Urania & Sofía Alejandro Christian Luna
Un acercamiento a la historia de la Astrología en relación al pensamiento occidental
Urania & Sofía Un acercamiento a la historia de la Astrología en relación al pensamiento occidental
Alejandro Christian Luna
Urania&Sofía 2
A Liliana Diez, quien me “contagió” su pasión por la Astrología.
3 Urania&Sofía
Urania&Sofía 4
Nuestra investigación será pues más profunda que las que dedican en la actualidad a nuestro tema diarios y revistas. Descubriremos la “verdad”, la convicción alimentada por las diversas civilizaciones, los temores y esperanzas de distintas épocas. Tal vez comprendamos entonces por qué la astrología ha podido ser calificada de “grandiosa tentativa de dar una representación de la unidad del mundo”, o como ha dicho Nilsson, ser un “vasto sistema de conocimiento filosófico”. Will Erich Peuckert
La astrología presenta un aspecto histórico y un aspecto cósmico, los cuales son sus dos más antiguas ramas. Cuando Dios ordenó al espíritu desarrollarse, dicho desarrollo se acompaño de la creencia de la astrología. Esto está atestiguado por la alta antigüedad de dicha creencia, cuyo verdadero lugar está en el seno de la filosofía. ¿Se convertirá la astrología en una ciencia o se fundirá dentro de la metafísica?. J. W. Pfaff
Creo en la astrología, primero porque me parece natural que fenómenos tan importantes como el movimiento de los astros desarrollen su acción hasta mi. En el mundo en que vivo, sobrenatural me parece lo contrario. Creo también en ella porque siendo historiador, no podría desconocer el considerable rol de la astrología en la Humanidad. Emmanuel Berl
5 Urania&Sofía
Urania&Sofía 6
Prólogo Como asidua lectora de bibliografía astrológica a lo largo del tiempo encontré textos interesantes, atractivos, informativos la mayoría, pero el que aquí nos ofrece Alejandro Luna es además necesario. Con mayor o menor éxito algunos autores relacionaron Astrología con procesos históricos, pero pocas veces se realizó un entramado tan específico entre Astrología y pensamiento filosófico. Y por ello lo considero necesario en tanto permite acceder a un panorama amplio de la Astrología como una producción teórica que acompaña la reflexión nuclear de cada época. Con prosa clara, sintética y erudita a la vez que amena, el autor propone un recorrido a través de los siglos que se inicia con los orígenes míticos y concluye con los nuevos paradigmas de la ciencia contemporánea. Cada capítulo -titulado en el orden de los signos zodiacalescomienza con un párrafo de La Astrología como ciencia oculta de Oskar Adler referido al signo en cuestión que funciona como el “copete” de una noticia periodística sintetizando el contenido que se desarrolla posteriormente. Así en el Capítulo 1 –Aries- describe las primeras huellas de una Idea – motor que señala el sendero por el cual transitará el pen7 Urania&Sofía
Urania&Sofía 8
samiento filosófico y astrológico. En el Capítulo 2 –Tauro- presenta la relación entre los filósofos de la naturaleza y la teoría de los elementos. En el siguiente -Géminis- encontramos a los filósofos atenienses y a Claudio Ptolomeo. El recorrido concluye con el capítulo 12 –Piscis- donde el autor expone una hipótesis que posiblemente generará más de un debate: la carta natal funciona como holograma. Para finalizar, no dudamos en afirmar que el texto opera como una excelente introducción a la historia de la Astrología para un público no erudito en la materia así como una indispensable fuente de consulta para quienes hayan incursionado en el tema.
