¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal? Mikel Etxebarria Etxeita Técnico de cultura Diputación Foral de Bizkaia
Ponencia presentada al VI Seminario “CULTURA Y MUNICIPIO” con el lema “La AGENDA 21: Desarrollo Cultural/Desarrollo Local”, de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias - FAMP celebrado en Jerez de la Frontera los días 31 de marzo y 1 de abril de 2005
Jerez de la Frontera 31 de marzo de 2005
En primer lugar quisiera manifestar mi agradecimiento a la Federación Andaluza de Municipios y Provincias por haberme invitado a participar en esta mesa redonda, a la vez que felicitarles por el acierto que supone que el tema de este sexto seminario ( ya casi un clásico dentro de los encuentros sobre la gestión cultural municipal) sea una cuestión tan actual e interesante como la de la Agenda 21 de la cultura. Mi intervención va a centrarse en lo que supone la aprobación de este documento para nuestro trabajo como gestores culturales y va a desarrollarse sobre tres puntos: I.- Aportaciones positivas del documento II.- Aspectos complejos del documento III.- Reflexiones para su puesta en marcha en los municipios
Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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I.
APORTACIONES POSITIVAS DEL DOCUMENTO
La Agenda 21 de la cultura supone en principio una aportación interesante tanto en su proceso de elaboración como en su contenido. En relación a su origen y proceso de elaboración creo conveniente destacar las siguientes características: Ser una iniciativa municipal. Una iniciativa promovida e impulsada en el marco del Foro de Autoridades Locales de Porto Alegre o FAL, organización que reúne a ciudades y representantes de gobiernos locales de todo el mundo, creado en el año 2001 en el marco del Foro Social Mundial. Además desde el comienzo de su andadura ha sido objeto de debate en el seno de otras organizaciones y redes de marcado carácter municipal como Interlocal (Red Iberoamericana de Ciudades por la Cultura) y Eurociudades entre otras, y su aprobación final tuvo lugar en el marco del IV Foro de Autoridades Locales para la Inclusión Social de Porto Alegre celebrado en Barcelona en el mes de mayo de 2004. Haber desarrollado un proceso abierto y participativo, con amplitud en el tiempo (de enero de 2003 a mayo de 2004), que le da el valor de ser un documento que ha aglutinado un alto nivel de aportaciones de muy diferentes procedencias y visiones. Concitar un importante consenso político ya que se plantea como un documento integrador y en cuya elaboración y aprobación han participado representantes políticos de gobiernos locales de diferentes ideologías, impidiendo su patrimonialización ideológica.
Previamente a valorar sus contenidos, creo conveniente hacer una mención a la denominación del documento. No parece casual que se haya optado por la denominación de “Agenda 21 de la cultura”. Entiendo que hay una voluntad premeditada de relacionar esta propuesta con la iniciativa de la Agenda local 21 que tuvo su origen en la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, más conocida como la “cumbre de la Tierra” en Río de Janeiro en junio de 1992. En dicha cumbre se adoptó la “Agenda 21” como el plan de acción global hacia el desarrollo sostenible, y ya en su capítulo 28 Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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planteaba: “Para 1996, la mayoría de autoridades locales de cada país deberían haber llevado a cabo un proceso de consultas con sus respectivas poblaciones y haber logrado un consenso sobre una Agenda 21 local para su comunidad”. En el estado español la Agenda 21 local del desarrollo sostenible en el aspecto medioambiental ha conocido un importante nivel de desarrollo y ha supuesto una mayor centralidad y compromiso público en relación con las políticas medioambientales. A la hora de analizar el contenido de la Agenda 21 de la cultura, creo conveniente recalcar algunas características positivas del mismo. Su valor universal como respuesta al fenómeno de la globalización cultural. La Agenda 21 está pensada desde una perspectiva universal, no responde exclusivamente a parámetros culturales de occidente o del primer mundo sino que plantea problemas, situaciones, retos y desafíos comunes a las diferentes situaciones de la cultura en el mundo. Su transversalidad al tratar a la cultura como un eje básico de la sociedad y por lo tanto de las políticas públicas. En consecuencia amplía el campo de reflexión y de acción de las políticas culturales haciéndolas más