ética y educación sexual
contenido En la presente guía se encuentran los resumenes que explican las ideas centrales que el autor o autora presenta en los diferentes textos. No se trata de una valoración personal, sino de una síntesis de los conceptos expuestos en la lectura.
Muñoz, V. (2012). El derecho humano a la educación para la afectividad y la sexualidad integral: contribuciones para una reforma educativa necesaria. Heredia: UNA Sontag, S. (2003). La enfermedad y sus metáforas, de Susan Sontag. Buenos Aires, Ed. Taurus Rubin, R. Collaboration and Conflict: Looking Back at the 30-Year History of the AIDS Clinical Trials Group. JAMA December 22/29, 2015 Volume 314, Number 24 Fausto-Sterling. (2006). Cuerpos Sexuados. Barcelona: Editorial Melusina. Foucault, M. (1976). Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós. Queer bioethics: why its time has come. Bioethics. Volume 26 Number 1 2012 pp ii–iv Lomas, C. ¿La escuela es un infierno? Violencia escolar y construcción cultural de la masculinidad. Revista de Educación, No.342, (Enero-abril 2007), pp. 83-101 Dixon-Mueller,R; Germain,A; Fredrick,B & Bourned K. Hacia una ética sexual de derechos y responsabilidades. Reproductive Health Matters. 2009;17(33):111–119.
la educación sexual en costa rica
Análisis de situación con base en el libro El derecho humano a la educación, la afectividad y la sexualidad integral, editor Vernor Muñoz. Publcado por la UNA.
Educación Sexual la definen como un “enfoque a la enseñanza sobre el sexo y las relaciones
que resulte apropiado a la edad, relevante culturalmente, y propor- cione científicamente información precisa, realista y sin prejuicios. La educación sexual proporciona oportunidades para explorar los valores y actitudes propios y la construcción de la toma de decisiones, habilida- des de comunicación y reducción de riesgos sobre muchos aspectos de la sexualidad” UNESCO, “International guidelines on sexuality education...” Opus cit., p.10.
La sexualidad
Es una actividad inherente a los seres humanos, que abarca múltiples dimensiones personales y sociales. Sin embargo, esta actividad suele permanecer oculta o exclusivamente ligada a la reproducción, por diferentes motivos -tanto culturales, como religiosos o ideológicos-, que en su mayoría están relacionados con la persistencia del patriarcalismo.
El patriarcalismo
El patriarcalismo es un sistema de ordenación social que impone la supremacía de los hombres sobre las mujeres, aunque también determina estrictos roles a los hombres e incluso divide a los géneros en contra de sí mismos. Además de la desigualdad de género, el patriarcalismo impide la movilidad social y estratifica las jerarquías sociales.
La salud sexual Sr. Paul Hunt, ha definido la salud sexual como un “estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad, y no simplemente la ausencia de afecciones, disfunciones o enfermedades; la salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de gozar de experiencias sexuales agradables y seguras, exentas de coacción, discriminación y violencia” E/CN.4/2004/49, pár. 53-54. La educación es la herramienta primaria y fundamental para combatir el patriarcalismo. Cuando no se organiza de manera adecuada, el sistema educativo conduce al resultado inverso, perpetuando la injusticia y la discriminación.
Tratados de derechos humanos de las Naciones Unidas Los Comités también han identifi-cado la educación sexual como medio para garantizar el derecho a la salud, ya que contribuye a la reducción de las tasas de mortalidad materna, del aborto, de los embarazos de adolescentes y del VIH/ SIDA. la educación sexual como un medio de asegurar el derecho de las mujeres a la salud, en particular la salud reproductiva40, así como el pleno acceso a la educación sexual de todas las niñas y mujeres jóvenes, incluidas las de las zonas rurales y comunidades indígenas.
Las personas a tienen derecho a acceder a información científica y de calidad, libre de prejuicios y acorde con su edad, para favorecer un desarrollo pleno y prevenir posibles abusos físicos y psicológicos.
Tendencias observadas por regiones y por países En la gran mayoría de los países de América Latina y Caribe las personas encargadas del desarrollo curricular son profesionales en pedagogía, psicología y medicina, mientras que las encargadas de la implementación de las políticas sobre Educación Sexual Integral mayoritariamente son los y las docentes.Es de resaltar el rol que han tomado los Ministerios de Educación y Salud de muchos de los países de esta región. A pesar de que un buen número de los países de esta región reportan políticas de Educación relacionadas con VIH, son relativamente pocos los que lo abordan de un modo integral, ya que raramente se hace referencia a los derechos humanos, valores, habilidades para la vida y participación de las comunidades.
La Educación Sexual como respuesta a varias pandemias mundiales Se estima que hacia finales de 2008, 33,4 millones de personas vivían con VIH en el mundo, mientras que para ese año las muertes a causa del SIDA se estimaban en alrededor de 2 millones de personas, de las cuales casi 300.000 fueron niños y niñas. ONUSIDA, Informe 2009. Disponible en http://data.unaids.org/pub/Re- port/2009/2009_epidemic_update_es.pdf Otra pandemia que castiga a toda la humanidad es la violencia contra las mujeres. Se estima que, en el transcurso de su vida, al me- nos una de cada tres mujeres en el mundo ha sido golpeada, forzada sexualmente o abusada de algún modo Los hombres que reciben una adecuada educación sexual adquieren valores de solidaridad, justicia y respeto a la integridad de las demás personas y, por tanto, es menos probable que recurran a la violencia sexual y de género.
AN Á LI SIS
PO R
PER S PECT IVA S
Discapacidad A menudo, las personas con discapacidad son consideradas injustificadamente incompetentes o peligrosas para ellas mismas. Esos prejuicios, aunados a leyes y prácticas que restringen su capacidad jurídica y su capacidad de actuar, muchas veces hacen peligrar su derecho al consentimiento informado, pues erróneamente se supone que no tienen deseo sexual ni mantienen relaciones íntimas, lo que lleva negarles una parte constitutiva de su personalidad, como es la sexualidad, y por ende el derecho al placer y la felicidad.
Masculinidad Ha sido reconocida hace ya varios años como una dimensión importante dentro de los análisis de género, así como un área de intervención a favor de la igualdad entre los géneros. Se debe tener en cuenta que el patriarcado afecta a todas las personas, naturalizando y estereotipando roles, y de esta manera impone necesidades, formas de ser y de sentir.
Género La educación sexual debe prestar particular atención a la diversidad, pues todas las personas tienen derecho a vivir su sexualidad sin ser discriminadas en razón de su orientación sexual o de su identidad de género. Tomar en cuenta la existencia de personas con necesidades especiales - como las personas jóvenes no escolarizadas o las mujeres jóvenes casadas -, a quienes resulta necesario educar para la sexualidad por otras vías diferentes a las de la educación formal, así como a las personas mayores que, con frecuencia por falsas concepciones, se ven privadas de una vida sexual plena.
El SIDA y sus metáforas Susan Sontag. La enfermedad y sus metáforas. El SIDA y sus metáforas. Páginas 50-86.
Sida es el nombre que se atribuye a un cuadro clínico cuyas consecuencias forman todo un
espectro de enfermedades. La definición misma de sida implica la existencia de otras enfermedades, las llamadas infecciones y malignidades oportunistas El sida es una construcción clínica, una inferencia. Adquiere identidad a partir de la presencia de algunos síntomas de una larga, cada vez más larga, lista de (nadie padece de todo lo que el sida puede ser) síntomas que «significan» que lo que el paciente tiene es esta enfermedad.
La métafora «La metáfora consiste en dar a una cosa el nombre de otra». Decir que una cosa es o que es como algo- que-no-es es una operación mental tan vieja como la filosofía y la poesía, el caldo de cultivo de la mayor parte del entendimiento, inclusive el entendimiento científico y la expresividad. La enfermedad es vista como una invasión de organismos extraños, ante la que el cuerpo responde con sus propias operaciones militares, como la movilización de las «defensas» inmunológicas; mientras que la medicina, como en la jerga de la mayor parte de las quimioterapias, es «agresiva».
Lo que generalmente se entiende por sida es el último de un total de tres estados: 1. Infección por el VIH 2. Complejo relacionado con el sida (CRS). 3. SIDA, para quedarse con una de dos posibilidades o con ambas. Que el virus no sea letal para todas las células que lo albergan, según se piensa hoy, sólo acentúa la reputación que tiene la enfermedad (el enemigo) de ser artera e invencible. El hecho de que el sida no sea una enfermedad única sino un síndrome que consiste en una lista indefinida de enfermedades «ostensibles» (es decir, que dan fe de que el paciente padece la enfermedad), lo hace más aún fruto de una definición o de una construcción de lo que puede serlo incluso una enfermedad tan compleja y multiforme como el cáncer.
La enfermedad Desde un principio la construcción de la enfermedad ha dependido de conceptos que distinguían entre un grupo de individuos y otro —los enfermos de los sanos, los individuos con CRS de los individuos con sida, ellos y nosotros— al tiempo que implicaban la inminente disolución de estas distinciones El sida, que hace que las personas sean consideradas enfermas antes de estarlo; que produce lo que parece ser un despliegue infinito de síntomas de enfermedad y para el que sólo existen paliativos; y que para muchos significa una muerte social anterior a la muerte física Las enfermedades más aterradoras son las que parecen no sólo letales sino deshumanizadoras, en un sentido literal.
