Sistema inmunologico

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2017

SISTEMA INMUNOLÓGICO Respuesta inmunitaria El sistema inmunitario es el sistema de defensa del cuerpo contra organismos infecciosos y otros agentes invasores. A través de una serie de pasos denominados "respuesta inmunitaria", el sistema inmunitario ataca a los organismos y sustancias que invaden el cuerpo y que le podrían provocar enfermedades.

Alejandro Távara Guerrero USMP - FN 30/09/2017


SISTEMA INMUNOLOGICO Históricamente, inmunidad significa protección frente a enfermedad infecciosa. Las células y moléculas responsables de inmunidad constituyen el sistema inmune y la respuesta global coordinada tras la introducción de sustancias extrañas es respuesta inmunitaria.

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Constantemente, nuestro organismo está expuesto a microorganismos (bacterias, virus, hongos y parásitos) que se encuentran en la piel, boca, vías respiratorias, intestino, incluso en los ojos. Muchos de estos agentes son capaces de originar enfermedades graves si invaden los tejidos más profundos. Además, estamos expuestos en forma intermitente a otras bacterias y virus del ambiente (distintos de los que suelen encontrarse en nuestro organismo) que pueden causar enfermedades mortales como neumonía, fiebre tifoidea, gangrena gaseosa, etc.

¿Qué es el sistema inmunológico? El sistema inmunológico es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones. Por medio de una serie de pasos, su cuerpo combate y destruye organismos infecciosos invasores antes de que causen daño. Cuando su sistema inmunológico está funcionando adecuadamente, le protege de infecciones que le causan enfermedad. Los científicos han empezado a comprender el sistema inmunológico. Han podido entender el proceso en detalle. Los investigadores están generando más información sobre su funcionamiento y qué pasa cuando no anda bien. Los órganos involucrados en el sistema inmunológico se denominan órganos linfoides. Afectan el crecimiento, el desarrollo y la liberación de linfocitos (cierto tipo de glóbulo blanco). Los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos son partes importantes de los órganos linfoides, debido a que transportan los linfocitos hacia y desde diferentes partes del cuerpo. Cada órgano linfoide desempeña una función en la producción y la activación de los linfocitos. Los órganos linfoides incluyen los siguientes: 

Adenoides. Dos glándulas ubicadas en la parte posterior del conducto nasal.

Médula ósea. El tejido suave y esponjoso que se encuentra en las cavidades óseas.


Ganglios linfáticos. Pequeños órganos con forma de frijol que se encuentran por todo el cuerpo y se conectan a través de los vasos linfáticos.

Vasos linfáticos. Red de canales por todo el cuerpo que transportan linfocitos hacia los órganos linfoides y el torrente sanguíneo.

Placas de Peyer. Tejido linfático en el intestino delgado.

Bazo. Órgano del tamaño de un puño ubicado en la cavidad abdominal.

Timo. Dos lóbulos que se unen por delante de la tráquea, detrás del esternón.

Amígdalas. Dos masas ovaladas en la parte posterior de la garganta.

¿Qué es la Autoinmunidad? Normalmente, el sistema inmunológico se encarga de combatir a los virus, bacteria o cualquier otro organismo infeccioso que amenace su salud. Pero si ocurre una falla, el mismo sistema que ha sido diseñado para protegerle, puede también volverse en su contra. Cuando el sistema inmunológico no marcha adecuadamente, no puede distinguir a las células propias de las ajenas. En vez de luchar contra antígenos externos, las células del sistema inmunológico o los anticuerpos que producen, pueden ir en contra de sus propias células y tejidos por error. A este proceso se le conoce como autoinmunidad, y los componentes involucrados en la ofensiva se llaman linfocitos autorreactivos o autoanticuerpos. Esta respuesta errónea del sistema inmunológico contribuye a varias enfermedades autoinmunes, incluyendo varias formas de artritis.


