No. 1 / Septiembre 2015
FANCÍNICO
el resto es drag la vida de un vagabundo Un top de “pelis” indie 1
AV. ORIENTAL DERECHO
132 MONTAÑITA, LA PLAYA HIPPIE DE ECUADOR
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Creditos Director Alejandro González Arias Editor Alejandro González Arias Director de Arte Alejandro González Arias Ilustraciones Alejandro González Arias Fotografías internet
LA VIDA DE UN 0VAGABUNDO
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14 UN TOP DE “PELIS” INDIE 18
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EL RESTO ES DRAG
CHET FAKER EL ENSIMISMAMIENTO COMO CREACIÓN
lA FOTOGRAFA QUE CAPTURA LA INTIMIDAD DE LAS PAREJAS
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FANCINICO
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CAFE RACER, LA NUEVA MODA DE LOS “TON UP BOYS”
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El mundo de los fanzines
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uando se escriba la historia menuda de la comunicación visual en los últimos quince años habrá que reconocer a los fanzines, palabreja dificil de traducir a nuestro idioma y que en inglés resulta de la abreviatura de dos fan’s magazine, revista para fanáticos, un papel fundamental en la evolución general de los medios, y, más concretamente, de las formas culturales marginadas por las instituciones oficiales administradoras del saber. Sin los fanzines, sin estos miles de revistas intermitentes y llenas de entusiasmo, gran parte de lo que hoy podamos saber sobre los comics, carteles, cromos, animación novelas populares, telefilmes y otras creaciones hubiera permanecido desperdigado, en poder de unos cuantos eruditos, sin pasar esa mínima pero indispensable frontera comunicativa ofrecida por estos cuadernos, pobres en primores gráficos y editoriales, pero repletos de entusiasmo y dedicación. Los fanzines han cumplido -cumplen aún y seguirán
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haciéndolo en el futuro- un papel insustituible en la difusión y estudio de una nueva forma de apreciar los productos visuales y la mentalidad que los ha originado. Sin ellos, es muy posible que se hubiera cortado de raíz el movimiento revalorizador originado en el pop, y que se hubiera hundido también con, esta moda, efímera como todas.Los fanzines, en el fondo, de forma insconsciente, nos han hecho replantear las bases culturales de nuestra vida. Desde un sistema clausurado para siempre, en el que todo tenía un sitio, pero nada nuevo podía acontecer, nos hemos encontrado con una variada gama de fenómenos abiertamente contraculturales o, al menos, indiferentes al modelo oficial de saber establecido. Toda aspiración, por tímida que sea, necesita un soporte propagandístico y los fanzines han servido de unión a grupos de aficionados que, sin ellos, no hubieran podido proliferar
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LUGARES En Montañita puedes caminar sin camisa, vistiendo pantaloneta y caminando con los pies descalzos de madrugada, sin el temor que habita en las grandes ciudades. Andas por la playa con una caja de vino dulce encontrándote nuevos amigos que te invitan a beber con ellos para aprovechar la puesta de sol. Nadie quiere nada de ti. No eres mejor ni peor que nadie. Tu grandeza se mide únicamente en tu entera humanidad.
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ontañita se encuentra ubicada en las costas ecuatorianas, a 200 Km de la ciudad de Guayaquil. No es una ciudad. No es un pueblo. Tampoco es un caserío. Es algo así como un punto en el mapa donde no existe estación de policía, la presencia de la iglesia se resume en una construcción anodina que por lo general se encuentra deshabitada, no hay grandes cadenas comerciales ni pegatinas con el rostro de algún marrano tiernón invitándote a elegirlo para un cargo público.
Allí no eres rico ni pobre. No vales tanto como el cacharro que manejas o la gran empresa que lideras. Eres tan exitoso como tu capacidad para maravillarte ante las cosas te lo permita, eres uno con la nada, ¡eres un vagabundo del Dharma! No perteneces al mundo laboral, al infierno de una oficina.
