No 2 “Memorial Tercera Época”

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ARCHIVO GENERAL DEL ESTADO DE VERACRUZ

NÚMERO 02

MEMORIAL TERCERA ÉPOCA

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BOLETÍN

MEMORIAL TERCERA ÉPOCA GOBIERNO DEL ESTADO Ing. Cuitláhuac García Jiménez Gobernador del Estado SECRETARÍA DE GOBIERNO Ing. Eric Patrocinio Cisneros Burgos Secretario de Gobierno ARCHIVO GENERAL DEL ESTADO DE VERACRUZ Dr. Juan Eloy Rivera Velázquez Director General del Archivo General del Estado Lic. Diana Laura Vázquez García Jefa de la Oficina de Archivo Administrativo Lic. Jesús Aarón Cruz Muñoz Jefe del Archivo Gráfico y encargado del Archivo Histórico COORDINACIÓN EDITORIAL Dr. Juan Eloy Rivera Velázquez Lic. Jesús Aarón Cruz Muñoz EDITORA DE GOBIERNO DEL ESTADO DE VERACRUZ

Toda correspondencia dirigida a la calle H. Galeana S/N, Esq. Venustiano Carranza,

Lic. Israel Hernández Roldán Director General de la Editora de Gobierno

Col. Francisco I. Madero,

C.P. 91070,

Xalapa, Veracruz.

Lic. Víctor Manuel Marín González Diseño editorial

agev@veracruz.gob.mx Tel. 01- 228-818-6936

Lic. Adriana Patricia Cordoba Lic. Daniela Isamar Bocanegra Sierra Corrección de estilo

PORTADA Archivos del Gobierno del Estado de Veracruz, organizados por el C. Enrique Arzamendi. Jalapa, Ver. 1935. Foto tomada de “Gobernantes del Estado

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Libre y Soberano de Veracruz-Llave datos Historicos desde 1824 hasta 1936”. 1936 Jalapa-Enriquez


Presentación En Veracruz la historia no se olvida, se vive y se compar-

El rigor científico y la pertinencia de los textos ha-

te como patrimonio social que a todos pertenece y en

Memorial,, en esta su Tercera Época, coincen que Memorial

ella nos identificamos. Bajo esta premisa, el Gobierno

cidente con las tres décadas de existencia del Ar-

del Estado que encabeza Cuitláhuac García Jiménez, Jiménez

chivo General del Estado, se inscriba en la élite de

ha hecho énfasis en rescatar, promover y valorar la me-

publicaciones especializadas en historia y se con-

moria histórica de una entidad que ha sido protagonis-

vierta en un instrumento valioso de referencia no

ta en la construcción de instituciones nacionales, en la

solo nacional sino global.

definición del rumbo social y político de México y que, sin duda, es base cultural de nuestra nación, lo que en

De ahí que el contenido de esta edición implique

suma, a todos nos llena de orgullo.

una diversidad temática que hará partícipe al lector de su interés y siempre teniendo presente el valor

Desde la Secretaría de Gobierno, a través del Archivo

que Veracruz tiene en la escena histórica de México

General del Estado, Estado se ha realizado un determinante

y el mundo.

trabajo de difusión que busca precisamente acercar a la población veracruzana a un pasado de trascenden-

Con orgullo presento este nuevo ejemplar de Me-

cia que ilustra la grandeza de nuestro pueblo.

morial que inaugura una etapa en su propia historia y con ánimo invito a su lectura, sabedor de que

Memorial se enmarca en este esfuerzo conjunto de

es una cita imperdible para engrandecer nuestra

recordación, que permite llegar a un público ávido

identidad cultural e histórica, de todas y todos los

por conocer y reconocer los hechos históricos con la

veracruzanos.

calidad acreditada de investigadores y documentos gráficos que garantizan acceder a una fuente veraz

ING. ERIC CISNEROS BURGOS

de información.

SECRETARIO DE GOBIERNO DEL ESTADO DE VERACRUZ

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El Marqués de Casa Tilly en Xalapa y la feria de 1769. Un vistazo al momento histórico

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Gestión de archivos, elemento fundamental en la construcción de un gobierno abierto Dr. Juan Eloy Rivera Velázquez

Dr. José Ronzón

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Breve historia de la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz María Elena Contreras Costeño

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La arqueología mexicana del siglo XX a través de los archivos del arqueólogo José García Payón Sam Holley-Kline

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Panorámica de Xalapa, se observa el cerro de Macuitépetl y exconvento de San Francisco. Ca. 1891. S.1044 No. 5423 AGEV

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Convento de San Francisco Fondo Xalapa. no. 965, rollo 119, tira1, Negativo 3-

Convento de San Francisco. Fondo Xalapa. no. 970, rollo119, tira1,Negativo4-5

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El Marqués de Casa Tilly en Xalapa y la feria de 1769 Un vistazo al momento histórico

Dr. José Ronzón1

La Carrera de Indias en la época colonial fue un proceso que articuló una parte importante del mundo, pues significó el contacto de por lo menos tres continentes (Europa, América y Asia). El vínculo se realizó por medio de la navegación y en especial por el sistema de flotas que circulaban tanto las aguas del Atlántico como las del Pacífico. El puerto de Veracruz fue el punto de arribo y partida de la Flota de la Nueva España, pero también de la presencia de los productos asiáticos que llegaban a la Nueva España por medio de la Nao de China o llamada también el Galeón de Manila. El sistema de flotas tenía una incidencia en cada punto que tocaba en sus trayectos marítimos y de igual manera en los espacios terrestres en donde tenía lugar el arribo de productos, efectos y mercancías que eran transportados por esos galeones. En el territorio veracruzano, la Carrera de Indias se tradujo en el impacto que la llegada de la Flota de la Nueva España tenía en el puerto jarocho y en las derivaciones que las ferias provocaban en Xalapa, que era el lugar en donde se realizaba la feria mercantil 1 Profesor-investigador del Departamento de Humanidades, DCSH, UAM-Azcapotzalco. Sociólogo por la Universidad Veracruzana y Doctor en historia por El Colegio de México. joronzon@hotmail.com

con los productos traídos del viejo mundo y de Asia o los efectos americanos que serían enviados de estos puntos en los tornaviajes a la península. Xalapa sede de las ferias mercantiles, fue de los territorios que adquirieron una ajetreada vida con la llegada, permanencia y salida de las flotas, así como con el desarrollo de las ferias.2 Durante el siglo XVIII, la vida de Xalapa en tiempos normales fue descrita por los viajeros y visitantes como apacible, no así con el arribo de los cargamentos de las flotas en que aquella pintoresca comunidad recibía visitantes, comerciantes, hacendados, autoridades civiles y religiosas, que buscaban las novedades llegadas de ultramar o realizaban transacciones para enviar a la madre patria. Las flotas y las ferias estuvieron íntimamente ligadas. Su realización representó incidencias y transformaciones en los ámbitos político, económico, social y cultural. Con las flotas llegaban las autoridades virreinales y eclesiásticas que tomaban decisiones importantes para el virreinato, con ellas también arribaban y se conocían mercancías y productos ajenos a las regiones y localidades. En esas 2 Trens, Manuel B., Historia de Veracruz, tomo II, Xalapa: Talleres Gráficos del Gobierno del Estado de Veracruz, 1947, pp. 386-399.

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embarcaciones viajaban trozos de culturas lejanas que se interiorizaban a la vida local, haciendo así mezclas y mestizajes culturales. Todo lo anterior sin mencionar la actividad económica de gran calibre que significaban esas ferias mercantiles. Para el pueblo de Xalapa,3 el periodo de las ferias significó una época de progreso económico, peso político, desarrollo urbano y de gran actividad social y religiosa. Las calles se llenaban de forasteros de tierras lejanas que arribaban para hacer el comercio novohispano. Las ferias mercantiles otorgaron a la cabecera de la provincia, una transformación urbana importante en la que sobresalían bodegas, almacenes y casas habitación de particulares. Los barrios de San José, San Francisco, el Calvario y Santiago se habían unido para definir la traza principal (tanto en términos civiles como religiosos) de lo que hoy es la ciudad de Xalapa. 4 A decir de Manuel Rivera Cambas: Las ferias no solamente cambiaron el aspecto material de Xalapa, sino que modificaron en gran manera el carácter, costumbre y gustos de sus habitantes, quienes adquirieron los trajes y los modales europeos y comenzaron a abandonar sus sencillos placeres en busca de otros mayores.5 Pero ¿qué significaba para una plaza como 3 Xalapa alcanzó el título de villa en 1791 debido, entre otras cosas, al auge mercantil, la importancia política que adquirieron grupos de poder y mercantiles asentados allí. Véase a Carmen Blázquez Domínguez, Xalapa. Veracruz. Imágenes de su historia, Xalapa: Gobierno del Estado de Veracruz, 1992, p. 24. 4 Rivera Cambas, Manuel, Historia antigua y moderna de Xalapa y de las revoluciones del Estado de Veracruz, Vol. I, México: Imprenta de I. Cumplido, 1869, p. 123. 5 Rivera Cambas, Manuel, Historia antigua…, volumen I, p. 123.

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Xalapa, en términos de su vida cotidiana, la realización de tal acontecimiento? Sin duda, era estar en el epicentro de un suceso relevante para la vida del reino en general. Para comenzar el nombre de estas poblaciones (Xalapa y Veracruz) eran referentes en muchas partes de las posesiones de la corona española. De ellas se hablaba como puntos del comercio mundial. Durante el transcurso de la segunda mitad del siglo XVIII, Xalapa era descrita como una pequeña población concentrada en un asentamiento irregular, con arquitectura civil (casas habitación, bodegas, almacenes y edificios de gobierno civil), junto con ellos la arquitectura religiosa, entre estas estaba y sobresalía su convento franciscano de la Natividad de Nuestra Señora, comúnmente llamado solo convento de San Francisco.6 En 1764, Pedro Alonso de O´Crouley O´Donnel escribía sobre su paso por Xalapa: Este pueblo tiene dos iglesias parroquiales, dos ermitas, un pequeño hospital, una casa para algunas mujeres piadosas y un convento de franciscanos donde aparecen todavía algunas inscripciones que datan de los primeros días de la conquista. Los frailes de este convento fueron los primeros misioneros de aquí. El edificio es de tamaño moderado y bastante bien construido. Se terminó en 1555. Ahí quedaron solo, no por mucho tiempo, unas cuantas paredes viejas 6 Como otros historiadores han señalado no se disponen de imágenes claras que den cuentan cabalmente de él, solo algunas litografías y descripciones de viajeros y visitantes que lo relatan como una construcción que definía parte de la identidad del pequeño lugar.


