México 68: Entre el diseño y las protestas

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Olimpiadas del 68: parteaguas del diseño gráfico e industrial en México. El movimiento olímpico y el diseño El Olimpismo, como todo gran fenómeno cultural, tiene aspectos positivos y negativos en función de las circunstancias históricas de su contexto, de la forma como son socialmente utilizados y de las políticas culturales y comunicativas que se organicen en torno a ellos. De la política cultural y comunicativa de la sede organizadora depende que tengan un mayor peso aspectos como fraternidad, cooperación, igualdad, afán de pacificación, etc., que aspectos negativos como comercialización, inadecuación de las inversiones, chauvinismo o promoción de atletas superdotados. Esta promoción y selección de valores, que se realiza a través de una compleja producción comunicativa (signos, rituales, imágenes, escenificaciones, publicidad, información, entre otros), constituye la principal responsabilidad cultural, y también política, de la organización

de unos Juegos Olímpicos. El punto de vista de la comunicación nos permite afirmar que los Juegos Olímpicos constituyen, por sí mismos, un fenómeno cultural y que los destinatarios de este programa, más allá de lo que se ha entendido por Olimpiada Cultural, son todos los receptores, locales e internacionales, directos o indirectos, de sus productos de comunicación.

En los años 60, el diseño gráfico formaba ya parte de la cultura y de la economía de los países industrializados. Sin embargo, a pesar de los avances de la tecnología de la comunicación que permitieron que la información fuera repartida rápidamente por todo el mundo, los desarrollos todavía eran sorprendentemente localizados en determinados países y la mayoría de los diseñadores trabajaban como parte de un equipo. Las transformaciones sociales que ocurrieron en el occidente en la década de los 60 se reflejarán también en la expresión gráfica y la comunicación visual. Sobre la influencia creciente del diseño gráfico en la sociedad, Enric Satué reflexiona: “En efecto, este


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Agustín Barrios García

servicio a la comunicación, recluido y fragmentado principalmente en la edición de libros, la industria de la impresión y las agencias de publicidad cobra a mediados de los años sesenta una nueva dimensión y se proyecta con fuerza multidisciplinar, contribuyendo decisivamente al desarrollo y modernización de los mensajes visuales emitidos desde entonces por televisión, prensa, revistas, imagen corporativa, empaque -o imagen de producto- y programas de señalización. Para ello, ha sido determinante la incorporación decisiva de técnicas de expresión gráfica como la fotografía, la pictografía, la señalética, la fotocomposición y la infografía, con las que se ha constituido el cuerpo casi místico de la informática. Por cierto, una revolución triunfante igualmente imprevisible que, según los oráculos tecnológicos más influyentes, ha dejado al diseño gráfico en una posición estratégica privilegiada, llamada a suceder a la arquitectura y al diseño industrial en la guía de la cultura del proyecto y sus disciplinas”. Retomando los Juegos Olímpicos, dada la importancia en la representación e identificación del logotipo es que su aprobación y presentación ante los medios de comunicación es una de las primeras actuaciones de las candidaturas. El símbolo de la sede actúa como elemento principal del conjunto de la identidad corporativa de los Juegos. La calidad y la singularidad del diseño constituyen, además, una primera razón para su posterior comercialización. La primera vez que aparecen pictogramas específicos y que el diseño del logotipo actúa como elemento caracterizador de toda la imagen corporativa, es en los Juegos de Tokio 1964, lo que marcó una clara frontera en el uso del diseño gráfico. Ya en 1968, en México, la imagen no se limita a ilustrar publicaciones y carteles, se extiende a elementos de diseño y ambientación, lo que nos plantea por primera vez el uso de un programa integral de identidad olímpica.

Los juegos olímpicos El mundo de 1968 puede considerarse lleno de acontecimientos singulares: están de moda los hippies y la psicodelia, lo que causa gran escándalo, y jóvenes de países como Francia, Estados Unidos e Inglaterra salen a las calles buscando defender causas sociales con resultados muy violentos. Los movimientos de liberación sexual y de la mujer están en auge, y conflictos internacionales como el de Vietnam, la Unión Soviética y la revolución cultural maoísta serán durante todo ese año las principales noticias. Mientras tanto, en nuestro país el año comenzaba con la expectativa de celebrar los XIX Juegos Olímpicos de la era moderna. Su importancia era aún mayor por ser el primer país Latinoamericano, en vías de desarrollo y de habla Hispana en organizar una Olimpiada, lo cual daba aún más relevancia al evento. La sesión plenaria del 16 de Octubre de 1963 del Comité Olímpico Internacional, presidida por Mr. Avery Brundage en Baden Baden, Al., concedió a México la organización de las Olimpiadas de 1968, ganando la sede a Buenos Aires, Lyon y Detroit quienes eran también candidatas a la organización de la XIX edición de los Juegos. Siendo Presidente Gustavo Díaz Ordaz, éste giró instrucciones para que todas las dependencias de su gobierno ejecutaran las obras necesarias para que éste evento trascendiera, designando para ello, ya en 1965, al Lic. Adolfo López Mateos como presidente del Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos. Aunque éste comenzó desarrollando una importante labor deportiva, por motivos de salud tuvo que declinar a su cargo en 1966, siendo nombrado en su lugar el Arq. Pedro Ramírez Vázquez. Sin embargo, una agitación estudiantil generalizada conmovió al mundo en 1968. Éste mismo año murió asesinado el líder antisegregacionista Martin Luther King. Un mes más tarde estallaba en París la llamada revolución

