UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA ESCUELA DE CIENCIAS PSICOLÓGICAS MAESTRÍA EN PSICOLOGIA SOCIAL Y VIOLENCIA POLÍTICA
De Patrulleros a Milicianos Población civil frente al conflicto armado en Guatemala
Tesis:
Presentada por el Licenciado:
Julio Alejandro Valdez Rodas Previo a conferírsele el Grado Académico de Master en Psicología Social y Violencia Política
Nueva Guatemala de la Asunción Guatemala, C.A 2,007
De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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Indice A Manera de Introducción………………………………………………………………………
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Capítulo 1 La población civil frente al fenómeno de la confrontación armada. ¿Algo nuevo para Guatemala? …………………………………………………………………..
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1.1. Del motín a la rebelión y la lucha por la resignificación del cristianismo en la colonia. El caso de la rebelión de los Tzeltales…………………
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1.1.1. La lucha desde la subalternidad “La Construcción del Reino de Dios en la tierra”…………………………….
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1.1.2. Desarrollo de los hechos “Con la Cruz en una mano y la lanza en la otra”……………………………..
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1.1.3. De motines y rebeliones………………………………………………………
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1.2. La Rebelión de la Montaña y la reafirmación del guerrero campesino…………………
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1.2.1. ¿Revolucionarios Conservadores? ……………………………………………
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1.2.2. La sublevación de las Castas………………………………………………….
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1.2.3. Ideología = movilización / componentes para la guerra civil…………………
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Capítulo 2 Población combatiente y población no combatiente ¿Un dilema en la última confrontación armada? ……………………………………………… 2.1. Periodización básica del transcurso del patrullero al miliciano……………………… 2.2. El Ciudadano-Soldado………………………………………………………………… 2.3. La Construcción de la subjetividad del Patrullero……………………………. …….. 2.4. Patrullas y Ejército nacional……………………………………………………………
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Capítulo 3 De ciudadanos a combatientes, de combatientes a ciudadanos y los avances de su organización post-conflicto ………………………………………………. 3.1. Los Ex patrulleros como organización civil Ha muerto la patrulla… ¡que viva la patrulla! ……………………………………… 3.2. Patrulleros y Clientelismo político…………………………………………………… 3.3. La Patrulla y la pobreza rural………………………………………………………… Análisis Final Patrullas, la cultura de la violencia y la construcción del sujeto post-conflicto………………
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Conclusiones…………………………………………………………………………………… Bibliografía…………………………………………………………………………………… Anexos…………………………………………………………………………………………. Anexo gráfico…………………………………………………………………………………..
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¿Acaso una introducción? La norma diría que es necesario abordar el problema de manera tal que mostrase los avances del estudio científico en forma de certezas que le den un marco de objetividad al mismo, sin embargo, dicha objetividad se relativiza en la medida que se profundiza en las subjetividades de los imaginarios humanos, por lo tanto, y sin pretender alejarse de una guía objetiva, el presente análisis profundizará lo subjetivo lo más objetivamente que se pueda.
El caso del conflicto armado guatemalteco, al igual que otros conflictos a lo largo de la historia humana, existen hechos irrefutables y por más subjetividad presente en su abordaje, no se pueden negar; ejemplo de esto son: “las campañas de pacificación en contra de población civil, las campañas punitivas e incluso las campañas de propaganda armada, sabotajes y ataques contra la infraestructura productiva”. Ahora bien, las consecuencias de ello en lo referente a cantidad de decesos ha estado en debate, no abierto, pero sí en relación a que los bandos tendían y tienden al engaño como una forma de elevar o disminuir el daño ocasionado o incluso para repartirse los daños ocasionados a la población civil, esto se puede entender desde la manipulación política que regularmente se hace de los conflictos, y el guatemalteco no está libre de ello.1
Para abordar el tema de la participación civil en el conflicto armado guatemalteco, y especialmente el caso de los ex Patrulleros de Autodefensa Civil o ex PAC´s, es necesario primero caracterizar al mismo conflicto, analizarlo desde la variable histórico-social, es por eso, y a manera de provocación, se iniciará esta tesis con una conclusión, si se quiere arriesgada: “En Guatemala no hubo guerra civil (en los términos como regularmente se conocería en otras confrontaciones bélicas a nivel mundial e incluso a nivel centroamericano, ejemplo: El
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Según el Informe Guatemala Memoria del Silencio elaborado por la Comisión de Esclarecimiento histórico, en su parte concluyente, afirma: “en su labor de documentación de las violaciones de los derechos humanos y hechos de violencia vinculados al enfrentamiento armado..., la CEH registró un total de 42,275 victimas, incluyendo hombres, mujeres y niños. De ellas, 23,671 corresponden a victimas de ejecuciones arbitrarias y 6,159 a victimas de desaparición forzada..... 83% eran Mayas y 17% eran ladinos. Pero según el informe Guatemala Nunca Más del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica 22,463 son los fallecidos en forma directa, 2,660 en forma indirecta 3,893 son los que sufrieron desaparición forzada y no aparecieron. (ver anexos) Como se podrá observar en el tema de ejecuciones no hay mucha diferencia, no así en el de desapariciones, pero aún así, dichos números son mucho menores que los manejados por el informe de la IGE que igualmente fue utilizado por organizaciones de Derechos Humanos Guatemaltecas en México que afirmaban que habían más de 150,000 muertos durante los treinta años de guerra, un millón de desplazados internos, 300,000 refugiados en México y 45,000 desaparecidos (esta cifra la utilizada por el Grupo de Apoyo Mutuo y el Comité de Viudas de Guatemala – CONAVIGUA, ambas organizaciones de victimas del conflicto)
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Salvador2 y Nicaragua), lo que hubo fue una basta campaña de pacificación3 (cimentada en la enorme capacidad del Estado para utilizar la represión como mecanismo para garantizar su propia existencia) sobre brotes de insurgencia rural y urbana. Las partes enfrentadas, militarmente, sí intentaron elevar cualitativamente el conflicto al grado de guerra civil, incluyéndole el factor étnico-social, cuando movilizaron a las patrullas de autodefensa civil por un lado y a las bases sociales de las organizaciones populares entiéndase Fuerzas Irregulares Locales (FIL), Comités Clandestinos Locales (CCL) o incluso en las mismas Comunidades de Población en Resistencia CPR (caso de Petén) y otras expresiones sociales como organizaciones campesinas, estudiantiles e incluso religiosas todo ello dependiendo del tipo de organización insurgente que se tratara.4 Sin embargo el salto cualitativo del conflicto hacia una guerra civil no se produjo.”
Esta conclusión trata de brindar el contexto del conflicto, el cual se estableció con la revisión de material bibliográfico y con recopilación de información empírica, en el cual los ex patrulleros y ex combatientes tuvieron un papel preponderante. No se trata de reducir el fenómeno social del genocidio, al contrario, este fenómeno no se puede equiparar al del conflicto y al de la guerra, y es en ese sentido que se empieza por la categorización de lo que aconteció en los años que transcurrieron desde el inicio de los movimientos armados de los sesentas, hasta la firma de los últimos Acuerdos de Paz Firme y Duradera, firmados en diciembre de 1996.
En el caso de los ex patrulleros, como ciudadanos, no se han desmovilizado hasta el día de hoy, políticamente hablando, eso es un hecho, y por otro lado no se puede comparar, en ese sentido, con los ex guerrilleros que en su desmovilización también se produjo, para muchos, el desvincularse de todo proyecto político que reivindicara un proyecto revolucionario, incluso no representan el motor del accionar político de los “partidos de izquierda revolucionaria” (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca y Alianza Nueva Nación como expresiones políticas 2
Ver REVOLUCIONARIOS EN TIEMPOS DE PAZ de Ricardo Saenz de Tejada, Flacso 2007, Pags. 86 a la 95 Dicho término se utiliza en relación a frente a un conflicto se trató de acabar con él por medio de la imposición de la paz en los términos del Estado, por medio de su Ejército. 4 Coincido con Yvon Le Bot en su libro La Guerra en Tierras Mayas. Comunidad, violencia y modernidad en Guatemala (1970-1992) cuando afirma que: “Disidentes de esas organizaciones, círculos de intelectuales indígenas y de observadores independientes han sostenido que tenían un enfoque reductor y erróneo de la cuestión étnica y que habían arrastrado a la población india a una guerra que no era suya: críticas que durante mucho tiempo fueron discretas y confidenciales, que luego se volvieron más insistentes y mejor documentadas a medida que salían a la luz las responsabilidades y el fracaso de la guerrilla.” (Pag. 280) En efecto, comparto el hecho de realizar una ecuación a partir de la cantidad de muertos igual a dimensión del conflicto, puede resultar poco preciso en tanto que, las dimensiones de las muertes, a mi manera de entender el conflicto guatemalteco, no se refiere a elementos cuantitativos y cualitativos del movimiento insurgente, más bien se refiere a la forma como el Estado, en su definición abordaba la disidencia y su relación con los indígenas; estos aspectos los profundizaremos en la tesis. 3
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nacientes de las organizaciones armadas de izquierda, actualmente están conformadas en su base, en su mayoría, por personas que, por su edad, no participó en el conflicto ni como combatientes ni como simpatizantes).
Es importante señalar esto, debido a que mucho de los esfuerzos de la comunidad internacional por apoyar la desmovilización insurgente era el garantizar que estos no volvieran a tomar las armas en función de la realidad social que variaba muy lentamente hacia el ideal esbozado en los “Acuerdos”, sin embargo, era claro que cuando se produce la desmovilización de los patrulleros se le percibe como una masa inorgánica al servicio del Estado, que no reclamarían la aplicación de medidas discriminatorias hacia ellos. Mucho de esta lectura provenía de lecturas realizadas por la Procuraduría de Derechos Humanos, junto con organizaciones como el Consejo de Comunidades Étnicas Runujel Junam, a finales de los años ochentas, que en su lucha por acabar con la obligatoriedad de la patrulla tendían a presentarlas como: “una masa atemorizada”, “sin liderazgo más que el miedo”5, y el peor de los casos como “cómplices del genocidio”6 por lo tanto al acabar con la obligatoriedad ciudadana instituida por el Ejército, se acababa con ella, y la realidad terminó corrigiendo los análisis, que contradictoriamente la misma CEH la afirma cuando reconoce en su capítulo I cuando aborda las causas del conflicto en su numeral 218 así: El enfrentamiento armado en Guatemala constituyó un fenómeno cuya explicación es multicausal” (capítulo I pag.8).7, por otro lado hay que recordar que el mismo informe de la REMHI reconoce que la responsabilidad, por violaciones a los Derechos Humanos durante el conflicto, atribuida a los patrulleros es de 20,22 % o sea 10,602 víctimas frente al 4,81% o sea 2,523 victimas de la guerrilla respectivamente; pero si se parte de la cifra brindada por el Ejército en cuento a que el número de simpatizantes y movilizados de la guerrilla llegaba ha casi 300,000 y los movilizados en la patrulla a más del millón, no es muy difícil establecer el peso del enfrentamiento, frente a los 40,000 soldados del ejército y de los dos mil a siete mil de parte de 5
“Por otra parte, la agresión de los patrulleros civiles contra habitantes de su misma aldea, al margen de que cumplían una orden del destacamento militar, refleja que hay sectores de la población que han sido ganados por la ideología de los militares…” (Revista Otra Guatemala No. 10 Enero-Febrero 1990, Pag.24 Artículo de Magda Gómez. Esta revista se distribuyó en México, Estados Unidos, Canadá y Europa y presentaba las posturas de dirigentes de Octubre Revolucionario y PGT 6 de enero ambos, eran disidencias de organizaciones que conformaban URNG) 6 Este aspecto fue exteriorizado en diversas oportunidades por la Presidenta de la Comisión Nacional de Resarcimiento Rosalina Tuyuc, quien fue presidenta del Comité de Viudas de Guatemala CONAVIGUA. Dicha versión se presentó en diversos foros internacionales y bajo ese argumento gobiernos como Alemania y Estados Unidos apoyaron la concreción de los planes del “Resarcimiento” a partir del año 2,004. 7 Conclusión número 62, del informe de la CEH: “concluye que las comunidades mayas también fueron convertidas en un objetivo militar durante los años más cruentos del enfrentamiento. Por terror y la persecución, en ciertas regiones y años los mayas se vieron obligados a ocultar su identidad étnica, exteriorizada en su idioma y su traje... Conclusión 63 del informe de la CEH: “el Ejercito intentó controlar, cooptar e infiltrar las estructuras tradicionales de autoridades mayas que las vivían...”
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la guerrilla. Por otro lado, siendo las partes enfrentadas en el conflicto, más que el ejército y la guerrilla, la relación numérica de un millón y medio de seres humanos movilizados frente a las víctimas de ellos es mucho menor a los poco más de dos mil combatientes desmovilizados de la guerrilla que asesinaron a un número igual de personas, claro, esta relación puede ser engañosa, pero sirve para ejemplificar que la generalización en torno a como el conflicto se convirtió en la sucesión de una serie de actos de genocidio, en donde “todos los patrulleros participaron”, no es adecuada.
Es por ello que esta tesis trató de abordar el hecho de la construcción del sujeto social llamado patrullero, y su respectiva subjetividad y, cómo vio y ve el conflicto en forma retrospectiva y su proyección en el hoy en día. A partir de ello, se amplió la visión sobre la dimensión de la participación social (civil) durante el último conflicto armado interno. Y deja abierta la discusión en relación a si los patrulleros, movilizados por sus reivindicaciones monetarias y de reconocimiento social son en realidad “un movimiento social”.
Ahora bien, del por qué ¿acaso una introducción?, pues bien, esto refleja la búsqueda de otras versiones que enriquecieran la visión sobre el conflicto armado acaecido recientemente, y que poco a poco adquiere nuevas interrogantes. Es el querer releer la versión de entidades de Derechos Humanos y académicas ligadas a la cooperación internacional de izquierda,8 que pintaron el conflicto en blanco y negro un conflicto que revistió de una complejidad que los especialistas no han logrado dilucidar, en toda su dimensión9, que no es sino hasta diez años después, del fin formal del conflicto, que este comienza a dimensionar variables no profundizadas anteriormente (ver: Revolucionarios en Tiempos de Paz de Ricardo Saenz de Tejada para el caso de autores guatemaltecos y Entre dos Fuegos de David Stoll y la Guerra en Tierras Mayas de Yvon LeBot estos últimos divisaron hace más de quince años que las versiones que daban las organizaciones de solidaridad en Europa y Estados Unidos presentaban vacíos de
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Ejemplo de ello son La Iglesia Católica en el Exilio, la misma AVANCSO, y otras entidades guatemaltecas en el exilio por ejemplo la RUOG (Representación Unitaria de Oposición Guatemalteca, que en realidad era el equipo político diplomático de URNG), la revista La Otra Guatemala (conformado por disidentes de organizaciones de URNG), la Comisión de Derechos Humanos de Guatemala, CEIDEC, además de aquellas que todavía mantenían representación en Guatemala pero en forma disminuida como era el caso de CUC y el GAM 9 A diez años de haberse firmado los Acuerdos de Paz se han hecho del poder del Estado gobiernos abiertamente de derecha, desde la empresarial hasta la ligada directamente con el crimen organizado. Políticos que apoyaron abiertamente al Ejército de Guatemala en las campañas de pacificación de los años ochentas, incluso algunos de ellos responsables directos del “genocidio”, por su parte las tendencias políticas de izquierda han pasado de regular a menos, incluso en las últimas elecciones del 2,007 un partido político, que su núcleo original eran ex combatientes y políticos de izquierda desapareció por no haber logrado el número mínimo de votos del padrón electoral, esta realidad muestra que el conflicto fue mucho más colorido que la lucha “entre el bien y el mal”.
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contenido y es a través de sus obras que levantaron una discusión que paso totalmente desapercibida en el medio guatemalteco que a puras penas empezaba a reconocer a sus muertos). Claro esta, por razones obvias no se incluye las versiones del conflicto abordadas por el General Alejandro Gramajo Morales o la del Coronel Mario Mérida, dado que presentan, al igual que otros trabajos como los de Ricardo Falla, Sichar Moreno, Iosu Perales o el mismo Eduardo Galeano versiones que reclaman “la objetividad del sujeto militante”, para estos trabajos su lectura se realiza desde la ubicación política del escritor.
Por otro lado, se ha tratado de abordar la conformación de las subjetividades del conflicto como las que se encuentran presentes en la cotidianeidad de todos, como producto de la creación del imaginario nacionalista, como lo es la llamada MORAL DE COMBATE10 de difícil categorización, pero tan dinámica que se utiliza desde los partidos de fútbol hasta las confrontaciones bélicas y, por supuesto, Guatemala no fue la excepción, es esa parte de la subjetividad que hace que los seres humanos prosigan a pesar de estar en condiciones de desventaja.
Por otro lado, esta tesis trató de explorar cómo “los patrulleros de autodefensa civil”, llegaron a constituirse, primero, en una milicia civil y luego en un movimiento social, más allá de los “tontos útiles”11 o de igual forma “como una población secuestrada por el miedo” así los dibujaban algunos académicos de los años ochentas y noventas12 o igualmente los presentaban como simples “apéndices del Ejército”, que igualmente pretendía descalificar el apoyo social a los esfuerzos del Estado para acabar con la insurgencia. Cabe la comparación en cuanto a que este discurso tendiente a menospreciar a los sujetos, fue utilizado también por el Ejército guatemalteco al calificar la base social de la insurgencia de la misma manera, para muestra lo 10
Incentivos morales, determinación,motivaciones espirituales, energía interna, apremio y demás podrían ser algunos de los sinónimos. Son todas las condiciones subjetivas de carácter psicológico que preparan al individuo y/o colectividad para tareas que requieran esfuerzos fuera de lo normal. Estos elementos psicológicos son artificiales y tratan de emular las estimulaciones fisiológicas normales de los animales cuando se ven ante situaciones de elevado estrés (defensa y ataque). La moral de combate específicamente es utilizada en contextos de conflicto, y se mide su efectividad a partir de la calidad del involucramiento de los sujetos en las acciones establecidas, ejemplo de ello fueron los Kamikazes japoneses. El mantenimiento de esta moral es variable y se ve alimentada por la constitución de la fuerza armada en su conjunto (medios y discurso) 11 Es de hacer notar que este mismo epíteto era utilizado por la propaganda del Ejercito de Guatemala para categorizar a la población civil que supuestamente era utilizada por las fuerzas insurgentes para los objetivos de la “guerra popular” claro esta que ello descalificaba la misma conformación de la base social formada políticamente para los objetivos de la insurrección. 12 El ejemplo de dicha academia se encuentra en el consejo editorial de la revista La Otra Guatemala, y profesionales que estando en el exilio se dedicaron a continuar con sus trabajos de investigación sobre Guatemala pero para las nacientes Ongs residentes en México que trabajaban con población exiliada y refugiada tal es el caso del Centro de Estudios Integrados de Desarrollo Comunal CEIDEC, o el CIEP Centro de Investigación y Educación Popular, ambas ligadas a estructuras amplias de URNG
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expresado en la tesis I-37-X-85, de un oficial del Ejército: “son más agresivos los hombres de oriente y no muy sentimentalistas ni melancólicos con creencias y costumbres religiosas como ocurre en el altiplano del país, generalizado en casi todo el occidente y nor-occidente” (Pag.28) “la masa poblacional no sólo es más costumbrista, tradicional y pacífica que la otra (oriente)” (Pag.38) estas percepciones igualmente pretendían reducir un fenómeno de protesta social real, del carácter de actor social, por el clásico concepto de minoridad de la época conservadora. En efecto, el discurso de los entes organizativos de los patrulleros navega entre la afirmación de que fueron obligados, lo cual los hace sujetos del pago del Estado, pero por otro lado, esta la afirmación de que el servicio que brindaron fue determinante en el esfuerzo de guerra y por lo tanto allí fue donde desarrollaron la plenitud de su ciudadanía.
Esta tesis no pretende ser otro relato del conflicto ya que mucho de lo que se ha escrito brinda el panorama de lo que el mismo significó para los actores, sin embargo, si trata de aportar algunos elementos de análisis para ver el conflicto desde otras perspectivas.
Por último es un deseo que algún día exista la posibilidad de ampliar esta discusión sin que se tenga que revestir del manto de la victimización o de los discursos que gustan escuchar las agencias extranjeras (tanto de izquierda como de derecha, ambos con aroma a neocolonialismo norteamericano o europeo); más bien que sea el deseo por avanzar en el estudio del fenómeno de la conflictividad social como tal y que proporcione luces para evitar, hasta donde sea posible, futuros conflictos. El profundizar sobre el conflicto armado en Guatemala tiene que superar la visión denunciativa, la cual está presente en obras que marcan el desarrollo académico en Guatemala a principios de la década de los noventas como lo son Masacres de la Selva de Ricardo Falla y Así me nació la Conciencia de Elizabeth Burgos13, que responden al momento político de querer recuperar la memoria histórica de las víctimas, pero no da una explicación profunda, más allá del consabido discurso de la lucha de clases, sobre el cómo miles de guatemaltecos indígenas y ladinos se incorporaron o cómo los discursos político ideológicos se crearon y recrearon la cultura de la violencia presente antes y después del llamado conflicto. Por otro lado, hay una aseveración aventurada en el investigador y político en la utilización de la premisa “treinta años de conflicto”, lo que en realidad corresponde a períodos de mayor y menor 13
ambos llegaron a alcanzar tirajes de cientos de ejemplares, en el mercado editorial y miles en el mercado negro, la distribución de estos coincidió con la entrada de miles de retornados por la vía negociada a Guatemala y con la distribución en Europa, México y Estados Unidos. Hubo otros que aún sin tener la amplia difusión de estos llegaron a complementar tales visiones tal es el ejemplo de: Guatemala País Ocupado de Eduardo Galeano, y los dos tomos de Guatemala Polos de Desarrollo del Ceidec y la compilación de ensayos etnográficos de FLACSO titulado Cosecha de Violencia entre otros.
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presencia de conflictos y movilización social, el genocidio se produjo en medio del enfrentamiento y finalizó cuando el enfrentamiento político no había terminado.
A nivel metodológico, este trabajo transcurrió del análisis historiográfico que brindó, a su vez, la base para definir la constante histórica de los conflictos en Guatemala, hasta las entrevistas con ex patrulleros, jefes y ex jefes, junto con excombatientes de la guerrilla. Los relatos fueron recopilados con el objetivo no sólo mostrar visiones sobre el conflicto, sino como el combatiente ciudadano, en determinado momento, se problematiza a si mismo de forma integral, igual que en otros tiempos de la historia nacional y en general
en el devenir
de las sociedades
prooccidentales judeo-cristianas.
El análisis trata de demostrar constantes históricas, que permitan percibir el conflicto en forma mucho más compleja, por ejemplo: es evidente que los entes contendientes, tanto en el lado definido como revolucionario como en el que defendía al Estado, desarrollaron constructos ideológicos que se podrían definir como conservadores (dada la experiencia histórica que parte desde la independencia hasta buena parte del siglo XX), herencia de la forma como se fundamentó el judeo cristianismo colonial y post-colonial en Guatemala y, contradice aquellas consignas que afirmaban que: “el pueblo era revolucionario por naturaleza” o “Mientras haya pueblo habrá Revolución” principios y consignas difundidas desde las organizaciones político militares insurgentes.
Además del estudio bibliográfico se desarrollaron veinte entrevistas, entre los meses de octubre, noviembre y diciembre del año 2,004, recopiladas en 7 audio casetes. Dichas entrevistas buscaban, por medio de la idoneidad de los sujetos (as) mostrar la parte vívida de los procesos histórico- sociales, no pretendió ser representativa, tal vez en algún otro momento, sería interesante profundizar en dichos puntos de vista de los sujetos que participaron en esta parte de la historia patria. La tendencia en la realización de las entrevistas fue, mayoritariamente, para los patrulleros, diez y siete en total y tres ex combatientes de la guerrilla dos de las Fuerzas Armadas Rebeldes y una del Ejército Guerrillero de los Pobres (dos mujeres y un hombre, solo una indígena), en el caso de los ex patrulleros nueve habían cumplido su servicio militar a la hora de ser convocados a las patrullas los restantes ocho ejercían el oficio de agricultor, diez se definen a si mismos como indígenas Q`eqchi` y los restantes como castellanos o ladinos, el promedio de edad de los encuestados era de 35 a 40 para los ex combatientes de la guerrilla y los ex patrulleros de 46 a 60 años. Solo los excombatientes desarrollan actualmente labores de carácter De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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intelectual mientras que los
patrulleros siguen en labores agrícolas y tres, en específico,
desarrollan actividades de vigilancia privada en instituciones y comercios.
Los entrevistados mostraron, en sus propias palabras, las visiones parciales de un conflicto complejo, y al final era lo importante establecer dicha complejidad no dilucidarla desde el testimonio mismo, tal y como lo abordo en su momento Le Bot en su estudio La Guerra en Tierras Mayas, que más o menos desdibuja lo asegurado por activistas quienes aseguraban, en la década de los noventas en las jornadas de solidaridad que constantemente se realizaban en los medios académicos en Europa, que este conflicto poseía reivindicaciones étnicas, cuando contradictoriamente en las negociaciones sobre el Acuerdo de Derechos de los Pueblos Indígenas, la guerrilla no logró llevar a la mesa a comandantes indígenas (porque supuestamente ya habían negociado con organizaciones “mayas” de carácter amplio) similar visión, pero con la profundidad etnográfica del caso, presenta el trabajo de David Stoll, Entre Dos Fuegos, que muestra el dilema de la guerra en la forma como era percibido por la población y con ello apunta a los constructos discursivos de esas mismas organizaciones solidarias, que en el mejor de los casos, pretendían acabar con una situación perjudicial para la población víctima por medio de promover el aislamiento político internacional de Guatemala con el manejo de imágenes poco verídicas.
El testimonio que utiliza la tesis posee el valor de la visión de lo vivido, pero éste, no necesariamente refleja la lógica que las instituciones y organizaciones estaban vendiendo en forma de propaganda (entiéndase Estado y organizaciones insurgentes) es por ello que, el testimonio es una prueba mas de lo que acaeció, y es así como se ha tratado de trabajar.
Se retoman los objetivos iniciales del estudio que en su momento se esbozaron así:
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Ahondar en la subjetividad presente en los miembros de las fuerzas irregulares organizadas en torno a la institución Patrulla de Autodefensa Civil, acerca de su participación en el conflicto armado interno.
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Determinar cómo influyó dicha lectura en el desarrollo de la conciencia colectiva en las organizaciones de veteranos de las patrullas, especialmente en Petén.
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Identificar los elementos discursivos (proclives tanto al Ejército como a la guerrilla) que influyeron en la cohesión y resquebrajamiento del tejido social comunitario, durante y después del conflicto armado
-
Visualizar el proceso de construcción de la visión acerca del conflicto por parte de los excombatientes, fuera de las versiones oficializadas14 hechas por los informes de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) “Guatemala: Memoria del Silencio”
y el del Proyecto Interdiocesano de
Recuperación de la Memoria Histórica, (REMHI) “Guatemala Nunca Más”.
Esto permitió centrar el análisis sobre el desarrollo de los sujetos sociales desde los hechos y desde la lectura académica de lo que hicieron y dijeron.
Evidentemente durante la elaboración del estudio, los objetivos iniciales fueron cambiando, sobre todo en el tema de ahondar en la subjetividad que no era más que mostrar parte de ella a través de pensamientos, razonamientos, lógicas y temores de los sujetos.
El análisis historiográfico que se brinda, por medio de la lectura de fuentes primarias y secundarias (periódicos, folletos, revistas
y libros de desatacados autores), ha intentado
complementar algunas de las visiones destacas en dichas fuentes con lo dicho por algunos actores. No se pretende, por limitaciones de recursos, poseer una muestra significativa de la visión de todos los patrulleros, esto daría elementos cuantitativos que no busca este trabajo, por el momento, pero si es un objetivo profundizar en los análisis de otros autores, como Le Bot, Stoll, Woodward, Severo Martínez, Saenz de Tejada e incluso en los informes de recuento de la llamada “verdad histórica”. (Sólo el hecho de llamarlo “la verdad” resulta ser pretensioso de cara al cuestionamiento de ¿quién posee la verdad en la construcción de la historia?)
El releer la historia es un ejercicio que va más allá de la revisión formal de las versiones de la misma, sino de ubicar los momentos, las condiciones y a los sujetos que la construyen. Lo que 14
Se asume estas como oficiales dado que en la actualidad son utilizadas, por parte del Estado, para el desarrollo de la política de resarcimiento, por lo tanto se asume que ellas contienen datos comprobables que definen “la verdad histórica”, aparte es que estas versiones sean utilizadas para crear “la historia oficial”, aquella que habrá de utilizarse para crear la conciencia histórico social de los ciudadanos (as) a través del sistema de educación nacional, este es un compromiso pendiente, a pesar de que el acuerdo se estableció en 1994 y el informe había sido elaborado antes de 1996, por lo que se contabiliza en diez años de que existe dicha versión de la historia.
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ahora no se ve probablemente en un tiempo resultará más visible, ejemplo es el holocausto judío de la segunda guerra mundial, al finalizar ésta, no cabía la menor duda de las responsabilidades del nazismo y sus dirigentes acerca de este hecho trágico de la humanidad, sin embargo ahora hay más historiadores que se preguntan ¿Por qué los aliados, sabedores de que habían campos de exterminio, porque no los destruyeron con los bombardeos? ¿Por qué las élites judías en Estados Unidos e Inglaterra no apoyaron el éxodo cuando los nazis expulsaron a los primeros judíos en la década de los treinta? ¿Qué tanto de la maquinaria nazi se conservó para cimentar las bases del nuevo Estado Alemán? O en el peor de los casos, tal y como lo trató de exponer la última jornada de discusión generada en Irán ¿realmente hubo un holocausto judío?15
Estas relecturas en un medio que ha consumido versiones dadas a lo largo de años por entidades de Derechos Humanos, puede no ser agradables, pero aportan a la discusión amplia y cuestionan la existencia de un guión preescrito. Producto de estas versiones, algunos ex -patrulleros expresaban desconfianza cuando se solicitaba la entrevista porque asumían que la intención del investigador era la de refutarlos y acusarlos (como otros activistas de derechos humanos lo han hecho). Se necesitó tiempo para ganar confianza en la persona y no los objetivos de la investigación que esa misma persona decía realizar.
El informe de tesis consta de tres momentos que giran en torno a tres cuestionamientos básicos a saber: ¿es la participación de la población civil en movimientos armados algo propio del último conflicto armado en Guatemala? Este somero análisis de caso muestra la direccionalidad de las variables en el comportamiento social, ejemplo de ello es la conformación de la conciencia cristiana militante. El segundo capítulo parte de la interrogante ¿cómo se forma un patrullero de autodefensa civil? Y la tercera interrogante se presenta como la necesidad de mostrarlo a el y su conformación colectiva actual ¿Quiénes son ellos hoy en día? Y sin caer en el difícil papel de predecir el futuro, la tesis presenta algunas situaciones que se pueden presentar en el futuro. Al final aparece hay una reflexión del autor en cuanto a cómo este fenómeno social en particular, muestra, y en momentos define, la compleja formación de una subcultura de la violencia, que no fue producto exclusivo de la herencia del último conflicto armado, sino el producto de las constantes sociales que definen el devenir histórico de Guatemala.
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Ver algunas de las ponencias en Ingles en la página web de la agencia de noticias de la República Islámica de Irán IRNA.
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CAPITULO 1
La población civil frente al fenómeno de la confrontación armada. ¿Algo nuevo para Guatemala? La respuesta tal vez suene tajante, sin embargo, y sin temor a ello se afirma que no, no es algo nuevo, el fenómeno de la confrontación bélica es una constante histórica en Guatemala desde antes de la venida de los españoles, durante la conquista, durante la extendida colonia se revistió de motines16, prosiguió en el período independiente (como elemento interesante, la lucha por la independencia fue como la describe el Himno Nacional sin derramamiento de sangre). Los años posteriores de conflictos entre liberales y conservadores bañaron a la naciente nación en un baño de sangre, no digamos los conflictos relacionados con la construcción de los Estados Nación en Centro América y las múltiples invasiones internas y externas.
Los conflictos internos se pueden calificar como producto de recambios del poder. A partir de ello, se puede concluir que representan una constante histórica tal y como lo podría ser la misma exclusión, la elitización del poder y el racismo inherente. Para poder entender el fenómeno de la movilización social para los esfuerzos de guerra17 durante el conflicto armado guatemalteco, es necesario ir a los antecedentes históricos. En este capítulo se mostrará dos casos que, para los fines de la tesis, demuestran en parte la tendencia conservadora de las movilizaciones sociales en el área rural guatemalteca. Algunos académicos afirmaban18, a principios de la década de los ochentas, cuando el historiador guatemalteco Severo Martínez Pelaez publicó su libro MOTINES DE INDIOS, planteo la necesidad de explicar que los pueblos, en especial los indígenas, poseían una larga tradición de 16 “A casi uno por semana” afirma Severo Martínez Pelaez en su obra MOTINES DE INDIOS en su parte introductoria (pag.20). 17 Vamos a entender los esfuerzos de guerra desde la perspectiva que Clausewitz lo abordó en su obra De la Guerra, en donde la guerra es entendida como una totalidad económica, política y social, por lo tanto los esfuerzos guerra son las acciones que se encaminan por las partes para que esa totalidad se articule en torno a los objetivos propuestos. 18 Ver La Patria del Criollo tres décadas después, compilación de artículos realizada por Oscar Pelaez Almengor donde diversos académicos analizan a Severo Martínez Pelaez y su postura académica en su obra cumbre. Editorial Universitaria Guatemala 2,000.
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resistencia a la dominación, desde su ser indio19, esto contradecía en algo su anterior tesis en la PATRIA DEL CRIOLLO: “históricamente los indios son un producto del régimen colonial, un resultado de la opresión y la explotación de los nativos; que la perduración de la población indígena después de la colonia no es otra cosa que la perduración de la clase servil colonial…” (pag.570), y ello lleva a la conclusión que el indio sólo se liberaría si se liberaba de su ser colonial20. El hecho a recalcar es cómo la academia en la Universidad de San Carlos, ya comprometida,
permitió mostrar a la colonia más que una larga noche de dominación
monocromática. En realidad los sujetos, como en todos los tiempos y lugares, eran dinámicos en su posicionamiento frente al poder mismo incluyendo, por supuesto, a los mismos “indios”.