Tipos de inmunidad Inmunidad no específica (innata) El sistema inmunológico humano tiene dos niveles de inmunidad: específica y no específica. A través de la inmunidad no específica, también llamada inmunidad innata, el cuerpo humano se protege en contra de cuerpos extraños que percibe como nocivos. Se puede atacar a microbios tan pequeños como los virus y las bacterias, al igual que a organismos más grandes como los gusanos. Colectivamente, a estos organismos se les llama patógenos cuando pueden provocar enfermedades en el huésped. Todos los animales tienen defensas inmunológicas innatas en contra de los patógenos comunes; las primeras líneas de defensa incluyen barreras exteriores, como la piel y las membranas mucosas. Cuando los patógenos penetran las barreras exteriores, por ejemplo, a través de un corte en la piel, o cuando son inhalados y entran a los pulmones, pueden provocar daños serios. Algunos glóbulos blancos (fagocitos) combaten los patógenos que logran atravesar las defensas exteriores; un fagocito envuelve a un patógeno, lo absorbe y lo neutraliza. Inmunidad específica Aunque los fagocitos saludables son vitales para la buena salud, no pueden enfrentar ciertas amenazas infecciosas. La inmunidad específica es un complemento de la función de los fagocitos y otros elementos del sistema inmunológico innato. En contraste con la inmunidad innata, la específica permite una respuesta dirigida en contra de un patógeno concreto; solamente los vertebrados tienen respuestas inmunológicas específicas. Dos tipos de glóbulos blancos, llamados linfocitos, son vitales para la respuesta inmunológica específica. Los linfocitos se producen en la médula espinal, y maduran para convertirse en uno de diversos subtipos, los dos más comunes son las células T y las células B. Un antígeno es un cuerpo extraño que provoca una respuesta de las células T y B. El cuerpo humano tiene células B y T específicas para millones de antígenos diferentes. Por lo general, pensamos que los antígenos son parte de los microbios, pero pueden estar presentes en otros ambientes; por ejemplo, si una persona recibió una transfusión de sangre que no coincidía con su tipo de sangre, podría activar reacciones de las células T y B.


Respuesta inmunitaria Características de la respuesta inmunitaria 1.- Especificidad: las respuestas inmunitarias son específicas para los diferentes antígenos y, de hecho, para los diferentes componentes estructurales de un complejo proteico, polisacárido, u otro antígeno. Las partes de estos antígenos que son específicamente reconocidas por determinados linfocitos se llaman determinantes o epitopos. 2.- Diversidad: el número total de especificidades antigénicas de los linfocitos en un individuo, llamado repertorio de linfocitos, es extremadamente amplio. Esta extraordinaria diversidad en el repertorio es el resultado de la variabilidad estructural de los sitios que unen antígenos en los receptores para antígenos presentes en los linfocitos. 3.- Memoria: la exposición del sistema inmune a un antígeno extraño mejora su capacidad para responder de nuevo frente a ese antígeno. Así, las respuestas a la segunda exposición o siguientes exposiciones al mismo antígeno, llamadas respuestas inmunitarias secundarias, son generalmente más rápidas, duraderas, y a menudo, cuantitativamente diferentes de las primeras respuestas, o respuestas primarias, a ese antígeno. Esta propiedad de la inmunidad específica se llama memoria inmunológica. 4.- Especialización: el sistema inmunitario responde de diferentes maneras ante diferentes microorganismos. Esta clase de adaptaciones se han desarrollado para aumentar al máximo la eficacia de los mecanismos de defensa antimicrobiana. 5.- Autolimitación: todas las respuestas inmunitarias normales disminuyen con el tiempo después de la estimulación por el antígeno. Esto es debido a que las respuestas inmunitarias sirven para eliminar a los antígenos y suprimir así el estímulo esencial que produce la activación del linfocito. 6.- Discriminación entre lo propio y lo no propio: una de las propiedades más importantes de todo sistema inmunitario de un individuo normal es su capacidad para reconocer, responder y eliminar antígenos extraños (lo no propio) a la vez que no reacciona perjudicialmente frente a sustancias antigénicas propias del individuo (lo propio).