estudiantil de mayo. En junio, moría también asesinado el candidato a la presidencia de los Estados Unidos, Robert Kennedy, y en agosto era Checoslovaquia la que sentía la crudeza de la fuerza bruta con la invasión de las tropas del Pacto de Varsovia. A todo esto, el suceso más duro para los Juegos fue sin duda la matanza de estudiantes mexicanos en la Plaza de las Tres Culturas apenas dos semanas antes de iniciarse el evento. Alrededor de 600 personas murieron ante la desproporcionada represión del ejército. Después, ya en plenos Juegos, llegó la reivindicación de los afroamericanos, que apostaban por la igualdad de derechos entre los ciudadanos del país más avanzado del mundo. En la ceremonia de entrega de medallas en la prueba de 200 metros, por ejemplo, los medallistas, Tommie Smith, y John Carlos, aparecieron vestidos completamente de negro, con un guante de este color en una mano y las zapatillas deportivas en otra, simbolizando el black power. Pero fuera de los problemas sociales y políticos que se presentaban en México y en el mundo, la organización de los Juegos se volvía un asunto de gran importancia. A tan sólo 27 meses de que el evento comenzara, el Arq.


Ramírez Vázquez se propuso crear un ambiente de convivencia basado en los ideales Olímpicos, aún cuando el primer gran reto fue convencer a la prensa internacional de que los 2,200 mts. sobre el nivel del mar de la ciudad de México no matarían a los atletas por el esfuerzo físico que tendrían que realizar. Dado que no se contaba con una fuerte infraestructura económica para apoyar grandes proyectos arquitectónicos (como en las Olimpiadas de Tokio en 1964), en el caso de MEXICO ‘68 le tocó al diseño gráfico jugar un papel importante en el desarrollo y éxito visual de los mismos. Así, el comité organizador de los Juegos de México, al ver la necesidad de crear un sistema visual que funcionara como un medio de información internacional efectivo, a la vez que como un sólido aparato de identificación y publicidad, armó un equipo multidisciplinario de diseño que incluía al estadounidense Lance Wyman como director de diseño gráfico y al diseñador industrial británico Peter Murdoch como director de productos especiales. El reto principal de este equipo de diseño era elaborar un sistema visual capaz de ser aplicado en una de las

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ciudades más grandes del mundo, ya que los Juegos olímpicos serían realizados dentro de esta zona urbana y no, como en otras ocasiones, en un lugar especialmente construido para este propósito. De esta forma el diseñador Lance Wyman determinó que dicho sistema debería reflejar aspectos de la cultura mexicana, más que seguir modelos gráficos de moda. De tal modo, y como resultado de un estudio exhaustivo de antiguos utensilios aztecas y de elementos del arte popular mexicano, principalmente huichol, Wyman estableció el uso de líneas múltiples en repetición, formando patrones y el empleo dinámico de colores brillantes –que él consideró como un aspecto distintivo de la cultura mexicana- como las ideas principales de su diseño. Partiendo de la combinación, ideada por Pedro Ramírez Vázquez, de los cinco aros olímpicos y el año de los Juegos, Lance Wyman y Eduardo Terrazas concibieron el logotipo para México ‘68, y lo desarrollaron después para crear el célebre cartel de los Juegos, que recuerda los motivos de los indígenas huicholes. Este emblema sirvió además, como punto de partida del alfabeto olímpico, uno de los principales elementos del Programa de Identidad Olímpica, y que sería apli-

cado inclusive en la ropa que vestían las edecanes del evento. La publicidad apareció en toda clase de artículos: lápices, ropa, joyas de fantasía, etcétera. El símbolo de la paz, una paloma blanca al estilo del logotipo México ‘68, se imprimió en calcomanías que pronto aparecieron pegadas por doquier. Los problemas lingüísticos que planteaban la información y orientación para los participantes y del público en general, se resolvieron en parte al diseñar una serie de símbolos y pictogramas que permitieron a los visitantes sentirse en casa aunque no dominaran nuestro idioma. Varios diseñadores del Programa de Identidad Olímpica trabajaron en la formación de símbolos para indicar las manifestaciones e instalaciones de los programas artístico y cultural. La Identidad Olímpica fue claramente establecida en la ciudad sede. Cada escenario de competencias, así como las principales arterias del sistema vial olímpico fueron esbozados por el Departamento de Diseño Urbano. La gran plaza del Estadio Olímpico fue pintada con el diseño derivado del logotipo, y sirvió para destacar las áreas de acceso.


