REVISTA EMPRENDEDORES

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Emprendedores AĂąo 3 NÂş 4

Socios del desarrollo



Caminar de la mano, nos acerca al desarrollo

El esfuerzo de muchos construye el éxito de una Bolivia productiva, donde cada eslabón es esencial en la cadena de valor. Porque el aporte de todos construye oportunidades, enlaza capacidades y mejora la semilla hacia un fruto de esperanza. Engrana la fuerza de mujeres y hombres que trabajan para nutrir al asfalto desde el campo, fortaleciendo con innovación su realidad hacia el desarrollo de todos. Hoy es cuando nuestro trabajo se enfoca a las particularidades, desarrollando sinergias para que el recurso de vida sea el amor y pasión por lo que emprendedoras y emprendedores hacen.


Créditos Proyecto Mercados rurales de la Cooperación Suiza en Bolivia Fundación Swisscontact y Fundación PROFIN. Título EMPRENDEDORES, socios del desarrollo Coordinación general y conceptualización: SWISSCONTACT Redacción, edición y fotografía: Ariel Duranboger B. Marco Arnez C. Disponible virtualmente: www.cosude.org.bo www.swisscontact.bo www.fundacion-profin.org


Editorial Muchas veces parecería que las cosas y situaciones se materializan simplemente por arte de magia, como cuando disfrutamos de unas hortalizas en una ensalada ya servida en nuestra mesa. Pocos se imaginan el camino que estos productos han recorrido para llegar hasta nosotros. Es un proceso largo, en el que participan muchas personas, instituciones, industrias, comerciantes y distribuidores. Este proceso tiene su origen en una parcela rural, en las manos de emprendedoras y emprendedores que dejan caer la semilla de una idea hacia la innovación, la comercialización y la especialización. En el cuarto número de “Emprendedores”, la revista da un giro y enlaza las historias de vida de aquellos protagonistas que conforman los complejos productivos de hortalizas, frutícola y tubérculos. Nos lleva a ver de cerca (a través de sus propias palabras), las particularidades de las etapas de producción, dotación de insumos, transformación, comercialización, distribución y otras. Estas etapas son los eslabones de las cadenas de valor y si alguno llegará a fallar, tengamos por seguro que la magia que materializa la ensalada jamás llegaría a nuestra mesa. En esta ocasión cada uno de los testimonios de vida se vincula con el otro para formar la historia de éxito de las hortalizas, los tubérculos y los complejos productivos que proveen los mercados de toda Bolivia. Son historias del trabajo en equipo y de la facilitación que promueve la Cooperación Suiza en Bolivia, a través de su proyecto Mercados Rurales, implementado por las fundaciones Swisscontact y PROFIN, en asocio con instituciones como Fundación Valles, PROINPA, el Servicio Estatal de Autonomías, Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural, RIMISP, FAUTAPO, gobiernos municipales y departamentales, empresas, el Banco de Desarrollo Productivo (BDP), proveedores de bienes y servicios financieros y no-financieros, y muchos más. Estas organizaciones e instituciones apoyan día a día para que en torno al esfuerzo de las emprendedoras y emprendedores del país se construyan oportunidades, se fortalezcan capacidades y se promueva la transformación de un Estado que busca la seguridad y soberanía alimentaria y la sostenibilidad productiva. Este ejemplar también nos acerca a las innovaciones del sistema financiero, que permite la democratización del crédito enfocado en la tecnificación del campo, el financiamiento para capital de operaciones y la flexibilización de las garantías en torno a la realidad productiva de emprendedores, micro, pequeños y medianos productores. Así mismo, valoriza la necesidad de seguir profundizando en la implementación y difusión de seguros agrícolas y productivos en segmentos que poco a poco comprenden la importancia de invertir en tranquilidad y previsión, esto al ver los resultados positivos de sus pares. En este contexto, “Emprendedores” da un paso más en el camino hacia el desarrollo, a través de la cooperación que no solo facilita recursos económicos, sino que en el marco de la equidad e igualdad abre la puerta al aprendizaje, la asistencia técnica, el intercambio de experiencias y la profesionalización en el campo. Muestra de ello es la historia de Magda Patty, una mujer adulta que nunca dejo de creer que en el campo: ¡Es posible! También son relevantes los testimonios de Tatiana, Consuelo, Elena, Janeth, Sonia, Doña Ruth y Doña Albina. Ellas dan prueba de que, sin las mujeres, el sector productivo carecería de manos fértiles y semilleros de vida. Historias como estás son las que hacen esta revista y queremos compartirlas como muestra del engranaje del desarrollo productivo que hoy gira a lo largo y ancho de toda Bolivia.

Roger Denzer Embajador de Suiza en Bolivia

Nunca es tarde para estudiar

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Autonomías para el Desarrollo Productivo 10

CADENA DE VALOR

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Papa de altura

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Eslabones de vida: desde el surco a nuestras mesas

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Verdes como la esperanza: las hortalizas en el Valle Bajo

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Manos emprendedoras

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CINTI 27 El sabor de los Cinti

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Frutas de una tierra generosa

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La libertad de sentirse seguros

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VENTAJAS FINANCIERAS PARA EL SECTOR PRODUCTIVO DE BOLIVIA

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Semillas de desarrollo

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Al terminar el colegio emigró a la ciudad, pero no tardó mucho en regresar a su comunidad porque ella cree que en el campo se puede vivir bien con emprendimientos productivos. Ese es el ejemplo que Magda Patty da a su única hija. Ese y el ser profesional.

Nunca es tarde para estudiar Tiwanaku es una antigua población ubicada en la provincia Ingavi del departamento de La Paz, a 15 km al sudeste del Lago Titicaca. Fue el centro de la civilización tiahuanacota, una cultura preincaica que basaba su economía en la agricultura y la ganadería e irradió su influencia tecnológica y religiosa hacia otras civilizaciones contemporáneas alrededor del 1.500 a.c. Hoy, en medio del altiplano boliviano, podemos divisar

las ruinas arqueológicas de esta gran civilización y muy cerca de ellas encontramos la comunidad de Achaca, donde Magda Patty, una mujer de origen aimara que, como muchos en la región, vive de la producción lechera y la agricultura. En los ojos de Magda brilla la remembranza de su niñez y la fuerza de una mujer que no tiene límites cuando de emprender un proyecto se trata. “Yo solita me exijo, he visto que todo lo puedo hacer, siendo mujer por necesidad he tenido que aprender y hacer trabajo de varón” Magda Patty Magda proviene de una familia campesina de escasos recursos. Sus padres impulsaron que ella y sus nueve hermanos concluyan el bachillerato y luego enfrenten el futuro de la mejor manera posible. Magda es la única de todos los hermanos que vive y trabaja en la comunidad, todos ellos han migrado y han hecho su vida en la ciudad. Después del bachillerato siguió los mismos pasos de sus hermanos hacia la ciudad ya que en ese entonces “era la única alternativa para salir adelante”. A sus 18 años llegó a la ciudad de El Alto en el departamento de La Paz, donde trabajó de costurera, luego migró a Cochabamba para trabajar de cocinera. Las cosas en la ciudad no eran como ella esperaba y se decía a si misma que podía más, que quería más en la vida. Luego de unos años, regreso a la casa de barro en el altiplano que la vio nacer, trabajó y apoyó a su padre con el terreno y el ganado. Para ese entonces, Magda esperaba la llegada de su única hija Griselda. A sus 30 años de edad, con la visión de fortalecer un emprendimiento productivo familiar y otorgarle un mejor futuro a su hija, decidió inscribirse en la universidad para

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estudiar la carrera de Ingeniería Zootecnia. Escogió la Unidad Académica Campesina de Tiwanacu (UAC) de la Universidad Católica Boliviana (UCB).

12 compañeros y compañeras que recién ingresaban a la universidad y 16 vacas, de las cuales 10 estaban en producción.

“La decisión fue de mí sola, estudiar y sostenerme yo sola, sin preocupar a mis papás. Yo me sentía incapaz de estudiar, todos eran más jóvenes”

“Andaba muy ocupada… además tenía 12 estudiantes que recién habían ingresado a mi cargo, tenía que hacerles estudiar y ellos tenían que aprender algo de mí…”

Magda Patty

Magda Patty Al inicio estaba llena de pesimismo ya que muchas de sus compañeras eran menores, tenían tiempo para estudiar y sus padres les pagaban la universidad. En cambio, ella tenía que trabajar para sostenerse y estudiar a la vez. Sin embargo, la experiencia obtenida con el terreno y ganado de su padre le ayudó a destacar pronto y ver la universidad con mayor responsabilidad y madurez que muchos de sus pares. La carrera dura cinco años, pero Magda egresó en cuatro y medio años, tiempo durante el cual combinó sus estudios con el emprendimiento de su propio negocio. Compró a Valeria, su primera vaquita lechera que le aportó los ingresos necesarios para completar su carrera universitaria y la que inspiró el proyecto de su tesis. Ella cuenta que el último año fue el que más le costó. Su perfil de Tesis había sido aprobado pero, tuvo que dejar de trabajar para cumplir con todos los compromisos académicos, cursó siete materias paralelamente y el último semestre se hizo cargo de la Granja de Bovinos de la UAC, teniendo a su cargo

Ayudar a diario a su familia con el ganado y trabajar eventualmente con proyectos productivos para juntar capital y hacer crecer su actividad, le permitió adquirir tres vacas. Ello inspiró su tesis sobre alimentación del ganado, presentó una innovación entorno al Heno Fortificado para la época seca. Este resulta el más apetecido por el ganado, reduce los costos e incrementa la productividad. Esta investigación contribuyó a su emprendimiento productivo y el heno fortificado que desarrolló es el que su ganado y el de sus padres consumen, otorgando un mejoramiento productivo notable. ““Aquí hay época seca y escasea el forraje, para esa época es que se necesita forraje de calidad y buen sabor. Hay para comprar, pero, es muy caro, tenía que ver la manera de hacerlo más económico con los insumos del mismo lugar y eso he presentado en mi tesis” Magda Patty

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Encarar la defensa de tesis y costear los gastos de investigación e insumos era la nueva preocupación de Magda que durante el último año de estudio no aportó dinero en su casa. La Cooperación Suiza en Bolivia, a través de su proyecto Mercados rurales, trabaja ya hace unos años en éste y otros municipios aledaños facilitando servicios no financieros y financieros para fortalecer el desarrollo de la cadena productiva desde el eslabón primario hasta el de comercialización. El proyecto, que ha focalizado las intervenciones en el complejo lácteo sobre la temática de alimentación del ganado, promueve alternativas para pequeños productores, que contribuyan a reducir sus costos e incrementar la productividad. Con el fin de potenciar el rol de las universidades en la interacción social y su vinculación con las comunidades, implementó en alianza con la Unidad Académica Campesina de Tiahuanacu (UAC) de la UCB, un modelo piloto para la provisión de servicios de información y asesoramiento dirigido a unidades productivas familiares de pequeña escala. Asimismo, desde una perspectiva de afirmación positiva a las mujeres, se incentiva a las estudiantes tesistas a identificar alternativas en la alimentación del ganado. Durante una de las actividades planificadas por la universidad con apoyo del proyecto Mercados rurales, Magda presentó su investigación a productores y productoras referentes del complejo, promotores de servicios, representantes de gobiernos municipales y otras instituciones. El proyecto apoyó la realización de ésta investigación cubriendo parte de los gastos de laboratorio e impresión de los documentos. “Debo responder la confianza del proyecto Mercados rurales, yo he invertido en mi estudio y cueste lo que cueste lo voy a lograr. Su apoyo ha sido clave para mí, imagínense: ¿cómo lo hubiera pagado todo?” Magda Patty Magda concluyó su carrera en diciembre del 2014. En su último año de universidad su hija Griselda siguió el ejemplo de su mamá e ingreso a la misma universidad para estudiar Ingeniería Agronómica. “…me ha tocado ir a clases con mi hija, desde siempre nos hemos apoyado en todo”, juntas se complementan y su visión es hacer crecer su actividad familiar. Magda quiere construir infraestructura productiva idónea para la alimentación y ordeño de sus vacas, le ha demostrado a su padre que las nuevas técnicas que aprendió en la universidad se complementan con los saberes ancestrales con mejores resultados.

