Holt. Bienvenido a mi mundo.

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—Bueno, me voy —dice Tristan al tiempo que le frunce el ceño a Holt, una vez más—. Pero, ¿Cassie? Recuerda lo que hablamos. No quiero llegar a casa y tener que limpiar tu aura de vibras estúpidas. Ethan se tensa. —Me‖ he‖ esforzado‖ mucho‖ para‖ librarme‖ de‖ las‖ “vibras‖ estúpidas”,‖pero‖si‖por‖casualidad‖todavía‖quedan‖algunas,‖prometo‖no‖infectar‖a‖ Cassie. —Haz eso —murmura Tristan mientras se dirige por el pasillo para agarrar su chaqueta—. Nos vemos, Cass. —Adiós. La puerta se abre y se cierra, y Holt y yo nos hundimos aun más en el sofá. —Llámame loco —dice Holt cuando se gira hacia mí—, pero creo que a Tristan le gusto mucho. —Bueno, esa es una teoría. —¿Cuál es la otra? —pregunta. —Que quiere arrancarte la cabeza, sacarte los globos oculares, y usar tu cráneo como bola de boliche. —¿Ah, juega a los bolos? —dice inexpresivo. —De vez en cuando. En las noches de disco. Sonríe, una de esas hermosas sonrisas que iluminan toda su cara. Cuando me nota mirándolo, su sonrisa pasa a una expresión más anhelante. —Hombre, he extrañado esto. Nunca me di cuenta cuanto dolía estar sin ti hasta que te volví a ver, y el dolor se fue. Mi sonrisa se tambalea. El vino lo hace hablar de más y a sus ojos intensos, y no me encuentro lo suficientemente borracha para escucharlo decir cosas como esas. —¿Me extrañaste? —pregunta, casi en un susurro. —Ethan… —No el yo bastardo —dice—. El yo que era bueno para ti. Que te hizo reír. Que te amó. —Desafortunadamente, él se hallaba encerrado en tu yo hijo de perra — digo, mirándolo—. Nunca podría tener uno si el otro. —Puedes —dice—. Lo prometo, puedes. —Me tomará un rato creerlo.

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—Sé eso. Nunca pensé que hacer las cosas bien contigo sería fácil, pero sé que valdrá la pena. —¿Y que si no? —digo, incapaz de soportarlo a él pensando que solo vamos a caminar al atardecer—. ¿Qué si, después de todo este tiempo, solo te engañas a ti mismo al pensar que podemos redimir algo que acabó hace mucho tiempo? Sus ojos se nublan, donde la familiar atracción que siento por él se espesa el aire entre nosotros. —Cassie —susurra mientras se inclina hacia adelante, tan cerca que puedo oler la dulce esencia de vino en su aliento—. Nunca hemos terminado. Lo sabes tan bien como yo. Incluso cuando me encontraba en la otra mitad del mundo y odiabas mis entrañas, no habíamos terminado. Lo puedes sentir entre nosotros ahora. Y cuánto más cerca estamos, más fuerte es. Y eso es lo que te asusta. Mira a mis labios, y se necesita cada gramo de mi menguante auto conservación para alejarse. —Sí puedes decirme que no lo sientes —dice tranquilamente—, entonces retrocederé. Pero me encuentro muy seguro que no puedes hacer eso, ¿puedes? Solo dudo por un momento antes de decir—: No lo siento. —La línea sale plana. Toca mis dedos, rozando los dedos calientes sobre la parte posterior de mi mano hasta que llega a mi muñeca. Envuelve su mano alrededor de los huesos delgados y aprieta suavemente. —Puedes decir lo que quieras, pero tu pulso no miente. Está acelerado. Te hago eso. —¿Cómo sabes que es atracción y no miedo? —Sé con seguridad que es un poquito de ambos. Pero definitivamente la atracción está allí. Alejo mi mano y bebo el resto de mi vaso. He bebido demasiado. Como también él. La falta de inhibición no va a ayudar nada en este momento. Bostezo, y me paro. —Bueno, se está haciendo tarde. Asiente y sonríe. Puede leerme como un libro. —Sí, me mejor me voy. Cuando llega a la puerta, se gira hacia mí, una mano en la manilla. —Cassie —dice dudando mientras se inclina en el marco de la puerta—. Antes de irme, solo necesito saber una cosa. —¿Qué?

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Se inclina hacia adelante, su voz baja. —Tú y Tristan no estaban exactamente susurrando en la cocina. Lo escuché decir que no serías capaz de resistirte a mí si te pedía dormir conmigo. ¿Eso es verdad? Observo su alta figura ocupando mi entrada, la larga línea de su garganta que conduce a su notable rostro, emocional. Recuerdo cómo se siente su cuerpo bajo mis manos, los sonidos que hace cuando lo toco. La increíble mirada que tenía en su cara cada vez que su cuerpo estaba unido al mío. —Ethan… —Espera —dice y sacude su cabeza—. No respondas eso. Porque si me dices que‖me‖quieres…‖bueno…‖—Baja la mirada hacia mí, y puedo decir cuánto desea tocarme; como sus dedos se flexionan y se aprietan a los lados, como su respiración se vuelve un poco fuerte—. No habría suficiente auto resistencia en el mundo. Afortunadamente, antes que alguno de los dos haga algo estúpido, da un paso atrás. —Buenas noches, Cassie. Por el bien de ambos, cierra la puerta. Ahora. Le cierro la puerta en la cara. Incluso a través de la madera, puedo escuchar su suspiro de alivio.

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La música está demasiado alta. Vibra a través de mi cráneo y me provoca dolor en los ojos. La sala se encuentra llena con personas dando vuelta y riendo. Algunos se encuentran en realidad, intentado entablar una conversación a través del ruido que trata de hacerse pasar por la música. En el sofá junto al mío, Lucas fuma un porro. Me lo ofrece, y cuando lo rechazo se lo pasa a Jack, quien tiene los ojos tan vidriosos que podría ser etiquetado como Glassy McStaresalot en el museo de Madame Tussauds. Siento un poco de temor de que alguien fume alguna droga ilícita tan cerca de mí. Sigo esperando que mi padre irrumpa a través de la puerta y dispare, pero por supuesto, se encuentra al otro lado del país, e incluso con su nariz de papá bien afinada, no podría olerlo desde allá. De todas maneras, estoy muy segura de que no puede. —¡Cassie! Miro a Ruby, y me‖gesticula‖que‖“beba”.‖Suspiro‖y‖bajo‖el‖vaso‖de‖tequila‖ que he estado sosteniendo. Me empuja una rodaja de limón y me alza un pulgar. Me meto el limón en la boca, y sonríe ampliamente. Después de colocar el limón y el vaso en la mesa de café, me desplomo de vuelta en el sofá y suspiro. Por la millonésima vez en las últimas dos horas, miro alrededor, esperando que haya decidido hacer acto de presencia. Por supuesto, no lo ha hecho. —Voy a tomar algo de aire —grito mientras me pongo de pie y me muevo pasando a Ruby. Asiente y se sirve otro chupito. Cuando llego al frente de la casa, Elissa se encuentra sentada en las escaleras, sorbiendo algo de una larga copa. Me dejo caer junto a ella. —¿Entreteniéndote tu sola? —Seguro —dice—. Me encanta romperme los tímpanos cada vez que Jack tiene una fiesta. Solo porque es medio sordo, se encuentra determinado a arrastrarnos con él. Sus vecinos deben odiarlo.

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—Su padre es dueño de todas las casas del vecindario. Esa es la única razón por la que se sale con la suya con esto. Me ofrece su trago mientras mira a la calle. —¿Esperando a Ethan? —pregunto. —Sí. —¿Crees que vendrá? Niega con su cabeza. —Cada encuentro con papá vuelve a Ethan en una bola de rabia. He tratado de decirle que lo deje ir, pero no escucha. —¿Su‖relación‖siempre‖ha‖sido‖tan…‖complicada? —Sí. —se ríe—. Es que papá no sabe cómo lidiar con él. Está bien conmigo porque soy una chica, ¿pero con Ethan? No creo que sepa como comunicarse con él en un nivel emocional. Mi teoría es porque nuestro abuelo no creía que los hombres debían ser abiertamente afectuosos los unos a los otros, porque eso los hace suaves, o lo que sea. Así que ahora, cuando sea que Ethan desafíe a papá, pelean en vez de hablar del asunto. —Debe ser eso entonces. —Lo es. Y se puso peor hace unos años. Culpo a Vanessa, esa zorra infeliz. Mis oídos pican. —Ah, entonces ¿no fue Olivia? —No —dice, y suspira—. Vanessa tenía cero paciencia con todos sus problemas. Ella es la razón por la que se fue al sur con Olivia. —¿Qué pasó entre ellos? Con Ethan y Vanessa, me refiero. Baja la mirada y recorre sus dedos a través del borde la copa. —Deberías preguntarle sobre ello. —Elissa, por favor. He tratado de preguntarle, pero se cierra. —Sí, pero me mataría por decirte. —Entiendo eso, pero si te hace sentir mejor, leyó mi diario, así que conoce toda una pila de cosas personales sobre mí que preferiría que no supiera. Su boca se abre de par en par. —¿Leyó tu diario? —Sí. Hace un par de semanas. Puede que haya escrito algo sobre cuanto deseaba tocar‖su…‖eh...‖pene. —Oh Por Dios. —Y como que insinué que su polla podría ganar premios.

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—Oh…‖guau. —Lo sé. —Adem{s…‖eh.‖Es‖mi‖hermano. —Lo sé. Pero en mi defensa, tu hermano es extremadamente caliente. Me mira dubitativa. —Si tú lo dices. —Lo hago. Suspira. —Bueno, tan asqueroso como me sea, me encuentro algo agradecida que te sientas de esa forma, porque eres la única chica con la que podría tomar las cosas en serio desde que toda la cosa con Vanessa se arruinó. Puedo entender por qué tiene dudas, pero… —Por favor, dime que esa declaración es seguida por la historia completa. —Le doy mis mejores ojos de cachorro. Me rueda los ojos antes de decir—: Vanessa fue el amor de secundaria de Ethan. Empezaron a salir en el segundo año. Asiento y trato de esconder los crueles celos que se encienden en mi interior. Es estúpido sentir celos de una chica que nunca he conocido, ¿no? —En la escuela, Ethan y Vanessa eran como la pareja dorada. Pero detrás de escena, discutían un montón. A Vanessa le gustaba empujar sus límites. Si pensaba que él no le daba suficiente atención, coqueteaba con otros chicos. Prosperó dándole celos. Pienso totalmente, que era una sociópata. Incluso solía coquetear con Matt, el mejor amigo desde la primaria de Ethan. Usaba los celos para mantener a Ethan en la línea. —¿Por qué no solo terminó con ella? —No lo sé. Parecía que lo tenía atado a su dedo. Lo podía manipular con cualquier cosa. Usaba sus inseguridades en su contra. —Entonces, ¿qué pasó? —Bueno, una noche durante el último año, después que Ethan finalmente le dijo a papá que no iría a la escuela de medicina y en cambio, aplicaría para la Academia Grove de Artes Dramáticas, tuvieron una pelea muy fea. No pude escuchar exactamente lo que se decían, pero lo próximo que supe, fue que mamá lloraba y papá le gritaba a Ethan que se fuera. Después de eso, fue a la casa de Vanessa, pero ella no se encontraba allí, así que se fue a donde Matt. Cuando llegó allí, entró para encontrar a Matt y a Vanessa. En la cama. —Oh, Dios.

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—Ethan quedó devastado. Habría esperado algo como eso de Vanessa, pero no de Matt. Él y Ethan eran como hermanos. Al siguiente día en la escuela, Matt trató de suavizar las cosas y disculparse, pero…‖ Ethan‖ estaba‖ tan‖ enojado.‖ Se quebró y golpeó hasta el cansancio a Matt. Terminó rompiéndole la nariz y fue suspendido por dos semanas. Vanessa pensó que el que los dos pelearan por ella fue asombroso. Segura que los tomó por tontos. —Que perra —digo, sintiendo odio violento hacia ella. Expulso un largo suspiro. Ni siquiera puedo comprender cuan traumático debió ser traicionado por sus amigos más cercanos. No es de extrañar que Holt tuviera problemas para intimar. —Ahí fue cuando se cerró —dice Elissa—. Ser rechazado por Grove no ayudó. Dejó de comunicarse con mamá y conmigo y se volvió incluso más distante con papá. Se arrojó a sí mismo en su trabajo de teatro. Bebía demasiado. Se metió en peleas. Durmió con cada mujer que encontró en su camino, y luego nunca las llamó de nuevo. Fue horrible verlo. Mi cara debe expresar cuanto odio la idea de él con otras mujeres, porque rápidamente agrega—: No fueron nada serio. —¿Ni siquiera Olivia? —pregunto. Elissa arruga su cara. —Sí, tuvieron algo. Pero honestamente, Ethan la trató tan mal que estuvo condenado desde el principio. Y ella también era una buena chica. No como Vanessa. Nunca pensé que mi hermano podía ser cruel, hasta que lo vi con Olivia. Ella habría hecho cualquier cosa por él, y él la destruyó. No ha tenido citas desde entonces. Pienso en todas las cosas crueles que ha dicho y hecho desde que lo conocí, y lo siento por su anterior Julieta. —Así que esa es la historia —dice Elissa mientras se pone de pie y me ayuda a hacer lo mismo—. Ahora, ¿podemos dejar de hablar de mi perezoso hermano y empezar a divertirnos? Dudo que venga. Probablemente está en un bar en algún lugar, frunciéndole el ceño a la pared y causándole abolladuras. Regresamos adentro, y media hora más tarde y dos chupitos de tequila después, Elissa y Ruby me han convencido de bailar. Me giro y balanceo con ellas, pero no puedo evitar pensar en Holt y en lo que ha tenido que pasar. Cuando escucho una enorme ronda de aplausos al frente de la habitación, me doy la vuelta para ver a Holt allí, una botella de whiskey casi vacía en sus brazos extendidos cuando grita—: ¡¿Qué pasó, camaradas?! ¡Romeo está en casa! ¡Vamos a festejar!

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Todo el cuarto ruje en aprobación, y junto a mí oigo a Elissa decir—: Oh, Dios. ¿Qué demonios hace? Observo con incredulidad mientras Holt abraza y le da las cinco a todo el mundo a su alrededor mientras hace su camino a través de la multitud como una estrella de rock con sus fans. Cuando llega a donde nosotros sonríe descuidado y dice—: Hola, señoritas —en una voz que supongo está destinada a ser sexy. —Ruby —dice mientras le da un gran abrazo—. Me odias, ¿no? Un montón de personas me odian. Incluso mi propio padre. No te preocupes. No te lo reprocho. Entonces se gira hacia su hermana y envuelve sus brazos alrededor de ella. —Oh, Elissa. Dulzura, demandante Elissa. ¿Por qué me soportas? No lo entiendo. Pero te amo. En serio, lo hago. —¿Eh…‖Ethan?‖—dice, haciendo una mueca mientras él la aprieta—. ¿Acaso de tomaste un puñado de éxtasis? Besa su mejilla antes de girarse hacia mí. Su sonrisa inmediatamente se tambalea, pero toma otro trago de licor y entonces da un paso adelante mientras estira una mano para ahuecar mi cara. —Y Cassie. Hermosa, preciosa Cassie. ¿Estás bien? —Sí. ¿Lo estás tú? —¡Genial! Ni siquiera me importa lo que pasó esta noche con mi padre. ¿Y quieres saber por qué? Porque he decidido no preocuparme por nada. Se trata de un concepto tan simple, no sé por qué no lo puse en práctica hace años. ¡Mírame ahora lo feliz que estoy! Echa su cabeza hacia atrás y se ríe. Es la vista más triste que he visto alguna vez. —Holt…‖—empiezo, pero coloca sus dedos en mis labios. —No, no me controles. —Baja su botella—. Es una fiesta, y quiero bailar. Lo ves. Se lanza en la multitud, y ellos gritan a su alrededor mientras él empieza a moverse, enérgicamente y desgarbado. —Guau —dice Elissa—.‖ Nunca‖ he‖ visto‖ a‖ mi‖ hermano‖ bailar‖ antes.‖ Es…‖ Dios…‖es‖demasiado‖malo‖para‖comprenderlo.

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—De verdad que es un muy mal bailarín —dice Ruby—. Parece que estuviera teniendo una convulsión vertical. Es el alma de la fiesta. Habla con todo el mundo, es agradable con todo el mundo. Infiernos, incluso se ríe de los chistes de Jack y no se burla cuando Zoe coquetea con él. Probablemente se siente furioso y quiere golpear a todo el mundo en la cara, pero en vez de eso hace el Holt que piensa que todo el mundo quiere que sea. Aprieto mis dientes en frustración. Sé que Holt puede ser un imbécil, porque lo ha sido conmigo en más de una ocasión, pero al menos era real. ¿Este nuevo Holt? Es tan falso como las tetas de Zoe. Ahora sé cómo se siente él viéndome complacer a la gente. Es sumamente agravante. Cuando ya no puedo soportarlo más, empujo a través de la multitud para llegar a él. Habla con Zoe, sonriendo y riendo. Ella le hace ojos sexys, y tengo una urgencia de estampar su cara en el tazón de papitas en la mesa junto a ella. Holt levanta la mirada mientras me aproximo, y una vez más su sonrisa cae por un segundo antes de estamparla firmemente de vuelta en su lugar. —¡Taylor! —dice calurosamente—. ¿Qué pasa? Zoe aquí acaba de decirme que si ella hubiera sido mi Julieta en vez de ti, no hubiera fingiendo en la escena de sexo. ¿No es eso hilarante? —Totalmente hilarante —digo con cero entusiasmo—. ¿Zoe? —Cojo el tazón de papitas—. ¿Quieres algunos? Pum. Justo en la boca. Rueda sus ojos. —Sí, claro, Cassie. Como si fuera a comer carbohidratos. Exhalo y plasmo una expresión no violenta en mi rostro. —Holt, ¿puedo hablar contigo un secundo? —En realidad —dice Zoe mientras entrelaza, posesivamente, su brazo con el de él—, está hablando conmigo en este momento. Quizá podrías volver más tarde. Mujer, sería mejor que sacarás tus manos de encima antes de que te de un facial- dequeso-hidrolizado. Bajo de golpe sobre la mesa el cuenco de papitas y me obligo a sonreír. —No lo retendré mucho tiempo. Me encuentro segura de que volverá para escuchar tus hipotéticas situaciones pornográficas y divertidas antes de que te des cuenta.

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Agarro el brazo de Holt y tiro, por suerte, me sigue a la cocina. Me doy la vuelta para mirarlo. —¿Qué haces? Se encoge de hombros. —¿Pasándola bien? —¿En serio? ¿Es así como lo llamas? Hablando con la Mujerzuela. Fingiendo que te gusta. —Mujerzuela es un apodo muy desagradable —dice, sus palabras mal articuladas—. Y tal vez, realmente disfruto de su compañía. —Oh, qué estupidez. —¿Estás celosa, Taylor? —Sí. Mucho. Ahora, ¿por favor dejarías de lado este estúpido acto y me besarías? Eso lo dejó boquiabierto. Parpadea tres veces. Ni siquiera me estremezco. Supongo que me estoy poniendo muy buena en decir lo que en realidad pienso. Jack entra y se dirige al barril en la esquina, ignorando el partido de miradas mientras llena varios vasos de cerveza. —Oye, Holt, amigo. No disminuyes el ritmo, ¿no? Vamos, ten uno de ellos. Holt se da la vuelta al mismo tiempo que Jack extiende uno de los vasos, y toda la cerveza salpica la parte delantera de la camiseta de Ethan. —¡Mierda! —jadea Jack—. Lo lamento. Un completo accidente. Jack agarra un paño de cocina y trata de secar la camiseta de Holt mientras murmura más disculpas. —Está bien —dice Holt y fuerza una sonrisa—. Realmente no me importa. ¿Tendrías otra camiseta que pudiera pedir prestada? Jack asiente. —Sí, arriba, en mi armario. Usa cualquiera que te guste. Holt le da una palmada en el hombro un poco demasiado fuerte mientras se va y murmura—: Gracias, amigo. Empuja a través de la multitud y sube con pasos largos por las escaleras, y es todo lo que puedo hacer para no seguirlo. —Sabes —dice Jack—. Nunca he visto a nadie ser un borracho feliz y enojado, pero Holt de alguna manera lo logra. Asiento. —Es un don raro y especial. Recoge una cerveza de la mesada y toma sorbos pensativamente. —Debería conectarme y ver si ya hay alguna revisión de la actuación de esta noche. Oí que

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estuvo allí el crítico de Online Stage Diary. Me pregunto si tenía algo bueno que decir. Repentinamente, siento un nudo en mi estómago. —¿Estuvo ahí? —Sí. Él y otros cuatro. Uno del Broadway Reporter —Me mira y arquea una ceja—. Nunca se sabe, Taylor. Por la mañana, podrías ser una estrella. —Sí, claro. O podrían odiarme. —Me río, pero en serio, si me odian... Solo la idea de que me hace sentir un hormigueo y sudar nerviosamente. —Seguro de que dirán cosas impresionantes sobre ti —dice Jack, colocando alentadoramente su mano sobre mi hombro—. ¿Y si no lo hacen? Bueno, todavía queda medio barril de cerveza. Podrías beber hasta que olvidarte de ello. Agarra sus cervezas y se aleja. Me quedo ahí por unos segundos, meditando en mi posible humillación pública inminente, y me doy cuenta de que solo hay una cosa que puede ayudarme a dejar de enloquecer, y se encuentra el piso de arriba, tal vez sin camisa. Empujo a través de la sala de estar antes de subir las escaleras y me dirijo por el pasillo hasta la habitación de Jack. La puerta está abierta, y cuando me asomo al doblar la esquina, veo a Holt sentado en la cama, pecho desnudo, su camisa empapada en el suelo, apoyando su cabeza en sus manos. Agarra su cabello y suspira, pura frustración emana de él como un aura. —Hola —digo, y doy un paso tentativamente, dentro de la habitación. Levanta su mirada bruscamente antes de levantarse de la cama y caminar hacia el armario. —Oye. —Abre las puertas y revisa rápidamente a través de la impresionante gama de camisetas de Jack—. Menuda fiesta, ¿eh? No puedo apartar la mirada de los músculos de su espalda desnuda mientras se mueven y flexionan. Bueno, eso no es verdad. Podría apartar la mirada, pero no quiero hacerlo. —¿Estás bien? —pregunto, acercándome. —Estoy muy bien. —Saca una camiseta que dice: Errar es humano. Arr es para los piratas5. —. ¿Avery de verdad usa esto en público? —Holt...

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Juego de palabras. Err se refiere a los errores, Arr al sonido que hacen los piratas al atacar.

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—¿O qué tal esta? —Saca una camiseta que dice: Aquí están los pezones. Sin ellos, los pechos serían inútiles. —Escucha... —Quiero decir, en serio. ¿Compró estas o le pagan a la gente para que las usen? —Necesitamos hablar. —No, en realidad no. —Vuelve a colocar en su sitio la percha y revisa el resto—. ¿Este hombre posee nada más que camisetas con malditas bromas? ¿Nada deportivo? O, Dios no lo quiera, ¿sencilla? Sigue revisando las perchas, su postura cada vez más tensa. —Ethan —digo y coloco mi mano en el medio de su espalda. —No. —Se da la vuelta y se aleja unos pasos de mí—. Solo jodidamente... no lo hagas, ¿de acuerdo? —¿Por qué no? —Porque cuando me tocas nunca termina bien. Porque cuando me tocas, yo... joder, tengo pensamientos estúpidos y quiero cosas estúpidas, y... entonces... simplemente... no... Doy un paso hacia adelante, y presiona su espalda contra la puerta del armario. Cuando pongo mi mano en el centro de su pecho, inhala fuertemente y tensa su mandíbula. —No sé de qué estás tan asustado. No soy Vanessa. Su expresión se endurece. —¿Qué jodido sabes sobre Vanessa? Respiro profundamente. —Elissa me habló de ella. Y las otras chicas. Y Olivia. —Suspira profundamente, y doy un paso un poco más cerca—. No te enojes. La obligué. Cierra sus manos en puños a los costados. —Aún así, no es su maldito asunto para contártelo. —Quería saber. —Llevo mi otra mano sobre su pecho donde puedo sentir el zumbido frenético debajo de la superficie—. Y ahora entiendo un poco más por qué eres tan reacio a salir de nuevo. Lo que te hizo Vanessa fue horrible. Pero no soy ella. Para nada soy como ella. Me mira con menos ira, pero la reemplaza por cansada resignación. Como si ya hubiera tenido esta conversación mentalmente, muchas veces.

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—No lo entiendes —dice—. No importa que no seas como ella. Una parte de mí piensa que sí lo eres, y simplemente... espera... que todo se vaya a la mierda de nuevo. No es lógico, pero no puedo evitarlo. Y por mucho que tengo miedo de que me duele, tengo más miedo de hacerte daño. ¿Lo qué pasó con Olivia? No puedo hacerle eso de nuevo a alguien, no a ti especialmente. Cree que trata de protegerme, pero como alguien que toda la vida ha estado asustada de equivocarse, por fin sé, sin duda alguna, que tengo razón en cuanto a él. —Ethan, ninguna relación viene sin sus riesgos, y a pesar de que crees que por siempre puedes seguir alejando a la gente, estoy aquí para decirte que vas a fallar por completo. Arrastro mis manos hacia arriba sobre sus antebrazos, sus bíceps. Echo un vistazo través de su piel cálida y suave. —La cosa es —dice, mirándome mientras con indecisión acuna mi mejilla—, que aunque me asustes mucho, y hasta donde sé uno de nosotros, sino ambos, va a arrepentirse por completo... quiero follar contigo. Nos miramos el uno al otro durante un largo rato, y cuando lo miro a los ojos, veo el segundo exacto en que toma su decisión. Dejo de respirar cuando sus dedos estiran mi cabello. Luego se inclina, su boca encontrándose justo por encima de la mía, soplando dulce aire caliente sobre mi rostro mientras el tiempo se detiene. —Mirarme de esa manera no es justo —susurra—. Ni siquiera un poco justo. Entonces desaparece el espacio entre nuestros labios, y me besa, fuerte y necesitado. Una fuerte inhalación de ambos, suena increíblemente fuerte en mis oídos. Nos besamos desesperadamente, labios conectando y presionando, encajando como si fuera su propósito, entonces se separan para dar paso a gemidos bajos. El efecto que tiene sobre mi cuerpo es instantáneo y de gran alcance, y saco el máximo provecho de que no tiene camiseta. Mis manos vagan por todas partes. A través de sus anchos hombros y brazos. Van hacia su espalda y hasta los omóplatos. Bajando a sus costados y sobre su estómago. Gime en mi boca y me explora tan ávidamente. —Jesús... Cassie. Me besa sin reservas, apasionadamente, y por último, siento que después de retroceder tantos pasos, finalmente avanzamos. ¿Hacia qué? no tengo ni idea; pero el hecho de saber que está abierto a la experiencia, es mejor que cualquier otro sentimiento que he tenido.

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—He querido hacer esto toda la noche. —Jadea entre besos—. Mantenerme alejado de ti era malditamente agotador. De alguna manera, empezamos a caminar hacia la cama, todavía besándonos, profunda y frenéticamente. Antes de darme cuenta, estoy acostada con él entre mis muslos. Me agarro de él mientras se frota contra mí, lenta e insistentemente. —Oh Dios. Sí. Entierra su cabeza en mi cuello, entonces succiona. Se mueve a lo largo de mi garganta y sobre mi pecho donde acuna mis pechos mientras continúa moviéndose contra mí, robándome la capacidad de respirar. Inclino mis caderas hacia arriba hasta encontrarme con las de él y audazmente agarro su trasero para empujarlo contra mí con más firmeza. —Maldita sea. —Gime sobre mi hombro mientras se congela. La habitación está en silencio, excepto por nuestra respiración entrecortada. —¿Qué sucede? —pregunto, agarrando sus hombros mientras mi corazón late demasiado rápido. —Nada —dice, aún sin moverse—. Solo dame un minuto. No te muevas. Secretamente, me encuentro emocionada de que le afecto poderosamente. Es bueno saber que nuestra atracción es, sin duda, mutua.

tan

—Háblame —dice mientras deja caer su cabeza sobre mi hombro—. Cualquier cosa que me distraiga de tu jodida sensualidad. —Uh... bueno, lamento lo de tu papá esta noche. —Acaricio suavemente su espalda—. Estuvo totalmente fuera de lugar. Y sin duda, no dejaría que pasen dos años sin decirte que te ama. Eso es ridículo. Si fueras mío, cada día te diría que te amo. Inhalo rápidamente. —Quiero decir, hablo como si fuera tu padre, ¿comprendes? Si fueras mi hijo diría eso. No digo que yo te amo. No digo eso. Solo… —No pensé que lo hicieras... —Sonríe—. Quizá deberías callarte y besarme otra vez. Lo empujo sobre su espalda. —Bueno, si insistes. Me estira hacia él, y nos besamos de nuevo, y es como si estuviera en un sueño cálido y doloroso que nunca quiero que termine.

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El beso se vuelve más frenético, bocas y manos moviéndose ávidamente hasta que escuchamos una voz angustiada decir—: Oh, Dios, ustedes, ¡vamooooos! ¡No en mi cama! Levantamos la mirada para ver a Jack en la puerta, balanceándose como si hubiera dejado de beber hace una hora. —¿No encontraron la nota de que a nadie se le permitió tener sexo en mi cama esta noche? ¡Ese edredón de Star Wars es vintage! —¿Qué quieres, Jack? —suspira Holt, mientras suprimo una risa. —Tienen que venir abajo —dice mientras se apoya contra la puerta y derrama su cerveza—. Está la primera crítica de nuestro espectáculo, y es... bueno... dice algunas cosas muy malas de ustedes. Con Holt nos miramos, pánico y miedo cruzan nuestras caras. —¡Solo bromeo! —se ríe Jack—. Es completamente increíble. Bajen sus traseros, así puedo leérselo a todo el mundo. ¡Vamos! Se tambalea hacia la puerta. Holt a regañadientes se aleja de mí y agarra una camiseta del armario. La estira sobre su cabeza y alisa con una sonrisa. Tiene una gran cruz roja en él y se lee, Donante de Orgasmos. —Bueno, al menos conseguí una que es correcta. Niego con la cabeza y me río mientras me pongo de pie. Se acerca y coloca una mano a cada lado de mi cara antes de inclinarse y besarme. —No te besaré frente de ellos —dice—. O sostendré tu mano. Simplemente, no quiero que hablen de nosotros. Asumiendo cosas. —De acuerdo —digo, decepcionada de tener que ocultar lo que siento por él—. Pero, ¿Jack no les dirá que nos estábamos besando? Niega con su cabeza. —En el estado en el que se encuentra, probablemente se olvida de nosotros a los cinco segundos de salir de la habitación. Me besa de nuevo, y luego nos dirigimos abajo, tratando de ignorar los susurros que se filtran a través de la multitud cuando salimos juntos. —¡Por fin! —dice Jack. Hace callar a todos mientras baja su cerveza y levanta las páginas que ha imprimido—. De acuerdo, escuchen chicos. Esta crítica es de Martin Kilver de Online Stage Diary. Es muy difícil de complacer, así que ténganlo en cuenta cuando escuchen lo que dice.

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Toda la sala se queda en silencio, y puedo sentir a Holt tensarse a mi lado mientras Jack empieza a leer: —Con cualquier producción de una obra clásica de Shakespeare, los actores corren el riesgo de imitar y recrear mucho de lo que se ha visto antes. En la más reciente producción de Romeo y Julieta realizada por la Academia Grove de Artes Dramáticas, esto no podría estar más lejos de la verdad. La producción es escasa y moderna, lo cual en sí mismo no es innovador. Lo que es revolucionario es que después de ver, en los últimos años, un sinnúmero de producciones; finalmente creo en la verdad y en el poder de dos jóvenes enamorados. Sería un eufemismo decir en esta crítica que fue una de las noches más emocionantes con la que me he topado en el teatro. Hay murmullos de sorpresa y algunos aplausos, y Jack sonríe antes de continuar—: La directora Erika Eden ha formado a sus jóvenes pupilos en una hábil y poderosa compañía de actores interesantes, y si bien todos muestran madurez en sus actuaciones, no pierden nada del alboroto de la juventud que es tan importante para la historia. Más gritos de acuerdo. Siento la ligera presión de la mano de Holt en la parte baja de mi espalda. —Está bien, hagan silencio —dice Jack—. Llegamos a la mejor parte. —Se aclara la garganta—. A pesar de que todo el elenco es realmente excepcional, debe hacerse mención especial a Aiyah Sediki como la enfermera, quien le da un maravilloso sentido de dignidad al papel, y a Connor Baine como Mercucio, un papel que se desempeña a menudo como de dos dimensiones en su descaro, pero al que aporta una sensibilidad sorprendente y bienvenida. Hay enormes gritos de aprobación mientras Aiyah y Connor sonríen abiertamente. Aplaudo a ambos, tan orgullosos. Jack nos mira deliberadamente antes de continuar—: Pero el mayor triunfo de esta producción es el reparto de los dos actores, Ethan Holt como Romeo y Cassandra Taylor como Julieta. —La multitud silba y grita, y mi cara arde con un color rojo brillante—. En el papel de Romeo, el señor Holt aporta una vulnerabilidad quisquillosa que juega directamente contra los acres de prosa florida que el personaje tiene que pronunciar. Su intensa energía como una pantera, es un cambio refrescante de los Romeos vanidosos y arruinados que he visto en el pasado, y predigo al juzgar por esta actuación, que el señor Holt tendrá un futuro muy brillante en la etapa profesional. Trago un nudo en mi garganta cuando el orgullo por Holt sube en mi interior. Me doy la vuelta para mirarlo, con ojos brillantes, y emocionada. Quiero

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abrazarlo y susurrarle que estoy muy orgullosa, pero eso tendrá que esperar hasta más tarde. Miro de vuelta a Jack que ahora me mira. —Cassandra Taylor como Julieta es igual de convincente y verdaderamente personifica a una heroína del siglo XXI. Hermosa y audaz, su Julieta no es ninguna flor que se achica. Es una mujer apasionada y testaruda, cuya fuerza de voluntad hará que el público se enamore de ella con cada pedacito tanto como su condenado Romeo. La señorita Taylor muestra una gama emocional impresionante en su bien afinada actuación y tiene lo que‖solo‖puede‖ser‖descrita‖como‖“calidad‖de‖estrella”. Intento tragar, pero me encuentro demasiado sofocada. Tenso mi mandíbula para evitar llorar, y cuando siento los dedos de Holt rozar suavemente los míos, agradezco que se encuentre ahí. —Pero —dice Jack, entrando en la parte final—, tan excepcional como son estos dos jóvenes actores por sí mismos, es su asombrosa química combinada la que realmente hace que esta producción sea fenomenal. Porque en nuestro cínico mundo moderno, lleno de una asombrosa tasa de divorcios e ideales desechables, no es fácil convencer a un público a creer en el poder del amor verdadero. Bueno, estoy aquí para decirles que estos dos lo lograron muy bien, y desafío a cualquiera que sea testigo de su historia de amor en el escenario a irse sin ser tocado por su extraordinaria pasión. Es sin duda, lo que hizo que este critico algo-hastiado desee que hubiera más amor verdadero en el mundo. Las‖ multitudes‖ entera‖dice‖ “awwwww”‖ al‖ unísono,‖ y‖ cuando‖ miro‖ a‖ Holt,‖ juro que está tan ruborizado como yo. La sala estalla con la charla mientras todo el mundo habla sobre la crítica y lo que significa, pero estoy demasiado aturdida para incluso conversar... Jack saca su teléfono, y nos ordena a Ethan y a mí a posar para una foto. Sin siquiera pensar en ello, ponemos nuestros brazos alrededor de cada uno y le sonreímos a la cámara. Después de que saca la foto, Jack nos la muestra. Es hermosa. Nuestras sonrisas son tan deslumbrantes, que me hace creer que no hay dos personas, en la historia del mundo, que alguna vez se hayan visto más feliz que nosotros en ese momento. Somos estrellas.

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Atracción y rechazo Traducido por Miry GPE Corregido por Nikky

El departamento de Marco se parece a él, grande y extravagante. Lleno de terciopelo y antigüedades opulentas, haciendo que se sienta como si estuviera habitado por un excéntrico Zar de Prusia en lugar de un director de teatro. Celebramos el final de nuestra tercera semana de ensayo, y Marco invitó a toda la compañía a una fiesta. Es la primera vez en más de una semana que he visto aHolt fuera de los ensayos. A menudo pregunta si me gustaría ir a tomar una copa después del trabajo, pero siempre declino. Mientras me siento cada vez más atraída por él, la idea de pasar tiempo a solas, me hace sudar. Sólo accedí a venir porque sabía que estaríamos rodeados de gente. Lo veo al otro lado de la habitación, hablando con el compañero de Marco, Eric. Es atento y entusiasta mientras Eric señala sus antigüedades favoritas y cuenta cómo las encontró. Holt hace preguntas, sonríe, ríe, y me da una punzada en el estómago cuando comprendo cuán diferente es del hombre impaciente y hosco que solía ser. Me pregunto si me ha mirado y notadocuán diferente soy. Lo hastiada que me he vuelto. Lo frágil. Me pregunto si se ha puesto a pensar en que, después de todo el esfuerzo por el que ha pasado para estar conmigo de nuevo, ya no valgo la pena. —¡Un brindis! —dice Marco, y todos circulamos por la sala de estar mientras Cody rellena nuestras copas de champán—. Por esta extraordinaria compañía y nuestra maravillosa obra. Que el producto final sea tan increíble como predigo. No he tenido una nominación al Tony en dos años, ¡y comienzo a sufrir la

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abstinencia! Así que por favor, queridos colegas y amigos, eleven sus copas, ¡por nosotros! Sonrío y levanto mi copa antes de mirar aHolt. Me mira cariñosamente mientras hace su brindis. —Por nosotros. ¿Ves? Es por esto que tengo que permanecer lejos de él, porque con dos palabras me hace sentir como una colegiala con su primer amor. Busco el cuarto de baño, pero en el camino, me encuentro con el estudio de Marco. Justo dentro de la puerta hay una gran vitrina llena de vasos de colores brillantes. Entro en la habitación y contemplo las copas y vasos, copas para vino y champán, todo brillando en los diversos colores del arco iris, algunos con detalles en oro y plata. —Ah, señorita Taylor, veo que ha descubierto mi orgullo y alegría. Me giro para ver a Eric entrar en la habitación, con Holt siguiéndolo de cerca. —Me hallaba a punto de enseñarle al señor Holt mi más apasionada indulgencia. Marco sigue amenazando con que necesitaremos un departamento más grande si continúo comprando vasos antiguos, pero no puedo evitarlo. Internet hace que sea demasiado fácil alimentar mi adicción. Holt se para detrás de mí, y el calor de su cuerpo alcanza mi espalda. —Tiene una colección increíble —dice Holt mientras examina la vitrina—. ¿Las ha coleccionado desde hace mucho tiempo? Eric asiente. —Unos veinte años. Prefiero vasos italianos, cualquier cosa de Muranoen particular. Pero también tengo algunas piezas rusas e inglesas, algunos datan de principios del siglo dieciocho. —¿En serio? —pregunto—. ¿Cómo es que sobrevivieron tanto tiempo? Sonríe. —Bueno, para ser honesto, un montón de estos se encuentran quebrados o dañados de alguna manera, pero eso es parte del atractivo. Habla de su historia. Sabiendo que ha tenido una vida, tal vez muchas vidas, antes de que lo descubriera, es la maravilla de las antigüedades. Déjenme enseñarles lo que quiero decir.