El cáncer El cáncer hace proliferar las células; con el sida, las células mueren. Y así como este modelo original del sida (imagen especular de la leucemia) ha sido alterado, también las descripciones de cómo trabaja el virus continúan siendo el eco de cómo se supone que la enfermedad se infiltra en la sociedad. «Se ha descubierto que el virus del sida se esconde en las células. Imposible detectarlo con las pruebas normales» Desde hace ya varias generaciones, la idea genérica de la muerte ha sido la muerte por cáncer, y la muerte por cáncer es vivida como una derrota genérica. Ahora, la refutación genérica de la vida y de la esperanza es el sida.
Sexualidad Ahora el sida obliga a pensar que la sexualidad puede tener las más horrendas consecuencias: el suicidio. O el homicidio. (En Estados Unidos se intentó convertir la sexualidad en cosa peligrosa durante el pánico provocado por el herpes, a principios de los años ochenta; pese a que el herpes, cuando mucho, es un trastorno horrendo, eróticamente descalificador). Se piensa que hablar de condones y de agujas limpias equivale casi a disculpar e inducir la sexualidad ilícita y las drogas ilegales. (Y hasta cierto punto así es. La educación sobre cómo evitar el sida implica la aceptación, y por ende la tolerancia, de que no es posible erradicar la variedad en la expresión de los sentimientos sexuales)
Transmisión sexual La transmisión sexual de esta enfermedad, considerada por lo general como una calamidad que uno mismo se ha buscado, merece un juicio mucho más severo que otras vías de transmisión, en particular porque se entiende que el sida es una enfermedad debida no sólo al exceso sexual sino a la perversión sexual. Una enfermedad infecciosa cuya vía de transmisión más importante es de tipo sexual, pone en jaque, forzosamente, a quienes tienen vidas sexuales más activas; y es fácil entonces pensar en ella como un castigo.
Mientras que el sida, junto con la lepra y la sífilis, ha resultado ser (y no sorprende) una de las enfermedades más cargadas de significados, es evidente que hay impedimentos que acotan la tendencia a estigmatizar al individuo que lo padece. El modo con que la enfermedad se presenta como perfecto depositario de los miedos al futuro más generalizados, hace que hasta cierto punto sean irrelevantes los predecibles esfuerzos por colgar la enfermedad como una etiqueta a determinados grupos o al continente negro.
Epidemia Toda enfermedad epidémica es temida, pero especialmente las que se asocian con la licencia sexual, genera una distinción preocupante entre los portadores putativos de la enfermedad (que por lo general significa sencillamente los pobres y, en estas latitudes, personas de piel oscura) y los que se definen como «la población general», según pautas dadas por los profesionales de la salud y demás burócratas.
“Peste” «Peste»: esta es la metáfora principal con que se entiende la epidemia de sida. Y por efecto del sida, la errónea identificación del cáncer con una epidemia, hasta con una peste, parece alejarse: el sida ha banalizado el cáncer. Las enfermedades más temidas, aquellas que no son sencillamente letales sino que transforman el cuerpo en algo alienante, como la lepra, la sífilis, el cólera y (según la imaginación de muchos) el cáncer, parecen particularmente aptas para que se las promueva a la categoría de «peste» Considerar una enfermedad como un castigo es la más vieja idea que se tiene de la causa de una enfermedad, y es una idea que se opone a todo el cuidado que merece un enfermo, ese cuidado digno del noble nombre de medicina.
Se lo tiene por una enfermedad tropical: otra infección más del llamado Tercer Mundo, lugar en el que al fin y al cabo vive la mayor parte de la población mundial, y también un flagelo de los tristes tropiques. No se equivocan los africanos cuando ven estereotipos racistas en muchas de las especulaciones acerca del origen geográfico del sida.
La política El sida es la preocupación preferida de quienes traducen su agenda política en términos de psicología de grupos: la autoestima y autoconfianza nacionales. Aunque estos especialistas en sentimientos feos insisten en que el sida es un castigo por la desviación sexual, lo que los mueve no es solamente, ni siquiera principalmente, la homofobia. Más importante aún es la utilidad del sida para llevar a cabo uno de los cometidos más importantes de los llamados neoconservadores: la Kulturkampf contra todo lo que suele llamarse (breve e imprecisamente) los años sesenta. Toda una política de «la voluntad» — de intolerancia, de paranoia, de miedo a la debilidad política— se ha aferrado al sida.
El estereotipo Sucedió con la lepra, si bien unos diez millones de personas, fácilmente ignorables pues en su mayor parte viven en el continente africano o el subcontinente indio, padecen de lo que hoy se llama, como parte de una saludable desdramatización, la enfermedad de Hansen (en nombre del médico noruego que descubrió hace más de un siglo su bacilo). Y sucederá con el sida, cuando la enfermedad esté mucho mejor comprendida y sea, sobre todo, tratable. Por el momento, buena parte de la experiencia individual y de las medidas sociales dependen de la lucha por la apropiación retórica de la enfermedad: cómo poseerla, asimilada en la discusión y el estereotipo.
El esfuerzo por zafar a esta enfermedad, que tanta culpa y vergüenza despierta, de estos significados, de estas metáforas, es particularmente liberador, aún consolante. Pero no se ahuyenta a las metáforas con sólo abstenerse de usarlas. Hay que ponerlas en evidencia, criticarlas, castigarlas, desgastarlas.
Collaboration and Conflict
Rita Rubin. Looking Back at the 30-Year History of the AIDS Clinical Trials Group. JAMA December 22/29, 2015 Volume 314, Number 24 “Había un precedente para las unidades de ensayos clínicos, principalmente en el campo del cáncer, pero no había un precedente para la magnitud final de esta”, dijo Antony Fauci, -quien fue hace 30 años, nombrado director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas- en una entrevista reciente en su oficina en Bethesda, Maryland, campus de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
AIDS Clinical Trials Group AIDS Clinical Trials Group (ACTG), apoyó la investigación innovadora que transformó una enfermedad de sentencia de muerte en una enfermedad crónica que podría manejarse durante décadas con medicamentos. "Hubo algunos que nos criticaron y dijeron:"¿Por qué están invirtiendo tanto dinero en 14 unidades cuando ni siquiera tienen drogas? "", dijo Fauci. "Y mi respuesta fue: "Muy pronto tendremos más medicamentos de los que podremos probar, por lo que podríamos configurar las unidades y tenerlas listas ", agregó. "Esa fue realmente una muy buena decisión".
Breve historia de la investigación sobre el SIDA y el AIDS Clinical Trials Group (ACTG)
1983 Se descubre el virus que causa el SIDA
1964 AZT sintetizado
1987 Ensayo contrado con placebo encuentra que AZT prolonga en corto plazo la supervivencia de paciente con SIDA. FDA aprueba AZT para tratar el SIDA.
1986 Se establece el ACTG
1990 ACTG 016 establece baja dosis terapeutica de AZT ACTG 019 muesta que el AZT es seguro y efectivo en demorar el incio de SIDA
1996-1997 ACTG 175 and 320 reportaron beneficios en la combinación temprana de ART para el tratamiendo de VIH
1994 ACTG 076 demuestra que el AZT reduce la incidencia perinatal de la transmisión de VIH
2012 ACTG A5175 identique como segura y efectiva, la dosis única de combinación ART en espación de recursos limitados
2016 ACTG celebra 30 años
Las pruebas en el NCI mostraron que AZT suprimió la replicación del VIH en dosis que no dañaban las células normales, por lo que Burroughs Wellcome financió un ensayo con pacientes con SIDA avanzado. Encontró que AZT disminuyó las muertes y las infecciones oportunistas.
"Muertes por placebo" fue uno de los titulares en uno de los periódicos gay aquí ", recordó Volberding. Y luego estaban los "negacionistas", como los llama, quienes argumentaron que el VIH no causaba el SIDA, por lo que un
medicamento tóxico para tratarlo era similar al asesinato. Argumentaron que, en lugar de atacar al VIH, los científicos deberían tratar de fortalecer el sistema inmunitario.
Activistas y el ACTG Probablemente el crítico más vocal de ACTG fue Larry Kramer, el dramaturgo y autor que cofundó ACT UP (Coalición contra el SIDA para liberar el poder) y Crisis de salud de hombres gay. “Estoy horrorizado por el desastre en el que se encuentra la investigación del SIDA. En 35 años deberíamos saber más de lo que ya sabemos”, dijo Kramer. Si bien la respuesta de la comunidad científica a los activistas fue generalmente hostil y defensiva, Fauci dijo que ahora veía las cosas de manera diferente. "Comencé a escuchar lo que decían, y luego comencé a llevarlos a nuestras deliberaciones sobre el diseño de ensayos clínicos, se convirtieron en socios muy valiosos en nuestros intentos de hacer algo sobre el VIH".
Un objetivo insatisfecho "Nos dimos cuenta de que con un solo fármaco y un virus de ARN es probable que tarde o temprano se desarrolle resistencia, y eso es lo que vimos", dijo Fauci. "Quiero estar aquí hasta que la epidemia haya terminado ... donde quizás no tengamos la vacuna definitiva, sino una vacuna que el futuro se vea bastante bien.”, comentó Fauci. "Lo que comenzó como una red de tratamiento puro ahora incluye prevención, vacunas, microbicidas tópicos, pediatría: está muy por encima del núcleo original del ACTG", dijo Fauci.