SILVIA CERES
9 Urania&Sofía
Prefacio Urania es reconocida como una de las 9 musas de la mitología griega, la protectora de los astrólogos y de los astrónomos. Hija de Zeus y de Mnemósine. Los antiguos la representaban portando un compás y un globo terráqueo. Etimológicamente Sofía (σοφια) quiere decir sabiduría; y Filosofía, amor por la sabiduría. Este bello nombre encarna al Espíritu del Conocimiento. Urania y Sofía tendrán en este libro un diálogo que presiento muy fructífero. Si afinan sus oídos casi podrán oír sus voces detrás de las palabras. Y se sorprenderán de todas las cosas que ellas tienen en común. Una de ellas es la búsqueda de la “Verdad”. Urania irá hacia ella munida de sus instrumentos de medición, de su cristalina mirada y de su curiosidad ilimitada hacia el cielo exterior. Sofía lleva consigo la sorpresa ante sus propias preguntas, su lógica (que puede ser fría como el acero o cálida como un atardecer veraniego); y que de igual manera abre ventanas hacia el cielo interior. Pero ellas comparten, fundamentalmente, la maravilla y el asombro ante la profundidad de la existencia. Urania y Sofía poseen valiosísimas intuiciones, como así también una gran experiencia. Ambas responden a una complementariedad cuyo fin es la de llegar a una mayor comprensión de la realidad. No importa hacia que lado de la ventana miremos… pues siempre estaremos conociendo el cielo. Urania&Sofía 10
Capítulo 1 Aries El signo de Aries tiene que ver con la preparación del camino. El Hombre de Aries irrumpe en medio de los obstáculos en cuanto una inspiración interior en la que confía ciegamente le señala la ruta a seguir… Oskar Adler
Las huellas de una Idea Los inicios de la astrología se remontan a los albores de la humanidad. Si podemos imaginarnos la forma de vida de los primeros hombres y el entorno en que se movían, contactaremos con la abismal sensación de lo que representaba para ellos el cálido Sol, la impredecible Luna, el sorpresivo fragor del trueno o la profundidad infinita de un cielo estrellado. Fue absolutamente lógico para ellos el deificar toda la naturaleza y en especial lo que era más inalcanzable, y por ende más elevado, más divino... Los primeros indicios que nos hablan de una observación metódica del cielo datan de una fecha tan lejana como la del año 15.000 antes de Cristo aproximadamente. Tengamos en cuenta que el hombre, tal como hoy se presenta a nuestros ojos, aparece alrededor del 35.000 A.C.; es decir que el interés por los astros nace casi juntamente con nosotros, acompañando la evolución de nuestro cerebro y de nuestra conciencia. Hace algunos años se encontró en una caverna francesa una 11 Urania&Sofía
pequeña estatuilla, bautizada como la Venus de Laussel. Esta figura femenina sostiene en la mano derecha un cuerno de bisonte con trece muescas verticales, el número de noches entre la primera luna creciente y la luna llena. La mano izquierda se apoya en su abultado vientre, sugiriendo una equivalencia entre los ciclos lunares y los menstruales. Vemos que en las primeras obras artísticas el ser humano relaciona los ritmos celestes con los ritmos terrestres. Joseph Campbell sostiene que las mujeres reconocieron en sus propios cuerpos esta correlación, y que gracias a ello se llegó a las matemáticas y a la astronomía. Alexander Marshack analizó numerosas muestras (astas y huesos) que poseen incisiones que consideró marcas de caza, basadas también en un calendario lunar. Al mirarlas a través del microscopio advirtió que las diferentes incisiones no estaban hechas con la misma herramienta. Lo que marcaban era el paso del tiempo. Cerca del año 10.000 a.C. se encontraron en el noreste de Africa, en la localidad de Susfana, lo que se ha interpretado como la primera muestra de un zodíaco, donde podían verse una svástica y doce signos, unificando el ciclo lunar (svástica) con el ciclo anual o solar (zodíaco). Tanto en estos casos como en el de las pinturas rupestres de Altamira y Lascaux (donde algunos interpretan la representación de la bóveda celeste) estaríamos hablando de la prehistoria de la astrología y de un pensamiento mágico propio de la infancia de la humanidad. Hasta la época de los primeros filósofos de Grecia, fue el pensamiento mítico el que generó la explicación de toda experiencia Urania&Sofía 12