globales e interrelacionadas. Su apuesta a favor de la centralidad de las políticas culturales dentro de las políticas públicas locales. La cultura es un eje básico de las políticas ciudadanas ya que aporta elementos de cohesión social, de defensa de la diversidad y fomento de la tolerancia, de generación de riqueza y fomento de empleo, de acción urbanística, de eliminación de desigualdades formativas y de acceso a las nuevas tecnologías. Su visión amplia y sistemática de lo cultural. El documento analiza la mayor parte de los elementos definitorios de las políticas culturales en su sentido más amplio. A lo largo del mismo vemos como se habla de la diversidad cultural (1, 2, 17) de los derechos culturales (3), de la necesidades de una mayor centralidad de las políticas culturales (3), del diálogo identidad-diversidad (7), del equilibrio público-privado (11), de la participación social (5, 19), de los nuevos analfabetos (14, 31) de la interculturalidad (24), etc. Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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Todo ello hace de la Agenda 21 de la cultura un documento aglutinador de los retos actuales de las políticas culturales públicas. II.- ASPECTOS COMPLEJOS En este segundo punto quisiera comentar algunos aspectos complejos, o al menos no tan novedosos o positivos de la Agenda 21 de la cultura. Básicamente se reducen a dos: La Agenda 21 de la cultura actúa sobre una realidad preexistente. La Agenda 21 de la cultura es un documento más. No podemos olvidar el hecho de que la Agenda 21 de la cultura, su puesta en marcha, no se realiza sobre un campo virgen. La acción cultural de las entidades locales es una realidad en el Estado Español, sobre todo, y de forma permanente desde la restauración de la democracia y las primeras elecciones municipales hace más de 25 años. Nuestras administraciones locales cuentan con departamentos de cultura que llevan funcionando muchos años, y personalmente creo que con un balance positivo. Es cierto que en estos 25 años el entorno social, las demandas ciudadanas, el entorno profesional de la cultura, los hábitos de consumo y las ideas en relación a la gestión de lo público han evolucionado. Y también es cierto que el sector cultural público debe de reflexionar sobre su función, estrategias y métodos pero ello no supone que podamos, ni debamos, partir de cero. Somos herederos de 25 años de oficio, de 25 años de políticas culturales públicas, aunque la mayoría sean de carácter implícito y no explícito. Por ello la Agenda 21 de la cultura nos obliga a una revisión de nuestras políticas pero a la vez tenemos que asumir que la propia Agenda 21 de la cultura, si queremos que sea útil, debe de adaptarse a nuestras propias realidades y culturas organizativas. La Agenda 21 de la cultura, sin pretender denostarla o minusvalorarla en ningún modo, es un documento más. Durante los últimos años hemos ido conociendo documentos de carácter internacional o estatal en relación con las políticas culturales, algunos de carácter más global y otras más sectoriales pero siempre han existido este tipo de referencias. No se trata de realizar un listado de ese tipo de declaraciones o documentos, valga como pequeña muestra nombrar algunos de ellos como son: La conferencia intergubernamental sobre la Política Cultural en Europa celebrada en Helsinki en 1972. Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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La Declaración Cultura y Ciudad aprobada por el Consejo de Europa en Praga en 1994. La conferencia Mundial sobre Políticas Culturales (MONDIACULT) celebrada en Méjico en 1982 que supuso la puesta en marcha del Decenio Mundial por el Desarrollo Cultural (1988-1997) auspiciado por la UNESCO. La Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural aprobada en Paris en el 2001. En la actualidad también se están debatiendo documentos vinculados a la cultura como el “ Dialogo sobre Derechos Culturales y Desarrollo Humano” iniciativa que estuvo presente en el Forum Universal de la Culturas de Barcelona
Es cierto que la Agenda 21 de la cultura tiene sus propias características, comentadas al principio de mi intervención, que le confieren un cierto valor añadido, pero ello no implica que no haya que reconocer la realidad de que en relación a las políticas culturales públicas, elementos de orientación general y documentos marco no nos faltan. Otra cosa es, que andemos más escasos de adecuaciones prácticas de dichos documentos y de ejemplos de buenas prácticas derivadas de los mencionados documentos.