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Abre la puerta y agarra un vaso de vino alto y delgado. No es de colores brillantes como la mayoría de los otros. Es sencillo, de vidrio transparente y la única decoración es un ligero grabado en el tazón. —Éste es uno de mis favoritos —dice Eric, sosteniéndolo con reverencia—. Se dice que perteneció a Lady Cranbourne de Wessex. La tumultuosa relación con su marido era infame. Una vez, le regaló un conjunto de seis vasos como regalo de aniversario. Más tarde esa noche, se alegó que él hizo un comentario que la ofendió. Creo que fue con respecto a la relación de ella con uno de los mozos de establo. Se dice que éste es el único vaso que sobrevivió. El resto se hizo pedazos cuando se los lanzó. —Sostiene el vaso a contra luz y apunta a una delgada línea que recorre el largo de la copa—. ¿Ves la rotura? Ocurrió cuando Lord Cranbourne lo atrapó después de que su esposa se lo arrojara a la cabeza. Eso fue en mil setecientos cuarenta y uno. Durante casi trescientos años, este vaso ha sobrevivido a pesar del daño. Notable, ¿no? Coloca el vaso con cuidado de nuevo en la vitrina y se gira hacia Holt y a mí. »Supongo que eso es parte de mi fascinación. Parece tan frágil, sin embargo, de alguna manera, se las arregla para soportar, incluso con grietas y arañazos. Personalmente, me parecen aburridos los vasos de cristal perfectos. Me encantan todas estas piezas, y las cicatrices de su supervivencia las hacen aún más hermosas ante mis ojos. —¿Pero un daño como ese no hace que el vaso quede sin valor? —pregunto, haciendo evidente mi limitado conocimiento de antigüedades. Eric me mira pensativo. —El valor es un tema subjetivo. —Se acerca a un gran armario y saca una caja de madera de nogal. Mientras la sostiene hacia mí, me pide que abra la tapa. Cuando lo hago, veo que el interior se encuentra forrado de terciopelo azul. Hay seis hendiduras para vasos, pero en lugar de contener vasos intactos, simplemente hay un montón de piezas rotas. Miro a Eric confundida. —Cuando compré el vaso de Cranbourne —dice—, esto venía con el lote. Es lo que queda de los otros cinco vasos. El subastador sugirió que los tirara a la basura. Después de todo, es simplemente una colección de vasos rotos. Pero para mí eran mucho, mucho más. Lady o Lord Cranbourne debió recuperar los vasos rotos después de su pelea. Lo que los vasos representan, su matrimonio, su historia, su amor, era demasiado importante como para tirarlos, incluso rotos más allá de toda reparación.

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Nos sonríe antes de cerrar la caja y colocarla de nuevo en el armario. »El subastador los consideró sin valor, porque carecían de valor monetario, pero creo que no tienen precio. Representan la pasión, y sin pasión, la vida no tiene sentido, ¿cierto? Al menos, eso es lo que siempre he creído. —Después de hacer una pausa para darnos una sonrisa, se dirige hacia la puerta—. Mejor ayudo a Marco con el postre. Se estresa cuando la gente no tiene algo en la boca cada cinco minutos. Miren los vasos tanto como gusten. Sosténganlos, si lo desean. En realidad no son tan frágiles como aparentan. Desaparece por el pasillo, por lo que solo quedamos Holt y yo, parados demasiado cerca mientras las palabras de Eric permanecen en el aire. —Entonces —le digo—. ¿Quién crees que salvó los vasos rotos? ¿Lord o Lady Cranbourne? —Lord —dice Holt sin dudar. Lo miro inquisitivamente. —Le compró los vasos —dice—, y dijo algo que la lastimó. Se sintió culpable. —Sí, pero fue ella quien los estrelló —digo—. Y tal vez lo que le dijo era verdad. Holt niega con la cabeza. —No importa. Para que perdiera los estribos de esa manera, tuvo que ser un imbécil insensible. —O tal vez no era más que una reina del drama. Hace una pausa por un momento y me mira intensamente. —Tal vez ambos los salvaron. Tal vez recolectaron cuidadosamente todas las piezas, y luego tuvieron increíble sexo de reconciliación delante de la chimenea. Levanto una ceja. —¿Había una chimenea? —Claro. Posiblemente con la cabeza de un animal muerto colgando por encima de ella. —Guau. Romántico. —Lo‖sé.‖Nada‖dice‖“te‖amo”‖como‖vasos‖rotos‖y‖vida‖salvaje‖decapitada. Ambos nos reímos. Entonces su sonrisa se desvanece hacia la familiar forma de la añoranza que veo tan a menudo estos días.

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—Me has estado evitando —dice en voz baja—. ¿Hice algo para hacerte enojar? Porque si es así, me gustaría una oportunidad para disculparme. Miro de nuevo el armario, tratando de ignorar lo increíble que lucen sus ojos reflejando el vidrio. —No es nada. —Por la forma en que me has mirado, estoy bastante seguro de que es algo. —Se para detrás de mí, presionando su pecho contra mi espalda—. Si fuera un hombre de apuestas, diría que estás enojada por lo mucho que me deseas. —Rodea mi cintura con un brazo y me gira para mirarlo. —¿No comprendes que conozco todos los trucos? Las miradas oscuras, la ira, el no tocar. Hice lo mismo contigo porque tenía miedo de dejarte entrar. Pero no me permitiste mantenerte fuera. Me presionaste, una y otra vez. Tal vez eso es lo que debo hacer ahora. Hacerte enfrentar tus sentimientos por mí. Mi corazón late de prisa mientras pasa los dedos por mi cabello. Mi respiración se vuelve superficial e instintivamente miro su boca. Lo suave que parece. Lo delicioso que sería su sabor. —Quieres que te bese —dice—. Nunca lo admitirás, y si de hecho intento hacerlo, me detendrás, pero... lo deseas. ¿Cierto? Bajo la mirada. —No. —Tonterías. Acuna mi rostro. —Mírame a los ojos y dilo, entonces tal vez te creeré. Mi estómago se tensa, y todo mi cuerpo se ruboriza, pero me obligo a mirarlo a los ojos. —No quiero que me beses. Mi voz es inestable y débil. Al igual que mi resolución. —Jesús, Cassie —dice mientras acaricia mi mejilla—. Eres una actriz aclamada por la crítica y, ¿eso es lo mejor que puedes hacer? Fue jodidamente horrible. Inténtalo de nuevo. —No... no quiero que me beses. —Sí, lo quieres —dice, tranquilo y confiado—. No lo haré. Solo quiero oírte decirlo.

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Bien podría pedirme que caminara por la cuerda floja a un centenar de metros por encima del suelo sin red. Miro fijamente su pecho. Suspira, y no estoy segura de sí es por frustración o alivio. —Cassie, mírame. —Cuando vacilo, pone un dedo debajo de mi barbilla y la levanta para así mirarlo—. Simplemente necesito que sepas que al segundo en que estés lista para intentar de nuevo lo de nosotros, te besaré hasta dejarte sin aliento. Te besaré hasta que veas estrellas y escuches a los ángeles, y no puedas ponerte de pie durante una semana. Espero que comprendas eso. Mi corazón va a toda prisa cuando digo—: Holt, si alguna vez estoy lista, serás el primero en saberlo. Lo prometo. Me da una media sonrisa. —Entonces, los besos están fuera del menú, pero debes saber que hoy también ofrezco abrazos gratis, estrictamente platónicos, a la primera mujer hermosa que los solicite. Me río, probablemente un poco demasiado fuerte, y doy un paso adelante mientras envuelve sus brazos a mi alrededor. Su rostro se instala en mi cuello, y lo abrazo con fuerza mientras nuestros cuerpos conectan. —Dios, hueles increíble —susurra en mi piel—. No hay nada en este planeta que huela tan bien como tú. —Eso no suena demasiado platónico para mí. —Silencio. No hables. Déjame olerte. Me echo hacia atrás y elevo una ceja. —Está bien, bueno —dice y rueda los ojos—. No más olfatear. Jesús, arruinas toda mi diversión. Me abraza de nuevo, y suspiro. —¿Ya lista para ese beso? —pregunta mientras aprieta sus brazos. —Aún no. Frota su nariz a lo largo de mi garganta e inhala. —Solo compruebo.

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Querido Diario, Han pasado casi dos semanas desde que oficialmente decidimos convertirnos en nooficiales, y en ese tiempo he experimentado más frustración sexual que, estoy segura, ningún ser humano es capaz de soportar. Hemos compartido el ocasional beso y toqueteo cuando me acompañaba de regreso a mi apartamento después de clase, pero eso es todo. Si no lo sorprendiera de vez en cuando mirándome como si quisiera hacer una comida de tres platos en mis pechos, nunca sabría que realmente le gusto. Mi problema es que me encuentro segura de que todo el mundo puede decir que de verdad me gusta. Me río muy fuerte de sus chistes y me siento muy cerca suyo en clases. Su demoniaco vudú sexual me ha golpeado con todo, y no puedo tener suficiente. No ayuda el hecho que tuve algunos sueños muy eróticos con él recientemente. Sueños en los cuales llego a ver lo que esconde en sus pantalones. Posteriormente, mi tiempo asignado para ver porno ha sido extremo. He visto innumerables fragmentos de películas sobre la forma de complacer a un hombre, y aunque me siento bastante nerviosa por poner mis pseudo-conocimientos en práctica, realmente lo quiero. Viene esta noche, así podremos estudiar para nuestro examen de mañana de Historia del Teatro. Quiero seducirlo, pero no estoy muy segura de qué es lo que implica la seducción. Supongo que tengo dos horas para averiguar algo.

—Nombra los seis antiguos dramaturgos griegos más famosos —dice, todo voz sexy y ojos gloriosos. —Eh... está bien. Antiguos dramaturgos griegos. Ah... solo dame un segundo. Golpeteo mi lápiz contra mi cuaderno mientras intento recordar la respuesta. Me mira, sentado con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en el sofá. Su entrepierna es lo más importante en mi línea de visión. No hay forma alguna de que pueda concentrarme mientras básicamente hace alarde de su pene delante de mí. ¿Qué demonios piensa?

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Me enfado y cierro los ojos con fuerza. —Ah...‖antiguos‖chicos‖griegos...‖eh… —Vamos, Taylor, sabes esta. —Lo‖sé,‖pero…‖—me distraes con tu posiblemente hermoso miembro masculino—, mi cerebro está cansado. Hemos estudiado durante dos horas. Abro los ojos. Me mira fijamente, y un calor familiar emana de él. —Cuando terminemos con los antiguos, tomaremos un descanso. ¿Bien? Hay un ligero brillo de humedad en su labio. No aparto la mirada. —Cuando descansemos, ¿me dejarás besarte? Hace una pausa e intenta no sonreír. —Tal vez. —¿Toquetearte? —Posiblemente. —¿Ver tu pene? Sus ojos casi se salen de su cabeza, y se ahoga con su propia saliva. —¡¿Qué demonios, Cassie?! Bueno. Seducción fallida. Tiempo del plan B. —¿Por favor? —¿Mencioné que el plan B era suplicar? Se ríe y pasa la mano por el cabello. —Diré una cosa de ti, Taylor. Nunca sé lo que saldrá de tu boca. Desesperadamente quiero decir algo acerca de lo que me gustaría meter en ella, pero imagino que ya lo asusté lo suficiente. —Bueno, ¿qué tal un desafío, entonces? —Me siento sobre mis rodillas. Me mira con curiosidad—. Por cada respuesta correcta que diga sobre los antiguos, puedo quitarte una pieza de tu ropa. Ríe de nuevo, pero esta vez con un tinte leve de histeria. —¿Y si respondes mal? —Entonces tú me quitas la ropa. Me mira antes de bajar la mirada al suelo. —Pensé que acordamos tomarnos las cosas con calma.

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—Lo hicimos, y lo hacemos —le digo, y tomo su mano—. Holt, lo único que va más lento que nosotros dos en este momento, es un glaciar en Nueva Zelanda, y francamente, va ganando. —Miro hacia sus dedos y los acaricio—. Solo... quiero tocarte. ¿En realidad sería tan malo si lo hiciera? Aprieta mis dedos. —¿Comprendes que por lo general es el chico el que presiona a la chica a desnudarse, verdad? Quiero decir, estás a punto de usurpar mis deberes varoniles aquí. Mi corazón late más rápido a medida que veo lo grandes que se han vuelto sus pupilas. —Entonces, presióname. Me mira con una expresión incrédula. —Nada de esto te asusta, ¿verdad? —pregunta en voz baja. Casi me río. —Por supuesto que sí. Me aterra. Tú me aterras. Pero no lo suficiente como para hacerme pensar que no vales la pena. Su mirada es intensa. —¿Crees que valgo la pena? Asiento. —No tengo duda. Traga. —Eso es lo más condenadamente sexi que alguien me ha dicho. En un segundo, me empuja hacia el suelo. Me besa duro, y cuando presiona su peso en mí, aparto las piernas para él. A medida que nos conectamos, entierra sus manos en mi cabello y hace ese gruñido en su pecho, el cual es mi sonido favorito. —Si reprobamos ese examen mañana—dice entre jadear y besar mi cuello—, será tu culpa. Lo sabes, ¿verdad? Lo beso profundamente y luego lo empujo hasta que se encuentra de espalda. Me siento a horcajadas sobre sus muslos y agarro el cuello de su camisa. —Oh, por favor. Podemos hacer esto y seguir estudiando. Eh... los seis antiguos dramaturgos griegos más famosos. —Abro un botón de su camisa—. Tespis. Esquilo. —El segundo botón se va.

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Hago la tela a un lado para poder besar su pecho. Agarra mis caderas y las aprieta mientras empuja su entrepierna hacia mí. —Continua —murmura, y no sé si habla de mi boca o los griegos. —El número tres sería... Sófocles. —Abro otro botón y continúo besándolo; su piel es locamente cálida y suave bajo mis labios—. El cuatro es... eh... Eurípides. —Desabotono el último botón y abro su camisa antes de besar un camino por su estómago. Suelta mis caderas y hunde sus dedos en la alfombra—. Y el cinco es... —Los músculos de su estómago se tensan mientras lo beso—. Ah... el cinco es... — lamo sus abdominales. —Dios... Cassie. —Nop.‖No‖es‖“Dios”‖o‖“Cassie”.‖Creo‖que‖comienza‖con‖una‖“A”. Lo beso de regreso hasta su pezón. No tengo ni idea de si los pezones de los hombres son tan sensibles como los de las mujeres, pero lo beso de todos modos. Arquea la espalda y maldice tan fuerte que los vecinos probablemente lo escucharon. Bien. Nota mental: Le gusta que le besen sus pezones. —El cinco es... Aristófanes. —Me muevo hacia el otro lado. Estoy sorprendida por cómo sabe. Salado y perfecto—. El número seis es... ah... Dios... — Se muele contra mí, y no puedo pensar. No puedo dejar de saborearlo mientras paso mis manos por su cuerpo, amando lo rápido que late su corazón debido a lo que estoy haciendo—. El seis es... es... oh, diablos, no tengo idea. Se sienta y me besa, su lengua dulce y cálida, mientras saco su camisa por sus hombros. —Menandro —dice, con voz tensa—. Supongo que tienes que perder una pieza de ropa. Deja que te ayude. —Se inclina hacia atrás y tira de mi camiseta mientras murmura—: Dios bendiga a Menandro por ser tan jodidamente fácil de olvidar. —Ahueca mis pechos sobre el sujetador y los aprieta suavemente. Oh Señor. Las manos de Holt. En mis pechos. Podría desmayarme. Presiona mis pechos juntos y besa un camino en la parte superior de ellos. El ligero rastrojo de su mandíbula raspa de forma totalmente placentera. —He fantaseado con hacer esto durante semanas. Son jodidamente perfectos. Suaves. Cálidos. Hermosos. Empujo su rostro aún más en mí y gimo mientras continúa acariciando y besando. Mi piel arde. Donde sea que me toca hormiguea. Apenas puedo respirar, pero no quiero que se detenga.

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Inclino mi pelvis para poder presionarme contra él con más fuerza, y cuando lo hago, jadeo. Su dureza me hace querer sentir más. Lo empujo de nuevo al suelo y me pongo a horcajadas sobre sus muslos, antes de besar a una línea en su estómago. A los pocos segundos, mi rostro se asoma por encima de la cinturilla de sus pantalones. Acaricio el ligero vello debajo de su ombligo mientras me observa con párpados pesados. —Quiero verte —susurro. Exhala. —Taylor, eres la virgen más adelantada que he conocido. La mayoría están temerosas de las cosas que se encuentran al acecho dentro de los pantalones de los hombres. —¿Has conocido a un montón de vírgenes? —pregunto. —Montones. Ninguna de ellas pidió ver mi polla. De hecho, siempre me pidieron que la mantuviera lejos. Eso sí, todos teníamos catorce años en ese tiempo. Sonrío. —Chicas tontas. Beso la piel justo por encima de la cinturilla del pantalón, y cuando miro lo miro, se apoya en los codos, observándome. —Leíste mi diario —digo, manteniendo contacto visual mientras lamo su cadera—. Conoces mi fascinación por lo que hay aquí dentro. —Joder, sí. —Cierra los ojos con fuerza y gime—. Por favor no me recuerdes lo que está escrito en tu diario. Después de leer esa maldita cosa, tuve una erección durante más de una semana. Fue una tortura. —Así que, ¿recuerdas lo que escribí? —pregunto mientras paso las manos sobre sus caderas. —Taylor —dice, en voz baja y profunda—. Estoy absoluta y jodidamente avergonzado al decir que recuerdo cada palabra. Tu diario es como viagra literario. Tensa su mandíbula mientras acaricio sus muslos, mis dedos consiguen ir un poco más alto cada vez. Un poco más cerca de la protuberancia que muero por explorar. —Dijiste que mi pene probablemente ganaría premios —dice con voz quebrada—.‖No‖tengo‖ni‖idea‖de‖por‖qué‖hallé‖eso‖tan‖sexy.‖Oh,‖mierda…—jadea cuando suavemente froto la línea, sintiendo la presión del músculo tenso debajo de

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la tela—. Jesús. —Su mandíbula se tensa y se afloja—. No tienes ni idea de lo que me haces. De verdad que no. Cuando le desabrocho el cinturón y empiezo a bajar la cremallera, no me detiene, y me golpea una súbita revelación, que a pesar de que todo esto es nuevo para mí, sin duda ha tenido a montones de chicas haciendo esto en el pasado. Tengo miedo de no estar a la altura. —Continua —dice cuando me detengo, un borde desesperado en su voz—. Ten piedad, mujer. ¿No entiendes lo mucho que necesito que pongas tus manos sobre mí en este momento? Sus palabras me dan confianza, y cuando continuo, me observa, su pecho sube y baja rápidamente. Suaves sonidos acompañan cada exhalación. Cuando la cremallera se encuentra totalmente desabrochada, la abro y miro hacia abajo. —Oh…‖guau. Holt no usa ropa interior. Respira, Cassie. Miro su rostro. Medio se encoge de hombros, medio sonríe. —Día de lavandería. Dirijo mi atención a su entrepierna. Al bajar sus pantalones, su erección se asienta en su estómago, lo que me permite verlo realmente por primera vez. Mis predicciones de cómo luciría estaban en lo cierto. Ésta es una polla ganadora de premios. Mi investigación porno me ha enseñado que las pollas vienen en todas las formas y tamaños, y realmente aprecio un bonito pene sin importar las dimensiones. Pero la erección de Holt es igual que el resto de su cuerpo. Inexplicablemente magnífico. Grande y excitante. Lo toco suavemente, rozando mis dedos sobre la piel tensa. La textura es increíble; mucho más sedosa de lo que imaginé. Paso mis dedos sobre la longitud de la misma, y observo con asombro como una miríada de emociones se reproducen en su rostro. —¿Esto está bien? —pregunto, tocándolo con más firmeza. No responde, sólo asiente. Su aprobación me impulsa, así que me armo de valor para envolver los dedos alrededor de ella y apretar.

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—Oh, guau —digo—. Eso se siente increíble. Gime. —Puedes decirlo de nuevo. Muevo mi puño de arriba abajo suavemente, impresionada por la sensación de la piel moviéndose sobre el músculo. Alterno entre ver mi mano y ver su reacción, y pronto me vuelvo más confiada con mi presión y ritmo. —Oh... Cassie... Míralo. Mira cuán hermoso es. Su rostro es impresionante. Boca abierta, ceño fruncido. Cada pase de mis dedos lo hace jadear, gemir o maldecir. Necesito besarlo, así que sigo moviendo mi mano mientras me arrastro hacia arriba por su cuerpo y reclamo sus labios. Corresponde mi beso apasionadamente, luego, cierra sus dedos sobre los míos y aprieta. —Más fuerte —susurra, y gruñe su aprobación cuando obedezco. No sé lo que pensé que sería el tocar a Holt íntimamente, pero no comprendí que sería tan... satisfactorio. Ver su reacción ante mi toque y escuchar los ruidos que causo, es realmente lo más erótico que he experimentado. Y cuando susurra urgentemente que se vendrá, me siento como si hubiera dividido el átomo o inventado la rueda. Tan poderosa e inteligente. Cuando llega a su clímax, me asombra. Todo su cuerpo se tensa, y mentalmente reclamo la propiedad sobre su espectacular orgasmo. Hice eso. Yo. La virgen inexperta que soy, hizo que Ethan Holt se viniera, y bastante explosivamente podría añadir, en su estómago. Soy una diosa sexual. Holt gime largo y fuerte mientras termina, y beso su rostro mientras yace ahí luchando por recuperar el aliento. Después voy por un paño caliente para ayudar a limpiarlo. Cuando terminamos, se pone su camisa y abotona los pantalones, y me inunda un arrebato de emoción tan poderoso que no sé qué hacer con ella. Debe ver algo en mi rostro, porque me jala contra su pecho. —¿Cassie? Oye... —Acuna mi rostro, la preocupación mostrándose en su voz—. ¿Te arrepientes de hacerlo? Bromeaba acerca de presionarte. Nunca te haría hacer algo que no quieres. No soy así de idiota. Me río y sacudo la cabeza.

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—No, me gustó mucho, es que... —Dejo escapar un suspiro y lo miro—. Me siento tan feliz de que me las arreglé para hacer que mi no-novio se viniera. ¿Es malo que me sienta orgullosa de mí misma? Se ríe y me acaricia la mejilla. —No. Tu no-novio también está orgulloso de ti. ¿Y esta fue tu primera vez? Maldición, mujer. Odio pensar cómo serás después de un poco de práctica. —Te arruinaré para todas las demás mujeres —digo en serio. Asiente. —Demasiado tarde. Toma un profundo suspiro antes de tomar el libro y abrirlo en donde lo dejamos. —Odio decirlo, pero realmente deberíamos volver a estudiar. A menos, por supuesto, que quieras que... eh... ya sabes, devuelva el favor. Sonrío y niego con la cabeza. —No, estoy bien. Aunque tengo una petición antes de que nos pongamos todo serios con el estudio del libro de nuevo. —¿Una petición? —pregunta con una sonrisa—. Está bien. ¿Qué es? —Bésame.

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Monstruo de ojos verdes Traducido por Ivana & Hansel Corregido por Daliam

263 Miro mis manos, demasiado nerviosa para enfrentarlo, pero sabiendo por el calor en mi espalda que él está allí. —No deberías estar aquí —dice—. Si tú crees las historias sobre mí, soy un asesino. Un animal que no merece amor o bondad humana. —Lo sé. He oído hablar a la gente. Habrían preferido colgarte y bailar en tu funeral que abrir su mente por un segundo y dejar entrar un poco de razón. No son felices a menos que sean miserables, y ver los defectos de otras personas les ayuda a pasar por alto lo que odian acerca de sí mismos. —¿Pero esa no eres tú? —No. —Tomo una profunda respiración para calmar mi pulso galopante y lo miro justo a los ojos—. Puede que no sea la chica más inteligente de esta ciudad, la más bonita, o la más rica, pero conozco a la gente, así como cualquiera puede. Y aunque la gente habla de tu maldad, nunca la he visto. Todo lo que he visto es un hombre que busca una segunda oportunidad, pero es demasiado orgulloso para exigir una. Traga saliva mientras roza el dorso de sus dedos por mi mejilla. —No puedes estar diciéndome cosas como esas, chica. Hace que sea imposible no besarte.


—Eso es lo que buscaba. Entonces me besa, lentamente, cálidos labios y suaves manos. Por un momento, estoy confundida, porque sus labios se sienten diferentes, y su sabor es equivocado, pero sé que esos son pensamientos de Cassie, no Ellie. Cuando nos separamos, hay una gran ronda de aplausos cuando la escena termina. Parpadeo y tomo la mano de Connor mientras nos enfrentamos a la audiencia. Esta noche nuestra clase está realizando fragmentos de guiones que han sido elegidos y dirigidos por los estudiantes de tercer año, y aunque fue raro ser emparejada con Connor en lugar de Ethan, hice mi mejor esfuerzo para hacer que funcione. Nuestra directora, Sophie, se encuentra en la primera fila aplaudiendo y brincando, así que imagino que está feliz con lo que hemos logrado. Connor y yo hacemos una reverencia, salimos del escenario, y me da un breve abrazo, mientras la siguiente pareja se presenta. —Así que, no quiero alardear ni nada —dice—. Pero acabamos de patear traseros allí. Asiento y sonrío. —Ese estridente aplauso era el sonido de nuestra genialidad. Se ríe mientras caminamos hacia el cruce entre bastidores. —Solo tengo que buscar mi camisa, y luego vamos a observar, ¿de acuerdo? —Claro. —Te veo de vuelta aquí en un par de minutos. Estoy agradecida, porque hay alguien que realmente necesito ver. A medida que mis ojos se acostumbran a la oscuridad, puedo vislumbrar a Holt cerca de la jaula de iluminación, caminando de un lado a otro y mascullando. Esta noche está interpretando un fragmento de Glengarry Glen Ross con Troy y Lucas, y porque hemos estado ensayando en grupos separados toda la semana, apenas lo he visto. Me acerco y sonrío. Apenas me mira. —Hola. —Finjo estar despreocupada muy bien, considerando que todo lo que quiero hacer es arrastrarlo a la oscura jaula de iluminación y besarlo por todas partes—. ¿Qué tal? —Hola. —Mantiene el paso, tomando profundas respiraciones a medida que avanza.

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—¿Estás bien? —Sip. Excelente. ¿Tú? Está siendo cortante conmigo. Evitando el contacto visual. En cierto punto esperaba una recepción más cálida, considerando nuestro tiempo separados. Creo que sé lo que está mal, pero si estoy en lo cierto, entonces está siendo ridículo. —Holt… —Mira, Taylor, tengo que entrar en calor, así que si no te importa... Se aparta y gira su cuello. Lo cruje fuertemente. Decido no presionar. Pronto estará pasando al escenario, y necesita concentrarse. —¿Quieres —me acerco así nadie puede escuchar—, tú sabes, acurrucarnos? O podría darte un masaje de pies si tienes tiempo. Suspira, pero no se da vuelta. —Nop. Estoy bien. Te veré más tarde, ¿de acuerdo? Miro a mi alrededor. Aparte de Miranda, quién observa a Aiyah y Jack en el escenario, no hay nadie más que pueda vernos, así que envuelvo mis brazos alrededor de él y abrazo su espalda. Entonces pongo mi mejilla contra su hombro e inhalo. Huele tan condenadamente bien, casi gimo. Su cuerpo se tensa mientras susurra—: Basta. La gente puede ver. Le aprieto más fuerte. —No me importa. He abrazado a todo el mundo esta noche. ¿Por qué no debería abrazar a la única persona que realmente quiero? Te he extrañado. Por un segundo, no dice nada, pero luego sus hombros se desploman, coloca su mano sobre la mía y entrelaza nuestros dedos. —Maldita sea, Taylor... he... —Suspira—. Yo también. Se aleja, pero la manera en que me mira revela que me ha extrañado tanto como yo lo he extrañado. Tal vez más. Oigo pasos, y Connor aparece a mi lado. La postura de Holt es inmediatamente tensa. —Hola, Ethan. Cassie, ¿lista para salir?

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—Sí, claro —digo, a pesar de que realmente me gustaría quedarme con Holt un poco más—. Así que, Ethan, eh... tú... hazlo bien, ¿de acuerdo? Pongo los ojos en blanco por mi épica estupidez. Holt me da una sonrisa a medias, y no me gusta que se vea tan mal. Espero que sea por nervios y no por mí y Connor, pero estoy apostando que es un poco de ambos. —Que te vaya bien hombre —dice Connor y palmea el hombro de Holt—. Te veo después del espectáculo. A medida que nos alejamos, estoy segura de que oigo murmurar a Holt—: No, si te veo primero, imbécil. Unos minutos más tarde, su grupo es presentado, y tan pronto como él camina en el escenario, estoy hipnotizada. Lucas y Troy infunden la escena con el tipo de rivalidad llena de machismo que se necesita, pero es bastante claro por su energía que Holt es el macho alfa. También se ve completamente comestible en su traje y corbata. Su escena termina con una enorme cantidad de aplausos, y después de varias actuaciones más en grupo, el espectáculo ha terminado. Erika llega al escenario y hace un discurso felicitándonos en un gran esfuerzo conjunto antes de desearnos un buen fin de semana. Mientras Connor y yo nos dirigimos detrás del escenario para cambiarnos, pone su brazo alrededor de mí, como siempre. No debería hacerme sentir rara, porque siempre ha sido físicamente afectuoso, pero con las cosas estando de la manera que están con Holt, me siento culpable. Ya es bastante malo que haya pasado toda la semana besando a Connor por nuestra escena. No es como si tuviera sentimientos por Connor más allá de la amistad, pero una parte de mí se pregunta cómo sería salir con un chico que no tiene miedo de mostrar su afecto en público. Diablos, me pregunto cómo sería salir con un chico. Lo‖ que‖ Holt‖ y‖ yo‖ estamos‖ haciendo‖ apenas‖ podría‖ definirse‖ como‖ “salir”.‖ En‖ su‖ mayoría pasamos el rato en mi casa. En las raras ocasiones que sí salimos, es a fiestas con el resto de nuestra clase donde pasamos toda la noche evitándonos. Luego, cuando me lleva a casa, nos manoseamos frenéticamente hasta que alguien llega al orgasmo. Ni una vez me ha invitado a salir en una cita formal. Ni siquiera me ha invitado a su apartamento.

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—¿Nos vemos en la fiesta? —dice Connor mientras vamos por caminos separados. Asiento y lo saludo. Me gustaría pensar que Holt planea llevarme, pero lo único coherente de él es su imprevisibilidad. Cuando termino de conseguir cambiarme, agarro mi mochila y me dirijo a su camerino. Entro para encontrarlo sentado en el sofá desatándose los zapatos. Todavía está llevando los pantalones del traje, pero su camisa, corbata y chaqueta están colgando sobre la silla, y todo lo que lleva en la parte superior es una camiseta blanca sin mangas. Oh. Dios. Quedo en un estado de debilitante lujuria, viendo sus brazos flexionarse mientras tira de los cordones. Levanta la vista y me atrapa. Frunce el ceño mientras se quita los zapatos y los calcetines. —¿Estás bien? —No. —Bastante segura de que estoy con la boca abierta y babeando. Detiene lo que está haciendo. —¿Qué está mal? —¿Qué está mal? —Señalo sus hombros y brazos—. Eso es lo malo, señor. ¡Todo eso! No te veo por cinco días, ¡¿entonces apareces llevando eso?! Apoya los codos en sus rodillas mientras se mira a sí mismo. —Taylor, has visto mis brazos antes. —No recientemente. Y no son solo los brazos. Son tus hombros. Y tu cuello. Y ese poco de vello en tu pecho. Y todo junto, envuelto en ese... ese ridículo pedazo de ropa que llevas. —¿Mi camiseta? —¡Sí! Es como envolver la propia definición de la palabra "sexy" en una capa de irresistible lujuria —gruño en frustración y susurro—: Haces cosas extrañas en mí, Ethan. Me dan ganas de hacerte cosas extrañas también. Me mira fijamente por un segundo antes de arrastrar su mirada por mi cuerpo, luego hacia arriba otra vez. —¿Qué clase de cosas? —No quieres saber. —Creo que es seguro decir que realmente, realmente quiero. Muéstrame. —Es demasiado embarazoso. Vas a juzgarme. —Taylor, que no me has tocado en cinco días. ¿De verdad quieres seguir discutiendo esto, o quieres hacer algo al respecto? Tiene un punto. —Uh. Bien.

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Me acerco y me arrodillo entre sus piernas. Me mira con ojos cautelosos cuando pongo mis manos en sus muslos. —Flexiona tu bíceps —ordeno en voz baja. Parece confundido—. Solo hazlo. Niega con la cabeza antes de apretar el puño y doblar el brazo, haciendo que los músculos se contraigan y aprieten en maneras que me hace morder la lengua para contenerme de hacer un sonido vergonzosamente lascivo. Me inclino hacia delante y presiono mis labios contra el músculo apretado. Holt parece confundido. Cuando arrastro mis dientes sobre la suave piel y presiono por debajo de la dureza, frunce el ceño. Cierro mis ojos y chupo en el marcado músculo. Hace un sonido ahogado, y cuando lo miro, me doy cuenta de que está jadeando y sus pupilas están enormes. Le doy al bíceps una última chupada antes de mi mortificación gane, y retrocedo. —Ese es el tipo de cosas que me dan ganas de hacer —digo mientras me siento sobre los talones—. Ahora, ¿no estás avergonzado por cómo alguien está tan obviamente perturbada? Baja su brazo y parpadea. —No tienes ni idea, ¿verdad? Literalmente, no tienes idea. —¿Acerca de qué? —Acerca de cuán increíble y malditamente sexy eres. Envuelve un brazo alrededor de mí y me tira hacia adelante mientras extiende sus dedos por mi mejilla y me besa, rápido y apasionado. Su boca es cálida e insistente. Reacciono haciendo más ruido de lo que es probablemente prudente, considerando que puedo escuchar a mis compañeros moverse fuera de la puerta del camerino. —Sshhh —susurra mientras me tira contra él. Estoy mareada, y agarro sus hombros mientras besa bajo mi mandíbula y en mi cuello. —Guau —le digo, sin aliento—. Si es así como reaccionas cuando chupo tu bíceps, imagina la diversión que vamos a tener cuando llegue a otras partes de tu anatomía. De inmediato se congela.

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Y ahí está. La reacción que siempre tiene cuando insinúo que me gustaría llevarlo a mi boca. —Sabes —le digo, tratando de aflojar sus brazos para que pueda tirar atrás y mirarlo—, la mayoría de los hombres tienen una reacción completamente diferente cuando una chica le ofrece placer oral. ¿Tienes miedo de que no vaya a hacerlo bien, porque no tengo experiencia? Puedo asegurarte, he visto el suficiente porno para conocer mi camino alrededor de un pene. Quiero decir, no sé si seré capaz de llevarlo hasta el fondo como una de esas chicas, pero estoy segura, que con la suficiente‖pr{ctica‖podría… —No me jodas, Taylor... —Me suelta y se desploma contra el sofá—. Solo... no puedes ir por ahí diciendo ese tipo de cosas. —¿Por qué no? —Porque... —frota sus ojos, luego me mira, dolido y encendido—. Estoy tratando de no dejar que las cosas se salgan de control contigo, y si sigues diciendo esas cosas, va a ser jodidamente imposible. —Bien. No voy a hablar. Empujo su camiseta y beso su estómago antes de bajar a la cintura de sus pantalones. Un largo, torturado gemido se derrama de él. —No puedo —dice, su voz temblorosa—. Alguien podría entrar en cualquier momento. —¿Y? —Desengancho la hebilla de su cinturón—. Estoy segura que no es la primera vez que estudiantes de teatro han sido atrapados dándose placer mutuamente entre bastidores. Somos un grupo muy caliente, o ¿no te has dado cuenta? Lo acaricio a través de sus pantalones, y aunque su acompañado gemido suena como una protesta, no me detiene. —Me estás matando, Taylor. Sabes eso, ¿verdad? Cada vez que me tocas, me matas un poco más. Hay un ajetreo de pies corriendo afuera, y Holt se levanta del sofá y asegura nuevamente sus pantalones justo antes de que la puerta se abra de golpe, y un desnudo Jack Avery aparezca en la habitación. —¡Carrera de desnudos pre-fiesta! —Hace una vuelta rápida por la habitación y sale.

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—Jesús. No necesitaba ver eso. —Holt da zancadas hacia la puerta abierta—. ¿Por qué estas malditas puertas no tienen cerraduras? ¡Oculta tu vergüenza, Avery! Cierra la puerta y se desploma de nuevo en el sofá. —En realidad —digo—, el desnudo Jack no tiene nada de qué avergonzarse. ¿Quién sabía que el tipo raro empacaba ese sable de luz más-grande-que-elpromedio en su ropa interior de Star Wars? Holt pone los ojos en blanco, y me río cuando me siento a su lado y acaricio su nuca. —Estuviste muy bien esta noche —le digo, pasando mis dedos por encima de su oreja. Levanta las cejas. —¿Sí? —Sí. Amo verte en el escenario. Eres tan... sexy. Y talentoso. De hecho, creo que eres sexy porque tienes talento. Quiero decir, también eres ridículamente guapo, pero también lo son los actores de telenovela, y hacen absolutamente nada para mí porque son terribles actores. Así que sí, encuentro tu talento excitante. ¿Eso es raro? ¿Debo dejar de hablar ahora? Sonríe y se inclina hacia adelante. —Sí. Toma mi cara entre sus manos y me besa suavemente. Agarro sus brazos para no perder el equilibrio mientras mi corazón golpea a toda marcha. Me tira hacia atrás y suspira. —Eres talentosa, también. Demasiado talentosa en demasiadas maneras. —Entonces —le digo mientras tomo su mano y acaricio sus dedos—. ¿Has visto mi escena con Connor? Se tensa. —Eh... sí. Lo vi entre bastidores. Un indicio de agitación se arrastra sobre su rostro, y casi puedo oír su cerebro susurrando cosas que no son ciertas. —¿Y qué te pareció? —Estuviste bien. —Ajá. ¿Y Connor? Se encoge de hombros y se pone de pie. —Estuvo bien. Hizo algunas elecciones obvias, pero supongo que funcionaron.