Panorámica del predio donde se ubicó el convento de San Francisco, se aprecia la torre de catedral al fondo. Autor R. M. Mateos. Ca. 1910. Fondo Xalapa. AGEV.

del patio, porque la iglesia original fue destruida.7 El convento de San Francisco fue quizá la construcción más imponente de la pequeña población. Por sus descripciones y narraciones se sabe que era como una especie de fortaleza que evocaba las construcciones medievales. 8 Formó parte de un sistema conventual de la orden de San Francisco distribuida en el territorio novohispano que entre sus principales complejos estuvo, el de la Ciudad de México y el de Zacatecas, entre otros. El convento sirvió para la realización del culto religioso, hospedaje de viajeros y religiosos en 7 O´Crouley O´Donnel, Pedro Alonso, “Idea compendiosa del reino de la Nueva España, 1764” en Poblett Miranda, Martha, Cien viajeros en Veracruz. Crónicas y relatos, México: Gobierno del Estado de Veracruz, 1992, tomo II, p. 68. 8 Gutiérrez, Ludivina, “Monumentos coloniales de Xalapa”. Recopilación de Ludivina Gutiérrez, (Ed. UNAM, México, 1981), en Extensión, abril-junio de 1989, núm. 31, p. 33. h t t p s : //c d i g i t a l . u v. m x / b i t s t r e a m / h a n d le/123456789/48160/ExtensionNo31Pag33-35.pdf?sequence=1&isAllowed=y

tránsito, atención hospitalaria, asilo y centro de evangelización.9 La población de frailes puede ser estimada si se toma en cuenta el dato proporcionado por Vicente Nieto en el Padrón de Xalapa, 1791. Según el autor el convento, para finales del siglo XVIII, contaba con 10 religiosos, 2 «donados» y 9 mozos.10 Su número quizá estuvo en función de las dimensiones de la población de la localidad y sus demarcaciones. 9 En los tiempos coloniales, los hospedajes y hospitales ubicados en el largo camino que significaba del puerto de Veracruz hacia la Ciudad de México fueron sumamente apreciados debido a lo complicado y riesgoso en términos de salud del viaje trasatlántico y el camino de recua que tenía que realizarse de un punto a otro. Josefina Muriel detalla cómo los viajeros que llegaban a Veracruz muy enfermos permanecían en San Juan de Ulúa, los menos, pero convalecientes, pasaban a los hospitales del puerto y otros en mejores posibilidades iniciaban el viaje para llegar a Xalapa y ser hospitalizados, seguramente algunos, en el convento de San Francisco, en mejores condiciones climáticas. Muriel, Josefina, Hospitales de la Nueva España, tomo I, México: Universidad Nacional Autónoma de México y Cruz Roja Mexicana, 1991, pp. 221 y 222. Gutiérrez, Ludivina, “Monumentos coloniales…, 1989, núm. 31, p. 33. 10 La categoría de «donado» eran religiosos que vestían hábitos, pero que no profesaban y estaban para el servicio de los otros frailes. Nieto, Vicente, Padrón de Xalapa, 1791, Xalapa: Editorial Citlaltépetl, 1971, p. 26.

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PRODUCTOS

CANTIDADES

Remas de papel

148,563

Arrobas de cera

16,714

Libras de canela

37,503

Bramantes (hilos) crudos

23,574

Piezas de eregüelas (lienzos)

1,834.5

Barriles de vino

15,843

Barriles de aguardiente

14,496

Arrobas de aceite

9,737

Palmos cúbicos de ropa en tercios y cajones de medida

452,282

Quintales de azogue

8,000

Balas de diversos calibres

13,460

Granadas de mano

4,000

Pistolas

50,000

Piedras de fusil

400,000

Cañones

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En términos iconográficos es posible rastrear la estructura conventual xalapeña por algunas imágenes que se conservan en el acervo del archivo gráfico del AGEV (como la que acompaña a este texto), y términos narrativos y descriptivos, por los relatos y crónicas de viajeros que también se guardan en la biblioteca del propio Archivo.11 En 1768 se realizó la Flota de Nueva España a cargo de Francisco Javier Everardo-Tilly y García de Paredes, Vizconde de Everardo y Marqués de Casa Tilly. Un noble y militar español, originario de Villalba del Alcor, en Huelva. La flota zarpó del puerto de Cádiz el 22 de diciembre de 1768 y arribó al puerto de Veracruz el 26 de marzo de 1769. Consistió en 2 barcos de guerra y 9 mercantes. La flota de 1768 tuvo una particularidad por la gran cantidad de armamento que trasportó, debido a 11 Una investigación más profunda implicaría indagar información en archivos civiles y religiosos en Veracruz, Puebla, Ciudad de México y en el extranjero.

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que cuando se ejecutó aún estaba muy reciente la toma de la Habana por los ingleses, además de los efectos propios que se transportaban en los galeones que la integraban.12 Con el arribo de los navíos también se dio inicio a los preparativos y realización de la feria en Xalapa correspondiente al año de 1769. Las ferias y las flotas fueron irregulares pues enfrentaron muchos problemas que rebasaron las voluntades de quienes tenían la responsabilidad de realizarlas. Sin embargo, estos eventos se tradujeron en el sello distintivo de Xalapa y por ello se le llamó Xalapa de las Ferias. En el mismo año, inició el arribo del cargamento de flota del Marqués de Casa Tilly a Xalapa, con 12 El cuadro siguiente muestra los montos de parte del cargamento contenido en los navíos de la flota del Marqués de Casa Tilly. Rivera Cambas, Manuel, op. cit., p. 120.


ello, las autoridades civiles y religiosas daban paso a la realización de rituales festivos y religiosos que indicaban a la población que el momento había llegado. Los encargados civiles atendían una serie de normas que debían cumplir y apoyaban en las de carácter religioso. De esta manera, el Marqués de Casa Tilly relataba que al momento de la llegada al Puerto de Veracruz se realizó la inspección y maniobras de descarga de los navíos, pero también desembarcaron de la nave nombrada La Capitana, una imagen de Nuestra Señora del Rosario y salieron en procesión rumbo al convento de “Nuestro Padre San Francisco” de Xalapa.13 Ya en el convento se dio la inauguración a las festividades, se pagaron 52 pesos por los derechos parroquiales y se dispuso que el sacristán mayor, D. Juan Antonio Gómez, iniciara con las liturgias religiosas. La apertura de festividades tuvo lugar con un sermón acompañado de música. Junto con esto, se contrató a un confitero que repartió dulces y bebidas por dos días. Se dieron dulces comunes de la localidad y marquesotes, suspiros, soletas, limones, sorbeteras, entre otros.14 Las festividades incluyeron una buena cantidad de ceras y velas para misas, adornar la sacristía, alumbrar la imagen de la virgen y las procesiones que se realizaron por las calles de Xalapa a las que acudieron autoridades civiles y religiosas, así como la población local y los forasteros que asistieron con motivo de la llegada de la flota y la realización de la feria. Estas procesiones circularon por las calles y barrios que rodeaban el convento de San Francisco, trastocando así la vida de los xalapeños que convi13 Archivo General de Indias (AGI), Sevilla, España, Audiencia de México. Cuentas de expediciones y flotas enviadas a Nueva España, México, 2476. 14 Ibidem.

vían con los visitantes; apreciaban lo que para ellos sería un espectáculo luminoso, que rodeaba aquellas transacciones que constituían el motor económico de una parte importante del reino. La feria se desarrolló conforme a lo previsto y una vez concluida, se inició el cargamento y tornaviaje. A su regreso a Cádiz, el Marqués de Casa Tilly reportó los desembolsos que realizó por los derechos de uso de las instalaciones del convento y los pagos otorgados a los frailes por los sermones que acompañaron a los rituales religiosos que se practicaron por la feria de Xalapa.15 Las flotas y las ferias, elementos de la Carrera de Indias, fueron procesos complejos y de varias dimensiones. Sin duda, incidían en la vida cotidiana y marcaron puntos centrales en la formación de la identidad de las sociedades. Xalapa se definió por su posición estratégica, las actividades que allí se desarrollaban, su traza urbana, la sociedad residente y por los actores y protagonistas de cada momento de su historia, incluido el de las ferias novohispanas.

15 El reporte refiere 25 céntimos por los derechos y 25 por el sermón. No especifica si fue un pago total o si fue por día y sermón realizado. Cabe señalar que estos gastos eran considerados desde el momento en que las autoridades peninsulares planeaban las flotas y ferias mercantiles. AGI, op. cit.

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BIBLIOGRAFÍA

Archivo General de Indias (AGI). Sevilla, España. Blázquez

Domínguez,

Carmen.

Xalapa.

Veracruz.

Imágenes de su historia. Xalapa: Gobierno del Estado de Veracruz, 1992. Gutiérrez, Ludivina. “Monumentos coloniales de Xalapa”. Recopilación de Ludivina Gutiérrez, (Ed. UNAM, México, 1981), en Extensión, abril-junio de 1989, núm. 31. https://cdigital.uv.mx/bitstream/handle/123456789/ 48160/ExtensionNo31Pag33-35.pdf ?sequence= 1&isAllowed=y Muriel, Josefina. Hospitales de la Nueva España. México: Universidad Nacional Autónoma de México y Cruz Roja Mexicana, 1991. Nieto, Vicente. Padrón de Xalapa, 1791. Xalapa: Editorial Citlaltépetl, 1971. O´Crouley O´Donnel, Pedro Alonso. “Idea compendiosa del reino de la Nueva España, 1764” en Poblett Miranda, Martha. Cien viajeros en Veracruz. Crónicas y relato. México: Gobierno del Estado de Veracruz, 1992. Rivera Cambas, Manuel. Historia antigua y moderna de Jalapa y de las revoluciones del Estado de Veracruz. México: Imprenta de I. Cumplido, 1869. Trens, Manuel B. Historia de Veracruz, tomo II. Xalapa: Talleres Gráficos del Gobierno del Estado de Veracruz, 1947.


Aviso de los servicios que ofrecĂ­a la Imprenta del Gobierno

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Grabado de un impresor en una mรกquina Chandler. Se conserva en la Editora de Gobierno del Estado en una placa de madera y zinc.