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Antes en época seca invertían 2 Bs por kg de harinas concentradas que solo se podía comprar en el mercado. Hoy Magda y su familia produce su propio heno fortificado con un costo 1,70 Bs el kg, con insumos de su propio terreno. En un futuro espera ayudar a su comunidad con esta investigación. “Soy hija y nieta de esta comunidad y, he visto que para devolverle lo que ha hecho por mi familia y por mí, necesitamos formarnos para ser mejores emprendedores” Magda Patty El proyecto Mercados rurales, además de la Universidad Católica Boliviana, trabaja con la Universidad Técnica de Oruro (UTO) y pretende replicar el modelo de información, asesoramiento e impulso a investigaciones en temáticas claves con otras casas superiores de educación. En el caso de la UAC ya cuenta con un cronograma de actividades a realizar durante todo el año como días de campo, parcelas demostrativas, cursos de especialización y materiales técnicos para su difusión (cuñas radiales y fichas técnicas) sobre la producción, conservación de forrajes y alimentación suplementaria para el ganado. Al momento, la universidad ha realizado 2 días de campo con más de 150 participantes entre productores líderes, promotores locales, representantes de gobiernos municipales, programas y proyectos públicos, empresas privadas y entidades financieras. En total se tienen nueva investigaciones sobre alternativas en la alimentación del ganado, tres inicialmente apoyadas por el Proyecto (dos de mujeres) y actualmente seis son impulsadas por el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), cuyos procesos y resultados están siendo difundidos a actores locales de la cuenca lechera del departamento. El rol promotor de las universidades y su estrecha relación con las familias productoras, así como el desarrollo del capital intelectual son necesarios para mejorar la productividad rural en Bolivia. “La mayoría de los jóvenes no pensamos quedarnos en el campo, todos miramos a la ciudad. También se puede salir adelante en las comunidades, con algún emprendimiento, pero para eso; debemos capacitarnos, no solo usar el conocimiento de los abuelos, ¡hay que innovar!” Magda Patty


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Autonomías para el desarrollo productivo Bolivia es un país de emprendedoras y emprendedores, personas que con su esfuerzo y trabajo saben aprovechar las oportunidades de un país diverso en culturas, paisajes y rico en potencialidades. Para estimular esta fuerza productiva es necesario que el sistema de normas

y las instituciones del Estado trabajen cada vez más cerca y de la mano de las productoras y los productores. El Servicio Estatal de Autonomías (SEA) ha hecho suya esta consigna desde su rol como organismo de consulta, apoyo y asistencia técnica a las entidades territoriales autónomas (gobernaciones y municipios) y al nivel central del Estado, en el proceso de implementación y desarrollo del régimen de autonomías establecido en la Constitución Política del Estado. Las gobernaciones y municipios, como Entidades Territoriales Autónomas (ETAs), tienen la misión de impulsar el desarrollo productivo local en base la vocación y potencialidad de cada región. Pamela Vargas, Directora Ejecutiva del SEA, destaca la importancia de esta asignatura en el nuevo diseño institucional del Estado, pero advierte que aún hay temas pendientes: “Muchos departamentos no tienen desarrollo normativo, pero si están ejecutando…, hay algunos temas que son coyunturales, no hay una visión de largo plazo” Pamela Vargas Uno de los temas de mayor interés para el SEA es promover el desarrollo productivo, ya que éste se encuentra fragmentado en los diferentes niveles de gobierno. Desde sus propios lineamientos, el proyecto Mercados rurales ha establecido una alianza con el SEA, a fin de fortalecer sus capacidades y contribuir al cumplimiento de sus objetivos institucionales. Se espera que la asistencia técnica que brinda el SEA, favorezca a que las ETAs puedan ejercer sus competencias de tal modo que respondan a una visión de desarrollo productivo. A través de esta alianza se espera que las entidades territoriales autónomas puedan emprender una mejor gestión, en beneficio de sectores productivos, a través del acceso a un entorno de negocios y la implementación de servicios para actores locales, pequeños productores y productoras a fin de que puedan desarrollar mejor sus capacidades.

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“Estamos convencidos de que el fortalecimiento de las capacidades de las ETA incidirá, a su vez, en la mejora de los servicios públicos dirigidos a los pequeños productores, principalmente en el área rural” Pamela Vargas El SEA es una institución pequeña, con limitaciones de personal y presupuesto, pero en su corto tiempo de vida ha demostrado altos niveles de eficiencia y el compromiso de su personal: “El servicio tiene que posicionarse como una institución muy técnica y de alguna forma imparcial, porque nosotros medimos el proceso, en esa medición puede que hayan algunos logros, hay momentos de estancamiento del proceso autonómico como que hay también retrocesos”, explica Vargas. El SEA concentra y procesa la información sobre el desarrollo legislativo autonómico, y sobre el estado de situación de las Entidades Territoriales Autónomas. En este contexto, el proyecto Mercados rurales ha coadyuvado a los esfuerzos del SEA en la realización de un estudio en 25 municipios de cuatro departamentos para evaluar el estado de situación de las Autonomías. Con información de diversas fuentes tanto públicas como privadas, se han elaborado fichas autonómicas donde se identifica la vocación de cada municipio. Desde un enfoque de “buenas prácticas” se ha analizado la

cobertura y calidad de los servicios que prestan las ETAs en el ámbito del desarrollo productivo. Por otra parte, a fin de apuntalar la generación permanente de capacidades en los servidores públicos de las ETAS y del nivel central del Estado, el proyecto Mercados rurales ha apoyado al SEA para que, en alianza con la Escuela de Gestión Pública Plurinacional (EGPP), se realice un programa de Tele-educación sobre el régimen autonómico, los alcances competenciales y otros temas referidos a la autonomía. Este programa incorpora un módulo destinado el desarrollo productivo. El SEA no tiene presencia física en todo el territorio nacional, por lo que se ha visto la necesidad de contar con una plataforma virtual que permita a la institución a todos los rincones del país. En este contexto, el proyecto Mercados rurales ha brindado asistencia técnica y seguimiento en el diseño y programación de dicha plataforma. Esta iniciativa se encuentra en la recta final, se están ajustando mecanismos para que sea manejable y sostenible, sin rebasar las capacidades del SEA. El SEA está conformado por un equipo de profesionales que se han propuesto hacer del SEA una institución eficiente y con credibilidad. Se espera que los resultados de esta intervención tengan muy pronto efectos en beneficio de pequeñas productoras y productores de las regiones donde se han implementado experiencias piloto.

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CADENAS DE VALOR


El esfuerzo de muchos construye el ĂŠxito de una Bolivia productiva, donde cada eslabĂłn es esencial en la cadena de valor


“La mesa esta lista” (se anuncia en la casa), “sale la orden 25” (se escucha desde los parlantes de un patio de comidas). Diversos platos se sirven para los comensales hambrientos que deleitan sus paladares con una sajtita, un Pique a lo Macho, una Papa a la Huancaína, una Salchipapa, un plato gourmet y hasta una hamburguesa. No importa el gusto o presupuesto, ella viene entera, en puré, en rodajas, chips o bastones. Los expertos cuentan que en las cocinas el rey es el pan y la reina indispensable “la papa”, sea frita, hervida, al horno o servida como chuño o tunta…este tubérculo ancestral es uno de los más importantes en Bolivia y el mundo.

Papa de altura Papa es un vocablo quechua que significa “tubérculo”. Se conoce que la papa fue domesticada hace 10.500 a. C , evidencias botánicas y culturales la remiten a los collas (los aymará de hoy) de la cultura tiahunacota. Fue difundida en Sudamérica entre los pueblos andinos y así llegó a ser uno de los alimentos básicos de los incas. Su gran resistencia al frío permite su cultivo a más de 3.500 metros de altura. Colón llevó la papa a Europa, pero tuvo que esperar 400 años para imponerse. Durante mucho tiempo se la creyó venenosa por la familia botánica a la que pertenece. Sirvió de alimento para los cerdos y para los prisioneros franceses en Alemania. Uno de ellos, Parmentier, regresó a Francia entusiasmado por las virtudes de la papa y convenció a los reyes para que difundieran su cultivo y así paliar las grandes hambrunas que sufrían las clases humildes en esa época.

En el mundo existen unos 4000 cultivares* de papa en Bolivia, según registra el Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF), se confirmó la existencia de 1.555 cultivares de papa nativa, además de otros cultivares comerciales que se vienen produciendo para satisfacer las necesidades de la industria y mercado tradicional. Para que este tubérculo llegue hasta nuestros paladares, se articula en torno a ella una cadena productiva y de comercialización impresionante. Los diferentes procesos sociales, económicos y políticos de los últimos años vienen promoviendo un nuevo panorama de la tendencia productiva de la papa en Bolivia. La imagen tradicional de país con agricultura eminentemente andina e interandina tiende a la ampliación de la frontera agrícola hacia zonas no tradicionales como los valles mesotérmicos, el oriente y Chaco boliviano, configurando una nueva cultura del cultivo y consumo de la papa en Bolivia. Desde 1950, la introducción de tecnología para el mejoramiento de la producción de la papa en los región andina, comenzó apuntando a mejorar la calidad de la semilla de papa a partir de la evaluación y selección de cultivares nativos de papa. Actualmente, Bolivia ejerce un sistema de producción y abastecimiento de semilla de papa de calidad certificada. Este sistema desde 1987 a la fecha ha promovido la producción de un número reducido de cultivares de de papas, entre ellas, la Desirée (Solanum tubersosum subsp. tuberosum) y Waych’a (Solanum tubersosum subsp. andigena). Este esquema junto a los patrones de consumo actual se encuentra modificando la realidad de la producción de la papa en Bolivia, cuyo impacto deberá analizarse en torno a la conservación de la diversidad de las papas nativas y en la cultura de la papa en la región andina. * Cultivares en botánica: Linaje o cepa de una planta seleccionada por mostrar características deseables, que traspasan de generación en generación.

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Eslabones de vida: desde el surco a nuestras mesas

PROINPA

Eleuterio Mamani

Productores de papa de Capinota

Leonardo Mayta

Gerardo y Ruth Pa&Pa

La Fundación PROINPA trabaja en la generación y difusión de tecnologías para promover la innovación agrícola, logrando de esta manera responder a las demandas de los productores con escasos recursos.

Hace 30 años en Putucuni , cerca de la comunidad de Ayopaya en el municipio de Cocapata, cuando aún era un joven, las manos de don Eleuterio trabajaban la tierra de su padre. Este quechua del valle cochabambino, es ahora un hombre en el que los surcos del tiempo han dejado huellas. Sus parcelas desde entonces ven florecer la papa, día a día compite con las miles de toneladas del tubérculo extranjero que llegan a Bolivia de manera formal y por contrabando. Hoy don Eleuterio se dedica a la producción de semilla de las especies Huaycha, Puca Huaycha y la famosa Desirée. Su objetivo “es lograr producir buena semilla, semilla de calidad” para que el mercado solo quiera papa boliviana.

Capinota es un municipio del Valle Bajo de Cochabamba. Cuenta con grandes extensiones de cultivo de papa y una amplia variedad de hortalizas, algunos también se dedican a la vid y otras frutas.

