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dR. MaRTÍN aNdRadE

Cundo el gobernador Rodolfo Landeros promovió la construcción del nuevo aeropuerto, decidió que el predio del antiguo aeropuerto que existía en Aguascalientes, se aprovechara para un desarrollo especial. La macro manzana donde se encontraba, abarcaba una superficie que actualmente contiene varios desarrollos. Ahí se encuentran ahora las instalaciones del INEGI, algunas construcciones privadas y grandes edificios públicos como el Teatro Aguascalientes o el Museo Descubre, pero sobre todo el enorme Parque Héroes Mexicanos.

l parque en sí ocupa la mayor superficie del predio. El gobernador Landeros decidió aprovecharla para realizar el primer gran parque urbano en Aguascalientes. Para ello contactó para su diseño al reconocido arquitecto paisajista Mario Schjetnan, un arquitecto egresado de la UNAM, cuyo padre lo introdujo al paisajismo. Obtuvo la Maestría en Arquitectura de Paisaje enfocada al Diseño Urbano en la Universidad de California en Berkeley, posteriormente fue becado a la Universidad de Harvard. A su regreso a México fue director de Diseño urbano y Vivienda en el INFONAVIT y en 1977 fundó el Grupo de Diseño Urbano junto con José Luis Pérez Maldonado, y a partir de entonces desarrollaron múltiples proyectos urbanos.

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Seguramente que el gobernador Lande-

ros, tuvo conocimiento de él desde la etapa en que ambos trabajaban en el gobierno del presidente López Portillo, el primero en el área de comunicación y el segundo en el INFONAVIT. De ahí que decidiera invitar al arquitecto paisajista para aprovechar el terreno del antiguo aeropuerto. Mario para entonces había desarrollado algunos parques urbanos en diferentes lugares del país y un proyecto paisajístico era una solución rápida para ocupar la totalidad del terreno en referencia. El terreno donde se desarrolló comprendía una superficie de 100 hectáreas, aunque se dejó una reserva para otros proyectos entre ellos el Teatro Aguascalientes, por lo que el Parque Héroes Mexicanos ocupó 86 hectáreas. De cualquier manera, era un terreno macro que la ciudad nunca había tenido para disponer libremente de él.

Schjetnan diseño un excelente conjunto paisajístico convirtiéndolo en el gran pulmón de la ciudad. El pequeño aeropuerto que existía en la ciudad tenía una pista y había que aprovecharla de alguna manera, el paisajista aprovechó la carpeta asfaltada para algunas canchas deportivas. Pero el lugar era inhóspito y no se vería el resultado de la inversión realizada hasta años después cuando crecieran los árboles plantados, para ello propuso una ingeniosa muralla al lado de la pista conformada por un gran talud de tierra cubierto por elementos vegetales para que contuviera las vistas y darle al parque cierto aislamiento urbano; el resultado fue muy afortunado.

Además, en el corazón del parque, conformó un cuerpo de agua de forma orgánica que sirve para contener el agua necesaria para el riego. El suministro de dicho aguaje provenía de una presa citadina. El parque se convirtió en un exitoso hito urbano, donde las familias de Aguascalientes y de los derredores ocurrían por multitudes, especialmente los fines de semana.

Luego de un sexenio los árboles habían crecido por lo que su fisonomía ya era notable. Menciono este antecedente porque eso determinó que durante el gobierno del Lic. Otto Granados se construyeran dos sendos parques más, especialmente en el primer trienio (1992-1995). Resulta que el nuevo presidente municipal Lic. Fernando Gómez Esparza había sido el director de Obras Públicas cuando se construyó el Parque Héroes Mexicanos, por lo cual tuvo mucho contacto con Mario Schjetnan y fue entonces que surgió la idea de hacer en las inmediaciones de la Presa de Los Gringos al norponiente de la ciudad, el parque que luego se llamaría Parque México, con el propósito de dotar de dicho equipamiento a una de las

“El gobernador Landeros decidió aprovecharla para realizar el primer gran parque urbano en Aguascalientes. Para ello contactó para su diseño al reconocido arquitecto paisajista Mario Schjetnan, un arquitecto egresado de la UNAM”

zonas más pobres de la ciudad y aledaña a los basureros del suburbio. El beneficio social fue inmenso y la idea prosperó no solo para el Municipio, sino que también fue replicada por el Gobierno del estado, por lo que el gobernador dispuso que también en la antigua presa urbana del El Cedazo se desarrollara otro parque.