humana. Y son los mitos cosmogónicos los que relatan en las diferentes culturas el origen del mundo. Es probable que ciertos hechos verdaderos hayan dado origen a los diversos mitologemas, con los añadidos y los matices propios de cada cultura y de cada religión que los va diferenciando entre sí. En este sentido es notable como en civilizaciones muy diferentes hay coincidencias sumamente significativas en ciertos temas puntuales. Uno de ellos es el diluvio universal: registrado tanto en las culturas semitas e indoeuropeas como en las precolombinas. Los astros del cielo así como los animales fueron divinizados por los primeros grupos humanos, otorgándoles así “poder”. Mucho más tarde se los llegó a adorar individualmente. Cada planeta era una divinidad y poseía ciertas cualidades. En esta etapa la astrología forma parte de esta visión del cosmos, en una relación directa con el mundo simbólico de los mitos. En otros casos era un elemento el que absorbía toda la divinización. Uno de los casos más notables fue con el Sol, adorado hace 3.500 años en Egipto por el faraón hereje Akenatón, considerado por muchos el primer monoteísta. Fue hereje por acabar con miles de años de religión oficial, y monoteísta porque consideraba a Atón (el Sol) el único dador de vida, en lugar de los innumerable dioses a los que las ciudades del Alto y Bajo Egipto rendían culto. Tanto desde el punto de vista religioso como simbólico, vemos que el Sol representa un factor unificador, organizador, vital e irradiante. Es cierto que la religión de Atón sólo se implementó por el tiempo en que Akenatón reinó, luego se volvió al politeísmo, pero es interesante especular: ¿pudo haber influído a religiones monoteístas posteriores?. Los antiguos egipcios asociaban el comienzo de la crecida del Nilo con la elevación helíaca (la de los astros que salen hasta una hora antes o una hora después que el sol) de la estrella Sirio -la 13 Urania&Sofía
más brillante del firmamento- y el comienzo del solsticio de verano. Heródoto (nacido hace 2.500 años aproximadamente) nos cuenta en Euterpe, el segundo Libro de la Historia, que “los egipcios habían sido los primeros entre todos los hombres en inventar el año, dividiéndolo en las doce partes correspondientes a las estaciones, y decían que habían inventado esto gobernándose por las estrellas (…) decían también que los egipcios habían sido los primeros en introducir los nombres de los doce dioses, y que de ellos los tomaron los griegos”. En la época de Ramsés El Grande (1279-1213 a.C) surgieron dos astrólogos legendarios: Petosiris y Nekepsos. Del primero se conserva un diagrama, el Círculo de Petosiris, trazado para conocer el pronóstico de los enfermos. Ambos astrólogos son citados por autores mucho más tardíos, por lo que se presume que en realidad pertenecieron a la época del Egipto ptolemaico (allá por el siglo dos o tres A.C.). Nekepsos y Petosiris también son autores de un tratado que se ha perdido, un obra que ha sido la fuente principal de la astrología hermética. (1) La astrología egipcia tiene su base en los llamados decanatos, periodos de diez días, cada uno de los cuales se hallaba bajo la protección de un dios representado por una estrella o grupo de estrellas. En total había 36 decanatos y parece que los usaban para seguir el ciclo de Sothis (Sirio). De la época de los ptolomeos (inicios de la era cristiana) procede un Zodíaco tallado en el techo de un templo dedicado a Osiris, conocido como el Zodíaco de Denderah. Puede vérselo hoy en el museo del Louvre, en París.
(1) Comunicación personal con Rafael Gil. Urania&Sofía 14
Ahora bien, de entre toda la evidencia arqueológica, tal vez la más significativa desde el punto de vista astrológico-predictivo sea una tablilla de barro cocido encontrada en Mesopotamia y de unos 4.300 años de antigüedad, que contiene un presagio basado en un eclipse lunar: “El rey de Akkad muere y sus súbditos se salvan. El poder del rey de Akkad se debilitará. Los súbditos son prósperos.” El eclipse fue el 11 de mayo del 2.259 antes de Cristo y coincidió con la muerte de Naram-Sin, nieto de Sargón. Fueron las riberas del Eufrates y del Tigris las que seguramente vieron nacer a los primeros astrólogos y astrónomos del mundo. El límpido cielo oriental era perfecto para observar estrellas y planetas. Quienes inicialmente escrutaron la bóveda celeste fueron los sumerios, seguidos por los asirios, los babilonios y los caldeos, todas “tribus” que fueron superponiéndose espacial y temporalmente en el territorio que hoy ocupa Irak (o lo que queda de Irak, desgraciadamente). El cálculo en Sumeria estaba fundado en el sitema duodecimal, en año estaba constituido por doce meses de treinta días, el día por doce horas de sesenta minutos y el círculo por 360 º. Es sorprendente advertir que la esfera de nuestros relojes procede directamente de la capacidad matemática del pueblo sumerio (y reproduce ni más ni menos que el cinturón zodiacal). Un poco más tarde (1.200 / 400 a.C.) los caldeos fijaron los solsticios, los equinoccios, calcularon los eclipses y vislumbraron al Zodíaco casi como lo conocemos hoy. Se han encontrado también cálculos de posiciones lunares y planetarias. Predijeron los momentos en que los planetas estarían en oposición y en conjución al Sol. Los templos caldeo-asirios se construían sobre un alto terraplén, presentaban un aspecto piramidal de siete torres superpuestas con un camino en espiral para ascender hasta la plataforma ter15 Urania&Sofía