Agrónomo, paceño de 40 años proveniente de una familia de comerciantes. Hoy radica en Cochabamba, trabajó muchos años en el municipio de Capinota con un proyecto de cooperación que le abrió las puertas al mundo del cultivo de tubérculos y hortalizas. El hizo de todo, desde producir hasta comercializar. Hoy recorre la ciudad visitando mercados, industrias y restaurantes acomodando las variedades de papa y hortalizas que compra directamente de los productores desde comunidades locales. Su experiencia lo ha convertido no solo en asesor técnico en el cual confían agricultores e industriales, sino que lo formó como él se autodenomina un “comercializador agrícola” que se ha posicionado como creíble, justo y buen pagador. Funge también como el primer filtro de calidad que enlaza la oferta del productor y la demanda de las industrias y supermercados, certificando desde su conocimiento el origen y bondades del tubérculo que comercializa.

Como a muchos, a Gerardo Wille le molestaba que siendo Bolivia la cuna de la papa, esta tierra no sea productora de “papa bastón congelada”, la que consumía a diario en Europa cuando estudiaba ingeniería mecánica.

Para la identificación de las demandas, se emplean metodologías participativas que ayudan a legitimar los procesos de investigación y difusión de tecnología. Los procesos de desarrollo impulsan la participación activa de familias de agricultores, especialmente en la toma de decisiones y el control del proceso de innovación. Esto conlleva al fortalecimiento de los conocimientos, actitudes y prácticas, permitiéndoles mejorar su calidad de vida, respetando y cuidando el medio ambiente. Junto con la Cooperación Suiza en Bolivia a través del proyecto Mercados rurales, impulsa la producción de cultivares mejorados y semilla certificada de papa en Cochabamba y otros departamentos de Bolivia. Cuenta con infraestructura y talentos humanos de alto nivel. PROINPA se convierte en un eje articulador de la cadena productiva de la papa y otros productos agrícolas nacionales.

Aquí encontramos a productores como Don Juan Sanagua y Martín Aguilar, ambos vecinos productivos, dedicados a la producción de papa y hortalizas. Trabajan en sus campos con el objetivo de financiar mejores oportunidades de estudio para sus hijos, ya que vivir en el campo es duro y muchas veces incierto. Ellos producen principalmente las variedades de papa Desirée y Huaycha, antes solamente cultivaban la variedad nativa. Lo hacían para el consumo y la venta tradicional en el mercado. Hoy, por facilitación de instituciones como PROINPA y la Cooperación Suiza en Bolivia, introdujeron cultivares mejorados de papas que cumplen con la alta calidad y tamaño que exige el abastecimiento a la creciente demanda de industrias como Pa&Pa, Lucana y otras que trasforman el tubérculo en papas bastón congeladas o chips.

Hace 10 años, en un pequeño “boliche” inauguró Pa&Pa, la primera fábrica nacional de papa bastón congelada. Comenzó trasformando 30K de papa sucia en 15 de papa empaquetada, hoy junto a su esposa Doña Ruth Cossio de Wille cuenta con una planta mecanizada que emplea a 50 personas (la mayoría mujeres) y envasan 5000 kilos de papa al día. Su gama de productos es amplia, la estrella es la papa bastón, la cual es conocida con la marca “Selecta”, sin embargo en los supermercados sus sabrosas papas chip Nativa, The Strongest y Crujipapa son el deleite en las reuniones familiares y de amigos. Pa&Pa solo produce con materia prima nacional (la cual cuesta el doble de la papa argentina y belga que usa la competencia).

Cuentan que es buen negocio. Innovar y mejorar la calidad para cumplir con la industria, implica sistemas de cultivo que combinan sus saberes tradicionales con las recetas modernas y tecnificadas. El precio varía según la temporada, la oferta o la demanda, a ello se suma el desequilibrio que causa el contrabando de papa peruana, argentina y belga. Ante este panorama, de manera asociada e individual deben ver maneras de financiamiento para obtener la liquidez que requieren para producir. La industria no les paga al contado, tardan entre 3 meses a un año para cobrar.

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Semillas de esperanza En este complejo agrícola se busca ligar a los actores de la cadena productiva, fortaleciendo el rol de cada uno, para facilitar mejores condiciones técnicas, de mercado y acceso a servicios financieros que beneficien principalmente a los agricultores. Mercados Rurales y PROINPA articulan una red que garantiza la calidad del tubérculo y construye el camino hacia una comercialización más eficiente y justa.

El Mercado Bolsátil El fin de toda la producción es que se venda, llegar a los mercados, lograr comercializar es lo que hace que la rueda continúe girando. La papa llega a los mercados y se va desde ellos en bolsas, el tipo de bolsa indica su origen. En el caso de Capinota, la bolsa es celeste con líneas azules. Empecé con 25 mil dólares, ahora muevo 105 mil (con el doble estaría tranquilo)…, el secreto es saber atender al cliente, al comprador yo le digo la verdad, de dónde viene la papa (la procedencia del producto importa mucho), como yo conozco al productor, conozco el costo de producción y eso ayuda a negociar, además yo elijo que papa es buena y cual no es de calidad, sé de donde viene la semilla muchas veces valido la producción. Solo así puedo garantizar al mercado…, me pongo en el zapato del productor y del comprador” Leonardo Mayta / Comercializador agrícola Elocuente, vivaz, emprendedor e innovador, camina de un lado para otro, se mueve en minibuses desde la ciudad de Cochabamba hasta los municipios productores como Capinota, lleva una base de datos celosamente custo-

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diada en un celular de los antiguos. Carga una libreta, unos recibos y cuando es necesario alquila camiones para acopiar los quintales de papa para entregar en mercados, supermercados, restaurantes e industrias tecnificadas que demandan el tubérculo para satisfacer a “los comensales” culinarios. Leonardo Mayta resulto ser un comercializador agrícola de ímpetu y buenos contactos, es un agente de bolsa agrícola que entiende muy bien el cambiante flujo del segmento y el manejo de la información, lo que también lo convierte en un ente relacionador de instituciones como la Cooperación Suiza en Bolivia que a través del proyecto Mercados rurales, facilita el enlace y la articulación de productores rurales hacia servicios financieros y no financieros, con asistencia técnica y con innovación productiva. “Me interesa que el comunario y quien compra ganen… es necesaria la vinculación, antes no existía, los productores ya han vendido su papa antes de cosechar, hasta llegar al mercado no sabes por cuantas manos ha pasado, pero al que demanda le interesa el precio y la calidad y aunque exigen tanto, no pagan al contado, yo debo mover un fuerte capital para mantener a mis proveedores contentos” Leonardo Mayta / Comercializador agrícola

“Gracias a PROINPA y SEPA, Capinota produce tres veces al año, ya no dos, hay variedades, se nota el mejoramiento y se abren contactos para todos los lados y lo mejor se valida la calidad que pide la industria” Leonardo Mayta / Comercializador agrícola En la agricultura, todo comienza con la semilla. El primer eslabón enlaza al INIAF con la empresa de producción de Semilla de Papa (SEPA), quien provee semilla de papa pre-básica de las variedades Pafrita y Pinker a asociaciones semilleristas como APROSEPA en Villazón y FEDESCO del norte de Ayopaya en Quillacollo, a la que pertenece don Eleuterio, quien posteriormente vende esta semilla pre básica a los re - multiplicadores de Los Andes en Tiraque y PPF-Semilla en Palca. Los

re-multiplicadores proveen la semilla a los productores de K´ara K´ara en Capinota quienes también acceden a semilla importada del Perú. Para evitar los riesgos de esta importación, PROINPA desarrolló semilla in vitro de la variedad Única, la que también a través de SEPA se comercializa en el Perú, la cual posteriormente termina llegando a Capinota. Así esta semilla certifica una producción de calidad. Posteriormente el tubérculo listo para consumir es recolectado por los acopiadores o comercializadores agrícolas como Leonardo Mayta, quien provee a los mercados, restaurantes e industria de comida rápida. Muchas industrias también acceden de manera directa al productor. “Con este proyecto piloto, logramos abastecer la papa para el consumo y la industria, tenemos semilla para productores de altura, desde los 2800 hasta los 4000 m.s.n .m., nuestras variedades son resistentes a plagas como el tizón que en 2 días acaba con toda la producción, gracias a ello se ha bajado el uso de insecticidas beneficiando al medio ambiente, salud y la calidad de la papa, lo que incrementa el rendimiento del cultivo en un 10%..., podemos desarrollar otras variedades pero hace falta capital e interés desde el gobierno para hacerlo, según la FAO se requiere hasta 1 millón de dólares para desarrollar una variedad mejorada” Dr. Julio Gabriel / PROINPA En torno a ello empresas como PA&PA, abastecen su industria con papa nacional, que llega desde los surcos del municipio de Capinota, la cual es altamente requerida por su calidad ya que cumple con los atributos de tamaño, firmeza, cantidad de glucosa y color.


“Nadie sabrá si la papa es boliviana (la gente no lo sabe) pero apuntamos a desarrollar y potenciar la agricultura nacional... en Bolivia se requiere actualmente 8000 toneladas de papa apta para fritar, eso se calcula en función a la semilla que se vende” Gerardo Wille – PA&PA Semilleristas de papa como Eleuterio, quien compran la semilla pre básica certificada de las variedades conocidas como Huaycha, Puca Huaycha para chips y el mercado de consumo y la Pinker (similar a la Desirée holandesa) para la industria asegura que “estas variedades se venden como pan caliente”. Don Eleuterio ha sido capacitado para mejorar los sistemas de producción y cuidados de la semilla, su producción ha crecido en un 30%. Si bien el precio fluctúa dependiendo de la oferta y la demanda, durante una buena temporada vende el kilo hasta en 370Bs., semilla que adquiere en 200Bs. Un kilo de semilla produce hasta 70 de papa comercializable, normalmente Eleuterio compra de 20 a 40 kilos de semilla. Desde SEPA hasta los semilleristas se mueve un promedio de 500.000 kilos por temporada, promedio que tiende a crecer. Mover tal producción implica tener acceso a terrenos, insumos, contratación de peones, tecnificación en algunos procesos y transporte de lo producido. Para ello semilleristas, re-multiplicadores y productores precisan mover fuertes sumas de dinero. La gran mayoría de los productores ante un mercado que tarda hasta un año en pagar, tienen que recurrir a créditos bancarios, que por

lo general cobran intereses altos y piden garantías no acordes a la realidad productiva del agricultor. Por ello se ha facilitado y fortalecido la generación de Asociaciones, que permitan registrar el nivel de productividad del complejo y que además doten de información real a las instituciones financieras de desarrollo que poco a poco construyen ofertas crediticias pensadas en el productor. El proyecto Mercados rurales genera un impulso clave para que ambos actores se vinculen y el crédito se democratice y complemente su oferta con componentes de asistencia técnica y educación financiera. La visión de los productores es invertir esos financiamientos no solo en la producción individual, sino en construcción de infraestructura comunal productiva, administrada por las asociaciones, para lo cual requieren acceso a políticas de desarrollo productivo que garantice la defensa del producto nacional, frene el contrabando y articule proyectos de desarrollo productivo a través de los municipios. “Nosotros podemos vender la papa, abastecer al mercado, si nos dedicaríamos a las empresas que hacen papa frita, pero no tenemos recursos económicos, cuanto nos gustaría tener un silo frigorífico, para así conservar en el sabor, color, tamaño y si tuviéramos ese silo cuando haya demanda de papa podríamos sacar esa papa, pero la inversión es fuerte, necesitamos créditos y el apoyo del municipio” Juan Sonuaga E. / agricultor/ Capinota