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Tienes tu primera aventura y por fin aprendiste que se puede morir en vida cuando dejas de soñar con un mundo más allá de donde se pierden la luna y las estrellas, además, tienes un lugar en donde puedes plantar tu carpa, en una zona de camping, desayunar un delicioso caldo encebollado por dólar y medio el plato junto a los músicos callejeros, en plena acera, o en medio de la calle con un centenar de princesas hippies que te leen la palma de la mano a cambio de un trago de brandy en la playa.
Ahora bien, si el asunto es de dinero y llegarás a quedarte sin blanca en medio de un paraíso perdido de locos bodhisttvas harapientos, puedes vender las diez copias que te quedan de tu libro Pirotecnia pop, reunir lo suficiente para el próximo trago y tal vez llegar hasta las islas Galápagos, vivir de tomar fotos y venderlas a los turistas, conocer a la chica de tus sueños y emprender por fin el viaje hacia la mítica Macchu Picchu o ba jar hasta Buenos Aires, donde vive tu buen amigo Iván Wielikosielek, el gran escritor underground. Pero tal vez lo mejor sea permanecer algunos días más en Montañitas hasta que los dólares aguanten.
Quizás busque traba jo en el bar de un sujeto grande y rudo, un turco cuyo nombre no recuerdo, y tenga tiempo suficiente para leer a mi antojo y hacer el amor en algún lugar oculto en la playa, olvidaré mis días como abogado en la espantosa entidad financiera para la cual traba jé en Colombia, e inventaré un libro de cuentos para financiar mi via je hasta la tierra de los ángeles cobrizos de mi nueva chica mexicana.
Tendré tiempo para todo esto y para mucho más si me entrego a la carretera en espera de la próxima revelación. En todo caso, hay demasiada belleza en el mundo como para dejarla escapar. Solamente debo recordar estirar los brazos y alcanzarla.
Es algo así como un punto en el mapa donde no existe estación de policía, la presencia de la iglesia se resume en una construcción anodina que por lo general se encuentra deshabitada, no hay grandes cadenas comerciales ni pegatinas con el rostro de algún marrano tiernón invitándote a elegirlo para un cargo público.
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os vagabundos juveniles de Mike Brodie Fotógrafo de vocación —aunque él prefiera afirmar que solo se trata de un hobby—, Brodie ganó en 2008 el Premio Baum para Fotógrafos Emergentes de los EE UU y su obra forma parte de las colecciones permanantes de varios museos de la primera división. Sin embargo, mantenía desde hace seis años un largo y misterioso silencio. Algunos decían que había perdido la ilusión y otros que se había dedicado a estudiar mecánica y que regentaba un taller de reparación de coches.
Mike Brodie (Arizona-EE UU, 1985) tiene el mismo espíritu aventurero, libre e ilegal que uno de los protagonistas de la novela En el camino, la epopeya de asfalto, libertad y vida acelerada que convirtió a Jack Kerouac en un difusor de la vida nómada y desentendida y sedimentó lo que se dió en llamar generación beat. Como el escritor, Brodie no tiene ansias por ejecer el apostolado: lo suyo es anotar desde dentro, mostrar la vida de la que participa.