III.- REFLEXIONES PARA LA PUESTA EN MARCHA DE LA AGENDA 21 DE LA CULTURA De cara a la aplicación en los Ayuntamientos de la Agenda 21 de la cultura, creo conveniente plantear las siguientes siete reflexiones: 1.- La inevitable referencia a la Agenda 21 Local-Medioambiental. Anteriormente hemos comentado que no era casual la adopción de la denominación de Agenda 21. Se trata de una denominación con pedigrí, que le da un valor añadido al documento en base al éxito obtenido por la Agenda 21 Local-Medioambiental. Este es un aspecto positivo a rentabilizar de cara a impulsar su puesta en marcha, pero no podemos olvidar que la Agenda 21 Local-Medioambiental ha tenido un nivel de apoyo institucional muy elevado. Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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2. - Necesidad de adaptar la Agenda 21 de la cultura a las realidades existentes. Como he comentado anteriormente, la Agenda 21 de la cultura actúa sobre una realidad preexistente. No es la misma situación que la Agenda 21 localmedioambiental, que en muchos municipios supuso poner en marcha un área de trabajo prácticamente desde la nada, en el que los profesionales más cercanos eran los del área de obras y servicios. En el caso de la cultura, prácticamente todos los municipios tienen alguna estructura de personal, equipamientos, servicios y oferta cultural. Por ello, es necesario adecuar en cada municipio la Agenda 21 a la realidad preexistente. No vamos a descubrir el Mediterráneo, o el Atlántico en este caso. Hace tiempo que trabajamos en la mar. Ahora toca escudriñar el horizonte para analizar dónde están los nuevos caladeros, por dónde vienen las corrientes y soplan los vientos y guiar la embarcación lo mejor posible, rentabilizando al máximo nuestros esfuerzos para realizar la mejor costera posible. La Agenda 21 nos abre campos de actuación y potencia nuevas relaciones entre nuestro campo habitual de actuación con otros campos de la acción publica y otras expresiones sociales. En definitiva es un elemento a tener en cuenta y a analizar a través de la luz de la experiencia acumulada.
3. - Una oportunidad para potenciar la centralidad de las políticas culturales en al ámbito de las políticas públicas en el ámbito local. El nivel de consenso y apoyo político que genera la Agenda 21 de la cultura, y su aprobación por parte de los poderes públicos locales nos genera una gran oportunidad para incidir en la centralidad e importancia de las políticas culturales a la hora del desarrollo local. Una de las virtudes de la Agenda 21 de la cultura radica en su concepción global del fenómeno cultural, sus interrelaciones con otros ámbitos de la acción publica ( educación, economía, urbanismo etc. ) y lo que supone de apuesta por la cultura como elemento de cohesión social y de desarrollo armónico de la comunidad. Todos somos conscientes que a la hora de definir las políticas públicas existe una clara competencia entre los diferentes sectores que la integran. Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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En los últimos años la posición de poder de la política cultural y los debates en torno a ella han ido variando. De ser cauce de expresión democrática al comienzo de los ayuntamiento democráticos, se pasó a ser una especie de catalogo de equipamientos y servicios a ofertar, mas tarde se produjo el debate sobre su costo y sus formulas de gestión, últimamente se ha estado debatiendo sobre la búsqueda de un nuevo modelo de relación entre lo público y lo privado y finalmente ha habido un reconocimiento de la cultura como factor de desarrollo territorial, gracias en parte por la puesta en valor del patrimonio, el desarrollo del turismo cultural y su capacidad de regeneración urbana y generación de riqueza. Con todo, es necesario seguir repensando la acción cultural publica, dotándola de argumentos de legitimación y de nuevos modos y moldes de gestión, siempre guiados por nuestra obligación de servir al ciudadano y a la comunidad. En esta labor, la Agenda 21 de la cultura nos proporciona una importante oportunidad para relanzar el debate de la importancia de las políticas culturales en el desarrollo local. Por lo tanto debemos de aprovechar la oportunidad y ser capaces de pasar de una declaración teórica y de buenas intenciones a un apoyo real a nuestras políticas culturales que tenga consecuencias practicas y visibles. Nos encontramos con una herramienta que nos da la oportunidad, o excusa si se quiere, para plantearnos como agentes culturales, “ y de lo nuestro qué?” ante el resto de las políticas públicas; un planteamiento de exigencia que nos obliga previamente a repensar en clave de centralidad nuestra política cultural.
