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El Elogio de la Sombra
Hace unos días en una discusión con unos amigos/ clientes con los cuales estamos llevando un proceso bastante interesante de trabajo colaborativo y dialógico para el diseño de su casa, hablábamos acerca de lo que ellos consideran una necesidad imperante en algunos espacios de su vivienda y es la luz artificial suficiente para tener todo el espacio iluminado en la cochera, el acceso, la cocina etc., con la idea de tener un “control” visual total de lo que ahí suceda y las actividades propias de cada uno de esos espacios, vinieron a nuestra conversación aspectos que han sido una gran influencia de enten- dimiento del espacio y como hay ocasiones en que no es necesario ese control lumínico y menos de forma artificial.
En los pocos textos de las conversaciones o planteamientos del gran Luis Barragán hace una crítica directa a la arquitectura moderna y de estilo internacional y su afán por colocar en todas partes grandes ventanales de cristal, provocando aperturas totales al exterior sin una intención clara más que dejar pasar la luz, aun cuando esta no es lo más conveniente en los espacios interiores y en estos el reflejo o la vista no es en todos los casos lo agradable o apacible que pudiera ser para la vivencia desde ese interior.
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En nuestra cultura occidental esta priorizado el uso de la luz, como un aliado en la búsqueda de la belleza, entendemos incluso la arquitectura como el juego de luces o la proyección de estas en los elementos delimitantes de los espacios, aunque tenemos grandes expresiones de un manejo excepcional de la atenuación de la luz, como podría ser el claro ejemplo de la casa-estudio de Luis Barragán edificada en 1948 en el barrio de Tacubaya en la Ciudad de México, que crea una atmosfera única, ejemplo de Arquitectura mundialmente estudiada y reconocida en donde no existe una sola salida de luz artificial en los plafones, todo lo hace a través de luz indirecta, proyectada o reflejada en los muros y plafones, algunos bañados de color, y la luz natural que penetra en el espacio es de una poética espacial tan cuidada que provoca esa sensación de espacio tan extraordinario.
Hablando de la luz y arquitectura, hace un par de años, cuando habíamos terminado en Arkylab de hacer una obra que nos gustó mucho, invitamos a uno de los fotógrafos de arquitectura que entre otros consideramos más talentosos, Yoshihiro Koitani, y en la sesión de dicha obra, al cuestionarlo acerca de si debíamos para una parte de la sesión encender las luces, me miro un poco extrañado, me sentí regañado, quizá evidenciando mi ignorancia, después de explicarme la importancia de no hacerlo para lograr que el espacio tuviera por sí mismo su propia manifestación a través de la luz natural y por supuesto de las sombras y los diferentes niveles de estas que podría captar con su lente, me recomendó leer un pequeño libro que considero ahora básico para cualquier interesado en la arquitectura y que me dejo de manera muy clara este concepto del manejo de las sombras.
En la cultura oriental, a diferencia de la occidental, sobre todo en la japonesa existe una forma de entender el espacio a través de ese juego de claroscuros, quizá de ahí el gran interés de los arquitectos japoneses en la obra de Barragán, para la cultura Japonesa, y su búsqueda de la estética tradicional lo esencial es “captar el enigma de las sombras, lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producidos por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra”. (1)
En 1933, Junichiro Tanizaki (Tokio, 1886-1965) Uno de los principales exponentes de la literatura japonesa del siglo XX, escribió un ensayo sobre la importancia de este tema en su cultura, EL ELOGIO DE LA SOMBRA, es una obra que muestra de una manera sencilla y magistral a través de diversos ejemplos, que van desde la explicación de las lacas utilizadas en la cerámica japonesa, como de los trajes en los teatros, y por supuesto en los espacios domésticos de la vida cotidiana oriental, en donde la belleza en la esencia de la atmósfera a través de la sustancia de la sombra se logra de manera casi metafísica.
Entendimos entonces, que la búsqueda en la Arquitectura de la riqueza espacial y su trascendencia no está solo en la luz, sino en la importancia del manejo de sus sombras.