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Breve historia de la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz

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María Elena Contreras Costeño2

«Esmero, limpieza y prontitud», fue el lema de trabajo con el que hace 132 años la entonces Imprenta del Gobierno inició labores en esta capital. A lo largo de los años, esta institución centenaria se ha renovado de forma constante hasta llegar a lo que es hoy, un organismo con una visión integradora que se ocupa de plasmar y difundir, mediante la palabra impresa y las artes gráficas, las actividades creativas, pedagógicas, culturales y científicas en Veracruz; además de cubrir las necesidades de impresiones gráficas emanadas de las distintas dependencias de gobierno, y cumplir con la publicación y distribución del periódico oficial del Estado. Todo ello hace cuestionarnos sobre la longevidad de una dependencia que para muchos parecería rebasada por la tecnología de nuestros días; así, a través de las siguientes líneas, veremos 1 Para más información sobre este tema consultar: Irene Alba Torres, María Elena Contreras y Érica Lara Romero (investigación, redacción y cuidado de la edición), 125 años de la Editora de Gobierno, Miradores del Mar: Editora de Gobierno del Estado de Veracruz, 2016. 2 Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana, actualmente correctora de estilo del Departamento de Edición en la Editora de Gobierno del Estado de Veracruz.

de forma breve cómo la Editora poco a poco forjó un lugar en las letras veracruzanas casi desde sus inicios, los cuales, de cierta forma se relacionan con los de la imprenta en la entidad y en el país. Hasta ahora, el origen de la imprenta en México ha sido motivo de desacuerdos entre los estudiosos del tema, pues hay que tomar en cuenta que el contexto de dicho acontecimiento, en realidad guarda muy poca relación con el de Europa, cuando Gutenberg perfeccionó diversas técnicas ya usadas en la impresión, hasta conseguir un procedimiento tipográfico que revolucionó varias esferas de la vida europea. No obstante, un punto en el que sí coinciden los investigadores es en señalar a la Ciudad de México, la capital de la Nueva España, como el lugar donde se imprimió el primer libro del continente americano. La razón de este importante acontecimiento corresponde con la necesidad primordial que la comunidad religiosa buscaba satisfacer con urgencia: la de evangelizar, después del paulatino desmantelamiento de muchas de las instituciones y elementos mesoamericanos de carácter político, social, religioso y económico, luego de la caída del Imperio azteca. Así que, la idea de un taller tipográfico capaz de abastecer

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la demanda de libros para lograr esa empresa se consideraba fundamental. De este modo, para 1535 aproximadamente, algunas fuentes apuntan la Escala espiritual para llegar al cielo de San Juan Clímaco, impresa por Esteban Martín, como la posible primera obra del continente y a este como el primer impresor de América (Palacio, 2004b), a pesar de que, a la fecha, no se conozca un ejemplar del mencionado libro. A dicho personaje le siguieron Juan Cromberger, Juan Pablos y Antonio de Espinosa, estos últimos considerados los fundadores oficiales de la imprenta y los primeros impresores en México. A partir de ellos la lista creció con Pedro Ocharte, Pedro Balli, Antonio Ricardo y Enrico Martínez (Stols, 1964), por mencionar solo a algunos de los que se establecieron en la capital de la Nueva España. A la Ciudad de México, y su primera imprenta, le siguieron Puebla en 1640, Oaxaca en 1687 y Guadalajara en 1792 (Palacio, 2004b). En Veracruz, aunque no es posible hablar de una fecha precisa ni de un personaje concreto al cual atribuir tal beneficio, se señalará a la última década del siglo xviii como la época en la que la imprenta llegó a la entidad. Cabe mencionar que para estas fechas la imprenta en el país todavía se encontraba en una etapa «artesanal» en la que no existía un lugar de trabajo con los implementos necesarios, ni una especialización de los trabajadores; el precio de venta de las publicaciones era muy alto y la circulación de las mismas, limitada (Palacio, 2006). De acuerdo con información de Celia del Palacio (2004b), la Gaceta del Real Tribunal del Consulado de Veracruz (1795), fue el primer periódico fuera de la Ciudad de México y primero de Veracruz, financiado por el Consulado e impreso por Manuel López Bueno, considerado el primer periodista de nuestro estado, por lo que se podría decir que las

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publicaciones iniciales estaban dedicadas, casi en su totalidad, a tratar asuntos relacionados con el comercio. Por ello, la misma investigadora plantea que la introducción de la imprenta en la entidad responde, en esencia, a dos motivos: el primero, que, como preeminente puerto de México, era receptor y transmisor de las noticias tanto del interior como del exterior del país. El segundo, y tal vez el principal, fue la importancia del comercio y la necesidad de crear órganos de difusión especializados en el tema, por lo que el Consulado de Veracruz solventó los gastos de los impresos (Palacio, 2006). Esta situación diferencia totalmente a la ciudad de Veracruz de otras como Guadalajara, donde los primeros documentos y la razón de ser de la imprenta respondían más bien a cubrir necesidades de carácter religioso (Palacio, 2004b). A partir de 1824, la imprenta se extendió a otras partes del territorio veracruzano. Cada región tuvo un diferente establecimiento y desarrollo de la imprenta, debido a las características geográficas del estado y a la incomunicación en aquella época por la falta de caminos en buenas condiciones, ocasionando entre otras cosas, que cada zona fuera casi autónoma y con necesidades muy específicas respecto de la otra (Palacio, 2004b). En cuanto a la instauración de la imprenta en Xalapa, estudiosos como Francisco González de Cossío (1957), documentan que para 1796, el xalapeño José Uribarry, radicado en la Ciudad de México, solicitó autorización al virrey Marqués de Branciforte para establecer una imprenta que él mismo dirigiría, argumentando los beneficios que dicha empresa traería tanto a su persona como a la entonces villa de Xalapa, lugar que cobró importancia debido a que en ella se implantaron las ferias de comercio, así como algunos acantonamientos


de tropas. Sin embargo, el Fiscal de Real Hacienda, en representación de la autoridad superior, rechazó la petición, privando a la población de una imprenta en fechas parecidas a la implementación de dicho adelanto en Veracruz. Si avanzamos un poco en el tiempo, para 1824 ya existía en Xalapa una imprenta a cargo de Juan Priani, donde se publicó el Diario de Leyes y Decretos, órgano cuya función principal, como su nombre lo indica, era dar a conocer las leyes y decretos aprobados por el Congreso y El Oriente, primer diario publicado fuera del puerto, editado por Sebastián Camacho (Palacio, 2004a). Después (1830), comenzó a figurar en los documentos de la época el nombre de Florencio Aburto asociado con Blanco. Palacio (2006) señala que fue Aburto el encargado de publicar los periódicos oficiales en sus distintas épocas y con sus diferentes nombres: de 1835, El Amigo de la Paz y el Orden; de 1840, El Conciliador; y de 1845, El Zempoalteca, periódico que circuló hasta 1854. Más adelante, en 1865, cuando el gobierno de Miramón se instauró, el Boletín, impreso por Aburto, fue el diario oficial (Palacio, 2004a). En los siguientes años varias imprentas de particulares surgieron y cobraron cierta relevancia en Xalapa. Los últimos años del siglo xix significaron para Veracruz una época de crecimiento no solo en el terreno político y económico, sino también en el cultural. En Xalapa, en 1886, Juan de la Luz Enríquez, Gobernador Constitucional, inauguró la Escuela Normal, con Enrique C. Rébsamen como su director (López Escalera, 1971). A la par de tal acontecimiento se dio un importante impulso a la educación, por lo que surgió la necesidad de abastecer a los maestros con obras y material pedagógico, y a los alumnos con libros de texto, acordes con el nuevo sistema de enseñanza que se implementó.

Desde una perspectiva económica, parecía poco viable para el gobierno satisfacer dichos menesteres, debido a que el costo de los libros se elevaba demasiado al tener que comprarlos y traerlos desde el extranjero, pues en el territorio veracruzano no se contaba con un taller tipográfico propio que se hiciera cargo de tal empresa, sin perjudicar de manera grave el erario público. Por ello, el gobernador Enríquez decidió, para cubrir estas necesidades y otras de la administración, el establecimiento formal de la Imprenta del Gobierno del Estado, la cual se fundó el 16 de septiembre de 1888, en Palacio de Gobierno, en el espacio que ocupó el taller de carpintería de la prisión, bajo la administración de su primer regente, Francisco Alegría (Blázquez, VI, 1986). Asimismo, otros de los motivos por los que se instauró la Imprenta del Gobierno del Estado fueron, posiblemente, las muchas dificultades y retrasos con los que se editaba el Periódico Oficial, publicación del Gobierno del Estado, en la Imprenta Veracruzana de Agustín Ruíz, ocasionando graves contratiempos por la no oportuna divulgación de los decretos, acuerdos, leyes y demás ordenamientos con carácter de difusión inmediata. Cabe destacar que el costo total de dicho organismo ascendió a los 26 000 pesos, cantidad que fue saldada en su totalidad por los obreros del taller, con el producto de los trabajos que realizaron tanto al gobierno como a particulares, en el período que va de 1888 a 1891 (Ortega, 1959). Para 1889, en las Memorias de los Gobernadores del Estado ya se puede leer en sus portadillas: “Imprenta del Gobierno del Estado Bajos del Palacio”. A esta denominación también le siguieron en distintas épocas: Oficina Tipográfica, Talleres Gráficos, Talleres Tipográficos, Talleres Litotipográficos, Talleres Linotipográficos, Editora de Gobierno Veracruzana y,

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Dobladora Duplex, adquirida en 1911 por el gobernador León Aillaud

en la actualidad, Editora de Gobierno del Estado de Veracruz; antes, una dependencia de la Tesorería General del Estado. Para 1914, el hasta entonces Periódico Oficial se transformó en Gaceta Oficial, marcando así el inicio de una nueva etapa, con un formato diferente, pues sus dimensiones se redujeron a como las conocemos ahora, y una dirección propia adscrita a la Dirección del Archivo General. Fue hasta el mandato de Adalberto Tejeda que se unificaron las dos vertientes de la Imprenta, la de la publicación oficial y la de la impresión de diversos documentos culturales; y se transfirieron sus funciones a la Secretaría de Gobierno, con la finalidad de utilizar todos los recursos y aprovechar las posibilidades y beneficios que esta dependencia podía brindar a la ciudadanía en general (Blázquez, X, 1986).

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La publicación oficial del Estado ha tenido otros cambios temporales, en cuanto a su contenido, pues a pesar de que su función principal ha sido la de dar legalidad a las leyes que rigen la entidad, también difundió temas intelectuales y problemas sociales o políticos de su época. Por ejemplo, entre 1914 y 1920 fue portavoz de los avances e impactos de la Revolución Mexicana en la sociedad; hacia la década de 1920 dio a conocer las clases y servicios ofertados por la Escuela de Artes y Oficios, la cual estuvo ligada a la Editora, pues en distintas épocas compartieron directivos, y es posible que los primeros impresores especializados de la ciudad, y de la región, egresaran de esa academia para después desempeñarse en esta institución. Además, la Gaceta Oficial contó un tiempo con una


sección editorial que destaca porque durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, se sumó a las voces que reclamaban la paz. En cuanto a la línea editorial, desde su creación, se preocupó por difundir la vasta cultura veracruzana mediante la palabra impresa y las artes gráficas, ya que poco después de cumplir con uno de los objetivos por los que fue creada —satisfacer la demanda de material educativo para maestros y alumnos de la Normal Veracruzana—, su propuesta rápidamente se volvió multidisciplinaria e incluyente. Así, de su amplio acervo de más de un siglo, como una pequeña muestra tenemos: Lascas de Salvador Díaz Mirón, la revista estridentista Horizonte, Los de abajo de Mariano Azuela, La imprenta y el periodismo en el estado de Veracruz de José Lama, entre otros. Cabe mencionar que cada administración al frente de esta casa editora se ha encargado de orientar las propuestas de publicación hacia las más diversas áreas del conocimiento. De este modo, ahora como parte de la Secretaría de Gobierno, ha publicado obras que van desde la pedagogía –como en sus inicios–, la historia, y la literatura, pasando por la economía, la política, el derecho y la antropología, por mencionar algunos temas. En el año 2005, con la finalidad de organizar el amplio acervo literario disponible, se crearon las colecciones: Investigaciones, Ensayos, Lascas, Piedra Lunar, Summa y Memorable, mismas que siguen vigentes y que año con año se enriquecen. Mientras que, a partir de 2010, se decidió darles mayor relevancia a los libros para el público infantil, un sector que merecía mayor atención y publicaciones de calidad, por lo que se establece una colección especial para que los niños y jóvenes veracruzanos fueran creadores y prota-

gonistas de sus cuentos a través del Concurso de Cuento Infantil, que cumplió diez años de convocatoria ininterrumpida. Ante este panorama sucinto, que nos da una idea del origen y quehacer editorial a lo largo de 132 años, resulta evidente que difundir la cultura por medio de la palabra impresa y fortalecer el vínculo de legalidad en un estado de derecho, mediante la publicación cotidiana de la Gaceta Oficial, son los objetivos de esta dependencia que siguen tan vigentes como en 1888. En la época actual de constantes cambios y transformaciones tecnológicas, la Editora de Gobierno reafirma su compromiso para que a través del correr de la tinta sobre el papel se construyan sociedades más críticas y participativas, y se multiplique el acervo cultural veracruzano.