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Se quita los pantalones, y me da una muy buena vista de su trasero en un bóxer gris oscuro antes de ponerse sus pantalones vaqueros. —Así que... ¿no quieres hablar de cualquier otra cosa que tenga que ver con la escena? Agarra un suéter con cuello en V y lo tira sobre su cabeza. —Nop. —Sube las mangas y pasa la mano por su pelo. —¿No te importa que lo besé? Se sienta en una silla frente a mí, y saca las botas y los calcetines por debajo de la mesa. —Me importa. Es solo que no quiero hablar de ello. —¿Por qué no? —Porque —dice mientras se pone un calcetín—, hablarlo... incluso pensarlo, me hace irracional y malditamente enojado. Guauu. Está admitiendo algo. Esto es épico. —Holt, sabes que no tienes nada de que estar celoso, ¿verdad? Empuja su pie en la bota y tira bruscamente de los cordones. —¿No lo hago? Te veías genial en ese beso. Y ha sido evidente desde el primer día que Connor quiere meterse en tus pantalones. Me acerco y me paro frente a él mientras ata su otra bota. —No creo que lo haga nunca más. Desde esa primer fiesta cuando lo detuve de besarme, creo que sabe que... bueno... Termina con sus cordones y me mira. —¿Sabe qué? Me concentro en la pequeña línea del ceño entre sus cejas. —Incluso en ese entonces, se había dado cuenta que yo... ya sabes... te gusto. Se reclina en la silla y suspira. —Sí, bueno, eso no quiere decir que dejaste de gustarle. Solo comenzó a ocultarlo mejor. —Lo está ocultando bastante bien. Durante toda nuestra semana de ensayos, no hizo una sola insinuación hacia mí. —Aparte de todo ese tiempo que pasó chupando tu cara, por supuesto. Parpadeo. —Eh... sí. Aparte de eso. Se pone de pie y da un paso hacia mí. —¿Usó la lengua? —Un poco. —¿Cuán poco?

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Tomo su nuca y tiro la cabeza hacia abajo. —Algo así como esto. Lo beso lentamente, luego tomo su labio superior entre los míos y chupo suavemente antes de repetir la jugada en su labio inferior. Él hace un ruido y me aleja para mirarme. —Jesús, Cassie, ¡¿Te besó así?! —Eh... más o menos. —¡¿Algo así?! —Bueno, sí, pero... era diferente porque eran nuestros personajes, y... no eras tú. Y eso lo hizo todo mal. Deja caer la cabeza. No me estoy explicando bien, pero no sé qué decirle. —Él y yo no tenemos ninguna química que tú y yo tenemos. —Desde donde yo estaba, parecía que tenías bastante química. —Solo estábamos actuando. ¿Has visto la escena de amor entre Miranda y Jack? Eso fue caliente como el infierno, pero no es que Miranda tuvo que negociar su tarjeta de lesbiana y quiere lanzarse sobre Jack. Simplemente se veía de esa manera. Camina a mí alrededor y agarra una percha del perchero antes de colgar su traje y cerrarlo en un portatrajes. —Ethan, vamos. —Te creo —dice mientras lo empuja en el perchero—. Lógicamente, sé que hiciste lo que se necesitaba para hacer el trabajo de escena. Pero... —¿Pero qué? Pone sus manos en los bolsillos y sopla un suspiro. —Me hizo sentir mal, ver que lo besaste. —Me mira, y hasta ahora no parece del todo bien—. Me volvió loco, Taylor, y no estoy diciendo eso como exageración. Verdaderamente me sentí desquiciado. Comoque podría haberlo molido a palos por tocarte. —¿Así como le hiciste con Matt cuando te enteraste de él y Vanessa? — pregunto. Se ríe amargamente y sacude su cabeza. —Jesús, ¿hay algo que mi maldita hermana no te ha dicho? Me acerco y pongo mis manos en su pecho, y luego lo acaricio a través de su suéter. —Ethan, no te engañaría con Connor.

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Baja la mirada, pareciendo más vulnerable de lo que lo he visto por mucho tiempo. —Eso lo sé. —Nunca te engañaría, con nadie. —Sí, bueno, técnicamente, no puedes engañarme, porque no soy tu novio. Sus palabras al principio me impactan como un golpe bajo, pero tengo que recordar con quién estoy hablando. —Lo curioso es, que el sonido es muy parecido a mi novio. —Paso mis manos por su cuello—. Mi extremadamente caliente, novio celoso. Saco sus manos de sus bolsillos y las pongo alrededor de mi cintura. Su característico parpadeo de miedo hace chispas en sus ojos, antes de sacudir su cabeza y acariciar la parte baja de mi espalda. —Taylor, tienes un gusto apestoso. Hay chicos que serían mucho mejores novios que yo. Apostaría a que Connor sería un novio espectacular, uno de esos repugnantes idiotas que te regalan flores en el medio de la cafetería o que contratan una orquesta para tu cumpleaños. —¿Me estás diciendo que debería salir con Connor en vez de salir contigo? —Él sería mejor para ti que yo. —Oh, en ese caso, será mejor que vaya a buscarlo. —Me volteo para salir, pero solo doy tres pasos antes de que él me gire, presione contra la puerta y me bese, todo bocas abiertas y lenguas suaves. Juro por mi vida que no puedo recordar de qué estábamos hablando hace treinta segundos. Cuando él se retira, los dos estamos sin aliento. —Entonces, no estoy seguro de si entendiste el sutil subtítulo ahí —dice—, pero realmente me gustaría que te mangas malditamente alejada de Connor. ¿Está bien? Mi corazón está latiendo realmente rápido. —Si Connor supiera que eres mi novio, sabría que no estoy disponible. No entiendo por qué no podemos hacerlo público. Inclina su cabeza hacia la mía. —Cassie, he tenido relaciones de alto perfil. Cuando las cosas van mal, solo hace que sea mucho más difícil de tratar. —Entiendo eso, pero estamos trabajando sobre la suposición de que algo irá mal con nosotros. Quizá no lo hará. Quizá seremos perfectamente felices y nunca pelearemos.

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Él ríe. —¿Nos conoces, verdad? Peleamos todo el tiempo. —Aprieta sus brazos alrededor de mí y me tira más firmemente contra él—. Solo quiero mantener esto entre nosotros por un poco más de tiempo. ¿Está bien? Asiento. —Supongo‖que‖solo…‖No‖quiero‖sentir‖que‖est{s‖avergonzado‖de‖ que las personas sepan que te gusto, o lo que sea. —No estoy avergonzado —Ahueca mi cara—. Bueno, en realidad, estoy un poco avergonzado de mi constante erección, pero ese no es el punto. Solo no quiero que la gente esté juzgándonos y hablando a nuestras espaldas. Preferiría que lo mantengamos en privado. Suspiro y corro mis dedos por la barba en su mandíbula. —Está bien. Podemos mantenerlo en secreto por un tiempo, pero ¿qué digo si alguien me pregunta directamente acerca de nosotros? Hay un murmullo de voces en el pasillo, y él de inmediato da unos pasos de distancia y mete las manos en sus bolsillos. —Miente. —¿Y si pregunta Connor? Entorna los ojos. —Dile a ese hijo de puta que estamos comprometidos.

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El vestíbulo del Teatro Majestic está lleno de artistas, productores, patrocinadores y espectadores ávidos, todos unidos por una de las más grandes recaudaciones de fondos en el calendario de Broadway. Cada miembro de la audiencia pagó centenas de dólares para ver fragmentos de las mejores obras que se presentan actualmente en la zona del teatro, con todas las ganancias dirigidas a Variety Performers de America Benevolent Fund. Holt y yo realizamos un corto fragmento de nuestro espectáculo como una vista previa antes de la apertura, y a juzgar por la reacción de la audiencia, nuestro espectáculo será un auténtico éxito. Incluso ahora, a medida que avanzamos por el vestíbulo, la gente nos sigue deteniendo para decirnos lo mucho que están deseando verlo. Diviso a Marco al otro lado de la habitación, radiante. Se siente bien saber que el efecto es positivo. Hace un poco más soportable mi creciente ansiedad acerca de la apertura de esa noche. Con su mano en la parte baja de mi espalda, Holt me dirige a un rincón alejado del vestíbulo. Alberga una mala estatua de un hombre con un pene anormalmente pequeño de mármol falso, pero al menos es libre del ruido y el gentío del resto de la habitación. —Siento frotarme contra ti —dice—. Fue inevitable en aquella multitud. —Sí, eso era lo que pensé las primeras tres veces que lo hiciste. Luego fue solo innecesario. Parece sorprendido. —Taylor, ¿estás insinuando que me froté contra ti a propósito? Él se mueve hacia adelante, hasta que mi espalda queda contra una columna. —Eso es insultante. Nunca me rebajaría tanto. Si te quisiera acosar sexualmente, sería todo sutil al respecto, como esto. Hace una ridícula cara sexy y me presiona contra la pared y, aunque quiero reírme de sus payasadas, la verdad es que, tener su cuerpo presionando contra mí, arruina mi habilidad de hacer cualquier cosa excepto respirar. Una carcajada cercana me trae de nuevo a la realidad y una punzada de nerviosismo corre por mi columna vertebral cuando noto que todavía nos pueden ver.

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—Bien, señor Humpsalot, acabe con esto. —Empujo su pecho hasta que él da un paso atrás—. Hay periodistas aquí. No queremos que tengan una impresión equivocada. —¿Que disfruto rozándome contra ti? Porque eso no es una impresión equivocada. Es un hecho indiscutible. ¿Cómo es que aún no lo sabes? —Lo que quiero decir es, que podrían pensar que estamos... bueno... ya sabes... Su sonrisa disminuye un poco. —No. ¿Por qué no me lo dices? Suspiro y lo miro fijamente. —Ellos‖podrían‖pensar‖que‖nosotros‖estamos…‖ juntos. Y no lo estamos. Veo un destello de decepción en su cara, pero lo esconde rápidamente. Pone su mano en la columna, detrás de mi cabeza y se inclina hacia abajo. —Ya sabes, sería muy buena publicidad para nuestro espectáculo si estuviéramos‖ juntos.‖ Digo,‖ solo‖ piénsalo,‖ “Pareja‖ real‖ actuando‖ de‖ amantes”.‖ La‖ prensa se alimentaría de ello. —Ethan… —Por supuesto, tendríamos que hacer mucha publicidad. Tendría que llevarte a los restaurantes más importantes y asegurarme de que los paparazzi estén viendo cuando te bese... y succione tu cuello... y ponga mi mano entre tus piernas debajo de la mesa. La unión de mis muslos se ilumina ante el pensamiento. Me inclino más pesadamente contra el pilar. —Si realmente quieres que nuestro espectáculo sea un éxito —dice mientras su mirada parpadea entre mis ojos y boca—, entonces tendrías que estar de acuerdo en que te bese. Ahora. Frente a todas estas personas. Me mira fijamente, y lo único que puedo hacer es mirar sus labios mientras mi lujuria pelea contra mi miedo. —Solo di que sí, Cassie. No lo pienses tanto. Su boca está cerca. Casi demasiado cerca como para que yo le niegue algo. —Ethan… —No,‖no‖“Ethan”.‖“Sí”.‖O‖mejor‖aún:‖“Si,‖por‖favor,‖Dios,‖bésame‖antes‖de‖ que‖ los‖ dos‖ enloquezcamos”‖ también‖ funcionaría‖ para‖ mí.‖ “Mierda,‖ ¡sí!”‖ con‖ un‖ puño en el aire acompañándolo sería aceptable también.

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Tengo que sonreír. Dios, lo amo. Jadeo. Guau. No estoy lista para enfrentar esa realidad aún. Él lee la expresión de pánico en mi rostro y deja caer su cabeza derrotado. — Bueno, está bien, no hay besos, pero déjame decirte que es una oportunidad perdida. ¿Alcohol? —Sí, por favor. —Oh,‖así‖que‖¿Puedes‖decir‖"Sí,‖por‖favor”‖a‖la‖bebida,‖pero a mí no? Lindo. Taylor, si nuestro show fracasa, sólo sé que es porque no te uniste a mi hacerlocon-Ethan-tan-pronto-como-sea-posible plan de publicidad. Espero que puedas vivir con esa decisión. Río y le palmeo el brazo. —Un coctel de Vodka, por favor. —Sí, lo que sea. —Él se hace el malhumorado mientras hace su camino a través de la multitud hacia la barra y tan pronto como se va de mi lado, lo echo de menos. Doy un paso fuera del rincón y tomo una respiración profunda. Tan hermoso, paciente y divertido como él es, todavía hay un fragmento de algo dentro mío que retuerce y quema sin razón o advertencia, y eso me aterroriza, porque algunas veces me hace sentir como que el espíritu del pasado siempre estará sobre nosotros, empujándolo lejos cuando lo quiero cerca. Siento una mano deslizarse alrededor de mi cintura y me estremezco con sorpresa cuando me volteo y veo una cara familiar. —¡Connor! Oh, Dios, Connor. —Hola, Cassie —dice y se inclina para besar mi mejilla—. ¿Cómo has estado? —Realmente bien, ¿Y tú? ¿Qué está haciendo aquí? Vete. Por favor, vete ahora. —Estoy genial. A punto de estrenar la nueva producción de Arcadia abajo en el Teatro Ethel Barrymore. —¡Lo escuché! Eso es fantástico. No puedo esperar a ir y verlo.

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—Bueno, avísame cuándo quieras ir y te conseguiré asientos especiales. —Eso sería genial. Nunca iría a verlo. Él lo sabe. He arruinado nuestra amistad. Soy una persona de mierda. Seguimos en silencio y solo nos miramos por unos segundos hasta que la incomodidad se instala entre nosotros. —Te ves hermosa —dice y bajo mi mirada porque ya no puedo seguir mirándolo a los ojos—. Como de costumbre. —Connor… —¿Cómo va la obra? —pregunta, cambiando de tema—. Debe ser raro trabajar con Ethan de nuevo, ¿eh? Levantó la vista y observo a Holt esperando por ser atendido. —Sip —Meto mi cabello detrás de mí oreja y empujo lejos mi creciente pánico—. Raro es la palabra correcta. ¿Él sabe que estás aquí? Sacude la cabeza. —No. Quería verte primero. Saludarte.‖Yo…‖yo‖no‖estaba‖ seguro de cuánto le contaste acerca de nosotros. No quería que las cosas fueran incómodas. Suspiro. Incómodo parece ser el lugar en donde vivo estos días. Allí mismo, en la esquina de la avenida Locura. —No le conté nada —digo, deseando que Connor se fuera antes de que Holt regresara—, y realmente apreciaría que no lo mencionaras. Estrenamos en una semana y no quiero causar drama. —¿No me digas que volvieron juntos? —pregunta, su cara volviéndose oscura. —No,‖no‖lo‖hicimos.‖Nosotros‖solo…‖estamos‖tratando‖de‖ser‖amigos. Cuando subo la mirada, veo a Holt caminando hacia nosotros y siento como que voy a tener un derrame cerebral, mi corazón latiendo muy rápido. Connor sigue mi mirada mientras una irónica sonrisa se instala en su rostro. —Bueno, adivino que algunas cosas nunca cambian. No puedo creer que después de lo que te hizo, sigues completamente enamorada de él. Lo miro rápidamente. —Eso no es cierto. —Oh, por favor, Cassie. Incluso cuando te decidiste a odiarlo. Estabas tan obsesionada, que no pudiste ver otras opciones que estaban justo frente a ti.

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—Connor… —Yo nunca te dañaría como él lo hizo. Pero supongo que es sólo historia ahora, ¿no? Se encoge, pero sé cuánto daño le hice y eso me hace sentir como una mierda. —Espero que sepas qué diablos estás haciendo, porque si él te lastima de nuevo…‖—sacude su cabeza —. Mereces ser feliz, Cassie. Eso es todo lo que estoy diciendo. Asiento. Las cosas podrían haber sido muy diferentes si yo solo hubiera podido hacer que las cosas funcionaran con Connor. Pero no pude. Lo intenté. Los dos sabemos que realmente lo intenté. —Hola, Connor —Holt me entrega mi bebida y luego sacude la mano de Connor. Para su crédito, se ve realmente contento de verlo. Yo, por otro lado, estoy a punto de perder el conocimiento—. Escuché que estás haciendo Arcadia, hombre. Felicidades. El elenco luce asombroso. Connor fuerza una sonrisa. —Hola, Ethan. Sí, es genial. Las reservas están yendo de maravilla, así que espero que sea un lindo y largo camino. Holt sonríe y gesticula hacia el bar. —¿Puedo conseguirte una bebida? Tienen un poco de cerveza importada decente. O si quieres vivir peligrosamente, puedo conseguirte una de esas mounstrosidades rosas que Taylor bebe, aunque estoy seguro de que está hecho solo de Vodka y azúcar. Connor me mira y sonríe, pero hay tristeza en sus ojos. —Sí,‖ bueno…‖ ella‖ siempre ha tenido un gusto cuestionable. Algo cambia en el aire, y cuando miro hacia Holt está mirando a Connor, su sonrisa ya inexistente. De repente creo que es realmente importante que Connor se vaya. Como si sintiera la tensión en el edificio, Connor dice—: Bueno, ha sido bueno verlos, chicos, pero tengo que volver con el resto de mi elenco. Espero que puedan ir alguna noche y ver el espectáculo. —Nos mira mientras dice esto, pero sé que solo me lo está diciendo a mí. »Nos vemos, Ethan —dice él, su voz no tan amigable. Luego besa mi mejilla y susurra—: Cuídate, Cassie. Por favor. Él se va y a pesar de que la habitación está repleta de personas hablando y riendo, todo en lo que puedo concentrarme es en el absoluto silencio que rodea a Holt. Toma varios tragos de cerveza y finge mirar algo en la habitación, pero

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puedo ver que sus ojos están vidriosos y desenfocados. Él no está mirando algo a pesar de lo mucho que está tratando de no mirarme. Me retuerzo porque sé, sin ninguna duda, qué es lo que está por decir. —Te acostaste con él, ¿verdad? —pregunta en voz baja. No suena enojado, ni‖siquiera‖dolido.‖Solo…‖resignado.‖ Cuando no respondo, me mira. Puedo ver que está intentando contener todo lo que está sintiendo. Sus labios están presionados juntos y mi corazón está latiendo tan fuerte que no puedo escuchar nada. —Ethan… —Sólo dime, Cassie. No voy a hacer una escena. Solo necesito saberlo. —Ya lo sabes. Él resopla con frustración. —Necesito escucharte decirlo. Tomo una profunda respiración y empujo lejos las náuseas. —Sí. Dormimos juntos. Parpadea, pero no deja de mirarme. —¿Cuándo? —Tú sabes cuándo. —Después de la graduación. —Sí. —Inmediatamente después de que me fui. —Sí. —¿Por cuánto tiempo? —Tres meses. —¡¿Tres meses?! —ríe, pero es un sonido amargo—. Tres‖ malditos…‖ — asiente y toma otro trago de cerveza, su expresión intensa—. Entonces, ustedes dos estaban…‖¿Qué?‖¿En‖una‖relación?‖¿Saliendo? —No.‖Digo…‖un‖poco.‖Él‖quería,‖pero‖yo‖solo…‖no‖podía.‖No‖me‖sentía‖de‖ la misma forma hacia él. Fue solo sexo. Se ríe de nuevo y está mirando a todos lados menos a mí. —Ethan…‖estaba‖enojada‖y‖herida.‖Él‖estaba‖allí.‖Tú‖no. Toma más cerveza, apretando y relajando su mandíbula. —No puedes estar enojado por algo que sucedió después de que te fuiste. Eso no es justo.

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—Lo sé —dice en voz baja—. Sé que no debería querer romper la cara de Connor‖pero…‖Jesús,‖Cassie,‖¡¿Tres‖meses?! Toma una respiración profunda y la deja ir lentamente antes de mirarme. —Yo sé que has estado con otros hombres desde que te dejé —dice—. Te escuché hablando con Tristan de eso la noche que fui a tu apartamento. Y a pesar de que malditamente me mató oír eso, le hice frente diciéndome que eran solo chicos sin rostro ni nombre. Chicos de una noche que satisfacían tus necesidades. Que‖no‖significaban‖nada… —Ellos no significaron nada. Nadie significó nada por el tiempo que puedo recordar. —Connor significó algo. —No. —Cassie, no puedes decirme que tuviste sexo con él por tres meses sin que significara algo. Una cosa es coger a alguien que encontraste en un bar y que no vuelves a ver. Otra es tener relaciones sexuales con alguien que te importa. Por lo que sé, él era tu amigo, entonces tenías que tener algunos sentimientos hacia él. —Obviamente que lo que sea que sentí por él no fue suficiente. Nada fue lo suficiente para mí después de ti. Cuando me mira, puedo decir que está enojado. Pero debajo de todo su enojo hay dolor, tan profundo y puro que no puedo mirarlo a los ojos, porque su dolor hace eco adentro mío. —¿Piensas que no sé qué esto es mi culpa? —pregunta mientras se inclina hacia adelante—. Sé eso, ¿bien? Y malditamente me mata. Y lo que es peor, pude haberte perdido por alguien como Connor. Alguien que nunca te hubiera tratado de la forma en que yo lo hice. Miro hacia Connor, al otro lado de la habitación. Él está mirando a mí y a Holt con preocupación. Él sabe que estamos peleando. Holt se desplaza de un pie al otro, tratando de mantener el control. No sé qué decirle. Sus celos no tienen sentido. Nunca los tuvieron. Como si él hubiera tenido algo de lo que estar celoso. —¿Por qué no pudiste hacerlo funcionar con él? —pregunta y coloca su botella de cerveza en el banco al lado nuestro antes de mirar sus pies—. Dijiste que él quería más. ¿Por qué tu no? —Me he hecho esa pregunta muchas veces, he perdido la cuenta.

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—¿Y cuál es la respuesta? Respiro. —No lo sé. Connor piensa que nunca tuvo una oportunidad conmigo porque todavía estaba enamorada de ti. Él escanea mi rostro, luego lame sus labios antes de preguntar. —¿Y tú qué piensas? Lucho por mantener mi voz firme. —Pienso que, probablemente, él está en lo correcto. Me mira por un largo tiempo, su cerebro procesando mis palabras, notando que‖dije‖que‖“estaba”‖enamorada.‖Sin‖admitir‖cómo‖me‖siento‖ahora. Rezo para que no me pregunte, porque sé que no puedo decirlo. No aún. Eso sería como cortar mi pecho y entregarle mi corazón otra vez, y no estoy ni cerca de estar lista para hacer eso. —Entonces, ¿dónde nos deja eso? —pregunta, con el ceño fruncido—. A juzgar por la forma en que Connor te miraba, si le dices una palabra, él volvería contigo ahora mismo. —¿Y lo dejarías? Me mira fijamente durante varios segundos antes de responder. —Si eso es lo que quieres. Si crees que él te hará más feliz de lo que yo hice. Tomo una respiración temblorosa y pongo mi mano en su pecho, el primer contacto voluntario que hago en días. Él parpadea con sorpresa. —Entonces, si te digo que no te quiero, que no te amo, y que necesito a Connor en mi vida en vez de a ti, ¿dejarás de pelear‖por‖mí?‖Tu‖solo…‖¿Me‖dejar{s‖ ir? Aprieta su mandíbula y coloca su mano sobre la mía antes de presionarla contra su pecho. —No. —¿Por qué no? —Porque estarías mintiendo. Dejé escapar un suspiro tembloroso. —Sí, lo estaría haciendo. De repente sus manos están en mi rostro y antes de que siquiera pueda protestar porque estamos en una habitación repleta de personas, él está besándome. Mi aliento se atasca mientras sus labios se mueven suavemente contra los míos, y estoy tan devastada por la sensación que dejo de preocuparme acerca de que Connor, Marco y los miembros del club de prensa de Broadway están de pie alrededor de nosotros.

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Mi estómago se retuerce y voltea mientras que él inclina mi cabeza y me besa más profundo, la respiración ruidosa y superficial mientras él casi gime en mi boca. Sus manos están en mi rostro y cuello, acercándome y acariciándome de un modo que me hace perder la noción del tiempo y el lugar y solo me derrito junto a él como si fuésemos dos compuestos químicos altamente combustibles que se encienden cuando entran en contacto. Parte de la razón por la que nunca podría superarlo es que sólo él puede hacerme reaccionar así. Todos los otros hombres eran como un fósforo, encendiendo cierta pasión, pero breve y sin complicaciones. Ethan es como un volcán. Una serie interminable de profundas erupciones. Me presiona contra la columna, sus manos ahuecando mi rostro y allí es cuando se convierte en demasiado. Él es muy importante, y los sentimientos que estoy teniendo son muy grandes para mi corazón en arreglo. Lo empujo y agarro su camiseta, mareada e inestable. —Lo siento —dice sin aliento—. Pero…‖ bueno…‖ Jesús,‖ Cassie,‖ no‖ puedes‖ solo decir que me quieres y esperar que no pierda mi mente por completo. Sé que no puedes darme todo de ti ahora, pero solo necesitaba tener una pequeña parte. Una pieza que no haya sido de Connor, o de cualquier otro chico con quién hayas estado. Solo mío. Y espero que Connor, y cualquier otro hombre en este cuarto, haya visto ese espectacular beso, porque ninguno de los testigos puede negar que estamos destinados a estar juntos, en especial no tú. Doy un paso atrás y me apoyo en la columna, jadeando y tratando de calmarme. Él tiene razón. Ese beso prácticamente destruyó cualquier duda que tenía acerca de quererlo en mi vida nuevamente, pero eso no quiere decir que esté lista para estar con él en una sala llena de mis compañeros. Estoy tan atrapada en el momento, que ni siquiera noto que muchas personas tienen las cámaras de sus teléfonos apuntando a nosotros.

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Negación Traducido por Paola07 & becky_abc2 Corregido por Mery St. Clair

—Taylor, solo pégalo a tu boca. —No me apresures. Nunca he hecho esto. —Sí, bueno, la mejor manera de aprender es solo haciéndolo. —No sé qué diablos estoy haciendo. —Deja de intentar librarte de esto. Solo rodéalo con tus labios y chupa. No es ciencia espacial. —Oh Dios mío, Cassie —dice Zoe y rueda los ojos—. Hazlo o pásalo, nosotros queremos un poco más, ¿sabes? Me frunce el ceño mientras yo observo el porro encendido en mi mano. Estoy tentada a pasarlo, pero no quiero parecer la chica ingenua que en realidad soy, así que lo pongo en mis labios y chupo con fuerza. Termino inhalando una bocanada abrasadora de humo corrosivo. Todos ríen mientras tengo un ataque masivo de tos. Holt palmea gentilmente mi espalda. —Deja tus labios un poco separados cuando inhales —dice mientras intenta no reír—, de ese modo aspirarás un poco de aire con el humo y ardera menos. —¿No pudiste decírmelo antes? —Chillo mientras me da su botella de agua. Se encoje de hombros y sonríe. —¿Y dónde quedaría la diversión?

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Golpeo su brazo mientras tomo la botella y bebo. —Prueba de nuevo —dice Lucas y agita su mano hacia mí—, como Ethan dijo y toma más aire, luego retenlo en tus pulmones tanto como puedas. Esa es la mejor‖manera‖de‖tener‖un‖“viaje”‖decente. Lo hago como él dice, el humo aun quema, pero me las arreglo para mantenerlo dentro por unos buenos 10 segundos antes de soltarlo. —Bien —dice Lucas y todos me dan una ligera ronda de aplausos. Jack toma el porro. —Te convertiremos en una profesional en poco tiempo. —Impresionante —digo débilmente mientras tomo de nuevo el agua de Holt y le doy un largo trago. —Aun no puedo creer que esta sea tu primera vez —dice Zoe con desdén—. ¿Qué adolescente americano que se respete llega a la edad de diecinueve sin drogarse al menos una vez? Me encojo de hombros. —¿La hija del papa más estricto del mundo? Zoe hace una mueca. —Cassie, eso no es pretexto. ¿No viste Footloose? La hija del predicador hizo de todo excepto prostituirse después de ir a la iglesia. Tener un papi sobreprotector debió hacerte más rebelde, no menos. ¡Dios! Por alguna razón, Jack y Lucas encontraron su declaración divertidísima y se rieron. Eso me hizo sonreír. Zoe lo nota y su cara hace una extraña mueca entre enojada y feliz. La felicidad eventualmente gana y me sonríe abiertamente mientras Jack le pasa el porro. ¡Guau! ¿La marihuana tiene una forma mágica de hacer que los enemigos mortales se caigan bien? ¿Por qué esta cosa no es legal? Holt toma el porro de Zoe y entrecierra los ojos mientras inhala. Sus largos dedos se doblan y absorbe con los labios fruncidos. A mi lado, Zoe gime. —No me jodas, Ethan, tienes los mejores labios. Él le da una sonrisa con la boca cerrada mientras sostiene el humo, y yo casi me ahogo tratando de no reírme de la expresión de lujuria en su rostro. Ella se siente atraída por él. Sé cómo se siente. —¡Ugh! Holt —Se queja Jack—. ¿Tienes que acaparar a todas las chicas? ¿No puedes dejar alguna para nosotros?

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Holt le pasa el porro y se encoje de hombros. Luego se voltea y se inclina mientras sostiene mi cabeza. Al principio, me sorprendo, porque creo que va a besarme, lo cual es raro ya que en las últimas semanas hemos sido extremadamente cuidadosos de no dar muestras de cariño enfrente de la clase. Pero en el último segundo, cierne su boca sobre la mía para exhalar, y me doy cuenta que quiere que respire el humo. Aspiro, todo mi cuerpo hormigueando mientras él sonríe pasando su pulgar súper despacio por mi mejilla. Guau. Fuegos artificiales bajo mi piel. Un hormigueo caliente. Definitivamente siento la marihuana afectándome. Todo parece enfocarse e ir más despacio. Por un largo momento, todo lo que puedo ver es la cara de Holt frente de mí. Parpadea lentamente y puedo oír sus pestañas tocando sus parpados. Luego se humedece sus labios, lentamente con su lengua rosada. El ruido sordo de una canción de Barry White se pone en marcha en mi cerebro. —Bésala —grita Jack, antes de hacer ruidos obscenos con la boca. Holt parpadea, cuando aparta la mirada, mi cara arde y otras partes de mí, más cercanas al sur, están incluso más calientes. —Entonces, ¿qué es exactamente lo que pasa entre ustedes dos? —pregunta Jack con voz tensa mientras inhala—. ¿Están follando? Holt le lanza una mirada fulminante antes de arrebatarle el porro y entregármelo. —Eres tan malditamente vulgar, Avery. No, no estamos de follando. —Entonces, ¿qué están haciendo? Danos los detalles calientes. —No estamos haciendo nada —dice Holt—. Cambia el maldito tema. —Me gustaría saberlo también —dice Zoe—. Después de Romeo y Julieta, todos pensamos que estaban haciéndolo, pero casi nunca se tocan entre sí ahora que la obra terminó, así que no estamos seguros. Aclara los rumores. Cuéntanos lo que está pasando. Holt suspira y sacude la cabeza. —No hay nada que decir. Taylor y yo somos amigos. Nada más. Aunque sé que está mintiendo, me siento incomoda. —Y una mierda que solo son amigos —dice Jack mientras me quita el porro—, tengo un vago recuerdo de ustedes dos besándose en mi cama la noche de la apertura. O al menos creo que eras tú.

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Holt se ríe antes de recargarse en el árbol con los brazos cruzados sobre su pecho. —Avery, estabas tan borracho y drogado esa noche que imaginas cosas. Durante casi una hora le hablaste a la gente en idioma pitufo, fue pitufimolesto. —Estás lleno de mierda, Holt —dice Jack—. ¿Cassie? ¿Te importaría confirmar o negar si estabas pitufiando con Holt hasta dejarlo sin sentido? Mi rubor se intensifica. —Jack, puedo decir con la mayor honestidad que definitivamente no estaba pitufiando con Holt, espera, ¿pitufear significa teniendo sexo, correcto? ¿Cómo diablos los pitufos saben lo que están hablando la mayor parte del tiempo? ¿Pitufo es un sustantivo? ¿Es un verbo? Estoy tan confundida. —Sí, Taylor, estamos hablando de sexo. —Bien, entonces, no, definitivamente no. Desafortunadamente, pitufear se fue al carajo. Exhalo mientras le echo un vistazo a Holt. Una de sus manos se encuentra en el bolsillo mientras acaricia la corteza del árbol con la otra. Estoy fascinada por sus dedos recorriendo la áspera textura. Nunca he estado tan celosa de un árbol en toda mi vida. —Pero te gustaría, ¿verdad? —pregunta Jack con una sonrisa de complicidad—. Te gustaría pitufear con él sin descanso, ¿eh? ¿Pitufear larga y lentamente, o tal vez rápido y duro? Holt mira a Jack, quien rápidamente se calla. —Sé que yo lo haría —murmura Zoe—. Pitufaria con él hasta que su jodida cabeza explotara. —Levanta la mirada, al parecer sorprendida de haberlo dicho en voz alta—. Oh, mierda. Ustedes escucharon eso, ¿no? —Yo no lo hice —dice Holt, fingiendo ignorancia. —Oh, bueno, dije que quería follarte —dice Zoe antes de cubrir su rostro—. Oh, mierda. Ustedes no oyeron eso, ¿verdad? Holt sonríe y niega con la cabeza. —No temas. —Zoe, a mí sí puedes montarme —dice Jack y señala hacia su regazo—. Móntame. Tengo una polla de tamaño decente a tu disposición. Zoe levanta las cejas. —¿Tamaño decente? —Casi veinte centímetros —dice Jack con orgullo.

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Zoe asiente. —Un tamaño aceptable, te diré algo, Jack, la próxima vez que me emborrache perdidamente, ven a verme. Quizás pueda ser capaz de enfrentarme al trauma de follarte si no puedo recordar al día siguiente. —Ja ja —dice Jack—. Es una lástima. Podría darte los mejores dos minutos y medio de tu vida, princesa. Todos nos reímos a carcajadas. Nuestra risa es ruidosa en el tranquilo bosque, y miro a Holt. Él está sonriendo, pero me mira de una forma que hace que un golpe de calor me recorra. Mi risa muere mientras mis rodillas se juntan para tratar de aliviar el dolor entre mis piernas. Si me hubiera dado cuenta de que la hierba me pondría aún más caliente de lo normal, habría pasado. —Hombre, muero de hambre —dice Jack a mi lado. —Yo también —digo a la entrepierna de Holt. —Si nos vamos ahora, podemos pasar por la cafetería de camino a clase — dice Lucas. Todos nos levantamos y salimos de los árboles del lado oeste de la escuela, de regreso al edificio central. Los tres chicos caminan delante de mí y Zoe. Cuando noto que ella está comiéndose con la mirada el trasero de Holt, ni siquiera me pongo celosa. Su culo es increíblemente bueno. También me lo estoy comiendo con los ojos. —Así que, ¿realmente nunca han follado? —susurra, mientras sigue mirando su trasero. —No. Quiero morder su trasero. No fuerte. Sólo pequeños mordiscos en todas esas nalgas firmes. No estoy segura si esto es la marihuana hablando o sólo tengo un fetiche extraño de morder el cuerpo. Tal vez sea un poco de ambos. —Apuesto a que es increíble en la cama —susurra Zoe—. Solo imagínalo, toda la intensidad y la pasión que tiene en su actuación siendo finalmente desatada. Sería todo un semental. Jesús, Zoe, ¿te podrías callar? Como si yo no tuviera bastante tiempo intentando no follarlo. Deja de hacerme desearlo más. Arrastro mis ojos de su trasero y veo mis pies en su lugar.

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Guau. Mira la hierba. Muchas hojas. Tan bonita, tan verde. Me pregunto a qué sabe el color verde. —Así que —dice Zoe y me da un codazo—. ¿Quién es el mejor con el que te has acostado? Bueno,‖¿hasta‖ahora?‖Los‖muslos‖de‖Holt…‖y‖sus‖dedos. —Um… —¿Había alguien en Washington? No, a menos que cuentes mi vieja bicicleta, que solía frotarse contra mí de manera extraña y no del todo desagradable. —Bueno… —Porque he escuchado que algunos de esos pueblerinos pueden ser unos pervertidos totales. Un chico de mi escuela secundaria se grabó a sí mismo teniendo sexo con una sandía. Y un pepino. Simultáneamente. —Bueno, sí… —Entonces, ¿quién era? Miro de nuevo culo de Holt mientras trato de averiguar qué decir, porque apuesto a que si me quedo mirándolo con suficiente intensidad, los secretos del universo me serán revelados. ¿Le digo la verdad y me arriesgo al ridículo? Quiero decir, ella está siendo amable conmigo ahora, pero ¿qué pasará cuando la hierba deje de hacer efecto? —Vamos, Cassie —dice, insistiéndome—. Si me dices la tuya, te diré la mía. —Bueno, eh... —No hay nada debas saber. Simplemente inventa un nombre. Cualquier nombre—, su‖nombre‖era…‖—Bob, Sam, Cletus, Zach, Jake, Joanne. Cualquier nombre. Espera, no... no Joanne. O Cletus. Zoe me agarra del brazo y se queda callada. —Oh, Dios‖mío… —Zoe. —No me digas que eres virgen. —No, no lo digas... Se inclina y susurra—: Nunca has tenido sexo, ¿verdad? —Lo dice con una simpatía silenciosa como si acabara de descubrir que estoy muriendo de cáncer. Me sonrojo y aparto mi brazo de ella, para que pueda seguir caminando. —Ay, Cassie, no te enojes —dice después—. ¡No voy le a decir a nadie que eres virgen!

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Los chicos delante de mí se detienen y se giran. Jack y Lucas me miran con incredulidad. Holt me mira con nerviosismo antes de empujar las manos en los bolsillos y mira al suelo. —Mierda —murmura Zoe detrás de mí—. Lo siento, fue mi culpa. —Taylor —dice Jack y una amplia sonrisa se extiende por su cara—, dime que no es verdad que nadie ha plantado su bandera en tu territorio virgen. Eso es malo. Lucas me mira en shock genuino. —Eso es imposible. ¿Cómo sucedió esto? ¿Has estado saliendo hombres ciegos? Pongo mis manos en mis caderas. —¿Podrían dejar de tratarme como si tuviera una enfermedad rara e incurable? No soy una leprosa, por el amor de Dios. —No, por supuesto que no —dice Jack con simpatía mientras se acerca a frotar mis hombros—. Pero, Taylor, de verdad... ¿Qué diablos estás esperando? ¿Eres una de esas chicas que se están guardando para el matrimonio? Porque déjame decirte, mi mamá hizo eso y fue un mal movimiento. Al parecer, mi papá es un amante pésimo. Es por eso que soy hijo único. Estoy bastante seguro de que sólo lo hicieron una vez. Me sonrojo. —No me estoy guardando para el matrimonio, ¿de acuerdo? —Entonces, ¿por qué sigues siendo virgen? —pregunta Zoe. —Porque... —No quiero mirar a Holt, pero no puedo detenerme—. Supongo que simplemente no he encontrado un chico que quiera dormir conmigo. Con esa declaración, pierde todo interés en sus zapatos y mira directamente hacia mí, frunciendo el ceño intensamente. —Bien, eso es una mierda —dice Jack con una sonrisa—. Porque sé que es un hecho que hay por lo menos media docena de chicos en Grove que darían su testículo derecho por follarte, yo incluido. A la velocidad del rayo, Holt le golpea brazo. —Ay, amigo —Jack se frota el brazo y le frunce ceño a Holt—. ¿Por qué demonios fue eso? —Ten un poco de respeto, ¿quieres? —Cálmate de una puta vez. Tengo respeto, era un cumplido. Además, yo quiero que ella sepa que tiene opciones.

