DICHOS POPULARES
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Echarle a uno el San Benito
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El San Benito era una especie de insignia o de escapulario de lana amarilla con la cruz de San Andrés. Era una imitación del saco de penitencia que se ponían los penitentes de la iglesia primitiva para llorar sus culpas. Como este escapulario o saco se bendecía antes de ponerlo el penitente, de aquí tomo el nombre se sacó-bendito, que más tarde pasó a llamarse San-Benito. Ahora echarle a uno el San Benito es cargarle con la culpa de algo que no ha cometido.
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Los mismos perros con distintos collares
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Instituida por la revolución de 1820, la milicia de Madrid fue disuelta después de la entrada de los franceses (de los cien mil hijos de San Luis en 1823) y sustituida por los voluntarios realistas. Cuando estos se presentaron por vez primera (en la parada de palacio) delante de Fernando VII, sorprendió al ver que las caras de aquellos nuevos soldados realistas eran las mismas de los milicianos liberales que acababa de licenciar, se volvió el gentilhombre de guardia, diciéndole: - Son los mismos perros pero con distintos collares. Estas palabras tuvieron tal resonancia que pronto el pueblo las hizo suyas para señalar que solo cambian las apariencias de las cosas y no las esencias de las mismas.
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Buscarle tres pies al gato
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En otro tiempo decían buscar cinco pies al gato y es lo más propio porque hallar tres pies a quien tiene cuatro es cosa fácil mientras que hallarle cinco pies es imposible. Además solía añadirse: y no tiene sino cuatro. Nació a propósito de que uno quiso probar que la cola del gato era pie. Es, por consiguiente un dicho deformado. Censura por una parte, a los que tientan la paciencia de alguno, con riesgo de enfadarle; y, por otra, más usual, se aplica a los que con embustes quieren hacer entender lo imposible.
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Lágrimas de cocodrilo
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Cuéntase de este animal anfibio, especie de lagarto monstruoso indígena del Nilo y de algunos grandes ríos de América, que llora sobre los huesos de la víctima que ha devorado por habérsele concluido tan pronto el apetitoso manjar; y de aquí nació el proverbio: lágrimas de cocodrilo, y el otro: es un cocodrilo, por falso y taimado, un hipócrita un pérfido que llora de rabia, no por arrepentimiento, sino por no poder continuar haciendo daño. No tiene esto fundamento y sin duda es producto de la imaginación del pueblo, como lo demuestran las personas relacionadas con los animales, quienes afirman que lo que llamamos lágrimas de cocodrilo son aullidos, parecidos a los de los perros. La fantasía del pueblo fue suficiente para que las lágrimas de este animal fuesen iguales a las que vierten las personas fingiendo un dolor que no existe.
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Más largo que un mayo
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En algunos pueblos de España es tradicional levantar un palo muy largo en el centro de la plaza, adornado con obsequios para el mozo que logra subir a la picota. Esta costumbre coincide con el mes de mayo o con las fiestas patronales. Hacemos uso del símil más largo que un mayo para ponderar la gran altura de una persona.
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