Fases de la respuesta inmunitaria Fase de reconocimiento del antígeno La fase de reconocimiento de la respuesta inmunitaria consiste en la unión de antígenos extraños a receptores específicos de los linfocitos maduros, que están presentes antes de la exposición, al antígeno. Los linfocitos B, células de la inmunidad humoral, expresan en su superficie moléculas de anticuerpos que pueden unirse a proteínas extrañas, polisacáridos, lípidos, y otras sustancias extracelulares o unidas a células. Los linfocitos T, responsables de la inmunidad mediadas por células, expresan receptores que reconocen únicamente pequeñas secuencias peptídicas de antígenos proteicos. Además, los linfocitos T tienen la propiedad única de reconocer y responder sólo a antígenos peptídicos que se encuentran sobre la superficie de otras células. Fase de activación de la respuesta inmune La fase de activación de la respuesta inmunitaria es la secuencia de acontecimientos inducidos en los linfocitos como consecuencia del reconocimiento de un antígeno específico. Todos los linfocitos sufren dos cambios principales como respuesta a los antígenos. Primero, proliferan, lo que provoca la expansión de clones específicos de linfocitos y la amplificación de la respuesta protectora. Segundo, la progenie de los linfocitos estimulados por el antígeno se diferencian bien en células efectoras que eliminan el antígeno, o bien en células de memoria que recirculan preparadas para responder a una nueva exposición al antí- geno. Los diversos tipos de linfocitos se diferencian en distintas células efectoras. Tras la estimulación por el antígeno específico, los linfocitos B se diferencian en células secretoras de anticuerpos, y el anticuerpo secretado se une al antígeno y dispara los mecanismos que lo eliminan. Algunos linfocitos T se diferencian en células que activan fagocitos para matar microorganismos intracelulares, y otros lisan directamente las células que están produciendo los antígenos extraños, por ejemplo, proteínas virales. La capacidad de las células T para reconocer antígenos asociados a células hace posible que la inmunidad mediada por células sea efectiva contra microorganismos intracelulares. Una característica general de la activación de linfocitos es que habitualmente requiere dos tipos de señales: la primera la proporciona el antígeno, y la segunda otras células que pueden ser células colaboradoras o células accesorias. Fase efectora de la respuesta inmune La fase efectora de la respuesta inmunitaria es el estadio en el que los linfocitos que han sido activados por los


antígenos desarrollan las funciones que conducen a la eliminación de éstos. Los linfocitos que actúan en la fase efectora de la respuesta inmunitaria reciben el nombre de células efectoras. Muchas de las funciones efectoras requieren la participación de otras células no linfoides y de mecanismos de defensa que son igualmente mediadores de la inmunidad innata. Por ejemplo, los anticuerpos se unen a antígenos extraños y favorecen su fagocitosis por los neutrófilos y fagocitos mononucleares. Los anticuerpos también activan un sistema de proteínas plasmáticas llamado complemento, que participa en la lisis y fagocitosis de microorganismo. Los linfocitos T activados secretan unas hormonas proteicas llamadas citoquinas, que aumentan la actividad de los fagocitos y estimulan la respuesta inflamatoria. Los fagocitos, el complemento, los mastocitos, las citoquinas y los leucocitos que median la inflamación son todos componentes de la inmunidad innata, ya que no reconocen específicamente ni distinguen entre diferentes antígenos extraños y todos están implicados en la defensa contra microorganismos, incluso sin respuesta inmunitaria específica.

