Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Misionera Mundial 2012 La celebración de la Jornada Mundial de las Misiones de este año adquiere un significado especial. La celebración del 50 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, la apertura del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, contribuyen a reafirmar la voluntad de la Iglesia de comprometerse con más valor y celo en la misión ad gentes, para que el Evangelio llegue hasta los confines de la tierra. “Los hombres que esperan a Cristo son todavía un numero inmenso, comentó el beato Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris missio sobre la validez del mandato misionero, y agregaba “No podemos permanecer tranquilos, pensando en los millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios” (86). El encargo de anunciar el Evangelio en todas las partes de la tierra pertenece principalmente a los Obispos, primeros responsables de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del colegio episcopal, o como pastores de las iglesias particulares. “La cooperación misionera se debe ampliar hoy con nuevas formas para incluir no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización” (Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris missio, 82). La Iglesia debe ser consciente, en todas sus partes, de que “el inmenso horizonte de la misión de la Iglesia, la complejidad de la situación actual, requiere hoy nuevas formas para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios (Benedicto XVI, Exhort. Apostólica postsinodal Verbum Domini, 97). Se trata de una expresión de profunda comunión, de compartir y de una caridad entre las Iglesias, para que cada hombre pueda escuchar o volver a escuchar el anuncio que cura y, así, acercarse a los Sacramentos, fuente de la verdadera vida.
Este domingo 21 de octubre se celebrará en toda la Iglesia universal el “Domingo Mundial de las Misiones” (DOMUND)por eso queremos que te unas a ella con alegría y entusiasmo. Apoya con tu oración y donativo a esta causa: la evangelización de aquellos pueblos lejanísimos que aún no conocen a Cristo, para que al igual que nosotros acepten la Verdad como camino y guía hacia la salvación. Pidamos para que la fe crezca en su corazón y dé abundantes frutos.
¡No tengas miedo en mostrar la belleza del Evangelio para que todos los que aguardan la salvación creyendo, esperen, y esperando, amen! (Dei Verbum 1).
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Dedicación del Santuario en honor a Santo Toribio Romo Apertura del Año de la Fe
María, modelo de fe cristiana Por: Christian Ramón Rodríguez Bustos.
Reseña por: Israel Alejandro Guzmán Herrera. 12 de octubre de 2012 - Santa Ana de Guadalupe, Jal.
En el marco de la apertura del año de la fe, nuestra diócesis de San Juan de los Lagos se ha puesto de fiesta. El pasado 12 de octubre –contagiados por la fe y la esperanza en Cristo–, el Nuncio Apostólico Christopher Pierre presidió la Solemne Ceremonia de la “Dedicación del Santuario en honor a Santo Toribio Romo”, ocasión en la que el sueño de tantas personas, dígase obispos, sacerdotes, fieles… se vio hecho realidad. La compañía de los Obispos Felipe Salazar1, Javier Navarro2, José Trinidad Sepúlveda3 (emérito), entre otros, tuvo un papel importantísimo en la celebración, pues despertaron en el corazón de la gente un tumulto de emociones. Todo esto, aunado a la presencia de Fray Gabriel4, quien ha estado a cargo del proyecto del Santuario –y quien diera una minuciosa explicación del trabajo realizado–, forjó en muchas personas vivos sentimientos de empatía, de alegría y, sobretodo, de amor por nuestra fe; nuestras raíces cristeras. Santo Toribio sigue vivo entre nosotros, esto lo pudimos contemplar aquel día. Y más vivas aún, quedan sus palabras en nuestro corazón. El regocijo de nuestra gente, la fe y la esperanza –manifestadas con la pureza que habita en nosotros– son muestra eficaz de nuestra devoción a los santos mártires, de nuestra veneración filial a la Inmaculada Concepción y de nuestra inmensa adoración a Dios. Finalmente, no olvidemos el compromiso que con tal dedicación hemos acatado: “la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (Porta Fidei 2). Actual obispo de la diócesis de San Juan de los Lagos, desde 2008. Cuarto obispo diocesano. Actual obispo titular de la diócesis de Zamora, Mich. 3 Tercer obispo diocesano. Actual obispo emérito. Destacado por su gran labor pastoral en nuestras tierras. 4 Fray Gabriel de la Mora ha sido un hombre muy importante, no solo en la colaboración de este proyecto, sino a lo largo de su vida. A él fue encomendada la tarea de dirigir la construcción de la actual basílica de Guadalupe y la dedicación a la misma en la basílica de San Pedro, en Roma.
Sería imposible hablar de una fe en Jesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre si no creemos también en su Santa Madre, primer testigo de su Hijo y por quién fue posible que Dios se encarnara. Por eso para poder acrecentar nuestra fe debemos adentrarnos en el misterio de María. María era una “Anawin”, casta identificada por la gran esperanza en la venida del Mesías y la vivencia de la pobreza para encontrar en Dios su única riqueza. Siempre tuvo una vida de oración y contemplación. Su vida se caracterizó por la humildad, la sencillez, la mansedumbre, la fortaleza y por una confianza, por una fe plena en Aquél que había depositado en ella todas las gracias. Podemos encontrar la fe de la Hija de Sión traducida en sus obras, en el “Sí” constante que siempre respondió a Dios, desde la Anunciación por el ángel Gabriel, hasta la entrega de su Hijo en la cruz para nuestra redención. Es la mujer que siempre realizó la voluntad del Padre, que se consagró al cuidado de su Hijo pese a que tuviera que soportar el dolor.
Símbolo de su confianza es el Milagro de las Bodas de Caná, en el que dijo a los sirvientes “Hagan lo que Él les diga”, sabiendo que Jesús no se negaría a realizar cosa alguna que ella le pidiera, demostrando que todo aquello que pidamos a Dios por su intercesión nos será dado, si cumplimos lo que Cristo nos pide. Todas estos son sólo algunos de los motivos por los que hemos de consagrarnos a María para que nos permita crecer en la fe, para llegar a confiar plenamente de Dios como ella lo hacía; pues bajo su manto llegaremos al encuentro de Dios.
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Santa María de Guadalupe ¡Ruega por nosotros!
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