Aventura en Times New Roman
[Y entonces dijo: “Al comenzar cada libro, se deberá escribir un Prólogo”. Así sea.]
Algunos se preguntarán:
¿qué tiene de aventura una Times New Roman? Yo respondería:
ciertamente, nada. Entonces, ¿porqué el título? Pues bien, es una especie de oxímoron que surge de la siguiente idea: la utilización de lo ordinario, de lo común (léase, la tipografía como máscara) para la exageración, la extrapolación, la extremaunción (léase, la aventura del intento de poesía corrosiva).
Bienvenidos, por lo tanto, a mi humilde recopilación de escrituras surtidas, que abarcan desde unos lejanos dosmilestres hasta unos también lejanos dosmilesocho. Han sido sumergidas durante años en los cambios, compulsivos y eternos, o en el olvido más profundo. Como dijo alguna vez Borges (¿o fue alucinación mía?), un texto deja de modificarse cuando se imprime en un libro. Así que aquí está, lo que sea que aquí esté, como edición final.
En la presente poesía-prisma, en este circo de letritas, hay: volatilizaciones de los revolcones en la más baja mugre, desvergonzados firuletes, aleaciones cobre-níquel (cospelotudeces), imágenes de auto-flâneur, perversiones cuasi niponas, observaciones de esa frontera indecible entre el comienzo del culo y la mueca metafísica.
Imaginemos por un momento que este libro fuera un bicho, vamos a decir un escorpión, que nos sujeta con sus quelíceros. Permítaseme el alarde metafórico. Lo primero es el perderse en la anatomía octodrúpeda, la superficie lisa, oscura y pseudocromada del
buthus occitanus.
Chamanismo zoológico, agujero negro de la conciencia, Antares clavada y titilando en el pecho, prepara el terreno para el terrible pinchazo, la inoculación ponzoñosa. Y después, espasmos literarios, vómitos más o menos elaborados, sudor frío de diccionario y palidez mental.
El roce de la muerte, una caricia necrofílica previa al sueño, es lo que se ofrece (símil-dádiva) en este celulósico animal.
R e s p i r a c i o n e s
t r a s l ú c i d a s
b o r b o t o n e s
l a
d e
y
m u e r t e
d e
u n
g a t o :
yo sentado en una parecita golpe del otro lado de la calle algo se mueve una sombra movimientos espásticos aguardé esperando que la sombra se levantara y se fuera caminando aún no había leído a Castaneda por lo tanto no me asusté con posibles aliados ni nada parecido supuse que era un animal pero no vi de dónde salió los movimientos cesaron mi angustia crecía había estado presenciando la agonía de un ser me acerco un gato oscuro con su cráneo destrozado muerto vuelvo a sentarme pensé muchas cosas pero no hice ninguna solo contemplando en silencio la calle silenciosa como un cementerio con el cadáver felino enchastrado con sangre imágenes que nos condicionan eternamente la muerte que nos husmea chupan algo nuestro al presenciarlos mi crueldad de años anteriores se burlaba de mí ahora fustigaba a su propio dueño.
Escenas cualquiera del Cine Caníbal:
(1) Lo que fuera que haya hecho, al hombre-vereda-de-Constitución (eso, gracias a su fétida y desagradable niebla de orín que lo rodeaba) no le hacía mella alguna: seguía apuntándole a la cabeza con su pistola automática de reverberaciones. [Reverberaciones: diminutas y punzantes gotas de pensamientos, capaces de convertir perlas en margaritas en cuestión de segundos]
La lucha que desataba entonces era tan vana y deslucida como el intento de impedir que un hipopótamo finalice el proceso de su bostezo, atravesando perpendicularmente en su boca una ramita endeble y frágil (o un escarbadientes en su defecto).
(2)
Nota del tipo (ahora reverberado de cuatro tiros):
Mi misión ahora se parece bastante a engullir cultura con el objeto de convertirme en un procesador de información elegante. Es por eso que me he acostumbrado en forma deliberada a leer con una rapidez otrora inusual textos también otrora inusuales. Además suelo invertir mi ocio en mirar viejos clásicos del cine, como si acaparar experiencia audiovisual incrementara el nivel de algo que aún no logro descubrir.