Quiero estar sentado en este trabajo, y cuando vea los números, no hayan 50 000 nuevas infecciones al año en los Estados Unidos, sino que hayan 125. No 1,2 millones en todo el mundo, si no como 20.000" - Antony Fauci
CUerpos sexuados
Ann Fausto Sterlin. La política de género y la construcción de la sexualidad.
DUELO A LOS DUALISMOS Etiquetar a alguien como varón o mujer es una decisión social. El conocimiento científico puede asistirnos en esta decisión, pero sólo nuestra concepción del género, y no la ciencia, puede definir nuestro sexo. Es más, nuestra concepción del género afecta al conocimiento sobre el sexo producido por los científicos en primera instancia. Las verdades sobre la sexualidad humana creadas por los intelectuales en ge-neral y los biólogos en particular forman parte de los debates políticos, sociales y morales sobre nuestras culturas y economías.
¿Sexo o género? En 1972, los sexólogos John Money y Anke Ehrhardt popularizaron la idea de que sexo y género son categorías separadas.
Sexo Se refiere a los atributos físicos, y viene determinado por la anatomía y la fisiología. Tener un pene en vez de una vagina es una diferencia de sexo.
Género Es una transformación psicológica del yo, la convicción interna de que uno es macho o hembra (identidad de género) y las expresiones conductuales de dicha convicción. Que los chicos saquen mejores notas en matemáticas que las chicas es una diferencia de género. Presumiblemente, esto podía corregirse aunque la primera fuera ineludible.
El papel del feminismo Las feministas no cuestionaban la componente física del sexo; eran los significados psicológico y cultural de las diferencias entre varones y mujeres —el género— lo que estaba en cuestión. Las señales y funciones corporales que definimos como masculinas o femeninas están ya imbricadas en nuestras concepciones del género. A diferencia de los biólogos moleculares y los miembros de Loveweb, la teoría feminista contempla el cuerpo no como una esencia, sino como un armazón desnudo sobre el que la ejecutoria y el discurso modelan un ser absolutamente cultural.
Lo normal Al anteponer lo normal a lo natural, los médicos también han contribuido a la biopolítica poblacional. Nos hemos convertido, escribe Foucault, en una «sociedad de normalización». La noción de patología se aplica hoy en muchos ámbitos, desde el cuerpo enfermo o diferente, hasta la familia uniparental en el gueto urbano. Los intersexuales tienen cuerpos disidentes, incluso heréticos. No encajan de manera natural en una clasificación binaria, si no es con un calzador quirúrgico.
¿Por qué deberíamos amputar o esconder quirúrgicamente un clítoris «ofensivamente» grande? La respuesta: para mantener la división de géneros, debemos controlar los cuerpos que se salen de la norma. “Estoy profundamente comprometida con las ideas de los movimientos gay y de liberación femenina, que sostienen que la conceptualización tradicional del género y la identidad sexual constriñe las posibilidades de vida y perpetúa la desigualdad de género. Para cambiar la política del cuerpo, hay que cambiar la política de la ciencia misma.”dice Fausto-Sterling.
Orientación Sexual Puede que en ninguna parte se haga tan patente esta controversia como en las explicaciones biológicas de lo que hoy llamaríamos orientación sexual o preferencia sexual. Las definiciones emergentes de homosexualidad y heterosexualidad se erigieron sobre un modelo dicotómico de la masculinidad y la feminidad. Una rata lesbiana es la que monta a otra rata; una rata ma- cho es «gay» si se muestra receptivo a ser montado.
¿Qué tiene de preocupante que recurramos a los dualismos para analizar el mundo? Estoy de acuerdo con la filósofa Val Plumwood en que este recurso oscurece las interdependencias de cada par. La relación mutua entre los pares permite su solapamiento. Las viejas opresiones almacenadas como dualismos facilitan y abren el camino a otras nuevas»
NO a los dualismos Hay hormonas, genes, próstatas, úteros y otras partes y fisiologías corporales de las que nos valemos para diferenciar entre machos y hembras, y que se convierten en parte del sustrato del que emergen las variedades de la experiencia y el deseo sexuales. Como señala Butler, el título de su libro, Cuerpos que importan, es un juego de palabras bien meditado. Ser material es hablar del proceso de materialización. Y si los puntos de vista sobre sexo y sexualidad ya están incrustados en nuestras concepciones filosóficas de la materialización de los cuerpos, la materia de los cuerpos no puede constituir un sustrato neutral preexistente sobre el que basar nuestra comprensión de los orígenes de las diferencias sexuales. Sin la socialidad humana no puede desarrollarse la sexualidad humana. Grosz intenta comprender de qué manera la socialidad y el significado, que claramente se originan fuera del cuerpo, acaban incorporándose a su fisiología y sus comportamientos tanto conscientes como inconscientes.
Más allá de los dualismos La teoría de sistemas ontogénicos niega que haya dos tipos funda- mentales de procesos: uno guiado por los genes, las hormonas y las células cerebrales (esto es, la naturaleza) y otro por el medio ambiente, la experiencia, el aprendizaje o fuerzas sociales (esto es, la crianza). Susan Oyama, asegura que «ofrece más claridad, más coherencia, más consistencia y otra manera de interpretar los datos; además proporciona los medios para sintetizar los conceptos y métodos de grupos cuya incomprensión mutua les ha impedido tra- bajar juntos, o siquiera comunicarse, durante décadas» «Sería fundamentalmente contrario a la ética emplear esta clase de información para intentar evaluar o alterar la orientación sexual presente o futura de una persona. En vez de eso, los científicos, los educadores, los políticos y el público deberían trabajar juntos para asegurar que esta investigación se use para beneficio de todos los miembros de la sociedad».
AQUEL SEXO QUE PREVALECIERE Las técnicas quirúrgicas modernas contribuyen a mantener el sistema de dos sexos. Hoy los niños que al nacer no son «ni una cosa ni otra, o ambas» (un fenómeno bastante corriente) desaparecen pronto de la vista porque los cirujanos los «corrigen» sin demora.
Historia hermafrodita Las distintas culturas han tratado a los intersexuales de carne y hueso de maneras diferentes. En el proceso podemos constatar que no hay nada natural o inevitable en los actuales tratamientos médicos de la intersexualidad. Los médicos medievales mantuvieron la teoría clásica del continuo sexual, aunque con divisiones marcadas dentro de la variación sexual. Tenían la idea clásica de que el lado derecho del útero, más caliente, producía varones, mientras que los fetos implantados en el lado izquierdo, más frío, se desarrollaban como mujeres, y los implantados hacia el centro se desarrollaban como mujeres masculinizadas o varones feminizados
Antigüedad
La diferencia sexual implicaba una variación cuantitativa.
No hubo un tratamiento legal específico del hermafroditismo. Mientras que en unos casos intervenían médicos del Estado, en otros era la Iglesia la que tomaba la iniciativa.
Premodernidad
Aristóteles no creía que los genitales definieran el sexo del bebé, sino que era el calor del corazón lo que determinaba su masculinidad o feminidad, y sostenía que, bajo su confusa anatomía, todo hermafrodita pertenecía en realidad a uno de sólo dos sexos posibles.
Renacimiento
Lo que estaba en juego era el mantenimiento del orden social y los derechos del hombre (en sentido literal). Así pues, aunque estaba claro que algunas personas tenían un pie a cada lado de la división macho/hembra, las estructuras sociales y legales siguieron apegadas a un sistema de dos sexos.
Los expertos médicos y legales estaban de acuerdo en que el individuo el/la tenía el derecho a decidir qué sexo prevalecía, pero una vez hecha la elección se esperaba que se atuviera a ella.
La construcción del intersexual moderno El biólogo Isidore Geoffroy Saint-Hilaire fundó una nueva ciencia, que llamó teratología, para el estudio y la clasificación de los nacimientos inusuales. Estudiar todas las anomalías anatómicas, y establecieron dos importantes principios que comenzaron a inspirar las aproximaciones médicas a la variación natural.
1.
La Naturaleza es un todo (es decir, que incluso los nacimientos inusuales o los llamados «monstruosos» eran parte de la naturaleza).
2.
Los hermafroditas y otras anomalías de nacimiento eran producto de un desarrollo embrionario anormal. Redefinió tales cuerpos como patológicos, como aberraciones curables en virtud de un conoci- miento médico incrementado. Irónicamente, pues, el conocimiento científico sirvió para borrar del mapa precisamente los fenómenos que iluminaba.
Segmentos sexuales Porción profunda Contenía los ovarios, los testículos o estructuras relacionadas.
Porción media Contenía estructuras sexuales internas como el útero y las vesículas seminales.
Porción media Incluía los genitales externos. Seudohermafroditas XX
Ovarios, Útero, Pene y Testículos
Si los seis segmentos eran plenamente masculinos, sentenció, también lo era el cuerpo. Si los seis eran femeninos, el cuerpo también. Pero si se daba una combinación de segmentos masculinos y femeninos, el resultado era un hermafrodita. George F. Blackler y William P. Lawrence limpiaron los registros médicos pasados de informes de hermafroditismo, con el argumento de que no satisfacían los estándares científicos modernos, mientras que muy pocos casos nuevos satisfacían el criterio estricto de la verificación microscópica de la presencia de tejido gonadal de ambos sexos.
