Enfermedades con las que no debemos conducir Hay enfermedades que afectan nuestra capacidad a la hora de conducir, puede ser por el tipo de dolencia o por los medicamentos con los que la tratamos. Existen muchos factores que pueden influir en nuestra capacidad de concentración o de reacción, especialmente si sufrimos algún padecimiento de salud. Aunque el listado podría ser muy largo, vamos a ver algunas de las enfermedades más comunes que pueden darnos problemas al conducir. Alergias. Los síntomas de una alergia, como los ojos llorosos o los estornudos, pueden ser un peligro al volante. Al estornudar varias veces seguidas, podemos perder la atención durante unos 30 segundos, un largo tiempo sin estar concentrado en lo que ocurre en la vía. Además hay muchos antialérgicos que causan somnolencia, lo que se convierte en un peligro aún mayor cuando vamos al volante. Apnea del sueño. La apnea del sueño se manifiesta por la interrupción de la respiración al dormir y presenta problemas asociados como dolores de cabeza, somnolencia o déficit de atención, todos ellos incompatibles al momento de ponernos al volante de un vehículo. Diabetes. Es una de esas enfermedades que pueden causarnos problemas por una crisis hipoglucémica severa que puede ser peligrosa cuando tenemos que conducir. Enfermedades del sistema nervioso o muscular. Este es uno de los casos más graves, pues todas aquellas personas que sufran Alzheimer, Parkinson o cualquiera que afecte el sistema motor, sensorial o de coordinación, deben mantenerse alejados del volante, son condiciones completamente incompatibles con la conducción. Anemia. Las anemias severas pueden ocasionar mareos, fatiga o taquicardia que pueden poner en peligro al conductor y los demás ocupantes de la vía. Trastornos cardiovasculares. Las arritmias, embolias o incluso la hipertensión arterial, están asociadas a pérdidas de conciencia, lo que nos convierte en un peligro a la hora de ponernos frente al volante. Alteraciones mentales. La depresión, esquizofrenia, demencia o el abuso de sustancias como alcohol o drogas, pueden producir alteraciones en nuestro comportamiento, lo que nos hace imprevisibles y peligrosos si tenemos que conducir. Alteraciones visuales. Es imposible ponerse frente al volante con cataratas, glaucoma, retinopatía diabética o hipertensiva o con degeneración macular. Conducir con estas enfermedades Aunque con algunas de las enfermedades de esta lista no deberíamos conducir bajo ningún concepto, para la mayoría de ellas simplemente será necesario tenerla bajo control, con tratamiento y control médico. Para disminuir el riesgo de accidentes con estas enfermedades, debemos conocer bien la enfermedad, de manera que no tengamos inconvenientes o sorpresas mientras vamos al volante. Saber qué efectos secundarios tiene la medicación que estamos tomando, para mayor seguridad es mejor que un médico nos aclare a qué nos exponemos si debemos conducir.
Si ya estamos al volante y reconocemos los primeros síntomas de una descompensación, debemos detenernos inmediatamente y no volver al volante hasta que los tengamos bajo control. Condiciones con las que no debemos conducir Si tenemos un brazo o una pierna enyesados no debemos ponernos al volante bajo ninguna circunstancia. Si estamos pasando por un proceso de quimioterapia, tendremos que esperar al menos tres meses después de la última sesión para poder conducir sin riesgos. Por. Adriana Gutiérrez