RelAtarte. Parecidos razonables

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Parecidos razonables Sara Monteagudo



PARECIDOS RAZONABLES Sara Monteagudo Cuando mi hijo mandó la foto de aquella cabeza plateada de Kafka en Praga, ese ser extraño de quien Dora Diamant dejó escrito en su diario, que: ”Estar con él era como estar en el paraíso”, obra de David Černý, no lo dudé ni un momento. ¡Cómo me recordaba a nuestra resplandeciente biblioteca! Esas placas curvadas en la calle San José de Calasanz de Albacete, que albergan pensamientos tan sublimes que nos liberan del peso, de las ataduras del sistema, porque la literatura como mecanismo para conocer el mundo es fundamental, nos da alas para pensar por cuenta propia, nos demuestra que existen muchas posibilidades, renaciendo en otros cuerpos, somos más de lo que nos dice el espejo, al multiplicarnos por cientos de vidas, podemos constatar que, la vida está por hacerse. No es un imperativo intransformable. Como me sucedió a mí, al ponerme en contacto con sus libros, porque “somos” en la medida en que encontramos quienes nos abren mundos, quienes despuntan para nosotros nuevos universos, la lectura llama al fuego, susurra bajito, pero quien lee prende la vela , y resplandece, disfruto de momentos de libertad de la mente que nos ofrecen los libros, como un oasis en el desierto, como una explanada apacible después de una montaña áspera, que sumado a la posibilidad de comunicar públicamente lo que esos textos me hacen


sentir,

no

es

comparable

con

nada,

porque

compartiendo,

ayudándonos unos a otros es como la humanidad ha sobrevivido, algo que no deberíamos olvidar nunca. Fue en otoño de 2011, esa época del año en que el campo se viste de dorados colores y caen las primeras lluvias, cuando dos compañeros de mi querido club de lectura La Tertulia, me animaron a participar, a comentar y por qué no a presentar un libro, algo que para mí parecía imposible de realizar, sólo con pensarlo mi corazón latía tan fuerte que era incapaz de apaciguarlo, pero el deseo de hacerlo era superior al miedo. Intentando llegar a un equilibrio entre la respiración pausada y cada palpitación, con el vértigo de transitar por un precipicio, empecé a hacer mis primeros comentarios, aunque es sumamente difícil que estas sensaciones desaparezcan, a veces consigo elevarme como una luz intermitente, entrecortada, discontinua, pero al fin y al cabo resplandeciente, y puedo decir que si leer es un lujo, compartirlo con los demás abre puertas que jamás imaginé, es de esas pequeñasgrandes cosas que hacen de la vida algo distinto, disfrutar participando, saboreando trago a trago los buenos momentos, sentir que realmente la sangre corre por tus venas, y que a veces quema, ¡Pero es un dolor tan dulce! Que sin duda merece la pena, cuando esa sensación de libertad llamó a mi puerta, aspiré tanto aire fresco que sencillamente fue maravilloso. Camino en el que sigo andando, intentando mejorar día a día, aunque a veces uno se sienta como un ser extraño, pero ¿Quién no se ha sentido así alguna vez?. Como Kafka, una cabeza llena de sombras que te llevan al asombro. Pensadores

para

admirar.

¡El

que

lee

y

comparte

resiste!

Libros para amar

Sara Monteagudo


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