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ESTILO DE VIDA Rentabilizar el carisma El regreso de Brodie es a todo trapo. Este mes expone en dos galerías de postín, una en Nueva York y otra en Los Ángeles, y publica un libro que, en la edición de lujo, cuesta 2.500 dólares (unos 1.900 euros). El fotógrafo vagabundo se decide a sacarle rentabilidad a su carisma como narrador desde dentro de la vida nómada de los vagabundos juveniles estadounidenses que cruzan el país como polizones de trenes de carga. Se subió a un tren de carga a los 17 años y recorrió 50.000 kilómetros Crecido entre Phoenix (Arizona) y Pensacola (Florida) y criado por una madre soltera —el padre, según ha contado Brodie en el pasado, había idio condenado a nueve años de cárcel por robar una partida de mármol en la obra en la que trabajaba—, el chico se subió a un tren de carga por primera vez a los 17 años. Durante cuatro años recorrió 50.000 kilómetros practicando el train hopping (montarse a la brava en convoyes ferroviarios) junto a otros muchos jóvenes como él. Algunos huían de algo
o de alguien; otros deseaban ejercer la rebeldía y algunos más simplemente se dejaban llevar por el placer de que cada día fuese un nuevo invento. Los medios están de los nervios El libro del fotógrafo vagabundo tiene un título entre irónico y reivindicativo, A Period of Juvenile Prosperity (Un periodo de prosperidad juvenil). Una selección de imágenes del tomo se exponen, con el mismo lema, en la galería neoyorquina Yossi Milo, entre el 7 de marzo y el 6 de abril, y en M+B, en Los Ángeles, del 16 de marzo al 11 de mayo. La expectación es altísima porque Brodie es un personaje de culto en los EE UU y los medios de comunicación más serios están de los nervios (vean como muestra el artículo que la ha dedicado The New Yorker). Durante sus años errantes Brodie se hzio llamar The Polaroid Kid. Alguien le había prestado (“puedes llevártela, pero no vas a encontrar película para ese trasto”) una Polaroid SX-70 Sonar
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OneStep, la primera cámara réflex instantánea y, además, con autofoco ultrasónico. Con ella a cuestas cruzó sobre raíles el sur y el oeste de los EE UU (Florida, Louisiana, Texas, Arizona, Colorado, California, Oregon, Washington…) e hizo fotos de la gente con la que se encontraba, desarraigados como él, motivados por el simple placer de moverse. Conejo de indias en experimentos con fármacos ¿De dónde sacó Brodie el dinero para comer y comprar los (caros) cartuchos de la película Polaroid Time Zero que utilizó? Por un lado, se sometió a experimentos farmacéuticos como voluntario pagado —por ejemplo, 3.500 dólares por tomar un medicamento experimental contra la artritis durante tres semanas—. Por otro, robó en todas las tiendas que pudo película para la cámara hasta que Polaroid dejó de fabricarla. Se hizo entonces con una sólida Nikon F3 y empezó a disparar fotos en película de 135 milímetros. Son fotos de este formato, tomadas entre 2006 y
2009, las que integran el libro. “Aunque nunca fue educado en técnica fotográfica las imagenes de Brodie son una mirada honesta y sincera que sólo puede proceder de la inconsciencia del medio”, dicen en la galería M+B. “Sin saberlo, las imágenes de Brodie siguen los pasos de fotógrafos como Robert Frank y William Eggleston”. Los organizadopres de las exposiciones y los editores del libro también destacan el “ardiente deseo de movimiento” que emana de las fotos y la capacidad innata de Brodie para “tejer una narración”. No se equivocan. En estas fotos imprescindibles hay manos sucias, la inocencia del sueño, la belleza de la juventud en estado salvaje, la voraz curiosidad de ver, sentir y conocer, la alegría de estar fuera de las normas, el alcohol barato, los alimentos que nadie quiere, la inocente inmundicia, el glamour del desastre, el deseo ardiente de seguir adelante... y, sobre todo, la elección de un sueño.
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CINE
La magia del cine independiente radica en su desprendiemiento de los valores comerciales y clichĂŠs regresando a la vida tal como la conocemos y la vivimos diariamente, esto Ăşltimo gracias a sus bajos presupuestos por estar desasociados con las grandes productoras, lo que les da a los directores una total libertad creativa, que se ha evidenciado en espectaculares guiones, estĂŠticas, conceptos, producciones. A continuaciĂłn, algunas de las mejores peliculas en la historia del cine
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PERSONAJES
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ueva York, 1987: en un bar recóndito de Harlem, una veintena de drag queens se re-úne para organizar un ball –una competencia, según explican los entrevistados del ahora clásico documental Paris is Burning, en la cual puedes ser todo lo que quieres ser–: “Como si entraras al País de las Maravillas”, dice uno, Pepper LaBeija, “y pudie-ras sentirte enteramente contento de ser gay. Es algo que no ocurre en el mundo”.
