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de Medios
EDICIÓN NÚMERO 1
Fundamentos de la televisión comunitaria
LAS REPRESENTACIONES DE LA CULTURA GAY BOGOTANA ENCONTRADAS EN LAS REVISTAS PARA HOMOSEXUALES PUBLICADAS A FINALES DEL SIGLO XX (1969-1999)
Discursos mediáticos sobre el peligro sexual Discursos mediáticos sobre el peligro sexual
Perfil del Boletín electrónico
Proponemos un boletín digital que incorpore lo local, lo regional, lo nacional y lo internacional en torno a un tema clave en cuanto la observación de medios.
Editorial
Actualmente se está llevando a cabo una gran revolución social. Conceptos que consideramos fuera de discusión Teniendo en cuenta las necesidades de y que dábamos por hechos sufren una redefinición cualificación y sistematización de la información profunda. Familia, Paternidad, Maternidad, Hijos, son académica, el boletín electrónico publicará conceptos que necesitan ser redefinidos en virtud del trabajos académicos del Observatorio de reconocimiento de la diversidad sexual. Claramente, no es Medios de la División de Ciencias Sociales de la una discusión exenta de polémica. Mientras que en Suecia Universidad Santo Tomás e instituciones afines, el estado financia la fertilización invitro de las parejas del sexo, en varios países árabes y musulmanes la intentando convertirse en una herramienta útil mismo homosexualidad se castiga con penas tan severas como la para la visibilización de problemáticas sociales de pena de muerte. gran relevancia en el campo de la Comunicación Ahora mismo, es tema de debate el concepto de Familia Social y la Sociología, posicionando a la División en Estados Unidos (en el contexto de una campaña como un espacio de interpelación entre el presidencial) y en Colombia, donde la Corte Constitucional quehacer investigativo y los ciudadanos qué se debe pronunciarse sobre el caso de dos mujeres que desean preguntan por las representaciones sociales que adoptar y ser reconocidas, ambas y legalmente, como madres de una menor. En otros países como México, los medios construyen. Brasil, Argentina, Suecia, Noruega, Reino Unido, Holanda, España y Sudáfrica, entre otros, los estados ya reconocen El tener una publicación de alta calidad en que las familias son diversas y dos mujeres, dos hombres, internet nos permite estar actualizados y tener un una mujer transexual y un hombre, un hombre transexual espacio donde la investigación docente y la de los y una mujer pueden casarse y formar una pareja con casi estudiantes aporta a una sociedad cada vez más los mismos derechos de las parejas heterosexuales (En urgida de información científica, en un discurrir en Holanda, por ejemplo, está permitida la adopción, pero el que los procesos académicos y pedagógicos sólo de niños holandeses, no de extranjeros), y por ende de conformar un núcleo familiar diferente al tradicional están de la mano del acontecer social. de una mujer y un hombre. Cuando estas parejas deciden Call for Papers – Boletín Online Observatorio de Me- tener hijos, hay un sinnúmero de posibilidades que complejizan enormemente las relaciones entre padres e dios hijos y los roles asignados al padre y la madre. Por ejemplo, Los requisitos para publicar en el boletín electrónico del una pareja de hombres, puede acudir a la fecundización en Observatorio de Medios, son los siguientes: vitro para concebir un hijo conjuntamente con una pareja 1. Artículos que recojan resultados de investigación. de lesbianas y compartir posteriormente la custodia. O 2. Con una extensión mínima de 20 páginas y máxima pueden optar por la subrogación y tener un núcleo familiar de 30 (en fuente Arial, 12 puntos y a 1,5 espacios), de con dos padres, teniendo figuras y modelos femeninos acuerdo a las normas APA. 3. Cada artículo debe tener el siguiente esquema: en hermanas, abuelas, tías, etc. Las posibilidades de -Título del artículo reconfiguración familiar son casi tan amplios como el -Nombre(s) del(os) autor(es) número de parejas. -Correo(s) electrónico(s) Esta situación tiene muchas consecuencias jurídicas y -Filiación(es) institucional(es) sociales, de ahí que surja la pregunta de ¿cómo los medios -Resumen (máximo 150 palabras o 1.000 caracteres con representan a las parejas diversas? ¿Cómo representan los espacios incluidos) roles tradicionales de padre y madre? (los cuales desde -Palabras Clave (cinco) los 60’s están sufriendo de profundas transformaciones), -Abstract (en inglés, debe ser una traducción fiel del ¿Cómo se han representando a los hombres gais?¿Cómo se resumen) representa la sexualidad? ¿Sigue presente el machismo, y si -Key Words (las mismas 5 palabras claves traducidas al inglés) sí, de qué manera, pese a los profundos cambios y logros -Introducción de quienes abogan por la diversidad sexual? - Objetivos Esperamos que en este número encuentren algunas -Referentes Teóricos respuestas a estos interrogantes. Proponemos algunos -Metodología artículos para la discusión y el diálogo de cuestiones que -Resultados merecen un detenido análisis y una profunda reflexión -Puntos de Discusión sobre el rol de los medios en torno a la diversidad sexual. -Bibliografía Las imágenes incluidas en el artículo (fotografías, diagramas o gráficos estadísticos) se recibirán en archivos aparte (Xls, tif o jpg), con mínimo 300 dpi de resolución.
Grupo de trabajo Jairo Ordóñez Alvaro Lizarralde Alejandro Villanueva V.
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Observatorio de Medios - USTA Contacto E-mail: OBSERVATORIODEMEDIOSUSTA@gmail.com Facultad Comunicación Social para la Paz Direccción: carrera 9 No. 51 - 11 Ed.Luis J.Torres Teléfono: (051) 5878797
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Tabla de contenido
Fundamentos de la televisión comunitaria La televisión comunitaria es una propuesta que se caracteriza por procurarle una participación real y efectiva a la audiencia en todo el proceso de producción, control y gestión del medio, así como por promover un discurso que reivindica la cultura local. A este sistema tradicionalmente se ha denominado como “libre”, “popular”, “asociativo” y “alternativo”, pero hoy el término “comunitario” es el que ha terminado por acoger al resto, puesto que resalta la idea de comunidad y destaca el valor democrático de poner algo en común.
LAS REPRESENTACIONES DE LA CULTURA GAY BOGOTANA ENCONTRADAS EN LAS REVISTAS PARA HOMOSEXUALES PUBLICADAS A FINALES DEL SIGLO XX (1969-1999) Roberto Alejandro Morales Rubio
Es a partir de los medios alternativos como se puede observar otra perspectiva sobre la misma historia: la de las minorías. En cuanto a homosexualidad en Colombia, el siglo XX fue testigo de una serie de cambios registrados en varias publicaciones, creadas y dirigidas hacia los homosexuales del país, en épocas en la que ser marica era un crimen. La transformación en la historia de los homosexuales colombianos -visible en las sentencias de la Corte Constitucional y en la Constitución Política-, no inició hace poco; comenzó justo después del auge gay en el mundo, hacia 1969. Estos cambios en lo social y lo legal no sólo son un reflejo de lo cotidiano, son manifestaciones culturales que están en la posteridad, gracias a una serie de revistas que, al ser analizadas, visibilizarían las representaciones de la cultura gay bogotana de finales del siglo que nos antecedió.
Discursos mediáticos sobre el peligro sexual Discursos mediáticos sobre el peligro sexual Este artículo presenta algunos resultados de una investigación más amplia que indaga por las normas de género que circulan en los discursos mediáticos referidos a la sexualidad humana. Tales resultados se concentran en los discursos que hablan sobre el peligro sexual, los cuales constituyen más de la cuarta parte del total de textos referidos a la sexualidad durante el periodo estudiado. Tras revisar el tratamiento que en ellos merece la violación y construir una tipología de hombres violadores y mujeres violadas (o violables), la idea fuerza que articula mi análisis es que la violencia sexual se entiende, más que como dominación, como sexualidad, por ello la tendencia en la prensa a erotizar los discursos sobre el peligro sexual.
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Fundamentos de la televisión comunitaria |Fundamentos de la televisión comunitaria La televisión comunitaria es una propuesta que se caracteriza por procurarle una participación real y efectiva a la audiencia en todo el proceso de producción, control y gestión del medio, así como por promover un discurso que reivindica la cultura local. A este sistema tradicionalmente se ha denominado como “libre”, “popular”, “asociativo” y “alternativo”, pero hoy el término “comunitario” es el que ha terminado por acoger al resto, puesto que resalta la idea de comunidad y destaca el valor democrático de poner algo en común. Durante las últimas tres décadas muchas televisiones de este tipo oscilan entre constituirse en un proyecto serio de desarrollo para un país y convertirse en una apuesta legal, incorporada a la realidad mediática de las naciones. Algunas, no obstante, funcionan sin un soporte jurídico que las proteja y las estimule. Manuel Chaparro las ubica en los medios del tercer sector, los cuales son gestionados por organizaciones civiles sin ánimo de lucro con el propósito de democratizar el espacio radioeléctrico, la información que circula por él, y estimular la diversidad en el discurso (Chaparro, 2002: 26 y 66). Las experiencias más conocidas se encuentran en Canadá y Estados Unidos por Norteamérica; Brasil, Venezuela y Colombia por Sudamérica y Holanda y Bélgica por Europa. En estos países su distribución se realiza de manera radiodifundida y por cable, principalmente, y cuentan con una legislación que las reconoce y defiende ante los embates de las iniciativas privadas que ven en ellas un competidor por audiencia y publicidad. Cabe anotar que a pesar de que muchas cuentan con ese respaldo, los resultados obtenidos son disímiles en términos de calidad de la producción y de la participación de los telespectadores en su control y gestión. Lo que se quiere significar es que la legislación no basta para garantizar su excelencia sino se articulan armónicamente factores como eficaces procesos de formación y autosuficiencia financiera. Para Alfonso Gumucio (2002: 1) la televisión comunitaria surge como respuesta al vacío de comunicación creado por los media tradicionales que no tienen en cuenta las voces locales y su objetivo no es imponerse a gran escala ni desatar una lucha
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sin cuartel por las audiencias, sino rescatar el pálpito de la comunidad, el pulso de la vida cotidiana. El autor argumenta los factores más representativos que moldean sus fundamentos y naturaleza. Estos son: La participación comunitaria: la televisión comunitaria no debe nacer de un interés comercial o político, sino de una necesidad sentida de la comunidad. El medio, por tanto, no le viene impuesto al colectivo sino que éste es su artífice en todo el proceso de gestación, instalación y gestión del medio de comunicación. Este tipo de televisión tiene valor real en la medida en que tiene la facultad de integrar y ser portavoz de las inquietudes comunitarias y facilitadora de procesos para que la gente luche por obtener mejores niveles de bienestar, como superar la pobreza, la marginación política y el dominio cultural. Contenidos locales: lo que realmente diferencia a una televisión comunitaria de una televisión comercial es la emisión de contenidos locales, y el desarrollo de un lenguaje propio, es decir, una forma particular de ver y contar los hechos distinta de la que se hace desde el periodismo estándar de la televisión comercial. Por eso el periodista comunitario establece una relación comprometida con la comunidad, difícil de lograr por el comunicador de una cadena comercial. Sus contenidos deben enfocarse hacia temas de salud, educación, la recuperación de la memoria histórica de los pueblos, democracia y ciudadanía (derechos y deberes ciudadanos), convivencia pacífica, medio ambiente, civismo y organización social, sin dejar de un lado los aspectos lúdicos representados en las fiestas, música local, etc. Pertinencia cultural y lengua: esta televisión tiene el compromiso de elaborar una propuesta estéticotelevisiva y cultural propia, que sea del agrado de una audiencia crítica que defienda su televisión y aporte para su mejoramiento. El centro del asunto estriba en destacar la cultura local, sin que ello implique no mostrar las otras. Convergencia: con la eliminación de las fronteras físicas gracias a los avances tecnológicos, resultaría ilógico que la televisión comunitaria permaneciese aislada, sin la posibilidad de mostrar sus logros y adelantos al mundo. Para trascender hoy más que nunca es necesario que esta televisión negocie con otras experiencias similares y establezca alianzas con
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diversas instituciones que le aporten a su desarrollo, sin perder su naturaleza participativa y comunitaria. Existen puntos comunes entre académicos que han investigado a este sistema de televisión, en el sentido de que éste debe despertar la inteligencia del público, no a adormecerla. Y por el hecho de no perseguir la rentabilidad a ultranza, tiene la misión de innovar, crear otros géneros diferentes de la televisión comercial, y ser aceptada popularmente como una televisión de calidad. Además, debe ser ampliamente democrática e incentivar la postura crítica, participativa y propositiva de la audiencia y emplear, cuando sea el caso, formatos didácticos, pedagógicos y educativos para formar a la comunidad en temas que son de interés general. La televisión comunitaria debe suministrar información útil que ayude a resolver problemas prácticos del día a día.
La televisión comunitaria en Colombia La televisión comunitaria de Colombia pertenece al sistema cerrado de TV y se rige mediante Acuerdo 009 del 24 de octubre de 2006, el cual introduce reformas significativas al funcionamiento de las televisiones comunitarias en el país. Esta norma señala que las comunidades organizadas sin ánimo de lucro pueden distribuir señales incidentales y canales codificados y producir sus propios programas con carácter social y comunitario y fines educativos, recreativos y culturales. Además, estipula que el número de abonados que puede tener el sistema no puede superar los 15.000, aunque la Comisión Nacional de Televisión, ente autónomo que regula el servicio en Colombia, puede autorizar un mayor número de usuarios dependiendo de circunstancias especiales relacionadas con fines sociales, comunitarios y de interés público. La CNTV establece que el cubrimiento de la televisión comunitaria abarca un área geográfica continua como los condominios, conjuntos residenciales, conjuntos de barrios, ámbitos rurales aledaños dentro de la misma localidad o municipio unidos por relaciones de vecindad, solidaridad y cooperación mutuas, para lo cual debe servirse de un sistema de cable para que la señal llegue a sus destinatarios. El Acuerdo 009 del 24 de octubre de 2006, concretamente en sus artículos 4 y 5, obliga a los operadores de este servicio a democratizar el acceso a los órganos directivos y a entregar los balances económicos y sociales a los usuarios. El Artículo 4 contempla que “la prestación del servicio
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de televisión por parte de las comunidades organizadas sin ánimo de lucro se desarrollará en un marco participativo donde los miembros de la comunidad podrán elegir mediante mecanismos democráticos los cargos directivos de las asociaciones prestatarias del servicio de televisión y podrán ser elegidos en los mismos”. El Artículo 5, por su parte, señala que el servicio de televisión prestado por las comunidades organizadas sin ánimo de lucro deberá contar con mecanismos de rendición de cuentas a los asociados. La comisión permite que las TV comunitarias ofrezcan como máximo siete canales codificados –que pagan derechos de autor-, de distinto género, por los cuales deben pagar el 1% de los ingresos brutos mensuales a la CNTV por cada uno de los canales de ese tipo que tengan contratados. Estos dineros, junto con los de la televisión privada nacional y la de por suscripción, financian a la televisión pública nacional y regional. El Artículo 17 también modifica sustancialmente las horas de producción propias que las televisiones tienen que ofrecer a las comunidades. Si antes se exigía la emisión de programación propia de mínimo 14 horas semanales, una de las cuales debía ubicarse entre las 18:00 y las 23:00 horas, con el actual acuerdo el número de horas de producción propia por semana disminuye en tanto que está sujeto a la cantidad de asociados que posea el operador de TV comunitaria y al número de canales codificados que emita, así: (1) comunidades organizadas con una cobertura reportada a la CNTV inferior o igual a 2.000 asociados, 1 hora semanal de producción propia; (2) comunidades organizadas con una cobertura mayor a 2.000 asociados y hasta 8.000 asociados, 2 horas semanales de producción propia y media hora semanal adicional por cada señal codificada que emita; (3) comunidades organizadas con una cobertura mayor a 8.000 asociados, 2 horas semanales de producción propia, 1 hora adicional por cada mil asociados más y media hora semana adicional por cada señala codificada que emita, hasta un total de 10,5 horas semanales. En Colombia existen 718 televisiones comunitarias reconocidas legalmente (CNTV, 2011). Fundamentos del desarrollo humano El Programa de las Naciones Unidas, en el marco del sistema de las Naciones Unidas, lanzó a finales de los años 80 el enfoque del desarrollo humano que, a la postre, vino a ser el cambio más significativo en el concepto de desarrollo. El enfoque o paradigma del desarrollo humano critica la economía del desarrollo dominante que se caracteriza por proponer el crecimiento como meta. Para el nuevo enfoque, ése no
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debe ser el objetivo central, sino uno de sus referentes. Su propuesta supone (1) colocar el centro de la concepción del desarrollo en el proceso de expansión de las capacidades de las personas, de manera que puedan elegir su propio estilo de vida; (2) cuestionar que el desarrollo dependa fundamentalmente de la expansión del capital físico; (3) resaltar la importancia del capital humano; (4) redefinir el desarrollo, pues se cuestiona la medición que se hace del mismo a través del Producto Interno Bruto (PIB) y la renta per cápita pues no son parámetros suficientes para medir variables no cualitativas del progreso, ya que no evalúan la desigualdad y no estudian a fondo otros indicadores no económicos relacionados con el bienestar de la gente. De este modo, remplaza la visión del progreso humano centrado en la producción de bienes por otra enfocada en la ampliación de las capacidades de las personas. Por tanto, el enfoque permite que la educación se convierta en un sector fundamental para promover el desarrollo humano, pues se considera que hay un vínculo entre mejora de la calidad de vida (productividad agrícola, salud, empleo, equidad de género) y la calidad y cantidad de formación que reciben las personas. Aunque sigue siendo importante construir edificios, carreteras y plataformas tecnológicas -como lo recomiendan los planificadores y técnicos mundiales-, también lo es formar adecuadamente a las personas para adaptarlas a las nuevas realidades económicas, políticas y culturales.
los 90, concluyeron que la violencia intrafamiliar está presente en todas las capas sociales.
Equidad de género
Como atestigua la bibliografía reciente, Colombia ha avanzado significativamente en otorgar y defender los derechos de la mujer, a pesar de las restricciones y de la importancia de los roles tradicionales en la familia. Según el Informe de Desarrollo Humano de Colombia (1998: 83), durante la década del sesenta la modernización de la economía impulsó el aumento en el nivel educativo de la ciudadanía, la reducción de la tasa de fecundidad y de la tasa de mortalidad infantil. Todo ello redundó en que la población femenina mejorara su participación en el mercado laboral, paralelamente con incrementos en su nivel de escolaridad, afirmación que se justifica con que la tasa de asistencia a las aulas de mujeres de 18 a 24 años pasó del 21% en 1985 al 26% en 1999 y la de los hombres de ese grupo de edad, del 26% al 27% (Informe de Desarrollo Humano de Colombia, 2000: 53). Inclusive, cuando la recesión económica y financiera afectó el territorio nacional, disminuyendo la tasa de ocupación, la proporción de mujeres vinculadas a la actividad económica siguió su ritmo creciente. 1
La equidad de género se refiere a la desigualdad entre hombres y mujeres, construida sobre la base de imaginarios culturales que han incidido en la calidad de vida de la población implicada. Estas desigualdades se expresan por un menor acceso del género femenino a las esferas del poder y a los ingresos en forma equilibrada con respecto al género masculino, así como a la imposición de unos roles injustamente distribuidos. Estos desequilibrios se perciben a través de fenómenos como la violencia intrafamiliar, violencia de género y delitos sexuales, que afectan tanto a hombres como a mujeres, pero su incidencia es mayor en el grupo femenino. En este sentido, vale recordar que la creencia de que la familia pertenece al ámbito privado fue erradicada por grupos de feministas que señalaron que este tipo de violencia es un delito y va en contra de los derechos humanos. Además, los estudios realizados en Estados Unidos y Europa en los 70 y en América Latina en
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La dimensión de género en los medios de comunicación1 se refiere a la representación que se hace de ambos sexos/géneros, hombres y mujeres, y al diferente tratamiento que reciben unos y otras. Todos estos datos apuntan a que tanto la invisibilización de la mujer como su infravaloración en la vida cotidiana y en los medios de comunicación, no contribuyen a alcanzar mejores niveles de desarrollo. En tal sentido, Juana Gallego señala que “la repetición mecánica y acrítica de unos estereotipos en declive o ya en desuso, la perpetuación de unos roles desigualmente atribuidos a mujeres y a hombres, la infrarrepresentación sistemática de las actividades llevadas a cabo por las mujeres o la representación deformada, peyorativa e incluso discriminatoria que se propone de éstas no ayuda en nada a la conformación de una sociedad más justa e igualitaria” (Gallego, 2005). Indicadores de equidad de género en Colombia
La perspectiva de género con sus implicaciones en el bienestar, pobreza y calidad de vida de esta población, era un tema relativamente nuevo en la década de los 90, pero en los primeros cinco años del siglo XXI adquiere un espacio preponderante.
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En la década de los 80, la población femenina incursiona con mayor ahínco en los mercados laborales con el fin de que su familia no vea disminuidos sus ingresos, producto de la crisis de la deuda en América Latina que afligió tardíamente a Colombia. Al finalizar los años 90 el empleo femenino es más acelerado que el masculino: “la tasa de ocupación femenina varió de 37.6 en 1990 a 41.7 en 1999, en tanto que la de los hombres se mantiene casi estable. La participación de las mujeres en el desempleo también ha aumentado en los últimos años de la década, es decir, la tasa de desocupación femenina es mucho más alta que la masculina en 1999, y se incrementó la implicación de este grupo en el trabajo informal (Informe de Desarrollo Humano de Colombia, 2000: 181).
de él es de 69,1. Sin embargo, la desigualdad de género es palpable en los ingresos percibidos por Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) en dólares (USD) de 2007: las mujeres reciben 7.138 dólares y los hombres, 10.080.
