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CONSTRUYENDO OPINIÓN

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Tla que pa que

Tla que pa que

Continuamente nos enfrentamos a calles y espacios públicos inaccesibles, descuidados e inseguros, producto de un crecimiento acelerado y muchas veces no planeado. ¿Cuántas veces no hemos visto una simple rampa que debería garantizar accesibilidad, incumplir con los estándares mínimos funcionales? O ¿Cuántos espacios públicos hay sin alumbrado, sin sombra?

Al momento de preguntar a las personas que tan inseguro es el ámbito urbano en trayectos diarios, hombres y mujeres alzan la mano por igual. En México este es un problema que trasciende el género. Es en el momento de entrar a detalle cuando ellas destacan la inquietud de no sólo ser asaltadas, sino también secuestradas o acosadas por al- gún hombre. Para ellos el acoso tiene otra connotación: argumentan sentirse intranquilos en el espacio público debido a posibles falsas implicaciones relacionadas con acoso hechas por mujeres. Reconocer, aceptar, ver y saber tratar estas diferencias es esencial si queremos que mujeres y hombres se expresen libremente y sin miedo en el espacio público.

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Con la premisa la inseguridad asecha a la vuelta de la esquina, muchas mujeres diariamente se preguntan si llegaran de nuevo a casa o no. Esta ansiedad que tan peligrosamente hemos normalizado se incrusta en nuestros pensamientos y no nos deja ser libres en un espacio que por derecho es nuestro, que es de todos aquellos quienes habitamos en las urbes. Una vez que alguien es agredido en el espacio públi- co, este deja de ser seguro en nuestra mente, se convierte en el espacio que buscamos evitar a toda costa, aunque la realidad no sea tan absoluta. Una vez que eso pasa no es sencillo ni rápido recuperarse del suceso. El lugar que era nuestro pasa a ser un espacio al que tememos, un lugar en el cual no queremos estar. El espacio público no puede seguir teniendo esta connotación en pleno siglo XXI.

A finales de los años sesenta Henri Lefebvre publica el derecho a la ciudad. Incita a todos aquellos habitantes de territorios urbanos a involucrarnos en las decisiones para intervenir los espacios urbanos. Las ciudades y los espacios públicos son de carácter colectivo y social; por lo tanto, se debe “construir la ciudad por parte de quienes la habitan” (Filosofía&Co, 2021).

Muchas de las intervenciones que realizamos hoy en día llevan este lema implícito en la idea, sin embargo, la realidad es otra, como actores del medio urbano muchas veces no incluimos a aquellos para quienes está dirigida la intervención, y por otra parte la ciudadanía vive argumentando falta de tiempo e interés a pesar de no involucrarse en construir una ciudad de todos y para todos.

¿El resultado? Calles y espacios en los cuales, especialmente las mujeres, se sienten inseguras y que no son tomadas en cuenta.

Debemos considerar al espacio público como el medio urbano que todos y todas compartimos, como un recurso dinámico que crece y cambia con nosotros y para nosotros, el cual profesa una influencia a lo largo de nuestras vidas, nuestra historia, tanto individual como colectiva, y que a su vez es diariamente fabricado, construido y deconstruido por la acción humana. El espacio influye en nosotros, en nuestro comportamiento, actividades y emociones diarias, de la misma manera nosotros tenemos el poder de configurarlo de vuelta con los mismos componentes. Entonces, si partimos que el espacio es de todas y todos, ¿porque en México muchas veces los nuevos espacios públicos no reflejan este fenómeno? En nuestro país “el desafío consiste en construir un espacio sin género ni orden patriarcal” (Montaner & Muxí, 2016, p. 198). Esto es buscar construir espacios libres, espacios que dejen ver las diferencias entre unos y otros, espacios humanos de todas y todos. Construir a partir de las experiencias individuales y colectivas donde todas y todos participan equitativa y justamente. Como sociedad debemos involucrarnos en la toma de decisiones y como actores del medio urbano tenemos que escuchar todas las inquietudes, nunca generalizar.

Nuestra dinámica urbana ha cambiado, las ciudades son organismos que evolucionan, y sus espacios nunca estarán terminados debido a que se construyen y deconstruyen todos los días, tanto física como idealmente. Si en tiempos no tan lejanos las calles, lo urbano le correspondía al hombre, mientras la mujer era espectadora del espacio público desde el interior de la casa, actualmente eso ha cambiado. Las aceras, calles y demás espacios públicos los moldeamos y nos pertenecen a todos. Nuestras ciudades deben reflejar y celebrar nuestras diferencias, nuestra humanidad. Esto detona oportunidades infinitas para intervenir el ámbito público de nuestras ciudades de manera verdaderamente inclusiva.

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