ROSARIO L A D E V O C I Ó N D E L D I A B LO C A J A B A M B I N O
ROSARIO L A D E V O C I Ó N D E L D I A B LO C A J A B A M B I N O
Presentacion La Danza de Diablos, es una de las principales manifestaciones culturales de la provincia de Cajabamba, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación en el año 2008 por las características que la diferencian y la hacen singular dentro de las expresiones festivas en la región y el país, siendo el orgullo de todos los cajabambinos que ven en ella reflejada su identidad, alegría y devoción a su patrona, la Santísima Virgen del Rosario. En Pan American Silver, tenemos como una de nuestras principales políticas de Responsabilidad Social, contribuir con el desarrollo de Cajabamba a través de la educación y la cultura, así como respetar y difundir las costumbres y tradiciones de las poblaciones donde vivimos y trabajamos. En esta oportunidad nos sentimos más que complacidos de aportar a su desarrollo cultural, con la entrega del libro: Rosario, la devoción del diablo cajabambino. Una importante producción hecha realidad en alianza con la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba, y en la que se han involucrado un sin número de personas identificadas con la cultura y desarrollo de Cajabamba, así como instituciones a nivel local y nacional. En nombre del Directorio de Pan American Silver, expresamos a todos ellos nuestro infinito agradecimiento.
ROSARIO | La devoción del diablo cajabambino
Apreciados vecinos de Cajabamba, la cultura es el alma y la vida de los pueblos, y nuestro compromiso es continuar trabajando de la mano con la población, autoridades e instituciones para promocionar las bondades que tiene esta hermosa tierra, porque al igual que ustedes, en Pan American Silver, nos sentimos orgullosos de ser parte de la hermosa Gloriabamba de Bolívar. Marco Balcázar Balarezo Director de Asuntos Sociales y Corporativos Pan American Silver
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ROSARIO
L A D E V O C I Ó N D E L D I A B LO C A J A B A M B I N O
DIRECCIÓN Pan American Silver Área de Comunicaciones Shahuindo EDICIÓN Y PRODUCCIÓN GENERAL Aldo Arteaga Ángeles INVESTIGACIÓN Y TEXTOS Carla Maritza Díaz García FOTOGRAFÍA Oscar Mimbela @miramestudio Con excepción de las siguientes imágenes: • Colección Raúl Urbina Paz: pp. 6, 26, 28. • Orlando Arévalo “Olan”: pp. 38, 82, 86, 102-103, 106-107, 108, 110, 116, 119, 122, 138, 175.
• Carlos Corvera Briceño: pp. 68, 72, 73, 114-115, 120. • Gabriel Tejada: pp. 20, 140-141. • Paul Orlando Vera Basilio: pp. 57, 148-150, 154, 155, 157, 164. • Kevin Nunura: Carátula; pp. 34, 36, 39–43, 50, 52, 84, 118, 165, 166-167, 170, 171, 174.
REDACCIÓN Brandy Verástegui Sánchez Carla Maritza Díaz García CORRECCIÓN DE ESTILO Dante Herrera Gálvez DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Giuliana Felippe Ramírez AUTOR (ES): Esta es una obra colectiva. EDITADO POR: © Pan American Silver Av. La Floresta 497, of. 301. San Borja, Lima - Perú. Telf. (511) 625 9900 © Asociación Danza de Diablos de Cajabamba Jr. Arica N° 150, Cajabamba. Cajamarca - Perú. Primera edición - Octubre 2019 HECHO EL DEPÓSITO LEGAL EN LA BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ
N° 2019-12854 SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN OCTUBRE DE 2019 EN:
Alexander Ortega Sotomayor Jr. Huaraz 433, Breña. Lima - Perú. Este libro no podrá ser reproducido total ni parcialmente sin la autorización escrita de Pan American Silver.
Antigua máscara de diablo. Propiedad del danzante Guillermo Ramal Seminario.
“Esta pieza está impresa en papel certificado, fabricado con fibra proveniente de bosques correctamente gestionados”.
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INTRODUCCIÓN CAJABAMBA Cajabamba en la cultura LA SANTÍSIIMA La Virgen del Rosario Orígenes de una devoción DE PUNTA Y TACO Danza de Diablos Evolución La Danza y sus rituales EL UNIVERSO DE LOS DIABLOS Transformarse en diablo El traje Flores, pañuelo y espadín El chicote Las medias y el calzado La máscara o majoma LOS ESCENARIOS La Plaza de Armas El templo San Nicolás de Tolentino El atrio
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BAILA EL DIABLO La banda Dos marineras y su “Chiquita” Marineras / Huaynos o “Chiquitas” DÍAS DE FIESTA La fiesta de octubre Día de la reseña Día del alba Día de vispera El día central y siguiente Las mayordomías AROMAS Y SABORES Los potajes Las bebidas PROTAGONISTAS Rostros detrás del diablo UNA DANZA QUE TRASCIENDE Patrimonio Culturral Inmaterial de la Nación La Asociación Danza de Diablos de Cajabamba Glosario del diablo cajabambino Agradecimientos Bibliografía
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Indice
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Prologo El presente libro, constituye un exhaustivo y prolijo trabajo de investigación acompañado por un extraordinario y bien logrado material fotográfico, producto de una minuciosa y paciente labor de recopilación oral que rescata y revalora nuestras tradiciones y costumbres ligadas al folklor cajabambino. Una de ellas es la tradicional Danza de Diablos, que se celebra el primer domingo de octubre y corresponde a un culto instaurado por los frailes agustinos. Esta danza está intrínsecamente relacionada a las festividades religiosas, culturales y sociales en honor a la patrona de la “Siempre Fiel Ciudad de Cajabamba”, la Santísima Virgen Nuestra Señora del Rosario. La obra que presentamos es un reconocimiento a todos aquellos personajes que participan directa e indirectamente durante las festividades, en tanto la Danza de Diablos es una expresión artística asociada a elementos estéticos (máscara, vestimenta, textilería, coreografía, talabartería, floristería, música, mayordomías y otros), destacando el carácter penitente y salvífico de sus participantes que año a año acuden por devoción y que forman parte de un gran complejo cultural que pone de manifiesto nuestra identidad cultural cajabambina. Nadie llega a querer y a respetar lo que no conoce. Por ello, entender las claves de nuestro pasado e identificar nuestras raíces nos hará comprender mejor nuestro presente, y de esta manera podremos sentar y afianzar las bases de nuestro patrimonio histórico y cultural. Esta extraordinaria obra busca entender y revalorar nuestras tradiciones, las mismas que están ligadas a las festividades de nuestra patrona, la Virgen del Rosario, con la inmensa devoción que manifiestan sus danzantes miembros de la Danza de Diablos.
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No se ha podido escoger mejor el título, Rosario: la devoción del diablo cajabambino, nombre que sugiere diversos elementos culturales de gran importancia: “Rosario”, en referencia a la patrona tutelar de nuestro pueblo de Cajabamba y la infinita fe y tradición católica que éste le profesa; “La devoción del diablo cajabambino”, en referencia a la entrega desinteresada y penitente de sus participantes, que contritos y arrepentidos le ofrecen a la Virgen —siempre piadosa y misericordiosa— bailar durante la semana de su feria patronal a fin de que se les perdonen sus culpas terrenales. El bien siempre estará por encima del mal: esa dualidad se pone de manifiesto en esta hermosa tradición. Esperamos que disfruten de este gran, bello e ilustrativo libro, que constituye una fuente de consulta obligatoria para las futuras generaciones cajabambinas, en tanto que revalora nuestro pasado, testimonia nuestro presente y afianza nuestro futuro en busca de nuestra identidad colectiva y cultural. Termino agradeciendo a los editores de esta magnífica obra por haberme confiado este prólogo que resume en buena cuenta mi entrega, investigación y recopilación de datos durante toda una vida dedicada a la educación y difusión de la tradición cajabambina. El camino queda abierto a las generaciones por venir, que sabrán entender y retransmitir nuestro rico, complejo y variado acervo cultural.
Raúl Hernán Urbina Paz Lima, Junio de 2019
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“Las fuerzas de la naturaleza todavía inexplicables para ellos siguen viviendo, en forma humana; y en las grandes fiestas, algún bailarín diestro las representa, y danza en las calles, es su imagen viva, su alma, su propio espíritu que viene a mezclarse con la gente de los pueblos ...” José María Arguedas
Introduccion
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Rosario: La devoción del diablo cajabambino es un trabajo de investigación que versa sobre una de las danzas más destacadas del álbum del folclor de nuestro país: la Danza de Diablos de Cajabamba. Se trata de una danza que según algunas versiones apareció entre los siglos XVI y XVII y se ha mantenido a través del tiempo, conservando en cierta forma su originalidad y venciendo las inclemencias del olvido.
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Al margen de las particularidades sociológicas, étnicas y antropológicas que tratan de explicar el origen de la Danza de Diablos, el presente trabajo recoge con minuciosa preferencia la tradición oral, además de presentar un compendio cuidadoso de fotografías que sintetizan el valor testimonial gráfico, con el ánimo de guardar la memoria de esta tradición cultural que constituye el emblema de la provincia de Cajabamba. La danza en general es expresión viva del pueblo. Así nace y evoluciona la Danza de Diablos de Cajabamba, como expresión de la acendrada religiosidad de un pueblo que recoge y se mimetiza con la tradición española para hacerla suya y perennizarla a través del tiempo en veneración a la Virgen del Rosario. Tiene algo de mágico y de simbólico, ambos por igual valiosos. Como decía Arguedas: ”Lo mágico se transforma en popular y así se hace más permanente (…) De ese modo, especialmente, la danza se convierte en un vínculo, más vasto de la comunidad y puede aspirar a serlo de la nación misma”. Este patrimonio inmaterial alimenta los sentimientos de orgullo de una nación; forma parte del folclor peruano que merece conservar, difundir y mantener vigente como memoria viva para las nuevas generaciones. Contribuir con ello es también a lo que aspira el presente libro.
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Cajabamba en la Cultura
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Hablar de Cajabamba es hablar de una tierra fecunda en recursos naturales, en belleza de paisaje y en cultura. Desde ancestro, Cajabamba ha aportado al desarrollo nacional innumerables manifestaciones culturales, materiales e inmateriales, que a lo largo de su historia muestran cómo sus ocupantes han intervenido su territorio, domesticándolo y transformándolo hasta llegar a nuestros días convertido en una pujante tierra que avanza hacia la modernidad sin perder su esencia e identidad. Los centros arqueológicos Campanaorco y Marcamachay, los caminos prehispánicos y otros vestigios de valor histórico complementan su paisaje natural en una armoniosa convivencia característica de las antiguas ocupaciones prehispánicas. Desde el cerro Chochoconday, su cerro tutelar, se aprecia un diverso paisaje de valles, montañas, ríos y quebradas, cubierto por una infinita variedad de verdes y un cielo de azul intenso. Inmersa en este espectacular paisaje se eleva la ciudad de Cajabamba, la cual conserva aún su traza urbana de origen virreinal, en la que la arquitectura de imponentes casonas con hermosos patios floridos atrapan y exaltan el espíritu de propios y visitantes; no en vano es la segunda ciudad con mayor patrimonio inmueble declarado Monumento dentro de la región Cajamarca.
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Al sur del departamento de Cajamarca, a 2 635 metros sobre el nivel del mar, con su accidentada geografía propia del ande se yergue Cajabamba, la heredera de los Huambos, la “Gloriabamba” de Bolívar, con su majestuoso Chochoconday.
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C En la actualidad, pintores como Pedro Caballero Pérez, Néstor Madalengoitia Valera, Tito Monzón Goicochea, entre otros, dejan el nombre del Perú en alto en diferentes países del mundo, uniéndose a ellos en las letras y la música la destacada poeta, autora, compositora e intérprete Lucy de Mantilla; Dora Villar Urbina, creadora de la escuela de bordados y otras artes manuales en Cajabamba; los pintores y escultores Rómulo Rebaza Rodríguez y Ramón Bazán Figueroa; la diseñadora de modas Carmen Eslava Palma; las poetas Lilian Goicochea Ríos y René Malpica Vergara; Lourdes Barrantes Sánchez, gestora cultural; así como la teatrista Marina Malpica Vergara y tantos otros más, han contribuido —y lo siguen haciendo— al desarrollo cultural de Cajabamba y de otros lugares del país, siendo reconocidos algunos de ellos a nivel internacional. Por otro lado, Cajabamba cuenta con un variado patrimonio inmaterial en el que los aromas, colores, sabores, acordes y texturas se reflejan en su música, sus danzas, su gastronomía, su artesanía, sus mitos, sus leyendas y costumbres, cuyos portadores asumen —con el corazón, y a veces de manera inconsciente— el rol de ser los responsables de la transmisión de su cultura a las generaciones por venir.
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En lo cultural, Cajabamba cuenta con innumerables personajes. José Sabogal Diéguez es, sin duda, uno de los más representativos, considerado figura cumbre e imperecedera del movimiento indigenista peruano que trasciende a nivel nacional e internacional.
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La festividad católica de la Virgen del Rosario fue instituida por el Papa Pío V. Se celebra a nivel mundial el 7 de octubre en agradecimiento a la victoria —atribuida a la protección de la Virgen— de los cristianos sobre los turcos en la batalla de Lepanto en 1571.
conocido como la Peña del Olvido, una pequeña niña viviente del lugar se encontraba pastando sus ovejas, en dirección Este, a más o menos medio kilómetro del recién fundado pueblo”. La leyenda concluye que la petición se cumplió y el templo se construyó cerca al sitio donde Marcelina vio a la Virgen.