Hermafroditas verdaderos
XY
Mamas, Vagina, Testículos NO descendidos
Los «seudohermafroditas» tienen ovarios o testículos combinados con los genitales «opuestos».
Ovario y Testículo
Ovotestículo
Los «hermafroditas verdaderos» tienen un ovario y un testículo, o una gónada combinada llamada ovotestículo.
Sobre sexo y género En una época en que los derechos individuales eran objeto de debate político sobre la base de la igualdad humana, los científicos decían que algunos cuerpos, por definición, eran mejores y más merecedores de derechos que otros. Las teorías políticas que declaraban que «todos los hombres son iguales» no sólo eran amenazadoras porque proporcionaban una justificación a las colonias para derrocar el régimen monárquico y establecer repúblicas independientes. No sorprende, pues, que la ciencia de las diferencias se invocara a menudo para invalidar las reivindicaciones de emancipación social y política. Más que nunca, los políticos necesitaban dos y sólo dos sexos. El tema había ido más allá de los derechos legales particulares como el de voto. ¿Y si, pensando que era un varón, una mujer ejercía alguna actividad para la que se suponía que las mujeres no estaban dotadas? ¿Y si se las arreglaba bien? ¿Qué pasaría con la idea de que las incapacidades femeninas naturales dictaban la desi- gualdad social? Cuanto más se radicalizaba la contestación social de la separación entre las esferas masculina y femenina, más médicos insistían en la división absoluta entre masculinidad y feminidad.
Los intersexuales a examen El doctor Young iluminó el tema de la intersexualidad con una buena dosis de sabiduría y consideración hacia sus pacientes, su obra fue parte del proceso que condujo a una nueva invisibilidad y un enfoque rígido e intransigente del tratamiento de los cuerpos intersexuales. «Las características predominantemente femeninas han decidido el sexo adoptado». Subrayó que las gónadas no tenían por qué ser el único criterio para decidir el sexo de un paciente, sino que «la posesión de un [único] sexo es una necesidad de nuestro orden social, para los hermafroditas tanto como para los sujetos normales». El motivo de recomendar su reconversión era genuinamente humanitario: permitir que los individuos encajaran y funcionaran física y psicológicamente como seres humanos saludables. Pero tras este anhelo subyacen asunciones no discutidas: 1. Debería haber sólo dos sexos. 2. Sólo la heterosexualidad era normal 3. Ciertos roles de género definían al varón y la mujer psicológicamente saludables.
SOBRE GÉNEROS Y GENITALES La actitud ante el intersexual Los médicos Albert Ellis expone que «A partir de la suma total de casos de hermafroditismo, la conclusión que se deriva es que la conducta y la orientación masculinas o femeninas no tienen una base instintiva innata» En la visión de Money, la intersexualidad era resultado de procesos fundamentalmente anormales. Sus pacientes requerían tratamiento médico porque deberían haber nacido varones o mujeres. En la actualidad, a despecho del acuerdo general de que las intersexualidades de nacimiento deben corregirse de inmediato, la práctica médica en estos casos varía mucho. Muchas escuelas médicas enseñan los procedimientos específicos discutidos en este libro, pero los cirujanos toman decisiones individuales basadas en sus propias creencias y en lo que era la práctica corriente cuando se formaron. Los médicos insisten en dos evaluaciones funcionales de la adecuación del tamaño fálico: A) Los niños deberían ser capaces de orinar de pie para «sentirse normales» frente a sus iguales. B)Los adultos necesitan un pene lo bastante grande para la penetración vaginal en el acto sexual.
Los progenitores La trampa está en lo que dicen cuando el desarrollo no procede por la vía clásica. Los médicos suelen informar a los progenitores de que la criatura tiene un «defecto de nacimiento», y que tardarán un poco en saber si es niño o niña. Los padres de niños intersexuales suelen preguntar con qué frecuen- cia nacen hijos como el suyo y si existe alguna asociación de padres que tengan el mismo problema con la que puedan contactar. Los médicos acostumbran a clasificar los intersexos como casos urgentes, se limitan a decir a los padres que la condición es extremadamente rara, por lo que no encontrarán a otros en circunstancias similares. A una tasa del 1,7 por ciento, por ejemplo, en una localidad de 300.000 habitantes habría 5100 personas con diversos grados de intersexualidad.
La «reparación» de la intersexualidad El arreglo prenatal La diagnosis prenatal parece justificarse porque permite que médicos y progenitores se preparen para el nacimiento de una criatura cuyos problemas médicos crónicos demandarán un tratamiento hormonal precoz. Reducir un clítoris hipertrofiado simplemente no es necesario.
El arreglo quirúrgico Los individuos de genotipo femenino siempre deberían criarse como mujeres, perservando el potencial reproductivo, con independencia de su virilización. En cambio, la asignación de género a los individuos de genotipo masculino se basa en su anatomía, principalmente el tamaño del falo. Cuando se opta por convertir a un intersexo en un varón, las inquietudes son más sociales que médicas. La salud física no suele preocupar, aunque algunos bebés intersexuales son proclives a padecer infecciones del tracto urinario que, si se agravan, pueden causar lesiones renales. Más bien, la cirugía genital temprana tiene fines psicológicos.
El arreglo psicológico Money y los Hampson insistían en que el esquema psicológico infantil se desarrollaba en consonancia con su imagen corporal, por lo que la cirugía genital temprana era imperativa. Una publicación médica reciente advierte de que al aconsejar a los progenitores de niños intersexuales hay que «evitar añadir información confusa o contradictoria a la incertidumbre de los padres. Si los genitales externos del niño son dudosos, a los padres sólo hay que decirles que se investigará la causa».
Falómetro Como recurso didáctico en su lucha por cambiar la práctica médica de la cirugía genital infantil, los miembros del movimiento por los derechos de los intersexuales han concebido un «falómetro», una regla que representa los rangos previsibles de tamaños fálicos para niños y niñas recién nacidos.
Clítoris médicamente ACEPTABLE
0cm
NIÑA
Pene médicamente ACEPTABLE
INACEPTABLE
1cm
CIRUGÍA
2cm
NIÑO
3cm
NIÑO
4cm
NIÑO
5cm
La remodelación genital puede requerir hasta tres operaciones durante los dos primeros años de vida, y aún más hacia la pubertad. En los casos más difíciles, las cicatrices acumuladas pueden conducir a un pene inmovilizado por culpa de la fibrosis, una situación que un médico ha descrito como «hipospadias mutilado»
Los usos de la intersexualidad: Hacerse un hombre / hacerse una mujer En 1998, el paciente, cuyo nombre se mantuvo en el anonimato, tenía veintiséis años y estaba viviendo como una mujer. Había tenido parejas masculinas antes, pero ahora se había pasado al lesbianismo. Pero no consideran que la reconversión sexual fuese del todo fallida, e insisten en que la identidad de género fue efectivamente modificada por la crianza en este caso, aunque los modales y la orientación sexual no lo fueran en la misma medida.
La definición de la heterosexualidad: Un intersexual sano es un intersexual como es debido La lógica de Money sería que una persona educada como mujer tiene una identidad de género femenina. En el complejo trayecto desde el sexo anatómico hasta el género social, su genética y sus gónadas masculinas son irrelevantes, porque su sexo hormonal y su sexo asignado son femeninos. La homosexualidad en estos casos debe calificarse como tal según el criterio del sexo ge- nético, el sexo gonadal o el sexo hormonal fetal. Pero deja de ser homosexualidad según el criterio posquirúrgico de los genitales externos y del sexo hormonal puberal.
La naturaleza Los intersexuales habitan cuerpos cuyo desarrollo sexual ha ido mal.
El desarrollo sexual es tan maleable que, si se parte de una edad lo bastante temprana, los cuerpos y las identidades sexuales pueden cambiarse casi a voluntad. Pero si el sexo corporal es tan maleable, ¿por qué molestarse en mantener el concepto?
La naturaleza es el árbitro de la sexualidad, pero ahora la naturaleza permite más de dos tipos normales de sexualidad. Su lectura actual de la naturaleza (y la de otros autores) es un relato de diversidad. Por supuesto, la naturaleza no ha cambiado desde los años cincuenta. Son nuestros relatos científicos los que han cambiado para conformarse a nuestras transformaciones culturales.
Creo que estos científicos, cuya preparación no cabe poner en duda, vuelven a beber una y otra vez de las fuentes de la intersexualidad porque están tan profundamente inmersos en su propia teoría del género que les resulta imposible ver otras maneras de reunir e interpretar los datos. Son peces que nadan con soltura en sus propios océanos, pero que no pueden conceptualizar la marcha sobre un sustrato sólido. Los cuerpos dentro del rango «normal» son culturalmente inteligibles como masculinos o femeninos, pero las reglas para vivir como varón o mujer son estrictas. No se permiten clítoris demasiado grandes ni penes demasiado pequeños. Las mujeres masculinas y los varones afeminados no interesan. Nuestras teorías del sexo y el género subyacen tras la gestión médica de la intersexualidad. El que una criatura deba criarse como varón o mujer, y someterse a alteraciones quirúrgicas y diversos regímenes hormonales, depende de lo que pensemos sobre una variedad de cuestiones.
