Andrés García Oñate
Andrés García Oñate, 11 años
…y para que contaros la alegría que sentí: baile de la victoria, canto de hurra y un sinfín de monerías que mi madre no entendió. ¿Sabes lo qué mola librarse 15 días extra del cole? ¿No tener que ver durante unos días a tus “menos amigos”? ¡Hasta poder picar algo mientras haces mates! Esto parecía un auténtico chollo. A la mañana siguiente cuando iba a recoger mis cosas del colegio, no parábamos de cruzarnos con gente cargada de paquetes enormes de papel higiénico. Esa tarde, cuando mama decidió ir a la compra, las estanterías del hipermercado ¡estaban vacías! Ni rastro de papel. Hasta hice una foto para inmortalizar la ocasión. Las redes estaban llenas de memes y retos de papel ¡Una juerga muy higiénica! Colas enormes en el híper, en la farmacia, en la panadería, frutería, y hasta en la librería cuando decidimos hacer acopio de libros para soportar el encierro. Aquello parecía el apocalipsis. También aprendí lo que significa cuando mama dice: “ahora que estamos los 2 en casa…”. ¡Hartito he acabado de pintura y limpieza de primavera! Como alarguen esto y me llegue la limpieza de verano me ofrezco voluntario para volver al cole aunque sea yo solo. Los días trascurrieron entre classroom, lectura, entrenamientos de waterpolo en seco, maratones de series, juegos, pelis, dibujos,… pero eran ya demasiados días. Así, que el día que anunciaron 15 más de encierro ya no hubo bailes ni cantos. Más bien ganas de llorar. Mama me explico la importancia de permanecer en casa. Tan solo salgo cada noche a las 20h a mi ventana a aplaudir a los médic@s y enfermer@s que no paran de luchar para que esto termine lo antes posible. Se lo importante de quedarme en casa, lo bonita que esta mi ventana decorada con arcoíris de purpurina animando a los vecinos con un “Todo va a salir bien”, y lo emocionante que es ver cada noche a mis vecinos cantar en las ventanas. Lo sé. Pero lo realmente importante de esta historia es lo que hemos aprendido de esta experiencia. Hoy, viendo un concierto de Dani Martín en Instagram con mama, ella me decía que después de esto “Nada volverá a ser como antes”. Creo que así será. He aprendido lo que realmente es importante en la vida: mi familia, mis amigos, el aire y, para mí, el agua de una piscina. No importa cuánto dinero tengas si no tienes libertad para pasear por el parque. No importa cuanta gente te rodee sino que te rodees de la gente que te quiere. He descubierto que me gusta tan poco que mi madre trabaje como que mi madre teletrabaje, no tiene tiempo ni para dormir. He descubierto que mi mama, a pesar de mis días imposibles de adolescente, es mi mejor amiga. He descubierto que mi casa es un buen refugio aunque no tenga lujos. Y mama ha descubierto que su mundo de unicornios vale para darle color a los días grises de su familia. Así que de verdad que nuestro mundo será diferente cuando esto pase. Este parón nos enseñó la importancia de los abrazos, lo poco que llenan las redes sociales, lo que el planeta agradece que no estemos (¿sabéis que hay pavos reales por el centro de Madrid, cabras en Higueruela, osos paseando por las calles en Asturias, jabalíes en Barcelona, lobos en Pontevedra, peces en Venecia, delfines en la costa de Italia, que China se ve desde el cielo sin una nube que lo cubra, aire limpio en Albacete,…?), y lo mucho que valen el sol, el aire y el agua. Ojala esta pesadilla de ciencia ficción acabe pronto y pueda abrazar a los míos y tirarme al agua en bomba rodeado de mis amigos.