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Holt parece como si su cabeza estuviera a punto de explotar. —Follarte a ti no es una opción, follas como Neanderthal. Sería un castigo cruel e inusual. Jack levanta las manos. —¿Por qué demonios todo el mundo insulta mi potencia sexual? Sucede que soy un amante muy sensible y exhaustivo, —Me mira y susurra—: ¿Estoy convenciéndote? Porque si querías saltarte la clase de esta tarde, podría aliviar tu carga‖virginal,‖estaría‖m{s‖que‖dispuesto.‖Sólo‖digo… Todo el mundo se ríe excepto Holt, quien silba algo en voz baja y parece que va a golpear a Jack de nuevo. Me muevo sutilmente entre él y Jack. —Gracias por la oferta, pero voy a pasar. Jack se encoge de hombros. —Bueno, está bien, pero siempre estoy aquí si me necesitas. Estoy disponible las veinticuatro horas para servicios de desfloración. Los condones son gratis. Le lanzo una mirada a Holt, y a juzgar por la expresión de su cara, está imaginando todas las formas en que podía asesinar a Jack y ocultar la evidencia. —De‖ hecho…‖ estoy saliendo con alguien, adecuado para hacerlo.

creo que él podría ser el

Guau. En serio, no quise decir eso…‖¿verdad? Bueno, estoy siendo completamente brillante o insondablemente estúpida. Por favor, Dios, que sea brillante. Holt me miraba con una expresión cautelosa. —Espera, ¿qué? —dice Zoe—. ¿Estás viendo a alguien? ¿Quién? ¿Hace cuánto tiempo? ¿Qué aspecto tiene? Holt, ¿sabías sobre esto? Los ojos de Holt se llenan de pánico por un segundo antes fingir una mirada mordaz. —Sí, pudo haber mencionado algo sobre un chico. Suena como un idiota para mí, pero al parecer a ella le gusta. Me sorprende que cuente algo de él. Pensé que iba a mantenerlo en secreto. —Bueno —digo—. Realmente no veo por qué no debo hablar de él. Quiero decir, me gusta. Y no creo que él sea un idiota. Él‖solo‖es‖complicado… Holt parpadea varias veces, y su expresión se suaviza...

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—Supongo que es afortunado de que lo veas de esa manera. — Bueno, vamos, entonces —dice Lucas—. Dinos, ¿quién es el afortunado? Zoe da un paso adelante, con los ojos brillantes y vidriosos. —Sí, ¿lo conocemos? De acuerdo, cerebro, sé que estás drogado, pero ayúdame. Vamos. di algo creíble. —Lo conocí mientras estábamos haciendo Romeo y Julieta. Bueno, bueno. No es exactamente una mentira, pero lo suficientemente vaga como para mantenerlos alejados. Buen trabajo, cerebro. Todo el mundo intercambia una mirada, y Zoe dice—: Ah, un admirador, ¿eh? ¿Te vio en el escenario y tenía que tenerte? Asiento. —Uh... sí... algo así. —Así que, dinos más —dice Holt, y cruza los brazos sobre su pecho—. Me dijiste el otro día que piensa que es caliente. ¿Qué tan caliente? Se especifica Un rubor feroz ilumina mi cara, porque él sabe exactamente qué tan caliente creo que es. —Por Dios, Taylor, mira tu cara —Jack se ríe—. Ese tipo misterioso debe saber cómo presionar tus botones. Estas tan roja como el culo de un mandril. ¿Y aún no folla contigo? Respiro y sacudo la cabeza, Jack se burla. —¡Qué idiota! —Tal vez tiene sus razones —dice Holt en voz baja. —¿Estás bromeando? —dice Jack con incredulidad—. Tú has besado a Taylor, amigo. Ya sabes lo caliente que es. ¿En qué clase de idiota lo convierte eso? —Se vuelve hacia mí y susurra—: Oh, espera. Es él... ya sabes... ¿un mojigato o uno de esos tipos religiosos espeluznantes? Oh, ya entiendo, ¿quizás tiene problemas de disfunción eréctil? ¿No puede conseguir que se le pare? —Él no tiene ningún jodido problema de erección enfáticamente—. Y no es un mojigato, por el amor de Dios.

—dice Holt

Todo el mundo lo mira. Se encoge de hombros. —Supongo que Taylor no saldría con alguien que es defectuoso, ¿verdad?

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—Bueno, no lo sé —digo—, debe haber algo malo con él, como dijo Jack, ¿qué clase de idiota resiste esto? Hago mi cara sexy, y todo el mundo se ríe, excepto Holt. Él sólo me mira fijamente, sin pestañear, y no puedo averiguar si está enojado o excitado. Es inquietante la similitud entre esas expresiones de él. —Una vez salí con un chico que no me follaba —dice Zoe y empezamos a caminar de nuevo—. Me dijo que no quería que yo creyera que el sexo era todo lo que quería de mí, y que pensaba que yo era especial. Que realmente podríamos tener algo. Le sonrío. —Suena dulce. ¿Qué pasó? Ella se encoge de hombros. —Me deshice de él. Quiero decir, tengo necesidades, ¿no? Si él no me va a dar lo que necesito, entonces lo voy a conseguir en otro lado. Holt hace un ruido despectivo, pero no dice nada. —Lo extraño es que él es —dice Zoe, mientras nos dirigimos a la cafetería—, probablemente, el único chico con quien he salido que se ha preocupado por mí, pero no lo comprendí hasta que él se había ido. Tal vez él era uno de esos tipos raros que no querían sexo sin amor. Mi estómago se retuerce. ¿Es ese el problema de Holt? El hecho de que no me ama, ¿es la razón por la cual no quiere dormir conmigo? Eso tiene sentido. Tal vez no tiene sentimientos por mí más allá de la lujuria animal. El pensamiento se desliza a través de mi cerebro, se levanta y enreda, haciendo que mi cara este caliente de vergüenza e ira. —He renunciado a tratar entender a los hombres —dice Zoe mientras examina el stand de barras de caramelo—. Son raros. Amén, hermana. Ella toma tres barras de chocolate y se dirige a la cajera. Lucas y Jack tienen los brazos llenos de patatas fritas y chocolate, yo opto por un helado suave que sirva para ayudar a enfriar mi cara enrojecida. Me dirijo fuera y me siento en una mesa con los demás, y cuando Holt se sienta, evito mirarlo. Concentrada en mi helado, corro mi lengua alrededor del borde del cono, capturando las gotas antes de que puedan escurrirse demasiado. Cierro los ojos mientras trago, casi puedo ver el frío que se desliza por mi garganta

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como telarañas azules brillantes pasando de un cosquilleo azul en mi estómago hasta llegar a la superficie de mi piel. Siento un ligero roce contra mi pie y levanto la mirada para ver a Holt mirándome fijamente, viendo a mi boca mientras como helado. Me mira a los ojos, y el azul brillante de mi cuerpo es sustituido inmediatamente por chispas de calor naranja, ardiente y abrasador en todos los lugares que quiero que me toque. Me retuerzo y se vuelvo incómodamente caliente, se me ocurre que tal vez esto es todo lo que hay entre nosotros, una intensa química que no necesita de amor, ni amistad. Roza mi pie de nuevo, la punta de su zapato recorriendo de mi tobillo hasta mi pantorrilla, y es ridículo que pueda sentir su toque en cada célula de mi cuerpo. Oh, voy a arder. Me va a quemar de adentro hacia afuera. —Me tengo que ir —murmuro mientras me levanto y tiro el resto de mi helado en la basura—. Nos vemos en clase chicos. —¿Taylor? Deslizo mi bolso sobre mi hombro y no miro hacia atrás mientras cruzo el patio al edificio de drama. Diez minutos más tarde, cuando salgo del baño del primer piso, Holt está allí apoyado en la pared y con el ceño fruncido. —Oye —Mira a su alrededor antes de dar un paso adelante y tocar mi cara—. ¿Estás bien? A veces, si es tu primera vez fumando, puede hacer que desees arrojarlo. Parece preocupado mientras acomoda mi cabello hacia atrás sobre mis hombros, pero tan pronto como oye a alguien bajando las escaleras, da un paso atrás y se desploma sobre una pierna, la imagen perfecta de la indiferencia. Lo miro mientras se mueve incómodamente, esperando que pase el estudiante, y me pregunto si me imaginé la mirada de preocupación. Tal vez toda esta no-relación nuestra me ha hecho estar presionándolo a hacer algo que no quiere. O más bien, algo que quiere pero no lo suficiente. —¿Taylor? —Da un paso hacia adelante de nuevo—. No me respondiste. ¿Estás bien? Parpadeo y sacudo la cabeza. —Estoy bien. Caminamos hacia la sala de conferencias donde nuestra clase esta retenida. Hay tensión entre nosotros, pero me resisto a apaciguarlo. Siempre he sido esa chica, la que ve que las cosas están mal y trata de solucionarlas.

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No creo que pueda arreglar esto. —Jack está invitando a algunas personas para cenar pizza esta noche—dice Holt mientras subimos las escaleras—. ¿Quieres ir? ¿Así puedo fingir toda la noche que sólo eres mi amigo? —No, gracias. Dios no quiera que me pidas una cita de verdad, a un lugar donde la gente pudiera vernos tocarnos el uno al otro. Holt exhala con frustración y agarra mi brazo. —De acuerdo, eso es todo. Estás siendo demasiado tranquila y de cierta forma no demasiada obstinada. ¿Qué pasa? Me encojo de hombros. —Supongo que no tengo nada que decir. —Eso es imposible. —Tenemos clase. —Entonces, ¿me estás diciendo que estás bien? —¿Sería importante si no lo estuviera? Frunce el ceño mientras comenzamos a caminar de nuevo, y sé que estoy siendo pasiva-agresiva, pero ha tenido casi un mes para demostrarme que me quiere en su vida como algo más que una distracción sexual, sin embargo, sigue siendo tan emocionalmente distante como siempre. Me ha superado. Al tomar nuestros asientos, me desplomo y cierro los ojos. Hay un dolor agudo, un vacío dentro de mí, y aunque no lo he notado antes, supongo que ha estado allí por un tiempo. Es la parte de mí que quiere alguien especial, alguien que me quiera lo suficiente como para ser valiente. Alguien que quiera envolverse alrededor de mí hasta que no sea vea donde termina y empiezo. Alguien que pensé podría ser Holt, pero ahora no estoy tan segura. El resto de la charla transcurre en un borrón, y aunque tengo la sensación de que Holt está mirándome de vez en cuando, lo ignoro. No sé por qué el darme cuenta de que ya no estoy contenta con tener sólo una parte de él me golpeó hoy. Tal vez la marihuana ayudó a despejar mi mente de la lujuria que me ha ensombrecido desde que empecé a tener sentimientos por él. Él me dijo que esto era lo que iba a ser, y me gustaría más que lo que él está dispuesto a dar, pero por alguna razón pensé estúpidamente que lo podía cambiar. Obviamente, no. Cuando la conferencia termina, le murmuro que le veré mañana y me dirijo hacia el patio, sin desear nada más que tener un baño caliente. El tiempo despejado

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que habíamos tenido en el almuerzo ha dado paso a fuertes lluvias, y estoy pegada al abrigo de los edificios por el mayor tiempo posible antes de salir a la lluvia. —¡Oye, Taylor, espera! En pocos pasos, él está a mi lado, sosteniendo su mochila sobre su cabeza mientras la lluvia se hace más fuerte. —¿No quieres pasar el rato esta noche? —En realidad, no. —¿Por qué no? —Simplemente no quiero. ¿Es un crimen a querer tener un poco de tiempo a solas? Un destello de dolor cruza su rostro. —No, no es un delito, es sólo que... bueno, solemos pasar tiempo juntos los miércoles por la noche, y a juzgar por la forma en que me estuviste viendo hoy, pensé... —¿Pensaste qué? —Bueno, parecía que querías tirarme y montar mi cara. Me imaginé que probablemente querrías tontear o algo así. Ese es el problema, Ethan. Crees que sólo estamos tonteando. —No, voy a pasar. Gracias por la oferta, de todas formas. Camino más rápido mientras mis zapatos se llenan de agua. La sensación de chapoteo desagradable me pone aún más al borde. Él mantiene mi ritmo y cuelga su mochila sobre su hombro, renunciando a evitar la tormenta. —Cassie, ¿qué está pasando? ¿Estás enojada conmigo por algo? Exhalo con frustración. —No. Estoy enojada conmigo misma. No te preocupes por eso. Cúbrete de la lluvia. Me agarra del brazo y me jala hacia él. —No voy a ir a ninguna parte hasta que me digas qué diablos está pasando. No quiero tener esta conversación ahora, y sobre todo no quiero tenerla en medio de la lluvia con un poco de frío, pero no me está dando una opción. —Ethan, solo estoy cansada de este baile que estamos haciendo. Siempre un paso adelante, dos pasos atrás, y a pesar de que me dijiste que sería de esta manera, por alguna razón, elegí no creerte. Estoy cansada de empujarte a hacer

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cosas que no quieres hacer. Así que... sí... eso es lo que está pasando. Te veo mañana. Me doy vuelta y camino lejos, tratando de escapar de la lluvia, que no tiene sentido, y tratando de superarlo, lo cual es imposible. —¡Espera, Cassie! Habla conmigo. Él tira de mí hacia él de nuevo, y su pelo está pegado a la cabeza mientras el agua gotea por su nariz. —No hay nada de qué hablar. Tú eres tú, y yo soy yo, y tenías razón cuando dijiste que no deberíamos empezar algo. Queremos cosas totalmente diferentes, y creo que finalmente me estoy dando cuenta de que no estoy de acuerdo con eso. —¿Qué demonios? ¿Esto por lo que Zoe y Jack dijeron? Gruño con exasperación y resisto el impulso de empujarlo en su pecho despistado. —¡No, esto no se trata sobre Jack o Zoe, o cualquier persona!, ¡Es acerca de nosotros! Acerca de mí esperando cosas de ti que no debería. Es acerca de mí esperando romance, citas y la intimidad que proviene después de follar y los orgasmos, de mí con ganas de decirles a nuestros amigos quién es el chico misterioso con quien me estoy viendo y que puede derretirme con una sola mirada o roce eres tú. ¡Y, sobre todo, se trata de estar enojada conmigo misma por enamorarme de un hombre que me ha dicho muy claramente que no me enamorará de él! ¡Eso es de lo que se trata! Y ahora es demasiado tarde, y me siento como la persona más estúpida del planeta, porque nunca vas a darme lo que necesito, y yo debí haber sabido mejor que esperar de ti. Me mira por un segundo, parpadeando mientras las corrientes de agua caen sobre sus pestañas. —Pensé que me querías que lo intentáramos. Eso es lo que estoy haciendo. ¿Qué más quieres? Quito el agua de mi cara, odiando la sensación del agua corriendo por mis mejillas. —¡Dios, eres un idiota despistado a veces! Quiero más. Cualquier cosa. Todo. ¡Algo, por el amor de Dios! Eso es lo que quiero de ti. ¿Me puede dar eso? Me mira, los músculos de su mandíbula trabajando. Él no contesta. —Eso es lo que me imaginé. Trato de alejarme, pero él sostiene mi brazo. Su rostro se vuelve tan tormentoso como el cielo. —¿Así que, qué? ¿Eso es todo, entonces? ¿Es todo o nada contigo? ¿Si no te entrego mis pelotas en una caja forrada de terciopelo no podemos estar juntos? ¿De dónde carajos viene todo esto? Pensé que disfrutabas de nuestro tiempo juntos. Que eras feliz con las cosas como estaban.

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—Bueno, ¡No lo soy! Odio escabullirme como un criminal, actuando como si lo que estamos haciendo estuviera mal. No me avergüenzo de que me gustes, Ethan, pero parece que no puedes decir lo mismo. La única razón por la que he pasado juntos tanto tiempo manteniéndolo en secreto es porque pensé que sólo necesitabas tiempo para darte cuenta de que quería más, pero parece que me equivoqué. Me das tan poco de ti mismo como es posible, todo el tiempo me estás volviendo loca de lo mucho que te quiero. —¿Crees que no te quiero de la misma manera? Cristo, Taylor, ¿Estás jodidamente bromando? —¡Creo que me quieres, pero no lo suficiente para realmente admitirlo ante a nadie! —¿Por qué coño alguien más importa? ¡Tú sabes lo que quiero! ¡No es como si realmente pudiera ocultar lo que me haces! —¡No estoy hablando de que me quieras sexualmente, Ethan! Estoy hablando de que quieras estar conmigo. No tengo idea de dónde estoy contigo. No sé si tienes sentimientos reales por mí, o si sólo soy un cuerpo dispuesto. Conveniente pero no es necesario. —¿Crees que eres conveniente? —Me mira fijamente durante largos segundos, tan enojado que no puede formar palabras—. ¡No eres jodidamente conveniente! ¡Conveniente habría sido salir con una chica que no me vuelva loco! ¡Conveniente sería ser capaz de concentrarme en el curso que me ha llevado tres malditos años entrar sin ser constantemente distraído por lo mucho que te quiero! Puedes ser cualquier cosa, Taylor, la única cosa que definitivamente no eres es conveniente. —Entonces, ¿qué soy yo, eh? ¡Dímelo! ¡Sólo abre tu maldita boca y dime algo que me haga entender cómo te sientes! Creo que he sido muy honesta acerca de lo que quiero, pero lo único que consigo a cambio es lo que no quieres. —¿Quieres saber lo que quiero? —dice mientras lanza su mochila al suelo—. Bien. Quiero esto. Agarra mi cara y tira de ella hacia adelante. Me toma por sorpresa mientras envuelve sus brazos alrededor de mí y me besa como si se estuviera ahogando y yo fuera oxígeno. No hay nada cauteloso sobre este beso, nada remotamente vago o deshonesto. Es apasionado y sorprendente, y su desesperación está ardiendo, por lo que me quemo a pesar del frío y la lluvia. Durante largos minutos me besa con tanta fuerza que el mundo se inclina sobre su eje, y cuando se vuelve a alinear, todo ha vuelto a gira a su alrededor.

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Besa mi cuello, su voz es áspera e intensa—. Esto es lo que quiero, Cassie. No puedo hacer que sea más claro. Ni siquiera tratando de negarte que no te quiero, también. ¿Por qué estás tan empeñada en complicar las cosas? Me besa de nuevo, y todo se convierte en algo borroso de manos, lenguas y labios. No es justo que esta sea su explicación, porque no puedo discutir o razonar con ello. Es demasiado grande para describir y demasiado difícil de negar, y a pesar de que no hace las cosas bien, hace que me dan ganas de olvidar todas las cosas que están mal. Pero eso es lo que he estado haciendo todo este tiempo. Estar cegada por mi deseo e ignorando mi necesidad. No puedo seguir haciendo eso. Gime mientras me alejo, y por la mirada en sus ojos, él sabe que la oferta no es suficiente. Doy un paso atrás, y nos quedamos mirando el uno al otro, ambos sin aliento y empapados. —No puedo fingir más que esto es suficiente para mí —digo en voz baja—. No voy a engañar a nadie. Ni a tú, ni a nuestros amigos, y sobre todo, ni a mí misma. Cuando estés listo para algo real, házmelo saber. —Cassie... —Nos vemos en clase, Ethan. Me alejo, cada paso es pesado como el plomo, mientras la bilis se agita en mi estómago. Mientras me doy vuelta por el camino hacia mi edificio, miro hacia atrás. Él todavía está de pie donde lo dejé, con las manos entrelazadas detrás de su cuello y su cabeza inclinada. Tengo el impulso enfermo de volver corriendo y decirle que ignore todo lo que acabo de decir. Que voy a aceptar cualquier parte de él que me quiera dar. Pero no puedo hacer eso. Sólo sería otra mentira. En cambio me estremezco mientras camino a mi apartamento y abro la puerta con las manos temblorosas. Una vez dentro, me desvisto y entro al baño, decidida a estar bajo una ducha de agua caliente hasta que la compulsión de volver con él se vaya. Lamentablemente, cuando el agua caliente corre fría una eternidad después, todavía estoy esperando.

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Estoy de pie en el mostrador de la cafetería al otro lado de la calle del teatro cuando siento una mano cálida en mi cadera. Me giro, esperando ver Holt allí, pero en cambio está Marco, sonriéndome con una mirada de complicidad. —Señorita Taylor. —Sr. Fiori. —¿Se la pasó bien en el evento de beneficio de anoche? Su tono y las cejas elevadas implican que nos vio a Holt y a mí besarnos. Maldita sea. —Estuvo bien. —Estoy seguro. —Por favor, no hagas una gran cosa de eso. —¿Qué? ¿Mis dos protagonistas besándose en la esquina como un par de adolescentes? No soñaría con ello. —No fue nada. —Querida, he visto mucho en esta vida, y déjame asegurarte que lo que tú y el señor Holt estaban haciendo anoche definitivamente no fue nada. Pensé que la forma en que se besaron en los ensayos fue abrasador. Al parecer, palidece en comparación con la realidad. —Marco... —Está todo bien. No estoy enojado. En todo caso, estoy muy emocionado. ¿Se imaginan la prensa tendremos después de esto? Gimo mientras el barista me entrega mi café. —¿En serio? ¿Crees que lo vieron? —Estoy seguro. Nuestra publicista quiere vernos antes del ensayo. Creo que todos los sitios web y chismes de Broadway nos han escogido. Ustedes dos son la comidilla de la ciudad. —Oh, Dios. Se ríe y me da palmaditas en el hombro para tranquilizarme mientras me guía fuera de la cafetería y a través de la calle. Cuando nos metemos en el estudio

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de ensayo, tiro mi equipo y me dirijo al baño de mujeres, tratando de calmar una oleada de náuseas. Después de que Holt y yo salimos de la presentación, me escoltó a casa. Cuando llegamos a mi apartamento, solo me dio un beso de buenas noches. Bueno, para ser honesta, fue un poco más que un beso. Era más como un cuerpo completo contra la puerta de mi apartamento. De hecho, si el sr. Lipman que vive al otro lado del pasillo no hubiera estornudado mientras espiaba a través de su mirilla, probablemente nos hubiéramos graduado en un acto que es totalmente ilegal en un pasillo público. Cuando finalmente se separó de mí, estaba más confundida que un hombre heterosexual en un concurso de belleza transgénero. Me había prometido ir lento con Ethan. Me refiero a tomar las cosas con calma, sin embargo, en una noche, me las arreglé de alguna manera para besarlo dos veces, llegar a segunda base, y tener un agarre entusiasta de su bate de béisbol a través de la parte delantera de sus pantalones. En ningún libro de jugadas, eso no está ni siquiera en el mismo universo que lento. Cuando regreso a la sala de ensayo, Holt está allí. Su rostro se ilumina cuando me ve. Cuando me detengo frente a él, envuelve sus brazos alrededor de mí y me tira en un abrazo. No tiene la intención de que sea íntimo, pero lo es. Su aliento es cálido en mi oído mientras susurra—: Buenos días. Te he echado de menos. —Su voz está llena de nuestro tiempo juntos de anoche, toda valiente y un poco petulante. —Hola. —La mía es a propósito plana. No alentadora. Se aparta. Su sonrisa se cae y se apaga la luz de sus ojos. —¿Cassie? La sala se está llenando de gente. Nuestra publicista, Mary, entra en la habitación como un pequeño tornado, con los brazos llenos de papeles e iPads. —Bueno, tuvieron una noche interesante. Tengo toda una campaña de mercadotecnia organizada para conseguir que en la ciudad resuene sobre este espectáculo, pero se las arreglaron para llevarnos a nivel viral con una sesión de besos muy publicitados. Bien hecho. Ella pone todos sus materiales sobre la mesa. Hay varias fotos de Ethan y yo con un verdadero cierre de labios. Cada iPad está con un video diferente del beso.

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Maldita sea, ¿cuántas personas nos estaban filmando? —Espera a ver este —dice Mary mientras golpea una uña contra una de las pantallas—. Este tiene un zoom muy artístico que nos permite ver atisbos reales de lengua. ¡Ahí está! Todo el mundo se ríe. Quiero vomitar. —Así que —dice Mary—, ya he tenido una docena de solicitudes de entrevistas esta mañana, necesitamos establecer una estrategia. Obviamente, voy a manejar todo esto en un ángulo de "el reencuentro de ex amantes en un sexy espectáculo", porque eso va a vender entradas. La gente ama cuando la pasión en el escenario, es un verdadero negocio. Si estamos todos de acuerdo, haré algunos comunicados de prensa para sacarlos esta tarde. Su mirada se posa entre Marco, Ethan y yo. Como era de esperar, Marco y Ethan están esperando mi reacción. Así como era previsible, mi respuesta es—: De ninguna maldita manera. Mary comienza a fanfarronear. No me importa. —Necesito a fumar. Vuelvo en un minuto. Agarro mis cigarrillos y el encendedor. Cuando Ethan frota sus dedos sobre mi brazo cuando paso, sigo adelante. Una vez que estoy en el callejón, intento encender mi cigarrillo, pero mi fiel encendedor escoge ese momento para dejar de ser fiel. Giro una y otra vez el rodillo, pero el pedernal se niega a disparar. —¡A la mierda! Me desplomo de espaldas contra la pared y cierro los ojos. Cuando escucho la puerta abrirse, sé que es él sin tener que mirar. —¿Cassie? Mantengo mis ojos cerrados. No verlo es más fácil. —Por favor, mírame. No puedo. Quiero ser fuerte, y mirarlo me hace la mujer más débil del planeta. —Mírame, o voy a besarte. Eso funciona. Abro los ojos para verlo fruncir el ceño, con los brazos cruzados sobre el pecho.

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—¿Quieres decirme qué demonios está pasando? Lanzo mis manos. —Está en todas partes. Fotos. Videos. Publicaciones de blogs. Me mira, confundido. —¿Y? —Y... la gente está chismeando acerca de que nosotros estamos juntos. —Bien. Como dijo Mary, es una gran publicidad. —Su calma es molesta. Me tenso y trato de alejarme, pero agarra mis hombros y me sostiene. — Cassie, detente. ¿Por qué estás enloqueciendo? No te ofendas, pero no parecías demasiado consternada anoche cuando casi inundamos el pasillo. —Para empezar, lo que hicimos en mi pasillo era entre tú y yo... —Y el Sr. Lipman. —... ¡No publicitado en todos los tabloides de la ciudad! Empujo su pecho, y él da un paso atrás para darme el espacio que necesito para respirar. Su rostro todavía esta increíblemente sereno, y no me gusta que no se haya unido a mi indignación. —¿Desde cuándo te importa lo que piensa la gente? —dice—. No hay nada que oculte nuestra química en el escenario. ¿A quién mierda le importa si piensan que lo estamos haciendo fuera del escenario, también? Todo lo que saben, en realidad es que te estoy empujando durante las escenas de sexo. Él no lo entiende, y es porque no me estoy explicando claramente. Explicándole lo que le haría daño. Y sin embargo, una parte de mí está totalmente de acuerdo con eso. —Ethan, para todos los que nos conocen... que conocen nuestra historia... Voy a parecer como la idiota más grande en el mundo por dejarte entrar de nuevo, y el problema es que probablemente tienen razón. Ellos saben cómo estuve devastada cuando te fuiste, ¿y ahora estoy contigo como si nada hubiera pasado? ¿Qué tan estúpida puedo ser? Eso lo detiene de golpe. Los músculos de su mandíbula se contraen. — Cassie, he trabajado muy duro para estar frente a ti e intentar arreglar las cosas contigo. Si pensara, siquiera por un segundo, que posiblemente podría lastimarte de nuevo, no estaría aquí. ¿Puedes confiar en mí en eso? Niego con la cabeza. —No. Y ese es el problema aquí. No confío en ti, y no sé si alguna vez lo haré de nuevo. En algún lugar, en el fondo de mi mente, siempre voy a estar esperando que termine. Para que puedas poner esa mirada

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muerta y lejana en tus ojos y luego te marches. ¿Cómo podemos volver a estar juntos sabiendo eso? Su mirada se vuelve inflexible. —Sabiendo lo que sentimos el uno por el otro... la forma en que siempre nos hemos sentido el uno del otro... ¿cómo no podremos? Ni siquiera trates de decirme que jamás has amado a alguien tanto como me amas a mí, porque tan arrogante cómo es decirlo, es mentira. Y siento lo mismo por ti. Todo el mundo sólo va a ser el segundo mejor para nosotros. ¿No entiendes eso? Tomo una respiración profunda, con el corazón martilleando. Estamos caminando por delante de un coche de cohetes, y no tengo ni idea de si vamos a terminar en el paraíso o estrellados contra un árbol. La historia sugeriría que en el árbol. —Tal vez deberíamos simplemente... dar un paso atrás —digo—. Esperar a la noche de apertura, entonces... No sé. Revalorar. Se ríe, corto y mofándose. —Revalorar. De acuerdo. —Pasa su mano por el cabello. —Ethan, los periodistas pueden insinuar lo que demonios quieran, pero cuando te pregunten si somos una pareja, voy a decirles que no, y va a ser la verdad. Veo un destello de dolor en sus ojos, pero todavía no está enojado. Quiero gritar de frustración, porque esa declaración debería haberlo enviado en un ataque de rabia. En cambio, está mirándome con una intensidad que retuerce lo dedos de mis pies. Se mueve hacia mí y pone su mano en la pared al lado de mi cabeza antes de inclinarse hacia abajo, hasta que nuestras narices casi se tocan. —Cassie, acordar dar un paso atrás es totalmente diferente a aceptar darme por vencido, que es lo que está pasando aquí. Déjame ahorrarte un gran esfuerzo, no puedes deshacerte tan fácilmente de mí. No puedo vivir sin ti, y lo más importante, no quiero hacerlo. Así que sigue adelante y flipar todo lo que quieras. Todavía estaré aquí cuando hayas terminado. ¿Entiendes? Me mira fijamente hasta que asiento, reconociendo lo que ha dicho. Luego me mira durante unos cuantos segundos más mientras pienso que decir. —Bien. Con eso, se aleja y desaparece de nuevo en el teatro. Más tarde ese día, hacemos una serie de entrevistas con la prensa en la que los dos negamos tener una relación sentimental. Basada en las reacciones de los entrevistadores, está claro que nadie nos cree.

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Enfermo y cansado Traducido por Cate & Beluu Corregido por Sahara

Suspiro y me volteo en la cama. Otra vez. Y otra vez Y otra vez. Miro al reloj: 1:52 a.m Maldita sea. Agarro mi teléfono de la mesita de noche y lo reviso. Completamente cargado. Sin llamadas perdidas. Sin mensajes. No sé porque estoy tan sorprendida. ¿En serio creí que mi pequeño discurso en medio de la lluvia iba a terminar con todas sus inseguridades? Ni siquiera yo soy tan ingenua. Y aun así, aquí estoy a las dos en punto de la mañana, dolida porque no ha llamado, ni enviado un mensaje. Solo deja de pensar en él. Si aparece, aparece. Y si no lo hace… Bueno, si‖no‖lo‖hace… Pongo mis piernas contra mi pecho para intentar suprimir el dolor que está creciendo ahí.

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Si‖no‖lo‖hace…la‖vida‖seguir{.‖ Estaré bien. Miento en la oscuridad repitiendo la misma frase una y otra vez, e incluso cuando finalmente el sueño me reclama horas más tarde, todavía no lo creo. —Guau, te ves como mierda —dice Ruby mientras entro arrastrando los pies a la cocina. —Gracias. —No te llamó, ¿um? —Nop. —Idiota. —Sip. Me dejo caer pesadamente en la mesa de cocina mientras Ruby pone un plato de grisáceos huevos revueltos frente a mí. Los miro dudosamente. —No comiences conmigo —dice—. Incluso yo puedo cocinar huevos. —¿En serio? —No lo sé. Nunca lo hice antes. Aun así, estoy segura de que están deliciosos. Vierto unas cucharadas en mi boca mientras ella abre el refrigerador. Casi me atraganto. No estoy segura de cómo alguien puedo echar a perder huevos tan gravemente, pero Ruby se las ha arreglado. —¿Buenos? —pregunta sobre su hombro. —Increíbles —digo con la boca llena—. Deberías comer algo. —¿Por qué debería ser la única sometida a está tortura? —¿Vas a llamarlo? —pregunta mientras me sirve algo de jugo. —Nop. —Buena chica. Hiciste todo lo que podías. Déjalo venir a ti. Trago cargadamente en torno a los huevos y mi paranoia. —¿Y si no lo hace? Venir a mí, quiero decir. —Lo hará. —¿Pero y si no lo hace?

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—Definitivamente lo hará. —Ruby, maldita sea, ¿y si no lo hace? Detiene lo que está haciendo y me mira. —Cassie, ese chico está tan enganchado de ti, que bien podría ser un perchero. Tal vez le tome un poco darse cuenta de que no puede vivir sin ti, pero lo hará. Confía en mí. Suspiro y empujo los huevos por el plato. —Entonces, ¿qué hago cuando lo vea hoy? —Actúa guay. —No sé cómo hacer eso. Pone su plato en la mesa y se sienta junto a mí. —Solo…actúa educada. Se amigable, pero no íntima. Si saca el tema de su relación, entonces habla sobre ello. Si no, apégate a los temas neutrales: el clima, política, equipos de deporte, cuánto quieres montar su palpitante polla dura. Aguanta, espera. —Frunce el ceño y levanta un dedo—. Descarta la última. Él ya lo sabe. Me rio y trato de no hacer muecas de disgusto mientras como el resto de los terribles huevos. —Sucumbirá, Cassie —dice Ruby y toma un tenedor—. Confía en mí. Probablemente lloro hasta dormir anoche y no puede esperar a verte hoy para así poder declarar su imperecedero amor. Tal vez incluso haya una propuesta de matrimonio. Ruedo mis ojos mientras ella mete una cucharada con huevo en su boca y se atraganta inmediatamente. —Oh, ¡jódeme! ¡Eso es asqueroso! ¿Por qué no me advertiste? Uso mi expresión más inocente mientras le doy un sorbo a mi jugo. ***

Tengo que admitir, me tomo un poco de cuidado extra cuando me alisto para la clase. Aplico más maquillaje de lo normal, tomo tiempo alisando mi cabello. Me pongo un top ceñido al pecho y una falta ceñida al trasero. Nunca pensé que sería una de esas chicas que usan su apariencia para hacer que su hombre se dé cuenta de que se está perdiendo un bombón total, que

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aparentemente soy. Y aun así, una de las razones por las que peleamos es porque necesitaba que quisiera más que solo mi cuerpo. Hipocresía, tu nombre es Cassie. Para el momento en que tomo asiento en historia del teatro. Soy un desastre de nervios. Resulta que mi ansiedad es injustificada. Holt no aparece. Al principio pienso que solo llegara tarde, pero a la hora del almuerzo tengo que aceptar que se ha tomado el día. No puedo creerlo. Pensé que a estas alturas había reflexionado sobre nuestra situación y que habría querido hablar, pero de nuevo, escoge simplemente evadir el tema. Etiquetarlo mentalmente como un bastardo no disminuye mi decepción, pero lo hago de todas formas.

***

No llama en toda la tarde y noche del jueves, y no viene a clase de nuevo el viernes. Para cuando el sábado aparece, Ruby está harta de mí revisando mi celular y murmurando obscenidades en voz baja cuando veo que está, de hecho, funcionando. —Cass, ¿podrías, por favor, relajarte de una puta vez? Dale al chico algo de tiempo. Tiene más problemas que la revista People. No puedes esperar que mágicamente este bien ajustado porque quieras que lo esté. —Sé eso, Ruby. Estoy siendo poco realista e irracional, ¿pero por qué no llama? —Me dejo caer pesadamente en el sofá y pongo mi cabeza en mis manos—. Quiero decir, en serio, me estoy volviendo loca por no hablar con él. ¿Cómo puede dejar todo contacto? No entiendo. —Los chicos son bizarros. —Es como si no significara nada para él. —Perdería una extremidad y diría que eso no es verdad. Me siento derecha. —Voy a llamarlo.

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Ruby arrebata mi teléfono. —No, no lo harás. Iras al spa conmigo, así puedes dejar de obsesionarte por él por unas cuantas horas. No puedo confiar en que no llames si te dejo aquí sola. —Lo extraño. —Lo sé. —Quiero saber que él también me extraña. Ella se sienta y pone su brazo alrededor de mis hombros. —Cassie, él te extraña. Estoy segura de eso.

***

El domingo, me siento entumecida. Bueno, la mayor parte de mí se siente entumecida. Mi cosita duele como una hija de perra porque ayer Ruby me convenció de hacerme un depilado Brasileño que me haría olvidar a Holt. No se equivocó. En la media hora que tomó arrancar mi vello púbico de sus raíces, me olvide completamente de Holt y me concentre en las muchas maneras en las que podría herir a Ruby sin ser arrestada. Finalmente surgieron veintitrés. Ahora ella me está haciendo una pedicura para compensarlo, pero todavía está en mi lista negra. Mi teléfono suena, y nos miramos la una a la otra mientras lo agarramos al mismo tiempo. Se lanza por el aire, y las dos intentamos atraparlo como gatos hasta que ella lo atrapa y me lo da. Echo un vistazo a la identificación de llamada y rápidamente me desinflo. —Hola, Elissa. —¡Cassie! ¡Gracias a Dios estas ahí! ¿Está Ethan contigo? Miro hacia Ruby. —Uh…no.‖¿Por‖qué? Ruby frunce el ceño y se acerca para poder escuchar. —No consigo comunicarme con él, y cuando hable el jueves sonaba terrible. Ahora no responde su teléfono. Temo que este enfermo y no pueda conseguir ver un doctor. —¿No estuviste en casa este fin de semana?