(3)
Declaración jurada del hombre-vereda ante la Corte Interglacial.
En los centímetros cúbicos contenidos en mi cavidad craneana, reposan algunas bolsas de consorcio (que, entre paréntesis: ¿por qué se llaman así? ¿acaso no las usan otras personas además de los encargados de edificios?), decía, en algunas bolsas de consorcio tengo almacenados una gran cantidad de recuerdos, que supongo que no pesan hasta que pensamos en ellos, entonces adquieren materia corpórea y esos kilos son insostenibles.
(4) En el momento en que escribo esto me doy cuenta que: a) la incorporeidad latente de los pensamientos es una falacia; b) su peso es evidente en todas las personas, reflejándose inevitablemente en sus pupilas; c) darse cuenta de ello requiere un adiestramiento especial.
(5) Inventario de los elementos transportados a diario en mi materia gris: -Seis (6) zafiros pluscuamperfectos. -Infinita cantidad (8 acostado) de chocolate invisible. -Un (1) calefón oxidado. -Corte de mangas (a gusto). -Melones recubiertos de peluche, naciendo del culo de un koala (hasta agotar stock).
sa ub ss tt ar an ct it vo os s Los denominados
(cuya definición más exacta y redundante sería “conceptos inasibles”) están dormidos en nuestro cuerpo, dominados por nuestra manera de explicar el mundo, y por esa manía de encerrar las cosas adentro de las palabras. Una forma válida de romper con esta envoltura lingüística es comprender la verdadera magnitud de los hechos con que estamos en contacto.
Uno puede pronunciar la palabra m u e r t e ,
libertad, amor,
sin tomar conciencia del poder inherente a dichas ideas. Sin embargo, con sĂłlo tocar recordatoriamente a una persona muerta que conocimos un escalofrĂo recorre nuestra mĂŠdula.
gordura
La puede delimitarse por la siguiente característica: cuando una mira las tetas de una gorda, el primer pensamiento, o más bien diría imagen mental furtiva, que aparece soslayadamente en la cabeza es el de esas tetas no tienen pezones. Sólo luego de pensar en lo irracional e ilógico de esa premisa involuntaria logramos armar la pictoricidad de los robustos senos de la susodicha con sus respectivos pezones,
pero siempre carentes de relieve considerable.
El término “gorda” está aquí desprovisto de cualquier sentido peyorativo y/o discriminatorio. Sólo se remarca un extraño hecho perceptual respecto de sus pechos.
I.
drogadictos
El tratar de descubrir entre una multitud de gente a posibles es un divertimento al que se abocan varios drogadictos reales, como si intentaran identificar secretamente a uno de los suyos, a esa unión furtiva con una finalidad por cierto dudosa.
II.
las duras alas del escarabajo me envuelven / estoy totalmente cubierto por ellas / me protegen de la dopamina / placer in-élitro.
III.
Me contó un pajarito sobre aquellas marmoledas en torno a la mesa, expectante cada reptil de su plato de anti-comida en ese ritual en donde las individualidades potenciadas por el clorhidrato se engarzaban entre sí como una gran obra de orfebrería colectiva.
IV.
Caimanes de medianoche predilección por Siberia de muertes congeladas. Animales barrocos balearon a la luna descuartizada, yace inerte. Recios colmillos mármol orgásmico los separa de su reflejo.
las caras-espejos que azotaban la poca moral restante de las otras caras-espejos, refregándoles la condición en que ellos mismos también se encontraban.
La mezcolanza azul y roja:
el puterío violeta. Made in Caballito Chica spinetta sombría ojos láser negros Su pecho se hincha de música y pintura es como una plaza atemporal Con los 60 bajo su pelo Woodstock espiritual a cuestas
Loco amateur, atravesando un momento nada emocional: cree que la boca femenina es el encastre perfecto para su órgano genital.
Pantera perversa, garras en estado de ebullición.