Los misioneros españoles de la Orden de San Agustín que llegaron al Virreynato del Perú en el Siglo XVI, arribaron en 1553 al antiguo reino de Huamachuco, al norte de la Cordillera de los Andes, para evangelizar a sus pobladores indígenas. En el artículo “Historia Religiosa de Cajabamba” (raulurbinapaz.com), Raúl Urbina refiere cronológicamente que ese mismo año, “al recorrer los frailes agustinos el área de Caxabamba, establecieron la primera capilla misional en la llanura que le pusieron por nombre Santa Ana, lugar donde hoy se ubica el cementerio del mismo nombre”.
Aunque no se precisa el lugar y año, probablemente se refiera a la segunda iglesia colonial cuya construcción se inició en 1605, en reemplazo de la primera capilla misional y debido al crecimiento poblacional de aquellos tiempos. Urbina señala que, en enero de ese año, el curato de Cajabamba se convirtió en Vice Parroquia de Huamachuco, siendo su primer párroco Fray Luis Caxiga “quien reorganizó los ayllus y huarangas de la época incaica” y desde entonces dispuso la nueva edificación “al costado norte del actual templo, en el lugar que hoy ocupa la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario”.
Añade que en 1565, don Marcos Pérez Gutiérrez y Fray Juan de San Pedro, Teniente de Corregidor y Prior agustino de Huamachuco, respectivamente, fundaron cuatro pequeños pueblos en el Valle de Condebamba: San Salvador de Llucho, San Juan de Chuquibamba, San Marcos de Cañar y Santa Ana de Chuquibamba. Luego, en 1572, el Corregidor de Cajamarca don Francisco Alvarez de Cueto, primo hermano del Virrey don Francisco de Toledo, despobló estas cuatro localidades y fundó el nuevo pueblo de San Nicolás de Tolentino de Caxabamba. La tradición oral manifiesta que una niña de nombre Marcelina vio cómo se alzaba, en una flor de tuna, una imagen blanca y resplandeciente que luego le habló con ruego, indicándole que avisara al sacerdote que debían rezar siempre el santo rosario y que le edificaran una casa de oración. Carlos Quevedo sostiene que por esos tiempos, “en una planicie inclinada cerca de un farallón hoy
La historia de la Virgen del Rosario se fue forjando así en Cajabamba. Según las referencias históricas consignadas en el expediente presentado al Instituto Nacional de Cultura para conseguir la declaratoria de la Danza de Diablos de Cajabamba como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, el 8 de octubre de 1669 se instituyó en San Nicolás de Tolentino de Caxabamba, el culto a la Virgen del Rosario por parte de los frailes agustinos, creándose simultáneamente la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario por Fray Antonio de Castañeda. Posteriormente, en 1780, Fray Domingo de Larrea y Villarroel y su hermano Fray Joseph Antonio de Larrea, responsables de la parroquia, establecieron como Patrona de Cajabamba a la Santísima Virgen del Rosario, cuya pequeña estatuilla de 60 centímetros de alto, habría sido enviada por el Rey Carlos V de España en el siglo XVII.
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La Virgen del Rosario
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O La devoción a la Virgen del Rosario en Cajabamba está ligada íntimamente con la Danza de Diablos. Una estrecha relación de culturalidad y de religiosidad las nutre. Ambas manifestaciones, la devoción y la danza, son intrínsecas, y esa especie de simbiosis cultural es la que hace que mantenga su vigencia de siglos. Dentro de sus devotos más fieles están los “diablos” y los “galanes”, que expresan a través de la danza ese simbolismo ritual de los bailes que, en buena cuenta, son indulgencias elevadas a la Patrona por parte de los diablos que buscan perdón mediante la devoción. Parte de la tradición oral indica que en cuanto se estableció que la Virgen del Rosario fuese la Patrona de Cajabamba, la Danza de los Diablos empezó a bailar para ella, generando una intensa devoción que se mantiene hasta la actualidad. La Virgen del Rosario constituye un emblema religioso del pueblo de Cajabamba desde aquel 8 de octubre del año 1669. Desde que la Virgen salió por primera vez en procesión, sus diablos siempre han estado a su merced, rendidos y extenuados, pero regocijados para rendirle devoción.
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Origenes de una Devocion
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De Punta
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y Taco
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O Danza de Diablos
Se dice que tiene un origen prehispánico. Una versión de Biblioteca Campesina recoge en su libro Bailando amaneceremos que la Danza de Diablos es una evolución de la Danza del Venado, una manifestación cultural practicada por pobladores del reino de los Llucho de la antigua Cajabamba preinca. Estos danzantes usaban máscaras y vestimentas hechas con la piel y los cuernos del ciervo rindiendo culto al dios Catequil, el mismo que fue reemplazado en épocas virreinales por la Virgen del Rosario, marcando así el inicio de la evolución de su vestimenta y música. Para Serván Rocha, destacado investigador del folclor cajamarquino, la Danza de Diablos de Cajabamba, al igual que las danzas de San Marcos e Ichocán, tiene su origen en la Danza de los Diablicos, propia de Huancabamba en la región Piura; de Mochumí, Íllimo y Túcume en la región Lambayeque; y de Moche y Huamachuco en la región La Libertad, manifestándolo así en su artículo “Danza de Diablos” publicado en la revista Pallay del Instituto Nacional de Cultura de Cajamarca en agosto del 2001. Esta versión lleva implícito un origen hispánico de la Danza de Diablos de Cajabamba, considerando que este tipo de personajes,
los diablos, no existieron en el mundo prehispánico: Sus orígenes se remontan a épocas muy antiguas, en el Viejo Mundo, siendo vistos en los autos sacramentales y acompañando las procesiones de fiestas de Corpus Christi. Fueron los españoles quienes los trajeron a América formando parte de uno de los elementos del sincretismo religioso presente hasta la actualidad en numerosas manifestaciones culturales de este continente. Por su parte, el profesor cajabambino Raúl Urbina Paz en su libro Cajabamba, eterna tierra también hace referencia al carácter religioso y origen virreinal de la Danza de Diablos de Cajabamba. Asimismo, existen versiones que vinculan el origen de la Danza a Araqueda, como lo sostiene el profesor Álvaro Eslava Oruna en su articulo de internet “Teoría de los diablos”. Según él, se cree que “los pobladores de la región de Araqueda, aproximadamente cerca del siglo XVII, crearon al diablo a imagen y semejanza del español cuando les pidieron que crearan una danza para sus actividades religiosas”. La argumentación de Eslava es que la Danza constituía una respuesta desconsolada a los abusos del mandamás español que infligía maltratos a los pobladores que estaban a su servicio. De allí las máscaras feas que representaban al diablo en los inicios de la Danza, que en buena cuenta era la imagen del “señorito español” o del hacendado abusivo.
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No se conoce con exactitud el origen de la Danza de Diablos de Cajabamba. La historia es difusa. La mayor fuente es la tradición oral aunque se registran algunas investigaciones que tratan de explicar la génesis de la danza.
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Evolucion La Danza de Diablos de Cajabamba ha vivido una constante evolución propia de la dinámica inherente a las manifestaciones del patrimonio cultural. Ya sea por el origen prehispánico atribuido a la Danza del Venado que ofrendaba al dios Catequil, por la influencia directa de los cultos religiosos traídos por los españoles, por la manifestación burlesca en respuesta al maltrato de los hacendados de Araqueda, o por cualquier otro origen que la tradición oral exponga, es claro que esta Danza experimentó diversas transformaciones a lo largo de su existencia, atravesando por un proceso que la fue modificando y nutriendo, fortaleciendo su carácter religioso y cultural hasta convertirse en el referente identitario de mayor relevancia para los cajabambinos.
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E Y continúa Repetto, ya específicamente en relación a la Danza de Diablos: “… ese espíritu es la manifestación religiosa vinculada a la Virgen, es el tema central, se baila para la Virgen, se baila porque uno tiene un compromiso con la Virgen”. Es decir, y aunque suene paradójico, se es diablo por la Virgen, hay simbiosis, como se mencionó anteriormente. En relación a la vestimenta, se hace oportuno tomar como punto de partida lo señalado por el pintor cajabambino José Sabogal Diéguez en su libro El desván de la imaginería peruana, donde hace notar la influencia de la imaginería en las danzas populares peruanas procedentes del virreinato, siendo la vestimenta de los arcángeles el modelo que se siguió para la indumentaria de los diablos, en la que los faldellines, bordados y levitones guardan el mismo estilo, dándose su transformación de ángel a diablo por el uso de la máscara con cachos y el rebenque.
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Luis Repetto Málaga, historiador, museólogo y especialista en arte popular, en relación a la evolución de las manifestaciones del patrimonio inmaterial, indica en entrevista para este libro — bajo una perspectiva más moderna— lo siguiente: “Cuando se hace una declaratoria tiene que haber siempre un responsable de dar continuidad a estas manifestaciones, intentando mantener la estructura original. Pero en el siglo XXI somos conscientes que toda manifestación cultural vinculada al pueblo, a la comunidad, es plástica, muta, evoluciona, se transforma y se reafirma también en la modernidad sin perder el espíritu original”.
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E Refieren los danzarines más antiguos como Juan Castillo, José Eslava, Carlos Vargas y otros, que la vestimenta era muy modesta en contraposición a la vestimenta actual. Mencionan, por ejemplo, que las flecaduras doradas o plateadas fueron antes blondas, que las telas y bordados eran más simples, y que solo algunos danzantes usaban capas. Las fotografías de diversas colecciones privadas dan muestra de lo indicado. La invitación a la Danza para participar en el Sesquicentenario de la Independencia Nacional en la ciudad de Lima en el año 1971 marca un cambio importante en la presentación de los danzantes. El testimonio de la gente es que fue el alcalde provincial de esa época, Alberto Flores Tello, el que invitó a los danzarines a uniformizarse, promoviendo el uso de las medias de nylon y los zapatos blancos de cuero y con pasador. Anterior a esa fecha, los danzantes se presentaban con los zapatos de su preferencia, con zapatillas o con llanques. El uso de accesorios en el calzado, que venía de muchos años atrás, también ha ido variando. Antiguamente, usaban espuelas a las que llamaban roncadoras, cambiando luego a espuelines, es decir, espuelas de menor tamaño, las mismas que para ambos casos son usadas solo por los bailarines más diestros.
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La máscara no ha sido ajena a esos cambios. En relatos sobre la danza, escritos u orales, se menciona que hasta los primeros años del siglo XX las máscaras de los danzarines eran feas y grotescas como corresponde al diablo, siendo por esos años que el artista cajabambino Pablo Moreno Fernández, conocido como “Pablazo”, seguido posteriormente por su hijo Manuel Moreno Medrano, crea las máscaras de los diablos con cara angelical, medio blanca, medio rosada, imponiéndose ese estilo hasta la actualidad. En relación a la música, se tiene referencias que antiguamente se bailaba al son de la mandolina y luego al ritmo de la “zamacueca”, rebautizada en 1880 con el nombre de “marinera” por el compositor Abelardo Gamarra “El Tunante”, en honor a la Marina de Guerra del Perú luego de la guerra con Chile. Actualmente, la música inherente a la Danza de Diablos es la marinera y el huayno, usando para sus desplazamientos un repertorio de marchas, generalmente de estilo militar.
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LA INFLUENCIA DE LA CAPA Carmela Russell Laos, renombrada poeta y compositora nacional, así como periodista de profesión, fue una mujer multifacética que llevaba a Cajabamba en su corazón. Como expresión de ese amor le dedicó numerosas composiciones musicales y literarias, siendo “Marinera a Cajabamba” una de sus obras más notables y por la cual fue premiada y posteriormente reconocida como “hija predilecta” por la Municipalidad de Cajabamba. Desde principios de la década del cincuenta mostró interés por el estudio de la cultura y tradiciones de esta tierra en la cual vivió por diez años, los cuales transcurrieron en la Hacienda Tabacal, propiedad de don Jorge de Orbegoso, su esposo, y que colindaba con la Hacienda Araqueda, propiedad de su suegro.
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Alejandro Villalobos, reconocido ciudadano cajabambino y amigo de Russell, refiere que ella sostenía que la capa del diablo cajabambino tenía influencia de la diablada puneña como consecuencia de la migración de familias de Puno con tradición minera, las que llegaron para laborar en las minas de Algamarca allá por la década de 1930. Esta tesis se refuerza con la existencia de una fotografía de 1913 perteneciente a la colección del profesor Raúl Urbina (página 28) que muestra a los danzantes sin la capa alargada y bordada que caracteriza a su atuendo en la actualidad. Otra imagen de 1928, del escritor puneño Lizandro Luna, muestra que el Sicus Moreno o Diablo Mayor de la fiesta de la Virgen de la Candelaria usaba una capa con flecos muy similar a la del diablo cajabambino. La versión de la señora Carmela pone en evidencia un dato que no se puede soslayar. Además, se sabe que su suegro, don Luis José de Orbegoso, adquirió en remate público las minas de Algamarca en el año 1930 (Chirinos, 1972). Por tanto, siendo ella periodista y amante de la cultura peruana, la historia tiene asidero y revela un aspecto poco conocido sobre la evolución del traje.
Diablo mayor en la fiesta de la Virgen de la Candelaria. Fotografía de 1928 perteneciente a Lizandro Luna.
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Según testimonio de sus familiares, doña Carmela recorrió innumerables veces esa región —a lomo de mula, con sus hijos pequeños— y se enamoró profundamente del hermoso Valle de Condebamba. Su marinera en honor a Cajabamba da cuenta de esta fascinación y de lo importante que fue este lugar en su vida: “¡Cajabamba, flor del norte, siempre estás en mi recuerdo, yo te brindo mi alma entera en coplas de marinera!”.