En el Índice de Potenciación de Género (IPG) se registra que un 10% del total de mujeres tiene escaños parlamentarios; un 38% son legisladoras, altas funcionarias y directivas y un 50% son profesionales y trabajadoras técnicas. Otro dato relevante para describir el bienestar de la población femenina es el referido a la tasa total de fecundidad, esto es, el número de hijos que tendría una mujer durante toda su vida si en cada edad diera a luz en conformidad con las tasas de fecundidad imperantes en cada edad específica. En Colombia la fecundidad total en el periodo 1970-1975 era de 5,0 de Los avances han tenido como soporte el artículo 43 nacidos por cada mujer; en el periodo 1995-2000, de de la Constitución de 1991, en el que se estipula la 3,0; de 2000-2005 es de 2,6 y de 2005-2010, de 2,5. igualdad de derechos y oportunidades entre la mujer y el hombre, se prohíbe toda discriminación hacia ellas, Datos del año 2010 de la Encuesta de Calidad de y se provee asistencia especial cuando se encuentre en Vida, señalan que el 32,7% tienen jefatura femenina y el 80,7% no tiene la presencia cónyuge. De aquí se estado de embarazo y después del parto. infiere que la mujer tiene un rol preponderante en el A pesar de que en Colombia ha habido progresos en la núcleo familiar, entre otras cosas por la incidencia de creación de espacios laborales y cívicos para la mujer la desintegración de la familia y la ausencia de la figura y a su representación en las esferas administrativas paterna. y de poder, estos logros no han sido distribuidos de manera homogénea para todas. La consecución de Como se ha indicado, Colombia ha mejorado estas metas depende de factores socioeconómicos, por progresivamente los indicadores de perspectiva de lo que la población femenina de más baja calidad de género, sin embargo, a juzgar por el ambiente de vida enfrenta con mayor rigor las consecuencias de la violencia que se percibe, la mujer sigue sufriendo los estragos de la violencia. Por ejemplo, los homicidios pobreza, la desigualdad y la violencia. en el país cobran la vida de muchas mujeres, aunque La evolución de los diferentes indicadores de en un porcentaje menor que en el hombre. Según el desarrollo humano colocan al país suramericano en Instituto de Medicina Legal (Acero, 2009) el 8,5% de el puesto 64 en el Índice de Desarrollo Relativo al los homicidios en el 2009, de los 17.717 dictaminados, Género (PNUD, 2009), entendido como el indicador afectaron al colectivo femenino, y estuvieron asociados compuesto que mide la desigualdad promedio entre al conflicto armado interno, violencia de género y otros hombres y mujeres en tres dimensiones básicas que factores. conforman el índice de desarrollo humano: una larga vida saludable, conocimientos y un nivel de vida digno, La revista Forensis del Instituto de Medicina Legal y y el puesto 80 en relación con el Índice de Potenciación Ciencias Forenses (Acero, 2009), tiene el registro de de Género, definido como el índice compuesto que varios delitos relativos al género. Uno de ellos es el mide las privaciones en las tres dimensiones básicas denominado “delitos sexuales”, definido como el acto de potenciación: participación económica y poder de sexual o tentativo de tenerlo o de comerciar con él, decisión; participación política y poder de decisión; y mediante la coacción de una de las personas implicadas. En tal sentido, en Colombia se reportaron 21.288 casos control sobre recursos económicos. valorados por presunto delito sexual, de los cuales el En el Índice de Desarrollo Relativo al Género (IDG) 84,2% corresponde a mujeres y el 15,7, a informaciones resalta una mayor esperanza de vida de la mujer frente periciales sexológicos realizados a hombres. al hombre: la de ella es de 76,5 años, mientras que la
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Sin embargo, dos aspectos positivos recientes procuran la igualdad de género y la protección del colectivo femenino. Uno de ellos es la aprobación de la Ley 1475 de 2011 de Reforma Política, en el que se incluye la equidad de género en la organización y funcionamiento de los partidos y movimientos políticos y en los procesos electorales. El artículo 28 de la Ley establece que “las listas donde se elijan 5 o más curules para corporaciones de elección popular o las que se sometan a consulta -exceptuando su resultado-deberán conformarse por mínimo un 30% de uno de los géneros”. Así las cosas, todas las listas de candidatos a corporaciones públicas (concejos, asambleas y juntas administradoras) tendrán que incluir por lo menos un 30 por ciento de mujeres. El otro es la ampliación de la licencia de maternidad y el otorgamiento de licencias previas al alumbramiento. En esas condiciones, la mujer podrá tener unos días antes de descanso para evitar secuelas en los recién nacidos y podrá disfrutar de 14 semanas de licencia de maternidad, dos más que lo estipulado en la legislación anterior. Relación entre TV comunitaria, desarrollo humano y equidad de género Los fundamentos de la TV comunitaria permiten deducir que este medio puede incorporar el enfoque del desarrollo humano para colaborar en el cumplimiento de indicadores relacionados con la salud, la educación, el fomento de la democracia y de la equidad de género, el civismo y la reducción de la tasa de homicidios, entre otros. En este contexto, las comunidades organizadas – como las que administran y gestionan este tipo de propuestas audiovisuales- participan activamente en el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas de su municipio, a través de la producción de sus propios contenidos con énfasis en lo social y comunitario. El hecho de que la audiencia/comunidad asuma el protagonismo del proceso de la comunicación y elabore propuestas educativas y culturales locales, está convirtiendo a la televisión comunitaria en un actor de primer orden para la consecución de metas de desarrollo humano. En la “Declaración de Versalles”, documento elaborado por los canales locales y comunitarios del Valle del Cauca reunidos en Versalles, (Colombia), aparece un compromiso de estas televisiones con el desarrollo humano del país. El documento fue publicado en la revista Señales de humo (1998: 179) y, en cierta medida, suple la carencia de la legislación en cuanto a
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la importancia de incorporar el concepto de desarrollo humano, en el funcionamiento de los medios comunitarios: “creemos en un desarrollo que privilegia al ser humano sobre las cosas. No nos interesan los indicadores de la economía tradicional. Creemos en un desarrollo humano, de sus potencialidades, de su riqueza e identidad cultural. Y la comunicación es fundamental para dinamizar los procesos de convivencia (…)”. Según Niño Díez (2004), la televisión comunitaria funge como un medio alternativo por el que se escuchan diversas voces, para clamar por mejores condiciones económicas, políticas y sociales. Así las cosas, este tipo de televisión se concibe como la verdadera televisión interactiva del futuro en la que la tecnología no es la única mediadora del rico intercambio entre la audiencia y la confección y realización de la parrilla de programación, sino un elemento más que propicia espacios de encuentro para que la comunidad exprese sus necesidades y emprenda acciones para la realización de obras de beneficio colectivo. Comunicación, información y género Durante los años 90, la perspectiva de género ha sido objeto de atención por distintas áreas del conocimiento como la psicología, la sociología, la economía y el derecho, entre otras. Los medios de comunicación y la comunicación como disciplina, solo recientemente han puesto sus ojos sobre esta temática que se refiere tanto al tema de la violencia de género como a la posibilidad de que la mujer tenga igualdad de oportunidades que el hombre. Quizá la prevalencia del conflicto armado interno, eclipsó por momentos el fenómeno de la violencia y perspectiva de género. La información de calidad en este caso juega un papel relevante, puesto que puede contribuir a (1) tratar de manera equitativa a los dos sexos/géneros en los contenidos mediáticos; (2) ampliar los escenarios de representación de la mujer no sólo desde el poder sino también en otras facetas humanas en las que tradicionalmente han sido discriminadas; (3) incluir la perspectiva de género para analizar y denunciar las desigualdades, en razón a la posición que ocupa la mujer con respecto al hombre en diferentes áreas; (4) presentar los logros de la mujer como un hecho natural y no excepcional; (5) profundizar en el papel que ella juega en el mantenimiento de la familia, en el desarrollo y en la consecución de la paz en el país; y (6) evitar la proyección de imágenes negativas o degradantes de la feminidad y su vinculación publicitaria con el consumo (Aznar, 2005: 252).
La comunicación y género propende por disminuir la
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de Colombia? desigualdad entre hombres y mujeres, provocada por factores culturales que se han extendido y perpetuado a lo largo de la historia. Con frecuencia, la mujer ha 1.1.2 Cuestiones de investigación sobre las sido la que más ha sufrido los efectos de la desigualdad características de los protagonistas de los programas informativos (magacín, noticiero bien sea en los medios de comunicación, en la familia, y programa de entrevistas) las instituciones y en la sociedad en general, aunque la inequidad –si bien en menor proporción- también ha 2. ¿Cuáles son los protagonistas y sus características estado afectando al género masculino. (origen, oficio u objeto social, género y naturaleza jurídica, edad y rasgos fenotípicos externos2) La invisibilización de la mujer, su infravaloración y presentes en los programas informativos de la la asignación de roles desigualmente distribuidos, se televisión comunitaria de Colombia? ¿Qué resultado ha traducido en el aumento de la pobreza, la violencia se infiere de la comparación entre el noticiero de física y psicológica, la desigualdad por ingresos y por acceso a las esferas de poder. televisión comunitaria y el noticiero de una estación privada de Colombia de cobertura nacional? El trabajo de comunicación en la cuestión de género radica en apoyar proyectos que propendan por Con ello se pretende determinar posibles favoritismos visibilizar el papel de la mujer en áreas en las que o discriminaciones en razón a la valoración que se haga tradicionalmente han sido discriminadas y promover de los protagonistas/personas, por rasgos fenotípicos la creación de capacidades para que puedan intervenir externos, género, edad, o, en caso de los protagonistas/ protagónicamente en la vida económica (con planes de instituciones, por su objeto social y naturaleza pública, empleo y desarrollo empresarial, entre otros), política privada o mixta. (con el incremento de la participación en las esferas de poder y la construcción de ciudadanía) y cultural (con Resultados facilitarle el acceso a todos los niveles educativos, al Contravalores de desarrollo humano en los programas deporte y a la producción artística). informativos de la televisión comunitaria de Colombia. La Método Análisis de contenidos Este método se utiliza para estudiar la programación en dos dimensiones: (1) la dimensión de los programas informativos, para determinar cuáles son los temas (Qué 1 y Qué 2), géneros periodísticos, y los contravalores periodísticos y de desarrollo humano que se encuentran en los segmentos u obras audiovisuales de este tipo de programas. Entendemos los programas informativos como aquéllos que se pueden agrupar en unos géneros o formatos comunes, así: (1) programas de noticias y reportajes; (2) programas dialógicos de entrevistas y debates; y (3) programas combinados que incluyen los dos géneros anteriores (Zabaleta, 2005: 316). Nosotros hemos seleccionado los noticieros, magacines y programas de entrevistas como programas informativos, puesto que cumplen con los criterios mencionados.
tabla 6 nos muestra que en los programas informativos se presenta con mucha frecuencia el contravalor de desarrollo humano de la exclusión (39%). Este alto porcentaje nos sorprende, puesto que esperábamos que este tipo de programas se esmeraran por dar una mayor participación de los miembros de la comunidad en la producción de los segmentos, dando declaraciones o interviniendo activamente en la elaboración de los contenidos audiovisuales. 1.1.2.1 Género (persona) o naturaleza jurídica (institución) - TV comunitaria
Tabla 43. Género y naturaleza jurídica de los 2 Como lo dijimos anteriormente preferimos utilizar la expresión “rasgos fenotípicos externos” y no la palabra “raza”. Ibídem (pág. 193).
1.1.1 Cuestiones de investigación sobre los valores y contravalores de desarrollo humano
1.
¿Cuáles son los valores y contravalores de desarrollo humano que predominan en los programas informativos de la televisión comunitaria
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protagonistas de los programas informativos de la televisión comunitaria de Colombia pub
pri
mix
muj
hom
Total
ntc
27,2% 7,8% 0,7% 20,1% 44,2% 100,0%
mag
13,0% 2,8% 0,0% 42,9% 41,2% 100,0%
pen
0,0%
0,0% 0,0% 34,8% 65,2% 100,0%
Total 19,9% 5,4% 0,4% 29,2% 45,1% 100,0%
N= 517 protagonistas de los programas informativos. Fuente: elaboración propia a partir del análisis de los contenidos de los programas informativos. Convenciones: ntc noticiero, mag magacín, pen programa de entrevistas, pub público, pri privado, mix mixto, muj mujer, hom hombre. En los noticieros, la presencia de las instituciones públicas (27,2%) es lo predominante; y en el caso de las personas, quien se registra como protagonista es mayoritariamente el hombre (44,2%), mientras que la mujer (20,1%) sólo aparece como tal en menos de la mitad de las veces que el hombre. En los magacines, el protagonismo sigue estando en las instituciones públicas (13%) y en el caso de las personas hay porcentajes prácticamente iguales en hombres (41,2%) y mujeres (42,9%). En los programas de entrevistas, el protagonismo de los hombres (65,2%) es mayor con respecto a las mujeres (34,8%), las cuales solo contabilizan un poco más de la mitad de los registros que los hombres. En general, en los programas informativos se les da mayor protagonismo a los hombres (45,1%) que a las mujeres (29,2%), lo cual evidencia un desequilibrio en la representación del género, y existe una tendencia a presentar con más frecuencia a las instituciones públicas (19,9%).
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LAS REPRESENTACIONES DE LA CULTURA GAY BOGOTANA ENCONTRADAS EN LAS REVISTAS PARA HOMOSEXUALES PUBLICADAS A FINALES DEL SIGLO XX (1969-1999) Por: Roberto Alejandro Morales Rubio1
gay, cultura gay en Bogotá.
Resumen: Es a partir de los medios alternativos como se puede observar otra perspectiva sobre la misma historia: la de las minorías. En cuanto a homosexualidad en Colombia, el siglo XX fue testigo de una serie de cambios registrados en varias publicaciones, creadas y dirigidas hacia los homosexuales del país, en épocas en la que ser marica era un crimen. La transformación en la historia de los homosexuales colombianos -visible en las sentencias de la Corte Constitucional y en la Constitución Política-, no inició hace poco; comenzó justo después del auge gay en el mundo, hacia 1969. Estos cambios en lo social y lo legal no sólo son un reflejo de lo cotidiano, son manifestaciones culturales que están en la posteridad, gracias a una serie de revistas que, al ser analizadas, visibilizarían las representaciones de la cultura gay bogotana de finales del siglo que nos antecedió.
Keywords: Homosexuals, magazines, gay, cultural representations, representations of gay, gay culture in Bogota.
Palabras clave: Homosexuales, revistas, gay, representaciones culturales, representaciones de lo
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Algunos teóricos, académicos y expertos que se han dedicado a los estudios de la cultura2, afirman que una de las líneas del tiempo en la que más rápido se ha transformado la humanidad y la aldea global fue la trazada entre los años 1900 y 1999, es decir, aquella que se desarrolló en el siglo XX. Textos históricos -y otros de carácter literario-, además de algunos videos documentales, reafirman la gran cantidad de revoluciones llevadas a cabo durante este período y el sinnúmero de puntos de vista que confluyeron alrededor del planeta en cuanto a poder, política, economía, tecnología y el sentido de lo humano (en el hombre y la mujer), especialmente en todo lo relacionado con la sexualidad, la identidad y el género. Rodrigo José Navarrete (2006), antropólogo de la Universidad Central de Venezuela, reflexionó sobre el tema a mencionar que es a través del surgimiento de una cultura homo-social -tanto en los ámbitos exclusivos de la comunidad homosexual como en la industria de masas-, que las representaciones de masculinidades y feminidades se hicieron más diversas, plurales, ambiguas y contradictorias en relación dialéctica con los cambios económicos, políticos, culturales y estéticos de la época. Para Frank Mort (1996), por su parte, es durante las últimas décadas del siglo XX que no sólo ha surgido una resignificación del lenguaje, los símbolos y los dispositivos para configurar nuevos seres sexuados, sino que también aparecieron cambios en las representaciones de la estética, y estrellas de la industria cultural para la promoción de nuevos estilos de vida3, principalmente entre la población juvenil.
Abstract: It’s from the alternative media as you can see another perspective about the same story: minorities. As for homosexuality in Colombia, the twentieth century witnessed a series of changes reported in many several publications, created and managed by gay people in the country, just when being marica was a crime. The transformation in the history of Colombian homosexuals -visible in the judgments of the Constitutional Court and the Constitution-, did not start recently; it began right after the ‘gay boom’ in the world by 1969. These changes in society and in legislation orders are not only a reflection of everyday life, but they are a cultural events available until posterity, thanks to a serie of magazines which, when analyzed, let us visualize the representations of gay culture in Bogota, in the ending of the last century.
1 Comunicador Social, Fundación Universitaria INPAHU. Investigador de fenómenos culturales y comunicativos relacionados con poblaciones vulnerables.
INTRODUCCIÓN
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2 Entre los que se encuentran Patricio Guerrero, Stuart Hall, Paul Du Gay, Frank Mort, Florence Thomas y J. Curran, entre otros autores citados en la bibliografía de este trabajo, quienes aseguran que esta época ha sido en la que más rápido ha evolucionado el ser humano, en toda su integridad de dimensiones (sexual, económica, social, cultural), como respuesta a las necesidades e intereses políticos y las realidades del momento, la globalización y el acelerado desarrollo tecnológico. 3 “La noción de estilo de vida, según Giddens (2000), supone la existencia de una serie de estrategias individuales y colectivas elaboradas a partir del capital económico, histórico y cultural, que permiten una singular integración contextual de los discursos y las prácticas en la vida cotidiana para la definición y manifestación de las identidades”. Navarrete, R.
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Ese cambio en las tradicionales formas de comunicarse con el entorno y darle un sentido, relacionado con el tema de la (homo) sexualidad, generó una serie de medios informativos que buscaban: 1.) re-configurar la visión de mundo que tenían los homosexuales sobre su estilo de vida -no promocionado en los medios de información masivos sino hasta mediados de los noventas-; y 2.) re-plantear las formas, visiones y estéticas que el mundo le ofrecía a estas personas para desarrollar libremente su personalidad. El problema que surge por estas acciones culturales fue identificado por el investigador español, Didier Eribon, quien en su libro Identidades: Reflexiones sobre la cuestión gay, afirma que: Cada vez que los homosexuales han querido hablar de sí mismos y por sí mismos, se les ha acusado según los períodos y los humores, de corromper a la juventud, debilitar la patria o erosionar los fundamentos de la moral o de la sociedad. (2000, p. 103 - 104)
Manuel Antonio Velandia Mora4, uno de los primeros activistas gay de Colombia, justifica el planteamiento de Eribon al asegurar que: Durante muchos años, nuestra palabra (la de los homosexuales), se quedó en el discurso de la oralidad, expresado en voz baja y a puerta cerrada, en la sala de un apartamento o en la silla trasera de un transporte público. En la medida que los homosexuales, posteriormente las lesbianas y más recientemente las Trans, nos dimos cuenta que uno de nuestros derechos es la libertad de expresión, y lo asumimos, fuimos tomando conciencia de la importancia de construir estrategias comunicativas (2006).
Muy seguramente, por aquella época en la que se planteó un movimiento a favor de los homosexuales
J. (2006). El estilo de Colina: Representaciones homosociales en la Venezuela reciente. Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, 12 (3). 4 Fundador del Movimiento de Liberación Homosexual Colombiano, MLHC; el grupo Equiláteros, y miembro de otras organizaciones en pro de los derechos y cuestiones LGBT, sida y sexualidad, en Colombia y España.
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en Colombia, esas estrategias comunicativas -como las llama Velandia-, construidas alrededor de los gay de la época más conservadora del país5, se vieron registradas más allá de la oralidad en un sistema de signos escritos y visuales, en unos medios impresos, tales como las revistas, los cuales reafirman la existencia de homosexuales en un territorio que, por esos días, se dedicaba a observar, debatir, interpretar y asimilar mensajes de homofobia y antihomosexualidad6. Al enfocarse en el planteamiento de Eribon y en los asuntos de la Comunicación podría plantearse una pregunta como: ¿Cuáles son las representaciones de la cultura gay bogotana, que se manifiestan a partir de las revistas colombianas para homosexuales de las últimas dos décadas del siglo XX: Ventana Gay (1980) y Acento (1997)? En el marco de la reciente historia colombiana, la visibilización de aquellos hombres que no practican el modelo de relaciones sexuales aprobado por los cánones dogmático-morales de la religión judeo cristiana, a través de unas revistas propias de un ejercicio comercial o de las diferentes acciones políticas, cambió generacionalmente el sentido colectivo aplicado a los homosexuales, de personas enfermas a ciudadanos que pertenecen a la Nación
5 Construida históricamente por una cultura tradicionalista que inició el siglo XX desde el conservadurismo, más allá que por la inclinación política de los presidentes que han estado al frente del Gobierno durante los períodos en cuestión de estudio (1969-1999). La configuración histórica de la República de Colombia conservadora se puede consultar en el artículo “La república conservadora (comienzos del s. XX)”, de la edición 183 de la revista Credencial, de marzo de 2005. 6 Así lo afirma quien inició el Grupo de Encuentro por la Liberación de los Güeis, GELG: “Yo decidí escribir porque generalmente otros lo hacían por mí. Escribían lo que les provocaba acerca de nuestras vidas, derechos, participación social como homosexuales, e ilustraban sus textos con las imágenes que deseaban, casi siempre, expresando contenidos homofóbicos”. Velandia Mora, M. A. (13 de noviembre de 2007). Maricadas que yo pienso. Recuperado el 29 de septiembre de 2009 de Por-no-grafiar: http:// investigadormanuelvelandia.blogspot.com/2007/11/ por-no-grafiar.html
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y poseen derechos y deberes7 en un país de fuertes raíces religiosas. En este punto, vale la pena mencionar que en una de sus intervenciones a finales de los años noventas, la controvertida Florence Thomas afirmó sobre el tema de la homosexualidad que: En los últimos 40 años de este siglo que agoniza (el XX), todos y todas fuimos testigos de fantásticas mutaciones de la sociedad moderna. Entre ellas, una de mayor significación e impacto es, muy seguramente, la expresada por los encuentros entre hombres y mujeres en la intimidad, desde el cuerpo, el deseo y la palabra. (1998)
Esta última expresada en una serie de publicaciones que, al ser analizadas, determinarían aquellas representaciones culturales relativas a lo homosexual tejidas alrededor del gay o el ‘marica’8 bogotano entre 19699 y 1999.
6. LA CULTURA COMO CREACIÓN MEDIÁTICA
BASE
DE
LA
Algunos teóricos de la antropología simbólica como Geertz, Gadamer, Cassier, Turner y Sperber, entre otros, aseguran que “la Cultura fue posible cuando el ser humano estuvo en capacidad de simbolizar” (Guerrero, 2002, p. 75) debido a que una de las expresiones diferenciadoras de lo humano es, precisamente, el lenguaje10.
7 Así lo estableció la Constitución Política de Colombia de 1991, en los Artículos 7, 13, 16, 20, 28 y 43. 8 Según Manuel Velandia, desde lo político este término “está relacionado con el discurso de la reivindicación de la analizad -el culo y su uso-, como ejercicio de poder”. 9 Año en el que iniciaron los movimientos a favor de los homosexuales y las lesbianas alrededor del mundo. 10 Stuart Hall (1997) afirma que se debe tener en cuenta que “como los lingüistas suelen decir, Los perros ladran, pero el concepto ‘perro’ no puede ladrar ni morder. Puedes hablar sólo con la palabra para vaso –VASO—que es el signo lingüístico que se usa en castellano para referirse a los objetos en que bebes agua. Es aquí en donde aparece la representación”. (p. 4)
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La Cultura, asegura Geertz (1990), no debe ser comprendida desde lo reduccionista o desde simplemente lo semiótico, y se debe plantear que ésta debe ser entendida como un conjunto de interacciones simbólicas que son interpretables no sólo desde atributos casuales, acontecimientos, modos de conducta, instituciones o procesos. En palabras de Patricio Guerrero (2002), la cultura sólo puede ser creada con y junto a los otros y para los otros, es decir, en comunión (común-unión) y en relación dialógica con los demás11. El análisis de la Cultura, desde una perspectiva o construcción simbólica, remite a su estudio como un sistema que acerca de manera más vital a los universos de sentido que construyen los seres humanos y las sociedades, es decir, al papel que juega la cultura en la vida de los seres humanos, a las representaciones de los propios sujetos constructores de la cultura12. En el caso de interpretar más a fondo la cultura, el enfoque de ésta como construcción sistémica parte de la consideración de que el hombre es un animal que se encuentra insertado en diversas tramas de significados que él mismo ha tejido. Aquí, se presenta la cultura desde dos perspectivas o campos: el de las manifestaciones y el de las representaciones. [Ver Gráfica 1]
11 Un concepto adicional, que se vincula a la cultura de manera antropológica y que puede ayudar a comprender un poco más el tema de la memoria colectiva, es el habitus; el término planteado por Bourdieu, no es más que “la materialización, la incorporación de esa memoria colectiva en la que se van configurando una serie de sistemas estructurados y estructurantes que, surgiendo en el pasado, se transmiten y se preservan hasta el presente; que se convierten en los principios generadores que organizan las representaciones, las percepciones, las practicas y las acciones; que modelan la vida, cotidiana, de los individuos”. (Citado por Guerrero, 2002, p. 82) 12 Aun cuando el campo de lo cultural se refleja en los actos simbólicos de lo social, los discursos y los actores que van más allá de los símbolos; este trabajo no determinará la construcción de un sentido de la existencia o una forma concreta de ser y estar en el mundo y de actuar dentro de este, por ello, se pide al lector que para más referencias sobre el tema se consulte el texto de 2003, La Cultura, del ecuatoriano Patricio Guerrero.
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El primer campo, el de las manifestaciones de la cultura, se refiere a los aspectos visibles de la cultura; de las expresiones observables, materiales, evidentes y más fácilmente perceptibles de la cultura, que es al que más se hace referencia cuando se habla de ella. Según Guerrero, este campo se expresa a través de hechos o eventos, discursos y relaciones sociales (o actitudes), frente a las cuales la cultura establece relaciones y regulaciones que permiten ciertas formas de comunicación, auto-comprensión, identificación de un grupo, pero también de alteridad y diferencia con los que son diferentes (2002, p. 79). Este campo hace referencia a objetos, artesanías, música, danzas, fiestas, rituales, vestidos, comidas, viviendas, prácticas productivas, juegos, lengua y discursos sociales, a través de los cuales se dan las diversas formas de comunicación, auto-representación e interpretación de una sociedad. En este sub-sistema se halla un ámbito secundario que hace referencia a los aspectos sígnicos, observables o denotativos de la cultura, a aquellos fácilmente perceptibles. El segundo campo, el de las representaciones de la cultura, es el sub-sistema de los aspectos “encubiertos”. Guerrero lo define como el que hace referencia: Al aspecto ideal y mental de la cultura; al de la racionalidad, las cosmovisiones y las mentalidades que hacen posible la creación de un ethos, de un sistema de valores, ideas, creencias, sentimientos, sentidos, significados y significaciones […] el subsistema de las representaciones simbólicas, el de las “mentalidades”, no siempre es vívido ni está obviamente manifiesto, por tanto, es el ámbito principal de la cultura, el más profundo, el que para llegar a comprender el sentido de sus significados y significaciones requiere de lecturas connotativas. (2002, p. 79 - 80)
Aquí -agrega Guerrero-, se crean las estructuras permanentes de la cultura, por lo que está ligado a lo histórico y refleja un proceso de cambio mucho más lento que el de las manifestaciones. La Cultura se hace parte de procesos de larga duración histórica, pues se nutre de una raíz de ancestralidad que va configurando ese acumulado social de la existencia de un pueblo, que constituye memoria colectiva, que es la que ha permitido a la sociedad llegar a ‘ser’, lo
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que se ha construido como pueblo. (Guerrero, 2002, p. 80-81) Es importante mencionar que ambos campos trabajan en conjunto; no son independientes. Los dos establecen una relación dialéctica que hacen posible un juego continuo entre cambio y permanencia, y ambos están correlacionados con el lenguaje. En caso de situaciones de crisis -afirma Guerrero- el sistema de manifestaciones, para poder reafirmarse y revitalizarse, debe recurrir al sistema de representaciones, a la memoria colectiva, que es la que a su vez da sentido, permanencia, significado y significación a los aspectos manifiestos de la cultura (2002, p 81), es decir, aquellos que refuerzan en el espacio-tiempo su memoria colectiva y hacen permanente sus manifestaciones culturales, tienen más posibilidades de construir un eje estratégico de sus propuestas políticas en un futuro y liberarse de la folklorización13.
