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VICTOR GOBITZ COLCHADO
from Revista Brújula #106
by AEG PUCP
Es el líder de una de las minas de cobre más importantes del mundo, y no es pura coincidencia. Cuando Victor decidió que estudiaría Ingeniería de Minas en la PUCP, fue porque escuchó que esta carrera te formaba para estar al mando de diversos profesionales. Desde entonces, su vida ha estado llena de miles de anécdotas que hoy narra con emoción. En la universidad conoció a su esposa, a sus amigos y a los profesores que lo ayudarían a llegar a donde está hoy. Hizo prácticas en la empresa minera Buenaventura, y después se desempeñó como CEO en la misma. Presidió, también, el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP). Hoy Victor, exalumno distinguido de la Asociación de Egresados y Graduados PUCP, está al mando de Antamina, una de las diez minas más grandes a nivel mundial.
¿Qué fue lo primero que escuchó sobre la Ingeniería de Minas?
En el colegio Raimondi, donde estudié, se acostumbraba dar charlas vocacionales a los alumnos que estaban a punto de egresar. En 1980 estaba en quinto de media e invitaron a ingenieros, abogados e incluso militares. Ese día recibimos la visita de Celso Sotomarino, ingeniero de minas que actualmente tiene 97 años. Siempre recordaré esa charla, fue muy lúdica. Nos agrupó dependiendo de qué cosa queríamos estudiar. En Ingeniería, había dos grandes grupos: Civil e Industrial, pero nadie en Minas. Yo quería estudiar Ingeniería Civil. Al terminar su explicación nos dijo que había olvidado contarnos algo, y era que el ingeniero de minas se convierte en el jefe del ingeniero civil, del industrial, del abogado, de todos. Esa frase me llamó la atención. Y cuando debía inscribirme para postular a la universidad recordé esa charla y decidí marcar el número C28, que correspondía a Minas.
¿Y qué le dijeron de esa decisión?
Bueno, mis amigos y yo habíamos quedado en encontrarnos después del examen para comentar cómo nos había ido. Les dije: “Voy a estudiar Minas”. Se rieron muchísimo. Fui el único que había quedado convencido en esa charla.
¿Qué impresión se llevó de la facultad de Minas?
Me encontré con un grupo pequeño y muy unido. Ese calor de volver a un espacio casi familiar es el que me terminó convenciendo de quedarme en la carrera. He tenido clases de solo tres compañeros, donde el profesor nos miraba a los ojos, nos decía: “no han entendido”, y nos volvía a explicar. No solo tuve un espacio de aprendizaje, sino un conjunto de profesores y amigos que me ayudaron en mi desarrollo profesional. Recuerdo a Alberto Benavides y a Carlos Soldi. La PUCP siempre ha estado vinculada a mi carrera profesional.
De todas sus experiencias universitarias, ¿hay algún momento que considere especialmente significativo?
Yo era un apasionado del Jueves Cultural y, gracias a ello, algo que no he sacado de mi vida es la Nueva Trova. He visto a Pablo Milanés y Silvio Rodriguez en el jardín de la universidad presentándose y cantando. Es una riqueza de vida universitaria única.
Somos una sociedad que se ha definido urbana y que requiere los metales para su modo de vida, por eso es necesaria la minería. Es cierto que hubo descuido ambiental en todo el mundo. Pero, lo que se tiene que fomentar es un plan de desarrollo de negocio minero y un plan de desarrollo del territorio”.
¿Qué canción de la Nueva Trova se le viene a la mente cuando piensa en sus días universitarios?
Varias, como “Cuando un amigo se va” o “Yolanda”. Las escucho hasta ahora, por ejemplo cuando corro. También se me viene a la mente “Un Café para Platón”, es muy triste. Esa canción te cuenta sobre amigos universitarios que solían tomar café juntos, pero, un día, uno de ellos dejó la universidad. He visto a amigos muy entrañables que dejaron de estudiar y les perdí el contacto.
¿En qué contexto ocurrió ello?
El año 83 se produjo un fenómeno del Niño terrible. El PBI peruano cayó 13% y la economía se derrumbó. Mi familia experimentó una época de grandes dificultades económicas. Fue entonces cuando supe que en la PUCP los estudiantes destacados tenían la oportunidad de acceder a una Beca Integral. Logré obtenerla y así pude financiar mis estudios.
¿Cómo fue la transición de su etapa universitaria a su primer empleo?
Al poco tiempo de egresar co- mencé a trabajar en una empresa consultora liderada por el ingeniero Carlos Soldi. En una oportunidad me dijo: “Como vas a estar más tiempo en Lima que en la mina, te recomiendo que te conviertas en jefe de práctica del curso Servicios Auxiliares”. Era un curso técnico sobre el diseño de sistemas de bombeo y aire comprimido. Yo acepté. Sin embargo, faltando solo dos días para que inicie el ciclo, el profesor principal renunció porque había conseguido un trabajo en la mina. Entonces, el ingeniero Soldi me dijo que yo sería el encargado de dictar el curso. Con 22 años empecé a dictar ese curso, son anécdotas de la vida. Y bueno, tengo varios amigos de trabajo muy cercanos que se presentan diciendo: “Yo he sido alumno de Victor”.
¿Cuál sería una anécdota respecto a su trabajo en la mina?
Una anécdota que me marcó fue cuando fui a Orcopampa, Arequipa, en mi segunda práctica pre profesional. Carlos Soldi preparó una carta y me dijo que se la entregue al ingeniero Fernando Cillóniz, gerente de proyectos de Buenaventura. Después de entregársela me dijo: “Mañana hay un avión que va de Lima a Orcopampa”. Fui, pero no sabía que las personas que trabajaban ahí viajaban en omnibus por doce horas. Yo, un estudiante que viajó en avión, recibí un rechazo durísimo. Cillóniz había preparado otra carta que contenía mi plan de prácticas, pero el sub gerente general la rompió y me nombró ayudante del perforista. En una oportunidad tuve un altercado con el capitán de minas porque me había faltado el respeto. Yo le dije: “Estoy acá para aprender, pero no para que me falten el respeto”. Me salí de la reunión y no terminé la práctica. Pasan los años, y en 2016, tras conversar con Roque Benavides, regreso a trabajar a Buenaventura pero como CEO. Ahí recordaban la anécdota. Me dijeron: “Victor, ese señor que era el capitán de minas sigue trabajando con nosotros y estamos preparando una reunión para que se encuentren”. No reímos, ya había pasado el tiempo. Pero es parte de mi historia, parte de la experiencia es que te vaya mal.
¿Cómo hacer frente al impacto ambiental que ocasiona la minería?
El ser humano tiene un impacto. Somos una sociedad que se ha definido urbana y que requiere los metales para su modo de vida, por eso es necesaria la minería. Es cierto que hubo descuido ambiental en todo el mundo. Pero, lo que se tiene que fomentar es un plan de desarrollo de negocio minero y un plan de desarrollo del territorio. Hay industrias donde no hay ese nivel de trazabilidad. El impacto está, pero si se fallara yo estoy acá para responder. Estar al mando puede ser visto como un privilegio, pero es una responsabilidad que nos obliga a mirar más allá de nuestro negocio.