Editora de Gobierno, un presente con futuro Este año la Editora de Gobierno conmemoró su 132 Aniversario de labores ininterrumpidas, por lo que fue momento de detenerse un instante a rendir homenaje a todos los que hicieron posible este acontecimiento, los trabajadores de cada una de las áreas que componen este entramado de tinta, prensas y papel. Hoy estamos, por paradójico que parezca, muy lejos y a la vez cerca de esa «etapa artesanal» con la que se gestó la imprenta en Veracruz. El primer paso fue establecer un espacio adecuado y maquinaria especializada que contribuyeran con el alto estándar de calidad, pero seguimos necesitando de los artesanos de las artes gráficas, los impresores que son referencia en cuanto a los finos

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acabados que exigen los impresos a color, el troquelado, el realce o el cosido de un libro; eso si hablamos de los acabados finales, los pequeños detalles que son los primeros que saltan a la vista y que forman parte del sello editorial. Y qué decir del trabajo de formación y cuidado de la edición que cada texto demanda en su composición; un entramado de fondo y forma que da vida y carácter a un libro. Ahora bien, en estos tiempos donde el futuro del impreso se veía incierto, la Editora de Gobierno

renovó poco a poco su visión y apostó por un concepto de libro mucho más amplio, pues, en realidad, una publicación está por encima del tipo de soporte en que se coloque. No es el fin del libro, solo es el inicio de una nueva etapa donde el modo tradicional de difusión cambió para dar paso al uso de los actuales medios electrónicos de comunicación, aunque al final el objetivo es el mismo, la divulgación del conocimiento y de las ideas.

Portada de la revista Horizonte, impresa en los talleres Gráficos del Gobierno del Estado.

Portada de Lascas de Salvador Díaz Mirón.

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Primera plana de la Gaceta Oficial, nĂşmero 1, 8 de septiembre de 1914

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Inauguración de la exposición “Más de 30 años de cultura archivística” encabezada por el Secretario de Gobierno, Ing. Eric Cisneros Burgos

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Gestión de archivos, elemento fundamental en la construcción de un gobierno abierto

Dr. Juan Eloy Rivera Velázquez

Con la finalidad de fortalecer la función pública, la transparencia, la rendición de cuentas y el derecho a la verdad, el 15 de junio de 2018 se publicó la Ley General de Archivos, misma que entró en vigor el 15 de junio de 2019. Siendo una: […] Ley […] de orden público y de observancia general en todo el territorio nacional, y tiene por objeto establecer los principios y bases generales para la organización y conservación, administración y preservación homogénea de los archivos en posesión de cualquier autoridad, entidad, órgano y organismo de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, órganos autónomos, partidos políticos, fideicomisos y fondos públicos, así como de cualquier persona física, moral o sindicato que reciba y ejerza recursos públicos o realice actos de autoridad de la federación, las entidades federativas y los municipios. Así como determinar las bases de organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos y fomentar el resguardo, difusión y acceso público de archivos privados de relevancia histórica, social, cultural, científica y técnica de la Nación1. 1 Ley General de Archivos, Diario Oficial de la Federación, 15 de junio de 2018, Art. 1.

De igual manera, esta Ley, tiene como finalidad «Regular la organización y funcionamiento del sistema institucional de archivos de los sujetos obligados, a fin de que éstos se actualicen y permitan la publicación en medios electrónicos de la información relativa a sus indicadores de gestión y al ejercicio de los recursos públicos, así como de aquella que por su contenido sea de interés público» (Diario Oficial de la Federación [DOF], 2018, Art. 2, II). Así mismo, en el numeral V la referida ley define como objetivo: «Sentar las bases para el desarrollo y la implementación de un sistema integral de gestión de documentos electrónicos encaminado al establecimiento de gobiernos digitales y abiertos en el ámbito federal, estatal y municipal que beneficien con sus servicios a la ciudadanía» (DOF 2018, Art. 2). La Ley General de Archivos instruye la creación de archivos estatales. Es importante destacar que, en Veracruz, el Archivo General del Estado se crea formalmente desde 1990 como un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobierno, tal como lo define la Ley de Documentos Administrativos e Históricos del Estado de Veracruz, publicada el 27 de diciembre de 1990. Desde esa fecha, el Archivo General ha estado bajo la titularidad de los siguientes directores:

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Dra. Carmen Blázquez Domínguez, Lic. María Elena García Díaz, Maestra Olivia Domínguez Pérez, Lic. Moisés Delgado Magallanes y un servidor Dr. Juan Eloy Rivera Velázquez. Buscando en todo momento cumplir con las tareas de resguardar, organizar, describir y conservar el acervo documental, a fin de facilitar y promover la consulta pública e impulsar la cultura del derecho a la información. Esto ha dado pie a que diversos sectores de la población acudan al Archivo General: estudiantes, profesores de diferentes niveles educativos, comunidades campesinas, investigadores universitarios, funcionarios públicos de los diversos poderes y órdenes de gobierno, medios de comunicación y la sociedad civil. El Archivo General, resguarda los documentos que reflejan el desarrollo de nuestras instituciones y los resultados de la gestión pública administrativa, por lo tanto, a consecuencia de su quehacer, es que adquiere tal relevancia, por su valor como prueba y testimonio de hechos, se convierte en el depósito de la memoria e identidad de las instituciones, transformando en presente el pasado. En general, los archivos son importantes fuentes primarias de investigación, al pasar de ser útiles para la gestión administrativa a poseedores de valores testimoniales, en su trascendencia por patentizar el pasado se convierten en un patrimonio, no sólo de la entidad generadora sino de la sociedad en su conjunto. Si bien, como se mencionó anteriormente, el Archivo General del Estado se crea en 1990 en su figura jurídica actual, lo cierto es que se encuentran evidencias de la función archivística prácticamente desde la creación del Estado de Veracruz, el 31 de enero de 1924; según lo señala el Acta Constitutiva de la Federación, que en su artículo 7º menciona los estados, provincias y territorios que lo conforman. Es así, que en el Archivo Gene-

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ral del Estado se resguarda la colección de leyes, decretos y circulares, en la que se publican diversas órdenes, una de ellas de fecha 10 de mayo de 1824, donde se instruye se reciba el archivo de la diputación provincial de Veracruz. En ese mismo año, el 9 de agosto, hace poco más de 196 años, se publica la orden de creación de la Secretaría de Gobierno, que en su numeral 5 se lee: «Se creará una secretaría de gobierno compuesta de un secretario, un oficial primero, uno segundo con el cargo de archivero, dos escribientes, un portero que nombrará el gobernador de entre los cabos y sargentos retirados, y un número de meritorios que no pasará de cuatro». Posteriormente, en la obra Estado de Veracruz, informes de sus gobernadores 1824-1886, (Blázquez, I, 1986a), se lee un párrafo de la memoria presentada por el Gobierno del Estado Libre de Veracruz a la Cuarta Legislatura Constitucional, el primero de enero de 1832, siendo gobernador Sebastián Camacho: Jalapa, aunque no favorecida con estos bienes, tiene la ventaja de gozar de un temperamento privilegiado, que permite elegir para representar el Estado á todos aquellos de sus hijos que por su merecimiento, talentos y virtudes tienen asegurado un concepto entre sus semejantes; circunstancia tan favorable, como que proporciona egercer sin trabas la libertad que requieren las elecciones. A esta cualidad reúne en el día la de tener todas las oficinas para el despacho de estas autoridades: la de haberse formado en ellas sus voluminosos archivos: la de ser el mejor punto para la circulación fácil y pronta de las comunicaciones; y finalmente, la de brindar con su vecindad por la ilustración, afabilidad a sus habitantes, y hermosura con que la naturaleza ha privilegiado su superficie. Estas razones aconsejan


conservar el statu quo, evitando hasta donde sea posible la cuestión sobre el derecho. [sic] Sobre la evolución y consolidación del Archivo Estatal, la Maestra Olivia Domínguez Pérez quien fue directora del Archivo General del Estado de Veracruz en el periodo 1993-2016, en su participación en el boletín del Archivo General del Estado año 2003 —edición especial—, describe el posterior desarrollo de la oficina responsable del archivo, señalando que en abril de 1881 Apolinar Castillo, Gobernador del Estado, emitió el Reglamento de la Secretaría de Gobierno, creando la Sección de Archivo y siendo el primer jefe Manuel Jiménez. Sobre el mismo tema, en la Biblioteca del Archivo General del Estado se cuenta con la Colección de Leyes, Decretos y Circulares, publicada por la Tipografía del Estado, encontrando que en el compendio de 1885 se publica el Decreto del Gobernador Juan de la Luz Enríquez, de fecha 7 de enero del mismo año, en donde modifica el Reglamento de la Secretaría de Gobierno, y establece las funciones del Archivo, quedando las siguientes: Archivo General, Oficialía de Partes, Correspondencia Postal y Correspondencia Telegráfica (1898: 4). Años más tarde, en la publicación Número 133, de la Gaceta Oficial del Estado, de fecha 6 de noviembre de 1926, bajo el gobierno del General Heriberto Jara, aparece publicado el reglamento interior de la Secretaría de Gobierno, en donde se observa la Dirección y Administración de la Gaceta Oficial como parte del Archivo Estatal (Gaceta Oficial del Estado [GOE], 1926). Más tarde en agosto de 1988 iniciaron los trabajos para conformar el Archivo General del Estado, coordinados por su primera directora, la Dra. Carmen Blázquez Domínguez y con la participación destacada de la Dra. Soledad García Morales; se comenzó con el traslado y rescate de los

documentos que constituyen el acervo histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Veracruz al espacio donde actualmente se encuentra, en la calle Hermenegildo Galeana, esquina con calle Venustiano Carranza, sitio del que en 1973 se había iniciado el procedimiento de expropiación por utilidad pública, tal como lo señala la Gaceta Oficial, Número 81, de fecha 7 de julio del mismo año. Así, paulatinamente se fue integrando la biblioteca, la hemeroteca, el archivo gráfico y el archivo administrativo, incorporando a su vez, acervos de ciudadanos destacados en la vida política, económica y social del Estado de Veracruz. En todos estos años, el personal del Archivo General del Estado ha puesto su mayor esfuerzo para crear y consolidar un espacio digno para el resguardo, consulta y difusión de la memoria histórica del estado de Veracruz; memoria que actualmente se ve reflejada en más de 10 kilómetros de documentación, dando testimonio histórico, gráfico y administrativo del estado. Hoy, ante el escenario de la emergencia sanitaria por la pandemia generada por el virus SARS CoV2, el Archivo General del Estado continua prestando sus servicios, adaptando sus actividades a la nueva normalidad, y contando en todo momento con la solidaridad de colaboradores, quienes de manera responsable asumen la necesidad del Estado de enviar a la sociedad un mensaje de esperanza y gobernabilidad, por lo que se ha mantenido el acceso a su memoria documental, implementando medidas de consulta digital; y, aun cuando no se ha logrado la rapidez y suficiencia convencional, se da respuesta a las necesidades de consulta de los estudiantes, investigadores y de la ciudadanía en general. De igual manera, se ha fortalecido el cumplimiento de la misión como institución rectora en materia archivística, impartiendo capacitaciones,