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L Así como la vestimenta, la máscara y demás elementos de la indumentaria fueron evolucionando con el paso del tiempo, el ritual originario de la Danza de Diablos de Cajabamba también ha experimentado esa transformación, mostrando que su carácter religioso y la carga de devoción a la Virgen del Rosario con la que está impregnada, definen y diferencian los rituales vinculados a ella. En Cusco hay veneración por la Virgen del Rosario, así como en Puno y Arequipa, pero es en Cajabamba donde adquiere peculiar importancia la idea del diablo que quiere salvarse del purgatorio y acude a hincarse ante la Virgen. Aparecen entonces los diablos danzantes con sus alegorías de perdón manifestándose la dualidad de lucha entre bien y el mal, esa dicotomía esencial de pecado y perdón que envuelve a la Danza.
A decir del sacerdote católico Efraín Castillo, “esta manifestación presenta reminiscencias duales en donde se encuentran lo bueno y lo malo, el ángel y el diablo, lo cristiano y lo pagano”; y es que en la Danza de Diablos de Cajabamba ellos, los danzantes, representan a Luzbel transformado en Lucifer, quien se presenta ante la Virgen, la Madre de Dios, y se pone a sus pies pidiendo el perdón de sus pecados. Pero la dualidad no solo se presenta en el mismo diablo danzante sino también en la estructura de la danza con el grupo denominado “los galanes”: niños entre 6 y 10 años que representan a los ángeles, a la pureza, a lo bueno, y que son aspirantes a ser diablos. Ellos se presentan junto a los diablos e interpretan la misma música y realizan los mismos pasos que sus mayores, bailando también para la Virgen.
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La Danza y sus Rituales
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La participación del diablo danzante se inicia cuando decide realizar la promesa a la Santísima de bailar para ella por una determinada cantidad de años —hecho considerado como un acto de sacrificio, teniendo en cuenta los 21 bailes, entre marineras y huaynos, que realizan en cada una de sus presentaciones durante los nueve días que dura la fiesta. El primer ritual es la preparación anímica y física del danzante: alista su vestimenta con anticipación e inicia los ensayos del paso de manera personal o a través de la academia de la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba, que dos meses antes de la fiesta abre sus puertas para preparar a los danzantes que participarán ese año. Durante la festividad, el día del diablo se inicia cuando éste arregla su ramo de flores, se pone la vestimenta y la máscara, sale de su casa vestido y se dirige a la casa del mayordomo del día, a donde llega también la banda de músicos. Reunidos todos allí, se hace la oración en gratitud a la familia de la mayordomía por “sacar la danza” y se pide a la Virgen por ellos. Después de los agradecimientos respectivos, los diablos bailan dentro de la casa o en frente de ésta; a continuación, se dirigen a la Plaza de Armas haciendo “reventar” sus chicotes, desplazándose con el acompañamiento de la banda de músicos que interpreta alguna marcha militar.
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Al llegar a la Plaza realizan su primer baile. Debido a la gran cantidad de danzantes, los galanes lo hacen en el atrio del templo y los diablos en las graderías y en la pista. Terminado ese baile se dirigen a continuarlo en cada una de las cuatro esquinas de la Plaza de Armas, para terminar nuevamente en el atrio del templo y luego retirarse. En cada una de estas ubicaciones bailan dos marineras y un huayno, desplazándose al ritmo de las marchas, entregando flores a las damas que ellos elijan y “reventando” sus chicotes. En todo este recorrido realizan un total de 21 bailes, entre marineras y huaynos, lo que implica, además de una férrea devoción, una buena preparación física. Este ritual varía el día Sábado de Víspera, el día más importante y emocionante para los danzantes. Luego de dar la vuelta a la plaza ingresan al templo, enfocan su mirada en la Virgen y, a medida que se acercan, la exaltación aumenta pues es la única oportunidad de estar cerca de ella y de llevarla en sus andas a la puerta para que los aprecie cuando le bailan en el atrio. Para ingresar al templo deben retirarse las máscaras; es el único momento de toda la festividad en que los diablos se despojan del elemento más importante que los identifica: “…desean que lo sagrado los mire como tales, que la divinidad sepa cuál es su verdadero rostro, que lo conozca y lo diferencie”. (Jiménez Borja, Arturo. Máscaras Peruanas, 2016). Este es el instante del ritual donde se hacen intensos el agradecimiento por estar un año más con ella, como el pedido de perdón y la renovación de promesas, de manera que no pueden evitar emocionarse hasta las lágrimas. A pesar del deseo de estar más cerca, la solidaridad que se genera entre ellos hace que los diablos que viven en Cajabamba den la preferencia a aquellos diablos que han venido desde lejos para estar cerca de la Santísima.
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Ese día las flores son exclusivamente para la Virgen, a quien le entregan el ramo luego de haber bailado para ella y haberla retornado al altar especial que, para los días de la fiesta, los miembros de su Archicofradía le han preparado. Al terminar sus interpretaciones, los diablos se retiran a despojarse de la indumentaria festiva y regresan a la casa del mayordomo para la comilona y la fiesta. La colocación de la máscara corresponde a un ritual especial, sobre todo porque durante todas sus presentaciones deberán permanecer con ella sin quitársela por ningún motivo, salvo cuando ingresen al templo. El misterio de la personalidad del diablo, el mantenerse incógnita su identidad, es parte importante de la manifestación. Incluso, para muchos de ellos, es lo que los define como diablo de esta danza. Por eso la máscara sigue siendo un elemento clave del ritual de los danzantes.
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El
Universo de los Diablos
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T Transformarse en Diablo
En la estructura de la Danza de Diablos se presentan dos componentes bien definidos: los “galanes” y los “diablos”. Para llegar a ser diablo, primero hay que ser galán. Y es que los galanes son niños que aspiran a ser diablos, por lo que, desde los seis años y por un período de dos o tres años, se preparan para serlo. Dentro de la dualidad y la simbología presentes en la Danza, los galanes simbolizan la pureza y la bondad, son los ángeles protectores de la Virgen y por eso visten de blanco. Ellos, igualmente, bailan la marinera y el huayno, se desplazan delante de los diablos y tienen la preferencia para bailar en el atrio durante las presentaciones de la fiesta. Esta es una etapa de aprendizaje del baile que, según los propios danzantes, no debería eliminarse sino por el contrario, fortalecerse. El pasar por la etapa de galán garantiza un mayor conocimiento de la Danza y una mejor preparación para la interpretación de la misma. Complementan su vestimenta blanca con un cinturón rojo y una máscara de malla metálica adosada a una corona adornada con espejos. Llevan un pañuelo blanco en cada mano.
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La Danza de Diablos de Cajabamba se baila al son de la marinera norteña y el huayno. Sin embargo, a diferencia de la marinera, que se baila entre hombre y mujer y es un baile de enamoramiento, esta danza cajabambina se baila en pareja de hombres, pues se trata de una danza exclusivamente masculina que zapatea para la Virgen.
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T La Danza de Diablos de Cajabamba no tiene coreografía, pero cada danzante se enfrasca en una fervorosa interpretación con su característico paso de punta y taco, luciéndose para la Virgen; se regocija en el sentimiento de estar cumpliendo una promesa e impresiona a los espectadores con su destreza, habilidad y resistencia, haciendo gala de su buena preparación. La interpretación de la Danza requiere de la disposición espiritual del bailarín. Es un compromiso individual, no forzado, y esta espiritualidad va de la mano con su presentación personal, es decir, llevar todos los componentes de su vestimenta previamente establecidos que logren su transformación de una persona común en un diablo danzante.
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Los cajabambinos testimonian que, hasta hace algunos años, dos personajes acompañaban a la Danza de Diablos: las “Mojigangas”. Estos eran personajes satíricos y a veces cómicos que salían en pareja, hombre y mujer, y que de acuerdo con la versión dada por el poblador cajabambino Juan Castillo, eran un complemento de los diablos y salían los jueves de toros. Aunque hace varios años estos personajes ya no forman parte de la Danza, su vestimenta está normada en los estatutos de la Asociación.
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Diablo Cajabambino MÁSCARA
CAPA
ESPADÍN
FLORES
COLLARES
BLUSÓN PAÑUELO CINTURÓN
CHICOTE
FALDELLÍN PANTALÓN
MEDIAS ZAPATOS
ESPUELINES
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GUANTES
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T Lo más vistoso del danzante es, sin duda, su traje, vinculado con la vestimenta de los arcángeles de la imaginería peruana. Este consiste en la blusa, a la altura de la cadera; el faldellín, al pie de la rodilla y con enagua; el pantalón a media canilla; el cinturón y el pañuelo de cabeza o capa hasta media pierna, todo bordado a mano. Las prendas son confeccionadas con diferentes tipos de telas. Antiguamente se hacían con piel de ángel; en la actualidad, las telas más comunes son el raso o el versace. Deben ser telas resistentes para soportar el movimiento del baile de los nueve días de la fiesta, o diez días para los que llevan trajes nuevos. La blusa, el faldellín y el pantalón son del mismo color, y el pañuelo de cabeza y el cinturón son de otro color, en contraste con lo primero. En estas piezas se han bordado, con hilos brillantes, hermosos motivos florales en vivos colores, complementando la decoración con pedrería, lentejuelas y mostacillas, además de las flecaduras doradas o plateadas colocadas en los bordes.
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El Traje
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T Los motivos para el bordado son claveles, rosas, pensamientos u otros, pero también se han visto trajes con el rostro de la Virgen del Rosario o escenas costumbristas cajabambinas bordadas en el pañuelo de cabeza; sin embargo, estos trajes no participan de los concursos de vestimenta que se hacen durante la fiesta. El bordado es confeccionado a mano, con aguja, hilo y bastidor, elaborado por diestras y delicadas bordadoras cajabambinas quienes, además, confeccionan los trajes, pues antes de ser bordadoras, generalmente, fueron modistas. El motivo del bordado es elegido por el danzante, aunque a veces éste confía en la experiencia y buen gusto de la costurera para elaborarle el preciado traje. La confección de un traje, por la complejidad y detalle en el bordado, puede llevar desde tres hasta seis meses, dependiendo del tiempo de dedicación y considerando que es una actividad que requiere de una atención visual excesiva y destreza sin igual. Estos factores hacen aparentemente costoso al vestido, pero quien valora el material, el tiempo y el esfuerzo que toma la confección, es decir, lo especial del trabajo a mano, sin duda, lo paga con gusto. El costo y el tiempo de la confección han hecho que aparezca, como alternativa para algunos danzantes, recurrir al bordado a máquina. Sin embargo, como una estrategia de protección de la práctica original, éstos no pueden participar en el concurso.
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Si bien es cierto Cajabamba tiene una cantidad considerable de bordadoras, destacan en la confección y bordado de los trajes las señoras Bernabita Rojas de Vargas, Dora Caballero de Rodríguez, Bertha Moreno de Jara, Amparo Alayo Vera y Evelyn Arévalo Alayo. Cada una de ellas con estilo propio y motivo diferente para iniciarse en esta labor: por transmisión generacional en la familia, porque se casaron con un danzante y son ahora sus confeccionistas “particulares”, porque quisieron satisfacer el pedido de un hijo o cumplir una promesa, u otras circunstancias. Esto las ha convertido en importantes portadoras de esta manifestación cultural en el presente. Ellas, con más de 30 años de experiencia, vienen formando a nuevas bordadoras a través del trabajo en sus talleres. De esta manera transmiten sus valiosos conocimientos a personas que encuentran en esta actividad la generación de ingresos para la economía familiar. En la historia del bordado de vestidos, es importante resaltar también la presencia de hombres que han desarrollado con mucha destreza esta habilidad, destacándose el ya fallecido danzante y bordador Guillermo Ramal Seminario, y en la actualidad el joven César Villalobos Alegría, quien además de danzante es un diestro bordador y mascarero.
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F La imagen del diablo danzante se complementa con accesorios peculiares en manos y pies. Ambas manos van cubiertas por guantes blancos. En una mano lleva un juego de tres elementos cuidadosamente armados por el diablo: •
Un ramo de flores con infaltables claveles, seleccionados con devoción por el danzante o las vendedoras de flores de la ciudad, quienes ya conocen el gusto de los bailarines y saben que los claveles serán entregados a la Virgen y a las damas elegidas por sus portadores.
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El pañuelo de mano, hecho con la misma tela y color del cinturón y pañuelo de cabeza, igualmente bordado con el mismo motivo de flores de la vestimenta aunque adaptado a su tamaño.
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Un espadín metálico, de 60 centímetros de largo, a imagen del arcángel San Miguel.
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Flores, Pañuelo y Espadin
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Talabartero Bernardo Tambo Juรกrez.
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El Chicote En la otra mano lleva el chicote o látigo, accesorio importante para el diablo, pues junto a la máscara es uno de los elementos que lo define como tal. Tiene tres componentes: el mango, el chicote mismo y la pita. El mango está hecho de madera natural que se obtiene de las ramas del bejuco o bijuco, árbol trepador de ramas largas y retorcidas que crece en los alrededores de Cajabamba. Esta madera, luego de extraída, es lijada, pintada, barnizada o aceitada, adaptándose luego los accesorios metálicos que permiten adosar el chicote y la cinta bicolor que sirve de adorno a la pieza. Sin embargo, algunos danzantes prefieren usar mangos de madera torneada igualmente pintada o barnizada.