Como ya se ha mencionado, la cultura no algo pre establecido, algo que se transmita por ósmosis u otra acción biológica, sino que es una construcción social o históricamente situada (Guerrero, 2002, p. 85), en consecuencia, es un producto histórico concreto. En la escena de los estudios culturales, y con la idea de generar parte de esa metodología para entender la resistencia de la dominación desde lo contra-hegemónico, aparece un concepto que ayuda a comprender la función simbólica de los lenguajes utilizados por los seres humanos para enfrentar el discurso de poder y compartir los sentidos entre los miembros de una misma cultura: la representación.
7. PARA RELACIONAR LOS SENTIDOS EN LAS CULTURAS: LA REPRESENTACION Stuart Hall, teórico inglés que ha venido trabajando desde 1997 con el término, sugiere en su texto Representations: Cultural Representations and Signyfing Practices que la representación: Debe ser entendida como la producción de sentido de los conceptos en la mente mediante el lenguaje, y que es el vínculo entre los conceptos y el lenguaje el que nos capacita para referirnos sea al mundo ‘real’ de los objetos, la gente o los eventos, o aun a los mundos imaginarios de los objetos, la gente y los eventos ficticios (1997, p. 4).
Se habla en términos de ‘real’ o ‘ficticio’ sencillamente porque hay dos procesos implícitos en lo que Hall, junto a Paul Du Gay, denominó Sistemas de representación: las representaciones mentales y el lenguaje. Gráfica No. 1 – Los sistemas de representación cultural (Guerrero, 2002)
13 El término ‘folklorización’ es descrito por Guerrero como “ver la cultura desde una perspectiva del folklor”, se limita a mostrar sólo aquellas dimensiones más exóticas y externas de la cultura, que pueden ser destinadas al consumo y al mercado cultural. “El acto folklórico es una mera usurpación simbólica que, como todo proceso de usurpación, empobrece y distorsiona el significado y la significación del mismo; su objetivo es agradar al público asistente, más no encontrarse con fuerzas hierofánicas que hagan posible que continúe el orden del cosmos y la vida” (2002, p. 72).
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Las representaciones mentales hacen referencia a un ‘sistema’ indispensable14 mediante el cual objetos, gente y eventos mantienen una co-relación con todo lo que el ser humano lleva en su cabeza, en su mente, en su imaginación. (Hall, 1997, p. 4). Durante el proceso global de construcción del sentido, el lenguaje, como segundo sistema de representación, es el que traduce aquellos mapas conceptuales compartidos en algo común y corelaciona los pensamientos con las expresiones escritas, los sonidos o las imágenes15. El término
14 Se adjetivan indispensables porque sin ellas no se podría de ningún modo interpretar al mundo. 15 Hall (1997) explica que el concepto de lenguaje en esta instancia es utilizado en su análisis
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utilizado comúnmente para referir expresiones del lenguaje que portan un sentido es: signos. Éstos están o representan los conceptos y las relaciones que se llevan en la mente con respecto a ellos, y su conjunto o agrupación constituye lo que comúnmente se conoce como sistemas de sentido. 7.1. Del lenguaje y lo semiológico, al discurso y sus prácticas Stuart Hall afirma que “aun si el lenguaje, en algún sentido nos ‘habla’, fue también importante que en ciertos momentos históricos, algunas personas tuvieran más poder para hablar sobre ciertos temas que otros” (1997, p. 25). por ende, cuando el campo de la representación se lleva más allá del lenguaje, hacia las instancias del conocimiento y el poder, aparecen un concepto más específico en el cuales enfocarse: el discurso. Michael Foucault lo define como una práctica social que va más allá del habla o de un conjunto organizado de enunciados. Dice este autor en La arqueología del saber que: Se renunciará, pues, a ver el discurso en un fenómeno de expresión, la traducción verbal de una síntesis efectuada por otra parte; se buscará en él más bien un campo de regularidad para diversas posiciones de subjetividad. El discurso concebido así no es la manifestación, majestuosamente desarrollada, de un sujeto que lo conoce, que lo piensa y que lo dice. Es, por el contrario, un conjunto donde pueden determinarse la dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo mismo. Es un espacio de exterioridad donde se despliega una red de ámbitos distintos. (1969, p. 90)
El término discurso desde la perspectiva de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe (1990) se utiliza para enfatizar el hecho de que toda configuración social tiene sentido, más allá de la existencia material o real de un objeto en un entorno físico.
en un sentido amplio e inclusivo. Dice este autor que el sistema hablado y el sistema escrito de un lenguaje particular son ambos, obviamente, lenguaje, pero también lo son las imágenes visuales siempre y cuando se usen para expresar sentido […] también lo son otras cosas que no son lingüísticas como las expresiones faciales o gestos, los lenguajes de la moda, las luces del tráfico, la música, y los sonidos. (p. 5)
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Por su parte, Lupicinio Iñiguez Rueda agrega junto a otros sociólogos que “todo discurso tiene un contexto de producción” (2006) y es como tal una práctica social que se da en un contexto, el cual -según Foucault-, está enmarcado por la formación discursiva del sujeto. En Análisis del discurso. Manual para las ciencias sociales, Iñiguez Rueda define este concepto como: Un conjunto de relaciones que articulan un discurso, cuya propiedad definitoria es la de actuar como regulaciones del orden del discurso mediante la organización de estrategias, facultando para la puesta en circulación de determinados enunciados en detrimento de otros, para definir o caracterizar a determinado objeto. (2006)
Este argumento ayuda a comprender que el discurso no se da desde el interior de los sujetos, sino que articula el conjunto de condiciones que permite desarrollar la cotidianidad y no debe ser asociado únicamente con el poder. Iñiguez agrega que “las practicas discursivas ponen de manifiesto que hablar es algo más y que es algo diferente que exteriorizar un pensamiento o describir una realidad”. (2006) Aunque este autor hace un planteamiento un tanto más aterrizado al nuevo milenio, es en el enfoque de Michel Foucault, del lenguaje al discurso, donde se relaciona al poder con las prácticas que lo regulan en diferentes períodos históricos. Este concepto, afirma Foucault:
• Describe y produce objetos de nuestro conocimiento. • Gobierna el modo como se puede hablar y razonar acerca de un tema. • Influencia cómo las ideas son puestas en práctica y usadas para regular el comportamiento o conducta de los otros. Hall (1997) complementa estos enunciados al decir que los individuos pueden diferir en raza, credo y condición social (entre muchos otros factores), pero que no serán capaces dar o construir sentido hasta que no se hayan identificado con esas posiciones que el discurso crea, concibe o construye, sujetándose ellos mismos a sus reglas, por lo tanto, volviéndose los sujetos de su poder/conocimiento. Sugiere entonces que los discursos mismos construyen las posiciones-
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sujeto desde las cuales ellos se vuelven significativos y tienen efectos. 8. UN ACERCAMIENTO “ENTRE IGUALES”
A
LA
SEXUALIDAD
Según la Real Academia Española, homosexual, (homo, igual; y sexual, relativo al sexo), se refiere a la “inclinación hacia la relación erótica con individuos del mismo sexo y la práctica de esta relación”. (RAE, 2001) Pero desde la perspectiva Federico Guzmán (citado por Cifuentes, s.f.), la relación no sólo incluye las disposiciones de los actos sexuales, sino que engloba además lo subjetivo de todo lo relacionado con el tema afectivo y se deben comprender las influencias externas que reciben los individuos que tienen tal condición, tales como la estigmatización, la persecución o la tolerancia. Homosexual, desde la perspectiva de los estudios identitarios y como una orientación, se entenderá en adelante como un término comprendido desde el amplio espectro que cubre la sexualidad, el cual engloba a los hombres que se relacionan con otros hombres dentro de el deseo, la genitalidad, lo erótico y lo afectivo. Se denomina orientación sexual homosexual a la de un hombre (biológico, optado o transformado16) que orienta sus deseos, afectos, genitalidad y eroticidad hacia otro hombre biológico, optado o transformado y quien además ha asumido para si dicha orientación sexual. Pueden presentarse, entonces, personas que vivencian un “tránsito
16 No todas las personas (intersexuales o no) asumen un rol de género diferente a su “género por asignación”, a quienes asumen un “género por opción” se les denomina “transgeneristas” en Colombia y “transgéneros” en el resto del mundo. Las personas transgéneros acompañan el rol de género optado con los accesorios, vestidos y maquillajes (cuando ello se considera culturalmente necesario) propios del género al que han “transitado” (…) Un hombre transexual es aquella persona que pertenece psíquicamente al género masculino como su género optado, a pesar de haber nacido con anatomía de mujer. Una persona transexual no desea los caracteres del sexo con el que ha nacido sino que le apetece un cuerpo que sea acorde con su género optado. Se es transexual así la persona quirúrgicamente, con aplicación de hormonas y/o con trucos o rellenos, transforme o no su cuerpo, para aproximarlo al cuerpo deseado. (Velandia, 2009)
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identitario de la masculinidad a la feminidad” y otras que experiencian un “tránsito identitario de la feminidad a la masculinidad”. (Velandia, 2009)
Esta categoría de Hombres que se relacionan con hombres o que tienen sexo con otros hombres, HSH, también incluye a hombres cuya identidad de orientación sexual puede ser homosexual, bisexual o heterosexual. Algunos hombres homosexuales prefieren tener relaciones con hombres cuya identidad no es homosexual. Prefieren hacerlo con personas que se identifican a sí mismas como heterosexuales e incluso, en algunos casos, como bisexuales. Hombres con identidad heterosexual igualmente se relacional genitalmente con homosexuales, bisexuales e incluso con personas cuya identidad igualmente es heterosexual. Con ello se está afirmando que el hecho de que una persona sea homodeseante, homoafectiva, homogenital y homoerótica no implica que necesariamente posea una identidad de orientación sexual homosexual, sino que ésta puede ser de heterosexual. En la práctica, algunos HSH heterosexuales en su identidad pueden ser bigenitales, bieróticos, bideseantes y heteroafectivos, por ejemplo, o presentar las diversas posibilidades relacionales posibles en el deseo, el erotismo, la afectividad y la genitalidad y tener una identidad de orientación sexual heterosexual. (Velandia, 2009)
Aparece, en esa medida, otro término que enmarca al mismo sujeto -hombre que se relaciona sexualmente con otros hombres-, y es el que aparece después de los disturbios de Stonewall, en Nueva York, Estados Unidos, hacia 1969: gay. Este término, retomando a la Real Academia Española (2001), refiere a algo “perteneciente o relativo a los homosexuales”, pero desde la etimología inglesa de la palabra, se hace referencia a algo que es “alegre”: una persona gozosa o vital. Vásquez (1994) sugiere que probablemente el concepto es originario del provenzal y pasa de éste a otros idiomas (gai, en francés y catalán; gayo en castellano, guei en la Colombia de principios de los ochentas). También, dice que durante un tiempo este término “se utilizó como contraseña entre los propios homosexuales -al igual que en la actualidad términos como ‘entender’ o ‘ser de ambiente’-, para más tarde incorporarse al lenguaje público”. (Vásquez, 1994)
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Gay es una palabra que significa alegre. En Colombia se usó un término similar hace 30 años que designaba a los homosexuales como personas “de ambiente”. En Estados Unidos, la palabra gay se usaba para señalar, dentro del grupo homosexual, a los que militaban en organizaciones con contenido político […] Para la gente del común, gay es el artista Luís Caballero; homosexual, el doctor que atiende al hijo de una señora; marica, un peluquero; y loca, quien tiene un lenguaje exagerado de género femenino. En Colombia no existe ese contenido político que hay en otras partes del mundo. Ser gay es una forma de explicar el mundo, una manera de vivir el cuerpo y las relaciones. (Velandia, 2006)
En este caso, gay será entendido como el hombre homosexual que se identifica con las dinámicas de esa orientación sexual y ha superado el proceso de autonegación de su identidad, busca su visibilización en el campo social (y probablemente desde lo legal), pero que no transgrede los cánones institucionales impuestos socialmente, así se manifieste a través de diversas formas simbólicas. Otras definiciones como las de Carlos Monsiváis (2007) y Carmelo Vásquez (1994), sugieren que el hombre homosexual está relacionado con prejuicios que ciertamente se han reafirmado o reevaluado con el pasar de los años. El primero menciona que estos dispositivos clasifican al homosexual como: Un sujeto que debe ser afeminado; debe odiarse a sí mismo y detestar a los que son como él; debe ser y parecer frágil; debe aficionarse con todo lo no viril (empezando por las artes), y debe abstenerse de los deportes y los trabajos rudos. Además, así no sea obligación, un homosexual debe aportar el ingenio (arma defensiva), y la rapidez y la calidad al crear la moda. No valen la posición, el talento, la honradez, la capacidad de trabajo ni la generosidad. (Monsiváis, 2007)
A esta definición, que hace inmerso otro concepto, está elaborado desde la perspectiva machista que sugiere que hasta los homosexuales deben evitar al máximo actitudes femeninas e incluso pueden serlo pero sin trasgredir los cánones de la masculinidad. Por ende, a partir del argumento de Monsaváis, aparece un tercer término que delimita las relaciones “entre iguales”. La palabra marica, etimológicamente, tiene es su origen lo femenino: la palabra María. “Los maricas somos las marías”. (Velandia, 1997) Para el diccionario
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de la Real Academia Española (2001), “es un hombre afeminado y de poco esfuerzo, o incluso, puede llegar a ser un insulto con los significados de hombre homosexual o sin ellos”. En tanto marica es, para los lingüistas, un nombre o adjetivo utilizado tanto para hombres “casi” hombres y mujeres, con el fin de resaltar la cobardía del sujeto en cuestión en determinadas situaciones límite, también señala una conducta prudente o miedosa de personas heterosexuales. Pero bajo las condiciones relacionales de lo cotidiano, aunque el marica aparentemente es débil y termina siendo casi eliminado de la esfera social, su fuerza representativa se establece en la medida es que es un gay que no sólo ha sobrepasado el hecho de hacerse visible, que ha hecho un intento por buscar una ‘igualdad’, sino que se convierte en un sujeto trasgresor que a través de esa transformación de las prácticas de poder logra fijar un mensaje de alteridad dentro de las dinámicas cotidianas. Por eso, soy marica porque en esta sociedad machista el homosexual es menos hombre y serlo es “ser mujer”, por eso no solo soy marica sino especialmente soy “una marica”. Porque de manera despectiva, incluso muchos que se piensan a sí mismos homosexuales, ven en nosotros un cierto amaneramiento femenino, a un sujeto al que hay que separar socialmente y reivindico el derecho a ser femenino como una manera de ser homosexual, por eso soy “una mariquita”, la mas minúscula de todas, no por lo bajita sino porque deseo reivindicar en mi a la más excluida de todas las excluidas, la “loca mariquita”. Sí, además soy “loca” porque al interior de los homosexuales a las maricas mas mariquitas, como una manera de agredirlas, vulnerarlas, separarlas se les dice “locas”. (Velandia, 1997)
Una vez se relacionan estos conceptos con una memoria colectiva, inherente a todos los grupos sociales que perduran por un gran período, desde la perspectiva de Vásquez existe un argumento que sustenta el hecho de que, culturalmente, los tres términos sean entendidos como uno solo, y que difieran únicamente según el sentido que se les dé dentro de un contexto social, dentro de un discurso. Este autor afirma que en el siglo XIX se genera y amplía la idea errónea de que en todas las personas hay componentes de ambas identidades y que los homosexuales eran individuos caracterizados por tener un fuerte componente del otro sexo.
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Esto no es científicamente aceptable. Los homosexuales son personas íntegras desde el punto de vista de su identidad sexual: son hombreshombres o mujeres-mujeres (no son ni hombres afeminados, ni mujeres hombrunas) que se sienten atraídos hacia personas de su mismo sexo […] el componente homófobo de la cultura occidental hacia la homosexualidad tiene un claro comienzo en la Edad Media, a través de la Iglesia Católica […] el cambio crucial en nuestra cultura se produce en ese período de mano de autores como Santo Tomás de Aquino17. (Vásquez, 1994, p. 227)
Esa configuración histórica y subjetiva del concepto revela la forma cómo la sociedad reacciona frente al individuo homosexual en la actualidad, al derivar la manera como se representa ese sujeto desde la institucionalidad y al determinar, en gran medida, las formas de vida de los homosexuales dentro de la sociedad. “De hecho, solo puede hablarse técnicamente de homosexuales en ciertas sociedades, que llenan las condiciones de aquellas en las que nació y se difundió esta categoría humana -las del mundo industrializado-”. (Cifuentes Muñoz, S.f.) El descubrimiento histórico de la existencia de subculturas homosexuales activas en los tiempos
17 La discusión sobre si fue o no la Iglesia Católica la que configuró el cambio de la perspectiva sobre homosexualidad se deja para otros autores como Richard Sennett, quien asegura que a pesar de que se dieran relaciones homosexuales en las antiguas Grecia y Roma, la práctica como tal no estaba avalada en ninguna de las dos culturas, al punto de ser evidente que no existía un concepto que definiera al homosexual. Si bien existían categorías que clasificaban el acto sexual (erastés y erómenos, los dos roles posibles en una relación sexual), no eran acepciones que identificaran una relación basada en el género como se entiende hoy en día. “A diferencia de los modernos moralistas, los atenienses pensaban que la sexualidad era un elemento positivo de ciudadanía […] Durante su ciclo vital, el varón griego era amado por hombres mayores y sentía amor por muchachos a medida que aumentaba su edad; asimismo, también sentía amor erótico por las mujeres. Los griegos no distinguían el ‘afeminamiento’, no la ‘homosexualidad’, como nosotros utilizamos el término, una distinción que basaban en la fisiología del cuerpo”. (Sennett, 1994, p. 50)
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modernos como las llamaría Guillermo Núñez (2007), incluso antes de la invención médica del término homosexualidad, ha renovado en algunos autores la idea de una subjetividad homosexual a través de la historia, o por lo menos de la historia moderna de occidente, y un concomitante y duradero discurso homosexual o ‘parole homosexuelle’, para usar un término de Didier Eribon.
9. EL DISCURSO GAY TRADUCIDO A LO MEDIÁTICO: LAS REVISTAS BOGOTANAS PARA HOMOSEXUALES DE FINALES DEL SIGLO XX Hacia 1968, conjuntamente con el desarrollo de los movimientos de izquierda y de su lenguaje de liberación importado de Francia y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), surgió la consigna entre los homosexuales colombianos de ‘salir de los closets’18. Nacieron entonces toda suerte de movimientos liberacionistas que pretendían otorgarle un carácter militante a la condición del homosexual. Un grupo de jóvenes intelectuales se dio a la tarea de editar la revista Carreta Libertaria, una de las primeras publicaciones que reflejaban este fenómeno y cuyo núcleo promovió posteriormente el surgimiento de movimientos como el Feminista Radical y otros del mismo tipo. (Velandia, 1986)
Pero fue hacia 1976 que el tema de las revistas producidas por y para homosexuales en Colombia tiene raíces en un ‘filósofo, loco, poeta y maricón’, quien fundó y distribuyó por cuenta propia el periódico El Otro, y convocó el 9 de abril de 1977 a la conformación del Grupo de Encuentro para la Liberación de los Güeis19, GELG. León Benhur Zuleta, oriundo de Medellín, sería el responsable de que Manuel Velandia, E. Rodríguez, Guillermo Cortés, Gildardo Ramírez, Fernando Albear, l@s Quintero, Urías y algunos otros que prefirieron borrar su pasado (Velandia, 2007), se conocieran y conformaran posteriormente el Movimiento de
18 Esta expresión hace referencia al hecho de que una persona ha asumido su sexualidad socialmente, y ha perdido el miedo a hacerse visible como homosexual ante la sociedad en general. 19 Según M. Velandia, Zuleta propuso usar la palabra guei en lugar de gay, y escribirlo tal y como suena en castellano, como una actitud antinorteamericana, propia de la situación general de los setentas.
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Liberación Homosexual Colombiano, MLHC. Sobre Zuleta y su periódico, El Otro, Velandia relata en su autobiografía que: De León supe por intermedio de Lina Arregocés de Daza, una compañera de estudios de Sociología. Ella me facilitó una entrevista que le realizaron a Zuleta en un periódico trotskista en marzo de 1976. Él hablaba acerca del Movimiento de Liberación Homosexual (MLH), del que afirmaba tenía 10.000 miembros activos, y de El Otro como una revista de la que circulaba el primer número. Es que León solía hablar de sus fantasías como si fuesen realidades. Yo quise pertenecer al Movimiento. Pero no tenía idea de que era una fantasía, que todos los ceros eran falsos, como me informó al responder la carta que le escribí. También me dijo que El Otro, era él mismo, su único miembro. (Velandia, 2007)
La segunda publicación de la que se tiene memoria, pero de la cual no se ha encontrado una copia física en la actualidad, es Ellos y su Mundo, la primera publicación colombiana de distribución masiva -de la que Velandia tenga recuerdo- orientada a hombres homosexuales, cuyo primer número circuló en septiembre de 1977. La revista fue el gran fiasco comercial de la vida de Óscar Vázquez, quien en 1996, unos días antes de su muerte, aún tenía montones de ellas en su casa. Una vez Velandia y los otros militantes se vieron en la tarea de realizar actividades desde los planteamientos dialécticos de Zuleta -además de algunas publicaciones como la revista española El Viejo Topo, y el libro Le désir homosexuel de Guy Hoocquenghem20-, el GELG atrajo otras personas que, conscientes o no, se añadieron a los trabajos y buscaron las estrategias para “darles a nuestros compañeros gay la posibilidad de liberarse, de salir de la falocrática, heterosexista y homofóbica opresión en que la sociedad nos había venido sumiendo”. (Velandia, 2007) De este ejercicio nace la revista Ventana Gay en agosto de 198021,
20 Considerada como la primera obra de la “teoría Queer” (término que para Carmen Hernández (2003), “es sinónimo de cuestionar, de no dar por hecho nada, ni siquiera la propia teoría Queer; o no creer que hay una sola verdad, o que la identidad es algo compacto e inamovible”), y de la cual cabe resaltar que fue apropiado de la versión original en francés por los miembros del GELG a finales de los setentas y principios de los ochentas. 21 Es importante recordar que hasta ese año, la legislación colombiana perseguía penalmente las
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única publicación que alcanzó más de 20 ediciones impresas, considerada legítimamente como la primer revista gay de Colombia reconocida de manera internacional, ganadora de un premio por parte de la International Lesbian and Gay Asociation, ILGA, como mejor publicación del año 1982, y varias de sus copias se encuentran en la Internationaal Homo/Lesbisch Informatiecentrum en Archief, IHLIA, en Holanda. Su distribución se hizo inicialmente en Bogotá y Cali22. En mayo de 1.983, Ventana Gay inicia un ensayo con otras formas organizativas, fundamentadas en el anarquismo y con dirección no autocrática. En el mismo año y con la misma filosofía surgen la Agrupación Cóndor y su Hoja Gay Libertaria. Con dicho ensayo, a finales de 1.984 se acaba Ventana que, hasta el momento, ha sido la revista más permanente: 23 números y cuatro años continuos de trabajo. (Velandia, 2007)
En 1980, también se lanzó la primera publicación gay en Barranquilla, Sucesos Gay, la cual solo tuvo una edición conocida (pero de la cual tampoco ha sido posible visualizar una versión impresa). Después de la Ventana, en los ochentas, se data de la revista De Ambiente, lanzada en enero de 1986 por el Colectivo Orgullo Gay, CORG, y de la cual la IHLIA posee cuatro ejemplares -dos de 1986 y dos de 1987-. Solo hasta el 29 de septiembre de 1994 vuelve a aparecer en escena una revista gay. Bajo el nombre OK, y con la foto de un hombre desnudo sobre una columna del estilo clásico griego, 12 páginas ilustran “una guía especializada de distribución gratuita sobre la actividad social y cultural de Bogotá”. Esta publicación, aunque es descrita como una revista, se acerca más a una guía de los sitios de homo-socialización de la ciudad, pues, incluye dentro de sus páginas un mapa de ubicación de algunos lugares de la época enfocados al público homosexual. Según Velandia (2007), en marzo de 1.995, circula
prácticas homosexuales. El Código Penal aprobado en 1936, en efecto, condenaba el “acceso carnal homosexual” con una pena de seis meses a dos años de prisión (Bustamante, 2008, p. 106-107). 22 En la capital, era posible conseguirla en la Librería la Gaviota y en Libros Nueva Época, ambas ubicadas en el centro de la ciudad; y en Cali, en la Librería Signos, ubicada a unas cuadras del Centro Cultural de Cali y el Banco de la República.