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asesorías y talleres a dependencias públicas estatales y municipales a través de plataformas digitales; sin dejar de lado, lo fundamental de la difusión del patrimonio histórico del estado, por lo que se realizan exposiciones fotográficas y documentales virtuales y eventos de divulgación histórica, cultural y artística, para abonar a un mayor conocimiento de nuestra historia, al fortalecimiento de nuestra identidad y a la construcción de una sociedad de paz que contribuya al desarrollo humano sustentable. Ante la entrada en vigor de la Ley General de Archivos y en espera de la aprobación del Legislativo de la Ley Estatal Armonizada, el Archivo General del Estado de Veracruz, enfrenta el reto de acompañar a los sujetos obligados (poco más de 400) en la normalización de la gestión documental y la administración de los archivos. No es un reto menor, pues la capacidad instalada es prácticamente la misma desde su creación, contando con un número no mayor a 40 servidores públicos; sin embargo, a pesar de la calidad y profundo compromiso del personal, difícilmente será suficiente para dar respuesta a la gran demanda de capacitación y asesoría, que aumenta de manera sensible y proporcional a la promoción de la gestión documental en los términos que define la ley.

Los archivos, como pilares para la construcción de un gobierno abierto El 25 de mayo de 2019 se instaló el Consejo Consultivo de Gobierno Abierto de la Secretaría de Gobierno del Estado de Veracruz, lo cual es un parteaguas en la relación del gobierno con la sociedad. Ante esto, es pertinente reflexionar so-

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bre el origen, objetivos y alcances del empoderamiento de la sociedad, expresado a través de su incorporación en el diseño y control de las políticas públicas, para lo cual abona sustancialmente el Consejo Consultivo de Gobierno Abierto. De entrada, es necesario comprender qué es un gobierno abierto; para tal fin resulta útil la definición presentada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), acreditada a Álvaro Ramírez Alujas (2011), misma que se enuncia a continuación: El Gobierno Abierto surge como un nuevo paradigma y modelo de relación entre los gobernantes, las administraciones y la sociedad: transparente, multidireccional, colaborativo, y orientado a la participación de los ciudadanos, tanto en el seguimiento como en la toma de decisiones públicas, a partir de una plataforma o espacio de acción es posible catalizar, articular y crear valor público desde y más allá de las fronteras de las burocracias estatales. En esencia, el gobierno abierto es una expresión de democracia participativa, quien a su vez responde a las demandas de algunos sectores de la sociedad, aseverando que la democracia representativa no es ya suficiente ante una realidad que en los hechos ha acentuado las carencias de los sectores menos favorecidos; a causa, en buena medida, de que los intereses de los representantes no corresponden precisamente con las necesidades de la sociedad que debieran representar. Buscando dar un marco referencial a la participación ciudadana en los asuntos públicos, en décadas recientes algunos autores han propuesto un nuevo concepto de la administración pública, denominándole gobernanza. En este neoconcepto tiene cabida el ejercicio del gobierno abierto, todo ello bajo la lógica de una mayor participación de la sociedad en


Galeria Urbana del AGEV

los asuntos públicos; este emerge con la finalidad de encontrar una ruta que de manera tersa dibuje un vínculo entre la democracia representativa y la democracia participativa, buscando dar respuesta a la realidad socioeconómica que se vive actualmente, donde se acentuaron las distancias entre las clases menos favorecidas con respecto a la clase de mayores ingresos. Esta nueva ruta sugiere construir una relación diferente entre la ciudadanía y el Estado; relación que debe concebir la participación de la sociedad más allá de la emisión del sufragio, entenderla más bien como constructora de la agenda que regirá la gestión pública. Es oportuno precisar que lo que inició tímidamente como una expresión de un grupo social, quien consideró que el desempeño de los quehaceres públicos no es potestad exclusiva del Esta-

do, al paso del tiempo ha ganado terreno. Espacio cedido por el mismo Estado como resultado del desgaste natural en el ejercicio de gobierno, pero también como una forma de compartir la responsabilidad sobre la paternidad de las políticas públicas. Cabe destacar aquí, que la sociedad no busca suprimir al Estado, ni mucho menos suplantarlo, se pretende que las decisiones de éste sean más eficientes —mejor dirigidas—, con una retroalimentación real que venga a satisfacer de manera adecuada las necesidades sociales, atenuando diferencias. Ante este escenario, la participación efectiva de la sociedad en los asuntos públicos demanda tener a su alcance la información generada como resultado de la función pública. Lo anterior nos remite al derecho humano de acceso a la información,

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mismo que garantiza que la sociedad pueda tener a su alcance aquella de carácter público. El mencionado derecho, ha transitado paulatinamente por la vida pública nacional, su avance ha llevado tiempo, con tropiezos naturales cuando se mueven elementos que trastocan diversas áreas de la vida nacional. En esa ruta de consolidación del derecho de acceso a la información, se ha reconocido el deber de organizar los archivos, sin omitir la necesidad de proteger los datos personales; vale decir, que en diferentes escenarios se ha aceptado que en México, la atención de esas variables, no necesariamente obedeció a un sentido lógico, dado que se inició con la publicación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental el 11 de junio de 2002, y al entrar en vigor, evidenció el apremio de ordenar los documentos generados en la función pública, al ocurrir un elevado número de declaraciones de inexistencia de la información, en virtud de que para hacer posible la ubicación plena de la misma, solo es posible si se cuenta con archivos organizados.

Conclusiones La apertura del gobierno en línea con la gobernanza, requiere poner énfasis en propiciar que quienes representen a la sociedad en su papel de nuevos actores en la gestión pública, cuenten con atributos deseables que les permitan generar aportaciones sólidas, bien cimentadas, de tal suerte que la calidad de estas contribuya a la construcción de una agenda legítima que favorezca el empoderamiento de dicha sociedad, lo cual será un contrapeso para equilibrar las fuerzas en relación con otros grupos de interés que existen de manera natural en el espacio público.

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Se concluye, que hablar de gobierno abierto, implica ir más allá de la idea tradicional de que la participación de la sociedad en los asuntos públicos se limita a la emisión de un sufragio. Incluye también su colaboración en el diseño, gestión y evaluación de políticas públicas, es decir en las diversas maneras de generar arreglos que beneficien las formas de organización de un Estado. Es válido aseverar que para integrar los atributos que permitan una participación responsable, eficaz y eficiente, la sociedad requiere contar con información que abone a la consolidación de una conciencia crítica, que en suma con un andamiaje jurídico facilite la participación social y dé como resultado gobiernos más sensibles y eficientes. Es oportuno precisar que para poner al alcance de la sociedad la información resultado del ejercicio público, se requiere que esta se encuentre debidamente clasificada, organizada y resguardada; todo ello se logra a través de la consolidación de una cultura de gestión de archivos que, para el caso de México, se garantiza con la entrada en vigor de la Ley General de Archivos.


Cartel de la exposición “Más de 30 años de

Galería Urbana del AGEV

cultura archivística”. Fotografía intervenida: Sala de consulta. Fondo AGEV-institucional, Xalapa, Ver. Febrero, 1992.

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Entre Cosautlán e Ixhuacán, Los 3 delegados de la cámara de comercio de Xalapa. Brecha de 1/3 de metro en la cima de la montaña efectos del temblor. 1920. Fondo: AGEV histórico. Donador: Pedro Juan Freixa Font. AGEV.

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Figura 1. 4 de las 19 tarjetas postales que forman parte del conjunto enviado por Manuel. Correspondientes a las poblaciones de Teocelo, Ixhuacรกn y Xalapa.

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Los fotógrafos de las postales del sismo de 1920

Dr. Pere Freixa, Universitat Pompeu Fabra Dra. Mar Redondo Arolas, Universitat de Barcelona

El 14 de enero de 1920, once días después de que un largo e intenso terremoto de cincuenta segundos sacudiera con fuerza los estados de Puebla y Veracruz, Manuel, un ciudadano español que se encuentra en el Puerto de Veracruz, escribe a su abogado y amigo Ramón, residente en Barcelona, la ciudad que los ha visto nacer y crecer. Le cuenta su vivencia del sismo y de las réplicas que tuvieron lugar en los días posteriores. Para conferir verismo a su relato adquiere tarjetas postales en los comercios de fotografía de la ciudad. Le sirven para anotar su historia y armar un correo con diecinueve de ellas (ver Figura 1). Todas están tomadas en las poblaciones del estado más afectadas por el temblor: Teocelo y Cosautlán, sobre todo, pero también Xalapa, Ixhuacán y Ayahualulco. Las postales las obtuvo Manuel probablemente en Veracruz, en alguno o en varios de los dieciséis comercios fotográficos que existían en la ciudad1.

