María José Corrales Gualda
María José Corrales Gualda La cuarentena nos brinda un lapso donde observar, reflexionar y actuar y, también nos descubre y pone en jaque las verdades que encubríamos como sociedad. Este coronavirus, que nos sitúa en un momento circunstancial concreto, nos ha hecho mostrar nuestra naturaleza más individualista, esa que veníamos advirtiendo y, que se ha evidenciado al tomar decisiones tan discriminatorias e inmorales como presuponer y priorizar la vida de una persona joven por delante de la de una persona mayor,
constatando, una vez más, que cohabitamos una sociedad donde prevalece la producción y la funcionalidad económica sobre el ser, el dar y el recibir y, donde entre líneas se puede leer, que hemos elegido que la vida por vivir vale más que la vida vivida. ¿Qué modelo de sociedad, qué educación y qué valores estamos transmitiendo cuando éstos niños y niñas de
la pandemia del covid-19 y de la cuarentena hagan preguntas más allá de éstos días de juego en casa, donde todo se vive desde una extraña lejanía? El mensaje es desgarrador como sociedad, que predispone su estructura económica y social hacia los que son menos débiles, en un comportamiento globalizado, pragmático y utilitarista.
En medio de este escenario, llamativo y aparentemente paradójico, nace imprescindible, en la intimidad de cada
ho-
gar en cuarentena, la vuelta al vínculo con la creatividad y su esencialidad en pro de nuestro ánimo (música, lectura...), la vuelta al vínculo con la solidaridad y su vigor en el alivio de
nuestras necesidades (tanto espirituales como prácticas), la vuelta al vínculo con la compasión – nos identificamos con el sufrimiento
del
otro
y
alabamos
ahora
el
trabajo
minusvalorado de los que cuidan de nuestra salud y abastecen nuestras primeras necesidades - lo que nos hace preguntarnos que quizá habíamos ignorado éstas prioridades, imbuidos por el ruido de la palabrería, absortos en el sálvese quien pueda de cada uno mismo y olvidados de ‘pensar por uno mismo’, y es que quizá habitábamos ya en una pandemia invisibilizada de abandono a nuestra sanidad pública y a la educación, de corrupción, de deshumanización y antivalores perpetrados por
imperativo económico y que nuestro supuesto adversario de batalla, el coronavirus, solo ha subido el telón de esta obra de aparentar y trampantojo de la que todos andábamos participando… ¿o andamos?