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F El chicote hace gala de la habilidad de los talabarteros cajabambinos, quienes conservan esta actividad de generación en generación. Se elabora con cuero de res trenzado finamente, haciendo que los chicotes luzcan elegantes y duraderos. La pita es la parte final del chicote. Ésta se elabora con la fibra de la hoja de la penca conocida con el nombre de cabuya, la que es recogida del campo por los mismos danzantes a horas muy tempranas del día, o compradas en el mercado donde se ponen a la venta especialmente en fechas cercanas a la fiesta. Es la pita la responsable de que el chicote “reviente”. El diablo es diestro en el chicoteo: él sabe hacer que solo la pita tenga contacto con el suelo y logre el efecto sonoro adecuado; de lo contrario, el efecto no será el mismo ni tampoco el impacto en el espectador, que mira con admiración y respeto al danzante.
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Durante los desplazamientos o en los intermedios de la música, el diablo muestra su autoridad dando un salto y lanzando su chicote al aire para hacerlo “reventar” contra el piso. La acción del chicoteo generalmente asusta a los niños, pero ayuda en el orden de los espectadores.
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Las Medias y el Calzado La vestimenta del diablo es elegante y vistosa, contribuye a ello el uso de zapatos blancos con pasador sobre las medias de nylon y con espuelines como adorno sobre el talón del zapato. Los zapatos son hechos por zapateros cajabambinos o traídos de Trujillo o de Lima.
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Sin embargo, los espuelines son usados solo por los danzantes experimentados debido a la destreza que se debe tener para no enredarse en ellos durante el momento del baile.
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Las espuelas primero y los espuelines después, son usados desde épocas antiguas de la Danza, cuando los zapatos que se usaban aún no eran los blancos. Al darse este cambio del calzado, el uso de los espuelines no se perdió, por el contrario, fue acondicionado al nuevo requisito del zapato para mantener este detalle que hace igualmente peculiar a la vestimenta del diablo danzante.
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M La máscara o majoma, como se le dice en Cajabamba, es, sin duda alguna, el atributo más importante del danzante, aquello que define a un diablo de la Virgen del Rosario. Sin máscara, su apariencia se asemeja a la de los arcángeles que sirvieron de inspiración para el diseño del traje. En el momento en que se coloca la máscara es cuando culmina su transformación en el personaje al que representa. Según indica Arturo Jiménez Borja en su libro Máscaras Peruanas, la máscara es un recurso utilizado por el hombre desde épocas del paleolítico, cumpliendo diversas funciones, desde sagradas hasta profanas, funciones sociales en algunas sociedades y de sanidad interior como en las sesiones de chamanismo, en otras, pasando a formar parte de su patrimonio cultural. Sin embargo, en cualquiera de ellas, su propósito común es transfigurar, mostrar y esconder, transformar a su portador en “otro”, en algo diferente, causando sensaciones de ilusión, de intriga, de temor, de atracción, de encanto, de engaño y más.
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La Mascara o Majoma
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M La dualidad presente en la Danza de Diablos –como se afirma en párrafos anteriores- se da también en su máscara como elemento individual: la cara angelical de ella contrasta con los cuernos que encarnan a su verdadero personaje, el diablo, el cual se muestra en la máscara ocultando a su portador y a sus emociones. El diablo danzante siente la fascinación del anonimato y de la incógnita que le da la máscara, simbólicamente no quiere ser reconocido en su papel de pecador arrepentido que se hinca ante la Virgen -a quien únicamente revela su rostro- para obtener su perdón. No obstante, el público local podría reconocer al personaje detrás de la máscara por su baile o algún rasgo particular de su vestido. La gente murmura, entre la muchedumbre, por identificarlo.
Como indica Luis Repetto: “Cuando el danzante ya está con el atuendo completo, el espíritu está comprometido y limita su conducta, como portador de la máscara asume la responsabilidad de su personaje inspirando admiración y respeto”; o como lo indica Gisela Cánepa Kosh en su investigación “Máscara y transformación: la construcción de la identidad en la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo”, publicado en el libro Música, danzas y máscaras en los Andes, es en el contexto festivo que el atuendo, especialmente la máscara, se llena de significado y contenido, “cobra vida”, y su portador “adquiere significación social, de modo que se le concibe como parte de un todo (…) La máscara es el elemento con el cual culmina su transformación en el personaje representado (…) Cuando los danzantes se colocan la máscara también se ha dado paso a la transformación del individuo, quien se integra al grupo (…) Todos son iguales y todos son el mismo personaje”.
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Dentro de las manifestaciones de los pueblos ligadas a la danza y a la fiesta en la cultura andina, existe una complementariedad ineludible de la máscara con la vestimenta y con el contexto festivo.
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M En la actualidad, las máscaras para los diablos son contenedoras no solo de las destrezas, habilidades y buen gusto de los artistas cajabambinos que las elaboran sino también de la devoción que ellos profesan a la Virgen del Rosario, transmitiendo ese sentimiento y emoción a la máscara, en la que se puede sentir la fusión de pasiones del artista mascarero y del danzante diablo, dueño y portador de la misma. Destacan como artistas plásticos fabricantes de máscaras: Carlos Vargas Paredes, maestro y diestro danzante; Fernando Mantilla Rodríguez; José Carlos Julca; y de la nueva generación Carlos Rojas Gutiérrez y César Villalobos Alegría. Todos ellos reconocen al artista Pablo Moreno Fernández, “Pablazo”, como el gran maestro de las máscaras de diablos cajabambinos.
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Adicionalmente a su significado y connotación, la máscara es también una pieza artística de cuidadosa elaboración y finos acabados, valorada por su estética y por su técnica de confección, siendo consideradas estas características como valores de la Danza en la resolución de su declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
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M La técnica conocida como escayola, que se utiliza en la elaboración de las máscaras, se mantiene en el tiempo con los mismos patrones; sin embargo, cada mascarero tiene su particularidad.
Sobre este molde se coloca un aislante aceitoso que impide que la máscara se adhiera a él. En ocasiones se utilizan dos moldes, uno delantero y otro posterior, armándolos en dos partes para luego unir las dos piezas de la máscara mediante costura. En seguida, se colocan capas sucesivas de tela de tocuyo cortada en pequeños retazos o en tiras, que se pegan entre ellas con merluza encolada. Cada capa debe dejarse secar para colocar la siguiente hasta completar entre cuatro o cinco capas de tela. Luego del secado se separa la máscara del molde y se hace el cocido de los cuernos de carnero previamente tratados y desinfectados, así como de las orejas, Se cubre entonces con una delicada capa de masilla de merluza encolada, que posteriormente es lijada y coloreada a base de esmaltes o pinturas acrílicas que le darán el acabado final.
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Se inicia con la fabricación de moldes. Si bien es cierto antiguamente se hacía un molde para cada cliente, en la actualidad los mascareros tienen matrices de diversos tamaños, fáciles de adaptar a diferentes tamaños de cabezas. Estos pueden ser de arcilla, yeso o cemento.
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Algunos artistas pintan los ojos en la máscara y colocan sobre ellos el vidrio cortado con la forma de los mismos, adhiriéndolos luego sobre el pintado; otros artistas pintan el vidrio directamente para luego colocarlos sobre la máscara. Normalmente, los ojos se pintan azules y verdes y, algunas veces, marrones. El cabello del diablo tiene dos estilos, el más antiguo presenta una superficie lisa pintada de un color, normalmente negro. Posteriormente, se introdujo el alto relieve con estilo ensortijado, para lo cual se coloca una capa más gruesa de merluza encolada y se da la textura con una herramienta —generalmente hechiza— que permite moldear el cabello. El efecto ensortijado también se puede lograr aplicando una masilla con jeringa u otra herramienta similar, a modo de decoración de pasteles. Las orejas y los dientes son elaborados con material de calamina plana o latón. Estas piezas son adheridas a la máscara a través de un cosido con hilo fuerte, al igual que los cuernos de carnero. Los cuernos son pintados según el gusto del cliente, usándose esmaltes de colores. En algunos casos los danzantes solicitan la incrustación de piedras de colores o perlas. Así, la máscara queda terminada, lista para “cobrar vida” durante la festividad, transformando a su portador en un auténtico diablo de la Virgen del Rosario.
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Mascareros 1
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1. Carlos Vargas Paredes. 2. José Carlos Julca Orbegoso. 3. Fernando Mantilla Rodríguez. 4. César Villalobos Alegría. 5. Carlos Rojas Gutiérrez.
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Escenarios
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L Las manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial, en tanto manifestaciones humanas, se dan en espacios y edificios determinados, constituyéndose en el espíritu que da vida, significado y sentido a calles, plazas, iglesias, casas, entornos naturales y otros espacios, generándose con el transcurrir del tiempo diversas dinámicas sociales, así como sentimientos de evocación del pasado por parte de sus pobladores.
Como apunta Arguedas, citado por Yazmín López en su artículo “José María Arguedas y saber bailar la historia”: “Las fuerzas de la naturaleza, todavía inexplicables para ellos, siguen viviendo en forma humana; y en las grandes fiestas algún bailarín diestro las representa y danza en las calles, es su imagen viva, su alma, su propio espíritu que viene a mezclarse con la gente de los pueblos, a participar de su alegría, de sus borracheras y de sus lágrimas”.
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Estos espacios y edificaciones son contenedores de innumerables expresiones vivas inherentes a las comunidades, que se recrean, transforman y transmiten de generación en generación; son expresiones que están en la memoria colectiva de los grupos sociales, tales como sus tradiciones orales, sus fiestas, sus comidas, su música, sus conocimientos que definen sus particularidades y les dan la impronta que cada lugar ostenta como parte de su identidad.
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L En este contexto, la ciudad de Cajabamba presenta en la actualidad un diseño urbano con calles y plazas, producto de las diversas etapas de su historia desde su fundación, probablemente el 10 de septiembre del año 1572, según lo señala en su libro el investigador cajabambino Raúl Urbina. Cajabamba cuenta con su local municipal, templos y numerosas casonas que constituyen ahora sus monumentos históricos, irrumpiendo en esta configuración algunos edificios que alteran bruscamente el ambiente virreinal y republicano de la ciudad central.
Son escenarios inherentes a la Danza las casas de los mayordomos, las calles de la ciudad antigua y principalmente el templo San Nicolás de Tolentino con su atrio y la Plaza de Armas.
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Son estos los escenarios de la Danza de Diablos de Cajabamba en el marco de la fiesta de la Virgen del Rosario, lugares que contribuyen a fortalecer el sentimiento religioso, la devoción y “el valor de cohesión que tienen estas manifestaciones que están alrededor de una festividad o de un Patrón”, como lo señala Luis Repetto.
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La Plaza de Armas
La Plaza de Armas de Cajabamba tiene esa dimensión intangible que caracteriza a los patrimonios. Está cargada fuertemente de hechos históricos, culturales, religiosos, políticos, económicos, cívicos, heroicos; también de experiencias, memorias, anécdotas, recuerdos y otros elementos que definen la vida de su población. Es, además, espacio fundamental para la demostración de la fe de los danzantes diablos, quienes muestran su destreza en el zapateo, en el chicoteo y en el coqueteo, pues es aquí donde se desplazan y bailan en sus cuatro esquinas con fervoroso entusiasmo para la satisfacción de la Mamita del Rosario y de los miles de devotos y admiradores que se dan cita en la Plaza de Armas los días de la fiesta. Con relación a este espacio como escenario ligado a la Danza de Diablos, el danzante Jesús Rubio Tambo manifiesta: “La Plaza es chica para nosotros, pero es lo que tenemos y nos sentimos orgullosos. La gente quiere estar en la Plaza porque allí están sus recuerdos. La Patrona es pequeñita, la Plaza es pequeñita, pero el corazón es grande y para la fiesta de octubre pareciera que la Plaza se duplica en tamaño y todos entramos”.
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Las plazas de armas con orígenes hispanos se han configurado a lo largo de su historia como el corazón de las ciudades; son espacios plurales de encuentro y de recuerdo que han generado espíritu de pertenencia. Es por ello que, cuando alguien vuelve a su lugar de origen, el reencuentro con la Plaza de Armas es ineludible, ya que es un importante referente de su propia vida y la persona se sigue sintiendo parte de ella.
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El Templo San Nicolas de Tolentino
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Ubicado en la Plaza de Armas de la ciudad, es el templo principal de Cajabamba. Terminado de construir en 1862, fue objeto de diversas modificaciones durante las diferentes etapas de su historia. Su vínculo con la Danza es estrecho, considerando que este templo es “la casa” de la Virgen del Rosario, cuya pequeña imagen, ubicada en un lugar principal, es bajada a un anda especial durante los días de su festividad. Allí, los diablos le rinden culto, le piden perdón y le agradecen de manera directa el sábado de víspera de la fiesta.
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L El Atrio
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El atrio del templo —sobreelevado en relación al nivel de la plaza marcando la jerarquía de la edificación religiosa— es, durante toda la festividad, el escenario principal para la bendición de los trajes nuevos de los danzantes y para el baile de los diablos y los galanes.
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Baila el Diablo
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La Banda Sin música no hay danza y sin música no hay fiesta. La música es un elemento fundamental de la Danza de Diablos. Los diablos tienen su música y ésta, a su vez, es la música de los cajabambinos devotos, los entusiastas feligreses que cada año veneran a la Virgen junto a los diablos que danzan con jolgorio al son de las tradicionales marineras y huaynos. El diablo es bailarín por naturaleza, por devoción, se transforma con su música interpretada por las bandas que tocan con esmero en cada aniversario de la fiesta patronal en honor a la Santísima. Los diablos bailan con la banda de músicos local que la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba asigna. Son músicos que también llevan la devoción en el alma, entregados de corazón a la Virgen y que hacen danzar a los diablos y emocionar a los espectadores.
