Imogen Cunningham - revista La Fundación nº 21

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LA MUESTRA

Imogen 20

Flor de Magnolia, 1925.

Cunningham


«La fotografía para mí es tan maravillosa que, incluso hoy, es como si jamás hubiera visto una fotografía» Autora: Mónica Fuentes Santos Fotos: Imogen Cunningham Trust, Lopez Island, Washington. ©Imogen Cunningham Trust

FUNDACIÓN MAPFRE expone en su sala de AZCA (Madrid), hasta el 20 de enero, la retrospectiva de la fotógrafa norteamericana Imogen Cunningham (Portland, Oregón, 1883 – San Francisco, 1976), una pionera de la fotografía moderna. Imogen Cunningham tuvo una vida casi centenaria, marcada por los hechos históricos transcurridos en Estados Unidos en el tránsito del siglo XIX al XX y las innovaciones técnicas en el ámbito de la fotografía. Su trayectoria artística, influida por fotógrafos de su generación como Alfred Stieglitz o Edward Weston, sorprende tanto por su dilatada carrera, como por su inagotable anhelo de experimentación que manifiesta a través de variados motivos y técnicas. Cunningham estudió Química en la Universidad de Washington en Seattle. Compró su primera cámara en un curso por correspondencia y en 1906 comenzó a practicar en el campus de la universidad. Durante esos años trabajó en el estudio fotográfico de Edward S. Curtis, donde aprendió la técnica de la platinotipia y a retocar negativos. En 1910 recibió una beca para completar sus estudios en Dresde, bajo la tutela de Robert Luther, donde realizó un estudio comparativo entre los distintos métodos de la platinotipia. De regreso a Seattle, abrió un estudio fotográfico. Sus primeros retratos fueron encargos de personajes de la alta sociedad, lo que evidencia el prestigio que la artista se estaba forjando en la comunidad local. Al mismo tiempo estableció sólidos lazos con el mundo artístico de la época y, bajo la influencia de Gertrude Käsebier, creó la mayoría de sus exquisitas imágenes de estilo pictorialista.

En 1917, tras casarse con el artista y grabador Roi Partridge, se traslada a California, donde nacen sus tres hijos. A pesar de que la maternidad supuso una pausa temporal en su trabajo, Cunningham no dejó de fotografiar su entorno más cercano al mismo tiempo que se mantenía al tanto de las nuevas tendencias del arte y la fotografía a través de revistas como Camera Work o Vanity Fair. Siendo ya una retratista consumada, fotografió a artistas plásticos, bailarines, escritores y músicos entre los que figuran destacadas personalidades del pensamiento y la creación del siglo XX, como los fotógrafos Alfred Stieglitz, August Sander y Lisette Model, la bailarina y coreógrafa Martha Graham o la pintora Frida Kahlo. Esta muestra reúne dos centenares de fotografías –entre ellas, imágenes inéditas o raramente expuestas– que, procedentes principalmente de su propio legado, el Imogen Cunningham Trust, y de varios museos como la George Eastman House o el Seattle Art Museum, recorren las siete décadas de su dilatada trayectoria. La exposición, que arroja una nueva mirada sobre el conjunto de su obra, se ha dividido en cuatro secciones: Vida y arquitectura urbanas, Flores, paisajes, bodegones, El cuerpo y la danza y Retratos, que permiten conocer los diversos temas que captaron su atención y las distintas formas en que tomaron cuerpo en sus creaciones: inesperadas abstracciones de la luz, sombras y formas de la figura humana, «fotografías robadas» de la vida en la ciudad, revelaciones de la plasticidad de flores y plantas... Todo ello dominado por una visión cuyo foco es la belleza. 21


LA MUESTRA

Vida y arquitectura urbanas La adquisición de una cámara Rolleiflex y su primer encuentro con Lisette Model en 1946 despertaron en Imogen Cunningham el interés por la fotografía de calle. A la edad de 73 años, durante una estancia en Nueva York, se lanzó a observar la ciudad a través del visor de su cámara para crear un nuevo estilo que ella misma definió como «fotografías robadas». Ya fuera con un enfoque documental –como en Vendedor de periódicos, de 1939– o en composiciones de signo surrealista –como The Box, de 1968–, su atrac-

Depósito de Shredded Wheat, 1928. 22

ción por la expresividad de los rostros y los gestos se convirtió en un componente natural de su fotografía de calle. Asimismo, impulsada por su visión crítica del urbanismo y por su fascinación por la forma, Cunningham se centró con frecuencia en motivos arquitectónicos. Creó composiciones con encuadres muy recortados o formas contrastadas de luces y sombras, como Deconstrucción urbana, Nueva York, de 1956. La modernidad de su mirada resulta especialmente evidente en las fotografías de la fábrica Shredded Wheat que tomó en 1928.