No se pretende obviar la identificación de las causas del conflicto esbozado tanto en el informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) como en el informe de Recuperación de la Memoria Histórica del Arzobispado de Guatemala. Para poder explicar el fenómeno de la movilización social es necesario, para este estudio, enmarcarnos en los antecedentes de otros conflictos que afectaron la construcción de la nación, aún en las mismas entrañas del período colonial y post-colonial.
En este primer capítulo se han revisado dos fenómenos sociales de la historia nacional que permiten entender la movilización social en torno al conflicto y la movilización colectiva en torno a la violencia política y se aventura a definirlos como movimientos conservadores, (no se pretende con esta definición calificarlos peyorativamente) que en todo caso son los antecedentes de lo que después se conoció como Patrullas de Autodefensa Civil.
1. la Rebelión de los Tzeltales 2. la Rebelión de la Montaña
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De que otra forma el indio resistiría en la colonia sino era por medio de sus medios culturales, por lo tanto es real pensar que el indio en sus resistencias durante los motines no dejaba de serlo, vaya, de hecho en algunos momentos, como veremos más adelante, lo refirmaba. 20 Su ser colonial incluía toda la estructura religiosa que en el operaba y sigue operando, dicha aseveración de Severo Pelaez tendería a objetar al indio como ser revolucionario sino tendía a transformar su conciencia, ahora después de terminado el conflicto, es perceptible la transformación hacia un sujeto social definido como maya (al menos el políticamente activo en activar un proyecto “alternativo”) , pero que guarda la relación con la estructura cristiana colonial y liberal predominante.
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1.1. Del motín a la rebelión y la lucha por la resignificación del cristianismo en la colonia. El caso de la rebelión de los Tzeltales. “El indio obedece ciegamente a su Jefe, entra en la lucha, pelea y muere sin preguntar el motivo o el objeto de la campaña. ¡Cuantos de ellos yacen en los campos que han regado con su sangre, héroes anónimos cuyas tumbas y nombres se han perdido en la oscuridad del olvido! (Guillermo Kuhsiek A. citado por Richard Adams,
1995: Pag. 24)
Corría el mes de agosto del año 1712 cuando estalló uno de los movimientos violentos que se dio en la colonia, éste tuvo lugar dentro de los dominios de la Alcaldía Mayor de Chiapas (parte del Capitanía General del Reino de Guatemala) específicamente en veintiún pueblos, según un informe provincial de la orden de Santo Domingo citado por Martínez Pelaez (1991:232)
Hay que diferenciar éste hecho de otros varios que ocurrieron en la misma época. Según Severo Martínez aún cuando los elementos de movilización eran comunes para la época, como podría ser la exasperación de la población ante el abuso abierto21 de las autoridades coloniales y sus representantes locales (tanto civiles como eclesiales) éste en particular tuvo los siguientes elementos que lo distinguen y que servirán al análisis del movimiento de patrulleros a finales del siglo XX:
1. Su extensión supracomunitaria. Abarcó varios pueblos de una región, por lo tanto se superó el localismo tan característico de los motines 2. Los discursos generados desde la subalternidad. La serie de argumentaciones ideológicas que los indígenas utilizaron para la movilización. 3. La organización que conllevó dicho movimiento, lo ubica en un nivel de complejidad que reconoce, fomenta y fortalece jerarquías locales e incluso regionales.
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Cobros desmedidos de impuestos, abusos en la aplicación de castigos corporales, secuestros de niños, censar fallecidos para que la población pagara por ellos, trabajos forzados, y demás.
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4. El fomento del liderazgo regional a través del mito del cacique apareció y se desarrolló de manera tal que marcó con tinta indeleble las formas de organización filo militar en las comunidades rurales22 5. Su carácter conservador, entendiéndolo como la manifestación armada de una tendencia política que promueve el escencialismo ideológico, en estos casos, cristiano, y se alimenta de los elementos básicos de la movilización social23 como pervivencia de lo espiritual, dicho en otras palabras, responde a la tendencia proselitista del cristianismo “cruzado”24 o la acción evangelizadora de expansión de la fe por la fuerza o por el convencimiento.
1.1.1. La lucha desde la subalternidad “La Construcción del Reino de Dios en la tierra…”
Dos son los autores que servirán para determinar tales hechos: Severo Martínez Pelaez y Robert Wasserstrom, el primero como estudioso del fenómeno del motín, el segundo conocedor de Chiapas. Un principio básico para analizar la discursividad de los sujetos es el partir que aún cuando ella encierre una verdad, en relación a la “realidad”, esto no la hace válida por sí misma. La llamada “lucha de los pobres” o de los “indígenas” se relativiza, primero en la lógica de la representatividad y segundo por “las dirigencias, en el caso de Guatemala, tienden a procesos de empoderamiento de carácter caciquil”, por lo tanto el decir ser representativos es y no es. 22
Es de hacer notar que aún cuando el fenómeno del caudillismo, en su versión militar, se alimentó y desarrolló durante las jornadas de lucha independentista y nacionalista en América, el caciquismo, a nuestro parecer, es una forma de liderazgo que se alimentó durante la colonia, y poseía raíces en las formas de liderazgo prehispánicas. De ellos hace referencia Severo Martínez cuando menciona la existencia de indios nobles, remanentes de la antigua nobleza, quienes sirvieron a la administración en la organización de los repartimientos. Los alcaldes indígenas no siempre respondían a los intereses de los mismos indios como elemento de clase y étnia, muchos de ellos fueron nombrados precisamente por su adscripción al sistema, lo cual era natural, dado que era difícil renunciar a los privilegios que daba el ser reconocido como autoridad, por ejemplo el no ir al repartimiento o incluso el poder cobrar por servicios extras. 23 En el libro ¿Victimas o vencedores? Una aproximación al movimiento de los Ex PAC De Ricardo Saenz de Tejada, alude a la discusión desarrollada por Gonder Frank y Fuentes respecto a los movimientos sociales y afirma: “los movimientos sociales muestran una gran variedad y mutabilidad, pero tienen en común la movilización individual basada en un sentimiento de moralidad y de injusticia, y un poder social basado en la movilización en contra de las privaciones (exclusiones), por la supervivencia y la identidad.” (pag: 24) 24 En referencia a las Cruzadas o guerras de expansión del cristianismo europeo bajo el argumento de recuperar Jerusalén y otros sitios sagrados que estaban en poder de los musulmanes. Estas partieron del año 1095 y se prolongan hasta 1270 (otros plantean que llegan hasta 1798 con la conquista Napoleón I sobre Malta)
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Pero regresando al caso en mención, todo indica que dos fueron los detonantes del conflicto, uno era el problema de las exacciones abusivas por medio de impuestos que, principalmente, hacía la iglesia por medio de los Dominicos y otros particulares (encomenderos)25, por otro lado, se encuentra el relajamiento de la autoridad civil, no sólo en su aparato opresor sino que en la pérdida de la solvencia moral para ejercer el poder de gobernar, ello era especialmente perceptible en la incompatibilidad de los principios de la doctrina cristiana y las acciones que sus autoridades ejercían en la práctica.
Para terminar de elaborar el cuadro existía el reparto de mercancías que no era más que la venta forzada de machetes, sombreros, mulas y medias de algodón y las compras que se realizaban de sus productos se efectuaban por precios irrisorios.
Todo este sistema era ejecutado por autoridades que, dependiendo del momento, podían ser más o menos estrictas, pero especialmente en ese 1712 confluyeron dos personalidades de especial rudeza, como sería el Alcalde Mayor Gonzáles de Vergara y el Obispo don Fray Juan Bautista Álvarez de Toledo. Esto sumado a los innumerables conflictos que existían entre el Alcalde y diversas personalidades de Ciudad Real, se creo un ambiente conflictivo, en el que los afectados eran los indios, quienes con su dinero y su trabajo sostenían el sistema económico de esa región.
El obispo Álvarez de Toledo por su parte, fue duramente cuestionado, por parte de los criollos, por una aparente relación de concubinato que tenía con una mujer. Esta corrupción escandalosa motivó, no el cuestionamiento al dogma de la fe, sino a sus representantes institucionales, quienes, además, eran indolentes ante la explotación de los más necesitados. Esto creó un caldo de cultivo para la generación de un discurso, desde la subalternidad, que ubicara como tesis la constitución de un nuevo ethos cultural.
En efecto, los alcances del discurso cristiano no correspondían con las acciones de aquellos que ejercían el poder, por lo tanto generaba una doble consciencia, tanto
en el lado de la
administración colonial, que para este entonces se encontraba afincada en su forma organizativa,
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Según Pelaez “de los diecisiete pueblos tzeltales de la lista diez eran de encomienda; es decir que una parte de sus tributos – no el total - le pertenecía a particulares, personas a quienes e Rey se los había cedido en pago de servicios, incluso tres de los encomenderos ostentaban títulos de nobleza, ello podría en determinado momento haber creado la conciencia de estar trabajando para parásitos radicados en estas tierras” (ver: 236)
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como por otro lado en las comunidades cristianizadas cuya existencia se mantenía en el límite de la pobreza (como hoy en día).
Los cobros por misas, por confirmaciones y la utilización de la prisión para aquellos que no tuvieran el efectivo para cancelar dichas obligaciones con la iglesia se mostraba como parte del listado de los abusos que se cometían en contra de la población. Todo ello le implantó la colonia con las Leyes Nuevas de 1529, la coyuntura para el estallido social que en teoría no tendría que haber sido más que otro motín de la larga fila de conflictos que se desarrollaron durante la colonia, pero éste en particular, adquirió un matiz que nos servirá para analizar lo sucedido casi trescientos años después.
“En 1708 se amotinó Yajalón. Presionaba el cura al pueblo tratando de recoger una donación para el obispo – fue el año de su entrada, como se recordará. Al grito de “muera el Padre” fueron llevados al poste varios ladinos y algún español, mientras se pregonaba que serían azotados. Ladinos y españoles de Chilom acudieron en auxilio, pero fueron capturados en el camino, uno a uno, y llevados también al poste con promesa de darles una vergajeada.” …”En el mismo año apareció en las cercanías de Zinacantan un indio que mantuvo al pueblo en estado de agitación, no de otro modo que rindiendole culto a la virgen María en una pequeña Ermita instalada en un monte.” (Ibid: 250)
1.1.2. Desarrollo de los hechos “Con la Cruz en una mano y la lanza en la otra…” “Así, nuestra arma principal, nuestro documento, sería la Biblia. Empezamos a estudiar la Biblia como un documento de formación de nuestra aldea” (Entrevista a Rigoberta Menchú por Elizabeth Burgos, Pag.
156)
Varias son las causas de amotinamiento y dos fueron las reacciones que dieron pie al inicio del levantamiento preinsurreccional: una fue la utilización de la violencia en contra de los representantes de la dominación, aquellos incluso poseían manto sobre natural, como serían los curas y los ladinos; y la otra fue el inicio de la formulación de una ideología que sustentaba el cambio socio cultural y la movilización como “Cruzada”.
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Este segundo elemento se extendió como reguero de pólvora, “los milagros que se producirían en las ermitas serán el factor indispensable para atraer el elemento humano de diversos rumbos y extender la red conspirativa” (ibid: 251). Nos aventuraremos a las comparaciones y, podemos ver una incipiente teología de la Liberación.
Apareció una joven india quien decía que era la Virgen María venida del cielo para ayudar a los indios, evidentemente en sus pesares frente al poder colonial, cuando se produjo el levantamiento y sus replicas a lo largo de la región se mandó una convocatoria que rezaba así: “Jesús, María y José. Señores Alcaldes del pueblo … (aquí el nombre del pueblo) yo la virgen, que he bajado a este mundo pecador, os llamo en nombre de Nuestra Señora del Rosario, y os mando que vengais a este pueblo de Cancuc, y os traigais toda la plata de las Iglesias, y ornamentos y campanas con todas las cajas y tambores, y todos los libros y dineros de las cofradías, porque ya no hay Rey. Y así venid todos cuanto antes, porque si no sereis castigados, pues no venis a mi llamado y a Dios. Ciudad Real de Cancuc. La Virgen Santísima María de la Cruz.” (ibid. 253, 254) De dicha convocatoria se extraen varios elementos de análisis que ayudará a comprender que se estaba frente a un movimiento que definiría la conformación del espíritu de lucha india colonial y, que persistió en el último conflicto armado en Guatemala, desde la perspectiva de la comparación histórica, a saber:
1. Este tenía un carácter de casta, en tanto que desde sus inicios hubo una posición frente al ladino que compartía el mismo espacio comunal. 2. Era un movimiento cristiano, desde la interpretación india, pero no tendía a la sustitución del sistema de creencias por otro tipo de culto prehispánicos (aquí hubiéramos entendido la lucha india como la forma de recuperar lo perdido por la acción del Colonizador cristiano pero los relatos no lo definen así). Lo que nos lleva a la conclusión preliminar que la evangelización había acabado con esa parte del ethos indígena. Esto evidentemente no significa que no se llevaran a cabo, en forma periférica, algunos rituales. 3. Existía organicidad basada en formas paramilitares y políticas. Había liderazgo y reglas de participación. De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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4. Al negar la existencia del Rey (después la negación del Presidente de la Audiencia, el obispo y el tributo) hicieron uso de un recurso de guerra como es la manipulación informática, lo que tendería a motivar más la participación de la población en la insurrección. 5. Había el reconocimiento, que al ser un movimiento genuino estaba por encima, incluso, de otros indios. No se vacilaría en la utilización de la violencia en contra de la disidencia, dicho en otros términos, se castigaría la traición a lo que se concebía ya como algo legítimo 6. Había uso mediático de la violencia tanto en la convocatoria como en los sucesos que se dieron luego. Esto tendía a dejar mensajes cifrados, en la población, que era sujeto durante el levantamiento, que en el enemigo de ella “el ladino, el criollo y la autoridad eclesial y administrativa, estos vivieron la violencia en forma inmediata, cuando entraron a los pueblos y “ajusticiaron” ladinos, y estos mismos fueron los que los enfrentaron armados con el poder colonial detrás. “A lo largo de la sublevación murieron muchos indios de los llamados fiscales o mayordomos, es decir hombres de confianza y sirvientes de los curas. Horcas, horquetas y picotas fueron levantadas en muchos lugares. En las primeras, mal construidas, el suplicio era lento, y largo pernear en el aire. En las segundas, la acción estrangulante del madero en el cuello se combinaba con la del vergajo reventando las carnes. En las terceras se sucumbía después de pasar por varias de ellas recibiendo azotes sin misericordia y escuchando la infinita gritería de quienes se cobraban de junto lo que habían entregado día a día a lo largo de muchos años. A algunos indios enemigos se les aplicó fuego en los pies.” (ibid.255)
La utilización de la violencia, por parte de este incipiente ejército de la Virgen, tenía como objetivos el ejercer poder regional y la refuncionalidad del cristianismo en esa porción de la
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Capitanía. No se percibe que viera más allá, apenas pudo hacerse de alianzas con otros grupos comunitarios de otras étnias que no fueran Tzeltales (Choles y Tajolobales por ejemplo).
Hubo más muertos entre los indios que entre los identificados como el “enemigo”, tanto por la acción contrainsurgente de la Colonia como por el mismo ejército de la Virgen.
La acción del primero se entiende desde la lógica que la corona manejaba en torno a mantener a la “indiada” a raya, la dominación no admitía contradicciones. Por otro lado, tampoco se habían superado aquellos prejuicios que se afincaron en la conquista en torno a la malicia del indio y su hipocresía al convertirse en cristianos. Cuando la Corona comenzó a observar la muerte de curas y las “desinformaciones” de los sublevados en relación a la “fe verdadera”, desarrollaron acciones a manera de cordón sanitario para la peste de la insurrección no se extendiera.
En el caso de los innumerables muertos que ocasionó entre los mismos indios este movimiento, la lógica era que la formación de un discurso no bastaba para promover la movilización. Por legítimo que sonara, se sabía que muchos indios ya eran parte de la maquinaria colonial y no iban a renunciar ante un “Mesías” local. Entonces el discurso tendría que convertir en acción de sangre, para ello los sublevados deshumanizaron26 a sus propios hermanos de sufrimiento y los convirtieron en parte del enemigo en “amigos del cura”. El avance de la complejidad de las argumentaciones ideológicas de los alzados adquiría tintes de todo o nada.
En la medida que la sublevación avanzaba el punto de retorno estaba más lejano. Para Severo Martínez, lo que siguió fue una reconquista27 cuya punta de lanza era la acción militar y la revisión a profundidad de los mecanismos de dominación, a saber: “El cuerpo represivo de la primer etapa fue una milicia constituida por vecinos criollos, mestizos y mulatos de Ciudad Real, los esclavos negros que ya conocemos y quinientos hombres enviados de Guatemala. Era un cuerpo de mil trescientos individuos, que se vio reforzado por ciento cincuenta indios de 26
Se entiende la deshumanización como la define Joaquín Samayoa, en la compilación realizada por Martín Baró en el libro Psicología de la Guerra: la noción de deshumanización se limita al fenómeno de pérdida o empobrecimiento colectivo de los siguientes atributos humanos: a) capacidad de pensar lúcidamente, con lo que ello implica de identificación y superación de temores irracionales, prejuicios y todo aquello que imponga desde dentro de las personas una relación predominante defensiva (en sentido psicodinámico) con el mundo; b) voluntad y capacidad de comunicarse con veracidad y eficacia, con lo que ello implica de libertad, honestidad, flexibilidad, tolerancia y respeto; c) sensibilidad ante el sufrimiento y sentido solidario; y d) esperanza (pag. 44) 27 Las características que tuvo esta campaña se podrían asemejar a la campaña de pacificación que realizó el Estado de Guatemala a mediados de la década de los setentas e inicios de los ochentas. Una contrainsurgencia integral, en tanto que no sólo contemplaba acciones militares y de impartición de justicia sino de reorganización social, propaganda y reacomodo económico.
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Chiapa de Indios” (ibid. 278) “El ejército entró a Chilón sin resistencia, con la decidida ayuda del sector (indio) adverso a la rebelión el cual tuvo ahora la oportunidad de cobrarse el castigo que había recibido de los de Yajalom: capturó cuatro guerreros de aquel pueblo y se los entregó al presidente como regalo al momento de su entrada. Fueron ejecutados sin demora con tiros de arcabuz.” (ibid. 287)
La argumentación de acabar con la dominación real y los abusos de la iglesia no fue suficiente para convencer a los indios de toda la región, sobre los cuales pesaba de igual manera el dominio y abuso, de hecho, cuando el Ejército insurgente se constituyó tuvo que emplear la violencia contra los propios congéneres, en tanto que era visualizada como “violencia justa”. Ello ayudó a que otros conflictos latentes aflorarán en el momento más álgido del conflicto, con el supuesto enemigo común. Los mismos indígenas, que no eran una entidad social granítica, tomaron diferente partido. Por lo tanto, ni el hecho de ser indios ni cristianos aseguró unidad de criterio, de hecho el haber entregado de propia mano a los rebeldes capturados mostraba apoyo a la autoridad colonial, condicionado en tanto que castigara a los enemigos locales. La visualización de un horizonte sin autoridad colonial y una iglesia al servicio del pueblo no era palpable para los que habían aceptado la autoridad, moral incluso, de la colonia.
Este elemento es una constante en los conflictos sociales en Guatemala. El congraciarse con la autoridad, desde la situación de dominado, es sobrevivencia por sobre los demás. Ello no debe ser visto con la mirada del militante en calificarlo como cobardía o como traición. Sin embargo si hay un elemento a resaltar a la hora de caracterizar al guerrero y diferenciarlo del civil y es lo “curtido” que se puede encontrar en relación a su tarea de lucha. Los indios y los campesinos, en esta doble identidad, carecían de esto que llamaremos adscripción militar. De hecho, fue política colonial el prohibir que estos vasallos tan sólo montaran a caballo con machete al cinto, lo cual era calificado de amenaza real28 (después de eventos como éste, se confirmó el temor) con ello opacaron todas aquellas muestras de rebeldía, hubo una constante inhibición y represión al derecho a la rebelión, se podría decir que esto era parte de las funciones des-humanizantes de la reproducción ideológica de la colonia.
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Dicho temor provenía de las campañas de reconquista de la península Ibérica cristianos católicos contra musulmanes, que luego de la caída de Granada en 1492, coincidentemente durante los años de consolidación de la colonia en América sucedía la expulsión de más o menos 6 millones de musulmanes de villas y comunidades a lo largo de la península. A estos moriscos tampoco se les permitía subir caballos y llevar implementos “amenazantes” al cinto. (ver: Historia del genocidio de los musulmanes, cristianos unitarios y judios en España. Editorial Webislam)
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Con la percepción de que la realidad estaba dada se asume la acción del dominador como natural, incluso, como sobre sobrenatural, en el caso de los representantes de la iglesia. Por ello era importante para los jefes de la revuelta acabar con los curas de los pueblos alzados, dado que con ello se eliminaba el referente espiritual de la comunidad, en torno a la cristiandad oficial.
1.1.3. De motines y rebeliones
Mucho de la intención de Severo Martínez, al abordar el tema de los motines, era el de explicar desde la historiografía la tradición de resistencia de los indígenas,
ello
complementaría
su
obra
más
importante como fue La Patria del Criollo, que sin proponérselo, mostró un panorama poco alentador para la perspectiva de resistencia indígena, más bien, al enumerar el peso de la colonia sobre sus hombros se ubicó como un sujeto parsimonioso, a veces coparticipe de tales injusticias, en cambio si mostró el avance en el proceso de colonización ideológica del indio, por medio de su cristianización.
Sin embargo, en sus estudios sobre los motines, trata de dar a conocer que la colonia también se encontró con problemas para poder instaurarse a sus anchas, de hecho en sus palabras: “que no puede haber habido menos de un motín por cada semana de aquellos siglos” (ibid. Pag:15) claro, está que al ponerlo en relación a la cantidad de pueblos que existían en ese entonces, él mismo aclara que el porcentaje era pequeño:29 “cincuenta motines por año son ciertamente pocos, habida cuenta de que en el Reino de Guatemala se contaban más de setecientos setenta pueblos de indios.” (Ibid. Pag:15). Pero al hacer el recuento analítico, nuevamente ubica los movimiento motineros como expresiones sin direccionalidad ideológica tendiente a acabar con la
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Le Bot retoma dicho precepto al afirmar: “… la sociedad rural guatemalteca ha conocido, desde la Conquista hasta 1944, una multitud de levantamientos indios: contra el invasor, contra el orden colonial, contra los representantes del poder criollo y después del poder ladino, contra los terratenientes … y también algunas guerras en ocasión de las cueles ciertos sectores de la población india fueron movilizados para defender causas que les eran ajenas… Ninguno era revolucionario…” (Pag. 294)
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“opresión aparente”, más bien eran ajustes violentos dentro mismo sistema30, excepto lo acaecido en ese 1712, que si se constituyó en un movimiento pre insurreccional con un alto contenido conservador.
En el caso de la revuelta de los Tzeltales es claro que fue tan significativa la revuelta en sí misma, como la acción para sofocarla, en función de conocer los parámetros para la participación de la población civil.31 El mesianismo32 fue una de las manifestaciones típicas de la paranoia
que invadió a los
sublevados, que se habían superado a sí mismos, en tanto que ya no era una acción meramente motinera, y ya no alcanzó los niveles de rebelión como lo acaecido con José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru, en 1780, en Perú, quien sí logró combinar el mesianismo con las condiciones objetivas de la represión y llegó a movilizar a miles de indios, en algo que sólo se podría comparar con las rebeliones de esclavos como la de Espartaco en la Roma esclavista.33
Según Joaquín Samayoa: “En toda guerra, el enemigo llega a ser, aunque no siempre de manera explícita, la referencia más fundamental de buena parte del quehacer social.” “El reconocimiento del enemigo se vuelve más y más un asunto de interpretación y valoración que tiende a ser consistente con visiones ideológicas más globales de la realidad.” (Baró: pag.57). Esto en principio nos explica que no todos los indios divisaban al sujeto de poder como enemigo y a la hora de la confrontación era evidente que se tendería a tomar partido por aquello que representara no sólo la legalidad de ese poder, sino que además, se hacía un análisis de lo que representaría la empresa de sublevarse. 30
Hay que poner mucha atención a esta afirmación dado que ello se reprodujo durante el último conflicto armado en Guatemala. 31 Se aclara el concepto de civil no porque ellos ejercieran la ciudadanía que no era reconocida como tal sino más bien como una forma de diferenciarlos de aquellos que ejercían el oficio de militares, en activo o como reserva, véase la siguiente descripción: “la colaboración de los núcleos de ladinos en el control interno de motines era una acción semivoluntaria, digámoslo así; si bien los ponía en la necesidad de su propia defensa, también es cierto que esa acción era esperada por los otros elementos represores y parcialmente coordinada por ellos.” (ibid. pag: 126) “En principio todos los mestizos o ladinos en edad de tomar las armas –de16 a 40 años- estaban inscritos como milicianos (la negrilla es mía)… (ibid. Pag.130) 32 Postura que utiliza la imagen del “Mesías” que llega con poderes sobre humanos para liberar al oprimido de una situación determinada. Esta figura pertenece a la tradición judeo-cristiana. 33 Espartaco (fallecido en el 71 a.C.), esclavo y gladiador romano, nacido en Tracia. Se cree que era un desertor del Ejército romano vendido a un instructor de gladiadores de Capua, en el sur de Italia. En el año 73 a.C. huyó junto con otros gladiadores y ocupó el cráter inactivo del volcán Vesubio, donde se le unieron un gran número de esclavos fugitivos. Dirigió a sus seguidores en la tercera guerra de los Esclavos (también conocida como guerra de los Gladiadores), Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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Pero también hubo esperanza en el movimiento, y éste es uno de sus elementos más novedosos, según Wassertrom : “se reflejaba el deseo de dar una forma nueva a aquellos viejos ideales, de transformar a la multitud de pueblos aislados en una sola comunidad nativa34 que estuviera basada en la fe, en la igualdad y la ley divina. Fue por esta razón –según Herbert Klein- que los líderes del movimiento, en un momento dado declararon que los prisioneros españoles deberían casarse con la población india. Afirmaban que de tales uniones surgiría una nueva raza – ni española ni india-” (Clase y Sociedad en el Centro de Chiapas. Pag. 106,107).
Es posible que la interpretación de la realidad colonial haya llegado a concluir que parte de los problemas que tenían los indios residía en su ser indio, no en su ser como objeto de explotación colonial, por lo tanto era él y su paganismo como resabio su propio enemigo. De hecho no se cuestionó qué parte de las manifestaciones de este movimiento fue el deseo “de construir el cielo en la tierra” como una interpretación al pie de la letra de lo que los Curas doctrineros habían preconizado por dos siglos. No trataba de acabar con la iglesia, ni con los curas y, menos, con el poder colonial, trataba a guisa de ejemplo: construir el nuevo sujeto sobre las cenizas del anterior. Este concepto resulta autodestructivo como empresa, y pudo ser otro de los atenuantes para la movilización india, es necesario recalcar sobre este fenómeno social de reinterpretación y reafirmación de fe dado que se encontrará nuevamente durante la movilización de los patrulleros a finales del siglo XX.
La Colonia al no ser un sistema político basado en principios que hoy denominaríamos democráticos, para mantener la paz, buena para los negocios, precisaba de él uso excesivo de fuerza, por parte de los reconquistadores. Bajo esa percepción, tanto ladinos como criollos reafirmaron sus temores más vividos en cuanto a que se encontraban rodeados del peligro, a pesar de que autoridades indias mantenían los lazos de comunicación y de administración fluida, y su conversión al cristianismo estaba más consolidada. La utilización de la violencia se convirtió en un asunto de sobrevivencia, y reafirmación del poder. El fusilar y estrangular amotinados se interpretaría como actos justos, el uso de la tierra arrasada como un mal necesario (a manera de cordón sanitario). Estos actos fueron emulados por aquellos que se congraciaban,
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Cabe hacer la comparación con la Ummah musulmana, “una comunidad sólo está presente cuando se nutre y alimenta en el Islam” (Abdalati: pag. 44) ella trasciende el sentido mismo de los límites geográficos, se dirige al sentido de nación en donde el alma se convierte en el sentido de pertenencia hacia un conglomerado que comparte los mismos sentidos de vida.
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en un momento de definición, con el poder, este concepto vuelve a ser refuncionalizado en las campañas de pacificación del último conflicto armado.
Muertos los sublevados y reducida nuevamente su base social al vasallaje, el Estado colonial se apresuró a la reorganización, no para desestructurar el sistema que funcionaba, sino para que esos tipos de hechos incendiarios no se repitieran. Los espacios más permeables a la revisión fueron las cofradías indígenas que volvieron a restituir las festividades públicas (tantas que años después tuvieron que ser reducidas nuevamente), se revisaron los manuales de doctrina y se publicaron en tzotzil. En fin, la acción represiva militar, no podía constituirse en constante eterna, esto hubiera requerido esfuerzos materiales de las que no se disponían, sobre todo porque tampoco era alternativa mantener milicias indias y ladinas permanentemente movilizadas, más bien era necesario convencer que la rebelión era una empresa poco redituable.
Se quiere igualmente destacar el liderazgo comunitario o de caciques, que guarda tradiciones prehispánicas. Gran parte de las sublevaciones y motines, consignadas en el estudio realizado por Severo Martínez, reconoce la existencia de liderazgos. En el caso de los Tzotziles es evidente que los hubo y, a diferencia de otros motines, este en especial, reconoció uno de tinte mesiánico. Hay que remarcar que los fenómenos de organización paramilitar reconocen en el cacique un personaje clave, él logra resumir deseos y demandas, pero los reelabora de manera tal que logra la movilización en torno a ellos. En contextos de enfrentamiento este liderazgo tiende a emular el liderazgo militar, con la diferencia que en el primero el reconocimiento del conglomerado es vital, luego el cacique se puede mover en el mar de reconocimientos y alianzas para sostenerse en el poder local. Las modernas autodefensas tuvieron liderazgos en forma de caciques respaldados por la institucionalidad del Ejército lo cual más adelante se analizara.
Milicianos y civiles, una línea delgada, define al guerrero ciudadano (al vasallo en este caso). Las movilizaciones en torno a rebeliones internas de un Estado, poseen bases sociales, en varias direcciones, tanto que la diferencia víctima y victimario se diluye como el agua en las manos.
El mejor concepto sobre lo que es una milicia la define Severo Martínez en 1991 en su libro Motines de Indios: “La característica esencial del sistema de milicias era la movilización de muchos elementos dispersos en dirección de un punto determinado... (Martínez Pelaez: 1991: 132) pero en los casos más importantes se constituían en núcleos móviles que arrastraban a milicianos de muchos otros lugares y dirigían su marcha y su acción.” (Ibid: 133) y como nos De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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podremos dar cuenta la diferencia en realidad es muy poca, sin embargo de los tiempos de la colonia cuando la masa de “indios” constituía de por sí una amenaza en tanto la pesada carga de dominación que sobre ellos pesaba y, que todavía pesa en la historia de las llamadas ahora Patrullas de Autodefensa Civil.
Estas se constituían con un predominantemente carácter racial y cultural “... todos los mestizos o ladinos en edad de tomar las armas –de 16 a 40 años- estaban inscritos como milicianos, así vivieran en ciudades, villas, pueblos o valles. Se decía que todos estaban “alistados” o “afiliados” (hoy diríamos inscritos). Se daba el nombre de “milicias urbanas” a las de ciudades y milicias disciplinadas a todas las demás....” (Ibid. 130) por lo tanto la constitución misma, de lo que esta tesis define como milicias, sufrió un proceso de empoderamiento que en determinados momentos podría ser entendido como de emancipación en su condición de colonizados o reafirmación de esa misma condición.
1.2. La Rebelión de la Montaña y la reafirmación del campesino guerrero “Por sostenerlos nos armamos, y hemos triunfado venciendo mil obstáculos. Ahora que no se nos ocultan los designios de nuestros antiguos opresores, sabremos morir ántes que ver otra vez insultada nuestra religión, profanados y robados nuestros templos.” (Rafael Carrera, General de Brigada de las armas del Estado, á los pueblos que lo componen. En El Tiempo 18 de julio de 1839. Parafraseado por Woodward 2,002: Pag. 145)
A nivel histórico podemos afirmar que el último conflicto armado en Guatemala no es más que la expresión moderna de esa constante. Llega
a retomar la vieja discusión en torno a la
conformación del Estado-Nación y a las democracias republicanas post-guerra fría. Igualmente retoma, según lo planteado por la CEH en su informe exclusiones históricamente desarrolladas como lo es el racismo, la elitización del poder, el despojo de las comunidades agrarias (especialmente las campesinas), agregaremos a ello las exclusiones regionales en donde Petén posee gran trayectoria.
Para clarificar un poco esta postura abordaré algunos aportes hechos por Ralph Lee Woodward en su trabajo sobre Rafael Carrera y la Creación de Estado Nacional y, por supuesto, los libros de Arturo Taracena Arriola Invención Criolla, Sueño Ladino, Pesadilla Indígena y Etnicidad, Estado y Nación. Por último Centroamérica, de la Colonia al Estado Nacional (1800-1840) del historiador Julio Pinto Soria.
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1.2.1. ¿Revolucionarios Conservadores?
