RAZONES POR LAS QUE LAS LUCES DE FRENO SON ROJAS
Todas las piezas de nuestro carro tienen una razón para estar ubicadas en un lugar determinado y en el caso de las luces de freno también hay una para que sean de color rojo, un tono que llevan absolutamente todos los vehículos fabricados en cualquier parte del mundo. Pero resulta que las luces de freno de color rojo nacieron incluso antes de que se inventara el automóvil, cuando el uso de señales visuales se convirtió en un tema primordial para la industria ferroviaria ya que con su crecimiento se vio la necesidad de desarrollar un sistema que advirtiera sobre las dimensiones de los propios trenes. Por este motivo se instalaron unas luces de marcación en los extremos de los vagones, que también eran útiles para verlos en zonas oscuras como túneles y saber que se acercaba un tren desde gran distancia. Además usando faros y lámparas de diferentes colores se organizaba la comunicación entre los maquinistas, las estaciones y se dirigía el tráfico, un sistema que fue precursor del semáforo, como vimos en nuestro artículo "¿Cómo se escogieron los colores del semáforo?”. Salto al automóvil Al comienzo de la historia automotriz, cuando la velocidad de los automóviles era muy parecida a la de los coches de caballos, se empezó a usar como iluminación una vela o candil de petróleo que el conductor cogía de su casa. Pero las luces de freno no existían y no se sabía cuándo el vehículo de adelante iba a detenerse. A comienzos del siglo XX fue la actriz canadiense coleccionista de vehículos Florence Annie Bridgwood (Florence Lawrence era su nombre artístico), que siempre estaba buscando la manera de mejorar los carros que conducía, la primera en inventar un mecanismo para las direccionales que consistía en un brazo que subía para indicar la dirección del giro pulsando un botón cerca del volante. Después de eso desarrolló una señal de freno, también era un brazo conectado al guardabarros trasero que desplegaba una señal en la que se leía la palabra STOP cuando el conductor pisaba el pedal del freno, aunque nunca patentó sus inventos y luego fueron desarrollados por las empresas automotrices. El problema con el sistema de Florence era que solamente funcionaba durante el día, así que a los fabricantes se dieron cuenta que la luz roja que llevaban los vagones era visible en la oscuridad, además la industria del ferrocarril ya estaba en una etapa de madurez avanzada y sus métodos de comunicación mediante luces se habían probado y daban excelente resultado. Así que comenzaron a instalar un faro en la parte trasera del vehículo, que en algunos modelos incluía también la palabra stop. Además solemos asociar el color rojo con el peligro, no sabemos si será a causa de las luces de los trenes o si esa asociación era anterior. La tercera luz Además de las dos luces del parachoques trasero, en muchos vehículos vemos una más, generalmente encima de la ventana trasera. Esta tercera luz se desarrolló en Estados Unidos en los años setenta, cuando comenzó a aumentar la siniestralidad por distracciones al volante.
Se comenzó a probar poniéndola en taxis y se comprobó que con esta tercera luz habían sufrido un 60% menos de alcances por detrás que los carros que no la llevaban, por lo que se demostró efectiva al elevarse el estímulo visual para llamar la atención de los conductores. Por: Adriana Gutiérrez