Ala Plástica - Iniciativa Bioregional
Puente Punta Lara – Colonia 1997
Frente a un proyecto de construcción de un puente de 42 Km. sobre el estuario del Río de la Plata que pretendía unir Argentina con Uruguay, Ala Plástica colaboró en la creación de una plataforma de comunicación tendiente a facilitar a resistencia local en el poblado costero de Punta Lara, localidad elegida para ser la cabecera argentina del mencionado puente. Buenos Aires es una de las áreas urbanas más complejas e integralmente contaminadas del mundo. La metástasis que plantea el proceso de conurbanización de su área metropolitana sobre los ecosistemas vulnerables y escasísimos de las áreas adyacentes a esta mega urbe es parte de una despreocupación generalizada. Los promotores de la obra, los miembros de la Comisión Binacional y Louis Berger International INC, la empresa encargada del estudio para la elaboración del proyecto, presentaban la visión estratégica cómo de “integración regional”. Esta integración permitiría la fundación de una “MetaPolis” entre Buenos Aires y Uruguay y el acondicionamiento físico de los territorios para crear un corredor entre Buenos Aires y San Pablo destinado a incrementar el comercio y crear cadenas productivas conectadas con los mercados mundiales. Para lograr esta unidad sería necesario superar lo que en el lenguaje tecnocrático se denominan “barreras” naturales, para lo que se debería construir un puente de más de 40KM de longitud sobre el estuario del Río de la Plata, el inmenso río al que Solís denominó Mar Dulce y que drena al mar un área correspondiente a territorios del Brasil, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Argentina desde las divisorias de agua correspondiente. Algo así como interrumpir la aorta del sistema Paraná-Paraguay.
Estuario del Río de La Plata
Lo que parecía quedar claro era que la idea “integración regional” del emprendimiento no tenía que ver con una integración de los pueblos sino que por integración debíamos entender a las franjas geográficas multinacionales de concentración de flujos de comercio actuales y potenciales para la producción capitalista del espacio, lo que generaba contradicciones sistemáticas entre un discurso integrador y una práctica de fragmentación. La hipótesis de su construcción, que era presentada como dogma de fe por los actores públicos y privados del establishment, y las limitaciones a la libertad de expresión sobre aquellos que planteaban dudas sobre la conveniencia de realización de la obra llegaron a extremos increíbles y si bien el proyecto era negativo en si mismo, lo que lo convertía en inadmisible era el hecho de que fuera promovido desde los brokers del poder en momentos de mayor expresión de corrupción política neoliberal en Argentina de los 90´s, con el objetivo de obtener fondos a través de mecanismos financieros internacionales para privatizar las ganancias y estatizar las pérdidas con la explicación de que los U$S 2.000 millones de costo aproximado del proyecto iban a ser enteramente financiados por capitales de riesgo.
Expansión de Buenos Aires 1914-2000 Nueva Cartografía. Archivo AP
Una de las acciones que desarrollamos para este ejercicio fue la refuncionalización del edificio de una antigua estación para convertirla en un espacio adaptable a diversos usos. Allí se abordaron, discutieron y elaboraron junto a la población directamente afectada ante la materialización del “Proyecto Puente”, enfoques radicalmente alternativos que contrastaban con la visión de quienes impulsaban la mega obra. La urdimbre de interesados en sostener y promover la acción, estimularon la generación de redes de diálogo y un acercamiento a la valoración del mundo natural a partir de la recuperación del poder hacer, utilizando fibras de la costa en remediación desde 1995 para explorar en técnicas de tejido, a las que se sumaron el reconocimiento y uso popular de plantas para la salud y actividades con barros locales. Las prácticas eran acompañadas de conversaciones, que luego generaban otros encuentros y exhibiciones enfocados en los efectos de la hiperconcentración urbana, salud ecosistémica, hidrodinámica, permacultura, etc. y finalmente el material resultante daba lugar a una publicación, La de una tirada mensual de 3.000 números sustentada desde la propia comunidad y distribuida en distintos puntos del Río de la Plata. Esta diversidad amplió el horizonte de muchos para los que el espejismo del puente representaba la única posibilidad de vivir mejor y despertó una forma de empoderamiento frente a los procesos de fragmentación de la vida que confrontaban al “Proyecto Puente” con alternativas públicas de integración y diseño territorial. Este ejercicio representó una expresión a microescala con la incorporación de una visión estratégica bioregional, donde el pensamiento, la acción y el debate se convirtieron en núcleo constitutivo de una obra, destinada a promover un modo de hacer y pensar un espacio-tiempo basado en el derecho de las comunidades de alcanzar visiones más sensible de su propia situación y de proponer realidades alternativas para construir socialmente un territorio.
“Debe poder tejerse una nueva cultura política que proporcione legitimidad a los movimientos cívicos para avanzar con decisión hacia el nuevo paradigma de la gestión bioregional, tendiente a fortalecer la relación ambiental, económica y social en el territorio, identificando y dando ventaja a las conexiones entre la tierra y las personas qué viven él” Descripción Temporal Actualmente, y a causa de la reacción de la comunidad la idea del puente ha sido postergada, aunque figura aún cómo proyecto sin financiamiento en el marco de IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana, una visión estratégica de negocios que surgió años antes (1996) en los pasillos de las corporaciones bancarias y que actualmente es liderada por tres agencias multilaterales de financiación del desarrollo: El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA).
Reuni贸n editorial.
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