Los símbolos reemplazaron las palabras en los boletos olímpicos y en las vías de acceso, permitiendo a los visitantes de más de 120 países llegar a la hora adecuada y localizar sus asientos por medio de la simbología en las instalaciones. El sistema gráfico creado para las Olimpiadas de México ‘68 puede ser considerado como uno de los más exitosos en lo que a innovación y propuesta visual se refiere, así como también como un eficaz medio de comunicación internacional con un alto valor funcional, ya que prácticamente facilitó la vida de las personas que vivieron inmersas en su entorno durante ese tiempo. Hay que señalar también que es aquí donde se puede encontrar un segundo intento de una mascota gráfica en unos Juegos olímpicos (el primero fue en las Olimpiadas de invierno en Grenoble, Francia, ese mismo año de ‘68, realizada por Jean Brian). El ejemplar mexicano propuesto resulta ajeno al sistema gráfico del cual formó parte, es decir, dicha mascota (representación de un jaguar café con manchas verdes en forma de flores geométricas en su cuerpo y que lleva un moño decorado con los aros olímpicos en su cuello) funcionó más bien como un souvenir aislado, que como un elemento coherente con las formas generales del sistema o programa visual. La celebración de este gran acontecimiento deportivo exigió además la adaptación de las instalaciones de la ciudad, de sus calles y rutas para la movilidad y la festividad. Esto requirió un plan especial de señalización y diseño urbano que convirtiera a la ciudad en un gran escenario lleno de colorido y euforia, como señal de bienvenida a los visitantes y a los medios de comunicación. Ésta ambientación se extendería principalmente a través de las grandes vías de conexión entre las instalaciones y entre éstas y las residencias olímpicas. Dentro del Proyecto Urbano para la


sede olímpica, se construyeron las instalaciones que requería tan importante evento: el Palacio de los Deportes, el Gimnasio, la Alberca Olímpica, el Canal de Remo y Canotaje, el Velódromo y la Villa Olímpica, considerando que ya se contaba con el Estadio Azteca, obra del mismo Arq. Ramírez Vázquez. Uno de los más espectaculares aciertos de Diseño Urbano fue el haber adornado la ciudad sede con miles de enormes globos llenos de helio. En plazas, vías principales, terminales de transportes o flotando sobre los lugares de competencias, estos globos decorados con el logotipo MEXICO ‘68 constituyeron un elemento del Programa de Identidad Olímpica. El Diseño Urbano ayudó en forma efectiva a resolver los problemas de orientación y de circulación de vehículos durante el período olímpico. Las vías principales fueron marcadas por bandas pintadas en los postes de luz con el color correspondiente a las

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principales arterias del mapa MEXICO ‘68; de esta forma los recién llegados podían fácilmente encontrar su camino hasta las instalaciones. Los postes de luz estaban adornados con tiras de plástico con su color correspondiente y la paloma de la paz. Finalmente se creó la Ruta de la Amistad, una muestra de esculturas realizadas por artistas de diversos países, que se colocaron a lo largo de 17 kilómetros del Periférico Sur, y que fueron realizadas por reconocidos escultores y artistas plásticos de la época. Las esculturas que formaron parte de la Ruta de la Amistad fueron: ‘Señales’, de Ángela Gurría (México),’La torre de los vientos’, de Gonzalo Fonseca (Uruguay),’El ancla’, de Will Gutmann (Suiza), ‘Reloj solar’, de Grzegroz Kowalsky (Polonia), ‘Esferas’, Kioshi Takahashi (Japón), Obra de Todd Williams (Estados Unidos), ‘El sol bípedo’, de Pierre Szekeli (Hungría- Francia),

Pieza de José María Subirachs (España- México), ‘Puertas del viento’, de Helen Escobedo (México), ‘Tertulia de gigantes’, de Joop J. Beljon (Holanda), ‘Puerta de paz’, de Itzhak Danziger (Israel), Obra de Clement Meadmore (Australia), ‘Las tres gracias’, de Miloslav Chlupac (Antigua Checoslovaquia), Obra de Constantino Nivola (Italia), ‘Muro articulado’, de Herbert Bayer (Estados Unidos), Pieza de Olivier Séguin ( Francia), Escultura de Mohamed Melehi (Marruecos), Obra de Jorge Dubón (México), Pieza de Jacques Moeschal (Bélgica), ‘Sol Rojo’, de Alexander Calder (Estados Unidos), ‘Osa Mayor’, de Mathias Goeritz (México) y ‘Hombre corriendo’, de Germán Cueto (México). Actualmente parte de ellas se encuentran en proceso de restauración con fondos de empresas privadas, y el resto espera un patrocinador para su intervención.



