RELATOS DE VERANO 2014 Muchas son las personas que acuden a lo largo del año a la Biblioteca Pública de Albacete: unos buscan fantasía, otros información, otros estudiar…. Y hay quienes encuentran en la Biblioteca un lugar, o un motivo de inspiración, para poder escribir. Son escritores. Son NUESTROS escritores, porque escribir es una voluntad, no un don ni un momento de inspiración pasajera. Y los relatos que forman esta “serie” tienen esa determinación. Tienen, en definitiva, algo que contar. Y lo cuentan. Los relatos que te ofrecemos en las próximas semanas no están escritos por autores que puedan consultarse en una Biblioteca: son lectores que, por esta vez, han cambiado la afición de leer páginas por la de escribirlas. Para la Biblioteca de Albacete es un placer ser mucho más que el lugar donde se guardan los libros: queremos contribuir a ese inmenso patrimonio cultural que es una biblioteca con la vida de quienes nos visitan y nos dan la razón de ser. Añadiendo su obra. Suyo es el mérito, nosotros sólo ponemos la intención y los medios. A lo largo del verano y el otoño te ofrecemos el fruto de quienes, con su silencio trasiego, habitan esta biblioteca. Estás invitado a pasar a leer, estudiar, investigar y… escribir. Disfrútalo.
LA HISTORIA DEL ´TIO PIRULO´ Bartolo Sáez Márquez
Es esta la historia del Tío Pirulo. Achabo personaje este, andaba siempre perdido entre la chiquillería, cuando estaba bien, cuando no se perdía en su rincón, allá detrás de las paredes de la casuta del tío Cartucho. Era este tío Pirulo un personaje muy especial, no sé por qué los chavales lo querían tanto unas y otras veces lo criticaban tanto, sería por su forma de ser, todos lo decían, hasta el Tío Carmelo. Que me consta lo conocía y muy bien, decía que era un individuo muy especial, un bohemio, persona de gran corazón, poca maldad y menores entendederas. Estaba la bachillería deseando acabar el cole para ir allá donde el Pirulo, él siempre allí estaba entre aquellos cañaverales. Era la casa, bueno, más bien una herrumbre caseta en medio de muchas cañas verdes en primavera y más amarillas que la puñeta en el invierno. Una balsa rodeaba la construcción, pero el Pirulo nunca la llenaba, decía él, que había un ojo que tragaba al que se metía dentro, y como nos quería no la llenaba, bastante se inundaba cuando por las lluvias aparecía la venía.
La verdad es que cuando el agua desbordada aparecía por la rambla, era de miedo, lo inundaba todo, pero el Tío Pirulo que era pobre, pero más listo que el hambre, se había construido un palafito entre las ramas de los tres árboles que guarecían la caseta, se subía arriba y esperaba a pescar los barquitos con mensajes que nosotros le mandábamos desde lo alto de la colina, luego él nos remitía mensajes con lo que necesitaba y lo cogíamos abajo en la vaguada. Nos decía, ir donde la señora María, me compráis..., nunca pedía tabaco, dos monjes, una barra, de pan y un tonto. Después me lo mandáis río abajo en el “titánic”. Era la caraba, con el tiempo y edad entendí aquello que decía el tío Pirulo. Los monjes eran sardinas saladas, el tonto un cartón de vino blanco, le llamaba así para diferenciarlo del tinto que era el listo, y el medio mari el rosado. Me olvidaba, el titánic era una caja de plástico ,de la fruta, a la que el mediante una cuerda agarrada sujetaba a otra superior a guisa de rudimentaria tirolina, deslizándola hacía un lado u otro según conveniencia.. Decía que esa idea ya la tenia él, pero la perfeccionó al ver una película en el cine de Arriba, los balseros se llamaba la película, bajaban el Mississippi. Nos decía el tío Pirulo que el río ese, estaba justo debajo de nosotros, porque la tierra es redonda, como una canica de jugar al “gua”, si le hacemos un agujero, nos cae toda el agua, por eso siempre nos decía y nunca nos dejaba jugar a los “zompos” y “peonzas” que las tentaba el diablo. Mira si hacéis un agujero y se llena todo esto de agua. Ya tengo bastante con la que viene
con la riada. Ah! Eso en el mejor de los casos, en el peor se nos cuelan unos cuantos chinos, y entonces, ¿qué hacemos? Se comen las natillas y los flanes mandarín. Un día nos dijo, - venir mañana que os invito a merendar -, es mi cumpleaños, aunque en verdad no sé ni los que cumplo, ni cuando nací. El era así, - sé que unos me quieren y otros me quieren ver fuera de aquí -. Fue una fiesta muy especial a la sombra de los árboles en una tarde cargada de sol, fijaros era agosto. Entonces nos anunció, mientras preparaba el banquete, - voy a llenar media piscina climatizá para que disfrutéis de la fiesta. Pero, en aquella balsa no había agua ni para mojarse el dedo gordo de un pie, ni izquierdo ni derecho. Bueno chicos todos a comer, animaba, en el tronco de un ciprés viejo y carcomido que de mesa hacía, colocaba los manjares, decía, exquisitos, nos pidió sentarnos y que disfrutáramos del evento y momento. Todos fingíamos comer, pero era de mentiras, pues allí no había nada que llevarnos a la boca y para deleite del reseco paladar. Al finalizar, dijo que eso era lo que hacían los mayores en sus fiestas. Cómo nos engañó, cuando ya estábamos convencidos que nuestros estómagos estaban llenos, más bien de aire que de comida. Entonces nos sorprendió con unos “vikingos” (hamburguesas gigantes de no menos de medio kilo por pieza, una par cada uno de los allí presentes, catorce o quince en total, y una gran botella de coca cola por barba. La verdad, entonces si que nos pusimos las botas.