La anarquía de los movimientos los lame, los gemidos boreales centellean en las gargantas como auroras totalmente entregadas. La viscosidad es lluvia y es cielo; en la selva-countrie los aborígenes salieron de las torres y tragaron murciélagos y otras alimañas. La metamorfosis de la montaña de sexo a enjambre de pájaros azules fue al instante: ahora la madrugada es la que chilla como violada y las millonésimas pirámides lanzan rayos gamma desde sus cúpulas y hacen gárgaras con los remolinos. En dorado y plateado se lucen los ribetes de los muslos opacos, sobreexcitados por la cantidad de zambullidas olímpicas.
El soplido mágico transformó los ojos félidos a completamente negros, dos elipses de hematite brillante encogiéndose cada vez más. Se taparon con la sombra de verano y bajo su protección reincidieron con el cuero álgido, talabarteándose esta vez oscura y sirénidamente.
ella:
durmiente after-sífilis, derramando sus tetas estatuosamente.
mirando ávidamente, la sangre y el cáncer trepándole como la resaca colosal; un sinfín de furgones traquetearon sus pretéritas féminas: él:
-
la almibarada robótica: despampanante mortadela la guarra felina-famélica: el amor psicopateado la-tímida-luego-drogota: mascota prematuramente manoseada sexy druida imantada: holograma con ubres la geo-prostituta: cuerva de picoteo primerizo el terciopelo ennalgado: embriaguez + pisoteo de jardín la baby-caníbal: viceversa de la devoración la vikinga electrificada: punkstation narcoperra de aguantadero: toxicómana calcomanía otra baby-caníbal: esta vez colmillos secos
Marte: se despertó capado. Venus: se acostó prostituida.
Ambos dejaron de verse = yacen metálicos en la misma cama.
sobrevuela Alguna idea horrenda me y se inyecta a sí misma en mi cerebro, al tiempo que succiona toda la masa encefálica.
Huelo en el aire la muerte pestilente como si fuera una tormenta, y me froto mentalmente bajo la ducha con frenesí post-violación pero no consigo despertarme de este sueño premonitorio.
i n g r a v i t a n d o :
momento de vacĂo,
abstraĂdo completamente del lugar fĂsico que ocupo en este asiento, en el que se me diluyen las ideas:
un batik de pensamientos que florecen.
Hoy he sentido la daga punzante seguida de ardiente veneno y congelado estertor. Empiezo a experimentar la inflamación de mi masa encefálica ante el impávido y constante tamaño de mi cráneo. El aplastamiento del intelecto,
la tortura psicológica de lo inasible.
Los payasos sangrientos ya están pululando en derredor, aunque aún no puedo verlos. Otras posibles
a)
alucinaciones:
Miles de osos-cíclopes en el fondo de un abismo, esperando el desenlace de mi lenta caída para desatar la cálida e implacable ferocidad animal.
b) Yo mismo recorriendo mi interior corporal, completamente vacío excepto esa entidad opresiva y oscura hasta lo indecible.
c) Mi propia habitación 101, el terror más íntimo y profundo, que aun no logro ver
en su totalidad, aunque vislumbro que se trata de mutilaciones, sangre y agujas.
d) En un escenario cualquiera, con un luchador
que puede resultar variable y de proporciones colosales, propinándome la más salvaje e inhumana golpiza, de forma interminable.
e) Estar posibilitado de volar y admirar una hermosa pradera verde,
resplandeciente bajo un celeste cielo luminoso, con nubes algodonosas.
f) Estar en esa misma pradera y presenciar cambios de coloración en los elementos
naturales: pasto rojo oscuro, cielo violeta y las nubes tornándose negras y anaranjadas y arremolinándose, como pariendo un huracán.
Lo cierto es que han pasado eternidades en pocos minutos y he estado en distintos lugares sin moverme de mi sitio. Hasta aquí nada inédito, pero luego me percato que en realidad no estoy rodeado por nada, y el tiempo pareciera no existir, aunque este lugar es algo y la existencia se presenta en algún formato desconocido para mí. Lenguas eléctricas me envuelven en su saliva, otorgándome grandes descargas energéticas que me obligan a revolcarme por el suelo, realizando todas estas acciones de una manera no física.
Luego, la percepción dominante e imponente que logro es la de estar tumbado de espaldas en una gran llanura conformada exclusivamente de tierra, del color más marrón imaginable (y en cuanto esta tonalidad les sea posible de imaginar, se encontrarán en mi misma situación) de tierra seca que levanta polvareda, extendiéndose hasta cualquiera de los horizontes que logro ver.