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Diversificación del crédito En el caso del comercializador agrícola, la inversión es mayor, requiere capital disponible para negociar precios al contado y pagar a los productores en el menor tiempo posible. Leonardo Mayta ha ido creciendo de a poco, comenzó sin capital acomodando y pagando el tubérculo a crédito. Su inversión hoy asciende a 105 mil dólares, requiere el doble para mover volúmenes más rentables. Podría comprar al productor a menor precio, siempre y cuando le pague al productor al contado, lo que generaría en el productor un impacto directo de seguridad y acceso a liquidez. Sin embargo, aún no existen créditos para comercialización. Se está comenzando a innovar en el tema pero Leonardo tuvo que acceder a líneas de crédito distintas para reunir el capital, las garantías que le pidieron aún se constituyen en sistemas hipotecarios, no relacionados con su actividad. “Poco a poco me estoy volviendo empresa, estamos creciendo y hace falta más gente, los bancos no me ven como productivo, necesito línea de crédito, me han logrado prestar hasta 30 mil dólares, he pagado rápido pero necesito más,

pero no hay créditos para el comercializador, hay socios capitalistas que además de ganar como socios, quieren ganar intereses iguales o mayores que el banco , eso no conviene” Leonardo Mayta / comercializador agrícola

La papa-industria Las industrias han comenzado a multiplicarse, PA&PA es una de las principales en Cochabamba, es la única que cuenta con una certificación ISO22000 a la Inocuidad Alimentaria, la que certifica el control del proceso desde el origen de la materia prima, en este caso la papa. Hoy compite con industrias informales de pequeña escala y otras formales de mayor envergadura como Krispi Chips, Lucana y Ta Bueno en Cochabamba y, Papitza e Impastas en Santa Cruz, industrias que también requieren del tubérculo para elaborar sus productos. Las empresas de comida rápida generan el 90% de la demanda de la papa bastón congelada y el otro10% se orienta al consumidor final. “Es algo que con el tiempo podrá equilibrarse ya que el consumidor final, no tiene la costumbre de comprar papa pre congelada como sucede en otros países, eso cambiará, pero para eso falta mucho” Gerardo Wille / Pa&Pa Un componente a resaltar en este complejo es el equilibrio de género que otorga desde la producción hasta la comercialización, emplea no solo a hombres, principalmente busca la mano de obra femenina, desde el eslabón inicial, pasando por la producción y ahora en especial en la industria. La destreza con la que las mujeres tratan el tubérculo es clave como en muchos otros complejos. “El varón lo hace bien, pero no se complementaría si no hubiera una mujer trabajando, porque hay algunas actividades que son separadas. En nuestra cultura misma está inmerso eso: el hombre tiene que preparar el terreno y la mujer tiene que sembrar, la mujer es esa mano fértil siempre hay esa creencia” “Si estuviésemos al máximo de la capacidad al menos 600 familias productoras se beneficiarían al año, hoy empleamos mayormente mujeres y así es en la industria” Ruth Cossio de Wille / Pa&Pa

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Los logros se sienten, queda mucho por hacer, todos los eslabones reclaman que no hay políticas severas contra el contrabando que a veces abastece la escasez de producción nacional por una mala temporada y, en otras compite injustamente contra la alta productividad que Bolivia empieza a generar. Wille reclama que por la sobre valuación de nuestra moneda (a raíz de un factor de tipo de cambio) la papa extranjera resulte más económica que la nacional, otros piden más acceso a créditos y capacitación técnica. “Aquí quienes más aprovechan son los brasileros, peruanos y colombianos y los bolivianos, ¿dónde estamos?, la competencia es buena porque de ella aprendemos, pero necesitamos más comercializadores para que el país crezca” Leonardo Mayta / comercailizador agrícola “El gobierno tiene que pensarlo, tiene que poner presupuesto, porque sembrar papa es capital, …para una hectárea es más o menos 30 mil a 34 mil bolivianos y depende de la cosecha no siempre nos pagan mucho la papa que entra es más barata, a veces ahí nomás nos quedamos” Martín Aguilar / agricultor / Capinota

“ Estamos produciendo papa hermosa, no tenemos que envidiar a la belga o argentina, pero a quien compra solo le importa el precio, es tiempo de que el gobierno fluctúe el boliviano en función al dólar si no, solo por eso, ¡vamos a tener que cerrar!...” Gerardo Wille / Pa&Pa La cadena productiva de papa en Bolivia está en crecimiento pese al pesimismo y realismo de algunos actores, el lazo entre los eslabones (al menos en Cochabamba) se ha fortalecido, la facilitación del proyecto Mercados rurales y sus aliados como PROINPA han generado una semilla prospera y multiplicadora de mejores condiciones de vida para los emprendedores en torno a la papa. Atributos como el color, tamaño y azúcar son estándares de calidad que el productor ahora conoce porque la industria se lo exige. Personas como Leonardo Mayta han establecido un sistema de negocio beneficioso para muchas partes y entiende que el mercado local es solo el primer paso, Bolivia puede más porque ahora se exige más. “…con PROINPA y sus instituciones somos socios (no económicos) pero si de confianza, aplicamos todo lo que ellos saben y nos enseñan, todos les estamos muy agradecidos” Ruth Cossio de Wille / Pa&Pa

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Verdes como la esperanza: las hortalizas en el Valle Bajo Un paseo por el Valle Bajo de Cochabamba es un recorrido por intensos colores verdes y frescos aromas que nos hablan de una tierra fértil y generosa. Las comunarias y comunarios de la región, además del cultivo de la milenaria papa, se dedican a la actividad lechera y a la producción de hortalizas. A pesar de la vertiginosa expansión urbana de los últimos años, que amenaza con reducir las áreas de cultivo, es inequívoco decir que se trata de una zona agrícola con gran potencial productivo. No está demás señalar su importancia para la soberanía alimentaria, pues estas hortalizas disputan el mercado cochabambino con productos que llegan de importación o contrabando, principalmente desde Perú. Frente a este escenario los productores se enfrentan al desafío de mejorar sus sistemas de producción y de comercialización para llegar al mercado tradicional y otros emergentes con mejores productos y acceder a precios justos.

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Se pueden mencionar algunos aspectos que frenan el desarrollo de este sector productivo. En primer lugar, muchos productores no utilizan semilla de calidad, sino que reproducen semillas de forma rústica, las cuales generación tras generación se van degradando. En segundo lugar, la pérdida de plantas que se presenta entre el almácigo y la parcela definitiva, dado el inadecuado manejo de este proceso. En tercer lugar, la comercialización, cuya dinámica no es favorable para el productor, debido a la falta de información sobre precios y otros factores. Estos son cuellos de botella que impiden el desarrollo pleno de un sector que mayormente emplea mano de obra femenina y es fuente de ingresos diarios para las familias del Valle Bajo cochabambino.


Manos emprendedoras

Tatiana

Elena

Consuelo

Tatiana heredó de su padre el amor a la naturaleza que transmite día a día a más de una docena de mujeres que trabajan junto a ella, produciendo plantines en el vivero Aranzaya. Esta paisajista cree que una buena dosis de amor es necesaria para complementar los intensos cuidados y dedicación que se requieren para germinar una planta. Con deseo de innovación, ha incursionado en la producción de plantines de hortalizas en este laberinto mágico y biodiverso. Un trabajo altamente especializado ha convertido este emprendimiento en el segundo vivero más grande de Cochabamba, esperando contribuir a mejorar el rendimiento de los productores agrícolas.

Elena tiene 35 años y vive en el Valle Bajo de Cochabamba. Aunque no pudo terminar la escuela lleva una vida digna a través del trabajo, cultivando hortalizas. Esta actividad le permite llevar ingresos diarios a su familia. Está casada y es madre de dos niños. Debe repartir diariamente su tiempo entre las labores domésticas y la faena agrícola. Sin embargo, con empeño y deseo de superación, se ha abierto a la innovación, experimentando y participando de capacitaciones para aprender cada día más y mejorar su producción en beneficio de su familia.

La agronomía es considerada una profesión típicamente masculina. Consuelo trabaja en un proyecto de la gobernación, orientando y brindando asistencia técnica a productoras y productores agrícolas del Valle Bajo y Central de Cochabamba. Rompiendo las convenciones de género, se ha entregado a su trabajo, actualizándose y mejorando sus competencias para poder brindar un mejor servicio, particularmente a las productoras de hortalizas. Su entrega y empatía con las agricultoras del Valle Bajo de Cochabamba son la clave de su trabajo, en un rubro en el que están involucradas mayormente las mujeres.

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Elena es una mujer joven con grandes esperanzas, trabaja con la ilusión de prosperar económicamente al lado de sus dos hijos y terminar la casa que llevan construyendo junto a su esposo, quien trabaja como constructor. Ella dejó la escuela a los diez años, cuando llegó junto a su madre al Valle Bajo desde la provincia Arque tras el cierre de la mina Cerro Grande. Sin embargo, ha llevado su vida con dignidad a través del trabajo. Su minuciosa faena diaria la esconde entre los surcos de un huerto de tomates, un cultivo muy difícil de manejar. Para ella no hay imposibles, todo puede producir con dedicación.

Manos fértiles El cultivo de hortalizas requiere de mucho cuidado y dedicación, por ello involucra principalmente a mujeres. Elena Vallejos Alanes tiene 35 años y cultiva hortalizas en la comunidad de Payacollo, Sipe Sipe, en el Valle Bajo de Cochabamba. Esta actividad le permite tener ingresos constantes y contribuir a la economía familiar. “Da en tres meses, de ahí tienes que cosechar cada tres semanas, mientras la papa en cuatro meses da, hay que poner peones varones, no hacen las mujeres, más caro nos sale el varón… En la hortaliza [la mujer], deshierba, cosecha, no utilizamos varón, sólo para sembrar… a veces mi esposo y mi hijo ayudan…” Luego de dejar todo dispuesto en casa, atraviesa los senderos de molles y manzanales que le llevan a su chacra. Allí cultiva tomates, acelgas, espinacas y todo lo que sus hábiles manos fertilizan con la complicidad de la tierra. Elena afronta cada jornada de trabajo con decisión, aunque no sabe si podrá obtener un precio justo por las hortalizas que con regularidad lleva al mercado. El complejo productivo de hortalizas presenta una serie de cuellos de botella que frenan a los agricultores. La deficiente provisión y manejo de la semilla es uno de los eslabones más débiles que incide directamente en la calidad y por tanto en el precio que los productores deben negociar en el mercado. En este contexto, el proyecto Mercados rurales de la Cooperación Suiza en Bolivia a través de su socio, la Fundación Valles, ha desarrollado una iniciativa para impulsar

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a los productores hortícolas de Sipe Sipe a superar estos cuellos de botella. Ha introducido el uso de plantines de hortalizas. Este método genera una mayor productividad: además de ahorrar tiempo al productor, reduce el alto porcentaje de pérdida en el momento del transplante. Además, los plantines son producidos en invernaderos bajo condiciones de cuidado que garantizan su calidad. Elena debe repartir diariamente su tiempo entre las labores domésticas y la faena agrícola. Como la mayoría de las mujeres bolivianas, ella está sujeta a una doble jornada de trabajo: “…los dos tengo que hacer, hasta el medio día tengo que estar en la casa, de ahí me voy abajo [a la chacra] hay que atender… tengo que desyerbar, hay que fumigar, hay que regar y en seguida hay que poner abono…” El uso de plantines le puede ahorrar tiempo, además de darle valor agregado: plantas sanas y vigorosas, mayor producción y valoración del producto en el mercado. Durante este invierno, ha experimentado con plantines de brócoli y coliflor que le han dado muy buenos resultados. La Fundación Valles ha contratado al vivero Aranzaya, quien provee de plantines a las y los productoras (es) para una primera etapa, con resultados alentadores. Los plantines pueden ser adquiridos bajo la modalidad de compra o el productor puede llevar la semilla de su preferencia al vivero para que éste se encargue de almacigarlos, pagando sólo por este servicio. En cualquier caso, la implementación de plantines no significa un costo alto para el productor.