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en Cali el Magazine Cultural Kmaleón producido por Mario Valdés, del cual tan sólo se conoció el número uno; en julio de 1.995 se imprime Express Yourself, que cuatro meses después cambió su nombre a Ghetto; en mayo de 1.997, apareció el primer número de Play Man, editado por Javier Merchán, revista que se publicó mensualmente por Queen Producciones. Todas, caracterizadas por tener como actividad principal la promoción de servicios hacia la comunidad homosexual y lésbica, a una esfera cada vez más ampliada, incluso de orden nacional. En septiembre de 1.997, aparece Franquicia, bajo la dirección de Edison Ramírez y publicada por la discoteca Zona Franca, la única que utiliza una revista para promocionar sus propios servicios, incluyendo una tarjeta de servicio al cliente con el mismo nombre. Play Man y Franquicia publican permanentemente artículos de opinión sobre diversos aspectos de la comunidad que los convoca, pero no van más allá en contenidos que la promoción de sitios gay. “También en 1.997 un grupo de hombres, algunos de ellos homosexuales y residentes en Medellín produjeron la revista XQ28 que se caracterizó por la seriedad de sus artículos, su contenido científico y de la cual circularon dos números”. (Velandia, 2007) El 1º de noviembre de 1997, con un artículo publicado en la Revista Semana No. 806, previo a su circulación, sale del clóset la revista Acento. “Publicación que se convertirá en la primera revista no clandestina dirigida a la comunidad gay del país”. (Revista Semana, 1997) Este proyecto fue liderado por Clorinda Zea y Fernando Toledo, quienes hicieron lo posible por mantener la revista hasta su octava y última edición, la cual salió con las páginas en negro como rechazo a los actos violentos y una petición para que finalice la guerra23. “Aunque hubo gente que consideró la idea como una pérdida de tinta y de papel, otros aseguran que Acento se ‘anotó un hit’ al estilo de los mejores comerciales de Benneton®” (Revista Semana, 1998). En el artículo de la edición 806 de 1997 de la Revista Semana, Una Revista con Acento, se aseguró que el debut de la revista fue precedido por todo tipo de suspicacias. “Aunque en el proyecto algunos socios y
23 Al menos así lo hizo ver en sus declaraciones Fernando Toledo, director de la revista, cuando en realidad significaba que la publicación había llegado a su fin por la falta de anunciantes y las pérdidas económicas que alcanzaron una alta suma de dinero.
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escritores son homosexuales, no todas las personas que se han vinculado tienen que serlo para trabajar allí”. En la lista de colaboradores se encuentran, por ejemplo, Gloria Zea, quien estará a cargo de los comentarios culturales; Karl Troller, quien será uno de los columnistas, y Adriana Mosquera, una artista que estará a cargo de las páginas de humor. Patricia Rincón y Jan Ca harán la fotografía. Pedro Rojas, quien fuera director de la revista Notas de Luz, será el encargado del tarot. También participarán otros periodistas y escritores, como Manuel Velandia, que en algunos casos firmarán sus artículos y en otros, para mantener su nombre en el anonimato, lo harán bajo seudónimo. (Revista Semana, 1997)
La última publicación del siglo XX es la reaparición de la Ventana Gay, pero al mejor estilo de Play Man, bajo la dirección Alejandro Barón, quien en 1999 retomó el nombre de la publicación iniciada por los miembros del GELG y le dio un giro a los contenidos. Barón presentó al interior de la publicación fotografías de desnudos e incluyó lugares de homo-socialización presentes en otras ciudades como Medellín, Cali y otras ciudades de Colombia. 5. REPRESENTAR A LA POBLACIÓN HOMOSEXUAL BOGOTANA A PARTIR DE LO ENCONTRADO EN SUS REVISTAS La metodología empleada para esta investigación contó con el uso de una entrevista semidirectiva para la recolección preliminar de información; una herramienta utilizada por Goetz y LeCompte (citados en Sunkel, 2001) llamada Selección basada en criterios y el procesamiento y análisis de la información. Para poder llegar a unas conclusiones acertadas y relevantes se tamizó el material de estudio de la siguiente manera:
1. Deben ser revistas creadas y publicadas en la ciudad de Bogotá, entre los años 1969 y 1999. 2. Éstas debieron ser editadas en papel. 3. Las publicaciones deben contar con más de 5 ediciones físicas. 4. Su énfasis puede ser sobre fines comerciales o políticos y organizativos. 5. Deben estar reconocidas dentro del pequeño contexto histórico de homosexualidad en Colombia.
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6. No deben dedicarse exclusivamente a la promoción o muestra de lugares de homosocialización. Sus contenidos deben tener un trasfondo cultural discursivo.
5.1. Del análisis comparativo: Las narrativas periodísticas y el modelo dialéctico de Patricio Guerrero
A partir de estas características, el número de revistas de temática gay encontradas, incluyendo los pasquines informativos donde se visibilizan los sitios de homo-socialización24, suma más de ocho publicaciones. En su gran mayoría, son producciones de no más de diez páginas que manifiestan en su encabezado tener más de cinco ediciones impresas y socializadas en diferentes lugares de la ciudad de Bogotá. De todas ellas, solo cuatro tenían relevancia en las consideraciones de la historia reciente de los grupos homosexuales en Colombia.
Decir que los medios cumplen con la labor de informar, como lo menciona Omar Rincón, significa indiscutiblemente que éstos dan forma a la realidad. En ese caso, narrar la realidad remite a un oficio26 que ha acompañado a la comunicación humana casi desde el principio de los tiempos: el periodismo.
Las publicaciones inicialmente obtenidas son: Periódico El Otro (1979), Revista Ventana Gay (1980), Revista OK (1994) y Revista Acento (1997). De éstas, solo dos constituyen la muestra final de investigación: Ventana Gay y Acento; pues, dentro de los criterios de selección, son las únicas prestas para el análisis, debido a que el periódico El Otro fue realizado originalmente en Medellín y llegó a Bogotá de la mano del GELG, es decir, no fue realizado en la capital; hecho que lo asila del campo de análisis; y la Revista OK al revisarla por completo, se acerca más a un pasquín informativo que a una publicación seriada tal y como la promovió entre sus lectores el periódico El Tiempo en 199425.
24 El término sitios de homo-socialización hace referencia a saunas, videos, bares, cafés, discotecas y otros lugares en los cuales las personas homosexuales pueden tener lugares de encuentro personal o grupal. Este concepto fue adoptado por la administración distrital de Luis Eduardo Garzón (2004-2008) en Bogotá, con el ánimo de establecer un término que encajara legalmente en la política pública LGBT de 2006. 25 La nota publicada en la sección Información general, de la edición del 13 de noviembre de 1994 en el periódico El Tiempo, mencionaba que: “La revista tiene una vaina de rumba, de bares y discotecas, pero en el fondo lo que tratamos de hacer es poder mostrarnos. que los temas que nos atañen los comentemos nosotros mismos y no otros, que seamos partícipes de nuestro destino, dice uno de sus tres creadores”. Aún así, al ver el impreso, no contaba con las características descritas para esta investigación en términos de la definición de ‘revista’.
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El hecho de que el periodismo sea un modo de narrar la realidad convierte el narrar en un acto político; pues se narra para generar relaciones, imaginar colectivamente y vigilar al poder. Se narra para que los ciudadanos tengan información útil y necesaria para la toma de decisiones. (Rincón, 2006, p. 112)
Este arte democrático es considerado por Stuart Adam como “un espacio para el descubrimiento, la aventura intelectual y la exploración cercana de la vida”, (1993, p. 12) e implica, según Bourdieu (Citado en Rincón, 2006, p. 119) una serie de leyes propias que lo rigen (actualidad, rituales, fuentes, impacto, condiciones de escritura y realidad), cuenta con estrategias propias para su comunicabilidad (géneros periodísticos) y tiene una efectividad social en la formulación de narrativas sociales (la manera como se deviene el relato público), y en la producción del sentido social (la agenda pública). Desde esta perspectiva, Rincón -al basarse en los postulados de Bourdieu-, propone una serie de condiciones bajo las cuales se produce el periodismo, y en las cuales se “constituyen los límites y las posibilidades de su comunicación”. (Rincón, 2006, p. 119). Éstas son:
• Condiciones de tiempo. Se produce para el aquí y el ahora (actualidad). • Condiciones de espacio. Se asigna en la página o los segundos en la radio o televisión. • Condiciones temáticas. Sobre aquello que se informa. • Condiciones de información 26 Así lo califica la Constitución Política colombiana de 1991.
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(informativas). Las fuentes. • Condiciones de habla o escritura. Formas de relato periodístico (géneros).
6.1. Paralelo técnico-periodístico entre la Ventana Gay y Acento
• Condiciones de saber Manifestación Representación periodístico. Selección de lo Elementos dentro la comparación Resultado que resuelve la excepcional. que responden a: pregunta formulada para cada • Condiciones de rutinas elemento denotado. ¿Qué se denota o percibe sobre periodísticas. ¿Cuál es lo gay en cierta evidencia que la lógica impuesta sobre dejan las revistas? periodista al momento Connotación sobre aquello que permanece en el tiempo informar y escribir? con relación a los elementos Visibiliza el cambio dentro del • Condiciones de economía manifiestos. marco temporal del análisis. de empresa. El mercado como única instancia de legitimación. Tabla No. 1 – Matriz usada en la comparación de las revistas • Condiciones de enclaustramiento. No se hace sino lo que otros medios consideran importante. La matriz está en función de los elementos que • Condiciones tecnológicas. La identidad se encuentren como comparativos después de la del medio. descripción técnica de las revistas y el análisis de • Condiciones de reflexión. Autocrítica a sus narrativas mediáticas; incluso, algunas de las la información encontrada y al periodista condiciones temáticas a evaluar podrían reaparecer como elementos propios o independientes en la mismo. Una vez definidas estas características de las dos revistas seleccionadas, se analizó con base en modelo dialéctico para el análisis de la cultura propuesto por P. Guerrero (2002), todas aquellas manifestaciones culturales comunes en las dos publicaciones, a fin de encontrar en cada una de ellas las respectivas representaciones, y así formular las conclusiones del estudio. Es un importante tener en cuenta las múltiples perspectivas que se pueden connotar según la manifestación que se tome como referente de análisis. Para el caso de este trabajo, es a partir de lo que se presenta en ambas revistas que se configura una pequeña matriz, la cual incluye los dos aspectos principales de una cultura: lo permanente (representaciones) y lo cambiante (manifestaciones). La Tabla No. 1 muestra el modelo planteado para la comparación de las dos revistas.
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medida en que pueden tener más de una interpretación y reflejar así varios tipos de representación. De todas formas, la descripción de los aspectos que determine la matriz será presentada de manera textual, con el objeto de que el lector pueda comprender de manera más específica qué configura lo permanente de cultura gay bogotana según las evidencias encontradas.
Es pertinente aclarar que aunque la matriz no sea vista en el espectro de la comparación mediática como la tabla referenciada anteriormente en esta metodología de análisis, la descripción de los aspectos encontrados se hace a través del número de manifestaciones encontradas, las respectivas representaciones de lo gay y la interpretación de las mismas, tal como lo sugiere el modelo teórico para el análisis de representaciones propuesto por Stuart Hall.
6. UNA MIRADA GENERAL AL ANÁLISIS DE LAS DOS REVISTAS PARAHOMOSEXUALES MÁS REPRESENTATIVAS DE FINALES DEL SIGLO XX EN BOGOTÁ
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Independientemente de la fecha en que hicieron su aparición las revistas gay en Bogotá, las características propias de cada publicación revelan que sin importar lo que se piense o diga sobre los homosexuales, éstos están dispuestos a generar estrategias mediáticas que los visibilicen y les den un lugar dentro de la esfera social. Las condiciones técnicas o de producción correspondientes para la primera edición de cada revista analizada se pueden apreciar en la Tabla No. 2. Ventana Gay Agosto, 1980 Blanco y negro Periódico alta blancura (90 g.) Periódico alta blancura (90 g.) 11,5 x 21,5 cm. Courier (principal)
Acento Noviembre, 1997 Policromía Propal cote esmaltado (150 g.) Propal cote esmaltado (150 g.) 20,8 x 27 cm. Times New Roman (titulación)
Número de páginas Número de notas incluidas en la 1ª ed. Proceso de imprenta Acabados Presupuesto de producción
20 11
Century Gothic (cuerpos) 96 32
Fotografías/imágenes Avisos publicitarios
Sí No
Fecha de aparición Colores Papel carátula Papel cuerpo Tamaño (cerrada) Tipografías
Fotomecánica. Plancha a positivo. Grapado al centro. Bajo. Algunas ediciones podrían haber aparecido del proceso de fotocopiado o multicopiado. Podría distribuirse fácilmente, incluso por los mismos editores.
Offset. Plancha metálica. Encolado y refilado. Alto. Implicaba proceso de diseño por computadora, elaboración de planchas e impresión a través de separación de colores; además de un elevado costo de distribución por la relación comercial con una distribuidora multinacional. Sí Sí
Tabla 2 – Condiciones de producción técnica de las revistas Ventana Gay y Acento
En cuanto a las características propias de los contenidos de ambas revistas, la Tabla No. 3 detalla los mayores porcentajes revelados con relación a tiempos, espacios, fuentes y estilos de escritura, para que el lector determine qué hace única a cada publicación desde las condiciones de producción periodística.
Condiciones de tiempo
Ventana Gay El 73 por ciento de los contenidos responde a las dinámicas de lo que se entiende por actualidad gay en los ochentas, por lo que se puede considerar una revista actual para la época. Aunque no respondía a las dinámicas de un medio informativo noticioso, sus temáticas eran vigentes en la medida en que no excedían dos o tres meses de sucedidas.
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Acento El 67 por ciento de los artículos cumplía con informar lo actual del tema homosexual propio de los noventas; aunque el porcentaje no es tan elevado como el de Ventana Gay, al menos los temas de actualidad superan la tercera parte del total del contenido.
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Condiciones espacio
de
C o n d i c i o n e s informativas (Según ubicación)
C o n d i c i o n e s informativas (Según su cercanía al Gobierno)
Condiciones de habla o escritura: géneros periodísticos
Definitivamente esta revista dedicaba mayor espacio al contexto Internacional, pues el 36 por ciento del total de contenidos estaba dedicado a esta temática. Este valor determina que la publicación cumplía con las características propias de la actualidad gay de aquel entonces, por lo que daba prioridad a este tipo de contenidos.
Esta publicación cumplía a cabalidad con línea editorial y el objetivo de informar sobre la actualidad gay de los ochentas. El 79 por ciento de las fuentes referenciadas corresponden a información proveniente del contexto internacional, el cual servía de ejemplo para configurar la militancia local y evidenciar las similitudes entre los problemas sociales de los homosexuales del mundo y los colombianos. Es indiscutible que Ventana Gay era una publicación que buscaba hacer público un discurso contrahegemónico, que hiciera frente al “poder falocrático” y a la homofobia propia de los ochentas. La única fuente oficial que aparece en toda la revista es el Dane, la cual corresponde al 3 por ciento de las fuentes oficiales consultadas. El porcentaje restante visibiliza la voz de otros informantes, que no pertenecían a las ramas del poder, pero que buscaban visibilizar el tema homosexual y pretendían la participación de estos hombres en escenarios de la vida cotidiana a través de la consolidación de una nueva forma organizativa similar a la que se daba en el contexto internacional. El género periodístico más utilizado en esta revista es la crónica, la cual registra un 37 por ciento de aparición entre 11 notas presentadas. Se asume que la redacción de los contenidos de forma cronológica ayudaba a la consecución de los objetivos de la publicación. En cuanto a otros géneros relevantes dentro del impreso están las reseñas y los textos literarios, los cuales aparecen con un 27 y 18 por ciento, respectivamente. Estos datos revelan que el equipo contaba al menos con un asesor periodístico o de contenidos que daba un uso equilibrado a los géneros dentro de la Ventana.
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Su línea editorial es evidente a través del porcentaje de temas sobre Actualidad (24 por ciento del contenido). Curiosamente, los temas de entretenimiento y los fotorreportajes tienen una asignación del 22 por ciento cada uno, pero si se hablara de espacio en términos visuales, el segundo ítem y la novela gráfica unidos conforman un 31 por ciento del medio, por lo que se dice que Acento era una publicación más visual que textual, que se anticipó a las dinámicas mediáticas del nuevo milenio. La mayor cantidad de información proviene exterior. El 65 por ciento de los contenidos hacen referencia a fuentes internacionales, por lo que se sugiere que Acento propendía por equilibrar sus contenidos entre lo local y lo internacional, así el número variara por una decena de puntos porcentuales.
El 89 por ciento de las fuentes en Acento corresponde a la categoría de No oficiales. Aunque se podría afirmar que esto tiene relación con el discurso contra hegemónico del que se habla en Ventana Gay, lo curioso del resultado es que confirma la línea editorial de la revista, la cual se enfocaba en fuentes cercanas al ocio y al entretenimiento, y no al tema del activismo político de los homosexuales. De todas maneras, si la revista no hubiera consultado a los candidatos presidenciales de aquel año, ese dato hubiera cambiado contundentemente.
Las breves, las reseñas y los textos literarios y adivinatorios son los que mandaban la parada en Acento. Aunque los últimos no corresponden a narrativas periodísticas se considera que eran utilizados para no dar tanta rigurosidad a la revista. En porcentaje estos géneros ocupan un 29, 26 y 13 por ciento, respectivamente. Estos datos revelan que el equipo editorial no estaba compuesto por periodistas sino por personas que buscaban mostrar la actualidad gay al público en términos coloquiales.
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Tabla 3 – Condiciones de producción periodística de las revistas Ventana Gay y Acento
Es posible plantear, a partir de ambas condiciones mediáticas, unas características propias para los lectores a los que estaba dirigida cada revista. Es claro, hasta el momento, que cada publicación tenía una intencionalidad definida y un público específico al que estaba dirigida, pues en cada contexto temporal el concepto de actualidad gay cambia y genera unas dinámicas propias en el espacio cultural y los contenidos promovidos por cada impreso. En la Tabla No. 4 se describen las particularidades del público objetivo de Ventana Gay y de Acento.
Características del público objetivo
Ventana Gay Los lectores de Ventana Gay se caracterizarían por ser personas de una mentalidad no tradicional, con búsquedas e inquietudes intelectuales, sumergidas en el ámbito del arte o temas afines.
Acento El carácter comercial del proyecto permite definir a su público como personas de 16 a 34 años aproximadamente, de ingresos medio altos y altos, habitantes de las principales ciudades del país.
La publicación buscaba llamar la atención de personas entre 18 y 54 años, de ingresos medios, con limitada capacidad de consumo, pero que no se inquietan demasiado por ello.
A diferencia de Ventana Gay, Acento tiene adicionalmente un grupo objetivo comercial que son las empresas con marcas reconocidas que anuncian o compran avisos, o con presupuestos publicitarios que encontrarían en el público gay un mercado potencial para la comercialización de los bienes o servicios que producen.
Su estilo de redacción y su selección de artículos, así como postura editorial desenfadada que reclama una liberación, un lugar en el mundo para el tema gay (en vez de tratar de encajar en la sociedad, que es quizá lo que buscaban los lectores de Acento) permite intuir que sus lectores serían personas que no se conformaban con tomar un rol predeterminado en la sociedad, sino que perseguían ideales de libertad, visibilidad y autenticidad. El nivel educativo de sus lectores se ubicaría en personas realizando o que concluyeron estudios universitarios (de pregrado o postgrado), en ciencias humanísticas. En resumen, el público objetivo de la Ventana puede considerarse bastante bohemio.
Con una gran propensión hacia el consumo, los lectores de Acento se caracterizarían por ser personas pendientes de la moda, las tendencias y los asuntos más “terrenales” que intelectuales, pero con grandes inquietudes sobre su personalidad y afectos. Acento sería la consejera para comprender su lugar en el mundo y una posibilidad para legitimar sus emociones. A diferencia de la contestataria Ventana Gay, el lector de Acento sí sería una persona que quizás buscaba que su “estilo de vida” encajara en la cotidianidad. Los lectores ideales de Acento no serían personas relacionadas con las artes. Serían profesionales en ciencias administrativas, económicas y afines, con éxito en sus carreras o que buscaban lograrlo, por ser comercialmente atractivos para los anunciantes. En resumen, serían personas que aspiran mejorar su estatus social.
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Tabla 4 – Perfiles psicodemográficos de los lectores de Ventana Gay y Acento
Adicionalmente, de este paralelo de características se establecieron una serie de manifestaciones o elementos que responden a denotaciones de lo gay dentro del contexto universal de las dos revistas, es decir, elementos que se pueden evidenciar en ambas publicaciones y que, sin influencia del factor tiempo, se interrelacionan y configuran la memoria colectiva de los homosexuales bogotanos y sus respectivas representaciones culturales. 6.2. Manifestaciones compartidas en las revistas que configuran las representaciones de la cultura gay bogotana Los cambios socio-culturales evidenciados a través del análisis individual de cada revista, manifiestan una pequeña serie de transformaciones en los ámbitos de la cultura capitalina con relación a:
1. Una alteración en el imaginario construido alrededor del hombre homosexual, quien pasó de ser visto en los ochentas como un humano enfermo, víctima de abusos y de un estilo de vida clandestino a convertirse en un actor social con derechos y deberes, cobijado por la Ley, con unas dinámicas de relacionamiento que podían o no incluir lo femenino en su actuar, pero que no lo hacían menos persona. 2. La conformación de una serie de colectivos políticamente activos que propendían por la ‘liberación gay’ a partir de las experiencias llevadas a cabo en otros países y que favorecían al homosexual dentro de la esfera social, además de visibilizarlo ante todas las instancias públicas. 3. Una evidente vinculación del discurso homosexual a la lucha de género que llevaban adelante las mujeres. En Colombia las lesbianas pasan, aunque con muy poca fuerza, del plano de la omisión a la participación e inclusión hacia mediados de los noventas, por lo que las publicaciones elaboradas entre 1994 y 1999 las tienen en cuenta dentro del público objetivo al que le apuestan.
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Si bien la comparación mediática a través de fichas bibliográficas ayudó a la percepción de muchos aspectos culturales evidentes y registrados en la pequeña historia de los movimientos a favor de los homosexuales en Colombia, el plano de las manifestaciones culturales propuesto por Guerrero (2002) permitió determinar una serie aspectos encubiertos de la cultura homosexual bogotana, los cuales tienen cabida en las dos publicaciones y además cobran mayor importancia dentro del análisis al interpretados tal y como sugiere Stuart Hall (1997). Las representaciones culturales relacionadas con los homosexuales bogotanos se pueden definir así:
apropiación de prácticas, acciones, experimentos y aprendizajes generados en otros ambientes culturales por lo que pretende imponer con mayor fuerza en la agenda noticiosa y la opinión pública lo importado, que lo suyo propio.
b) El homosexual como sujeto político sujeto al consumo y el homosexual consumista como elemento de visibilización sociopolítica.
El modelo de hombre homosexual identificado a sí mismo y reconocido socialmente era universal y no propio de las prácticas locales de un grupo social, es decir, los homosexuales tanto en Bogotá como en cualquier lugar del mundo mantenían actividades políticas y socio-relacionales similares27, pues idealizaban su participación dentro de cualquier entorno social sin ser discriminados, rechazados y estigmatizados.
El homosexual se autopercibía como un sujeto que buscaba la visibilización de su existencia y el ‘entendimiento’ por parte del su entorno, pero no por ello se hacía lejano de las prácticas cotidianas de los aspectos político-económicos locales. En esa medida, por más que se quisiera o se buscara un reconocimiento en la esfera social, el homosexual se representa como un ser que lleva una economía diferente, lejana de la tradicional, a la de familia, el cual -por lo general- se vincula a las dinámicas de poder que el sujeto experimentara en su vida; es decir, no importaba si era peluquero, profesor, intelectual, gerente de empresa, incluso desempleado, se piensa que quien es homosexual es de clóset era un hombre que, oprimido, vulnerado, enfermo o no, se podía dar cierto tipo de lujos (así en la realidad no pudiera).
Si se evidencian otros seres iguales a él en el mundo, a través de los medios, se hacen posibles: 1.) La validación de este “estilo de vida”, 2.) La visibilización -pues no es el único que ejerce esas prácticas- y 3.) La facultad de remitir su caso a otros hombres reconocidos o no (en los ámbitos local, nacional e internacional) quienes se identifican con ese modelo de relacionamiento sexual y sin importarles ello, viven su vida sin el peso de la crítica social. Probablemente, se creía que si el tema era tratado en otros lugares del mundo ganaba relevancia y argumentaba esa actividad que no tenía referencias locales.
Desde la perspectiva política el sujeto homosexual no encontraba la felicidad en el consumo sino en que la sociedad en la que se desenvolvía le aceptara sin problemas, empezando con la institución familiar. El homosexual que era activista hacía uso de las dinámicas propias del capitalismo y de la industria de masas pero con el único fin de mostrar al entorno su existencia y su aceptación social. Así recurría a estéticas claves de ciertos movimientos de la moda o de las industrias culturales que aceptaban o promovían este tipo de relaciones sexuales e incluso apoyaban su aprobación social.
