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REPOSO
llamada de Dios al descanso es igual de necesaria. «El que ha entrado en Su reposo, también ha reposado de sus obras, así como Dios de las Suyas. Hagamos, pues, todo esfuerzo para entrar en aquel reposo.»2
Tal vez tú, como yo, estés en un punto en que tu alma necesita descanso. Yo sí que lo necesito. Tengo que dejar que Jesús me lleve a pastos verdes y reponga mi alma, pero ¿cómo puede darse eso cuando siempre estoy corriendo, preocupándome, ocupada y estresada? Si tuviera que describir la cultura moderna en una palabra sería estrés. Mucho de lo que tenemos por preciado es lo opuesto a la serenidad, la paz y la quietud. Y pagamos por ello con agotamiento, adicciones, soledad y quebrantos. Los que hemos asimilado esa cultura se la transmitimos a nuestros hijos.
Pero Dios nos dice que hay otra forma: queda un reposo sabático para el pueblo de Dios. ¿Cómo se consigue ese reposo? Jesús nos dice: «Vengan a Mí los que estén cansados y agobiados, que Yo los haré descansar. Acepten Mi enseñanza y aprendan de Mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso».3 Cuando nos acercamos a Él y aprendemos de Él, nos promete ese reposo sabático.
Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■