¿POR QUÉ DEBERÍA HABER SÓLO DOS SEXOS? Herejías hermafroditas Mi sugerencia era que, además de machos y hembras, deberíamos aceptar también las categorías de herm (hermafroditas «auténticos»), serm («seudohermafroditas» masculinos) y serf («seudohermafroditas» femeninos).
El tratamiento médico de los nacimientos intersexuales debe cambiar: Primero, habría que prescindir de la cirugía innecesaria. Segundo, los médicos pueden asignar un sexo provisional (masculino o femenino) al bebé, sobre la
base del conocimiento existente de la probabilidad de que desarrolle una identidad de género concreta Tercero, el equipo médico debería informar exhaustivamente y prestar apoyo psicológico a largo plazo tanto a los padres como a la persona afectada. La cirugía genital infantil es cirugía estética con un fin social: remodelar un cuerpo sexualmente ambiguo conforme a nuestro sistema de dos sexos. Además es inadecuada: requiere múltiples operaciones, deja múltiples cicatrices y a menudo elimina la capacidad orgásmica. En cierto sentido apenas sorprende que la cirugía genital siga practicándose, amparada en la afirmación gratuita de que no afecta a la función sexual. Los testimonios personales de intersexuales confirman la cara amarga del tratamiento médico. Muchos intersexuales adultos declaran que los exámenes genitales repetidos, a menudo con fotografías y una concurrencia de estudiantes e internos, constituyen uno de sus recuerdos de infancia más dolorosos. Está claro que la concentración médica en crear los genitales apropiados, que pretende evitar el sufrimiento psicológico, contribuye al mismo. Los niños intersexuales cuyos genitales parecen contradecir la identidad de género asignada no están abocados a una vida desgraciada.
“Una manera de medir el tamaño y la funcionalidad del pene en jóvenes intersexuales es que el médico masturbe al chico para provocar un una erección” “Cuando una niña pequeña es operada, a los padres se les dice que deben introducir un consolador para que la vagina recién construida no se cierre”
Primero, las complicaciones postoperatorias que requieren operaciones adicionales son
relativamente frecuentes. Segundo, varios autores destacan la necesidad de refuerzo psicológico para que las pacientes aceptaran la operación. Tercero, las tasas generales de éxito pueden ser muy decepcio- nantes. Un estudio halló que, aunque 52 de 80 pacientes (el 65%) tenían aberturas vaginales «satisfactorias», 12 de éstas (el 23%) no practicaba la cópula.
Intersexuales criados como varones y intersexuales criados como mujeres 1. Sólo una minoría de mujeres intersexuales optó por feminizar sus genitales masculinizados en la adolescencia o la edad adulta, mientras que más de la mitad de los varones intersexuales pasó por el quirófano para masculinizar sus cuerpos feminizados. 2. El 16% de los intersexuales criados como mujeres decidió pasarse al otro sexo en la adolescencia o la edad adulta.
Retorno a los cinco sexos Podemos reafirmar la naturalidad del número dos y continuar desarrollando la tecnología médica, incluyendo la «terapia» génica y las intervenciones prenatales para asegurar que los recién nacidos pertenezcan a uno de dos sexos.
Podemos ratificar la variabilidad natural y cultural. Tradicionalmente la cultura europea y americana ha definido dos géneros, cada uno con una gama de comportamientos permisibles; pero las cosas han comenzado a cambiar. Hay lesbianas femeninas y varones homosexuales viriles. Los transexuales, de varón a mujer o de mujer a varón, hacen la división sexo/género virtualmente ininteligible.
El problema con el género, en su concepción actual, es la violencia —metafórica y real— que ejercemos al generalizar. Ningún varón ni mujer se ajusta al estereotipo genérico universal. «Sería más útil», escribe la socióloga Judith Lorber, «agrupar pautas de comportamiento y sólo después buscar marcas identificadoras de la gente que es probable que se comporte de cierta manera». Kessler argumenta que para los intersexuales y sus defensores sería mejor apartar la vista de los genitales y dejar de reivindicar una identidad sexual separada. En vez de eso, sugiere, debería admitirse una mayor variedad de varones y mujeres. Algunas mujeres tendrían clítoris grandes o labios fusionados, mientras que algunos varones tendrían «penes diminutos o escrotos deformes, fenotipos sin ningún significado clínico o de identidad». Pienso que Kessler tiene razón, y por eso ya no abogo por el uso de categorías discretas como herm, serm o s e r f, ni siquiera en broma.
La discusión pública sobre el género y la homosexualidad mantiene una tendencia general a una mayor tolerancia hacia la ambigüedad y la multiplicidad de géneros. El camino estará lleno de baches, pero la posibilidad de un futuro más diverso y equitativo es nuestra si decidimos hacerla real.
Historia de la sexualidad Michel, Foucault. Historia de la sexualidad. Vol. 1
DERECHO DE MUERTE Y PODER SOBRE LA VIDA Poder sobre la vida sino en virtud de la muerte que puede exigir. El derecho que se formula como "de vida y muerte" es en realidad el derecho de hacer morir o de dejar vivir. El poder era ante todo derecho de captación: de las cosas, del tiempo, los cuerpos y finalmente la vida; culminaba en el privilegio de apoderarse de ésta para suprimirla. Hacer vivir o de rechazar hacia la muerte.
El poder El poder soberano fue el derecho de vida y muerte. Daba al padre de familia romano el derecho de "disponer" de la vida de sus hijos como de la de sus esclavos; la había "dado", podía quitarla. El derecho de vida y muerte ya no es un privilegio absoluto: está condicionado por la defensa del soberano y su propia supervivencia. Desde que el poder asumió como función administrar la vida, no fue el nacimiento de sentimientos humanitarios lo que hizo cada vez más difícil la aplicación de la pena de muerte, sino la razón de ser del poder y la lógica de su ejercicio. Se mata legítimamente a quienes significan para los demás una especie de peligro biológico. Podría decirse que el viejo derecho de hacer morir o dejar vivir fue remplazado por el poder de hacer vivir o de rechazar hacia la muerte.
El poder sobre la vida No hay que asombrarse si el suicidio llegó a ser durante el siglo XIX una de las primeras conductas que entraron en el campo del análisis sociológico; hacía aparecer en las fronteras y los intersticios del poder que se ejerce sobre la vida, el derecho individual y privado de morir. La vieja potencia de la muerte, en la cual se simbolizaba el poder soberano, se halla ahora cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la vida.
El cuerpo como máquina Su educación, el aumento de sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y económicos. Disciplinas: anatomopolítica del cuerpo humano.
Disciplinas Figuraban instituciones como el ejército y la escuela; reflexiones sobre la táctica, el aprendizaje, la educación, el orden de las sociedades.
El cuerpo-especie En el cuerpo transido por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de salud, la duración de la vida y la longevidad. Controles reguladores: una biopolítica de la población.
Controles reguladores Figura la demografía, la estimación de la relación entre recursos y habitantes, los cuadros de las riquezas y su circulación, de las vidas y su probable duración los rudimentos de anatomo y biopolítica.
La razón en el nuevo modo de relación entre la historia y la vida: Esa doble posición de la vida que la pone en el exterior de la historia como su entorno biológico y, a la vez, en el interior de la historicidad humana, penetrada por sus técnicas de saber y de poder. Otra consecuencia del desarrollo del bio-poder es la creciente importancia adquirida por el juego de la norma a expensas del sistema jurídico de la ley.
Una sociedad normalizadora Fue el efecto histórico de una tecnología de poder centrada en la vida. Los códigos redactados y modificados, toda una actividad legislativa permanente y ruidosa no deben engañarnos: son las formas que tornan aceptable un poder esencialmente normalizador. La vida, pues, mucho más que el derecho, se volvió entonces la apuesta de las luchas políticas, incluso si éstas se formularon a través de afirmaciones de derecho.
La importancia adquirida por el sexo como el "pozo" del juego político El sexo es, a un tiempo, acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie. Es utilizado como matriz de las disciplinas y principio de las regulaciones. participa de la regulación de las poblaciones, por todos los efectos globales que induce. Se convierte en tema de operaciones políticas, de intervenciones económicas (mediante incitaciones o frenos a la procreación), de campañas ideológicas de moralización o de responsabilización: se la hace valer como índice de fuerza de una sociedad, revelando así tanto su energía política como su vigor biológico.
Líneas de ataque de la política del sexo: Exigencias de regulación Una temática de la especie, de la descendencia, salud colectiva, para obtener efectos en la disciplina
La sexualización del niño
La histerización de las mujeres
Naturaleza regularizadora Debía apoyarse en la exigencia de disciplinas y adiestramientos individuales.
Control de los nacimientos
Psiquiatrización de las perversiones
La sangre Realidad con función simbólica El poder habla a través de la sangre. Nosotros, estamos en una sociedad del "sexo" o, mejor, de "sexualidad": los mecanismos del poder se dirigen al cuerpo, a la vida, a lo que la hace proliferar, a lo que refuerza la especie, su vigor, su capacidad de dominar o su aptitud para ser utilizada.
Analítica de la sexualidad Como se ve, si hay algo que esté del lado de la ley, de la muerte, de la trasgresión, de lo simbólico y de la soberanía, ese algo es la sangre; la sexualidad está del lado de la norma, del saber, de la vida, del sentido, de las disciplinas y las regulaciones. Una ordenación eugenésica de la sociedad, con lo que podía llevar consigo de extensión e intensificación de los micropoderes. Nada podría impedir que pensar el orden de lo sexual según la instancia de la ley, la muerte, la sangre y la soberanía no sea en definitiva una "retroversión" histórica Antes de Freud, buscaban localizar la sexualidad del modo más estricto y apretado: en el sexo, sus funciones de reproducción, sus localizaciones anatómicas inmediatas; se volvían hacia un mínimo biológico —órgano, instinto, finalidad.