Pero a lo mejor no es sólo con el tema gay. Puede que una representación general de la cultura bogotana (o colombiana) sea el referenciarse en experiencias llevadas a cabo en el exterior para aplicarlas al entorno social sin haber determinado si realmente es válido o no ese modelo para el contexto local. Evidentemente la memoria colectiva social del bogotano apunta a la
c) Reticencia constante a la relación con fuentes gubernamentales
a) Apropiación de la información internacional para sustentar la existencia del homosexual en el plano local-nacional
27 No se consideran iguales en todos los lugares en tanto la línea de valores y principios éticos de cada espacio y temporalidad cambia la perspectiva en que se entiende al hombre homosexual.
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Desde lo político y las temáticas de entretenimiento hay una fuerte y evidente referencia a la desprotección o invalidación del hombre homosexual por parte de las instituciones estatales. Desde el aspecto representativo de la cultura bogotana puede asumirse todo esto a una larga cadena de hechos históricos que, ligados a las creencias religiosas, eliminan al ser homosexual de la sociedad o lo comparan con un fenómeno, un criminal, un enfermo o incluso algo ilegal. Por ende
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la relación con el Gobierno (distrital o nacional) no era la mejor. Incluso en pleno siglo XXI se evidencian muchas diferencias entre los homosexuales y los representantes del Estado. Se asume que esto se quedó en el aspecto representativo de la cultura gay debido a que los homosexuales creían (y creen) que las instituciones sociales poco o nada harían por ellos y que por eso no tenía sentido recurrir a sus comentarios, opiniones o argumentos, pues tratarían de eliminar la versión de todo aquello que ellos quisieran decir sobre sí mismos en sus propios medios. El resentimiento hacia las instituciones simbólico-políticas se refleja completamente en este aspecto, tanto en la Ventana Gay que pretendía la ‘liberación’, como en todos los contenidos relacionados con el tipo de entretenimiento que promovía Acento.
d) La industria cultural como expositora y vínculo identitario del homosexual El cine, el teatro, los libros y demás productos del siglo XX que resultaron de la industrialización de la cultura se configuran como elementos propios para la socialización de las prácticas de los homosexuales, en tanto son un punto de encuentro universal para la visibilización de los gay, porque cumplen con una función facilitadora en la transmisión de los mensajes relativos a la sexualidad, permitiendo al lector (o a la audiencia) identificarse con las situaciones expuestas, incluso manifestadoras de los múltiples puntos de vista que hay alrededor del tema. Esta identificación con la industria cultural reafirma que la representación global alrededor del ser gay es cercana a un prototipo globalizado de hombre, propio de las modas propias de cada generación y resultado del proceso de folklorización promovido por la revolución sexual (y comercial) estadounidense de los años sesentas, el cual tiene una relación muy cercana a los productos creativos, al arte, la literatura y demás elementos propios de la liberación de lado espiritual del ser humano y la no discriminación por color de piel, creencias religiosas o gustos sexuales.
e) La literatura como referente existencial La creencia de que en el pasado también existieron este tipo de relacionamientos se hace evidente y ha permanecido la idea de que es en los relatos, poemas, cartas, cuentos y otros productos literarios que el ejercicio de la homosexualidad es un hecho registrado
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a través de la historia y que en cada momento de la vida de la humanidad tuvo su propio proceso vivencial. Los sentimientos de afectividad, deseo o erotismo quedan inscritos en este tipo de producciones. Los hombres gay del siglo XX hicieron uso del código textual para dejar en la posteridad no sólo las metas que pretendían en los tiempos de mayor persecución policial, sino en los años en que el lenguaje se conformaba como otra manera de validar y socializar las relaciones sexuales entre hombres.
f) El cambio en los usos del idioma como identificación social Probablemente este aspecto, por la relación dialéctica que tiene el lenguaje con el sistema de manifestaciones y representaciones de cualquier cultura sea evidente para otros estudios relacionados con el tema, pero con relación a las revistas gay bogotanas, es preciso mencionar que se creía que con el cambio de significados a palabras cotidianas, los códigos de identificación social cambiaban y se hacía más sencilla el establecimiento de relaciones. La idea de clandestinidad quedó consignada en la transformación del vocablo, de tal manera que si los significados cambian en cierto contexto social, no hay riesgo de hacer notar las intenciones de relacionamiento ni la orientación sexual del individuo. Sólo quienes vivían la homosexualidad entienden de qué se está hablando o a qué se hace referencia con cierto término utilizado, hasta el momento en que éste se socializa con todo el entorno y se hace común para los gay y los heterosexuales que se relacionan con ellos28.
g) Más allá del periodismo: estilos del habla coloquiales Al hablar de manera coloquial, como entre amigos, se hacía que el contenido no transgreda a las demás personas de tal manera que se entienda claramente y no genere alteraciones en el humor de los otros. El uso de un lenguaje amistoso, como de quien está contando algo de manera natural y no de quien está de espectador de un hecho y no tiene ni voz ni parte en el asunto (periodista), ayuda a que el lector sienta al medio cercano y de confianza, y no como un ser extraño
28 Con el paso de los años, cada generación puede generar de un mismo vocablo una nueva representación, incluso se puede eliminar del lenguaje un término (o varios) que pierda validez con el tiempo o el contexto social, incluso por la llegada de extranjerismos que reemplazan modismos propios de la cultura.
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que intenta imponer una idea, ideología o práctica social. Se asume en el campo de las representaciones que quien presenta temas en confianza hace más agradable el entendimiento de los conocimientos o las opiniones expresadas. Al igual que sucede en los contenidos de las revistas, los homosexuales a través de la historia han tratado de disminuir las diferencias sociales con sus allegados por medio de explicaciones coloquiales, que expresan confianza29 y disminuyen la presión social que genera un tema como la homosexualidad.
h) El miedo del homosexual a la visibilización ante la sociedad, a salir del clóset No todas las personas quieren ver expuestas sus prácticas privadas en el escenario público y mucho menos que le critiquen los modos en se lleva la vida, más aún, cuando la cosmovisión social que ronda al homosexual es la de un hombre enfermo que requiere curación del espíritu o incluso hacer un sacrificio para evitar la ‘tentación’. La creencia arraigada de que por ser homosexual se incurre en pecado dentro del contexto religioso de los bogotanos, lleva a la mentalidad de que el acto o el estilo de vida debe ser clandestino y poco socializado con el ánimo de no revelar la orientación o identificación por cierto tipo de prácticas sexuales. Adicionalmente, el miedo a perder la vida ya sea por enfermedad o asesinato -incluso por abuso de autoridad por parte del poder coercitivo(hechos manifiestos a lo largo de la historia de los homosexuales), se reflejan en la mayoría de textos socializados en las dos revistas, por lo que se asume que el miedo a una idea equivocada de visibilización está inmerso en los aspectos encubiertos de la cultura gay bogotana.
i) El Buzón de mensajes como campo de socialización (de problemáticas o necesidades) A partir del encuentro con dos secciones similares, el Correo en Ventana Gay y Priscilla Answers de Garzón en Acento, a través de las cuales las personas expresaban sus dudas, conflictos, anhelos e ilusiones con relación a las personas que buscaban, se puede sugerir que:
29 Como ejemplo podría suscitarse el hecho de asumir la orientación sexual y decir públicamente que se es homosexual a través formas corteses y con términos comprensibles para quien está por conocer el hecho.
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1. El homosexual siempre buscaba a una persona que tuviera cierta experticia para aclarar su situación personal y exponer sus puntos de vista, prefiriendo el anonimato o la clandestinidad para evitar el escarnio público y las críticas. 2. Publicar mensajes de esta manera establece en la mente de la persona que pautaba o escribía al Buzón un cierto sentido de tener la capacidad de hacer las cosas sin temor30. 3. Los modos de pensar de las personas que lograron un publicación en cada una de las revistas quedó registrado para la historia, de esa manera cada uno de los puntos de vista expuestos recrea una representación particular de cada persona que encontraba en el medio una forma de expresión. Así las cosas, la representación encontrada refiere a que la creencia de hacerse visible a través de un medio de comunicación era, de cierta manera, vivir por un instante la fama pero sin ser visto por todo el mundo, es decir, la recreación mental de que la persona sabe que sale a la luz hasta un punto (en el que no toda la sociedad le reconoce por haber expuesto su perspectiva o su opinión). j) El lector como ser intelectual y culto Ambas publicaciones evidencian, con relación al público al que están dirigidas, que la identificación con el contenido de las revistas se dio en la medida en que el lector tenía un nivel cultural elevado o gozaba de la curiosidad suficiente como para internarse en esa clase de asuntos. La idea de que el público más analítico, culto e intelectual hacía a las publicaciones más interesantes o incluso más cercanas a los individuos que podían cambiar las relaciones de poder con relación a la cosmovisión social tejida alrededor del hombre homosexual.
30 Aunque en la actualidad el correo electrónico y los chat han tomado la parada en este tipo de relaciones de poder en las que alguien más puede negar o reafirmar lo que la persona está pensando sin que se le conozca del todo o le juzgue por condición física, en la época analizada esta era la herramienta más cercana a una práctica comunicativa propia de los grupos sociales que no estaban bien vistos por lo institucional.
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Así las cosas, se puede determinar que las relaciones entre hombres que se relacionan con otros hombres en el plano sexual están ligadas con un poco más de fuerza a la lucha por el control, por el poder, que entre las personas que llevan un estilo de vida heterosexual, pues en el plano de las representaciones culturales de estos últimos ya existe una configuración de poder vertical en el que el hombre tiene el mando y la mujer obedece (aunque no sea evidente en la cotidianidad); en su lugar, los seres “cultos, refinados e intelectuales” que comparten algunos aspectos determina unas dinámicas más chocantes en cuanto a la detención del poder y la dominación del otro. Podría afirmarse que esta dinámica de públicos viene en la memoria colectiva de los homosexuales desde los tiempos clásicos (Grecia y Roma), pues el relacionamiento entre hombres desde el plano sexual se dio con mayor fuerza en los escenarios de estas culturas en las que el conocimiento estaba en juego (los gymnos y el ágora, por ejemplo).
CONCLUSIONES Como un aporte a la memoria colectiva de los homosexuales bogotanos, esta exploración es una mínima parte de aquellas manifestaciones culturales propias este grupo social, el cual se ha sido configurado en Colombia a través de los modelos de otras naciones, los cuales están un poco más adelante con relación a las cuestiones socio-políticas y culturales que involucran a los hombres que se relacionan sexualmente con otros hombres. La permanencia de esos elementos identitarios de los gay bogotanos se debe a que en el campo de las representaciones de la cultura colombiana está inscrito el hecho de mirar, relacionar y aplicar experiencias de otros lugares del mundo para luego aplicarlas al contexto local, por lo que al hablar de homosexuales en Bogotá relaciona casi las mismas problemáticas de otros espacios como Estados Unidos, país del que se han importado una gran cantidad de símbolos y costumbres, tales como la bandera gay, las marchas civiles pro homosexuales y la identificación de un territorio para el desarrollo de diversas actividades sociales en el cual se identifican los miembros de esta cultura.
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El hecho de que se elaborara un discurso específico, a través del cual los homosexuales le hacían contrapeso a la clandestinidad, no sólo generó la despenalización de la práctica sexual entre hombres en los ochentas, sino que también configuró el nuevo modelo legislativo de libertad individual que se consolidó con la Constitución Política de 1991 y la aparición de una serie de publicaciones que identificaban como público lector a los homosexuales bogotanos, independientemente de sus necesidades comunicativas o de socialización. La aparición de las revistas dirigidas a hombres homosexuales en el contexto capitalino del siglo XX reafirma la existencia de una cultura gay en Bogotá y revela los cambios ideológico-discursivos que se dieron en dos épocas diferentes dentro de un mismo período: en los ochentas, la búsqueda de la liberación y la visibilización social con base en lo contra-hegemónico, lo antiautoritario; y en los noventas la reconfiguración del homosexual como individuo sujeto a las dinámicas del consumo y de la promoción de su estilo de vida como herramienta de legitimación de su personalidad y sus emociones. De todas las estrategias mediáticas impresas que planearon y distribuyeron los homosexuales de Bogotá, las más representativas fueron Ventana Gay y Acento debido al número de ediciones presentado al público, al impacto que han dejado dentro del pequeño marco histórico de homosexualidad en Colombia y al trasfondo cultural discursivo que presentan con sus respectivos contenidos. Para evidenciar la diferenciación entre ambas publicaciones se puede afirmar que la Ventana Gay era una publicación transgresora, propia de maricas31, que quería de alguna manera potencializar en cada uno de los homosexuales la dinámica de la visibilización, la liberación y que planteó incluso muchos de los estamentos que motivaron la consolidación de actividades homosocializadoras tales como la actual Marcha por la ciudadanía de Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transgeneristas. Por su parte, Acento era una revista dirigida al público gay la cual se apropiaba de las temáticas de entretenimiento y las dinámicas comerciales para promover un estilo de vida, una identidad colectiva y una inclusión social
31 Para comprender la diferencia entre homosexual, gay y marica es preciso remitirse a la página 44 de este trabajo, al apartado que abarca la ‘sexualidad entre iguales’.
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desde la perspectiva de la adaptación; y que dejó en la historia de los gay bogotanos la esperanza de una posible reaparición. En cuanto a la segunda publicación, Acento, esta fue una revista que se ciñó editorialmente al modelo que promovía un hombre homosexual consumista, importado de la cultura estadounidense (la cual hacía uso de temáticas ligeras para generar más recordación entre quienes querían conocer sobre las prácticas del gay de los noventas), y buscaba la socialización de un estilo de vida particular, que no debería ser juzgado sino comprendido. Puede decirse que sus dinámicas nunca giraron en torno a los homosexuales que ejercían actividades de visibilización desde lo político; esto porque la revista nunca publicó la historia de los movimientos gay en el mundo, en ninguna de sus ocho ediciones, ni mostró actividades propias de la militancia o el activismo gay. Acento, podría decirse, permitió que a finales del siglo XX el quebrantamiento del paradigma sobre el homosexual como sujeto político se estancara, se perdiera y se transformara en un referente consumista y superficial, tal y como lo promueven los estudios de mercado posteriores al año 2000. Además de todo esto, curiosamente fue una revista que fue más leída por heterosexuales que homosexuales. Al relacionar los aspectos que caracterizan a Ventana Gay y Acento desde lo técnico-productivo, las diferencias encontradas revelan que el éxito de una publicación dirigida al público homosexual no está únicamente en la aplicación de colores e imágenes en gran cantidad (aunque esto también influye), sino en el modo de entregar contenidos de calidad en pocas páginas. Esto se revela en la cantidad de ediciones publicadas en ambos casos, en los cuales la de menor presupuesto (Ventana Gay) superó ampliamente a la que tuvo todas las posibilidades de éxito y no lo logró (Acento). En cuestiones periodísticas, ambas revistas denotan un vacío en el manejo de esta profesión. La mayoría de los textos son redactados desde la experiencia de los autores e incluso hacen alusión a experiencias y opiniones personales, más que al referenciamiento de otras voces dentro de los textos. En aspectos específicos de estas condiciones, tales como el uso de fuentes y la referenciación de temas en el contexto internacional, se evidencia que sí se da el problema planteado por Didier Eribon, cuando él asegura que cada vez que los homosexuales quieren hablar de
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sí y por sí mismos se les trata de anular el discurso de la mayor manera posible, y que el ejercicio de poder desde las instituciones simbólicas será buscar la omisión de todo aquello que se les salga de sus cánones establecidos y vinculados a la doctrina o creencias religiosas de las personas que están en el ejercicio de estos poderes. En esa medida, la existencia de estos medios de comunicación, como lo son Ventana Gay y Acento, visibilizan el reclamo de un equilibrio social y democrático en tanto cada persona es libre de practicar sexualmente, dentro del marco del respeto por el otro, lo que le reconozca su identidad como ser humano. Asimismo, puede afirmarse que los homosexuales, al igual que el resto de seres humanos, encontraron en los elementos propios de la industrialización de la cultura las herramientas para construir representaciones universales sobre sí mismos en tanto los productos generados de este ejercicios (tales como crear cine, obras de teatro, libros, música, etc.), quedó no sólo consignado en las revistas, sino también en los aspectos propios del grupo social, de tal manera que generacionalmente el mundo entenderá sus dinámicas y el estilo de vida con el cual se identifican y se diferencian de las demás personas según cada espacio-tiempo cultural. No está de más decir que los últimos veinte años del siglo XX en Colombia no fueron una época de mucho tiempo libre -pues hasta la comida se convirtió en algo ‘fast’-, así que las estrategias que importaron los medios informativos de esos años incluían la segmentación de sus públicos de una manera mucho más específica y la presentación de más y mejores contenidos en la menor espacio, tal y como se apropió posteriormente para las dinámicas comunicativas de la Internet. Por otra parte y para finalizar, vale la pena mencionar que este trabajo busca incluir en la agenda académica de los estudios mediático-culturales esas dinámicas comunicativas propias de los hombres que se relacionan sexualmente con otros hombres, de tal manera que, además de entregar a la sociedad en general otra manifestación a la cultura homosexual bogotana, pone en discusión el campo de las representaciones que se tejen alrededor de los homosexuales, gay y maricas (no sólo de Bogotá sino de Colombia y el mundo), aquellos aspectos encubiertos que todavía mantienen al homosexual estigmatizado, vicitimizado y anulado de las prácticas sociales en general, esto con el fin
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de dar un primer paso para replantear la construcción socio-cultural que impide un relacionamiento sin discriminación entre seres ‘iguales’, entre seres humanos, como se da en las sociedades en las que el respeto permite todo tipo de expresiones, incluso las mediáticas. BIBLIOGRAFÍA
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Discursos mediáticos sobre el peligro sexual Discursos mediáticos sobre el peligro sexual
Resumen: Este artículo presenta algunos resultados de una investigación más amplia que indaga por las normas de género que circulan en los discursos mediáticos referidos a la sexualidad humana. Tales resultados se concentran en los discursos que hablan sobre el peligro sexual, los cuales constituyen más de la cuarta parte del total de textos referidos a la sexualidad durante el periodo estudiado. Tras revisar el tratamiento que en ellos merece la violación y construir una tipología de hombres violadores y mujeres violadas (o violables), la idea fuerza que articula mi análisis es que la violencia sexual se entiende, más que como dominación, como sexualidad, por ello la tendencia en la prensa a erotizar los discursos sobre el peligro sexual. Palabras clave: sexualidad, discursos mediáticos, violencia sexual, violación
Discursos mediáticos sobre el peligro sexual1
En el violento paisaje habitado por la mujer y el hombre primitivos, alguna mujer, en algún sitio, tuvo una visión premonitoria de su derecho a su integridad física, y puedo verla, en la imaginación, luchando para conseguirla. Después del brusco reconocimiento de que esta particular encarnación de homínido bípedo y peludo, no era el homo sapiens con el cual deseaba libremente unir partes, debe de haber sido ella y no un hombre la que cogió la primera piedra y la lanzó. Qué sorprendido debe de haber estado él y qué batalla tan inesperada debe de haber tenido lugar. Veloz y animosa, ella debe de haber pateado, mordido, empujado y corrido, pero no podía responder en especie Susan Brownmiller. (1975, p.14)
La investigación que realicé en el marco de la Maestría en Estudios de Género, de la Universidad Nacional de Colombia, se preguntaba por las normas de género que circulan en los discursos mediáticos referidos a la sexualidad humana2. Los hallazgos de la investigación completa demarcan la atmósfera de los discursos mediáticos
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sobre el tema de la sexualidad y las normas de género que ellos activan. Dicha atmósfera está marcada por una tensión permanente entre placer y peligro, no exactamente como la entendiera Carol Vance (1989), con discursos independientes a favor de una u otra postura, sino ambos conjugados en u n mismo cuerpo discursivo, conectados intertextualmente, mutuamente referidos el uno al otro constituyendo un continuo: el placer
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Autora: Nancy Prada Prada. Filósofa. Especialista en Estudios Culturales. Magíster en Estudios de Género. Actualmente es investigadora de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia y de la Corporación Humanas.
El material que nutre esta investigación fue compilado tras una revisión exhaustiva de los ejemplares del periódico El Tiempo, en su versión impresa, publicados entre el 1 de enero y el 2
30 de junio de 2009
que construye la prensa es un placer peligroso, y al mismo tiempo, aquello que se presenta como peligroso es erotizado. En este artículo presento algunos de los resultados del trabajo investigativo referido, relacionados con la dimensión peligrosa de la sexualidad, tema en el que profundicé a partir de un descubrimiento inquietante: más de la cuarta parte de los textos referidos a la sexualidad durante el periodo estudiado hablaba de la violencia sexual. Tras revisar el tratamiento que en ellos merece la violación y construir una tipología de hombres violadores y mujeres violadas (o violables), la idea fuerza que articula mi análisis es que la violencia sexual se entiende, más que como dominación, como sexualidad, por ello la tendencia a erotizar los discursos sobre el peligro sexual.
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Palabras clave: sexualidad, discursos mediáticos, violencia sexual, violación Discursos mediáticos sobre el peligro sexual1
que construye la prensa es un placer peligroso, y al mismo tiempo, aquello que se presenta como peligroso es erotizado. En este artículo presento algunos de los resultados del trabajo investigativo referido, relacionados con la dimensión peligrosa de la sexualidad, tema en el que profundicé a partir de un descubrimiento inquietante: más de la cuarta parte de los textos referidos a la sexualidad durante el periodo estudiado hablaba de la violencia sexual. Tras revisar el tratamiento que en ellos merece la violación y construir una tipología de hombres violadores y mujeres violadas (o violables), la idea fuerza que articula mi análisis es que la violencia sexual se entiende, más que como dominación, como sexualidad, por ello la tendencia a erotizar los discursos sobre el peligro sexual.
En el violento paisaje habitado por la mujer y el hombre primitivos, alguna mujer, en algún sitio, tuvo una visión premonitoria de su derecho a su integridad física, y puedo verla, en la imaginación, luchando para conseguirla. Después del brusco reconocimiento de que esta particular encarnación de homínido bípedo y peludo, no era el homo sapiens con el cual deseaba libremente unir partes, debe de haber sido ella y no un hombre la que cogió la primera piedra y la lanzó. Qué sorprendido debe de haber estado él y qué batalla tan inesperada debe de haber tenido lugar. Veloz y animosa, ella debe de haber pateado, mordido, empujado y corrido, pero no podía responder en especie 1. No toda violación es una violación Susan Brownmiller. (1975, p.14) La investigación que realicé en el marco de la Maestría en Estudios de Género, de la Universidad Nacional de Colombia, se preguntaba por las normas de género que circulan en los discursos mediáticos referidos a la sexualidad humana2. Los hallazgos de la investigación completa demarcan la atmósfera de los discursos mediáticos sobre el tema de la sexualidad y las normas de género que ellos activan. Dicha atmósfera está marcada por una tensión permanente entre placer y peligro, no exactamente como la entendiera Carol Vance (1989), con discursos independientes a favor de una u otra postura, sino ambos conjugados en un mismo cuerpo discursivo, conectados intertextualmente, mutuamente referidos el uno al otro constituyendo un continuo: el placer
Podría resumir este apartado diciendo que los discursos incurren en una gran metonimia: toman la parte por el todo. Justamente la primera reflexión que arroja el análisis es que no todo tipo de violencia de género3 (el todo) ocupa espacio en el periódico, de manera que sólo algunas manifestaciones (la parte) se entienden legítimamente como tal, mientras que sobre otras se guarda un sintomático silencio. Entre las situaciones que la prensa identifica como violencia de género aparecen sobrecaracterizados los abusos de tipo sexual (que se refieren como “violencia sexual”) mientras otras expresiones de la violencia de género (en contextos domésticos, laborales o educativos) son sólo tímidamente enunciadas. De esta manera, la violencia de género sólo se visibiliza cuando es violencia sexual (únicamente).
Destacar la violencia sexual entre la amplia gama de violencias de género que tienen lugar en nuestro contexto, invisibiliza esas otras formas de atropello que cometen los hombres contra las mujeres por el mero hecho de serlo. Así, mi revisión coincide con la afirmación de Natalia Fernández (2003): “para que la violencia masculina merezca atención mediática 2 El material que nutre esta investigación fue compilado debe estar asociada a la sexualidad, estar asociada a tras una revisión exhaustiva de los ejemplares del la categoría de delito y ser disociada de la violencia en periódico El Tiempo, en su versión impresa, publicados general (p.48). entre el 1 de enero y el Ahora bien, tampoco la amplia gama de abusos sexuales 30 de junio de 2009 existentes es tematizada en El Tiempo, de manera que en 1 Autora: Nancy Prada Prada. Filósofa. Especialista en Estudios Culturales. Magíster en Estudios de Género. Actualmente es investigadora de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia y de la Corporación Humanas.