4.- Repensar los limites de “lo cultural” La Agenda 21 de la cultura nos plantea un panorama de transversalidad y de visión abierta y global. Un panorama en el que lo cultural es algo más amplio que la habitual atención a los habituales sectores en los que intervenimos ( artes escénicas, música, artes visuales, patrimonio, lectura etc.) En el apartado II de la Agenda 21 de la cultura dedicada a los “Compromisos” podemos leer una amplio elenco de cuestiones que nos dan una visión más amplia de las política culturales que la que habitualmente utilizamos. Una ampliación en una doble vía: campos en los que habitualmente no actuamos ( economía, urbanismo, diversidad cultural etc. ) y elementos y expresiones culturales un tanto periféricas, marginales o que en nuestra practica habitual consideramos de “escaso valor cultural” y que están básicamente vinculadas a las manifestaciones de creación y expresión artística y cultural de ciertos sectores de la ciudadanía.
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La Agenda 21 de la cultura nos posibilita una herramienta para ensanchar el horizonte y campo de acción de lo cultural. Es hora que cuando se debata sobre el futuro de la ciudad, sobre el modelo de desarrollo local, la cultura ocupe un mayor espacio, que no quede constreñida a lo habitual, a la atención de las tradicionales demandas sino que seamos capaces de argumentar que en el desarrollo urbanístico, en el desarrollo económico, en las políticas de cohesión social o en las políticas de inmigración la cultura también tiene algo que aportar. No se trata de hacer que todo sea cultura, pero sí de ser conscientes que a menudo las actuaciones de otros sectores de las políticas públicas tienen incidencia directa en lo cultural y que lo cultural también puede aportar al buen diseño y desarrollo del resto de las políticas públicas. Con todo ello volvemos al punto anterior, mayor centralidad, mayor capacidad de participar en la visión global del desarrollo local y ser conscientes que existe una gran interrelación e interactividad ente las políticas culturales y otras políticas municipales. Es necesario fortalecer la coordinación interdepartamental, tener capacidad de analizar el resto de las políticas locales, hacernos oír y aportar aquellas actuaciones de tipo cultural que pueden mejorar otras políticas sectoriales. Salgamos de nuestro Departamento, analicemos lo que pasa en nuestro Ayuntamiento y seamos capaces de incidir en aquello que nos afecta. Al mismo tiempo, estemos abiertos a las nuevas expresiones culturales, a las nuevas vías de la creatividad, asumiendo que el concepto de creación artística es amplio y modulable y que todas las expresiones creativas deben de ser tenidas en cuenta.