“Porque yo he hecho dar a un principio el tomate, cuando hemos puesto en el invernadero ha dado bien… depende de atender, si no atiendes no da también resultado… Mayormente me dedico a eso nomás, no crío animales, nada más.” Esta actitud, plena de seguridad le ha permitido abrirse a la innovación, experimentando y participando de capacitaciones para aprender cada día más. Este ejemplo puede multiplicar el interés de otros productores, que en la tradición agrícola no suelen arriesgarse hasta que ven resultados. Qué mejor muestra que el firme, pero delicado trabajo de las manos de Elena, materializado en saludables y frescas hortalizas del Valle Bajo cochabambino.

Mujeres de campo A pesar de que la producción de hortalizas emplea mayormente mano de obra femenina, su trabajo es menos valorado. Mientras que el jornal que recibe un varón puede superar los 100 Bs. la paga por igual trabajo para una mujer alcanza entre los 40 y 60 Bs. Por otra parte, el acceso que tienen las mujeres a capacitación en este rubro se ve limitado por las brechas en las relaciones de género. Consuelo Quisbert es técnica del Servicio Departamental Agropecuario (SEDAG), dependiente de la Gobernación de Cochabamba y da cuenta de ello: “La mujer es la que cumple mil oficios… cuida a los hijos tiene que preparar la comida para el esposo, para el hijo, tiene que irse a cuidar la parcela…”

Consuelo trabaja en un proyecto de la Gobernación destinado a brindar capacitación, asesoramiento y asistencia técnica a productoras y productores del Valle Bajo y Central de Cochabamba. En su trabajo ha podido constatar que son pocas las mujeres que asisten a las capacitaciones, dadas las múltiples actividades que tienen que cumplir, tanto en el ámbito productivo como en el espacio doméstico. Algunas de las mujeres que asisten a estos cursos, se sienten más cómodas haciéndole preguntas de forma privada. Por ello se le acercan después de los talleres que dicta en las comunidades. En una conversación informal, Consuelo intenta despejar las dudas de las productoras. Es así que pese a las brechas de género, encuentran la oportunidad de capacitarse. Consuelo entiende muy bien esta problemática. Su familia se sintió sorprendida cuando ella decidió estudiar agronomía, profesión que consideraban propiamente masculina. Con decisión y mucho trabajo ella pudo demostrarles lo contrario, completando sus estudios como alumna destacada. No hace mucho que terminó la universidad, es joven y la única mujer en el proyecto. Al principio tenía un poco de miedo e inseguridad; pero poco a poco fue tomando confianza y ganando experiencia. Esto la ha motivado para superarse profesionalmente y brindar mejor servicio a productoras y productores. Actualmente se encuentra finalizando el diplomado “Producción de plantines y semilla de Hortalizas”, impul-


sado por la Cooperación Suiza en Bolivia a través de su proyecto Mercados rurales y la UMSS , mediante su socio, la Fundación Valles. Este diplomado contó con una beca parcial para participantes mujeres, de forma que Consuelo pudo beneficiarse con un descuento del 33% del costo total del diplomado. Ella supo aprovechar esta oportunidad para mejorar sus capacidades en el trabajo: “Es lo que ahora estoy haciendo en mi trabajo, me ha ayudado de tal forma… hay cosas que no sabía y, como el diplomado se ha hecho con expertos, he ido cubriendo esos eslabones que no sabía, he ido viendo también otras técnicas u otras alternativas.” La producción de plantines requiere de ciertas condiciones de temperatura y humedad por lo cual exige de técnicas apropiadas según cada cultivo. Consuelo advierte que muchos productores ya se están dedicando exclusivamente a producir plantines de cebollas: “En algunos casos manejan bien el sacado de plantines, en otros no, entonces nosotros como técnicos siempre estamos tratando de dar recomendaciones.” El diplomado multiplicó los conocimientos que ahora Consuelo espera transmitir a productoras y productores. En su monografía final está sistematizando muchas técnicas de producción de plantines con las cuales brindar una mejor asesoría.

Semilleros de vida Es cierto que la producción de plantines es un trabajo especializado que parte de una semilla de calidad, germinada y desarrollada en condiciones apropiadas de temperatura y humedad. Pero esto no sería suficiente si no se incorpora una importante dosis de cuidado, dedicación y amor. Así lo entiende Tatiana Ríos, quien lleva varios años dedicando el talento de sus manos artesanas a germinar la vida en el Vivero Aranzaya, ubicado en el municipio de El Paso, provincia Quillacollo del departamento de Cochabamba. Todo comenzó con una iniciativa de su padre, un ingeniero civil, quien inició este emprendimiento como una casa de campo para su jubilación. Este cinteño, en vida amante de la tierra y cultor de pasatiempos, compartió con Tatiana más que una afición, un sentimiento: “Por amor a las plantas empezamos a criar un poquito más y vender a los amigos y así se va formando todo lo que es el vivero. Yo he estudiado paisajismo ya viendo todo esto, lo de mi padre. Y bueno, ya estamos aquí en producción.” Año tras año fueron dando forma al proyecto, convirtiéndolo en el segundo vivero más grande del departamento con una producción anual de más de cien mil plantines.

Son largas las distancias y diversos los parajes que Consuelo recorre en su trabajo junto a productores y productoras. En una comunidad recomendará producir los plantines en una “cama elevada”, en otra comunidad recomendará una “cama baja”; todo dependerá de las condiciones de humedad y la disponibilidad de agua. Lo cierto es que en el futuro, cuando más de una productora se le acerque con alguna inquietud, Consuelo podrá asesorarle mejor. De esta fértil complicidad femenina surgirán mejores y más vigorosos plantines, más saludables hortalizas, y mayores ingresos para las familias agricultoras. “El varón lo hace bien, pero no se complementaría si no hubiera una mujer trabajando, porque hay algunas actividades que son separadas. En nuestra cultura misma está inmerso eso: el hombre tiene que preparar el terreno y la mujer tiene que sembrar, la mujer es esa mano fértil… siempre hay esa creencia. El trabajo no estaría bien hecho si es que no hubiera una mujer que vela por esos detalles.”

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Caminar por ahí es perderse en un laberinto biodiverso. Nos dan la bienvenida plantas exuberantes, amistosos conejos, peces dorados, arbolitos de bonsái e innumerables sorpresas que invitan a la fantasía. Encantan a la vista verdes y frondosas alfombras desde donde emergen capullos multicolores. Plantines de flores ornamentales de innumerables variedades inundan la mirada de sensaciones intensas. Este vivero, debe su nombre a la zona donde se encuentra, Aranzaya, fértil paraje que quiere decir en quechua, la zona de arriba. Allí las manos hábiles de más de una docena de mujeres y tres varones brindan ternura y cuidado a cada plantín. Tatiana emplea principalmente a mujeres, ya que tienen manos más pequeñas para los plantines y son más delicadas que los varones. Con ellas ha establecido un ambiente familiar de trabajo en el cual es indispensable el amor: “Yo creo que lo principal es hacerles entender primero a las personas el cariño a la naturaleza. Después, el buen trato hacia ellas [las trabajadoras]. Ellas lo van a reflejar en las plantas, en lo que están haciendo, por ahí que partimos del cariño, sobre todo.” Este último año, Tatiana ha innovado con la producción de plantines de hortalizas a sugerencia de la Fundación Valles, quien está promoviendo su uso por parte de los

productores de hortalizas del Valle Bajo cochabambino en el marco del proyecto Mercados rurales de la Cooperación Suiza en Bolivia. Los productores del sector, siembran o almacigan directamente en la tierra por lo que no pueden controlar las condiciones apropiadas para la semilla. La producción especializada de plantines abre nuevas posibilidades tanto para productores como para viveristas. En una experiencia piloto, el proyecto Mercados rurales, a través de su socio, la Fundación Valles ha provisto de semillas. Se ha contratado al vivero Aranzaya para la producción de 70 bandejas de plantines de lechugas y pimentones en una primera instancia y similar cantidad de plantines de brócoli y coliflor para una segunda. El sistema de bandejas facilita el trabajo al productor, reduciendo la pérdida o deterioro de las plantas durante el trasplante. Estos plantines han sido entregados a los productores para su validación. Como parte del proceso, Tatiana ha recibido charlas de orientación, ha participado de giras de campo y ha recibido la visita de productores y productoras, quienes han expresado sus dudas y manifestado sus necesidades con respecto a la provisión de plantines. Existe una creciente demanda de nuevas variedades de hortalizas con precios atractivos en el mercado. El objetivo final es que agricultores como Elena Vallejos puedan contactarse directamente con los viveristas para adquirir los plantines. Se espera que en el futuro se puedan establecer relaciones de negocios entre estos sectores que le den mayor sostenibilidad al complejo productivo de hortalizas en Cochabamba. Los invernaderos de Tatiana están llenos de detalles pintorescos y magia, pero también de un riguroso y responsable trabajo especializado. Desde la desinfección de la tierra se cuida cada detalle. Varios invernaderos que ofrecen características específicas para cada etapa del proceso de germinación y crecimiento de cada plantín. Sistemas automatizados regulan el riego y la temperatura. Estos plantines de hortalizas pueden adquirirse directamente en el vivero o simplemente se puede pagar por el servicio de almacigado, cuando el productor trae su propia semilla. Lo importante es contar con una semilla de calidad. El vivero Aranzaya tiene la capacidad de producir plantines de calidad; de diversas variedades de hortalizas, a un precio bajo. “Es un mercado rentable, define bien el tiempo. Nosotros nos dedicamos solamente a la siembra y el brote del plantín. [Después] ya pasa al productor, que desarrolla este producto y pasa al mercado

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que es el que ofrece. Es mucho más rápida la comercialización.” Esta innovación otorga grandes beneficios tanto para los productores como para el vivero. El productor tiene acceso a plantines garantizados, con los que podrá producir hortalizas de mejor calidad para acceder a mejores precios en el mercado. Por su parte, el vivero ingresa en un nuevo y rentable mercado que tiene alto potencial. Pero el beneficio más importante es quizás su impacto en la cadena de valor. Esta innovación contribuye a superar dos de los cuellos de botella que frenan el desarrollo del complejo productivo de hortalizas, la mala calidad de la semilla y el deficiente manejo de almácigos. Visitar el vivero Aranzaya es una experiencia peculiar. Ambientes amplios y luminosos así como rincones misteriosos se abren a la vista, donde no pueden faltar unos gnomos a quienes se les perdona una travesura de vez en cuando. Aquí germina la magia de la vida, de las amorosas manos de mujeres que semilla a semilla van sembrando el desarrollo del complejo productivo de hortalizas.