Coincidentemente por esas fechas yo había invitado a Mario Schjetnan para que diera una conferencia en la universidad para los estudiantes de urbanismo. Mario aceptó encantado, así que me toco atenderlo personalmente por lo que de inmediato se generó una empatía mutua. El licenciado Gómez estaba buscándolo entonces para el proyecto mencionado, así que acompañé al arquitecto a su entrevista con el presidente municipal. A partir de ese momento Mario tuvo que seguir viniendo a Aguascalientes, porque, casi de inmediato se le solicitó el proyecto para el parque El Cedazo que haría el Gobierno del Estado. Por lo cual me pidió que lo acompañara en sus múltiples visitas a Aguascalientes para hacer las gestiones necesarias de dichos proyectos. Mario y yo platicábamos largo y tendido de las coincidencias profesionales que teníamos y él por su parte necesitaba

abrir una oficina temporal de su despacho en Aguascalientes, tanto para elaborar y/o afinar algunos planos y proyectos parciales de los parques, como para presentar y recibir cotidianamente documentos y presupuestos, así que optó mejor asociarse conmigo para facilitar y hacer más expéditos los trámites y proyectos para los gobiernos estatal y municipal. Fue una experiencia facilitadora para Mario y enriquecedora para mí, ya que el en ese entonces había recibido la invitación para dar un curso de diseño urbano en Harvard, situación por la que cada quince días tenía que asistir a los Estados Unidos.

Por otra parte, yo era el decano del Centro Tecnológico en la UAA y acababa de fundar la Maestría en Diseño Urbano, así que aproveché las visitas quincenales de Mario Schjetnan a Aguascalientes, para que también diera clase en la materia de Arquitectura de Paisaje en la maestría. Situación sumamente afortunada, ya que un fin de semana estaba con nosotros y el otro en Harvard. En cuanto a nuestra sociedad, yo viajaba la semana que él no venía, para juntos proyectar y hacer gestiones en su despacho de México, siempre antes del fin de semana, para que él pudiera irse a Harvard. En los tres años que duró la sociedad se generó una amistad entrañable que luego se prologó en la etapa de difusión y publicación de los proyectos.

Pero sobre todo han quedado los parques como testimonio de aquellos días. El Parque el Cedazo se desarrolló en torno a la presa del mismo nombre en una superficie de 40 hectáreas ahí se desarrollaron algunos edificios como el pequeño centro cultural con el objeto de que los vecinos también aprovecharan dicho equipamiento. El conjunto comprendía además de las naturales áreas verdes, algunas canchas deportivas (solo como complemento lúdico, no como campo deportivo), algunos Talleres para actividades culturales y una zona de eventos y espectáculos. Un llamativo embarcadero servía para las actividades acuáticas en el cuerpo de agua. Cabe mencionar que se construyó una planta tratadora de aguas en un lateral del parque. Actualmente el parque se ha transformado en la llamada Casa del Adolecente y aunque su función es ambigua, sigue siendo un gran pulmón verde de esa zona tan poblada de la ciudad.

Por su parte el Parque México, con características semejantes al anterior, benefició indudablemente a esa zona de la ciudad. El parque se desarrolló en una superficie de 20 hectáreas cuya principal superficie la ocupa el cuerpo de agua de la presa. Aunque quizás se encuentra un tanto olvidado por los ciudadanos, pero nunca por los vecinos del lugar quienes han mejorado su calidad de vida sustantivamente, es el parque con más alto beneficio social.

Loa parques se han publicado en una decena de libros y revistas y han recibido algunos premios importantes, siempre otorgándome los créditos correspondientes como coautor. Yo solo puedo agregar que la experiencia de haberme asociado con el prestigiado arquitecto me ha dejado una enseñanza fundamental en mi carrera, misma que he tratado de compartir con todos y cada uno de mis alumnos. Las largas conversaciones que sostuvimos en sus muchas estancias en Aguascalientes siempre estuvieron salpicadas de anécdotas que oscilaban entre el arte, la arquitectura y el paisaje. Especialmente sobre Luis Barragán que influyó mucho en su profesión, por cierto, fue él quien me recomendó visitar la casa Barragán recién abierta al público en esas fechas. Siempre recibí de su parte un trato respetuoso hacia mis propuestas y mi trabajo, entusiasmado acogía algunas de ellas. Muchos de sus consejos fructificaron en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, ya que, por su recomendación, se logró ahorrar un 50% del gasto de agua para el riego de jardines, porque sugirió quitar ese tanto de pasto e intercalarlo con superficies inertes de colores como el tezontle y otros materiales que engalanan los jardines de la UAA, asegurando que no cambiaría mucho su fisionomía.

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