Absolutamente no, ambos conceptos conllevan elementos que en su definición se contradicen uno a otro, sin embargo, en la historia de la humanidad no todos los movimientos insurreccionales han estado propiciados desde la muy simple concepción de que el mundo se divide entre los oprimidos y los opresores, o en su acepción guatemalteca entre indios y ladinos. Mucho han tenido, para el caso nacional, que ver los constructos mentales colectivos desarrollados por el catolicismo y su relación entre la riqueza y pobreza de espíritu, entre los procesos de aculturación que definen el proceso dinámico del cambio del indio al ladino (porque no hay ladinos que se conviertan en indios)
Para el tema religioso, es prodigiosa la serie de ejemplos que se han dado en el mundo musulmán por la búsqueda de implantar califatos o sistemas de gobierno donde priva la Sharia35, como una forma de interpretación de la utopía, pero, también en el lado cristiano se posee la experiencia de las Guerras Carlistas36 que no eran más que la combinación del nacionalismo ultra ortodoxo en contra del liberalismo en la España decimonónica, que se prolonga hasta la guerra civil e incluso posee aún remanentes ideológicos en los partidos conservadores de hoy en día (como el Partido Popular del ex presidente español José María Aznar), afincados fuertemente en el fundamentalismo católico que, incluso, se extendió a lo largo de la colonización en la América española.37
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Khalifa: “textualmente quiere decir sucesor y en el Islam se refiere al sucesor del enviado de Dios (Muhammad, paz y bendiciones sobre él). Fue la máxima autoridad en materia jurídica, administrativa y espiritual. El dirigía todos los asuntos políticos, económicos, judiciales y religiosos” (Marín Guzmán, Roberto. Pag. 452) y Sharía: “ley revelada, la ley islámica por excelencia. Las fuentes musulmanas para la ley son el Quran, la Sunna, el Iama y el Ijtihad.” (Ibid. pag.469) 36 “Movimiento sociopolítico de carácter antiliberal y antirrevolucionario surgido de las postrimerías del antiguo Régimen. Las voces Carlismo y Carlista, aparecidas durante la segunda restauración absolutista de Fernando VII, entre 1823 y 1833, derivaban del nombre del infante Carlos María Isidro de Borbón” (Canal Jordi. Revista Aventura de la Historia. Pag 46) El principio de legitimidad dinástica, resumido en el lema ‘Dios-Patria-Rey’ que simbolizaba el imaginario de una monarquía católica autoritaria, se acompañaba, entre otros ingredientes, de un componente foralista (defensor de un ordenamiento jurídico y político propio referido a un fuero anterior) amparado en la descentralización del Antiguo Régimen rechazada por el liberalismo uniformador. “Así se explica la permanente confusión entre la defensa política de unos derechos dinásticos y la de un modelo socioeconómico adaptado a las principales zonas de sublevación (Cataluña, Navarra, País Vasco) y reacio a desaparecer. El apoyo a la causa carlista del campesinado y de amplios sectores de la baja nobleza y del clero ahonda en esta interpretación defensiva de un mundo tradicional, mayoritariamente rural que, al ver resquebrajarse sus libertades ante el centralismo liberal, defendió unas determinadas formas de propiedad y de tenencia de la tierra, unos vínculos de protección, un régimen de impuestos, así como unas específicas pautas de conducta y sociabilidad.” Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 37 Muestra de ello es el enorme poder que la Iglesia poseía no sólo en la administración del aparato de reproducción ideológica sino en la administración misma del quehacer productivo. Veamos El Repartimiento, La Encomienda y la Universidad misma.
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El conservadurismo como conjunto ideológico plantea un objetivo: la instauración, reinstauración o fortalecimiento del Reino de Dios y su ley en la tierra o, en el caso de los cristianos, en sus interlocutores el Profeta Jesús38 y la Virgen María39, Santos y Mártires.
Dichos movimientos (como fue el caso de Guatemala) se combinaron como antítesis del liberalismo40 que se postulaba como revolucionario frente al conservadurismo post-colonial. En efecto, dicho conservadurismo muchas veces se constituyó como contrarrevolucionario, al planteamiento liberal, anticlerical y anti monárquico, como afirmaba José Martín Barrundia: “hordas salvajes que acaudillaba el héroe de la teocracia (refiriéndose a Carrera)” (parafraseado por Taracena, 2,002 Pag. 89). Pero no era la postura de contradicción pura en el sentido nihilista, más bien, al constituirse en movimiento político militar llegó a perfilar el Estado ideal desde la predominancia de la dupla Iglesia-religión (institución-cuerpo ideológico). Se puede afirmar que la colonia misma fue un régimen esencialmente conservador, más o menos trescientos años hasta el advenimiento del liberalismo en Guatemala con Mariano Gálvez. Afirma Pinto Soria: “La Iglesia era un factor estabilizador importante en la formación colonial” (1989 Pag.37).
Esto adelanta otra conclusión de la tesis: El cristianismo colonial definió el carácter mismo de la cultura como ideología para la movilización campesina. Esto predomina hoy en día, aún a pesar del avance del protestantismo, y estuvo presente en la conformación de las milicias civiles de mediados del siglo XIX.
“Cuando á los pueblos se les quiere atacar en sus costumbres y variárselas repentinamente, causa en ellos una emoción, que por sana que sea la intención con que se quiere variar sus instituciones y costumbres añejas, se sublevan.” (Carrera: pag.12) éstas fueron las palabras con que Rafael Carrera justifica el movimiento que desencadenaría en el régimen conservador de treinta años.
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Paz y bendiciones para el. Dios este complacido con ella. 40 “Liberalismo, doctrinario económico, político y hasta filosófico que aboga como premisa principal por el desarrollo de la libertad personal individual y, a partir de ésta, por el progreso de la sociedad. Hoy en día se considera que el objetivo político del neoliberalismo es la democracia, pero en el pasado muchos liberales consideraban este sistema de gobierno como algo poco saludable por alentar la participación de las masas en la vida política.” Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos. 39
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A manera de contextualizar históricamente el ascenso del ladino al poder, es necesario que tengamos presente que para mediados del siglo XIX su crecimiento era tema de preocupación en varios círculos intelectuales, de ser aquellos personajes despreciados que pululaban por el campo durante la colonia, para estas alturas, eran ya casi la tercera parte de la población. Por carecer de tierras y su gran movilidad, además de sus afinidades culturales, representaban un peligro para el sistema, y todo ello a pesar de que muchos de sus miembros estaban sirviendo en las diferentes campañas de pacificación de los indios amotinados y estaban adquiriendo experiencia militar.
Sólo para ejemplificar la animadversión, se reproduce parte de lo publicado en la Gaceta de Guatemala el 14 de septiembre de 1848, en la víspera del 27 aniversario de la independencia: “… la mayoría de nuestra población se compone de Indios, enteramente ignorantes, otra de gran parte de ladinos casi en el mismo estado y una fracción muy corta tiene luces. Éste es el resultado de la política del gobierno español, que con miras nada filantrópicas prefería la ignorancia. El remedio de tan grave mal es únicamente hacer popular la instrucción, no se diga que los indios ignorantes como se hayan no amenazan con una guerra de castas, luego de que estén ilustrados tendrán mayores medios para destruirnos...Y no se escude la autoridad con decir que los indios, no han solicitado se les proporcione medios de ilustración. Ilustremos a los indios si queremos que ellos no sean como alguna vez han sido, el baluarte de la tiranía, porque así evitaremos la horrible guerra de castas de que nos vemos amenazados…” (Etnicidad, Estado y Nación. Taracena Arriola, Arturo. Pag.73)
Igualmente, hay que estar concientes que la independencia, al no ser producto de las luchas populares sino del criterio pragmático de las élites,41 tuvo que legitimarse por medio de la fuerza. Con el paso de los años la conceptualización de independencia provenía no del esfuerzo bélico en contra del extranjero (español) sino más bien del enemigo interno (indio y casta). De hecho, el aparato administrativo español tardó todavía en ser desarticulado por instituciones producto de la independencia, pero aquellas que sustentaban el poder económico se mantuvieron, el latifundio, por ejemplo. 41
Existe el mismo cuestionamiento hacia los procesos de movilización de indígenas y campesinos durante el conflicto por parte de la guerrilla, ¿realmente esta representaba una alternativa? ¿Por qué se abrogaban para si la verdad en cuanto a lo que la población necesitaba?, independientemente de este juicio histórico es necesario observar el proceso de descomposición que se produce dentro de las organizaciones revolucionarias después de la firma de los acuerdos de paz y como, hoy en día, se esta ante el proceso eleccionario en donde las fuerzas partidarias de izquierda, ex combatientes, se ubican en la marginalidad electoral muy por encima, paradójicamente, de grupos y personajes que son cuestionados como violadores de derechos humanos durante el conflicto.
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Aún así, los conservadores, fieles a sus antecedentes coloniales, creían en la preeminencia de un paternalismo hacia los indígenas presente en las Leyes de Indias que enfatizaba la tutela sobre ellos, adjudicándoles el precepto de minoridad, como sucedía con la niñez. Esta segregación pesaba más en la población que no era sujeto de medidas similares y que además se encontraban en el limbo jurídico. El primer gran detonador de la rebelión fue el desarrollo de las políticas eugenísticas42 impulsadas por Gálvez que, incluso, concedía terrenos de 1,000 varas a todo extranjero que se radicase en el país, pero si este se casaba con indígena aborigen o con personas de color, obtendría más.43
Se proyectó que los primeros departamentos a colonizar serían las Verapaces y Chiquimula. Ello por supuesto, puso en el avispero a los campesinos ladinos que se veían directamente afectados por tales intenciones.
Por otro lado, era evidente el gran nivel de delincuencia y violencia producto de ello en las áreas urbanas, creando desesperación en las capas medias y las desamparadas.44
A ello hay que agregar la serie de reformas radicales impulsadas por Gálvez que pretendían acabar con los remanentes de la administración colonial, a saber:
1. Impedir que los tradicionalistas de la iglesia administraran la educación pública y sustituirla por escuelas seculares abiertas para todos. 2. Impulsar a la educación por medio de la construcción de escuelas que tenderían a la occidentalización del indio y del ladino. (al desarrollo pleno de la cristiandad como modelo de civilización)
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Blanqueamiento de los indios y ladinos por medio del cruce con extranjeros de origen europeo. Esta política fue impulsada tanto por liberales como por conservadores, sin embargo los segundos siempre prefirieron colonos provenientes de países católicos, o sea que el cruce no sólo se daba en lo racial sino en lo cultural. 43 Jorge Luis Arriola, Galvez en la Encrucijada. México: Costa ACIC Editores, 1960 44 “En 1819 el hospital de la ciudad recibió a 704 personas heridas de ellos 546 hombres, incluyendo 70 soldados y 158 mujeres y de los cuales 19 murieron, en 1820 la cifra excedía los 900” (Woodward: pag.77)
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3. Revisar el sistema judicial por medio de la adopción de los Códigos de Edward Livingston que, esencialmente proponían los juicios abiertos y con jurados, en donde se construía la categoría de ciudadanos juzgando a otros ciudadanos. 4. Promulgar las leyes de Casamiento Civil y Divorcio, como parte del proceso de
modernización del sistema de administración civil, pero también eran una afrenta hacia los poderes de la iglesia y su dogma de fe45. Lo expuesto constituyó el fundamento del liberalismo post independentista pero, hay que agregar dos elementos contextuales importantes:
1. El manejo político técnico que se hizo de la epidemia de cólera de 1833, sobre una población que no poseía el instrumental cultural suficiente para entender la magnitud del mal y su abordaje. El pueblo había sido azuzado por los detractores de los liberales, los conservadores lograron sembrar la idea de que se estaba provocando de adrede la muerte de las personas al no permitir entierros en iglesias y el uso de las cuarentenas por ejemplo. 2. El uso cada vez más duro del aparato represivo del Estado. Al estar convencido de lo necesario del cambio, el Estado liberal tanto de Gálvez como de Morazán no permitía la disidencia, cuando ésta se producía se procedía con severidad. El uso del aparato militar se hacía sin miramientos y esto fue elevando el nivel de animadversión al gobierno y no tanto al cambio que promovía ya que éste era sujeto de discusiones que podrían haber sido enfrentadas en un sistema de discusión democrática (que no se dio ni tenía porqué darse) “El prestigio de Carrera se aumentaba en todo el departamento con los robos y violencias, incendios y asesinatos que cometían las tropas del gobierno y la desmoralización de sus gefes; por lo cual 45
No en balde la ley del divorcio fue calificada por los propagandistas conservadores como la Ley de Perros, lo que significaba ya el desarrollo de una ideología conservadora de guerra en contra del liberalismo. Estos calificativos hacían mella en las mentes de las bases sociales indias y ladinas que ya para ese entonces eran predominantemente cristiano católicas.
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la cosa fue creciendo de punto de este proceder le aumentó el prestigio á Carrera y obligó a muchos hombres honrados y capitalistas a unirse con el y a aumentar las filas de los voluntarios pues hasta aquella época habían permanecido indecisos” (Carrera, 1979:39)
1.2.2. La sublevación de las Castas
El 6 de mayo de 1837 tuvo lugar el primer levantamiento en Mataquescuintla contra el gobernador, las razones no se diferenciaban mucho de las aquellas esgrimidas en los miles de motines que se produjeron durante la colonia. Los abusos se daban de parte de las autoridades en contra de la población, especialmente, en donde el Estado era incapaz para poder explicar los cambios que se estaban produciendo en la administración. Eran evidentes los problemas de disparidad entre gobernantes y gobernados fundamentalmente por los tintes racistas predominantes en la división entre el mundo indio y el mundo blanco.
Las diferentes regiones se alzaban en contra del poder central, tanto la Montaña como los Altos respondían a esa dicotomía cultural alimentada por los siglos de dominación colonial. En este momento histórico, se reproducía el fenómeno del cual se había alertado en los medios, y que no era más que replicas a lo sucedido en Yucatán, México. Las condiciones objetivas de la pobreza se vieron superadas por las lecturas de carácter cultural o como lo afirma la Gaceta de Guatemala del 14 de septiembre de 1848: “Ilustremos a los indios si queremos que ellos no sen como alguna vez han sido, el baluarte de la tiranía, porque así evitaremos la horrible guerra de castas de que nos vemos amenazados.” (parafraseado por Taracena, 2,003: Pag. 73)
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Un elemento de análisis a resaltar, además de las condiciones objetivas y subjetivas de la rebelión, y esencial para el análisis del fenómeno de población civil en armas, es el hecho de la existencia de la una gran cantidad de veteranos46 de las guerras federales, esto sumado a la ignorancia con que se afrontaron las acciones del Estado para atender la epidemia de cólera, provocó el estallido que tuvo como primeras consecuencias la muerte de funcionarios (a la usanza de los sacerdotes durante los motines de indios).
Es claro tanto por las memorias de Carrera como por el trabajo de Woodward, que él no estuvo a la hora de encender la mecha de la rebelión, más bien se menciona a un indígena llamado José María Zapeta como el instigador. Sin embargo, fue el reconocimiento y la insistencia de los campesinos lo que obligó a Carrera a encabezar el movimiento. A partir de allí las causas cimentadas en las medidas de gobierno liberal se convirtieron en el programa político: en las demandas.
Este inicio marcó la diferencia con los motines, los temores y animadversiones. Estos se convirtieron en elementos discursivos necesarios para la movilización social, la defensa de la
46 El veterano como el excombatiente que regresa a casa a rehacer su vida después de haber tenido una experiencia de vida y que incluso la llega a definir, dependiendo del tamaño del trauma al que ha sido expuesto, un ejemplo vívido fue el de las masas de veteranos del ejército alemán después de la primera guerra, aún cuando muchos de los dirigentes de los partidos fascistas sobredimensionaban el compromiso de sus grupos de choque en tanto que los presentaban como verdaderos héroes y como élites de hombres nuevos, lo cierto es que, en ellos convergían gran cantidad de excombatientes tal y como apunta Bullok (1964) en la biografía de Adolf Hitler. “En Baviera fue donde se reunieron los elementos irreconciliables del Freikorps, bandas armadas de voluntarios constituidas bajo el patronato del ejército regular al terminar la guerra, con el fin de proteger las fronteras alemanas contra polacos y bolcheviques, pero igualmente dispuestas a volver sus cañones en contra de la República.” (Bullok: 1964, 64)
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Iglesia, de Dios, Jesucristo47, la Virgen y el Espíritu Santo, además de la defensa de la vida misma que se encontraba en peligro por las acciones del mal gobierno, como afirma Joaquín Samayoa: “las personas tienden a tomar posición. Pero el tomar posición no siempre supone identificarse positivamente con algo. Con frecuencia en este tipo de situaciones la gente toma posición en referencia más bien a lo que teme o rechaza, lo cual, en el caso de la guerra, se traduce en la apropiación de un enemigo. Este fenómeno abre flancos a la manipulación ideológica.” (Baró 1990: Pag.58) dicha manipulación corrió de parte del conservadurismo citadino, quien le dio sustento teórico, incluso.
Existía disparidad entre los medios que uno y otro bando poseían en el esfuerzo militar. En los intentos de pacificación del Estado se utilizó el terror, por ambos lados, como herramienta. Este era una herencia de la colonia, pero a diferencia de otros tiempos Carrera utilizó el principio de la guerra de guerrillas: atacando y huyendo, emboscando. La siembra del terror entre los funcionarios especialmente entre jueces era su principal objetivo a quienes procedía ipso facto a su eliminación física. En este primer período no se entró todavía a una guerra de posiciones que sí se llegó a conocer cuando el mito del caudillo creció y fueron más numerosos los enlistamientos de campesinos, sobre todo ladinos, además del consabido apoyo logístico y de inteligencia que ellos proporcionaban.
De las bandas armadas con argumentaciones políticas se produjo un salto cualitativo en la organización hacia julio de 1837, a través de propagación de las acciones armadas exitosas en contra del gobierno y, el mismo mito de Carrera. Se produjo el aumento de las fuerzas alzadas por medio de dirigentes locales (tenientes) éstos a su vez reclutaban nuevos combatientes, dándose la movilidad en terrenos conocidos, perfiló la posibilidad de crear territorios semi liberados. Esta guerra fue particularmente dinámica por parte de los alzados, quienes se movilizaban de un lado a otro en el oriente y con relativa facilidad, la movilización de la población pasó a ser permanente, hasta que los objetivos fueran alcanzados, entonces se aplicaron los conceptos del ejército en cuanto a condenar con la muerte la deserción.
El aumento del mito del cacique también influyó en la desmoralización de las tropas gubernamentales, esto funcionaba como un mecanismo psicológico. Las unidades militares se movían con relativa independencia debido a las dificultades de las comunicaciones y además por
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Paz y Bendiciones para El.
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el sistema de reclutamiento, en algunos casos, obligatorio. Además se permitía, en determinados momentos, el saqueo como recompensa a los esfuerzos bélicos, sin embargo no había identificación con los postulados del gobierno, los cuales sólo se conocían a través de la organización militar. Cuando los momentos más álgidos del combate se llevaron a cabo, el factor de identificación ideológica “moral de combate” se inclinó hacia los alzados quienes reconocían a Carrera como el nuevo mensajero de la verdad, de la lucha por el Cristianismo, vaya, el jefe de la Cruzada.
¿Era entonces la rebelión de la montaña un movimiento mesiánico? Sí, pero a diferencia de otros movimientos similares, la existencia de liderazgos locales diluyó el centralismo, y reafirmó la idea del liderazgo patriarcal basado en el uso de la fuerza. Este es otro de los elementos que se encuentra en la estructuración de las patrullas de autodefensa civil de finales del siglo XX, el desarrollo de caciquismos, el llamado corporativismo del Ejército, que no son más que liderazgos que sustituyeron a aquellos que estaban cimentados en el trabajo que había realizado la iglesia católica (ver recuadro) tal y como lo explica Bruce Jonson: “Antes de la conquista los indígenas
tenían
conservaron
una
algunas
religión cosas
sofisticada
esenciales
de
y la
después misma
combinándolas con el catolicismo. Durante el siglo XIX, cuando la Iglesia organizada estuvo ausente de gran parte del sector rural del país, los indígenas preservaron aquella combinación por medio de las cofradías que la misma iglesia había establecido durante la colonia” (Pag. 64)
Por otro lado, el uso del saqueo no fue sólo patrimonio del
COMO SER CABECILLA Cuando un cabecilla da una orden, no dispone de medios físicos certeros para castigar a aquellos que le desobedecen. Por consiguiente, si quiere mantener su puesto, dará pocas órdenes. El poder genuino depende de su capacidad para expulsar o exterminar cualquier alianza previsible de individuos o grupos insumisos… (Marvin Harris. JEFES, CABECILLAS ABUSONES. Alianza Cien 1985 pag.11 )
gobierno, Carrera lo utilizó como herramienta tanto de escarmiento político, con la población no adscrita a el, y como una forma de mantener la movilización de los sublevados.
Es el saqueo la continuación de la guerra a través de la economía local y personal, es la mutilación y desamparo, es no dejarle más alternativas al agredido para que tome partido antes de conducirle a la muerte. El saqueo es también fiesta, es la recompensa por haber triunfado, es la demostración al enemigo que no es inmune, el campesino se transforma en guerrero en el fragor del combate y con el saqueo demuestra a su prole que lo hizo por su bienestar material. Pero la contra cara de la moneda fue que producto de los constantes saqueos, los comerciantes De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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citadinos se organizaron y aportaron medios para apoyar a Gálvez no sólo en moneda sino en la misma organización militar, tal es el caso del batallón Concordia, que resistió el sitio sobre la ciudad.48
La rebelión dio al traste con las reformas impulsadas por Gálvez debido a la gran necesidad de dinero que solicitaba el esfuerzo militar. El principio del fin se dio el: “1 de febrero de 1838 cuando Carrera entró a la capital con Barrundia a la par y seguidos de una muchedumbre de campesinos entusiasmados y de gente que seguía la columna. Aunque Carrera dijo que tenía sólo 1,500 hombres en su tropa, las estimaciones contemporáneas estiman hasta 12,000 personas en su ejército de chusma y de harapientos.” (Woodward, 2,002: 108) esa misma composición de gente y sus dimensiones numéricas, nunca antes vista, a lo largo de la historia nacional (no por lo menos desde las batallas con el reino K`iche y Qaqchiquel) marcaron lo que a continuación vendría. Es de hacer notar lo colorido del ahora ejército campesino insurrecto, ahora pasaba a ser victorioso, con la consiguiente elevación de la moral, ahora si se justificaba el ajuste de cuentas entre los que vivieron la guerra y los que la apoyaron desde la comodidad de la ciudad: “Un reino de terror, sangriento pero relativamente breve, siguió con el saqueo y asesinato de extranjeros y de miembros de la elite que no pudieron encontrar donde esconderse” (Ibid. Pag: 108)
1.2.3 ideología = movilización / componentes para la guerra civil
“Muchos que nunca habían salido antes de sus aldeas miraban locamente las casas y las iglesias y la magnificencia de la ciudad. Entraron a la plaza gritando ¡Viva la religión! ¡muerte a los extranjeros!” (Stephens, Incidents of Travel, I, Pag.231-232) este mismo observador describe a Carrera en su entrada a la ciudad así: “a caballo, con una rama verde en su sombrero y con tiras de tela sucia cubiertas de retratos de santos”(idib. Pag: 231) en efecto si de alguna manera
habría
que
calificar,
desde
la
ideología
a
este
movimiento
sería
de:
fundamentalismo49.Este término posee arraigo en factores objetivos, sin embargo la cúspide de la 48 Para entonces Barrundia el abanderado de los conservadores junto con Carrascosa, otro militar adscrito, habían formado su propia fuerza militar que estaba asediando a la capital desde la Antigua Guatemala. 49 “Fundamentalismo, movimiento conservador surgido entre los protestantes que se inició en Estados Unidos a finales del siglo XIX. Subrayaba las siguientes creencias como rasgos esenciales e indiscutibles del cristianismo: la infalibilidad de la Biblia, el nacimiento virginal y la divinidad de Jesucristo, su sacrificio en la cruz como expiación de los pecados de la humanidad, la resurrección física y la segunda venida de Cristo, así como la resurrección física de los creyentes” Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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movilización era el percibir el peligro en el que se encontraba el dogma de la fe y a la institución eclesial por parte de liberales, por lo tanto llamado a reforzar la “religión” no es más que el retorno a la raíz de lo humano en su comunión con Dios, lo político y la acción bélica posee un constructo ideológico.
El fundamentalismo católico armado encarnizó una lucha con sus enemigos a quienes no vaciló en calificarlos de apostatas50. Era especialmente el clero rural el que fundamentó la rebelión que luego de victoriosa cobró réditos.
“Nuestros opresores en el exceso de su desesperación desde lejos nos insultan llamándonos bárbaros, salvages, fanáticos y serviles. Lo que más irrita su furor es, el ver que después de haber agotados sus esfuerzos para entender la desmoralización y la impiedad, los pueblos restituidos á su libertad, estén dando pruebas de que todo el empeño para corromperlos no ha producido otro efecto, que afianzar en nuestros corazones el amor a la religión santa que heredamos de nuestros padres… sabremos morir antes que ver otra vez insultada nuestra religión, profanados y robados nuestros templos.” (Mensaje de felicitaciones a la legislatura. Carrera 1839) Evidentemente el fenómeno del conservadurismo en el campo guatemalteco sirvió también como catalizador de los efectos que había tenido la exclusión de la población ladina, el aferrarse al dogma de la fe como afirma Joaquín Samayoa:
“el esfuerzo ideativo de la
sociedad, inducido por los grupos que pugnan por el poder está dirigido a la creación y reforzamiento de definiciones que pueden ser ampliamente aceptadas y utilizadas tanto para identificar al enemigo como para justificar y promover ciertas formas de agresión contra el.” (Baró. pag.56) La población civil movilizada desarrolló la idea del cristianismo militante51 al grado de fundamentalismo. Ésta más adelante se incorporó a los ejércitos que lucharon contra Morazán y
Sin embargo el término fue ampliado hoy en día se puede afirmar que provine de la radicalidad con que se asume cualquier tipo de religión, anteponerla a la realidad objetiva, ver en los libros sagradas verdades absolutas y en las instituciones infalibles, el retorno a los principios fundamentales, ello pudo observarse en la forma como algunos catequistas fueron obligados por la represión en el medio rural de regresar al “evangelio de las catacumbas”, a la prédica clandestina, este fue un momento decisorio en su paso al fundamentalismo. 50 Total abandono del cristianismo por parte de una persona bautizada. Este es considerado un pecado grave. 51 Esta categoría se encuentra también en el desarrollo del movimientos de masas de la insurgencia de los años setentas: “la organización cristianos revolucionarios Vicente Menchu, integrante del frente popular 31 de enero, proclama su voluntad de unir su esfuerzo al de las demás organizaciones populares aportando nuestra fuerza para ejercer abiertamente la violencia justa de los oprimidos en contra de quieres impiden la construcción del Reino de Dios” (Pueblo Combatiente Año 1 No. 1 Pag. 8 Guatemala 1981)
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con otras agresiones provenientes de los gobiernos liberales de la región, incluso con la intención de los Altos por separarse de Guatemala.
Este concepto de militancia se encuentra nuevamente en las movilizaciones que se llevaron a cabo durante el llamado movimiento de Liberación Nacional que sirvió de punta de lanza de la intervención norteamericana de 1954. Estos utilizaron no sólo el simbolismo de los movimientos de Liberación Nacional que luchaban en contra de la dominación colonial en Asia y África, ejemplo de ello es el Ejército de Liberación Nacional de Argelia que luchó en contra de la dominación francesa desde 1956, o el Ejército Nacional Popular de Liberación de Grecia que lucho en contra de la ocupación alemana durante la II Guerra Mundial, en fin el llamado Movimiento de Liberación Nacional más que un grupo armado era un serie de organizaciones civiles y políticas, algunas creadas por la misma CIA y otras desarrolladas espontáneamente pretendían el asalto al poder bajo los argumentos que la propaganda norteamericana habían difundido y ponen al frente el estandarte del Cristo Negro de Esquipulas como una forma de reivindicar la esencia de la lucha por los principios del cristianismo que estaban siendo mancillados por el comunismo “ateo”, el regreso al conservadurismo fundamentalista, que pensado desde una mesa de guerra de baja intensidad, se planteaba que era el elemento que definía culturalmente a la población. Recordemos la forma como la CIA desarrollo su apoyo a la ocupación soviética en Afganistán después de la invasión de 1979. La creación de un guerrero Mujaidin (guerrero del Islam) en contra del ateismo del “imperio Soviético”. Las consecuencias posteriores son bien conocidas.
Por otro lado, similar proceso se vivió durante parte del reciente conflicto armado, y el cual profundizaremos más adelante, en donde ciertamente el cristianismo militante dio paso a la movilización social hacia el esfuerzo bélico. Esto estaba implícito en el carácter de expansión que está en la misma esencia conceptual del cristianismo como doctrina de fe y de vida, pero también responde a reacondicionamientos de la misma Iglesia como institución política, que había vivido su período de conservadurismo producto de la agresión liberal de finales del siglo XIX hasta la intervención de un gran número de religiosos extranjeros, especialmente españoles, en la labor de la nueva evangelización post-reformistas.
Ahora bien, la ideología define el concepto de guerra justa, aquella que posee la bendición desde la idea suprema de Dios. A partir de ello se encuentran puntos en común en cuanto a la forma como culturalmente los individuos se reproducen. De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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El cristianismo militante (practicante de la Teología de la Liberación)52 se plantea como una alternativa esencialmente liberadora de los seres humanos porque permite poner en práctica muchos conceptos abstractos como “el sacrificio de Jesús”, “la sangre purificadora”, “la muerte propia por los pecados de la humanidad” y a ello le suma la referencia de autoridad eclesial que representa la Iglesia y sus ministros, a ello hay que agregar, para el caso del reciente conflicto, cuando se produce la oleada de persecución de religiosos católicos, por su opción revolucionaria, existe un momento de regreso al fundamento de la práctica del “evangelio de catacumba”53 que no hizo más que aumentar el fundamentalismo “de la opción por los pobres”. Pues bien, lo que momentáneamente se llamara revolución conservadora, intentó no regresar a la colonia porque el avance hacia la independencia era algo que no tenía retroceso, pero sí el evitar que aquellos elementos en donde se afincaba el ideal cultural, desarrollado por más de doscientos cincuenta años de colonia, desapareciera o se atentara contra su integridad.
Son los campesinos excluidos los que llegaron a crear el movimiento de masas del conservadurismo, y quienes nuevamente contribuirían a socavar los avances de las políticas agrarias modernizantes de la reforma agraria de 1954. Dicho conservadurismo se puede explicar desde dos fuentes primarias, la constitución del cristianismo colonial conviviendo con remanentes de religiosidad prehispánica, mutilada por la acción violenta del colonialismo mental y, por qué no decirlo, de la Santa Inquisición, pero por el otro lado, en la economía colonial convivía la explotación como sistema económico junto con una serie de mecanismos endógamos que imposibilitaban que muchas de esas pequeñas economías se conectaran entre sí, si no era a través de la explotación por medio de las fincas.
Tanto el elemento cultural como el económico creo un sistema de ideas altamente conservadoras, de lucha por mantener cierto tipo de orden de cosas, de temor a lo que viene de afuera, acordémonos de que las bases, por ejemplo, del cristianismo católico venían de contraponerse a la influencia judía y musulmana, incluso con una fuerte tradición inquisidora y Cruzada. 52 “La presencia militante en los NMS (nuevos movimientos sociales) encierra otra aportación positiva para el creyente, que no puede asistir impasible a las contradicciones de nuestro sistema triunfante: la crítica práctica de la civilización productivista, patriarcal y militarista. No es que se rechace la producción, el trabajo, la necesidad de orden y las aportaciones de una ética de la producción para paliar las necesidades humanas; lo que se rechaza es el imperialismo de la lógica funcional…” (Mardones Pag.166) 53 Como el que se produjo en los primeros años de expansión del cristianismo en los grandes centros poblados de la metrópoli romana, era esa clandestinidad frente a la persecución que los principios de sacrificio adquirían significado relevante para la formación del cristiano, emulaba el sufrimiento y entrega de Jesus (Paz y Bendiciones para El)
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CAPITULO 2 Población combatiente y población no combatiente ¿un dilema en la última confrontación armada? “Luego, los soldados se dedicaron a jugar con los cadáveres poniéndolos cabos de puros en la boca, mientras los demás presos observaban la escena formados en círculo y eran obligados a “echarles vivas al General don Rafael Carrera” (Taracena 1998: 277. Ligeros apuntamientos acerca de los principales sucesos de la carrera literaria y vida pública de Marcelo Molina 1841: 26-27)
Los antecedentes presentados en el capítulo I, sirven para allanar el camino a fin de definir, en torno al tema de la movilización civil para la guerra:
1. Que la movilización social para los esfuerzos de guerra no son recientes para el caso de Guatemala, de hecho se puede afirmar que las constantes de relaciones étnicas, y conservadurismo se han mantenido más allá de los contextos propios de cada época o estadio histórico. 2. Lo controversial es que, en esencia, los movimientos de masas campesinas en Guatemala han tendido, en determinado momento, a acoplarse al conservadurismo54 religioso presentado ya sea como liberador o como meramente eclesial. Es en el mundo religioso donde llegó la discusión político académica en que predominaban las ideas de la derecha y la izquierda55 más que en el académico. 3. Que existe un paralelo en la movilización social que dio pie a los patrulleros de autodefensa y de las fuerzas irregulares y la serie de movimientos que se han producido en el transcurso de los conflictos civiles en Guatemala. En efecto, asegurar que el más del millón de patrulleros fueron obligados por el terror, es
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Más allá de que la llamada teología de la liberación pregonaba por la liberación del ser humano y la construcción del Reino de Dios en la tierra y el desconocimiento de señores y capataces, no se llegó a desconocer a la doctrina como tal y menos a la autoridad eclesial, la cual jugó ambigüedades que la llegaban a ubicar en planos convenientes para poder negociar en todas direcciones. 55 Ambas son producto del iluminismo occidental y del desarrollo mismo del liberalismo como doctrina político ideológica.
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simplificar el movimiento que ello representó (no con ello se descalifica su existencia real y discursiva) y también a la población simpatizante y miliciana, adscrita a las organizaciones insurgentes, ya que no todos compartían la ideología “revolucionaría”, “comunista”, (este fenómeno también se produjo con la masificación de la revuelta Tzotzil o con los insurrectos de la montaña) o simplemente era el ansia por la “venganza”, “el ajuste de cuentas” contra quienes los habían convertido en victimas, a guisa de ejemplo se relata en el libro Huehuetenango, historia de una guerra: “El EGP crecía rápidamente y faltaban organizadores capaces. Los excomandantes ahora admiten que contaban con personas con poca formación, quienes trasmitían las ideas de la revolución según como ellos las entendían...Unos ofrecimientos eran difíciles de creer. En aldeas situadas en lo profundo de los Cuchumatanes, representantes del EGP prometieron que su futuro gobierno iba a entregar aviones como los hay en Guatemala, a pesar de que el terreno era demasiado pendiente para construir pistas de aterrizaje.” (Kobrak: pag. 40, 41) Esta situación fue confirmada en entrevista efectuada a un informante de origen Ixil y excombatiente, quien afirmaba: “la seguridad de la victoria hizo que los dirigentes de las FIL plantearan cosas que ahora vemos que eran ridículas” (cinta 07). Con estos testimonios no podemos generalizar sobre el desarrollo de la conciencia colectiva que motivó la movilización en torno al esfuerzo de la guerra, pero sí nos presenta un esquema variopinto de lo que fue la llamada “toma de conciencia revolucionaria” que las masas indígenas tuvieron desde la parte insurgente. Por su lado los patrulleros convertidos en milicianos, tuvieron un desarrollo cualitativamente distinto en tanto que estaba respaldado por toda la estructura del Estado y con el poder en el uso de la violencia, del cual se valía el Ejército de Guatemala. Allanado el camino, esta tesis avanza hacia la contextualización de la movilización social de los patrulleros.
