Adventist World Spanish - October 2021

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Voces jóvenes

Lágrimas irracionales

A

menudo me siento incómoda con mis lágrimas. Por alguna razón, me resulta difícil llorar aun enfrente de personas de confianza. Por ello, me molesté conmigo misma cierto día cuando, tirada en la cama, lloré por muchas cosas «pequeñas». En ese entonces, tenía un turno matutino en una estación de radio. Eso significaba que, cuando terminaba mi tarea, mis amigos aún estaban trabajando, y tenía que ir a dormir justo cuando ellos estaban listos para socializar. A veces me sentía sola y, Dios puede ese día, el sentimiento fue más marcado. tomar nuestras Comencé a sollozar porque quería simplemente que una amiga estuviera libre para frustraciones, almorzar conmigo. Entonces comencé a enojo y lágrimas, pensar con tristeza en amigos cercanos de los que no había escuchado por cierto sea que tengamos tiempo porque estaban muy ocupados, y una buena razón estábamos en etapas diferentes. De pronto, una ola de otras irritaciones menores me para sentirnos así abrumó. Además, estaba exhausta. Me o creamos que son acurruqué, cubriéndome la cabeza con la salida de baño, y lloré. Aun así, mientras razones triviales. lloraba, mi cerebro protestaba. «¡Es rídiculo! Sabes que hay razones lógicas para todo lo que te ha herido. ¡No es personal!» Mientras estaba allí, oré: «Siento que no tendría que estar así, Señor. No debería llorar. Estas lágrimas no tienen razón de ser». Entonces lloré aún más porque no quería molestar a nadie, ni siquiera a Dios, con esa tontería. Fue allí que sentí que Dios me susurraba bondadosamente al corazón: «Aprecio tus lágrimas irracionales». Dios es mucho más bondadoso de lo que yo soy conmigo misma. Y nos invita a todos para que le derramemos nuestro corazón (Sal. 62:8). En efecto, David dice de Dios: «Toma en cuenta mis lamentos; registra

mi llanto en tu libro. ¿Acaso no lo tienes anotado?» (Sal. 56:8, NVI). ¡Qué atención tan cuidadosa! Dios puede tomar nuestras frustraciones, enojo y lágrimas, sea que tengamos una buena razón para sentirnos así o creamos que son razones triviales. Él quiere la versión real y en bruto de nosotros. Una de mis citas favoritas de Elena White lo expresa así: «Presentad a Dios vuestras necesidades, tristezas, gozos, cuidados y temores. No podéis agobiarle ni cansarle […]. Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar, pues sostiene los mundos […]. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note […]. Las relaciones entre Dios y cada una de las almas son tan claras y plenas como si no hubiese otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado».2 Puede que tengas momentos como el mío, donde te juzgas con demasiada dureza y te preguntas si estás cargando a Dios con tus preocupaciones. Pero recuerda que Dios te acepta con compasión y te trata con ternura. Como el mismo Jesús lo expresó: «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso […]. Yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma» (Mat. 11:28, 29). * Elena White, El camino a Cristo (Boise, Id.: Pacific Press Publ. Assn., 1993), p. 100.

Lynette Allcock se graduó en la Universidad Adventista Southern y ahora enseña inglés en Seúl, Corea del Sur.

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