1 minute read
EDITORIAL
by aenoveles
Apenas queda un puñado de días para decir adiós a un año que colocó en nuestras vidas un elemento inesperado que nos obligó a echar los cerrojos a la piel. Y ese merodeador aciago, muchos meses después de que apareciese segando la hierba por los pies del mundo, continúa entre nosotros hurtándonos hasta el más imprescindible de los roces.
Nos hemos visto obligados a cambiar el modo de socializar para sabernos presentes y afianzar futuros, exigiendo a los sentidos un sobreesfuerzo por sentir la vida a través de estímulos con muletas, de pantalla y voz apagada.
Advertisement
Algo habremos aprendido, digo yo, además de ponernos adecuadamente las máscaras en esta película de ciencia ficción cuyo director malévolo se deshace a capricho de figurantes y protagonistas. Un aprendizaje costoso, pero aprendizaje al fin, de cuánto necesitamos nutrirnos de otros, de sus historias, de absorber palabras como si de un vino sagrado se tratara.
Lo que el inquisidor de los abrazos y afectos carnales no podrá jamás arrebatarnos será la pasión por la palabra escrita. Esa pasión es el motor de Y Latina, y ojalá que a lo largo de estas páginas algunos descubran que, al igual que ruido no significa compañía, la soledad, incluso en estas fechas navideñas, no tiene por qué ser silencio.
En este número de diciembre, diecinueve voces te susurran que no estás solo.