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—No. Me estoy quedando con mamá y papá en Nueva York hasta el martes. Entonces, ¿no lo has visto? Corro mi mano por mi cabello. —No.‖ Como‖ que… bueno, tuvimos una pelea el miércoles. No he hablado con él desde entonces. Pensé que estaba evitándome. Elissa interrumpe. —Es posible. Eso es algo que él haría. Pero usualmente responde cuando llamo, y no lo está haciendo. ¿Puedo pedirte un gran favor? Mi estómago se retuerce. —¿Quieres que vaya a revisarlo? —Sí, por favor, Cassie. Ruby niega con la cabeza vehementemente y articula‖ “de‖ ninguna‖ jodida‖ manera”,‖mientras‖mueve‖sus‖manos‖salvajemente. Gimo y pongo mi cabeza en mi mano. —Elissa, no lo sé. La forma en que las cosas‖estaban‖después‖de‖nuestra‖pelea… no creo que quiera verme justo ahora. —Cassie, no te lo pediría si hubiera alguien más que pudiera hacerlo. Realmente eres su única amiga. —¿Qué hay de Jack o Lucas? —¿Estás bromeando? Son las nueve a.m del domingo. Siguen desmayados en un jardín o cama en algún sitio, medio borrachos. Además, si Ethan está enfermo, ¿realmente crees que Jack o Lucas serían capaces de ayudarlo? Ella tenía un punto. Arrugo mi cara y tomo una respiración profunda. — Entendido, bien, iré y lo revisare. Pero si muero por una sobredosis de extrema incomodidad, pagarás mi funeral. —Oh, ¡gracias! Eres increíble. Llámame cuando llegues y dime cómo está. —Espera, Elissa. Necesito tu dirección. —¿No la tienes? Suspiro. —No. Nunca he estado en tu departamento. Prácticamente puedo escuchar su incredulidad. —¿Estás jodidamente bromeando? Durante todo el tiempo en que han estado saliendo, ¿nunca te llevo allí? —Nop. —Déjame adivinar, ¿esa es una de las cosas por las qué pelearon? —Prácticamente.

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—Mi hermano es un idiota. Sí, pero quiero que sea mi idiota. —Bueno —dice Elissa—. Ruby sabe dónde vivo. ¿Crees que pueda llevarte? Ruby rueda sus ojos dramáticamente y levanta sus brazos en derrota. —Sí, creo que puedo convencerla. —Está bien. Gracias, Cassie. Realmente te debo está. —En serio, me la debes.

***

Veinte minutos después, Ruby se estaciona frente a un buen mantenido edificio de apartamentos. Durante todo el viaje he estado orando para que Holt esté a las puertas de la muerte, ya que esa es la única explicación de por qué no me ha llamado y que no hace que mi pecho duela. —El número de su departamento es cuatro —dice Ruby mientras apunta al segundo piso—. Esperaré aquí solo en caso de que no esté enfermo y lo asesines. No puedo ir a prisión como cómplice. Soy demasiado bonita. Salgo y me dirijo a su departamento. El edificio no es super moderno, pero está limpio y es elegante. El polo opuesto del mío. Alcanzo la cima de las escaleras y encuentro el número cuatro, luego tomo una respiración profunda antes de golpear tres veces. Hay un silencio desde adentro. Golpeo de nuevo, más fuerte e insistente. De nuevo no hay nada, y el pequeño grano de daño que he llevado adentro de mí desde que peleamos florece en un dolor en toda regla. Él ha salido. Posiblemente con otra chica. Posiblemente teniendo orgasmos sin ataduras que solía tener conmigo. Empujo el dolor. Estoy a punto de irme, cuando escucho un ruido en el otro lado de la puerta. Hay un amortiguado arrastramiento, luego un golpe, seguido por un susurrado

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“¡Mierda!”.‖ Cuando‖ volteo,‖ la‖ puerta‖ abre‖ una‖ rendija‖ para‖ revelar‖ a‖ un‖ Holt‖ despeinado y con cara de sueño, entrecerrando los ojos hacia mí con confusión. —¿Taylor? —Su voz está ronca, y tan profunda que suena como Barry White con esteroides—. ¿Qué estás haciendo aquí? Una enorme ola de alivio se cierne sobre mí. —Oh, Dios, Holt, asquerosamente enfermo!

¡realmente

estás

enfermo!

¡Verdaderamente,

Él frunce el ceño y se estremece mientras se apoya contra el marco de la puerta. —¿Viniste hasta aquí para regodearte? Porque honestamente, eso es simplemente cruel. —No, disculpa —digo, recomponiéndome mientras analizaba su cabello grasiento y cara sudorosa—. Elissa me pidió que viniera y revisara. No respondías tu teléfono, y ella estaba preocupada. Tose ruidosamente, causando un traqueteo que hace eco en su pecho. —Solo hace frío —grazna mientras se apoya pesadamente contra la pared—. Estaré bien. Pongo mi palma en su frente. Está ardiendo, y los oscuros círculos bajo sus ojos lo hacen verse como si no hubiera dormido en días. —No estás bien. Tienes fiebre. ¿Has tomado algo para ello? —Se me acabo el Tylenol —dice, luego tose de nuevo—. Creo que solo necesito dormir. Cierra sus ojos y se tambalea un poco, y me apuro a darle apoyo. Solo está usando una delgada camisa y bóxer de algodón, y a pesar de eso, está pegajoso y caliente al tacto, está temblando. —Vamos —digo, y lo guio dentro para sentarse en el sofá—. Siéntate un minuto. Hay una manta en el respaldo del sofá, así que la agarro y la acomodo en sus hombros. Él la pone a su alrededor mientras se recuesta y cierra sus ojos. Sus dientes castañean. —¿Ethan? —¿Umm? —Apenas está despierto. —Regresaré en un minuto, ¿está bien? Necesitamos suministros.

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Murmura algo inelegible mientras corro por su apartamento para tomar un rápido inventario de la cocina y el baño, antes de regresar con Ruby, quien todavía está esperando en el carro. Le doy una lista de cosas para recoger de la farmacia y le pido que se apure. Cuando regreso al departamento, donde lo deje, Ethan está balbuceando y gimiendo. Su fiebre es mala. Hasta que Ruby regresa con algo Tylenol, trato de bajar su temperatura. Una vez cuide de mi papá cuando contrajo neumonía mientras mamá estaba fuera de la ciudad en un retiro de yoga. Sabía los procedimientos muy bien. —Ethan, ¿puedes sentarte para mí? Tose antes de luchar para llegar a una posición sentada. Su pecho no suena bien. —Creo que tienes una infección en el pecho. Necesitas ver un doctor. —No —dice con una voz ronca—. La cosa en mi garganta es verde. Bacteriana. El doctor solo me prescribirá antibióticos, y tengo algunos en el bañó, en el gabinete detrás espejo. —¿Tienes antibióticos tirados por tu casa? —Mi papá es farmacéutico. —Ah. Voy al baño y consigo las pastillas. Leo las etiquetas y me dirijo de regreso a Ethan. —Dice que se supones que tomes estas con comida. ¿Has comido algo hoy? Tira de la manta alrededor de él y niega con la cabeza. —Mi estómago no se siente bien. —Bueno, Ruby traerá algo de sopa, así que mejor esperamos hasta que llegue para tomar estás. Tiembla y asiente. Cuando presiono mi mano contra su frente, cierra sus ojos y se apoya en mi mano. Presiono el dorso de los dedos en su mejilla sonrojada. —¿Te sientes lo suficientemente fuerte como para tomar una ducha? Te ayudará a enfriar. Abre sus ojos y me mira, observándome por un momento antes de susurrar—: Cassie, no tienes que hacer esto. —Su voz suena tan ronca que me hace lagrimear. —Lo sé, pero quiero hacerlo.

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Extiendo mis manos y lo ayudo a pararse. Él se balancea durante unos segundos antes de envolver su brazo alrededor de mis hombros. Tiembla contra mí a medida que caminamos lentamente hacia su baño. Lo siento en el inodoro cerrado antes de abrir la ducha y ajustar la temperatura. Cuando volteo hacia él, me duele el corazón por lo mal que se ve. Está inclinado sobre sus rodillas, respirando con dificultad y agarrando la manta alrededor de sus hombros. —Vamos. Esto te ayudará a sentirse mejor. Le quito la manta y la dejo en el piso antes de sacar su camiseta por su cabeza. Su pecho y hombros están enrojecidos, y cuando presiono mi mano contra él, está ardiendo. Envuelve sus brazos a su alrededor. Su piel aguijonea con temblores mientras lo pongo de pie. —¿Necesitas que te ayude con tu bóxer? —pregunto y froto la parte superior de sus brazos para mantenerlo tibio. Niega con la cabeza, y me espanta un poco que incluso cuando está enfermo como un perro, la vista de él sin camisa todavía hace cosas locas en mí. —Está bien, bueno, te lo dejare, entonces. Estaré afuera. Si te mareas, solo siéntate y llámame. Estaré aquí en un segundo. ¿De acuerdo? Asiente, y le doy una pequeña sonrisa antes de cerrar la puerta detrás de mí.

***

Unos minutos más tarde, hay un golpe en la puerta principal. Cuando la abro, Ruby está allí con dos bolsas de suministros. Se dirige directo a la cocina y comienza a desempacarlos. —Conseguí varios tipos de sopa y un poco de pan, porque cuando baje la fiebre va a estar malditamente hambriento. Hay jugo de ananá para ayudar a limpiar el moco, y también conseguí Gatorade para la rehidratación. —Bien pensado. Termina de desempacar los comestibles y sigue con la bolsa de la farmacia. —Hay Tylenol y Advil, y además un descongestivo que lo va a noquear y va a ayudarlo a dormir.

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Desde el pasillo se escucha un enorme ataque de tos, y Ruby frunce su rostro por el disgusto. —Está bien, no lo tomes a mal, pero tengo que irme ahora. Los mocos de cualquier tipo me hacen vomitar. Será mejor que vuelvas con tu paciente asqueroso antes de que tosa un pulmón. Río y la acompaño hasta la puerta. —¿Pasarás la noche aquí? —pregunta mientras sale al pasillo. —Sí, a no ser que se recupere milagrosamente en las próximas ocho horas. ¿Está bien? —Claro, mientras no lo molestes mientras duerme. —Ruby, actúas como si tuviera cero autocontrol alrededor de él. —Ella me observa y frunce los labios. La fulmino con la mirada—. Cállate. —No dije nada. —Me juzgaste con los ojos. Estoy diciéndoles a ellos que se callen. —¿Vas a hacer capaz de hacerle frente a pasar la noche sola con él? — pregunta—. ¿O tengo que hacerte un cinturón de castidad de papel de aluminio? —Ruby, hay dos razones por las que no va a pasar nada entre nosotros. Uno, está verdaderamente enfermo, y sí, asqueroso. —Descuido mencionar que igual lo haría totalmente—. Y dos, dibujé una línea en lo que a nuestra relación se refiere, y hasta que no se deje llevar por sus sentimientos hacia mí, no pretendo cruzarla. Sí tengo algo de orgullo, sabes. —Sí, pero no tanto. —De nuevo, cállate. Ella me abraza, y puedo sentirla sonriendo contra mi hombro. —¿Podrías llamar a Elissa? —pregunto—. ¿Actualizarla sobre lo que está pasando? —Claro. Hablamos mañana. Luego de que se va, me dirijo a la habitación de Holt. Golpeo la puerta del baño antes de abrirla un poquito. —Oye, ¿estás bien allí? Hay una pausa y una tos húmeda. —Seh. Lo que estoy tosiendo parece salido de una película de terror, pero el vapor está aflojando mi pecho un poco. — Está quedándose sin voz, pero supongo que era de esperarse luego de toda la tos que acaba de tener.

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—¿Quieres salir? —Pronto. Dame un minuto. No es mi intención, pero observo a través de la puerta e inhalo fuertemente cuando veo su espalda desnuda. Sus hombros están tensos mientras se inclina con sus antebrazos contra la pared. Oh, Dios. Holt desnudo. Desnudo y mojado. Bajo la vista a su muy buen trasero. Dios, ayúdame. Oh, sí, Ruby, estaré bien a solas con él durante la noche. Puedo controlarme. Seguro. No puedo apartar mi mirada del agua deslizándose por sus músculos. — Idiota. Él gira su cabeza. —¿Dijiste algo? —Nop. Estoy hablando conmigo misma. —Mientras me como con los ojos tu trasero increíble. Rápidamente alejo la mirada y me concentro en su cama. Las sábanas están torcidas y arrugadas, y lucen algo húmedas. Cierro la puerta y me pongo a sacarlas. Mientras vuelvo a hacer la cama, trato duramente de no pensar sobre la gloria de su espalda, piernas y trasero, y cómo deben lucir extendidas en las sábanas frescas. Mientras trabajo, observo su habitación. Está desordenada, pero no de manera‖ asquerosa.‖ Hay‖ pilas‖ desordenadas‖ de‖ libros‖ y‖ DVD’s‖ en‖ su‖ escritorio,‖ además de un lío de papeles y su laptop, y hay un montón de videojuegos en el suelo cerca de la última Xbox. A parte de eso, está bastante limpia y libre de polvo. No es la peor habitación de chico que haya visto. Tomo una camiseta limpia de su cómoda y estoy a la mitad de pasar demasiado tiempo en el cajón de ropa interior cuando la ducha se apaga. Con más de un poquito de culpa, tomo el bóxer más cercano y cierro el cajón. Cuando escucho la puerta del baño abrirse, me giro y encuentro a Holt vestido con sólo una toalla, un halo de vapor emergiendo desde detrás de él.

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Estoy internamente horrorizada cuando la canción de Beyonce comienza a sonar en mi cabeza y todo se pone en cámara lenta. Las gotas de agua brillan en sus músculos, y siento mi boca caer abierta mientras observo una viajar desde su clavícula hasta su ombligo. Malditamente. Precioso. —Hola —dice, su voz casi completamente ida. —¡Hola! —Salgo de mi ensoñación y le tiendo las ropas limpias demasiado entusiastamente—. Estas son para ti. ¿Cómo estuvo tu ducha? Todavía estás mojado. Deberías secarte. No con la toalla alrededor de tu cintura, por supuesto, porque‖entonces‖estarías‖desnudo‖y…‖bueno,‖puedes‖usar‖esa‖toalla‖si‖quieres.‖Es‖ decir,‖es‖tu‖habitación,‖y‖si‖quieres‖estar‖desnudo,‖puedes.‖Podría‖mirar…‖es‖decir,‖ irme. Si quieres estar solo y desnudo, podría esperar en la sala de estar. O salir a caminar. Lo que tú quieras. El ríe, o al menos creo que lo hace, porque está tan jadeante que parece un personaje de dibujos animados. —Taylor, para de hablar. —Claro. —Dame mi ropa. Se la entrego y él vuelve a entrar al baño y cierra la puerta. Dejándome caer en la cama, pongo mi cabeza en mis manos y suspiro. Mi abrumadora atracción por él, incluso cuando es una cornucopia virtual de bacterias productoras de moco, está más allá de alarmante. La puerta del baño se abre y él se acerca a mí, su cabello más seco y su cuerpo menos desnudo. Me pongo de pie y toco su frente. —Te sientes un poco más fresco. —¿Sí? Bien. Me observa por un segundo, y recuerdo que si quiero mantenerme alejada de él, no debería estarle permitido mirarme de esa forma. —Métete a la cama —digo, mi voz más jadeante de lo que me había propuesto. Él frunce el ceño. —Taylor, me halagas, pero estoy enfermo. ¿Quizás más tarde? —Qué gracioso. Pero de verdad, métete debajo de las sábanas. Estás temblando. —Eso es porque hace frío.

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—En realidad, no. —Como sea. —Se mete en la cama y pone las frazadas hasta su barbilla—. Sólo voy a cerrar mis ojos por un minuto. Ese tiempo parado en la ducha se llevó todo de mí. —Por supuesto que sí. Eres un actor. No estás acostumbrado a trabajar tan duro. —Me fulmina con la mirada—. Y esa es mi señal para ir a buscarte comida y medicamentos. Un rato después, vuelvo con una bandeja cargada con caldo de pollo, un vaso de jugo de ananá, la botella de medicina para la tos, los antibióticos, y el Tylenol. Holt está profundamente dormido. —Oye, despierta. Él gime y se da vuelta. Dejo la bandeja en la mesita de luz y sacudo su hombro suavemente. —Vamos, Holt. Tu traficante de drogas llegó. Tienes que despertar. Su cabeza se inclina a un costado, pero no se mueve. —Oh, no —digo en voz entrecortada—, derramé sopa encima de mí en la cocina, y tuve que quitarme mi camiseta y mi corpiño. Necesito que cubras mis pechos desnudos con tus manos gigantes. Él se despierta con una sacudida y observa mi cuerpo completamente vestido en confusión por unos segundos antes de dejarse caer en las almohadas y suspirar. —Eso fue rudo e innecesario. No puedes prometerle pechos a un hombre moribundo y luego no cumplir. —No estás muriendo. —Si estuviera muriendo, ¿podría ver tus pechos? —No. Ese derecho está reservado para mi novio,‖y‖dado‖que‖tú‖no‖lo‖eres… Mierda, Cassie. No lo chantajees con tus pechos. Golpe bajo. —Lo‖siento,‖eso‖fue… —Está bien —dice, antes de aclararse la garganta y frotar sus ojos—. Tienes razón. Baja la vista a sus manos, y estoy consciente de que necesitamos hablar sobre algunas cosas, pero ahora no es el momento.

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—Necesitas sentarte —digo mientras tomo dos Tylenol y el jugo—. Tómate estas. Luego come tu sopa. Hace lo que le digo. Quince minutos más tarde, ha terminado la mayoría de su sopa, se ha tomado sus antibióticos y medicina para la tos, y ha bebido todo su jugo de ananá. Llevo la bandeja a la cocina, y cuando vuelvo, sus pestañas están cerrándose. Subo las frazadas para cubrirlo. —¿Cómo te sientes? —Borracho —dice antes de bostezar—. Y un poco drogado. ¿Qué demonios había en esa medicina para la tos? —Un vudú de sueño mágico. —Ah. Pensé que podría haber sido un sedante de algún tipo. —Seh. Eso también. —Es fuerte. —Qué bueno. Necesitas dormir. Él bosteza de nuevo y alza la vista hacia mí, y está mal que todavía sea tan hermoso. Antes de que pueda irme, toma mi mano en sus dedos demasiado calientes. —Quédate —dice mientras roza su pulgar por la parte trasera de mi mano. —Necesitas descansar. —Lo haré. Sólo quédate conmigo. Por favor. En su estado actual, sé que no puedo negarle nada. Me quito mis zapatos y rodeo la cama. Él se gira hacia mí mientras me coloco encima de las mantas. —Luego de nuestra pelea el miércoles —dice—, el último lugar en el que pensé que estarías este fin de semana fue en mi cama. Asiento. —Tengo que admitir que cuando pensé sobre finalmente ver tu habitación, lo imaginé bajo circunstancias mucho más sexys y menos mocosas. —¿Qué, mi tos y laringitis no te excitan? ¿Qué pasa contigo, mujer? Oh, Holt, si tan sólo supieras cuánto me excitas todavía, estarías avergonzado de mí. Él pone su brazo debajo de su cabeza y alza la vista hacia mí. —¿Está mal que verte en mi cama me haga querer hacer cosas contigo, incluso cuando estoy así

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de enfermo? —Sus palabras salen mal articuladas, y me pregunto si habría dicho eso sin las drogas en su sistema. —Ethan,‖acordamos… —No, no lo hicimos —dice, y toca mi muslo—. Me dijiste que teníamos que parar de tocarnos si no éramos novio y novia. Yo no estuve de acuerdo. Te fuiste antes de que pudiera decirte que era una maldita mala idea. —Si lo hubieras dicho, no hubiera cambiado las cosas. Él baja la vista. —Lo sé. Estuve afuera de tu apartamento bajo la lluvia cerca de una hora, tratando de pensar en cómo arreglarlo. Cuando me di cuenta de que no tenía las pelotas para golpear a tu puerta y decirte que era un idiota, estaba tan malditamente enojado conmigo que vine a casa y me emborraché. Luego me desmayé en el sofá, todavía empapado. Me desperté a la mitad de la noche congelándome hasta el culo. —Dios,‖Ethan… Él desliza su mano por la cintura de mis jeans y parpadea largo y lento antes de meter un dedo por el dobladillo de mi camisa. —Tu piel es tan suave —susurra mientras extiende su mano sobre mi estómago. Sube sus dedos hasta que está tocando la parte inferior de mi corpiño. Me hace querer olvidarme de todos sus gérmenes y empujar su mano ya sea más arriba o más abajo. En su lugar, tomo una respiración firme y pongo mi mano encima de la de él, frenándolo. Está enfermo y lleno de drogas. Tiene permitido cometer un error de juicio. Yo no tengo excusa. Simplemente estoy caliente. —Ethan, no podemos. —Lo sé. —Suena cansado, y sus palabras salen mezcladas—. Pero quiero. Tanto.‖Porque…‖no‖tocarte es…‖—Hace una pausa con sus ojos cerrándose—.‖Es…‖ lo odio. Su cabeza cae, al igual que su mano, y gracias a Dios que está dormido antes de poder escuchar mi gemido de frustración sexual.

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Holt duerme de a ratos, dando vueltas mientras la fiebre y las drogas trabajan en su sistema. Alterna entre empujarme mientras se abre de piernas y brazos, y aferrarse a mí con intensa desesperación. Luego de una hora, comienza a balbucear y a gemir. —Cassie… Sus ojos están cerrados, pero está buscándome. —Estoy aquí —digo mientras toco su rostro. Su frente está caliente y pegajosa por el sudor—. Sólo voy a ir a buscarte una toallita mojada para tu cabeza, ¿está bien? Sus ojos se abren de repente, llenos de pánico. —¿Te vas? —Vuelvo enseguida. —No…‖por‖favor.‖—Lleva mi mano a su pecho y presiona su frente contra mi brazo—. No te vayas. Por favor, no tú. Luce tan desesperado mientras se aferra a mí como si su vida dependiera de ello, que no estoy completamente segura de que esté despierto. Continúa balbuceando—: Por favor, Cassie. —Una y otra vez, y recién cuando lo empujó hacia mi pecho y paso mis dedos por su cabello, se relaja. —Está bien —digo—. No me iré. Me quedaré contigo. Él suspira, y el aire todavía sale grueso y sibilante de sus pulmones. — Gracias. Apoya su cabeza contra mi cuello, y estoy un poco choqueada cuando siento sus labios en mi garganta. —¿Ethan? Él gime y me besa de nuevo mientras sus brazos me aprietan más fuerte. —Te amo —murmura, y descansa su cabeza en mi hombro—. Te amo mucho. No me dejes. Cae de nuevo en el sueño y me deja tambaleándome. No es hasta que siento mis pulmones quemar que me doy cuenta de que he olvidado respirar.

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Apuesta Segura Traducido por MaJo Villa & CrisCras Corregido por Laurita PI

Después de la admisión inesperada y semi delirante de amor de Holt, continúa gimiendo y murmurando por horas. Como era de esperar, no lo repite. El globo de esperanza descabellada en mi pecho lentamente se desinfla. Cuando me acurruco a su lado y trato de dormir, se envuelve a mí alrededor como una boa constrictor posesiva. Me hace sonreír. Todavía está oscuro cuando percibo sus dedos paseando por mi piel. Se deslizan bajo el dobladillo de mi camisa, caminando por mi estómago. —¿Ethan? Aclara su garganta. —¿Esperas a algún otro chico en la cama a tu lado? Porque no estoy demasiado enfermo para patearle su culo. Todavía suena terrible, pero hay algo en el retumbante timbre de su voz que hace que se me erice la piel. —¿Qué haces? —Nada. Solo quería sentir tu piel. Hay una pizca de gruñido en su voz que me preocupa, pero cuando toco su frente, está fría. La fiebre por fin se ha ido. —¿Cómo te sientes? —Cachondo. —Mueve su mano más hacia arriba, luego las yemas de sus dedos acarician mi costado—. Te deseo.

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Se presiona contra mí, caliente y duro en mi muslo, meciendo las caderas en una forma que no deja dudas sobre exactamente lo mucho que me desea. —Oh, Dios…‖—Mi cuerpo reacciona sin comprometer a mi cerebro, y tenso mis brazos a su alrededor. —Cassie…‖ Desliza su mano hasta mi pecho y con gentileza lo presiona a través del sujetador. La sensación baja en espiral hasta mis piernas. Campanas de advertencia se encienden en mi cabeza, porque sé que si no lo detengo ahora, lo que está haciendo robará todas las razones por las que no debería dejarlo tocarme de esta forma, y me encontraré de regreso a donde estaba hace cuatro días atrás. —Ethan…‖tenemos‖que‖detenernos.‖ Se aleja y me mira. —¿Crees que no puedo decir lo mucho que me deseas? Prácticamente estás arrancándome la camisa. —Ese no es el punto. —No, el punto es que deseas que continúe, pero solo en tus términos. Como tu novio. —¿Es tan malo que necesite saber en dónde estoy contigo? —Demonios, Taylor ¿honestamente no sabes cómo me siento ahora? Sé que soy un buen actor, pero más allá de cuáles son mis sentimientos, he sido estúpidamente transparente. —Necesito escuchar que lo digas. —Mi voz es apenas un susurro. —Te lo dije antes. —No creí que estuvieras despierto. —Ahora estoy despierto. —Entonces, dilo de nuevo. Se inclina y besa mi sien, después mi mejilla, luego tan cerca cómo puede llegar a mi boca sin tocar mis labios en realidad. —Te‖ amo,‖ Cassie.‖ No‖ quiero‖ hacerlo,‖ pero‖ lo‖ hago.‖ Ahora‖ por‖ favor…‖ — Besa de nuevo mi cuello, sus labios suaves y abiertos mientras arrastra su mano hasta el botón de mis pantalones—. Cállate y déjame tocarte. Ha pasado demasiado tiempo. Me estoy volviendo jodidamente loco.

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Cierro los ojos mientras desabrocha el botón y baja el cierre. Luego todo lo que puedo hacer es presionar la cabeza en la almohada, porque mete sus dedos en mis bragas, y cualquier sentido de realidad se desintegra por completo. Sus dedos son seguros y firmes, haciéndome arquearme y jadear al tiempo que mueve como un titiritero todas las cuerdas de mi placer, incitando ruidos que son demasiado altos en su habitación oscura y silenciosa. Mueve sus dedos en círculos, su respiración caliente en mi garganta, mi mente gira mientras todo en mi interior se curva y se tensa. Gimo, porque lo que está haciendo no es suficiente. Necesito más. Todo de él. —Por favor —susurro mientras extiendo mi mano entre nosotros y lo encuentro a través de sus calzoncillos, duro y largo. —Jesús,‖Taylor…‖ Lo agarro y lo muevo de arriba hacia abajo lentamente, tratando de acercarlo más. —Ethan,‖por‖favor…‖ Hace un sonido bajo y envuelve sus dedos alrededor de los míos. —Cassie, detente. No sabes lo que haces. —Lo sé. Te deseo. También te amo. —¡¿Tú…‖qué?!‖ —Ethan…‖dentro‖de‖mí…‖Te‖amo.‖ —¡Cassie! Luego, estoy siendo sacudida, y cuando abro mis ojos, Holt está mirándome, con el ceño fruncido y respirando con dificultad mientras la luz solar se derrama en la habitación. Jadeo mientras mi tensión preorgásmica se desvanece, y reflexiono sobre donde me encuentro. Una de mis manos presiona con firmeza entre mis muslos,‖y‖la‖otra…‖ Oh, Dios. La otra se encuentra delante de los calzoncillos de Holt, envuelta con fuerza alrededor de su erección muy dura. —Oh, Dios. Lo suelto, y se sienta, mientras retira las sábanas. —Estabas soñando. —Lo siento.

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—Hablando‖y…‖agarr{ndome…‖ —Oh, Dios. —Mi rostro arde con vergüenza—.‖¿Cu{nto‖tiempo‖estuve…? —Unos minutos. —Lo siento muchísimo. Suspira y dice—: Está bien. —No,‖no‖lo‖est{.‖Te…‖te‖molesté.‖Soy‖una‖pervertida‖sexual.‖ Coloco mis manos por encima de mi rostro y gimo, demasiado mortificada para siquiera mirarlo. —Demonios, Taylor, deja de sonrojarte. No es toda tu culpa. Al principio pensé‖ que‖ estabas‖ despierta‖ y‖ habías…‖ ya‖ sabes…‖ cambiado‖ de‖ parecer‖ sobre‖ hacer las cosas. Pero entonces empezaste a hablar y supe que te encontrabas soñando. Pude haberte detenido, pero soy un hombre, y por lo tanto estoy genéticamente programado para resistirme a remover la mano de una mujer en mi polla. Subo mis rodillas hasta mi pecho y lo miro. —Dijiste que hablaba. ¿Qué dije? Frunce el ceño y recoge la sábana mientras aclara su garganta. —Fue un sueño. No importa. —Me gustaría saber. Tose y toma un sorbo de agua de la botella en la mesita de noche, sin mirarme. —Murmurabas. Diciendo que me querías o algo así. En realidad no podía entenderte. Mi garganta se cierra. Está mintiendo. Dejo caer mi cabeza en mis brazos y gimo. Que‖me‖haya‖escuchado‖diciendo‖la‖palabra‖con‖“A”‖es‖lo‖ suficientemente‖ malo, pero lo que es peor es saber que, en realidad, lo decía en serio. Jamás me he sentido de esta forma con alguien antes. Un día, era solo un chico que me molestada condenadamente, y ahora, sin ninguna advertencia o permiso, es algo más. Alguien diferente. Necesario e irremplazable. Si eso es amor, entonces es tonto. —Sabes, también hablas mientras duermes —digo, determinada a no ser la única en el purgatorio.

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Me mira con perspicacia. —¿Qué dije? Entrecierro mis ojos. —¿No lo recuerdas? Me observa por unos largos segundos, y la cantidad de pánico que veo en sus ojos ni siquiera vale la pena. O lo recuerda y se arrepiente, o no lo hace y se siente aterrorizado por haberlo dicho. De cualquier forma, no obtengo lo que quiero. —No te preocupes por ello —digo—. Te hallabas tan inconsciente que apenas pude entenderte. Vamos a estar de acuerdo en que ese sueño de murmullos debe ser ignorado, ¿de acuerdo? Está en silencio durante unos segundos antes de que sea invadido por un ataque de tos agresivo. Se dobla y agarra algunos pañuelitos, al tiempo que casi se atraganta con lo que está expulsando de sus pulmones. Froto su espalda hasta que pasa el ataque. —Deberías tomar una ducha —digo mientras golpeo entre sus omóplatos. —Sí, supongo. —Suena cansado. Sale de la cama y se dirige hacia su cómoda para agarrar un par limpio de calzoncillos. Me mira antes de volver a observar dentro del cajón. —¿Volviste‖a…‖ doblar mi ropa interior? Me encojo de hombros. —Parte de ella. —Solo a las que le metí mano como una completa rara. —Eres rara. —Cariño, te estás yendo por las ramas. Cuando la puerta del baño se cierra, me dejo caer de nuevo en la cama y exhalo. No me había imagino que cuidar de un ex–no-novio enfermo sería una experiencia tan mortificante. Estoy a punto de dirigirme a la cocina para preparar el desayuno cuando el teléfono de Holt suena. El‖ identificador‖ de‖ llamadas‖ dice‖ “Casa”,‖ y‖ pensando‖ que‖ puede‖ que‖ sea‖ Elissa, lo contesto. —Teléfono de Ethan, Cassie habla. Hay una pausa, luego—: ¿Cassie? Soy Maggie Holt. Mi estómago salta a mi garganta, y mi voz se quiebra cuando digo—: Oh, hola, señora Holt. Una chica contesta el teléfono de su hijo a primera hora en la mañana. Esto luce mal.

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—Entonces, Cassie, ¿cómo estás? —Él se encuentra en la ducha. —Oh. De acuerdo. —Es por eso que estoy contestando su teléfono. Se está duchando. —Ya veo. Entonces‖ustedes‖est{n…‖ —Solo pasando el rato. Sé cómo debe verse esto, pero solo quiero que sepa que no ocurre nada entre nosotros. No estamos durmiendo juntos. Bueno, en realidad, anoche lo hicimos, pero eso de verdad fue dormir, si sabe a lo que me refiero. Se encontraba bastante drogado. Con medicina para la tos. Está enfermo. Muy enfermo. Pellizco el puente de mi nariz en un esfuerzo para detener la divagación. —Quiero decir, no necesita un trasplante de pulmones ni nada de eso, pero se encuentra lo suficientemente enfermo para necesitar a alguien que lo cuide. Eso es lo que estoy haciendo aquí. Y respondiendo su teléfono. Obviamente. Vaya, su hijo toma duchas de verdad largas, ¿eh? Mátame ahora. Hay un risa baja, y lo tomo como una señal para solo respirar. Mi rostro está más caliente que la superficie del sol. —Cassie, está bien. Elissa nos hizo saber durante la cena de anoche que él estaba enfermo y que ella te había pedido que jugaras de enfermera. Gracias por acceder. Sé que mi hijo no es el paciente más agradable. Cuando era un niño, tenía que sobornarlo con juguetes de las Tortugas Mutantes Adolescentes Ninjas para conseguir que tomara su medicina. La imagen de Holt como un niño malcriado fue casi demasiado adorable para soportar. —¿De verdad? —Me temo que sí. Un gran ataque de tos viene desde el baño, y escucho que la señora Holt chasquea su lengua. —¿Supongo que no ha ido al doctor? —No, pero en realidad hoy suena mucho mejor. —¿Eso es mejor? —Ajá. —Pobre bebé. —Hace una pausa, luego dice—: En realidad Cassie, me alegro que estemos hablando. ¿Vas a ir a casa por Acción de Gracias?

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—Uh…‖no.‖Este‖año‖solo‖puedo‖pagar‖un‖viaje‖de‖regreso,‖y‖mam{‖y‖pap{‖ quieren que vaya para Navidad. —¿Entonces estás libre para los días de fiesta? —Supongo. —Genial. Me gustaría que vinieras y te quedaras con nosotros en Nueva York. —Oh…‖señora‖Holt…‖ —Por favor, llámame Maggie. —Maggie,‖no‖lo‖sé.‖Ethan…‖ —Esto no tiene nada que ver con él. También eres amiga de Elissa, y ella amará que te quedes. Además, no podemos dejar que pases sola Acción de Gracias. Eso sería una tragedia. —Aún‖así,‖no‖creo‖que‖eso…‖ —Tonterías. No aceptaré un no por respuesta. Vas a venir, y eso es definitivo. Antes de que tenga la oportunidad de discutir, Holt emerge del baño, con su pecho desnudo, con solo unos calzoncillos puestos. Frota una toalla sobre su cabello y tose antes de articular—: ¿Quién es? Coloco mi mano sobre el receptor. —Tu mamá. Tose de nuevo antes de hacer gestos para que le pase el teléfono. —¿Maggie? Ethan ahora salió de la ducha. Y completamente vestido, debería añadir. Bueno, no completamente. No está usando una camisa, pero todas las partes importantes se encuentran cubiertas. —Oh por el amor de Dios—. Fue agradable hablar contigo. —También contigo, Cassie. Nos vemos la próxima semana. —Eh, sí. De acuerdo. Holt toma el teléfono y se sienta en el borde de la cama. —Hola, mamá. —Su voz apenas está allí—. Sueno peor de lo que me siento. No necesito ver un doctor. Sí, ya estoy tomando antibióticos. Hace una pausa, luego me mira. —Sí, Cassie ha estado cuidándome muy bien. Hoy estoy mucho mejor. Escucha por unos segundos y luego frunce el ceño. —¿Tú qué?

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Se enciende de ira y pasa por delante de mí hacia la sala de estar. A pesar de que baja su voz a un susurro ronco, todavía puedo entender que dice. —Mamá, ¿qué demonios? Al menos podrías haberme preguntado. Me quedo mirando fijo a una pila de libros en la esquina y aprieto mi mandíbula. No debería escuchar esto. —Sí,‖me‖gusta,‖pero…‖Jesús…‖es‖m{s‖complicado que eso. No tiene que ser así, pero lo es. —No, no es mi novia. Tenerla allí será muy pero muy incómodo. Me siento en el borde la cama y niego con la cabeza. ¿Honestamente, él preferiría que pasara Acción de Gracias sola? En verdad he sobreestimado sus sentimientos hacia mí. Holt habla con su mamá por unos minutos más, pero no puedo entender lo que dice. Menos mal. Cuando regresa a la habitación, lanza el teléfono a la cama y busca en su cómoda. Después agarra una camiseta, la mete por encima de su cabeza y cierra el ropero de golpe. —¿Estás bien? —Sí. —Estás enojado. —Está bien. —Que vaya por Acción de Gracias sería muy pero muy incómodo, ¿eh? Suspira. —Cassie…‖ —¿Por qué sería incómodo? Pasa sus dedos por su cabello. —Has visto cómo papá y yo somos cuando estamos juntos. No hay forma de que te haga pasar por eso de nuevo. Tomo una respiración temblorosa. —De acuerdo. Si eso es lo que quieres. Le echa un vistazo a mi rostro y suspira antes de sentarse a mi lado. — Cassie, no es que no te quiera‖allí,‖si‖no…‖ Antes de que pueda decir algo más, es sacudido por otro ataque de tos. Cuando ha acabado, se deja caer de nuevo en la cama, exhausto.