Alegría y Amor hace honor a su nombre pues se formalizó un 14 de febrero de 1985, siendo su director, desde entonces y hasta la actualidad, el entusiasta músico Víctor Oruna Calderón. Cuenta con músicos que van desde los 13 hasta los 40 años de edad, quienes siendo devotos también de la Virgen del Rosario, se contagian de la emotividad y la alegría de los danzantes, haciendo un conjunto indisoluble y potente que transmite su emoción a todos los espectadores de la fiesta, devotos o no. Otra banda es Juventud y Tradición, bajo la dirección del músico y danzante diablo Eduardo Manfredy Calderón Ramal. Esta banda es un importante semillero que “alimenta” a otras bandas de la ciudad y de otros lugares. Cristo Morado también es una banda que destaca y que cumple, junto a las demás, un importante rol en el desarrollo musical cajabambino vinculado a las fiestas patronales en general y a la de la Virgen del Rosario en particular.
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Alegría y Amor es una de estas bandas cajabambinas que toca en las fiestas patronales y en los actos cívicos. Esta banda, a decir de los mismos danzantes, ha conseguido captar el ritmo particular de los diablos bailarines, logrando convertirse, por ahora, en la banda preferida, tal vez por ser la que ha recogido la escuela de los antiguos músicos.
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Dos Marineras y su “Chiquita” Las marineras y huaynos que bailan los diablos son, en general, las mismas que bailan los bailarines de marinera, aunque existen diferencias importantes en su interpretación. La marinera, por ejemplo, tiene una cadencia un tanto más rápida que la marinera norteña. Se acorta en sus tiempos desde la introducción debido fundamentalmente “a lo fogoso y rápido del baile y a la cantidad de veces que bailan los diablos en cada día”, indica el músico Víctor Oruna.
Como en todo patrimonio cultural inmaterial vinculado a la música, existen melodías que la gente identifica plenamente, marineras y huaynos que al ser escuchados provocan en el oyente el sentimiento de “¡esa es mi Danza de Diablos!”, como lo señala el danzante Jesús Rubio Tambo.
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El huayno, al que llaman “chiquita”, es igualmente rápido, corto, con primera parte y fuga, para evitar el agotamiento de los danzantes. Estas son adaptaciones que han sido recogidas de generación en generación por los músicos, tanto que de algunas de ellas no existen las partituras y son interpretadas diestramente “al oído”.
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Sin duda, la manera de interpretar la marinera y el huayno es muy importante para el danzarín. Cadencias muy lentas o muy rápidas generan el riesgo de hacer perder su espacial y elegante paso de punta y taco, tanto que, si esto ocurre, uno de ellos levanta el chicote en señal de parar el baile, señal que es obedecida por todos los danzantes. Según testimonios de los bailarines, cuando salen a danzar a otro lugar “se sufre mucho”. Para evitar estos impases, algunos danzantes coordinan previamente con el director de la banda tarareando el ritmo que deben seguir. Dentro de la interpretación de la Danza existen momentos de desplazamiento de los bailarines que se llevan a cabo desde la casa del mayordomo hasta el templo, y de una esquina a otra de la Plaza de Armas. Para estos momentos acompañados de chicoteo y entrega de flores, la banda toca tradicionales marchas, generalmente militares, entre las que destacan “Tres armas”, “Jauja” y “Semper fidelis”. En este género, el músico Calderón Ramal ha realizado los arreglos de la canción “Cajabamba, del Ande el paraíso” a ritmo de marcha, para ser incorporada al repertorio diablo.
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Marineras “Arete de oro” (de autoría anónima), “Cholita, ráscame la cabeza” (del cajabambino Octavio Villavicencio), “300 libras de oro” (de Genaro Barragán Urrutia), “Toro barroso” (melodía adaptada), “Huaquero viejo” (de Miguel Paz), “Chiclayanita” (de Emilio Santisteban), “Monsefú” y “Viva Chiclayo” (ambas de Luis Avelardo Núñez), “Del norte vengo” (de Gonzalo Neyra Deza), “Arvejitas arvejones” (de autoría anónima), “Diablo cajabambino” (de Luis Abanto Morales) y otras.
“Capitalina” (que en su versión cantada es interpretada por la Pastorita Huaracina y el Jilguero del Huascarán), “Barba azul” o “Siete mujeres” (Cantada por el Trovador Andino), “Otuzcanito” (de autoría anónima), “Retamita verde” (de Ernesto Sánchez Fajardo), “Zorzalito negro” (de Octavio Villavicencio), “Río Santa” (interpretado por la Pastorita Huaracina), entre otros.
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Huaynos o “Chiquitas”
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Dias de Fiesta
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Octubre es esperado con ansias por la población cajabambina; es el mes de la festividad de la Virgen, el momento en que la ciudad cambia radicalmente. La tranquilidad se transforma en bullicio, la familia se une y recibe a los que vienen de afuera, a los familiares y amigos que regresan, a los turistas que llegan. Las apacibles calles se ven ahora llenas de gente que se saluda, que se abraza, que se reconoce. El lugar es tomado por la algarabía de las personas, por los aromas de las comidas, por los sonidos de las risas y saludos de la gente, por la música de las bandas y orquestas, por los colores de las flores y de los fuegos artificiales, y el pueblo toma una energía y dinamismo particular que se da solo una vez al año: durante su fiesta patronal. En Cajabamba esto ocurre desde los días previos al primer domingo de octubre hasta el final de la semana siguiente, días en los que se celebra la fiesta a la Virgen del Rosario, patrona de esta ciudad, sin duda, es la fiesta más importante del calendario católico de Cajabamba.
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La Fiesta de Octubre
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Son diversas las actividades que giran alrededor de la festividad. Este hecho se muestra, por ejemplo, con la presentación de tres programas: el programa general de la fiesta, a cargo de la Municipalidad Provincial de Cajabamba; el programa religioso, a cargo de la Archicofradía Nuestra Señora del Rosario de Cajabamba y de los responsables del templo San Nicolás de Tolentino; y el programa elaborado por la Asociación Danza de Diablos Cajabamba, que informa sobre las actividades de los danzantes durante la fiesta. Como toda fiesta patronal, esta acoge a las danzas de su pueblo, y Cajabamba conserva aún varias de ellas, cuyos danzantes veneran a la Virgen. Sin embargo, es la Danza de Diablos la que impregna de mayor religiosidad la festividad, siendo obligada su participación durante todos y cada uno de los días de la misma.
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Al igual como sucede en otros pueblos, durante la fiesta patronal de la Mamita del Rosario se exaltan los sentimientos de devoción, solidaridad, hermandad, amistad e identidad por el terruño. El pueblo y la Virgen acogen a sus fieles y visitantes con sus mejores galas.
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La primera participación de los diablos se da el Día de la Reseña, día en el que se comienzan formalmente las celebraciones y que se realiza un mes antes del día central de la fiesta, es decir, el primer domingo de septiembre, y a partir del cual se inician las misas diarias ofrecidas para la Virgen por sus devotos, hasta el inicio de los días centrales en el mes de octubre. Esta fecha está marcada por el izado de la bandera con la participación de pobladores de los caseríos cercanos quienes, en coordinación con la Municipalidad Provincial, son los responsables de proveer el mástil, un tronco de árbol de aproximadamente 35 metros y que es llevado a la Plaza de Armas por pobladores acompañados de bandas de músicos y bailes rurales tradicionales.
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Dia de la Reseña
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Previamente, el sacerdote bendice el hoyo donde estará el mástil, así como las estampas de la Virgen que serán distribuidas a los presentes. Luego de su presentación en la Plaza de Armas, los diablos se retiran a cambiarse la ropa e ir a la comida y fiesta en casa del mayordomo, mientras en la Plaza se inicia el gran baile de la festividad patronal ofrecido por la Municipalidad.
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Los diablos inician su participación con el agradecimiento y danza frente a la casa del mayordomo, luego, parten hacia la Plaza de Armas en una suerte de procesión con danza, desplazamiento y chicoteo, acompañando a la familia y amigos que llevan la bandera donada por el mayordomo. Esta bandera es renovada año a año habiéndose incrementado su tamaño de 6 a 15 metros de largo, en la actualidad. Al llegar a la Plaza, hacen sus tradicionales bailes en cada una de sus esquinas para luego encontrarse con los portadores del mástil y colocar la bandera.
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Dia del Alba Este es un día importante para los danzantes y se celebra el día viernes previo a la víspera del Día Central. Es la Bendición de Vestidos Nuevos de Diablo, siendo el momento en que los danzantes que tienen trajes nuevos los presentan para la bendición por parte del sacerdote.
Concentrados en el atrio del templo y acompañados por la banda de músicos, el jurado califica cada uno de los trajes y máscaras de los danzantes, quienes luego de bailar de manera individual pasan por cada uno de los jurados para la verificación del cumplimiento de las características de la vestimenta establecidas en las bases. Esta actividad es de suma importancia, considerando que no solo se califica el tamaño de cada prenda del vestido en relación a su portador sino también elementos tan relevantes como el diseño del motivo del traje, el cual debe ser floral; el bordado, que debe ser hecho a mano, la cara angelical de la máscara, además de los accesorios de manos y pies a fin de salvaguardar las tradiciones en la confección de la vestimenta y la máscara. De esta manera se protege a los artesanos y artistas que están detrás de estas invalorables obras, así como a las tradiciones manuales que se han transmitido de generación en generación, formando parte también del patrimonio cultural de Cajabamba.
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Terminado este acto se da inicio al Concurso de Vestidos Nuevos de Diablo. A esta actividad se le da una denominación que cambia cada año, siendo generalmente nombres de personajes de la Asociación Danza de Diablos, responsables de su organización
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Concurso de Vestidos Nuevos
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Dia de Vispera Se celebra el día sábado previo al día central. Su actividad se inicia a las dos de la tarde con la presencia de los bailarines en el local del mayordomo, que para este día es, hace varios años, la Cooperativa Nuestra Señora del Rosario. Luego ingresan al templo despojados de sus máscaras para hacer las oraciones de perdón, de agradecimiento y de pedidos por las autoridades, por el pueblo, por ellos mismos y sus familias.
A continuación, llevan sobre sus hombros el anda de la Virgen y la depositan en la puerta del templo, donde ella observa y espera que sus danzantes bailen en las cuatro esquinas y luego a sus pies, en el atrio. Terminado el baile la Virgen es llevada por los danzantes —otra vez sin máscaras— al interior del templo, momento en el cual cada bailarín le entrega su ramo de flores. Enseguida, los diablos se retiran, se transforman nuevamente en “seres humanos normales”, se despojan de su máscara y de su vestimenta para usarlas al día siguiente, y van al local del mayordomo para compartir las comidas y bebidas preparadas para ese día, todas ellas típicas de la fiesta. Y, como un devoto más, los diablos participan del baile y serenata que se da a la Virgen en la Plaza de Armas, con bandas de músicos, fuegos artificiales, torta y canto de “Las mañanitas”, entre otras ofrendas.
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Son momentos de mucha emoción por tenerla tan cerca. La Virgen los acoge ataviada con sus mejores galas, regalo de uno de sus fieles devotos. Algunos diablos manifiestan que este momento es como un año nuevo; el haber llegado hasta este día es considerado como una bendición frente a la incertidumbre de lo que vendrá en octubre del año siguiente.
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Es el primer domingo de octubre: ha llegado el día principal de la fiesta. Luego de la misa central de las diez de la mañana la Virgen sale en procesión acompañada por miles de devotos que se han dado cita en torno a ella, quien ahora luce otro bello vestido entregado como regalo. La acompañan, además, numerosas danzas cajabambinas, bandas típicas y tradicionales, los cajabambinos residentes en su ciudad, los que han regresado, amigos y turistas, y, aunque los diablos no forman parte de su séquito, cuatro de ellos —dos a cada lado— cuidan a la Virgen durante su recorrido procesional, según informa la señora Mabel Roncal, Integrante de la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba. Hasta hace algunos años los diablos no salían a danzar el Día Central, pues era un día dedicado exclusivamente para la procesión y veneración de la Virgen. Desde hace aproximadamente diez años, el ritual de los días de la semana se hace también este domingo. Sin embargo, esta rutina varía el miércoles. Se inicia a la una de la tarde y, luego del ritual en la casa del mayordomo, se baila en el atrio de la iglesia, mas no en las cuatro esquinas de la Plaza de Armas.
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El Dia Central y Siguientes
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El día viernes, luego de su baile en el atrio del templo, los diablos se dirigen al coso taurino donde, previo al inicio de la tradicional corrida de toros, danzan para el deleite de los asistentes. Culminada su presentación, finalizan el día con la misma rutina de los anteriores días de la fiesta.
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Seguidamente, los danzantes se dirigen al coliseo José Gálvez para el Gran Concurso de Baile de Diablos, esperado momento para que el diablo haga gala de su destreza en el baile con su paso de punta y taco, su chicoteo, su postura permanente del brazo sosteniendo la espada, las flores y el pañuelo a la altura del corazón. Es el momento en que el diablo muestra su elegancia y todos los atributos que lo hacen sentir el mejor diablo de la Virgen. Luego de la premiación, los danzantes terminan su día otra vez en la casa del mayordomo.
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La fiesta ha terminado y ha dejado en sus participantes —propios y foráneos— sentimientos fortalecidos de cohesión, de reafirmación, de orgullo e identidad cajabambina; sentimientos que expresan lo que dice el sacerdote Miguel Garnett Johnson, quien fuera párroco de esta ciudad años atrás: “Yo no puedo imaginar la fiesta en Cajabamba sin los diablos (…) Cajabamba sin diablos no es Cajabamba”.
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Y por fin llega el domingo, Día de la Octava. La Virgen espera en la puerta a sus devotos danzantes, que bailan para ella por última vez en el año, le entregan su ramo de flores y le agradecen el haber logrado el sacrificio de nueve días de baile para ella, rogándole les permita repetirlo el siguiente año o despidiéndose como danzantes al haber cumplido su promesa.