ESTÁN DEJANDO DE SER LOS DRAG QUEENS SINÓNIMO DE DISI-DENCIA Y OTREDAD? DIFÍCILMENTE: UN HOMBRE QUE SE ESCONDE EL SEXO ENTRE LAS NALGAS, SE MAQUILLA Y SE PONE TACONES Y PELUCAS SIGUE SIENDO UN DISIDENTE, ENTRE HOMBRES Y MUJERES HETEROSEXUALES, E INCLUSO ENTRE LOS MISMOS GAYS, QUE CON TANTA FRECUENCIA DESPRECIAN “LO FEMENINO” Y RECHAZAN “LAS PLUMAS”.
Este documental muestra cómo, a pesar del ambiente competitivo, los balls propician la formación de familias alternativas: las drag queens pueden volverse, entre sí, hermanas, hijas o madres. “He visto que muchos niños se quedan sin padres cuando salen del clóset”, dice LaBeija. “Los echan de la casa y a mí me buscan para que llene ese vacío. Me vuelvo su madre. Una familia drag es como una pandilla, pero gay. Mientras que la pandilla gana prestigio en peleas callejeras, la familia drag lo gana en los balls”.
Un episodio típico de RuPaul’s Drag Race tiene, más o menos, la siguiente estructura: los concursantes entran al estudio –los vemos en camiseta, bermuda, jeans– y reciben un mensaje de RuPaul, que anuncia el reto de la semana. Enseguida aparece él –en este momento lo vemos en pantalones y chaqueta, enseñando su calva–, saluda a los concursantes, les explica en detalle lo que tienen que hacer. Todos se ponen a trabajar. A medida que el programa avanza, vemos el proceso de su transformación. Después, en la pasarela, aparecen todos –tanto RuPaul como los concursantes– mostrando cómo quedaron, “la magia”, como suelen decir. Los jueces evalúan el maquillaje los vestidos, para terminar escogiendo tanto a la mejor drag queen de la semana como a las dos peores, quienes compiten en una batalla de lip-sync para quedarse, al menos, un episodio más. Al final, RuPaul repite su ya clásica frase: “Y recuerda esto: si no puedes amarte, ¿cómo diablos quieres que te ame otra persona?”.
Política y políticamente incorrecta. Underground y excéntrica. Punk y mainstream. Y puede iniciar una revolución. Ser una drag queen es ir por la vida sin pedir disculpas”.
Durante estas competencias, las drag queens desfilan, bailan, cantan. Simulan que cantan, con una pista en el fondo –esto, en inglés, se llama lipsync, por la sincronización de los labios con la canción que está sonando– y posan. Posan como modelos de Vogue, integrando estas poses a un movimiento corporal, a veces angular, a veces rígido. “Lo que para el resto de la sociedad es el fútbol, los deportes”, dice LaBeija, “para nosotros son los balls. Es lo más cerca que estaremos de los Óscar, de las luces y de la fama”. Los Ángeles, 2014: RuPaul Charles está a punto de coronar a una nueva super-estrella drag en The Ace Theater, en pleno centro de la ciudad: asisten al evento casi dos mil personas; lo verán en diferido –por televisión, apps y el sitio web de Logo TV– millones. Antes de salir al escenario, se oye una voz que dice: “Damas y caballeros, y demás 54 opciones de género que ofrece Facebook, demos la bienvenida al gran y al único RuPaul”. Aparece, entonces, la drag queen más famosa de los Estados Unidos –del mundo, acaso– y recibe una ovación. Al rato dice a los concursantes de la sexta temporada de su programa, RuPaul’s Drag Race: “Caballeros, enciendan sus motores. Y que gane la mejor mujer”.