Hortalizas en los mercados rurales Cebolla, ajo, zanahoria, remolacha, brócoli, coliflor, locoto, tomate... Todos estos vegetales de consumo corriente, están presentes en las mesas de más de un millón de consumidores que habitan el área metropolitana de Cochabamba. Alimentado por los ríos Rocha, Arque y Caine. El Valle Bajo cochabambino es el encargado de producir todos estos alimentos, que llegarán a su destino luego de atravesar las diversas rutas del mercado. La producción de hortalizas del Valle Bajo de Cochabamba tiene un comportamiento dinámico. Al tener un corto ciclo de producción, los vegetales están disponibles para el mercado en poco tiempo, garantizando ingresos regulares para los productores. Este dinamismo se refleja también en el mercado, en el que se producen variaciones de precio que afectan al productor. Leonardo Mayta es comercializador agrícola y nos caracteriza el comportamiento de precios del sector: “Dentro de las hortalizas son diferentes, el precio del tomate, por ejemplo, puede estar muy bueno en estas épocas y en otra puede estar malo, y ese día puede estar bueno otro producto.”

ductores como consumidores puedan acceder a precios justos. Además de las variaciones producidas por la llegada de hortalizas de importación o contrabando, existe una cadena de intermediación sujeta a la especulación. Los mercados mayoristas y las “ranq’eras” o revendedoras manejan su propia escala de precios, muchas veces incluso por debajo de los costos de producción. En los últimos años ha habido una creciente demanda de hortalizas por parte del sector gastronómico y la industria. Esto representa oportunidades para que los productores accedan a mejores precios. Sin embargo, entre los productores y la industria aún existe una deficiente conexión. Cada empresa, sea gastronómica o industrial, tiene una demanda diferente, pero en general requieren de una provisión constante de productos de origen y calidad garantizados y a un precio estable. Del otro lado del mercado, el productor debe recuperar sus costos de producción y comercialización y lograr una ganancia interesante lo que en gran medida depende del precio que consigue por sus productos. Para llegar a ello, el agricultor debe lograr una buena producción, lo que implica mejorar e innovar en sus prácticas agrícolas. Por ejemplo, es vital una adecuada provisión de insumos y semillas de calidad. Así lo describe Leonardo: “El que vende semilla me dice esta es mejor, pero eso se ve en campo… La semilla varía según las zonas.” En este sentido, sostiene que la semilla debe ser probada por el que la vende, el que la produce y el que vende el producto final, en corresponsabilidad. Leonardo ha trabajado durante varios años como comercializador agrícola promoviendo prácticas éticas en el mercado. Considera que tanto el productor como el comprador deben ganar, por ello deben trabajar juntos en beneficio del sector. Esto nos refleja una visión que identifica la importancia de cada actor dentro de la cadena de valor. La Cooperación Suiza en Bolivia a través del proyecto Mercados rurales trabaja con ese enfoque implementando acciones para articular los distintos actores. Es necesario consolidar relaciones de beneficio mutuo entre productores, viveristas, semilleros, proveedores de insumos agropecuarios, comercializadores e industria. La innovación tanto en el mercado de semillas e insumos, como en la comercialización es ahora un imperativo para el desarrollo del complejo productivo de hortalizas de Cochabamba.

Al igual que con otros bienes, el mercado de hortalizas presenta cuellos de botella que impiden que tanto proSocios del desarrollo

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CINTI


Hoy es cuando nuestro trabajo se enfoca a las particularidades, desarrollando sinergias para que el recurso de vida sea el amor y pasiรณn por lo que emprendedoras y emprendedores hacen


El sabor de los Cinti De la mano de la tradición e innovación, Reina Hoyos lidera un emprendimiento gastronómico y turístico en la comunidad de Paichito, municipio de Carreras en el departamento de Chuquisaca, que intenta poner al alcance del turista estas delicias. “Este emprendimiento lo empezamos con mi esposo hace 3 años. Era la idea de mi esposo hacer este emprendimiento hace 30 años, por muchas razones no lo habíamos podido hacer.” Fermín de la Parra Barro planeó este emprendimiento desde que regresó a su terruño desde Bermejo, lugar donde tuvo que emigrar desde su juventud por la falta de oportunidades. Luego de una vida destacada en Bermejo, por causa o destino tomo la decisión de volver: “Me voy a mi tierra, voy a hacer algo por mi tierra”, recuerda con emoción. Es así que luego de 30 años de empuje lograron concretar este sueño que nació con el nombre de “La casa de Barro” en alusión a su apellido y al material del que están construidas, con un exquisito toque rústico, las paredes de este lugar. Hoy ofrecen hospedaje, servicio de almuerzo y la atención de todo tipo de eventos, además de estar en la capacidad de atender a la demanda turística. “Siempre he sido orgulloso de mi tierra, siempre he sido querendón de la tierra, orgulloso por su clima, por sus atractivos turísticos, por su naturaleza, y por su gente!” Los Cinti es una región que ha ganado prestigio nacional e internacional por ser la cuna del singani, bebida que representa a Bolivia como país. Pero además de ofrecernos hermosos paisajes y su centenaria tradición vitivinícola, los Cinti es también cultora de una exquisita gastronomía. Si uno ingresa a esta zona desde el sur, se encuentra con el municipio de Carreras, donde se puede probar las virtudes de esta gastronomía. Ya sea en un matrimonio, un evento especial o para el aniversario del municipio, no faltan los tamales o un asado de chancho, acompañados por un refresco de palqui, un fruto local.

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Ideólogo y promotor del municipio de Carreras, Fermín ha luchado incansablemente por el progreso de su tierra, convencido de que esta región ofrece un gran potencial para la actividad turística. Piensa que este rubro puede ayudar al progreso de la región, ya que el desarrollo del turismo impulsa a su vez a otros sectores. Así se podrá frenar la migración por la falta de oportunidades, especialmente para las mujeres jóvenes. Gabriela Sánchez es parte de La Casa de Barro. Hace poco terminó sus estudios como auxiliar de enfermería, pero no encuentra oportunidades en el municipio


para poder ejercer su profesión. Tiene tres hijos a los cuales su familia ayuda a mantener, ya que es madre soltera. Pero eso no la ha frenado y tiene una actitud positiva hacia la vida: hace más de un año trabajaba para Fermín y Reina, hoy se ha convertido en su socia. “Tuvimos la visión de incorporar a un grupo de señoras, ellas antes trabajaban conmigo… Antes trabajaban para nosotros ahora somos socios, somos como un grupo de emprendedoras”, señala Reina.

la cocina de su región: la picana cinteña, el mixto de cerdo los tamales y otras delicias.

Es así que se organizaron para postular a un financiamiento de ACCESOS con el cual mejoraron el equipamiento del lugar. La Fundación FAUTAPO ha apoyado a Fermín a mejorar la infraestructura de La Casa de Barro, que ahora ha puesto a disposición de estas emprendedoras para apoyarlas en una primera instancia.

La Casa de Barro es rica en sabores locales, todo cocinado con los mejores productos y frutos emergidos de esta tierra roja y fecunda. Reina, Gabriela y sus compañeras se organizan minuciosamente para dar vida a estos manjares. Trabajan por turnos y luego de contabilizar los costos, se reparten las ganancias el en función al trabajo de cada una.

La comida, la tradición de vinos y singanis, el inmenso atractivo paisajístico de los Cinti ofrecen oportunidades al desarrollo de la región. En este contexto, el proyecto Mercados rurales, de la Cooperación Suiza en Bolivia, a través de sus socios RIMISP y FAUTAPO ha desarrollado el proyecto “Implementación de gastronomía para la atención al turista”, con el cual se ha beneficiado al grupo de mujeres de la Casa de Barro con capacitaciones. Este proyecto también ha promovido la participación de estas mujeres emprendedoras en la feria el Tambo, el encuentro gastronómico más grande de Bolivia. En este evento se han destacado exhibiendo lo mejor de

Esta iniciativa es un ejemplo de emprendimiento y abre oportunidades de empleo para iniciativas similares. Gabriela tiene la aspiración de crecer y así contribuir a su región.

El proyecto Mercados rurales facilita acciones para articular a todos los actores que participan de una cadena de valor. Desde esta visión, el apoyo a la gastronomía complementa otras gestiones, como la obtención de la Identificación Geográfica (IG) Valle de Cinti, promovida por FAUTAPO que protege los vinos y singanis de cinti.

“Estamos trabajando grupalmente, a futuro creo que vamos a ir creciendo más, para tener más atenciones, nos vamos a ir capacitando mejor, para llegar a ser los mejores de aquí, de la región. Eso sería mi visión.”

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Frutas de una tierra generosa Jhanett Vanesa Copa Villca nació en Chinimayu, municipio de San Lucas, del departamento de Chuquisaca. Recuerda de niña ver a sus padres partir hacia la Argentina en busca de mejores días. Los productos que cultivaban (papa, trigo y maíz) no eran suficientes para mantener a una familia con cinco hijos. Janeth es la hija mayor, después de salir bachiller decidió ir a la ciudad de Sucre para estudiar agronomía y así ayudar a la familia. “Yo dije siempre, cuando termine de estudiar aquí voy a ir a mi comunidad, voy a ir a apoyar a mis papás, como ellos son productores, van a seguir siendo productores…” El amor por su familia y el apego a su tierra hicieron que luego de tres años de estudio regresara a su comunidad como técnica en Agronomía ejerciendo su profesión en el rubro de la producción del durazno. Este rubro ha estado experimentando un crecimiento en la región esta última década, lo que representa una oportunidad para familias como la de Jhanett, para mejorar sus ingresos. “Hace algunos años no se vendía ni en fruta, ahora ya se está conociendo, ya estamos entrando poco a poco para poder vender.” Jhanett ha trabajado como Técnica en el municipio de San Lucas, brindando asistencia técnica y capacitación a los productores en el manejo del durazno. Desde su experiencia afirma: El final del invierno se anuncia con la floración del durazno. En esta época el valle de San Lucas, se ve matizado de colores rosados que señalan la primavera. Las flores del durazno llenan de magia y esplendor esta fértil región de los valles andinos. Pero no siempre ha sido así, una década atrás, la producción frutícola era mínima y la gente se veía obligada emigrar. “… solamente en época de siembra llegaban a la comunidad a sembrar y se iban… llegaban a cosechar y se iban… todo era Argentina, todo era Argentina.”

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“Más falta trabajar en la calidad para poder vender, tenemos cantidad, pero la calidad estamos llegando poco a poco.” Muchos de los productores de San Lucas aún no manejan apropiadamente este rubro. El uso de fertilización, el buen control de enfermedades, la poda y otros innumerables detalles de manejo son importantes en el cultivo del durazno. Jhanett intenta complementar todos los conocimientos adquiridos en la Universidad con su experiencia diaria en el campo, como funcionaria del municipio y como productora misma.


Jhanett ha participado del diplomado “Producción de Frutas en climas templados” junto a otros 10 técnicos de este municipio, a través del proyecto Mercados rurales de la Cooperación Suiza en Bolivia. Este proyecto intenta coadyuvar a los esfuerzos del municipio en el desarrollo del sector frutícola. El rol de técnicos capacitados como Jhanett es importante para transmitir conocimientos y brindar asistencia técnica a los productores. “El 100% nunca terminas de aprender y algunas ideas me ha ido aclarando, más que todo el tema de fertilización… cómo hay que llegar a clasificar la fruta, el calibre… esas cositas yo no tenía conocimiento, pero ahora en este diplomado he llegado a conocer cómo se hace cada paso.” Con estos nuevos conocimientos Jhanett ha podido asesorar mejor a los productores. Ella sabe que los productores sólo se animan a aplicar los conocimientos cuando ven resultados, así es que ella misma los está implementando en sus parcelas. Gracias a mejoras en el manejo del cultivo del durazno implementadas en los últimos años, los productores han podido mejorar su rendimiento: antes se podía cosechar hasta 5 kilográmos por árbol, en la actualidad puede cosecharse un promedio de 40 a 50 kilogramos. Es así que los duraznos de San Lucas han ido adquiriendo un prestigio creciente en el mercado, compitiendo con

los de otras zonas de mayor tradición frutícola. Janeth nos invita a comparar: “Tienen una carita bonita, pero no es el mismo sabor… el de este lado [San Lucas] tiene un sabor, color, olor… son dulces y un gusto diferente.” Jhanett ve grandes cambios en su comunidad. La gente ha dejado de emigrar a la Argentina, ahora casi todos los jóvenes concluyen la escuela y muchos van a la Universidad. Así sucede en su propia familia, todos sus hermanos siguen carreras universitarias. El durazno ha permitido que todo esto ocurra. Jhanett se encuentra esperanzada, ha comenzado un pequeño cultivo experimental de uvas y piensa renovar sus plantas de durazno. Como parte del diplomado tuvo la oportunidad de visitar Chile, país conocido por sus altos estándares en la producción frutícola. Con ello se ha visto estimulada a innovar. Tiene sólo 25 años, pero ya planea el futuro con perspectiva: “Yo quiero hacer más, quiero hacer un vivero, siempre he soñado con tener un vivero y como ahorita ya tengo un poco más de experiencia… me gusta trabajar con plantines y quiero implementar un vivero frutícola ya sea en mi comunidad mismo o en otro lado, para poder apoyar.”

