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EN EL AMOR NO HAY TEMOR

¡Qué envidia me daba la gente que podía! No solo los hombres y mujeres fuertes, sino hasta los niños y los ancianos parecían disfrutarlo con ganas y sentirse muy a gusto en él; yo, en cambio, me quedaba al margen, atenazada por el miedo. Todos tenemos nuestros miedos, algunos manifiestos y otros más ocultos. A mí no me da miedo a hablar ante un público ni escalar montañas. Sin embargo, llevo ya 20 años viviendo en un hermoso y concurrido balneario, ¡y tenía miedo al mar! Concretamente, me daba miedo estar en el agua donde no hacía pie.

Pero un año todo cambió.

Cierta primavera, mi oración fue que pudiera superar mi miedo al mar. Había predicado muchos sermones a los demás sobre la superación de los miedos y que nunca es tarde para aprender algo nuevo; así que ya era hora de aplicarme el cuento a mí misma.

Al principio del verano practiqué flotar en una piscina en posición vertical. Fue un triunfo, y pensé que estaba preparada para enfrentarme al mar; pero no era tan sencillo. Me quedé parada en la playa durante mucho tiempo, observando esa hermosa masa de agua azul y volví a sentir que el miedo me paralizaba las piernas.

Volví unos días más tarde y ocurrió lo mismo. ¡El mar no era como la piscina! Finalmente hice caso a mi marido que me invitó a adentrarme con él poquito a poco.

Por fin llegué a un punto en que no hacía pie. No estar ya afirmada en la orilla fue tremendamente estimulante. Las lágrimas me corrían por la cara y me embargaba la misma emoción que cuando niña ganaba algún premio importante.

Huelga decir que aquella experiencia me dejó algunas enseñanzas valiosas:

«En el amor no hay temor.» Tuve que sondear para encontrar amor por el mar. De entrada, ya me gustaba bastante, pero debía de haber algo más: tenía que disfrutarlo y deleitarme en él.

«Despreocúpate y confía en Dios.» Había escuchado esa frase —o una parecida— muchas veces, pero cobró vida mientras aprendía a moverme en el agua. Cuanto más me dejaba llevar y me relajaba, más fácil me resultaba.

«Nunca es tarde para aprender algo nuevo.» Si bien debemos adquirir conciencia de nuestros límites, también debemos seguir avanzando y progresando.

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