El movimiento estudiantil: 1968 abrió un porvenir.

1968 fue el año de Vietnam, de Biafra, del asesinato de Martin Luther King, del de Robert Kennedy (después del de su hermano John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos), de la reivindicación del pueblo negro, de los Black Panthers, de la Primavera Negra, de la invasión rusa a Checoslovaquia que escandalizó al mundo, del movimiento hippie de Peace and love que llegó hasta la humilde choza de la chamana María Sabina quien oficiaba la ceremonia de los hongos alucinantes (LSD) en Huautla de Jiménez, Oaxaca y, sin embargo, para México, el 68 tiene un solo nombre: Tlatelolco, 2 de octubre. No sólo eran los estadounidenses los rebeldes, los jóvenes del mundo entero alzaban la mano, algunos con el puño cerrado. Tenían mucho que reclamarle a la sociedad.¿ Qué mundo les heredaban sus padres? ¿Qué harían al graduarse? ¿Qué les ofrecía la sociedad de consumo? ¿Deseaban


realmente ser parte de un engranaje de producción masiva? En Europa, las perspectivas de la juventud no eran más alentadoras. No había trabajo para los egresados de las universidades. ¿En dónde se emplearían? En América, en África, en Asia, en Australia, la migración y el rechazo al orden establecido se habían generalizado. Las guerras quedaban olvidadas, los jóvenes eran uno solo, el repudio era de todos. Si en Francia, la falta de oportunidades, De Gaulle y su gobierno fueron el objetivo estudiantil, en México, el partido oficial, el PRI, la corrupción, el Presidente y su gabinete, el cuerpo policiaco de granaderos, los absurdos delitos de “Disolución Social”, “Asociación delictuosa” y “Ataques a las vías públicas” fueron el detonador del movimiento del 68. ¿Qué querían los estudiantes? En Ankara, en Berkeley, en Berlín, en Belgrado, en Madrid, en Praga, en Río de Janeiro, en Tokio, en Varsovia, en Nanterre, en París pedían que se les abriera otro futuro en una sociedad menos hipócrita y convencional. En México tampoco los jóvenes tenían su porvenir asegurado como tampoco lo tienen ahora. Ninguna lucha resultó tan bárbara como la mexicana que terminó en la masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. Las grandes manifestaciones, la de agosto 13, la de agosto 27, la del Silencio, la del rector Javier Barros Sierra conmovieron a la juventud mexicana fuera o no universitaria. Más de quinientos mil estudiantes acompañados por padres y familiares descendían por el Paseo de la Reforma al Zócalo encendiendo el entusiasmo de espectadores hasta entonces indiferentes por no decir desarmados y a la expectativa. Muchos se emocionaron y se les unieron, México podía cambiar, incluirlos y crear una sociedad en la que cupieran todos. Hasta ese día, ninguna demostración antigubernamental en la historia de México había levantado tanta ámpula. La situación era crítica. Al gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz el

país se le estaba yendo de las manos y eso en el año de las olimpiadas. Por primera vez, los juegos olímpicos se llevarían a cabo en un país del tercer mundo (concepto acuñado por De Gaulle) . En la Ciudad de México, nuestra fachada se levantó en menos de un año, surgieron la Villa Olímpica, los conjuntos deportivos, los estadios y hasta una innovación: la olimpiada cultural para exhibir las riquezas espirituales de México, su aportación intelectual al mundo. Tras la construcción de los edificios que albergarían a los deportistas, se escondía la miseria, la gente descalza, los niños panzones, los campesinos sin comer, la jerarquización de una sociedad hostil a los olvidados de siempre, la crueldad de un gobierno dispuesto a aparentarlo todo. Eso sí, en las entrañas de la ciudad, correría en el futuro un Metro más moderno que el de París, aunque en las entrañas de la mayoría de los mexicanos no corrieran sino tortillas con sal. El PRI- gobierno intentaba demostrarle al mundo que había que seguir invirtiendo en México, que nuestro país era un modelo a seguir, que el futuro de América Latina dependía de nuestra guía, que éramos su hermano mayor, el vecino confiable e interlocutor de los Estados Unidos —el país más poderoso de la tierra. ¡Qué impresionada le íbamos a