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este subgrupo temático también es posible identificar un movimiento metonímico del discurso. Entre las situaciones que se entienden como “violencia sexual” la que ocupa más espacio en los textos revisados es la violación a menores (17 textos referidos a ello), seguida por los casos de incesto (que son también violaciones a menores con la particularidad de ser cometidas por el progenitor de la víctima, suman 11 textos) y de abusos sexuales en un marco de conflicto armado (6 textos). Tenemos entonces, no sólo que la problemática de la violencia de género se limita a la “violencia sexual”, sino que sólo parte de dicha “violencia sexual” es entendida como tal y se toma por el todo: básicamente la violación a menores, el incesto y las violaciones a mujeres cometidas por actores armados ilegales. ¿Y la violencia sexual de hombres sobre 3 Se entiende por violencia de género toda aquella que recae sobre personas feminizadas, por el hecho de serlo, en virtud del lugar subordinado que el sistema patriarcal asigna a lo femenino sus esposas? ¿Y los abusos sexuales que sufren mujeres adultas en el trabajo, la universidad o la calle? Sólo tres textos hablan de violaciones a mujeres adultas fuera del contexto incestuoso o del conflicto armado, y en los tres pueden detectarse prejuicios ideológicos que convierten el suceso en noticia, y que no son exactamente -o principalmente- la necesidad de denunciar la “violencia sexual” cometida contra una mujer: uno de los textos se refiere a los abusos de los que son víctimas las mujeres que intentan cruzar de manera ilegal la frontera hacia Estados Unidos (es decir, mujeres delincuentes); otro hace un inventario de los sitios en que se comete un mayor número de violaciones en Bogotá (e invita a las mujeres a que dejen de frecuentarlos) y el tercero informa sobre la detención por violación de un futbolista de un equipo reconocido (un agresor racializado y marcado por la clase). Tenemos entonces que el discurso sobre la violencia de género está sobrecaracterizado como “violencia sexual” y que ésta, a su vez, se limita a cierto tipo de violaciones. Además de dicha parcialidad, otra característica del discurso sobre la violación es que ésta sigue entendiéndose como un crimen sexual, producto de una mente enferma o trastornada, y son escasos los textos que presentan las agresiones sexuales como un acto de dominación masculina, tal como lo entendemos desde el Feminismo, como un “proceso consciente de
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intimidación, mediante el cual todos los hombres mantienen a todas las mujeres en situación de miedo” (Brownmiller, 1975, p.14). Esta comprensión feminista de la violación no ha permeado el discurso mediático. En él, la asociación entre “pasión” y “violencia” es muy frecuente y existe una flagrante tendencia a comprender la violación como “relación sexual”, a describirla en términos eróticos y a justificarla en virtud del duelo del victimario, producto de sus propios traumas infantiles. Como afirma Fernandez, “pervive la visión del acto de agresión como acto de intercambio carnal” (2003, p.50), lo cual se hace evidente cuando se plantea un correlato entre la apariencia física de la víctima y su probabilidad de ser asaltada, o entre la incontención sexual masculina y la violación. El imaginario que concentra la relación sexual en el coito, hace que las violaciones se comprendan como relaciones sexuales, en tanto éstas incluyen la penetración y aunque debiera, no resulta suficiente el hecho de que se trate de penetraciones no consentidas por las mujeres, para eliminar la violación de la categoría de relación sexual. Es necesario fijar los límites entre sexualidad y violencia, o, dicho de otro modo, entre relaciones humanas y políticas de dominación. No obstante, el discurso tiende mayoritariamente a sexualizar la violencia, a erotizar -e incluso describir en términos afectivos- la dominación. Esta tendencia se exacerba en el caso de violaciones cometidas por un agresor cercano al círculo de la agredida, como se verá cuando nos refiramos al discurso sobre el incesto. La asociación entre actos de violencia y sexualidad se consigue mediante varias estrategias discursivas, entre las que destacan las estrategias de legitimación. La siguiente cita ejemplifica el punto, borrando de su informe la palabra “violación” y sustituyéndola por “relaciones sexuales”: Las autoridades siguieron la pista de un video que se ofrecía como película francesa, en el que una niña de 13 años sostenía relaciones sexuales (Capturan a pedófilos que usaban internet. Febrero 18 de 2009) Como sugiere Fernández (2003) para ejemplos similares a los anteriores, “el concepto “agresión sexual” se asocia
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a la metáfora conceptual “una agresión sexual es una acto sexual o afectivo” lo cual “mitiga la acción violenta y la legitima” (54). Hablar de “una niña de 13 años que sostenía relaciones sexuales” supone la existencia del consenso y normaliza la agresión en el terreno de las relaciones consensuadas. Esta tendencia a comprender la violación como “relación sexual” se sintetiza en la expresión “crimen pasional” que continúa apareciendo en ejemplos como el siguiente: Las autoridades hallaron ayer los cadáveres de un policía y su esposa, (…) Según algunos vecinos se trató de un crimen pasional, pero las autoridades policiales no han suministrado información sobre el caso (En hechos confusos mueren policía y su mujer. Febrero 17 de 2009)
sujeto feminizado perteneciente al grupo de “los otros”, los que no hacen parte de nuestra colectividad, pues como se anuncia desde el titular, de lo que se va a hablar es de “los crímenes pasionales de las FARC”. Esta noticia evidencia otro prejuicio de género que tiene que ver con la manera en que la “emoción” se traduce en términos distintos para hombres y mujeres, tal como señala Miriam Jimeno (2004): a ellos los hace vulnerables y a ellas frías y calculadoras. Cuando los hombres comenten “crímenes pasionales” se representan como cegados por la emoción (con lo cual quedan excusados) en cambio, cuando son las mujeres quienes los ejecutan, se señala que lo hacen siempre de manera premeditada y haciendo gala de un elaborado razonamiento previo (lo que las hace doblemente culpables).
2. ¿Quiénes son los violadores? Los “otros” y los Desde las iniciativas en contra de la violencia de género “nuestros” se ha insistido en la necesidad de eliminar la categoría de “crimen pasional”, tanto de los aparatos judiciales La sexualidad -y concretamente los discursos sobre la como de los discursos mediáticos, puesto que llamar violencia sexual- se utiliza para generar fronteras, para “pasional” a un crimen supone entenderlo como efecto diferenciar grupos de hombres y crear jerarquías entre del amor, lo cual lo aleja de su carácter delictivo y ellos: de un lado estarían los hombres respetables, los disimula lo que realmente es: el asesinato de una mujer “nuestros”, y de otro aquellos capaces de la violencia víctima de la violencia de género. No obstante, El sexual, de la violación. Fijando estas fronteras, la Tiempo sigue hablando de “crímenes pasionales”. violación es entendida como cosa de los “otros”, algo que “nuestros” hombres no hacen. El discurso sobre la Un ejemplo muy claro de cómo se confunden sexualidad violación se apoya en el supuesto de que los violadores y violencia en la expresión “crimen pasional” se son “otros”, construidos como tales por su diferencia de encuentra en una noticia publicada el 31 de mayo de clase, raza/etnia, y fundamentalmente en nuestro caso, 2009, titulada justamente “Los crímenes pasionales de ideología política o salud mental. las FARC” y en la que se informa: Sobre este punto, el análisis de Virginie Despentes Otro episodio de celos ocurrió en los campamentos (2006) es brillante: “los hombres siguen haciendo lo del ‘Negro Acacio’, a finales del 2004 (…) Después del que las mujeres han aprendido a hacer durante siglos: encuentro, dice, una de las guerrilleras le propuso llamarlo de otro modo, adornarlo, darle la vuelta, sobre que se fueran al río juntos y lo mató a cuchilladas. todo no llamarlo nunca por su nombre, no utilizar nunca la palabra para describir lo que han hecho (…) En este caso el “crimen pasional” es cometido por Sólo se identifica en prisión a los psicópatas graves, los una mujer. En la misma noticia se reseña un segundo violadores en serie que recortan coños con cascos de asesinato cometido por otra mujer y un tercero botella, o a los pedófilos que atacan a las niñas. Porque cometido por un hombre homosexual, todos calificados los hombres, claro está, condenan la violación. Lo que como “episodios de celos”, característica del modelo de ellos practican, eso es otra cosa” (p.31-32). “pareja estable” que constituye una institución de violencia y cuya dinámica aparece calcada en todos Al revisar mi corpus textual las palabras de Despentes los contextos. No deja de llamar la atención que en esta aparecen plenamente ilustradas. En primer lugar, existe noticia sobresale fundamentalmente el estereotipo de una tendencia a evitar llamar las cosas por su nombre. la “mujer asesina” (o lo afeminado como peligroso), un Algo de esto se anticipaba al enunciar la erotización
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de la violencia en el discurso, como en el ejemplo en el que una violación se reseña como “una niña de 13 años que sostenía relaciones sexuales”. En segundo lugar, el violador es construido las más de las veces como “otro”, desligando la violación de la dominación masculina en general, para hacerla pasar como un acto excepcional de algunos particulares, casos aislados, sin conexión entre sí, y en todo caso cometido por gente que no es como “nosotros”.
Incluso cuando los hechos son catalogados como “violación” o “abuso”, las consecuencias que se derivan de ello vuelven a diluir el tema de la agresión sexual, como sucede en la siguiente cita, en la que el testimonio de una mujer que declara haber sido violada sirve para reforzar un proceso penal por homicidio y desaparece del texto, nuevamente, la enunciación de una consecuencia para la violencia sexual.
Su relato, en el que aseguró haber sido violada en Detengámonos primero en ese recurso estilístico público por varios hombres, sirvió de base para reforzar (con efectos políticos) de enunciar “agresiones sin nombre”, el proceso penal contra los extraditados (…) Ambos comenzando por el siguiente ejemplo: fueron vinculados de manera formal al caso en enero y julio del 2007 como presuntos coautores de homicidio Los paramilitares que hace nueve años participaron en múltiple” (183 Casos En El la masacre ocurrida en El Salado (Bolívar) obligaron „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de a varias mujeres a desnudarse y bailar delante de sus marzo de 2009) esposos o padres, que después fueron asesinados (183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Avanzando en los niveles de invisibilización, en Conflicto. 2 de marzo de 2009) el ejemplo que sigue se ha suprimido totalmente tanto la referencia a la violación como tal, como sus En el ejemplo anterior, los hechos no se refieren como consecuencias: abuso o violación, sino como “obligación a desnudarse y bailar”. La perífrasis implícita en sustituir “violación” El austríaco Josef Fritzl, de 73 años, fue condenado por “obligar a” hace un rodeo que aleja los hechos de ayer a cadena perpetua e internamiento psiquiátrico su connotación de violencia y los ubica en el campo por un tribunal de Sankt Polten por el asesinato de uno más suave de la coerción. Este rodeo, sumado al de los hijos que engendró a su hija Elizabeth, a quien complemento que se utiliza (desnudarse y bailar) hace mantuvo secuestrada durante 24 años (Cadena perpetua de la expresión un auténtico eufemismo, que sirve para el monstruo de Amstetten. Marzo 20 de 2009) para suprimir aquello que no quiere mencionarse (la violación), adicionando elementos que lo remplacen Lo que se destaca como punible en este ejemplo es el y diluyan su significado. Todo este reportaje tiene el asesinato de un bebé y el secuestro de su hija, a quien mismo énfasis: “engendró un hijo”, evitando de nuevo referirse a la Lo único que la Fiscalía ha podido establecer por sus violación. Otra forma común de diluir la carga de padres es que unos paramilitares, al parecer, la tuvieron agresión que supone una violación es ampararse en en una casa de prostitución que ellos controlan. Ella el lenguaje especializado, fundamentalmente en el quedó embarazada y tuvo un niño (183 lenguaje judicial, para evitar utilizar la palabra, como Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del en el caso siguiente: Conflicto. 2 de marzo de 2009) (…) luego de que fue proferida en su contra una medida En el caso anterior, la ausencia de una referencia de aseguramiento en el proceso que se le sigue por el al abuso sexual es notoria: pese a que la Fiscalía ha delito de acceso carnal violento en concurso de lesiones establecido que retuvieron a la mujer en una casa de personales (Futbolista a la cárcel por violación. Mayo 7 prostitución, que ella quedó embarazada y que tuvo de 2009) un niño, se evita calificar estos hechos como una violación, “llamarlo de otro modo, adornarlo, darle la Además de evitar llamar las cosas por su nombre, otro vuelta, sobre todo no llamarlo nunca por su nombre, recurso insistente en el corpus revisado es la elisión del no utilizar nunca la palabra para describir lo que han autor, como se ve en los ejemplos que siguen, en los hecho” (Despentes, 1006, p.31). cuales si bien se habla de violación, se omite cualquier referencia al hombre que la cometió:
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Según la Corte Ana, que tiene la edad mental de una niña de 4 años, resultó embarazada producto de una violación (…) Un caso similar ocurrió el año pasado a una niña en Villavicencio, afectada por parálisis cerebral y cuadriplejia, que también quedó en embarazo tras ser violada. (Abortos riesgosos en Colombia, comunes pese a despenalización. Febrero 26 de 2009) (…) por lo que su madre había solicitado en nombre de su hija la interrupción del embarazo, producto de una violación. (Regaño de Corte por aborto que no se hizo. Febrero 7 de 2009) 120
de un modelo cultural que defiende justamente la existencia de un “nosotros” inocente, frente a un “otro” cuyo comportamiento transgrede las normas que nos son caras. En el desarrollo de esta investigación he identificado básicamente tres tipos de “otros” que El Tiempo construye cuando la violación recae sobre mujeres adultas: el “terrorista cruel” (actor armado ilegal), el “monstruo incestuoso” (padres que violan a sus hijas) y, en menor medida, el “futbolista negro” (asociado al salvajismo). En estos discursos, el énfasis se pone en la diferencia, en lo que aparta a esos “otros” hombres, capaces de tales atrocidades, del colectivo incapaz de ellas.
Cuando existe la referencia directa al violador, ésta suele acompañarse de marcas exculpatorias: la mayoría de las veces se incluyen configuraciones estilísticas que ayudan a suavizar la mirada sobre el violador y constituyen atenuantes de sus actos:
Los “otros” aparecen como los transgresores de la democracia, el respeto y la convivencia digna que “nosotros” defendemos.
“Lo lamento de todo corazón, ya no puedo hacer nada desgraciadamente”, declaró poco antes al tribunal, al hacer uso de su derecho a la última palabra (Cadena perpetua para el monstruo de Amstetten. Marzo 20 de 2009)
Revisemos el primer tipo de agresor identificado. El interminable conflicto armado que vivimos en Colombia, crea en el discurso un tipo de violación que se describe como “arma de guerra”. Esta comprensión es cercana a los análisis feministas y obedece en buena medida a la estrategia que han utilizado varias organizaciones de mujeres para incidir en los discursos mediáticos4, siendo de hecho el único caso en que voces feministas se citan como fuentes legítimas:
La explicación causó la preocupación de Álvarez, quien al finalizar la reunión le dijo: “Yo quiero que ore por mí” („Cómo Es Posible Que Nadie Denunciara En Casi 30 Años‟ Marzo 30 de 2009) “Lo lamento”, agregó (…) “No sé por qué no intervine. Confiaba en que el niño lograría superarlo”. “Reconozco que soy culpable, tendría que haberme dado cuenta de que el bebé estaba muy mal”, añadió (Fritzl se declaró culpable de todo. Marzo 19 de 2009) Finalmente, en esta última cita, el titular es engañoso y vierte nuevamente la sombra del silencio sobre la violación: dice Fritzl se declaró culpable de todo, pero ese “todo” al que refiere es solamente su responsabilidad en la muerte del niño, no en el secuestro y violación sistemática de aquella mujer. Continuemos ahora con la segunda característica que he enunciado de este discurso sobre la violencia sexual: su asiento en el paradigma de la otredad, o como dice Despentes, la idea de que “los hombres, claro está, condenan la violación. Lo que ellos practican, eso es otra cosa” (2006, 32). Este discurso requiere la construcción
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El “otro violador”
4 En el lanzamiento del Observatorio Regional de Medios, liderado por la Corporación Humanas (marzo 17 de 2010) varias participantes señalaban el lobby y los procesos de sensibilización que fueron necesarios para En los hechos, dice el documento conocido por EL TIEMPO, hay un patrón general: “usar la violencia sexual como arma de guerra y a la mujer como botín de guerra” (183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. Marzo 2 de 2009) No obstante, es posible observar una hibridación de este entendimiento con el modelo de otredad, pues la violación constituye en estos discursos un arma que el “otro” bando utiliza contra “nuestros” intereses: Hay una masiva utilización de la violencia sexual como arma de guerra en muchas regiones de Colombia y es importante que descubramos esta forma brutal de victimización (…) La Corte Constitucional registró que en al menos nueve de las más crueles masacres
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cometidas por los ‘paras’ hubo violencia sexual (…) Un equipo de EL TIEMPO exploró esa cara vergonzosa del conflicto (Abuso, otra cara oculta del conflicto armado. Mayo 23 de 2009) La caracterización que se hace de las violaciones cometidas por los “otros” hace énfasis en lo grotesco (“esta forma brutal de victimización”, “las más crueles masacres”, “cara vergonzosa del conflicto”), lo que no ocurre en la descripción de violaciones cometidas por “nuestros” violadores, los cuales, en muchos casos, dejan incluso de merecer ese nombre en el discurso (como mostraré más adelante).
similares a los anteriores, el discurso en El Tiempo es absolutamente moderado en esas alusiones, que son muy escasas y se resuelven en un parque periódicos como El Tiempo y otros dedicaran por fin algunas notas al tema de la violencia sexual en el marco del conflicto. Su incidencia se percibe en los artículos que lograron. de líneas, sin mayores detalles. Si bien se insiste en que los agresores son múltiples, todos comparten su carácter de ilegalidad, comparten la exclusión de “nuestro” colectivo:
Pero tales crímenes no fueron solo práctica de las autodefensas. Hay decenas de casos de mujeres que Los violadores que hacen parte de “los otros” encarnan fueron victimizadas por la guerrilla porque tenían las peores personificaciones de la violencia, siendo relaciones sentimentales con miembros de la Fuerza la sexual sólo una de ellas y no precisamente la más Pública (Abuso, otra cara oculta del conflicto armado. grave, pues la sombra de la muerte siempre aparece Mayo 23 de 2009) detrás de la agresión sexual y hace que la gravedad de ésta se desdibuje, o, en todo caso, palidezca, como en el En el mismo sentido, cuando se alude a un agresor ejemplo siguiente: que se pensaría como miembro de “nuestro” grupo, se enfatiza su estrecha vinculación con “los otros”: “A mi hija se la llevó ‘Pitillo’. La tiene en el sur de Bolívar. Me dicen que ya tiene cuatro hijos, todos de él. La Fiscalía también señala a un militar por esos hechos. La ha amenazado de muerte si no cumple sus deseos” Es el capitán (r) del Ejército Héctor Martín Pita Vásquez, (183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del quien es juzgado en Cartagena por haber colaborado Conflicto. 2 de marzo de 2009) con los ‘paras’ que realizaron la masacre de El Salado (183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del El “otro” violador, en su forma de “terrorista cruel” Conflicto. Marzo 2 de se dibuja con actuaciones de sevicia y es frecuente 2009) encontrar detalles escabrosos sobre sus agresiones: torturar, cercenar los senos, mutilar los órganos Como vemos, la tendencia es a homogenizar la imagen sexuales, son detalles que aparecen en la narración sólo del violador en el caso de los “otros”. Un tratamiento en estos casos. muy distinto recibe el violador plenamente reconocido como parte del “nosotros”: en ese caso la tendencia será Las Farc asesinaron el 19 de agosto del 2006 a una joven a individualizarlo. de 15 años (…) El cuerpo de la menor tenía cercenados los senos y con otros signos de tortura (183 Casos En Si bien en los casos citados antes existe un atisbo de El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de comprensión de la violación como mecanismo de marzo de 2009) dominación masculina, esta sólo aparece cuando las violaciones ocurren en el marco de conflictos En las memorias de la violencia sexual de los armados, y desaparece en los otros casos, con lo cual paramilitares figuran masacres como la de El Salado tenemos que “la consideración de la violación como (…) Una de las mujeres que murió fue víctima de la instrumento de dominación sólo es aplicable en casos mutilación de sus órganos sexuales (Abuso, otra cara muy limitados y no se usa de pauta, en ningún caso, oculta del conflicto armado. Mayo 23 de 2009) para la caracterización de las violaciones en general. Se deduce, en consecuencia, que otras violaciones no son Aunque otras voces (organizaciones de derechos percibidas como estrategias de sometimiento y daño” humanos, por ejemplo) han hablado de violaciones (Fernández, 2003, p.66) cometidas por los miembros de la fuerza pública (que hacen parte del “nosotros”) en términos El segundo tipo de violador que aparece en los discursos
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revisados es el que he llamado - siguiendo aquí también el lenguaje de El Tiempo-, el “monstruo incestuoso”. En estos casos, cuando el violador es un hombre familiar a la agredida, los términos en que se describen los hechos tienden a suavizarse, calificándose incluso explícitamente -como en el ejemplo que sigue- como “relación” ocurrida en “su” casa:
más graves. En contraste, se menciona en varias partes distintas el hecho de que haya tenido hijos con su hija (el incesto) y que haya asesinado a uno de ellos:
El austríaco Josef Fritzl, de 73 años, fue condenado ayer a cadena perpetua e internamiento psiquiátrico por un tribunal de Sankt Polten por el asesinato de uno de los hijos que engendró a su hija Elizabeth, a quien (…) que tuvo siete hijos de esa relación incestuosa mantuvo secuestrada durante 24 años (…) esclavitud de durante los años en que permaneció cautiva en el su hija, que tuvo siete hijos de esa relación incestuosa sótano de su casa en Amstetten (Cadena perpetua para (…) La cadena perpetua corresponde al cargo de el monstruo de Amstetten. Marzo 20 de 2009) asesinato por la muerte de uno de sus siete hijos. El bebé murió dos días después de nacer en 1996, por falta de En estos casos, el agresor tampoco es denominado atención médica (…) “Hubo homicidio por negligencia como tal, sino que suele nombrársele conservando su y ello requiere la pena máxima”, declaró la fiscal (Cadena rol de familiaridad. El calificativo empleado no es el de perpetua para el monstruo de Amstetten. Marzo 20 de “violador” o “agresor”, sino el de “papá”: 2009) Una mujer de 35 años que vive en la provincia de Mendoza (oeste) denunció ante la Justicia que fue violada durante 20 años por su padre y tuvo siete hijos con él (…) El papá, de 67 años, fue deteni do (Fue violada por su padre durante 20 años. Mayo 10 de 2009)