Vendedor de periódicos, 1939.


Cinco huevos, 1951.

Flores, paisajes, bodegones Fuese cual fuese el tema, Imogen Cunningham prefería trabajar al aire libre y valerse de la luz natural. Con fotografía o sin ella, sus jardines eran la prolongación de su universo imaginario, y su afición a la botánica le llevó a utilizar con frecuencia los nombres científicos de las plantas para titular sus fotografías. El clima de Bay Area le brindaba, además, un amplio abanico de temas vegetales. Cactus y jardín de suculentas fue tomada en su casa de Harbor View, en Oakland, antes de 1946, y El jardín de Imogen, de 1971, nos da una idea de cómo y dónde trabajaba. La captación de los motivos florales reduciendo la naturaleza a sus formas y estructuras simples e inten-

sificando la atención al detalle supuso en Cunningham la aparición de su visión claramente moderna; fue su serie Pflanzenformen la que le granjeó un primer reconocimiento internacional en la exposición Film und Foto de la Werkbund de Stuttgart, en 1929. En sus bodegones, junto a los numerosos útiles de cocina, encontramos a menudo muñecas o partes de ellas. Se trata de las muñecas alemanas que compró en su primer viaje a Europa, realizado en 1909-1910, inicialmente utilizadas como elementos de atrezo para sus retratos infantiles y más tarde integradas en algunas de sus composiciones, incluso en sus últimos años en exposiciones múltiples de carácter surreal. 23


LA MUESTRA

El cuerpo y la danza El cuerpo humano estuvo presente en la producción de Imogen Cunningham desde sus inicios y continuó siendo un tema esencial a lo largo de toda su trayectoria. En un gesto excepcional para la época, se fotografió desnuda al aire libre, tendida sobre la hierba, en su Autorretrato de 1906. Su hermana Paula posó para sus retratos de desnudo, y amigos artistas como John Butler o su marido, Roi Partridge, fueron los primeros modelos para sus audaces desnudos masculinos. Triángulos, de 1928, de marcado carácter atemporal, ejemplifica los rasgos únicos que impregnan de modernidad su obra: los detalles escultóricos del cuerpo y las formas sensuales anónimas definidas por la iluminación y la composición.

A la época en que empezó a fotografiar bailarines, cuando su marido impartía clases en el Mills College de Oakland, pertenecen Bailarinas de Adolph Bolm, de 1921, que fue tomada en el parque del Palace of Fine Arts de San Francisco, y Tres bailarinas, Mills College, de 1929. En algunas fotografías recurre a la técnica experimental de exposición múltiple, como las dedicadas a José Limón o Merce Cunningham. En 1931, Cunningham captó un total de noventa imágenes de la nueva estrella de la danza moderna, Mar tha Graham: una toma espectacular tras otra en una serie que fue determinante para el inicio de la colaboración de la fotógrafa con la revista Vanity Fair.

Tres bailarinas, Mills College, 1929. 24


Desnudo, 1939. 25


LA MUESTRA

lene Mayer, la modelo Phoenix o la ar tista Ruth Asawa. Entre 1933 y 1936 retrató para la revista Vanity Fair a estrellas de Hollywood como Cary Grant y a personalidades políticas como el expresidente Herbert Hoover. A la edad de 92 años comenzó su último e inacabado proyecto: una excepcional serie de fotografías de ancianos que se publicó con el título de After Ninety en 1977, un año después de su muerte.

Helene Mayer, esgrimidora, 1935.