dar al mundo! La toma de Ciudad Universitaria en el mes de septiembre y la detención de quinientos universitarios llevados en camiones abiertos del ejército, estudiantes, maestros e investigadores indignaron a todos. Los estudiantes rodearon a su rector Javier Barros Sierra que los defendía confrontando personalmente al Presidente de la República. Guillermo Massieu, director del Politécnico, nunca les dio semejante protección a sus estudiantes. Los ciento cuarenta y seis días para los muchachos del Poli fueron de persecución policiaca, temor, falta de oportunidades y rechazo total en un rumbo de la ciudad —el norte — , mucho más pobre que el universitario y por lo tanto mucho más expuesto a las detenciones y las razias policiacas. Las marchas, las colectas, los pleitos entre marxistas- leninistas y maoistas, la quema de camiones, los desplegados en el periódico El Día que dio seguimiento a las actividades del Consejo Nacional de Huelga, los comunicados, los artículos de simpatizantes terminó en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968, a las seis y diez de la tarde, bajo la lluvia, con la entrada del ejército que comandaba el general Hernández Toledo (herido en el pecho) y del Batallón

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Olimpia situado en las azoteas de los edificios circundantes compuesto por hombres vestidos de civil, que llevaban un guante blanco o un pañuelo para identificarse, que en una confusión absoluta desataron la balacera. “Y ahora son fisiologías interrumpidas dentro de pieles ultrajadas. El Movimiento Estudiantil sacaba de quicio a muchos, a todos aquéllos que en la Cámara de Diputados aplaudieron de pie las medidas tomadas por el presidente Díaz Ordaz y ejecutadas por su segundo, Luis Echeverría, el 2 de octubre. El Movimiento Estudiantil los desafiaba y ponía en peligro no sólo las olimpiadas sino también la autoridad de empresarios y jefazos. La de los estudiantes era una protesta muy localizada, los universitarios y los politécnicos eran los alborotadores, el descontento no se había generalizado, muchos estaban conformes; un refresco y una torta bastaban para adherirse al PRI. El nuestro ¡qué país de acarreados! Además el 12 de octubre se inaugurarían los juegos olímpicos.

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Por primera vez un país de América Latina había sido escogido. México era la sede internacional. ¡Qué gran honor! Y con sus desmanes los locos esos irreverentes y pendencieros ponían en peligro el prestigio del país, el de su dirigencia. Muchos aficionados y turistas habían cancelado su habitación en los hoteles. ¡México bárbaro estaba

de nuevo en la pública palestra! Los estudiantes se habían empeñado en hundir al país. ¿No decían que unas bombas de manufactura universitaria harían volar el tablero del estadio precisamente en CU?

siguió rodeada por el ejército. Grupos de once soldados entraron a los edificios a catear casa por casa. Muchas familias abandonaron sus departamentos con sus pertenencias después del humillante registro.

Los cuerpos de las víctimas en la Plaza de las Tres Culturas no pudieron ser fotografiados porque el ejército lo impidió. El 6 de octubre en un manifiesto “Al Pueblo de México”, publicado en El Día, el CNH declaró: “El saldo de la masacre de Tlatelolco aún no acaba. Hasta el momento han muerto cerca de cien personas de las cuales sólo se sabe de las recogidas en el momento: los heridos cuentan por miles...”. El mismo 6 de octubre el CNH, al anunciar que no haría nuevas manifestaciones o mítines, afirmó que las fuerzas represivas “causaron la muerte con su acción a ciento cincuenta civiles y cuarenta militares”.

El número de presos en la cárcel de Lecumberri por el Movimiento de 1968 fue de ciento sesenta y cinco.

En México no se ha logrado precisar hasta ahora el número de muertos. El 3 de octubre la cifra declarada en los titulares y reportajes de los periódicos oscila entre veinte y veintiocho. El número de heridos es mucho mayor y el de detenidos es de dos mil. A las doce de la noche aproximadamente dejaron de escucharse los disparos en el área de Tlatelolco. De los edificios desalojados por la tropa fueron conducidos al Campo Militar Número 1 cerca de mil detenidos que más tarde serían llevados a la cárcel de Santa Marta Acatitla. La zona de Tlatelolco

Todavía fresca la herida, todavía bajo la impresión del mazazo en la cabeza, la sangre pisoteada de estudiantes, hombres, mujeres, niños, soldados, diez días después los mexicanos pasmados se sentaron frente a la televisión a ver los juegos olímpicos. Esta tragedia escindió la vida de muchos mexicanos; antes y después del 2 de octubre. 1968 fue un año que nos marcó a sangre y fuego. 1968 es el año del reclamo de los jóvenes en el mundo entero. Hubo otros movimientos estudiantiles en Francia, en Checoslovaquia, en Japón, ninguno tan violento como el nuestro, el fuego intenso duró veintinueve minutos, luego los disparos decrecieron pero no terminaron. La noche de Tlatelolco pertenece a los estudiantes. Está hecha con sus palabras, sus luchas, sus errores, su dolor y su asombro. Aparecen también sus “aceleradas”, sus errores, su ingenuidad, su confianza, su amor a la fiesta de la libertad.