Los siguientes dos capítulos definen al sujeto social patrullero, en dos momentos clave, durante y después del conflicto, en términos militares, movilizado y un desmovilizado (que
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paradójicamente trata de conservar su ímpetu). Es necesario aclarar que en la actualidad política del país, y con la entrada en funciones de la Comisión Nacional de Resarcimiento y el consiguiente Programa Nacional de Resarcimiento, el Estado asume, en la práctica la versión del pasado histórico que define al Patrullero como victimario (influido por el informe de la Comisión de la Verdad y el del Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica) en esencia, y le niega el acceso al Resarcimiento, este concepto reafirma la importancia de la discusión en torno al papel histórico de los patrulleros. Esta tesis no pretende ahondar o descalificar tal intención, sino más bien mostrar a un sujeto en sus contradicciones socio- históricas.
2.1. Periodización básica del transcurso del patrullero al miliciano. “…combate ante un enemigo común, en donde cada ciudadano guatemalteco se sienta comprometido en la posición que ocupe dentro de la sociedad guatemalteca para defender a su patria, porque la agresión no particulariza a persona, grupo, institución o entidad, sino que ataca a todo un sistema de vida…”(I-37-X-85 Pag.48)
Antes de definir al patrullero miliciano como sujeto social, es necesario ubicar al fenómeno social a nivel procesual. El principio analítico es: el patrullero organizado a principios de los años ochentas no es el mismo que se terminó de desmovilizar en 1996, y menos el que protagonizó los bloqueos a las carreteras y centros económicos en el año 2,002, fueron necesarios más o menos veinte años para formarlo y un largo proceso histórico de definición previo, que se ha descrito en el primer capítulo.
Las patrullas se desarrollaron en relación al desarrollo del conflicto y en relación a la paz, se pueden entender como un salto cualitativo a lo que anteriormente era la estructura de los Comisionados Militares presente en el conflicto de los años sesentas, que no era más que una red de colaboradores del Ejército en las aldeas, ejercían labores de inteligencia, enganche de reclutas, tareas propiamente represivas e incluso de referente del poder del Estado sobre todo en tareas de seguridad.
Las fuentes coinciden en ubicar a las primeras patrullas a finales del período del General Fernando Romeo Lucas García, cuando la lucha contrainsurgente se traslado de la ciudad al campo, pero no es sino el quiebre de 1982 y la elevación cualitativa de la lucha contrainsurgente
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en el campo. A este primer momento se le denominará PRIMERA PATRULLA, aquella que estaba movilizada en forma de milicia colonial, dirigida esencialmente al esfuerzo militar. Aquella que respondió a la estrategia dictada desde la definición de teatros de acción definido por el Ejército de Guatemala. Según la Tesis I-37-X-85, en la década de los setentas existía las órdenes operacionales contrasubversivas para el Ejército (ver recuadro), que de una manera tímida esboza el inicio de la estrategia de movilización de las patrullas a inicios de la siguiente década.
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d.
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Conducir operaciones contraguerrilla. Control y censo del área de población. Conducción de operaciones psicológicas y de asuntos civiles. (la negrilla es nuestra) Condicionar mental y físicamente a la tropa para operar en terreno y clima selvático Control de personas armadas. Verificación de documentos y combate a la delincuencia en general. Conducción de operaciones de rastreo y detección de campos de entrenamiento. (Pag. 49)
Según las organizaciones de Derechos Humanos como Grupo de Apoyo Mutuo, CONAVIGUA y sus contrapartes residentes en México, Estados Unidos y Europa, de 1982 hacia más o menos 1984 deviene el genocidio, que no es más que el período en donde se produjeron la mayor cantidad de asesinatos en masa cometidos por el Ejército con el apoyo de patrulleros, dicho extremo es relativizado por dirigentes ex -patrulleros hoy en día, inculpando de tales actos al Ejército o a la guerrilla, esto no es raro si se tiene en cuenta que estos dos actores tampoco han aceptado sus propios actos genocidas. Lo que es necesario rescatar de dicho período, para el análisis de esta periodización es la versión que fue introducida por primera vez por Mario Payeras en 1991 en su libro Fusiles de Octubre, que no es más que la compilación de otros trabajos que el había puesto a la discusión en la organización disidente del Ejército Guerrillero de los Pobres EGP Octubre Revolucionario, en donde claramente afirmaba que la guerrilla había sido disminuida en sus capacidades militares y políticas en este mismo período: “entre 1981 y 1983, las fuerzas revolucionarias no fueron capaces de contrarrestar la estrategia de contrainsurgencia…” (1991:Pag.28) “Durante los tres años mencionados, la limitación fundamental de las fuerzas revolucionarias, en el terreno militar, consistió en que no fueron De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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capaces de alcanzar las formas superiores de desarrollo de la guerra de guerrillas…” (Ibid: Pag. 29) a este periodo se le fue conociendo como el de la DERROTA ESTRATÉGICA56, que incluso hoy en día es manejado por académicos como Edgar Ruano (expuesto en el foro: La Izquierda revolucionaria en Centroamérica: retos y transformaciones, Guatemala martes 15 de mayo del 2,007) dicha discusión no ha sido abordada suficientemente pero la actual dirigencia de la ex guerrilla, ahora organizada en partidos políticos, la desestiman, tal y como los dirigentes de la patrullas desestiman su participación en el genocidio. No fue sino hasta la Campaña Militar Victoria 82, que impulsa el gobierno de facto presidido al principio por un triunvirato y luego por el Gral. Efraín Ríos Montt, cuando se identifica claramente la importancia de las patrullas de autodefensa civil tal y como lo describe la tesis I-37-X-85 (ver recuadro) 1.
2.
3.
4.
Aumentar la capacidad operativa y potencial del Ejército mediante la movilización parcial. Desarrollar y motivar la organización de las patrullas de autodefensa civil. (la negrilla es nuestra) A la par de la acción militar utilizar adecuadamente todos los recursos humanos y materiales de todas las fuerzas de seguridad. Incrementar un tipo de guerra psicológica que minimizara o anulara la propaganda enemiga y que concientizara así mismo a la población en general. (Pag.53)
Las patrullas no alcanzan su reconocimiento legal hasta con el Decreto Ley 160-83 ya con el período del General Humberto Mejía Victores (quien llegó al poder después de un golpe de Estado contra el General Ríos Montt) cabe afirmar que dicho marco legal era una materia pendiente en la estrategia de lucha contrainsurgente, no era una simple cuestión de forma, sino de profundo significado para el proceso de recuperación de la institucionalidad del Estado, que se recupera a través de la promulgación de la constitución de 1985 y con las consiguientes elecciones que dieron la victoria al Demócrata Cristiano el Licenciado Vinicio Cerezo Arévalo en 1986. El crecimiento de las patrullas se produjo ya no sólo en el marco de la lucha contrainsurgente sino bajo el argumento de los trabajos de reconstrucción nacional llevados a
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Que no es lo mismo que retirada estratégica como se pretende calificar al proceso de traslado de las unidades militares de la guerrilla a de los centros poblados a escenarios de difícil acceso natural, esto como respuesta a las embestidas del Ejército que dieron pie al genocidio.
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cabo precisamente por el Comité de Reconstrucción Nacional CRN, que seguía la senda trazada por los planes de campaña de 1982 y 1983.
Con este nuevo marco jurídico y con el plano militar estabilizado, se constituyen las SEGUNDAS PATRULLAS que son las que nacieron con el Decreto 19-86 que cambiaron su nombre a Comités Voluntarios de Defensa Civil -CVDC- que no son más que la transformación cualitativa de la estructura implementada para la guerra dirigida a la reconstrucción, sobre todo en aquellas regiones que habían sido durante golpeadas por el conflicto, fue una especie de arrebato de la bandera que la misma retórica revolucionaria había implementado en su inmersión comunal. La ofensiva diplomática del Estado pretendía presentar a la población, que tanto había costado movilizar, como un ente dinámico que se acoplaba a los nuevos retos del desarrollo, es por eso que el Gobierno de Ramiro de León Carpio, ex – procurador de los Derechos Humanos que incluso había denunciado excesos de los patrulleros, presenta la nueva imagen de los Comités de Paz y Desarrollo, sin embargo dicho intento, calificado por la Agencia Norteaméricana de Desarrollo USAID “no se ha puesto en marcha” (informe RFK: Pag. 35) en su camino a la transformación a una sociedad en paz, ello reflejaba que la dinámica del conflicto era la dominante en tanto que todavía existía la movilización insurgente, que igualmente se sostenía en el limbo de las imágenes que se manejaban en la comunidad internacional y la poca importancia estratégico militar, pero mientras ella existiera “solo la patrulla garantizaba inocular a la población de volverse nuevamente a sus discursos”.
Durante esta época se produjeron los mayores debates sobre la pertinencia de las patrullas, es por eso que su ideologización se convirtió en acción política, no fueron pocos los enfrentamientos con la naciente Procuraduría de los Derechos Humanos y las organizaciones no gubernamentales Idem. como CERJ y GAM, que ante al disminución de las razones para la movilización civil cuestionaban su permanencia, es en este período cuando se produce la recolonización del Ixcán y otras regiones que habían sido abandonadas por campesinos que se refugian en México y por aquellos que se quedaron en el limbo de la montaña y que después asumieron el nombre de Comunidades de Población en Resistencia CPR, que no fue más que el cambio de la estrategia de lucha diplomática en el extranjero por parte de algunas organizaciones insurgentes. Sobre este período se ahondara en el capítulo III.
Llegado el momento de la desmovilización definitiva, y es que hay que recordar, que la desmovilización fue un proceso gradual, que tuvo que ver con la disminución de la amenaza De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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insurgente. Las ongs nacionales y extranjeras ayudaron a que el proceso se llevará a cabo desde el período de Cerezo, pero en forma tímida; la disminución dramática se produce hasta el período de Álvaro Arzú (Partido de Avanzada Nacional PAN) y con la observancia de la Misión de Naciones Unidas para Guatemala (MINUGUA) en 1996.
Ahora bien, en los periodos presidenciales que sucedieron entre Cerezo y Arzú el conflicto no había sido finiquitado, por lo que el Ejército decidió reservarse el derecho de continuar la movilización de los patrulleros, y los gobiernos civiles lo permitieron dado que era en la practica “un ejercito de reserva política”, incluso cuando en 1993 se produce el primero de una serie de retornos de refugiados en México a zonas que ya habían sido tomadas por el Ejército en Ixcan57, las movilizaciones en torno a la objeción a la patrulla y, porque no decirlo, el mismo movimiento de 500 Años de Resistencia Indígena58 y el renaciente movimiento indígena campesino (con el reaparecimiento público del Comité de Unidad Campesina, el naciente Comité Nacional Indígena y Campesino CONIC y la Unidad de Acción Sindical y Popular UASP, entre otros).
El retorno de refugiados represento un hito en la historia del reciente conflicto, generó muchas expectativas en la cooperación internacional porque ponía fin a una situación de crisis humanitaria y divisaba un horizonte para el fin del conflicto en Guatemala, y para el nuevo movimiento social (mucho de el influenciado por la insurgencia diplomática) marcaba un sentimiento colectivo de victoria frente al Estado que había sido el responsable de la derrota y del genocidio. Lo novedoso de este hito social fue que el proceso de retorno organizado se dio en el marco de la distensión política en donde después de 10 años de movilización contrainsurgente, esta parte de la población retornada, con el respaldo de la comunidad internacional, se negaba abiertamente a participar en la patrulla (ver recuadro)
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Al Polígono 14, que durante las primeras asambleas comunitarias se convertiría en la comunidad “Victoria 20 de Enero” que por un día diferenciaba, casualmente con la fecha de aniversario de ingreso de la NORC (Nueva Organización Revolucionaria de Combate) que después se convertiría en el EGP precisamente a la región de Ixcán. La presencia del acompañamiento internacional a este retorno la convirtió en un verdadero paraíso de la propuesta de transformación revolucionaria de la sociedad, para desafortuna de lo que hacían apología del sujeto retornado, su modelo pegó muy poco en las comunidades que todavía estaban de parte del Estado, es más dichas comunidades han sufrido en años recientes de migraciones de jóvenes a México que no lograron adaptarse a las condiciones adversas del campo guatemalteco y su adaptación al sistema ha sido igualmente dramático. 58 En 1991 se produce el II Encuentro Continental de Resistencia Indígena, Negra y Popular como la contraparte a las celebraciones al quinto centenario del llamado Descubrimiento de América, esta fue una de las plataformas para la candidatura de Rigoberta Menchu para el Premio Nobel de la Paz y para el impulso de la declaración del Decenio de los Pueblos Indígenas en Naciones Unidas, esto significo ayuda financiera considerable para los movimientos que propugnaban la llamada lucha indígena.
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C. El gobierno de Guatemala se compromete a que los retornados al igual que todos los guatemaltecos no están obligados a asociarse ni a formar parte de grupos o asociaciones de autodefensa o similares… E. … de no existir la alternativa del servicio social, el gobierno de Guatemala se compromete a que el reclutamiento militar se efectuará de manera no discriminatoria ni forzosa y de conformidad con la ley.. (Acuerdo para el Retorno firmado por la Comisión Nacional para repatriados, refugiados y desplazados CEAR y las Comisiones Permanentes de Refugiados Guatemaltecos en México CCPP Guatemala 8 de octubre de 1992)
Cabe recordar que no hubieron denuncias de reclutamientos dentro de las poblaciones retornadas hasta el fin del conflicto, con lo que se asume que este punto fue respetado, esto esencialmente se debió al acompañamiento institucional y a los fondos invertidos en ellos tanto nacionales como extranjeros. En la Carta de Entendimiento, también firmada por el Estado, se reconoce que el retorno organizado es de aproximadamente 30,000 personas, sin contar a los llamados refugiados dispersos (ARDIGUA que eran adeptos a otra organización revolucionaria llamada Organización del Pueblo en Armas ORPA) y con los que se acogieron a los programas de expatriación fuera del marco de la carta de entendimiento y de los acuerdos posteriores, esto crea un colchón de población que objetaba la participación en las patrullas, evidentemente este argumento pretendió ser la retoma de la iniciativa política por parte de las organizaciones insurgentes que apoyaban a las Comisiones Permanentes de Refugiados.
Fueron solo unos pocos años después de que inicio el proceso de retorno cuando se produce el reconocimiento de las Comunidades de Población en Resistencia, como población civil no combatiente y por lo tanto como victimas del Estado59, estos también se unieron en torno a la objeción a la Patrulla.
Los nuevos polos de desarrollo que eran las comunidades de retornados se diseminaron en el norte de Quiché, Huehuetenango, Petén, Alta Verapaz y Costa Sur, y era claro para la inteligencia del Ejército que estos tenían clara influencia de la insurgencia60. Pero era necesaria 59
No hay que olvidar los trabajos de investigación de Myrna Mack en relación al tema, que paradójicamente impactaron más con su muerte en manos de la inteligencia del Ejército. 60 Muchas de estas negociaciones para el retorno se llevaron a cabo entre el Estado y las Comisiones Permanentes de la Población Refugiada en México CCPP bajo el auspicio de la Organización de Naciones Unidas para Refugiados ACNUR y la Comisión Mexicana para Refugiados COMAR
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la distensión política que permitiría el Estado salir de su aislamiento internacional, por lo que se permitió dicho proceso no sin antes fortalecer los cordones de población simpatizante alrededor. En este momento se produce un fenómeno que se extendió hasta la misma desmovilización de la guerrilla, la observancia de la atención diferenciada del Estado y la comunidad internacional hacia estas poblaciones por encima de aquellas que se habían quedado y colaborado, esto evidentemente comprometió la moral de la población movilizada en torno a la patrulla.
El descontento de los que en ese momento era ya ex patrulleros llega a su cúspide, a esto se unen los detractores del proceso de paz entre los que cuentan La Asociación de Veteranos de Guatemala AVELMIGUA (ex oficiales) y algunos políticos de derecha. El nacimiento de LA TERCERA PATRULLA o la de veteranos, se produce en el proceso de fin del conflicto, que no es en diciembre de 1996, que es el momento meramente formal de finalización de un conflicto que hacía años antes había dejado de ser61 no solo por el cansancio de los patrulleros y población simpatizante de la guerrilla, porque la marginalidad era una realidad hacia inicios de la década de los noventa.
La patrulla comienza a trascender en movimiento social y político que cuestiona al Estado y al Ejército en la relación de aliado que habían cultivado durante el conflicto y que posteriormente a diciembre de 1996 define con su movilización gran parte el escenario político guatemalteco. Los cuestionamientos surgen cuando reconocen que su existencia define el factor de victoria frente a los insurrectos, o como apunta Stoll en sus entrevistas cuando cuestionan lo poco justo de su aplicación frente a los ladinos, los funcionarios, o cuando el peso económico lleva al limite de lo soportable tal empresa.
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Parte del juicio histórico que la insurgencia guatemalteca tendría que enfrentar es si en realidad las posturas sostenidas por Mario Payeras eran ciertas por qué alargaron el conflicto más allá de 1984 ocasionando muertes innecesarias tanto dentro de sus propias filas de combatientes, en la población civil y en el mismo Ejército. La única explicación, además de las consabidas construcciones discursivas como la de “mientras haya pueblo habrá revolución”, en realidad la guerrilla buscaba el reconocimiento internacional por medio de su presencia para poder negociar con el Estado, el reconocimiento interno en realidad no pasaba de manifestaciones de idealismo lejano.
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2.2. El ciudadano - soldado “Que el ejército se funda con el pueblo armado, que los soldados lleven al pueblo sus conocimiento militares, que desaparezcan los cuarteles y dejen en su lugar a una escuela militar libre” (V.I. Lenin. Las fuerzas armadas y la revolución)
Arturo Taracena Arriola bajo el encargo del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica CIRMA, junto con una serie de distinguidos investigadores sociales e historiadores, realizaron una serie de investigaciones histórico sociales que pretendían dar respuestas a la pregunta básica ¿Por qué estamos como estamos? (en Guatemala) producto de ello salió a luz una serie de libros, uno de ellos, el cual utilizamos para iniciar este capítulo se titula: Etnicidad, Estado y Nación en Guatemala 1808-1944 (editado en 2002).
Desde que Guatemala se constituyó como nación, los habitantes diversos de este territorio han vivido un largo trayecto para la construcción y adquisición de uno de los principios básicos del Liberalismo, la célula de su organización política, diversa en principio.
La historia recientemente narrada cuenta de ese largo proceso en donde algunos construyeron su ciudadanía al antojo del sistema político que se constituyó después de la independencia y otros tuvieron que ganarla, sobre todo cuando se parte de que el principio para la existencia de la misma es la homogeneidad (de criterios, razas y culturas).
Escalante Gonzalbo, parafraseado por Taracena, establecía que la ciudadanía reposaba en: “un conjunto de valores y supuestos del individualismo… y el ciudadano vigila por la existencia del bien público, representado y pregonado por las instituciones que conforman el Estado” (Pag. 142) Esto es muy importante recalcar que conflictos como el de la Montaña muestran que en el período de definición del orden del nuevo Estado, este, a través de sus instituciones comenzó a utilizar la relación de “lealtades cívicas”(ver recuadros62 ) que no eran más que puestas a prueba del bando donde estaban jugando, y cuando este se definía en contra del Estado pues bien este tenía la potestad de arremeter contra como traición (delito grave que atenta al conjunto de ciudadanos e instituciones; por lo regular se castiga con la muerte).
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Este código de conducta venía impreso en los carnés que portaba cada patrullero de autodefensa civil, tanto durante los gobiernos militares como en los civiles, ya que los principios de comportamiento se reconocían como los mismos.
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Código de Conducta del Patrullero de Autodefensa Civil 1. 2. 3. 4.
Defenderé a mi familia, mi hogar y mi comunidad de cualquier ataque subversivo o catástrofe natural. Nunca permitiré que la subversión ingrese a mi comunidad. Apoyaré al Ejército de Guatemala en todas sus acciones. Negaré apoyo a la subversión y a quienes atenten contra la paz y seguridad del pueblo honrado.
5. Capturará a cualquier sospechoso que se acerque o merodee en mi comunidad, e informaré al Comando Militar más cercano. 6. Informaré al comando Militar, comisionado Militar o Jefe de Patrullas Civil, sobre cualquier información que obtenga de buzones, campamentos o movimientos subversivos. 7. Nunca abandonaré a mis compañeros de autodefensa, cuando estén en situaciones difíciles de combate antisubversivo o de cualquier índole. 8. No abusaré de la autoridad que tengo como miembro de la Autodefensa Civil. 9. No le daré mal uso al armamento y munición que se me ha encomendado como miembro de la Autodefensa Civil
10. Respetaré las costumbres y tradiciones de la comunidad, así como a las autoridades civiles y militares. 11. Protegeré y no haré daño a los cultivos por donde camine. 12. Lucharé siempre por mantener la paz, tranquilidad y el bienestar de mi comunidad. 13. Estando de vigilancia seré responsable de la vida de mis compañeros de la comunidad, haré mi servicio en forma total y segura para ejemplo de quien me releve. 14. Apoyaré todos los planes que beneficien al progreso y desarrollo de mi comunidad.
Se trata de imaginar, a los hombres y mujeres que residían en los lugares donde se constituyeron las patrullas de autodefensa civil, antes del conflicto, realmente no se necesita mucha imaginación para establecer que las condiciones de exclusión social y étnica, poco diferenciarían de las actuales, (con niveles incluso más profundos de pobreza, en todas dimensiones) las llamadas condiciones objetivas para la insurrección estaban dispuestas, sin embargo, las subjetivas que tenían que ver con la formación judeo cristiana que llevaba poco más de 450 años de arraigo y el reconocimiento de una ciudadanía de al menos cien (independientemente de sus formas activas o pasivas o de la aculturación del indígena).
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Si hay algo que el terremoto de 1976 dejó en la psiquis social de gran parte de los guatemaltecos era que ante actos tan catastróficos, la pertenencia a este país era algo inquebrantable, la supuesta unidad nacional fue esgrimida y el ideario del ciudadano solidario salió a relucir, fue el que apoyo la reconstrucción con su trabajo. El hombre pre-PAC tenía presente que la ciudadanía era un valor que se ganaba con trabajo, nada nuevo si se toma en cuenta que desde la formación de los primeros batallones de soldados indios o zapadores: “Y aquí vendría la parte principal y más útil. El indio en las filas tendría que abandonar su traje primitivo para vestir el uniforme… adquiría el hábito de una exterioridad mas conforme con el estado de civilización.” (parafraseado por Adams, 1995, Pag:26 del Liberal Progresista 1938) el valor de la ciudadanía venía como valor agregado de la civilización la cual se podía interpretar como “algo” que el Estado brindaba, por medio de la salud, educación, y comunicaciones (exiguos, pero mucho más presentes que antes) posterior a ello se agregó el elemento seguridad.
Ahora bien, ¿Cómo fue que el ciudadano, en ciernes, se convierte en sujeto contrainsurgente o patrullero? Se adelanta otra conclusión, en este momento al afirmar que el proceso de convertir a ciudadanos en sujetos de guerra, en guerreros no era más que la consecución de un proceso de ganarse el título de ciudadano pleno, que dentro de la exclusión social que se vivían en las comunidades rurales era una forma de ser tomados en cuenta.63 El ser revolucionario que ofrecían las organizaciones insurgentes no se diferenciaba mucho de tal objetivo, de hecho se podría entender eso como una antítesis, ya que cuestionaba todo aquello que se asumía como valedero para la construcción del ciudadano, ejemplo de ello se reprobaba el uso de nombres verdaderos por pseudónimos, los valores patrios y su simbología, vaya, hasta la negación del himno nacional, es muy importante recalcar en ese proceso, porque los mismos Zapatistas durante la revuelta que partió en 1992 en el centro de Chiapas superaron aquellos elementos discursivos que los guatemaltecos despreciaron, y reivindicaron su pabellón nacional y a “sus héroes de la revolución” de principios del siglo veinte, valiéndose de interpretaciones de la historia local y nacional impuestas por el PRI. Es importante resaltar que muchos de los frentes guerrilleros, de la organización más grande en esta época como era el Ejercito Guerrillero de los Pobres EGP, evocaban los nombres de Augusto Cesar Sandino, Ernesto Che Guevara, o Ho Chi Minh, desconocidos por la población simpatizante y para la aglutinada en la resistencia 63
En el film Norteamericano GLORY de Edward Zimek de la década de los ochentas, narra la forma como el Regimiento Massachussets que representaba a los aproximadamente 186,000 soldados negros del Ejército de la Unión, durante la Guerra Civil norteamericana, entre libertos y nacidos libres, como estos junto con contingentes de inmigrantes irlandeses y de otras nacionalidades se ganaron la ciudadanía norteamericana por medio de su participación en la guerra, dando su “cuota de sangre”, el personaje interpretado por Morgan Freeman antes de la batalla afirma en ingles: “Mañana moriremos como hombres libres”…
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comunitaria organizada por el Estado, los argumentos de la pretensión expansionista del “Imperio Soviético” adquiría validez discursiva con estos apelativos.
Otro ejemplo frente a este aspecto fue lo presentado por el movimiento revolucionario salvadoreño, cuando a raíz de la ofensiva general de 1989 el FMLN se constituyó como el Ejército para la Democracia y anteponen la bandera nacional como estandarte de liberación, no podían obviar que aun cuando estuviera presente una discusión sobre los constructos históricos nacionales, el sentimiento nacionalista que al Estado salvadoreño le había llevado décadas construirlo en el consiente e inconsciente de los salvadoreños no se podía cambiar de la noche a la mañana, el tratar de hacerlo reflejaría un error político grave.
Por otra parte, la estrategia contrainsurgente que dio resultados favorables al esfuerzo de guerra, fue brindar movilidad a las unidades del Ejército sin incrementarlo64 de manera que no se convirtiera en un ente poco ágil, y por lo tanto recurrió al arsenal de la ciudadanía pasiva que se encontraba en las regiones que se encontraban en disputa, por lo tanto, más que pensar en aparato militar propiamente dicho se estructuro una serie de mecanismos de inteligencia y movilización social ciudadana un “soldado-ciudadano” que se diferenciaba de la tropa regular y de los otros cuerpos policiales y para policiales como eran los escuadrones de exterminio.
Los escuadrones, por su parte, tenían que estar formados por personas altamente politizadas, con un alto grado de convencimiento de los motivos y razones de su accionar, con grados de especialización en su accionar (profesionales) con referentes de identidad grupal, lo que proporciona la coherencia social y su modo de actuar, (a diferencia de que actuaran en forma individual) y con estructuras financieras que los mantenían como agentes de tiempo completo (en la idea del revolucionario profesional a la cual hacían referencia las organizaciones insurgentes). Algunos como explica Lira y Weinstein, cuando abordan la relación torturadortorturado, establecen cierto grado de sadismo “que transforma el dolor y la destrucción de la víctima en motivo de satisfacción y placer para el torturador, cuya eficiencia por otra parte, justifica la remuneración que percibe y es un antecedente para eventuales premios.” (Baró: Pag.354) Los escuadrones proporcionan otro elemento, que es la relación económica paralela que se establece entre el líder y el ejecutante raso, ya sea desde lo individual o desde su pertenencia a cualquier aparato de seguridad del Estado. 64
“la guerra contra guerrillas requiere el empleo de muchas patrullas pequeñas y destacamentos durante largos períodos de tiempo…” (Manual de Campaña … Pag. 140)
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Estos escuadrones poseían un grado de efectividad limitado, para acciones en contra de las masas, en tanto que dependían de estructuras institucionales o logísticas en ámbitos urbanos o semi urbanos, e igualmente no podían alcanzar a golpear a las masas más que a sus cabezas visibles, de ahí que gran parte de sus víctimas eran líderes políticos amplios, sus familias, instituciones y uno que otro cuadro militar desprevenido, pero de frente a la movilización masiva, éstos eran ineficaces. De hecho se podría calificar hasta de contraproducentes dado que con sus acciones aisladas, pero grotescas, alimentaban la radicalidad en esa masa moldeable,65 aspecto ampliamente reconocido por algunos de los oficiales jóvenes que promovieron el golpe de Estado de 1982.
Ahora bien, del Escuadrón de la Muerte a la Patrulla, como herramienta en la lucha contrainsurgente (no era excluyente una de la otra durante el conflicto), se puede afirmar que existe un salto cualitativo, no sólo en cuanto al uso del poder de la fuerza, sino en cuanto a la forma como se aglutinaban. Los escuadrones eran trabajadores de la contrainsurgencia, los patrulleros, se intentó, formarlos como la militancia de la contrainsurgencia, lo que a juicio de Clausewitz se definiría en forma comparativa: “La guerra del pueblo en la Europa civilizada es un fenómeno del siglo XIX. Tiene sus defensores y sus adversarios; los últimos la consideran, ya sea en el sentido político, como un medio revolucionario, un estado de anarquía legal, tan peligroso para el orden social de nuestro país como para el del enemigo, o bien, en sentido militar, creen que el resultado no está en proporción al gasto de fuerza. El primer punto nos interesa aquí, porque estamos considerando la guerra del pueblo simplemente como un medio de lucha (…) en la mayoría de los casos la nación que hace uso acertado de este medio, adquirirá una superioridad proporcional sobre aquellos que desperdician su uso.” (Tomo III. Pag.181-182) (el subrayado es nuestro) es evidente que en la escalada del conflicto tanto la insurgencia como el Estado llevaron al plano nacional la lucha.
Por lo tanto, de esa auto-criminalización pasó al desarrollo de la Cruzada, en la simplificación del conflicto entre partes contendientes (dos por lo regular) en la conversión de los postulados ideológicos en movilización social pura.
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“…la represión se fue haciendo cada vez más ciega, indiscriminada y masiva durante el gobierno de presidente general Romeo Lucas García (1978-82)- lo que a su vez engroso las filas de la guerrilla.” (Schirmer 1999, Pag: 45)
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Ya lo establece Adolf Hitler cuando en su encarcelamiento define desde una lógica simple que: “Quien quiera que anhele adueñarse de las masas debe conocer la llave que abre la puerta de sus corazones. No es la objetividad, una actitud sin mácula, la que debe utilizarse, sino una voluntad resuelta apoyada, cuando sea necesario, por la fuerza.” ( Mein Kampf: pag.283) esa puerta no era más que el convencimiento de la justeza de la lucha, del convencimiento en ambos casos que hay defensa a la agresión pero también hay un horizonte liberador del ser humano, desde esta perspectiva ideológica, ya que eleva su concepto de “humanidad” y se refugia en el ideal del ser humano como aquellos que plantearon el ideal “del hombre nuevo”.
Claro está, la movilización de las masas tenía que responder con rapidez, es por ello que el primer mecanismo a utilizar por parte del Estado fue la combinación entre argumento y fuerza. Es así que en 1981, durante el gobierno del General Fernando Romeo Lucas García se inició la movilización ya que se reconoció que la insurgencia urbana estaba en camino de ser controlada, pero la estrategia utilizada en este ámbito era insuficiente en el caso de la creciente ola de movilización en el campo. No es sino hasta el Plan Victoria 82 cuando es identificado como elemento determinante e insustituible, o como afirma el Folleto del Ejército de mayo de 1984 (en plena campaña de pacificación) “Las patrullas de autodefensa civil. La Respuesta Popular al Proceso de Integración Socio-Económico-Político en la Guatemala Actual” (Schirmer, Pag:157) el identificarlos como respuesta popular, el argumento se enlaza con lo sostenido por parte del Ejército cuando afirma que éstas surgieron en forma espontánea ante la agresión “comunista y delincuencial” de la insurgencia, según el Estado, no se puede afirmar, en forma global, qué tanto de cierto o falso hay en esa afirmación lo importante es que, en su surgimiento, la organización estuvo presente, había estructura de mando y se objetivizó al enemigo. A este momento, en el proceso de organización de las patrullas, para fines de esta tesis, se le definirá como la PRIMERA PATRULLA o sea, la que tendía a responder a las condiciones que establecía el conflicto en su carácter militar. (ver subtítulo 2.1)
De la afirmación hecha en la introducción en relación a la diferencia de enfoque entre guerra y amplia campaña de pacificación, y cómo en ésta el papel de los patrulleros de autodefensa se inscriben, Jennifer Schirmer resalta un artículo de la Revista Militar No. 27 titulado Operación Ixil del capitán de navío Héctor Cifuentes (1982): “… en toda guerra de contrainsurgencia, el objetivo principal de esta campaña de tierra arrasada era “apartar y aislar a los insurgentes de la población civil”…”rescatar a la población no combatiente al modo de vida de la nación guatemalteca” (1982:26) es por eso que la estrategia de la organización de las patrullas era en De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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esencia la estrategia de quitar el “agua al pez”66, pensada ésta como la acción de ganar base social y neutralizar aquella que no pueda ser reconquistada o como afirma Sohr, Raúl: “La primera conclusión de las abatidas huestes insurgentes, al finalizar la década del setenta, fue que las razones por las que habían empuñado las armas seguían vigentes. Las derrotas fueron atribuidas en forma unánime a una causa fundamental: la falta de penetración e identidad con la población. Vale decir, al pez le falto el agua.” (pag. 48) y que leído desde la estrategia de contrainsurgente era necesario ganar ese espacio más que destruirlo.
Para muchos detractores de las posiciones académicas “comprometidas”, no les resulta fácil creer que las masacres se produjeran como una política de Estado (genocidio similar al Nazi o Pol Potiano67) incluso, el mismo autor reafirma que: “Los guerrilleros reconocieron con amargura, a finales de 1982, que no pudieron defender aldeas amigas que padecieron duramente. Ello condujo al rápido evaporamiento del apoyo de la población en algunos sectores.” (Pag.54) (el subrayado es nuestro) pero dicha evaporación no fue producto nada más del terror sino de la efectividad en el llamado “rescate” y “potencialidad militar” de la población constituida en una nueva resistencia, evidentemente el genocidio como la incapacidad militar de la guerrilla contribuyó a la caída de la “moral” de la población ideologizada (movilizada), o simpatizante, ese mito del guerrero presto a defender al indefenso se evaporaba en la medida que los insurgentes se replegaban a la montaña y peor aun cuando algunas unidades y frentes guerrilleros comenzaron a sugerir, y mandar, que la población afín, para poder salvar sus vidas era necesario que se entregaran al Ejército y se integraran a las nacientes Patrullas de Autodefensa Civil, esas escenas de cientos de campesinos hambrientos que el Gobierno de Ríos Mont presentaba en los medios escritos y televisivos en 1982, como población que se había acogido al decreto de Amnistía no fue solamente un montaje mediático sino la declaración pública que el estanque en donde el pez nadaba en realidad esta en proceso de secarse.