Aspectos estructurales del sistema inmune Límites: piel y mucosas El cuerpo humano está protegido del medio por una barrera mecánica continua, formada por una membrana cutánea (la piel) y membranas mucosas. La piel es el órgano más grande del cuerpo y la principal barrera física entre el organismo y el medio exterior. Además, la piel es un participante activo en la defensa del huésped, ya que tiene la capacidad de generar y apoyar las reacciones inmunitarias locales debido a que cuenta entre sus componentes con linfocitos y macrófagos cutáneos. En su composición, consta de una capa epidérmica separada de la dermis subyacente por un membrana basal. La mayoría de los microorganismos no sobreviven sobre la piel debido a la acción inhibitoria directa del ácido láctico y los ácidos grasos de las secreciones sudoríparas y sebáceas, y el pH ácido que generan. Al igual que la piel, los epitelios mucosos representan barras entre los ambientes interno y externo y, por lo tanto, constituyen una importante primera línea de defensa. El moco secretado por las membranas mucosas que revisten las superficies internas del organismo también actúa como barrera protectora que bloquea la adherencia de las bacterias a las células epiteliales.

Elementos del sistema inmune El sistema inmune está constituido por una serie de componentes, que en conjunto interactúan para llevar a cabo la función de protección del cuerpo humano. Los principales elementos del sistema inmune son células, barreras físicas y químicas y sustancias


Células del sistema inmune Las células del sistema inmune son los leucocitos o glóbulos blancos. Se llaman así porque que no poseen color propio, por carecer de proteínas coloreadas. A diferencia de los hematíes y las plaquetas, los leucocitos son células completas provistas de membrana, citoplasma y núcleo, en las que es posible distinguir al microscopio diversos tipos morfológicos, cada uno de los cuales posee una actividad concreta dentro del común denominador de la función defensiva que les es propia. Los leucocitos que normalmente se encuentran en la sangre periférica son de tres tipos: 1.- Los polimorfonucleares (también llamados granulocitos, por los gránulos que poseen en el citoplasma), tienen el núcleo segmentado y, según las características tintoriales de sus gránulos, se dividen en: neutrófilos, eosinofilos y basófilos 

El tamaño de los granulocitos neutrófilos oscila entre 12 y 14 mm y su núcleo está formado por cromatina madura y densa. Con la tinción panóptica (MayGrünwald- Giemsa), el citoplasma presenta un color ligeramente rosado y está ocupado por una fina granulación puntiforme de color neutro. Los granulocitos eosinófilos tienen 10-12 mm de diámetro y poseen el núcleo típicamente bilobulado. El citoplasma de color ligeramente azulado está ocupado por gránulos gruesos, que con la tinción panóptica presenta un típico color ocre-anaranjado (granulación eosinófila o acidófila). Cuando los eosinófilos son destruidos, las estructuras cristaloides que poseen sus gránulos permanecen intactas y se unen entre sí, lo que da lugar a unas partículas denominadas cristales de Charcot-Leyden, que suelen observarse en secreciones y exudados de origen alérgico. Los granulocitos basófilos miden 10-13 mm de diámetro. Su citoplasma, de color rosado, posee gran cantidad de granulación gruesa que cubre habitualmente el núcleo y que, mediante la tinción de MayGrünwald-Giemsa, adopta un color azul-negruzco muy característico.

2.- Los linfocitos son las células que específicamente reconocen y responden a los antígenos extraños. Son células de tamaño pequeño (6-8 mm), aunque en ocasiones pueden ser un poco más grandes (linfocitos grandes: 10-25 mm). El núcleo nunca