minal, cuya función era la de observatorio y templo a la vez. En estos ziggurat, cada nivel estaba consagrado a una divinidad astral; siete planetas, siete dioses. En el orden caldeo, el primer nivel era para Sin (la Luna), luego Nabu (Mercurio), Ishtar (Venus), Shamash (Sol), Nergal (Marte), Marduk (Júpiter) y por último Ninurta (Saturno). La astrología caldea se gesta a partir de visiones animistas/vitalistas del cosmos. Es de señalar que en la escritura sumeria -una de las más antiguas de la humanidad- cada vez que graficaban el nombre de un dios hacían un trazo cuneiforme acompañado de una estrella, indicando con este detalle el aspecto divino de lo nombrado. Ha llegado también hasta nosotros desde Sumeria y Babilonia el poema épico más antiguo del que se tenga noticia: El Cantar de Gilgamesh. Según algunos autores esta epopeya relata la iniciación de un héroe solar cuya evolución recorre el orden de los doce signos, como miles de años más tarde lo hará Hércules con sus doce trabajos. Así, haciendo epicentro en el cercano oriente, la astrología mesopotámica comienza a propagarse hacia todas las direcciones: Egipto, Persia, India, Arabia, Grecia. Hemos visto que desde que el mundo es mundo los objetos de la naturaleza, sobre todo los ciclos basados en los movimientos celestes, han ejercido un particular foco de atención sobre los hombres: las ya nombradas marcas de caza de Marshack, el zodíaco de Susfana, svásticas tanto en Noruega como en Tiawanaco, Bolivia (5.000 A.C), el calendario solar de Heliópolis (4.241 A.C), círculos concéntricos en Bretaña (3.800 a.C.), ziggurats en Mesopotamia (3.000 a.C.), el observatorio astronómico de Stonehenge, Inglaterra (2.400 a.C.); son sólo algunos de los restos arqueológicos que así lo atestiguan. Bajo tal cantidad de evidencia material podemos apreciar la filoUrania&Sofía 16
sofía del pensamiento astrológico, que se encuentra inmersa subliminalmente en tiempos que el hombre buscaba, necesitaba y corroboraba la influencia del cosmos en la vida de los seres, su incidencia, consecuencias y reacciones. Alrededor del año 700 a.C. ocurre un cambio fundamental en el pensamiento. Aparecen en Grecia los primeros filósofos, llamados los “filósofos de la naturaleza”. Es un hecho de enorme importancia histórica, pues con la civilización griega aparece por primera vez en la humanidad la necesidad de explicar los fenómenos del mundo a través de la razón. Este cambio que va del pensamiento mítico al racional, se habilita cuando, tanto Homero con su Ilíada como Hesíodo con su Teogonía, transcriben las historias referidas a los dioses dando lugar a una posterior profundización con crítica y debate acerca de estas historias, trasmitidas sólo oralmente a lo largo del tiempo. Podemos pensar que en este momento la astrología podría haber sido alcanzada por la ola desmitificadora, pero lo que ocurrió fue que el mismo pensamiento racional se utilizó para intentar legitimarla. Cíclicamente, arribamos en la historia a la certeza que, cuanto más profundizamos en la ciencia, más cerca de lo místico nos encontramos. Esto es algo que podemos verificar hoy mismo en la relación que se ha planteado entre las nuevas teorías de la física de micropartículas y el misticismo oriental. Según el antropólogo G. S. Kirk, autor de La Naturaleza de los Mitos Griegos, no existió tan puntual transición entre ambas formas de pensamiento. De hecho opina que es un absurdo hablar de “pensamiento mítico”, sosteniendo que lo que se dió fue una transformación lenta pero efectiva en la manera de pensar. Los mitos también fueron evolucionando, sistematizándose y, por fuerza, racionalizándose. Por otro lado, los filósofos de la naturaleza (también llamados presocráticos) como Tales, 17 Urania&Sofía
Anaximandro y Anaxímenes construyeron algunas teorías indudablemente inscriptas dentro de lo filosófico pero con un trasfondo tal que se logran percibir ideas ligadas al pensamiento mítico. De hecho en la astrología, desde lo ancestral a lo contemporáneo, la permanencia de la interpretación mitológica es la base interpretativa más estable, ya que trasciende la racionalidad fragmentadora de hoy en día. Casi todas las corrientes astrológicas (mundana, racional, esotérica, cientifica, kármica, psicológica, etc.) respetan el sentido mítico de sus bases, como arquetipos que simbolizan una “energía” con multiples representaciones, sobre todo en el caso de las interpretaciones astrológicas esenciales. Ahora veamos de que trataban estas teorías. Los primeros filósofos tenían en común la creencia de que el mundo se había formado de una materia primordial de la cual surgían todos los cambios. Intentaron encontrar leyes constantes en la naturaleza sin caer en las explicaciones míticas tradicionales. Estos filósofos dieron los primeros pasos hacia una manera científica de pensar, siendo la semilla de las ciencias naturales posteriores.
Urania&Sofía 18