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Arquitectura: ¿Cómo era en el El Porfiriato?
EL PORFIRIATO
¿CÓMO ERA SU ARQUITECTURA?
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a arquitectura durante el porfiriato tuvo una gran influencia francesa, aunque es considerada ecléctica, es decir, recupera varios estilos: las corrientes de las escuelas de bellas artes europeas, el art nouveau, elementos prehispánicos. Estos últimos se incorporaron a la arquitectura como una moda debido a los importantes hallazgos que realizó el arqueólogo Leopoldo Batres, sobre todo en Teotihuacán. Los motivos prehispánicos pronto fueron utilizados en la construcción de los pabellones mexicanos que participaban en las exposiciones internacionales.
El desarrollo de la arquitectura abarcó dos corrientes, los últimos años del romanticismo que se reflejaba también en otras artes, y el modernismo. El mayor ejemplo de la arquitectura del régimen fue la transformación de la ciudad de México. El gobierno y la oligarquía porfirista apostaron por una arquitectura monumental que era posible ver en las casas particulares, grandes comercios, cafés, edificios públicos y en los teatros.
La ciudad transformó su paisaje urbano en torno al desarrollo de una serie de colonias donde se edificaron importantes mansiones: Santa María la Ribera, la Guerrero -en la cual se proyectó el Panteón Nacional, aunque nunca se llevó a cabo-, la San Rafael, la Cuauhtémoc -paralela al paseo de la Reforma-, la Juárez, la Roma y la Condesa. Fue el tiempo de los boulevares, con amplios camellones y vistosas arboledas. Era el reflejo de la modernidad europea en la ciudad de México.
Al igual que en otros ámbitos -economía, empresas, inversionistas- a México llegaron arquitectos de distintas nacionalidades, franceses, belgas, italianos, ingleses y estadounidenses. Entre los más destacados se encuentran Adamo Boari, Emile Bernard, Maxime Roisin, Silvio Contri, Ernest Brunel. También hubo arquitectos mexicanos, la mayoría de ellos se había formado en el extranjero, o fueron discípulos de los extranjeros en la Academia de San Carlos: Manuel Ortiz Monasterio, Bernardo Calderón, Ignacio Marquina, Federico Mariscal. Los más destacados sin duda fueron Antonio Rivas Mercado y Emilio Dondé.
Las obras más representativas del periodo son la Casa Boker (1898) y la Mutua (1900) de los arquitectos Lemos y Cordes; el edificio de la Secretaría de Comunicaciones (1906) de Silvio Contri, edificado en el predio donde se encontraba el antiguo Hospital de San Andrés frente al Palacio de Minería; el nuevo teatro Nacional (Palacio de Bellas Artes, 1902-1934) iniciado por Adamo Boari aunque su construcción se extendió hasta los años treinta por la revolución mexicana y fue concluido por Federico Mariscal; también de Boari, el Palacio Postal (1907); el templo de San Felipe de Jesús (1897) obra de Emilio Dondé;
la Cámara de Diputados de Donceles (hoy Asamblea de Representantes, 1911) del arquitecto Mauricio Campos; el templo del Buen Tono del ingeniero Miguel Ángel de Quevedo; la columna de la independencia de Antonio Rivas Mercado (1910) y la estructura inconclusa del Palacio Legislativo del arquitecto Emile Bernard (hoy monumento a la Revolución).