UN VIAJE POR CARRETERA A LOS SOCAVONES SALINOS

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Un viaje por carretera a los socavones salinos Los alrededores de Bogotá tienen pueblos muy interesantes, donde podemos disfrutar de hermosos paisajes, una gastronomía incomparable y algunas cosas verdaderamente impresionantes. Por eso te proponemos que subas a tu vehículo y te des una vuelta por los socavones salinos de la sabana. Saliendo por la autopista Norte, muy temprano para no coger trancones y para tener tiempo de completar la ruta, encontramos a 49 kilómetros la población de Zipaquirá, primera parada de la ruta de los socavones salinos, donde será imprescindible una visita al parque de la sal. El parque de la sal incluye la Catedral de Sal, la plaza del minero y el museo de la salmuera. Se ofrecen rutas ecológicas a través de senderos naturales, además aprender algo de geología y de las diferentes formas de conservar los recursos naturales. La catedral de sal es la joya de la corona del municipio de Zipaquirá, un santuario construido en el interior de una mina de sal subterránea, una obra única que forma parte del patrimonio histórico, cultural y religioso del país. Zipaquirá es uno de los pueblos más turísticos de la sabana, en su casco urbano predomina la arquitectura colonial y podemos encontrar infinidad de tiendas, restaurantes y cafeterías para disfrutar de un buen desayuno o un almuerzo consistente en platos típicos de la región. Segunda parada en Nemocón A media hora de camino nos encontramos con la segunda parada de la ruta de los socavones salinos, Nemocón. Su nombre significa "lamento o rugido del guerrero", un sitio ritual para los zipas donde venían a entonar sus cánticos de tristeza. Desde tiempos prehispánicos los habitantes de Nemocón explotaban la sal, por eso entre los atractivos del municipio está la mina de sal, una ciudad subterránea a más de 80 metros de profundidad y una antigüedad superior a los 500 años. La mina tiene una zona de museo con objetos relacionados con la explotación de la sal, después tiene una sección llamada "cámara de los espejos naturales de salmuera", donde antiguamente funcionaban los tanques de saturación, o la cámara de los enamorados, con un corazón tallado en un cristal de sal de 1.600 kilogramos. Podemos terminar la ruta de los socavones de la sal en el museo de la sal de Nemocón, una casa colonial en torno a la que se fue construyendo y trazando la población y donde ahora se alojan infinidad de objetos que nos permiten conocer la explotación de la sal desde una época anterior a la ocupación Muisca. El viaje por los socavones de la sal podemos hacerlo en un solo día, pero aunque el trayecto sea corto no debemos olvidar que antes de salir es importante que revisemos la presión de nuestras llantas. La cantidad de aire adecuada en los neumáticos nos ayudará a evitar un reventón inesperado, e incluso una pérdida de la llanta. La seguridad es lo primero antes de emprender cualquier viaje. Por. Adriana Gutiérrez


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