Mientras tanto nos dijo que los vikingos habían sido unos señores muy brutos comiendo, matando y quemando, y que procedían de un país muy pequeño llamado Dinamarca, pero son los dueños de la isla más grande del mundo, una tal Groenlandia, al parecer allí hace mucho frío, mucha nieve , mucho hielo, hasta los lobos se comían los dientes. ¡ Vaya Tío Pirulo ! Una tarde era el cumpleaños de una niña de la pandilla, pero nuestros mayores no se hablaban, y claro está no me invitaron. ¿Qué hago yo? Y pensé resuelto, con el tío Pirulo... Estaba él a la sombra del pino, con un tablero de ajedrez. Hacía un movimiento con las blancas, daba la vuelta al tablero y entonces jugaba con las negras. Decíame, - Pipin, no sé qué hacer, no pierdo nunca, siempre gano. Así era el tío Pirulo. Bueno me recibió muy bien, me conminó pensara la próxima jugada, mientras me hacía una juidada o una palestinada, porque los limones eran de allí y según el repartidor recibía un nombre u otro. Un día me enseñó como se hacía el hielo , también me enseñó a hacer cristal. La verdad es que aprendía más con él que con la maestra, hasta que por celos o profesionalidad se chivó a mi progenitor. - Su hijo hace novillos. No asiste a clase. Y todo lo que le vino en gana y desafuero. Vaya el paquete que nos llevamos los dos, Tío Pirulo y un servidor.
Pasados unos meses me acerqué a saludarlo y estaba muy triste. El motivo era su amigo radio-cantor y despertador se había muerto. Se llamaba “Piriloto” un pajarillo guapo, agradable, simpático y bonito al que gustaba subirse en el hombro del tito. Tenía su caseta en una orilla del palafito, honorable casa refugio de nuestro personaje. Lo había enterrado al pie del ciprés y todos los días le llevaba un ramillete de florcillas y un poco de su melancolía. Le limpiaba una pequeña lápida que le había hecho con piedrecillas redondas que arrastró la última riada. Pasó el tiempo, y no veía al tío por el pueblo, así tomé la decisión de visitarlo. Estaba mal carrizo, pelo canoso, tez blanca y poca voluntad. Lo cierto es que llevaba la invitación para mi boda. Cuatro lágrimas rodaron de sus ojos por la arrugada mejilla. Entonces supe que algo ocurría. - Pinín, me quedan dos días, no podré asistir , pero te deseo la máxima felicidad, la que otros no pudimos alcanzar. Quiérela, ámala, respétala y ganarás. - El tío Pirulo murió y en su lápida hay una inscripción que refrenda su existencia.
DIA
AUTOR
TÍTULO
7 de julio
María Artuñedo García
Brick Lane
14 de julio
Irene Blanca Sánchez
¡Nobleza obliga!
21 de julio
Rosario Candel Tárraga
El color del verano es amarillo
28 de julio
Trinidad García Valero
El sin sangre
4 de agosto
Carlos Hernández Millán
Ezequiel, o el precio de la mina
11 de agosto
Nieves Jurado Martínez
El chico que besó a Marilyn Monroe
18 de agosto
Mª Ángeles Marcos Pérez Postales veraniegas
25 de agosto
Laura Martínez Mora
Un cuento. Microrrelatos
1 de septiembre
Daniel Molina Martínez
El literato
9 de septiembre
Enrique Morales Canorea Perseverancia
15 de septiembre
Inmaculada Ortiz García
Hermana loba
22 de septiembre
Ricardo Rodríguez Gilberte
Redención
29 de septiembre
Soledad Roldán Márquez La casa nueva
6 de octubre
Bartolo Sáez Ochoa
13 de octubre
Teresa Sandoval Parrado El lunático
20 de octubre
Asunción Sánchez Castro
La historia del tío Pirulo
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