3 minute read
QUERIDO QUETZALCÓATL
QUERIDO QUETZALCÓATL, ESTE AÑO ME PORTE MUY BIEN POR ESO QUIERO PEDIRTE….
Por: Dr. Ricardo Damián García Santillán
Advertisement
Quetzalcóatl era una deidad prehispánica pacífica, a la que se le rendía culto por su representación de civilización y bienestar por lo que fue elegida para sustituir a Santa Claus, los Reyes Magos o el Niño Dios en la navidad de 1930, esto a través de un decreto nacionalista impulsado por el presidente Pascual Ortiz Rubio vía la SEP.
A partir de aquí historia pura… El 23 de diciembre de 1930, las calles de la colonia Roma, en el entonces Distrito Federal, que desembocaban en el Estadio Nacional vieron desfilar cientos de niños que se dirigían a su cita con una nueva tradición la entrega de regalos navideños por parte del dios azteca Quetzalcóatl.
Claro que este ente no podía ser representado con su forma tradicional de serpiente emplumada, por lo que se decidió que por decreto ahora luciría como un hombre barbado y de cabello cano (Si, más o menos un santa Claus) que rodeado de centelleantes árboles ornamentales atiborrados de esferas (Si, más o menos un árbol de navidad) y de un numeroso séquito de indígenas ataviado a la usanza de los antiguos ritos aztecas, daría palmadas en la espalda de los niños y abrazaría a otros que subieran a una pirámide para recibir de sus manos el anhelado obsequio.
La primera dama, Josefina Ortiz, también fue una de las encargadas de repartir juguetes y dulces a los niños pobres que acudieron al espectáculo, que contó con la asistencia de cerca de 15 mil personas, incluidos
diplomáticos extranjeros. El lugar elegido para montar esta escenificación fue el estadio nacional que contaba con capacidad para 60 mil asistentes. El interés del presidente Pascual Ortiz Rubio era que los niños del país arraigaran el amor a su patria al adoptar como máxima imagen de estas fiestas a Quetzalcóatl en lugar de Santa Claus o los Reyes Magos, aunque estos también estuvieron presentes en el evento con un lugar secundario, Todo esto ocurría en un momento en que el fervor nacionalista, que a fuerza de políticas sociales y culturales, o de la imposición de nuevos ritos, íconos o invenciones, era promovido por el Estado desde la Secretaría de Educación Pública.
Esta ocurrencia no pasó desapercibida por la prensa que más que apoyarla se dedicó a criticarla por ejemplo Rubén M. Campos de El Universal, plasmaba a un arqueólogo, quien decía que “Quetzalcóatl es personaje extranjero y que no debe ser sustituido en el cariño infantil hacia los tres Reyes Magos”, esto basado en la leyenda de que el dios mexica “era el apóstol Santo Tomás, que había sido destacado para la futura América a fin de que viniese a predicar la doctrina de Cristo”.
Para la iglesia católica tampoco fue agradable, expresaban que Quetzalcóatl nada tenía que ver con San Nicoles o sea Santa Claus, y que de esa mezcla solo resultaría un extraño híbrido que la mayoría no iba a aceptar; o hasta la duda de si sería el dios mexica el que se pondría en el pesebre de Belén y se le rezaría en náhuatl.
La mercadotecnia también se vio favorecida con el tema, algunas marcas como General Electric se publicitaban con un eslogan como este: “De los Magos, de Santa Claus o de Quetzalcóatl, no puede haber obsequio como este” haciendo mención de sus refrigeradores en un anuncio publicado en El Universal. En materia educativa y gubernamental, se envió una circular en la que se divulgó la leyenda del dios mesoamericano para que toda la burocracia del momento entendiera el contexto de la celebración decembrina.
De igual manera la Lotería Nacional, imprimió un billete de Quetzalcóatl para llevar a cabo su magno sorteo navideño.
A pesar de todos estos actos el siguiente año no se repitió la celebración con el dios mesoamericano como protagonista y todo quedo en anécdota.