presenta segmentación y es redondeado, con una discreta zona invaginada. El citoplasma suele ser escaso, basófilo (de color azul claro) y forma una delgada banda perinuclear. En ocasiones puede presentar una fina granulación citoplasmática azurófila. Los linfocitos constan de diferentes subgrupos que difieren en sus funciones y productos proteicos, aunque todos ellos parecen morfológicamente similares. Una clase de linfocitos son los linfocitos B, así llamados porque se observó en las aves que maduraban en un órgano denominado bolsa de Fabricio. La segunda clase principal de linfocitos son los linfocitos T, cuyos precursores provienen de la médula ósea y después migran y maduran en el timo (de allí su nombre). Los linfocitos T se subdividen en poblaciones funcionalmente distintas, siendo las mejor definidas las células T colaboradoras y las células T citotóxicas. 3.- Los monocitos son las células de mayor tamaño que circulan en la sangre periférica normal. Tienen un diámetro aproximado de 14-20 mm. El núcleo casi siempre es reniforme y está formado por una cromatina laxa y de aspecto ondulado (cromatina “peinada”). El citoplasma es amplio, de color gris pálido y posee una granulación azurófila muy fina y abundante. Se mantienen muy poco tiempo en la sangre (10-20 horas) antes de salir de los capilares hacia los tejidos. Allí se agrandan y se transforman en los macrófagos tisulares. En esta forma pueden vivir meses o incluso años. Pueden activarse por una gran variedad de estí- mulos y pueden adquirir diferentes formas. Algunos llegan a tener un citoplasma abundante y se llaman células epiteloides, por parecerse a las epiteliales. Y también pueden fusionarse y formar células gigantes multinucleadas.


¿Qué son los trastornos del sistema inmunológico? Cuando el sistema inmunológico no funciona correctamente, se puede producir una serie de enfermedades. Las alergias y la hipersensibilidad a ciertas sustancias se consideran trastornos del sistema inmunológico. Además, el sistema inmunológico desempeña una función en el proceso de rechazo de órganos o tejido trasplantado. Otros ejemplos de trastornos inmunológicos incluyen los siguientes: 

Enfermedades autoinmunes, tales como diabetes juvenil, artritis reumatoide y anemia.

Trastornos de inmunodeficiencia, tales como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) e inmunodeficiencia combinada grave (IDCG).

¿Qué es una enfermedad infecciosa? De acuerdo con los Centros para el Control de Enfermedades, una enfermedad infecciosa es causada por uno o más de los siguientes factores: 

virus;

bacterias;

parásitos; y

hongos.

Las enfermedades infecciosas pueden incluir enfermedades comunes, como un resfrío, hasta enfermedades mortales, como el SIDA. Según el organismo que cause la enfermedad, una infección se puede diseminar de una de las siguientes maneras o de todas las siguientes maneras: 

Transmisión sexual, a través del contacto sexual, incluidas las relaciones sexuales.

Transmisión por el aire, a través de la inhalación de gotas con la enfermedad transportadas en el aire como resultado de tos o estornudos de una persona infectada.

Transmisión sanguínea, a través del contacto con sangre infectada, como ocurre al compartir agujas hipodérmicas.

Transmisión por contacto directo, a través del contacto directo de la superficie del cuerpo con una persona infectada.


Transmisión por insectos, a través de insectos como mosquitos, que extraen sangre de una persona infectada y luego pican a una persona sana.

Transmisión por los alimentos, a través del consumo de alimentos contaminados.

Transmisión por el agua, a través del contacto con agua contaminada.

Otros mecanismos que pueden transmitir una enfermedad.

En los países desarrollados, la mayoría de las infecciones se diseminan por transmisión sexual, por el aire, sanguínea y por contacto directo. ¿Cómo actúan los antibióticos contra las infecciones? Los antibióticos pueden usarse para tratar infecciones bacterianas. Sin embargo, los antibióticos no son efectivos para tratar enfermedades causadas por virus. Además, los antibióticos tratan bacterias específicas. El uso excesivo o indebido de antibióticos puede producir bacterias resistentes a fármacos. Es importante que los antibióticos se tomen apropiadamente y por el tiempo que dure la receta. Si se deja de tomar antibióticos antes de tiempo, las bacterias pueden desarrollar resistencia a los antibióticos y la infección puede reaparecer.


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