5. - Fortalecimiento de los sistemas de planificación y evaluación de la acción cultural. La aprobación de la Agenda 21 de la cultura nos impulsa a desarrollar la Agenda 21 local, tal y como aparece en el punto III relativo a “recomendaciones a los gobiernos locales” ( punto 47). Ello conlleva realizar todo un proceso de revisión y de contraste de nuestros objetivos con los compromisos y objetivos de la Agenda 21 de la cultura. Como se ha comentado anteriormente, ya existe una acción cultural publica en los entes locales y la adopción de la Agenda 21 nos proporciona una oportunidad para reflexionar sobre ella. A menudo nuestra acción cultural responde a objetivos y estrategias poco explicitadas, nos cuesta definir de forma explicita, ordenada y documentada nuestra política cultural por lo que debemos aprovechar esta ocasión para hacerlo. Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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Sin embargo no podemos olvidar que en los últimos años muchos municipios han optado por la realización de planes estratégicos o reflexiones estratégicas de cara a ir definiendo sus políticas para los próximos años. Lo cultural debe de estar presente en ellos y ocupar espacios de centralidad. También es cierto, que una alternativa o un desarrollo de esos planes estratégicos globales, que suelen ser algo vagos en lo relativo a lo cultural porque a veces, desde el área de cultura, no hemos sido capaces o no nos han dado la oportunidad de defender la importancia de lo cultural en el diseño del futuro de nuestras ciudades, son las reflexiones o planes estratégicos de cultura. Debemos de evitar la confusión y la competencia entre el plan estratégico municipal, el plan estratégico de cultura y la Agenda 21 local. Hay que ser flexibles, realistas y prácticos. La Agenda 21 de la cultura debe de ser una oportunidad para reforzar la centralidad de la cultura en las políticas públicas y por lo tanto ante los procesos que el municipio esté realizando o prevea realizar no nos obcequemos con la realización de la Agenda 21 local. Analicemos qué nivel de reflexión estratégica tiene el municipio de cara a impulsar, apoyar o reformar aquello que más favorezca a nuestro objetivo de fortalecimiento de la acción cultural en el municipio. De todas maneras, aprovechemos la aprobación de la Agenda 21 de la cultura para volver a reflexionar sobre nuestras políticas, para fortalecer la evaluación de lo que hacemos y en definitiva para mejorar nuestros niveles de gestión como responsables técnicos de los servicios culturales municipales.
6. - Oportunidad para impulsar la participación ciudadana. La apuesta por la participación ciudadana es un elemento básico de la Agenda 21 de la cultura. La implicación de los ciudadanos, destinatarios de las políticas publicas, y de los diferentes agentes culturales es una condición necesaria para definir y diseñar Agendas 21 locales. Nos encontramos ante otra oportunidad que nos brinda la aprobación de la Agenda 21 de la cultura. La participación ciudadana en las políticas publicas en el ámbito local, como a todos los niveles de la Administración, es uno de los déficits de nuestras políticas públicas. Todos somos conscientes que a veces no es fácil fomentar y llevar a cabo procesos de participación ciudadana. El auge del individualismo y la falta de Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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interlocutores claros y reconocidos son entre otros, razones que explican la dificultad de los procesos de participación ciudadana, pero también es verdad que la inercia propia de la Administración y las excesivas prevenciones políticas son también elementos que desde dentro de la propia Administración dificultan los procesos de participación ciudadana. Los procesos de elaboración de planes estratégicos han supuesto un avance en los procesos de participación al reforzarse la labor coordinadora y de liderazgo de la administración en el Territorio, pero también es cierto, que esa participación se ha reducido generalmente a los agentes económicos, sociales y culturales, tanto públicos como privados que actúan en el Territorio, mientras que la participación de la ciudadanía, destinataria final de la acción pública no ha sido muy tenida en cuenta. En el caso de la cultura, una mayoría de los destinatarios de nuestra acción cultural publica son, además de los creadores, profesionales asociaciones etc. los ciudadanos que mayoritariamente no están asociados ni integrados en entidades culturales. Tenemos que hacer un gran esfuerzo en llegar a ellos e incentivar y posibilitar su participación en los procesos de definición de las políticas culturales publicas de las que ellos van a ser los destinatarios.