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Supongo que hemos terminado de hablar sobre Acción de Gracias. Me inclino y froto su espalda. —¿Hay algo que pueda hacer? Niega con su cabeza. —Solo estoy cansado. Y mi pecho duele. —Su voz es un ronco desastre. Me voy y agarro algunos analgésicos y medicina para la tos. Después de que se toma ambos, se mete debajo de las sábanas. Me siento a su lado y acaricio su cabello. —Sabes, mi madre solía tener un libro. Fue escrito por un autoproclamado gurú que creía que si íbamos en contra de lo que nuestras almas necesitaban, la falta de armonía en nuestros cuerpos nos enfermaría. Al igual que si no decimos lo que sentimos, tendremos dolor de garganta, o si hacemos algo que sabes que no está bien, tendremos dolor de cabeza. Sus ojos se hallan llorosos cuando me mira. —Y si tenemos dolor de garganta, dolor de cabeza y una infección en el pecho nosotros somos…‖ ¿qué?‖ ¿Disfuncionales emocionalmente? ¿Enfermos del corazón? Me encojo de hombros. —Dímelo a mí. Tose. —Suena bastante cierto. Creo que mi madre te invitó por Acción de Gracias porque piensa que puedes arreglarme. Paso los dedos por su frente. —No me di cuenta de que estabas roto. Me da una risa corta. —Tal vez no roto, pero definitivamente defectuoso. —No lo creo. —Después de cómo te he tratado, deberías hacerlo. —Suspira y me da la espalda—. Taylor, yo no funciono correctamente. ¿No sabes eso ahora? Acaricio su espalda. —Si hubiera sido traicionada por mi amada novia y mi mejor amigo, tampoco funcionaría bien. Está en silencio por unos segundo, luego dice—: Por más que me gustaría culpar de todos mis problemas a Vanessa y a Matt, estaba equivocado mucho tiempo antes de eso. —¿Cuánto tiempo antes? —Siempre. —No me mira cuando habla. Tal vez es más fácil para él de esta forma—. Cuando era un niño, para mí era difícil hacer amigos. Tenía problemas para‖demostrar‖afecto.‖Siempre‖me‖sentía‖como…‖apagado. Permanece en silencio por un largo tiempo. Justo cuando me imagino que se ha dormido, susurra—: Un día, mis padres hicieron que me sentara y me dijeron que había pasado los dos primeros años de mi vida en un hogar de acogida. No lo

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recuerdo, pero solo escuchar las palabras hizo que tuviera un ataque de pánico. Tenía casi tres cuando me adoptaron. ¿Tres? Oh, Dios. Solía pensar que sus inseguridades de alguna forma estaban aumentadas por su destreza dramática, pero resulta que tiene problemas de abandono reales y justificados. Acaricio su brazo, tratando de darle apoyo. Toma unas cuantas respiraciones profundas. —Jamás le he contado esto a nadie.‖ Pero‖ contigo…‖ —Se da vuelta sobre su espalda y me mira con ojos cansados—. No sé si mis padres biológicos renunciaron a mí porque era defectuoso, o si me volví defectuoso cuando renunciaron a mí, pero el resultado final es el mismo. Después de que me enteré, cada vez que papá se perdía una carrera de atletismo o cancelaba nuestros planes para el fin de semana, lo atribuía a que no era su hijo verdadero. Ahí fue cuando empezamos a discutir. Solo era un chico desechado del que mamá y él se apiadaron. —Ethan,‖no… —De repente mis errores tienen sentido. Como si fuera un impostor en mi propia vida. Y eso hace que me sienta jodidamente furioso, porque pensé: ¿Por qué molestarme? ¿Por qué seguir fingiendo? No soy un hijo real ni un hermano real. No soy el nada real de nadie. Tal vez esa es la razón por la que soy un buen actor. Cada personaje que interpreto es más real que yo. Aparto mi mano de su pelo y acaricio su rostro. Cierra los ojos, y los músculos de su mandíbula se tensan y se relajan. —Ethan, vamos. He visto lo suficiente de tu familia para saber que eres absolutamente real para todos ellos. Te adoran, incluso tu padre. Y en cuanto a mí, nunca he conocido a nadie tan real como tú en toda mi vida. Cada día me inspiras para dejar de ser lo que otros quieren y ser simplemente yo misma. Así que no te atrevas a sentarte allí y decirme que no eres real para nadie. Te encuentras rodeado de gente que te quiere, a pesar de tu determinación para alejarlos. Si eso no es real, no sé qué lo es. Espero que discuta, pero para mi sorpresa, no lo hace. En cambio, busca en mi rostro, intenso y con el ceño fruncido. —Estoy rodeado de gente que me quiere, ¿eh? —¿Por qué eso te sorprende? —pregunto al tiempo que acaricio su frente—. Eres algo así como asombroso.

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Su expresión cambia, y parece que una sonrisa intenta escapar de un laberinto de confusión. Si no fuera tan malditamente atractivo, lo encontraría divertido. —Solo…‖no…‖—Aprieta los ojos con fuerza y tira de mí sobre él. Pongo los brazos a su alrededor cuando toma una respiración temblorosa. No decimos nada más, pero no se siente como si tuviéramos que hacerlo. Me ha contado su secreto más oscuro, y aunque explica mucho de por qué es cómo es, he decidido que no importa. En caso de que por fin encuentre el coraje para estar conmigo, estoy totalmente dentro. Infiernos, ya estoy totalmente dentro.

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Al día siguiente, Holt prácticamente me echa de su apartamento. No en una manera‖horrible.‖Solo‖en‖una‖manera‖“uno‖de‖nosotros‖debería‖ir‖a‖clase”.‖Cuando‖ le llamo esa noche, suena mucho mejor. Está recuperando la voz, y me dice que sus ataques de tos se han vuelto menos frecuentes. El día siguiente es locamente ocupado, y no es hasta que me encuentro dormitando en la cama que mi teléfono vibra. Miro la pantalla y sonrío cuando veo el identificador de llamadas. —Hola, loco. —Hola. Es una locura que una pequeña palabra proveniente de él casi pueda hacer que me maree de felicidad. Y ni siquiera es una palabra especial. Solo un aburrido saludo de dos sílabas, y aun así puedo sentir una estúpida sonrisa pegada por toda mi cara como papel de pared barato. Pensé que las cosas podrían haberse puesto extrañas entre nosotros desde que me dijo que era adoptado, pero no lo han hecho. En todo caso, es como si el decirme hubiera eliminado una carga. Todavía no ha dicho nada sobre volver a llevar nuestra relación a un lugar íntimo, pero me alegro que no estemos manteniéndonos apartados el uno del otro. —¿Por qué no estás durmiendo? —pregunto. —Lo he hecho, todo el día. Ahora me siento totalmente despierto.

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—Toma algo de medicina para la tos. Eso te dejará fuera de combate. —Lo he hecho, pero aún no ha hecho efecto. Probablemente no es buena idea estar hablando contigo ahora mismo. Tiendo a decir cosas estúpidas bajo la influencia de esa cosa. —No estúpidas. Solo cosas que no dirías normalmente. Me encanta esa medicina para la tos. He aprendido más sobre ti en los últimos dos días que en todo un año. —Y aún así todavía me hablas. —Es una carga, pero alguien tiene que hacerlo. Se ríe. Un sonido tan hermoso. Permanece en silencio durante un segundo, luego dice—: Escucha, Cassie, he‖estado‖pensando… —Ajá. —Puedo sentir su nerviosismo a través de la línea telefónica. —Yo…‖ sé‖ que‖ fui‖ un‖ idiota‖ al‖ respecto‖ el‖ otro‖ día‖ cuando‖ llamó‖ mam{,‖ pero…‖ quiero‖ que‖ vengas‖ a‖ Acción‖ de‖ Gracias.‖ —Su voz se vuelve suave—. No creo que pueda pasar todos esos días sin verte. Llamé a mamá y le pedí que preparara la habitación libre. Estoy atónita. E increíblemente afectada. —Ethan… —No has hecho otros planes, ¿verdad? —Bueno, en cierto modo. Compré una cena de pavo congelado para uno. No sé si es posible que renuncie a eso con tan poca antelación. Tiene salsa de sabor a arándanos. —Oh. Bueno, sí. Quiero decir, eso es una comida congelada deliciosa. ¿Necesitas algo de tiempo para pensar en ello? No es por influenciarte ni nada, pero sabes que Maggie lleva una empresa de catering gourmet, ¿verdad? Sin presión. Me río. —Bueno, cuando lo pones de esa manera, me encantaría ir. No se me pasa por alto que esto suena sospechosamente como una cita. Me resisto a bajarme de la cama de un salto y hacer un bailecito de alegría. —Bien. Te recogeré mañana por la noche. ¿Dónde estarás? —¿No vas a venir a clase mañana? —Mi estómago se hunde al saber que no voy a verlo por la mañana.

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—No. Solo necesito un día más librarme de lo último de esta tos. También voy a necesitar toda mi fuerza para sobrevivir al fin de semana con mi padre. Así que ¿dónde puedo recogerte? —Bueno, mañana por la tarde estaremos todos juntos en casa de Jack para tomar unas copas de prevacaciones. —Está bien, iré allí. Conduciremos a Nueva York para cenar con papá y mamá, y volveremos el domingo por la noche. El pensamiento de pasar cuatro días en Nueva York es lo suficientemente mareante, pero ¿saber que viviré con Holt durante ese tiempo? La palabra “extasiada”‖es‖el‖único‖adjetivo‖que‖se‖acerca‖siquiera‖a‖cómo‖me‖siento. —Holt,‖ ¿debería‖ preocuparme‖ que‖ estés‖ siendo‖ así‖ de…‖ agradable…‖ de‖ repente? Se ríe. —Tal vez. En verdad me está asustando mucho a mí. Ten cuidado con lo que deseas, Taylor. Eso es todo lo que puedo decir. —Pfft. Pinocho deseó ser un niño de verdad, y eso resultó bien. —Cierto. Pero luego quedó desprovisto de erecciones para siempre. Piensa en ello. Me río, y unos pocos segundos más tarde cuando bosteza, me uno a él. —Vete a dormir —dice—. Te veré mañana por la noche. —Está bien, claro. Cuando colgamos, me siento como una de esos paleontólogos que trabajan con un diminuto pincel y pasan años limpiando lentamente granos de arena para revelar una preciosa reliquia o tesoro. No creo que Holt aprobara que le llame reliquia, pero no obstante estoy sonriendo.

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Para cuando llegan las seis a la noche siguiente, la mayoría de mis compañeros de clase están de camino a estar completamente borrachos. Algunos se han ido a casa a visitar a sus familias, pero en su mayor parte, todo el mundo espera hasta las navidades, como yo. Acción de Gracias en realidad solo es una excusa para estar borracho durante cuatro días. Ruby se sienta a mi lado en el sofá, sorbiendo un margarita industrial y agitando la cabeza al ritmo de la música. Me siento junto a ella, y mi pierna rebota

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nerviosamente mientras espero a que Holt aparezca. Ruby le ordena a Jack que me consiga otra copa para ayudarme a relajarme, pero no podría relajarme ahora mismo ni aunque estuviera vestida como un oso polar y me diera una chapuzón en nitrógeno líquido. Estoy observando a Mariska y Troy consumir completamente la pista de baile con algunos impresionantes movimientos de baile de balanceo, cuando se apartan para revelar a Holt en la puerta. Oh. Está aquí. Hay un enorme rugido cuando la gente lo ve y se amontonan a su alrededor como si fuera una criatura mítica perdida hace mucho tiempo. La gente le pregunta cómo se encuentra y le dicen que lo han extrañado. Zoe lo abraza. Jack lo palmea en la espalda. E incluso aunque él sonríe y responde, a través de todo su concentración se halla en mí. Apenas puedo respirar. —Guau —susurra Ruby a mi lado—. ¿Holt tuvo alguna extraña versión de bronquitis‖ que‖ aumentó‖ su‖ atractivo?‖ Porque…‖ maldición.‖ El‖ chico‖ tiene‖ buen‖ aspecto. Va vestido con vaqueros oscuros y un jersey de cuello en V azul oscuro. Su cabello es caótico, y su mandíbula está recién afeitada. No puedo ignorarlo. Parece un poco cansado, pero por mucho menos pálido que cuando lo vi la última vez. Tengo el impulso más extraño de caminar hacia él, envolverme alrededor de su torso y pegarme a él como una lapa. Por supuesto, si hiciera eso con la minifalda que llevo puesta, parecería una lapa extremadamente obscena. El tipo a la que otras lapas rehuirían y de la que hablarían a sus espaldas. Me levanto y me muevo hacia él. Necesito estar cerca de él. Cuando me detengo enfrente de él, Jack se encuentra en medio de una historia acerca de cómo Lucas simuló masturbarse en clase de actuación hoy, y cómo Erika había sorprendido a todo el mundo al alabarlo por ser valiente. —Te lo juro, hombre —dice Jack mientras todo el mundo se ríe—. Debajo de ese exterior de perra dura, Erika es una completa loca del sexo. Holt me sonríe y mete las manos en sus bolsillos al tiempo que vocalizo “hola”. —Hola.

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Jack le da una palmada en el hombro. —¿Puedo conseguirte algo de beber? ¿Cerveza? ¿Un trago de whiskey? —No, gracias. Nosotros no vamos a quedarnos mucho. —¿Nosotros? ¿Quién es nosotros? —Taylor y yo. Jack mira en torno a la multitud y alza las cejas. —¿Tú y Taylor? Bueno, bueno, bueno. ¿Qué está pasando aquí? Por un momento, hay pánico en los ojos de Holt, pero toma una respiración profunda y dice—: Va a pasar las vacaciones conmigo en Nueva York. Oh. Guau. Jack nos mira fijamente, atónito. Para este momento Lucas y Zoe se han unido a él. Puedo sentir que mi boca se encuentra abierta, pero estoy demasiado sorprendida ahora mismo para cerrarla. —¿En serio? —pregunta Jack. Holt asiente, y Jack se gira hacia mí—. Taylor, ¿tu hombre misterioso no tendrá algo que decir respecto a que pases tiempo con señor alto e intenso? Quiero decir, los vio en Romeo y Julieta, ¿verdad? Este podría ser un movimiento épicamente estúpido. Intento pensar en algo que decir para desviar la atención de Avery, pero resulta que no tengo que hacerlo. Holt lo tiene cubierto. —En realidad, Jack —dice antes de tragar saliva nerviosamente—. Yo soy su hombre misterioso. Y estoy completamente bien con que pase tiempo conmigo. La habitación se queda mortalmente silenciosa. La música ha parado, y si escucho realmente con cuidado, probablemente puedo oír el viento soplando a través de las platas rodadoras en el exterior. Dejo de respirar, aterrorizada de que si me muevo, despertaré de este fantástico sueño. Jack mira entre Holt y yo con incredulidad. —Lo siento, pero ¿qué? ¿Tú eres el tipo sobre el que nos habló? ¿El jodido idiota que no dormiría con ella? Holt lo mira ceñudo y le dedica una sonrisa tensa. —Síp. Ese soy yo. El jodido idiota, en carne y hueso. Oh, Dios mío. Por favor, no dejes que me despierte. Deja que sea real.

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Hay una pausa embarazosa antes de que Jack alce su puño en el aire y grite—: ¡Siiiiiií! La habitación explota con conversación, y Jack se gira y choca los cinco con la gente que hay detrás de él. —Está bien, todo el mundo que dijo que Taylor salía con otra persona que no fuera Holt, que pague. ¡Hay que pagar las deudas! ¡El águila ha aterrizado! Repito, el águila ha aterrizado. Que alguien me recuerde que pague a Erika. La sala parece la bolsa de Nueva York, con dinero y tickets siendo agitados en el aire mientras la gente habla y ríe. —¡Espera un minuto! —grita Holt y mira penetrantemente a Jack—.‖¿Tú…‖ organizaste una jodida apuesta sobre si Taylor y yo estábamos juntos? El rostro de Jack cae. —Bueno, sí. Pero era todo por diversión, hombre. Ustedes dos han estado haciéndose ojitos el uno al otro durante meses. Teníamos que divertirnos con ello de algún modo. —¡Colega! —dice Holt con rigidez—. Yo no hago ojitos. Lucas le da una ligera palmadita en el hombro. —Siento decírtelo, hermano, pero lo haces totalmente. Suerte que recibieran buenas críticas por Romeo y Julieta, porque ¿en la vida real? Apestan totalmente actuando. Holt me mira en shock, y yo doy un paso adelante y pongo mi mano en su pecho. —Eh,‖así‖que…‖guau. Parpadea y sacude la cabeza. —¿Qué demonios acaba de suceder? —Buena pregunta. Permanece ahí parado durante unos pocos segundos como un pez, observando la acción a su alrededor con una mirada de confusión. Es solo cuando trazo la piel del cuello de su jersey que vuelve a la realidad y me mira. —Hola. Soy Cassie Taylor, y no creo que nos hayamos conocido. Sé que es tonto, pero es la verdad. ¿Quién es este hombre abierto y locuaz que hay enfrente de mí? Sus orejas se vuelven rosas. —Ah…‖sí.‖Hola. —Así‖que‖eso‖fue…‖inesperado. —Sí. Pero inesperado en el buen sentido, ¿verdad?

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¿Cómo puede pensar lo contrario cuando estoy sonriéndole como si estuviera drogada? —Inesperado en el muy buen sentido. ¿Pretendías desvelarnos cuando viniste aquí esta noche? —No. Bueno, sí. Quiero decir, no lo sabía seguro, pero te vi…‖supongo‖que‖ durante los últimos días me he dado cuenta de que lo que quiero contigo sobrepasa lo mucho que me asustas. Y estoy cansado de privarme a mí mismo. Es jodidamente agotador. Quiero estar contigo. Pongo mis brazos alrededor de su cuello. Para su crédito, solo mira alrededor una vez para ver quién nos observa antes de centrarse en mí. —Deja de entrar en pánico. Su respiración se acelera y me mira intensamente. —Oblígame. Tiro de su cabeza hacia abajo. Cuando me besa, es suave y casto, pero la forma en que inhala y aprieta los brazos a mí alrededor me dice que su reacción es cualquier cosa menos apacible. Hay varios alaridos de aprobación a nuestro alrededor, pero los ignoramos. Es en cierto modo fácil cuando toda tu concentración se dirige a resistir el impulso de llegar a ser una lapa putita. Me besa más firmemente, y a través de mi mirada lujuriosa, me siento impresionada con que esté siendo tan atrevido enfrente de todo el mundo. Sé que esto es algo grande para él. Me siento orgullosa. Se aparta mientras toda la sala aplaude, y les dedica un corte de magas de buena voluntad a todos mientras me arrastra por el pasillo hacia el estudio desierto. Cuando cierro la puerta detrás de nosotros, suspira con alivio y se pasa los dedos por el pelo. —¿Ves? —digo—. Después de todas esas semanas de secretismo y negación, ¿fue tan difícil? Me tira contra él, sin ser tímido respecto a pasar sus manos por mi trasero mientras me mira fijo. —Taylor, puedo decirte con absoluta honestidad, que sí. Lo fue, y es, extremadamente duro. Me besa otra vez, menos reprimido ahora, y me hace retroceder hacia la pared. Está gimiendo en un modo que hace que quiera arrastrarme dentro de su garganta y frotarme contra su laringe. Los sonidos que hago son vergonzosamente altos. Durante tanto tiempo he estado esperando a que simplemente se dejara ir y

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cediera a esto que existe entre nosotros, y ahora que lo ha hecho, es mucho mejor que la fantasía. No hay duda. No hay autoconciencia. Me está besando como si tuviera miedo de detenerse. Como si intentara compensar todos esos largos días de separación. Parte de mí todavía está convencida de que esto no es la realidad, pero cuando me levanta para poder frotarse contra mí, decido que no me importa. Lo que sea, lo tomaré. —En verdad deberíamos detenernos —dice mientras besa mi clavícula. Agarro su cabeza. —Por supuesto que deberíamos. La mejor solución posible para toda esta lujuria ardiente que hay entre nosotros. Buen plan. Ahueca mis pechos, y los acaricia a través de mi jersey. —No te burles de mí. —Entonces‖ no‖ digas‖ cosas‖ estúpidas‖ como‖ “en‖ verdad‖ deberíamos‖ detenernos”. —Tienes un punto. No nos declaré una pareja delante de todo el mundo para que pudieras continuar sin tocar mi polla, eso es seguro. —En ella. —Mi respiración es ruidosa mientras le toco a través de sus pantalones vaqueros. Pone la mano en la pared detrás de mí y deja colgar su cabeza. —Dulce Jesús. Lo aprieto a través de la tela, y deja caer la cabeza más baja hasta que su frente descansa contra la mía. —Ante el riesgo de que te burles de nuevo —dice sin respiración mientras se aparta—, de verdad necesitas dejar de hacer eso. Como que tenemos que ponernos en camino si vamos a llegar a casa de mis padres para cenar. Con renuencia, quito la mano. Él retrocede un paso y suspira. —Solo dame un minuto. Jack probablemente tiene una apuesta sobre que saldré de aquí con una erección. —Tal vez debería apostar algo de dinero. Podría ganar mucho. —En especial, si continúas parada ahí con esa falda inexistente. —¿Te gusta? —Si dijera que no, ¿te la quitarías?

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—Solo hay una forma de averiguarlo. Explora bajo mi falda, largos dedos recorriendo mi muslo. —Ethan —digo sin respiración—. Si vas ahí, no saldremos en absoluto de aquí en ningún momento cercano. Sabes eso, ¿verdad? —Lo sé. Simplemente tengo una novia muy sexy, y cuando mis manos están sobre ella, me dejo llevar. Toda la respiración deja mis pulmones. —¿Estás admitiendo que soy tu novia? ¿Finalmente? Cuando responde, su voz es suave—: Sí, Cassie. Eres mi novia. Mi estómago da un salto. No creo que vaya a cansarme de él diciendo esa palabra en ningún momento en el futuro cercano. Aunque está sonriendo, también veo un poco de pánico en sus ojos. —Solo decirlo hace que entres en pánico, ¿verdad? —Un poco. —¿Crees que puedes acostumbrarte a ello? Acaricia mi cuello y piensa por un segundo. —Espero que sí. Quiero hacerlo. Mi sonrisa de papel de pared barato está de vuelta. —Yo también. Sonríe, y envuelvo los brazos a su alrededor. —¿Era esto de lo que estabas asustado? Porque incluso aunque en verdad no tengo mucha experiencia con este tipo‖de‖cosas…‖creo‖que‖est{‖yendo‖bien‖de‖momento. Su sonrisa se desvanece. —Taylor, tengo que advertirte de nuevo que apesto en las relaciones. He dejado eso claro, ¿verdad? Me pongo de puntillas para besarlo. —Estaremos bien. Deja de pensar tanto. Asiente y suspira, y por un momento, se encuentra completamente abierto. De esa manera, él es la cosa más hermosa que he visto jamás.

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Traducido por Geraluh. Corregido Sahara

Desde donde estamos parados en la acera, la casa de Holt se ve enorme e imponente. Me estremezco. Está bien, Cassie, cálmate. Estarás bien. Cuando miro hacia Holt, me doy cuenta que se ve nervioso, también. Respiro profundo. —Entonces, ¿Cuál es el plan? Frunce el ceño. —¿El plan? —¿Cómo nos comportamos frente a tus padres? ¿Estamos escondiendo que estamos juntos? —¿Quieres? —No. —Entonces no lo haremos. Lo dice con convicción, pero no me pierdo el destello de pánico. —¿Y qué? ¿Vamos a decirles que somos novios? Duda por un segundo. —Uh…‖sí. Todavía no estoy convencida. —¿Por lo tanto, eres mi novio, Ethan, trayendo a casa a su novia, Cassie, para conocer a sus padres? —Sí. —Menos duda esta vez, pero sigue allí. —Solo un novio y una novia normal, pasando tiempo con su familia y haciendo cosas normales‖de‖novios.‖Todo‖noviecito‖y… —Bien,‖deja‖de‖decir‖“novio‖y‖novia”.‖Es‖molesto

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—Voy a parar si lo dices. —¿Por qué? —Porque sé que tú puedes. —Lo dije en la casa de Jack. —Eso fue hace mucho. Dilo otra vez. Rueda los ojos. —Eres mi novia, ¿de acuerdo? Mi muy caliente, y muy irritante novia. —Aw, novio, esa es la cosa más dulce que me has dicho alguna vez, tu novia. Sacude la cabeza y trata de no reír. —¿Vas a parar ahora? —Por supuesto. —Espero un segundo antes de preguntar—. ¿Puedo llamarte‖“cariño”? —No. —¿Pastelito? —No —¿Mejillas de ángel? —Joder, no —Bien, bien. Solo para que ambos estemos en la misma página. Se ríe, y me uno a él, pero estoy fingiendo. Al menos la risa me ayuda a fingir que no estoy aterrorizada. —Pero escucha —dice y toma mi mano—. Déjame decirle a mamá y papá cuando sea el momento correcto, ¿de acuerdo? Hace unos días, le jure a mi madre una y otra vez que no eras mi novia, y dije lo mismo cuando le conté que venias para quedarte. No quiero entrar allí y soltarlo, o voy a quedar como un idiota. Solo dame un poco de tiempo, ¿está bien? Quiero argumentar que está escondiendo lo que siente por mi otra vez, pero después de lo que hizo en la fiesta, sé que no se trata de eso. Levanto la vista hacia la puerta de nuevo, y mi nerviosismo aumenta. Nunca he conocido a los padres de un novio antes. Demonios, nunca he tenido un novio antes, y mucho menos conocer a los padres. Digo, sí, los he conocido antes, pero no era su novia entonces. Holt debe notar mi tensión, porque se inclina y me besa, tierno y persistente. Cuando se aleja, me siento un poco mejor.

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—Cassie, vas a estar bien. Deja de enloquecer. —¿Y si me odian? —No seas ridícula. Ya te han conocido, y puedo decir con seguridad que mi papá te prefiere a ti. Soy el único que debería estar nervioso aquí. Si mamá se emborracha, es probable que saque el álbum de fotos familiar y te muestre fotos desnudas de su hijo. Contengo la risa. —¿Serian‖fotos‖recientes?‖Porque…‖mmm. Me gustaría ver esas. Sacude la cabeza, va al auto y saca nuestras maletas. —Sí, mi madre tiene una serie completa de fotos de su hijo mayor, desnudo. Eso es totalmente normal. —Oye, una chica puede soñar. Asegura el coche, y cuando voy a agarrar mi bolso, me espanta lejos antes de recogerlo y me hace señas para que suba las escaleras. —Tan caballero llevando el bolso —digo. Me da una sonrisa irónica. —Si todavía piensas que soy un galante caballero después de haber sido tu novio por un tiempo, sería la primera vez. Mejor comienza a bajar tus expectativas. —Nunca. Al igual que mis faldas, mis expectativas se mantendrán altas. Le da a mis piernas una apreciación sensual, antes de que abra una puerta y me lleva hacia la puerta de entrada de su casa. —¡Mamá! ¡Elissa! ¡Estamos aquí! Escucho un agudo ladrido, seguido por garras arrastrándose por el suelo de madera. Entonces una peluda bola con piernas estalla en la vista al final del pasillo. Brinca hacia nosotros en un largo borrón, pelaje color canela y lengua rosada. Cuando llega a Holt, brinca a sus rodillas y pide ser recogida. Deja caer las bolsas y alza el cachorro en sus brazos, luego lo mantiene alejado de él, mientras intenta lamerle la cara. —Jesús, Tribble, cálmate. Tenemos compañía. —El pequeño perro se retuerce y ladra, y a pesar del ceño fruncido de Holt, puedo decir que está enamorado—. Tribble, esta es Cassie. Va a quedarse con nosotros por unos días, así que pórtate bien. Voy a acariciarla, pero Holt me detiene. —Cuidado. Es rara con extraños. Especialmente con las mujeres.

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Tribble me mira con desconfianza con ojos negros mientras huele mi mano. Entonces tira sus labios hacia atrás, y emite un pequeño gruñido. Si se tratara de cualquier otro perro, seria aterrador, pero viniendo de ella, es adorable. Holt la aleja y la mira. —Tribble, no. Deja de ser una perra. Cuando la pone en el suelo, me mira con desprecio antes de girar y alejarse trotando. —Lo siento por ella—dice la madre de Ethan mientras viene por el pasillo—. Ella odia a todos menos a Ethan. Tolera a Charles y a mí porque la alimentamos, pero es una relación tenue al menos. Bienvenida, Cassie. Es bueno verte. Me da un abrazo antes de besar a Ethan en la mejilla. Hay algo en la manera en que le sonríe a su mamá que hace que me derrita. —¿Papá no está en casa? Maggie sacude la cabeza. —No. Trabaja hasta tarde. No escapa de mi atención que la noticia de la ausencia de su padre hace que la postura de Ethan se relaje. —Entonces —dice la señora Holt—, la cena está casi lista. ¿Por qué no le enseñas la habitación a Cassie, para que pueda refrescarse? Elissa estará en casa en quince minutos, y luego vamos a comer. Holt me lleva por las escaleras a un cómodo dormitorio y deja mi bolsa en la cama. Puedo sentirlo mirándome por aprobación, mientras miro alrededor. —Así que, esto es todo —dice con un gesto de la mano. —Genial. La decoración es moderna pero cómoda, y la cama es enorme. Teniendo en cuenta que estoy acostumbrada a individuales nada cómodas, esta es de lujo. Me dejo caer hacia atrás para probar la capacidad de rebote de la cama. Es solo cuando me volteo hacia Ethan que me doy cuenta que está mirando. Directo a mis tetas. —El baño esta al final del pasillo —dice, con una expresión intensa. Nunca antes las direcciones de baños han sido tan excitantes. —¿Dónde está tu habitación? —Me doy cuenta de lo alto y ancho que es cuando está sobre mí. —La puerta de al lado. —Así que, cerca, ¿no? —Muy cerca.

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—¿Puedo verla? —Bastante segura que sigo hablando de su habitación. No sé porque la idea de ver su habitación de infancia me excita, pero totalmente lo hace. Trata de jugar limpio, pero la manera en que golpea los dedos en sus muslos me dice que su ansiedad está creciendo. —Claro. Este es un gran paso para él, mostrarme partes de sí mismo que probablemente le gustaría mantener oculto. Me lleva por el pasillo hasta la habitación de al lado y me hace señas para que entre primero, luego deja caer su bolsa junto a la puerta. La habitación está mucho más limpia que la de Westchester, y sobre la cama están enmarcados carteles de películas antiguas como, Taxi Driver, On the Waterfront, Raging Bull, Butch Cassidy y the Sundance Kid. Si yo fuera una mujer de apuestas, apostaría que sus actores favoritos provienen de sus listas de elenco. En la pared opuesta a la puerta están los estantes, llenos no solo con libros, sino también con trofeos y fotos. Deambulo para ver más de cerca, consciente de que Holt sigue rondando en la puerta como un buitre ansioso. Hay tantos trofeos y cintas, que es difícil tomarlas todas. Agarro una y leo la dedicatoria. Campeón Estatal de Atletismo Ethan Holt. Me vuelvo hacia el hombre con el ceño fruncido en la puerta. —Así que eras un corredor muy rápido, ¿eh? Se encoge de hombros. —Estuve bien. —Claro. Siempre dan docenas de trofeos a las personas que solo están bien. Me inclino para mirar de cerca las fotos. Una muestra a Holt saltando un obstáculo, pierna del frente extendida, espalda encorvada. Su cabello más largo de lo que está ahora, y hay una mirada de fiera determinación en su rostro. Otra foto lo muestra cruzando la meta, la cabeza echada hacia atrás, brazos abiertos, una sonrisa victoriosa en su cara. Casi parece una persona diferente; el hermano menor de Ethan menos intenso. Más abajo, hay una foto del grupo de chicos con chaquetas con letras del equipo y chicas envueltas alrededor de ellos. Se me detiene la respiración cuando veo que tiene sus brazos alrededor de una chica. La está mirando con evidente afecto. Entonces me doy cuenta que ella no está mirándolo a él sino al chico rubio a su otro lado. Oh, Dios.

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¿Vanessa y Matt? Llega a mi lado y voltea la foto hacia abajo. —No sé porque la mantengo afuera. Debería haberme desecho de ella hace años. Digo, era un idiota por no notarlo, ¿cierto? Era obvio que estaban follando mientras estábamos juntos. Cuando me dirijo a él, baja la mirada y mete las manos en los bolsillos. —Oye, no seas tan duro contigo mismo. Quiero decir, claro que la pobre chica estaba delirando. Y tal vez ciega. ¿Elegir a ese imbécil sobre ti? ¿En qué demonios estaba pensando? Se relaja un poco, pero sé que parte de él fue dañado por la situación no me crean. —Sí,‖ bueno…‖ lo‖ que‖ sea.‖ Matt‖ era‖ un‖ tipo‖ decente.‖ Por‖ lo‖ menos‖ pensaba‖ que lo era, justo hasta que lo encontré jodiendo a mi novia. —¿Ethan? —Pongo mi mano en su pecho, y después de unos segundos, encuentra mi mirada—. Nunca he conocido a Matt, y estoy segura que tiene sus cosas buenas, pero en algún lugar hay una placa que declara que Vanessa es la chica más estúpida por elegirlo a él sobre ti. Confía en mí en eso. Se inclina y me besa, y aunque es lento e intenso, nuestras respiraciones son ruidosas y simultaneas. Maldito este chico y su boca. Es una locura lo rápido que me ha frustrado, y antes de que me dé cuenta, lo estoy empujando hacia la cama, para así poder ponerme a horcajadas. —Entonces —digo, mientras chupa suavemente mi garganta—, aparte de Vanessa, ¿soy la única chica que ha estado en esta habitación? Su voz vibra contra mi piel cuando responde. —Si —Bien. Lo empujó hacia abajo y lo beso con un gran sentido de posesión. Hace un ruido que creo muestra que lo está disfrutando, y se vuelve más fuerte cuando ruedo a mi lado y tiro de sus muslos entre los míos. Oh, infiernos sí. Me encanta su pierna. Impresionante muslo. —Deberíamos parar. —Su respiración es irregular, y mira nerviosamente hacia la puerta. Lo beso en la garganta. —Parar es malo. Excepto tal vez si pierdes el control en una carretera helada y se precipita hacia una muerte segura. Entonces, es casi esencial. ¿Pero en este caso? Definitivamente malo. Terrible. La peor idea.

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Muerdo el pulso acelerado en su cuello, y cuando habla, su voz es tensa y baja. —Taylor, sabes que mi madre podría venir aquí en cualquier segundo, ¿no? ¿En serio quieres que te atrape montando la pierna de su hijo? Me detengo en seco. Eso es cuando escucho pasos que se acercan por el pasillo. Oh, Dios. Dentro de medio segundo, estoy sobre mis pies y enderezando mi ropa y cabello, mientras intento de no lucir como la virgen cachonda que soy. Ethan se ríe y se sienta, luego agarra una almohada para cubrir su erección. Los pasos se acercan antes de que Elissa aparezca en la puerta. Rueda los ojos cuando mira entre nosotros. —Oh, por favor. Ni siquiera pretendan que ustedes dos no estaban haciéndolo. Cuando estaba en la parte inferior de las escaleras, podía escuchar el repugnante gemido de Ethan. Sonaba como un oso con ardor estomacal. Además, Ruby llamó y me dijo todo del espectáculo que hicieron en la fiesta de Avery. Gracias Dios. Estaba empezando a creer que iba a perder la estúpida apuesta. Holt mira a su hermana. —¿Apostaste por nosotros, también? —Pfft. Por supuesto. En lo que a mí respecta, era dinero fácil. Sobre todo después de que Cassie se comprometió a ir a comprobar si estabas enfermo. —¡Elissa! —digo—. ¿Me pediste que fuera ahí porque querías ganar una apuesta? Suspira. —No. Te pedí que fueras porque estaba preocupada por Ethan. Y porque ustedes dos estaban siendo estúpidos. —La siguiente frase es mucho más tranquila—. Yo ganando cien dólares y comprando una cartera nueva es solo un bono, así que hurra por mí. —Mierda —dice Holt con el ceño fruncido—. ¿Por qué todos en esta familia creen que soy incapaz de tomar mis propias decisiones acerca de mi vida amorosa? —Debido a que no has tenido una vida amorosa en cuatro años, hermano mayor —dice Elissa—. Eres como un niño pequeño que no quiere volver a la piscina porque trago un poco de agua hace un tiempo. Gracias a Dios finalmente te armaste de coraje con Cassie. Si no lo hubieras hecho, estaba considerando comprarte una docena de gatos y estarías terminado. —Elissa, lárgate de mi habitación. —No. Cassie es mi amiga, también. Tienes que aprender a compartir.

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—No la estoy compartiendo. Ahora, fuera. —Oblígame. —Felizmente. —Camina hacia ella, la levanta en un abrazo de oso, y la baja afuera de la puerta antes de que la golpee en su cara. Su voz es ahogada por la madera cuando grita—: ¡Eres un estúpido! Holt entreabre la puerta y le susurra: —Ah, y por cierto, no le he dicho a mamá y papá que Cassie y yo estamos juntos, así que si pudieras mantener tu gigantesca boca cerrada, seria dulce. Gracias. Pone el pie en la puerta antes que pueda cerrarla otra vez. —En ese caso, sería mejor que seas agradable, o voy a divulgarlo por todo el vecindario. Frunce el ceño. —No me gusta ser agradable. —Y yo odio ser discreta. Lidia con eso, y déjame entrar. Ethan abre la puerta y va a sentarse en la cama mientras Elissa se acerca a darme un rápido abrazo. —Cassie, ni siquiera puedo decirte cuanto me alegro de que estés aquí. Por fin voy a tener a alguien con quien hablar que no sea el tonto de allá. —Muérdeme —murmura revista Rolling Stone.

Holt

mientras

hojea

distraídamente

la

Elissa suspira. —Dijiste que serias agradable. Se recuesta en la cama. —Lo siento. Muérdeme, por favor. Asiente. —Mejor. Me rio, porque a pesar que están siendo sarcásticos e inmaduros, debajo de todo hay afecto, y me hace darme cuenta de lo mucho que me he perdido por no tener un hermano o hermana. Charlamos por un rato, y hablamos sobre planes para el día siguiente y partes de Nueva York que les gustaría mostrarme. Holt no estaba bromeando cuando dijo que no quería compartirme. Cada vez que Elissa sugiere llevarme a algún lado, se tensa. Parte de mi encuentra sus celos increíblemente caliente. En un momento, Elissa me atrapa mirándolo mientras desempaca su bolso, y sonríe. Siento que mi cara se calienta. Cuando Ethan sale a llevar sus artículos de aseo al baño, Elissa niega con la cabeza. —Hombre, lo tienes muy mal por mi hermano, ¿no? Mi cara en llamas otra vez. —Cállate.

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Se ríe. —No me estoy burlando. Creo que es increíble, pero él no es exactamente sencillo. Estaba empezando a preguntarme si encontraría a una chica que tomara todo su equipaje. —No es tan malo. —Eso es porque un tienes el don para controlarlo. —¿Eso crees? A veces no tengo ni idea. Mira a la puerta antes de susurrar: —Si quieres entenderlo más, pídele que te muestre lo que está en el fondo del cajón. —Asiente en dirección a la gran cómoda en la pared del fondo. —¿Por qué? ¿Está guardando partes humanas allí? Se ríe y se levanta cuando Ethan regresa. —En cierto modo. Imagino que ha visto las tuyas, por lo que deberías ver las de él. Holt mira a su hermana sospechosamente. —¿De qué coño estás hablando? —Nada. —Lo besa en la mejilla, luego desaparece por el pasillo. Me da una mirada sombría. —¿Qué te acaba de decir mi hermana? —Me dijo que debería pedirte que me muestres lo que hay en tu cajón de abajo. —Me inclino hacia adelante y bajo la voz—. ¿Es porno? Porque es algo que de verdad disfrutaría viendo contigo. En vez de reírse como espero, su rostro se pone rojo y tormentoso. —Jodida Elissa. —¿Qué? ¿Qué hay allí? —En verdad no creí que fueran partes humanas, pero ahora no estoy segura. —Lo que está ahí no es asunto de nadie, es solo mío —dice, mientras agarra las ropas que quedan fuera de su bolsa y la lanza en los cajones. —Ethan… —Solo déjalo, ¿sí? —¿En serio no me vas a decir? —No. —¿Por qué no? —Porque es privado, ¿de acuerdo? Solo porque estamos saliendo, no significa que tienes que saber todo sobre mí.