Purple. En Canadá Rush se levantaba como uno de los precursores del rock progresivo junto a los británicos Jethro Tull y su debut con This was, mientras que la etapa más psicodélica los sesenta se veía reflejada con Pink Floyd, quienes en ese año editaban su segundo álbum titulado A saucerful of secrets y The Doors hacían lo mismo con el tercero de su carrera: Waiting for the sun en los Estados Unidos.

Un México lleno de Rock: 1968 Durante los años 60 los movimientos sociales estudiantiles de protesta se generalizaron por todo el mundo; la guerra, la inestabilidad, la lucha entre el comunismo y el capitalismo polarizaban la geopolítica y las condiciones eran idóneas para el surgimiento de una contracultura que lograra volcarse en la protesta, una de ellas el rock. El ’68 fue un parteaguas en la historia de México, la represión del Estado comenzaba a hacer mella en las diferentes clases sociales quienes manifestaban su descontento, y serían los estudiantes quienes pagaran la cuota impuesta por el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, quién el 2 de octubre de ese año ordenó el asesinato de cientos de estudiantes que se manifestaban en Tlatelolco alrededor de un movimiento político-cultural y social que permeaba a la sociedad mexicana. Se exigía un cambio y el autoritarismo lo silenció. Fueron tiempos difíciles. 10 días después se celebraban unos cínicos

juegos olímpicos que llevaban consigo la bandera de la paz, del orden. Sin embargo, el movimiento, aun con la resaca de las recientes heridas y el interés de los gobiernos por callarlo, no ha parado de darle vueltas a la idea de un México distinto. 1968 fue un año duro para los acontecimientos nacionales; y alrededor de ello giraba el rock como una expresión de rebeldía y liberación, una denuncia llena de guitarrazos y baterías inverosímiles para la sociedad conservadora que veía asustada a unos greñudos que fumaban mariguana y que gritaba esquizofrénicamente para ir en contra del sistema impuesto. El rock de 1968 también marcó un hito para la música, y fue ahí cuando se gestaron los subgéneros que marcarían tendencias diez o veinte años después. En 1968 surgieron en Inglaterra tres bandas clave para la historia del rock: Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple, esta última con Shades of Deep

The Velvet Underground editaba también sus segunda placa titulada White Light/White Heat. Y unos ya veteranos The Beatles, lanzaban un álbum homónimo, el noveno de su carrera. Paralelamente John Lennon experimentaba con Yoko en Unfinished Music No.1: Two Virgins; George Harrison se estrenaba como solista con Wonderwall Music. Algo nos decía que era el fin de una etapa. Cream prácticamente se despedía con Wheels of fire. The Rolling Stones triunfaban el millón de ventas de su noveno álbum Beggar’s banquet. En México las cosas pintaban bien para el rock antes de la dura represión que causaría la persecución casi criminal de este género musical a finales de los sesenta y principios de los setenta. Los Hermanos Carrión, Los Rogers, Los Locos del Ritmo o Los Hooligans aun concebían al rock con esa imagen cincuentona y daban paso a una nueva generación de agrupaciones como Three Souls in my Mind quienes se formaban justamente en 1968, Dug Dugs, Peace and Love, Long Army, Toncho Pilatos o Javier Bátiz, músico tijuanense precursor del rock en México, que tocaban con una fuerte influencia de los máximos exponentes de los Estados Unidos, en donde se gestaba un Woodstock que en 1969 se convertiría en el estandarte hippie por antonomasia. Esto daría pie al “Festival Rock y Ruedas de Avándaro” en el 71, resaca de una juventud ansiosa, reprimida y ávida de expresarse. Fue 1968 un año convulso para la juventud mexicana, un año en el que las nuevas generaciones se enfrentaban al mundo de lo convencional, dando paso al arte, la política, el rock y la manifestación civil como formas de liberación y cambio. Después de 43 años, las cosas parecen no haber cambiado demasiado y nos encontramos más cerca del ‘68 que nunca.

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La realización de la Olimpíada Mexicana se generó entre controversias y severas críticas de la Prensa Mundial, la primera de ellas fue que México es un país del tercer mundo y se creía que era incapaz de organizar un evento de tal magnitud, por ello, muchos decían que fue mala idea darle la sede y que deberían quitársela. Otra de las críticas que sufrió, fue por la altura de la Ciudad de México, al ubicarse a 2,300 metros sobre el nivel del mar, comentaban que ningún competidor podría desempeñarse al 100% deportivamente hablando, se pensaban que podrían morir y que ningún récord sería alcanzado -un tema que fue absurdo ya que se rompieron récords mundiales que duraron vigentes por más de 20 años-, muchos condenaban la Olimpíada al fracaso pero gracias a un Comité Organizador bien estructurado y con la participación del pueblo mexicano, el mundo supo que México no es una nación pequeña y que puede afrontar retos de esta índole. La XIX Olimpíada, la primera en toda Latinoamérica fue realizada con inteligencia y sobre todo con

