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¡Vean! ¡Está dando sus primeros pasos!
Un bebé ensaya sus primeros pasos alrededor de los 10 meses de edad, pero es posible que los pasos solo se tornen firmes a partir de los 18 meses. Esto depende de los avances realizados en la fase anterior, cuando el niño se atreve a gatear. Es una cuestión de coordinación y sincronía de muchos elementos neurológicos, musculares y psíquicos.
El 12 de noviembre la Provincia de América Latina cumplió su primer año de vida. Como organismo social y eclesial, la Provincia puede compararse a un niño, pero sólo en ciertos aspectos. Pues ella nació de un esfuerzo colectivo y como resultado de varios años de gestación. Además, nació con una serie de actividades y responsabilidades en marcha.
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En el desempeño de mi cargo de Superior Provincial, tuve la oportunidad de encontrarme con hermanos de casi todas las comunidades. Tanto en los encuentros interpersonales como en las reuniones y encuentros virtuales siempre resuenan varias preguntas: ¿Qué ha cambiado con la unificación? ¿Cuáles son los signos visibles de esta nueva realidad? ¿Cuándo daremos los primeros pasos? ¿Y cuándo veremos a la Provincia de América Latina dar pasos firmes?
Estoy convencido de que la nueva Provincia comenzó a moverse y a ubicarse en el espacio cuando cada uno de sus miembros decidió poner ante sus ojos, de manera imaginaria pero sincera, la amplia circunscripción que abarca: presencias del Sur al Norte de Chile, en la región metropolitana de Buenos Aires, en el Oriente boliviano, en las tres esquinas y en el corazón de Brasil, en el CentroNorte sufriente y pujante de Mozambique.
Los movimientos se vuelven más definidos y seguros cuando cada uno comienza a cuestionarse sobre su propia disposición y sus condiciones concretas para asumir un eventual oficio pastoral en uno de estos lugares, interactuando y conviviendo con cohermanos cuyos nombres apenas conocen. Incluso cuando la respuesta a la pregunta resonó responsable y sinceramente negativa, el pensamiento abarcó a toda la nueva Provincia.
Pero todos sabemos que la nueva Provincia tendrá un cuerpo, un rostro y una perspectiva clara y definida cuando cada miembro, independientemente de su edad y filiación canónica, busque con los ojos y con el corazón los nombres y rostros de los más de 130 miembros que la componen; cuando palabras como Patú, Hornopirén, José C. Paz, Namina, Itamaratí y tantas otras tengan el poder de hacer latir más rápido el corazón; cuando el proyecto estratégico de la provincia deje de ser un papel guardado en una estantería y tenga la fuerza de cuestionar, iluminar y estimular iniciativas; cuando las comunicaciones de la Provincia despiertan tanto interés como un mensaje de un familiar o una noticia sobre el Papa Francisco; cuando cada vez más cohermanos, mirando el mapa de América Latina y de África, se atreven a decir, con voz temblorosa por la conciencia de sus propios límites: “Aquí estoy, Señor: ¡envíame! ¡Tú eres mi fuerza!”
Una institución puede nacer por un simple acto formal y público de una autoridad, como el decreto del Superior General. Pero el nacimiento y desarrollo de una Provincia que quiera ser una sola familia reunida en una sola misión depende de los lazos que se crean con la decisión y el compromiso firme y constante de cada uno de sus miembros.
Pe. Itacir Brassiani, MSF Superior Provincial