Queridos vejetes: Ahora que inicio la década de los treinta años en mi vida y que nada complace mi ridículo apetito sexual, se me ha pedido que escriba una carta recordando lo interesante que han resultado sus breves pero contundentes intervenciones en el inicio de mi sexualidad a la edad de 5 años. Ahora puedo darme cuenta de que, poco a poco, desde mi nacimiento he estado aguantando no cavarme en una tumba de desprestigio. Ustedes sembraron las raíces frondosas & fuertes de un odio escondido y latente que circula por mis venas, ojos & palabras. No es infundado pues incorporo a mi vida, los temores que surgen gracias a mi condición de bastarda. Si, mis padres prefirieron alojar en su entrepierna la voluntad de perder la cordura & entregar sus carnes al placer de no sentir remordimiento alguno por engrosar aún más la lista de infelices seres que se arrastran por la faz de la Tierra. Me preguntan acerca de lo que ustedes lograron hacer conmigo pues yo digo: gracias a esos episodios nocturnos de felación dada por una chica de 6 años resulta una mujer sin consciencia, complaciente & siniestra al momento de enfrentarse a una relación estable. Nada como recordarles turnándose cada noche para decirme que no habría más besos sino lamía sus penes hasta que se retorcieran de placer. Todo esto bajo el de techo que mi familia les brindaba & a quien poco le importaba lo que sucedía conmigo. La autoridad no significaba mucho para ellos en comparación con el sistema matriarcal que en ese entonces regía no poder desarrollar con plena satisfacción los instintos animales de la piel.
Aleha SOLANO * VISIBLES. Proyecto de Abel AZCONA & Paola ROJAS / Bogotá, Enero 14-2015