(Figura 1)

Manuel narró las impresiones que el temblor le produjo, el miedo durante las réplicas de los días posteriores, los rumores sobre erupciones volcánicas que circulaban por la ciudad y las fiestas benéficas organizadas para recaudar fondos para las víctimas. El texto de Manuel ocupa el reverso de las tarjetas. Para facilitar su lectura las numeró todas a mano, con números romanos (ver Figura 2). El relato concluye en la fotografía diecisiete. En la dieciocho, Manuel cuenta la anécdota de cómo en Cosautlán de Carvajal los ciudadanos organizaron procesiones espontáneas para suplicar el fin de los temblores y la calamidad. La última tarjeta postal, con el número diecinueve, aparece sin texto en el reverso. La historia que explica Manuel a Ramón constituye un texto continuo, unitario. (Figura 2)

1 Como consta en el Directorio General del Estado y la ciudad de Veracruz.

La colección de postales y el relato de Manuel son un testimonio doblemente excepcional. En primer lugar, por el contenido que representan; y, en segundo lugar, por la narración en primera persona

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Figura 2. Reverso de las primeras cuatro tarjetas postales

del sismo, única con estas características que nos consta se conserva2. Ciertamente, la información publicada en la prensa local, así como en los documentos oficiales3, recoge declaraciones de la 2 Única por dimensión y cantidad de imágenes. Debe hacerse constar que en el archivo de William K. Boone Cánovas se conservan varias cartas escritas, todas ellas días después del sismo, por el Dr. Sebastián Cánovas Pasquel a su hermano el Ing. Francisco. Este se encontraba exiliado en Cuba. En las cartas reporta los daños sufridos en la ciudad de Xalapa y en sus respectivas viviendas, así como el cálculo de los costes que tendrá la reconstrucción de las mismas y del conjunto de la ciudad. Información facilitada por Carmen Boone, propietaria y responsable del archivo. 3 Por ejemplo, el expediente número 91, letra B de la Secretaría del Gobierno del Estado, de 1920, recoge las declaraciones de los vecinos supervivientes de Barranca Grande, quienes reclamaban al Gobernador del Estado las ayudas prometidas. Fondo: Secretaría General del Gobierno. Archivo General del Estado. Serie: Organiza-

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ciudadanía, pero en ninguno de dichos casos se trata de testimonios redactados desde la privacidad y proximidad que permite la comunicación postal. El correo y las tarjetas postales facilitan la creación de relatos personales vinculados a los acontecimientos, dan lugar a los llamados procesos de información horizontales entre iguales (Guereña, 2005; Milne, 2010), un antecedente centenario de las actuales redes sociales que la tecnología digital y los celulares han posibilitado y que son, actualmente, la mayor fuente de información entre los jóvenes4. ciones Sociales y Culturales. Caja: 253. Año 1920. 4 Como muestran los informes anuales de la ITU/Unesco, Measuring the Information Society Report, https:// www.itu.int/pub/D-IND-ICTOI/es


A pesar de que las diecinueve tarjetas postales se enviaron juntas conformando un único envío, las diferencias formales entre ellas permiten presumir de la existencia de varios autores distintos. Las distintas tipografías manuscritas en las imágenes parecen indicar que al menos dos fotógrafos distintos dieron cobertura fotográfica a los efectos del terremoto. Trece tarjetas incorporan la leyenda rotulada a mano de «S y C» como marca de autoría, firma que se acompaña, algunas veces, con indicaciones como «Propiedad Registrada» o «S. y C. Fotografías». Las otras seis restantes no están rubricadas. En estas, el autor escribió una breve leyenda que identificaba el lugar donde se había realizado la toma. El conjunto de seis postales sin firma muestra, además, variaciones importantes entre ellas, sobre todo en relación con aspectos técnicos como la definición y la textura de la imagen. Esta característica visual podría indicar, o bien el uso de distintos materiales fotográficos por parte de su autor, o bien la existencia de un tercer fotógrafo. Por el momento no se puede descartar ninguna de las dos opciones, pero podemos aportar los nombres de dos fotógrafos veracruzanos que, según todos los indicios, realizaron gran parte de las imágenes positivadas como tarjetas postales. (Figura 3)

Las fotografías de Manuel Jiménez Rosales La investigación sobre la autoría de las imágenes nos llevó a descubrir la existencia de otras copias de algunas de las fotografías. De una de las diecinueve postales, el Archivo General del Estado de Veracruz

Figura 3. Imagen del temblor de 1920 conservada en el Archivo General del Estado de Veracruz que coincide con una de las tarjetas postales. Fondo Leonardo Pasquel, caja 13, sobre 720, foto 367. Inventario 3647.

conserva dos copias (ver Figura 3), que permiten constatar que la fotografía original se realizó en un negativo de dimensiones superiores al tamaño de la postal. En el Archivo no consta la autoría de la imagen, así como no consta firma alguna en la tarjeta postal. Sin embargo, la publicación de la misma fotografía en el periódico Excelsior de Ciudad de México el domingo día 11 de enero, vierte luz sobre quien, probablemente, tomó la foto. Efectivamente, este día el periódico mostró en la portada la citada fotografía junto con otras dos imágenes tomadas en las calles de Xalapa (Figura 4). El pie de foto del periódico rezaba: «Jalapa.-Escombros de edificios desplomados durante las sacudidas del sismo registrado la noche del 3 de enero» (Excelsior, 11 enero 1920, p. 1). En la parte inferior de la página de portada, resalta un recuadro titulado Nuestros grabados, aclarando la procedencia de las fotografías: «Debido a la galantería de la acreditada casa “La Rochester”, a la que a su vez le han sido enviadas por el inteligente fotógrafo señor Manuel Jiménez, de Jalapa, nos es posible

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publicar en este número como complemento gráfico de nuestra información, una serie de vistas sacadas de los lugares más rudamente afectados por la catástrofe» (Excelsior, 11 enero 1920, p. 1). (Figura 4)

Manuel Jiménez Rosales5 fue el fundador de una importante dinastía de fotógrafos afincados en Xalapa (Ladrón de Guevara, 2011). La Rochester, el establecimiento al que el periódico se refiere, se encontraba en el número 5 de la calle 16 de septiembre, en Ciudad de México. Era un comercio importante especializado en productos y materiales fotográficos de la marca Kodak. Entre otros, distribuía el papel Azo, el más utilizado en la época para la realización de copias directas. Como puede apreciarse por el membrete impreso en los reversos (ver Figura 2), es el que se empleó para para la realización de las diecinueve postales. La relación de Manuel Jiménez con Excelsior prosiguió los días siguientes. El sábado 17 de enero el periódico publicó en la página de la portada un amplio reportaje compuesto por doce fotografías. En este aparecen algunas de las imágenes comercializadas en forma de tarjeta postal que forman parte de la colección que Manuel envió a Ramón. En la página 3, una nota encuadrada titulada Un récord periodístico informativo, reafirmaba la relación de Jiménez con Excelsior: Los periódicos de México han venido publicando extensos telegramas sobre la gran catástrofe que se abatió sobre los infortunados habitantes de Veracruz y Puebla; pero, en cambio, la información gráfica ha resultado muy deficiente, y a ello 5 El estudio más extenso realizado sobre Manuel Jiménez lo debemos a Jaime D. Ladrón de Guevara, quien en 2011 publicó la monografía Xalapa: legado fotográfico de Manuel Jiménez Rosales.

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se debe que el público no se haya dado cuenta cabal de la magnitud de la hecatombe. EXCELSIOR pretende subsanar hoy esa deficiencia, publicando una serie de fotografías tomadas por el señor don Manuel Jiménez en Jalapa, en Teocelo, en Cosautlán y en Barranca Grande, que hablan con la elocuencia de lo que se palpa. Nos daremos por ampliamente compensados en nuestro esfuerzo, si éste da como resultado el de que, conociéndose mejor por los numerosos lectores de este diario, la importancia del desastre, se sientan inducidos a enviarnos su óbolo para los damnificados, aquéllos que aún no lo han hecho, y los que desde un principio tuvieron a bien acudir a nuestro llamado, aumenten su anterior muestra de filantropía. (Excelsior, 17 enero 1920, p. 3) A pesar de que el fotógrafo Manuel Jiménez no fuera un fotógrafo de Excelsior, el periódico asignó a su trabajo el valor de exclusividad y se vanagloriaba de poder incorporarlo como colaborador excepcional, por tratarse de uno de los profesionales más reputados de Xalapa.

El enigma de la firma S y C. ¿A quién corresponde la autoría de las tarjetas postales firmadas con las iniciales S y C? Son pocas las referencias bibliográficas que pueden consultarse sobre dicha autoría6. Sin embargo, algunas de las imágenes reproducidas en las postales aparecen publicadas en el periódico El Dictamen de Veracruz.

6 Arturo Guevara Escobar, en su publicación virtual La tarjeta postal en México, 1897- 1950, incluye entre los autores a la firma “S y C, Fotos”, de quienes consta una sola tarjeta postal correspondiente a una Kermés en el malecón de Veracruz, sin fechar.


Tres fotografías de Xalapa publicadas en la portada del periódico Excelsior correspondiente al día 11 de enero de 1920

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En el suplemento dominical del día 18 de enero, quince días después del trágico suceso, El Dictamen publicó un extenso reportaje titulado A través de la zona devastada por los temblores. La impresión de nuestro enviado especial y lo que vió [sic] la lente de nuestro fotógrafo en los campos de desolación, que ocupó las páginas 9 y 11 del periódico. Incluyó catorce fotografías, ocho de las cuales coinciden con ocho de las postales que viajaron a Barcelona. En un fragmento del texto del reportaje firmado por el periodista Norberto Sánchez, enviado especial del periódico, el autor desvela quién realizó las imágenes: «De Ayahualulco e Ixhuacán podemos ofrecer dos fotografías que tomó nuestro fotógrafo Cepeda, quien llegó hasta allí con la comisión de la Cámara de Comercio que fue a impartir auxilios». (El Dictamen, 18 enero 1920, p. 9). Francisco Díaz, Jesús Cubas, Juan Velandry y Gilberto Zabaleta son los miembros de la Cámara de Comercio que aparecen en muchas de las fotografías que tomó Cepeda entre los días 9 y 11 de enero en las poblaciones afectadas por el temblor. Su misión consistía en recopilar datos para organizar la reconstrucción de las poblaciones y socorrer a los damnificados. Muy poco después, el día 14 de enero, las imágenes ya se encontraban a la venta en Veracruz, ya que esta es la fecha en la que Manuel redactó su historia sobre ellas. Cepeda fue un fotógrafo profesional y colaborador habitual de El Dictamen. Originario de Yucatán (Valencia Ríos, 1979, pp. 119, 341 y 343), en 1907 fundó un estudio fotográfico en Veracruz, el Estudio Iris, que muy pronto se convirtió en uno de los más importantes de la ciudad. Horacio Guadarrama rescata un anuncio del establecimiento publicado en Estado de Veracruz, en 1923: Hace 16 años llegó a Veracruz, el Sr. C. Cepeda, estableciendo un estudio Fotográfico, y el que

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tiene hoy montado con todos los adelantos modernos, siendo sin disputa uno de los principales de la República. El Sr. Cepeda, ha hecho de ello un arte, y lo mismo retrata de día que de noche, con tiempo bueno como con tiempo malo, pues el estudio lo tiene preparado con luz artificial. El Sr. Cepeda se esmera tanto en sus trabajos, que todas las fotografías que salen del Estudio “Iris” son perfectas, siendo por esto que hoy toda la sociedad Veracruzana prefiere esta casa. (Guadarrama, 2010, p.113) Clemente Cepeda, pues, es el autor de las fotografías y su apellido se significa con la letra «C» en la firma de las postales. La letra «S» corresponde a Sánchez, socio con quien comercializaba las imágenes que distribuye por el Estado un joven Joaquín Santamaría, como nos corrobora un fragmento de El Dictamen del día 7 de enero de 1920: «De la Barranca de Chachalacas llegó ayer el Sr. Joaquín Santamaría, representante viajero de la casa fotográfica de Suárez y Cepeda de esta ciudad. El Sr. Santamaría nos dio algunas noticias sobre lo ocurrido en la región que recorrió» (El Dictamen, 7 enero de 1920, p. 5). La firma «S y C», Suárez y Cepeda, se había creado unos años antes. En 1918 estaba en activo, pues la Fototeca Nacional del INAH conserva una fotografía firmada por Suárez y Cepeda, realizada el 3 de noviembre de 1918, en la que aparece el piloto «Amado Paniagua abordando el Biplano serie A número 28 en las playas de Veracruz»7.

