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Justificación

Todas las personas pasamos por el proceso del envejecimiento, desde el momento en el que

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nacemos, comenzamos a envejecer. Sin embargo, llegamos en un momento en el que este proceso se hace

notorio en la vida de cada persona. A este hecho se le conoce como vejez. Cuando las personas llegan a

una edad avanzada, es cuando necesitan más ayuda, y necesitan ser cuidado para no perder las diferentes

facultades que estos tiene.

Actualmente podemos notar que el tiempo de vida ha aumentado, sin embargo, esto no significa

que el nivel de vida de los adultos mayores, sea la mejor.

Aponte (2015), menciona que el hecho de que la población anciana vaya en aumento deriva en la

necesidad de que se desarrollen planes de acción para la atención adecuada y necesaria en el ámbito de

la salud, en lo social y en lo económico. De este hecho, podemos mencionar que es necesario buscar

estrategias que contribuyan a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores. Bajo este contexto

y debido a las características y cambios asociados al proceso de envejecer, es importante conocer la

calidad de vida con la que se vive esta etapa.

“Gran parte de la población tiene conductas negativas hacia las personas mayores,

inconscientes algunas veces, pero, muchas otras, conscientes y activas. Igualmente, las personas de edad

avanzada no parecen muy felices de ser categorizadas como tales”. (Tamer, 2007).

Este hecho hace que la importancia de la gestión del cuidado de los adultos mayores sea

aún más importante, pues si no se realiza Tamer (2007), menciona que refuerza las representaciones de

la vejez como sólo pérdidas o carencias. Lo cual es una idea equivocada.

La importancia de saber sobre los cuidados del adulto mayor, es tan vital como la salud

de manera general, Gutiérrez (2000) explica que para lograr el desarrollo de programas de promoción de

la salud del anciano, es ante todo fundamental reconocer su importancia en las políticas sociales y en el

proceso de desarrollo. Necesitamos, además, mejorar la capacidad de análisis de nuestros sistemas de 2

salud, particularmente en lo que concierne a los grupos de alto riesgo, y promover a nivel político la

búsqueda de la igualdad en el ámbito de la salud.

En años recientes, los cuidados geriátricos se enfocan, cada vez más, a la evaluación global,

la prevención de las incapacidades y la protección de la independencia.”(Gutiérrez, 2000).

Mogollón (2012) especifica que hasta hace 30 años, la investigaciones gerontológicas

privaban al adulto mayor de participar en cualquier escenario educativo o sociocultural ante la creencia

de que la ancianidad implicaba la evolución irreversible del deterioro biofísico, cognitivo o sicológico,

como consecuencia de la senescencia, pero este hecho ha cambiado, gracias a nuevas investigaciones

que se han realizado, en donde se puede probar que las personas mayores, aún tiene la condición de

realizar diversas actividad, claramente no como como lo jóvenes.

La Organización de las Naciones Unidas (2002), en su informe de la Segunda Asamblea

Mundial sobre el Envejecimiento, plantea que el adulto mayor tiene derecho a su independencia, a la

alimentación, vivienda, educación, y también a la protección jurídica, que lo salvaguarde de la exclusión,

los maltratos y, por consiguiente, con libre acceso a todos los servicios sociales.

Impacto en el cuidado y atención al adulto mayor en México

Como bien se sabe, el cuidado de los ancianos ha sido de vital importancia a través de los años.

Por supuesto, dependiendo de cada país y cultura, es el grado de importancia que reciben. En todo caso,

México ha sido uno de los países que le ha dado un nivel de importancia no muy elevado a este tipo de

situaciones.

Existen varios departamentos encargados al cuidado de los ancianos, así como el INAPAM

(Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores), que es aquel responsable para brindarle bienestar

tanto física, como mental.

Sin embargo, estos departamentos, en muchas ocasiones, no le dan la atención necesaria, puesto

que las personas mayores, pueden verse afectadas.