Así, el énfasis queda claramente alejado del tema de la violación. Aquí la situación vergonzante que se subraya es el incesto: la transgresión del tabú por excelencia, y lo que requiere una pena máxima es el homicidio. En esos dos crímenes radica la “monstruosidad” del agresor (estos sucesos fueron documentados por la prensa Se llega incluso a hablar de “pareja”, con el presupuesto como el caso de “El monstruo de Amstetten”), lejos del de consenso que ello implica, ataque sexual contra una mujer. La misma calificación como en el caso del hombre que abusó de su hija por como “monstruo” y no como violador, da cuenta de cerca de 30 años en Mariquita: que es algo distinto a la violación per se lo que resulta repulsivo. En una ocasión, Marín dijo haber tenido una conversación con la pareja y que les advirtió -incluso- Por las mismas fechas, El Tiempo publicó varias noticias que sobre otro “monstruo” como Fritzl, y le dedicó incluso corrían un gran “peligro ante la ley terrenal”. (Confirman más espacio ya que se trataba de un caso local: “El paternidad de presunto violador. Abril 21 de 2009) monstruo de Mariquita”. Tampoco los hechos son presentados como ciertos, sino Con los resultados entregados por Medicina Legal, que recae sobre ellos siempre una sombre de sospecha, que quedó confirmado ayer que José Arcedio Álvarez, pone en duda el testimonio de la mujer agredida: bautizado por los medios como el „Monstruo de Mariquita‟, es el padre de Alba Nidia, la mujer de la que La niña de 9 años, supuestamente violada por su habría abusado por más de 30 años y con la que habría padrastro desde que tenía 6, fue llevada a un hospital tenido ocho hijos (Confirman paternidad de presunto de Recife (Lula Vs. Obispo por un aborto, Marzo 7 de violador. Abril 21 de 2009) 2009) El discurso echa mano de todo el arsenal de “asuntos La noticia de donde se extrae la cita que sigue, sólo graves” que se conjugan en estos episodios, de manera menciona una vez el término violación, junto a otros que la violación pasa a un segundo y tercer plano. En como incesto, asesinato o coerción, en la enumeración la noticia de la cual se extrae la cita anterior, la única de los delitos cometidos por el agresor, enumeración referencia a la violación se hace en términos dudosos: que cumple la función de atenuar la carga de la violación “la mujer de la que habría abusado”. En éste, como en enfrentándola a otros sucesos que se entienden como otros casos similares, puede aducirse que la manera
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de narrar los hechos se ajusta a las exigencias legales, en las que nadie puede ser acusado sin que exista un fallo previo en su contra, sin embargo, el mismo titular anuncia que se han confirmado ya los lazos de sangre, así que esta excusa no aplica. Por otra parte, la ideología que tiende a poner siempre en entredicho la violación queda en evidencia cuando otros hechos, igualmente sin fallo aún, sí son afirmados en el mismo texto: Los funcionarios que no cumplieron con su deber de denunciar los casos de violencia sexual contra menores, en esa y otras zonas del país, deberán ser investigados (Confirman paternidad de presunto violador. Abril 21 de 2009) Se afirma que hay funcionarios “que no cumplieron con su deber” (en vez de funcionarios que no habrían cumplido con su deber), pero sólo se sugiere que la mujer habría sido abusada. Como “el caso que estremeció al país”, fue calificado el tema del “Monstruo de Mariquita”. Pero ¿qué fue lo que estremeció realmente al país? Definitivamente no es la violación, que apenas se menciona, sino, fundamentalmente, que haya sido un incesto. Los relatos hablan siempre de que un hombre “abusó de su hija” y los detalles potencialmente escandalosos se refieren únicamente al vínculo de parentesco: Alba Nidia conversó con su papá y le dijo: “Papá, no me mire como su mujer que yo a usted lo veo como mi papá”. (Cómo es posible que nadie denunciara en casi 30 años. Marzo 30 de 2009) El otro asunto que en realidad estremece en casos como éste es que existan hijos fruto del incesto (dichos hijos se convierten en el eje central de la noticia), y el que una o más de esas hijas (es decir, menores) haya sido abusado por el mismo agresor: Según el director regional, se espera que hoy, luego del análisis de los expertos y sus recomendaciones, se tomen las medidas correspondientes para proteger los derechos de los niños (Cómo es posible que nadie denunciara en casi 30 años. Marzo 30 de 2009) Por supuesto es importante y necesario proteger los derechos de los niños y las niñas, pero, ¿qué pasa con los derechos de las mujeres? No existen en el discurso sobre violaciones incestuosas análisis o
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recomendaciones sobre la situación de la mujer violada, más allá de la preocupación por atender a sus hijos y garantizar la pervivencia de la familia: “Nosotros trabajamos en torno a la familia y hay que buscar, en lo posible, dejarla unida” (Cómo es posible que nadie denunciara en casi 30 años. Marzo 30 de 2009) Se insiste, en el mismo sentido, en que resulta dramático que un “monstruo” de tal dimensión haya pasado desapercibido: “Fritzl abusó de la credulidad de la gente, engañando durante 24 años a su entorno y a las autoridades municipales de Amstetten”, pero el engaño que no puede perdonarse es el que afecta a los menores [nuestra idolatrada infancia], y no a las mujeres adultas: “Buenaventura insistió en que la comunidad debe reportar cualquier caso donde se vean vulnerados los derechos de los menores”. Finalmente, tampoco en la presentación del “monstruo incestuoso” se entiende la agresión como parte de un sistema de dominación masculina, del que todos y todas participamos (por ello de trata de un “otro”) sino que el agresor es presentado como un ser perturbado, al que trastornos mentales le han llevado a cometer las agresiones: La Fiscalía y la psiquiatra forense asignada al caso, Adelheid Kastner, recomendaron ayer que Fritzl pase el resto de su vida en centro para enfermos mentales. (Fritzl se declaró culpable de todo. Marzo 19 de 2008) Un tercer tipo de violador, perteneciente a este grupo de los “otros” aparece en una noticia sobre la violación que comete un hombre marcado por la “raza” y la clase: un futbolista negro. “tras negarse a sostener una relación íntima con el futbolista, los amigos de la joven lo sacaron de la casa, pero él regresó, rompió tejas del techo intentando ingresar a la vivienda y, tras propinarle una golpiza, abusó de ella” (Futbolista a la cárcel por violación. Mayo 7 de 2009) Como se ve, el discurso construye a este tipo de agresor de una manera particular, destacando su salvajismo, un hombre capaz de irrumpir como una fiera, romper las tejas del techo y propinar una golpiza. Con ello se crea otra frontera entre hombres, que remite esta vez a la lucha de civilizaciones: habría unos hombres realmente civilizados
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y otros más cercanos al salvajismo, que ocuparían un lugar subordinado en el orden socio-racial del 128 mundo. Como ocurría con los dos tipos de violadores antes examinados, también aquí la violencia sexual sirve para generar nuevas jerarquías sociales, que legitiman la existencia de algunos hombres y desacreditan a otros. El tema del violador racializado es muy complejo. Susan Brownmiller (1975) en su capítulo titulado Una cuestión de raza, presenta las tensiones que aparecen en estos casos, concentrándose en la experiencia estadounidense, para mostrarnos cómo “en el punto de la violación interracial, convergen el racismo, el sexismo y la lucha contra ambos: son las encrucijadas de un dilema auténtico, especialmente americano” (Brownmiller, 1975, p.200). Su análisis muestra cómo, efectivamente y durante mucho tiempo, la violación de una mujer blanca por un hombre blanco era simplemente “criminal”, la violación de una mujer negra por un hombre negro se ignoraba, y la violación de una mujer blanca por un hombre negro alimentó los miedos raciales y condujo a condena de muerte (a veces a partir de la simple sospecha) a muchos hombres negros. Sin embargo, cuando la izquierda se apropia la causa de luchar contra el racismo, se produce un giro de 180 grados en esta comprensión y la violación de una mujer blanca por un hombre negro intenta reducirse entonces, en todos los casos, a un cargo espurio que el Estado utilizaba para perseguir a los hombres negros, mientras que la violación de las mujeres negras (ya sea por blancos o por negros) siguió siendo invisible. Brownmiller documenta cómo en tiempos de la esclavitud, en el Sur estadounidense, se produjeron actos individuales de violación de mujeres blancas por esclavos negros, actos que coincidían en la comprensión generalizada del lugar social que los hombres (blancos o negros) asignaban a las mujeres: algo que les pertenecía. La pureza de la hembra blanca era una piedra de toque fundamental de la masculinidad blanca (tan importante como el propio sistema esclavista) y “un esclavo -siendo él mismo una propiedad- podía tener una comprensión clara de lo que constituía un daño hecho a la propiedad del hombre blanco” (Brownmiller, 1975, p.208). La violación de una blanca por parte de un negro se entendía entonces (y continúa entendiéndose en buena medida) como una amenaza a la hegemonía del hombre blanco y por ello su sola posibilidad fue perseguida drásticamente por los esclavistas. Sin embargo, cuando el sistema esclavista se debilita y se intenta apaciguar el “miedo interracial”,
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las mujeres llevan la peor parte, pues en el intento de limpiar la reputación de los negros comenzó a dudarse sistemáticamente de la palabra de las mujeres blancas que denunciaban una violación. Las dudas de que una mujer pudiera ser realmente violada contra su voluntad se multiplicaron. El partido comunista estadounidense de los años 30 calificó toda denuncia de violación como una acusación fantástica destinada a matar hombres negros y recurrió a la estrategia de destruir el crédito de la demandante, “tratándola de desequilibrada, frustrada sexual o prostituta promiscua y ninfómana”, de manera que “desde la esclavitud en adelante, la suerte del hombre negro estaba históricamente ligada a la reputación de castidad de la mujer blanca, un embrollo aterrador que ni el hombre negro ni la mujer blanca crearon o controlaban” (Brownmiller, 1975, p.211). Representar como enfrentados y antagónicos los intereses de los hombres negros y de las mujeres blancas, cumplía el propósito de mantener oprimidos a ambos grupos. En la única noticia de violación interracial que incluye mi corpus de textos, puede rastrearse una tensión similar a la que documenta Brownmiller. Si bien el texto no menciona que se trata de un hombre negro, sino que habla de él como “Rivas, de 18 años, quien tiene contrato con el Cúcuta Deportivo”, aparece junto a la noticia una foto en primer plano del protagonista (pocas veces se publican fotos de los violadores en los textos que hablan sobre ellos) que sirve para indicarnos su origen étnico. Como he mencionado antes, la manera como se presenta el texto establece la conexión entre hombre negro y salvajismo, sin embargo, existen una serie de marcadores linguísticos exculpatorios, que tienden a simpatizar con el agresor. El texto arranca diciendo “Bañado en llanto salió de la sala de audiencias…” y su última línea concluye: “Rivas se declaró inocente de los cargos. Al final de la audiencia, vecinos, amigos y familiares lo acompañaron”, rescatando así una señal de arrepentimiento del violador y las muestras de solidaridad que éste ha recibido. Cuando se informan los detalles del contexto en que tuvo lugar la violación, El Tiempo escribe: (…) la denuncia de la joven que, tras coincidir con el jugador en un establecimiento público, entabló una
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conversación con él y terminaron -junto con dos de sus compañeros de universidad- en su residencia. Según esa versión, tras negarse a sostener una relación íntima con el futbolista… (Futbolista a la cárcel por violación. Mayo 7 de 2009) Nos presentan entonces a una mujer joven, que se encuentra en un lugar público y decide hablarle al futbolista, tras lo cual le invita (a él, un desconocido) y a otros dos hombres a su casa. La redacción de ese preámbulo constituye un intento por deslegitimar la palabra de la víctima, al recrear una situación en que ella aparece como sexualmente liberada, es decir - en el entendimiento generalizado- menos susceptible de ser realmente violada contra su voluntad. Insisto en que este cruce entre sexismo y racismo es complejo. Otra autora que lo ha desarrollado ampliamente es Angela Davis (2004) quien en su capítulo titulado Violación, racismo y el mito del violador negro afirma que incluso algunas teóricas que han abordado en profundidad el tema de la violación ignoran el papel que ocupa en éste el racismo. Entre dichas autoras cuyos argumentos están impregnados de ideas racistas Davis menciona a Jean MacKellar, Diana Russell y a la misma Susan Brownmiller, de quienes afirma que si bien “son más sutiles que los primeros ideólogos del racismo (…) trágicamente, sus conclusiones acusan un paralelismo con las ideas de un instruido apologista del racismo como Winfield Collins” (Davis, 2004, p.182). Según Davis, la obra de Brownmiller -consciente o inconscientemente- asume una complicidad con el resurgimiento del mito del violador negro, ignorando que “desde el momento en el que se acepta la noción de que el hombre negro abriga un impulso sexual irresistible y animal, toda la raza es investida de bestialidad” (Davis, 2004, 183), de manera que la descripción del hombre negro como violador “refuerza la abierta invitación del racismo al hombre blanco para que se sirva sexualmente del cuerpo de las mujeres negras” (p.183), pues se predica de ellas una promiscuidad crónica: “el mítico violador implica la mítica puta” (p.192) El análisis de Angela Davis señala que el mito del violador negro fue una invención claramente política. En época de la esclavitud los linchamientos de hombres negros por cargos de violación no eran demasiado comunes, pues los esclavos tenían un valor en el mercado que los esclavistas no estaban dispuestos a
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perder. Durante el periodo inmediatamente posterior a la guerra civil estadounidense, no apareció el espectro amenazante del violador negro, sino que los linchamientos se referían expresamente como un medio para frenar la aspiración de las personas negras a la ciudadanía plena. Es más adelante, cuando se desestimó la suposición de conspiraciones negras que justificarían los linchamientos, que “el grito de violación irrumpió como su principal justificación” (p.187). Tenemos entonces que el violador negro ficticio jugó un papel central en la formación del racismo posterior a la esclavitud y conscientes de ello las mujeres negras -tal como documenta Davis- emprendieron desde finales del siglo XIX una lucha contra los linchamientos, que sólo sería apoyada por las mujeres blancas con cuarenta años de retraso, cuando en 1930 se funda la Asociación de Mujeres Sureñas para la Prevención de los Linchamientos. Destacar estas iniciativas de las mujeres blancas, omitiendo los esfuerzos pioneros de las mujeres negras, es otra de las faltas que Angela Davis reclama al estudio de Susan Brownmiller. En definitiva, la denuncia de Angela Davis es que “la argumentación sobre la violación y la raza de Susan Brownmiller evidencia un partidismo inconsciente” (2004, p.198), partidismo que al ubicarse del lado de las mujeres blancas, sin instarlas a combinar su lucha contra el sexismo con una lucha frontal al racismo, supone un vínculo con este último. Finalmente se pregunta Davis, refiriéndose al hecho de que todos los análisis sobre la violación se refieran al tipo de violadores denunciados, dejando de lado el enorme número de violadores anónimos que continúan sin ser denunciados, juzgados y condenados: “¿No podría ser este anonimato un privilegio del que disfrutan algunos hombres cuyo status les protege de ser procesados?” (2004, p.199) El violador de los “nuestros” Me he referido hasta el momento a tres tipos de violadores que aparecen representados en mi corpus textual y que se ubican del lado de los “otros”. Sin embargo, también aparecen en los discursos sobre el peligro sexual agresores que hacen parte del “nosotros”, del colectivo que se reconoce como legítimo. Se trata básicamente del pederasta católico, el profesor o el policía abusivo y el violador adinerado. Cuando el violador pertenece a uno de estos tres grupos,
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las descripciones de sus actos son significativamente más suscintas y ocupan mucho menos espacio (es usual que aparezcan en el formato de noticias breves). Sólo en el caso del pederasta católico aparecen discursos un poco más amplios, y esto probablemente se debe al incontenible escándalo que el tema ha generado en los últimos años, escándalo del que el periódico ya no puede sustraerse. En todo caso, las acciones de “nuestros” violadores recaen sobre niños -y niñas- y lo que destaca en sus acciones es justamente una afrenta a la infancia. Ningún texto documenta la violación de un agresor reconocido como parte del colectivo legítimo contra mujeres adultas. Como afirma Fernández (2003), la atención que merecen los casos de violación depende de la alarma social que desatan, y ésta, a su vez, será mayor cuanto mayor sea la inocencia de las víctimas (p.73). Por ello en los casos de incesto, además de la transgresión de dicho tabú, lo que el discurso resalta son las agresiones sobre menores, pues la infancia sintetiza la imagen de la inocencia que es necesario preservar.
fundamentalmente sobre niños (no sobre niñas), y es posible pensar que existe en ello una motivación de denuncia adicional a la violación: los sacerdotes son homosexuales. La homosexualidad que se constata en estos actos (y no la violación, que se silencia en tanto tal) es en buena medida la que desata el escándalo que provocan tales acontecimientos: Un video casero, en el que se ve al sacerdote Julián Calle tocando los genitales de un menor de 17 años, envuelve una vez más a la Iglesia Católica en un escándalo. La grabación fue hecha por tres jóvenes de Chía (Cundinamarca), que acusan al religioso de actos homosexuales tras embriagarse con ellos. (Escándalo por video con sacerdote en Chía. Mayo 30 de 2009)
Cambiar “violación” por “actos homosexuales” es un indicador directo de que es la orientación sexual y no la inexistencia del consenso lo que hace de estos hechos un escándalo, pues la iglesia católica a la que pertenecen estos pederastas se alza justamente en contra de la homosexualidad, pero es mucho más condescendiente con el tema de la violación, como queda en evidencia en el siguiente ejemplo, en el que Las noticias breves que informan de estos episodios se se informa de la sanción a quienes asistieron el aborto cuidan de individualizar al agresor, mencionando su de una niña de 9 años, violada por su padrastro y nombre propio y su cargo eclesial, cosa que no ocurre, embarazada de gemelos, advirtiendo que el violador no por ejemplo, en las noticias sobre violaciones cometidas correrá la misma suerte: por actores armados en el marco del conflicto, en las que el discurso asigna tales actos al colectivo al que El obispo informó a la prensa que el padrastro no pertenecen los hombres culpables de cometerlo: las sería excomulgado porque, aunque cometió un “delito FARC cometen violaciones, la iglesia no. Sólo algunos hediondo”, no está incluido en la excomunión. “Más miembros de ella son señalados, y en estos casos se grave es el aborto, eliminar una vida inocente”, afirmó elude de nuevo la palabra violación: (Lula Vs. Obispo por un aborto. Marzo 7 de 2009) Un juez de Manizales condenó a 21 años de cárcel a Pedro Abelardo Ospina Hernández, párroco del municipio de Filadelfia (caldas), por haber abusado de un menor de 11 años que le servía como monaguillo. Los hechos ocurrieron el 27 de enero del 2008 (Condenado párroco por abuso sexual de menor. Mayo 12 de 2009)
Cuando los textos se refieren a violaciones cometidas por el clero, los detalles que rescata la redacción tienen que ver justamente con la homosexualidad y no con la violación:
(…) el padre se ve sentado con los jóvenes tomando whisky. Toca la pierna de uno, hay besos, y el religioso termina besando las partes íntimas del menor de 17 años, que se La Justicia de Argentina condenó a 15 años de prisión observa con la cremallera del pantalón abajo (Escándalo por al sacerdote católico Julio César Grassi, por hallarlo video con sacerdote en Chía. Mayo 30 de 2009) culpable de abuso sexual agravado y corrupción de menores. Sin embargo, no irá a prisión hasta que También es estos casos el discurso presta su voz (como la sentencia sea confirmada (Condenan a 15 años a no hace con otros violadores) para visibilizar los prelado, por pederastia. Junio 11 de 2009) argumentos que explicarían los hechos y exculparían al agresor, intentando, además, señalar estos hechos como Como se ve, el discurso sobre pederastas católicos se actos aislados pertenecientes a “un oscuro pasado”: concentra en agresiones cometidas contra menores,
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(…) el padre Julián Calle, de 76 años, asegura que no recuerda nada de lo ocurrido, dice que tiene la conciencia tranquila y sugiere que fue drogado. “En ningún momento les ofrecí trago a estos muchachos, que hoy posan de víctimas. Ellos fueron los que llegaron con dos botellas de whisky - relató el religioso-. Se me hizo raro que tomaban de una y me daban de la otra, pero lo cierto es que al otro día no me acordaba de nada” (Escándalo por video con sacerdote en Chía. Mayo 30 de 2009) “Lo siento profundamente y estoy avergonzado de que algunos menores hayan sufrido de manera tan horrible en estas instituciones”, aseguró el más alto responsable de la Iglesia católica de Irlanda, cardenal Sean Brady. El informe “documenta un catálogo vergonzoso de crueldad y abusos (...) arroja luz sobre un periodo oscuro del pasado”, subrayó (Vergüenza en iglesia católica de Irlanda por abusos contra niños. Mayo 21 de 2009) Otro tipo de violaciones amparadas por la protección del discurso (desde el mismo hecho de ser tratadas solamente en noticias breves) son las cometidas por policías o profesores. El tratamiento en ambos casos es muy similar: se particulariza al agresor, citado por su nombre propio y sin perder el status que le brinda su cargo (se habla de “patrullero de la policía” o de “docente”, nunca de “violador”). Se trata, nuevamente, de violadores que agreden a menores de edad, nunca a mujeres adultas: La Procuraduría destituyó e inhabilitó por 20 años para ejercer cargos públicos al patrullero de la Policía Diego Alejandro Flórez, por el acceso carnal abusivo de una menor de 14 años. El hecho ocurrió en Medellín el pasado 7 de julio, cuando el uniformado abandonó su función policial y actuó en contra de la menor (Sancionan patrullero por acceso carnal contra niña. Enero 10 de 2009) Richard Cortés Sandoval, docente, fue detenido ayer en el colegio Miguel de Cervantes. Está acusado de abuso y acoso sexual a menor de 14 años, estudiante del colegio Carlos Albán, de Bosa, donde Cortés enseñaba hasta hace cuatro meses, cuando fue trasladado (Detenido profesor por cargos de abuso sexual. Junio 5 de 2009) Este tipo de violaciones tienen lugar en la prensa ante la paradoja que encierra que sean defensores de la ley y la educación quienes se convierten en sus transgresores. Al conservar su estatus
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(ser referidos como policías o docentes, y no como violadores), su identidad jerarquizada entra en mayor contradicción con su identidad delictiva. Estos violadores se pueden incluso convertir en chivos expiatorios, en los cuales se concentrará todo el rechazo social, permitiendo que la violencia ordinaria y cotidiana que se ejerce sobre las mujeres adultas sea trivializada y pasada muchas veces por alto. El tercer tipo de violador que aparece representado en los discursos de El Tiempo es el hombre adinerado. Este tipo de agresor se dibuja fundamentalmente en una noticia que tuvo cubrimiento mediático significativo, en la que un hombre violó y asesinó a una niña de 9 años y luego huyó a Grecia, en donde fue finalmente capturado. Como en los otros casos en que el violador pertenece al colectivo de los “nuestros”, en estos textos el violador es plenamente identificado en su singularidad: siempre se habla de él como “Suárez” o “este sujeto”. Además, se registra en este caso un recurso estilístico que diluye la carga de la violación al separarla del “crimen”, mediante una disyunción, quedando la carga delictiva únicamente asociada al asesinato: Rudy Alonso Suárez Corrales, quien era buscado por las autoridades por la violación y el crimen de Jeny Katherine Huertas Vanegas, de 9 años, fue capturado en Grecia (En Grecia cayó asesino de niña. Abril 30 de 2009) El titular de esta noticia (En Grecia cayó asesino de niña) refuerza el punto que quiere señalarse como fundamental: este sujeto es, ante todo, un asesino, y la violación constituye sólo un hecho accesorio, un detalle dentro de otros que condujeron a la muerte de la menor. En general, estos tres tipos de violadores (pederastas católicos, policías / profesores y hombres adinerados), cuyas agresiones son cometidas contra menores de edad, aparecen referidos en noticias que durante el periodo estudiado se ocuparon de cubrir una iniciativa legislativa para aumentar la pena de los violadores de menores: La menor y su caso se convirtieron en símbolo de la cruzada de la concejala de Bogotá Gilma Jiménez para promover el referendo para sancionar con cadena perpetua a los violadores de menores (En Grecia cayó asesino de niña. Abril 30 de 2009) En estos discursos ha ocupado un lugar importante la opción de castigar con mayor severidad al violador.