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Este reality empezó en el 2008 y es el programa de mayor rating del canal. La drag race –la carrera o competencia entre drag queens– sigue la tradición de Paris is Burning (el documental, de hecho, es mencionado por RuPaul permanentemente) y consiste en encontrar, temporada a temporada, a la nueva superestrella drag de los Estados Unidos. Para ello, RuPaul –podemos decirle él o ella, le da igual– hace las veces de presen-tador, mentora y madre de los concursantes. Y los concursantes, a su vez, tienen que superar pruebas cada semana, que van desde la imitación de celebridades a la confección
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de vestidos de alta costura, pasando por la preparación de rutinas de comedia y de musicales.
Cada programa es prácticamente una lección de lo que es ser una drag queen. En palabras de RuPaul: “Una drag queen puede ser una mujer barbada. Una sirena. Una chica de bar o una comediante. Política y políticamente incorrecta. Underground y excéntrica. Punk y mainstream. Y puede iniciar una revolución. Ser una drag queen es ir por la vida sin pedir disculpas”. Cada programa, también, contiene interesantes debates de género. En medio de declaraciones polémicas de las concursantes –“Esto es una competencia entre drag queens”, dice, por ejemplo, Bianca Del Río. “Lo único peor es la cárcel”– y comentarios divertidos –“Entre más grande el peinado”, dice Alexis Mateo, “más cerca estaré de Dios”– escuchamos a otras, como Courtney Act, criticar cualquier pensamiento normalizante relativo al género: “El mundo tiende a polarizarlo todo, a pensar en términos binarios: es blanco o es negro, es hombre o mujer. Y todo está siempre en un terreno medio. Amo el drag porque se niega a ser encasillado. El drag es todo y nada”. Así mismo, y a partir de la expresa voluntad de una gran mayoría de concursantes de querer parecer “princesitas”, surgen preguntas desde el feminismo: ¿en qué tipo de mujer se transforman estos hombres? ¿Es o no contradictorio que lleven a cabo semejante metamorfosis para terminar cayendo en el mismo género binario, para terminar pareciendo unas Miss Universo? Sea cual sea la respuesta, no son pocos los académicos que consideran que un episodio de RuPaul’s Drag Race puede explicar mejor que nadie el argumento de Judith Butler en El género en disputa: que el género y el sexo son el resultado de actos performativos. O como dice RuPaul: “Nacemos desnudos, el resto es drag”.
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MÚSICA
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l joven australiano Nicholas James Murphy, conocido como Chet Faker, no sólo tomó inspiración en el nombre del astro del jazz, sino que hizo honor a las palabras anteriores para construir un proyecto basado no en el virtuosismo apabullante ni en la parafernalia sonora de la rapidez o la estridencia, sino en elaborar música a partir de tejidos y estructuras sonoras ideados minuciosamente, que emergen una vez que el escucha se concentra en precisamente eso: escuchar.
Chet Faker ha logrado que su musica, basada no en la pirotecnia del espectaculo, sino en la introspeccion y en las ideas, sea realmente escuchada y absorbida
chet faker el ensimismamiento como creacion
Con tan solo 26 años, Murphy ha conseguido abrirse paso en el espectro sonoro gracias a su elegante mezcla de downtempo, trip-hop y soul electrónico, que sirve de base para su suave y maleable voz que canta al amor íntimo e introspectivo. Influenciado a temprana edad por el gusto de sus padres por el Motown y el estilo vocal femenino de los sonidos chilled out, Chet Faker se dio a conocer inesperadamente a través de blogs musicales gracias a la versión electrónica y refinada que hizo de “No Diggitty” que Blackstreet entonaba junto a Dr. Dre y Queen Pen en la década de los noventa. La rasposa y sufrida voz de Faker, mezclada con el ambiente minimalista con que vistió al tema, fue el aliciente que lo llevó a consolidar su proyecto y darse a conocer fuera de Australia. Tras dos años de un clasutrofóbico ensimismamiento en el que Faker se introdujo para crear Built In Glass, su álbum debut, y sus primeros sencillos como “Terms and Conditions” y “I´m Into You”, comenzó a cosechar frutos que lo llevaron a festivales como SXSW y a participar con músicos como su connacional Flume. En una entrevista para Clash Music, dejó en claro que la disciplina y un instinto casi animal han sido el camino que se ha trazado para continuar creando: “[...] siempre está ese sentimiento en el fondo del estómago que sabe cuando algo suena bien. Así que simplemente seguí trabajando. Sabía que me llegaría aquella sensación de cuando el trabajo estuviera terminado. Y así sucedió.” A pesar de su corta edad y su incipiente carrera, Chet Faker ha logrado que su música, basada no en la pirotecnia del espectáculo, sino en la introspección y en las ideas, sea realmente escuchada y absorbida, tal como ese dos porciento del que hablaba Chet Baker.