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—Oh, en realidad, pensaba que ese era el punto. —Me acerco y pongo mis manos en su pecho—. ¿No se supone que tenemos que mostrar todas nuestras partes feas y ver si nos gustamos de todos modos? —Se tensa cuando empujo bajo su camisa para tocar su piel caliente. —Taylor…‖—Su mirada se vuelve pesada cuando exploro sus músculos. —Quiero decir, excepto que asesines a alguien y lo entierres en el patio trasero, no hay nada que puedas decirme que haga que no me gustes. Estas consciente de eso, ¿no? Respira pesadamente. Muevo las manos a sus costados, luego corro mis palmas por sus costillas y arriba hasta los omoplatos. Cierra los ojos y deja caer la cabeza. —¿Qué estás haciendo? —Convenciéndote. —Corro mis uñas por su espalda, y lo hace gemir—. Ethan, por favor, dime lo que está en ese cajón. Exhala, y puedo decir que está dudando. —Si me cuentas, te besare. Mucho. —Golpe bajo. —Voy a hacer eso, también. Aprieta los ojos cerrados. —Si te cuento, tienes que prometerme que no vendrás con mierda. —¿Cu{ndo‖ alguna‖ vez…?‖ —Me detengo y suspiro. Si, ni siquiera puedo pretender negarlo—. Bien. Lo prometo. —Y tienes que hacer valer tu promesa de besarme. Mucho. —Definitivamente. ¿Y el golpe bajo6? La mirada que me da me hace temblar. —No me tientes. Mi madre está abajo. —De acuerdo. Es un trato. Suspira y camina hacia la cómoda. —Recuerda, sin bromas. Dibujo una cruz en mi pecho. Saca el llavero de su bolsillo y usa la pequeña llave bronce para desbloquear el cajón de abajo.

6

Original‖“low‖blow”.‖Cassie‖hace‖referencia‖a blow como una mamada.

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—No puedo jodidamente creer que estoy haciendo esto —murmura y abre el cajón. Doy un paso hacia adelante y miro dentro. Está lleno de libros, sencillos y forrados. —Um…‖bien. Está esperando una reacción. La única que puedo darle es confusión. —Lo siento, Holt, no entiendo. Suspira. —¿Recuerdas cuando leí tu diario? ¿Fui un completo idiota y te grite por escribir toda esa mierda donde la gente podría encontrarlo? Bueno, esta es la razón. Estaba asustado de que alguien pudiera encontrar estos. Que tu pudieras‖encontrar‖estos‖un‖día‖y… Lo que está diciendo se vuelve claro. —Dios mío. Se inclina y recoge uno de los libros. —¿Todos‖estos‖son…? —Sí. Abre la portada y lo sostiene para que vea. Agenda de Ethan Holt. No te metas. —¡Guardas los diarios! Deja caer el libro en el cajón y lo cierra con el pie. —Agendas, Taylor, no diarios. Hay una diferencia. —Oh, por favor. ¿Cómo es una agenda diferente de un diario? —Solo lo es, ¿de acuerdo? Los hombres no guardan diarios. —Bueno, obviamente lo hacen. —Maldita sea, te dije que no te burlaras. Levanto las manos. —Tienes razón. Lo siento. —Estamos en silencio por un momento, entonces pregunto—: ¿Así que, que escribes allí? —El mismo tipo de cosas que escribes en los tuyos, supongo. —¿Enserio? ¿Así que también eres un virgen frustrado sexualmente que está obsesionado con el pene de un apuesto actor? Suspira y deja caer la cabeza. —Lo siento —digo, riendo—. Pero me diste un mal rato después de leer mi diario. ¿No tengo permitido tener un poco de diversión?

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—Un poco —dice a regañadientes. —Entonces, ¿Puedo utilizar tu diario? Sus orejas se enrojecen, y se mete las manos en los bolsillos. —Tal vez. No este, sino el que está en mi apartamento. —¿Alguna vez vas a dejarme leer algo? Una cosa por otra, y todo eso. —No en esta vida. O la siguiente, para el caso. —Mira el suelo y me siento mal por burlarme. Revelarme esto es un gran paso para él, y no debería tomarlo a broma. Me acerco y toco su rostro, luego me levanto de puntillas y lo beso suavemente. —Gracias. Por mostrármelo. Significa mucho. Mira hacia otro lado. —Sí. Claro. Lo beso de nuevo, más tiempo esta vez, y después de un momento de vacilación, responde. Fuertes brazos me enrollan mientras me besa más apasionadamente, y justo cuando siento que sus grandes manos están ahuecando mi trasero, escucho una garganta aclararse detrás de nosotros. Ambos nos volteamos para ver a Maggie en la puerta, tratando de no sonreír. —Siento interrumpir, pero la cena esta lista. Sin decir otra palabra, desaparece. Holt exhala y deja caer la cabeza en mi hombro. Me doy cuenta que su mano permanece en mi trasero. —Bueno, supongo que ahora no tengo que decirle a mamá que estamos saliendo. —Nop. Supongo que no.

***

Cuando llegamos abajo, Elissa y Maggie ya están sentadas. Tribble vigila la silla que supongo es de Ethan. Juro que ella se burla de mí. —Siéntate, por favor —dice Maggie y hace señas a los asiento restantes—. No se los demás, pero muero de hambre. Tribble gruñe cuando me siento al lado de Holt, y él la castiga por lo bajo. Cuando su mamá le pasa el plato de pasta, se aclara la garganta y dice—: Mam{,‖yo…‖uh…‖quería‖contarte‖antes‖sobre‖Cassie‖y‖yo,‖pero…‖bueno…

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—Está bien, cariño —dice Maggie y me ofrece un tazón de ensalada—. Ya lo sabía. Holt dispara una mirada acusadora a su hermana. —Oye, no me mires así —dice y levanta las manos a la defensiva—. Yo no he dicho nada. —¿Entonces como lo sabía? —Cariño —dice Maggie—, soy madre, es fácil leer las emociones de tus hijos. Ha sido obvio para mí que tienes sentimiento por Cassie, y me alegro de que finalmente actuaras sobre ellos. Estoy muy feliz por ti. Holt parece dudoso, cuando ella le entrega la ensalada. —Oh, está bien —dice—. Jack Avery llamó temprano para decir que mi apuesta de la semana pasada había valido la pena. El rostro de Holt cae, junto con su tenedor. —¡¿Qué?! Maggie retuerce las manos en vergüenza. —Bueno, querido, Elissa me dijo las probabilidades de lo que Jack estaba ofreciendo, y después que los vi en Romeo y Julieta, me di cuenta que era una cosa segura. —¡Mamá! ¡Jesús! —Querido, no te enojes. Mamá necesitaba unos zapatos nuevos. Se frota los ojos y gime. Mi energía nerviosa se manifiesta con una risa demasiado chillona, y cuando resoplo indiscretamente, tres caras de sorpresa se voltean a la vez para mirarme. Cuatro, si cuentas al perro. —Lo siento —digo mientras trato en vano de detenerme—. Pero esto es algo increíble. Maggie se ríe junto a mí, y Elissa se une. Ethan niega con la cabeza. —¿Por qué todas las mujeres de mi vida están determinadas a torturarme? Me inclino y lo beso en la mejilla. Soy recompensada con un atisbo de sonrisa. El resto de la comida pasa rápidamente, y estoy sorprendida por el increíble banquete que Maggie ha preparado. Para el momento en que termino, apenas puedo moverme. Mi pobre, estomago distendido está entre el cielo y el infierno, y me maldice por lo años comiendo la triste excusa de comida de mi mamá, en la

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que el garbanzo era sagrado y todo lo que supiera bueno, como mantequilla o sal, era tratado como un veneno mortal que hay que evitar a toda costa. Mientras sirve el postre, Maggie me pregunta de mí y de mi familia, y aunque estoy nerviosa de ser examinada tan abiertamente, no parece como si estuviera siendo entrometida. Solo quiere conocer a la novia de su hijo. Un par de veces la atrapo observando cuando Holt y yo hablamos, y tiene la misma mirada optimista que mi madre solía tener cada vez que me intentaba convertir en vegana. Espero que Holt y yo funcionemos mejor que mi breve relación con el Tofurkey y la leche de arroz. En cuanto a Holt, me gusta verlo interactuar con su madre y su hermana. Él y Elissa pelean sin cesar, pero es natural, a pesar de sus esfuerzos por parecer un tipo duro. ¿Y la manera en que es con su mamá? Me derrite de todas las maneras posibles. Dicen que se puede decir mucho de cómo un hombre te tratara por la manera en que trata a su madre. Si eso es cierto, espero ser tratada como una reina.

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Desesperación Traducido por MaJo Villa & Pau_07 Corregido por SammyD

Cuatro días después, Acción de Gracias ha terminado y estamos de regreso en Westchester. Holt apenas ha conseguido llegar a la puerta de mi apartamento antes de que me encuentre sobre él, besándolo con todo lo que tengo. Deja caer mi bolso con sorpresa, y casi tropezamos con él. —Cassie, c{lmate…‖ —No me digas que me calme —digo, y lo empujo la corta distancia hacia el sofá—. Ethan, cuatro días. Cuatro días de caricias interminables, orgasmos interrumpidos, y drama familiar. El tiempo para andar lento ha pasado. Ahora, por favor, cállate y bésame. Lo que sea que vaya a decir a continuación es sofocado por mi boca, y me siento a horcajadas sobre él mientras entierro mis dedos en su cabello. Se siente increíble. Sabe extraordinariamente. Cómo un hombre puede saber tan bien se halla completamente fuera de mi entendimiento. Sé que estoy fuera de control, pero él me ha puesto de esta manera. Nuestra semana con su familia terminó siendo bastante agradable, a pesar de alguna tensión cuando su papá se hallaba cerca. Pero encontrarme en lugares cerrados con él durante veinticuatro horas al día fue una tortura sexual. Entre hacer turismo con su hermana y las comidas familiares, rara vez tuvimos tiempo a solas. Y cuando lo teníamos, siempre se detenía antes de lo bueno. Todo el fin de semana resultó ser una ronda gigante de juegos previos insoportables, y si no dejaba de estancarse y me daba algo de alivio jodidamente pronto, iba a haber una rebelión de partes de chica más grande de las que nunca ha visto. Estoy más tensa que la última cirugía estética de Jane Fonda, maldita sea.

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—Quítate la camisa. —Beso todo su rostro, luego me muevo hacia su cuello mientras añado algunos mordiscos, porque sé que lo vuelve loco. —Espera…‖sólo… Oh‖mierda…‖ Lo muerdo en el punto en donde su cuello se encuentra con su hombro y succiono. Levanta su pelvis tan de repente, que casi me hace caer de su regazo. —¡Jesús, Cassie! —¡Camisa! ¡Fuera! Tiro de ella y se la saco por la cabeza. Su cabello parece como si lo hubiera electrocutado. Con la forma en la que mis neuronas ahora se disparan, probablemente podría hacerlo. Cuando lanzo su camiseta lejos, cae en la lámpara a nuestro lado y golpea el suelo en una explosión de porcelana. Arrastra su boca lejos de mí por suficiente tiempo como para evaluar los daños. —Asesinaste la lámpara. Hago círculos con mis caderas. —Deja de hablar. La lámpara no es importante. Que te desnudes sí. Busco a tientas mientras desabotono mi camisa. Dice algo en protesta, pero la rompo de todas formas. Aterriza en el suelo junto al cadáver de la lámpara y me quedo sólo en mi sujetador. Presiono mi pecho con el suyo y exhalo en alivio. Quiero lamerlo todo. Empiezo por su cuello y me deleito con lo salado y dulce de su piel, mientras muevo mis caberas para frotarme contra él. Oh, se encuentra duro y perfecto. Todas sus otras partes saben bien, y me pregunto si eso también sabrá así. Sólo pensar en ello me pone incluso más desesperada, y me tiene que dar algo en serio antes de que estalle en llamas. —Pantalones —digo, y apenas es una palabra. Es más como un ladrido ronco. —¿Qué? —Hace algo increíble con mis senos. Apenas puedo formar palabras, pero lo intento. —Holt, por el amor de todo lo que es santo, ¡sácate tus malditos pantalones! Mi grito le sorprende tanto que se queda quieto, así que tomo el asunto en mis propias manos. Dice protestas vagas mientras busco a tientas su cinturón, pero a este punto, todos sus argumentos son inválidos.

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Su cinturón es del tipo estúpido que sólo tiene una hebilla de metal sólido que se mantiene unida con alfileres o algo así. Tiro de ella, frustrada. —Mierda…‖ —Cassie…‖ —¿Cómo diablos funciona esta cosa? —La agarro con las dos manos y tiro y empujo en un intento de que se abra con la fuerza bruta, pero no va a ceder—. Demonios, Ethan, ¡ayúdame! Parece como si estuviera en una película de desastres y el cinturón es el iceberg que va a hundir el buen barco Orgasmo. Debe ser destruida. Al menos, la hebilla cede, y hago un pequeño sonido de victoria antes de que desabrochar sus pantalones frenéticamente. —Te deseo —digo mientras meto mis manos en sus calzoncillos. Oh Dios, sí. Eso, justo allí. Eso es lo que deseo. —Ooooooh…‖ Jesús.‖ —Sus ojos divagan cuando cierro mi mano a su alrededor. —Por favor, Ethan. —Estoy tan quejica, que casi me encuentro avergonzada—. Ruby no va a estar en casa hasta mañana. Tenemos todo el lugar para nosotros. Por favor. La mirada en su rostro me dice que se encuentra a punto de decir algo que no quiero escuchar, así que lo beso para callarlo y lo acaricio lentamente. Gime y agarra mis muslos. Ninguna de esas cosas me hace menos frenética. Me levanto y desabrocho mis pantalones luego los dejo caer sobre mis rodillas en un tiempo récord. Trato de pararme sobre ellos para quitármelos, pero son pantalones ajustados, y los estúpidos no pasarán por mis pies gigantes. —¡Demonios! Levanto de un tirón mi pie derecho y trato de liberarlo, pero termino perdiendo el equilibrio y termino cayendo de cara sobre la entrepierna de Ethan. Mi barbilla golpea algo suave, y él se dobla y se hace un ovillo. —Mieeeeeerda, mujer…‖ —¡Lo siento! Oh por Dios, ¡lo siento muchísimo! Se derrumba de lado en el sofá. Trato de levantarme, desesperada para ayudarlo en alguna forma, pero mis pies siguen encerrados en mis pantalones, así que sólo me caigo de nuevo.

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—¡Diablos! Holt gruñe, su rostro vueltohacia el cojín del sofá. —Taylor, si vas a ser una chica dura que destruye las bolas de su novio, vas a tener que empezar a usar malas palabras reales. Me siento en el piso y tiro de mis pantalones hasta que mis pies se hallan libres, luego me arrodillo delante de él. —Lo siento mucho. ¿Te encuentras bien? Su voz es tensa cuando dice—: Bueno, ya no tengo el problema de venirme en tiempo récord, eso es jodidamente seguro. Me inclino y acaricio su cabello. —Lo siento. —Sigue diciendo eso. No ayuda. —No sé qué más hacer. Mira mis pantalones, que son como un pretzel de mezclilla a mi lado. —Eres la única persona que conozco que puede convertir el desvestirse en un deporte extremo. ¿Por qué diablos la prisa? —Sólo…‖te‖deseo.‖ —También te deseo, pero eso no significa que tengamos que tener sexo en este mismo segundo. Ni siquiera hemos llegado a tercera base todavía. —Sí, lo hemos hecho. Tose. —No, no hemos llegado. Recordaría que hubieras ido ahí abajo. O ir hacia allí abajo para ti, para el caso. Toda la sangre que no se encuentra en estos momentos pulsando hacia el sur se apresura ahora a mi rostro. —No‖ lo‖ has‖ hecho…‖ quiero‖ decir…‖ ¿Esaes tercera base? —Tengo un destello de timidez acerca de él siendo todo amistoso allí abajo—.‖Yo…‖eh…‖pensé‖que‖eso‖era‖cuarta‖base.‖ Se sienta y frunce el ceño. —Cassie, cuarta base es sexo. ¿Cuántas bases crees que hay? No lo sé, pero quiero que me enseñe todo sobre ellas. Me inclino para besarlo, pero se aleja. —Sólo…‖ para,‖ por‖ un‖ segundo‖ ¿de‖ acuerdo? ¿Qué ocurre contigo? —Lo siento, sólo…‖—Vuelvo a desplomarme sobre mis talones, sintiéndome frustrada y tonta—. Me vuelves loca, y quiero hacerte cosas y que me hagas cosas a mí,‖pero‖sigues‖deteniéndote‖y‖yo…‖—Mi ojos pican. No puedo pretender que sus continuos rechazos no me hacen daño.

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—Ven aquí. —Me levanta hacia el sofá y yacemos lado a lado. Suspiro cuando roza el dorso de sus dedos por mi mejilla. —Sólo tengo la sensación de que quiero más esto que tú, y eso apesta, ¿sabes? Me mira como si lo hubiera acusado de que le gustan las películas de Adam Sandler. —Crees…‖ —niega con su cabeza—. ¿Crees que no te deseo? ¿Hablas jodidamente en serio? Pasa su mano por mi costado y llega a la piel desnuda de mi muslo. — ¿Cómo‖puedes‖pensar‖por‖siquiera‖un‖segundo‖que‖yo‖no…?‖—Baja su mirada—. Joder, ¿qué usas? Mis bragas y mi sujetador no van a juego, pero no parece importarle. Pasa un dedo por el borde de mis pantalones cortos de encaje. Es lo más cercano que alguna vez ha llegado a ahondar bajo la tela, y mi ritmo cardiaco de inmediato va a toda marcha. —¿Te gusta esto? Cierra su mano por encima de mi cadera. —Me gustas tú. Tus bragas son sólo‖un‖extra.‖Si‖entendieras…‖si‖tuvieras‖idea‖de‖lo‖mucho‖que‖yo…‖ —Me mira, sus ojos intensos y oscuros—. Cassie, te deseo, todo el tiempo. Demasiado. Se inclina para cubrir mi boca con la suya, y la suave succión casi me distrae de la forma en la que su mano baja hacia mi pierna para agarrar el espacio justo debajo de mi rodilla. —Tengo que ser cuidadoso contigo —dice entre besos dulces y lentos—. Porque‖si‖jodo‖esto…‖—Besa mi cuello, casi hablando consigo mismo—. En verdad no quiero joder esto. —No lo harás. —Tomo su rostro con mis dos manos para hacer que me mire—. Además, qué es lo peor que podría suceder, ¿cierto? Roza sus dedos por encima de mi estómago, luego lentamente se mueve hacia mis pechos. Juega allí mientras besa mi cuello, luego mi pecho, luego la hinchazón en la parte superior de mi sujetador. Justo cuando pienso que ya no puedo inflamarme, mueve su mano más abajo. Y más abajo. Luego está justo allí, sobre mis bragas, al principio tocando suavemente, luego presionando con más fuerza, haciendo que mi respiración sea superficial. Toma control de mi placer como si tuviera un manual de instrucciones, observando todo el tiempo mi rostro para medir mi reacción. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puede saber qué hacer con mi cuerpo cuando yo todavía estoy buscando a tientas y despistada?

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En sesenta segundos, me tiene más cerca del orgasmo que lo que puedo llegar en diez minutos por mí misma. Inconscientemente me froto contra su mano para intentar y encontrar el punto mágico de sensaciones que me inclinará sobre el borde. —Esa mirada —dice, mientras presiono mi cabeza en los cojines—. Eso me pertenece. La forma en la que tu boca se abre. Tus párpados se agitan. Esa mirada es toda mía. Luego jadeo, porque presiona dentro de mis bragas y hace a un lado el encaje. Jamás ha hecho esto antes,‖y‖ohhhh,‖querido‖Dios,‖sus‖dedos…‖ Sus perfectos y virtuosos dedos. Cierro mis ojos con fuerza mientras me toca en partes que jamás ha tocado antes. También gime, y presiona su frente contra la mía. —Jesús…‖ tan‖ suave.‖ Y‖ desnuda. ¿Qué demonios tratas de hacerme? —Ruby. —Jadeo y apenas soy coherente. —No, soy Ethan. Pero si hay alguna historia lésbica increíble que te gustaría contarme sobre tu compañera de cuarto y tú, soy todo oídos. —Presiona con más fuerza. —No —digo, apenas capaz de decir las palabras—. Ruby me obligó a depilarme. Es por eso que estoy desnuda. Eso duele muchísimo. Mueve su mano más rápido, y no puedo mantener mis ojos abiertos. —En estos momentos, Ruby es mi héroe. Jamás he sentido nada como esto. —Oh‖Dios…‖yo‖tampoco.‖ Luego se siente como si estuviera besándome y tocándome por todas partes al mismo tiempo, y todo es respiraciones fuertes y ruidos bajos. Hace que me tense y me deja en blanco, hasta que creo que puede que me haya desmayado por la intensidad. —Amo hacerte correr —susurra, justo antes de que suceda. Mi espalda se arquea, y todoslos nudos en mí se rompen y despliegan. Oh‖Dios,‖oh‖Dios,‖oh‖Dios,‖oh‖Dios…‖ Murmura su aprobación al tiempo que me observa moverme a través de capas de placer y susurra palabras de aliento hasta que estoy jadeando y débil a su lado. Vaya.

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Sólo…‖vaya. Los últimos estremecimientos se desvanecen y me derrito en sus brazos, más allá de estar relajada. Días interminables de frustración y tensión sexual desaparecen, y me encuentro tan pero tan satisfecha, que no puedo moverme. Gracias a Dios al menos uno de nosotros sabe cómo hacerme terminar. Coloca mis bragas de nuevo a su lugar. Tomo respiraciones profundas, pero parece tomarle una eternidad ralentizarse a mi corazón que late con fuerza. Cuando abro mis ojos, lo veo mirándome con una expresión que hace que mi pulso se descontrole de nuevo. Pero tan pronto como nuestros ojos se encuentran, algo cambia y sus ventanas emocionales se bajan. Acaricio su rostro en un esfuerzo por mantenerlo conmigo. —Eso‖ fue…‖ increíble. —¿Sí? —Dios, sí. Entonces me dices que‖eso‖fue…‖¿qué?‖¿Segunda‖base?‖ —Ajá. —Vaya. Segunda base es lo mejor. —¿Ahora‖te‖sientes‖un‖poco‖menos…‖frenética? —Sí. Me siento como un perezoso con Valium. —Paso mi mano por la parte delantera de sus pantalones y siento lo duro que todavía se encuentra—. Entonces, ¿ahora puedo ayudar a que te relajes? Se tensa. —Estoy relajado. —Primero que nada, casi nunca te encuentras relajado. Segundo, esta parte de ti definitivamente se halla tensa. Supongo que le gustaría un pequeño viaje a tercera base. O tal vez incluso un jonrón. —Cassie…‖—Se aleja y se sienta en el otro extremo del sofá—. Esta noche no vamos a tener sexo. —¿Por qué no? Se gira hacia mí. —¿Cómo puedes ser tan indiferente acerca de tener relaciones sexuales por primera vez? —No soy indiferente, es sólo que creo que sea la gran cosa. —Esa es la definición de displicente.

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Suspiro. —De acuerdo, bien, pero creo que estoy lista. Y puedo decir que también tú lo estás, así que no entiendo por qué sigues diciéndome que no. Quiero decir, ¿no te encuentras incómodo? ¿No deseas algo de alivio? Me da una sonrisa irónica. —¿Crees que todos esos viajes al baño durante nuestra estadía con mamá y papá fueron para ir a orinar? Debes pensar que tengo la vejiga más pequeña en el mundo. —Quieres‖decir,‖cuando‖ibas‖al‖baño‖estabas…‖ —Sí. —Lo dice con muy poca vergüenza. Sólo el pensamiento de él dándose placer a sí mismo hace que mi rostro esté en llamas. —¡¿En la casa de tus padres?! —Crecí en esa casa. Me he masturbado allí desde que llegué a la pubertad. Además, era eso o caminar por ahí durante toda la semana con una erección, y créeme, eso habría sido peor. —Pero si te excito tanto, ¿por qué no te encuentras desnudo en mi cama en estos momentos? Se acomoda y pasa su mano a través de su cabello. —Cassie, estoy híper consciente de que eres virgen, y además del dolor que vas a sentir la primera vez, también va a ser un hito en tu vida. Jamás vas a llegar a tener una primera vez de nuevo, y‖yo…‖no‖quiero‖joder‖eso‖para‖ti.‖ —¿Cómo demonios podrías joder eso? No es como si no supieras lo que haces. Quiero decir, a juzgar por lo que puedes lograr con tus dedos, tener todo tu cuerpo va a sacudir mi mundo. —No estoy hablando de sexo real. —Entonces ¿de qué hablas? Porque aquí estoy algo confundida. Baja su mirada a sus manos. —¿Qué pasa si lo hacemos, y descubres que no puedo ser el novio que necesitas y terminas odiándome? El recuerdo de tu primera vez siempre estaría contaminado. —¿Por qué piensas siquiera eso? Toma una respiración profunda. —Porque eso me pasó a mí. —Estrecha sus manos delante de él y aprieta sus nudillos hasta que suenan. Me toma unos momentos antes de que me caiga la ficha. —¡Oh! ¿Vanessa? Ella‖fue‖tu… —Sí.

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Nos sentamos en silencio por unos segundos, y me siento mal por dudar que me deseara. Jamás se me ocurrió que trataba de asegurarse de que no saltara de cabeza en una relación sexual que terminaría lamentando. —Sólo no quiero que cometas los errores que cometí yo —dice. Asiento. —De acuerdo. Puedo ver de dónde viene eso. Sus ojos se encuentran protegidos, pero teñidos con la lujuria que antes pude ver. —¿Puedes? —Sí.‖Como‖que‖creo…‖bueno,‖en‖realidad‖es‖bastante‖dulce‖de‖tu‖parte.‖ Frunce el ceño. —No me llames dulce. Llámame sexy. O increíble. O bien dotado. Los gatitos son dulces, no yo. Intento no reírme. —De acuerdo, bien. Eres un tipo malo, sexy, increíble y bien dotado. Asiente. —Mejor. Lo empujo con mi pie, y lo agarra. Le da un suave apretón antes de levantarlo hasta su boca para poder besar mi tobillo. Oh, dulce Madre Bendita…‖ —Entonces —dice mientras besa mi pantorrilla—, mi punto es, puede que tenga un montón de problemas, pero no desearteno es uno de ellos. Controlarme a tu alrededor, por otro lado…‖ —Mira fijamente mis bragas y piernas desnudas—. Eso es un problema definido. Me tienes tan excitado todo el tiempo, me da vergüenza pensar lo breve que será mi fusible cuando finalmente cerremos el trato. Me muevo para sentarme a horcajadas sobre sus caderas y paso mis dedos por su cabello. —Pero ¿vamos a cerrar el trato? Coloca sus manos sobre mis muslos y los acaricia lentamente. —Tal vez. Si intentamos esta cosa de novio-novia por un tiempo, y no quieres asesinarme. —Sí, me iré por las ramas y diré que aunque quisiera asesinarte, seguiría deseando tener sexo contigo. ¿Seguro que no quieres hacerlo esta noche? Ruby tiene como mil preservativos en su mesita de noche. No echaría de menos uno. O cuatro. Deja caer su cabeza hacia atrás y medio gruñe, medio se ríe mientras beso su cuello. Sé lo mucho que le gusta cuando mordisqueo y chupo. ¿Estoy tratando de hacerlo olvidar todas las razones nobles por las que deberíamos esperar? Tal vez. Todo lo que sé es que mientras más pase besándolo, más hambrienta me pongo. Piensa que podría terminar lamentando dormir con él. Lo dudo. Pero lo que sí sé

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es que si esta noche se va sin hacerme el amor, definitivamente me arrepentiré de eso. Lo beso todo, tratando de romper su resistencia. Su pecho se siente caliente, y uso labios suaves y dedos gentiles. Cuando levanto mi mirada, lo encuentro observándome. Mientras me muevo más hacia abajo y exploro los bordes de sus abdominales, inclina su cabeza hacia atrás y exhala. Susurro cosas en su piel. Le digo lo hermoso que es, cuán especial, lo mucho que lo necesito. Responde con un ceño fruncido. No creo que me crea, pero estoy determinada a obligarlo. Cuando regreso a su boca, me deja ver más de su necesidad y me besa tan profundamente, que me marea. Cuando llego a la bragueta de sus pantalones, me aleja, sin aliento. —¿Creí que habíamos acordado a no tener sexo esta noche? —No. Tú dijiste que deberíamos esperar. Yo no estuve de acuerdo. —Pero dijiste que entendías. Pensaste que era dulce. —Lo entiendo, y tu preocupación es dulce. Sólo creo que es completamente innecesaria. —Paso mis dedos sobre su pecho y miro como se transformaen piel de gallina—. Si realmente no quieres llevar esto más lejos esta noche, no hay problema. Sólo dime que pare. —Le beso el cuello. Pruebo su piel. Salada y cálida a pesar del frío exterior—. Voy a hacer lo que quieras. Agarra mis caderas mientras me muevo contra él, pero no dice nada. —¿Quieres que me detenga, Ethan? —Le beso la clavícula, su pectoral, justo por encima de su pezón. Aprieta sus ojos cerrados—. ¿O es que quieres que siga tocándote? Cuando abre los ojos, hay fuego allí. Profundo y hambriento. Envuelve el puño en mi pelo. —No crees que pueda parar, ¿verdad? —Sé que puedes. Realmente espero que no lo vayas a hacer. Me mira fijamente durante unos segundos antes de tirar de mí en un beso abrasador. Labios. Lengua. Oh Dios. Su lengua. Sabe a lujuria. Huele a eso también. Aunque puedo sentirlo tratando de resistir, conozco sus zonas erógenas tan bien como él conoce la mías, y las uso en su contra.

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Después de unos minutos de persuasión, sus manos se hallan en todas partes, empujando dentrodel elástico y tirando de las correas. Cuando lo siento ponerse codicioso, me alejo. Su mirada calienta mi piel mientras me observa quitarme mi sostén. Entonces, justo así, ya no parece tan cauteloso. Hace un sonido, y juro que es lo último de su fuerza de voluntad rompiéndose. Se pone de pie, llevándome con él, y es como si estuviera rodeándome. Manos, boca, y oscuros ruidos necesitados. Entonces, todo parece suceder en un borrón. Mi espalda se presiona contra paredes y puertas mientras nos mueve hacia el dormitorio. Le doy un tirón en el pelo. Hundo los dientes en su hombro. Me lleva con un brazo y usa la otra mano para arrancarse la ropa. Los dos estamos necesitados. Manos urgentes empujan y sondean, no satisfechas con nada más que piel descubierta. Para mí, cada capa que golpea el suelo se siente como una victoria. Cada pequeño ruido que hace se convierte en mi nuevo himno. Cada vez que se aplasta contra mí, puedo sentir más de él, y cuanto más lo siento, más necesito. Cuando por fin ambos estamos desnudos en la cama, el enorme volumen de su piel contra la mía me hace parar en seco y tomar aire. Cuando miro hacia él, mi temor se refleja en sus ojos. —Cassie... Lo detengo con un beso. —Di que me deseas. —Sabes que lo hago, pero... —Entonces hazme el amor. Deja caer la cabeza y exhala. —Te‖mereces… —A ti. Te merezco a ti. Deja de dudar esto y haz el amor conmigo. Dijiste que querías que mi primera vez fuera especial. Bueno, hazla especial. Quiero que seas tú. ¿No lo entiendes? Esto es lo más especial que puedes darme. Por favor. Aprieta sus ojos cerrados. Su cuerpo se encuentrarígido con tensión de tantas fuentes diferentes, no creo que pueda encontrar la manera de relajarse. Lo empujo sobre su espalda y monto a horcajadas sus caderas antes de inclinarme, por lo que mi cabello roza su pecho. Acaricio sus brazos para tratar de aflojar sus nudos emocionales.

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—Deja de pensar —susurro, y lo beso en el cuello. Suspira cuando me muevo hacia el pecho y levanta mi cabello para poder ver—. Por una noche, simplemente quédate conmigo. Sin miedo. Sin culpa. Sólo nosotros. Me muevo hacia abajo y beso su estómago. Piel caliente. Pelo ralo. Los músculos tiemblan bajo mis labios mientras aprieta su mano en mi pelo. —No es fácil simplemente apagar mi cerebro —dice, con voz tranquila. —Entonces déjame ayudarte. Me muevo hasta donde se encuentra duro y primero rozo con los dedos, luego los labios y la lengua. Hace un largo ruido tenso que vibra a través de todos sus músculos. Señor, cómo suena. Cómo se siente. Cómo cada caricia lo hace dejarse ir un poco más. Miro hacia arriba y veo que me observa, embelesado. Por una vez, se encuentra completamente aquí. No perdido en su cabeza en alguna parte. Su expresión es increíblemente vulnerable mientras le doy placer. —Dios... Cassie... Me acaricia la cara suavemente, la expresión de su rostro reverente. Muevo mi boca sobre él, haciendo que cada toque diga algo. Cuando maldice en voz baja, sé que se halla cerca. Antes de que pueda terminar, me levanta y lejos y me empuja sobre mi espalda. Me besa y entonces se mueve hacia abajo por el resto de mi cuerpo para explorar todas las partes que no ha visto antes. La mirada de asombro en su rostro casi me hace reír. No me hago ilusiones de que tengo un cuerpo perfecto o que soy la chica más bella del mundo. Pero la forma en que me mira me hace sentir que lo soy. Arrastra los dedos sobre mis pezones y me hace temblar. Su boca sigue. Sí. Cada depresión y ranura de mi cuerpo es explorada. Tocada y besada. Chupada y mordisqueada. Adora a mi piel, y hace ruidos suaves que hablan más fuerte que la mayoría de las palabras que jamás haya dicho. De esta manera, es mío. Completamente. Es tan claro en la forma en que me mira. Como si estuviera buscando cada nuevo hito de placer mientras convence a todas mis terminaciones nerviosas a bailar para él.

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Estoy desesperada por preguntarle si esto es normal. Si las otras mujeres con las que ha estado han llegado tan completamente deshechas por él. Pero decido creer que esto es extraordinario para nosotros dos. Que esta extraña erupción química que provocamos en el otro es única. Entro en una neblina mientras empuja su mano entre mis muslos. Dedos suaves. Pequeños círculos. Lo agarro y aprieto, susurro su nombre para instarle a que continúe. Necesitando, necesitando, necesitando. Largos minutos se estiran y decaen. Me toca como una cuerda, suave pero determinado, y cuando finalmente me deja correrme, grito mientras todos mis músculos tiemblan con espasmos. Agarro sus hombros a lo largo de mi clímax y besa mi frente. Parece estar respirando casi tan fuerte como yo. Cuando vuelvo a mis sentidos y abro los ojos, se ve confundido. Casi como si no pudiera creer lo que acaba de presenciar. —Nunca me voy a cansar de ver eso —dice y sacude la cabeza—. Es jodidamente ridículo cómo el orgasmo de otra persona me puede dar tanto placer. Se derrumba sobre su espalda, y beso su cuello, su pecho, luego presiono mis labios sobre su corazón para sentir lo rápido que palpita. Me doy cuenta de cómo se acelera cuando me levanto entre nosotros y lo tomo en mi mano. —Ohhhhh, Dios... La sensación de él me hace quererlo aún más. Como si estuviera sosteniendo la forma exacta de mi necesidad. Me pregunto si alguna vez veré algo más magnífico que Ethan en la agonía de placer. Lo dudo mucho. —Eres tan hermoso —susurro. Abre los ojos, y por un momento, creo que lo cree. Lo beso. Su respuesta es hambrienta y desesperada, y nunca he necesitado algo más de lo que lo necesito dentro de mí. O él también lo necesita, o por fin entiende mi determinación implacable, porque toma sus pantalones del suelo, saca su billetera, y toma un condón. Nunca he visto a un hombre ponerse un condón antes, y aunque parece que no sería un acto inherentemente sensual, ver a Ethan hacerlo es increíblemente excitante. Se mueve rápidamente, manos seguras y confiadas, y un escalofrío recorre mi espina dorsal. Vamos a tener relaciones sexuales. Voy a perder mi virginidad.

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Por primera vez en mi vida, voy a tener a otra persona... un hombre... Ethan... dentro de mi cuerpo. Soy abrumada por una oleada de nervios. Durante mucho tiempo, he pensado que mi virginidad no era más que una carga, pero mientras Ethan me besa y rueda entre mis piernas, la realidad de lo que se encuentra a punto de suceder se hunde en mí. Me tenso. Se halla tan cerca de donde lo he querido desde hace meses. Se detiene y frunce el ceño. —¿Qué está mal? Niego con la cabeza. —Nada. Sólo… —Podemos parar. Probablemente debería... —¡No! Dios, no, por favor. —Toco su cara—. Sólo estoy... esto es una especie de gran momento, ¿sabes? No pensé que lo sería, pero lo es. Después de esto... todo será diferente. Su expresión se oscurece. —Voy a hacerte daño. —Lo sé. Pero tiene que pasar, ¿verdad? No contesta. Ya arrepintiéndose. —Cuando llegue ese momento, sólo hazlo, ¿de acuerdo? Rápidamente. Prefiero que sea rápido y termine a que sea interminable. Hace una pausa mientras su miedo se construye. —Cassie... Envuelvo mis brazos alrededor de él y lo jalo hacia abajo. Me besa profundamente, pero el sonido que hace casi se siente como una protesta. Como si quisiera parar pero no pudiera. —Voy a estar bien —susurro y acaricio su rostro—. No te preocupes. —Se aprieta contra mí, y puedo sentir lo duro y listo que se encuentra. Lo beso una vez más—. ¿Ethan? —¿Sí? —Estoy muy contenta de que seas tú. Traga y asiente con la cabeza, y cuando me besa de nuevo, lo siento estirándose entre nosotros. Aguanto la respiración. Hay presión, mucha más que con los dedos, y se incrementa mientras empuja hacia adelante. No llega muy lejos. Gruñimos contra los labios del otro antes de quedarnos quietos, frente a frente. —¿Te encuentras bien? Asiento con la cabeza. —No te detengas.