Casado y López (2001) expresan que se ha discutido mucho acerca de quiénes deben participar

en la atención de aquellos que han perdido su autonomía, como es el caso de los “ancianos dependientes”

que pueden definirse como personas mayores que durante un periodo de tiempo prolongado, o de forma

permanente, requieren de ayuda para realizar ciertas actividades cotidianas (vestirse, comer, asearse, etc.),

por presentar deterioro en su funcionalidad física. (Arroyo, 2010).

Como bien se sabe, la familia juega un papel importante en este caso. Anteriormente, las mujeres

estaban exclusivamente dedicadas al cuidado del hogar, pero en la actualidad, debe ser responsabilidad

de toda la familia, el cuidado de las personas mayores que viven dentro.

En México se considera adulta mayor a la persona a partir de que cumple los 60 años de edad.

Por esta razón, muchos ya no son recibidos en varios trabajos, o son tratados como menos en las diversas

actividades, cuando esto debería ser así, sino todo lo contrario.

“Al comienzo del nuevo siglo, las perspectivas de envejecimiento de las personas y de las

poblaciones plantean algunos de los desafíos sociales, económicos y humanitarios más grandes que ha

conocido la humanidad en su conjunto” ( Can, et al, 2015).

Actualmente, las personas mayores tienen derechos para el cuidado de su salud, tanto en el sector

público o privado. Se espera claramente que estos puedan cumplir con los objetivos de cuidado hacia las

personas mayores. Esto para evitar riesgos en su salud física y mental.

Claramente, el autocuidado también es muy importante aunque bien se sabe, que a la edad

avanzada, no es tan sencillo como cuando uno es joven.

Como lo menciona Robles y Vásquez (2008) Es indiscutible que las expectativas y valoraciones

de los sujetos se basan en una serie de interpretaciones y evaluaciones con respecto a diferentes tipos de

cuidado y a partir de las cuales construyen su opción de preferencia. Muchas de estas construcciones

valorativas reportadas en los estudios derivan de la propia experiencia, al haberse indagado entre

ancianos y sus familiares quienes transitaron hacia un cuidado por no familiares o el estar residiendo en

un asilo.

Existen situaciones que provocan una dependencia de carácter permanente y los cuidados a partir

de su aparición tendrán que ser brindados de por vida.

Indispensablemente el cuidado de las personas mayores es importante, y su cuidado y atención

debe ser tomado con responsabilidad, puesto que si no se hace, puede provocar enfermedades graves.

Una de las consecuencias podría ser la demencia. Este hecho hace aún más complicada la situación, y

hace que las personas cercanas se vayan alejando poco a poco.

Funcionalidad del adulto mayor de acuerdo a las áreas biológica, psicológica, social y espiritual.

Guayerbas, et al (2001) nos mencionan que la capacidad funcional de nuestro sistema inmunitario,

un claro indicador del estado de salud y de la longevidad de los individuos, se va modificando a lo largo

de la vida, produciéndose un deterioro de dicho sistema al envejecer. Se ha querido estudiar cómo varían

en las diferentes décadas de la vida las funciones más representativas de los principales tipos de células

inmunocompetentes para poder establecerlas como marcadores de “edad biológica” y predictores de la

capacidad defensiva frente a infecciones en el anciano.

Así mismo, varios factores biológicos y ambientales define como las influencias normativas

relacionadas con la edad.

Lozano-Poveda (2011) hace referencia que el envejecimiento humano ha sido objeto de estudio

y de preocupación a lo largo de la historia desde aspectos biológicos, psicológicos y sociales.

Biológicamente, los humanos comienzan a envejecer desde su nacimiento, pero con ritmos diferentes.

La situación social, el modo de vida, el entorno cultural aceleran o retrasan la evolución biofisiológica.

Así, no hay una única edad para la vejez, pues son diferentes la edad cronológica, la edad corporal y la

edad social. La primera la define el número de años; mientras la social es establecida por la sociedad.