¿El análisis de la sexualidad como "dispositivo político" implica necesariamente la elisión del cuerpo, de lo anatómico, de lo biológico, de lo funcional? Esa materialidad a la que se alude ¿no es acaso la del sexo, y no constituye una paradoja querer hacer una historia de la sexualidad a nivel de los cuerpos sin tratar para nada del sexo? Puede admitirse que la sexualidad no sea, respecto del poder, un dominio exterior en el que éste se impondría, sino, por el contrario, efecto e instrumento de sus arreglos o maniobras.
Histerización de la mujer y definición del sexo: Primero, lo que es común al hombre y la mujer. Segundo, lo que pertenece por excelencia al hombre y falta por lo tanto a la mujer. Tercero, omo lo que constituye por sí solo el cuerpo de la mujer. Sexo sometido al juego del todo y la parte, del principio y la carencia, de la ausencia y la presencia, del exceso y la deficiencia, de la función y el instinto, de la finalidad y el sentido, de la realidad y el placer. Así se formó poco a poco el armazón de una teoría general del sexo. La noción de "sexo" permitió agrupar en una unidad artificial elementos anatómicos, funciones biológicas, conductas, sensaciones, placeres, pudo trazar la línea de contacto entre un saber de la sexualidad humana y las ciencias biológicas de la reproducción; El sexo, fuera de duda, no es sino un punto ideal vuelto necesario por el dispositivo de sexualidad y su funcionamiento.
El coitus interruptus: El coitus interruptus, representa el punto donde la instancia de lo real obliga a poner un término al placer y donde el placer logra realizarse a pesar de la economía prescrita por lo real.
Debemos pensar que quizás un día, en otra economía de los cuerpos y los placeres, ya no se comprenderá cómo las astucias de la sexualidad, y del poder que sostiene su dispositivo, lograron someternos a esta austera monarquía del sexo, hasta el punto de destinarnos a la tarea indefinida de forzar su secreto y arrancar a esa sombra las confesiones más verdaderas.
Cuerpos que importan Judith Butler. Introducción pp.17-49
El sexo El "sexo" no sólo funciona como norma, sino que además es parte de una práctica reguladora que produce los cuerpos que gobierna, es decir, cuya fuerza reguladora se manifiesta como una especie de poder productivo, el poder de producir -demarcar, circunscribir, diferenciar- los cuerpos que controla. Es una construcción ideal que se materializa obligatoriamente a través del tiempo. Un proceso mediante el cual las normas reguladoras lo materializan y logran tal materialización en virtud de la reiteración forzada de esas normas.
La performatividad Debe entenderse, no como un "acto" singular y deliberado, sino, antes bien, como la práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso produce los efectos que nombra. Las normas reguladoras del "sexo" obran de una manera perforrnativa para constituir la materialidad de los cuerpos y, más específicamente, para materializar el sexo del cuerpo, para materializar la diferencia sexual en aras de consolidar el imperativo heterosexual.
Materialidad de los cuerpos La reconsideración de la materia de los cuerpos como el efecto de una dinámica de poder. La comprensión de la performatividad, como ese poder reiterativo del discurso para producir los fenómenos que regula e impone. La construcción del "sexo", como una norma cultural que gobierna la materialización de los cuerpos. Reconcepción del proceso mediante el cual un sujeto asume, se apropia, adopta una norma corporal, como una evolución en la que el sujeto, el "yo" hablante, se forma en virtud de pasar por ese proceso de asumir un sexo Vinculación de este proceso de "asumir" un sexo con la cuestión de la identificación y con los medios discursivos que emplea el imperativo heterosexual para permitir ciertas identificaciones sexuadas y excluir y repudiar otras.
Lo abyecto Lo abyecto designa aquellas zonas "invivibles", "inhabitables" de la vida social que, sin embargo, están densamente pobladas por quienes no gozan de la jerarquía de los sujetos, pero cuya condición de vivir bajo el signo de lo "invivible" es necesaria para circunscribir la esfera de los sujetos. El sujeto se constituye a través de la fuerza de la exclusión y la abyección, una fuerza que produce un exterior constitutivo del sujeto, un exterior abyecto que, después de todo, es "interior" al sujeto como su propio repudio fundacional.
DE LA CONSTRUCCIÓN A LA MATERIALIZACIÓN Si el discurso que representa la acción de construcción como una especie de impresión o imposición no es en realidad tácitamente masculinista, mientras que la figura de la superficie pasiva, a la espera del acto de penetración mediante el cual se le asigna significación, no es tácitamente demasiado femenina.
Género - Sexo Si el género consiste en las significaciones sociales que asume el sexo, el sexo no acumula pues significaciones sociales como propiedades aditivas, sino que más bien queda reemplazado por las significaciones sociales que acepta Si el género es la construcción social del sexo y sólo es posible tener acceso a este "sexo" mediante su construcción, luego, aparentemente que ocurre es, no sólo que el sexo es absorbido por el género, sino que el "sexo" llega a ser algo semejante a una ficción, tal vez una fantasía, retroactivamente instalada en un sitio prelingüístico al cual no hay acceso directo. Si, por otro lado, el sexo es una premisa artificial, una ficción, el género no presupone un sexo sobre el cual actúa sino que, antes bien, el género produce una denominación errada de un "sexo" prediscursivo y la significación de la construcción se transforma en la del monismo lingüístico, en virtud del cual todo es siempre y únicamente lenguaje.
1. El constructivismo se reduce a una posición de monismo lingüístico, según la cual la construcción
lingüística se considera generativa y determinante y, en este caso, podernos oír decir a los críticos que parten de esta presunción: "Si todo es discurso, ¿qué pasa con el cuerpo?”. 2. Cuando la construcción se representa reducida a una acción verbal que parece presuponer un sujeto, podemos oír decir a los críticos que parten de tal presunción: "Si el género es algo construido, ¿quién lleva a cabo tal construcción?” 3. La formulación más pertinente de esta pregunta sea la siguiente: "Si el sujeto es algo construido, ¿quién construye al sujeto?" En el primer caso, la construcción tomó el lugar de una acción semejante a la de un dios que no sólo causa, sino que compone todo lo que es su objeto; es lo performativo divino que da vida y constituye exhaustivamente lo que nombra. Consideremos el caso de la interpelación médica que (a pesar de la reciente incorporación de otros apelativos más generales) hace pasar a un niño o una niña de la categoría de "el bebé" a la de "niño" o "niña" y la niña se "feminiza" mediante esa denominación que la introduce en el terreno del lenguaje y el parentesco a través de la interpelación de género. Lo que habrá de incluirse y lo que no habrá de incluirse dentro de las fronteras del "sexo" estará determinado por una operación más o menos tácita de exclusión.
La performatividad como apelación a la cita La performatividad no es un "acto" singular porque siempre es la reiteración de una norma o un conjunto de normas y, en la medida en que adquiera la condición de acto en el presente, oculta o disimula las convenciones de las que es una repetición. Se considera performativa a aquella práctica discursiva que realiza o produce lo que nombra. En este sentido, la acción denotada por la performatividad del "sexo" estará directamente en contra de cualquier noción de sujeto voluntarista que existe de manera absolutamente independiente de Ias normas reguladoras a las que se opone.
Como resultado de esta reformulación de la performatividad: No es posible teorizar la performatividad del género indepen- dientemente de la práctica forzada y reiterativa de los regímenes sexuales reguladores. La capacidad de acción, condicionada por los regímenes mismos del discurso/poder, no puede combinarse con el voluntarismo o el individualismo y mucho menos con el consumismo, y en modo alguno supone la existencia de un sujeto que escoge. El régimen de heterosexualidad opera con el objeto de circunscribir y contornear la "materialidad" del sexo y esa materialidad se forma y se sostiene como (y a través de) la materialización de las normas reguladoras que son en parte las de la hegemonía heterosexual. La materialización de las normas requiere que se den esos procesos identificatorios, a través de las cuales alguien asume tales normas o se apropia de ellas y estas identificaciones preceden y permiten la formación de un sujeto, pero éste no las realiza en el sentido estricto de la palabra. Los límites del constructivismo quedan expuestos en aquellas fronteras de la vida corporal donde los cuerpos abyectos o deslegítímados no llegan a ser considerados "cuerpos". Aquello que fue excluido o desterrado de la esfera propiamente dicha del "sexo" -entendíendo que esa esfera se afirma mediante un imperativo que impone la heterosexualidad- podría producirse como un retorno perturbador, no sólo como una oposición imaginaria que produce una falla en la aplicación de la ley inevitable, sino como una desorganización capacitadora, como la ocasión de rearticular radicalmente el horizonte simbólico en el cual hay cuerpos que importan más que otros.