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ente ra que a la g ie c re a p e u q ar z dijo ueda toc er alguna ve p k a o B t id e h p C á r ta tan trompetis emente l sico: qué b ú El legendario a m b n o u pr en ba que alidades u a c rprete m s r é e i r t f t A n e t i . r n l e e a s . am al es pueda eguía nan únic c o s io i s , s o s e a r d i p u b u a la im nr ios m scuch qué ta e b y e r m t a n c a e c to realm pueda os y e t o t t l n n a e e n i g qué ta de la ovim o t m n s e i o l rc ndía os po d e r l e p m solo y co s a e us id en s
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ARTE
Y es que la artista de tan solo 24 años se ha centrado en capturar la belleza de la vida privada de las parejas, en imágenes que transmiten simpleza, sensualidad y pasión, sin caer en el morbo.
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veces los momentos más tiernos entre las parejas solo quedan registrados en las memorias de los protagonistas, sin embargo, la fotógrafa y directora de arte francesa Maud Chalard ha logrado captar la intimidad de decenas de parejas. Y es que la artista de tan solo 24 años se ha centrado en capturar la belleza de la vida privada de las parejas, en imágenes que transmiten simpleza, sensualidad y pasión, sin caer en el morbo. Según unas declaraciones entregadas al sitio francés Demotivateur, la joven explicó que su idea era demostrar a quienes no creen en el amor real, que éste sí existe. “Trato de capturar el poder del sentimiento de amor y esperanza para compartirlo con la generación que piensa que el amor se está perdiendo”, declaró la fotógrafa, quien comparte su material en su cuenta de Instagram. Según Maud Chalard, “un fuerte vínculo emocional se basa en gran medida en la cercanía y tacto con otro ser humano”. Mira en esta nota una galería de sus retratos.
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Cartas del Lector A los que no compartís ilusión
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ay un baile de cifras respecto los asistentes a la Via Lliure. Siempre crítico con las cifras de la organización y los medios, me quedo con mi percepción. Ni tantos ni tan pocos. Cuando éramos cuatro gatos los que íbamos a las manis de la Diada (25.000 ante cifras como las del viernes son cuatro gatos) me sentía solo, lejos de la corriente mayoritaria que hacía de la independencia una utopía y de la catalanidad una bandera sometida a España. Comprendo cómo se sienten ahora quienes no comparten la reclamación de independencia. Las tornas han cambiado. Los que no están convencidos de que es mejor una Catalunya independiente que una España que no nos ama deberían fijarse en la ilusión que la idea ha despertado en muchos. Ganas de hacer, emprender de nuevo, ser mejores, más competitivos, más atentos a las necesidades y más solidarios. Proyectos que nos permitan ser como queremos. ¿Hay alguien que no firmaría una declaración de principios como esta? No tengo por qué despreciar a España, como tampoco quiero que nadie desprecie cómo nos sentimos los catalanes con ganas de construir un nuevo país. Por tanto, a aquellos a los que la rabia de no ser mayoritarios os haya despertado de golpe, os entrego las llaves que me han permitido sobrevivir habiéndome sentido antes igual que ahora vosotros. Escuchad, observad, proponed, sed tolerantes, respetad la forma de pensar de los demás. No es necesario que compartáis la ilusión, pero utilizad la inteligencia para entender que hay otras maneras de pensar además de la vuestra. Si un día Catalunya es independiente, os queremos a todos.