7 La imagen forma parte de la Colección Archivo Casasola. Fototeca Nacional. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). http://www.mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/fotografia%3A146897


Conclusiones Las investigaciones realizadas hasta ahora permiten afirmar que la autoría de la mayoría de las tarjetas postales comercializadas en Veracruz, y que Manuel compró y envió a Barcelona, corresponden a Manuel Jiménez y Clemente Cepeda. Existe la certeza de que Cepeda viajó con la comisión de la Cámara de Comercio de Xalapa, pues así lo relata el periodista Norberto Sánchez en las páginas de El Dictamen. Así mismo, se conoce que poseía un negocio fotográfico consistente en la venta de copias y postales llamado «Sánchez y Cepeda». Las notas publicadas por Excelsior atribuyen a Manuel Jiménez la autoría de las imágenes más importantes tomadas en Xalapa durante el temblor. Queda, sin embargo, mucho por investigar. En 1920 en el puerto de Veracruz existían y trabajaban muchos fotógrafos; también en Xalapa. El Directorio Bracho, publicado en 1919, refiere la presencia de tres estudios fotográficos en esta capital, y el Directorio del Estado de Veracruz, de 1921, indica que en el Puerto existían, por entonces, dieciséis establecimientos. A menudo, los fotógrafos colaboraban entre ellos y compartían estudios y materiales. Es posible que los autores de las imágenes fueran, efectivamente Cepeda y Jiménez, pero no podemos tener la certeza de si realizaron los copiados y comercializaron las imágenes por su cuenta, o si algún otro fotógrafo trabajó con ellos. La falta de negativos, así como de referencias y testimonios directos dificulta una conclusión y anima a continuar investigando para contribuir a completar la historia de la fotografía mexicana.

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Panorámica del Tajín Ca. 1940. Fondo: García Payón. AGEV

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Panorámica dos del Tajín Ca. 1940. Fondo: García Payón. AGEV

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La arqueología mexicana del siglo XX a través de los archivos del arqueólogo José García Payón

Sam Holley-Kline

El arqueólogo José García Payón (1896-1977) es conocido principalmente como forjador de la arqueología veracruzana.1 Originario de Chalchihuites, Zacatecas, se educó en Europa en vísperas del Porfiriato, y luego en Estados Unidos. Su trayectoria arqueológica empezó en Calixtlahuaca y Malinalco, en el estado de México, y pasó la mayor parte de su carrera en la arqueología veracruzana, con cargos diversos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad Veracruzana (UV). Realizó investigaciones diversas en sitios como Cempoala, Paxil-Morelos y Castillo de Teayo, pero entre 1951 y 1974 se dedicó casi exclusivamente a la zona arqueológica de El Tajín, donde había empezado a investigar en 1938.2 1 Los tratos más comprensivos de la vida y carrera de García Payón se encuentran en Omar Ruíz Gordillo, Remembranzas: Análisis de la obra del arqueólogo José García Payón (Mexico, D.F.: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2002); Annick Daneels, “José García Payón y Alfonso Medellín Zenil, pioneros de la arqueología del centro de Veracruz”, Anales de antropología 40, núm. 1–2 (2006): 9–40; Álvaro Brizuela Absalón, “José García Payón: pionero de la arqueología veracruzana”, Inventario Antropológico 9 (2007): 251–64. 2 Daneels, 16.

La vida y obra de García Payón se desarrollaron durante la conformación de lo que se ha llamado la época dorada de la arqueología mexicana, enfatizando la reconstrucción de edificios monumentales prehispánicos y la reconstrucción de secuencias cronológicas a través de la seriación cerámica y correlación con fuentes históricas.3 En consecuencia, dichas fuentes asociadas con la trayectoria de García Payón, resultan importantes para la investigación de la arqueología mexicana posrevolucionaria. En este breve trabajo, señalo los fundamentos para la investigación de la carrera de José García Payón, hago un acercamiento a los materiales resguardados en el Archivo General del Estado de Veracruz (AGEV) y propongo dos líneas de investigación en que se pueden apoyar estos materiales. La información presentada a continuación es resultado del trabajo de campo para mi tesis de doctorado sobre la historia social de la zona arqueológica El Tajín y los trabajos asociados con ella.

3 Luis Vásquez León, El Leviatán arqueológico: Antropología de una tradición científica en México (Mexico, D.F.: CIESAS, 2003).

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El legado documental de José García Payón Después de su fallecimiento en 1977, su archivo particular se dispersó entre varios medios (véase Tabla 1). Se hicieron entregas de material al INAH en 1980 y 1981, y al AGEV en 1997; en este lapso el Centro INAH Veracruz adquirió parte de ellos.4 Por lo que he averiguado, se pueden distinguir seis repositorios, de acuerdo con la ubicación física y el tipo de contenido, sobre la vida y obra del arqueólogo, sin incluir las publicaciones —Annick Daneels señala que consisten en 13 libros, 68 artículos y 13 conferencias.5 Primero, García Payón entregó informes al Archivo Técnico de la Dirección de Monumentos Prehispánicos6; correspondientes a los estados de Guerrero (Texmilincan), el Estado de México (Malinalco y Calixtlahuaca), Yucatán (Uxmal), Puebla (Xiuhtetelco, Tlatlauqui, Yohualichan, 4 Para las entregas al INAH del 1980 y 1981, véase Archivo Histórico Institucional del INAH, Colección Coordinación Nacional de Recursos Humanos (CNRH), Archivo de Concentración, c. 5, exp. 4, s/f: Acta de entrega. De aquí en adelante, AHI-INAH. Para la entrega al AGEV en 1997, véase Juana Martínez Alarcón, “José García Payón: Fuentes para la historia de la arqueología en Veracruz”, Memorial: Boletín del Archivo General del Estado de Veracruz 2, núm. 6 (1999): 18–20. Desafortunadamente, no se encuentra documentación que corresponde a la entrega al Centro INAH Veracruz. 5 Daneels, 30. Para bibliografías de José García Payón, véase Ruiz Gordillo, 81-85; Fernando Winfield Capitaine, Bibliografía Arqueológica de Veracruz (Xalapa: Universidad Veracruzana, 1997), 112-119. 6 Véase Roberto García Moll, Índice del Archivo Técnico de la Dirección de Monumentos Prehispánicos del INAH (Mexico, D.F.: INAH, 1982).

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Tlacuiloloztoc) y Veracruz (Cahuaco, Castillo de Teayo, Oceloapan, Quiahuiztlan, Las Palmillas, Cempoala y El Tajín). Sus trabajos sobre El Tajín son los más extensos, documentando sus temporadas de trabajo de campo de 1939-1940, 1945, 1945-1946, 1951, 1952, 1953-1954, 1956, 1958, 1959, 1960, 1961-1962.7 Actualmente este acervo está resguardado junto con el Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH, ubicada en la Avenida Revolución 1900, de la Colonia San Ángel, en la Ciudad de México. Segundo, varios aspectos de la correspondencia administrativa de García Payón, incluso oficios, presupuestos, comprobaciones de gastos y lo que tiene que ver con la administración de fondos federales, están resguardados en el Archivo de la Dirección del Departamento de Monumentos Prehispánicos del INAH, junto con el Archivo Técnico antes mencionado. Existe cierta superposición entre estos materiales y aquellos resguardados en el Archivo Histórico Institucional del INAH, ubicado en el segundo piso de Museo Nacional de Antropología. Sin embargo, dado que este último se encuentra todavía en el proceso de catalogación, ubicar materiales específicos es un trabajo arduo. Tercero, la parte de su archivo entregada al Centro INAH Veracruz, donde se encuentra registrado como Fondo Incorporado 1934-1973 (José García Payón) del Archivo Histórico del Centro INAH Veracruz. Estos materiales también son administrativos, y de igual forma correspon7 Es interesante señalar que un informe de 1972-1973 que aparentemente no se encuentra en el Archivo Técnico se encuentra en el AGEV. Véase AGEV, Archivo Histórico, Fondo Archivos Particulares, Sección José García Payón, c. 25, exp. 1973, s/f: “Exploraciones en El Tajín durante la temporada de 1972-1973.” De aquí en adelante, AGEV-JGP.


Material

Archivos y Fondos

Informes entregados

Archivo Técnico de la Dirección de Monumentos Prehispánicos.

Fotografías de campo

Fototeca del Centro INAH Veracruz, Fondo Arqueólogo José García Payón. Mediateca del INAH. Archivo de la Dirección del Departamento de Monumentos Prehispánicos del

Correspondencia

INAH.

administrativa

Archivo Histórico Institucional del INAH. Archivo Histórico del Centro INAH Veracruz, Fondo Incorporado 1934-1973 (José García Payón).

Papeles personales

Archivo General del Estado de Veracruz, Archivo Histórico, Fondo Archivos Particulares, Sección José García Payón.

Fuente: Elaboración propia

Tabla 1. Cuadro sintético de archivos asociados con José García Payón

den a los cargos que ocupó García Payón en la UV. Se encuentra en el Centro INAH Veracruz, ubicado en la calle Benito Juárez 425, en la Colonia Centro del Puerto de Veracruz. Sospecho que existen más materiales al resguardo de la UV en el Centro de Investigación en Documentación sobre la Universidad, pero la investigación al respecto se ha visto retrasada ante la contingencia sanitaria de 2020. Cuarto, las fotos de campo (varias en negativo) de José García Payón se encuentran resguardadas en la Fototeca del Centro INAH Veracruz, en su Fondo «Arqueólogo José García Payón». De acuerdo con su descripción, en la página web del Sistema Nacional de Fototecas, este Fondo consiste en aproximadamente 7.000 negativos y 11.000 fotografías impresas. Cabe señalar que otros ma-

teriales fotográficos relacionados, por ejemplo, los que se encuentran en la Fototeca Nacional, están disponibles para consultar en la Mediateca del INAH (mediateca.inah.gob.mx). Quinto, sus papeles personales están resguardados en el Archivo General del Estado de Veracruz, tema central de este breve trabajo. Desafortunadamente, los criterios bajo los cuales se separaron los materiales administrativos de los papeles personales no son muy claros, ya que documentos parecidos aparecen en las dos categorías. Por lo general, los trabajos que buscaron evaluar las aportaciones de José García Payón a la arqueología mexicana se valieron de los trabajos publicados y las fuentes del Archivo Técnico y el AGEV. Sin embargo, considero que otras fuentes relacionadas con dicho arqueólogo también apoyan a la investigación

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de la historia de la arqueología más allá de conocer las aportaciones de arqueólogos individuales.8 En este trabajo, señalo dos: la historia administrativa y la historia internacional de la arqueología mexicana. Para poder contextualizar este análisis, hay que considerar cómo se ha descrito la arqueología mexicana en términos historiográficos. La arqueología posrevolucionaria se ha caracterizado como arqueología nacionalista, buscando ubicar los orígenes del estado posrevolucionario en un pasado prehispánico glorioso, principalmente a través del INAH; se suele enfatizar la reconstrucción de arquitectura monumental para fomentar la identidad nacional y el desarrollo económico a través del turismo.9 Fuera de este énfasis en los usos ideológicos de los sitios prehispánicos, se ha empezado a analizar las prácticas de la reconstrucción monumental y la historia de la arqueología más allá de las categorías conocidas de nacionalismo y colonialismo.10

Hacia una historia administrativa de la arqueología mexicana Comenta el maestro Fernando Winfield Capitaine que, después de enfermarse al fin de su 8 Desarrollo este argumento en Sam Holley-Kline, “El guardián Modesto González y la historiografía de la arqueología mexicana”, Complutum 30, núm. 1 (2019): 13–28. 9 José L. Lorenzo, “Notas sobre arqueología en México,” América Indígena 40, núm. 2 (1980): 381–392. 10 Oscar Moro Abadía, “Beyond Externalism. Exploring New Directions in the History of Archaeology”, Archaeological Dialogues 17, núm. 02 (2010): 215–236; Mónica Salas Landa, “(In)visible Ruins: The Politics of Monumental Reconstruction in Postrevolutionary Mexico”, Hispanic American Historical Review 97, núm. 1 (2018): 43–76.

