Karonte
IRREALIDADES Se despertó como todos los días y se vio sorprendida por gritos y también ruido de mucha gente en la calle y de música festiva. Miró el reloj por si fuesen las 8 de la tarde, aunque le extrañaba estar
en la cama a esas horas; ella seguía con sus rutinas habituales y a esas horas, como de costumbre, estaría en casa de su padre. No, no son las 8. Son las 9 de la mañana- Se dijo a sí misma. Se dirigió a la cocina y puso la radio. Allí también sonaba música festiva y cuando acabo la canción, que no era el Resistiré, el locutor dijo entre risas y sorpresa: Nadie lo hubiese creído. Esto es inaudito: Los gobiernos de todos los países se habían puesto de acuerdo en hacernos creer que había una pandemia, que había habido muertos y todo lo que ya sabéis. En ese instante María se desvaneció.
Todo había empezado tres meses antes en China; un virus había provocado miles de muertos. De allí se había trasladado a otros países, entre ellos España y al resto del mundo. En España, el gobierno decidió confinar a los habitantes del país en sus casas y sólo saldrían a comprar y los trabajadores esenciales: sanitarios,
limpieza, tiendas de alimentación… seguirían con sus trabajos.
Se trata de un virus altamente contagioso, de ahí el distanciamiento social. María lo llevaba bastante bien pues iba a comprar y a casa de su padre a cuidarlo.
Estaba bien aunque observaba en la gente un comportamiento neurótico, mucho miedo a estar cerca de otros. Muchas personas creían que las muestras de solidaridad que se estaban produciendo estos días iban a seguir cuando todo volviese a la normalidad y todas las tardes salían a los balcones y ventanas a las 8 a aplaudir a los sanitarios que estaban siendo considerados “héroes”. María no lo veía así al observar a mucha gente; veía muestras de egoísmo y no de solidaridad y eso le hacía creer que todo volvería a ser como antes del encierro. Así pasaban los días y las semanas y María y su familia seguían manteniendo la normalidad: se levantaba pronto, hacía ejercicio,
desayunaba, “trabajaba”…
Cuando despertó no sabía dónde estaba, abrió los ojos y le pareció que estaba en un hospital. Intentó moverse y no pudo pues estaba atada a la cama. Había gente vestida de modo muy raro y cuando intentó hablar con ellos no le hicieron
caso. Ella gritaba y parecían no oírla: “¿Qué hago aquí?; quiero ir a mi casa” Alguien se acercó a ella y le dijo al oído “ Despierta”
El aturdimiento fue mayor que el día anterior. Se despertó en su
cama, en su casa. El silencio era total, no recordaba qué día era y se dirigió a la cocina, puso la radio y allí decían que era domingo de Resurrección y los nazarenos se estaban preparando para iniciar la procesión del Encuentro.