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Así se ha definido la estrategia de tierra arrasada desde la academia “comprometida”, cuyos argumentos giran entorno a identificar a las masacres cometidas por el ejército como genocidio o incluso etnocidio. 67 “Después de que los jemeres rojos expulsaran del poder a Lon Nol en 1975, Pol Pot ocupó la jefatura de gobierno y dirigió la evacuación de las ciudades camboyanas, obligando prácticamente a toda la población del país a trabajar como campesinos. Se calcula que, durante los siguientes tres años, murieron entre 2 y 4 millones de personas, por ejecuciones, enfermedades, hambre y agotamiento, debido a los trabajos forzados. El experimento pedagógico utilizado por el régimen político de Pol Pot partía de una utopía, que resultó sanguinaria, inspirada en el Gran Salto adelante con que Mao Zedong trató de movilizar a la sociedad china, que debía crear un nuevo Estado de campesinos revolucionarios. El genocidio cometido contra cientos de miles de camboyanos quedó de manifiesto cuando, años más tarde, se descubrieron los terroríficos ‘campos de la muerte’, testigos de la masacre…” Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. © 1993-2004 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.
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El sujeto que había sido empoderado a través de la acción organizativa de la insurgencia y de la teología de la Liberación, repentinamente era abandonado, sobre todo, por la acción de otro sujeto mucho más poderoso (el Estado a través del Ejército) que reclamaba para si algo que le pertenecía, además de que recurría a dos potencialidades discursivas básicas, LA CIUDADANÍA Y EL CRISTIANISMO, ambas desechadas por la insurgencia, en el caso de la segunda se pretendía una nueva visión, contradictoria con las bases de formación eclesial, primaria, de las bases fundamentales.
Ese poder que provenía de la victoria que ofrecía la guerrilla fue arrebatado por la acción del Ejército, Martín Baró, a la hora de comentar sobre Foucault, afirma: “El poder genera un importante saber social…” (1989: Pag.103) y no cabe la menor duda que mucho de la movilización de la patrulla también estuvo influenciado por cierto desencanto al discurso, de cuentas pendientes por cobrar hacia los que habían engañado, era un retorno a la espiritualidad.
La patrulla entonces era utilizada, por el Estado, no sólo como una forma de enfrentar militarmente a la guerrilla sino una forma de proporcionar estructura de mando y organización a las comunidades, de dignificarlas al convertirlas en empresas ciudadanas, sujetos de su propia seguridad, lo cual era un razonamiento perverso pero eficaz68 y porque no decirlo también, para reconquistar un terreno que consideraban en disputa con la insurgencia. La comunidad más que cómplice se convirtió en instrumento de guerra en una auténtica milicia popular donde el varón patrullaba y las mujeres les proporcionaban el sustento, la progenie se endoculturaba bajo la observancia del ejemplo que sus padres les proporcionaban la seguridad contra el agresor. Es interesante ver la participación de hijos de patrulleros en las demandas de compensación y como defienden la idea de que su padre “se ganó cada uno de los centavos que el gobierno les va a dar “(hace referencia a la compensación) (Estanislao Pérez) en tonos que van desde el orgullo propio de aquel que realizó un trabajo honrado, hasta el que recrimina el pago por un servicio dado, no importando su dimensión histórica.
Shirmer, entra en un terreno pantanoso cuando en el capítulo relacionado a la conformación de las patrullas afirma: “En ningún otro país latinoamericano ha habido un ejército que haya 68
“Un jefe de patrullas civiles explicó que existe una ley nacional, la Constitución, que manda la voluntariedad de las patrullas, pero que (su comunidad) tiene una ley local acordada por los propios habitantes de la aldea. Toda la aldea debe patrullar, dijo, para demostrar la lealtad al gobierno” (3)Además algunos pobladores consideran el patrullaje como una manera de recordad la violencia y de honrar a sus victimas: Abandonarlas equivale a faltar el respeto a los muertos, poner en peligro a los vecinos de la aldea en el aquí y ahora sembrando la disensión y propiciar la violencia (6) (Schirmer, Pag: 167 entrevista realizada por la autora)
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logrado movilizar y dividir a tal grado a la población indígena y ponerla en contra de sí misma…” (pag.145) El problema reside en el hecho que dicha afirmación es utilizada por los detractores del llamado movimiento de masas adscrito a las organizaciones insurgentes. Ambos siguen sosteniendo que los indígenas eran sujetos de manipulaciones foráneas y ante su “ignorancia o candidez” producto de la exclusión (y ojo con ello, porque el Ejército también reconoció que la pobreza era la causante de la polarización y no la definición cultural de los sujetos, indígenas en este caso) en donde sólo se reconoce a la llamada lucha revolucionaria la validez para sostener que la población participaba por convencimiento.
Por otro lado, existe la afirmación de poner “indio contra indio”, pretende presentar por un lado y por el otro, que el llamado “indio” es una entidad social homogénea y, en el peor de los casos, tanto el proyecto de nación del Estado como el de la Revolución representaban la unidad de dicha población, por lo tanto, era el otro (el insurgente “traidor a la patria” “mal guatemalteco” tal y como lo representaba la propaganda oficial) el que los enfrentaba, nada más alejado de la realidad, tanto indígenas como ladinos en Guatemala no reconocen una dirección política única ni confluyen en una identidad homogénea, el definirlos como sujetos “Mayas” o “ladino proletario” eran intentos por construir algo que no existía y si existió fue efímero, el Estado en la lucha de ideas recurrió a los presupuestos que tenía a mano desde la conformación misma del Estado (durante el Período Conservador, ver capítulo I) a la CIUDADANIA y al CRISTIANISMO.
Más de un millón de seres humanos movilizados todos los días por el efecto del miedo o el terror, resulta difícil de aceptar, como el argumento utilizado en relación a que el reducido número de españoles conquistadores en el siglo XVI, con sus avances tecnológicos eran suficientes para acabar con naciones y estados enteros en la Mesoamerica india. Sin embargo se sabemos que la combinación entre enfermedades nuevas, negociación política y terror (este último como argumento político) fueron los factores concomitantes para la dominación colonial, ni una más ni una menos.
El Ejército guatemalteco, a pesar del peso presupuestal que tenía, no llegó a poseer las dimensiones numéricas que tuvo El Salvador o Nicaragua que vivían intensos conflictos internos también69. 69
hay que recordar que el Ejército Popular Sandinista para enfrentar a la Contra financiada por Estados Unidos llegó a tener 100, 000 soldados, o el ejército del El Salvador que llegó a recibir un millón de dólares diarios para poder
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Las PAC fueron una necesidad del conflicto, a la hora de planteárselo en forma integral, llegar a la conclusión de que no era por medio de la utilización de la fuerza por si sola la que brindaría el factor de éxito en el conflicto era parte de las lecciones que se aprendieron en los conflictos del sur oeste asiático. La instrumentalización de la población fue posible a través del aprovechamiento de la serie de liderazgos locales que crecieron junto con la acción contrainsurgente del ejército, pero también con el cobijo ideológico conservador del cristianismo, tanto católico como protestante, le imprimió un sello, como se afirmo anteriormente, el carácter de “cruzada contra los infieles” y la idolatría de nuevo cuño.
La patrulla era un factor de estabilización y seguridad a la población, como afirma Shirmer. Su papel dentro de las acciones de inteligencia era notable en tanto que brindaban las guías imprescindibles para la conducción en el terreno, y de conocimiento del entorno socio-cultural. Es por ello que sus detractores afirmaban que enfrentaban población contra población, pero aquí hay que matizar que, dicha instrumentalización inició con las organizaciones insurgentes. Antes de que se hablara de patrullas o milicias, (en el último conflicto) la identificación de la importancia de su uso residió en las organizaciones militares insurgentes, fue el avance cualitativo de la llamada guerra popular prolongada que partía de la superación del Foquismo planteado por Ernesto Guevara, y que este mismo planteamiento al final le costaría la vida. Ese mismo concepto fue utilizado en la aventura insurgente en el oriente del país y fue enfrentada por el Ejército sin recurrir a la movilización en masa de la población (pero si de acciones que pueden ser calificadas de genocidas).
Por otro lado, el factor étnico en la conformación de las patrullas, es desde el análisis de esta tesis, secundario, debido a que el factor desencadenante fue precisamente la movilización social que produjo la insurgencia. La exclusión social y la división étnica era tan abrumadora que el occidente no fue llamado, en masa, para aplacar los brotes de insurgencia en la década de los sesentas en el oriente y menos con la insurgencia urbana de los setentas. Esto hubiera significado el incremento de los temores que datan de la colonia en relación al indio.
resistir a la guerrilla más la presencia de centenares de marines que entrenaban a las fuerzas armadas, u Honduras que albergó en su territorio a 50,000 soldados norteamericanos en dos bases militares bajo el supuesto argumento de estar en proceso de entrenamiento, por su parte el Ejército Guatemalteco no llegó a alcanzar más de 40,000 tropas con limitaciones de transporte terrestre y aéreo, en relación a sus pares de centroamérica.
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2.3. La construcción de la subjetividad del patrullero y la elevación de su Moral de Combate “Cuando el alma humana ha perdido su energía debido a la desidia, a la incredulidad y a los vicios gangrenosos que siguen al exceso de civilización, sólo puede revigorizarse por la sangre.”(Joseph de
Maestre. Pag. 16)
El aparato propagandístico construyó referencias de tipo cultural para el esfuerzo de “resistencia” en contra de la agresión y es allí que el factor mediático jugó un papel discursivo determinante para las partes contendientes en el conflicto. Como se ha mencionado anteriormente, la necesidad por parte del Estado de
formar patrullas de autodefensa civil
respondió a la necesidad de la prolongación y desarrollo del conflicto (al cual no se le llamara guerra70) por lo tanto poseía importancia tanto a nivel militar, pero también poseía valor desde la recomposición de la población frente a la amenaza latente de la subversión. Esto significa que, había un reconocimiento tácito de la capacidad mostrada por las organizaciones insurgentes hacia la organización de la población en su esfuerzo bélico. De hecho, la identificación de la amenaza de la iglesia católica regional, se fincaba en el hecho real de que mucho de su trabajo pastoral, desde la teología de la liberación, estaba sirviendo de escuela de formación de cuadros político-militares, y estaba elevando el nivel de identificación ideológica de las masas con las posturas insurgentes, tal y como afirma Yvon Le Bot: “A ojos de esos intelectuales cristianos, el EGP tenía la ventaja de presentar una imagen humanista y generosa del marxismo, en la línea del pensamiento y la acción del Che Guevara” (pag. 265)
Pero como bien afirma, el Manual de Campaña, el Estado trato de revertir esa condición, en el marco del teatro de operaciones ideológicas para mantener la moral. Esto traducido al teatro de operaciones no era más que DESINFORMACION en relación a las situaciones a acaecían en los frentes, achacando al enemigo por acciones realizadas por el mismo, o bien dando diferentes matices a errores tácticos del contrario, también se tendía a
MAXIMIZAR las bajas del
70
Hay dos razones por la cual este conflicto no alcanza la categoría de guerra: 1. las dimensiones de las fuerzas contrarias al Estado eran inmensamente menores, el factor cuantitativo lo representaba, en teoría, la población civil simpatizante. El mismo Ejército llegó a reconocer una base social de aproximadamente 300,000 para todas las organizaciones insurgentes, este reconocimiento ponía en relieve el esfuerzo del Estado para “rescatar a dicha población” pero esta población no se encontraba movilizada sino “engañada” según ellos, por lo tanto no eran sujetos activos de un esfuerzo de guerra. 2. nunca el Ejército reconoció la beligerancia de la insurgencia, que conllevaba el reconocimiento de su validez como interlocutores, más bien para el Estado no eran más que “delincuentes terroristas” (vaya ni siquiera alcanzaban el grado de revolucionarios ni comunistas) pero esta situación, paradójicamente, fue reafirmada por el insurgencia que nunca logró la solidez como para declarar territorios liberados, las experiencias desarrolladas en Huehuetenango y el Quiche fueron efímeras.
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enemigo, con ello se elevaba la efectividad aparente de la acción propia, y contradictoriamente MINIMIZANDO las propias, para dar la impresión de ser infalibles, esto se utilizaba para incrementar el nivel de compromiso de milicianos y militantes tanto en la defensa como en el ataque. También existió el uso del PRECEDENTE que no es más que acciones de violencia extrema, sin firma, que guardaban un patrón, esto se utilizaba para incrementar el nivel miedo colectivo, la inseguridad.
Pero además de estas acciones que pueden ser manipuladas por la propaganda, estaban las condiciones objetivas del conflicto como lo eran los abastos, acciones conjuntas, la atención médica, que para el caso de las patrullas estas estaban a cargo de la naciente Unidad de Asuntos Civiles, que tal y como afirma Shirmer, producto de sus entrevistas, era considerada como “el arma secreta” (1999: Pag.179) del Ejército.71
Ahora bien, en el caso de la insurgencia, sería un error craso suponer que la disidencia de la Iglesia, en las áreas de conflicto, en pleno, se volcó hacia los “desposeídos” ya que esto tergiversaría el concepto de la esencia conservadora de la iglesia católica, por definición. Lo que es cierto es que la iglesia “de los pobres”, no su doctrina eclesial, se convirtió en parte de las organizaciones enemigas del Estado, ejemplo de ello fue la forma como se conformó la base militante del EGP en el área Ixil, tal y como lo describe Stoll, que confirma por medio de sus informantes como sacerdotes jesuitas españoles ayudaron a organizar al CUC y después alentaron a que se dirigentes indígenas se incorporarán al EGP. Casualmente otros sacerdotes de la Orden del Sagrado Corazón, ante esta actividades que promovían, fueron expulsados por parte del Estado, y fueron ellos los que desde afuera organizaron la Iglesia Guatemalteca en el Exilio IGE, (uno de sus informes de denuncia a sido de gran importancia para esta tesis), era muy conveniente para usos discursivos plantear que el Estado había optado por la represión por la “opción por los pobres” y no por su participación en organizaciones político militares, ello conduce nuevamente a la pregunta de que fue primero y sin entrar en definiciones maniqueas se afirma que la violencia como proceso ascendente dentro de una sociedad responde, reacciona y construye argumentaciones. 71
Según Shirmer “en la campaña de 1982-83 se asignaron once compañías de Asuntos Civiles a igual número de destacamentos ubicados en las zonas más conflictivas. Su objetivo era transformar a las Fuerzas Locales Irregulares en patrulleros de autodefensa civil”, (1999: Pag.183) es interesante observar que de acuerdo con lo mencionado por una ex combatiente de las FAR en Petén, (cinta 6) nos comentaba que cuando se incrementaron las acciones de genocidio del Ejército ellos mismos le dijeron a sus bases comunitarias que se incorporaran a las patrullas y que trataran de sobrevivir, esto puede ser considerado como parte de la retirada estratégica que tuvieron que realizar luego de las campañas de 1982 y 1983.
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Es importante resaltar ahora, que el trabajo de campo y las entrevistas con ex -patrulleros, arrojaron afirmaciones sobre la conciencia cristiana que poseían, que nunca durante esas jornadas dejaron de creer en Dios y que lo anteponían antes de iniciar la ronda: “nos encomendábamos a Dios para regresar sanos y salvos a nuestras casas” (cinta 06). Ahora bien, a la hora de avanzar en el cuestionamiento acerca de que si esta conciencia cristiana era superior al compromiso que se estaba adquiriendo con el Ejército, en esa religión cívica, que no sólo reconocía el amor hacia Dios sino que además lo alienaba en relación al “amor a la patria” por medio de sus símbolos e instituciones, las respuestas tendían a afirmar lo importante de ser “guatemalteco”.
Para analizar lo anterior, se ve que la organización de las patrullas fue procesal y diferenciado, esto significa que: en las áreas de mayor conflictividad y menor control del ejército o en aquellas que “ya habían sido liberadas”, la organización de las mismas se realizó desde el uso de la fuerza pura, los valores esgrimidos eran la más simple y llana escogencia entre uno o el otro, en donde el otro era la posibilidad real de la muerte, tal y como lo menciona Santa Cruz: “Utilizaron (el ejército) el esquema de la distribución por zonas y colores, característica de la nomenclatura militar, en cuanto a la presencia o ausencia de los contrincantes y niveles de riesgo. Zona blanca: control total y ausencia de guerrilla… era un primer anillo de zonas militares en cabeceras departamentales, al nivel de regimientos y batallones… la base de la Pólvora para la preparación de Kaibiles en Melchor de Mencos, Petén zona rosada: en disputa. Presencia alternada de ambos contendientes. Zona roja: bajo control guerrillero. El tercer anillo dibujo con las instalaciones de Puestos Avanzados de Combate (PAC) en poblados y fincas cercanos a la montaña, ocupados por compañías o equipos de combate (ECO), constituidos por dos pelotones” (2,004: pag.75) en la medida que los patrulleros eran más expuestos a combates el rencor hacia el Ejercito se reubicaba frente al enemigo guerrillero por el cual se encontraban en tal dilema, era el momento en el que el ciudadano se convertía en guerrero. Se ubicaba la culpa frente al enemigo, la guerrilla era la responsable de aquella situación que los obligaba a patrullar, que los obligaba a ausentarse de sus hogares en largas jornadas, el sumarse a la “revolución pregonada” no era una opción, sobre todo para aquellos que habiendo sido simpatizantes fueron abandonados a su suerte frente al ansia de ajustar cuentas por parte del Ejército.
En el caso de las zonas menos conflictivas la organización llevó otro proceso, que va desde holgadas jornadas de acción cívica hasta la negociación. En ambos procesos la movilización De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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militar de las patrullas no era suficiente, se ha demostrado que la población civil armada no garantiza la victoria en un conflicto, a estás hay que proporcionarle además de la organización una estructura ideológica-política, cimentada en el principio de defensa de lo propio: comunidad, creencias y de lo abstracto que sería la nación, la patria y sus símbolos, por último todas aquellos elementos que forman y diferencian al guerrero del “civil”, según lo que dice Nietzsche: “Para que la prueba sea concluyente, es necesario que la guerra sea sin tregua y exenta de piedad. Las únicas virtudes son la bravura, la astucia y la inteligencia; en una palabra, la fuerza.” (1987: Pag. 16-17)
Se reafirman los patrones patriarcales, pero no como un invento accidental, mucho de ello ya se encontraba presente en las mismas estructuras comunitarias, incluso reforzado por la formación judeo cristiana recibida a lo largo de siglos.
La importancia de la propaganda junto con la acción psicosocial reside en que tiende a orientar a los individuos, su fuerza física y mental hacia el combate, como dice el Manual de Campaña: “El factor moral es de capital importancia en la guerra de guerrillas. Es el factor que mayormente debe ser considerado, tanto por los guerrilleros como por los civiles que les prestan su apoyo. La propaganda enemiga llega a los civiles como a las guerrillas…” “Tanto los civiles como los guerrilleros, deben comprender que el combate es a muerte.” (Pag.38-39) “la convicción en la victoria final es un factor importante para las guerrillas y los civiles simpatizantes… “Cuando se cree que la causa por la cual se lucha está perdida, la guerra de guerrillas esta condenada al fracaso” (Pag. 39). Se trata de desnaturalización del enemigo, hacerlo ajeno y convencer de lo necesario de las acciones encaminadas en el esfuerzo de guerra, que la vigilancia nunca sería suficiente por parte del Estado.
La propaganda también tendía a formar imágenes mentales en el combatiente y en el simpatizante, y fue en ese contexto donde las partes desarrollaron escenarios que distaban de la realidad: “En muchas ocasiones, no hubo forma de saber con exactitud el número de bajas causadas al contendiente. Razones psicológicas y de moral combativa de por medio determinaban que esos datos se manejaran con celo y cuidado. Más de parte del ejército, obligados a desmentir lo que reducidos y dispersos grupos de “delincuentes subversivos o delincuentes terroristas (DT)” - como acostumbraban a declarar – pudieran hacerle. Por nuestro lado, también tuvimos compañeros que magnificaban los golpes y exageraban los muertos y heridos, realidad que también se expresó en nuestra propaganda y boletines. (Santa De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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Cruz: pag.118). Pero igualmente, el Ejército empleo a profundidad lo prescrito en el Manual de Campaña: “La existencia de una fuerza de guerrillas unificada, depende de la simpatía e interés que tenga la población civil para apoyar un movimiento de resistencia. El estímulo moral y dirección proporcionados por una fuerza extraña a las guerrillas, son explotadas al máximo… la guerra psicológica se lleva a cabo mediante diseminación de rumores, reuniones, cursos de indoctrinación, hojas sueltas, noticieros y en algunos caos por emisiones desde radios clandestinas.” (Pag.54-55)
Hay que cuestionar el factor miedo real y propagandizado como único factor de organización de la patrulla. Se retoma una de las conclusiones brindadas por Carlos Figueroa Ibarra al respecto: “a pesar de que el terrorismo de Estado actúa con mayor vigor en aquellos momentos y regiones, en los cuales se observa un ascenso significativo de la lucha de clases a su estadio militar, una apreciación más correcta del mismo evidencia que más bien se despliega tendencialmente en razón directa al desarrollo de la lucha popular y revolucionaria en general” (1991: Pag.64) el autor, que refleja la tendencia analítica del momento, elabora la ecuación que define: “a igual desarrollo organizativo revolucionario igual represión”, y dicho desarrollo era producto de la elevación de la lucha de clases y no tanto a la elevación de la conciencia cristiana pregonada desde la Teología de la Liberación que no era simplemente la reducción hacia la dicotomía pobre-rico (lenguaje presente en el mismo informe de la Iglesia Guatemalteca en el Exilio) sino más bien encerraba la visión de la justicia en relación al ejemplo del Profeta Jesús72 y su consiguiente martirio.
Este factor de análisis diferenciado marca la diferencia a la hora de que el patrullero se asume como el factor discordante dentro de la comunidad, porque no es una guardia blanca, no son los guardianes de las propiedades de los ricos73, sino son aquéllos que asumen la defensa de la propiedad individual y colectiva de la comunidad e incluso la defensa del conjunto de creencias religiosas (más allá del ser católico o evangélico) por lo tanto las comparaciones con aquellas son totalmente fuera de lugar, incluso se retoma lo afirmado por Saloj Poz y confirmado por otras fuentes en relación que en el momento de que las organizaciones se vieron copadas en su 72
Paz y Bendiciones para él. El EGP, siendo la mayor fuerza guerrillera en Guatemala (incluso a nivel histórico sólo se puede comparar con la movilización de la guerrilla de la Montaña durante la revuelta conservadora) se presenta como la antítesis del Ejército de Guatemala y lo presenta como el Ejército de los Ricos este responde con la organización de una milicia popular, india, los preceptos de movilización ideológica se desmoronan como un castillo de naipes, a tal grado que se perdió completamente la iniciativa de acción militar en las comunidades que decían defender e incluso representar. 73
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accionar, tuvieron que recomendar a la población simpatizante que se organizara en Patrullas como una forma de reiterarle al Estado su fidelidad, por lo tanto la Patrulla también era eso, UNA PRUEBA DE FIDELIDAD.
Gran parte de los que después serían patrulleros no habían sido permeados por la propaganda insurgente o la acción de la Teología de la Liberación, por lo tanto cuando son incorporados se hace más fácil la inducción acerca de quién era el verdadero enemigo. Es otro error conceptual pensar que el llamado rescate que realizó la acción ideológica del Ejército, se hizo sobre una población en poder de la insurgencia, ya que ello le da un lugar a la lucha ideológica que no hubo, más bien la acción de propaganda del Estado se realizó sobre la base de prevenir su avance. Se obvia el factor de la otra Teología aquella que se cimentó en las bases doctrinales que devienen de la misma colonia, y que es predominante, junto con el conjunto doctrinal del protestantismo. Además de la serie de practicas espirituales e incluso de lo que ahora sería denominado como brujería, que no eran más que sincretismos.
Los casos de los patrulleros que ocasionalmente apoyaban al esfuerzo insurgente, muy pocos en realidad, eran aquellos que habían sido permeados por la acción ideológica previa, o que habían participado en estructuras semi permanentes o semi clandestinas como las Fuerzas Irregulares Locales (FIL). Es de hacer notar que no hay registrados casos de patrulleros desertores hacia las filas insurgentes, al menos en calidad de combatientes, solo hay relaciones a algunos casos aislados de colaboración indirecta en lo logístico o bien con información, incluso Saloj Poz lo define (en su grado máximo de contradicción) como: “PAC amigas”74, pero deserciones como tal ninguna, incluso tampoco se registran muchos casos de soldados que se hayan incorporado a las filas insurgentes, esto despierta la curiosidad del investigador por que ubica en el plano de lo concreto el tan mencionado discurso de justicia y cambios revolucionarios o mejor aún de conciencia indígena o maya.
El mismo ex ministro de Defensa, el Gral. Alejandro Gramajo en entrevista con Shirmer afirma: “existe la posibilidad que si se les organiza en patrullas de autodefensa y se les da armamento, pueden irse a la montaña con la guerrilla.” (1999: Pag.181) sin embargo afirma, antes, proporciona la razón en la cual confían en la estrategia: “una política basada en el respeto a la identidad Ixil (en el caso de las operaciones que se desarrollaron en aquella región), sus 74
“ como las denominamos, siguieron apoyando y cuidando el traslado a la dirigencia del EGP, es decir, ellos como patrulleros de autodefensa civil, cuidaban nuestros recorridos.” (2,006: Pag.67)
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costumbres y su lengua, dándoles la oportunidad de que contribuyan, junto al ejército, en la defensa de sus comunidades…” (1999: Pag.181)
A partir de gobierno del Gral. Mejía Victores y la convocatoria a la Asamblea Constitucional, la patrulla pasa a ser, de un elemento de primera línea en el conflicto armado a ser un factor para la acción desarrollista a través de las Coordinadoras Interinstitucionales que la contrainsurgencia integral planteaba. Cuando se transforma las Patrullas de Autodefensa Civil en Comités Voluntarios de Defensa Civil (CVDC) durante el Gobierno civil de Vinicio Cerezo o sea LA SEGUNDA PATRULLA.
Se retoma el precedente establecido por los batallones de Zapadores establecidos durante desarrollo del liberalismo de Justo Rufino Barrios y García-Granados, un especie de servicio civil obligatorio, y que desafortunadamente fue utilizado durante el período de reconstrucción post-terremoto (febrero de 1976) con los programas de Alimentos por Trabajo que la Alianza para el Progreso había popularizado después de la Segunda Guerra Mundial y llegando hasta el programa Techo Tortilla y Trabajo del gobierno de Ríos Montt en 1982 que quedó plasmado en las tareas de:
1. Mantenimiento y reparación de caminos, drenajes, puentes, edificios principales. 2. Reparación y mantenimiento del sistema de fluido eléctrico. 3. Reparación y puesta en mantenimiento de os hospitales y centros de salud, proveyéndolos de personal, material y medicina suficientes para cubrir la emergencia del momento. 4. Censo poblacional para el control de la población y sus emigrantes como causa de la acción terrorista. 5. Rescate, evacuación, aposentamiento y reinstalación de desplazados y refugiados. (I-37X-85)
Estas fueran llevadas a cabo tanto por el Comité de Reconstrucción Nacional y agilizadas desde las Coordinadora Interinstitucionales (ver CEIDEC Pags: 307 y 308), de esta manera la contrainsurgencia alcanzaba dimensiones fuera de los eminentemente militar, perneando de esta manera, la parte de la fidelidad de la población con respecto al Estado, la lucha pregonada dejaba de tener significado.
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Siguiendo con este enfoque, muchos estudios, especialmente el de la Iglesia Guatemalteca en el Exilio y los del CEIDEC afirman que el ingreso del protestantismo respondió a una forma de contrarrestar las influencias del catolicismo comprometido75, acciones emprendidas desde el desarrollismo apoyado por el gobierno de los Estados Unidos, polarizando no al pueblo, en esa unidad inexistente, sino a las distintas denominaciones del cristianismo, todo dentro del marco de la confrontación ideológica que lleva todos los conflictos internos. Ni todo el protestantismo76 era por principio parte de la acción conciente de la contrainsurgencia ni todo el catolicismo era revolucionario, más bien el cristianismo como fundamento de vida presentaba mensajes contradictorios que eran utilizados por todas las partes en relación al esfuerzo de acción bélica. Es por ello que, muchos de los mensajes propagandísticos en contra de la “insurgencia atea”, tendían a elevar la militancia cristiana, combinándola por supuesto con la integración de la religión cívica77, resulta por demás observar como se califica dicho proceso desde el exilio guatemalteco en 1988 por medio del trabajo publicado por CEIDEC (Centro de Estudios Integrados de Desarrollo Comunal en México) llamado Guatemala Polos de Desarrollo en el capítulo escrito por Arturo Arias lo definía como “Lavado de Cerebro” (Pag. 206, 207,208,209, 210) esto respondía evidentemente a la guerra de ideas que se producía en el ámbito internacional y al cual muy pocas personas en el país tuvieron acceso. Se mostraba como una estrategia malévola por parte del Estado la combinación de la nueva Reducción de Pueblos de Indios, en los Polos de Desarrollo y las Aldeas Modelo, con la consiguiente ideologización que no era más que la descalificación permanente del proyecto revolucionario y la introducción de las denominaciones evangélicas, para que los cristianos abandonaran al catolicismo revolucionario y asumieran una nueva versión más existencialista.
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En el estudio presentado por el CEIDEC se parafrasea una entrevista realizada a un informante por Jesús GarcíaNoval que afirma: “Muéstreme un indígena evangélico que no esta en proceso de latinizarse..” (Pag.184) y más adelante el autor de este estudio reafirma: “El vinculo entre las sectas fundamentalistas protestantes y el ejército de Guatemala ya ha sido ampliamente documentado, como para que no se piense que todo lo anterior sucede por casualidad, accidente, o bien uno de los tantos efectos de la modernidad.” “Como resultado de lo anterior, a los grupos evangélicos se les ha facilitado la entrada a las aldeas modelo, mientras que el ejército ha tratado de impedir que la iglesia católica tome parte activa en la vida de las mismas.” (Pag. 185) 76 Según Christian Lalive, parafraseado por Le Bot, “el pentecostalismo es hoy en América Latina la minoría religiosa más importante..la fuerza de la nueva religión reside, en gran parte, en la utilización y canalización de fenómenos de trance colectivo, de ritos de posesión, de creencias aldeanas en los sobrenatural… este movimiento responde a aspiraciones populares profundas, en particular entre los más oprimidos (los pequeños campesinos, los indios, las mujeres); rechazo a las jerarquías de especializaciones y segregaciones raciales, étnicas y sexistas” (Le Bot: 1987 Pag. 11) 77 Conjunto de símbolos e instituciones con conforman la idea de Nación y su correspondiente unidad histórica. Responde a la necesidad de encontrar elementos en común dentro los habitantes, los moviliza en torno a objetivos y visiones “comunes”. Estas ideas se asumen, en veces, como dogmas, y su rompimiento o cuestionamiento afrenta el sentido colectivo y de estabilidad social.
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Sin descalificar los extremos relacionados al análisis sobre el conflicto entre diferentes denominaciones del cristianismo durante la confrontación armada, es evidente que tales posturas fueron abordadas desde el posicionamiento ideológico político, la IGE reivindicaba un Cristianismo católico en la opción por los pobres, mientras que algunas de las expresiones de las iglesias evangélicas sostenían que el haberse hecho participes en aquella discusión los había hecho victimas de penurias, esto no era a ojos del autor de esta tesis, ser apolíticos sino más bien asumir una posición que garantizaba su existencia, hay que recordar, a guisa de ejemplo que durante la época de los Getos judíos en Europa, que organizaron los Nazis, fueron las mismas comunidades judías las que elegían a sus autoridades locales y a sus cuerpos de seguridad interna para mantener el orden interno, eso sólo puede ser comprendido desde la lógica de la sobrevivencia.
El proceso de conversión al evangelio, como nueva religión, ya no se puede explicar nada más como un refugio, frente a la represión en contra del catolicismo revolucionario, sino sería perceptible que luego de que el clima hostil disminuyó (mucho antes de la firma de la firma del Acuerdo de Paz Definitiva) el retorno a la fe católica, sin embargo esto no sucedió, por el contrario el clima de paz relativa incrementó el aumento de las denominaciones evangélicas y la iglesia católica lo tuvo que enfrentar, ya no sólo con la denuncia denodada de planes fraguados por el Departamento de Estado de Estados Unidos, sino con acciones de recuperación de feligresía por medio de proyectos de desarrollo y con el aparecimiento de los Carismáticos, que en su ritos semejan en gran parte a la denominación evangélica más grande como es el Pentecostalismo, pero en realidad la “Suerte estaba Echada”.
Aparentemente la conversión tenía que ver con la superación de un estadio a otro, talvez con el afán de abandonar la idolatría y el paganismo persistentes en los ritos católicos, incluso con los mismos ritos de la religiosidad popular conocida ahora como “Cosmovisión Maya”, por lo tanto el avance del congregacionismo tiene que ver con un ajuste de la conciencia religiosa cristiana.
No hay que descartar el proceso de decepción, de la población ex -simpatizante, hacia la vanguardia revolucionaria que llegó a incidir en la misma iglesia católica comprometida “en su opción por los pobres” que en determinados momentos era catalogada como lo mismo.