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Las Mayordomias
En Cajabamba existe un mayordomo para cada día de la festividad, el cual toma un día de la fiesta y lo asume por años consecutivos. Es por ello que existe el mayordomo de la reseña, de la víspera, del día principal, del lunes, del martes y así sucesivamente, hasta el mayordomo de la octava, día final de la fiesta. Muchos de ellos ya tienen ese día desde hace años, como es el caso de la familia de Daniel Felipe Briceño Gil, mayordomos del Día de la Reseña por veinticinco años; o la familia de Isolina Casas Sánchez, mayordomos del Día Central desde hace treinta años. La mayordomía es asumida por una familia, la cual “saca la Danza” del día que le corresponde, y en muchas ocasiones lo hace en memoria de algún miembro de la familia, vivo o fallecido. La familia asume los costos de la bebida y la comida del día que le toca, además de los recuerdos vinculados generalmente a la Virgen del Rosario, que son entregados a los danzantes y devotos que acuden a su casa. La banda que acompaña a los danzantes es auspiciada por la Municipalidad.
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Las mayordomías son parte fundamental de las fiestas patronales a lo largo del territorio peruano. Y es que el mayordomo asume un rol preponderante, siendo el responsable, generalmente en coordinación con el comité de fiesta (o como se denominen según la localidad) de la organización y, fundamentalmente, del financiamiento de diversos aspectos de la celebración, entre ellos la banda de música, los fuegos artificiales, la comida y la bebida. El compromiso de asumir una mayordomía solo puede deberse, y de hecho así es, a la devoción que se tiene al patrón de la localidad, del pueblo o de la comunidad.
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La mayordomía une a la familia. Abuelos, padres, hijos y nietos son convocados para cumplir con el compromiso asumido, siendo la casa de los mayordomos el primer lugar donde los diablos danzan, agradeciendo y pidiendo por la familia que los acoge. La casa es también el lugar donde, despojados ya de su indumentaria, los danzantes terminan el ritual de cada día. Como se aprecia, la mayordomía es un acto de fe y de devoción.
Antiguamente, antes de conformarse la Asociación, los mayordomos iban a las casas de cada uno de los danzantes para “contratarlos” y comprometerlos a bailar. Para estas visitas llevaban canastas con dulces típicos como caravanas, mantecados y otros. La familia de Carlos Vargas Paredes, encargada por varios años del día lunes, acostumbraba invitar a los vecinos, con dos días de anticipación, al almuerzo, llevándoles en esa ocasión jarritas con chicha o aloja.
Para ser mayordomo de un día determinado hay que solicitarlo formalmente a la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba, ésta otorga el pedido solo en caso que el mayordomo de ese día, por cualquier motivo, decline su mayordomía de años, dejando la posibilidad que otra familia la asuma.
A la casa de los mayordomos llegan, en su día correspondiente, los danzantes diablos, las autoridades, los amigos y pobladores que se unen a la celebración, quienes son recibidos con afecto e invitados a participar de la comida y bebida. Ser mayordomo conlleva, además, el reconocimiento social.
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Aromas Y Sabores
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P La gastronomía cajabambina, al igual que la de todo el Perú, está marcada por los productos que su fértil tierra brinda, adquiriendo sabores y aromas distintos en los días de la fiesta de la Virgen del Rosario. Los potajes que sirven los mayordomos para agasajar a los diablos, a las autoridades y a los amigos, son la patasca, la papa revuelta, el cabrito y el mote de trigo, acompañados por la tradicional chicha de jora o “colorada” y la aloja, todo preparado por las manos expertas de amas de casa con la ayuda de los miembros de su familia y a veces de las vecinas, en base a recetas que han ido pasando de generación en generación y uniendo en la tarea a hombres, mujeres y niños. La preparación de la comida y de la totalidad de la fiesta se convierte, sin duda, en un acto de solidaridad familiar y vecinal: única manera de preparar los no menos de 250 platos de cada uno de los potajes, teniendo en cuenta que en la fiesta no se contrata una cocinera para la preparación sino se cocina en familia bajo el mando de la mamá, característica propia de las mayordomías de las fiestas patronales de los pueblos peruanos.
Su preparación constituye, asimismo, una suerte de ritual. La casa donde se cocina se transforma de pronto, cambiando su tranquilidad cotidiana por algarabía y bullicio, de la misma manera que la ciudad durante esos días. Reina la música, el baile, la casa se llena de aromas de comida de fiesta, y en todas las actividades —como son la adquisición de los ingredientes, el sacrificio de los animales, el prendido de los fogones a leña, la preparación de la comida y bebidas, el servido a los invitados y el recojo de los platos— se ponen de manifiesto la solidaridad, la sensibilidad, la gratitud, la humildad, el respeto y la responsabilidad: todo movido por ese espíritu de fiesta de devoción a la Mamita del Rosario. Las manos expertas de las amas de casa cajabambinas hacen que la preparación de las comidas se realice con los ingredientes prácticamente “al tanteo”; siendo la cantidad más aproximada la referida al ingrediente principal, los demás, se colocan “al gusto”. Las cocciones se hacen generalmente en cocinas a leña y el molido de los ingredientes, siempre en batán.
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Los Potajes
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Este libro recoge de las mayordomas tradicionales como Bernabita Rojas de Vargas, Claudina Toribio de Briceño y Mabel Roncal, la preparación de estos típicos platos a los que se puede denominar “potajes para los diablos de la Virgen del Rosario”. Cabrito El plato denominado “Cabrito de Cajabamba” adquiere una característica diferente con la preparación del norte peruano. Su elaboración se hace con carne de carnero. Dependiendo del tamaño del ovino, se usa entre dos a cuatro carneros, considerando la cantidad de personas que asistirá a la casa del mayordomo. La preparación se inicia el día anterior con el lavado y el cortado de la carne, la cual se pone a macerar hasta el siguiente día. Para el macerado se prepara una mezcla de chicha de jora madura, ajos molidos en batán, pimienta, comino, orégano y sal.
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Para la preparación se hace un aderezo, friendo primero cebolla china picada, cebolla roja —que en Cajabamba se conoce como “cebolla en papa”—, ají amarillo mirasol (no escabeche) y ajos. La señora Bernabita, quien es una experta en la cocina, agrega pulpa de berenjena para mejorar el aderezo. Cuando todo está frito, se agrega a la olla la carne macerada con todos sus jugos y, al hervir, se pone el culantro molido y se deja cocinar a fuego lento. Claudina, sirve el cabrito con arroz y yuca, mientras que Bernabita lo sirve con arroz de trigo, patasca y revuelto de papa. Patasca A diferencia de otros lugares del norte, la patasca en Cajabamba no es una sopa, sino un mote aderezado que sirve de acompañamiento al plato de fondo, para lo cual, luego de haber lavado bien las dos arrobas de maíz pelado y remojado, se pone a hervir hasta que se “abra”. En el proceso de cocido del maíz, se cambia el agua del primer hervido. El aderezo se prepara con
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bastante aceite en el que se fríe ají panca molido, bastante ajo, orégano en polvo y sal. La señora Mabel Roncal indica que también se le puede agregar manteca de cerdo. Cuando está bien frito, se agrega este aderezo a la olla del mote, revolviendo muy bien para que quede parejo. Se sirve como acompañamiento del cabrito. Revuelto de papa Para este potaje se usa el mismo aderezo de la patasca. Se mezcla de forma pareja con la papa, amarilla o arenosa de preferencia, como indica la señora Claudina, quien prepara para la fiesta cuatro arrobas de papa sancochada, sin cáscara y cortada en cubitos. La señora Bernabita cuenta que ella le echa orégano para darle un sabor especial al aderezo y, si se tiene manteca de cuy, mejor aún. Este potaje es otro de los acompañantes del plato de cabrito. Mote de trigo Hace algunos años — comenta la señora Bernabita de Vargas— se compraba el trigo grande sin pelar y se contrataba “peladoras” dos días antes de su preparado. Ahora tienen sus “caseras” que les venden el trigo ya pelado, listo para sancochar, acción que empieza desde temprano para tenerlo listo a la hora del almuerzo. Al igual que para el maíz, el agua del primer hervido se bota y se procede nuevamente a hervir el trigo hasta que logre la consistencia adecuada. El trigo se hierve sin sal. Este potaje, colocado sobre unas fuentes, se ofrece a los invitados para que se sirvan a su gusto como acompañante del cabrito.
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C Como en toda fiesta, las bebidas no pueden faltar; y más si son las típicas bebidas como chicha de jora y aloja que, al igual que la comida, están en la fiesta de generación en generación, esperando que sus recetas y preparados sigan vigentes, sin ser reemplazadas por cerveza y gaseosas. Chicha de jora Esta bebida debe tener por lo menos quince días de fermentada. La señora Claudina lava la jora y la pone a hervir en un perol agregándole habas secas, frijol, zanahorias y quinua. La señora Bernabita le agrega, además de lo indicado, pequeñas cantidades de alverjas, garbanzos, arroz y lentejas. Esta mezcla hierve por varias horas hasta tomar su color oscuro y luego se pone a enfriar en otros recipientes. Después se hace el colado y se vacía en los urpos, agregando la chancaca y tapandolos para iniciar el fermentado, durante el cual, hasta el día anterior a su consumo, se prueba la chicha para verificar y corregir el dulce, de ser necesario.
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Las Bebidas
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Aloja La señora Bernabita de Vargas prepara la aloja desde tres o cuatro días antes de su consumo. Hierve por algunas horas una arroba de maíz morado con buena cantidad de canela, clavo de olor, hojas de higo y de naranja. Una vez hervido, se vacía a otros recipientes para enfriar hasta el siguiente día. Luego, se cuela vaciando en ollas de barro y agregando chancaca, canela, clavo de olor y la pulpa de dos o tres piñas picadas. Se tapan y abrigan las ollas con las mismas envolturas de la chancaca para el fermentado y el día anterior a la fiesta se verifica el dulce de la aloja agregándose más chancaca en caso esté desabrida, recomendándose nunca agregarla el mismo día del consumo. Esta bebida gusta a todos, especialmente a los niños, que pueden consumirla debido a que el fermentado es de pocos días.
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Protagonistas
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Rostros detras del Diablo La expresión máxima de la devoción a la Virgen del Rosario de Cajabamba es el diablo danzante, el diablo que se rinde a los pies de María para ser redimido y el diablo que con su máscara, su vestimenta, su chicoteo y su baile, sin duda no solo embelesa a la Virgen, sino también a los demás fieles y visitantes que participan de la fiesta. Pero detrás de este diablo y de esta danza hay seres humanos que aun siendo los protagonistas de esta manifestación cultural no son percibidos como tales. En este apartado del libro, se presenta los testimonios de solo algunos de ellos que a través de sus expresiones revelan los sentimientos que los mueve a ser parte activa de esta Danza, del orgullo y compromiso de ser los portadores de la misma y los responsables de su transmisión a las futuras generaciones.
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LUIS ABANTO MORALES Músico y compositor peruano “Como integrante de la Danza de Diablos de Cajabamba, en los más de 35 años que he danzado, siento una profunda emoción y una devoción única hacia la Virgen del Rosario, pues ella ha bendecido mi vida y mi hogar, y ha sido en el mes de octubre de cada año una bendición para mí poder tener la oportunidad de rendirle culto a nuestra querida Patrona de Cajabamba, heredando la majoma de mi padre, don Víctor Abanto Calderón.” Extraído del libro Luis Abanto Morales – La leyenda Pedro Belafonte.
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CARLOS VARGAS PAREDES Maestro Diablo y mascarero “Cuando bailo me emociono, hasta lloro debajo de mi máscara. En 1971 nos invitaron a bailar en Lima para el Sesquicentenario de la independencia del Perú, fuimos una delegación representando a Cajamarca, nos hospedaron en Huampaní junto a todas las delegaciones del Perú. Nos presentamos en un festival nacional en la Plaza de Acho, nosotros sentíamos que cuando bailamos la plaza retumbaba en aplausos. Allí también se presentaron danzas de Puno, la Danza de las Tijeras. Era emocionante”.
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JESÚS ALFONSO IPARRAGUIRRE CHÁVEZ Maestro Diablo “Yo empecé a bailar a los 25 años, bailé por la Virgen del Rosario, para mí era una cosa nacida para ella porque la Danza de Diablos es una inspiración del pueblo para la Virgen. He bailado por treinta años. En mi familia nadie había bailado, yo fui el primer danzante y seguro los inspiré porque después casi todos los hombres de mi familia han bailado. Para bailarle a la Virgen hay que tener una fortaleza y una vitalidad tremenda para poder bailar todos los días”.
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JOSÉ MANUEL ESLAVA IPARRAGUIRRE Maestro Diablo “Cuando era niño mi papá me llevaba a la fiesta, yo veía y me gustó. Empecé a bailar de niño, bailaba con botines y traje alquilado, recuerdo que me cobraban cinco soles por traje y ¡era plata! Ya bailo 50 años. En ese tiempo no había galanes, por eso empecé directamente como diablo. Después de varios años pude mandarme hacer mi propio vestido. Yo bailo porque me gusta la danza, me gusta el folclor, pero lo más importante es bailar en honor a nuestra Santa Madre la Virgen del Rosario que también es patrona de la Asociación Danza de Diablos”.