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La vida le ha enseñado que hay giros inesperados que ponen en riesgo todo lo que se ha construido, que deberíamos estar preparados y protegidos de alguna manera para sobre llevar momentos de crisis y dolor.

La libertad de sentirse seguros “Somos siete hermanos, cinco mujeres y dos varones, los varones han terminado el colegio” Sonia Rodriguez Cuando apenas había concluido el tercer curso de primaria, Sonia Rodríguez y su hermana acompañaron a su padre a Argentina. La falta de dinero y los efectos del cambio climático se hacían presentes, una sequía les obligaba a dejar atrás sus chacras frutícolas en la comunidad de Suquistaca del municipio de Camargo en Los Cintis. “En Argentina mi papá tenía un negocio pequeñito de ropa y nosotros le ayudábamos, vendía, contrabandeaba ropa, yo ayudaba con eso…” Sonia Rodriguez En un principio todo marchaba bien aunque el trabajo era muy duro y parecía que nunca se podía descansar ya veían un futuro prometedor, incluso su padre había accedido al financiamiento de un auto que apoyaría en el negocio. La crisis económica que vivió el vecino golpeó de manera dramática a Sonia y su familia. Su padre se embarrancó con el auto recién comprado, su madre quedó seriamente herida y su padre estuvo en coma hasta que falleció. La crisis, los gastos del hospital, la deuda por el auto, los costes de sepelio de su padre y otras deudas que la familia tenía en torno al negocio, fueron fulminantes para su economía, una suerte de nube negra se apoderó de la familia Rodríguez, estaban en la quiebra total. “Eso fue lo más difícil, tener todo encima, entonces yo no tenía plata, no tenía nada, habíamos entrado en quiebra, mi papa estuvo 10 días en coma, el auto estaba hipotecado y aparte teníamos q mantener la familia” Sonia Rodriguez

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Por consejo de un amigo, Sonia a sus 21 años inició una nueva aventura, esta vez la migración la llevó hasta otro continente, dejaba en Argentina y Bolivia a toda su familia y una serie de deudas por pagar. España le abrió las puertas a ella y a miles de bolivianos que se embarcaron en un éxodo en busca de mejores oportunidades de trabajo. Ya en Barcelona, Sonia trabajó por varios años como empleada en la casa de un doctor y también prestó servicios en una empresa de limpieza. “Ha sido todo un shock, pero se ganaba bien. En ese tiempo100 € eran como 1.000 Bs, era bastante plata aquí y se podía invertir. Yo ganaba con el doctor 800 € y con la limpieza a 1.500” Sonia Rodriguez Poco a poco fue pagando las deudas que tenía la familia e incluso le alcanzó dinero para ahorrar. Allí se enamoró de un paisano y en España nacieron sus dos hijos, Dirac de 8 años y Paul de 6, ambos pasaban todo el día en una guardería, mientras Sonia trabajaba muy duro. Sus hijos, con nacionalidad española, comenzaron a criarse en un país en el que vitoreaban los goles de Messi para el Barsa, que de seguro tendrían mejores oportunidades de educación, pero con los cuales no pasaba mucho tiempo. No tardó mucho en llegar la crisis a España y la lejanía de sus niños por el trabajo la motivaban a regresar, vientos de cambio nuevamente soplaban en el andar de Sonia Rodríguez. “España se ha venido un poco abajo, en parte por eso y porque debo ganar bastante para mantener a mis hijos, fue eso y, más que todo fue por no

tener que descuidarlos tanto a ellos… volví a Bolivia por los niños…” Sonia Rodriguez Si bien en su comunidad solo cursó hasta 3ro Básico, la vida le enseño a prever, ahorrar y diversificar inversiones con anticipación, con el dinero que pudo ahorrar en España invirtió en un negocio de ropa con uno de sus hermanos en Argentina, también compró terrenos en Suquistaca, sus planes apuntaban a regresar a la comunidad que la vio nacer, a un lugar donde tuviese libertad y tiempo para estar con sus hijos, donde ellos pudieran criarse lejos de la contaminación en torno a la naturaleza. En coordinación con Héctor, su hermano menor; compro un cuarto de hectárea de tierra apta para el cultivo, sembradío cercano a los terrenos que su madre pronto les heredaría. Con la ayuda de Héctor, comenzaron el cultivo de durazno, Sonia financió el emprendimiento desde el exterior, contrató peones para que trabajen la tierra. Hoy es su negocio principal, un emprendimiento que con 380 plantas, en un buen año, le rinde un promedio de 30 mil bolivianos. “Los compré cuando todavía no tenían ni una sola planta, yo mantenía de allá, mandaba plata, al volver de allá es que más me dedique a las plantas, …son tres años ya de producción de durazno, mayormente le hago pelón, si tuviera camioneta lo sacaría, pero de momento no tengo, lo llevaría a La Paz, quizás sacaría más, pero de momento no” Sonia Rodriguez

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Para entonces la mamá de Sonia, a sus 64 años de edad, accedió a un microseguro combinado donde el pilar fundamental es el seguro agrícola que va acompañado con la cobertura de vida. Este seguro, el AGROVIDA, fue articulado por PROFIN en el sector agricultor de Los Cintis y promocionado por distintos actores públicos y privados, es así que la mamá de Sonia firmó con la aseguradora Alianza. Unos meses después, la señora había enfermado, un problema renal fue fulminante, nuevamente la familia Rodríguez estaba de luto. “Cuando mi mamá estaba enferma, ahí ha sido la sorpresa, había tenido seguro, cuando ella murió nos enteramos que había que cobrar eso. A la aseguradora Alianza tenía que llevar papeles no me han puesto ninguna traba, nos han pagado rápido y bien” Sonia Rodriguez La Fundación PROFIN es líder a nivel nacional en el manejo y transferencia del conocimiento en innovación financiera. Desarrolla, promueve y facilita procesos de innovación financiera, buscando la articulación con servicios no financieros en cooperación con instituciones públicas y privadas; para que el micro y mediano productor rural y urbano tenga acceso a servicios

financieros. En cuanto al desarrollo del seguro agrícola combinado, la innovación implementó un componente de vida, junto al eje fundamental del riesgo agro, el cual no es muy apreciado por el mercado de seguros por su alta siniestralidad, complejidad de los procesos de suscripción y control de siniestros sumado a un bajo conocimiento del segmento. Desde el año 2010 se inició un proceso de masificación del seguro, hoy los productores y las aseguradoras son más receptivos al producto y mucho más si este está basado en la realidad productiva de cada rubro. En Bolivia, los cultivos sufren grandes pérdidas por las inclemencias climatológicas: granizo, sequia, inundaciones y otros. Si bien el seguro agrícola no repone todo el daño, ayuda a minimizar las pérdidas y como en el caso de la familia Rodríguez, aporta con recursos para atender emergencias, en este caso fueron los gastos médicos y el sepelio, gastos que muchas veces llegan de imprevisto. “El seguro en todo no te paga, pero siempre es bienvenida la plata que te pagan, mi mamá ha tenido bastante gastos, algo cubre, hace tiempo que pensaba en ello, ayudaría a mis hijos, los productores están interesados, a mi preguntan, pero hay que hacer una reunión y explicarles bien para que estén al tanto, necesitan aclarar, a mí me parece bien el seguro, más cuando ha caído granizo y un poco la helada, ahí hay poco durazno” Sonia Rodriguez A los pocos meses de enterrar a su madre, una vez que se presentaron los documentos de defunción, Sonia pudo cobrar la prima, fueron Bs 7000 que se cancelaron sin mayor trámite a lo largo de tres cheques. El dinero se repartió entre los siete hermanos, luego de que cada hijo descontará el monto que aportaron por el entierro. Hoy Sonia recomienda a los productores del sector a que se aseguren, ella pronto accederá al seguro para proteger su inversión en los duraznos y de cierta manera dejar respaldados a sus dos hijos, ya que sus terrenos están a nombre de los niños. Sonia aprendió a que es bueno respaldarse, tiene planes de comercializar directamente el durazno ya trasformado en pelón, pero no realizará acciones de las cuales no esté totalmente SEGURA. “A mí me gusta estar tranquila y segura, tengo negocios en argentina somos socios con mi hermano y ahora tengo casa en Camargo (la alquilo), por tranquilidad estoy aquí a mí me gusta el campo me gusta en libertad, estar con mis hijos.” Sonia Rodriguez

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VENTAJAS FINANCIERAS PARA EL SECTOR PRODUCTIVO DE BOLIVIA


Porque el aporte de todos construye oportunidades, enlaza capacidades y mejora la semilla hacia un fruto de esperanza. Engrana la fuerza de mujeres y hombres que trabajan para nutrir al asfalto desde el campo, fortaleciendo con innovaciรณn su realidad hacia el desarrollo de todos.


Articular la cadena productiva significa construir oportunidades de desarrollo en todos los eslabones, en el caso del complejo de Hortalizas, desde las semillas hasta la comercialización. El constante trabajo de muchos proyectos de organizaciones no gubernamentales (ONGs) en áreas rurales del país abrió las puertas a servicios no financieros y ha demostrado que la asistencia técnica en combinación con el acceso a créditos productivos es parte del secreto para fortalecer el desarrollo en las áreas rurales.

Semillas de desarrollo Cochabamba era considerada desde tiempos preincaicos como el lugar predilecto. Por ello se la denominó “la Llajta”, donde el poder del cielo y la tierra se unen para dar fruto a las bondades de esa tierra valluna. Sus campos productivos son extensos, pero cada día se ven comprimidos por el crecimiento de la mancha urbana o agobiados por la contaminación de ladrilleras y cementeras. Aún así, este valle es el principal productor agrícola en Bolivia, proveyendo a los mercados del país hortalizas, tubérculos, frutas y también flores que llegan

hasta nuestros hogares. A lo largo de estos años, la producción se fue segmentando y especializando, los complejos productivos comienzan a especificar los eslabones de la cadena. Esta evolución ha generado una alta demanda de financiamientos y asistencia técnica especializada por parte de las y los pequeños y medianos productores del área rural y urbana. La oferta de créditos productivos ha crecido en los últimos años. Sin embargo, los altos intereses y sistemas de garantías formales son limitantes que generan una brecha entre agricultores y entidades financieras. En el municipio de Capinota, en la comunidad de IrpaIrpa, Doña Albina Maita, una valluna de 35 años de edad combina atender a sus tres hijos pequeños con el rol de una verdadera empresaria. Su principal actividad es la producción de semillas de papa y hortalizas (cebolla, zanahoria, camote, rábano, remolacha y otras variedades), también ha invertido en la implementación de una yesería donde transforma piedra caliza en estuco, lo embolsa y con ayuda de su concubino Don Lucho Cruz quien es chofer, transportan el yeso hasta Oruro y otros mercados locales. Tienen un volqueta y pronto invertirán 90 mil dólares en una Chatatolva (volqueta grande larga) para transportar más yeso. Albina se inició en el mundo de la agricultura hace 10 años. Junto a su esposo comenzaron sin mucho apoyándose en el financiamiento bancario para poder producir. “Bueno yo he comenzado siempre con el banco, cuando uno se junta, no tiene ni olla ni plato, normalmente de Prodem he sacado, pero ha costado harto al principio. No es fácil sacar del banco” Albina Maita