Por otro lado, según uno de los ideólogos (teólogo) más importantes de la liberación, como concepto, afirma: “La violencia de los opresores, deshumanizándolos también, no instaura otra De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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vocación, aquella de ser menos. Como distorsión del ser más, el ser menos conduce a los oprimidos, tarde o temprano, a luchar contra quien los minimizó. Lucha que sólo tiene sentido cuando los oprimidos, en la búsqueda por la recuperación de su humanidad, que deviene una forma de crearla, no se sienten idealistamente opresores de los opresores sino en restauradores de la humanidad” (Freire, 1970: Pag 33) En la construcción de la conciencia del patrullero existe, por supuesto, el componente de deshumanización del enemigo, inherente a la misma construcción del militante revolucionario, sin embargo cuando este proceso alcanza el nivel de ideologización se puede ubicar a oprimidos y opresores. Lo difícil para los teólogos y los intelectuales de la revolución fue cuando el patrullero asumía su lucha como resistencia, entonces él se convertía en oprimido. Este era el juego de la acción psicológica, el oprimido alzado en armas en la montaña se había convertido en opresor, muchos de los amnistiados reconocieron después que el Estado era ese patrón de referencia para la sumisión. Se utilizó el mismo juego de la campaña de “liberación” de Guatemala del comunismo en 1954. El despojar a la insurgencia de sus discursos y accionar, le convirtió al final del conflicto en medianas bandas armadas radicalizadas y aisladas: “El Talón de Aquiles de la lucha guerrillera guatemalteca se evidenciaba una vez más: su insuficiencia numérica.” (Santa Cruz: Pag.84) y contradictoriamente llegó a tener una gran capacidad de negociación político-diplomática lo que al final le valió el reconocimiento como contraparte de negociación, pero no logró elevar el perfil de su verdadera presencia a nivel del contexto social que pretendía transformar.
El Ejército, por su parte llegó por medio de sus mensajes en contra de los curas que defendían la Teología de la Liberación presentarlos como traidores a los valores del cristianismo, esto es muy importante debido a que el patrullero fue ideologizado en relación de la identificación del enemigo que no sólo era el guerrillero armado, sino además, eran todos aquellos que se planteaban como “quinta columnas” por ejemplo: estudiantes universitarios, sindicalistas, curas, personeros de Ong`s78 (que no tenían el aval del Ejército) y, más adelante, representantes de organizaciones de Derechos Humanos, muchos de ellos en la práctica no eran lo que en el medio se conocería como un “buen cristiano” o “buenos guatemaltecos”.
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En el marco del conflicto si hubo organizaciones de desarrollo no gubernamentales que tuvieron el aval del Estado para tratar el tema de las victimas del conflicto. Tal y como hace referencia el informe de la IGE, muchas de ellas eran de origen evangélico, sobre todo norteamericanas, lo que casualmente cambia radicalmente conforme se da la distensión, posteriormente a 1992, cuando ingresan miles de refugiados a las selvas de Ixcán, Petén y Huehuetenango, ingresan más organizaciones ligadas a la Iglesia católica e incluso organizaciones cuya simpatía era evidente a organizaciones revolucionarias, tal es el caso de las más de veinte aglutinadas en la Coordinación de Organizaciones y cooperativas para el retorno.
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La idea de violencia justa que articulaba el movimiento social con la guerrilla, era contrarrestado por la resistencia hacia la “agresión comunista y atea” (que ciertamente se encontraba presente, pero que no era la predominante). En las entrevistas realizadas a antiguos patrulleros, sentían que Guatemala vivía una agresión, incluso, en el plano cultural (“los canches”, “los guerrilleros”, “los subversivos”, “terroristas”, “delincuentes subversivos”, “la subversión79”) a pesar de que la base fundamental de los guerrilleros era tipológicamente perteneciente al ámbito indígena y menos al ladino. Se identifica a aquellos como líderes, como personas que no necesariamente se ajustan a los parámetros de la comunidad. Eran más intelectuales, e incluso, más comprometidos con los intereses de la comunidad.
Hay que recordar que la construcción del soldado ideal (ver recuadro), en el caso guatemalteco, y que fue reforzado a través de los largos años de lucha contrainsurgente de los sesentas, es aquél que está en la primera línea de lucha en contra de la agresión a la soberanía nacional. Es el que sabe resistir más que agredir, (el Ejército guatemalteco había dejado esa idea desde finales de las guerras federales). Hay que recordar que mucho del constructo propagandístico previo a la invasión que se llevaría en contra de Belice, se planteaba la recuperación de un territorio que había sido arrebatado por el extranjero, no como una guerra de rapiña. Código de Conducta del Soldado guatemalteco en operaciones No tomaré de la población ni un alfiler. No enamoraré ni me tomaré libertades con las mujeres. Protegeré y no haré daño a los cultivos por donde camine. Pagaré el precio justo por lo que compre. Si tuviera duda, pagaré un poco más. Devolveré todo objeto que tome prestado e indemnizaré por cualquier propiedad que dañe. Seré cortés y demostraré especial cariño y respeto por los ancianos y los niños. Respetaré las costumbres y tradiciones de la población, así como a sus autoridades civiles y religiosas. Respetaré las tumbas, sepulcros, iglesias y otros edificios que la comunidad respete. No aceptaré regalos ni adulaciones de personas adineradas o prepotentes. (Marío Mérida. Testigo de Conciencia, versión resumida)
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Varios de los entrevistados hacen alusión a la “subversión” despersonalizando al guerrillero como sujeto y lo llevan al plano de aquello como ente externo a la comunidad, y la “comunidad” que los apoya deja de ser parte de esa adscripción colectiva. No hay calificaciones como “los revolucionarios”, poco en relación a la de “los muchachos” no se diga “la resistencia” o “los libertadores”.
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El patrullero adoptó aquellos argumentos como propios, es aquí cuando se reafirman, por parte de algunos excombatientes de la guerrilla, los argumentos que hacen alusión a los manipuleos ideológicos a los que los patrulleros habían sido sometidos, y por ello afirman: “ no miraban en el patrullero al enemigo, más bien era una persona que estaba siendo manipulada por el Ejército”80 (Testimonio Beatriz) o en peor de los casos que ellos mismos habían inducido para que aceptarán su incorporación para que pudieran salvar la vida que ellos no podían garantizar “A finales de 1982, en vistas de que el EGP había bajado la intensidad de la guerra, la población quería salir nuevamente a luz pública, es decir, rehacer su vida social y política por lo que constantemente nos consultaban sobre mecanismos que no significaran rendición ante el Ejército… la salida más viable que se encontró fue la integración solapada a las Patrullas de Autodefensa Civil…” (Saloj, 2,006: Pag.65) Por lo que resulta contradictorio que en otras partes de Guatemala, se convirtiera, como estrategia de combate, la eliminación física del dirigente, del jefe de patrulla o al Comisionado, ya que éstos sí eran identificados como enemigo tal y como lo afirma Santa Cruz: “En Santiago Atitlán, el ejército también organizó las Patrullas de Auto Defensa Civil. Nicolás Pedro, el jefe de comisionados militares, apoyaba esos planes y por ello enviamos un comando al pueblo para ajusticiarlo. La represión selectiva, nunca indiscriminada, fue parte sustancial de la política de combate hacia los miembros del aparato de inteligencia militar….” (2,005: Pag.109)
Esto por supuesto no deja de encerrar cierto tipo de menosprecio al valor estratégico del civil como contrincante, incluso, reproducía cierto racismo “políticamente correcto”, (además de la consabida acción de propaganda) en tanto que valoraba al “indio patrullero como no conciente de su papel de combatiente, pero sí aquel que era movilizado desde las organizaciones” tal y como afirma nuevamente Santa Cruz: “El EGP sostenía que, por política, debía evitar todo enfrentamiento con patrullas de autodefensa civil. No siempre se apegó a esta regla y, aunque lo niegue, a veces inflingió pérdidas a la población de los pueblos así organizados, en proporciones y en condiciones que han hecho que sus enemigos y sus adversarios hablen de matanzas.” (Ibid: pag.247), pero en general es claro que las organizaciones guerrilleras, al no reconocer al patrullero como enemigo, reconocía sus propias debilidades para enfrentarse en contra del sujeto social que estaba liberando, ese sujeto comunitario, campesino, pobre e indígena definido en la ambigüedad de ser sujeto u objeto del discurso. 80
Dicho reconocimiento contradecía los actos de violencia que se desarrollaron en contra de ellos, que aún cuando no fueron numerosos fueron impactantes en la psiquis comunitaria porque elevaba la rabia y descontento hacia la insurgencia, pero también, el no atacarlos significó un golpe a la moral de las pocas bases sociales que no servían a ellas e igualmente a los mismos combatientes que poco a poco estaban limitados en su accionar político-militar.
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Tanto Saloj Poz como Santa Cruz, en su calidad de excombatientes y disidentes de URNG en la actualidad, reconocen a través de sus relatos que no hubo capacidad de defensa de la población esto en efecto influyó en la formación del patrullero, ex movilizado o ex simpatizante, que según cifras manejadas por los discursos de Lobos Zamora alcanzaban, en los momentos álgidos del enfrentamiento a unos 300,000 comunitarios a nivel nacional. (IGE: 1989)
Esta situación creaba un dilema ético, pero también fortalecía el sentido de movilización del patrullero cuando ante las circunstancias el aparato militar insurgente agredía al patrullero movilizado. (ver recuadro), incluso, algunos de los excombatientes entrevistados para esta investigación reconocieron que cuando se produjeron las grandes masacres perpetradas por el Ejército ellos mismos aconsejaron a las bases que se unieran a las patrullas para prevenir (no para resistir) consecuencias de muerte. (cinta 05) (ver Pag. 65 libro de Saloj Poz)
Estas directrices llevaban implícito el reconocimiento de una derrota parcial y de la necesidad del repliegue, claro que afectó la moral en tanto que la guerrilla se aisló de la base que había organizado, sobre todo cuando el proceso de conversión a la patrulla se había masificado (llegando a más o menos un millón durante los años álgidos del conflicto de 1982 a 1984).
Pero desde la visión del patrullero al ver los reveses que provocaba su presencia en regiones antes en poder la guerrilla, experimentaban la elevación del factor de moral de combate que replanteó la relación con el Ejército, en términos de negociación de cuotas de poder dentro de las comunidades. No hay que olvidar lo que afirma el
“Los guerrilleros no vacilaron en atacar a las fuerzas de defensa civil. La sola organización y la sola presencia de tales unidades desmiente la impresión de que el gobierno está en guerra con el pueblo. Eso puede explicar la ferocidad de ciertos ataques de las guerrillas contra tales fuerzas o contra pueblos en que fueron constituidas” (Carta del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos a Amnistía Internacional el 15 de septiembre de 1982).
informe de la Iglesia Guatemalteca en el Exilio –IGE- “…El mismo ejército pone al jefe de la patrulla o de la autodefensa. El mismo Ejército lo busca. O sea, ponen a los que son ricos del pueblo. Cuando el Ejército mira que tienen pisto o tienen camión, a ese lo va nombrar comandante de patrulla.” (pag.51). Esta afirmación aún cuando proviene de un informante comunitario, citado por el Informe de la IGE, puede relativizarse por el hecho innegable que el Ejército también buscaba liderazgo y reconocimiento dentro de las comunidades, hecho afirmado por los entrevistados cuando mencionan “que no cualquiera era elegido como jefe de patrulla”, “tenía que haber demostrado valentía y compromiso” (Testimonio de Beatriz y Bin) El reducir, De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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como estrategia de captación por parte del Ejército, al “rico del pueblo, al canalla o al ladino” no garantizaba la victoria sobre el enemigo que si formaba cuadros políticos, tampoco ganaba los corazones y mentes de la población. (ver recuadro) (extracto) Himno del Comité de Defensa Civil …Por mi Patria yo le juro Defenderla hasta la muerte Rechazar al subversivo Y ayudar a mis paisanos…
La sección de asuntos civiles que actuaba en forma conjunta con la inteligencia militar había entendido que, el temor no era un mecanismo que garantizara la adscripción de la población a los objetivos institucionales, y menos a la estrategia contrainsurgente.
Como lo afirma el mismo Lenin: “La preponderancia moral es indudable, la fuerza moral ya es aplastante; sin ella, por supuesto no podría hablarse ni siquiera de revolución. Es una condición indispensable…” (La última palabra de la táctica: Pag. 104-105) claro está que en dicha contextualización Lenin asume como preponderancia moral su adscripción para lo que considera políticamente correcto en este movimiento militar en particular, sin embargo de esta visión se rescata el hecho que en las movilizaciones civiles, la moral como elemento subjetivo, determina mucho más que el temor mismo.
El temor inmoviliza y crea el caldo de cultivo para la insurrección descontrolada, sin embargo la patrulla, logró encontrar esas motivaciones morales que esgrimen cuando afirman que fue “gracias a ellos que la guerra se ganó” (testimonios de: Francisco, Bin y Sebastian). El asumirse como victoriosos define al patrullero veterano además de que ser un elemento muy importante en la determinación de la moral y en la elevación de su autoestima como ciudadanos. Incluso, pudo observarse en los recientes discursos de los dirigentes patrulleros que menosprecian la labor de la tropa y de los oficiales que se escondían detrás de ellas. Llegan a plantear que: “gracias a ellos, los de la capital pudieron sobrevivir”(testimonio de Coy) Esta conformación ideológica junto con la organización postconflicto definen lo que para esta tesis es LA TERCERA PATRULLA.
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2.4. Patrullas y Ejército nacional. Un matrimonio con muchos conflictos…
El cuatro de agosto de 1982 se divulgó una circular firmada por los Comisionados Militares de San Antonio Palopo, departamento de Sololá, en donde se informaba que por disposiciones de Gobernación departamental y, de la zona militar se procedía a declarar el toque de queda en toda aquella región: “estará controlado por la patrulla de milicianos…”, esta circular alarmó a la población y los operadores de turismo que inmediatamente acudieron a averiguar sobre tal disposición, el 20 de agosto del mismo año el gobierno, a través de su vocero oficial, desmintió que hubiera autorizado a los comisionados de San Antonio Palopo declarar dicho toque de queda. Curiosamente los medios no volvieron a mencionar el hecho, lo que era evidente es que algunos miembros afines al Ejército estaban asumiendo disposiciones para poder enfrentar el conflicto que para esos días era ya álgido, esto sirve de introducción para abordar el tema de la relación de los milicianos con las fuerzas armadas.
Para los ejércitos en general, la utilización de población civil representa un arma de doble filo. Dado que, entra en contradicción con el monopolio del uso de la fuerza, y la convivencia con líderes civiles se atenta contra los mandos establecidos, es por ello que su utilización sólo se puede concebir si se posee el control suficiente en un conflicto que requería de grandes capacidades de movilización. Es necesario retomar acá a Severo Martínez en Motines de Indios cuando define: “La característica esencial del sistema de milicias era la movilización de muchos elementos dispersos en dirección de un punto determinado... (1991: 132) pero en los casos más importantes se constituían en núcleos móviles que arrastraban a milicianos de muchos otros lugares y dirigían su marcha y su acción.” (Ibid: 133)
Las guerras irregulares reconocen la importancia de la participación civil, pero no es conveniente en tanto que crea estructuras paralelas que poseen poder y ostentan funciones que al Ejército, en su definición, pertenecen, además que son susceptibles a ser influenciadas por la insurrección y por lo tanto no están exentas de que sirvan de contra inteligencia o en el peor de los casos que se pudieran suscitar deserciones con el equipo proporcionado. Hay que recordar la aparente limpieza de cuerpos paralelos de seguridad que se llevó a cabo, posteriormente al golpe de Estado de 1982, en donde incluso el mismo Ministro de Gobernación se puso a la fuga, aparentemente por su responsabilidad en la muerte y desaparición de activistas y militantes de izquierda. De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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Extracto del himno del comité de defensa civil Soy soldado victorioso De la defensa civil Siempre al lado como hermano Del ejército valiente Siempre al lado como hermano Del Ejército valiente…
La integración étnica de los patrulleros era esencialmente indígena, por sobre quien pesaban estigmas, recelos y prejuicios, producto de la conformación del poder étnico en Guatemala. Esto no es más que el temor (infundado o fundado) acerca del peligro que para la sociedad guatemalteca ladina representa el indio, en su definición
negativa como el “indio armado”, o como afirma Shirmer el “Maya Autorizado” (en términos políticamente correctos).
En términos estratégicos del conflicto irregular, se trataba de ganar y neutralizar la base social de un movimiento social que amenazaba las estructuras del Estado. Es imprescindible la utilización de la lógica de las guerras irregulares, para afirmar que además era necesario desarrollar el movimiento social propio, contradictoriamente por supuesto, que rechazara la llamada “agresión comunista” y, llevar la guerra al plano de la acción ciudadana, algo de ello se ve en los enfrentamientos que “ciudadanos revolucionarios” llevan en contra de activistas “disidentes” en la Cuba de hoy; ya no es necesaria, en apariencia, la participación de la policía para reprimir tales manifestaciones, sino que ante la comunidad internacional se presenta como acciones ciudadanas.
El Ejército nacional retoma su papel instrumental en el proceso de integración de la población, esto significa que asume el papel totalizador y catalizador del funcionamiento del Estado. Al estar concientes que la guerra se ganaba más allá del plano militar, comprometía a la institución a suplir la función civil del Estado, esto significa el desgaste de la administración civil, es por ello que la serie de ofensivas militares llevaron al retorno de la institucionalidad en el año 1985 junto con leyes y constitución nueva que, como elemento a destacar, ésta última ha sido reconocida como ente facilitador del Estado democrático y marca el fin del marco jurídico contrainsurgente.
A la hora de analizar el factor de reclutamiento hay que recordar que, el ejército se cuidó mucho de la forma como asumía el mismo, a pesar de que el conflicto civil requería de la movilización civil, ésta también era selectiva y sesgada. A diferencia de los conflictos anteriores cuando el indígena no era considerado como sujeto confiable para ser armado como tal, según lo afirma el decreto 83, que data del 11 de enero de 1873, que decía: “… es justo y conveniente aliviar en lo De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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posible a la clase proletaria que por un largo período ha sido la única que ha pagado a la República la contribución de sangre, a que todos los ciudadanos están obligados” y en su artículo 5 “Quedan exceptuados del servicio militar… los indígenas que no han estado acostumbrados a este servicio y que, en cambio, prestan otros de diferente naturaleza”. Aún cuando esta norma no se conservó en el momento del conflicto, sí persistía su espíritu. Se había identificado que la mayor población movilizada en la insurrección era indígena, era lógico pensar que más que acrecentar el conflicto, movilizando al ladino como en la colonia, era estratégico movilizar al mismo indio en contra de esa porción de la población alzada, proveniente de las mismas “comunidades indígenas”.
En este momento el indio era la pieza clave (ver recuadro) en la construcción del ciudadano soldado, y el ladino fue menos determinante en el frente de la masa combatiente, en ambos bandos, sobre todo en la fase del conflicto en el occidente.
Otro elemento controversial en el análisis, tiene que ver con la concepción del indio como combatiente y masa, entre el ser sujeto y objeto. Aquellos indígenas que recriminan el pasado de adscripción a la insurgencia que los abandonó a su suerte en manos del ejército sostienen: “fueron utilizados como carne de cañón” en un conflicto entre ladinos que bien define Emeterio Toj Medrano, alto dirigente del EGP citado por Saloj Poz quien en medio del conflicto afirmaba: “mirá, aquí estas perdiendo el tiempo y tu juventud porque deberías de estar en las aulas de estudio preparándote para nuestra lucha “Fáciles de entusiasmar por toda idea noble, y tenaces para defenderla son los soldados guatemaltecos, pues en ellos se unen condiciones éticas distintas que les permite sumar lo bueno de sus antepasados… valientes y aguerridas eran las tribus que poblaban antiguamente a Guatemala; por otro lado los españoles vinieron precedidos de una fama grande, ganada ya por haber formado la vanguardia de los ejércitos romanos, ya por haber peleado durante siglos contra los árabes, ahora también por haber conmovido a Europa central por sus victoriosas campañas de Flandes e Italia. El soldado guatemalteco, heredero de ambos, tiene, pues, gloriosos antecedentes” (anónimo SOLDADO AMIGO, tipografía nacional 1904)
como pueblos indígenas ya que esta lucha no es nuestra; es lucha de los ladinos, la nuestra está por venir y se hará base de ideas, de estudios…” (Pag. 62).
Otros
ex
-dirigentes
afirman
que
tales
argumentaciones minusvalorizan la capacidad de los indígenas para tomar decisiones propias, que más se dieron una serie de factores que poco o nada tenían que
ver
con
la
elevación
de
la
conciencia
revolucionaria, sino más bien, con la defensa de la vida y, con sentimientos de venganza en contra de aquellos
que
los
agredieron
(Ejército
u
Organizaciones insurgentes).
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Por su lado, los factores de movilización de la patrulla iban desde la obligatoriedad pura, hasta la necesidad de defensa contra la agresión a la propiedad (exigua) y las costumbres (sobre todo cristianas que fueron reconstruidas y resemantizadas con el avance de las iglesias evangélicas) pero también pasaba por el arreglo de cuentas, o sea, la forma como se dirimían conflictos con aldeas vecinas, antes del conflicto, necesidad de agenciarse de recursos como tierra, o más dramático aún como forma de venganza hacia los que ya los habían perjudicado como fue el caso de los mozos de la Finca La Perla después del asesinato de Luís Arenas (el llamado Tigre del Ixcán). Esto es confirmado por las entrevistas realizadas, incluso, cuando se cuestiona si en algunos momentos se sintieron como “carne de cañón”. Afirman que dicho sentimiento afloró cuando surgieron acusaciones, de parte de las organizaciones de Derechos Humanos, de que ellos habían cometido masacres en contra de la población, a la que contradictoriamente pertenecían.
El patrullero también navegó entre el ser sujeto y objeto, entre convertirse en artífice o simplemente en instrumento de la política contrainsurgente. De hecho se puede afirmar que esa ambigüedad es resuelta después de la firma definitiva de la paz en 1996. Cuando se convierten en organizaciones de veteranos, donde asumen su identidad de sujeto social con argumentos para la negociación con fuerzas políticas partidarias y llegan, incluso, a proponer a congresistas en el Frente Republicano Guatemalteco FRG, o incluso negocian miles de votos con partidos políticos que abiertamente objetan la lectura “semi oficial” del conflicto.
¿Era el patrullero sumiso ante el poder del miedo? En la medida que éstos se hacían más concientes del papel determinante en el esfuerzo de guerra, la sumisión propia de estados de coacción se convirtió en estados de perversión a la sombra del poder al cual obedecían, para reclamar la parte del poder que habían ganado o construido. Esto significa que si había lugares donde la acción represiva había acabado con la insurrección, se instauraban sistemas de caudillismo cívico-militar que facilitaban la labor de contrainsurgencia integral. Algunas de las posturas presentadas durante las entrevistas a jefes de patrullas que sostenían que si bien su acción original era para evitar la presencia de la guerrilla luego facilitó el estado su seguridad en general: “en esos tiempos no habían ladrones y los patojos que andaban en malos pasos los castigábamos” (Testimonio de Cucul) “todos sabíamos que teníamos que hacer y lo hacíamos bien” (Testimonio de Bá) es interesante observar que la misma estrategia había sido utilizada por el EGP en el área Ixil al iniciar sus incursiones sostenían que una forma de ganarse a la De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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población era a través de la aplicar justicia en contra de ladrones de ganado tal y como lo presentan las entrevistas realizadas por Stoll en su libro Entre dos Fuegos.
Regularmente se sostiene que todas las consecuencias de la violencia contrainsurgente fueron calculadas desde la inteligencia, sin embargo, resulta difícil creer que dicho aparato era tan efectivo como para mantener controlados a más de un millón de patrulleros y sus respectivos mandos sin tomar en cuenta la maraña de lealtades bien cimentadas que el Estado- Ejército poseían. Se podría contemplar la posibilidad de que, a muchos de los que se consideraban adeptos a la institución se les dio mayor autonomía, como fue el caso de las unidades dispersas del Ejército que además tendían sus propias redes de abastecimiento e inteligencia, hay que tomar en cuenta el ejemplo que se dispuso al inicio de este subtítulo. La relación patrullaEjercito constituía un matrimonio por conveniencia, que permitía la movilización y, al mismo tiempo, creaba la desagradable situación de tener que depender de los civiles para la “tarea profesional del Ejército”.
El tan ilustrado honor militar, remanente de los llamados tiempos de la caballerosidad entre guerreros, no era más que los referentes de moral que distinguía al guerrero del ciudadano común. Sacrificio, entrega y valor que fueron algunos de los argumentos utilizados por los oficiales jóvenes durante el golpe de Estado de 1982. Este honor era mancillado a diario por el reconocimiento de la imposibilidad de imponerse en contra de fuerzas militares contrarias dentro del territorio, claro esto en el plano de las subjetividades presentes en otros valores que ubicaban al conflicto entre las grandes contradicciones estructurales del país.
Había presencia de jefes de patrulla a diario en las bases y zonas militares y poco a poco ganaron, con su presencia, que se les tomara en cuenta en la definición de planes de campaña, incluso en los planes donde se produjo parte del genocidio que concebía a la insurgencia como un mal que había carcomido a la población en su conjunto, (hombres, mujeres e incluso niños y ancianos), por lo tanto “la cura tenía que ver con la integralidad del problema”. Los informantes confirman que la relación con el Ejército no sólo transcurría desde el miedo, si no había camaradería, reconocimiento y en veces conflictos basados en la construcción de la autoridad comunitaria que había sido encarnada en el Comisionado y en el Jefe de Patrulla, en veces estos actuaban aplicando “la justicia” hacia los que ellos calificaban como subversivos o simples delincuentes.
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Las vías para la incorporación a la patrulla fueron diversas, iban más allá del simple llamado que el Ejército realizaba para que formaran por la fuerza, hubo casos en que los mismo pobladores solicitaron la presencia de la institución armada para que se les organizara, un ejemplo ilustrador fue la incorporación de colonos afectados por el desempleo que produjo “el ajusticiamiento” de Luis Arenas en la finca La Perla, de su propiedad, por parte del EGP (ver el subtítulo El Asesinato del “Tigre del Ixcán” Entre Dos Fuegos de David Stoll) que más adelante incluso participaron en las operaciones que dieron pie a la masacre de San Francisco.
Se produjeron casos en que fueron ajusticiados patrulleros por rebeldes cuando éstos “cumplían con su trabajo” (Testimonio de Cucul) que era avisar sobre movimientos “raros” (Testimonio de López) a los destacamentos más cercanos. Claro, este tipo de acciones se vieron limitadas en la medida que las bases políticas comunitarias de la insurgencia fueron diezmadas por acciones violentas del Estado, o porque simplemente cambiaron de parecer en el desarrollo de la guerra política.81
La patrulla llegó a sustituir, ante la debilidad del Estado, la aplicación de la justicia, esto en varios casos llegó a comprometer los planes de reintegración de la nación desde la perspectiva desarrollista del Ejército. Frecuentemente, la institución armada era llamada a resolver situaciones que escapaban de su mandato en la lucha contrainsurgente, este desgaste le fue trasladado, sobre todo en la impartición de justicia, a los patrulleros, a aquellos que habían cimentado su autoridad o temor en la comunidad por medio de la violencia pero, también con la utilización de un discurso que transcurría entre la religiosidad cristiana y la religiosidad cívica: “defendíamos a Guatemala, la bandera, y seguir siendo cristianos” (Testimonio de Pérez), a guisa de ejemplo, vemos el caso reflejado en el estudio realizado por Paul Kobrak sobre la población de Chex en Aguacatan, Huehuetenango. En dicha comunidad ha habido una tradicional relación con el Estado desde los movimientos armados liberales a finales del siglo XIX, esto no impidió que algunas personas se hicieran al lado de la guerrilla. Después de saber sobre las masacres que estaba cometiendo el Ejército, pobladores de Chex, voluntariamente se apersonaron a la Base Militar para organizarse en patrulla civil, después de ello vinieron las 81
No incluiremos el elemento de la construcción subjetiva de los sujetos que se identificaban con el poder, que brinda las armas y la posibilidad de ejercer poder. Un elemento que desmotivó a la población que políticamente fue permeable al discurso de las organizaciones político militares insurgentes, era que el llamado a la revolución y a la lucha armada no iba acompañado con el uso masivo de armas, por limitaciones de carácter logístico y de medios de guerra, en cambio el Ejército entendió que el empoderamiento de la población pasa por el elemento objetivo del uso del arma, evitando que estas fueran de carácter ofensivo que pudieran en determinado momento ser usadas contra el mismo, pero el sólo hecho de verse armado y autorizado “para matar”, son elementos de desarrollo de la psiquis del guerrero.
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amenazas en contra de los alzados de la comunidad y después se procedió a su captura y posterior entrega al Ejército. Estos mismos patrulleros participaron en la quema de la comunidad de Chorti, en Nebaj, que apoyaba a la guerrilla aparentemente.
El 27 de julio de 1982, una patrulla de la guerrilla se apersonó en Chex y procedió a “ajusticiar” a veintidós patrulleros pobremente armados junto con mujeres en sus propias casas (este hecho aparece en el informe de CEH). Estos mismos comunitarios, no lamentaron, públicamente al menos, aquella tragedia y, según el investigador sí celebraban el hecho de haber frenado el avance de la guerrilla en la región, este argumento ideológico fue resaltado en las entrevistas llevadas a cabo con ex patrulleros peteneros: “gracias a nosotros Guatemala es libre” (Testimonio de Sac Bi)
Esta tesis no se concuerda con las conclusiones que plantea la CEH en cuanto a acusar a las patrullas de dividir la comunidad. En todo caso hay que aceptar que el conflicto que reconocía varios actores, coadyuvó a crear o alimentar fricciones dentro de las comunidades. Además no real considerar que la unidad de las mismas se deba de considerar desde la visión de la pureza de la cohesión cultural (que a mi forma de pensar no existe). El cristianismo dividió a las comunidades que existían en torno a Reinos Tributarios, lo mismo hizo el Liberalismo, la Reforma Agraria, la llamada Liberación, la Acción Católica, el avance del protestantismo, la revolución verde de los sesentas, en fin se puede mencionar muchos factores socio históricos que han producido recambios en los eslabones más débiles de la estructura social guatemalteca. La patrulla reconfiguró el poder local en función de los objetivos de los Planes de Desarrollo del Gobierno expuestos en el siguiente cuadro presentado por I-37-X-85: Fase I Fusiles y Frijoles Dotar a la población desplazada de los medios básicos de subsistencia.
Fase II Techo, Tortilla y Trabajo Reubicar a los grupos de desplazados en sus lugares de origen, propiciar e iniciar el desarrollo.
Fase III Paz, Seguridad y Desarrollo Manteniendo los grupos de defensa organizados, iniciar la fase de seguimiento, hasta crear las condiciones propicias para que las poblaciones se desarrollen por sus propios medios.
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En estos tres momentos la acción militar se presenta como un eje transversal no como la explicación del todo en cuanto a estrategia se refiere. El sujeto individual y colectivo se ubica en el medio rural, y contradictoriamente a lo que se presentaba en las denuncias a nivel internacional, existe el reconocimiento, al menos político, de las causas que propician la movilización insurgente desde la detonante de la pobreza (en el análisis eminentemente de clase) el cambio cultural, que no aparece, era un objetivo oculto en la retórica cívica.
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CAPITULO 3 De ciudadanos a combatientes, de combatientes a ciudadanos y los avances de su organización post-conflicto Era febrero del año 2,002 en el marco de esta investigación se asistió a un acto público de los ex Patrulleros de Autodefensa Civil en Santa Elena en Petén, era costumbre que todos los días domingos habían reuniones de encargados de grupo para darle seguimiento a las demandas que realizaban, ante el gobierno en torno al pago de la compensación por servicios prestados al Estado, durante el conflicto y por el cual aducían haber perdido dinero.
Ese día en particular se llevaría a cabo una asamblea general de los que se habían apuntado en las listas y que constituían la base reconocida de la organización. Aproximadamente cinco mil campesinos estaban afincados en las afueras del salón social de aquella localidad, la oradora principal era Rosenda Pérez, una mujer de extracción campesina con reconocido liderazgo dentro de las filas de los ex paramilitares.82
El discurso consistió en un informe sobre las gestiones realizadas por el comité coordinador, ante el Ejército, para negociar la demanda de la compensación económica (originalmente esta redondeaba los Q.15,000.00 por miembro inscrito en la organización que en ese entonces se decía tener 15,000 miembros). Confirmó a los presentes que las negociaciones estaban estancadas debido a los cuestionamientos que esgrimía el Estado, a través de personeros del Ejército Nacional, y de otras organizaciones civiles de “Derechos Humanos” en relación a su participación en el conflicto. La intervención fue la siguiente: “ahora nos acusan de haber cometido masacres, nos están acusando de haber producido todos estos males en las comunidades… yo les pregunto a todos ustedes ¿Quiénes fueron los que masacraron las comunidades?”. Hay que confesar que cuando se escuchó la pregunta nos vino a la mente toda la información que poseía sobre el papel de los patrulleros en el conflicto y como fueron ideologizados por parte del Ejército, por lo tanto, estaba seguro que la respuesta inculparía a la insurgencia. Sin embargo, esta idea sólo duró un par de segundos ya que fue apagada por la voz de miles de campesinos que gritaron: “EL EJERCITO, ellos fueron los culpables” no había
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Que precisamente fue elegida como Diputada por el Departamento de Petén, propuesta por el FRG. A ella se le conocería como la diputada de los patrulleros.
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visto tal muestra de repudio en una masa de campesinos antes, ni siquiera en las manifestaciones inducidas por las organizaciones campesinas más cercanas a supuestos ideológicos de izquierda.
El asombro no cesó cuando observé dentro de la multitud a un reconocido dirigente de la Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (CNOC) en Petén. Al acercarme a él le cuestioné su presencia en aquel acto, (igualmente actuó mi percepción sobre aquella organización que se ha reconocido como baluarte de los intereses sociales del campesinado y su denuncia sobre el impacto del conflicto en aquella población). Le dije: ¿no puedo creer que en este gran número de campesinos no haya alguno que no esté organizado en CNOC? contestó: “no uno, sino casi todos son base de CNOC” .(Testimonio de Don Goyo, miembro fundador del CNOC en Petén)
Esta visión del investigador sirvió para auto-realizarse los primeros cuestionamientos que guiaría el planteamiento a abordar: ¿Cómo surgieron estas personas tan aguerridas?, ¿cómo es posible formar cuadros, que al cabo del tiempo reniegan de la misma institución que les dio origen?, ¿cómo funciona el pragmatismo político en los comunitarios?, algunos de ellos se han abordado en este estudio, y otros se profundizaran en la discusión que pudiera realizarse algún día sobre tal fenómeno, pero los presupuestos están a la vista en este capítulo.