Retratos A Imogen Cunningham se le reconoce haber desarrollado el estilo ambiental relajado en la creación de retratos. Sentía fascinación por lo que hace única a cada persona y por el hecho de que un mismo sujeto sea diferente en cada momento. Sus amigos, familiares y algunos artistas protagonizaron los mejores posados de su trayectoria. A lo largo de su vida fueron muchas las personas a las que fotografió en más de una ocasión, a veces con intervalos de varias décadas. En este sentido, a las personas de su entorno más próximo se sumaron más tarde el pintor Morris Graves, la campeona de esgrima He26

Frida Kahlo Rivera, pintora y esposa de Diego Rivera, 1931.


VALORACIÓN

Una nueva visión de Cunningham CELINA LUNSFORD Directora Artística del Fotografie Forum de Frankfurt y comisaria independiente.

La fotografía Man with Raccoon [Hombre con mapache, ca. 1967] fue el catalizador que me incitó a observar la obra de Imogen Cunningham desde una perspectiva nueva. Me quedé pasmada con su mensaje: la vida se repite pero interpretamos las cosas a través de la mirada del tiempo. Incluso a los 83 años, cuando hizo esta fotografía, Cunningham sintonizaba con una perspectiva joven. Se trata de una superposición de dos negativos fracturada, imperfecta –hasta puede que fuese un error–; pero tiene la composición dinámica de los retratos abstractos que había hecho en décadas anteriores. Su encuadre ilustra con claridad sus cualidades innatas para experimentar y no solo para documentar los temas. Los retratos de calle que hizo en esa época eran interacciones entre la propia presencia física de su vejez y la juventud de la calle. Veo en esta imagen una tríada de gestos de su propia juventud, la de sus tres hijos y la de sus nietos. Examinar la obra de Imogen Cunningham para esta exposición y su catálogo ha sido uno de los proyectos más difíciles con los que me he encontrado en mi carrera como comisaria. La primera vez que lo hice fue hace 20 años, y para mí era muy importante no repetirme ni repetir el trabajo de mis predecesores. A través de la selección de fotografías que he realizado, quiero ayudar al público a comprender su manera de trabajar. Me ha parecido importante abarcar todas las décadas de su obra y todos los géneros artísticos: tanto el retrato como el bodegón, el cuerpo, la naturaleza, la calle y la arquitectura. En cada una de estas categorías, la selección va a sorprender tanto al público conocedor de su legado como al espectador que lo desconoce. He querido reunir aquí una selección pensando en la actual generación de fotógrafos. Cuando Cunningham empezó a experimentar con la doble exposición, el positivado de negativos superpuestos o las copias por contacto, obtuvo resultados visionarios. Reveló la complejidad de su propia psique bajo el impulso de una sed experimental que le permitía dar rienda suelta a su percepción interior. Nunca aplicó en el arte el pragmatismo con el que vivió su frugal vida cotidiana. El mun-

do que la rodeaba siguió siendo su inspiración al margen de toda regla. Vivió numerosos movimientos artísticos contemporáneos, desde el pictorialismo, el modernismo y el realismo hasta el posmodernismo, el expresionismo abstracto y el arte pop, y permaneció activa desde 1906 hasta 1976. Como pensadora moderna, fue muy consciente de sí misma y de sus necesidades intelectuales, ya se tratase del análisis crítico o de la expresión a través de la fotografía. Sus primeras imágenes me fascinaron por lo ambiciosa y decidida que fue. Inspeccionando varios «álbumes familiares», tuve acceso a situaciones de la vida de Cunningham que raramente se ha considerado exponer en público. Las escenas cotidianas de su vida de estudiante, su maternidad y su vejez ofrecen al espectador una mirada íntima. Cuando estudiaba química, se fotografió desnuda en el campus de la Universidad de Washington en 1906. Era audaz y exótica solo por el hecho de estar seriamente interesada en la fotografía, una situación en la que los jóvenes artistas o fotógrafos de hoy deberían ahondar. El espectador tipo actual ve la mayor parte de las fotografías a través de una pantalla o en libros. He elegido ordenar la obra por géneros para resaltar la versatilidad de Cunningham sin saturar al espectador con ella. Llega un momento en que, tras visionar miles de imágenes, hay que decidir qué camino tomar. No se trata solo de mostrar las poco comunes, sino de crear diálogos visuales nuevos con obras conocidas. y

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