un gran esfuerzo, a pesar de que la tecnología de aquél entonces no se compara con la del siglo XXI, se pudieron realizar apropiadamente todas las pruebas y sobre todo, la ceremonia de clausura fue la primera en televisarse a color, fue vista por más de 600 millones de espectadores, sin duda, la más alta audiencia en Juegos Olímpicos hasta entonces. A la ciudad de México asistieron más de 9 millones de extranjeros, se hablaron 36 idiomas. Fueron los primeros Juegos en los que la pista de atletismo del estadio olímpico se elaboraba con tartán. Además fue la primera en que el diseño de imagen abarcó: Logotipos, señalamientos, publicaciones, ornato urbano y publicidad. En el extranjero se podían observar exposiciones en las que se hablaba de la Olimpíada del 68 y su organización, incluso, en Francia, podía observarse en el transporte público carteles que hacían referencia a los Juegos. Ante la dificultad de otros países para entender el castellano, fue necesario ambientar toda la ciudad, para

facilitar el acceso a los eventos deportivos y culturales, se intervinieron sedes y rutas de tránsito; se diseñó mobiliario urbano, y se produjeron tres elementos de identificación de sedes: globos, judas y el logotipo de MEXICO 68 en tercera dimensión. Como dato curioso, el emblema de los juegos, esa frase en la cual la palabra México aparece con letras trazadas en tres líneas y con el año 68 fusionado con los aros olímpicos, es uno de los diseños más creativos y admirados para una olimpíada, su forma sigue fascinando a los seguidores y hasta el momento no se ha superado. En México sólo se efectuaron los Juegos Olímpicos de Verano, los Juegos Paralímpicos se realizaron en Israel (Israel 1968), en esta edición, México no presentó contingente, por lo que no se mencionarán en este espacio dichas competencias paralímpicas.

MExico no venciendo los parAdigmas iNternacionales




al resto del mundo, cómo era nuestro país, que valores teníamos, cómo era nuestra organización y que podíamos lograr que las olimpiadas se festejarán aquí. Esto fue por que el resto de los países decían que no era posible y que las olimpiadas no se iban a poder hacer en un país tercermundista. En la ciudad de México todos se pusieron a organizar y tratar de cambiar el modo de pensar de los otros países. Teníamos que probar que estaban equivocados. Se construyó arquitectura nueva, especial para los concursos olímpicos, pero también había una gran necesidad de diseño. 
En 1966 el Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez fue nombrado Presidente del Comité Organizador de la XIX Olimpiada. Él es quién asumiría el reto de presentar la imagen de México ante el mundo como un país moderno, rico en su oferta patrimonial y capaz de organizar un evento complejo de gran impacto internacional. Para ello, agrupó a un brillante equipo de profesionales, nacionales y extranjeros, con el fin de crear un complejo programa de comunicación que serviría de base a la La historia del diseño gráfico identidad de México 68. (Roden México no es muy larga, sin ríguez, 2008) embargo hubo un proyecto muy grande durante 1968 que marcó Este equipo debía de lograr en una etapa importante para los dos años que las olimpiadas en diseñadores. Durante este año México se celebrarán sin cones que llegaron a México los tratiempos y que tanto el trabajo juegos olímpicos. Fue un evento publicitario, como la señalética grandioso, pero lleno de respon- entre otros diseños, estuvieran sabilidades. Nosotros como en su lugar. Digamos que la esmexicanos debíamos mostrar tética del país debía de ser la


mejor. 
No era un trabajo fácil, sin embargo, debía de ser logrado de la mejor manera posible y con rapidez. Pedro Ramírez Vázquez dijo: “Estaba preocupado por el rechazo internacional. Así que mi primera intención fue buscar una imagen para México. Tenía que dar una imagen que inmediatamente provocara sorpresa, una imagen efectiva”. (Aguilar, J. C. 2008) Contactó al arquitecto Eduardo Terrazas en Nueva York, para que regresara a México y le ayudara a resolver el problema arquitectónico. Eduardo Terrazas conocía a un diseñador llamado Lance Wyman, quién pronto se convertiría en el creador de la imagen olímpica en México. Wyman recuerda, “Terrazas, amigo y compañero de trabajo, me convenció para viajar a México e inscribirme en el concurso. Compré sólo el boleto de venida esperanzado en obtener éxito y reconocimiento, al lado de mi asociado Peter Murdoch”. (Cobarruvias) De

esta manera Lance Wyman ob- Wyman comenzó su trabajo en tuvo el trabajo de jefe de diseño conjunto con su equipo de disgráfico para el proyecto.
 eñadores. Fue entonces que se empezó a crear todo lo necesario para las olimpiadas. Los diseños de Wyman estaban enfocados a la cultura mexicana y a demostrar una contemporaneidad expresiva. Se hizo referencia a la tradición plástica popular e indígena. (Rodríguez: op-cit) Wyman paseó por las calles de México y se maravilló del lugar en el que se encontraba, aún que también noto los problemas del país con el gobierno. Su investigación hizo que se diera cuenta que sus diseños debían representar y reflejar la herencia cultural mexicana. (Consuegra, D. 1992: p.124) Esto debía de ser por qué de esta manera estaría mostrando al resto del mundo, lo que en realidad significaba México, quitando del camino todos los problemas, pequeños o grandes que pudiera haber. Así es como