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Se mueve de nuevo, y la presión empieza a arder. Cuando cierro mis ojos por el dolor, se detiene. —No. Continua. Por favor. —Mírame. Abro los ojos y veo la tensión y la preocupación en su rostro. —Sólo sigue mirándome, ¿de acuerdo? No pienses en el dolor. Quédate conmigo. —Se mueve hacia delante de nuevo hasta que no puede ir más lejos. Gruño de frustración. Se aleja antes de empujar con más fuerza, y esta vez, me duele mucho. Me quejo y trata de distraerme con la boca. —Te sientes increíble —susurra contra mis labios—. Sabía que lo haría, pero... Jesús. —Empuja de nuevo, y grito cuando un dolor agudo se dispara a través de mí. Entierro mis uñas en los hombros. Se detiene por un segundo, pero lo insto a que siga. Cuando se empuja hacia adelante, me duele. Los músculos y los tejidos se estiran y duelen. Un destello de pánico golpea cuando pienso que no va a encajar. Dios, no. ¿Y si no encaja? Se balancea hacia atrás y hacia adelante y se las arregla para ir un poco más profundo cada vez. Sus cejas se fruncen por la concentración, y se alterna entre preguntar si estoy bien y besarme. —Lamento que duela —susurra. Aprieto los dientes cuando se mueve más profundo—. Nunca quise hacerte daño. Nunca. Otro empuje. Luego otro. Dejo escapar un largo suspiro, y lo mismo ocurre con él. Entonces sus caderas se apoyan contra mis muslos internos, y me doy cuenta... se halla dentro de mí. Completamente. Su cuerpo se unió con el mío. Finalmente. Miro hacia él con sorpresa. El dolor ha sido reemplazado por una quemadura palpitante, pero no detiene mi mente de explotar. Todo lo que siente se refleja en sus ojos. Alegría, shock, lujuria, amor, arrepentimiento, euforia. De esta formar, es un libro abierto. Nada oculto o enterrado. Sólo nosotros. Unidos de tantas formas más que sólo físicamente. Es la cosa más increíble que he sentido.

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Completa hasta rebosar con él, apenas puedo respirar. Esto es lo que he esperado. Lo que he ansiado desde hace meses. Entiendo por qué ha estado escondiéndose de esta sensación todo este tiempo. Es demasiado poderosa y demasiado aterradora. Si nunca ves el paraíso, no sabes lo que te pierdes. Pero lo vemos ahora. Ambos. Ha estado cegado de ver, y aunque quiera mirar hacia otro lado, no puede. Yo tampoco. —Cassie... —Estoy bien. Se mueve un poco y luego se congela. Todos sus músculos se tensan. — Dios... no puedo. Se siente... increíble. Deja caer su cabeza en mi cuello y apenas respira. Lo sostengo y saboreo el momento. Acaricio su espalda. Tomo toda su rectitud. Había pensado que no quería nada especial, pero aquí está. Su cara se presiona en mi garganta, y puedo decir que trata de controlarse a sí mismo. Estar así con él es más que especial. Es esencial. No puedo imaginar darle esta parte de mí a cualquier otra persona. Trato de tomar una foto mental, porque sé que en el álbum de mi vida, este momento es insustituible. Empuja hacia arriba sobre sus codos, y cuando se mueve, lo hace lentamente. Me observa con una mirada de preocupada concentración. Creo que trata de ocultar lo mucho que disfruta. Como si estuviera mal que sintiera placer mientras yo siento dolor. No tiene que preocuparse. Con cada embestida, la quemadura disminuye, y después de un par de minutos, estoy sin aliento y arqueándome por su profunda presencia. Sus embestidas se vuelven más confiadas. —Te encuentras dentro de mí —digo. Besa mi hombro y presiona su frente contra éste. Su voz es tensa cuando dice—: Es lo justo. Tú has estado dentro de mí durante meses. ¿Estás bien? —Hmmm. Te sientes increíble. Empuja profundamente y gime. —¿Me siento increíble? ¿Bromeas? Tú te sientes... —Cierra los ojos y sacude la cabeza—. Cassie, no hay suficientes palabras para describir lo increíble que te sientes.

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Se mantiene oscilante, y aunque ninguno de nosotros puede hablar más, los ruidos en la sala hablan volúmenes. Respiraciones gimiendo. Suspiros rasposos. Toda clase de murmullos mientas nos besamos y sujetamos entre sí. Se empuja sobre sus manos, y no puedo decir si trata de sujetarse o alejarse. Su rostro es hermoso. Cada matiz de lo que siente es mostrado en detalle intrincado. Me muestra todas las partes de él que sabía estaban enterradas en el interior. Sin duda, el miedo sigue ahí, pero también la fuerza, el coraje, la cruda vulnerabilidad y profunda emoción. Quiero decirle lo impresionante que es, pero no tengo las palabras. Estoy demasiado hipnotizada para siquiera intentar encontrarlas. Demasiado dudosa de mirar a otro lado en caso de que desaparezca. Pronto, no puedo mantener los ojos abiertos, así que los cierro y sólo siento. Dedos se agarran. Caderas conectan. Los músculos tiemblan y la piel se calienta. Tensión se acumula dentro de mí, y abro los ojos para encontrarlo mirándome con la boca abierta y los párpados pesados. —Cassie... Susurra mi nombre en los momentos en que su boca no se halla sobre mí. Suena como si estuviera rogando. Por qué, no lo sé. Lo que sea que quiera, es suyo para tomarlo. Tenerlo así me ha arruinado. ¿Cómo iba a querer a nadie más después de experimentarlo a él? Se encuentra tan profundo en mí que se ha tatuado en cada terminación nerviosa. Placer y dolor y perfección jadeante. —Cassie, no puedo. Voy a... Oh, Dios. Oh Dios. Su rostro se desmorona. Sus embestidas se vuelven erráticas, y todas sus exhalaciones suenan más como gemidos. Se envuelve alrededor de mí y me sostiene tan cerca que se siente como si compartiéramos el mismo latido atronador. La quemadura de placer dentro de mí se ha convertido en un incendio en toda regla. Es todo lo que puedo hacer para mantener los ojos abiertos y verlo. Un sonido gutural vibra en su pecho antes de que se detengan las estocadas. Cae hacia adelante y murmura susurros incoherentes en mi pecho. Suspiro por su peso, sintiéndose pesado y saciado. No puedo moverme y no quiero. Respiramos uno contra el otro, y todavía lo puedo sentir en mi interior. Por alguna razón, las lágrimas se derraman sobre mis mejillas. Creo que parte de mí creía que nunca llegaríamos a este punto. Que nunca aceptaría ser parte de este acto tan íntimo. Y sin embargo, aquí estamos, desnudos y sin aliento, después de haberle dado al otro una parte de nosotros mismos que nadie más tiene.

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Trato de contener mis emociones, pero no puedo, así que simplemente dejo que las lágrimas caigan. ¿Es así como se siente estar enamorado? ¿Gratitud abrumadora de que la otra persona esté contigo mientras comparten algo asombroso? ¿Sabiendo que la cosa más asombrosa que pueden compartir es a sí mismos? —Gracias —digo, tratando de mantener la voz firme. Me aprieta, y me sorprende sentir la humedad en mi hombro. Trato de ver su rostro, pero lo mantiene enterrado en mi cuello. —¿Ethan? Se queda en silencio y me sostiene. Su respiración es superficial. Puedo sentir su corazón latiendo a través de su caja torácica, y acaricio su espalda para darle un momento. Finalmente, exhala. Es profundo y tembloroso. Levanta las caderas para retirarse lentamente, y cuando se halla completamente fuera, un extraño vacío se expande dentro de mí. Sin querer, aprieto mis brazos a su alrededor. Me besa antes de empujarme hacia atrás sobre sus talones y quitarse el condón. —Vamos —dice. Sale de la cama y sostiene su mano hacia mí—. Vamos a limpiarte. En el baño, llena la bañera y me hace remojar durante un tiempo. Cierro los ojos mientras me lava la espalda. Me duele, pero no más que cuando hago ejercicio porque los músculos no están acostumbrados a ser trabajados. Ethan se encuentra callado, pero mantiene una mano sobre mí en todo momento. Se asegura de que esté bien. Cuando subimos a la cama, me acurruco en su pecho. Su latido del corazón suena raro. Como si hubiera un eco extra en sus costillas. Pero me acaricia el brazo y pronto es sólo un rumor debajo de mi oreja. Cuando me duermo, sueño con él. Sueño que Ethan se para frente a mí y se viste. Tira capa tras capa, y cubre todas las partes que acababan de hacerme el amor. Las partes valientes. Las partes amorosas. Trato de detenerlo, pero se encuentra decidido. Con el tiempo, todo se oculta otra vez. Cubierto y protegido. No. Nos encontramos más allá de esto ahora. Gesticula. Estudio sus labios mientras se abren y cierran.

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¿Qué dice? Por un momento, creo que me dice que me ama. Lo dice en voz tan baja que apenas puedo oírlo. Pero entonces oigo... —Lo siento. Lo dice una y otra vez. Tranquilo y lamentable. Cuando me despierto, una sensación de enfermedad se arrastra hasta invadirme al darme cuenta que no era un sueño.

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Traducido por Hansel & Sandry Corregido por Mery St. Clair

Querido Diario ¡Buenas noticias! Ethan quiere que volvamos juntos, ¡estoy mágicamente curada y estamos listos para vivir felices por siempre! En caso de que no lo hayas notado, lo escribí sarcásticamente. La verdad es que, por mucho que crea que Ethan cambió, no es suficiente. Si tan solo pudiera volver el tiempo atrás y rogarme a mí misma no enamorarme tanto de él. No es que mi joven yo hubiera escuchado. Sabía que estaba dañado, pero pensé que lo que teníamos era lo suficientemente fuerte como para suavizar todas las fisuras y grietas. Por un tiempo, así fue, pero fue solo una ilusión, como cuando la nieve cubre gigantes pozos, haciendo lucir al suelo perfecto y sólido. Holt y yo nunca hemos sido sólidos. Siempre estamos tambaleándonos en el borde de nuestras inseguridades. Y ahora, él pidiéndome caminar por este camino resbaladizo nuevamente, y él está tomándose tantos cuidados conmigo, que estoy tentada a creer que es seguro. El problema es, no importa cuán cuidadoso él es, siempre voy a recordar las otras caídas, y no importa cuánto me diga que él es diferente, siempre voy a saber que fue a mis expensas.

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Se necesitó romper mi corazón dos veces para concederle a él la revelación lo suficientemente fuerte como para hacerlo cambiar. Malditamente bueno para él. ¿Quién va a concederme la mía?

***

Estoy en el bar y disfruto mi Vodka. Es mi tercero y finalmente estoy empezando a sentir menos. O quizá estoy sintiendo más. Es difícil de decir. Puedo escuchar a mis compañeros en la esquina más alejada del restaurante, riendo y hablando. Ellos están celebrando nuestro movimiento al teatro la próxima semana. Ensayo técnico. Preestreno. Intentando hacer una presentación tan perfecta como se pueda antes de que el mundo nos juzgue en nuestra noche de estreno. Debería estar con ellos, pero no estoy de humor. Marco levanta su copa hacia mí y sonríe. Muy feliz con lo que creó. En el escenario, Ethan y yo somos impecables. Eso hizo que esté seguro de mis habilidades. Le devuelvo la sonrisa antes de mirar mi bebida. Él no se da cuenta de que está confiando en alguien, cuyas emociones la están asfixiando poco a poco. Profundas risas retumban a través de la habitación y me volteo para ver a Holt riendo entre dientes mientras Marco realiza salvajes gestos. Él luce muy feliz. Termino mi trago y pido otro. Tal vez el cuatro sea mi número de la suerte. Un hombre se sienta en el taburete junto a mí. Me sonríe y ordena un whiskey. Él luce un poco como Ethan. Cabello oscuro y ojos azules. Atractivo. Traje caro. Corbata floja, camisa desabrochada. Debo estar mirándolo fijamente porque me echa un vistazo mientras el camarero le entrega su trago. —Me ofrecería a comprarte uno, pero luce como que ese aún sigue fresco. Parpadeo y miro hacia otro lado. —Uh…‖sí,‖estoy‖bien. —¿Estás aquí sola? Eso no es lo que él está preguntando, pero respondo de todas maneras.

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—Estoy aquí con amigos —digo y gesticulo hacia la mesa ruidosa en una esquina. Holt está haciendo una imitación de alguien. Posiblemente de Jack Nicholson. El extraño asiente. —Ah. ¿Tomando un descanso de la diversión? —Algo así. Calor sube por mi espina dorsal y me volteo para ver a Holt, su mirada aguda y ardiente atraviesa el cuarto. Se detuvo en medio de la improvisación. Sentí sutiles miradas de su parte toda la noche, pero esta es diferente. Ya no estoy sola. Lo recuerdo antes de su cambio de personalidad. Siempre tan celoso. Me vuelvo hacia el bar e intento ignorarlo. El desconocido se inclina y el whiskey en su aliento lo hace oler como Ethan. —Eres demasiado hermosa para estar sola —dice—. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? He oído variaciones de esa frase incontables veces a lo largo de los años y en muchas de esas ocasiones dejé a esos hombres ayudarme. Y cuando los follaba, lo hacía desesperadamente. Usándolos y odiándolos por no ser Ethan. Odiándome más por seguir queriéndolo tanto. Odiándolo a él más que nada. El desconocido sigue esperando por una respuesta, con la esperanza de que mi estado emocional dé como resultado a él follando. En el pasado, probablemente hubiera sucedido. —Solo voy a beber por un tiempo— le digo y sonrío, consciente de que Holt está mirando cada uno de mis movimientos—. Pero gracias por la oferta. Toco su brazo. Comienzo en el tríceps y bajo hasta el codo. Mis palabras dicen‖“no”‖pero‖ese‖toque‖dice‖“quiz{”.‖No‖quiero‖decir‖“quiz{”,‖pero‖Ethan‖no‖lo‖ sabe y a lo mejor quiero que él se retuerza. Tal vez soy lo suficiente malvada como para comprobar su recién-encontrada serenidad y ver si él realmente cambió tanto como dice. Charlo con el extraño. Le doy una tímida sonrisa. La mirada de Ethan me quema cada segundo que continúo. Eso me conforma enfermizamente. Me pregunto cuánto voy a tener que empujarlo antes de que se rompa.

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Otro coctel, más conversaciones. Puedo sentir la frustración de Ethan como una onda en el aire, vibrando en mi contra, diciéndome que lo que estoy haciendo está mal. Es hiriente. Vengativo. Después de cinco cócteles he perdido la capacidad de que me importe. El desconocido tiene su brazo alrededor mío mientras susurra en mi oído. Me dice cuán linda soy. Lo mucho que me quiere. Me río, porque no me siento linda. Me siento como basura. El hombre me da un suave beso en el cuello. No le digo que pare. Cuando él lo hace de nuevo, Holt aparece detrás de mí, sus músculos apretados y su expresión amenazante. —Bien, Cassie. Tiempo de irnos. —Espera un minuto, amigo —dice el extraño y aprieta su brazo alrededor de mi cintura—. La señorita y yo estamos teniendo una conversación. Ethan, prácticamente le gruñe. —Tu conversación está terminada, amigo. Quita tus malditas manos de ella. Ah, el hombre de las cavernas aparece. Es una especie de alivio que él no sea tan perfecto después de todo, hace que mis imperfecciones luzcan menos amplias. El extraño frunce el ceño y deja su bebida. —¿Quién diablos eres para decirme qué hacer? Ethan se inclina hacia su cara. —Soy el chico que va a poner tu cara de mierda esparcida en la habitación si la tocas por un segundo más. ¿Algo más que quieras saber? Con un destello de miedo, el extraño me deja ir y Holt me ayuda a levantarme. Me siento culpable por dejar que el extraño se acerque, pero no tan culpable como lo hice cuando lo enrosqué todo con Ethan. No puedo siquiera mirarlo mientras me dirige al exterior. Cuando estamos en el pavimento, me para sobre mis pies. Me resbalo con una alcantarilla y me apoyo contra un auto aparcado mientras intento llamar a un taxi. Todo está torcido y mal, y sé que él es el único que puede hacer que todo esté bien nuevamente, y eso me enoja malditamente mucho. —Cassie ¿Qué diablos está pasando contigo esta noche?

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Otro taxi pasa mientras ondeo mi mano descuidadamente y casi caigo antes de que unos fuertes brazos se envuelven a mí alrededor y me levantan. —Jesucristo, ¿Quieres parar? Vas a conseguir que te atropellen. Agarro su camisa mientras mis piernas se debilitan, y todo lo que siento es el calor, y brazos, y labios en mi frente mientras respiro su demasiado-buen olor. —Vuelve adentro. —Tengo que irme. —Entonces, iré contigo. —No, no puedo hacer esto. —¿Qué? —¡Esto! —Su cara está muy cerca. Boca muy tentadora—. ¡Esto! —Empujo en su pecho, mano sobre su corazón—. ¡Tú! Estoy agitada. Amargada acerca de las cosas que no puedo cambiar y demasiado asustada para pensar acerca de las cosas que sí puedo. Él me mira con furia apenas reprimida. —¿Sería más fácil si solo fuera un imbécil en un traje que sólo quiere follarte? ¿Podrías tratar conmigo entonces? Mis piernas se debilitan de nuevo. Tira de mí hacia él. Ahora estoy fuera de mis pies y estamos pecho a pecho, cara a cara. Él me está matando con la cercanía. —Eso es. Te llevaré a casa. Sacudo mi cabeza, deseando que él pudiera entender que si yo sigo con él más tiempo, me descocería y realmente no puedo desmoronarme ahora. La amargura es la única cosa que me mantiene unida. Sin ella, no tengo forma. Perdida. Mi respiración se detiene y él disminuye su abrazo. Pone una mano en mi mejilla. —Mierda. —Me abraza. Susurra en mi oído—. No llores. Por favor. Lo siento. Lo que sea que esté pasando esta noche, estarás bien. No le creo. Me sostiene con un brazo mientras llama a un taxi que pasa. Este para y él me pone en el asiento trasero y le da al conductor dinero e instrucciones para que me ayude con mi puerta si es necesario. Luego su cara está al frente mío, preocupada y triste. —Llámame cuando llegues a casa, ¿Si?

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Estudio la parte posterior del asiento. —Cassie, lo digo en serio. Mírame. Mi cabeza está muy pesada. Todo esto es muy difícil. Agarra mi barbilla para ayudarme a levantarla. Sus ojos sombríos miran dentro de los míos. —Promete que me llamarás cuando llegues a casa, de lo contrario iré contigo. Se queda hasta que asiento. Un nudo se aprieta en mi garganta mientras que besa mi frente. ¿Por qué insiste en hacer que todo parezca fácil cuando claramente es imposible? Desaparece y la puerta se cierra. Cuando el conductor se aleja y sé que él no está mirando más, me derrumbo.

***

379 Cuando me tropiezo en mi apartamento, Tristan está allí. Él me ha visto así antes y sabe qué hacer. Me ayuda a entrar al baño y ordena la ducha. Enfría el agua. Luego me ayuda a entrar a la cama, cepilla mi pelo lejos de mi cara y me susurra que todo estará bien. Me debo haber dormido en algún momento porque cuando abro nuevamente mis ojos, él no está. Veo en mi mesita de noche dos pastillas y algo de agua. Las tomo y trago. Me siento seca en el interior. Emocionalmente desolada. Agarro mi portátil y abro los mails de Holt, necesitando alguna parte de él. Sintiéndome muy llena y vacía, todo al mismo tiempo. Me detengo sobre cada palabra. Están llenas de divagaciones de pesar, pero hay una cosa que él nunca dijo. Una cosa que necesitaba oír mucho en ese entonces para tranquilizarme, para asegurarme de que lo que había sentido por él no era completamente unilateral. Esta cerca de dormirme cuando mi telefoto suena y, sin mirar a la pantalla, sé que es él. —Hola. —Mi garganta está seca.


—Dijiste que llamarías. —Su voz es dura. Preocupada. —Lo siento. —Mierda, Cassie, por lo que yo sabía, el conductor del taxi pudo haberte violado, matado y abandonado en Central Park. ¿Qué mierda está pasando? —No lo sé. Lo siento. —Y realmente lo hago, por muchas cosas. Suspira. —Solo…‖ No‖ podes‖ hacerme‖ esto.‖ No‖ tienes‖ idea‖ de‖ cu{ndo‖ yo…‖ quiero‖decir,‖yo‖quiero… Él está callado por un segundo. —Lo siento por arruinarlo. —Suena tan cansado como yo me siento—. Yo sólo estoy preocupado por ti. He tratado de darte tu espacio por las pasadas semanas. Distancia, así puedes obtener una mejor perspectiva,‖ o‖ lo‖ que‖ sea.‖ Pero‖ dejas‖ que‖ ese‖ chico‖ te‖ toque‖ y‖ yo…‖ mierda,‖ tú‖ deberías saber cómo voy a reaccionar. —Lo sé. —No me sentí así en un largo tiempo. Quería aniquilarlo. —Pero no lo hiciste. —Quería romper sus dedos. ¿Era esa reacción la que esperabas? ¿Volverme loco? ¿Herirme? —Supongo. —Sí, bueno, misión cumplida. La admisión no me da consuelo. De hecho, me hace sentir como una mierda. Estoy tan cansada de sentirme de esta manera, pero no sé qué más ser. Hace mucho tiempo, pensé que dos personas que se preocupaban por ellas podrían manejar cualquier problema, siempre y cuando hablen de ello, pero ahora veo que no es así de fácil. Hablar requiere una persona que tenga el coraje de expresar qué está sintiendo y yo no lo tengo. —¿Te habrías ido a casa con él si yo no hubiera estado allí esa noche? — pregunta. —No. —¿Por qué no? —Porque…— Me cuesta encontrar las palabras—. Si yo lo hubiera llevado a casa‖ yo…—Suspiro, a la defensiva—. Hubiera pretendido que eras tú, de todas maneras, así que ¿Cuál es el maldito punto?

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Hay una larga pausa. Mi corazón latiendo errático mientras espero por su respuesta. —¿Hiciste eso antes? —Sí. —¿Con qué frecuencia? —Todo el tiempo. Cada vez. Él inhala. —¿Qué significa eso? Me está empujando, pero a pesar de mi malestar, una parte de mí quiere ser empujada. Yo no voy a ser capaz de hacer esto sin él. —¿Cassie? —Luego‖ de‖ que‖ te‖ fuiste…—Trago—. Te extrañé muchísimo, quería que ellos fueran tú, entonces cerraba mis ojos y trataba de hacerlos tú. Todos ellos. Incluso Connor. Especialmente Connor. Eso no funcionó. Ninguno de ellos inclusive llegó cerca. Mi respiración parece exageradamente ruidosa en la habitación y el tick tack del reloj llena los largos segundos. —Jesús…‖Cassie… Entonces, ahora él lo sabe. Para mejor o para peor, él lo sabe. —Yo‖pensé…‖—Se detiene—. Cuando me enteré de los hombres con los que habías estado después de que me fui, creí que lo habías hecho para olvidarme. O dañarme. —Eso fue una parte. Pero no la más importante. —¿Y anoche? —Quería empujarte. Ver si volvía tu viejo yo. Y, como dijiste, herirte. Decirlo me hizo notar qué golpe bajo fue. Cuán bajo caí. Cuán venenosa me he vuelto. —Lo entiendo. Sé que piensas que merezco un poco de dolor, considerando lo que hice, pero tú no lo entiendes —Toma un respiro—. Sé que sufriste cuando me fui, pero sufrí, también. Ese tour europeo fue el tiempo más miserable de mi vida. Mi resentimiento aparece. —Oh, sí, estoy segura de que viajar alrededor de todos esos lugares exóticos con hermosas chicas adorándote fue realmente duro. Decidir con cuál ir a casa cada noche. Debe haber sido una experiencia horrible.

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—¿Es eso lo que piensas que pasó? ¿Qué pude haber hecho eso? Jesús, Cassie, cuando nosotros estábamos juntos, nunca vi a otra chica. ¿Crees que pude olvidarte tan fácil? —Después de que te diste por vencido con nosotros, pensé que eras capaz de cualquier cosa. Él ríe. —Sí, bueno, la realidad fue un poco diferente. —¿Cuán diferente? Desearía poder ver su cara. Pero todo lo que tengo es su voz, grave y resonante. —En Europa, a pesar de que siempre estaba rodeado de personas, el tiempo que pasé lejos de ti fue el más solitario en el que he estado. Al principio no podía manejarlo. Bebía mucho, a veces durante el show. Iba a bares. Entraba a peleas. Luego, iba a casa y pensaba en ti. Te googleaba. Soñaba contigo. Te extrañaba tanto que me enfermó. A veces consideraba traer a alguien a casa conmigo, así podría despertar‖al‖lado‖de‖otro‖cuerpo.‖No‖sexo.‖Solo…‖compañía. Siento su dolor. Tan similar al mío. Al menos yo encontré a Tristan. —Entonces, sí. —dice—. Otras cosas pasaron que me hicieron reconsiderar todo acerca de mí y qué necesitaba para conseguirte de vuelta, pero esa es otra historia para otro momento. El punto es que no estaba de fiesta mientras estaba allí. Era completamente miserable. Y solitario. —¿Pero‖ seguramente‖ has‖ tenido‖ otras…‖ relaciones…‖ mientras‖ est{bamos‖ separados? —No. Su respuesta me confunde. —Pero‖ tuviste…sexo.‖ Quiero‖ decir,‖ no‖ estoy‖ segura de porque te lo estoy preguntando porque el pensamiento de ti y otra mujer es…‖‖—Me estremezco—. Pero lo hiciste, ¿cierto? Cierro los ojos y espero su respuesta, tensándome con anticipación. Di‖“cientos”.‖Dame‖fuel‖para‖mi‖fuego.‖Déjame‖ser‖fuerte. Por favor. Él está en calmado, pero cada palabra está llena con una sinceridad pesada. —Cassie, no tienes ni idea de cuantas veces quise tener sexo sin sentido, solo para poder sacarte de mi cabeza, pero no podía hacerlo. Cada vez que lo intentaba, me sentía como si estuviera engañándote. Finalmente, paré de buscar a otras mujeres.

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Era jodidamente inútil. Ninguna de ellas podía incluso acercarse a remplazarte, aunque quisiera que lo hicieran, lo cual no fue así. No puedo creer lo que estoy escuchando. —¿Me‖est{s‖diciendo‖que…que‖la‖ última‖vez‖que‖tuviste‖sexo‖fue…? —Contigo. —Es dicho en un susurro, como si se estuviera confesando. No. No es posible. —Pero‖eso‖fue…—Esa noche. La noche—. ¿La noche antes de que te fueras? —Sí. A mi cerebro le lleva un momento el responder. —Pero…eso‖ es…eso‖ es…‖ Dios mío, ¡¿Ethan, tres años?! Se ríe. —Créeme, lo sé. No digo esto para hacerte sentir mal, pero, pero entre mi impuesta sequía y el hacer este espectáculo contigo, mis pelotas son más azules que el cast entero de Avatar. Aun no lo puedo comprender. —Increíble. —Me estás haciendo sentir como un bicho raro. —Lo‖siento,‖solo‖que‖no‖puedo‖entender…‖‖ —Mira, es fácil. No te tenía, y no quería a nadie más. Fin de la historia. —Por lo tanto, si no volvemos juntos, ¿vas a continuar casto? Hay un silencio muerto por un segundo, luego él dice—: Lo primero de todo, el no volver a estar juntos no es incluso una posibilidad en mi mente. Y segundo, nunca fui un célibe. —Pero‖dijiste‖que… —Dije que no tuve sexo con nadie, pero ser celibato consiste en abstenerte de todas las formas de placer. He tenido un pleno placer sexual, usualmente mientras tenía eróticos pensamientos de ti. El pensamiento de Ethan masturbándose con imágenes mías me excita de inmediato. —De hecho —dice—, estoy teniendo algunos pensamientos muy eróticos de ti ahora mismo. Deja escapar un silencioso gemido, y yo tengo que acercar los pañuelos a mi pecho para lidiar con lo mucho que ardo en deseo por él.

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—¿Podemos, por favor, hablar de cualquier otra cosa más? —Claro —dice, calmado y excitado—. Hablemos sobre algo que me distraiga de lo mucho que necesito hacerte el amor. Por favor. —Ethan… —Joder, sí, di mi nombre. —Solo voy a seguir hablándote si sé que tus manos están a la vista. —Puedo ver perfectamente bien mi mano. Está envuelta alrededor de mi dolorida... —¡Ethan! Oigo un crujido de tela, seguido por un resignado suspiro. —Bien. Las manos están encima de las cubiertas. Aguafiestas. Su tono es tan petulante, que me hace reír. —Así que —dice antes de bostezar—. ¿Estás en la cama, también? —Sí. —¿Haciendo algo interesante? Su indirecta no me provoca, peor no pico el anzuelo. —En realidad, estaba leyendo algunos de tus antiguos emails. Hay una pausa antes de que él diga—: ¿Por qué? —No lo sé. Supongo que estoy tratando de averiguar cómo me siento. —¿Sobre mí? —Sí. Otra pausa. —¿Ayudaron? —En realidad, no. Sigo buscando algo que no está ahí. Se calla unos segundos antes de decir—: ¿Sabías que tengo toda una carpeta de proyectos de e-mails? ¿Cosas de las que no era lo suficientemente valiente como para enviar? —¿Qué clase de cosas? Le oigo revolviendo y el golpeteo de los dedos en un teclado. —Espera. Te voy a enviar algunas de las menos embarazosas. Casi de inmediato mi bandeja de entrada se ilumina con dos mensajes nuevos.

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De: EthanHolt Para: CassieTaylor Asunto: Demasiado cobarde para enviarte esto. Fecha: 09 de febrero 1:08 am Cassie, Estamos en Francia. He dejado de beber y hemos estado recibiendo ayuda durante más de seis meses. Estoy aprendiendo a asumir la responsabilidad de mis errores. Asumo la responsabilidad por hacerte daño. Si nunca me hubieras conocido, no estarías herida en estos momentos. Odio haberte hecho eso. De todas las personas de las que he jodido en mi vida, tú eres de la que más me arrepiento. Pienso mucho en ti. Sueño contigo. Me gustaría tener las agallas para enviarte esto, pero probablemente no lo haré. Sin embargo, escribir me alivia. Estoy trabajando en ser abierto y honesto contigo, pero creo que aún no estoy allí. Cuando lo esté, puedes estar segura de que serás la primero en saberlo. Francia es hermosa. Me puse de pie en la parte inferior de la Torre Eiffel hoy y la miré. Hay muy pocas veces en mi vida en las que me he sentido tan pequeño. El día que me fui fue uno de ellos. Te echo de menos. Ethan.

Abro el segundo e-mail.

De: EthanHolt Para: CassieTaylor Asunto: Te necesito. Fecha: 09 de junio 12:38a.m. Cassie, Es mi cumpleaños. No espero tener noticias de ti pero, joder, realmente te necesito. Te quiero aquí, en mi apartamento. En mi cama. Besándome y haciéndome el amor y diciéndome que me perdonas.

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Lo necesito como el aire. Me estoy ahogando sin ti. Por favor. Por favor. Antes, estaba sentado en un banco en las orillas del Tíber, y había toda esa gente ahí de la mano y besándose. Felices y enamorados. Hicieron que pareciera tan fácil. Como si dar tu corazón a otra persona no fuera la cosa más espantosa del mundo. Todavía no lo entiendo. ¿No saben el poder que le están dando a la otra persona? ¿La absoluta formación futura de dominación? ¿No entienden lo mucho que va a doler cuando todo vaya mal? Y seamos sinceros, el noventa por ciento de las parejas no siguen juntos un año a partir de ahora. Incluso ni seis meses a partir de ahora. Y sin embargo, ahí está, abrazos y besos, completamente ajenos al dolor que viene para ellos. Sin preocuparse y con confianza. Eso fue siempre algo que me esforcé por ser. Era casi imposible de apagar el reloj de cuenta atrás interno que me gritaba cada día todas las formas en las que podías hacerme daño. Después de todo, la historia ha demostrado que con el tiempo, todo el mundo me deja. ¿Por qué tú ibas a ser diferente? Ahora sé que lo fuiste. Lo eres. La cosa es que, debajo de toda la mierda que me hizo alejarme, había partes de mí que se aferraban a ti cuando me fui, y ahora, sin ti, lucho para funcionar. El pensamiento que me quita el sueño es que tuve mi oportunidad de ser todo y bueno, y lo eché a perder. Por favor, dime que voy a tener otra oportunidad. No me digas que esto es lo que tengo que vivir ahora. No puedo. Estar sin ti es demasiado duro. Te hecho tanto de menos que duele. Ethan.

Me siento como si me hubiera dado un puñetazo en el pecho.

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Esto es exactamente lo que yo necesitaba escuchar, tantas veces. Me doy cuenta de que estoy agarrando el teléfono hasta el punto de que duele. —Son... Dios, Ethan... Son hermosos. ¿Por qué no los enviaste? Suspira. —No sé. Creí que me odiabas. —Lo hacía, pero... si hubiera leído esos correos electrónicos, tal vez te habría odiado menos. —Ojalá hubiera tenido el coraje de decírtelo todo en ese entonces, pero no estaba listo. —¿Y ahora lo estás? —Pregúntame lo que quieras, y te daré una respuesta directa. —¿Cualquier cosa? —Por supuesto. Respiro y le pido la pregunta que me ha perseguido durante años. —En todos tus correos electrónicos, ¿por qué no siempre dices que me amas? Casi puedo oír su sorpresa. —¿Qué? —Nunca lo dijiste. En ninguno de ellos. —Cassie, lo dije. Todo el tiempo. —Acabo de leerlos por enésima vez, y no lo dijiste ni una vez. Dijiste que me perdiste, que querías que fuésemos amigos, pero no hay nada sobre el amor. —No‖hay‖manera‖de‖que‖eso‖sea‖una‖jodida‖verdad.‖Yo...‖yo…‖—Toma una respiración temblorosa—. Lo pensaba todo el tiempo. Parecía estar en cada palabra que te escribía, pero... Mierda, Cassie. Gruñe de frustración. —Ethan, está bien. —Joder, no. De todas las cosas que debería haberte dicho, eso está en lo más alto de la jodida lista. Pero si lo dije o no en los mensajes de correo electrónico, tienes‖que‖saber‖que‖yo…‖realmente… —Ethan, para. —Cassie… —No, no quiero que lo digas sólo porque yo saqué el tema. —Esa no es la razón. —Aun así, simplemente no lo hagas, ¿de acuerdo? No esta noche.

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Exhala, y por suerte, no presiona. Tenemos una pequeña charla sobre el show durante unos minutos, pero cuando ahogo un bostezo, él dice que me vaya a dormir. Yo no discuto. Por la mañana, me siento como una mierda. Mi resaca no es tan mala, pero tuve terribles sueños en los que Holt me dejaba, una y otra vez, y cada vez, lo recuperaba, a la vez que se ponía más enfadado conmigo mismo cada vez que lo hacía. Apenas me arrastro fuera de la ducha, cuando mi teléfono suena con un texto suyo. Intrigada, abro mi laptop y encuentro un único correo electrónico. Cuando lo abro, mi pantalla explota. TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO , TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE

AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO,

TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE TE

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AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO, TE AMO.

TE TE TE TE TE TE TE TE

AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO,

TE TE TE TE TE TE TE TE

AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO,

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AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO, AMO,

TE TE TE TE TE TE TE TE

Me desplazo por páginas y páginas, aturdida, hasta que finalmente, llego a la parte inferior. En caso de que no entendieras lo que hacía, he escrito "TE AMO" 1.162 veces, una para cada día que yo no estuve. Y por favor, no creas que esto era una declaración de copia y pega rapidito. He escrito todos y cada uno en particular como penitencia por ser demasiado idiota como para que sea muy claro lo que sentía por ti. Sé que piensas que me fui porque no te quiero, pero te equivocas. Siempre te he amado, desde el primer momento en que puse los ojos en ti. Yo despotricaba y arremetía sobre el amor a primera vista, porque el concepto es jodidamente ridículo para mí. Pero el primer día que te vi en las audiciones para Grove, ocurrió y me arruinaste sin siquiera decir una palabra. Te vi allí, tratando desesperadamente de ser algo que no eras, justo como ellos querían, y yo quise llevarte a mis brazos y decirte que todo iba a estar bien. A partir de ese momento, supe que estabas destinada para mí. Pero fui lo suficientemente terco como para negarme a aceptarlo. No tengo ni idea de cómo o por qué fuiste capaz de amarme ya que era un imbécil, tan ocupado tratando de huir de mis sentimientos, que no me di cuenta de que eras mi regalo; el preciado premio que había ganado de alguna manera con todo mi dolor. Me había pasado tanto tiempo creyendo que me daban lo que merecía cuando la gente me dejaba, que no me detuve a pensar que tenía lo que me merecía cuando te conocí. No podía comprender que si dejaba de ser un enorme inseguro e imbécil durante cinco minutos, tal vez... sólo tal vez... podría conservarte. Quiero conservarte, Cassie. Es por eso regresé. Porque tanto como yo solía pensar que estabas mejor sin mí, no lo estás. Me necesitas tanto como yo te necesito. Los dos estamos vacíos sin el otro, y me ha llevado mucho tiempo el darme cuenta de eso. No seas tan terca como yo y no dejes que ganen las inseguridades. Vamos a ganar. Porque sé que piensas que el amarme de nuevo es un juego de dados, y que tus

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probabilidades son sombrías, pero déjame decirte algo, yo soy una apuesta segura. No podría dejar de amarte aunque quisiera. ¿Todavía estoy aterrorizado porque me hagas daño? Por supuesto. Probablemente de la misma manera en la que tú estás aterrorizada de hacerme daño a mí. Pero soy lo suficientemente valiente como para saber que absolutamente vale la pena el riesgo. Déjame ayudarte a ser valiente. Te amo con todo lo que soy, y lo juro por Dios, no voy a hacerte daño de nuevo. Permítete amarme de nuevo. Por favor. Ethan. Me siento y miro la pantalla durante mucho tiempo, alternando entre la risa y el llanto. En algún lugar allí, el fuego en mi amargura chisporrotea y muere. La sensación es extraña, porque es lo que me mantuvo en marcha cuando nada más lo haría, y sin ello, me siento desnuda de la peor manera. Suave y vulnerable y más frágil que el cristal. Ayer me había preguntado qué haría falta para que mi epifanía cambiara. Supongo que el que Ethan desnudes su alma en un e-mail funciona. Uno de los dichos favoritos de Tristan dice—: Sé el cambio que quieres ver. —Supongo que eso es lo que Holt ha hecho. Se ha hecho lo suficiente fuerte para los dos. Mis manos tiemblan mientras le envío un mensaje. Necesito verte Apenas presiono la tecla de enviar, cuando hay un golpe en la puerta.

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¿Cómo arreglas un amor que se ha roto sin remedio? Por años, Cassie Taylor intentó olvidar a Ethan Holt. Él fue el gran amor de su vida, y cuando no pudo corresponder a su amor, una parte de ella murió para siempre. O al menos eso pensó. Ahora ella y Ethan están compartiendo un escenario en Broadway, y él está determinado a conseguirla de regreso. Pretendiendo ser un hombre cambiado, finalmente es capaz de decir todas las cosas que ella necesitó escuchar años atrás, pero ¿puede creerle? ¿Qué hace esta vez tan diferente de todas sus otras promesas rotas? Ethan sabe que no pueden cambiar su tumultuoso pasado, pero si quiere tener una posibilidad de estar con la mujer que ama, necesita convencer a Cassie de que su futuro está con él. No te pierdas la impresionante conclusión de la inolvidable historia de amor que cautivó a más de dos millones de fans en línea.

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