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MÁS ALLÁ DE LA CONSTRUCCIÓN

“En España ya no había rey, se fue a su casa de Francia, pero si bien regresó, volvió al trono como un déspota contaminado de irreligiosidad”. Después se le siguió el juicio eclesiástico, donde fue acusado de violar el celibato al tener 3 hijos ilegítimos, de no hacer caso de las excomuniones levantadas en su contra por el obispo michoacano Manuel Abad y Queipo.

Su degradación religiosa se llevó a cabo el 27 de noviembre de 1815, y fue en audiencia pública.

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El 24 de noviembre, los obispos de Puebla, Durango y Oaxaca, fueron recibidos en una entrevista privada por Calleja, a quien le pidieron no aplicar la pena de muerte a Morelos. Solicitó ese mismo día a Morelos información acerca del ejército insurgente para mostrar su buena voluntad.

La tarde del 27 de noviembre, en la Capilla del Santo Oficio, actual Escuela de Medicina, Morelos fue conducida a degradación pública, oficiada por el Inquisidor General Antonio Bergoza y Jordán. Morelos vestía una sotana amarilla de menor talla que, según Lucas Alamán, quien presenció la escena, “le hacía ver afeminado”. Bergoza pronunció en latín las palabras de la degradación, cuya traducción al idioma español, sería “Apartamos de ti la facultad de ofrecer el sacrificio a Dios, y de celebrar la misa. Con esta raspadura (le tallaron las palmas de las manos hasta sangrar), te quitamos la potestad, que habías recibido en la unción de las manos. Te despojamos con razón del vestido sacerdotal. Te privamos del orden levítico, porque no cumpliste tu ministerio dentro de él. Como hijo ingrato, te echamos de la herencia del señor”. Las crónicas de aquellos años mencionan que tanto Morelos como Bergoza, su inquisidor, derramaron lágrimas por tan terrible acontecimiento.

La Inquisición siguió un proceso a Morelos desde el 29 de noviembre. Los principales argumentos usados por los inquisidores fueron sofismas, pero el más usado fue la firma de la Constitución de Apatzingán, que había sido condenada en Roma por Pío VII, y se acusó de contener ideas contrarias a la fe católica. De acuerdo con la declaración de Calleja ante el rey en 1822, el principal motivo del juicio inquisitorial a Morelos fue desprestigiar ante la población pues se le acusaba de mal católico y mal ciudadano.

Su ejecución

El arzobispo Pedro de Fonte redactó el acta que Morelos debía firmar para que se le concediera el perdón del gobierno. A pesar de que Morelos reconoció no haber caído en ninguna herejía, la Inquisición le declaró hereje el día de su degradación y le condenó a reclusión perpetua en un convento africano.

De acuerdo con las autoridades virreinales, Fonte visitó a Morelos para exigir la firma de su retractación, que comenzó a circular el 10 de diciembre. Y el día 12 de diciembre, Calleja recibió una carta de Morelos indicando estrategias y lugares clave para el Ejército Insurgente, así como un plan para pacificar el Virreinato.

A pesar de la colaboración del cura de Valladolid, la madrugada del 21 de diciembre, Calleja reculó y dictó la sentencia de muerte para Morelos. El coronel De la Concha, su captor, fue el encargado de ir a la prisión y leer la sentencia a Morelos, quien la escuchó de rodillas, curiosamente, hacía 18 años, en esa misma fecha y también de rodillas José María Morelos y Pavón era ordenado sacerdote.

El 22 de diciembre de 1815 a las 4 de la tarde en Ecatepec se cumplió la sentencia. El único bene- ficio que recibió fue el de recibir cristiana sepultura, es decir, que su cuerpo no fuera desmembrado y exhibido.

Tras su muerte la lucha entró en el silencio, pero sus ideales de armonía, libertad e igualdad siguen siendo, los sentimientos de la nación.

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