3.1. Los Ex patrulleros como organización civil “Ha muerto la patrulla .. ¡Que viva la patrulla!” “El indio guatemalteco, descendiente de los aguerridos quichés y cakchiqueles, cuyo fiero valor se estrelló contra las corazas y cañones del invasor español, es hoy un paciente y humilde labriego…” (Kuhsiek,
Guillermo. La importancia del Indio para el Ejército de Guatemala. Citado por Richard Adams, Pag.22)
Para caracterizar a los ex patrulleros actuales es necesario reconocer que ésta ha sufrido cambios en su definición legal y su conformación de antes y después de la contrainsurgencia.
Se sabe que las Patrullas de Autodefensa Civil nacen en el año 1981, antes del golpe de Estado de 1982, durante el gobierno del General Romeo Lucas García, pero no es sino hasta con las campañas militares del nuevo gobierno golpista de 1982, cuando alcanzan
importancia
estratégica en la lucha hasta el final del conflicto (30,000 PATRULLEROS COMBATEN A LA
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SUBVERSIÓN EN EL QUICHE- portada de Prensa Libre – 14 de abril de 1982) es interesante la forma como se presentan en los medios escritos, durante los primeros meses posteriores a ese marzo de 1982, las razones por las que se armaba y organizaba a la población, esto según relaciones pública del Ejército, respondía a ataques armados en contra de la población, (EJERCITO DA RIFLES M-1 A CAMPESINOS EN RABINAL – Prensa Libre – 6 de abril de 1982 Pag. 10). Se puede afirmar que ésta fue la primera fase Patrulla, incluso esta también se le presentó como aguerrida (MILICIANOS DE RABINAL REPELIERON OFENSIVA DE LOS GUERRILLEROS- Prensa Libre – 6 de abril de 1982 Pag. 10 da cuenta de cómo los patrulleros hicieron frente con sus pobres fusiles a 200 “antigobiernistas” armados con fusiles de largo alcance)
La segunda fase de la Patrulla nació cuando el gobierno del General Humberto Mejía Víctores, encabezando el proceso de retorno a la institucionalidad, decretado antes del triunfo electoral de Vinicio Cerezo como Presidente, con el decreto ley 19-86, reconoce a las patrullas como COMITES DE AUTODEFENSA CIVIL. Esta figura se mantendría hasta el año 1996 cuando finaliza oficialmente el conflicto, cuatro gobiernos civiles lo mantienen, más que la cantidad de gobiernos militares.
La diferencia de estas segundas patrullas es la combinación que hacen entre la acción desarrollista y la defensa de institucionalidad del Estado, es por ello que estas se encuentran a la par de otras acciones estratégicas como la creación de Polos de Desarrollo, Aldeas Modelo y las Coordinadoras Interinstitucionales. A pesar del cambio de nombre la patrulla conserva sus objetivos originales como instrumento de la contrainsurgencia, pero ahora con un carácter de sostenibilidad a partir del reconocimiento de la importancia de la organización para el desarrollo social y productivo.
Cuando el gobierno de Alvaro Arzú visualizaba el fin el conflicto, aceleró el proceso de desmovilización de las patrullas83. Ese llamado cívico que inició quince años antes el Estado había dejado de tener vigencia, incluso, al final del conflicto, el gobierno permitió varias muestras de propaganda insurgente a nivel urbano y rural, a sabiendas de su reducida capacidad de convocatoria y credibilidad, de 1981 a 1996 las patrullas cambiaron la estructura del liderazgo 83
Hay que tomar en cuenta que la práctica de organizar patrullas no fue parejo para todo el territorio nacional, este estuvo siempre determinado por la caracterización de los escenarios del conflicto. Por lo tanto, en aquellos lugares donde la precensia guerrillera había sido disminuida, las patrullas dejaron de utilizarse como elemento de resguardo de la seguridad de la comunidad, y asumen por lo tanto una acción desarrollista más plena.
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comunitario, en gran parte de las áreas conflictivas de Guatemala, en todos los planos, religioso, tradicional, de desarrollo e incluso familiar.
Ese año 1997 fueron televisadas las devoluciones de armamento y los actos de reconocimiento del Ejército, en nombre del Estado de Guatemala, hacia los que habían defendido a la patria. Casualmente, unos pocos años antes de ese 1996, se producen compras de fincas para las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) y para los Retornados, dicho proceso partía de al menos del año 1992. Durante los años del conflicto se había sostenido el carácter de población civil no combatiente y la agresión hacia ellas se presentaba como una de las mayores violaciones a Derechos Humanos que hacía el Ejército de Guatemala: “En donde estamos, estamos defendiendo nuestras parcelas. Nosotros somos parcelarios de Ixcán. Allá tenemos nuestras parcelas, nos han costado mucho. No salimos a refugiarnos a México para no abandonarlas…” (Testimonio presentado a la IGE en 1988 y presentado en un informe de denuncia internacional) Pero en el informe del REMHI parte del siguiente testimonio para caracterizarlas: “La CPR es comunidad civil, no es armada. Eso hay que distinguir cuando es civil, es civil, y cuando es guerrillero, es guerrillero. No es cierto que la comunidad es guerrillera… si es cierto, no negamos; ahí está la guerrilla, pero nosotros somos civiles” (Pag.102).
No es sino hasta que finaliza el conflicto e inicia el proceso de reintegración de las mismas a la sociedad, cuando surgen una serie de relatos que muestran que las CPR y en especial las de Peten brindaban refugio, descanso y abastecimiento a unidades de la guerrilla. Es más, éstas eran parte de la estrategia de propaganda a nivel internacional y formaban parte de estructuras civiles que la insurgencia siempre tuvo (en sindicatos, organizaciones barriales, estudiantiles y religiosas), incluso en algún momento se llegó a pensar que estas junto con la población de la universidad estatal serían el voto disciplinado del nuevo partido.84
Toda esta situación salió a luz junto con las acciones de apoyo a la desmovilización de la guerrilla, la cual provocó los movimientos de reintegración de la tercera patrulla, la patrulla reivindicativa, esa que nacía de los reclamos hacia el Estado que no se pudieron hacer durante el conflicto. 84
Sorpresa causó el saber que muchos de los lugares donde (excepto Ixcán) la guerrilla había tenido presencia no causaban la simpatía necesaria para los ciudadanos votaran por ellos en las elecciones locales ni nacionales, el caso de los universitarios era el más dramático dado que ellos representaban supuestamente “la masa pensante” que podía dar continuidad de los proyectos políticos tradicionales, sin embargo no sucedió, hoy en día los proyectos políticos de izquierda, ex –insurgente son una minoría, que para el caso de URNG incluso no alcanzó los votos necesarios para seguir manteniendo su ficha, de no haber sido por los diputados que logró meter en el congreso.
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Para finales de 1996, la totalidad de las patrullas ya no se encontraban activas, era la forma de acabar con uno de los aparatos militares más cuestionados durante el conflicto, pero igualmente era una muestra de buena voluntad, del Estado, para sentar las bases del nuevo contexto de paz. En este momento85 no se produjeron reclamos de indemnización debido en parte al miedo, todavía, al aparato represivo del Estado que se encontraba intacto, como también al convencimiento del deber cumplido, aún a pesar de hacerlo en contra de la voluntad.
La patrulla reivindicativa surge hasta cuando se hacen evidentes los incentivos de la desmovilización de la ex guerrilla y las prerrogativas para el retorno y de los desplazados86, esto se puede observar claramente en la parte referente al inciso C. Retornados mayores de edad sin tierra, de los acuerdo suscritos entre la CEAR y las CCPP: “1.1. El gobierno de Guatemala a través de FONAPAZ, otorgará créditos blandos que permitan a dichos retornados la compra directa de tierras de acuerdo a sus solicitudes… 1.2. El gobierno de Guatemala a través del INTA pondrá a disposición de los retornados tierras nacionales disponibles o privadas adquiridas a través de FONATIERRA” (Pag.26) además de otra serie de disposiciones que facilitaban el crédito productivo y la regularización de tierra. No existen datos claros en relación a la cantidad de fondos que fueron dispuestos a través de donaciones y prestamos realizados por entidades internacionales, lo que si se puede afirmar que fue de tales dimensiones la inversión que no pudo pasar inadvertido para la población circunvecina y otras que aún sostenían el precepto de la patrulla.
Es en este momento cuando surge el discurso peyorativo hacia el Estado, que en forma contradictoria apoyaba el retorno de la población que supuestamente había apoyado a la subversión y a los que patrullaban, la ayuda contaba con las limitaciones históricas en relación a la inversión en el área rural.
Se ha mencionado, en voz de dirigentes y analistas, el trabajo que políticos ex militares realizaron para volver a reorganizar a los ex patrulleros, especialmente el FRG, para constituir una base partidaria sólida, de hecho la candidatura a diputada de Rosenda Pérez por Petén era 85
Según Misión de Naciones Unidas para Guatemala – MINUGUA –El proceso de desmovilización de los Comités de Autodefensa Civil inició en agosto de 1996. 2,643 Comités a nivel nacional con 270,906 integrantes y fueron entregados 14,000 armas tanto de calibre de guerra como aquellas de uso civil. (ver Informes de Verificación de MINUGUA Edición Temática, Pag. 431) 86 incluso en la Ley que dio vida al Fondo de Tierras se reconoce las diferencias en el trato para tales grupos sociales
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una muestra de ello, y el incentivo fue la promesa por la compensación, pero nuevamente asalta la duda en cuanto a la dimensión de la organización y la capacidad real de los “políticos profesionales” para mantener su movilización.
Volviendo al tema de los desmovilizados, para evidenciar parte de las interioridades del proceso de desmovilización de la insurgencia Santa Cruz expone: “Habíamos un poco más de 2,700 guerrilleros concentrados. Tuvimos que lamentar el hecho de no haber podido llenar el cupo máximo establecido. Muchos compañeros no creían en el proceso y no estuvieron dispuestos a exponerse públicamente ni compartir sus datos personales, que luego pudieran utilizase para perjudicarlos. Una historia de engaños y falsas promesas los respaldaba. Una época de secuestros, torturas y desapariciones los reprimía.” (2,004: Pag.281). Muchos de esos 2,700 a la hora de la desmovilización no ejercían el papel de combatientes, las cifras reales no se dieron a conocer debido a condicionamientos de tipo diplomático, pero muchos observadores militares extranjeros de MINUGUA vieron como se desmovilizaban guerrilleros con uniformes nuevos y fusiles sin ser utilizados, evidentemente esto no puede compararse con el proceso de formación cualitativa y cuantitativa de la patrulla.
El elemento a resaltar en este hecho es que este fue el punto culminante de una serie de “arbitrariedades del tratamiento al enemigo”87, que inició con el proceso de retorno organizado de refugiados desde 1993, pasando por la bajada de las CPR hasta la desmovilización de 1997. Ciertamente, a las patrullas que ya contaban con un cúmulo de argumentaciones políticas propias les era difícil entender los vericuetos de la negociación política que hacía el gobierno de Guatemala, el cual no necesitaba de consensos con la población que estaba involucrada en la patrulla88. De hecho, la visión que persistía de ella era el de una masa incapaz de razonar sin ayuda de la fuerza armada; es interesante la comparación que se puede producir en este momento con la poca importancia que la comandancia general de la insurgencia hizo de sus bases y simpatizantes con el proceso de negociación, llegó al colmo cuando se negoció el acuerdo de Derechos de los Pueblos Indígenas, pues no había representación indígena de parte de la
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Visión de los patrulleros en relación a los insurgentes (dentro de la misma categoría se incluyen: CPR, Retornados y Desmovilizados, dicha visión es formada por años de formación y propaganda del Ejército) 88 Aun cuando la insurgencia sostiene lo contrario, tampoco hubo un proceso amplio de consenso de las posturas a negociar dentro de bases, cuadros y militantes. La estructura de las organizaciones no lo permitía, hubo intentos de propagandizar las cercanías con los “sectores populares”, pero esto no pasó de ser eso: propaganda, y la forma como se desarrollo la estructura partidaria de URNG después es una muestra palpable.
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insurgencia,89 o como bien apunta Le Bot: “Ninguno de los cuatro indígenas que figuraban entre los primeros combatientes del EGP ocupa un puesto de responsabilidad y en la dirección del exterior de que dependía esta columna pionera no figuraba ningún indio.” (1995: Pag. 289) Parte de esa cuenta se cobra cuando Rigoberta Menchú y su grupo político rechazan la alianza política para las elecciones del 2,007 y el Secretario General de URNG, Héctor Nuila, responde: “no todos están con Winaq” refiriéndose evidentemente a los indígenas (Prensa Libre 21/02/07 Pag. 4) en una posición clásica de relativización de lo popular desde el maniqueísmo de la izquierda “revolucionaria” guatemalteca que igualmente se confirma con la forma como ANN90 se distancia de la candidatura a presidente de Rigoberto Queme en el 2,000 y de Rigoberta Menchú en el 2,007.
El año 98 y 99 han sido señalados por los informantes como el inicio del movimiento de los ex patrulleros en Petén, a partir de la necesidad de reclamar beneficios iguales a los que les estaban proporcionando a aquellos que estuvieron en la ilegalidad. Carmen de León Escribano afirma que las estructuras de la patrulla en realidad nunca desaparecieron, e incluso, desde antes de la firma de los Acuerdos Paz se afirmaba que éstas eran base del Frente Republicano Guatemalteco FRG por su afiliación a ex militares y luego negociaron con el Partido Patriota en donde al igual que el FRG habían varios ex militares, el colmo de la disputa de esta base social llegó con la incorporación de otro grupo de militares a las filas del partido Alianza Nueva Nación que esta encabezado por un ex comandante de las Fuerzas Armadas Rebeldes y ex miembro de la dirigencia de URNG, en fin, puede observarse dos constantes en este nuevo escenario político:
1. El reconocimiento de que la ex patrulla es base social, disciplinada y con capacidad de negociación política, incluso más que la población que en algún momento movilizaron las organizaciones de la URNG 2. Que su reconocimiento pasa necesariamente por asumir su versión de la realidad histórica.
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“Tres observaciones son frecuentemente formuladas en los medios indígenas: esta guerra fue impuesta a los indios; ellos no la quisieron; y es verdad que éstos han aportado la parta esencial de los combatientes y los muertos, los jefes y los que han decidido fueron casi siempre ladinos; la estrategia, los objetivos y la lógica de la lucha revolucionaria no eran los de los indios.” (Le Bot, 1995: Pag.288) 90 Alianza Nueva Nación, conformada por la disidencia de las antiguas Fuerzas Armadas Rebeldes, organización político militar integrante de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca URNG
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Lo que se ha demostrado es que los ex patrulleros tuvieron que recorrer otro camino para su reorganización cuya demanda original y superior es monetaria, pero en el proceso de afianzamiento grupal se construyeron discursos como los presentados al inicio de este capítulo. Nuevamente surge la lucha ideológica entre los que, siendo campesinos igual que ellos, se fueron a la ilegalidad con ayuda de extranjeros y los que se quedaron a defender a la patria.
3.2. Patrulleros y el Clientelismo político “La subversión se esconde en el hambre, la ignorancia y la pobreza y esos fenómenos deben ser atacados” (Discurso pronunciado por Ríos Montt durante la presentación de los 14 Lineamientos de Gobierno 5 de abril de 1982, Prensa Libre Pag. 2)
Aun cuando es una palabra muy utilizada en el ámbito del desarrollo, ha sido poco definida y es que originalmente deviene del apelativo que se le da a la persona o personas que establecen una relación de tipo comercial. Se dice que un comerciante tiene clientes quienes dan a cambio de bienes o servicios, moneda de amplia circulación.
Ahora bien, esta relación se complejiza cuando existen varios entes que proporcionan los mismos bienes y servicios, por lo tanto los clientes se inmiscuyen en un contexto de libre comercio donde la competencia se convierte en el ámbito de racionamiento y define precios y calidades de los bienes y servicios.
La crítica a las organizaciones de desarrollo y su accionar en las comunidades rurales desde las décadas de los cincuenta y sesenta, es cómo a través de “buenas intenciones” se propiciaba la destrucción de culturas o cómo estudios de campo y acciones consecuentes se utilizaron en procesos de contrainsurgencia (acción cívica). El clientelismo como definición también es utilizado para describir las crisis subsecuentes del sistema de partidos políticos.
El clientelismo para esta tesis no es más que la serie de actos tendientes a construir una serie de ofertas para ser consumidas por la población en función de obtener apoyos, esto se pudo apreciar en toda su magnitud en el pasado proceso electoral cuando la mayoría de partidos políticos habían incluido dentro de sus agendas el tema ex patrulleros con el fin de alcanzar un voto cautivo.
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No podemos apreciar con justicia el proceso de organización de los patrulleros y ex patrulleros fuera de esta óptica. Reconocimos anteriormente que el miedo no podía ser considerado como un elemento único en el proceso de estructuración de las PAC, que existió un proceso de negociación de liderazgos locales e incluso regionales, es ahí donde observamos los primeros indicios del clientelismo de nuevo cuño, uno similar al que se produjo con las alianzas llevadas a cabo por Carrera cuando formó el gobierno conservador a mediados del siglo XIX.
La acción cívica trató por medio de la estrategia integral de abordar una problemática compleja, pero cayó en clientelismo al querer ganar por medio de la oferta de desarrollo lo que supuestamente estaba utilizando la guerrilla como argumento político, veamos: “Históricamente, el involucramiento del Ejército en el campo del desarrollo se inicia con programas de Acción Cívica militar, cuya finalidad era buscar un mayor acercamiento y el apoyo de la población, para contrarrestar el incipiente trabajo político de los grupos armados” “El tipo de actividades que se impulsan bajo la Acción Cívica, tales como jornadas médicas, meriendas escolares, construcción de caminos vecinales…” (Documento orgánico del Ejército sobre asuntos civiles S5 mencionado por IGE en su informe especial)
Por su lado, la guerrilla intentó después de la abatida de inicios de los ochentas desarrollar lo propio en las comunidades de refugiados, en las CPR e incluso con los proyectos ejecutados por ongs afines, con presencia en la Guatemala rural. Esta época se convirtió en la “guerra de los proyectos”, que trascendía los meros discursos políticos, y empezaba por la máxima que “no hay conciencia cuando la barriga está vacía”.
La lucha actual de las organizaciones de ex patrulleros tiene que ver con ello, o como afirmaba el dirigente de la CNOC al inicio de este capítulo, campesinos que optan por la organización de patrulleros cuando luchan por la compensación y optan por la organización de campesinos cuando luchan por la tierra, y seguramente hay más, como por ejemplo: género, salud, medio ambiente, seguridad, entre otros.
El patrullero ciudadano, es pobre y excluido, pero también aprendió a negociar como lo hicieron aquéllos que abanderan luchas ciudadanas por causas revolucionarias hoy en día.
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El elemento en común en la patrulla es su carácter clientelar, esto por supuesto no demerita el constructo ideológico formado alrededor de los siguientes argumentos defendidos por los propios ex PAC, en las entrevistas llevadas a cabo para este estudio:
Reivindicar su papel determinante en la victoria del conflicto armado.
Cuestionar a las organizaciones de Derechos Humanos por su parcialidad a la hora de referirse a su papel en el conflicto armado, incluso por su supuesta parcialidad a la hora de cuestionar las razones de la violencia actual, la forma como “defienden delincuentes”.
Cuestionar al mismo Ejército que los utilizó y luego los abandonó. Incluso por apoderarse de la victoria sobre la insurgencia que les pertenece.
Caracterizar el verdadero peligro que corrió la patria de haber ganado la insurgencia.
El reconocimiento por un servicio prestado al Estado que puede traducirse en pago por jornales dejados de percibir por búsqueda de guerrilleros o por estar brindando seguridad.
La igualdad de tratamiento entre bandos contrarios en el conflicto (esto significa poner en el mismo plano a Comunidades de
Población en
Resistencia, Refugiados-Retornados y Desmovilizados versus patrulleros).
El reconocimiento a las viudas y huérfanos de los patrulleros caídos en el cumplimiento de su deber, al igual de lo que ha sido sostenido por otros grupos que se definen como victimas del conflicto.
El reconocimiento que las patrullas fueron obligadas no fueron voluntarias. Por lo tanto, hay una denuncia en contra de las fuerzas armadas por la violación de sus Derechos Humanos. Esta reivindicación contradice las argumentaciones relacionadas al reconocimiento de la validez de su papel en el conflicto.
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Estos argumentos definen el rumbo de una discusión académica pendiente y, que contradictoriamente los políticos han reconocido ampliamente. Los patrulleros fueron el elemento determinante en la neutralización del proyecto de toma de poder por parte de la insurgencia de izquierda, primero porque le arrebato la bandera a la insurgencia de que la existencia de estos era por el “campesino” el “pobre” o el “indígena”, pero la realidad social del Patrullero no era más que la afirmación que dichas categorías sociales y culturales no encerraban, precisamente, un contenido “emancipador”, era una forma de afirmarles a los apologéticos de la izquierda, que no todos los campesinos, pobres e indígenas estaban con ellos, la patrulla, por lo tanto, en su valor propagandístico, era la relativización de la realidad social y del conflicto mismo.
Es necesario tomar en cuenta, además, que ha existido una serie de descalificaciones a las PAC como movimiento social y político y la legitimidad de su liderazgo. Es evidente que el clientelismo sobre las masas tratan de presentarlas como entes puros, sólo campesinos sin PAC y PAC sin campesinos, víctimas sin victimarios, mujeres viudas víctimas no mujeres de victimarios (y victimarias también a veces) viudas.
Las patrullas llegaron a impactar como movimiento, como estrategia y como individualidades. No hay que menospreciar el trabajo de elevación de capacidad de liderazgo que llevó a cabo la función desarrollista de la contrainsurgencia, lo cual dio lugar a liderazgos como el de Rosenda Pérez y cientos de líderes de grupo y aldeas que solamente se podrían comparar con el volumen de liderazgos que forma la iglesia católica, y ahora las iglesias evangélicas, ni siquiera los partidos políticos que actúan coyunturalmente y que no forman sino más bien movilizan, el mismo David Stoll al referirse al proceso de introspección política de la población muestra gran admiración: “el ejército guatemalteco tenía una sorprendente habilidad para convertir a los sobrevivientes de sus masacres, incluso a los ex – partidarios de la guerrilla, en los principales pilares de sus operaciones de contrainsurgencia.” (Pag. 104) este proceso de agenciarse de lealtades tenía que ver con la forma como el mismo Ejército se aliaba, más que imponerse, sobre los poderes locales e indígenas.
Esta serie de lealtades se reactivan cuando los partidos políticos, post- conflicto, reactivan sus viejas redes de apoyo social en el medio rural, esto es posible verlo en el comportamiento del voto durante las elecciones del 2,000 que le dieron la victoria al Licenciado Alfonso Portillo, al De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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ser observado este proceso, otros ex – militares, ahora organizados en al menos dos partidos políticos (Partido Patriota y Alianza Nueva Nación Social Demócrata), dividen la supuesta unidad de la patrulla en torno a proyectos electorales para el 2,007.
3.3. La patrulla y la pobreza rural “Si me abandonas, recuerda bien la lucha, recuperemos la herencia De los padres, para que haya tierra de sobra pa`los pobres” (Conjunto CPR de la Sierra, cancionero Pag. 8081)
Según FLACSO la pobreza es: “Es la condición de privación que experimentan los individuos, las familias y comunidades, la cual está asociada con las carencias de los principales satisfactores de las necesidades humanas. Hay pobreza económica cuando las carencias están relacionadas principalmente con el ingreso y el consumo. También existen carencias y privaciones que se derivan de procesos y relaciones sociales como la exclusión social, la desigualdad y la marginalidad, aspectos que condicionan violaciones a derechos o ausencia de libertades… por tanto, una persona puede ser pobre cuando carece de recursos y medios económicos, cuando no puede desarrollar sus capacidades por falta de oportunidades, y en tales circunstancias no se le permite tomar decisiones sobre su vida ni ejercer su ciudadanía.” (2,004: Pag.11)
La denominada guerra contrainsurgente era un planteamiento de carácter integral, que en su fase discursiva tendía a atacar el planteamiento original y central de la insurgencia, LA POBREZA, elevando la categoría de clase por encima de la serie de las demás categorías sociales presentes en la configuración nacional, tal y como lo demuestra la entrevista a Rolando Morán, por parte de Iosu Perales: “la incorporación de las étnias a la revolución y a una nueva Guatemala, no sería un hecho posterior a la Reforma Agraria, sino exactamente lo contrario, la revolución en Guatemala, no era posible sin la participación activa y masiva de los indígenas. No solamente por el aspecto numérico, ya que son la mayoría del país, sino porque la revolución sólo se podía concebir alrededor alrededor de dos problemas fundamentales: la lucha de clases y la opresión nacional.” (Pag. 70) En efecto, dicha entrevista dejaba ver el derrotero novedoso de la llamada revolución en la década de los noventas cuando se asumía al mismo nivel el elemento de la disparidad étnico cultural y catalogarlo de “opresión nacional”, y persiste el elemento tradicional de la lucha de clases, cabe mencionar que el Ejército Guerrillero de los Pobres agrupaba la
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mayor cantidad de milicianos, desde las movilizaciones de la montaña del mediados del siglo XIX, en su mayoría aplastante indígenas, pero contradictoriamente no poseía cuadros de dirección de ninguna de las étnias guatemaltecas, y siendo una debilidad de practica, más que discurso, de parte de la dirección ladina, el llevar a cabo la revolución con sentido de reivindicación étnica, era evidente que todo los elementos discursivos se iban por lo clasista, “resuelto ello, se resolvía todo lo demás” lo cual reflejaba un tremendo simplismo, que puesto en practica en el conflicto armado no logró influir lo suficiente en la moral de la militancia.
Ahora bien, la patrulla, que originalmente tendría un antecedente en los batallones de zapadores de finales del siglo XIX, que no eran más que la mano de obra del sistema, debería de pasar a formar el brazo civil de la contrainsurgencia. El ejército desde hacía años anteriores había adquirido caracteres étnicos en la conformación de la tropa, pero el formar un Ejército de ocupación indígena, no era una opción de sostenibilidad frente a los discursos, poco congruentes de la insurgencia, por lo tanto la patrulla combina ambos factores, el combate a la pobreza y el combate a la insurgencia sobre todo en el momento de la SEGUNDA PATRULLA que además pretendió ser utilizada para el ingreso de las políticas emanadas de las iniciativas de Paz que se dieron posteriormente a los Acuerdos Esquipulas91 y que luego dieron pie a los Acuerdo de Paz.
La patrulla institucionalizó el llamado trabajo comunitario voluntario en el marco de las iniciativas de desarrollo, que es una práctica ya centenaria, y que reflejaba dos elementos sociales a saber: la integración social y la necesaria inversión social en infraestructura, que por lo regular el Estado no asume.
Los costos de la llamada modernización del liberalismo decimonónico por medio de la habilitación de carreteras recaían en el trabajo forzado y semi forzado de los campesinos, el mismo modelo fue utilizado durante la contrainsurgencia de los ochentas y noventas, que rebasaba la doctrina de “Acción Cívico Militar”, que no era más que la inversión en desarrollo con un objetivo predominantemente propagandístico, pero el estatuto de gobierno del triunvirato de 1982 iba más allá, por medio de dos programas: “Fusiles y Frijoles” y posteriormente “Techo, Trabajo y Tortilla”, el mismo director de Asuntos Civiles del Estado Mayor de la Defensa lo explica por medio de su intervención en el Foro Nacional “27 años de lucha por la Libertad”
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Ejemplo de ello fueron los proyecto PRODERE que intentaban aliviar en parte los problemas de pobreza para las regiones que habían sido mayormente golpeadas por la violencia como era el caso del área Ixil e Ixcán ambos en Quiché.
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(parafraseado por el informe de la IGE) “…debemos comprender de que en un país donde existe miseria, existe pobreza extrema, es fácil que germinen ideologías extrañas a la nuestra. Por eso digo que las condiciones económicas, el subdesarrollo en Guatemala es un caldo de cultivo (de la subversión) y lo vuelvo a afirmar, debemos realmente de hacer esfuerzos por elevar este nivel de vida, para que estas doctrinas, para que esta ideología extraña, no tengan cabida en nuestro medio.” (Pag. 60). Entonces la patrulla era concebida como el centro de las estrategias que apuntaban a crear bases de participación para luchar contra la pobreza extrema, no hay que olvidar que en el período de gobierno de Ríos Mont se implementó adicionalmente el Impuesto al Valor Agregado, que tenía como objetivo elevar la recaudación tributaria para elevar la inversión social.
Evidentemente el impacto de tales inversiones no logró acabar con la pobreza en el medio rural, sobre todo porque no logró ira las causas estructurales de tal situación, como era la distribución de la tierra o la masificación de la alfabetización, sin embargo se llevaron a cabo obras que lograron mantener movilizada a las comunidades a lo largo de los teatros de operaciones, los sacó de la inoperancia de la pobreza y alimentó las relaciones de trabajo solidario intercomunitario y elevó al Estado como patrón, cosa que no sucedía desde los tiempos del reglamento de jornaleros de finales del siglo XIX.
La lucha por el pago de servicios prestados al Estado por las horas, días, meses y años de patrullaje, que en si mismo no resulta ser una solución a la pobreza rural, si la ubica como una clara reivindicación monetaria por aquellos trabajos que le correspondían al Estado realizar, es como un ajuste de cuentas hacia ese modelo de desarrollo que al pretender ser participativo pero que objetaba el llamado “paternalismo” a había utilizado algunas políticas del Estado de Bienestar durante la década de los setentas y parte de los ochentas.
En regiones como Ixcán y otras fronterizas con México, sobre todo, la lucha contra la pobreza, posteriormente a los grandes desplazamientos forzados por la violencia contrainsurgente, fue el reasentamiento de comunidades afines en tierras abandonadas por los desplazados, dicha política semejaba mucho a lo emprendido por las colonizaciones de los territorios ocupados en la Franja de Gaza por el Ejército Israelí posteriormente a la denominada Guerra de los Seis Días en 1967.
No se puede entender el proceso de organización de la segunda patrulla sin entrar a discutir el modelo de desarrollo agrícola que se venía venir con los cambios de ajuste estructural que dieron De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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fin a lo que se conoció como políticas del Estado de Bienestar. La década de los ochentas y noventas vio contraerse el sector público agrícola, cerraron operaciones el Banco de Desarrollo Agrícola BANDESA, la Dirección de Servicios Agrícolas DIGESA, la Dirección de Servicios Agropecuarios DIGESEPE entre los más importantes, pero también se vio nacer los fondos sociales como el Fondo Nacional para la Paz el FONAPAZ, el Fondo de Inversión Social FIS, el Fondo para la Reinserción laboral y productiva FORELAP y el Fondo de Tierras, e incluso el controversial Fondo de Desarrollo Indígena FODIGUA92.
Esta reubicación de la inversión se dio en el marco de la reactivación productiva del agro, que estaba cimentada en las bases de la organización de la patrulla, dado que las nacientes comunidades de repatriados y desplazados, influidos por los esquemas políticos de izquierda no representaban el universo del agro, incluso posteriormente a la Firma de los Acuerdos de Paz se produjo el fenómeno de la reorientación del financiamiento externo para la paz hacia los entes que el Estado había formado, dado que se había ganado la solvencia para poder hacer uso de ellos y porque el esquema de financiar el desarrollo, solo por medio de las organizaciones de desarrollo no gubernamentales, no representaba ya una alternativa sostenible para acabar con la pobreza rural, las
comunidades que antes eran constituidas por militantes negociaron
“proyectos” con el Estado, la lógica de la negociación que había existido durante el conflicto adquirió nuevos impulsos y nuevos matices.
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Que en realidad duplicaba los esfuerzos de inversión de los otros fondos en las mismas regiones que estos actuaban. La existencia de este más bien se debió a la imagen que el Estado quería presentar en cuanto a los esfuerzos que encaminaba para acabar “con las causas del conflicto” que se aceptaron durante las negociaciones. Hoy en día este fondo a girado su inversión en proyectos “culturales” que a criterio de este autor, incrementan la construcción del “cultural difference” (como se designa en Estados Unidos a los esfuerzos por diferenciarse de la predominancia cultural) de la intelectualidad indígena que en su proceso de ideologización asume la identidad política de Maya.
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Análisis Final Patrullas, sub-cultura de la violencia y la construcción del sujeto social post conflicto “Cuando un pueblo sostiene una lucha armada o, aun política contra un colonialismo implacable, la tradición cambia de significado. Lo que era técnica de resistencia pasiva puede ser radicalmente condenado en este período” (Fanon, 1963:Pag. 204-205)
¿Fue la violencia desarrollada desde las patrullas producto de la espiral de violencia desatada por la contrainsurgencia?
La razón por la cual inicialmente se presentó un análisis histórico en relación a la utilización y participación de la población en movimientos de carácter militar, fue para evidenciar el continuo en la utilización de la variable violencia desde su interpretación civil.
No es cierto afirmar que la población que se vio afectada o involucrada en el conflicto no conocía la violencia, probablemente había pasado un tiempo de relativa calma política, más no de paz, producto de la estabilidad social, de hecho la pobreza y la marginalidad propia de las regiones rurales en Guatemala (indígena y ladina) son derivaciones de un sistema basado en la violencia, pero además, históricamente se habían producido levantamientos civiles, los cuales de una u otra manera estaban y están presentes en el imaginario colectivo.
¿Acaso no es violenta la muerte de un niño por desnutrición? O ¿el traslado de campesinos en camiones a la costa? Y no digamos de todas las expresiones de violencia que van con las propias formas que recrea la cultura de la pobreza (malnutrición, el analfabetismo, la ignorancia, y demás). Carlos Orantes afirma en torno a ello: “Es nuestro lenguaje y, lógicamente, le da significaciones a la percepción cotidiana.” (Compilaciones ECAP, 2,003: Pag.265) por lo tanto, a diferencia de lo que el mismo autor propone, la violencia crea identidad dentro de un grupo social, que paradójicamente disgrega pero también une, algunos patrulleros llegaron a afirmar que su voluntad a defenderse estaba por encima de los intereses del Ejército y de la Guerrilla, incluso hubo uno en Ixcán, que en sus palabras afirmaba: “aquí a los dos les damos verga…”, (testimonio de Cho) o el chiste que popular que en aquellas regiones suena como forma de tradición oral: “de los dos solo al ejército le creemos, porque la guerrilla dijo que nos daría
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tierra y no nos dio nada en cambio el Ejército nos dijo que nos daría verga y verga nos dio…” (testimonio de Cu)
La tesis del “indio empoderado”, o “maya empoderado” en su adscripción políticamente correcta, frente al hecho de armarse de instrumentos de destrucción, pero también de poder, tiene que ver con la tesis del proceso de colonización mental a la que hacía referencia Fannon: “… esa agresividad sedimentada en sus músculos, va a manifestarla el colonizado primero contra los suyos…” “el mundo del colono es un mundo hostil, que rechaza, pero al mismo tiempo es un mundo que suscita envidia. Hemos visto cómo el colonizado siempre sueña con instalarse en el lugar del colono. No convertirse en colono, sino con sustituir al colono” (pag. 46). En ese sentido es factible sostener que la obligación por participar en la autodefensa, también, era una invitación para el saqueo y la tropelía, era el participar en la gloria de la victoria, era sacar al campesino en su dimensión micro al plano de héroe en la campaña contra “la agresión” que el Ejército pregonaba, y que en algunas dimensiones del conflicto eran verdaderas.