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JESÚS RUBIO TAMBO Danzante “El sueño de cada niño es bailar de diablo. Nos hacíamos máscaras de cartón, cogíamos flores del jardín y los niños tarareaban la música de la banda. Por turnos simulábamos ser músicos y ser diablos. Hemos crecido con la danza. Cuando empecé a bailar lo hice con un traje alquilado y con una máscara que me vendió el mascarero José Carlos Julca Orbegoso, es una máscara muy antigua que él la usaba como molde; para mí es una reliquia y pienso que puede ser un “Pablazo”. Me enseñó a bailar el profesor Carlos Vargas en la Asociación, él me enseñó el estilo del paso, la elegancia. Para mí lo que no debe cambiarse son los pasos, en la actualidad se exagera a veces. Tampoco debe cambiar el anonimato, sacarse la máscara distorsiona una característica de la Danza. Cuando hay cansancio se siente en el brazo izquierdo porque siempre debe colocarse más arriba del hombro, a la altura del pecho, hasta para caminar el brazo izquierdo no debe moverse. El del chicote se mueve, pero el ramo va estático. Danzar es emocionante, hasta las lágrimas, y también es emocionante sentir la fuerza para bailar toda la semana”.
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CÉSAR VILLALOBOS ALEGRÍA Mascarero, danzante y bordador de trajes “Mi abuelo me enseñó a hacer mis moldes con arcilla. Cuando yo hago una máscara me encierro en mi mundo, recuerdo muchas cosas, hago mis moldes de arcilla porque moldear la arcilla me emociona, hasta para obtenerla hay que irnos lejos y es el mismo sentimiento. Cuando entrego la máscara me da pena porque la hago pensando que es para mí, para que quede bonita. Yo no quiero que nadie me reconozca cuando bailo porque para mí lo incógnito es mi relación mística con la Virgen. Antes, cuando entrábamos a la iglesia el sábado, solo estábamos nosotros y la Virgen porque es parte del ritual que la gente no nos viera sin máscara. Hoy, cuando entramos, hay más gente que diablos; empiezan los 'flashes' y nos toman fotos sin máscara. Es muy incómodo porque se pierde esa parte secreta que tenemos con la Virgen. Cuando estoy con mi máscara puesta, adentro, sonrío y también lloro porque puedo bailar ante ella”.
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DORA ELIZABETH CABALLERO RENGIFO Bordadora de trajes “Siempre he sido costurera y empecé a bordar vestidos para los diablos a partir del año 2000 porque mi hijito menor se enfermó y me pidió ver a su hermanito mayor bailando como diablo. Estaba muy enfermito, le di el gusto para que esté feliz e hice el vestido a su hermano para que lo vea bailar. Después que mi hijito murió seguí bordando vestidos de diablos y mi hijo mayor sigue siendo danzante, él hace pareja con mi nieto de diecisiete años. Parece que me naciera bordar porque cuando empiezo siento que alguien me guía y me dice: así, así, así está bien, sigue”.
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BERNABITA ISABEL ROJAS DE VARGAS Bordadora de trajes “Empecé a bordar cuando mi esposo (Carlos Vargas) comenzó a fabricar sus máscaras y, desde esa época, yo le hago sus vestidos, hace más de cuarenta años. Me demoro tres a cuatro meses para confeccionar uno. Primero tomo la medida al diablo, después corto cada uno de los fragmentos de las siete piezas que forman el vestido, cuadro el diseño de las flores, que lo hago primero en papel. Empiezo por el faldellín, luego la blusa, en seguida el pantalón, el cinturón, y al final el pañuelo y el pañuelo de cabeza. La elegancia del diablo está en el baile y en el vestido, sobre todo en la capa y en el faldellín. Hago el bordado de las piezas y cuando termino aplico las lentejuelas, luego relleno con piedras y mostacillas. Después armo el vestido poniéndole forro para que los hilos del bordado y de las aplicaciones no se enreden por el revés. Al final lo plancho. El bordado queda como un sobre relieve, bien tupido porque los buenos materiales, el armado y la consistencia del bordado hacen que el vestido dure. En el diseño también se debe tener en cuenta los colores del vestido, los pañuelos y el cinturón para que haya un buen contraste”.
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LUZ AMPARO ALAYO VERA Bordadora de trajes ”Mi padre fue danzarín, yo prácticamente nací en ese ambiente de danzarines. Cuando tuve uso de razón me daba cuenta de todo. Sus primeros vestidos fueron confeccionados por Sofía Sisniegues y María Cruchaga. Después, yo empecé a confeccionar para mis hermanos, luego para mi hijo Iván. Tengo un trofeo del primer vestido que hice y eso me dio ánimo a seguir adelante, sabía que sí podía hacer los vestidos. Para mí, la Danza de Diablos es una emoción que sentimos todos, es una alegría que hemos heredado de nuestros padres, de mi papá como danzarín y de mi mamá por su devoción a la Virgen. Eso nos ha contagiado a todos, nosotros vivimos todo lo que significa la danza: la representación del danzarín, la fe en la Virgen del Rosario, la elegancia, lo impecable. Al desaparecer mi padre, la tradición continúa con mis hermanos, mis hijos y mis nietos”.
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CRESENCIA ISOLINA CASAS SÁNCHEZ Mayordoma “En mi familia vamos por varias generaciones de danzarines, mi abuelo, mi tío abuelo, mi papá, mi hermano, los dos hijos de mi hermano, por parte de mi hermana son sus dos hijos y su nieto, por parte mía sale mi hijo y mi nieto. Mi familia saca la Danza por turnos, un año mi hermano atiende y mi hijo da los recuerdos, al siguiente es al revés. Tenemos el domingo que es el día central. Ese día mi casa parece un hotel porque llega toda la familia y se aloja allí, solo los días principales, sábado y domingo. Mi papá estaba vivo cuando empezamos a sacar la Danza y siempre la sacamos en su memoria. Mi papá, Demetrio Casas Bazán, también hacía máscaras y mi mamá bordaba, ella le bordaba sus vestidos. El día que nos toca, los danzantes regresan a la casa luego de su presentación, a veces con toda su familia, y a todos se les atiende, y después empieza la fiesta. Nosotros estamos a puerta abierta para todo el que quiere participar”.
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DANIEL FELIPE BRICEÑO GIL Mayordomo “Dos de mis hijos regresaban de Sullana para vacaciones, venían a visitarnos. En el camino se encontraron con una quebrada que no permitía que pasaran por lo que la gente bajó del carro y empezó a pasar a pie, ellos también estuvieron a punto de hacerlo, pero de pronto vino una señora que les recomendó no pasar porque podía ser peligroso para sus vidas, ellos le hicieron caso y regresaron, al voltear para agradecer a la señora parecía que la tierra la hubiese tragado pues no había ningún rastro de ella. Pero nosotros, tres o cuatro años antes, ya sacábamos la danza de los Huancaínos, también dentro de la fiesta de la Virgen del Rosario, pero luego de lo ocurrido, decidimos sacar la Danza de Diablos y ya estamos más de treinta años como mayordomos, porque también gracias a la Virgen todos mis hijos son profesionales. Somos mayordomos del Día de la Reseña, y asistimos a la Parada de Bandera; también damos la bandera y la cambiamos todos los años. Ahora todos mis hijos nos ayudan en sacar la Danza ese día”.
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EDUARDO MANFREDY CALDERÓN RAMAL Músico y danzante “Para mí, la marinera más representativa es 'Cholita ráscame la cabeza', es de un cajabambino y fue compuesta especialmente para la danza, está hecha a su ritmo. En huaynos está 'Siete mujeres', aunque algunas bandas le han cambiado el nombre a 'Barba azul', es muy apropiada en su melodía, en su estructura. En las marchas, mi persona fue quien arregló el vals 'Cajabamba, del Ande el paraíso' como marcha militar para el desplazamiento de los diablos. La finalidad de la banda es hacer bailar bonito a los diablos, para que ellos se sientan bien y para que la gente que los ve se vaya satisfecha y feliz”.
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VÍCTOR ORUNA CALDERÓN Director musical “Cuando tocamos para los diablos, nos contagiamos de los danzarines y hay una emotividad adicional por el mismo hecho de ser una danza representativa de nuestro lugar, y porque nosotros también somos devotos y tocando participamos de todos los tributos que se rinde a la Virgen. Tal vez porque nuestro aprendizaje viene de los músicos más antiguos y siempre hemos estado en contacto con la danza, somos los que más nos adaptamos al estilo que los diablos bailan”.
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ALEJANDRO MEDARDO ESPEJO IPARRAGUIRRE Talabartero “El chicote para los diablos tiene que estar bien hecho, tiene que durar. Acá hay buenos tejedores de chicotes, como el señor Bernardo Tambo. Ahora ya no hay muchos talabarteros, antes había porque había haciendas, pero cuando entró la reforma agraria ya no se usaba mucho los caballos y disminuyó. A mí me traen las ramas de bijuco para los mangos de los chicotes y yo mismo recojo las cabuyas para la pita. Los diablos también me traen sus chicotes para arreglarles la pita porque en la danza, con el chicoteo se desgasta, sobre todo si el diablo es muy chicoteador”.
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MATILDE FLORENTINA FLOR ALVARADO Florista “Los días de la fiesta de la Virgen del Rosario son muy hermosos, yo tengo bastante trabajo, y estoy siempre acompañada porque vienen los bailarines o sus familias a escoger todos los días flores frescas, yo comparto sus alegrías y me siento muy contenta. Llevan claveles de varios colores, lluvia, helechos y les armo sus ramos bonitos como ellos quieren. Yo me siento acompañada de la fiesta porque la música suena todo el día y hay mucha gente en la calle”.
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ORLANDO ARÉVALO “OLAN” Fotógrafo y danzante “En mi largo caminar y de algunas noches solitarias sigo encontrando muchas verdades en los diferentes pueblos, son sus expresiones vivas que se aferran a continuar, llenas de colores, cantos propios del lugar, danzas de pobladores de comunidades del campo que veneran a cada santo patrón; son éstos quienes también acompañan a la Danza de Diablos de Cajabamba para la adoración a la Virgen del Rosario en su fiesta de octubre. Siempre quise registrar a través del lente a los danzantes con sus atuendos de vistosos colores, bordados a mano, postura, desplazamiento, destreza al zapatear, reventar el chicote o rebenque, entregar claveles a las bellas damas que nos acompañan y venerar a la Virgen del Rosario. Esto me llevó a dejar de danzar por un momento, contagiarme con el público entendiendo su euforia. He logrado tomar muchas fotografías de esta danza desde la casa de los mayordomos, en el templo venerando a la Virgen del Rosario, en su baile de dos marineras y un huayno, en cada esquina de la Plaza de Armas o en el atrio de la iglesia. Tomar estas fotos es como si yo estuviera danzando, haciéndolo al compás de la banda de músicos”.
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FERNANDO MANTILLA RODRÍGUEZ Mascarero “En lo personal, siento una gran satisfacción al realizar un trabajo (una máscara) y luego verlo en la cabeza de quien me encargó hacerlo; verlo danzar es una satisfacción personal, tiene un significado cabal, es algo que contribuye a que una danza se mantenga en el tiempo y en el espacio que le corresponde. Para Cajabamba, significa un hito en su historia, siendo una de las pocas provincias donde se tiene el reconocimiento de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación. El cajabambino se siente orgulloso y, hasta cierto punto, se siente depositario de una cultura, de una actividad artística como es su música y la misma danza. Entonces, hay bastante orgullo por esta manifestación cultural, nuestra Danza de Diablos”.
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JOSÉ CARLOS JULCA ORBEGOSO Mascarero “Dentro de la confección de la máscara tenemos los cuernos, que por ahora son de carnero o de 'huacho' como lo llamamos acá, pero después no sabemos porque el ganado ovino está desapareciendo, cuando ya no haya tendremos que ver cómo los reemplazamos. Los cuernos vienen con un hueso interno que se llama el alma del cuerno, eso hay que retirarlo, hay que dejar al cuerno vacío, esto nos permite que pese menos y que podamos lijarlo, darle el acabado. Además yo desinfecto al cuerno, lo hiervo en agua, pero también se puede lavar con lejía, pero es importante hacerlo porque esto va en la máscara, a la cabeza de un ser humano, y puede estar con bacterias, por eso hay que limpiarlo. También hay que darle la forma porque algunos cuernos vienen muy deformes, esto se hace calentando el cuerno para que se pueda dar una forma bonita; se calienta el cuerno y eso lo hace maleable, entonces se va dando la forma poco a poco, porque si se da la forma y se suelta muy rápido el cuerno vuelve a su forma original. Entonces, cuando uno los coloca en la mascarita se ve mejor, con un aspecto más elegante”.
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MABEL DEL ROSARIO RONCAL CALDERÓN Expresidenta de la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba “Yo tengo dos hijos a los que les gustaba la Danza y empezaron a bailar. Al comienzo lo veía muy mal, me molestaba, renegaba bastante cuando los amigos los venían a buscar para que ensayen, hasta que un día uno de mis hijos cayó muy mal, casi se muere y lo tuvieron que operar de emergencia porque le estaba dando peritonitis. En esos momentos empecé a rezar y le dije a la Virgen que si ella ve que mis hijos bailan con mucha devoción, por favor que no me lo quite. La operación empezó a la una de la madrugada y terminó a las ocho de la mañana. Gracias a Dios todo salió bien. Desde allí cambié de opinión e incluso les mandé a hacer sus vestidos, viajaba con ellos a donde iban a danzar, ya me involucraba con ellos, con su inquietud, porque antes a escondidas tenían que estar alistando zapatos, vestidos y mi mamá era la que los apoyaba”.