7. - Necesidad de generar herramientas de aplicación y evaluación. Si bien es cierto que la Agenda 21 de la cultura incide sobre una serie de realidades preexistentes en el ámbito de las políticas culturales públicas, también es verdad que en bastantes ocasiones no existen explicitaciones globales, documentos estratégicos u otro tipo de soportes documentales que reflejen qué es lo que se quiere hacer en el campo de la cultura ni a nivel global en al administración local. Por ello, impulsar la redacción de Agendas 21 locales es una buena opción de cara a reflexionar y definir las políticas culturales. La labor de redacción de la Agenda 21 de la cultura implica un importante esfuerzo, tanto de reflexión interna, como de implicación de la ciudadanía en el proceso, así como una clara voluntad de liderazgo de las autoridades locales tanto en su elaboración como en su puesta en marcha mediante la asunción de los correspondientes compromisos. No podemos olvidar las diferentes realidades que presentas nuestros municipios, de los que una gran mayoría son municipios pequeños con Mikel Etxebarria Etxeita: ¿Qué significa la Agenda 21 de la cultura para la vida municipal?
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recursos humanos y económicos limitados, para los que impulsar en solitario procesos de este tipo es muy difícil. Por ello, y teniendo en cuenta la experiencia de la Agenda 21 localmedioambiental, creo necesaria la implicación de las instituciones supramunicipales de cara a apoyar y coordinar la redacción de las Agendas 21 locales de la cultura. Somos conscientes que territorio cultural y territorio administrativo no suelen coincidir, por lo que una labor de coordinación, de impulso a la creación de redes de cara a coordinar agendas y sus posteriores desarrollos en territorios de carácter supramunicipal es totalmente necesario. La elaboración de la Agenda 21 local debe de ser un proceso que genere resultados aplicables y mensurables. Por ello, sin desdeñar las premisas teóricas y los principios políticos que deben de guiar el documento, es necesario que defina acciones concretas, realizables y evaluables que den lugar a procesos de intervención cultural con una continuidad y coherencia en sus fases de planificación, gestión y evaluación. Para ello, se ve necesario definir indicadores de evaluación que faciliten información sobre el resultado conseguido y los procesos en curso, de cara a la realización periódica de informes de evaluación que sirvan de elementos de rendición de cuentas de lo realizado así como de herramientas de cara a orientar y mejorar los procesos en fase de realización.
Para concluir, y a modo de resumen, la aprobación de la Agenda 21 de la cultura supone un paso más, un paso importante pero no el único ni el primero, ni posiblemente el último, en el avance de las políticas culturales. La Agenda 21 de la cultura es una iniciativa con importantes aspectos positivos como son su carácter de iniciativa municipal, su notable consenso político, una denominación asociada a una marca con prestigio y un contenido con valores universales, que tiene en cuenta los múltiples aspectos de la acción pública en cultura por lo que concede un importante peso a la transversalidad de la política cultural y que reivindica una mayor centralidad de las políticas culturales en el contexto de las políticas públicas.
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También es cierto que actúa sobre una realidad preexistente a la cual se debe de adecuar y desde esa realidad impulsar procesos de reflexión y mejora. En este empeño, en la puesta en marcha de las agendas 21 locales no podemos perder de vista la coordinación entre los municipios del entorno y la necesidad de crear redes de cooperación intermunicipal. Pero todo esto no debe ser ajeno a las instituciones de carácter supramunicipal, especialmente a las Diputaciones. A ellas les corresponde liderar la coordinación intermunicipal, fomentar los procesos de elaboración de las agendas locales y facilitar la asesoría técnica y los recursos necesarios para el desarrollo de los proyectos. En todo caso, es una importante ocasión para potenciar la centralidad de las políticas culturales en las políticas publica municipales y debemos ser capaces de aprovechar esta oportunidad para fortalecer la cultura como elemento básico en la conformación del presente y del futuro de nuestros municipios, para hacernos más visibles y reconocidos a la hora de definir el modelo de desarrollo local. Debemos aprovechar la ocasión para impulsar procesos de participación ciudadana en el diseño de las políticas públicas y para mejorar nuestra herramientas de planificación , gestión y evaluación. No nos podemos permitir desaprovechar las oportunidades que nos ofrece la Agenda 21 de la cultura.
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