Esto reafirmó una sub-cultura que existe desde siempre y el ejercicio mismo del poder patriarcal, eclesial, étnico, urbano-rural. La conducta misma de los individuos viene a ser una manifestación de la socialización de valores, la utilización de la violencia “legítima” de la contrainsurgencia, así como la fundamentada desde “la liberación”, formaban individuos cuyos parámetros de sensibilización frente al dolor provocado era más perceptible, además que la pobreza material e intelectual misma, no permitía llegar a momentos de racionalización del impacto a futuro. La doctrina del judeo cristinianismo cuyas bases se encuentran en el martirio mismo de Jesus93, legitiman también la violencia. (Esto puede ser tema de otra tesis) en tanto más fatalistas y menos centrados los elementos de la humanización del ser social el cristianismo proporcionaba situaciones periféricas y nodales para la constitución de esa cultura de la violencia.
Por otro lado, no se puede dejar de mencionar los esfuerzos que el Estado hizo por imponer nuevos liderazgos basados en el proceso de militarización (semi permanente) que exigió la contrainsurgencia al principio y la reactivación del agro después.
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Paz y Bendiciones para el.
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En Guatemala se ha creado una subcultura de la violencia94 que trasciende más allá de las consecuencias del conflicto armado interno, antes y después, tal y como le escenifica Mariano Azuela en su obra “Los de Abajo” (ver recuadro), en donde la muerte irracional es motivo de celebración; ¿será esto un mecanismo de afrontamiento? Lo irracional se racionaliza en el constructo cultural, la tan propugnada Cultura de la Paz como la supresión de los medios violentos, no es nada más que la representación del idealismo más denodado del liberalismo. (¿es acaso posible la ausencia de conflicto?)
En efecto, el desarrollo de la violencia en Guatemala es continuo que se basa en estructuras económicas determinadas y reproducción de elementos simbólicos que se construyen y reconstruyen de un estadio histórico a otro, sino como se explica que a diez años de firma de los Acuerdos de Paz, la tasa de homicidios sea de las más altas en América Latina (de 2,655 en 1,999 a 5,885 en el 2,006, según informe de PNUD Pag. 1) esta tasa de crecimiento sobre pasa muchos de los años de conflicto, excluyendo por supuesto especialmente el lapso de 1982 a 1984 que es donde se ubican la mayor cantidad de masacres en el occidente de Guatemala.
Orantes Trocoli afirma: “Psicológicamente, es pertinente la pregunta: qué condiciones son necesarias para cultivar la violencia: propongo para la consideración inmediata, que esta puede generarse si su ejecución produce gratificaciones subjetivas (poder, rango, beneficios económicos), si se cuenta con la impunidad (es decir, si la acción, aunque penable y sancionable, no trae consecuencias adversas al ejecutor); otra condición es el reconocimiento o trascendencia públicos (aquí aparece el deleite por el sufrimiento y por el impacto emocional en la población)” (ECAP: 2,003: Pag.269) Todas estas premisas se produjeron en el nacimiento y desarrollo del movimiento de los patrulleros reorganizados, cuando paralizaron carreteras, atentaron contra los oleoductos, y cerraron el aeropuerto internacional en Santa Elena Petén no se produjo ni una sola detención, ni acción punitiva de la policía, por el contrario se les reconoció su papel histórico, e incluso se les situó como otro movimiento social, lo discutible, por supuesto, era el monto de dinero a pagar, a pesar de los millones de quetzales por las perdidas ocasionadas. Ello, en términos de Orantes Trócoli proporciono las gratificaciones que no se produjeron cuando se desmovilizaron, incluso el reconocimiento de esa parte de
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Con esta afirmación no se pretende entrar en la tan concebida percepción de académicos “políticamente correctos” que ubican a la violencia como producto del conflicto armado interno que acaba de terminar formalmente, más bien hago referencia a aquella violencia que no sólo se construye en la relación de clases, sino a la que está subyacente en las relaciones genéricas y de casta, o sea la que nos define como lo que somos, como guatemaltecos.
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instituciones como la Procuraduría de Derechos Humanos que mantenían vivo el señalamiento acerca de si eran victimarios.
No se produjeron persecuciones penales ni para delitos realizados antes o después del conflicto, lo que alimenta la impunidad, ese sentido a su vez refirma el ser histórico formado por la propaganda y que ahora es un cliente político indispensable, la base conservadora de la población.
Los federales comenzaron a gritar su triunfo y hacían cesar el fuego, cuando una nueva granizada de balas los desconcertó. - ¡Ya llegaron más! – clamaban los soldados. Y presa de pánico, muchos volvieron grupas resueltamente, otros abandonaron las caballerías y se encaramaron, buscando refugio, entre las peñas… A los de abajo… A los de abajo..-siguió gritando encolerizado. Los compañeros se prestaban ahora sus armas, y haciendo blancos cruzaban sendas apuestas. -Mi cinturón de cuero si no le pego en la cabeza al del caballo prieto. Préstame tu rifle, Meco… - Veinte tiros de mauser y media vara de chorizo porque me dejes tumbar al de la potranca mora… Bueno…¡ahora!... ¿Viste que salto dio?...¡como venado!... -¡No corran, mochos!... Vengan a conocer a su padre Demetrio Macías (pag.14-15)
La utilización de la violencia como instrumento de guerra política tiende a construir parámetros mentales, y/o culturales, que la justifican e incluso la celebran. Muchas fueron las canciones (ver recuadro), por ejemplo, que la guerrilla misma utilizó también para justificar la violencia “justa” e incluso “santa” si ésta era ejercida para “liberar a los pobres”, que en la practica ética de su propuesta de Nuevo Estado, esta serie de expresiones de propaganda estaba cimentada en la misma parafernalia conservadora que el marxismo y el cristianismos proporcionaba, el primero, en su interpretación desechaba la variable cultural a tal extremos que al afirmar que: “el problema indígena en Guatemala es sobre todo un problema agrario” (A.M. Arriola citado por Le Bot. 1995: Pag. 281) dimensionar al indígena como una variable secundaría al gran problema de “clase” es llevar a un plano de etnocentrismo el discurso convertido en práctica política. De hecho ese “Ejército Asesino” o “los delincuentes terroristas” no eran más que la prueba de lo
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paradójico del reclutamiento forzoso, toma de conciencia ciudadana y sobrevivencia pura, de la misma población que asumían representar. Tírale, tírale al cuero Que lo vas ajusticiar Tírale, tírale al cuero Que es la guerra popular… La emboscada se prepara con mucha precisión Para que truene la explosiva Al mero paso del camión Luego vamos adelante Acabar la situación Disparando nuestros tiros Al ejército opresor (extracto de canción La Emboscada del grupo Kin Lalat, expresión musical de URNG en 1985)
A guisa se ejemplo, en la comunidad Paraíso 107 ruta al Naranjo, municipio de La Libertad Petén, cada año se conmemora la expulsión de un grupo de guardarecursos del CONAP destacados en el Parque Nacional Sierra del Lacandón, y la consiguiente quema de las instalaciones que ocupaban. Muchos de los que participaron en tal acción, que fue una afrenta al poder del Estado, fue realizada por expatrulleros, existe ahí un hecho que constituye el referente histórico que define parte de la cultura local.
Mucho de la construcción cultural de la violencia, tiene que ver con la aplicación, hoy en día, de la “justicia popular”95 por medio del linchamiento y los mal llamados ajusticiamientos, algunos de los cuales han sido adjudicados a las estructuras de la patrulla, pero también existe toda la gama de acciones de “justicia por mano propia”, donde la vida humana ha adquirido un precio en moneda. Sin embargo, hay que considerar que dichos mecanismos sub culturales estuvieron presentes antes del conflicto, las partes los utilizaron, promovieron y mejoraron a la hora de aplicar “justicia”, luego la validaron desde la cultura local. No son pocos los casos en donde comunidades indígenas (especialmente en Huehuetenango y Alta Verapaz) Donde representantes comunitarios amenazan con linchamientos a todos aquellos que rompen el supuesto orden comunitario (llegando a casos en que se lincha a personas ajenas que pasan atropellando un perro, por ejemplo), un orden tendiente a “conservar” cierto orden de cosas, encarcelamientos 95
Se mantiene la discusión entorno a si esta expresión de “justicia” es consuetudinario o maya. Algunas organizaciones como la Defensoría Indígena afirma que el derecho consuetudinario no es más que la expresión de justicia que no necesariamente proviene de una concepción reparativa que posee el derecho Maya, o sea que no todo lo que hacen los Mayas precisamente es Maya, y el linchamiento es una muestra de ello, de lo aprendido en la historia colonial y del conflicto armado.
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arbitrarios en aldeas, y ahora que están de moda las lapidaciones públicas (como un mecanismo intermedio al linchamiento y que es reivindicado desde la aplicación del Derecho Consuetudinario y la aplicación del Convenio 169 de la OIT, desde el particular punto de vista de comunitarios)
Esa sub-cultura se construyó a lo largo de años de conflictos, a lo largo de una prolongada y sostenida campaña de evangelización, por medio de la marginación social y política, pero también con la ideologización que los sujetos sociales han realizado en estos contextos, lo hizo la iglesia católica, la evangélica, el Estado por medio del Ejército y todas las organicidad político militar (incluyendo organizaciones “progresistas, consecuentes, conscientes, solidarias, de base, clase, etnia y género”)
Los espacios de poder, no de la patrulla, sino de la violencia como mecanismo, se utiliza cuando el contexto de agresión así lo requiere desde la práctica cultural, por lo tanto el linchamiento y ajusticiamiento es hijo putativo de la subcultura de la violencia política, que incluso, formó cuadros dirigenciales en varias comunidades con grados variados de insensibilidad. (o sensibilidad así sea el caso)
Se ha constatado en las entrevistas realizadas a ex –PAC que justifican el uso de la violencia (en las comunidades), por ejemplo, contra la delincuencia actual como lo hizo con la insurgencia, no haciendo diferenciación en la misma. Esto nos dice, entre otras cosas, que más que el discurso, la violencia se justifica discursivamente en contextos violentos. Las manifestaciones “populares” se justifican con la “pobreza” de los individuos, que dicho sea de paso, por medio de sus organizaciones ayudan a construir al sujeto enemigo del Estado y del “rico”.
En cuanto al patrullero, y sus manifestaciones violentas son auto-justificadas a partir de la pobreza y marginalidad, en donde formulan una justa demanda sobre el reconocimiento a su aporte al sostenimiento del Estado. Las razones y su validez construyen referentes culturales, esto se encuentra presente en la afirmación del Doctor Severo Martínez en cuanto a la definición del indio oprimido: “...el indio ha sido y sigue siendo oprimido. Ahora bien; la opresión genera inferioridad y desvalimiento, porque bloquea las posibilidades de desarrollo material e intelectual del hombre oprimido (de ahí emana precisamente la necesidad de luchar contra la opresión) decir que el hombre conserva en plenitud su esencia humana bajo cualquier circunstancia, con independencia de su desarrollo físico e intelectual, es uno de los más De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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profundos y persistentes principios de las ideologías opresivas de todos los tiempos; principio enderezado precisamente para hacer creer que la miseria no afecta lo “humano” del hombre. Pero desde posiciones científicas lo humano del hombre no es un “don”, sino un conjunto de facultades específicas que se pueden dar más o menos desarrolladas como consecuencia de condiciones históricas diversas.” (1991: 81).
Los últimos años de la patrulla de autodefensa contrainsurgente fueron los años de los comités “voluntarios” de autodefensa. Cuando fueron desmovilizados y vueltos a movilizar en torno a la indemnización, retoman la figura de la patrulla que es la figura del sujeto activo en el contexto del conflicto, esta imagen define al ciudadano creado desde la contrainsurgencia, ese ciudadano que ejerce la violencia “necesaria” cuando lincha a “un delincuente”, o cuando celebra los discursos políticos de los que ofrecen “mano dura”, este sujeto, a diferencia de lo que vaticinan algunos académicos, no acaba con el pago a los servicios prestados al Estado, ciertamente de ser su demanda central, estos generaron una serie de interrelaciones con los agentes del Arma Secreta del Ejército, (unidad de Asuntos Civiles) lo cual se traduce en lealtad, identificación hasta pragmatismo, todo ello marcado por una serie de códigos cimentados por la educación cívica a la que fueron expuestos. Lo mismo pasa con las bases sobrevivientes de la Guerrilla, que en su desarrollo organizativo, llegó a emular a un pequeño Estado.
El Estado reafirmaba con las patrullas el carácter del ciudadano activo (a diferencia de aquel que era considerado como pasivo u objeto de la acción civilizadora), que contrastaba con el de sujeto como clase social que intentaba construir parte de la insurgencia y que ella misma contribuyó a disminuir en su dimensión cultural. Intentó abordar la construcción de la dicotomía étnico clasista con el indio-pobre (más presente en ORPA). Estos conceptos fueron contrapuestos uno con el otro en el contexto del conflicto. Ambos validan en el uso de la violencia política como mecanismo de poder, las masacres y la expulsión al refugio interno y externo, son vistas por los algunos patrulleros (no en forma abierta por supuesto) como las victorias, en el plano del conflicto.
El patrullero se convirtió en artífice, en el post-conflicto, más que en un instrumento como pudo haber sucedido, en el recuento de la historia inmediata desde ellos mismos. A algún cercano amigo mío, comentaba el hecho de que cuando tuve la oportunidad de observar la movilización de patrulleros en Petén, pude notar que estos cotizaban con cinco quetzales al mes para financiar las movilizaciones de sus dirigentes, y cuando era necesario aportaban más, hoy en día pocos De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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movimientos sociales cuentan con ese nivel de cotización por parte de sus afiliados, de hecho los sindicatos que según sus estatutos lo define como una obligación, últimamente ha caído en desmejora, y otros movimientos como los campesinos se han visto envueltos en escándalos que dan fe de cuantiosos recursos financieros que provienen de la “cooperación internacional solidaria” o triangulaciones de fondos del mismo Estado en su deseo de corporativizar al llamado movimiento social en todas sus dimensiones.
El patrullero activo se asume a sí mismo como ciudadano que trascendió la identidad del cómplice, como fue definido en las conclusiones de la CEH, paso a reclamar su reconocimiento como héroe del conflicto, incluso por encima de la misma tropa, oficiales, G2, G5 y Kaibiles, esta identidad junto con aquella que se generó en las filas de los desmovilizados cuya minoría siguen activos en los esfuerzos de construcción de partido político y otros, por su parte, junto con una gran parte de disidencia pre-firma de acuerdos de paz, han encontrado en el anonimato y la militancia pragmática en partidos políticos la forma como de pasan la factura por las mentiras en las que incurrieron los responsables de llevar a cabo la revolución.
Hoy en día, la presencia organizativa de los ex patrulleros y sus demandas, definen junto con el Estado la lectura de la historia reciente y, que contradictoriamente, no ha sido superada por las mismas víctimas sobrevivientes que siguen al amparo de la comunidad internacional. Dicha historia, como muchas otras, es narrada desde los vencedores, los que impidieron que “Guatemala cayera…”, pero igualmente que le diera continuidad al elemento discursivo de la asimilación, ya no son campesinos, indígenas sino patrulleros en su adscripción de ciudadano activo y presto a servir a la nación, incluso por encima del votante.
El patrullero, como producto del conflicto,
se ha diluido en la sociedad, además de ser
agricultor, es agente de seguridad, comerciante, dirigente político local, ha realizado acciones en contra de las mineras, ha participado en consultas populares, en votaciones generales, en toma de fincas, en presionar a los maestros para que trabajen, es parte de juntas escolares, de cooperativas, es promotor de desarrollo, de salud, en fin, esta en gran parte de los aspectos de la vida social comunitaria en la Guatemala rural, participa en la formación de nuevos ciudadanos, muchos de ellos desarrollaron los trámites de la compensación económica, pero además han sido alimentados culturalmente con las historias que emanan de esas largas jornadas de patrullaje, han conocido de voz de sus progenitores su percepción sobre su relación con la guerrilla y con el Estado y eso en el mundo de la exclusión se convierte en la versión popular de “la historia”. De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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Hay que entender que tanto La Patrulla de Autodefensa Civil como los Comités Voluntarios de Autodefensa Civil, han sido un pseudo movimiento social (apadrinado por el Estado) más grande de la historia, sólo comparable, a nivel centroamericano, con la movilización realizada por Frente Sandinista de Liberación Nacional durante la guerra de resistencia a la agresión norteamericana después de 1979, por lo tanto ha sido el movimiento social que más a influido en el cambio cultural a nivel rural, mucho más que la teología de la liberación.
Frente a la afirmación que el conflicto, llevado a las comunidades tendió a: Ruptura de la comunidad, desintegración, cambios religiosos, ruptura de patrones culturales y afectación de la cosmovisión, entre otros (presentado por ODHAG 3rd Bangladesh 2,001) conclusiones que son compartidas por los informes de REMHI y CEH, frente a esta tesis podría sostener: que en lo relacionado al cambio cultural acaecido por el conflicto, en su dimensión global tanto por los que pretendían el llevarlo al plano de la formación del ciudadano activo, como el que planteaba el llevarlo al plano del revolucionario con un enfoque clasista, lograron en el plano de la lucha ideológica cambiar un continuo de exclusión post-colonial. Se puede plantear esto como otro intento por ladinizar, claro, aún cuando las partes ideológicas del conflicto planteaban el partir de la raíz cultural, en la realidad política, pretendían cambiar esa situación cultural que era caldo de cultivo para que el “enemigo” actuara. Pretendían llevarlo al plano de un sujeto homogéneo culturalmente hablando, aculturarlo y terminarlo de evangelizar.
Ciertamente se produjeron esos cambios, pero en el sentido global del conflicto, por lo tanto, la misma cruzada de nueva evangelización (representada por la teología de la liberación y por la infinidad de cultos evangélicos) aporto a ello con definiciones políticamente correctas, pero que encerraban proyectos políticos aún mayores.
Era imposible, que el desarrollo histórico de una nación no afecte el desarrollo de las culturas locales96, el conflicto lo que logró, entonces, fue catalizar dichos cambios de manera tal que emergió lo mejor y lo peor de la inventiva de los individuos y del colectivo, esto se produjo desde el aparecimiento de las guerrillas hasta la implantación de las patrullas y el genocidio mismo, pero lo era desde la existencia del minifundismo, desde el proceso de migración anual a la costa, con la falta de servicios, pero también con las percepciones que ello creo sobre la 96
Como lo hizo la revolución verde, la Acción Católica o la misma Alianza para el Progreso todos ellos en los años sesentas.
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realidad circundante. Una situación cultural determinada no se define por lo que no es o por su definición negativa, sino más bien por lo que es frente a la historia.
La patrulla, por su composición numérica, es esencialmente indígena, que frente a las reivindicaciones del llamado movimiento maya se constituye en una antítesis, debido a que se parte del presupuesto de su conformación conservadora y lo maya, como expresión de la subalternidad, que en la afirmación de un Estado racista, se convierte en la posición políticamente correcta.
La patrulla cambio el rumbo de la configuración de la relación indio-ladino, por un lado el ejército reconoció que la contrainsurgencia sin reconocimiento de la diversidad cultural no tenía posibilidades de triunfar97, y la posición conservadora que algunas patrullas construyeron no podía prevalecer sin el apoyo del Estado.
Hoy en día la discusión sobre si los mayas son un movimiento político de derecha o izquierda, parte de cómo de la forma en como las identidades fueron objeto de negociación en los diferentes proyectos políticos, incluyendo el de la conformación de la ciudadanía que va más allá de la afirmación de que todo lo que no es maya es ladino y con ello se eterniza la visión dicotómica de la sociedad guatemalteca, y no se toma en cuenta que en el espectro de la identidad lo religioso juega un importantísimo lugar. Este fue un conflicto que en su última fase no sólo tuvo rostro indígena sino cristiano, con sus correspondientes interpretaciones (evangélicos, católicos conservadores, católicos de Teología de la Liberación, entre otros, la cosmovisión maya, desde nuestro punto de vista no era significativo como tendencia ideológica como tampoco lo eran los ateos)
La violencia en sus diferentes expresiones y escalas, fue la expresión de conflictos subyacentes, lo interesante en la observación del fenómeno fue que a pesar de que la izquierda remarcaba que el racismo y la exclusión eran detonantes de la violencia, poco del conflicto tuvo características propias de diferencias étnicas, no se produjeron hechos violentos contra indígenas por el hecho de ser indígenas, cometidos por ladinos y por el otro lado igual, diferente a las expresiones de 97
El Consejo de Estado formado por el gobierno de facto del General Efraín Ríos Montt reconoció la participación colegiada de los indígenas como sujetos culturales, antes de la nueva Constitución de 1985, incluso los meses de julio y agosto de ese mismo año hubo una discusión en relación a cuantas étnias deberían participar, como tales, esta misma discusión se retomo cuando se constituyó la Academia de Lenguas Mayas después del gobierno de Vinicio Cerezo.
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ajustes de cuentas que se produjeron durante el efímero período del General Ponce Vaides en 1944 cuando comunidades Kaqchiqueles de Chimaltenango, específicamente en Patzicia, arremetieron en contra de sus vecinos ladinos por rencillas con manifestaciones raciales. En el lenguaje actual no se produjeron crímenes de odio98, más bien hubo una serie de manifestaciones de actos de violencia extrema, fríamente planificada en el marco de operaciones militares.
El patrullero es la cara de la conformación étnica, que la intelectualidad maya no percibe como parte de su proyecto liberador, pero que en la práctica sigue siendo indígena. Es el ladino histórico formado en la rebelión de la Montaña y que construyó la nación guatemalteca segregada.
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A pesar de que el genocidio en realidad es la manifestación superior de odio, este no fue irracional en el sentido practico de la guerra, contrario al genocidio que se produjo en Bosnia Herzegovina en contra de la población musulmana por parte del ejército Serbio bosnios cristiano ortodoxo, en donde la racionalidad iba por el exterminio físico y el desplazamiento de los musulmanes de los dominios de los cristianos.
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Conclusiones 1. En Guatemala no hubo guerra civil (en los términos como regularmente conocemos otros referentes de confrontaciones bélicas a nivel mundial e incluso a nivel centroamericano, ejemplo: El Salvador y Nicaragua), lo que hubo fue una basta campaña de pacificación (cimentada en la enorme capacidad del Estado para utilizar la represión como mecanismo para garantizar su propia institucionalidad ) sobre brotes de insurgencia rural y urbana. Ambos bandos enfrentados sí intentaron elevar cualitativamente el conflicto al grado de guerra civil, incluyéndole el factor étnico, cuando movilizaron a las patrullas de autodefensa civil por un lado y a las bases sociales de las organizaciones populares junto con algunas comunidades organizadas en Fuerzas Irregulares Locales (FIL), Comités Clandestinos Locales (CCL) o incluso en las mismas Comunidades de Población en Resistencia (caso de Petén) y otras expresiones dependiendo de las organizaciones insurgentes, por el otro. Sin embargo el salto cualitativo del conflicto hacia una guerra civil no se produjo.
2. La conformación del Estado nacional guatemalteco ha estado plagado de conflictos armados, en donde la población civil ha tenido participación importante e incluso decisiva. No se puede ver el último conflicto, ni como el fin ni como el inicio de algo que ha sido constante en la historia, como es el recambio de las fuerzas sociales. Igualmente no podemos adjudicar al Ejército autorías exclusivas que no le corresponden en cuanto a utilización e instrumentalización de la población civil. Al abordar el conflicto armado en Guatemala y llevarlo al plano analítico inexistente de guerra civil, no podemos obviar que los patrulleros fueron una parte involucrada que inicialmente fue constituida dentro de la estrategia del Ejército nacional.
3. Las perspectivas de las organizaciones de ex patrulleros depende de cómo se concretice la compensación, pero también del reconocimiento de que en la unidad se encuentra el poder de influir y negociar frente al Estado, tal y como lo hacen las demás fuerzas sociales y políticas. En la pasada crisis del sistema educativo y el reclamo de renuncia de la Ministra de Educación de la Administración de Oscar Berger (Ing. María Del Carmen Aceña) se realizaron concentraciones de apoyo por parte de ex patrulleros, esto afirma lo
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vigente que es la estructura organizativa que movida, desde entes que puedan garantizar beneficios tangibles, puede contar con la organicidad de los ex patrulleros organizados. Por otro lado, a pesar de los posicionamientos de las Victimas del conflicto armado, organizadas, y algunas organizaciones de Derechos Humanos, algunos patrulleros han comenzado a renunciar a su compensación económica para acceder al Resarcimiento, que Estado se comprometió a entregar desde la administración del FRG. Esto evidentemente deja ver ya sea las fisuras del movimiento organizativo de los patrulleros o la sagacidad política para comprometer a las autoridades del Ejecutivo para negociar una nueva categoría de victima.
4. No puede verse el conflicto armado desde la relación dicotómica víctima - victimario en referencia a la participación de la sociedad civil, ya que ello no deja ver la integralidad del conflicto, es por ello que los análisis que parten de el como un conflicto de clases adolecen de debilidades conceptuales básicas como las subjetividades presentes en la misma definición del enemigo que era más que el rico o que el mismo Ejército, en efecto hubieron momentos que las partes contendientes fueron indígenas contra indígenas, campesinos contra campesinos, pobres contra pobres, intelectuales contra intelectuales.
5. Se ha afirmar que Guatemala posee una larga tradición de conflictos armados en donde uno es la continuación de otro no finalizado. Se ha podido observar con la remembranza histórica presentada en esta tesis, que los conflictos siguen teniendo como común denominador las relaciones interétnicas e intraétnicas, pero además se presentan elementos de la conformación de los constructos culturales como es la religión misma, es por ello que podemos ver todavía en la conformación de las patrullas atisbos de conservadurismo decimonónico. El conflicto de clase se diluye en la medida que el peso del conflicto se enfocó en contextos pauperizados, más allá de aquellos que constituían centros de producción.
6. Esta tesis ha proporcionado una serie de conclusiones preliminares a lo largo de cada uno de los capítulos los cuales pueden verse en forma separada o bien en su conjunto. La idea es aportar elementos a la discusión del fenómeno social e histórico de las patrullas de autodefensa civil y su papel en el pasado conflicto armado.
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7. Las patrullas de autodefensa civil sí pertenecen a un proceso elevado de militarización de la sociedad durante el conflicto armado, que igualmente tendía a ampliar el radio de acción de intervención del Estado, dado que el proceso de insurrección estaba aprovechándose para sí. Pero igualmente, el proceso de empoderamiento de la población en relación al “enemigo” del Estado ha sido la constante en la configuración tanto del Estado Colonial como del Republicano, por lo tanto la contrainsurgencia de cara a los procesos de larga duración, seguirán siendo alternativa mientras el Estado no amplié su radio de acción cualitativa y cuantitativa en relación a la población que es su sujeto de acción.
8. La población civil es sujeto de instrumentalización política en tanto que es el contexto mismo de disputa de los proyectos políticos, es erróneo sostener que la población había olvidado a sus “represores” cuando votaron a favor de ellos en las elecciones, es de considerar la conciencia colectiva en relación a los símbolos de poder y las alternativas que este daba, más allá de posturas principistas o políticamente correctas. En los actos de genocidio que se dieron durante el conflicto armado, participó la población civil ya sea extensión del instrumento de represión o como parte interesada, ello nos lleva al plano de la constitución de una sociedad que ha conocido la efectividad del instrumento de la violencia y lo sabe utilizar.
9. Los resultados electorales del 9 de septiembre del 2,007 arrojaron, por primera vez, la tendencia que comprueba la profunda transformación de la conciencia colectiva de la sociedad guatemalteca en relación a las figuras de autoridad militar que se validaron durante el conflicto. El General Otto Pérez Molina, quien abanderó a los expatrulleros en sus reivindicaciones por la compensación económica, desde la bancada del Partido Patriota, fueron los mismos a quienes se les achaco el apoyo en la elección del Licenciado Alfonso Portillo del Frente Republicano Guatemalteco cuatro años antes. Por su lado, la ex guerrilla ha ido declinando su influencia política de poco a casi nada, en estas elecciones, han logrado colocar sólo dos diputados por la URNG y la Alianza Nueva Nación, escisión de la primera, ha sido clausurada, como organización político partidaria, por su baja aceptación dentro del electorado. Estos hechos, a diez años de haberse suscrito los Acuerdos de Paz, da una muestra lo que el conflicto significó e impregnó en la población.
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10. A lo largo de la discusión que esta tesis ha generado se ha planteado la posible intención del autor por catalogar a las organizaciones de patrulleros de autodefensa civil como un movimiento social, lo cual, sin haberlo expresado en este trabajo, pude haber coincidido, sin embargo ante las diferentes definiciones que se manejan en torno a ello como grupo de personas que se integran entorno a demandas, posiciones de carácter ideológico o políticas, y que establecen una relación frente al poder formal (que regularmente estaría representado por el Estado). Dicho concepto integraba y definía, en parte, a los sujetos sociales en proceso de formación de la ciudadanía. Cuando se ve el proceso de estructuración de las organizaciones de los expatrulleros (como veteranos). Se considera, por parte de la mesa examinadora que dichas agrupaciones no constituyen un “movimiento social” propiamente dicho por el “aparente apadrinazgo de parte del Estado”, a pesar de que en declaraciones públicas dichas organizaciones objetaron tales imputaciones, e incluso entraron en confrontación cuando se realizaron acciones de hecho a nivel nacional. Ante tales posturas, generadas por la mesa examinadora, y por el conocimiento generado sobre estas organizaciones de veteranos, es necesario, considerar a nivel global, la forma como se catalogó y cataloga a las demás agrupaciones sociales en Guatemala, mujeres, indígenas, jóvenes, estudiantes, hasta homosexuales y lesbianas que en desarrollo de su respectiva institucionalidad se han visto orillados a optar a financiamientos, tanto externos como internos, y en ese juego de sobrevivencia se han convertido en voceros de políticos de turno, a la mejor manera de los procesos de corporativización que el Estado Mexicano por parte del Partido Revolucionario Institucional PRI implemento durante los setenta años que estuvo en el poder con las diversas expresiones del movimiento sindical y popular. La duda que nos salta es siguiente ¿si las organizaciones de expatrulleros no son un movimiento popular, lo serán las organizaciones campesinas e indígenas que aceptan participar en órganos de dirección y patrocinio del Estado?. No cabe la menor duda que los conceptos de movimiento popular generados durante los años de resistencia no pueden ser los mismos en los años de la institucionalización de diversas organizaciones que por razones diversas decidieron coparticipar en el ejercicio del poder con otros grupos más tradicionalistas. Priva el principio: “si no puedes contra ellos, úneteles” .
11. Igualmente surgió, durante las discusiones sobre esta tesis, un tema que nos parece medular como es la diferencia conceptual entre un conflicto armado y una guerra civil De Patrulleros a Milicianos… / Julio Valdez
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propiamente dicha. Si se parte, en el análisis, de que el uso de la violencia militar es la misma pensaríamos que estamos hablando de lo mismo y por lo tanto el conflicto guatemalteco no se diferenciaría, por ejemplo, del sucedido en El Salvador o Nicaragua, o para ponerlo en perspectiva histórica con la Revolución Mexicana de inicios del siglo XX. Sin embargo, en la tarea por poner en perspectiva la diferencia conceptual de uno a otro, permite profundizar en las diferencias y particularidades propias de cada formación Estado Nación. Si se aparta el hecho concreto que la presencia militar de la insurgencia durante los años del conflicto no correspondió con el nivel de desarrollo organizativo de la población alzada, permite observar una diferencia en relación a la capacidad de poder responder en el campo de batalla al “enemigo” con igual capacidad de fuego, esto evidentemente afecto a la llamada “moral de lucha”. Pero además, el mismo Ejército Guatemalteco volcó sus esfuerzos militares a la organización social y al exterminio casi quirúrgico de la insurgencia, a guisa de ejemplo el mismo Informe presentado por la Fundación Guillermo Toriello. (URNG) MEMORIA DE LOS CAIDOS EN LA LUCHA REVOLUCIONARIA DE GUATEMALA, Registro de los miembros de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), donde se aprecia fielmente que la mayoría de las bajas reconocidas por la insurgencia, durante los últimas tres décadas del conflicto, fueron eliminados en operaciones de inteligencia y no en combates abiertos u hostigamientos, esto aunado a los relatos de excombatientes como Santa Cruz, Cesar Montes e incluso Mario Payeras todos con grado de comandante, no dan fe ni de ofensivas y hostigamientos a emplazamientos grandes de tropas como serían zonas militares como si sucedió, en repetidas oportunidades en El Salvador. El número de tropas guatemaltecas, en los años de conflicto centroamericano estuvo siempre por debajo de sus homólogos en El Salvador y Nicaragua, esto muestra que el peso de la inversión de guerra estaba en la movilización civil, que igualmente no se llegó a comparar con la que la insurgencia decía movilizar y que a la hora de la conflagración bélica no respondió de la misma manera. No vemos en el análisis por lo tanto, indicios que muestren un levantamiento general o local de combatientes en contra el Estado como los ocurridos en las Altos de Chiapas en zonas Tzotziles en el siglo XVII o como los Montañeses en el siglo XIX. No se llegó a “liberar territorios”, no se logró movilizar a grupos étnicos completos, y menos religiosos. A criterio del autor, lo acaecido en Guatemala, sin menospreciar el valor de las vidas de miles de seres humanos, hombres y
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mujeres que fueron victimas de actos de genocidio, no llegó a evolucionar en una guerra desde su base conceptual.
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