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JHONATAN GEORGE COSAVALENTE BAUTISTA Presidente de la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba “Ser un diablo Cajabambino significa admiración y orgullo por la gama de tradición que posee nuestra danza en Cajabamba; En mi infancia nació el amor por la práctica de esta danza, permitiéndome descubrir la esencia de su originalidad, a través de la devoción hacia nuestra Madre Santísima Virgen del Rosario. A partir de ese momento, asumí el firme compromiso de ser un diablo y fiel devoto de nuestra Virgen, y danzar en todas las fiestas de octubre, hasta que ella me lo permita, en muestra de mi pleitesía y fe hacia ella.”
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Danza Trasciende
Una que
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P Luego de ser evaluado el expediente que solicita la declaratoria de la Danza de Diablos de Cajabamba como Patrimonio Cultural de la Nación, presentado por Raúl Urbina Paz, el Instituto Nacional de Cultura emite la Resolución Directoral Nacional N° 1276/INC el 16 de setiembre del año 2008, firmada por la directora nacional, Cecilia Bákula Budge, resolviendo literalmente en su artículo único: “DECLARAR PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN a la Danza de Diablos de Cajabamba en tanto se trata de una manifestación cultural que constituye, por su trasfondo histórico, los elementos estéticos asociados - vestimenta, textilería, coreografía y música – y los diversos significados que le han impreso sus practicantes, un complejo cultural de gran riqueza en el que se expresa una visión particular de la región y de su historia, constituyéndose así en vehículo de la identidad colectiva regional” En relación a las Declaratorias de Patrimonio Cultural de la Nación, Luis Repetto señala que éstas implican que la importancia de la manifestación declarada rebasa a las comunidades directamente involucradas, las fronteras locales y regionales, pasando a ámbitos nacionales, es decir, su importancia ahora comprende a todo el país.
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Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nacion
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La parte considerativa de la Resolución manifiesta de manera concreta las características fundamentales de la Danza que constituyen los valores inherentes a ella que la hicieron merecedora de esta declaración, resaltando entre ellos la antigüedad de su origen y su vínculo con la Virgen del Rosario y su festividad. Es importante recalcar este vínculo Virgen del Rosario – Danza de Diablos como lazo indisoluble forjado desde el origen de la devoción, que ha permitido mostrar durante el devenir de los tiempos la exaltación acrecentada del diablo devoto durante la festividad de la Virgen, días en los que se llega a la máxima expresión y significación de la danza, constituyéndose ésta, como lo manifiesta la resolución, en su “expresión emblemática (…) y la que es reconocida por los pobladores de Cajabamba como expresión identitaria del ser cajabambino”. Igualmente, como se ha reseñado en el presente libro, la Resolución resalta el ofrecimiento del baile a la Virgen por parte de los danzantes, únicamente varones, por su devoción a ella y pidiendo el perdón de sus pecados, señalando como uno de los momentos más importantes de la fiesta el momento de la adoración a la Virgen dentro del templo, no solo por la religiosidad manifiesta, sino también por la singularidad de este hecho, que la diferencia de otros lugares donde también danzantes diablos forman parte de sus celebraciones patronales, no estando sin embargo, permitido su ingreso al templo y tampoco el acercarse a la imagen venerada. Raúl Urbina Paz.
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El mencionar las técnicas tradicionales de transmisión generacional para la confección de la máscara, con la técnica escayola, y resaltar el valor de la artesanía en la “fabricación de las máscaras y el laborioso bordado de la indumentaria”, presentes hasta la actualidad como valores relevantes a considerar, es una muestra de la importancia de estos elementos como componentes fundamentales de la manifestación. La Declaratoria, en este sentido, se convierte en una herramienta de gestión primordial a tener en cuenta para las acciones de salvaguarda de esta importante manifestación religiosa con un alto componente cultural.
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Dentro de las consideraciones de la Resolución, se contempla también, como parte fundamental de la declaración, la existencia de la Asociación Danza de Diablos de Cajabamba, la que a través de sus estatutos estipula rigurosamente las caracteristicas de la indumentaria que los danzantes deben lucir.
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La Asociacion Danza de Diablos de Cajabamba
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La Asociación Danza de Diablos de Cajabamba se creó el 10 de setiembre de 1972 luego de su presentación en la ciudad de Lima como parte de las celebraciones del Sesquicentenario de la Independencia del Perú en 1971. Para esa oportunidad, la Danza de Diablos formó parte de la delegación folclórica de Cajamarca junto a otros artistas como “El Chonón” y “La Cuyanita”, promovidos por el promotor cultural, Gregorio Díaz Izquierdo, con el apoyo del profesor Julio Madalengoitia Toledo. Fue la primera vez que los danzantes bailaron en la capital peruana, marcando cambios importantes. Por ejemplo, uniformizaron su indumentaria en lo referido a medias y zapatos. En su organización, crearon la Asociación cuya responsabilidad es mantener viva la Danza, reuniendo a los danzantes y amigos vinculados al quehacer cultural de su provincia. Desde su creación la Asociación elaboró sus estatutos, los cuales mantienen hasta la actualidad, estableciendo en primer término los principios de su actuación, encaminados todos ellos a velar por el prestigio de la Danza, por la auténtica presentación de los danzantes, por la defensa de su propiedad artística y a promover su difusión en todos los ámbitos.
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La Danza de Diablos de Cajabamba tiene orígenes remotos, su Asociación apenas casi cinco décadas.
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Se establece además las condiciones para la presentación de los danzantes diablos, de los galanes y de las mojigangas, señalando las características de cada una de las piezas de la indumentaria de estos personajes, aunque hace varios años las mojigangas ya no participan de la Danza. A lo largo de su historia, la Asociación ha tenido varios presidentes con sus respectivas juntas directivas, todos ellos, a su estilo, han aportado ideas e innovaciones, permitiendo la vigencia de la Asociación hasta la actualidad. Dentro de las estrategias para incrementar el número de los bailarines, perennizar las características de la Danza y, en cierto modo, democratizar esta expresión cultural como fiesta de todos, está el alquiler de indumentarias por parte de la Asociación a las personas que no pueden adquirirlas debido al costo de las mismas. Esto es posible pues la organización cuenta con una importante cantidad de trajes y máscaras obtenidas, generalmente, a través de donaciones de danzantes, y de hecho, hay muchos danzantes que se han iniciado con trajes alquilados.
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Además, para preservar y estimular el trabajo hecho a mano de la vestimenta, la Asociación promueve, en el marco de la fiesta de la Virgen, el concurso de trajes nuevos, y para promover la calidad del paso y de las características de la Danza, realiza el concurso de baile. Sin duda alguna, contar con una asociación es una gran oportunidad que no todas las manifestaciones culturales la tienen, pues estas organizaciones suelen convertirse en un espacio de diálogo en el que las diferencias se superan; se promueve las relaciones intergeneracionales y la transmisión de conocimiento, experiencias y propuestas de los danzantes mayores a los danzantes que recién ingresan, y viceversa. Se valora el universo cultural y se reconoce a los portadores más antiguos o maestros diablos. La Asociación también facilita la relación con las autoridades locales para acciones de gestión, planifica las presentaciones, protege la tradición sin desconocer el carácter dinámico o de adaptación de la Danza, siendo el espacio ideal para emprender las acciones de salvaguarda de esta manifestación cultural.
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Otra estrategia es el funcionamiento de la academia para aprender los pasos de la Danza, aunque ésta funciona generalmente los tres o cuatro meses previos a la fiesta, con la finalidad de que los danzantes aprendan en unos casos, o practiquen en otros, el estilo del zapateo de punta y taco, el chicoteo, la postura del brazo para llevar los accesorios en la mano correspondiente, y otros ademanes propios del baile, además de ser una forma de entrenamiento físico necesario para resistir sin problemas el baile de todos los días de la festividad. Esta estrategia está rindiendo buenos resultados para la manifestación, pues en cada festividad aumentan los danzantes diablos.
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Cada territorio, cada pueblo, además de su lengua de comunicación natural, incorpora en su léxico vocablos provenientes de la tradición oral que se transmiten de generación en generación; son vocablos que se incorporan a sus formas particulares de comunicarse y pasan a formar parte de su patrimonio cultural inmaterial. En Cajabamba, estos vocablos son tomados desde antiguas lenguas cajamarquinas como el quechua o el culle. También son creados por la originalidad de los cajabambinos o bien, se trata de arcaísmos del español. Lo cierto es que existen como práctica y expresión popular de la gente común, estando vinculados algunos de ellos a la Danza de Diablos. El significado de cada una de estas palabras lo da la población misma, sin embargo, algunas de ellas aparecen en diccionarios diversos. Para acercarse a sus significados se ha recurrido al especialista en lingüística, profesor Luis Cerna Cabrera enunciándose a continuación estos vocablos y sus significados.
Bijuco: De “bejuco”. El Bejuco es un árbol trepador de ramas retorcidas propio de regiones tropicales, del cual se obtiene el mango del chicote que maneja el diablo. La deformación del término está vinculada, probablemente, a que en algunos lugares especialmente rurales, se cambia la pronunciación de la letra “e” por la “i” de manera inconsciente. Esta palabra, al pasar al castellano popular y por influencia fonética del quechua —que solo tiene tres vocales: a,i,u— sustituye la “e” por la “i”, y se obtiene bijuco.
Cabuya: Aparece en los diccionarios, incluso en el de la Real Academia Española de la Lengua, como “fibra de la pita con la que se fabrican cuerdas y tejidos”. En esta acepción la pita hace alusión a la penca. La cabuya es un nombre generalizado en Cajabamba, haciendo referencia a la fibra que se usa para la confección de la punta del chicote, llamada “pita” en esta localidad.
Chicote: Es el látigo que usa el diablo danzante como parte de su indumentaria.
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Chiquita: Giro expresivo que se refiere al huayno rápido y corto que el danzante baila, en primera y fuga, con destreza y energía.
Maestro diablo: Danzante mayor, poseedor del conocimiento del Universo Diablo, reconocido por el pueblo por ser el portador más antiguo de los secretos de la Danza.
Majoma: Se ha encontrado su registro en el Vocabulario Regional del Oriente Peruano, de Luis Gastonguay. Significa “cabeza”. Sin embargo, no se conoce su origen. En Cajabamba se le llama majoma a la máscara del diablo. Pablazo: Nombre con el cual se conoce a la majoma fabricada por Pablo Moreno, extinto y famoso mascarero recordado por su gran estatura que inspiró dicho aumentativo masculino. Quien posee un “Pablazo” mantiene parte de la historia de la Danza, es una reliquia de valor incalculable. Sacar la Danza: Es una expresión usada para indicar la mayordomía de un día de la fiesta. Shafao: Vocablo con el que se llama al danzante que tiene el pantalón caído, debajo de la altura de la canilla, o presenta el cinturón un poco caído por debajo de la cintura. Shamblaco: Los cajabambinos denominan así al danzante diablo que tiene contextura delgada, es decir, que es flaco. Shapingo: Este es un vocablo bastante difundido no solo dentro de Cajamarca sino también fuera de ella. Se usa como denominación de “diablo”.
Terereque: Sin duda, esta es una palabra creada por el ingenio cajabambino y es usada en relación a la danza para denominar al diablo que no domina el baile y lo hace de manera desacompasada.
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Glosario del Diablo Cajabambino
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Agradecimientos Se hace un especial agradecimiento a las personas que han aportado, de distintas maneras, a la concreción de este libro, haciendo que el mismo se convierta en una creación colectiva que transmite el sentir del pueblo cajabambino, para ellos mismos y para el mundo. • Luz Amparo Alayo Vera
• Adalguiza Llaque Chávarry
• Roland Abanto Colina
• Lourdes Madalengoitia Valera
• Nancy Abanto Colina
• Rosa Madalengoitia Valera
• Richard Alfaro Bejarano
• Fernando Mantilla Rodríguez
• Evelin Arévalo Alayo
• Gustavo Monzón Figueroa
• Orlando Arévalo “Olan”
• Manuel Morales Ríos Agustín
• Daniel Felipe Briceño Gil
• Adelaida Moreno Gamboa de Jara
• Dave Manuel Caballero Pinillos
• Soledad Mujica Bayly
• Dora Elizabeth Caballero Rengifo
• Marcela Olivas Weston
• Eduardo Manfredy Calderón Ramal
• Víctor Oruna Calderón
• Cresencia Isolina Casas Sánchez
• Maritza Ramal Seminario
• Efraín Castillo Hervias
• Luis Repetto Málaga
• Luis Cerna Cabrera
• Bernabita Isabel Rojas de Vargas
• Daniel Cotrina Rowe
• Mabel del Rosario Roncal Calderón
• Lucy de Mantilla
• Jesús Rubio Tambo
• Alois Eichenlaub
• Andrés Salazar Romero
• José Manuel Eslava Iparraguirre
• Alejandro Sánchez Basauri
• Alejandro Medardo Espejo Iparraguirre
• Bernardo Tambo Juárez
• Matilde Florentina Flor Alvarado
• Anderson Terán Otiniano
• Segundo Miguel Flores Santos
• Claudina Toribio de Briceño
• César Gamboa López
• Elsa Urbina Huertas
• Miguel Garnett Johnson
• Felipe Urbina Huertas
• Jesús Alfonso Iparraguirre Chávez
• Raúl Hernán Urbina Paz
• Robin Iparraguirre Cruchaga
• Carlos Vargas Paredes
• Víctor Manuel Jara López
• César Villalobos Alegría
• Juan Jave Huangal
• Alejandro Daniel Villalobos Góngora
• José Carlos Julca Orbegoso
Agradecimiento a Instituciones: • Ministerio de Cultura • Municipalidad Provincial de Cajabamba • Archicofradía de la Virgen del Rosario de Cajabamba • Instituto Riva-Agüero - PUCP
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ROSARIO L A D E V O C I Ó N D E L D I A B LO C A J A B A M B I N O