La publicidad, la señalética, los mapas en la calles e incluso cosas pequeñas como los timbres postales, debían de tener esa marca que reflejara al verdadero México, sin olvidarse de la utilidad que debía de dar. 
Los problemas lingüísticos que planteaban la información y orientación de los participantes y del público en general, se resolvieron en parte con la creación de una serie de símbolos y pictogramas. Varios diseñadores del Programa de Identidad Olímpica trabajaron en la formación de símbolos para indicar las manifestaciones e instalaciones de los programas artístico y cultural. (Lance wyman. 2005) Para todos los elementos se utilizó la repetición de líneas, los cuales daban un efecto de patrones. Los colores brillantes se implementaron, ya que de esta manera se caracterizan las arte-

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sanías nacionales. (Consuegra, op-cit: p.124) Fue una manera sencilla pero inteligente de resolver el problema de identidad para los elementos que conformaron el evento. Los colores y la repetición se pueden ver en todos los materiales impresos durante las olimpiadas del 68. Esto es lo que le daba unidad. 
Quizá el elemento más representativo de las olimpiadas del 68, es el logotipo. Resurge cada cuatro años —con cada olimpiada—, pero también cuando se habla de política, de cuentas pendientes entre gobierno y gobernados. (Covarrubias, op-cit) El logotipo aparece en las conversaciones de varios diseñadores e incluso se sigue poniendo de ejemplo en algunas clases de diseño gráfico. Lo más importante es que aún ahora, sigue significando algo y siendo interesante para el ojo humano. 
Partiendo de la combinación, ideada por P. Ramírez Vázquez, de los cinco aros olímpicos y el año de los Juegos, Lance Wyman y Eduardo Terrazas concibieron el logotipo MEXICO 68, y lo desarrollaron después para crear el célebre cartel de los Juegos, que recuerda los motivos de los indios huicholes. Este emblema sirvió asimismo, como punto de partida del alfabeto olímpico, uno de los principales elementos del Programa de Identidad Olímpica. (Lance, op-cit)

identificar mejor sus características nacionales y combinarlas con la esencia de las olimpiadas.

realizar, este fue el primero dentro de México en el que tantos diseñadores se reunieron como equipo para lograr el cometido.

Nuestro logo, no solo nos definía, si no que también se notaba la calidad del trabajo y lograba el objetivo presentado por Pedro Ramírez Vázquez.
Del cartel que se hizo a partir del logo se crearon, cerca de 25,000 copias. Se produjeron en uno de los siguientes colores: azul, rojo, amarillo, verde o negro. Un total de 1,591,000 carteles fueron producidos en los siguientes temas: 18 carteles de deportes: 287,000 ejemplares, 19 carteles culturales: 190,500 ejemplares y 99 carteles de diversos temas: 1,114,000 copias. (Sanz Burillo, El logo de las olimpiadas en Mé- M. A. 2009) 
 xico hasta ahora, ha sido el logo más original e innovador. No ha Básicamente por la magnitud habido ningún país que pueda del proyecto y lo que se debía de

Hubo una organización grandiosa en la que se implemento una investigación rigurosa para poder sacar el proyecto adelante. Después de que el proyecto estuvo terminado, las empresas en México se empezaron a interesar más por tener un buen diseño. Esto creó que las escuelas abrieran la carrera de diseño gráfico. El éxito del diseño en las olimpiadas fue tan grande que inauguró el diseño moderno en el país y lo posicionó, hasta la fecha, como un referente para cualquier diseñador gráfico, arquitecto o urbanista a escala internacional. (Hernández, E. 2008)

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El proyecto de las olimpiadas del 68 en México causó una gran revolución dentro del diseño gráfico nacional he internacional. Se podría decir incluso que gracias a este gran proyecto se le empezó a dar seriedad al diseño gráfico dentro de nuestro país. No solo probamos que éramos capaces de sacar un proyecto tan grande adelante, si no que probamos que podíamos ser los mejores para lograr el proyecto. Hoy en día seguimos creciendo dentro del diseño gráfico, pero tenemos una gran historia que contar incluso con lo pocos años que llevamos creando diseños.








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