No se vale hacer trampa

No se vale hacer trampa La semana pasada tuve la oportunidad de estar en algunas primarias rurales de Guanajuato montando en los patios de las primarias un juego llamado Ser para trascender, el juego se trata de que los niños amplíen su panorama vocacional jugando a ser algún profesionista, en mi módulo juegan a ser actores de cine, montamos de manera sencilla la famosa escena de Don Quijote de la Mancha en la que Don Quijote se encuentra con los molinos, un voluntario es Don Quijote, otro es Sancho Panza, otro niño me ayuda con la claqueta y los demás somos molinos, me toca vivir en carne propia lo que tanto dicen los actores de teatro “cada función es distinta”, jamás entendí esa frase hasta ahora, algunas veces los niños son mas participativos que otras, no tengo idea a que se deba pero eso hace que Cada función sea distinta. Después, pasan con mis compañeros a jugar a ser arqueólogos, historiadores, músicos, doctores, etc.

Según la SEP, Guanajuato tiene uno de los porcentajes mas altos de deserción escolar en el brinco de primaria a secundaria, los maestros nos decían su teoría, que es porque los niños ven que dedicándose a la vida delictiva generan mucho dinero a pronta edad y para eso no se necesita ir a las aulas.

Siempre comenzábamos la dinámica preguntándole a un grupo de niños “¿Ya saben qué quieren ser cuando sean grandes?” y nunca falto el que decía que quería ser sicario, narco o ladrón, quizá leído no tenga tanto impacto, pero cuando ves al niño de 8 años que te lo dice y hace con sus manitas una forma de pistola y con su boca hace el sonido de los disparos, y para colmo, esta escuchando en su celular al “El Komander”. Uno se congela.

Fue en el recreo de una escuela que me tocó escuchar a una niña que jugaba con varios de sus compañeros decirle a uno de ellos ¡Hey!... no se vale hacer trampa!... una sentencia tan obvia como mancillada, me pareció saludable la manera en que la niña le recuerda a su compañero que hay cosas, que por obvio que sea, no se valen. Algo así pasa en Macondo cuando tuvieron que ponerle etiquetas a las cosas porque ya nadie se acordaba de los nombres de las cosas ni para que servían, supongo que algo así le pasó al niño que intento hacer algo fuera de las reglas, afortunadamente tenía a una compañera cerca que le recordó que por ahí no iba la cosa. Me gusta pensar que cada cierto tiempo hay que darle una actualizada a las reglas para seguir avanzando, y eso lo logran personas que por accidente o por un extraordinario tino se han salido de las reglas y han logrado cosas extraordinarias, yo así veo este proyecto, como una trampa que hacemos para cambiarle la configuración a la realidad tan establecida que tienen estos niños, ojala podamos influir en la decisión que tomen estos niños de su futuro, a final del día, la decisión es solo de ellos.