Elecciones ‘plebiscinónicas’ o ‘autonotarias’
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los candidatos que concurren a las elecciones del 27 de septiembre: soy un ciudadano no alineado con una idea formada sobre los derechos de las personas y las colectividades, entre ellos el de diseñar su futuro; también con un posicionamiento ante los derechos sociales, tan dañados recientemente; y, por último, que quiere votar en conciencia a los próximos comicios. Así que me preocupa la consideración que tienen estas elecciones según el partido que consulte. ¿Qué votaré: una ruta o unos diputados? Viendo los programas, sabré lo que quieren hacer si ganan. Pero ¿cómo actuarán los candidatos perdedores? Si son los «diputados autonómicos» ¿en qué consistirá su presencia en el Parlament, centrado en el procés? Y si pierden los plebiscitarios ¿asistirán estos a las sesiones del Parlament colaborando en la tarea parlamentaria autonómica diaria durante los próximos cuatro años? Por favor, ¿podrían quedar entre todos para definir de qué hablamos cuando hablamos del 27 de septiembre? Podrían decirme si se trata de unas ‘plebiscinómicas o unas autonotarias’? Quiero votar en conciencia y necesito que los candidatos a recibir mi voto me aclaren el dato.
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TENDENCIA S
LAS CAFETERÍAS DE CARRETERA SE CONVIRTIERON EN EL LUGAR DE REUNIÓN DE ESTOS JÓVENES ENFUNDADOS EN SUS CHUPAS DE CUERO NEGRO Y SUS MODIFICADAS MONTURAS. LAS CARRETERAS ENTRE ESTAS CAFETERÍAS, EL LUGAR PERFECTO PARA DEMOSTRAR QUIEN ERA EL MÁS RÁPIDO Pero, ¿de dónde nace el término cafe racer?
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ientras que los transportistas con quienes coincidían en estos cafés de carretera se burlaban de que no eran corredores profesionales, sino simplemente “corredores de café”. Nacía así, a ritmo de Rock & Roll y fruto de todas esas Triumph y Norton transformadas y sus jóvenes propietarios la subcultura de las café racer, subcultura de las dos ruedas que hoy, 50 años después, no podía estar más viva El objetivo entonces para la mayoría era superar las 100 millas por hora – unos 160 km/h – lo que dio también lugar a los términos “Ton up”, “Ton up boys” y “Do the ton” en referencia a esas motos preparadas para intentar superar la barrera de las 100 mph y aquellos que iban sobre ellas buscando Se trata de ese lograr semejante gesta. Aventura desquiciada inconformismo donde las haya si tenemos en cuenta los frenos de tambor de la época, los estrechos y duros marginal adaptado neumáticos o el nivel de seguridad de la equipación la era del Tumblr y de los rockers, unido al estado de las carreteras británicas de aquel entonces. Pinterest, a la Pero atrás, aunque no demasiado lejos, dejamos los años 50 y 60, esa temeraria búsqueda de la velocidad, que al mismo tiempo tenía en Estados Unidos su reflejo en forma de hot rods y muscle car – cosas de la “generación rock & roll” – y volvemos al siglo XXI.
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busqueda de cierta rebeldia
Fruto de esa necesaria sensación de individualidad dentro de una masa, de la caza de lo auténtico, de lo crudo, ha surgido en los últimos años – con ferviente hincapié en los últimos meses – una corriente de transformaciones donde se ha recuperado el espíritu estético de las cafe racer de los 60. Ya no se trata de mods o rockers, ni de alcanzar los 160 km/h entre cafetería y cafetería. Se trata de ese inconformismo marginal adaptado a la era del Tumblr y Pinterest, a la búsqueda de cierta rebeldía, a en definitiva toda una suerte de estilo de vida asociado a motos transformadas siguiendo los cánones de aquella ola británica.
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