Queer Bioethics Lance Wahlert & Autumn Fiester. Why its time has come. Bioethics. Volume 26 Number 1 2012 pp ii–iv Es un llamado a la ampliación de lo que merece atención bioética; una expansión en los recursos teóricos empleados; y el despliegue de un ojo escéptico y crítico sobre las prácticas biomédicas actuales, políticas, inequidades y prejuicios. Si bien los dilemas bioéticos que enfrentan las personas LGBTQI podrían calificar bajo algunas de las rúbricas anteriores, las preocupaciones específicas de esta comunidad merecen su propio campo de investigación.
Política La Carta de los Derechos Humanos Fundamentales de la UE (Unión Europea), amplía las protecciones anteriores de la UE contra la discriminación por motivos de sexualidad e identidad de género y representa un compromiso internacional expandido e inigualable por parte de la UE y sus países miembros a la igualdad de las personas LGBTQI en la clínica y más allá. La AMA (American Medical Association) ha abogado oficialmente por una cobertura de seguro completa para las personas trans que soliciten la reasignación de sexo. La Administración de Obama ha emitido una política que garantiza la visita al hospital y los derechos sustitutos de las parejas del mismo sexo. Indiscutiblemente, es parte de la misión de la bioética crear conciencia de la necesidad de nuevas políticas y exigir un tratamiento justo y justo para todos los
Historia Al examinar la historia de la bioética, solo ha habido un puñado de cuestiones extrañas que han generado una intensa y extensa erudición por parte de los bioeticistas, en particular, las políticas con respecto a los niños intersexuales, decisiones de cuarentena y formulación de políticas sobre el SIDA en los primeros años de la epidemia y los debates sobre la eficacia y la necesidad de los tratamientos terapéuticos de la homosexualidad a raíz de su eliminación como una aberración mental del DSM (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) En los últimos años, algunos temas selectos adicionales, como las políticas de donación de sangre, estudios de etiología gay, la paternidad de gays y transgénero, y las pruebas de género en los deportes han recibido atención de algunos estudiosos de bioética, pero solo en momentos aislados y de formas aisladas.
Integralidad La primera forma en que podemos hacer esto es tomar en cuenta a los pacientes queer y los temas queer no como ejemplos aislados excepcionales, sino como parte de una porción viable y valiosa de la población clínica. Al no unificar los temas bioéticos queer, los tratamos como dignos solo a nivel de lo ocasional o arbitrario, no de lo central o lo vital. Pero abordar y corregir los temas que hablan de la bioética queer es hacer más que solo resaltar y cotejar una lista de cuestiones LGBTQI que requieren atención. Un objetivo mucho más elevado es describir cómo la bioética queer constituye más que expandir el canon de los temas bioéticos para incluir los queer.
Considere un argumento que hemos formulado recientemente sobre la posición de las personas queer en las políticas de asesoramiento y pruebas de VIH: éticamente, debemos comprometernos a tener en cuenta no solo la existencia de las personas queer en este proceso, sino también la historia y la actualidad. Prácticas, implicaciones y estigmas que tales políticas refuerzan a través de la incapacidad de registrar un enfoque no normativo para el egoísmo, la sexualidad y la identidad de género queer. En pocas palabras, entonces, la bioética queer requiere que adoptemos un enfoque doble:
Debemos prestar mayor atención a los temas, identidades y problemas que son descaradamente queer, para el servicio de las personas queer.
Debemos examinar los problemas de salud universales más comunes y más relevantes (aquellos que ni siquiera pensamos instintivamente como 'queer') e imaginar cómo podrían complicarse o volverse problemáticos por la inyección de la persona queer.
Cuando se trata de personas y pacientes homosexuales, bi, trans e intersexuales, tenemos que hacer múltiples preguntas que podrían explicar el silencio del campo, o tal vez incluso la invisibilización de estas personas por completo: ¿Los pacientes queer se consideran "menos comprensivos" o tal vez "culpables" de alguna manera tácita? ¿Se les lee de alguna manera como desagradables e incluso culpables dentro de la mirada bioética por su homosexualidad individual, seropositividad, su no conformidad de género o estructuras familiares no tradicionales? ¿Hemos combinado, en particular a raíz del SIDA, una noción cultural de contagio con la idea misma de lo queer? En otras palabras, ¿existe una preocupación no reconocida de que, al mostrar interés en los asuntos queer, los bioéticos están preocupados por "salir" de sí mismos, no solo como queer, sino también, en términos más generales, como invertidos en queer?
¿La escuela es un infierno? Carlos Lomas. Violencia escolar y construcción cultural de la masculinidad. Revista de Educación, 342. Enero- abril 2007, pp. 83-101 No existe una esencia masculina que condena a los hombres al ejercicio de diferentes formas de violencia contra las mujeres, sino formas concretas de ser hombres que se fundamentan en la misoginia y en el ejercicio de diversas formas de dominación sustentadas en una división sexual de las tareas y de las expectativas en función del sexo inicial de las personas.
Como señala Elizabeth Badinter (1992) a propósito de la identidad masculina: A) No hay una masculinidad única, lo que implica que no existe un modelo masculino universal y válido
para cualquier lugar, época, clase social, edad, raza, orientación sexual, sino una diversidad heterogénea de identidades masculinas y de maneras de ser hombres en nuestras sociedades. B) La versión dominante de la identidad masculina no constituye una esencia sino una ideología de poder y de opresión a las muje- res que tiende a justificar la dominación masculina. C) La identidad masculina, en todas sus versiones, se aprende y por tanto también se puede cambiar. Los «dividendos patriarcales» de la dominación masculina no son el efecto natural de las diferencias sexuales entre hombres y mujeres, sino el efecto cultural de un determinado modo de entender y de construir a lo largo del tiempo las relaciones entre los hombres y las mujeres en el ámbito personal y en el ámbito público que se sustenta en una presunta naturaleza superior de los hombres, que «justifica», en nombre de la razón y del orden natural de las cosas, la dominación masculina, las jerarquías entre los sexos, las estrictas fronteras que se asignan convencionalmente a los géneros masculinos y femeninos, el sexismo y en última instancia el ejercicio del poder y de la opresión contra las mujeres.
CUALQUIER TIEMPO PASADO NO FUE MEJOR Adolescentes y jóvenes están seducidos por los cantos de las sirenas de la publicidad y de la moda, la televisión e Internet destruyen lo poco que se construye en las escuelas. La educación es un desastre y cualquier tiempo pasado (ese tiempo en que éramos más jóvenes y felices) fue mejor.
Pero cualquier tiempo pasado no fue mejor. El tiempo pasado de la educación evoca unas épocas y unos contextos en los que la sombra del autoritarismo era alargada y en los que se enseñaba antes que nada la obediencia debida y una moral ajena a los vientos de la modernidad y de la libertad.
Ni aquella escuela era el paraíso ni la escuela actual es un infierno. Lo que sí es cierto es que el acoso, el matonismo y la violencia forman parte, hoy como ayer, y lamentablemente, del paisaje escolar. Es obvio que en el origen del acoso, del matonismo y de la violencia escolar convergen multitud de factores personales, familiares, culturales y sociales. El contexto familiar y sociocultural de cada alumno y de cada alumna nos ayuda a entender en algunos casos el perfil acosador y violento de algunos alumnos y alumnas.
EL APRENDIZAJE DE LA FEMINIDAD Y DE LA MASCULINIDAD Simone de Beauvoir (1949) escribió aquella célebre frase de que «la mujer no nace sino que se hace mujer». Con ello, subrayaba algo tan obvio como que la condición femenina no es sólo el efecto del azar natural sino también, y sobre todo, el efecto de un largo, complejo y eficacísimo aprendizaje cultural que tiene lugar en todos los ámbitos de la vida cotidiana de las mujeres. Los hombres y las mujeres somos diferentes no sólo porque tengamos un sexo distinto, sino también, y sobre todo, porque aprendemos a ser hombres y a ser mujeres de maneras diferentes.
LOS CHICOS TAMBIÉN LLORAN En educación es hora ya de trabajar no sólo a favor de las niñas, sino también, y a la vez, a favor de los niños, es decir, a favor de otras maneras de entender la identidad masculina que excluyan el ejercicio de la violencia y el menosprecio de las mujeres y favorezcan la equidad entre los sexos. El psicólogo Robert Brannon (1976) caracterizaba el modelo dominante de la masculinidad anglosajona a partir de las siguientes características: La masculinidad se construye como una oposición a ultranza al mundo de las mujeres. El valor de la masculinidad se evalúa según el grado de poder, riqueza y éxito de cada hombre. El ejercicio de la masculinidad exige el control de las emociones y el silencio de los sentimientos porque «los hombres no lloran». La masculinidad es liderazgo, agresividad, violencia y riesgo. Otras masculinidades alternativas, heterogéneas y disidentes emergen en unas sociedades multiculturales y complejas en las que la insurgencia femenina, el desempleo, el trabajo precario, el divorcio y otros modelos de familia han subvertido el paisaje tradicional de la mascu- linidad y los itinerarios sentimentales de los hombres.