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No obstante, llama la atención que se insiste en un mayor castigo para los violadores de niños (y niñas -se infiere-), pero no de mujeres adultas. “El proyecto de referendo que propone preguntarles a los colombianos si quieren que se les impo nga cadena perpetua a los asesinos, violadores y secuestradores de niños superó ayer, sin mayores contratiempos, el segundo de los cuatro debates que requiere para convertirse en ley” (Avanza referendo contra violadores. Mayo 7 de 2009) Como se ve, la violación no se contempla aquí en su particularidad, sino como uno más de los delitos que pueden cometerse contra la infancia (junto al asesinato o el secuestro, entre otros). El repudio, que aparece como generalizado por el paso fácil del proyecto en la Comisión Primera de la Cámara, se dirige entonces hacia la vulneración de los derechos de los niños -y las niñas-. Dicho proyecto que, como se anuncia en el titular de esta noticia, se conoció en el espacio público como “Referendo contra violadores”, incluye el tema de la violación en un paquete más amplio de agresiones y asume la causa de defender de ellas a la infancia. No se registra en ningún texto una reacción tan enérgica frente a la violación de mujeres adultas. Así como se hace evidente en el análisis sobre el “monstruo incestuoso”, que la transgresión estigmatizada en aquellos casos es principalmente el incesto (y no la violación), cuando se exige aumento de sanciones para el violador se busca fundamentalmente castigar a quien infringe la norma de cuidado a la infancia, y no al agresor sexual en tanto tal. Como he mostrado en todo este apartado, la violación de mujeres adultas (por parte de sus maridos, por ejemplo) no existe en los discursos de El Tiempo, es decir que las denuncias que implicarían una redefinición de los roles de género permanecen ausentes. Señalar el beneficio que obtiene la dominación masculina con todas las formas de violación y mostrar que los violadores no son hombres particularmente extraños, sino nuestros compañeros, hombres comunes y corrientes, cuestionaría la manera como hemos construido la masculinidad y la feminidad. Ese cuestionamiento es el que se abstienen de hacer los textos que he revisado, que evitan entrar en el corazón de la cuestión sencillamente creando fronteras entre distintos grupos de hombres. Así, se evita hablar de dominación masculina y de
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la necesidad de una transformación estructural de las normas de género, para hablar sencillamente de que existen algunos “malos” hombres que deben ser castigados por sus actuaciones particulares. Mientras se buscan culpables individuales, la dominación masculina como sistema resulta incólume. 3. Mujeres violadas o violables La violación y todas las violencias relacionadas con la agresión sexual constituyen un escenario que ejemplifica a la perfección el pensamiento según el cual los cuerpos de las mujeres (y sus vidas) son propiedad de los hombres. Que la violación se entienda como un diálogo entre hombres es otro asunto que ha sido ampliamente estudiado por las teóricas feministas pero que sigue sin ser modificado en los discursos circulantes. Virginie Despentes (2006) expresa el punto con crudeza y sin rodeos en su capítulo sobre la violación: “Te lo repiten de todas las maneras posibles: es grave, es un crimen, los hombres que te aman, si se enteran, se van a volver locos de dolor y de rabia (la violación es también un diálogo privado a través del cual un hombre declara a los otros hombres: yo me follo a vuestras mujeres a lo bestia)” (2006, p.34). Ya en 1975, en su célebre trabajo sobre la violación, Susan Brownmiller (1975) había rescatado los trabajos de Robert LeVine en los que se documenta la experiencia de las tribus gusii en el sudoeste de Kenya, para las cuales las mujeres constituían una propiedad asegurada por la violación. Estudios etnológicos como éste, sugieren que la violación es una expresión de masculinidad que indica el sentido de propiedad de los hombres sobre las mujeres: “así como el hombre conquista el mundo, conquista también a la hembra”. Brownmiller llama a este modelo de pensamiento “el mito del violador heroico”, cuyo ejemplo por excelencia serían los casos en que las mujeres constituyen “botín de guerra”. La prensa produce y reproduce ese pensamiento en las recurrentes narraciones de delitos sexuales, en las que el énfasis está puesto, más que en la agresión que han sufrido las mujeres implicadas, en el “agravio” que ello conlleva para los hombres con quienes ellas están relacionadas. “Los paramilitares que hace nueve años participaron en la masacre ocurrida en El Salado (Bolívar) obligaron a varias mujeres a desnudarse y bailar delante de sus esposos o padres, que después fueron asesinados”
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(183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de marzo de 2009) El hecho de que las mujeres hayan sido obligadas a desnudarse y bailar, no parece lo suficientemente grave, sino que necesita ser reforzado diciendo que el baile era ante sus maridos, quienes luego fueron asesinados. Con este final mortal, la gravedad de la agresión sexual pasa a un segundo plano. Lo que ocupa el lugar más importante de la narración es que unos hombres mataron a otros, a quienes antes hicieron presenciar a sus mujeres bailando desnudas. Brownmiller sintetiza este enfoque masculino: “Si la violación no se hubiese perpetrado en presencia del marido, no hubiera habido una violación de propiedad tan clara, no hubiera existido el impúdico ultraje de hombre a hombre, porque debemos recordar que dentro del mito del violador heroico las mujeres desempeñan un papel menor” (1975, p.289). Los siguientes ejemplos ilustran ese modelo de pensamiento: ‘La otra vez llegaron a una casa. Al señor lo amarraron, le cogieron a la señora y a una hija y las violaron delante de él. Él dice que poner la denuncia es como decir que va a buscar la muerte (183 Casos En El Dossier De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de marzo de 2009) La denuncia del padre de una joven de 20 años que fue raptada en Barrancabermeja por un paramilitar refleja el drama que viven los familiares de mujeres víctimas de abuso sexual que han sido esclavizadas (183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de marzo de 2009) En la primera cita se da voz exclusivamente al hombre: él fue el amarrado, a él le cogieron la señora y a una hija y se las violaron, es él quien no puede poner la denuncia. En suma, la violación de esas dos mujeres no es presentada como algo que les haya sucedido a ellas, sino algo que padece este “pobre” hombre, que no halla cómo defenderse. El drama que se destaca en esta línea discursiva no es el que viven las mujeres agredidas sino el de sus familiares, como queda expresado en la segunda cita, a raíz de la denuncia del padre. En Miraflores, Guaviare, la violación de una niña de 13 años fue la advertencia que le dieron las Farc a los padres de la menor para que abandonaran de inmediato el pueblo (183 Casos En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de marzo de 2009)
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En este último ejemplo, el punto vuelve a hacerse explícito: la violación no se considera una agresión a la niña que la sufre, sino la advertencia de las FARC a los padres de aquella. Lo que no está dicho es que tanto en el extremo del agresor como en el del agredido, encontramos sólo hombres, pues se ha documentado a lo largo del mismo texto que los agresores sexuales de todos los bandos son hombres justamente, y en el contexto provincial en el que se enmarca la situación, es difícil pensar que sea en manos de la madre en quien descanse la decisión de abandonar o no el pueblo. Tenemos entonces que el discurso de El Tiempo actualiza el mito del violador heroico, en el que la violación constituye un diálogo entre hombres que desean detentar el poder apropiándose de los bienes de los otros (entre ellos sus mujeres). De esta manera, “el asalto sexual a una esposa, hija, amiga, hermana o madre es frecuentemente considerado por los hombres como un gran daño traumático a sí mismos, una manifestación tanto más significativa si recordamos que, por lo general, los hombres tienden a olvidar el daño emocional sufrido por las mujeres que han sido violadas” (Brownmiller, 1975, p.288). Ahora bien, ¿cómo representa la prensa a esas mujeres cuyo acceso se disputan los hombres a través, por ejemplo, de la violación? En mi corpus de textos, dichas mujeres son construidas únicamente como víctimas. Los distintos tipos de violadores que hacen parte de los “otros” se subsumen en el colectivo al cual pertenecen, colectivo del que se destaca una agencia devastadora; de los violadores reconocidos como parte de “nuestro” colectivo se predica también una agencia, aunque individualizada; en cambio, cuando se habla de las mujeres violadas éstas aparecen únicamente como entes pasivos sobre los cuales recaen agresiones, sin ningún tipo de agencia. Cuando se refiere a las mujeres, los discursos de El Tiempo recurren a una generalización que cumple la función de abstraer o borrar identidades específicas. Las mujeres agredidas se caracterizan entonces como “víctimas”, sin nombre o contexto particulares, hecho que puede entenderse como una legitimización de la pasividad: en ningún caso el discurso rescata acciones de resistencia por parte de las mujeres.
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De estas mujeres, caracterizadas en general como víctimas pasivas, se destacan siempre una serie de características, como la edad o sus atributos físicos. La edad se destaca cuando toca los extremos: demasiado joven o demasiado vieja, y la juventud de una víctima parece ser una invitación a la agresión, una circunstancia que convierte a la mujer en vulnerable, de manera que las mujeres jóvenes son percibidas como las víctimas por excelencia. Por haber sostenido una relación sentimental con un policía, las Farc asesinaron el 19 de agosto del 2006 a una joven de 15 años (183 Casos en el „Dossier‟ de abusos sexuales del conflicto. Marzo 2 de 2009)
temáticas son cobijadas bajo la misma figura, o cuando la responsabilidad de garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se asigna a la Procuraduría Delegada para la Infancia, la Adolescencia y la Familia, dando lugar a todos los despropósitos que en el caso colombiano ha tenido tal asignación5. De esta manera las mujeres desaparecen del ámbito público y son siempre asociadas a la vulnerabilidad (en su infancia), a la sexualidad problemática (en su adolescencia) o a la familia (en su edad adulta, en la que se presupone la heterosexualidad).
Ahora bien, no sólo la edad aparece destacada en los textos que se refieren a la dimensión de peligro en la sexualidad. También circulan una serie de El caso de esta mujer de 25 años no está en el dossier de caracterizaciones que ponen en entredicho las 183 expedientes de abuso sexual en el conflicto armado agresiones que sufren las mujeres, quienes, mediante sobre los que la Fiscalía le entregó cuentas hace algunos marcadores linguisticos de duda, pasan a convertirse en meses a la Corte Constitucional (Abuso, otra cara oculta meras denunciantes, como en el ejemplo que sigue: del conflicto armado. Mayo 23 de 2009) Su relato, en el que aseguró haber sido violada en Está acusado de abuso y acoso sexual a menor de 14 público por varios hombres, (…) Sin embargo, falta un años, estudiante del colegio Carlos Albán, de reconocimiento médico legal que pruebe lo que afirma Bosa (Detenido profesor por cargos de abuso sexual. la víctima para reforzar las imputaciones contra los ex Junio 5 de 2009) cabecillas ‘paras’, hoy presos en una cárcel federal del Distrito de Columbia en Estados Unidos” (183 Casos Una madre, también de Medellín, le contó a la Fiscalía En El „Dossier‟ De Abusos Sexuales Del Conflicto. 2 de que su hija de 13 años desapareció un día de las comunas marzo de 2009) y que lo siguiente que supo de ella fue que la tenían los paras (Fiscalía, tras el rastro de la esclavitud sexual en el El discurso habla entonces, no de una mujer que “fue conflicto. Mayo 3 de 2009) violada” sino de una mujer “que aseguró haber sido violada”. Los hechos se transforman en sólo una versión Además de construir un “perfil” ideal de la víctima como de los hechos. No se asevera que unos abusos hayan “joven”, este énfasis en la edad (cuando es temprana) tenido lugar, sino que unas mujeres estiman haber sido invisibiliza las violencias sexuales que sufren mujeres abusadas, lo cual señala la adhesión a un punto de vista de otros grupos etáreos. Por otra parte, los discursos determinado y parcializado. incurren muchas veces es una infantilización de la mujer agredida (sea o no “menor”), al asociar la problemática Este ambiente de duda sobre la palabra de las mujeres de las “víctimas” con aquella relacionada a la infancia: agredidas suele reforzarse con la imputación de pruebas de los acontecimientos: una declaración no es Un equipo de EL TIEMPO exploró esa cara vergonzosa suficiente, se requieren huellas físicas que la respalden. del conflicto y encontró a varias víctimas que Para demostrar su inocencia, la mujer agredida debe -como les pasa a centenares de niños que fueron exhibir señales físicas verificables de violencia, en reclutados por los actores armados- siguen siendo caso contrario (si, por ejemplo, ha evitado los golpes) invisibles para el país y para la justicia” (Abuso, otra cara se entenderá que ha disfrutado de la agresión y ésta oculta del conflicto armado. Mayo 23 de 2009) quedará desvirtuada como tal. Una tendencia similar se observa en el diseño general 5 Para una semblanza de lo de la política pública, por ejemplo, en la que ambas ocurrido en Colombia en este
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sentido ver: http://franciscoclaro.wordpress.com/2009/10/01/ quien-se-opone-a-la-clinica-de-la-mujer- en-medellin/
No existen referentes al respecto, lo cual instala la violación como un hecho inevitable una vez que cualquier mujer se enfrente a su posibilidad.
El análisis de Virginie Despentes (2006) arroja también muchas luces sobre este asunto. Al hablar sobre su propia violación, esta autora recuerda cómo en ese momento preciso se sintió mujer, “suciamente mujer”, como nunca se había sentido antes ni se sentiría después, respondiendo a la domesticación que como mujer había vivido, sin aprender a defenderse, convencida de que los hombres son más fuertes. Según Despentes, “era el proyecto mismo de la violación lo que hacía de mí una mujer, alguien esencialmente vulnerable” (2006, p.41) y haber sobrevivido a ese episodio es un hecho que habla contra ella, pues “una mujer que respeta su dignidad hubiera preferido que la mataran”. Nunca he leído una síntesis más clara del dilema que implica la violación que ésta que hace Despentes: “No estoy furiosa contra mí por no haberme atrevido a matar a uno de ellos. Estoy furiosa contra una sociedad que me ha educado sin enseñarme nunca a golpear a un hombre si me abre las piernas a la fuerza, mientras que esa misma sociedad me ha inculcado la idea de que la violación es un crimen horrible del que no debería reponerme. Sobre todo, me da rabia que frente a tres hombres, una escopeta y atrapadas en un bosque del que no podíamos escapar corriendo, hoy todavía me sienta culpable de no haber tenido el coraje de defendernos con una pequeña navaja” (2006, p.41)
La ausencia de discursos sobre resistencias de las mujeres sugiere que éstas, hagan lo que hagan, están destinadas a ser derrotadas: “no sólo se concibe la resistencia como un acto inútil, sino incluso exacerbador y estimulador de violencia, lo que puede conllevar otra idea socialmente extendida, y es que hay que someterse a este tipo de vejaciones para evitar consecuencias mayores” (Fernández, 2003, p.117). Sin embargo, debe existir, como he dicho, una resistencia mesurada que pueda verificarse (mediante huellas físicas), una cantidad “justa y necesaria” de violencia que pruebe que la víctima no estaba disfrutando la situación. Sin esas huellas, su palabra será desvirtuada, lo cual sucederá también si la resistencia es “excesiva”, pues las mujeres que agreden al agresor son consideradas “monstruos anormales” y los medios reservan un tratamiento bastante duro para ellas, como ha sido el caso cuando se presentan mutilaciones genitales al agresor6.
El discurso sobre la violación encierra una gran paradoja: promueve la idea de que defenderse es peligroso y puede tener un final peor, pero exige, al mismo tiempo, que la mujer que se enfrenta a una agresión sexual se resista, pues ello constituye la única prueba de que efectivamente no deseaba lo que ocurrió. Como señala Natalia Fernández, el discurso al respecto sostiene que “a una mujer se le puede dar muerte porque se opone a la violencia, y se la puede violar porque no se opone a ciertos actos de violencia” (2003, p.142). Las opciones que los relatos plantean se reducen a dos: permitir la violación para no morir, o resistirse y entonces encontrar, además de la violación, la muerte. Existe una ausencia total de otros relatos, que hablen de situaciones con otro final, de resistencias fructíferas, de escapes, de mujeres que hayan podido defenderse eficazmente, de luchas frontales en las que ellas hayan salido victoriosas.
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El mandato de género circulante en estos discursos, que reclama de las mujeres pasividad y sumisión, sostiene que mujer “excitante” o sexualmente activa subvierte este mandato y se convierte automáticamente en una mujer susceptible de ser agredida, con el agravante de que la culpa de dicha agresión recaerá sobre ella misma. El mismo mandato de género construye el deseo masculino como incontenible, de manera que ante un estímulo primigenio (una mujer hermosa, seductora o sencillamente habitando espacios típicamente masculinos) el violador sentirá que su agresión se justifica. El discurso en este sentido toma incluso la voz de mujeres que han interiorizado la culpabilización: “Hoy, dice, el miedo sigue intacto. También la ronda la idea de que la ropa que llevaba puesta ese día tal vez llevó al jefe del grupo a abusar de ella (…) Algunas, incluso, creen tener algún grado de responsabilidad en los hechos.” (Abuso, otra cara oculta del conflicto armado. Mayo 23 de 2009) 145 Las mujeres, que se presentan como siempre expuestas a la posibilidad de una violación frente a la que no podrán resistirse, son cargadas además con la necesidad de protegerse a sí mismas de tal situación, autoregulando no sólo su manera de vestir, sino también restringiendo su circulación. El discurso sobre
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violencia sexual hace circular la idea de que el espacio público es potencialmente peligroso para las mujeres, porque es allí donde tienen lugar el mayor número de agresiones propiciadas por violadores desconocidos. La proliferación de mensajes en este sentido tiene consecuencias en la movilidad de las mujeres: “El papel del discurso en estos procesos de multiplicación del miedo y su contribución directa a la dependencia y restricción de movimientos por parte de las mujeres es evidente” (Fernández, 2003, p.121) Los mensajes insisten en que el territorio rural es peligroso para las mujeres, básicamente por la presencia allí de esos “otros”, sin escrúpulos a la hora de cometer abusos sexuales contra ellas en el marco de variados conflictos. Pero la ciudad tampoco es un lugar seguro: “Lamentablemente, en Bogotá hay sitios que están vedados para las mujeres, porque reiterativamente se presentan casos de violencia física y abuso sexual” (50 Sitios peligrosos para las mujeres en Bogotá. Enero 3 de 2009) La noticia de la que se extrae la cita anterior, dice que “son al menos 50 los sitios públicos altamente peligrosos para la población femenina”, e incluye un listado de “zonas de riesgo en cada localidad”, en el que se indican los lugares exactos en los que se registra “la mayor cantidad de atracos, violaciones y agresiones físicas a mujeres”. No obstante esta plena identificación de lugares, no se anuncian (ni se demandan) en el texto medidas que contrarresten esa inseguridad sino que ésta se naturaliza y permite hablar de “sitios vedados para las mujeres”. 6 Un caso paradigmático es el protagonizado por la ecuatoriana (y este dato tendría que contemplarse en el análisis de los discursos que documentan el caso) Lorena Bobbit, quien cortó el pene a su marido con un cuchillo tras ser violada por éste. Que exista un reconocimiento generalizado de dichos puntos peligrosos no conduce a formular alternativas para eliminarlos, sino a invitar a las mujeres a no exponerse, ratificándolos como sitios “vedados”. No se trata, pues, de eliminar los lugares que significan un riesgo, sino de eliminar a las mujeres de esos lugares: “En lugar de plantearse que lo que hay que hacer es reeducar a los varones en los principios del respeto hacia las mujeres, se quiere solventar el problema por medio de la exclusión sistemática y premeditada
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de las mujeres” (Fernández, 2003, p.139) Al igual que sucede con la exigencia de pruebas suficientes de resistencia al ataque sexual, o con la culpabilización de la mujer “provocadora”, al prevenir a las mujeres sobre los “sitios peligrosos”, se carga sobre ellas la responsabilidad del control de la situación: si no quiere ser violada resístase (aunque eso le cueste la vida). Si no quiere ser violada, vístase de manera adecuada. Si no quiere ser violada, no transite por los lugares peligrosos. La conclusión retórica que se extrae de esas formulaciones es sencilla: si no tiene huellas físicas de resistencia, si usaba ropa demasiado ligera, si no se abstuvo de caminar por esos sitios, ha de ser porque realmente deseaba lo que le sucedió. Fernández llama a este fenómeno “falseamiento disuasivo en el planteamiento de soluciones” (2003, p.139) Tenemos entonces que el discurso sobre violación y abusos sexuales dibuja el tipo de mujer que puede ser violada: preferiblemente joven, inocente, en general mujeres muy “morales”; con otras mujeres, que se apartan de ese modelo, sucede algo muy distinto. Las formas del discurso en prensa nos advierten que en algunos casos la violación es imposible, no porque exista resistencia efectiva por parte de las mujeres, sino porque existen mujeres “inmorales”, que no están investidas de la calidad de sujetos, cuyos cuerpos no les pertenecen y que, en consecuencia, no podrían nunca estar en desacuerdo con un acercamiento sexual, esto es, no podrían nunca ser realmente violadas. Las mujeres inviolables por excelencia son las prostitutas. Aunque sabemos por otras fuentes que este sector se enfrenta constantemente a graves situaciones de abuso sexual, no se documenta, en ninguno de los textos examinados, la violación de una prostituta. Cuando se describen hechos que remiten a violaciones de prostitutas, las cosas cambian de nombre y merecen un tratamiento distinto: Los agentes del CTI no están detrás de ningún delincuente, sino de víctimas de otro de los capítulos no explorados del conflicto en Colombia: la esclavitud sexual (…) La muchacha, que tenía 21 años, sabía que iba a trabajar en prostitución. Lo que ignoraba eran las condiciones (…) “El asunto se complicó cuando vi la fila de hombres (...) Me obligaron a estar con todos ellos y con los que llegaran (…) No se pueden imaginar lo terrible que fue” (…) En otros casos recogen a mujeres
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en los bares, las llevan a los campamentos y las devuelven al poblado, golpeadas, en las mañanas (Fiscalía, tras el rastro de la esclavitud sexual en el conflicto. Mayo 3 de 2009) Tenemos entonces que una prostituta no es violada, es esclavizada para servicios sexuales. El giro no es gratuito. Es posible entender que existe diferencia entre una violación puntual y violaciones reiteradas, en las que la mujer es retenida por un lapso de tiempo largo y abusada en múltiples ocasiones, y que para lo segundo se construya un nombre distinto. Sin embargo, un caso como el de “El Monstruo de Amstetten” se ajusta a la segunda descripción y para referirse a él nunca se habla de “esclavitud sexual” sino que se mantiene el marco de “abuso sexual”. Se menciona, sí, como cargos adicionales, los de secuestro y esclavitud, pero la violencia sexual sigue llamándose violación en su caso. En el texto del que se extrae la cita previa, no obstante, nunca aparece la palabra violación ni la palabra abuso. El tratamiento que se le da a los hechos es el mismo que recibe una vulneración a los derechos laborales: “sabía que iba a trabajar en prostitución. Lo que ignoraba eran las condiciones”. Que las mujeres declaren haber sido obligadas a “estar con todos ellos”, que “no se pueden imaginar lo terrible que fue” o que sean devueltas a sus lugares de origen golpeadas, no alcanza para calificar el suceso como violación, porque son prostitutas. Cuando la mujer sobre quien recae el abuso es una prostituta, no pasarán tres líneas del texto antes que nos enteremos de ello: es importante hacer énfasis en que se trata de una mujer “trabajadora de un bar”, una mujer que “sabía que iba a trabajar en prostitución”. Así como en los casos de abusos de menores la edad es un dato infaltable y destacado, porque aumenta el carácter repudiable de los hechos que se narran, cuando los abusos recaen sobre una prostituta se destaca de inmediato su actividad, y con ello se aligera la gravedad del episodio. Además de dejar claro que se trata de prostitutas -o tal vez por lo mismo- desaparecen del discurso connotaciones de violencia, violación, o abuso sexual. En estos casos, ser “obligadas a trabajar en prostíbulos” no equivale a ser violadas. Sorpresivamente, cuando se ejerce bajo coerción y en el marco del conflicto, la prostitución merece tratamiento de “trabajo”, como cualquier otro, cosa
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que no es así cuando se habla de prostitución voluntaria, en las que dicho oficio no merece el estatus de ocupación económica y de hecho se cuestiona que alguien pueda ejercerlo de manera voluntaria, insistiendo constantemente en las coyunturas que las “obligan” a ejercerla. Al sustituir “violación” por “esclavitud sexual”, el discurso abandona el terreno de la violencia de género y se adentra en el de la libertad y las condiciones laborales. Ser esclavizada para realizar un trabajo (sexual), ese es el delito que se denuncia cuando las protagonistas son prostitutas. Subyace, en el fondo, la idea de que “una prostituta no puede ser violada”. 4. Conclusiones Mi análisis sobre esta erotización de la violencia en la prensa pone de relieve cómo las agresiones sexuales cometidas contra mujeres adultas pierden su especificidad y su carga negativa al relacionarse con otro tipo de agresiones, e incluso permanecen muchas veces innombradas. Las estrategias discursivas que he rastreado erotizan, e incluso describen en términos afectivos, la violencia, con lo cual se confunden las relaciones humanas con las políticas de dominación, naturalizando éstas últimas y haciéndolas pasar como parte inevitable del entramado social. Desde el Feminismo sabemos que las agresiones sexuales son siempre un acto de dominación masculina, pero el discurso mediático sólo identifica este carácter en cierto tipo de agresiones, aquellas que atropellan valores que realmente le son caros: en casos de incesto (cuando se viola el tabú por excelencia) o de abuso infantil (porque el paradigma del respeto a la infancia está mucho más instalado en el imaginario que el respeto a las mujeres). La tipología de violadores y mujeres violadas (o violables) que he reconstruido tras el análisis de mi universo textual da cuenta de ello. El violador que se denuncia con mayor frecuencia es presentado como un “otro”, excluido del colectivo social legítimo (cuando se trata de un actor armado ilegal, un “monstruo” incestuoso o un violador racializado); aquellos violadores que se reconocen como parte de “nuestro” colectivo (religiosos, docentes, policías y hombres adinerados) merecen mucha menos visibilidad y la narración de sus actos suele acompañarse de marcadores linguísticos exculpatorios.
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Las mujeres violadas, por su parte, aparecen sólo como víctimas, como entes pasivos sobre los cuales recaen agresiones ante las cuales no pueden ejercer ningún tipo de resistencia. Para referirse a ellas los discursos recurren a generalizaciones que borran sus identidades específicas, haciéndolas parte de un colectivo uniforme caracterizado por la pasividad. En muchas ocasiones incluso se pone en tela de juicio su palabra, y una violación se registra sólo como una denuncia de violación.
Vance, Carole (1989) Placer y peligro: Explorando la Sexualidad Femenina. Madrid: Editorial revolución S.A.L. Ziga, Itziar (2009) Un zulo propio. España: Editorial Melusina (2009) Devenir Perra. España: Editorial Melusina
Además de la víctima pasiva, también aparecen en el discurso mujeres inviolables, es decir, mujeres que se han apartado del mandato de género que se les asigna (por tener una vida sexual muy activa, por ejemplo), con lo cual merecen, e incluso provocan, las agresiones sexuales que padecen. En el mismo sentido, prevenir los ataques sexuales se establece como responsabilidad de las mujeres, quienes deben ajustar sus cuerpos y sus deseos a la norma de género, restringiendo su libertad de expresión y de movilidad. Las violaciones siguen entendiéndose, además, como un diálogo entre hombres: lo que se registra con mayor claridad en los textos es la afección que sienten algunos cuando otros han agredido a sus mujeres. Este discurso nutre la idea de que la violación es una expresión de masculinidad, que indica el sentido de propiedad de los hombres sobre las mujeres, y naturaliza el hecho de que sea sobre los cuerpos de ellas que tengan lugar tales luchas por el poder. Que no existan textos que relaten experiencias exitosas de resistencia por parte de las mujeres fortalece el imaginario según el cual sólo podemos ser derrotadas en esas batallas masculinas. Obras citadas Browmniller, Susan (1975) Contra nuestra voluntad. Hombres, mujeres y violación. Barcelona: Editorial Planeta Davis, Angela (2004) Mujeres, Raza y Clase. Madrid: Ediciones Akal Despentes, Virginie (2007) Teoría King Kong. España: Editorial Melusina Fernández, Natalia (2003) La violencia sexual y su representación en la prensa. Barcelona: Anthropos Jimeno, Miriam (2004) Crimen Pasional. Contribución a una antropología de las emociones. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia Pheterson, Gail (1996) El prisma de la prostitución. Madrid: Talasa
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