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vida, García Payón «dejó indicaciones para que se devolvieran todos los bienes federales que estaban a su cuidado, llegando a contabilizarse hasta los clips empleados en el trabajo de oficina».11 Esta cita hace recordar que, aunque arqueólogos del INAH como García Payón se desempeñaron como investigadores, también fungieron como gestores y administradores del patrimonio cultural. A través de la correspondencia resguardada por el AGEV, se puede ver, por ejemplo, los esfuerzos de García Payón de solicitar fondos para su trabajo de investigación en El Tajín. A mi parecer, poco se ha tratado de este tema para la arqueología posrevolucionaria.12 Cabe preguntar si la imagen de una época dorada de la arqueología mexicana, también se aplicó al financiamiento para la arqueología y el manejo del patrimonio cultural, y si fue así, qué alcance territorial tenía. A través de los materiales que dejó García Payón, se pueden apreciar las dificultades que tuvo para obtener fondos. En el caso de El Tajín, sobresalen las aportaciones de PEMEX, que también tienen antecedentes en la 11 Fernando Winfield Capitaine, “José García Payón”, Extensión, núm. 39 (1991): 37. Quizá parece exagerado, pero las primeras entregas al INAH realizadas por Magdalena García viuda de García Payón incluyeron “1 engrapadora SKRE, sobre base de madera” y “1 engrapadora metálica marca MONARCH.” Véase AHI-INAH, Colección CNRH, Archivo de Concentración, c. 5, exp. 4, s/f: Acta de entrega. 12 Considero que este tema, lo que se podría llamar una historia institucional de la arqueología mexicana, está más desarrollado por estudios de la conformación de la disciplina durante la dictadura de Porfirio Díaz. Véase Mechthild Rutsch, Entre el campo y el gabinete: Nacionales y extranjeros en la profesionalización de la antropología mexicana (1877-1920) (INAH/UNAM-IIA, 2007); Christina Bueno, The Pursuit of Ruins: Archaeology, History, and the Making of Modern Mexico (Albuquerque: University of New Mexico Press, 2016).


colaboración con las compañías extranjeras y los arqueólogos nacionales que trabajaron en El Tajín durante la década de 1930.13 Por ejemplo, en correspondencia con Lic. Benito Coquet,14 comenta García Payón que «durante 1954 no recibimos ni un centavo de ayuda [del INAH]… La única cooperación que recibí fué el envío de un destartalado camión de volteo.»15 El arqueólogo hizo esfuerzos para solicitar fondos a Petróleos Mexicanos (PEMEX), que aportó $60.000 en 1954 y recibió los créditos correspondientes.16 En esta correspondencia, se aprecian los esfuerzos continuos para solicitar fondos cuando el INAH no los dio. Por ejemplo, en los años de 1954 y 1955, el INAH aportó $2,500 y $7,565 respectivamente; el informe sintético de García Payón deja abierta la posibilidad de que PEMEX aportara fondos en 1955 y 1956, no obstante, dicho apoyo no se dio.17 Sin embargo, PEMEX terminará apoyando de otras formas. En 1962, comenta García Payón que «por orden [del] Ing. [Jaime] Merino o bien del Ingeniero que entonces dirigía la cuestión de caminos, se comisionó en la zona arqueo13 Sam Holley-Kline, “Nationalist Archaeology and Foreign Oil Exploration in El Tajín, Mexico, 1935-1940”, Archaeological Dialogues 26, núm. 2 (2020). 14 Benito Coquet Lagunes (1912-1993) fue abogado quien se conoció por ser embajador a Cuba de 1947 a 1953 y director del IMSS de 1958 a 1964. En correspondencia con García Payón, aparece en cargos relacionados con la Presidencia de la República durante el sexenio de Adolfo Ruíz Cortines (1952-1958) y también como compadre. 15 AGEV-JGP, c. 23, exp. “Correspondencia García Payón-Benito Coquet,” s/f, JGP to Benito Coquet, 12/ Jan/1955. 16 José García Payón, Exploraciones en El Tajín. Temporadas 1953 y 1954 (Mexico, D.F.: INAH, 1955), 5-6. 17 AGEV-JGP, c. 28, exp. “Informes”, f. 6.

lógica de El Tajín a un Ingeniero Topógrafo para levantar el plano de la citada zona, hecho que no he podido desarrollar yo mismo por falta de elementos pecuniarios.»18 García Payón pide el plano citado, y aunque no se puede saber con certeza, resulta que entre los papeles de este, con fecha de 1952, sí existe un plano de la zona realizado por PEMEX.19 En términos infraestructurales, parece que también apoyó: entrevistados de la comunidad de El Tajín le atribuyen la construcción del portón verde que antes controló el acceso a la zona arqueológica y ahora guarda el camino de dicha zona a la comunidad de San Antonio Ojital. Así mismo, en 1974, donó el palo volador que antes estuvo al pie de la Pirámide de los Nichos.20 Mientras el carácter nacionalista de la arqueología mexicana posrevolucionaria ha sido bien desarrollado en la historiografía de la disciplina, sobre todo en términos de los usos ideológicos de zonas arqueológicas y símbolos prehispánicos, falta más investigación referente al área administrativa y financiera del desarrollo institucional de la arqueología después de la Revolución. Con este breve ejemplo de la participación de PEMEX en la administración del El Tajín quiero ilustrar el tipo de relación sobre la que se puede encontrar información en los materiales archivísticos, como los que resguarda el AGEV.

18 AGEV-JGP, c. 25, exp. 8 1962, s/f: José García Payón a Manuel Gutiérrez Katthain, 21/IX/1962. 19 AGEV-JGP, c. 20, exp. “Plano”. 20 AGEV-JGP, c. 7, exp. 1974, s/f: José García Payón a Francisco Mariel, 13/V/1974.

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Panorámica 3 del Tajín Ca. 1940. Fondo: García Payón. AGEV

El universo social de José García Payón El enfocar los esfuerzos de investigación arqueológica e histórica en García Payón, arriesga replicar un androcentrismo en la arqueología, donde la figura del arqueólogo masculino es protagonista único de la historia.21 No obstante, dado que los materiales archivísticos aquí citados son productos del arqueólogo mismo: ¿cómo se pueden aprovechar estos materiales personales para hacer una narrativa que no replique el protagonismo y el androcentrismo tan común? Un paso lógico sería expandir los límites de la investigación, para lo cual la Sección José García Payón, puede ser de mucha utilidad. 21 Desde hace tiempo se ha criticado este punto de vista en la arqueología; véase el trabajo pionero de Joan M Gero, “Socio-politics and the woman-at-home ideology”, American Antiquity 50, núm. 2 (1985): 342–350.

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Por ejemplo, se puede enfatizar el papel de Magdalena García Ramos, quien se casó con José García Payón en 1940. García Ramos había sido empleada de la Secretaría Particular del Primer Jefe Venustiano Carranza,22 y a pesar de no haber percibido salario del INAH, García Payón luego le describiría como “mi secretaria y mi memoria.”23 Sus contemporáneos, como Ignacio Marquina, reconocieron “la gran colaboración que [García Payón] siempre tuvo de su esposa.”24 Es probable que el signo de «rmmo» a pie de muchos de los 22 AGEV-JGP, c. 24., exp. 1952, José García Payón a Arturo Llorente González, 1/II/1954. 23 José García Payón y J. Omar Ruiz Gordillo, “José García Payón en Tajín”, Arqueología mexicana 1, núm. 5 (1993): 56. 24 Ignacio Marquina, Memorias (Ciudad de México: INAH, 1994), 111.


documentos que se encuentran en el AGEV sea huella de ella, cuyo legado documental es un poco más difícil de seguir. De la misma forma, existe correspondencia de García Payón que trata de asuntos particulares, incluso con compadres, estudiantes, amigos nacionales y extranjeros. Para la historia de la arqueología, se podría destacar su correspondencia con Teódulo González Méndez, quien fungió como encargado de El Tajín hasta 1964, y Pedro Pérez Bautista, encargado de 1964 hasta 1994.25 En dicha correspondencia, podemos encontrar claves que permiten entender el tipo de convivencia que llevó García Payón con su familia y sus conocidos en El Tajín. Más allá de la familia, y además de asuntos particulares, este tipo de correspondencia da una idea del universo social de la arqueología oficial mexicana. Las cajas 23-25, por ejemplo, contienen correspondencia de García Payón que data de la década de 1940 hasta la década de 1970. Existe correspondencia entre García Payón y sus colegas, que tratan de saludos, solicitudes de obras, y ofrecimientos de la suyas. Podemos vislumbrar figuras como Ignacio Marquina y Alfonso Caso (quienes fueron testigos al matrimonio civil de García Payón con Magdalena García Ramos en 194026), Eduardo Noguera, Carmen Cook de Leonard, Antonio Pompa y Pompa y Jaime Litvak, además de colegas norteamericanos como A.V. Kidder, Sylvanus Morley, J. Eric S. Thompson, Edwin Shook, James Griffin, Isabel T. Kelly, Matthew Stirling, y René Millón, entre otros. Este tipo

de correspondencia ayuda a repensar el concepto monolítico de la arqueología mexicana. En vez del esfuerzo del estado para apropiarse del pasado prehispánico, se podrían estudiar las redes horizontales y las relaciones verticales que trabajaron, poco a poco y con retrocesos importantes, para forjar la arqueología mexicana. De la misma forma, se podrían explorar las relaciones internaciones o el papel del estado afuera del INAH.27 El legado documental de José García Payón es amplio y disperso, pero la Sección José García Payón del Fondo Archivos Particulares del Archivo Histórico del AGEV tiene el potencial de ampliar nuestras ideas sobre el carácter de la arqueología posrevolucionaria mexicana. Para complementar los estudios que se enfocan en las aportaciones de arqueólogos como García Payón o sus contextos sociales y políticos, estos archivos apoyan en la construcción de una historia que va más allá de categorías como el nacionalismo y el personalismo.

25 Para la vida de Pedro Pérez, véase Daniel Nahmad Molinari, “El Tajín: una visión propia”, Ciencias, núm. 49 (1998): 4–9. 26 AGEV-JGP, c. 25, exp. 1965, s/f: Magdalena García Payón a Guillermo Bonfil Batalla, 15/I/1975.

27 Moro Abadía, “Beyond Externalism,” 227.

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