Ya libre de ensoñaciones y surrealismos y sopores, me concentro en relevar la totalidad del terreno de mis cavernas, tanteando en la oscuridad húmeda de las ruinas del constante bombardeo mental. Clarificar no sería el verbo correcto pues la luz carece por completo de importancia en este proceso. El objetivo es: encontrar un rumbo interno a través de las penumbras, desechando las umbras más densas; y evitando los caminos con lumbre, ya que sólo comiendo barro cagaremos diamantes.
El cerro Uritorco es la pija de un dinosaurio magnĂŠtico enterrado boca arriba en medio de las sierras.
En el descampado, los fantasmas de los gauchos y de los escritores degollados, se estampan fierros en el cadalso, diluyĂŠndose luego por turnos.
Dialéctica antropogeológica: una hegeliana siesta sobre el pasto.
Entonces desciendo como una ola en el mar, tan virgen este amor como un himen y tan igual a las alas algodonosas de un ángel perfectamente imprescindibles para
su esencia misma.
Dormitación eucalíptica en un bosque.
Soundsystem de miles de árboles en una interminable y ordenada fila. Esta marcha botánica marcial es el origen de las pastillas Halls.
Jungla asfáltica. ( C o n c r e t e
j u n g l e )
La diversidad otorgada por la libertad es una mentira: nos han pisado el hormiguero y somos todos negros y culones, corriendo a salvar nuestros huevos, aunque los llevemos a cuestas todo el tiempo. Los cada vez más abundantes ortos photoshopeados y las tetas plásticas pelean por salir de su bidimensionalidad y rozar sus escasos kilos con nuestros miembros erectos bajo el pantalón sudado. El chirrido de la sirena anélida que surca el infierno, aireándolo con ráfagas de hedor y azufre y comentarios por los parlantes, es simplemente insoportable; pero lo soportamos a diario, y además pagamos por ello. Los intentos por hacer invisibles a las hordas de poxiniños fantasmales, y esas cinco palabras como ecos: diario-la-razón-a-voluntad.
Las ciudades son enormes fábricas que producen egoístas. Basta analizar la cantidad de miseria de la que somos testigos a diario, y cuya más natural consecuencia es un endurecimiento crónico de los sentimientos amigables o compasivos, dando lugar al desprecio y/o lástima hacia el prójimo en desgracia. Como si esto no fuese suficiente, la hipocresía mete las narices y es cuando reflexionamos sobre la desigualdad en el mundo y la injusticia social y la marginalidad, pensamientos que dan pie a la aseveración de índole histórica-fatalista que ya desde la Antigüedad siempre hubo pobres, vagos y locos, y que en todos estos siglos el mundo no ha cambiado nada, excepto sus apariencias. Al terminar esta serie de pensamientos, es cuando podemos volver a lo nuestro sin ser molestados nuevamente.
La miseria inunda mi interior corporal de manera que, al cabo de unos instantes de hídrico flujo atormentador, me siento un repleto miserable, sin lugar entre la masa líquida autolacerante para otro sentimiento.
Tren sepia o pardo
La estación de tez trigueña está rodeada de viejos galpones ferroviarios, y alguna gente desciende. Soy de todas las razas aborígenes, sometidas. Maldigo a los conquistadores renacentistas y decimonónicos.
garage
En un donde ensaya una banda de rock todo es posible, excepto/incluso engendrar otro garage.
Mark Chapman adherido a mi cerebro
como un sahumerio clavado en un pastel de papas, m谩s la sensaci贸n de tragar tela mojada.
El porqué los padres de una niña le pondrían nombres como
Dolores o Soledad es incomprensible,
teniendo variantes más originales como
Malestar o Angustia.
Bombas teledirigidas:
exterminar a los descendientes de Saladino: el humillador de Occidente. Los edificios grises/naranjas: la ciudad más gris: nazi colours. La dicotomía: la venganza o la caridad del Lejano Oeste. La sobrevaluada herencia ex-ósea de los antigüos reyes del mundo: los dinosaurios.
Al final:
el principio.