Esther Zรกrate Moya
UN ANUNCIO EN EL PERIÓDICO Soy de los que empieza a leer el periódico por la última página y se extravía en algún sudoku o entre anuncios. Eso me sucedió hace unos meses. No pasé de aquella página, anoté el número, llamé, y la alquilé. Un capricho. Alquilé una ventana. Al principio me incomodaba tener que limpiar los cristales y el sonido de la lluvia cuando los golpeaba. Después comencé a sentir la necesidad de asomarme cada mañana para ver amanecer, bajar la persiana para que el calor no la incomodase, pegar mi frente y sentir su contacto. Por las noches le encendía una pequeña lámpara por si la oscuridad la asustaba. Nos hemos hecho inseparables. Hablamos durante horas, otras veces,
como desde hace días, me siento a su lado y miramos la calle, vacía. Ella, respeta mi llanto. Yo, su compañía.