Al respecto, Rowe y Kahn proponen estratificar el “envejecer normal” en dos categorías,

envejecimiento exitoso y envejecimiento usual, relacionando los límites de la edad con las

manifestaciones propias del proceso de envejecimiento. En el envejecimiento exitoso se observa la

alteración funcional atribuible al proceso de envejecimiento; mientras en el envejecimiento usual se

observan cambios como resultado del efecto combinado de la enfermedad y el estilo de vida, sumado al

proceso de envejecimiento como consecuencia de la fragilidad presente en el anciano ocasionada por la

disminución de la reserva homeostática asociada con mayor riesgo de discapacidad.

Desde el punto de vista biológico, existen diferentes explicaciones del envejecimiento, que

coinciden todas en aceptar la presencia de una pérdida progresiva y uniforme del estado óptimo de salud

y del vigor, que afecta la mayoría de las funciones fisiológicas, cognoscitivas, emocionales y del

comportamiento.

Soberanes, et al (2009) Hacen referencia sobre el marco de la distinción de las edades, en general,

diversos autores se han aproximado a la vejez considerando a los ancianos un grupo de población

vinculado a problemáticas sociales particulares que viven, trabajan, demandan servicios y equipamientos,

consumen bienes y ocupan un espacio, dependiendo del tamaño, la dinámica y la composición de la

población. En este contexto es posible hablar de la edad social, relacionada con las actitudes y las

conductas establecidas por la sociedad; así, la edad, al presentarse como una categoría social con

marcados fundamentos biológicos, permite considerar la vejez una construcción social e histórica que,

según Arber y Jay, posee el significado conferido por el modelo cultural vigente, en términos de los

procesos de producción, el consumo de determinada tendencia y los ritmos vitales impuestos por cada

sociedad.

Durán, Orbegoz, Uribe, y Uribe (2008) especifican que el concepto de anciano varía tanto por

su aspecto social como por sus aspectos psicológico y biológico. Es imprescindible su diferenciación, ya

que en este segmento de la población no es posible hablar de un grupo homogéneo. La vejez se relaciona

con formas de parentesco, economía, salud, capacidad de automantenimiento, modelos de conducta,

religión, marginación, moral y política, entre otros.

Ortiz y Catro (2009) mencionan que desde una perspectiva más amplia y por ser una de las autoras

que más ha trabajado el tema, Carol Ryff se refiere al bienestar psicológico como el esfuerzo por

perfeccionar el propio potencial, de este modo tendría que ver con que la vida adquiera un significado

para uno mismo, con ciertos esfuerzos de superación y conseguir metas valiosas.

Lo que interesa es conocer la trayectoria evolutiva del bienestar psicológico, con especial atención

en los últimos años de vida, los cuales se saben difíciles para las personas mayores, por estar

caracterizados por pérdidas, amenazas y adaptación a nuevos estados psicosociales y físicos; estos

acontecimientos pueden limitar la vida en términos cuantitativos y cualitativos.

A pesar de estos impedimentos los ancianos se adaptan a todos estos nuevos cambios,

replanteándose sus metas y desafíos, adaptándolas a sus nuevas capacidades sociales, psicológicas y

físicas; es por esta razón que muchos de ellos informan altos niveles de bienestar, pues sus metas ya no

son las misma de hace 10 años, lo que disminuye la frustración al fracaso cuando no se puede llegar a

concretar las metas propuestas a esta edad.

De algún modo, las personas mayores siempre son influenciadas con la religión. Aunque esto se puede

considerar en el ámbito social, cabe mencionar que estos pueden tomar base en un área específica, que

es el espiritual!

Las personas mayores se verán involucradas en diferentes aspectos de ayuda hacia los demás, cuando su

convicción es la de ser semejantes a Cristo. De este modo, toman una funcionalidad bastante

impresionante.

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