LA METAMORFOSIS Los chicos aprenden dentro y fuera de la escuela el código ético y estético que subyace a esta mística adolescente de la masculinidad dominante, tan semejante al arquetipo tradicional de la virilidad, y «aprenden a ser hombres» en los diversos ámbitos en los que se produce su socialización como personas. O sea, en el seno de unas familias y de unos hogares en los que aún siguen vigentes –aunque en menor medida que antaño– la mayoría de los privilegios asociados a la dominación masculina (como, por ejemplo, una asignación asimétrica de las obligaciones domésticas a madres y a padres, a hermanas y a hermanos...); en una escuela que sigue menospreciando la cultura y el saber de las mujeres en sus contenidos escolares, en el uso del lenguaje y en sus estilos de relación y de convivencia; en un grupo de iguales en el que los chicos imitan y reproducen los estilos, las interacciones y las conductas atribuidas convencionalmente a los hombres de acuerdo con los estereotipos canónicos de la masculinidad hegemónica;
en unos deportes y en unos juegos de competición física en los que todo vale y está justificado si sirve para derrotar al enemigo y ejercer así el poder y el liderazgo sobre los vencidos, de acuerdo con un orden simbólico en gran medida equivalente al orden simbólico de las guerras y del sometimiento de quienes fracasan en el combate; en el escenario cotidiano de los mensajes de la cultura de masas, con toda su retahíla de héroes masculinos en las series televisivas, en los dibujos animados, en los videojuegos, en las películas, en los anuncios publicitarios, en la prensa adolescente y juvenil... que actúan como referentes simbólicos –como modelos arquetípicos de conducta y de relación– en niños, adolescentes y jóvenes.
¿LAS CHICAS SON GUERRERAS? Las formas de esa violencia femenina, tan ajena al uso de cuchillos, bates y puñetazos, van desde el acoso verbal al cerco de silencio, desde la conspiración para enturbiar la fama de otra chica o chico hasta la difusión por Internet de mentiras o la seducción amorosa con fines de engaño. Aunque afirmarlo no sea políticamente correcto, existe una violencia femenina. La violencia en las escuelas se ejerce contra quienes son diferentes a causa de su origen étnico y racial, de sus creencias, de sus capacidades físicas, de su grupo cultural y de su orientación sexual. Las escuelas y los institutos son cada vez en mayor medida escenarios multiculturales en los que afloran los conflictos asociados a sociedades en tensión continua.
¿LAS CHICAS SON GUERRERAS? Las formas de esa violencia femenina, tan ajena al uso de cuchillos, bates y puñetazos, van desde el acoso verbal al cerco de silencio, desde la conspiración para enturbiar la fama de otra chica o chico hasta la difusión por Internet de mentiras o la seducción amorosa con fines de engaño. Aunque afirmarlo no sea políticamente correcto, existe una violencia femenina. La violencia en las escuelas se ejerce contra quienes son diferentes a causa de su origen étnico y racial, de sus creencias, de sus capacidades físicas, de su grupo cultural y de su orientación sexual. Las escuelas y los institutos son cada vez en mayor medida escenarios multiculturales en los que afloran los conflictos asociados a sociedades en tensión continua.
LA COEDUCACIÓN SENTIMENTAL Es esencial incorporar a la educación (a sus teorías y a sus prácticas, a los currículos y a los materiales didácticos, al lenguaje y a la vida cotidiana en las aulas y en las escuelas) los argumentos de la equidad entre mujeres y hombres, otorgar autoridad a los saberes, a las ideas y a las actitudes que fomentan el diálogo y la convivencia entre unos y otras y construir un escenario cotidiano en el que sea posible, a través de una adecuada coeducación sentimental de las alumnas y de los alumnos, que unas y otros construyan sus diferentes identidades sexuales y cultura- les, sin exclusiones y sin privilegios, sin acosos y sin violencias.
Hacia una ética sexual de derechos y responsabilidades Ruth Dixon-Mueller, Adrienne Germain, Beth Fredrick & Kate Bourned. Reproductive Health Matters. 2009;17(33):111–119 Se entiende que los “derechos sexuales” abarcan tanto las aplicaciones formales y como las no formales de los derechos humanos codificados en el ámbito de la sexualidad y las relaciones sexuales. Libre auto-determinación, la libertad de asociación y expresión, la libertad y seguridad de la persona, la no discriminación y la igualdad de trato ante la ley, el disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental y la protección contra el trato cruel, inhumano o degradante. No obstante, la realización de derechos sexuales es únicamente viable si todas las personas respetan la autonomía, la dignidad y la igualdad de derechos de los demás –especialmente de sus parejas sexuales– así como su propia integridad y autoestima.
RESPONSABILIDADES SEXUALES COMO ÉTICA SEXUAL La comunidad internacional que defiende los derechos sexuales se ha mostrado algo reticente a pronunciarse sobre lo que podría significar la expresión sexual “responsable”, esto se puede deber a dos razones: La primera de ellas está relacionada con un entorno político conservador en el que la libertad sexual se equipara a la irresponsabilidad sexual y acarrea fuer- tes condenas morales y jurídicas Una segunda inquietud se refiere a que, al parecer, la idea de que las parejas sexuales tienen o deberían tener igualdad de derechos y responsabilidades unas con otras pasa por alto la realidad de las jerarquías de poder que impiden a muchas personas –especialmente mujeres y minorías sexuales– disfrutar de su sexualidad sin riesgos. Se proponen, más bien, como extensiones o aplicaciones lógicas de principios de derechos humanos más amplios para individuos y parejas en relación con cinco aspectos de la sexualidad y el comportamiento sexual, a saber:
Las relaciones sexuales y el derecho a elegir la propia pareja. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer de 1979 afirma que toda persona mayor de edad tiene derecho (o la libertad) a contraer matrimonio y a fundar una familia. Además, los hombres y las mujeres tienen igualdad de derechos para elegir libremente a sus cónyuges y contraer matrimonio únicamente mediante consentimiento libre y pleno.
La expresión sexual y el derecho al placer sexual Según un grupo de trabajo convocado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), todas las personas tienen derecho al “disfrute de una vida sexual satisfactoria, segura y placentera”, libre de coacción, discriminación y violencia.
El ejercicio de los derechos sexuales exige el consentimiento libre en un marco de elección recíproca en cada encuentro sexual. Esto significa que todas las personas son libres (es decir, deberían serlo) de rechazar o exigir poner fin a cualquier iniciativa, acto o práctica sexual en cualquier momento y en cualquier relación.
Las consecuencias sexuales y el derecho a la cooperación de la pareja En la Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995 se afirma que las relaciones sexuales y la reproducción deberían estar basadas en “el respeto y el consentimiento recíprocos y la voluntad de asumir conjuntamente la responsabilidad de las consecuencias del comportamiento sexual”. La expresión sexual puede contribuir al fortalecimiento de los vín- culos emocionales entre las parejas, o al dolor y la humillación; a la concepción y el nacimiento de un niño muy deseado, o a un embarazo no deseado o que ponga en peligro la vida de la mujer; a la salud física y el bienestar de los dos miembros de la pareja, o a la transmisión de uno a otro de una infección de transmisión sexual, incluido el VIH.
En este sentido, la responsabilidad ética de un individuo de informar a su pareja sexual y evitar la transmisión del VIH puede rivalizar con su derecho a la privacidad. Los gobiernos y la sociedad civil tienen el deber de colaborar para eliminar el estigma, la discriminación y la violencia contra los que padecen el VIH y el SIDA, como lo tienen también los individuos con respecto a sus parejas sexuales y a otras personas en sus familias y comunidades.
Daños de carácter sexual y el derecho a la protección En la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 se afirma que todo individuo tiene derecho a la libertad y a la seguridad como persona, a no ser sometido a tratos crueles, inhumanos o degradantes ni a torturas. El derecho a la libertad y la seguridad de la persona comprende la libertad de una opción sexual responsable y el derecho a la protección contra las lesiones corporales. Sugerimos que toda persona mayor a la edad del libre consentimiento tenga el derecho (o la libertad) de mantener relaciones sexuales con una pareja dispuesta a ello –incluso a cambio de pagos en efectivo, regalos u otras atenciones–, libre de la amenaza de discriminación, coacción, violencia, arresto o detención. No obstante, ninguna tercera persona (por ejemplo, un proxeneta o comerciante sexual) debería tener el derecho de exigir un pago por mostrar o usar el cuerpo de cualquier otra persona.
La salud sexual y el derecho a la información, la educación y los servicios. El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, así como otros organismos y comités de las Naciones Unidas han afirmado que la salud sexual y reproductiva son elementos que forman parte del derecho de todas las personas al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. Toda persona tiene el derecho de conseguir la información, la educación y los medios para poder tomar decisiones respecto a cuestiones relativas a su sexualidad, entre ellas, su salud sexual y reproductiva, se desprende que nadie tiene el derecho de censurar o impedir el acceso a otros de tal información o servicios. Todas las personas tienen la obligación positiva de conseguir la información, la educación y los medios para mejorar y proteger su propia salud sexual y sus derechos –cuando fuera posible– y de mejorar y proteger la salud y los derechos de sus parejas sexuales y cualquier otra persona, como los niños y los jóvenes adolescentes que están bajo su responsabilidad.
RETOS 1. Es determinar un conjunto básico de libertades y derechos sexuales jurídicamente vinculantes y
pasibles de hacerse cumplir como derechos humanos bá- sicos, con la finalidad de negociar el lenguaje que se usará en los acuerdos internacionales y las leyes y políticas nacionales y locales. 2. La transformación de un abanico de actitudes, creencias, prejuicios y comportamientos relativos a la sexualidad, las relaciones sexuales y el género, que puede enfrentarse mejor desde una perspectiva ética basada en los derechos.
Universidad de costa rica alejandra jimĂŠnez Carvajal B23413 I Semestre 2020