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Capinota es un municipio productor de papa, una amplia variedad de hortalizas y algunas frutas, es conocida como la capital del Guarapo, una bebida proveniente de la primera fermentación de la uva, cada 12 de abril se celebra la Feria del Guarapo. Albina creció en medio de este valle bendecido, aprendió a cultivar de manos de su padre. Estudio en la universidad hasta segundo año de psicología, tuvo que abandonar la carrera por temas económicos y por la llegada de sus hijos. Tuvo que concentrase en ganar dinero para apoyar a la familia. “Mi papá siempre se ha dedicado a la agricultura, ahora que entiendo es divertido y fácil, todo le he aprendido a mi papá. Por mis hijos estoy trabajando, para que no se queden sin estudio, ellos sí o sí tienen que estudiar. Aquí sí hay vida, pero para él que sabe trabajar, yo de aquí no me muevo, aquí estoy más tranquila, cuando quiero trabajo, cuando quiero me quedo en casa, no hay jefes aquí” Albina Maita Al inicio como muchos de la región, se dedicó sólo a cosechar papa, llevaba el tubérculo hasta Santa Cruz, lo cual la alejaba de sus niños, por lo que decidió abarcar la mayor cantidad de terreno para generar más ingresos y para diferenciarse comenzó la producción de semillas. Este complejo en ese tiempo no estaba muy atendido e implica un proceso más rápido y liviano. Hoy tiene cinco hectáreas productivas: tres propias en su comunidad de origen Orkoma, otra que obtuvo por cinco mil dólares

bajo la modalidad de anticrético y otra que alquila por 12 mil bolivianos al año. “En seis meses hago 96 mil bolivianos con las semillas, dentro de esta semilla le pongo papa, la papa cubre su guano, su alquiler del terreno. Esto de la semilla ya es ganancia líquida de una hectárea, pero, por decir, en esta hectárea le siembro zanahoria todito, y le vendo a 50 Bs, es para peones. En una parcela ganas, en otras pierdes, es así; por decir viene la granizada ahorita en esta época y la zanahoria ya no sirve, en eso nos afecta” Albina Maita Albina ya casi no trabaja la tierra, porque reparte sus funciones entre los niños, la yesería y las parcelas. Su principal herramienta es un celular, con el cual supervisa el trabajo de su gente. Contrata peones para el trabajo duro y principalmente mujeres pues su jornal es más bajo y tienen más cuidado con las semillas. Por sí sola no abracaría tanto terreno. “Mayormente de toda la gente es así, yo pongo semilla, han visto que me ha ido bien este año y mi vecino igual pone semilla y el otro también, así imitan. Pero ellos llevan nomás al mercado, en cambio yo vendo al Centro, de aquí IrpaIrpa yo solita vendo al Centro. En Sarcobamba hay harto, Orkoma están, Capinota, pero de aquí yo nomás” Albina Maita

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el resguardo genético de las especies y la salubridad de las mismas. También aporta con investigación en cuanto al desarrollo de híbridos de tomate y cebolla. “No todas las especies tienen proceso de certificación, pero todas pasan por control de calidad interno. Certificación significa que se deben hacer inspecciones desde el campo. En cuestión de hortalizas, las semillas de cebolla, zanahoria, ajíes y pimentón pasan por el proceso de certificación verificado por especialistas, por lo que hay una garantía de que esas semillas no están mezcladas y cumplen con el aislamiento perfecto. También, el CNPSH lleva un registro del historial de productores, por lo que se puede respaldar su historia productiva desde hace años, eso les ayuda mucho con el banco” Ing. Eduardo Montecinos A.

La proyección de Albina es crecer y comenzar a producir semillas no estacionarias, para ir rotando y tener producción todo el año. Sus semillas son muy apreciadas y las vende a mejor precio por estar certificadas por el Centro Nacional de Producción de Semillas de Hortalizas (CNPSH), más conocido con el Centro, es una unidad independiente y brazo operativo del INIAF, donde principalmente se encargan del beneficiado, empaquetado, distribución y comercialización de semillas, como de la capacitación técnica a productores como Albina. El Ing. Eduardo Montecinos A., Director del CNPSH explica que la realidad de la producción semillerista en Bolivia se enfrenta a un 19% de semillas que ingresan por contrabando (principalmente del Perú) y solo un 19% es producción de semilla nacional; el origen del resto, es decir del 62% es semilla variable y en algunos casos desconocida. Por ello, el Centro se concentró en la producción de 13 especies y 20 variedades de semillas de hortalizas con origen certificado y de alta calidad, para luego transferir esas semillas a productores como Albina, quienes producen para alimentar al mercado nacional. De esta manera, el CNPSH asegura

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Al existir esta estrecha relación entre el Centro y los semilleristas de Capinota, Sipe Sipe, Totora y Soracachi en Oruro, el CNPSH también proporciona momentos de capacitación técnica y orientación a los productores, lo que aporta a la producción de semilla de alta calidad. Por ello, el mismo Centro es el principal comprador de las semillas de Doña Albina, semillas que el CNPH después de beneficiarlas, las comercializa en otros mercados. El Centro compra estas semillas a crédito, haciendo efectivo el pago en el lapso de tres meses a un año, lo que hace que los productores también requieran otras fuentes de ingreso y financiamiento. Jared Suarez, asesor de créditos del Banco de Desarrollo Productivo BDP nos cuenta que “en las visitas de campo que yo hago, he podido notar que los productores necesitan un doble capital de operaciones, el problema por el que atraviesan es que los precios de compra de insumos y venta de sus productos son variables. Eso dificulta al productor, en diferentes temporadas necesitan incrementar y tener liquidez de operaciones, para cumplir con su producción. Otro factor es la tecnificación, los micro y pequeños productores siguen con producción manual, semi mecanizada, pero poco a poco están entrando a la tecnificación y ese también es un objetivo del BDP, que ellos puedan bajar sus costos, ganar tiempo y producir más gracias a la tecnificación” El emprendimiento de Albina fue creciendo paulatinamente en estos 10 años, no lo hubiera logrado sin los créditos de entidades financieras que le permitieron reunir el capital para producir, tecnificarse y diversifi-


carse. Ella es muy conocida por algunos bancos como una persona responsable y buena pagadora, además es miembro de la Asociación de Productores de Semilla y Hortalizas de Capinota, grupo creado por los mismos productores y articulado por el Centro e instituciones de desarrollo para poder certificar la calidad de las semillas y el volumen de producción, lo que respalda su acceso a financiamientos y en especial a capacitación técnica. En un inicio acceder a los bancos fue difícil, sus intereses altos (entre el 11 al 23%), las garantías tradicionales que se exigen y los plazos, no responden a la realidad de los agricultores y eso la obligó a asumir riesgos muy altos para poder obtener préstamos no mayores a los 25 mil dólares, siendo que ella necesita un capital de operaciones mayor. Eso es algo que aún ahuyenta a muchos productores rurales, les genera “miedo de acercarse a los bancos”. Los agricultores precisan créditos para capital en momentos específicos de la temporada y la lentitud con la que se aprueban las operaciones, los obliga a buscar medios informales de financiamiento o en algunos casos perder la temporada. “Este banco de desarrollo productivo BDP, bueno ha sido. A tiempo me ha dado, 24 mil bolivianos, para guano he sacado, no he tenido que esperar mucho, en los otros bancos te hacen caminar -que esto falta, que el otro falta- normalmente te hacen escusas, pero en este banco, en tres semanas ya estaba mi crédito, así he podido asegurar galpón de guano. Ha sido bueno, mejor que otros bancos, sus garantías y sus intereses son bajos” Albina Maita

Ante este panorama el proyecto Mercados rurales de la Cooperación Suiza y la Fundación PROFIN, ven estratégica la facilitación y articulación de servicios financieros y no financieros para el productor agrícola, en este caso bajo el paraguas del complejo horticultor. Por ello, se ha gestionado una red de apoyo en convenio con el Banco de Desarrollo Productivo (BDP). Este banco recientemente abrió sus puertas como entidad de primer piso, para apoyar el desarrollo productivo del país a través de la otorgación de servicios financieros y no financieros, dirigidos a incrementar y mejorar la producción, ingresos y empleo de los diferentes actores productivos, buscando la diversificación productiva y seguridad alimentaria con soberanía y agregación de valor. Con esta visión, el BDP ha desarrollado una serie de productos crediticios acordes a la capacidad y realidad productiva de sus clientes, esta diversa gama de productos se complementa con educación financiera y asistencia técnica. Jared Suarez, Asesor de Créditos del BDP cuenta, “somos asesores de crédito, no somos oficiales, porque la idea es asesorar a los productores. En relación a los demás bancos, nosotros nos especializamos en créditos que van destinados a poder incrementar la producción de diferentes clientes, en tema productivo, transformación y manufactura”. El BDP llega donde los productores están y gracias a la administración de un fideicomiso con el Programa Nacional de Hortalizas, oferta un crédito para semilleristas con un interés del 9%.

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“El BDP ha venido aquí, a Sarcobamba, ahí hemos entregado los documentos, ni siquiera a Cochabamba he llegado, con otros, diario he tenido que estar en Capinota, Capinota, Capinota, caminar, caminar, caminar ha sido. Con otros hasta un mes en Quillacollo todo el tiempo. El BDP aquí nomas, a varios ha prestado normalmente a semilleristas del Centro, varios han sacado” Albina Maita Mercados Rurales a través de la Fundación PROFIN articuló la oferta del BDP con actores del complejo semillerista en los municipios de Capinota, Mizque y Sipe Sipe, logrando que productoras como Doña Albina Maita, se beneficien directamente del crédito del Banco de Desarrollo Productivo (BDP) y la certificación del Centro. Esto permite que los semilleristas de hortalizas accedan a la liquidez que requieren para iniciar su etapa productiva. Para aportar al proceso de medición de riesgo crediticio, el Centro otorga una lista en la que se registra el volumen, calidad, precio e historial de la semilla, lo que permite al BDP tener un manejo real de la capacidad de pago de cada semillerista.

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Estrategias como ésta permiten que el desarrollo llegue de manera efectiva a los productores rurales, además mejoren su producción y condiciones de vida. El CNPSH lleva 25 años en el rubro y al igual que Mercados Rurales y la Fundación PROFIN coinciden en que se debe rescatar lo positivo de anteriores experiencias e ir innovando permanentemente en base a la realidad del emprendedor, sólo la innovación y creatividad financiera permitirán que el acceso al financiamiento productivo se masifique en el país. Pero, ello conlleva un proceso de educación financiera complementado con la capacitación técnica que es el valor que más aprecia el pequeño y mediano productor. Doña Albina ya es cliente del BDP en el marco del financiamiento para semilleristas. El Banco de Desarrollo Productivo es una de las pocas instituciones que entiende que el ¡producir juntos! conlleva tener personeros como Jared Suarez, quien dejó de ser auditor para convertirse en un Asesor de Créditos del BDP que se considera “un agente de andar, de campo” porque solo estando donde el productor está se puede percibir la realidad del emprendedor y comprometerse con el desarrollo de Bolivia.



Cooperación Suiza en Bolivia Calle 13, No. 455 Esq. Av. 14 de Septiembre, Obrajes Casilla 4679, La Paz - Bolivia Telf. +591 2 2751001 Fax +591 2 2140884 E-mail: lapaz@sdc.net www.cosude.org.bo

Fundación Swisscontact Calle Jacinto Benavente # 2176 entre Fernando Guachalla y Agustín Aspiazu - (Sopocachi) Teléfonos: +(591)-2-241-9965, +(591)-2-211-2141 Casilla Correo: 5033 La Paz - Bolivia www.swisscontact.bo

Fundación PROFIN Av. Sanchez Lima N° 2600 Edif. Tango Mezzanine Teléfono: +(591)-2-2 430850 / 53 Casilla Correo: 1002 La Paz - Bolivia www.fundacion-profin.org


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